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    LA UTOPA POLTICA EN HESSE

    Estudios87, vol. VI,invierno 2008.

    LA UTOPA POLTICA

    EN HERMANN HESSEIvn Garzn Vallejo*

    RESUMEN: El artculo plantea la hiptesis de si la novelaEl juego de los abaloriosdel escri-

    tor alemn Hermann Hesse puede considerarse una obra de utopa poltica. Para efectuar talanlisis se asume una definicin de trabajo sobre la utopa destacando su aspecto poltico.El artculo extrae los elementos de la obra de los abalorios que sugieren la existencia de unrelato de utopa poltica pero con caractersticas peculiares que la presentan como un textovlido para la reflexin en el contexto contemporneo.

    ABSTRACT: The article suggests the hypothesis that the novel, The Glass Bead Game, by theGerman writer Hermann Hesse, can be considered a work of political utopia. In order to

    carry out such an analysis the article assumes a provisional definition of utopia emphasizingthe political aspects of it. This essay extracts elements of the novel that suggests the existenceof a narrative of political utopia in history but with peculiar characteristics that presents it asa valid text for reflection in the contemporary context.

    PALABRASCLAVE:Utopa, Hesse, Juego de abalorios, poltica, literatura.KEYWORDS:Utopia, Hesse, Glass Bead Game, Politics, Literature.RECEPCIN: 24 de agosto de 2007.ACEPTACIN: 27 de marzo de 2008.

    * Universidad Pontificia Bolivariana, Medelln, Colombia.

    TAM Derechos Reservados.

    a reproduccin total o parcial de este artculo se podr hacer si el ITAM otorga la autorizacin previamente por escrito.

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    LA UTOPA POLTICA

    EN HERMANN HESSE

    Quienes participamos de laUniver-sitasmagistrorum et scholarium, sentimos una empata casi natural con

    el pensamiento utpico. La razn de tal cercana existencial e intelectualse debe quizs a que la Universidad y la utopa estn emparentadas. Aslo ha notado Paul Ricoeur, quien sealara que la utopa est en conflictocon el orden existente, y lo est en nombre de una idea. La Universi-dad, segn el filsofo francs, procede de esta utopa porque se suponeque podemos modificar la realidad con mejores conocimientos y conuna educacin superior. Ahora bien, esta idea es utpica en la medidaen que niega, y a veces ingenuamente, las fuentes reales de poder,

    que en muchas ocasiones estn en la propiedad, en la violencia, en eldinero y en un sinnmero de fuerzas no intelectuales. Para Ricoeur,la utopa universitaria exagera el poder de la inteligencia para poderplasmar y dar forma a una idea o concepcin de la realidad.1

    Pensando en esta relacin entre la Universidad y la utopa, he idoprofundizando en la obra del escritor alemn Hermann Hesse, PremioNobel de Literatura en 1946, ante la hiptesis de que la obraEl juego delos abaloriosengrose la larga lista de relatos utpicos. Relatos disparesentre s, pero en los cuales pueden hallarse elementos comunes.

    El lugar comn seala que en las obras de Hermann Hesse hay unaprofunda bsqueda personal e individual. se es el sino del autor. Sustextos siguen siendo lectura casi obligada de adolescentes, y tambinde adultos. Parece evidente constatar que, desde su muerte en 1962,se ha convertido en un cono de una determinada poca del desarrollo

    1Cfr. Paul Ricoeur,Ideologa y utopa, 2006, Barcelona, Gedisa, p. 296.

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    personal de los jvenes, que han visto en l a un autor que representala rebelda frente a las convenciones socioculturales, as como la

    bsqueda de s mismo. En ese sentido, Hesse sera una suerte de guapsicolgico y espiritual para una cierta edad de la vida en la que todose hace complejo pues supone la definicin de la personalidad y latoma de grandes decisiones.

    El mismo Hermann Hesse parece haber sido conciente de ello. Larebelin contra los modelos equivocados y las falsas expectativas debeir seguida por el intento incesante de hallar normas nuevas y propias,2seala Alois Prinz, uno de sus ms autorizados bigrafos. sa sera una

    de las razones que explicaran que el autor alemn sea tan conocidoen las distintas latitudes y que se haya considerado como un escritorque ha sobrevivido a las diferentes generaciones.

    Sin embargo, mi inters especfico en este trabajo reside en sabersi la obra de Hesse puede definirse como utpica, concretamente lanovelaEl juego de los abalorios, que ha sido considerada por crticosy lectores como su libro cumbre y una rotunda obra maestra.3

    Mi hiptesis de trabajo ser que algunos elementos en la citada

    novela de Hesse sugieren la existencia de una obra de utopa poltica.De confirmarse tal hiptesis, podra concluirse que el autor alemndise, por medio de la literatura, una novela que pretende trazar lascoordenadas de un mundo ideal y realizable; y asimismo, es pertinentepreguntarse de qu tipo de utopa se trata.

    De lo contrario, parece claro que habra que sealar que los ele-mentos que pueden considerarse utpicos, convergen con otro tipode preocupaciones e intenciones nsitas en la obra hessiana, pero queno constituyen la suficiente relevancia para designarEl juego de losabalorioscomo un trabajo de utopa poltica.

    El contexto histrico en que fue escritoEl juego de los abaloriosparece sugerir un ambiente en el que prevalece la dimensin polticade la existencia, toda vez que se trata de los aos previos a la Segunda

    2Alois Prinz, Y todo comienzo tiene su hechizo. Biografa de Hermann Hesse, 2002,

    Barcelona, Herder, p. 13.3As la catalog su amigo, el escritor Thomas Mann. Cfr. Alois Prinz, op. cit., p. 327.

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    guerra mundial, una poca en la que se fue radicalizando la enemistadentre las potencias europeas, hasta desembocar en un enfrentamiento

    sin precedentes. Asimismo, la obra fue publicada en Suiza durante eldesarrollo de la segunda conflagracin que asol a Europa, esto es,en 1943.

    Para saber siEl juego de los abalorioses una obra utpica, esnecesario seguir tres pasos.

    El primero, delinear el concepto de la utopa. Para ello asumiruna definicin de trabajo de tal fenmeno. sta ser provisional, nicompleta ni acabada, pero adecuada para los efectos de este texto.

    El segundo, plantear la pregunta por la existencia o inexistenciadel elemento poltico y utpico en el pensamiento y en la produccinliteraria de Hermann Hesse, toda vez que si la obra y la misma vidadel escritor alemn carecen de tales componentes, la pregunta por lautopa poltica en el texto carece de relevancia.

    En tercer lugar, me propongo examinar estos dos elementos elpoltico y el utpico en el textoEl juego de los abaloriospara irarrojando las respectivas conclusiones.

    La utopa, definicin de trabajo

    La utopa es un gnero complejo y diverso. A pesar de que nos tientela idea de que se trata nicamentede un gnero literario, es claro que lautopa constituye desde su origen un gnero literario que se caracterizapor el hecho de declararse abiertamente como lo que es, una utopa.

    Esto la diferencia de la ideologa, un fenmeno con el cual ha sidoestudiada y relacionada con frecuencia. Por ello, se puede afirmar quela utopa se caracteriza por ser un gnero declarado.4En este sentido,por ejemplo, Ricoeur anota que en el pensamiento marxista tiende adesaparecer la distincin entre utopa e ideologa5pues el marxismopretende presentarse como una utopa. Se trata de la utopa de una

    4

    Cfr. Paul Ricoeur, op. cit., p. 289.5Cfr. ibid, p. 291.

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    sociedad sin clases en la que sern abolidos los medios de producciny prevalecer la llamada infraestructura, en que la dictadura del

    proletariado anteceder la pretendida igualdad material de todos losseres humanos.Paradjicamente, el marxismo presenta como utopa lo que en

    realidad es una ideologa, pues se trata de una concepcin de la rea-lidad con caracteres de totalidad, cierrey noimpugnabilidad, que ladefiniran como ideolgica, de acuerdo con las pautas sealadas porTenzer.6Zygmunt Bauman coincide en destacar el carcter ideolgicodel marxismo y apunta que ste puso el mundo cabeza abajo empe-

    ndose en el cambio del mundo material, pues en esta medida setransformaran las ideas falsas.7Asimismo, particularmente la historiadel siglo XX, plagada de tiranas, campos de concentracin y de unaferoz persecucin a los detractores de tal cosmovisin, da cuenta desu carcter ideolgico militante.

    Por otro lado, la utopa ha sido consustancial a las sociedades huma-nas. De diversas formas, en la cual la literatura ha sido la expresinms recurrente, la utopa plasma y desarrolla las metas y los horizontes

    a los que tendemos como colectividad, y es evidente que no podemosimaginar una sociedad sin utopas porque ella sera como una sociedadsin metas.8No obstante, no puede creerse que tales metas siempre hansido razonables y sensatas o han sido buscadas por medios justos.La historia ha conocido el horror por cuenta de utopas macabras einstrumentalizadoras del ser humano y su dignidad.

    As como la utopa es inherente a las sociedades humanas, de lamisma manera el ncleo de la utopa es una determinada concepcinantropolgica, una forma de entender al hombre. Es decir, en lasutopas hay un ideal humano que se pretende generalizar, un modeloantropolgico que se quiere desarrollar a gran escala. Por ello, la utopasupone una transformacin del hombre y de la sociedad, y en algunos

    6Cfr. Nicols Tenzer,La sociedad despolitizada. Ensayo sobre los fundamentosde lapoltica, 1992, Barcelona, Paids, p. 123. Cursivas mas.

    7

    Cfr. Zygmunt Bauman,En busca de la poltica, 2006, Buenos Aires, FCE, p. 121.8Cfr. Paul Ricoeur, op. cit., p. 301.

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    casos, cuando tal antropologa es reductiva, la utopa conlleva a unadesnaturalizacin del ser humano.

    En este sentido, elDiccionario de Polticaseala que, para Skinner9

    por ejemplo, el problema utpico no est en proyectar un sistema devida que guste a los hombres tal como son ahora, sino un sistema de vidaque guste a los que lo viven. Para que ello sea posible, es necesarioformular una hiptesis del hombre que an no existe, esto es, que sepaconducirse ms all de los principios ticos todava existentes, msall de la libertad y de la dignidad. El resultado es una sociedad quese hace impugnable nicamente desde el exterior. Una vez dentro,

    aceptadas las reglas del juego, se permanece para siempre prisionero,pero al mismo tiempo feliz y satisfecho del propio estado.10Tal tesis esconfirmada por quien fuera profesor de Harvard en su novela WaldenDos, donde se lee:

    Walden Dos ha suprimido la familia, no slo como unidad econmi-ca, sino hasta cierto punto tambin como unidad social y psicolgica. Loque sobreviva a ella es cuestin experimental [...] evitamos que exista

    una fuerte dependencia personal entre padres e hijos [...] Nuestra metaes que cada miembro adulto de Walden Dos mire a todos nuestros hijoscomo suyos, y que cada nio mire a todos los adultos como sus padres[...] Nuestra gente podr casarse cundo y con quien quiera, pero tendrlos hijos de acuerdo a un plan gentico.11

    Por su carcter ideal, se ha sostenido que la utopa consiste en eldiseo del mejor mundo que se puedapensar. En la utopa estara lamaterializacin de una idealizacin humana, ya sea individual o colec-tiva. El equvoco de tal aseveracin es manifiesto, pues la utopa suponeun mundo que pueda ser no slo pensado sino que seaposible, e incluso

    9Su novela Walden Dos, publicada originalmente en 1948, puede considerarse una obra deutopa de carcter sicolgico en la lnea del determinismo conductual y mecanicista. Cfr. LuisFernando Figari,Horizontes deReconciliacin, 1996, Lima, Vida y Espiritualidad, p. 40-1.

    10Cfr. Norberto Bobbio, Nicola Mateucci y Gianfranco Pasquino,Diccionario de Poltica,

    2005, Mxico, SigloXXI

    editores, p. 1620-2.11Burrhus Frederic Skinner, Walden Dos, 1974, Barcelona, Fontanella, p. 152-9.

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    inevitable, porque de alguna manera la misma fuerza de las cosas noslleva hacia l. Para que una determinada cosmovisin pueda considerarse

    como utpica, se requiere que sea inherente a ella la confianza en laimaginacin y accin poltica,12pues no basta con la mera proyeccinsicolgica de los deseos e inquietudes nobles del alma.

    Este carcter posible de la utopa la enlaza armnicamente consu carcter poltico, pues la poltica consiste en la realizacin de loposible en vistas a un propsito determinado el bien comn o la vidabuena que se plasma en la comunidad poltica.13

    Como la utopa pretende disear un mundo posible, pero ste

    a su vez podra estar signado por la iniquidad y la inhumanidad, seha acuado el trmino distopao utopa negativapara referirse a unconjunto de obras en las que por medio de un sistema totalitario,arbitrario e injusto, se pretende alcanzar un ideal social o colectivoal cual valdra la pena sacrificar la dignidad de los seres humanos ysus derechos fundamentales. De este tenor son, por ejemplo, las obrasUn mundo felizde Aldous Huxley, 1984yRebelin en la granjadeGeorge Orwell,Fahrenheit 451de Ray Bradbury (as como muchos

    de sus cuentos) y Walden Dosde B. F. Skinner, entre otras.La utopa pues, ha sido descrita tambin como algo terrible. Para

    el filsofo polaco Leszek Kolakowski, la utopa se vuelve siniestracuando creemos poseer una especie de tcnica de apocalipsis, un instru-mento para dar vida real a nuestras fantasas y, con tal de alcanzaraquel noble fin, ningn sacrificio nos parece pequeo. Ahora bien,Kolakowski aclara que, en cuanto la utopa sea tan slo una visin deun mundo sin sufrimiento, tensin y conflicto, la utopa es un ejercicioliterario e inofensivo.14

    La posibilidad de la realizacin efectiva de las utopas polticasha sido entrevista por no pocos pensadores. Nicolai Berdiaeff en elepgrafe al libro de Huxley Un mundo feliz (Brave New World) adver-

    12Cfr. Bobbio, et al., op. cit., p. 1618.13Asumo como referente conceptual de la poltica la idea clsica expresada en laPoltica

    de Aristteles.14

    Cfr. Leszek Kolakowski, La noche del Marxismo. Entrevista de Enrique Krauze,en Vuelta, n 101, abril de 1985, p. 34.

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    ta que las utopas aparecen hoy bastante ms realizables de lo quese crea en otro tiempo. Las utopas son realizables. La vida marcha

    hacia las utopas.15

    De la comprobacin de que las utopas son realizables y posiblesen el espacio y en el tiempo histrico deviene un elemento central detal fenmeno: su carcterpoltico. Es decir, la utopa no slo imaginay delinea una sociedad futura ideal, sino que sta debe ser realizablepor medios polticos y estar dotada de instituciones y estructuras pol-ticas. Por ello, es frecuente reconocer en las obras utpicas la exis-tencia de un poder, un lder o grupo de lderes polticos gobernantes,

    una concepcin ya sea implcita o no, de la propiedad, las leyes, lajusticia, el poder, la educacin, el individuo y el mbito pblico. Estoselementos hacen parte de una sociedad de naturaleza poltica, y aunqueno siempre el propsito de los autores que han diseado las utopasha sido eminentemente poltico, es preciso constatar que la dimensinpoltica aparece como central en cuanto se precisa el cmo realizarconcretamente el ideal trazado.

    Pero ante todo, la utopa seala un fin ltimo al cual deben tender

    todas las iniciativas polticas.16Hay un claro componente poltico de lautopa pues la poltica implica teleologa o finalidad. No por casualidadlas distintas concepciones de la poltica han sido entendidas a partirdel fin que se proponen alcanzar: la vida buena (Aristteles), el biencomn (Santo Toms de Aquino), la Razn de Estado (Maquiavelo),la seguridad y la proteccin de los individuos por el Estado Leviatn(Hobbes), la pureza de la raza (Hitler), la sociedad sin clases (Marx),entre otras.

    El carcter poltico de una utopa deviene del hecho de que elideal a realizar nace de una organizacin comunitaria que ofrezca unasolucin definitiva a los problemas de orden econmico y social17y seproyecta como sociedad ideal situada generalmente en el futuro, y en un

    15Cfr. Bobbio et al., op. cit., p. 1619.16Cfr. Leszek Kolakowski, op. cit., p. 34.17Cfr. Bobbio et al., op. cit., p. 1619.

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    lugar que no siempre es determinado con exactitud, o sencillamente,es indeterminado.

    En sntesis, la utopa es la proyeccin terica en un futuro, en unlugar no siempre determinado geogrficamente, de una sociedad en laque se plasman unos principios y cnones considerados como ideales ydeseables, los cuales se pretenden alcanzar y realizar especficamentepor medios e instrumentos polticos mediante el diseo de institucionesy estructuras de tipo poltico.

    Lo poltico en Hermann Hesse

    Puede considerarse a Hermann Hesse como un escritor preocupadointelectual y existencialmente por los asuntos polticos?

    Como la vida del escritor alemn transcurre en el perodo deentreguerras, el influjo del fenmeno blico parece ser evidente en suobra. De este hecho se pueden extraer algunas razones del carcterpoltico de su obra literaria en general y de la novelaEl juego de los

    abaloriosen particular.En primer lugar, Hesse, como otros pensadores de su tiempo, fue

    consciente de la debacle de la civilizacin europea con el avance dela ideologa nacionalsocialista y del militarismo. Ello consta en mu-chas de sus cartas y artculos, y segn Alois Prinz, Hesse habl de ladecadencia de Europa incluso antes que Oswald Spengler publicarasu clebre obraLa decadencia de la Occidente.18

    En segundo lugar, una vez que se adentra en su vida, el lector

    encuentra que Hesse fue un autor ms poltico de lo que parecera aprimera vista. Es cierto que su condicin de poeta solitario ha favo-recido el desconocimiento de su faceta poltica, la cual tampoco hasido muy estudiada. Ahora bien, aunque se reconozca este aspectobiogrfico, hay que aclarar que tampoco se podra considerar al autoralemn como un activista.

    18Cfr. Alois Prinz, op. cit., p. 211.

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    Es plausible que sus escritos polticos publicados en algunosperidicos y su labor en los das de la guerra como emisor de libros a

    los soldados que estaban en el frente, evidencien una preocupacinhumanista y poltica insoslayable que no se ha destacado suficienteentre sus comentadores y crticos;su bigrafo Alois Prinzseala:

    A l lo nico que le interesaba es hacer durante este tiempo algo quetenga sentido plenamente humano. Y para l es humanamente signifi-cativo el proporcionar libros a los soldados prisioneros, a fin de que, enmedio de la guerra, puedan respirar tambin aires diferentes. l practicala ayuda a los prisioneros como una especie de labor pastoral. Los libros(entre tanto llegan a ser 12.000 libros al mes) los enva como medicinaespiritual. Y leer significa para Hesse educarse para la paz.19

    Asimismo, a pesar de que fue considerado como un traidor a supatria por sus opiniones crticas al rgimen y de queEl juego de losabaloriosno puede publicarse en Alemania en 1942 por la censura delgobierno a sus obras, Hesse ser un intelectual comprometido con eldestino de su pas.20Pero su compromiso adquiri en muchos casosla forma de la denuncia proftica ampliamente incomprendida,21aun-que moderada por ser conciente de la inconveniencia de enfrentarseabierta y pblicamente con el Fhrer por medio de libros y artculos,pues saba que Hitler empleaba sin escrpulos la violencia contra suscontradictores.22Por otro lado, a pesar de la acusacin de traicin a la

    19Ibid., p. 192.

    20La razn de que Peter Suhrkamp no pueda imprimirEl juego de los abaloriosen Berln,como era el deseo del autor, es que el Ministerio de Propaganda nazi no concedi el permiso

    para la impresin. El motivo fue, al parecer, que un captulo del libro se desarrolla en unmonasterio, aludiendo a la prolongada estada del Magister LudiJos Knecht con el PadreJacobo, un venerable sacerdote de la Orden de los Benedictinos con quien Knecht cultivauna profunda amistad. Valga aadir que la sospecha del censor era cierta.

    21Al parecer, recibi cientos de cartas en las que sus compatriotas discurran sobre suacusacin al poeta de aptrida. De una de ellas deja constancia Alois Prinz: Apenas encuentro

    palabras para expresarte mi odio! / Individuo, eres un gusano! Ests completamente aban-donado / Por la santidad de tu espritu, por la santidad de Alemania / Porque no sientes los

    dolores de parto de estos tiempos, op. cit., p. 176.22Cfr. ibid., p. 298.

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    patria y de hacerse ciudadano suizo desde 1922, Hesse se consideraun patriota, pero su patriotismo no llega hasta el punto de cegarle

    para que no vea las injusticias manifiestas.23

    La faceta poltica de Hesse no se agota en el compromiso con lanacin germana. En la obra de Hermann Hesse es posible descubrirun germen de filosofa poltica que se centra en que la propia perso-nalidad del hombre tiene una dimensin poltica nsita, y que, almodelarla mediante el seguimiento de su ley interna con lo cual vaalcanzando su maduracin personal se evitar que la guerra lo subor-dine y le haga ver que el otro es un enemigo mortal sobre el que hay

    que disparar.24A mi juicio, esta suerte depacifismoactivotransido de humanita-

    rismo supranacional puede considerarse como el ncleo de la concep-cin poltica de Hesse, la cual puede percibirse en ciernes dentro desus obras, mediante ideas fugaces, no siempre entrelazadas, y menosan, desarrolladas.

    Esta conviccin poltica inspira, en buena medida, la elaboracindeEl juego de los abalorios, el cual, pensado desde varios aos antes,

    tiene la pretensin de ser una composicin potica admirable y compli-cada en la que se proyecte un mundo antagnico frente a un sistemapoltico totalitario como el que se erigi en Alemania con el TercerReich.25Un argumento que parece decisivo para examinar el carc-ter poltico de la obra de Hesse es la constatacin de que su novelacumbre tiene un trasfondo poltico que no slo se descubre leyendo asus bigrafos, sino por la misma estructura y el contenido del texto,como se ver ms adelante.

    Asimismo, la afirmacin del valor del individuo corre en formaparalela con las preocupaciones polticas. En cierta ocasin dir:

    Mi fe poltica es la de un demcrata; mi concepcin del mundo, la deun individualista. Lo que ha ocupado, atrado y conformado mi espritu

    23Ibid., p. 167.24

    Cfr. ibid., p. 199.25Cfr. ibid., p. 299.

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    no han sido los problemas sociales, sino los del individuo, y la tenden-cia de la nueva Historia a subordinar la personalidad al capricho de lasmasas arbitrarias, es algo que odio a muerte. Mis libros, entre los quese incluyen muchos de naturaleza puramente lrica, no han sido escritoscon un propsito determinado. En el curso de los aos, no obstante, ellosme han proporcionado un pblico, compuesto en su mayor parte de jve-nes atrados hacia m personalmente y como escritor y para los cualesme he convertido en consejero. Las dificultades que el individuo debeconfrontar hoy da en el mundo y la manera como poder construir una

    personalidad armnica, son experimentados por muchos, principalmentepor los jvenes, dentro de los estados e iglesias autoritarios, y parte de

    esta juventud es la que parece haber encontrado en m al poeta con elcual siente mayor afinidad.26

    Sin embargo, es cierto que su preocupacin poltica coexiste con suescepticismo y desconfianza frente a las ideologas que pretendencambiar el mundo y por la insobornable desconfianza hacia la accinhumana, especialmente la instrumental. l pensaba que el fascismo yel comunismo eran hermanos entre s, y estaba convencido de que toda

    voluntad de cambiar el mundo conduce a la guerra y a la violencia.27Crtico acrrimo del nacionalismo, Hesse propugna un humanismosupranacional en el cual ve la clave para que despus de la guerrareine la tranquilidad y la convivencia.28Yo me siento alemn, peropor encima de ellos est para m la humanidad, exclamaba.29

    En este punto, si se asumiera como referente conceptual el pensa-miento poltico de Carl Schmitt, especficamente su caracterizacinde lo poltico como el antagonismo entre el amigo y el enemigo,30

    y al comprobar que el deseo de Hesse preludiaba la existencia de laOrganizacin de las Naciones Unidas, as como el ascenso de la ideo-loga de los derechos humanos, habra que concluir que el elemento

    26Cfr. http://www.revistaoxigen.galeon.com/5bio_hesse_ext.htm27Cfr. Alois Prinz, op. cit., p. 293.28Cfr. ibid., p. 169.29

    Ibid., p 170.30Cfr. Carl Schmitt,El concepto de lo poltico, 2002, Buenos Aires, Struhart & Ca., p. 31.

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    poltico est ausente en su pensamiento. En los dos casos, tanto laONUcomo el ideal de los human rights, se pretende evitar el conflicto y la

    guerra por medio de la aceptacin global de principios y parmetrosuniversales de conducta en nombre de la Humanidad, compromisoque se establece con base en el consenso de los intervinientes. Deacuerdo con el pensamiento poltico schmittiano, la poltica parte de laconstatacin del hecho de que en la vida humana hay conflictos y quetal antagonismo puede devenir en una confrontacin extrema por lapropia existencia por medio de la guerra. Por eso, para Carl Schmittel ideal de la pacificacin absoluta del mundo era una falacia, y a este

    efecto, haciendo suyas las palabras de Proudhon, sealaba que quiendice humanidad, quiere engaar.31

    Como este trabajo no consiste en una comparacin entre los dosautores alemanes, valga el excursuspara hacer notar la complejidaddel asunto, y que, reconociendo los aportes invaluables de la teorapoltica schmittiana, asumir como definicin de lo poltico para estetexto el parmetro aristotlico del hombre comozon politikn, esto es,el hombre como un ser poltico por naturaleza.32De acuerdo con esta

    clsica definicin, se puede comprobar que la vida de Hermann Hesseest absolutamente influida por la poltica. Sin embargo, una aproxi-macin a la guerra como fenmeno poltico concepcin schmittianapor lo dems me parece la ms adecuada a los efectos de comprenderla politicidad en la vida y obra del escritor germano, y en ese sentidocomplementara el punto de partida aristotlico enriquecindolo.

    Crtico con las ideologas y las exaltaciones de la colectividad acosta del individuo concreto, Hesse entiende que el nacionalismo noes un problema de una nacin sino de cada individuo; el nacionalis-mo significara evadirse hacia conexiones suprapersonales, en vez deaceptar la responsabilidad personal. Piensa en sentido nacionalistaaquel que no considera a los hombres como hermanos o hermanas,sino como franceses, alemanes, ingleses o rusos. Y aquel que estpreso del nacionalismo es incapaz de practicar una verdadera crtica

    31

    Cfr, ibid., p. 73.32Cfr. Arist.,Po., 1252b.

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    de s mismo y ante la ms ligera observacin crtica, reacciona irritadodndose por ofendido.33

    En sntesis, esta comprensin de lo humano, en conexin con lopoltico el drama de la guerra, el nacionalismo, la situacin de supatria, el destino de la civilizacin occidental, el pacifismo, el humanis-mo supranacional, representa esa suerte de germen de filosofa pol-tica del autor alemn, y permite concluir afirmativamente la preguntaacerca del carcter poltico de su vida.

    Castalia: una excelsa vida ldica como antagonismo a un mundoen guerra

    El juego de los abalorios y la accin sin finalidad

    La obra describe, mediante una impecable forma narrativa, la vida deun hombre, Jos Knecht, quien llegara a serMagister Ludidel juegode los abalorios en la utpica provincia de Castalia y quien, en su edad

    adulta y luego de ser varios aos la autoridad suprema de esta idlicaOrden, renuncia a ella para dedicarse a la enseanza escolar ms puraacompaando la formacin de un joven, quien a su vez es el hijo desu mejor amigo, Plinio Designori, curiosamente un hombre que nuncaquiso entrar a Castalia. Antes de ello, mediante una misiva enviadaal Consejo Directivo, critica el alejamiento de Castalia del mundo yla historia y predice que Castalia ser suprimida cuando regresen laspocas blicas en las cuales el pas invierte ms en la guerra que en

    la educacin, el arte y la ldica.En este sentido, es preciso tener en cuenta queEl juego de los aba-

    loriosse publica en 1943, durante la segunda conflagracin mundialque asol al Viejo continente y pareciera ser evidente que Hesse,hombre muy sensible y preocupado por la situacin de la sociedad, peroante todo del ser humano individual, expres sus temores y crticas pormedio de esta novela que viene a constituirse como su obra maestra.

    33Cfr. Alois Prinz, op. cit., p. 333.

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    En ella est desarrollada la idea de que la cultura clsica, aunadaal espritu mstico y sincrtico de las religiones, pueden ayudar al ser

    humano a encontrarse a s mismo y, as, conservar humanizada lacivilizacin, aunque ello parezca utpico en una poca que conocela tragedia de la destruccin y la prdida de millones de vidas a causade la guerra.

    Castalia es descrita como una ciudad situada en Alemania en elao 2400.34sta tendra como centro un instituto educativo as comola Orden de los castalios. Para ellos, hombres clibes consagrados a lameditacin, el estudio y el juego, la vida consiste en servir al ideal

    esttico-musical con el propsito de salvaguardar la civilizacin35desu decadencia llamada la poca blica ofolletinesca y as mantenerun refugio para los valores ms excelsos de la cultura representadosfundamentalmente en la msica, las letras, la meditacin y el juego delos abalorios, que viene a ser una especie de sntesis suprema de todosellos. Los Castalios, seala Prinz, son la utopa de una comunidadque no convierte al individuo en una ruedecita de un mecanismo, sinoque fomenta su propia porfa.36

    Si bien en sus orgenes el juego de los abalorios fue una especie dedivertimento entre los jvenes estudiantes de la Orden, con el tiempova adquiriendo un lugar central en la vida de Castalia37al punto deconvertirse en ceremonia pblica, liturgia sacra secularizada y en conode la espiritualidad de la Orden. Segn el narrador, el juego llega a sersuma y encarnacin de lo espiritual y sinfnico, culto sublime, uniomysticade todos los miembros de la Universitas Litterarum.38Con eltiempo, el mismo juego se ir perfeccionando y generalizando entre los

    34Que la descripcin de Castalia tenga una fecha precisa lleva a Prinz a afirmar que Eljuego de los abalorioses un mundo antagnico, una utopa, pero una utopa que lleva fecha,Alois Prinz, op. cit., p. 301. Cursivas mas.

    35Cfr. Hermann Hesse,El juego de los abalorios, 1978, Madrid, Alianza, p. 38.36Alois Prinz, op. cit., p. 14.37La redundancia que se advierte es deliberada. Hesse se refiere a Castalia como a la

    Orden, pero tambin como a la ciudad y/o provincia en la que sta se encuentra ubicada, sugi-riendo que la Orden le da el nombre a la ciudad. Asimismo, evocando a Goethe, la designaprovincia pedaggica, cfr. Hermann Hesse, op. cit., p. 67.

    38Ibid., p. 41.

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    estudiantes para los cuales se convierte no slo en un noble ejerciciointelectual, sino en parmetro de sus capacidades y talentos.

    En qu consista el juego de los abalorios? Aunque la novelade Hesse no lo define expresamente, todo indica que en proponersemutuamente determinados motivos o comienzos de composicionesclsicas; los lusores, jugadores, tenan una tcnica para expresarlosmediante frmulas abreviadas; el interpelado deba contestar o biencon la continuacin del fragmento o, mejor todava, con un contra-tema opuesto, en voz ms alta o ms baja. Hay quienes sealan quelas respuestas de los jugadores se daban no slo desde composiciones

    musicales, sino tambin mediante frases, textos y piezas artsticas yliterarias variadas.

    En suma, se trataba de un ejercicio de mnemotecnia e improvi-sacin que parece tener antecedentes en los alumnos ms aplicadosde msica de Schtz, Pachelbel y Bach pues habra estado en augeentre ellos aunque no en formulas tericas, sino prcticamente con elclavicordio, el lad, la flauta, o la voz.39

    En la obra de Hesse queda patente la universalidad que adquiere

    el juego, prueba de su gran vala y fecundo efecto: El juego de losabalorios, un da entretenimiento singular, ora de matemticos, orade filsofos o msicos, empez a atraer luego con inters creciente atodos los verdaderos hombres de espritu.40El juego buscaba armo-nizar el espritu de universalidad con la unidad de lo espiritual,41signode que eventualmente podra ser aprendido y practicado por cualquierpersona.

    Un aspecto que llama la atencin es que el juego pareciera no tenerun propsito determinado, es decir, los lusoresno practican el juegode los abalorios con un fin especfico sino por el placer que suscita elmismo en el alma humana y con el gozo de ejercitarse y perfeccionarlas destrezas que ste fomenta. Siguiendo la argumentacin de AloisPrinz, en ello acaso haya que ver una crtica implcita de Hesse a las

    39Cfr. ibid., p. 34.40

    Ibid., p. 40.41Ibid., p. 250.

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    ideologas totalitarias bajo las cuales el poeta vivi, especficamente elfascismo, el nacionalsocialismo y el comunismo. Para l, estas ideo-

    logas tienen en comn la proyeccin de una imagen ideal del mundoy del hombre, que se quiere realizar por medio de la violencia y elterror. Su principal aversin a las ideologas es la instrumentalizacindel hombre que stas llevan a cabo.

    El autor alemn propondr en su obra utpica una actividad, quese erige como la ms importante de la vida de Castalia, que no condu-cir a ningn objetivo, que ser sencillamente un juego sin finalidad42pues para Hesse, jugar es una necesidad fundamental del hombre y

    una expresin de la vida, mientras que la accin orientada a un fin, laconsidera como un sucedneo de la vida. An la persona ms racionalno puede sustraerse a la necesidad de buscar lo que no tenga sentidoy lo que no tenga finalidad.43

    Esta aversin a la instrumentalizacin del hombre y de su activi-dad parece ser un asunto central en el pensamiento del poeta alemn,que le confiere un rasgo utpico en cuanto proyecta, as, un mundoposible y deseable que constituira una reforma del actual. Un aspecto

    eminentemente poltico.Sin embargo, el escepticismo de Hesse por la accin no lo llevan

    a un desprecio absoluto de la misma. Si bien el acento de Castalia estclaramente puesto en el juego de los abalorios, el estudio y la medita-cin, la vida de la orden pretende integrar la accin y la contemplacin:No queremos huir de la vita activaa la vita contemplativa, y menosan lo inverso, sino ms bien permanecer alternando entre ambas,familiarizarnos con una y otra tomando parte en las dos44seala elMagister Ludi.

    Pero este aspecto coexiste con la paradoja de que este mundoutpico que propone el narrador de los abalorios desdice de los finesy con ello reniega del valor de la accin como posibilitadora de opor-tunidades y contextos distintos a los que l se enfrent en su tiempo.

    42Cfr. Alois Prinz, op. cit., p. 300.43Ibid., p. 300.44Hermann Hesse, op. cit., p. 254.

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    Tal desprecio de la accin no debe verse como una marginacin dela actividad poltica como tal, pues la importancia del fin para Hesse

    tiene como requisito que el ser humano no sea instrumentalizado,pero ello no lo lleva a desconocer la necesidad de todo tipo de medioo instrumento. De hecho, Castalia aparece en la obra como el ltimoenclave de la cultura y la inteligencia en la civilizacin occidental queha sobrevivido luego de la debacle militarista y guerrera. Es decir,Castalia es una suerte de medio o instrumento para la subsistenciade la civilizacin, y los castalios son hombres de vida activa. Activa,ms no instrumental.

    Sin embargo, Castalia no es una realidad polticaper se. El influjocultural y poltico que est llamada a ejercer deviene de su naturalezaaparentemente monstica e intelectual.45En un dilogo de la obra, elMagister Ludile dice a Knecht acerca de Castalia: No somos polti-cos en realidad y carecemos de poder, pero tambin dependemos delmundo, que a su vez nos necesita y soporta.46Esta sugerente conver-sacin se da en el contexto de las instrucciones que le da elMagisterLudial joven Knecht antes de su partida al monasterio benedictino,

    en el que tendr como misin entablar una particular amistad con unnotable hermano de la Orden de San Benito (el padre Jacobo) paratransmitirle a los superiores de la Orden de Castalia las informacionesque sean tiles acerca del mundo exterior.

    Curiosamente, una suerte de espionaje que, dicho sea de paso,transformar la concepcin de la realidad de Jos Knecht.

    45Ello se pone de manifiesto cuando en el texto se describe que el espritu de la Ordende Castalia est fundado sobre dos principios: la objetividad y el amor a la verdad en elestudio, y el cuidado de la sabidura y la armona meditativas. La sabidura y dignidad delos castalios reside en mantenerse fiel a la unidad de tales principios. Cfr. Hermann Hesse,op. cit., p. 253.

    46Ibid., p. 162.

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    Knecht y la utopa de la bsqueda de s mismo

    Jos Knecht, protagonista deEl juego de los abalorios, es, desde suscomienzos, un alumno aventajado de Castalia. La descripcin de suvida aparece por momentos como idealizada por el narrador y de hechoqueda claro que su paso por Castalia constituy una leyenda. Quizssea un pleonasmo hablar de idealizacin en una obra de utopa. Pero decualquier forma, creo que el tono de la descripcin de Knecht podraexplicarse razonablemente desde un lugar comn de las obras de utopa:la ausencia de la concepcin del mal moral como algo personal, o,dicho en trminos cristianos, de la negacin de la realidad del pecadooriginal que marca la vida del ser humano con la concupiscencia o lainclinacin al mal, aunque ciertamente el bautismo lo introduzca enla vida de la gracia y del espritu.47

    Tal idealizacin coexiste con la lucha entre el bien y el mal queestn presentes en el interior de cada hombre. Esta confrontacin agonales una suerte de verdad fundamental en la narrativa de Hesse.

    Asimismo, en dicha descripcin creemos hallar la idea utpica delperfil del ser humano que requerira la sociedad como clave para salirde su postracin. Aunque ste sea un individuo privilegiado y ello lohace nico, da la impresin de que Hesse propone en l una suerte demodelo a seguir. Por su constancia, disciplina o virtud, inteligenciay capacidad para la reflexin y la meditacin, pero asimismo, por suvalenta para seguir sus propias intuiciones, aunque ello suponga ircontra la opinin de otras personas o las reglas establecidas.48

    47Cfr. Catecismo de la Iglesia Catlica, 1213-84.48Si bien la renuncia comoMagister Ludi, con la consecuente salida de Castalia, no es

    un hecho previsto en el reglamento de la Orden como indebido, es evidente que la reaccinde Alejandro, el Superior de la misma, es claramente desaprobatoria. En la misma Castaliase conceba a los hombres del mundo como menos dotados o privilegiados que los castalios,y en cuanto Knecht abandona la Orden se convierte en uno de ellos. En la obra, Castaliarepresenta una lite escogida y destinada a asumir el peso de su misin histrica, por lo cual,abandonarla luego de varios aos en ella, no podra considerarse por los miembros de stacomo un gesto digno de aplauso.

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    Sugerir que en Knecht hay una suerte de paradigma de vida huma-na, propuesto implcitamente por Hesse, es un elemento muy proble-

    mtico, pues muchas de sus obras son autobiogrficas a lo cual noescaparaEl juego delos abalorios; la vida personal de Hesse eviden-cia una reticencia insobornable a proponer modelos y dar consejosuniversales y perennes. Esto se comprueba en las cientos de cartas querecibi durante su vida, en las cuales, intentando responderlas todas,nunca ofreci soluciones universales, sino que ms bien alentaba alos destinatarios sus lectores a encontrar por s mismos las respuestasa sus preguntas.49

    Pero quizs, puede plantearse precisamente que seguir la propiaconciencia y adecuarse a una norma interior es ya un propsito univer-sal. De ello no est lejos por ejemplo, el imperativo categrico deInmanuel Kant, que no se considerara menos vlido para todos loshombres por el hecho de proponer una accin individual conforme conla propia conciencia y que con ello deviene en muchas oportunidadesen subjetivista y relativista teniendo en cuenta que sta pueda sertomada como ley universal.

    La personalidad e historia de Jos Knecht no deja de tener cier-tos aspectos de reformador o de iluminado que, al final de su vida,emerge como aquel que descubre la verdadera senda que debe tomarCastalia y no es aceptado por las autoridades de la Orden. Aunqueesto no es al parecer lo nico que motiva su salida de la misma, s loes el seguir dos impulsos que l considera imprescindibles en su vida:la trascendencia y la superacin. Incluso a costa de stos sacrifica sureputacin, trayectoria personal y las altas responsabilidades que lefueron confiadas en Castalia, toda vez que descubre que su caminoest fuera de la Orden, en una soledad que lo acercar a la historia yal mundo aunque ello no signifique ninguna contaminacin o traicina s mismo. Todo ello se da individualmente y a pesar de los consejosexternos contrarios a tal idea, as como del silencio que mantienefrente a este asunto ante su amigo Fritz Tegularius, aparentementecon el propsito de no ser desaprobado por l.

    49Cfr. Alois Prinz, op. cit., p. 15.

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    Curiosa, y quizs paradjicamente, la decisin de Knecht comoMagister Ludide abandonar la Orden, a pesar de la desaprobacin del

    Consejo de la misma, no es censurado por el narrador deEl juego delos abalorios. Es decir, a pesar de que la obra describe el sitio idealen los cuales viven los seres humanos, aquel que les permite alcanzaruna cierta nobleza del espritu, cuando el protagonista y modelo deeste paradigma abandona la Orden desconcertantemente, ni por aso-mo el narrador cuestiona tal decisin ni le sugiere al lector que dichomaestro ha cometido un error.

    Ms an: si Castalia es el mbito ideal para la vida humana y la

    salvaguarda de la civilizacin, llama poderosamente la atencin quela vida que se describe enEl juego de los abaloriossea la de quien, apesar de conocer a fondo la Orden, no termina sus das viviendo comoun castalio. Pesimismo de Hesse ante su propia creacin utpica?Realismo ante la comprobacin de que el mundo secular terminarcon Castalia? Slo unMagister Ludi,Jos Knecht, lo logra entrever.

    Un asunto que hace ms compleja la realidad es que en los dasque preludian su salida de la orden, Knecht apunta con dolor que ha

    descubierto que Castalia est muy alejada de su patria, y que, de formainversa, el pas lleg a ser ajeno e infiel a su ms noble provincia ya su espritu, evidenciando la amplia separacin entre el alma y elcuerpo, entre el ideal y la realidad.50As, despunta el escepticismode la utopa de Hesse, pero al mismo tiempo parece sugerir que setrata, en ltima instancia, de una metfora de la propia Alemania porcuenta de la destruccin de su historia y su cultura ms noble debidoal feroz militarismo y racismo totalitario representados por el nacio-nalsocialismo de Hitler.

    Llegados a este punto nos enfrentamos con un asunto sumamentecomplejo. En mi opinin, la apora planteada podra resolverse desde laidea de que, para Hesse, el lder o el genio de la utopa debe prevalecersobre esa realidad comunitaria, que por ms perfecta que pueda imagi-narse, estar sujeta a los cambios histricos y culturales, los cuales soninterpretados por el poeta alemn en forma pesimista. En este sentido,

    50Cfr. Hermann Hesse, op. cit., p. 320.

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    no se puede olvidar que Jos Knecht presagia el fin de Castalia en elfuturo, pues para l los peligros de origen externo consisten en que

    nuestro pas no pueda sostener un da nuestra cultura y los presupues-tos castalios, en que considere un da a Castalia como un lujo queno pueda ya permitirse, y en que, finalmente, llegue a considerarnoscomo perniciosos parsitos y an como maestros de error y enemigos,en lugar de sentirse liberalmente orgullosos de nosotros.51

    En otras palabras, acaso para Hesse la utopa no se site tanto enuna comunidad ideal como en un individuo que sigue en toda ocasinsu propio sentido de perfeccin y superacin humana. Si as fuera, la

    utopa poltica de Hesse se situara en el allende de Castalia, y en elaquende del sujeto individual. Un lugar difcil de situar, y quizs porello, utpico.

    En esta posible solucin con respecto al dilema de Knecht puedehallarse el influjo de la filosofa oriental especialmente de la India enla formacin de Hesse. En l el conocimiento de s mismo conducea lo divino y a una nueva visin del mundo. El yo, Dios y el mundose hallan ntimamente relacionados.52No son pocos los momentos en

    los que elMagister Ludientra en contacto con la mentalidad oriental:la estada en un monasterio chino, la lectura de las obras del Braman,entre otras. stas van consolidando la idea aunada a la importanciacastalia de la meditacin de que la felicidad pasa por uno mismo, porel encuentro con elyo ms que por la vida en comunidad, la obedienciaa la autoridad o el seguimiento de las normas establecidas. De acuer-do con estos presupuestos, se comprendera la renuncia de Knecht aseguir en la Orden, no como una traicin evidentemente censurablecomo lo hace Alejandro, el Superior de la misma en su intento deconvencerlo para que desista de su decisin sino como un paso mshacia aquella bsqueda de s mismo que resultara ser ms importanteque cualquier compromiso asumido o pacto previo.

    Esta misma idea se descubre en los textos que habra dejado Knechty que son una especie de apndices de la novela escritos en forma de

    51

    Ibid., op. cit., p. 377.52Alois Prinz, op. cit., p. 232.

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    cuentos o relatos literarios. EnEl Confesorpor ejemplo, se narra lavida de Josephus Famulus, un famoso anacoreta confesor, que en

    la mediana de su vida se siente hastiado de la vida que lleva, a pesarde que sta ha sido marcada por la perfeccin y la santidad cristianas.Algo similar ocurre con el padre Dion Pgil, un anciano que, curio-samente, sale en bsqueda de su par Famulus con el fin de encontrarleun sentido a su rutinaria existencia. Se encuentran, y establecen unaamistad que los consolar mutuamente y que ser un aliciente paraambos para continuar con su vida religiosa. Famulus se convierte enuna especie de hijo espiritual del padre Dion y, al cabo de los aos,

    como sucede en el relatoEl hacedor de la lluvia, lo reemplaza, asu-miendo la herencia espiritual y mstica que deja su predecesor.

    Esta idea de la sucesin, esto es, la de un hijo carnal o espiritualque asume la funcin del padre o maestro hacindola perdurable en eltiempo est muy presente en la obra de Hesse. Es el caso del MagisterThomas a Jos Knecht enEl juego de los abalorios. De Turu a Knechty de ste a Turu, su hijo, enEl hacedor de la lluvia. Y del PadrePgila Famulus enEl Confesor. En ello quizs habra queinterpretar la idea

    budista de la reencarnacin y tambin la idea de la historia como algocircular y no lineal e inevitable, sino ms bien, como algo susceptiblede cambio y rectificacin, no por la libertad del ser humano, sino porel sino del destino.

    En esta sucesin temporal es preciso notar que no siempre dichasucesin es perfecta o ideal, pues existe la posibilidad de la traiciny la corrupcin. se es el caso de Maro enEl hacedor de la lluvia,primer discpulo de Knecht que, llevado por su propio egosmo e inte-rs es relegado en su formacin como hacedor de la lluvia y servidordel pueblo.

    En este punto, acaso haya de verse la oposicin en las obras utpi-cas entre la idea de un genio iluminado que pareciera tener la clavede la felicidad, tranquilidad o prosperidad segn la obra y la encar-nacin social o comunitaria de la misma. Es decir, el modelo utpicoideal no siempre compaginara con la vida del genio. Las razones son

    mltiples y, aunque Hesse disea una utopa poltica centrada en la vida

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    de Castalia, la clave de la utopa consistira en que cada individuose encuentre a s mismo y siga su ley interior. Esto es precisamente lo

    que hara que la vida sea ms plena y elevada.53

    En este sentido, en elprlogo deDemianse lee:

    He sido un hombre que busca y lo soy todava, pero no busco ya enlas estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseanzas que misangre murmura en m La existencia de todo ser humano es un caminohacia s, o un connato de camino, o un simple rastro. Ningn hombre hasido por completo l mismo; pero todos aspiran a serlo, confusamenteunos, ms claramente otros, cada uno como puede.54

    Otra posibilidad al dilema del abandono de Castalia de Knecht, esentender que habra llegado a su trmino una etapa en la vida personaldelMagister Ludi, etapa en la cual, siguiendo su propia ley internay las disposiciones de la Orden, pudo lograr la sntesis entre el sentirpropio y el sentir comunitario.55

    Acogiendo este aspecto, el de la integracin entre lo personal y lo

    comunitario, ms que la prevalencia de la dimensin individual genial,sera uno de los rasgos de la utopa de Hermann Hesse.Una lucha maniquea entre el bien y el mal recorren la obra de

    Hesse y sus personajes, y en muchas de las pginas el escritor alemndescribe los entuertos de un alma que se debate entre el cielo y elinfierno, y entre su propio yo o la masificacin, esto es, la perversinde su ser. En tales descripciones puede percibirse la bsqueda de unacondicin humana que en su centralidad espiritual avanza hacia la

    realizacin de contextos socio-polticos utpicos que sean coherentescon la condicin individual del ser humano.Esta interpretacin la fundamenta el hecho de que cuando Knecht

    abandona Castalia su actitud y conducta comoMagister Ludihabasido intachable y ejemplar. Por eso, la explicacin que l da del asunto

    53Cfr. ibid., p. 12.54Hermann Hesse, Demian, en Obras Completas, tomo II, 1979, Madrid, Aguilar, 3

    ed., p. 670.55Cfr. Alois Prinz, op. cit., p. 324.

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    es simple: me cans y empec a tomar mi responsabilidad como unacarga, pero totalmente coherente con los postulados de una filosofa

    individualista que confa ante todo en las intuiciones del sujeto y,ms an, cuando la vida de ste se ha puesto en trminos de leyendaen la historia de Castalia.

    Una utopa poltica secularizada?

    Si uno se adentra en la naturaleza de Castalia, descubre que la narrativa

    de Hesse est signada de numerosos elementos de la tradicin cristiana.Ello es vlido tambin para otros escritos suyos, en los que la luchaentre el bien y el mal en los personajes, como una suerte de combatereligioso, parece ser un elemento narrativo decisivo. Tal constatacinno debe entenderse como que su intencin haya sido hacer una especiede modelo reformador de la Cristiandad o algo semejante. En esteaspecto se torna evidente e irrefutable no slo el espritu de la poca,sino el peso de la historia de una Alemania que desde siglos atrs

    ha sido escenario de las luchas ms decisivas del Cristianismo y, apartir del siglo XVI,tambin del protestantismo.

    Por ello, no debe extraar que el mismo juego de los abalorios seadescrito claramente como un asunto espiritual, no slo esttico o ldico.As, en la descripcin del juego se lee: significaba una forma selectay simblica de la bsqueda de lo perfecto, una alquimia sublime, unacercamiento al espritu nico en s, por encima de toda imagen ymultiplicidad, esto es, a Dios.56

    Paradjicamente, la dimensin espiritual del juego contrasta conel carcter a-religioso de la Orden de Castalia e incluso con el perfilagnstico de la vida personal de Hermann Hesse, o, en todo caso, consu peculiar tendencia al sincretismo religioso.

    Aunque uno no sea psiclogo ni iniciado en la disciplina de lamente humana, pareciera ser evidente que una de las experienciasms fuertes que deja la secularizacin es la nostalgia. Nostalgia por un

    56Ibid., p. 43-4.

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    pasado que ya no est, al cual o bien se ha renunciado, ignorado o recha-zado conscientemente, o sencillamente porque las huellas culturales

    que deja el Cristianismo en la historia y en la cultura, especficamenteen la cultura occidental, se tornan quirase o no, imborrables. Por ello,se hace tan difcil deshacerse de ellas an para quienes ven en ello elleitmotivde sus vidas.

    El juego de los abaloriosde Hermann Hesse parece ser una buenaexposicin de la nostalgia literaria, consecuencia de la secularizaciny con la consiguiente plasmacin utpica de sueos y anhelos polticosde caracteres laicos o religioso sincrticos.

    Siguiendo con el aspecto religioso, aunque Castalia es en el fondoel lugar utpico donde el espritu prevalece sobre la carne, donde lacontemplacin hace innecesaria la vida activa del ejercicio profesio-nal o de las llamadas profesiones liberales,57el autor no atribuye unsignificado religioso a tal tipo de vida. Tan slo es un estilo utpicode vivir.

    No pareciera que pudiera imputarse dicha omisin a una igno-rancia del asunto religioso por parte del escritor germano, pues sera

    difcil de concebir tal insuficiencia en un autor que nace en una tierraprofundamente influida histricamente por el Cristianismo, tanto porel Catolicismo como por las diversas formas del protestantismo desde elsiglo XVI. Ms an, alguien que ha estado cerca de l ha contado queHesse sostena frecuentes conversaciones y discusiones sobre Lutero,a quien no quera precisa el testigo, con un pastor protestante deapellido Voelter.58

    Ms bien, pareciera que se trata de una omisin deliberada. Esdecir, como un intento de edificar una propuesta utpica al margen

    57stas son descritas con cierto desdn y son objeto de dedicacin de aquellos queno tienen el llamado de vivir en Castalia, y, ante la larga discusin que se da entre PlinioDesignori y Knecht cuando se reencuentran, se hace evidente que la vida de Castalia suponeun estrato superior a la vida mundana de tantos mortales, aunque ello no nos debe dejar

    perder de vista la dureza de las crticas a ella, no slo por el mencionado escritor poltico,sino por el Padre Jacobo.

    58Cfr. Miguel Serrano,El crculo hermtico. Hermann Hesse / C. G. Jung, 2004, BuenosAires, Kier, 6 ed., p. 60.

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    de la tradicin cristiana, asumiendo en forma sincrtica los elemen-tos considerados por l como llamativos y valiosos del budismo, el

    hinduismo y confucianismo. Por otro lado, distintos aspectos de laobra de los abalorios manifiestan la pretensin del autor de configurara Castalia como una suerte de sustitucin secularizada y laica.

    Personajes, lugares, hechos, descripciones, perspectivas entre otras,evidencian un ethoscristiano irrenunciable en el autor que impregnantoda su obra. Ello no debe hacernos desconocer que en Hesse estnpresentes, en forma decisiva, los elementos de las tradiciones budistay confucianista59y por ello creo que el sincretismo y el agnosticismo

    correran parejos en una mezcla no exenta de complejidades. En esesentido, tambin enEl juego de los abaloriosse pueden rastrear elemen-tos significativos de tales tradiciones religiosas, especialmente en lavisita de Knecht a un monasterio chino y en las prcticas de meditacinque evocan el yoga tan frecuentes en la vida de Castalia.

    Pero mi intuicin me lleva a pensar que el elemento cristiano noasumido por el escritor como forma de vida en la prctica es el decisi-vo en su obra y que en sta se presenta tal dato en forma secularizada,

    especficamente enEl juego de los abalorios.Miguel Serrano, que conoci personalmente a Hesse, pareciera

    coincidir con este elemento cuando, refirindose aDemian, seala quesu mensaje toca regiones que fueran reservadas a la religin.60Enese sentido, es sorprendente cmo tantos escritos del autor germanotienen presente el elemento religioso. Casi siempre en forma sincrtica,sus personajes se hallan ante situaciones, experiencias o personajesde carcter especficamente religioso. Parece evidente que se trata deun tema que siempre inquiet a Hesse desde sus primeras obras y queen ellas se manifiesta su propia bsqueda de sentido en una poca lade entreguerras que se caracteriz precisamente por un intento de

    59En su perodo de formacin, Jos Knecht visita a un maestro chino llamado, quizsno por casualidad, el Hermano Mayor, y traba conocimiento delLibro de las Metamorfosis,el Chang Dsiy elI ChingoLibro de los Cambios(libro del horscopo chino) con los cuales

    quedara vivamente impresionado.60Ibid., p. 14.

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    encontrar respuestas satisfactorias para la propia vida en medio de unacoyuntura aparentemente absurda y fatal.

    En el modelo utpico de Hesse lo religioso est presente pero deforma secularizada, sin una institucin custodia del mismo comola Iglesia catlica, sin ministros que administren los sacramentos ysirvan de sustento espiritual de los fieles como los sacerdotes, y sinuna esperanza en la vida eterna, pues de la narracin y de la mismavida de Hesse se deduce que no le prest importancia a saber si hayalgo despus de la muerte. Segn el autor alemn, despus de la muerteel ser humano caera en el Inconsciente colectivo tal como lo defi-

    ni Jung para luego caer en las formas.61Ms an, quienes fuerancapaces de vivir en la fantasa no necesitaran de la religin, pues conla fantasa se puede comprender que el hombre retorna al universo.62

    Esta especie de mstica intramundana propugnada por Hesse, yde la cual su amigo Jung es tambin representante, contiene todo ununiverso de signos y smbolos que la hacen posible. Se trata ms bien,de la idea del paraso terrenal que estara reservado a unos cuantoshombres, que, llamados a dicho tipo de vida, deciden alejarse del

    mundo renunciando a sus placeres y reciben en Castalia una formacinadecuada en un mbito propicio para as poder gozar de las bondadesde una vida contemplativa. En este modelo, la educacin como unmbito en el que los ms sabios o instruidos comparten sus conoci-mientos y experiencia a quienes se estn formando en la disciplina yla formacin acadmica.

    A mi juicio, la perspectiva secularizada de la realidad es incom-pleta dado que prescinde del elemento religioso que es inherente a lacondicin humana, o bien lo tergiversa; en la obra van quedando pre-guntas sin responder: a quin se le atribuye el llamado a la vocacina Castalia? En otras palabras, sino hay Dios, quin llama?63Se trata

    61Cfr. ibid., p. 30, 61.62Cfr. ibid., p. 41.63Curiosamente, refirindose a la vocacin de Knecht, aunque Hesse seala que la voca-

    cin es un don y una gracia conceptos cristianos y que conlleva una gran responsabilidadconcepcin cristiana, dicho llamado vendra de los poderes terrenales, cfr. HermannHesse, op. cit., p. 60.

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    nicamente de una decisin estrictamente personal? En esta mismalnea, sin una esperanza ultra terrena, en qu estriba el atractivo

    para aquellos que optan por una vida en todos sus ribetes monstica,exigente y de tantas renuncias? Se puede sostener dicho alejamientodel mundo y las renuncias que ello implica nicamente a partir de lafuerza de la voluntad o del deseo de ser uno mismo?

    Una utopa poltica imposible

    La obra de Hesse est influida por una inconfesable y a menudoimplcita preocupacin poltica. Luego de analizar la utopa como unfenmeno esencialmente poltico y ahondar en la vida y obra escrita deHermann Hesse, especficamente enEl juego de losabalorios, puedeconcluirse con fundamento que la obra del autor alemn es una utopapoltica que contiene numerosos y determinantes elementos de stegnero literario y aproximacin a la realidad social.

    Estos elementos se pueden resumir en: la idea de un genio ilumina-

    do que representa el paradigma de la condicin humana; el diseo deun mundo en el que una comunidad ejemplar jerrquicamente orga-nizada y cuyos miembros se someten a unas normas establecidas esten relacin con el mundo exterior y que es consciente de poseer unpoder caracterstico que la dota de una autoridad social. Asimismo,el carcter basilar de la educacin en la vida de los integrantes de laOrden; la crtica a toda concepcin que instrumentalice al hombre, yen ese sentido, la valoracin de la actividad ldica y artstica en oposi-

    cin a la guerra y la militarizacin de la sociedad; la responsabilidadhistrica y cultural que le cabe a la comunidad utpica, as como a sulabor; y la opcin por un tipo de vida que el mundo exterior ha dese-chado pero que contiene en esencia el sentido de vivir plenamentehumano y comunitario.

    Hay que aclarar que enEl juego de los abaloriosno estn conte-nidos todos los elementos que estn presentes en otras obras utpicasdecisivas en la historia de la literatura universal; pero, a mi juicio, setrata de aspectos lo suficientemente representativos de la utopa poltica

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    como para asumir que, hallndose stos en la novela de Hesse, hacende su trabajo de los abalorios una obra de utopa poltica.

    Los elementos destacados se configuran sobre la base de un mundoque puede ser realizado por medios polticos, siguiendo como paradig-ma la comunidad utpica ideada por Hesse: Castalia. No ser funcinde los castalios trasformar ese mundo histrico. Ms an, Hesse pare-ce ser pesimista con tal posibilidad. A ellos les corresponde servir deejemplo comunitario a una sociedad en decadencia. Parafraseandoal narrador, podra aseverarse que los polticos debern ocuparse decmo castalizarla sociedad.

    La utopa poltica descrita enEl juego de los abaloriosnos per-mite seguir soando con esa sociedad ideal regida por la nobleza delespritu, la ldica, el estudio y la vida comunitaria. Una sociedad asquizs no est tan lejos de realizarse algn da. Pensarla e imaginarlaparece ser una buena inversin para aquellos que hemos hecho delpensamiento una profesin.

    Sin embargo, esta utopa poltica es imposible, y por ello se tratade una utopasui generis. Para Hesse tal utopa en el actual estado del

    mundo, en un contexto de guerras, militarizacin y declive de la culturaen general como el que vivi Europa a mediados del siglo pasado noes posible. No es realista pensar que puede prevalecer tal modelo devida en el estado actual de la civilizacin occidental.

    Esto lo augura no sin dolor Jos Knecht,Magister Ludide Castaliaen la extensa circular que le enva a los directivos de la Orden:

    No creo que la Humanidad logre jams criar una nobleza de la sangre

    que al mismo tiempo sea una nobleza del talento, sera una aristocraciaideal, pero sta es un sueo. Los castalios, aunque somos gente de buenascostumbres y no poca sensatez, no servimos para gobernar; si tuviramosque hacerlo nos faltaran la ingenuidad y la energa que ha menester elverdadero regidor, aparte de que, metidos a gobernar, muy pronto descui-daramos ese campo genuinamente nuestro autntica preocupacin,que es el ejemplar cuidado de una vida espiritual.64

    64Hermann Hesse,El juego de los abalorios, op. cit., p. 385.

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    Como en otros tiempos, la guerra, la militarizacin y la extensindel espritu blico acabarn algn da con Castalia y con el juego de los

    abalorios. Considero, pues, perdido el juego de los abalorios, en el casode revoluciones polticas, sobretodo de trastornos blicos. Se perderrpidamente, aunque muchos individuos le conserven adhesin, y noser restablecido, la atmsfera de posguerra no lo tolerar,65escribeelMagister Ludia los directivos de Castalia.

    En suma, el espritu guerrero volver a reinar, y con l la paz y lacivilizacin estarn al borde del abismo:

    Los armamentos volvern a ser, acaso pronto, los supremos dicta-dores, en el Parlamento volvern a dominar los generales, y cuando elpueblo se vea en la alternativa de sacrificar a Castalia o exponerseal peligro de la guerra y el desmoronamiento, sabemos ya cmo elegir.Luego, sin duda, tomar impulso una ideologa belicista, envolver sobretodo a la juventud, y conducir otra vez a una concepcin del mundo

    basada en tpicos y frases hechas, segn la cual, sabios y sabidura, latny matemticas, cultura y atenciones del espritu, solo tendrn derecho avivir en funcin de los servicios que presten para fines guerreros.66

    Insisto en queEl juego de los abaloriosfue escrito y publicadoen el contexto de la Segunda guerra mundial. Ello explica en buenamedida el notorio influjo del fenmeno de la guerra en el escritoralemn, signado principalmente por el hondo temor que le producatal situacin, lo cual pareciera llevarlo a mirar con un insobornablepesimismo el destino de la civilizacin occidental y de la humanidaden general.

    Pero ante la diversidad del contexto poltico actual de la posguerrafra, contrastndolo con la poca de las guerras mundiales del sigloanterior, se suscita vlidamente la cuestin de si el anlisis de Hesseno es muy pesimista, o si no est estrictamente enclavado en el tiempohistrico que le toc vivir. Aunque el mundo actual no es propiamente

    65

    Ibid., p. 389.66Ibid., p. 384.

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    un escenario pacfico, evidentemente hay una diferencia radical conel contexto blico del siglo XX.

    Sea como fuere, no se puede considerar la poca actual como ladel predominio del humanitarismo, el pacifismo, del respeto absolutoa los derechos fundamentales de la persona y del destierro de la guerrade las contiendas polticas. No es as, y desde una postura realista hayque sealar que quizs nunca lo sea.

    Por ello, la conclusin de Knecht todo hace pensar que es la delpropio Hesse es muy sugerente y desafiante: Castalia es una utopapasajera, condenada a su desaparicin histrica, y por ello, se trata de

    una utopa imposible:

    Se avecinan tiempos de crisis, en todas partes se dejan sentir lossignos premonitorios de que el mundo quiere trasladar, una vez ms, sucentro de gravedad. Se preparan mudanzas de poderes, que no se reali-zarn sin contiendas, sin violencias; una amenaza para la paz, y tambin

    para la vida y la libertad, se levanta en el lejano Oriente. Nuestro pas ynuestra poltica podrn permanecer neutrales, todo nuestro pueblo podrinsistir unnime lo que no hace, sin embargo en la necesidad de quesubsista el actual estado de cosas; nosotros podemos permanecer fielesa los ideales castalios; mas todo ser intil.67

    67Ibid., p. 383.

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