Ruta de Washington Irving en su itinerario por Granada, de El legado andalusí.

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Washington Irving en su itinerario por Granada Rutas de El legado andalusí Gran Itinerario Cultural del Consejo de Europa

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Es el trayecto desde Loja a Granada que atrajo a una multitud de artistas, escritores, curiosos y todo tipo de viajeros. En las páginas que siguen se invita al paseante a revivir experiencias y a gozar de un clima, de una naturaleza y de unas ciudades excepcionales

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Washington Irvingen su itinerario por Granada

Rutas de El legado andalusí

Gran Itinerario Cultural del Consejo de Europa

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n los agrestes pasos de estas montañas, la contemplación de las ciudadesy pueblos amurallados, construidos como nidos de águilas entre riscos y rodea-dos por almenas moras o ruinosas atalayas asentadas sobre altos picos, nos ha-ce retroceder con el pensamiento a los tiempos caballerescos de la guerra en-tre moros y cristianos, y la romántica pugna por la conquista de Granada.

Así escribió Washington Irving sobre esta Ruta en su recorrido por tierrasgranadinas. Prototipo puro de viajero romántico que pasó la mayor parte desu vida recorriendo Europa, acabando, naturalmente, atraído por el«exotismo» que ofrecía entonces España, donde llegó a ser embajador de losEstados Unidos de América entre 1842 y 1846. De origen escocés, WashingtonIrving en 1829, realizó entre las ciudades de Sevilla y Granada un viaje idénticoal que usted puede llevar a cabo. Fascinado por la riqueza de la civilizaciónárabe en España, dieron como frutos la Historia de la Conquista de Granada, ytres años más tarde, sus célebres Cuentos de la Alhambra, en los que narravarias leyendas granadinas: sobre Boabdil, un astrólogo árabe y la Torre de lasInfantas, entre otras.

Un camino real que se esta-blece, por vez primera, comotal vía comercial, entre losreinos de Granada y Castilladespués del Tratado de 1244,para que los nazaríes, en tiem-pos de paz, pudiesen avituallarseen tierras cristianas de algunos productosde subsistencia. Ruta marcada, pues, con un carácter netamente fronterizo.

El camino de Irving cuenta con el prólogo extraordinario de un viaje sugeri-do en homenaje al rey poeta al-Mutamid, itinerario que, partiendo desde la ciu-dad de Sevilla atraviesa su provincia, estando jalonado por poblaciones que ha-bían pertenecido con anterioridad a diferentes coras, iqlim o distritos árabes. Apartir del siglo XII, llegaban a Granada, fuertemente protegidos por un rosariode fortalezas, productos alimenticios y ganados, gentes e ideas, especias, colo-rantes, hierbas medicinales, granos, frutas, telas, paños y sobre todo seda, entreotras manufacturas artesanales.

La riqueza y variedad de lugares de este itinerario granadino, determinauna gran diversidad de aspectos que interesan al viajero, como la gastronomía(fundamentada en la riqueza agrícola de sus huertas, desarrolladas en épocaandalusí), la artesanía (rica y variada, herencia de la potente actividad gremialdesde la Edad Media), las compras, las fiestas (muestran algunas de las más ge-nuinas facetas de la Andalucía tradicional, que tanto fascinara, por su autenticidady pintoresquismo, a los románticos), el disfrute de la naturaleza o el cante fla-menco. Loja, Montefrío…, poseen monumentos asombrosos que, además, debenbuena parte de sus vestigios a la herencia árabe.

Hasta llegar a Granada definida exquisitamente por Víctor Hugo (1802-1885):

«Sea próxima o lejana / española o sarracena / no hay una ciudad tan sólo/ que a disputarse se atreva / con Granada, la bonita, / el premio de la belleza, /ni ninguna que despliegue / con más gracia y más risueña / más orientales des-tellos / bajo esfera más serena».

También abundan los parajes naturales de primerísimo rango, como loscercanísimos del Torcal de Antequera: sin duda uno de los más espectacula-res de Andalucía. La erosión de las aguas, de los vientos y de los días ha la-brado caprichosas formas en la roca, inverosímiles equilibrios de piedra, tur-bantes o cabezotas de caliza flotando en la luz irreal del atardecer. La LagunaSalada de Fuente Piedra, la Laguna de la Ratosa, la Sierra de Loja y el Desfila-dero de los Infiernos, que tanto impresionó a Irving tras la pintura que unamesonera le realizara sobre estos Infiernos, en una sobremesa de venta, en-tre romances de contrabandistas, historias de salteadores y leyendas moris-cas. No debemos olvidar el techo de la Península Ibérica, localizado en SierraNevada, el Mulhacén que debe su nombre al penúltimo rey nazarí de Granada,Muley Hacen.

Desde el punto de vistahistórico, las ciudades

amalgamadas poreste cordón vialpresentan soberbios

estigmas de todas lascivilizaciones históri-

cas de Andalucía. Tam-bién de las prehistóricas

como la llamada Peña de losGitanos, cerca de Montefrío,

donde existen dólmenes y tumbas mega-líticas. Historia, arte, naturaleza y también literatura, no en vano la Ruta estábautizada por un padrino de excepción, Washington Irving. Estas tierras inspi-raron su mente y su pluma, como la de otros muchos: la franja fronteriza fueel semillero de muchos romances de la conquista o de amores imposibles en-tre enemigos, con los que el Romancero inició sus balbuceos. Y esa vena po-pular le llegaría, siglos más tarde, a un hijo del terruño, Federico García Lorca.

Emilio García Gómez comparaba la Ruta de Washington Irving, arrancandode la Andalucía baja de Frasquita Larrea y subiendo a la Sevilla de Fernán Ca-ballero, como el «camino francés» que desemboca en la Compostela del Após-tol como aquel otro andaluz en la Alhambra de Muhammad V. El del norte lohicieron año tras año los peregrinos; el del sur estaba trazado con múltiplesatajos o desviaciones pero lo descubrió Irving, que no iba a la caza de las ar-quitecturas sino de las literaturas.

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«Es agreste y pintoresca,hallándose construida en lafalda de una árida montaña.Las ruinas de un alcázar mo-ro coronan un rocoso montí-culo que se yergue en el cen-tro de la ciudad. El río Genilbaña su pie…».

Se comprende que Loja fuera «puerta yllave del reino granadino» para los Re-yes Católicos. Está enclavada entre dossierras, en el extremo occidental de lavega granadina, donde el Genil asestaun tajo a las últimas estribaciones sub-béticas, formando el desfiladero de losInfiernos, antes de entrar en el embalsede Iznájar. El agua filtrada en la Sierrade Loja, al margen del cauce del Genil,hace brotar numerosos manantiales enfuentes centenarias, siempre frescas. El perfil de esta ciudad estratégica (no sólo militarmente:

ha sido también de siempre un centrode mercado), con su alcazaba andalusíescoltada por campanarios cristianossobre un mogote peñascoso, sigue pro-duciendo un golpe de efecto en la retinadel viajero.Según el mito, habría sido fundada porel nieto de Noé, Túbal, con el nombrede Alfeia. Lo cierto es que los fenicios,que la llamaron Tricolia, le dieron augecomercial hacia el s. VIII a.C. Los roma-nos de Cneo Escipión cambiaron sunombre de Tricolia por el de Lascivis(lugar de muchas aguas y delicias); ylos árabes transformaron éste en Medi-na Lawsa. Fueron precisamente los mu-sulmanes quienes le dieron verdaderadimensión urbana; ocupó lugar desta-cado en las guerras civiles del califatode Córdoba y posteriormente adquirióun carácter marcadamente militar, conla función de custodiar la Vega, antesa-

la del reino nazarí.

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Loja

☛Vista general con la Iglesiade la Encarnación y al fondo la alcazaba

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Fernando el Católico la asedió en1482, pero en vano; cercada denuevo en 1486, logró final-mente su capitulación,acontecimiento que tuvoun gran eco psicológicoen el avance de la con-quista. Más de 5.000 mu-sulmanes abandonaron laciudad dirigiéndose a Gra-nada; la caída de ésta y detodo el reino nazarí estaba apunto, y así lo recogieron conjúbilo los romanceros anónimos.La Alcazaba, centro militar y adminis-trativo de la urbe medieval, mantiene superfil ruinoso desde los tiempos de Feli-pe II. Queda en ella buena parte de lacerca medieval, la torre Ochavada, unaljibe muy bien conservado y restos deledificio nuclear. Cuesta trabajo imagi-nar su aspecto cuando se considerabaprácticamente inaccesible.Arropando este perfil desmigajado, seyergue la torre de Santa María de la En-carnación, levantada sobre la mezquitamedieval, con parte gótico-mudéjar,otra parte barroca y otra neoclásica,debida ésta a Ventura Rodríguez; la igle-sia de San Gabriel, uno de los más be-llos ejemplos de renacimiento granadi-no, obra de Diego de Siloé; y la iglesiade Santa Catalina, ss. XVI y XVII.Habría que mencionar además el con-vento de Santa Clara, y varias ermitas;

el caserón de los Alcaides Cris-tianos, del s. XVII, junto a la

Alcazaba, cuyo perfil urba-no refuerza y matiza; elpósito nuevo, del s. XVI,la Antigua Casa de Cabil-dos y el palacio de Nar-váez , construcciónafrancesada del s. XIX,

así como los jardines deNarváez, cortijo rural, en

el paraje de Plines, con mo-biliario isabelino.

Loja, que ya era presentada poral-Idrisi como importante nudo de co-municaciones, ha sabido mantener ycuidar una buena cantidad de usos y tradiciones. Habría que destacar lasde orden gastronómico: sobreusa dehabas, remojón de naranja, porra, gaz-

pacho y los célebres roscos y huesosde santo. Pero también variedades delcante, como el fandango lojeño, o eltrovo (existe un popular certamen fla-menco, llamado «la Volaera»). Tambiéncabe mencionar el Festival de Teatro,en verano, y los «incensarios» de Se-mana Santa.La cocina popular y las artes culinariasmás elaboradas conviven en la ofertagastronómica de Loja. De modo especial,hay que señalar la importancia de la tru-cha que tiene su particular paraíso en elanejo de Riofrío unida a la reciente co-mercialización del esturión y su caviar, yla tradicional repostería artesana.

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Interior de la Iglesia MayorFuente de los Veinticinco Caños

Cascada de los InfiernosLos incensiarios de la Semana Santa

☛Campanario de San GabrielIglesia de la EncarnaciónIglesia de San Gabriel

Campanario de San GabrielIglesia de la EncarnaciónIglesia de San Gabriel

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El trayecto se dulcifica al de-jar los angostos desfiladerosde Loja y explayarse en el fe-raz valle del río Genil. La en-calada figura del pueblo deHuétor Tájar se vislumbra en-tre el verdor de arboledas,huertos y campos.

Formada por dos núcleos de poblaciónque no llegaron a fusionarse hasta 1483,precisamente el mismo año en que vol-vía —una vez más— a ser devastada porel rey Fernando en sus escaramuzas deconquista. Ambas poblaciones cuentancon un antiguo origen: Huétor sería co-rrupción de un nombre romano y Tájarde uno árabe; Ibn al-Jatib la nombra Ta-rayat, de ahí Taxara, Táhara, Tájar.Conquistada definitivamente en 1497, si-guió viviendo en ella su población mo-risca y ha conservado como herenciauna torre árabe —asfixiada ahora por el

caserío— y, sobre to-do, el magníficosistema de rega-dío de la Vega; don-de antes había more-ras y seda, hoy secultivan, sobre todo, espárra-gos, protagonistas indiscutiblede la gastronomía de HuétorTájar, alcanzando en sus huertas unacalidad insuperable y que se preparande mil maneras, en tortilla, sopa, salsa…Para conocer en directo tan deliciosofruto, puede uno acercarse a alguna delas cooperativas que lo producen.En la misma plaza del ayuntamiento sesitúa la iglesia parroquial de Santa Isa-bel, con un hermoso campanario de la-drillo. Merece la pena deambular a ori-llas del Genil en dirección al barrio de laEsperanza por caminos entre huertas yvergeles refrescados por el rumor delrío y las acequias.

Huétor Tájar

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☛Iglesia parroquial deSanta Isabel

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En su guía viajera, RichardFord apunta que, a continua-ción de Loja, «pasando por untorrente de montañas llega-mos a la Venta de Cacín, yluego se abre ante nosotroscomo una tierra prometida lafamosa Vega de Granada».

El tramo de la Ruta continúa paralelo alGenil, al que se le unen las aguas del ríoCacín. El camino transita ahora por eltérmino de Moraleda de Zafayona, viejopartido rural recostado en los escalonesde la meseta que crece hacia Alhama.Aquí se situaban los límites entre la tie-rra de Loja y la de Granada, en el Campode Zafayona, o Campo de las Fuentes,del árabe Fa al-uyun, por donde discu-rría uno de los principales ramales queconectaban Málaga con la capital nazarí.

Área con campos de labor en el valle ypastos ganaderos en las alturas, en épo-ca andalusí estuvo habitada por clanesárabes, al igual que los contornos, insta-lados en asentamientos dispersos que,tras la conquista y la repoblación, die-ron lugar a cortijos como los de Luján,la Duquesa o la Venta de Cacín. Ya en els. XIX, la localidad contaba con un nú-cleo, germen de la población actual, for-mado por «80 cuevas que sirven de al-bergue al vecindario, hallándose cons-truidas en su base algunas casas…». La esbelta torre de la iglesia parroquialseñala el corazón del casco urbano, queocupa una loma descendente hasta lasorillas del río Cacín. En los alrededoresdel pueblo es digno de mención el cerrode la Mora, antiguo poblado íbero-ro-mano cuya excavación ha deparado unaamplia secuencia cultural que abarcadesde el segundo milenio antes denuestra era a la época medieval. Tam-bién destaca por su curiosidad el museo

de automóviles antiguos.

Moraleda de Zafayona

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☛Iglesia parroquial

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«Salimos de Vélez para Al-hammah, o las Termas, o Alhama, villa pequeña, conuna mezquita muy bien situa-da y muy bien construida.Posee una fuente de agua ca-liente a la orilla de su río, y ala distancia de cerca de unamilla de la población. Se veallí una casa para los bañosde los hombres y otra paralos de las mujeres».

Alhama se cuelga desde sus casas so-bre un barranco imponente. Su origense pierde, como se suele decir, en la no-che de los tiempos. Íbera primero, des-pués fenicia, cartaginense más tarde,acogió a todas las culturas mediterrá-neas. Plinio la llamó Stici y losromanos Artigi, pero fueronlos árabes quienes le dieron

su nombre actual, al-hammam, aguastermales, o el baño. Se la disputaron moros y cristianos yfueron las tropas de los Reyes Católicoslas que, en un golpe de audacia, la arre-bataron a los musulmanes en 1482. Cuen-tan los cronistas de la época que «murie-ron 800 moros y fueron presos 3.000,que dejaron un rico botín de oro y platae aljófar, e sedas e alhajas e caballos eacémilas, e infinito trigo y cebada».De aquellos tiempos gloriosos todavíase conserva la torre vigía de Torresola-na, y el Pósito, que, situado en la plazade Los Presos, es hoy uno de los edifi-cios más emblemáticos de la Alhamamedieval. Fue, además, sinagoga en el s. XIII, convirtiéndose en el s. XVI en pó-sito, granero comunal de la poblaciónPero donde más se conserva la impron-ta andalusí es, como su propio nombreindica, en el llamado barrio árabe, una

Alhama de Granada

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☛Iglesia del Carmen,antiguo convento decarmelitas

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apretada muestra del urbanismo hispa-no-musulmán. Tras la iglesia mayor destaca la man-sión del s. XV, de estilo gótico-flamíge-ro denominada Casa de la Inquisición,con una impresionante fachada de can-tería rematada por una artística venta-na geminada.La Cárcel y el Hospital de la Reina sonotros de los edificios públicos de las in-mediaciones de la plaza. Una ins-cripción, de 1674, en su facha-da nos recuerda su cons-trucción durante el reinadode Carlos II. Las influen-cias mudéjares, góticas yrenacentistas son lascombinaciones arquitec-tónicas del hospital inicia-do en 1485 y fundado comoprimer hospital de sangredel reino de Granada por losReyes Católicos.La Iglesia del Carmen forma parte deun extinto convento de carmelitas, suobra va del sobrio clasicismo manieristaal barroco más recargado. El templo esde planta rectangular, con techo de ar-madura de madera y capillas laterales;en sus portadas campean los escudosde la nobleza de Alhama, y cúpula sobreel crucero decorada con pinturas alfresco. Particular interés revisten el ca-marín de la Virgen, detrás del altar ma-yor, y la capilla de Jesús Nazareno, típi-cas realizaciones del barroco churrigue-resco granadino del s. XVIII.La poderosa torre de la Iglesia Mayorde Santa María de la Encarnación, esta-blecida probablemente sobre la mezqui-ta mayor, es el punto de referencia vi-sual de Alhama. Comenzada a fines dels. XV e inicios del XVI, su estructura ge-

neral es gótica, con una sola nave deamplias proporciones bajo bóvedas es-trelladas de nervadura y potentes con-trafuertes al exterior. A la fábrica góticadel templo se añadieron después ele-mentos de estilo renacentista, como elcoro y los cuerpos superiores de la to-rre, y el detalle renacentista de la porta-da meridional, antepuesta a la originalde líneas góticas. El balneario local es de gran interés,aparece al final de una pintoresca gar-ganta rodeado de un paisaje de riscos,aguas y vegetación exuberante. El apro-vechamiento de sus aguas termales, in-dicadas para afecciones traumatológi-cas (reuma, artrosis, artritis…) y víasrespiratorias, se remonta a los romanos.

Sobre la obra de éstos construye-ron los musulmanes hacia el si-

glo XII los magníficos bañosque todavía perviven, conuna hermosa sala central,donde surge el manantialcon arcos de herradura ybóvedas esquifadas.La cocina de Alhama ofre-

ce una excepcional calidaden las leguminosas de su

comarca, sobre todo garban-zos, y en los derivados del cer-

do. Entre pucheros, migas y otrosguisos, destaca la olla jameña. Han deseñalarse, además, la repostería, conlos finos dulces de las monjas clarisasde San Diego.

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Calle típica con la Iglesia Mayor deSanta María de la Encarnación al fondo☛

Interior de los baños de AlhamaCasa de la InquisiciónDulces de las monjas

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La potencia visual, la monu-mentalidad geográfica y ar-quitectónica de Montefrío se-ducen al recién llegado desdeel primer instante. El cascodel pueblo tiende una cintablanca entre la peña con laiglesia de la Villa y el cerrodel Calvario.

La carretera enfila hacia el norte y co-mienza a ascender. Aparece de pronto,casi amenazante, Montefrío, encarama-da en una ola geológica que parece fue-ra a volcarla; uno de los perfiles máspintorescos, sin duda, de la geografíagranadina.Fue rica ya en la antigüedad: el MonsFrigus de los latinos, Montefrid de losárabes, debió jalonar una ruta comer-cial desde Torre del Mar y Vélez-Málaga,pasando por Alhama y este lugar, hacialas campiñas y valle del Guadalquivir. El

rey nazarí Ismail III fue coronado aquípor los Abencerrajes, y aquí permane-cieron siete años temerosos de volver ala corte granadina, donde reinaba Mo-hammed X (1445-1453). El rey Juan IIayudó a Ismail y a los Abencerrajes a si-tiar Granada; el astuto Mohammed lla-mó a estos últimos en embajada y loshizo degollar en la hoy llamada Sala delos Abencerrajes de la Alhambra. Ismailhuyó a las Alpujarras donde más tardesería proclamado rey de Granada con elnombre de Yusuf V.Montefrío sería tomada por los ReyesCatólicos en 1486. Éstos levantaron, en-tre las murallas de la fortaleza árabe,que comprende un castillo y sus mura-llas donde permanecen todavía algunastorres, lienzos de la original muralla, elaljibe y diversos restos constuidos a me-diados del s. XIV, sobre cimientos ante-riores. La iglesia de la Villa es el monu-mento más llamativo de Montefrío porsu emplaza-miento al

Montefrío

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☛Casas blancas deMontefrío y al fondo, sobre lapeña, la Iglesia de la Villa

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filo de la peña; de estilo gótico-renacen-tista y edificada sobre una antigua mez-quita entre 1549 y 1570, atribuida a Die-go de Siloé asistido por Francisco Her-nández. Un heraldo de los Reyes donó elhospital de San Juan de los Reyes del s. XVI. Extramuros se levantó la impo-nente iglesia de San Antonio («la Pane-ra», por ocupar una fábrica de harina elantiguo convento franciscano), enclava-da en el cerro del Calvario con unafachada barroca a modo de re-tablo de piedra tallada, conamplia nave y bóveda. ElAyuntamiento está instala-do en una casa solariegade 1787 y el Pósito, un al-macén de granos labradoen 1795 de estilo neoclási-co. A este estilo pertenecetambién la iglesia de la En-carnación, un sólido, original yvoluminoso edificio en sillería deplanta central, llamada popularmen-te «la rotonda» importantísimo expo-nente del neoclasicismo andaluz, figu-rando entre los mejores proyectos queVentura Rodríguez dejó por tierras gra-nadinas. En ella se venera a la patronalocal, la Virgen de los Remedios.Al pie del mirador del castillo, las casasse incrustan en la roca y desciendenpor San Sebastián hasta la plaza de Es-paña, el centro urbano con el Ayunta-miento, la Casa de Oficios, armónicoedificio de 1579, y la Encarnación. Deaquí, largas calles onduladas llevan alaltozano del otro extremo del pueblo,con la iglesia de San Antonio, en cuyasinmediaciones se encuentra el sobrioedificio neoclásico del Pósito.Los montuosos alrededores son idealespara el paseo y los deportes, en bici, a

caballo, de escalada, etc. De sus rinco-nes de interés se señalan el puente ro-mano, aún en uso, a 1,5 km. hacia Algari-nejo, y, a unos 5 km. en dirección a Íllo-ra, el paraje de la Peña de los Gitanos,una extensa área de terrazas entre ro-quedales calizos donde se han excavadomás de un centenar de enterramientosmegalíticos y poblados, un extraordina-rio conjunto arqueológico.

Aceite, gastronomía: el clima, lossuelos y las variedades cultiva-

das –predominan las picual,picuda y hojiblanca junto conalgunas autóctonas– contri-buyen a la excepcional cali-dad del aceite de oliva vir-gen extra de Montefrío,cuyos olivares constituyen

el principal capítulo de suagricultura. Además de esta

rica grasa vegetal y los quesos,la gastronomía local depara un

jugoso repertorio de recetas tradi-cionales, con platos como el choto conajos, el relleno de carnaval, sesos almojeteo, los potajes, tortillas de papas,espárragos y collejas, el remojón –ensa-lada de tomates y pimientos asados,naranja, cebolla, huevos y atún–, y hor-nazos, sin olvidar las especialidades decaza, la charcutería y la repostería, conbollos de manteca, de aceite con pasas,roscos de sartén, borrachuelos, cuajaosy pestiños.

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Iglesia de la EncarnaciónDolmen de la Peña de los Gitanos

Iglesia de San AntonioAceite virgen extra de Montefrío

☛Vista general de Montefrío☛

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«El ojo derecho de Granada»:así se llamó a esta privilegia-da fortaleza asentada en unrefajo de la Sierra de Para-panda y asomada a la Vega.Plinio la menciona como Ilur-co; pero fueron los suevos,visigodos y árabes, los naza-ríes en especial, quienes hi-cieron la potente fortaleza entorno a la cual fue cuajandoel pueblo.

El recorrido por los Montes Occidentalesprosigue a lomos de la sierra de Para-panda hasta re-calar en Íllo-ra, asen-t a d a

en su regazo. Ante la vista del viajero sedespliega el multicolor paisaje de oliva-res, tierras de labor y huertas que des-cienden por la Vega del Genil; al fondo,a oriente, Sierra Nevada. El blanco caserío de Íllora se agarra alas laderas del peñón rocoso donde es-tuvo su germen. Si en los alrededoresproliferan los hallazgos prehistóricos,en el casco urbano se han descubiertolos restos de unas termas romanas quedesvelan los antecedentes de una loca-lidad consolidada en época musulmana.Sus noticias se remontan a los ss. X yXI, cuando al-Udri la cita con el nombrede Illywra al referirse a la provincia deElvira. Ubicada cerca de varios pasosentre el norte y la Vega, a partir del s. XIII se convirtió en uno de los princi-

pales baluartes de la frontera nazarí,en primera línea tras la caída

de Alcalá laReal en 1341.

Íllora

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☛Vista general con la iglesia de la

Encarnación y el cerro con losrestos del castillo

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Illywra reforzó en esos tiempos su fiso-nomía de villa fortificada con castillo,recinto amurallado y arrabales, mere-ciendo el sobrenombre de «ojo derechode Granada» por su importancia comoenclave defensivo. Protagonista de in-cesantes hechos de armas, fue conquis-tada por los Reyes Católicos en la pri-mavera de 1486. Con motivo de estaconquista, el cronista Hernando del Pul-gar la describe con las siguientes pala-bras: «Esta villa está puesta en un valledonde hay una vega muy extendida, yen aquel valle está una peña alta queseñorea todo el circuito; y en lo alto deaquella peña está fundada la villa, defuertes torres e muros…».

Después de sitiarla y atacar los arraba-les, el cañoneo de dieciocho lombar-

das decidió la capitulación de losmusulmanes, que salieron ca-

mino de Granada. Su primeralcaide fue Gonzalo Fernán-dez de Córdoba, el Gran Ca-pitán, del que se conservanlos restos de su mansióncon su escudo de armas en

la fachada. En su nueva eta-pa, Íllora fue una de las Siete

Villas que servían de graneroy despensa de la capital; poco a

poco, mientras el cerro de la villase despoblaba, crecía a sus pies el nú-cleo de la población actual, en torno ala plaza y la iglesia.En la elevación rocosa que sobresale enmedio del pueblo aparecen las fortifica-ciones de la villa medieval el castillo ymurallas, obra musulmana con elemen-tos califales y taifas, de los ss. X y XI, re-vestidos por las reformas del s. XIV delos nazaríes, que le dieron su configura-ción definitiva. En la cúspide se distin-guen las torres del castillo, los «dientesde la vieja», y más abajo, los vestigiosde otros dos recintos amurallados queprotegían el área, hoy despoblada, pordonde se hallaba la mezquita aljama.La iglesia de la Encarnación constituyeuna espléndida muestra de la arquitec-tura de transición del gótico al renaci-miento, que predomina en los temploslevantados después de la conquista enla comarca de los Montes. Proyectadapor Diego de Siloé con la intervenciónde su discípulo Juan de Maeda y otrosmaestros, se construyó básicamenteentre 1542 y 1573, empleándose piedra«almendrilla», de tono tostado, extrai-da de los pagos cercanos. Es un edificiode rotunda volumetría, una sencilla ymonumental estructura de proporcio-nes renacentistas, con un sólido cam-panario y elegantes portadas con es-culturas clasicistas de Diego de Pes-quera. El interior presenta una nave denotable amplitud con bóvedas de cru-cería, pilastras adosadas y capillas late-rales, por donde se distribuyen dos me-

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ritorios retablos barrocos, pinturas–como la Virgen con el Niño, cercana alestilo de Alonso Cano–, imágenes y pie-zas de orfebrería, así como enseres yreliquias del culto a San Rogelio, pa-trón de la villa.La plaza de San Rogelio es el punto deencuentro tradicional de Íllora, con lavoluminosa iglesia parroquial, que do-mina el centro del pueblo, y el antiguoayuntamiento, habilitado para museode historia local. A su espalda se elevael accidentado peñasco con las ruinasde las murallas y el castillo, arran-cando del mismo caserío; en-trando por la calle Almeni-llas, se encuentra una delas puertas más añejasde la fortaleza, del s. X.Las calles Real, de laCárcel, la cuesta del Pi-lar Alto, articulan lasprincipales vías de uncasco urbano donde lla-man la atención algunascasonas y el nuevo ayun-tamiento, en el antiguo con-vento franciscano de la ordende San Pedro Alcántara. El término ofrece paisajes de indudableinterés. Aún se observan los restos dela atalaya de la Mesa, hacia Alcalá laReal, y de las torres de Tocón y la En-cantada, en Brácana. Excelentes vistas

panorámicas se obtienen a lo largo dela carretera de Montefrío, que sube porlas sierras de Parapanda y Pelada. La deParapanda, con sus 1.604 m. de altitud,

ocupa un lugar destacado en la vi-da de la Vega, considerándose

su barómetro, de ahí el di-cho «cuando Parapanda

tiene montera, l lueveaunque Dios no quiera».Mención especial mere-cen el paraje del molinodel Rey, en la zona delSoto de Roma, con unespectacular acueducto

de principios del s. XIX, yel núcleo de Alomartes,

con su iglesia neoclásica delXVIII, sus mesones y el molino

de la Torre, uno de los mejoresejemplos conservados de molinos hi-dráulicos tradicionales. Bien vale dete-nerse aquí y echar un rato de conversa-ción arrullado por los rumores de la co-rriente del agua.

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Fachada porticada del molino de la TorreTorre de la iglesia de la Encarnación☛

Calle típicaPortada con relieve escultórico

Iglesia de la Encarnación☛

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«En este pueblo tuve mi pri-mer ensueño de lejanía. En es-te pueblo yo seré tierra y flo-res». Federico García Lorca na-cía el 5 de junio de 1898 en lacasa de la maestra del pueblo,doña Vicenta Lorca, su madre.

Estas tierras formaron parte del SitioReal que la Corona se reservó despuésde la conquista, con densos bosques yplantíos donde se construyó una CasaReal. Tras varias vicisitudes, en 1813 elSoto de Roma fue cedido al duque deWellington como recompensa por losservicios prestados durante la guerrade Independencia. La plaza del ayuntamiento es elcentro del que irradian las princi-pales vías que estructuran elcasco urbano de Fuente Va-queros: la avenida de Anda-lucía, al este, la avenida delGenil, que baja hasta el

río, el paseo delPrado, con el mo-numento a Gar-cía Lorca de Ca-yetano Aníbal, que se prolonga hacia elnorte por el paseo de la Reina. Aquí sesitúa un lugar de peregrinación obliga-da para el viajero de esta Ruta: la Casa-Museo de Federico García Lorca, dondenació el poeta un 5 de junio de 1898.Restaurada con gusto y acierto, sus ha-bitaciones evocan el ambiente de su ju-ventud en la decoración y mobiliario,mientras en la planta primera, que fuegranero, se dispone una sala para expo-siciones y actos culturales. Los alrede-dores, punteados de cortijos, con losanejos de la Paz, con su sencilla ermita,y Pedro Ruiz, invitan también a la poéti-ca magia de un paseo por la Vega entreumbrosas choperas y parcelas verdean-

tes, arrulladas por el eternofluir de las acequias.

Fuente Vaqueros

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☛Patio y fachada de la casanatal de Federico García LorcaIglesia de la Paz

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Iglesia parroquial

En el siglo XIV el lojeño Ibnal-Jatib menciona ya el lugar,transcrito como Yay´yana.Más documentada está unafortaleza de su término, latorre de Roma, a la que debióacogerse la población en losconvulsos momentos finalesdel medievo.

En plena Vega del Genil, la vinculaciónde Chauchina con su feraz entorno estal que hay quien sostiene que su deno-minación deriva del vocablo latino san-cius, corrupción de salix, sauce, dada suabundante presencia en la vegetaciónnatural de ribera. En todo caso, sí se hademostrado la remota presencia huma-na en la zona gracias al hallazgo de di-versos restos –cerámicas, útiles, mone-das– cuya cronología abarca desde elneolítico a época ibérica. El poblamien-to se consolidó, sin embargo, en el pe-

ríodo musulmán. En la le-gendaria torre de Roma,que prestó su nombre alSoto de Roma –vergelque, en palabras deWashington Irving,«era un retiro fundadopor el conde Julián paraconsuelo de su hija Florinda»–, prota-gonizó diversos hechos de armas.El centro del pueblo oscila entre la pla-za del Ayuntamiento y la iglesia parro-quial, un edificio iniciado a fines del s. XV que aún conserva el campanariode la obra primitiva. A su lado llama laatención «la Peana», fragmento de unacolumna extraída de las canteras de Lo-ja destinada al palacio de Carlos V de laAlhambra. Particular atractivo tiene lahistórica Torre de Roma, baluarte de-fensivo nazarí del s. XV.

Chauchina

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La villa, fundada en 1491, sir-vió de cuartel a los Reyes Ca-tólicos durante el asedio a laciudad. Fue trazada a cordel,con planta rectangular y unapuerta en cada lado.

Santa Fe sirvió de sede exclusiva de lacorte de los Reyes Católicos, simultane-ando este papel con Granada hasta lapartida de los reyes en mayo de dichoaño, convirtiéndose durante meses enun escenario histórico privilegiado. Enla modesta Casa Real de la ciudad se fir-maron el 25 de noviembre de 1491 lascapitulaciones entre el rey Boabdil eIsabel y Fernando en las que acordabanla entrega del reino nazarita y se deta-llaba el futuro de sus pobladores. Asi-

mismo, en su recinto se llevaron a cabolas decisivas conversaciones con Cristó-bal Colón que condujeron a las capitula-ciones con el almirante, firmadas «enSancta Fee a diez y siete de abril de milly quatrocientos noventa e dos años…»,hito angular que llevaría al descubri-miento de América y a una nueva épocamarcada por la apertura de relaciones.Al dejarla los reyes, fue nombrado alcai-de don Francisco de Bobadilla, siguien-do la villa una historia pausada, inmersaen las faenas agrícolas propias de unalocalidad de la Vega, sacudida tan sóloen 1806 por un violento terremoto quele causó graves daños.El propio casco urbano de Santa Feconstituye en sí mismo un objeto de vi-sita, en el sector correspondiente al es-tablecimiento original realizado en 1491.

La construcción de la vi-lla efectuada ‘ex novo’

por mandato de losReyes Católicos fue

encomendada a

Santa Fe

☛Iglesia parroquialde la Encarnación

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las ciudades de Se-villa, Jerez, Cór-

doba y Andújar,a cuyos conce-jos se les asig-nó cada uno delos cuatro cuar-

teles en que que-dó dividida. Su

planta adoptó el mo-delo castrense de Briviesca, sobre unsolar rectangular con calles trazadas acordel cortándose perpendicularmente,rodeándose de foso, muros, torres y ba-luartes de defensa. Cuentan las cróni-cas que en su ejecución se invirtieronochenta días. En el centro de la retículaurbana se emplazaron los edificios pú-blicos, la Casa Real, la parroquia y, ensus inmediaciones, un hospital, la al-hóndiga y otros. En la actualidad, a unlado de la plaza de España, en el solarde la Casa Real, se ubica la casa del pá-rroco, que la sustituyó en el s. XVIII. En-frente se alza el pósito, el granero co-munal, fundado por Carlos III. En el flan-co oriental de la plaza aparece el Ayun-tamiento, levantado en 1923 en estiloneomudéjar, con fachada de ladrillo yemblemas de azulejería de los paíseshispanoamericanos.Los dos ejes centrales que articulan elcasco histórico terminan en cuatropuertas monumentales. Son éstas lasde Granada, al este, Sevilla, al sur, Jaén,al norte y Loja, al oeste. La de Loja fuerealizada en 1652, mientras las otrastres obedecen a esquemas del s. XVIII,alojando sobre el hueco de paso centralsendas capillas.

La Iglesia Parroquial: bajo la advoca-ción de Nuestra Señora de la Encarna-ción, el templo primitivo fue sustituidoen el s. XVIII por la monumental obraneoclásica que hoy se contempla. Fueconcebida por el arquitecto DomingoLois de Monteagudo, con el asesora-miento de Ventura Rodríguez, y dirigidapor Francisco Quintillán, concluyéndoseen 1785. Es de planta de cruz latina concúpula en el crucero, y una elegante ca-pilla del Sagrario, hoy baptisterio. Des-taca su imponente fachada con dos to-rres ochavadas y diversos elementosalusivos al tiempo de su fundación. La visita al casco histórico, con sus edi-ficios y monumentos, y el paseo por al-

gunos puntos de interés inmediato, co-mo la ermita de los Gallegos o del Se-ñor de la Salud, y el barroco conventode los Agustinos, completan un atracti-vo itinerario. Más allá quedan las fera-ces tierras de la vega, regadas por elcurso del Genil y una multitud de ace-quias que recorren los densos camposde cultivos intensivos, maizales, chope-ras, huertas, punteadas de caserías ysecaderos de tabaco.La gastronomía local se basa en las ex-celentes verduras y frutas de las huer-tas de la vega. Gran arraigo tienen losplatos elaborados con tomillo y hierbasaromáticas, así como el dulce emblemá-tico de Santa Fe, los piononos. De susartesanías, cabe citar la taxidermia, to-davía presente en algún taller.

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☛Puerta de LojaRetrato de Isabel la Católica

Escudo de Santa FePlato elaborado con tomillo

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Washington Irving, en sus cé-lebres Cuentos de la Alham-bra, deja patente sus impre-siones en las líneas que escri-biera al salir de Granada en1829: «pude ahora compren-der en parte los sentimientosdel infortunado Boabdil cuan-do se despidió del paraísoque dejaba tras de sí…».

Los anhelos del viajero se colman ple-namente al culminar la Ruta y vislum-brar la capital, como les sucediera a losviajeros románticos hace dos siglos. Sudenso pasado no es ajeno a este irresis-tible magnetismo. Todo empezó en elpequeño poblado ibérico de Ilibe-ris, que prosperó en épocaromana y visigoda con elnombre de El-vira. Tras lallegada de los

musulmanes, el enclave creció hastaconvertirse en el s. XI en un principadode al-Andalus. La dinastía berebere delos ziríes rigió sus destinos sucumbien-do ante el imperio norteafricano de losalmorávides, que tuvieron en Garnatauno de sus principales puntos de apoyohasta su ocaso en la primera mitad dels. XIII. Es entonces cuando Granada ad-quiere gracias a Muhammad Ibn al-Ahmasu singularidad, alumbrando una brillan-te etapa de esplendor artístico y cultu-ral, cuajado de sucesos que habrían desubyugar la imaginación de los román-ticos hasta 1492, convirtiéndola los Re-yes Católicos en cristiana, proliferandoiglesias, monasterios, palacios y otrosedificios que sumaron al legado anda-lusí un majestuoso conjunto de artegótico, renacentista y barroco. En el

s. XIX, los

Granada

Casa morisca☛

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viajeros románticos airearon a los cua-tro vientos su «descubrimiento» y laelevaron a la categoría de paraíso, atra-yendo desde entonces a un torrente devisitantes.A continuación se propone una breveserie de paseos que evocan las huellasdel protagonista de la Ruta, WashingtonIrving, y los rincones favoritos de losrománticos. Según el itinerario habi-tual de los viajeros de antaño ve-nidos por el camino de Santa Feresalta el Hospital Real manda-do construir por los Reyes Ca-tólicos y erigido en el s. XVI, enel que destaca un deliciosoclaustro renacentista. Conti-nuando hacia el centro por la GranVía, principal arteria de Granada, has-ta recalar en el Corral del Carbón, laantigua Alhóndiga Yidida, obra nazaríde mediados del s. XIV con una primo-rosa portada con arco de herradura ypatio porticado. En sus inmediacionesse sitúan la plaza del Carmen, con elAyuntamiento , y la encrucijada dePuerta Real, así como la enrevesadatrama de calles y plazas rebosantes desabor y actividad como la plaza Bib-Rambla, la calle del Zacatín, la Alcaice-ría , la calle Oficios , la plaza delCabildo, aquí se yergue la Madraza, el

centro de estudios fundado por Yusuf Ien 1349, dedicada a la teología, filosofía,medicina, matemáticas y otros saberes.Enfrente, al costado de la Catedral y enel lugar que ocupaba la mezquita, estánla Lonja y la Capilla Real, símbolo de losReyes Católicos en la ciudad que con-quistaron, encontrándose su panteón,obra señera del s. XVI. Al lado de la Ca-pilla crece el cuerpo de la Catedral,grandioso templo renacentista dondeparticipó Diego de Siloé y remató con lafachada barroca Alonso Cano. En los al-rededores de la catedral se desgranauna sucesión de agradables barrios conreductos llenos de recuerdos románti-cos, como la casa de Eugenia de Montijode la calle Gracia e innumerables refe-rencias monumentales, desde la Iglesia

de los santos Justo y Pastor, a SanJuan de Dios, pieza magistral del

barroco, y San Jerónimo.Después del callejeo por el cen-tro, Irving se dirige de inmedia-to a la Alhambra, ‘sancta sanc-torum’ del viajero romántico.

Tras cruzar la plaza de Isabel laCatólica y Plaza Nueva, flanqueada

por la armónica fachada de la Chanci-llería edificada en 1531, subimos por lacalle de los Gomeres, nombre de una fa-milia mora famosa en crónicas y roman-ces, hasta la Puerta de las Granadas. So-bre un espolón al sur sobresale el castillode Torres Bermejas, que remonta su ori-gen al s. XI; adelante trepan los empina-dos senderos a través del bosque entremurmullos de acequias hasta el pilar deCarlos V y la puerta de la Justicia, man-dada edificar por Yusuf I en 1348. Ostentaen su fachada la mano de Fátima, talis-mán de los musulmanes alusivo a lospreceptos coránicos, y la llave, emblemadel poder de la fe usado con frecuenciapor los nazaríes. Al fin, la Alhambra, delárabe ‘al-hamra’, la roja, «Como siempre,el sol poniente derramaba un melancóli-co fulgor sobre las rojizas torres de la Al-hambra…» W. Irving, frente al Albayzín. Alo largo de los ss. XIII y XIV, sus suceso-res, en especial Yusuf I y Muhammad V,continuaron la labor constructiva, aña-

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diendo murallas, torres, puertas, mezqui-tas, palacios y jardines, hasta completarel más extenso complejo militar y palati-no del orbe musulmán.Tras el pasadizo en recodo de la Puertade la Justicia, una rampa lleva a lapuerta del Vino, muestra del refina-miento de la arquitectura nazarí. A sulado se abre la plaza de los Aljibes y elpalacio de Carlos V, majuestuoso edifi-cio del renacimiento pleno, trazado porPedro Machuca a comienzos del XVI, conun patio porticado circular que se ins-cribe en la planta cuadrada. La Alcazaba, levantada a mediados dels. XIII, consta de un fuerte perímetroamurallado, patio de armas, barrio cas-

trense y varias torres, como la del Ho-menaje, primera residencia regia, de lasArmas, sobre una puerta, y de la Vela, ode la Campana, la más adelantada, inme-jorable mirador sobre Granada y la Vega.En la Casa Real Vieja se instala una su-cesión de núcleos palatinos como elMexuar, lugar de reunión de la Sura(Consejo de ministros), con un oratorioy el Cuarto Dorado, en cuyo patio elSultán recibía a sus súbditos, con unarica fachada con yeserías mandada ha-cer en 1370 por Muhammad V. Flanqueael paso al patio de los Arrayanes o dela Alberca, manso estanque que reflejala torre de Comares, sede del fabulososalón de Embajadores, bajo la simbólicaarmadura que representa los siete cie-los que llevan a Allah, en uno de los es-pacios más importantes de todo el re-cinto. A continuación se halla el palaciode los Leones, distribuido en torno a unpatio con una galería con 124 columnasde mármol y una fuente sobre 12 leones.Al sur, la sala de los Abencerrajes, don-de se cuenta que perecieron los nota-bles de este clan, bajo fastuosa bóvedade mocárabes; al norte, la sala de lasdos Hermanas y el mirador de Lindara-ja, que asoma a un jardincillo junto a losapartamentos de Carlos V, sector dondese alojó Washington Irving durante suestancia en Granada, y cerca del toca-dor de la Reina, privilegiado mirador

Balcón de la MadrazaLa Alhambra ☛

Fachada de la Capilla RealRetrato de Washington IrvingPatio del Corral del Carbón

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hacia el Albayzín; entre Comares y losLeones, los Baños Reales; al este, la lu-josa sala de los Reyes, ámbito de re-cepciones y banquetes. El palacio delPartal, el más antiguo, edificado a prin-cipios del s. XIV, con la torre de las Da-mas, y el Oratorio, alrededor todos delestanque central. Varias torres,como las de la Cautiva yde las Infantas se su-ceden camino del Ge-neralife, el palacio deverano construidoentre fines del XIII ycomienzos del XIV que re-crea un paradisíaco universode verdor y agua, con una espléndidaresidencia entre jardines y huertas.El descenso del hechizante «palacio en-cantado» de la Alhambra conduce al pa-seante a otros rincones no menos ro-mánticos. Desde Plaza Nueva, con elpórtico de la iglesia de Santa Ana, sín-tesis de renacimiento y mudéjar, sube lacarrera del Darro; junto al río encauza-

do se alinean el Bañuelo, los baños ára-bes del Nogal, el convento de santa Ca-talina y la casa de Zafra, la casa de Cas-tril, sede del Museo Arqueológico, y laiglesia de san Pedro y Pablo, hasta elpaseo de los Tristes. Río arriba se inter-na una senda entre sotos y arboledas,rumbo a la fuente del Avellano, reposa-do enclave de resonancias literariasdonde acostumbraban a reunirse escri-tores y artistas granadinos. En el barriodel Albayzín, que se alza sobre la colinaque bordea la margen derecha del Da-rro y salpicado de miradores y cipreses,cuestas, callejas empedradas y plazue-las con aljibes, de casas y cármenes –lasresidencias de recreo con jardines ate-rrazados tan del gusto nazarí–, de igle-sias que fueron mezquitas, de conven-tos, murallas y puertas, de esquinas, ta-lleres artesanos y tabernas de ambientepopular, se descubren las más genuinasesencias granadinas. Entre palacios ycasas andalusíes, la cuesta del Chapiz

remonta las laderas, dejandoa un lado el camino del

Sacromonte, el cerrocon la abadía y el fa-moso barrio gitanode cuevas, escapara-

te del tipismo folclóri-co y costumbrista que

tanto apreciaron los románti-cos. Un reguero de lugares de interésjalonan el paseo por el Albayzín, comola iglesia de San Juan de los Reyes y ladel Salvador, en la parte alta, que pre-serva el patio de abluciones de la mez-quita mayor del barrio. En la cúspide seyergue la Iglesia de San Nicolás, con suplaza, su aljibe y su mirador desde don-de se presencian los «más bellos atarde-

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ceres del mundo…», mientras en sus cer-canías se suceden el arco de las Pesas,el convento de Santa Isabel la Real y elpalacio de Daralhorra, la refinada «casade la sultana» construida en el s. XV enel recinto de la antigua alcazaba de losreyes ziríes del s. XI. Hacia el oeste y elnorte bajan las calles, como la pintores-ca de la Calderería, hasta encontrar lalínea de la vieja muralla urbana, señala-da por la formidable puerta de Elvira,de factura nazarí, la puerta de Monaitay las murallas de la cuesta deAlhacaba, que delimitaban el perímetrode la alcazaba zirí. San Cristóbal y SanMiguel Alto, con sus iglesias y sus es-pectaculares miradores, coronan, porúltimo, las alturas al oeste y al norte delAlbayzín y la Alhambra.Tomando la Alhambra como eje centralpara estos paseos por Granada, se pro-longan ahora hacia el sur y el este, porlos barrios del Mauror, que fue judería,y la Antequeruela, dulces vericuetosembellecidos por el carmen de la funda-ción Rodríguez Acosta, la casa museodel compositor Manuel de Falla, el Audi-torio y el carmen de los Mártires, don-de se respira una vez más la celestialplacidez de los jardines granadinos. Másabajo se extienden el campo del Prínci-pe, un abierto y acogedor espacio dereunión, y el barrio del Realejo hasta elCampillo Bajo. Palacios, como la casade los Tiros y la casa del Padre Suárez,iglesias como la de Santo Domingo, en-claves como la plaza de Mariana Pineda,de directa alusión romántica, y el cuar-to Real de Santo Domingo, o Palacio deAlmanxarra, restos de una residenciareal nazarí, son algunos de sus hitos demayor relevancia. La carrera del Genil,

presidida por las puntiagudas torres dela barroca Iglesia de las Angustias, pa-trona de la ciudad, se deselvuelve has-ta el paseo del Salón y el cauce del ríoGenil. En la orilla izquierda, por el pa-seo del Violón, surgen dos recordato-rios finales: la ermita de SanSebastián, antiguo morabito u oratoriomusulmán, a extramuros de la ciudad,una obra de fina albañilería, y el Alcá-zar del Genil, el suntuoso palacete ro-deado de albercas y huertos que perte-neció a las reinas nazaríes, con exquisi-tas salas recubiertas de delicadas yese-rías e inscripciones.La ciudad es todavíaun importante cen-tro artesano des-tacando en las la-bores de madera —como la taracea—,cerámica, metal,joyería, piedra y vi-drio. En la alfarería y la cerámica tam-bién se mantiene la herencia tradicionalen todas sus variedades, distinguiéndo-se la cerámica de inspiración andalusí,la de reflejos metálicos, la de cuerda se-ca, y la granadina o de Fajalauza.El fascinante recorrido por la ciudad secompleta con el monasterio de la Cartu-ja y la lorquiana huerta de San Vicente.Aguas arriba del Genil, por la carreterade Sierra Nevada, Solair o «montañas dela nieve», se llega al techo de la Penín-sula Ibérica, dominado por la cima de3.482 metros del pico Mulhacén. Hacemás de un siglo y medio, Richard Ford nodudó en recomendar esta excursión: «Elamante del paisaje alpino debiera, portodos los medios a su alcance, ascendera Sierra Nevada…».

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Iglesia de San CristóbalCerámica

Sierra Nevada con Granada a los pies☛

Patio de la Iglesia del SalvadorBaile con la Alhambra al fondoMuralla ziríSan Cecilio

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