Peirce Charles S - La Ley de La Mente

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    LA LEY DE LA MENTE

    Charles S. Peirce (1892)

    Traduccin castellana y notas de Jos Vericat (1988)*

    1. En un artculo publicado en The Monisten enero de 18911, me propuse mostrar qu

    ideas deben formar la urdimbre de un sistema de filosofa, enfatizando particularmente la deazar absoluto. En el nmero de abril de 18922 segu argumentando a favor de aquel modo de

    pensar, que ser conveniente bautizar como tijismo (de , azar)3. Un estudioso serio de la

    filosofa no puede apresurarse a aceptar, o rechazar, esta doctrina, sino que ver en ella una de

    las actitudes bsicas que puede adoptar el pensamiento especulativo, sintiendo que no es cosa

    de un individuo, ni de una poca, el pronunciarse sobre una cuestin fundamental de la

    filosofa. Se trata de una tarea para elaborar por toda una era. He empezado por mostrar que el

    tijismo tiene que dar lugar a una cosmologa evolutiva, en la que todas las regularidades de la

    naturaleza, y de la mente, estn consideradas como productos del desarrollo, y a un idealismo,

    a la manera de Schelling, para el que la materia es mera mente especializada, y parcialmente

    debilitada. Para satisfaccin de los interesados en estudiar las biografas mentales, mencionar

    que nac y me cri en las cercanas de Concord -quiero decir en Cambridge- en la poca enque Emerson, Hedge y sus amigos esparcan las ideas que haban tomado de Schelling, y

    Schelling de Plotino, de Boehm, o de Dios sabe qu mentes, tocadas por el monstruoso

    misticismo del Este4. Pero la atmsfera de Cambridge constituy, para muchos, un antdoto

    contra el transcendentalismo de Concord5; y yo no soy consciente de haber contrado nada de

    este virus. Sin embargo, es probable que, sin darme cuenta, se implantasen en mi alma

    algunos bacilos culturizados, alguna forma benigna de esta dolencia, y que, ahora, tras una

    larga incubacin, salgan a la superficie, modificados por concepciones matemticas, y por mi

    aprendizaje en investigaciones fsicas.

    2. El paso siguiente en el estudio de la cosmologa tiene que ser el de examinar la ley

    general de la accin mental. Para hacer esto, dejar por un tiempo al margen mi tijismo, con

    objeto de permitir la expansin libre e independiente hacia otra concepcin, que, en mi primer

    artculo de The Monist6, caracterizaba como una de las ms indispensables para la filosofa,

    aun cuando no fuese all desarrollada; me refiero a la idea de continuidad. La tendencia a

    considerar la continuidad, en el sentido que la definir, como una idea de primera importancia

    en filosofa, puede propiamente llamarse sinejismo. El presente artculo, bsicamente,

    pretende mostrar qu es sinejismo y a dnde lleva. Hace bastantes aos ya, intent desarrollar

    esta doctrina en elJournal of Speculative Philosophy (vol. II); pero, me encuentro, ahora, en

    situacin de mejorar aquella exposicin, en la que estaba un tanto cegado por

    preconcepciones nominalistas. Hago referencia a ello, porque los estudiosos pueden

    encontrarse, posiblemente, con que algunos puntos que no estn suficientemente explicadosen el presente artculo aparecen aclarados en aquellos anteriores.

    1

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    2. Lo que la ley es

    3. El anlisis lgico aplicado a los fenmenos mentales muestra que no hay ms que unaidea de mente, a saber, la de que las ideas tienden a propagarse de forma continua, y a afectar

    a otras determinadas que se encuentran en una relacin peculiar de afectabilidad respecto de

    aqullas. Al propagarse pierden intensidad, y, especialmente, el poder de afectar a otras, pero

    ganan en generalidad, y acaban por mezclarse con otras ideas.

    Establezco, por conveniencia, esta frmula al principio, pasando ahora a comentarla.

    3. Individualidad de las ideas

    4. Estamos acostumbrados a hablar de las ideas como algo que se reproduce y que pasa

    de mente en mente, como semejantes y desemejantes las unas respecto de las otras, y, en

    suma, como si fuesen cosas sustanciales; y no puede plantearse ninguna objecin razonable a

    tales expresiones. Pero, si tomamos la palabra idea en el sentido de un acontecimiento de

    una conciencia individual, est claro que una idea, una vez pasada, se ha ido para siempre, y

    que toda supuesta recurrencia de la misma es otra idea. Estas dos ideas no estn presentes en

    el mismo estado de conciencia, y por lo tanto posiblemente no pueden compararse. Decir, por

    tanto, que son semejantes puede significar solamente que un poder oculto procedente de las

    profundidades del alma nos fuerza a relacionarlas en nuestros pensamientos despus de que

    ambas ya no estn. Podemos, de paso, sealar aqu, que de los dos principios de asociacin

    generalmente reconocidos, el de contigidad y el de semejanza, el primero es una conexin

    debida a un poder externo, y el segundo a un poder interno.

    5. Pero qu puede absolutamente significar, ya, decir que pensamos en ideas

    completamente pasadas? Son totalmente incognoscibles. Qu significacin distinta puede

    atribuirse a decir que, de alguna manera, una idea en el pasado afecta a una idea en el futuro,

    del que est completamente separada? Una frase, entre cuya afirmacin y negacin no puede

    haber, en ningn caso, diferencia alguna sensible es un mero galimatas.

    No insistir en este punto, porque es un lugar comn de la filosofa.

    4. Continuidad de las ideas

    6. Tenemos aqu, ante nosotros, una cuestin difcil, anloga a la del nominalismo y el

    realismo. Pero que, una vez formulada con claridad, la lgica slo deja lugar a una respuesta.

    Cmo puede estar presente una idea pasada? Puede estarlo de manera vicaria? Hasta cierto

    punto quiz, pero no meramente as; pues, entonces, se planteara la cuestin de cmo la idea

    pasada puede relacionarse a su representacin vicaria. Entre ideas, la relacin slo puede

    existir en alguna consciencia: ahora bien, aquella idea pasada no estaba en ninguna otra

    consciencia que en aquella consciencia pasada, que era la que la contena; y, aqulla, noabarcaba la idea vicaria.

    2

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    7. Algunas mentes saltarn de aqu a la conclusin de que una idea pasada no puede en

    ningn sentido estar presente. Pero esto es precipitado e ilgico. Qu extravagante, tambin,

    proclamar como mero engao todo nuestro conocimiento del pasado! Con todo, parecera que

    el pasado est tan por completo ms all de los lmites de la experiencia posible como la

    kantiana cosa-en-s-misma7

    .

    8. Cmo puede estar presente una idea pasada? No de manera vicaria. Entonces, slo

    por percepcin directa. En otras palabras, estar presente tiene que ser ipso facto presente. Es

    decir, no puede ser completamente pasada; slo puede estar yndose, infinitesimalmente

    pasada, menos pasada que cualquier fecha pasada asignable. Llegamos, as, a la conclusin de

    que el presente est relacionado con el pasado por una serie de pasos reales infinitesimales.

    9. Los psiclogos ya han sugerido que la consciencia abarca necesariamente un intervalo

    de tiempo. Pero si se quiere decir con ello un tiempo finito, esta opinin no es sostenible. Si la

    sensacin de que precede en medio segundo al presente estuviese an, ante m, de forma

    inmediata, entonces, por el mismo principio, la sensacin precedente estara inmediatamentepresente, y as sucesivamente, ad infinitum. Ahora bien, ya que hay un tiempo, digamos un

    ao, al trmino del cual una idea ya no est presente ipso facto, se sigue que esto es verdad de

    cualquier intervalo finito por pequeo que sea.

    Pero, con todo, la consciencia tiene que abarcar necesariamente un intervalo de tiempo;

    pues, de no ser as, no podramos obtener ningn conocimiento del tiempo, y no meramente

    ninguna cognicin veraz del mismo, sino ninguna concepcin en absoluto. Estamos, por tanto,

    obligados a afirmar que somos inmediatamente conscientes a travs de un intervalo

    infinitesimal de tiempo.

    10. Esto es todo lo imprescindible. Pues, en este intervalo infinitesimal, la consciencia no

    es slo continua en un sentido subjetivo, es decir, considerada como un sujeto o sustancia que

    posee el atributo de la duracin, sino que, tambin, por ser consciencia inmediata su objeto es

    ipso facto continuo. De hecho, esta consciencia desplegada infinitesimalmente es un

    sentimiento directo de sus contenidos en tanto desplegados. Esto lo aclararemos ms, despus.

    En un intervalo infinitesimal percibimos directamente la secuencia temporal de su comienzo,

    mitad y fin -no, desde luego, a manera de un reconocimiento, pues el reconocimiento es slo

    del pasado, sino a la del sentimiento inmediato. Ahora bien, a este intervalo le sigue otro cuyo

    comienzo es la mitad del anterior, y cuya mitad es el fin de aqul. Tenemos, aqu, una

    percepcin inmediata de la secuencia temporal de su comienzo, mitad y fin, o, digamos, de los

    instantes segundo, tercero y cuarto. A partir de estas dos percepciones inmediatas obtenemosuna percepcin mediata, o inferencial, de la relacin de los cuatro instantes. Esta percepcin

    mediata se extiende objetivamente, o en lo que respecta al objeto representado, abarcando los

    cuatro instantes; pero, subjetivamente, o en cuanto ella misma sujeto de duracin, queda

    abarcada por completo en el segundo momento. (Observar el lector que utilizo la palabra

    instante para significar un punto del tiempo, y momento para significar una duracin

    infinitesimal.) Estoy de acuerdo con la objecin, en base a la teora propuesta, de que tenemos

    que tener algo ms que una percepcin mediata de la sucesin de los cuatro instantes; pues la

    suma de los dos intervalos infinitesimales es ella misma infinitesimal, por lo que se percibe de

    modo inmediato. Se percibe de modo inmediato en el intervalo total, pero de modo mediato

    slo en los dos ltimos tercios del intervalo. Supongamos ahora una sucesin indefinida de

    estos actos inferenciales de la percepcin comparativa, y es evidente que el ltimo momentocontendr objetivamente la serie completa. No supongamos meramente una sucesin

    indefinida, sino un flujo continuo de inferencia a travs de un tiempo finito, y el resultado ser

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    el de una consciencia objetiva mediata de todo el tiempo en el ltimo momento. En este

    ltimo momento se conocer, o reconocer, la serie entera como conocida antes, excepto slo

    el ltimo momento, que, desde luego, ser absolutamente irreconoscible a s mismo.

    Ciertamente, incluso este ltimo momento se reconocer como el resto, o, al menos, empezar

    justo a serlo. Hay aqu un pequeo elenchus, o apariencia de contradiccin, para cuyaresolucin basta por completo la lgica ordinaria de la reflexin.

    5. Infinitud y continuidad en general

    11. La mayora de los matemticos que durante las dos ltimas generaciones han tratado

    el clculo diferencial han sido de la opinin de que una cantidad infinitesimal es una

    absurdidad; aunque, con frecuencia, con su habitual cautela, aadan: "o, en todo caso, la

    concepcin de un infinitesimal es tan difcil que prcticamente no podemos razonar con

    confianza y seguridad sobre ella". Consiguientemente, la doctrina de los lmites se hainventado para eludir la dificultad, o, como algunos dicen, para explicar la significacin de la

    palabra "infinitesimal". De una forma u otra, esta doctrina es la que se ensea en todos los

    libros de texto, aunque, en algunos de ellos, slo como una perspectiva alternativa de la

    cuestin; responde bastante bien a los propsitos del clculo, si bien, en esta aplicacin,

    plantea sus dificultades.

    12. La ilustracin del tema mediante una notacin estricta para la lgica de relaciones me

    haba mostrado, clara y evidentemente, que la idea de un infinitesimal no implica

    contradiccin alguna, antes, incluso, de estar yo familiarizado con los escritos del doctor

    Georg Cantor (aun cuando muchos de ellos haban aparecido ya en los Mathematische

    Annalen y en el Borchardt's Journal, si bien, an no, en las Acta Mathematica, todas ellas

    revistas matemticas de primera magnitud), en los que, con extraordinario genio y lgica

    penetrante, se defenda la misma idea8.

    13. La opinin dominante es la de que los nmeros finitos son los nicos sobre los que

    podemos razonar, al menos en cualquiera de los modos ordinarios de razonar, o, como

    algunos autores dicen, son los nicos nmeros sobre los que se puede razonar

    matemticamente. Pero, ste, es un prejuicio irracional. Mostr hace ya tiempo9 que las

    colecciones finitas se distinguen de las infinitas slo por una circunstancia y sus

    consecuencias, a saber, que les es aplicable un modo peculiar e inusual de razonar, llamado

    por su descubridor, De Morgan, el "silogismo de la cantidad traspuesta"10

    .

    Balzac, en la introduccin a suPhisiologie du mariage, seala que todo joven francs se

    jacta de haber seducido a alguna francesa. Ahora bien, como a una mujer slo se la puede

    seducir una vez, y no hay ms francesas que franceses, se sigue que, de ser verdad estas

    jactancias, ninguna francesa escapa a la seduccin. Si su nmero es finito, el razonamiento es

    correcto11. Pero, dado que la poblacin crece continuamente, y que las seducidas, como

    media, son ms jvenes que los seductores, aquella conclusin no necesita ser verdadera. De

    la misma manera, De Morgan puede haber argumentado, como actuario de seguros, que si una

    compaa paga, como media, a sus asegurados ms de lo que nunca le han pagado stos,

    incluyendo los intereses, tiene que perder dinero. Pero todo moderno actuario vera aqu una

    falacia, ya que el negocio crece continuamente. Pero si una guerra, o un cataclismo, provocaseque la clase de los asegurados fuese finita, la conclusin, despus de todo, resultara

    4

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    dolorosamente correcta. Los dos razonamientos anteriores son ejemplos del silogismo de la

    cantidad traspuesta.

    La proposicin de que las colecciones finitas e infinitas se distinguen por la

    aplicabilidad, a las primeras, del silogismo de la cantidad traspuesta debe considerarse comobasal de la aritmtica cientfica.

    14. Si una persona no sabe cmo razonar lgicamente, y, tengo que decir, que una gran

    cantidad de matemticos bastante buenos -y hasta distinguidos- se encuentran en esta

    categora, y, simplemente, se vale de una regla prctica al extraer a ciegas inferencias, iguales

    a otras que han resultado bien, desde luego incurrir continuamente en error acerca de los

    nmeros infinitos. La verdad es que tales personas no razonan en absoluto. Pero para los

    pocos que razonan, razonar sobre los nmeros infinitos es ms fcil que sobre los finitos,

    porque no se requiere el complicado silogismo de la cantidad traspuesta. Por ejemplo, el que

    el todo sea mayor que su parte no es un axioma, como hizo que lo fuese aquel eminente mal

    razonador que era Euclides. Es un teorema que se prueba fcilmente por medio de unsilogismo de la cantidad traspuesta, pero no de otra manera 12. Es verdadero de las colecciones

    finitas, falso de las infinitas. As, una parte de los nmeros enteros son nmeros pares. Con

    todo, los nmeros pares no son menos que el total de los nmeros; una proposicin evidente,

    ya que si se dobla cada nmero, en todas las series de los nmeros enteros, el resultado ser la

    serie de los nmeros pares

    1, 2, 3, 4, 5, 6, etc.

    2, 4, 6, 8, 10, 12, etc.

    As para cada nmero hay un nmero par distinto. De hecho, hay tantos distintos dobles

    de nmeros como hay de nmeros distintos. Pero los dobles de los nmeros son todos

    nmeros pares.

    15. En verdad, no hay ms que dos grupos de magnitud, la interminable y la

    innumerable. Al igual que un conjunto finito se distingue de uno infinito por la aplicabilidad

    al mismo de un modo especial de razonar, por el silogismo de la cantidad traspuesta, as

    tambin, tal como mostraba en el artculo al que me refera antes, un conjunto numerable se

    distingue de uno innumerable por la aplicabilidad al mismo de un cierto modo de razonar, por

    la inferencia de Fermat, o, como a veces se la llama impropiamente, "induccin

    matemtica"13.

    Como un ejemplo de este razonamiento puede aportarse la demostracin del teorema

    binomial para potencias integrales, de Euler. El teorema dice que (x+y)n, donde n es un

    nmero entero, puede desarrollarse como la suma de una serie de trminos de los cuales el

    primero es xnyo, derivndose cada uno de los dems del precedente disminuyendo el

    exponente X en 1, y multiplicndolo por este exponente, a la vez que se incrementa el el

    exponente de y en 1, y se divide por este exponente incrementado. Supongamos ahora que

    esta proposicin es verdadera para un cierto exponente, n=M, entonces tiene que ser tambin

    verdadera para n=M+1. Pues, supongamos que uno de los trminos del desarrollo de (x+y)Mes

    Axpyq. Entonces este trmino junto con los dos siguientes ser:

    Axpyq+ A{(p)/(q + 1)}xp-1yq+1 + A {(p)/(q + 1)} {(p-1)/(q + 2)}xp-2yq+2

    5

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    Ahora bien, cuando se multiplica (x + y)M por x + y para dar (x + y)M+1, multiplicamos

    primero porx y luego pory en lugar de porx, y sumamos los dos resultados. Cuando

    multiplicamos porx, el segundo de los tres trminos de arriba ser el nico que da como

    resultado un trmino que incluye a xpyq+1, y el tercero ser el nico que da como resultado un

    trmino tal que xp-1

    yq+2

    ; y cuando multiplicamos el primero pory, ser el nico trminoo queda como resultado un trmino tal que xpyq+1, y el segundo ser el nico trmino que da como

    resultado un trmino tal que xp-1yq+2. De ah que, sumando trminos iguales, encontramos que

    el coeficiente de xpyq+1, en el desarrollo de (x + y)M+1, ser la suma de los coeficientes de los

    dos primeros de los tres trminos de arriba, y que el coeficiente de xp-1yq+2 ser la suma de los

    coeficientes de los dos ltimos trminos. De ah que dos trminos sucesivos en la expansin

    de (x + y)M+1 den:

    A { 1 +p/(q + 1) }xpyq+1 +Ap/(q+1){ 1 + (p-1)/(q+2)}xp-1yq+2 =

    =A {(p+q+1)/(q+1)}xpyq+1 +A {(p+q+1)/(q+1)} {p/(q+2)}xp-1yq+2

    Se ve, por tanto, que la sucesin de trminos sigue la regla. Por tanto, si cualquier

    potencia integral sigue la regla, la sigue tambin la potencia ms alte siguiente. Ahora bien, la

    primera potencia obviamente sigue la regla. Luego, todas las potencias la siguen. Tal

    razonamiento es vlido para cualquier conjunto de objetos susceptible de ser alineados en una

    serie que, aunque puede ser interminable, puede numerarse de tal manera que cada miembro

    de la misma reciba un nmero integral definido. Por ejemplo, todos los nmeros enteros

    constituyen un tal conjunto numerable. Tambin forman un tal conjunto todos los nmeros

    resultantes de operar de acuerdo a alguna regla definida con cualquier nmero finito de

    nmeros enteros. Pues, stos pueden disponerse en una serie de la siguiente manera. Sea Fel

    smbolo de la operacin. Operemos primero con 1, resulatdo F(1). Luego, operemos con un

    segundo 1, resultando F(1,1). A continuacin, introduzcamos 2, resultando como 3, F(2);

    como 4, F (2,1); como 5, F (1,2); como 6, F (2,2). A continuacin usemos una tercera

    variable, resultando como 7,F(1,1,1); como 8,F(2,1,1); como 9,F(1,2,1); como 10,F

    (2,2,1); como 11,F(1,1,2); como 12,F(2,1,2); como 13,F(1,2,2); como 14,F(2,2,2). A

    continuacin introduzcamos 3, y as sucesivamente, introduciendo, alternativamente, nuevas

    variables y nuevas cifras; y, as, resulta claro que toda disposicin de los valores integrales de

    las variables recibir un lugar numerado en la serie14.

    16. La clase de los conjuntos interminables, pero numerables (llamados as porque

    pueden ser alineados de manera tal que a cada uno le corresponda un nmero entero distinto)

    es muy amplia. Pero, ciertamente, hay conjuntos que son innumerables. Tal es el conjunto detodos los nmeros a los que son susceptibles de aproximacin series interminables de

    decimales. Ha sido reconocido, desde los tiempos de Euclides, que ciertos nmeros son

    irracionales, o inconmensurables, y no son expresables con exactitud por ninguna serie finita

    de decimales, ni por un decimal cclico. Tal es la ratio de la circunferencia de un crculo a su

    dimetro, que sabemos que es aproximadamente 3,1415926. El clculo de este nmero ha

    llegado hasta ms de 700 cifras, sin la menor apariencia de regularidad en su secuencia. Las

    demostraciones de que ste, y otros muchos nmeros, son inconmensurables son perfectas.

    Cantor prob claramente que el conjunto entero de los nmeros inconmensurables es

    innumerable15. Omito la demostracin; pero es fcil ver que, para discriminar uno respecto de

    algn otro, se requerira, en general, del uso de una serie interminable de nmeros. Ahora

    bien, si no pueden expresarse y discriminarse con exactitud, est claro que no puedenalinearse en una serie lineal.

    6

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    17. Es evidente que hay tantos puntos en una lnea, o en un intervalo de tiempo, como

    hay nmeros reales en conjunto. Estos son, por lo tanto, conjuntos innumerables. Hay muchos

    matemticos que han supuesto, incautamente, que los puntos de una superficie, o de un slido,

    son ms que los de una lnea. Pero Cantor lo ha refutado16. En efecto, es obvio que para cada

    conjunto de valores de las coordenadas hay un nmero nico distinto. Supongamos, porejemplo, que los valores de las coordenadas se encuentran todos entre 0 y +1. Entonces, si

    componemos un nmero poniendo, en el primer lugar decimal, la primera cifra de la primera

    coordenada, en el segundo la primera cifra de la segunda coordenada, y as sucesivamente, y,

    una vez agotadas todas las primeras cifras, pasamos de la misma manera a las segundas, est

    claro que los valores de las coordenadas pueden leerse en el nmero nico resultante, de

    modo que una trada, o ttrada, de nmeros, cada una con valores innumerables, no tiene ms

    valores que un nmero inconmensurable nico.

    Si el nmero de dimensiones fuese infinito dejara de ser as; y el conjunto de los

    conjuntos infinitos de nmeros, con variaciones innumerables cada uno de ellos, podra, por

    tanto, ser mayor que el conjunto innumerable simple, pudindose llamar interminablementeinfinito. Sin embargo, los individuos singulares de un tal conjunto no podran designarse, ni

    siquiera aproximadamente, siendo, por tanto, esta una magnitud sobre la cual slo sera

    posible razonar del modo ms general, si es que se puede.

    18. Aun cuando no hay ms que dos grados de magnitudes de conjuntos infinitos, con

    todo, cuando se imponen ciertas condiciones sobre el orden en el que se toman los individuos,

    surgen, por esta razn, diferencias de magnitud17. As, si una serie simplemente interminable

    se dobla, separando cada unidad en dos partes, y se toman las sucesivas primeras partes, y

    tambin las segundas, en el mismo orden que las unidades de las que se derivan, esta doble

    serie interminable, en la medida en que se toma en este orden, aparece como dos veces la

    longitud de la serie original. De la misma manera, el producto de dos conjuntos innumerables,

    es decir, el conjunto de los pares posibles compuestos de un individuo de cada, si hay que

    mantener el orden de continuidad, es, en virtud de este orden, infinitamente mayor que cada

    uno de los conjuntos componentes.

    19. Llegamos, ahora, a la difcil cuestin: Qu es la continuidad? Kant la confunde con

    la divisibilidad infinita al decir que el carcter esencial de una serie continua es que entre dos

    miembros cualesquiera de la misma siempre puede encontrarse un tercero18. Es este un

    anlisis preciosamente claro y definido; pero, desgraciadamente, falla a la primera prueba.

    Pues, segn esto, la serie entera de las fracciones racionales, dispuesta por orden de magnitud,

    sera una serie infinita, aun cuando las fracciones racionales sean numerables, mientras quelos puntos de una lnea son innumerables. Pero, peor an, si de esta serie de fracciones

    cortamos dos cualesquiera, con todo lo que hay entre ellas, y realizamos un nmero

    cualquiera de tales vacos finitos, la definicin de Kant es verdad an de la serie, aunque ha

    perdido ya toda apariencia de continuidad.

    20. Cantor define una serie continua como aquella que es concatenada y perfecta19.

    Significa por serie concatenada, una tal que si se dan en ella dos puntos cualesquiera, y una

    distancia finita cualquiera, por pequea que sea, es posible proceder del primer punto al

    segundo a travs de una sucesin de puntos de la serie, cada uno de los cuales est a una

    distancia del precedente menor que la distancia dada. Esto es verdad de la serie de las

    fracciones racionales dispuestas por orden de magnitud. Significa por serie perfecta, aquellaque contiene a todo punto, tal que no hay distancia alguna tan pequea, que este punto no

    tenga una infinidad de puntos de la serie dentro de esta distancia. Esto es verdad de la serie de

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    nmeros entre 0 y 1, susceptible de expresarse por decimales en los que slo se dan los dgitos

    0 y 1.

    Hay que reconocer que la definicin de Cantor incluye toda serie que sea continua; y no

    puede objetarse el que incluya algn caso importante, o indudable, de una serie no continua.Sin embargo, tiene algunos serios defectos. En primer lugar, se apoya en consideraciones

    mtricas, mientras que la distincin entre una serie continua y otra discontinua es

    manifiestamente no mtrica20. En segundo lugar, una serie perfecta se define como aquella

    que contiene "cada punto" de una cierta descripcin. Pero no se aporta ninguna idea positiva

    de cules son todos los puntos: esto es definicin por negacin, y no puede admitirse. Si se

    permitiese tal tipo de cosa, sera muy fcil decir, simultneamente, que la serie lineal continua

    de puntos es aquella que contiene cada punto de la lnea entre sus extremos. Finalmente, la

    definicin de Cantor no aporta una nocin distinta de cules son los componentes del

    concepto de continuidad. Ingeniosamente, agrupa sus propiedades en dos parcelas separadas,

    pero sin exponerlas a nuestra inteligencia.

    21. La definicin de Kant expresa una simple propiedad de un continuo; pero permite

    vacos en la serie. Para enmendar la definicin basta con hacer notar cmo se dan estos

    vacos. Supongamos, pues, una serie lineal de puntos que se extienden de un punto A, a un

    punto B, teniendo un vaco de B a un tercer punto C, y extendindose desde all a un lmite

    final, D; y, supongamos, que esta serie responde a la definicin de Kant. Entonces, de los dos

    puntos, B y C, uno o ambos tienen que excluirse de la serie; pues, de otro modo, por la

    definicin, habra puntos entre ellos. Es decir, si la serie contiene a C, aun cuando contenga

    todos los puntos hasta B, no puede contener a B. Lo que se requiere, por tanto, es afirmar, en

    trminos no mtricos, que si en un continuo se incluye una serie de puntos hasta un lmite, se

    incluye al lmite. Puede sealarse que sta es la propiedad de un continuo, a la que parece

    haber dirigido su atencin Aristteles cuando define un continuo como algo cuyas partes

    tienen un lmite comn21. La propiedad puede enunciarse exactamente como sigue: Si una

    serie lineal de puntos es continua entre dos puntos, A y D, y si se toma una serie interminable

    de puntos, el primero de ellos entre A y D, y cada uno de los otros entre el precedente ltimo

    y D, entonces hay un punto de la serie continua entre toda esta serie interminable de puntos y

    D, tal que todo otro punto del que esto es verdad se encuentra entre este punto y D. Por

    ejemplo, tomemos cualquier nmero entre 0 y 1, como 0.1; luego, cualquier nmero entre 0.1

    y 1, como 0.11; luego cualquier nmero entre 0.11 y 1, como 0.111, y as sucesivamente, sin

    fin. Entonces, dado que la serie de los nmeros reales entre 0 y 1 es continua, tiene que haber

    un nmero real mnimo mayor que todo nmero de esta serie interminable. Esta propiedad,

    que puede llamarse la "aristotelicidad" de la serie, junto con la propiedad de Kant o su"kanticidad", completa la definicin de una serie continua22.

    22. La propiedad de aristotelicidad puede enunciarse, de modo amplio, as: Un continuo

    contiene el punto final perteneciente a toda la serie interminable de puntos que contiene. Un

    corolario obvio es que todo continuo contiene sus lmites. Pero al usar este principio es

    necesario observar que una serie puede ser continua excepto en esto, en que omite uno, o

    ambos lmites.

    23. Nuestras ideas encontrarn una expresin ms adecuada si en lugar de puntos de una

    lnea hablamos de nmeros reales. Todo nmero real es, en un sentido, el lmite de una serie,

    pues se le puede estar aproximando indefinidamente. Puede, quiz, ponerse en duda el quetodo nmero real sea un lmite de una serie regular. Pero la serie a la que se refiere la

    definicin de aristotelicidad tiene que entenderse como incluyendo todas las series, sean

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    regulares o no. Consecuentemente ello implica que entre dos puntos cualesquiera puede

    tomarse una serie innumerable de puntos.

    24. Todo nmero cuya expresin en decimales no requiera ms que un nmero finito de

    lugares decimales es conmensurable. Por lo tanto, los nmeros inconmensurables suponen unlugar infinitsimo de decimales. La palabra infinitesimal es simplemente la forma latina de

    infinitsimo, es decir, es un ordinal formado de infinitum, como centesimal lo es de centum.

    Por lo tanto, la continuidad supone cantidades infinitesimales. No hay nada contradictorio en

    la idea de tales cantidades. Al sumarlas y multiplicarlas no tiene que deshacerse la

    continuidad, y, consecuentemente, son exactamente igual que otras cantidades cualesquiera,

    excepto que no se aplica a las mismas ni el silogismo de la cantidad traspuesta, ni la

    inferencia de Fermat.

    Si A es una cantidad finita y j una infinitesimal, entonces, en un cierto sentido, podemos

    escribirA +j = A. Que es tanto como decir, que esto es as a todo objeto de medicin. Pero

    este principio no tiene que aplicarse, excepto para liberarse de todos los trminos de ordenms elevado de los infinitesimales presentes. Como matemtico prefiero el mtodo de los

    infinitesimales al de los lmites, en la medida en que es ms fcil y est menos infestado de

    trampas. En efecto, este ltimo, tal como se enuncia en algunos libros, implica proposiciones

    que son falsas; pero no es este el caso con las formas del mtodo tal como lo utilizan

    Cauchy23, Duhamel24, y otros. Tal como ellos entienden, la doctrina de los lmites implica la

    nocin de continuidad, y, por tanto, contiene de otra forma las mismsimas ideas que la

    doctrina de los infinitesimales.

    25. Consideremos ahora un aspecto del principio aristotlico particularmente importante

    en filosofa. Supongamos que una superficie es en parte roja y en parte azul; de tal manera

    que, cada punto de la misma es, o rojo, o azul, y, desde luego, no hay ninguna parte que pueda

    ser a la vez roja y azul. Cul es, entonces, el color de la lnea limtrofe entre el rojo y el azul?

    La respuesta es que el rojo, o el azul, para poder absolutamente existir, tienen que desplegarse

    sobre una superficie; y el color de la superficie es el color de la superficie en el entorno

    inmediato del punto25. Utilizo a propsito una forma vaga de expresin. Ahora bien, como las

    partes de la superficie en el entorno inmediato de cualquier punto ordinario de un lindero

    curvo son la mitad rojos y la mitad azules, se sigue que el lindero es mitad rojo y mitad azul.

    De la misma manera, creemos necesario mantener que la consciencia esencialmente ocupa

    tiempo; y lo que est presente a la mente en cualquier instante ordinario es lo que est

    presente durante el momento en el que transcurre este instante. As, el presente es mitad

    pasado y mitad por venir. Volviendo a lo anterior, el color de las partes de una superficie acualquier distancia finita de un punto, no tiene nada que ver con su color justo en este punto;

    y, paralelamente, la sensacin del presente en cualquier intervalo finito no tiene nada que ver

    con la presente sensacin, excepto vicariamente. Tomemos otro caso: la velocidad de una par-

    tcula a cada instante de tiempo es su velocidad media durante un instante infinitesimal en el

    que est contenido este tiempo. justo, as, mi sensacin inmediata es mi sensacin a travs de

    una duracin infinitesimal que contiene al presente instante.

    6. Anlisis del tiempo

    26. Uno de los rasgos ms sealados de la ley de la mente es el de dar al tiempo una

    direccin definida de flujo del pasado al futuro. La relacin del pasado al futuro, en relacin a

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    la ley de la mente, es diferente de la relacin del futuro al pasado. Esto es lo que constituye

    uno de los grandes contrastes entre la ley de la mente y la ley de la fuerza fsica, en la que no

    hay ms distincin entre las dos direcciones opuestas en el tiempo que entre moverse hacia el

    norte y moverse hacia el sur.

    27. Por lo tanto, con objeto de analizar la ley de la mente, tenemos que empezar por

    preguntar en qu consiste el flujo del tiempo. Ahora bien, encontramos que en relacin con

    cualquier estado del sentimiento todos los dems son de dos clases, los que le afectan (o

    tienen tendencia a afectarlo, y lo que esto significa lo indagaremos dentro de poco), y los que

    no. El presente es afectable por el pasado pero no por el futuro.

    28. Adems, si el estado A est afectado por el estado B, y el estado B por el estado C,

    entonces A est afectado por el estado C, aunque no tanto. Se sigue, que si A es afectable por

    B, B no es afectable por A.

    29. Si cada uno de dos estados es absolutamente inafectable por el otro, se considerancomo partes del mismo estado. Son contemporneos.

    30. Decir que un estado est entre dos estados significa que afecta a uno y est afectado

    por el otro. En este sentido, entre dos estados cualesquiera se da una serie innumerable de

    estados que se afectan los unos a los otros; y si un estado se encuentra entre un estado dado y

    cualquier otro estado, el cual puede alcanzarse insertando estados entre este estado y un tercer

    estado cualquiera, no afectando ni siendo afectados inmediatamente estos estados insertados

    por ninguno de ambos, entonces, el segundo estado mencionado afecta inmediatamente, o est

    afectado por el primero, en el sentido en que en el uno est ipso facto presente el otro en un

    grado reducido.

    Estas proposiciones implican una definicin de tiempo, y de su flujo. Pero, ms all y

    por encima de esta definicin implican una doctrina, a saber, la de que todo estado del

    sentimiento es afectable por todo estado anterior.

    7. Que las sensaciones tienen continuidad intensiva

    31. El tiempo, lgicamente, implica con su continuidad algn otro tipo distinto de

    continuidad que el suyo propio. El tiempo, en tanto la forma universal de cambio, no puedeexistir a menos que haya algo que experimente cambio, y para experimentar un cambio

    continuo en el tiempo tiene que haber una continuidad de las cualidades cambiables. No

    podemos formarnos ahora ms que una dbil concepcin de la continuidad de las cualidades

    intrnsecas del sentir. El desarrollo de la mente humana ha extinguido prcticamente todas las

    sensaciones, excepto unos pocos tipos espordicos, sonido, colores, olores, calor, etc., que

    aparecen ahora como desconectados y separados. En el caso de los colores hay una difusin

    tridimensional de las sensaciones. Originalmente, todas las sensaciones pueden haber estado

    conexionadas de la misma manera, y el supuesto es que el nmero de dimensiones era

    interminable. Pues, el desarrollo implica esencialmente una limitacin de las posibilidades.

    Pero dado un nmero determinado de dimensiones del sentir, todas las variedades posibles se

    obtienen variando las intensidades de los diferentes elementos. Consiguientemente, el tiemposupone lgicamente una disposicin continua de la intensidad del sentir. Se sigue, pues, de la

    definicin de continuidad, que cuando est presente cualquier tipo particular de sensacin est

    10

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    presente un continuo infinitesimal de todas las sensaciones, que difiere de aqul

    infinitesimalmente.

    8. Que las sensaciones tienen extensin espacial

    32. Consideremos un grumo de protoplasma, digamos una ameba, o una lama. No difiere

    radicalmente de los contenidos de una clula nerviosa, aun cuando sus funciones puedan ser

    menos especializadas. No hay duda que esta lama, o esta ameba, o, en cualquier caso, alguna

    masa similar de protoplasma, siente. Es decir, siente cuando est en la correspondiente

    situacin de excitacin. Pero veamos cmo se comporta. Cuando el conjunto est quiescente y

    rgido se irrita un punto del mismo. Justo en este punto se desencadena un movimiento activo,

    que gradualmente se difunde a otras partes. En esta accin no puede discernirse ninguna

    unidad, ni relacin a un ncleo, u otro rgano unitario. Es un mero continuo amorfo de

    protoplasma, con el sentir pasando de un lugar a otro. Tampoco hay ah algo as como unmovimiento ondular. La actividad no avanza hacia las partes nuevas con la misma rapidez

    justo con que abandona las anteriores. Ms bien, al principio, decae a una velocidad ms lenta

    que a la que se expande. Y mientras el proceso contina, al excitarse la masa en otro punto, se

    desencadenar un segundo estado completamente independiente de excitacin. En algunos

    sitios no se dar ni siquiera excitacin, en otros en cada uno por separado, y, en otros ms,

    ambos efectos se sumarn el uno al otro. Sea lo que sea lo que nos hace pensar (en todo este

    fenmeno) que existe sentir en una masa tal de protoplasma -sentir, pero obviamente ninguna

    personalidad-, a donde nos lleva es, lgicamente, a mostrar que este sentir tiene una extensin

    espacial subjetiva, o sustancial, tal como la tiene el estado excitado. Sin duda, es esta una idea

    difcil de captar, por la razn de que se trata de una extensin subjetiva, y no objetiva. No es

    que tengamos una sensacin de grande; aun cuando el profesor James26, quiz con razn, nos

    diga que la tenemos. Es que la sensacin, en tanto sujeto de inhesin, es grande. Adems,

    nuestras propias sensaciones se centran en la atencin hasta tal grado que no nos percatamos

    de que las ideas no constituyen una unidad absoluta; justo al igual como no hay nadie que, sin

    haber recibido una instruccin por medio de un experimento especial, tenga idea alguna de lo

    poco, de lo muy poco, que hay distinto en el campo de la visin. En ms, todos nosotros

    sabemos cmo la atencin deambula entre nuestras sensaciones; y este hecho muestra que

    aquellas sensaciones que no estn coordinadas en la atencin tienen una externalidad

    recproca, aun cuando estn presentes a la vez. Pero no vamos a abrumar a la introspeccin

    para hacer manifiesto un fenmeno que esencialmente implica externalidad.

    33. Dado que el espacio es continuo, se sigue que tiene que haber una comunidad

    inmediata de sentir entre las partes de la mente infinitesimalmente cerca unas de otras. Sin

    esto, creo que hubiese sido imposible, para mentes externas unas a otras, llegar a coordinarse,

    e igualmente imposible que se estableciera cualquier coordinacin en la accin de la materia

    nerviosa de un cerebro.

    9. Afecciones de las ideas

    34. Pero topamos con la cuestin de qu es lo que se significa al decir que una ideaafecta a otra. El desenmaraamiento de este problema requiere que describamos un poco ms

    los fenmenos.

    11

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    Tres son los elementos que pasan a integrar una idea. El primero es su cualidad

    intrnseca como sensacin. El segundo es la energa con la que afecta a otras ideas, una

    energa que es finita en el aqu-yahora de la sensacin inmediata, finita y relativa en la

    proximidad del pasado. El tercer elemento es la tendencia de una idea a traer consigo otras

    ideas.

    35. A medida que una idea se difunde, su poder de afectar a otras se reduce rpidamente;

    pero su cualidad intrnseca contina casi intacta. Han pasado ya muchos aos desde que vi por

    ltima vez a un cardenal con sus ropas; y el recuerdo de sus colores se ha ido atenuando

    mucho. El color mismo, sin embargo, no lo recuerdo como dbil. No me siento inclinado en

    absoluto a calificarlo de rojo apagado. As, la cualidad intrnseca permanece poco cambiada;

    con todo, una observacin ms precisa mostrar una ligera reduccin de la misma. El tercer

    elemento, por otro lado, se ha incrementado. En la medida en que puedo acordarme, me

    parece que los cardenales que acostumbraba a ver vestan ropas ms escarlatas de lo que es el

    granate, y muy luminosas. S, tambin, que el color comnmente llamado cardenal responde

    al espectro carmes del granate, que es de una luminosidad muy moderada, y que la ideaoriginal evoca consigo tantos otros matices, y se me presenta de forma tan dbil, que soy

    incapaz ya de aislarla.

    36. Un intervalo finito de tiempo contiene generalmente una innumerable serie de

    sensaciones; y cuando stas se juntan en asociadn el resultado es una idea general. Pues

    acabamos de ver cmo una idea se generaliza por difusin continua.

    37. La primera caracterstica de una idea general que surge as es la de que es una

    sensacin viviente. Lo que est presente de modo inmediato es un continuo de esta sensacin,

    infinitesimal en duracin, pero, con todo, abarcando innumerables partes, y, por tanto, aunque

    infinitesimal, enteramente ilimitada. Y en su ausencia de limitabilidad se siente directamente

    una vaga posibilidad de que hay algo ms presente.

    38. Segundo, en presencia de esta continuidad de sentir, parecen ftiles las mximas

    nominalistas. No hay ninguna duda sobre el que una idea afecta a otra, cuando podemos

    percibir directamente como una se modifica gradualmente y se conforma a otra. Como

    tampoco puede haber ya dificultad alguna sobre el que una idea se parezca a otra, cuando, a lo

    largo del campo continuo de la cualidad podemos pasar de una a otra, y volver de nuevo al

    punto que habamos sealado.

    39. Tercero, consideremos la insistencia de una idea. La insistencia de una idea pasadacon referencia al presente es una cantidad que es menor cuanto ms remota es la idea pasada,

    elevndose al infinito cuando la idea pasada se hace coincidir con el presente. Aqu tenemos

    que hacer una de aquellas aplicaciones inductivas de la ley de la continuidad, que ha dado tan

    grandes resultados en todas las ciencias positivas. Tenemos que extender la ley de la

    insistencia al futuro. Obviamente, la insistencia de una idea futura es, con referencia al

    presente, una cantidad afectada del signo menos; pues es el presente el que afecta al futuro, si

    es que hay algn efecto, no el futuro al presente. Consiguientemente, la curva de la insistencia

    es una suerte de hiprbola equiltera. Un tal concepto no es en absoluto menos matemtico,

    por el hecho de que su cuantificacin no pueda especificarse ahora con exactitud.

    Figura

    12

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    40. Consideremos ahora la induccin a la que aqu hemos ido a parar. Esta curva dice

    que el sentir, que no ha emergido an a la consciencia inmediata, es ya afectable y est yaafectado. De hecho, es hbito, aquello en virtud de lo cual una idea llega a la consciencia

    presente por medio de un vnculo que haba sido ya establecido entre ella y otra idea, mientras

    estaba an in futuro.

    41. Podemos ahora ver en qu consiste la afeccin de una idea por otra. Se trata de que la

    idea afectada se atribuye como predicado lgico a la idea afectante en tanto sujeto. As,

    cuando una sensacin surge a la consciencia inmediata aparece siempre ya en la mente como

    una modificacin de un objeto ms o menos general. La palabra sugerencia se adecua bien a

    la expresin de esta relacin. El futuro est sugerido por, o, mejor, est influido por las

    sugerencias del pasado.

    10. Las ideas no pueden conectarse excepto por continuidad

    42. Para quien reflexiona sobre la cuestin, es bastante evidente que las ideas no pueden

    conexionarse de modo alguno sin continuidad. Pero, con todo, puede mantenerse la opinin

    de que una vez la continuidad ha hecho posible la conexin de las ideas, entonces stas

    pueden llegar a conexionarse por otros modos distintos a la continuidad. Ciertamente, no

    puedo entender cmo alguien puede negar que la diversidad infinita del universo, a la que

    llamamos azar, puede aproximar ideas que no estn asociadas en una idea general. Puede

    hacer esto muchas veces. Pero, entonces, la ley de propagacin continua producir unaasociacin mental; y, esto, supongo, es un enunciado abreviado del modo en que ha

    evolucionado el universo. Pero si se me pregunta por qu un ciego no puede unir

    ideas, lo primero que sealo es que no sera ciego. Al haber una conexin continua entre las

    ideas, stas se asociaran infaliblemente en una idea general viviente, sintiente y percibiente.

    Es ms, no puedo entender en qu consistira la determinabilidad o necesidad de este .

    Los nominalistas dicen que consistira en la uniformidad absoluta de los fenmenos.

    Absoluta, bien dicho est; pues si sucediese as meramente tres veces sucesivas, o tres

    millones de veces, sin existir razn alguna, la coincidencia slo podra atribuirse al azar. Pero

    la uniformidad absoluta tiene que extenderse al futuro infinito total; y es ocioso hablar de esto

    excepto como una idea. No, creo que slo podemos sostener que, siempre que se unen ideas,stas tienden a fundirse en ideas generales; y que siempre, generalmente, que se conexionan

    son ideas generales las que gobiernan la conexin; y estas ideas generales son sensaciones

    vivientes desplegadas.

    11. La ley mental sigue las formas de la lgica

    43. Las tres clases principales de inferencia lgica son deduccin, induccin e hiptesis.

    Estas corresponden a los tres modos bsicos de accin del alma humana. En la deduccin, la

    mente se encuentra bajo dominio de un hbito, o asociacin, en virtud del cual, en cada caso,una idea general sugiere una correspondiente reaccin. Pero se observa que esta idea implica

    una cierta sensacin. Consiguientemente, esta reaccin sigue a aquella sensacin. Este es el

    13

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    modo de razonar de las ancas de una rana, cuando se las pincha separadas del resto del

    cuerpo. Es la forma inferior de manifestacin psquica.

    44. Un hbito se establece mediante la induccin. A cada una de ciertas sensaciones,

    implicando todas una nica idea general, les sigue la misma reaccin, establecindose unaasociacin siempre que aquella idea general logra que le siga uniformemente esta reaccin.

    El hbito es aquella especializacin de la ley de la mente por la que una idea general

    obtiene el poder de suscitar reacciones. Pero, con objeto de que la idea general alcance toda su

    funcionalidad, es necesario, tambin, que llegue a ser sugerible por las sensaciones. Esto lo

    realiza un proceso que tiene la forma de una inferencia hipottica. Tal como he explicado en

    otros escritos27, significo por inferencia hipottica una induccin a partir de cualidades. Por

    ejemplo, s que el tipo de hombre conocido y clasificado como un mugwump28 posee unas

    ciertas caractersticas. Tiene una alta autoestima, y da gran valor a la distincin social.

    Lamenta el predominio de la patanera y de un compaerismo chabacano en las relaciones de

    los polticos americanos con sus votantes. Piensa que sera un gran bien la reforma queconllevara el abandono del sistema de distribucin de cargos con objeto de fortalecer las

    organizaciones de partido, para volver a la concepcin original y esencial de ocupacin de

    puestos. Mantiene que, en cuestiones de poltica general, las consideraciones monetarias

    deberan ser habitualmente las decisivas. Y reconoce el principio del individualismo y del

    laissez-faire como el ms grande instrumento de civilizacin. Son estas opiniones, entre otras,

    las que constituyen las seales visibles de un mugwump. Ahora bien supongamos que

    encuentro casualmente a un hombre en un ferrocarril, y que al empezar a conversar con l veo

    que mantiene opiniones de este tipo; naturalmente paso a suponer que es un mugwump. Esto

    es inferencia hipottica. Es decir, selecciono un cierto nmero de caractersticas fcilmente

    verificables de un mugwump, encuentro que este hombre las tiene, e infiero que tiene todas las

    dems que integran a un pensador de esta ndole. O, supongamos, que encuentro a un hombre

    de apariencia semiclerical y de aire semifarisaico, que aparece como si mirara las cosas desde

    el punto de vista de un dualismo ms bien vaco. Cita textos diversos de las Escrituras, y

    siempre con especial nfasis en sus implicaciones lgicas; y manifiesta hacia los malhechores

    en general una severidad casi rayana a la vengatividad. Rpidamente concluyo que es un

    ministro de una cierta denominacin29. Ahora bien, la mente acta de manera similar a sta

    cada vez que logramos coordinar reacciones de un modo particular, tal como sucede al

    ejecutar cualquier acto que requiera habilidad. As, la mayora de las personas tienen

    dificultad en mover las dos manos simultneamente y en direcciones opuestas, trazando dos

    crculos paralelos, cercanos al plano medio del cuerpo. Para aprender a hacerlo es necesario

    atender, primero, a las diferentes acciones en diferentes partes del cuerpo, hasta que derepente brota una concepcin general de la accin, resultando perfectamente fcil. Pensamos

    que el movimiento que estamos intentando hacer implica esta accin, y sta, y sta. Surge

    entonces la idea general que une todas estas acciones, y, consiguientemente, el deseo de

    ejecutar el movimiento evoca la idea general. Este mismo proceso mental se emplea muchas

    veces, cuando aprendemos a hablar una lengua, o a adquirir cualquier tipo de habilidad.

    45. As, mediante la induccin, un cierto nmero de sensaciones seguidas de una

    reaccin se unen bajo una idea general seguida de la misma reaccin; mientras que, mediante

    el proceso hipottico, un cierto nmero de reacciones evocadas por una ocasin se unen en

    una idea general promovida por la misma ocasin. Mediante la deduccin, el hbito cumple

    su funcin de promover ciertas reacciones en ciertas ocasiones.

    14

    http://d/Comunicaci?n\Peirce,%20Charles\Peirce,%20%20la%20ley%20de%20la%20mente.htm#nota27#nota27http://d/Comunicaci?n\Peirce,%20Charles\Peirce,%20%20la%20ley%20de%20la%20mente.htm#nota28#nota28http://d/Comunicaci?n\Peirce,%20Charles\Peirce,%20%20la%20ley%20de%20la%20mente.htm#nota29#nota29http://d/Comunicaci?n\Peirce,%20Charles\Peirce,%20%20la%20ley%20de%20la%20mente.htm#nota27#nota27http://d/Comunicaci?n\Peirce,%20Charles\Peirce,%20%20la%20ley%20de%20la%20mente.htm#nota28#nota28http://d/Comunicaci?n\Peirce,%20Charles\Peirce,%20%20la%20ley%20de%20la%20mente.htm#nota29#nota29
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    12. Incertidumbre de la accin mental

    46. Las formas de inferencia inductivas e hipotticas son esencialmente inferencias

    probables, no necesarias; mientras que la deduccin puede ser o necesaria o probable.

    47. Pero ninguna accin mental por su carcter parece ser necesaria o invariable. De

    cualquier manera en que la mente haya reaccionado bajo una sensacin dada, lo ms probable

    es que vuelva a reaccionar de esta manera; si ello fuese, sin embargo, una necesidad absoluta,

    los hbitos se haran rgidos e inerradicables, y, al no dejar lugar para la formacin de nuevos

    hbitos, la vida intelectual llegara a un rpido fin. De ah que la incertidumbre de la ley

    mental no es ningn mero defecto suyo, sino que, por el contrario, pertenece a su esencia. La

    verdad es que la mente no est sujeta a "ley", en el mismo sentido rgido en que lo est la

    materia. Experimenta slo suaves fuerzas, que hacen meramente que lo ms probable es que

    acte en una direccin dada, distinta de la que de otro modo adoptara. Queda siempre una

    cierta cantidad de espontaneidad arbitraria en su accin, sin la cual estara muerta.

    48. Algunos psiclogos creen reconciliar, por medio de la ley de la fatiga, la

    incertidumbre de las reacciones con el principio de causalidad necesaria. Verdaderamente,

    para ser ley esta ley de la fatiga es un tanto sin-ley. Creo que es meramente un caso del

    principio general de que una idea al difundirse pierde su insistencia. Ponme estragn en mi

    ensalada, despus de aos sin probarlo, y exclamar: "Esto es nctar!". Pero pnmelo en

    todos los platos que tomo, semana tras semana, y se me acaba creando un hbito de

    expectativa; y al convertirse, as, en hbito, difcilmente llega ya la sensacin a producirme

    impresin alguna, pues, si la noto, lo es desde un ngulo nuevo, desde el que aparece ms bien

    como hasto. La doctrina de que la fatiga es uno de los fenmenos primordiales de la mente es

    algo que me encuentro totalmente dispuesto a cuestionar. Parece ser algo demasiado

    insignificante como para considerarla como una excepcin al importante principio de la

    uniformizacin mental. Por esta razn, prefiero explicarla, de la manera aqu indicada, como

    un caso especial de este importante principio. El considerarla como algo distinto por

    naturaleza, ciertamente fortalece, de alguna manera, la posicin necesarista; pero, aun siendo

    distinta, la hiptesis de que toda la variedad y aparente arbitrariedad de la accin mental debe

    eliminarse en favor del determinismo absoluto, no me parece que pueda por s misma

    recomendarse a un juicio sobrio y serio, que busca la gua de los hechos observados, y no la

    de las preconcepciones.

    13. Reenunciado de la ley

    49. Intentemos ahora recapitular todos estos cabos sueltos del comentario, y reenunciar,

    de forma unitaria, la ley de la mente.

    Primero, pues, al considerar las ideas desde una perspectiva nominalista, individualista y

    sensualista, encontramos que los hechos ms simples de la mente se convierten totalmente en

    carentes de significado. El que una idea se parezca a otra, o influya en otra, o que haya que

    pensar en un estado de la mente desde otro, es, desde este punto de vista, puro sinsentido.

    50. Segundo, por este medio, y por otros, llegamos a percibir lo que es totalmenteevidente por s mismo, que las sensaciones instantneas fluyen conjuntamente en un continuo

    del sentir, que, de forma modificada, tiene la peculiar vivacidad del sentir, y ha ganado en

    15

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    generalidad. Y, en relacin con tales ideas generales, o continuos de sentir, pierden toda

    fuerza las dificultades sobre semejanza y sugerencia, y la referencia a lo externo.

    51. Tercero, estas ideas generales no son meras palabras, ni tampoco consisten en esto,

    en que ciertos hechos concretos tengan en todo momento lugar bajo ciertas clases decondiciones; sino que son realidades vivas, justo tanto, o, mejor, mucho ms, que las mismas

    sensaciones a partir de las cuales se han concretado. Y decir que los fenmenos mentales

    estn gobernados por ley no significa, meramente, que son descriptibles por medio de una

    formula general; sino que hay una idea viva, un continuo consciente del sentir que los

    impregna, y al que son dciles.

    52. Cuarto, esta ley suprema, que es la armona celestial y viva, no hace ms que exigir

    que las ideas especiales abdiquen enteramente de su arbitrariedad y capricho peculiar; pues

    esto sera autodestructivo. Exige slo que influyan y se influyan las unas a las otras.

    53. Quinto, en qu medida acta esta unificacin parece estar regulado slo por reglasespeciales; o, al menos, con nuestro conocimiento actual, no podemos decir hasta dnde llega.

    Pero, puede decirse que, a juzgar por las apariencias, la cantidad de arbitrariedad en los

    fenmenos de las mentes humanas no es ni en absoluto insignificante, ni muy relevante.

    14. La personalidad

    54. Habindome propuesto enunciar la ley de la mente en general, desciendo ahora a

    considerar un fenmeno particular, que es sealadamente relevante de nuestra propia

    consciencia: el de la personalidad. Las recientes observaciones sobre la personalidad doble y

    mltiple han arrojado una fuerte luz sobre este tema. Supongo que ahora se reconocer

    universalmente como insuficiente la teora que en otro tiempo pareca plausible, la de que dos

    personas en un mismo cuerpo correspondan a las dos mitades del cerebro. Pero lo que estos

    casos ponen totalmente de manifiesto es que la personalidad es un cierto tipo de coordinacin

    o conexin de ideas. Lo que no es, quiz, decir mucho. Con todo, cuando, segn el principio

    que estamos esbozando, consideramos que una conexin entre ideas es ella misma una idea

    general, y que una idea general es una sensacin viva, est claro que, al menos, hemos

    realizado un paso apreciable hacia la comprensin de la personalidad. Esta personalidad,

    como cualquier idea general, no es una cosa que se pueda captar en un instante. Se ha de vivir

    en el tiempo; y tampoco ningn tiempo finito puede abarcarla en toda su plenitud. Con todo,se encuentra presente y viva en cada intervalo infinitesimal, aunque especialmente coloreada

    por las sensaciones inmediatas de aquel momento. La personalidad, en la medida en que se

    capta en un momento, es autoconsciencia inmediata.

    55. Pero la palabra coordinacin implica, de alguna manera, ms que esto; implica una

    armona teleolgica en las ideas, y, en el caso de la personalidad, esta teleologa es algo ms

    que una prosecucin intencionada de un fin predeterminado; es una teleologa desarrollista.

    Esta es la caracterizacin personal. Una idea general, viva y consciente ahora, es ya

    determinante de futuros actos, en una medida de la que ahora no es consciente 30.

    56. Esta referencia al futuro es un elemento esencial de la personalidad. Si los fines deuna persona estuviesen ya explcitos, no habra lugar al desarrollo, al crecimiento, a la vida; y,

    consecuentemente, no habra personalidad alguna. El mero llevar a cabo propsitos

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    http://d/Comunicaci?n\Peirce,%20Charles\Peirce,%20%20la%20ley%20de%20la%20mente.htm#nota30#nota30http://d/Comunicaci?n\Peirce,%20Charles\Peirce,%20%20la%20ley%20de%20la%20mente.htm#nota30#nota30
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    predeterminados es algo mecnico. Esta observacin tiene aplicacin a la filosofa de la

    religin. Es la de que una filosofa genuinamente evolutiva, es decir, aquella que hace del

    principio de crecimiento un elemento primordial del universo, lejos de ser contrapuesta a la

    idea de un creador personal, en realidad es inseparable de dicha idea 31; mientras que una

    religin necesarista se encuentra en una posicin absolutamente falsa, estando destinada adesintegrarse. Pero un pseudoevolucionismo, que entroniza la ley mecnica por encima del

    principio de crecimiento, es, tambin, cientficamente insatisfactorio, en la medida en que no

    proporciona ningn posible indicio de cmo se ha producido el universo32, siendo adems

    hostil a toda esperanza de relacin personal con Dios33.

    15. La comunicacin

    57. Coherentemente con la doctrina sentada al principio de este artculo, tengo que

    mantener que una idea slo puede estar afectada por una idea en conexin continuada conella. No puede estar afectada por algo que no sea una idea. Esto me obliga a afirmar, como lo

    afirmo sobre otras bases, que lo que llamamos materia no es algo completamente muerto, sino

    que meramente es mente envuelta en hbitos. Retiene an el elemento de diversificacin; y en

    esta diversificacin hay vida. Cuando una idea se transmite de una mente a otra, ello se realiza

    por medio de formas de combinacin de los diversos elementos de la naturaleza, digamos, por

    medio de alguna simetra curiosa, o de alguna unin de un color suave con un olor refinado.

    La ley de la energa mecnica no tiene aplicacin alguna a estas formas. Si son eternas, lo son

    en el espritu que encarnan, y ninguna necesidad mecnica puede dar cuenta de su origen. Son

    ideas encarnadas; y, por tanto, slo pueden transmitir ideas. En el estado actual de la

    psicologa no podemos decir precisamente cmo se suscitan las sensaciones primarias, tales

    como los colores y los tonos. Pero, en nuestra ignorancia, creo que tenemos libertad para

    suponer que surgen esencialmente de igual manera que las otras sensaciones, llamadas

    secundarias. Por lo que respecta a la vista y al odo, sabemos que los excitan slo vibraciones

    de inconcebible complejidad; y los sentidos qumicos no son probablemente ms simples.

    Incluso la menos psquica de las sensaciones perifricas, la de la presin, tiene condiciones de

    excitacin que, aunque aparentemente simples, se presentan como bastante complicadas

    cuando consideramos las molculas y sus atracciones. El principio del que parto me exige

    mantener que estas sensaciones se comunican por continuidad a los nervios, de manera que en

    los excitantes mismos tiene que haber algo parecido a ellas. Si esto parece exagerado, hay que

    recordar que es el solo modo posible de obtener alguna explicacin de la sensacin, que, de

    otro modo, tendra que declararse un hecho general absolutamente inexplicable y ltimo.Ahora bien, la absoluta inexplicabilidad es una hiptesis que la lgica seria bajo cualquier

    circunstancia rehsa justificar.

    58. Se me puede preguntar si mi teora sera favorable o no a la telepata34. No tengo una

    respuesta decidida a esto. A primera vista parece desfavorable. Con todo, tiene que poder

    haber otros modos de conexin continua entre las mentes distintos a los de espacio y tiempo.

    59. El reconocimiento por parte de una persona de la personalidad de otra tiene lugar por

    medios hasta cierto punto idnticos con los medios por los que es consciente de su propia

    personalidad. La idea de la segunda personalidad, que es tanto como decir esta segunda

    personalidad misma, entra dentro del campo de la consciencia directa de la primera persona, yest tan inmediatamente percibida como su ego, aunque con menos fuerza. A la vez, se

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    percibe la oposicin entre las dos personas, de manera que se reconozca la externalidad de la

    segunda.

    60. Los problemas psicolgicos de intercomunicacin entre dos mentes se han estudiado

    desgraciadamente poco. De manera que es imposible afirmar con certeza si son o nofavorables a esta teora. Pero, ciertamente, lo que el punto de vista aqu adoptado hace ms

    comprensible es la extraordinaria penetracin que algunas personas pueden obtener de otras, a

    partir de indicaciones tan ligeras que resulta difcil determinar cules son.

    61. Una dificultad que tiene que afrontar la filosofa sinejista es sta. Al considerar la

    personalidad, esta filosofa est obligada a aceptar la doctrina de un Dios personal; pero, al

    considerar la comunicacin, no puede ms que admitir que si hay un Dios personal tenemos

    que tener una percepcin directa de esta persona, y verdaderamente estar en comunicacin

    personal con l35. Ahora bien, si es este el caso, la cuestin que se plantea es la de cmo es

    posible que la existencia de este ser haya podido ser puesta por alguien alguna vez en duda.

    La nica respuesta que puedo dar, de momento, es que los hechos que se encuentran antenuestra cara y ojos, dndonos como en las narices, no son ni mucho menos en todos los casos

    los ms fcilmente discernibles. Esto ha sido observado ya desde tiempo inmemorial.

    16. Conclusin

    62. He desarrollado, as, lo mejor que he podido, en un corto espacio, la filosofa

    sinejista, aplicada a la mente. Creo que he logrado esclarecer que esta doctrina permite

    explicaciones de muchos hechos, que sin ella son absoluta y definitivamente inexplicables; y,

    adems, que comporta consigo las doctrinas siguientes: primero, un realismo lgico del tipo

    ms acentuado; segundo, un idealismo objetivo; tercero, un tijismo, con su consiguiente

    evolucionismo sistemtico. Observamos, tambin, que esta doctrina no presenta impedimento

    alguno a influencias espirituales, tal como parece que lo hacen algunas filosofas.

    Traduccin de Jos Vericat (1988)

    Notas

    * (N. del E.) Reproducido con el permiso de Jos Vericat. Esta traduccin se public

    originalmente en: Charles S. Peirce. El hombre, un signo (El pragmatismo de Peirce) , Jos

    Vericat (trad., intr. y notas), Crtica, Barcelona 1988, pp. 251-278. The Law of Mindapareci

    en The Monist(2, 533-559, 1892), como el tercero de una serie de tres, siendo el primero "La

    arquitectura de las teoras", y el segundo "La doctrina de la necesidad examinada" (ambos

    publicados en el volumen VI de los CP). Los ttulos interiores son de los editores de los CP.

    1.The Monist, vol. II, pp. 533-559 (1892), el tercer artculo ("La ley de la mente") de una

    serie de cinco, el primero de los cuales se titula "La arquitectura de las teoras" (vol. I, pp.161-176, 1891), el segundo viene indicado en la n. 2, el tercero arriba, el cuarto "La cristalina

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    esencia del hombre" (vol. 3, pp. 1-22, 1892) y el quinto, "Amor evolutivo" (vol. 3, pp. 176-

    200, 1893) (Nota de los editores de los CP).

    2. The Monist, vol. II, pp. 321-337 (1892); el segundo artculo ("La doctrina de la

    necesidad examinada") de l aserie anterior de cinco.

    3."(N)o creo que nadie (...) pueda mantener que la conformidad precisa y universal de los

    hechos a la ley est claramente probada, o incluso hecha particularmente probable, por

    ninguna de las observaciones realizadas hasta el momento (CP 6. 48).

    4. Se refiere Peirce a la escuela Trascendental, surgida en Nueva Inglaterra, en la primera

    mitad del siglo XIX, bajo la influencia del romanticismo alemn, especialmente de Schelling,

    y como reaccin, tanto al racionalismo de la Ilustracin como al convencionalismo religioso y

    al materialismo vulgar de la vida cotidiana, y de la que el mximo representante es R. W.

    Emerson (1803-1882), filsofo y ensayista, profesor en Harvard (Cambridge).

    5. Ciudad por cuyo nombre se conoci a los integrantes de esta tendencia filosfica

    como "grupo de Concord", en la que, por lo dems, muri Emerson.

    6. Se refiere a "La arquitectura de las teoras" (Cf. n. 1).

    7. Para Peirce, "tenemos experiencia directa de las cosas en s mismas. Nada puede ser

    ms falso que el que podamos tener experiencia slo de nuestras propias ideas" (CP 6. 95).

    8. G. Cantor, Gesammelte Abhandlungen mathematischen und philosophischen Inhalts,

    edicin de E. Zermelo, Berln, 1932, pp. 139-140.

    9. Cf. CP 3. 286 ss. (Nota de los editores de los CP).

    10.Formal Logic or the calculus of inference, necessary and probable, Londres, 1847,

    pp. 165 ss. Peirce define elsilogismo de la cantidad traspuesta como "un silogismo en el que

    la entera cantidad de un trmino concluyente, o su contrario, se aplica en una premisa al otro

    trmino concluyente, o su contrario, por medio de una relacin de correspondencia uno-a-N.

    Como en el siguiente: Algunos X's no son Y's, para todo X hay un Y que es Z; de donde

    algunos Z's no son Xs" (CP 2. 579).

    11. La importancia para Peirce de este "silogismo de la cantidad traspuesta" es que esvlido para conjuntos finitos, pero no para infinitos.

    12. Ya que la validez de este silogismo se basa en que la parte es menor que el todo, lo

    cual es cierto slo para conjuntos finitos.

    13. Fermat, Opera Omnia, Leipzig, 1911, vol. 1, 340-351 (Nota de los editores de los

    CP).

    14. Esta posicin es sustancialmente la misma que un teorema de Cantor [Gesammelte

    Abhandlungen..., pp. 115 ss.], aunque enunciada de forma mucho ms general.

    15.Gesammelte Abhandlungen..., p. 278 (Nota de los editores de los CP).

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    16.Op. cit., p. 289 (13) y (14).

    17. Peirce define tambin una coleccin como "enumerable o finita, denumerable o

    indefinida, (y) abnumerable o transfinita". Decir que una multitud es enumerable es tanto

    como decir que es "una multitud menor que la de todos los nmeros enteros finitos"; decir quees denumerable es decir que es "la multitud de los nmeros enteros finitos"; decir que es

    abnumerable es decir que es una multitud mayor que la de todos los nmeros enteros finitos"

    (CP 7. 209).

    18.Kritik der reinen Vernunft..., A 169, B 211 (Nota de los editores de los CP).

    19.Gesammelte Abhandlungen..., p. 194 (Nota de los editores de los CP).

    20. Para Peirce la idea de continuo de Cantor es errnea porque encierra un malentendido

    sobre la definicin de Kant. Kant define un continuo "como aquel todo cuyas partes tienen

    partes del mismo tipo". Pero, esto, dice Peirce, significa "la divisibilidad infinita, lo queevidentemente no es lo que constituye la continuidad. (...) La definicin real de Kant implica

    que una linea continua no contiene punto alguno". Por lo tanto, dice Peirce, "un punto o lugar

    indivisible no existe realmente, a menos que haya actualmente algo que lo seale, lo cual, de

    haberlo, interrumpe la continuidad". En consecuencia, por tanto, para Peirce, "tenemos que

    decir que la continuidad es la relacin de las partes de un espacio, o tiempo, seguido". O, lo

    que es lo mismo: "que un continuo, ah donde es continuo y seguido, no contiene parte alguna

    definida, que sus partes se crean en el acto de definirlas, rompiendo la definicin precisa de

    ellas la continuidad". (CP 6. 168).

    21. Cf. suFsica, 227a, 10;Metafsica, 1069a, 5 f.

    22. La kanticidad"es tener un punto entre dos puntos cualesquiera"; la aristotelicidad

    "es tener todo punto que sea un lmite para una serie infinita de puntos que pertenece al

    sistema" (CP 6. 166).

    23.Leons sur les applications du calcul infinitsimal la gomtrie, Pars, 1826 (Nota

    de los editores de los CP).

    24.Elments de calcul infinitsimal, Pars, 1856 (Nota de los editores de los CP).

    25. Sobre el entorno (cf. CP 4. 125 ss.).

    27. CP 2. 514 ss.; 2. 632 (Nota de los editores de los CP).

    28. Expresin derivada del lenguaje de los indios algonquinos, que significa Gran Jefe.

    Se utiliza para caracterizar a una persona independiente en poltica.

    29. Nombre con el que se conocen las sectas protestantes norteamericanas.

    30. "Qu es el tiempo? Diremos que es la forma bajo la cual la ley de la dependencia

    lgica se presenta por s misma a la intuicin? Pero, qu es la dependencia lgica

    objetivamente considerada? No es ms que una determinacin necesaria, no bruta sino regidapor ley. Nuestra hiptesis por tanto expresa que el tiempo es la forma bajo la cual la lgica se

    presenta a s misma a la intuicin objetiva ..." (CP 6. 87).

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  • 7/29/2019 Peirce Charles S - La Ley de La Mente

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    31. "La hiptesis de Dios es peculiar, por cuanto supone un objeto infinitamente

    incomprehensible... Estando as la hiptesis inevitablemente sujeta a la ley de crecimiento..."

    (CP 6. 466).

    32. "Me inclino a pensar ... que el proceso de creacin se ha sucedido durante un tiempoinfinito en el pasado, y, ms an, durante todo el tiempo pasado, y, ms an, que el tiempo

    pasado no tuvo un comienzo definido, teniendo lugar, con todo, por un proceso que, en un

    sentido generalizado, del que no podemos fcilmente tener mucha idea, fue un desarrollo (...)

    En tanto realidad se ha debido al poder creador" (CP 6. 506).

    33. No veo por qu la oracin no puede ser eficaz, o,si no exactamente la oracin, el

    estado mental del que la oracin no es ms que la expresin, a saber, la consciencia del alma

    de su relacin con Dios, que no es otra cosa que precisamente el significado pragmatstico del

    nombre de Dios" (CP 6. 516). "Un cierto tipo de vida futura sin duda lo hay. Un hombre de

    carcter deja tras de l una influencia viviente. Viviente: personal. En mi opinin, es

    totalmente adecuado llamar a esto vida futura" (CP 6. 519).

    34. "La creencia en la telepata debe alinearse como una variacin del espiritualismo"

    (CP 6. 559). "Me parece a m que el nico punto de vista admisible es que la razonabilidad, o

    idea de ley, en una mente humana, al ser una idea por la que se realizan predicciones

    objetivas... tiene que encontrarse en la mente como una consecuencia de su estar en el mundo

    real. Pues, al ser la razonabilidad de la mente y de la naturaleza esencialmente la misma, no es

    sorprendente que la mente, tras un limitado nmero de conjeturas, sea capaz de conjeturar

    cul es la ley de cualquier fenmeno natural... Si se extiende o no a que muy raramente una

    mente pueda conocer lo que pasa en otra a distancia, parecera ser sta una cuestin para

    investigar tan pronto podamos ver el modo de hacerlo inteligentemente" (7. 687).

    35. "... (C)uando una persona se encuentra en sociedad con otros, est tan seguro de la

    existencia de stos como de la suya propia, aun cuando pueda mantener la teora metafsica de

    que todos son hipostticamente el mismo ego. De la misma manera, cuando un hombre tiene

    esta experiencia de la que parte la religin, tiene tan buena razn para creer en la personalidad

    viviente de Dios, como la tiene para creer en la suya propia. Ciertamente, creencia es una

    palabra inapropiada para una tal percepcin directa" (CP 6. 435).

    Fin de "La ley de la mente", C. S. Peirce (1892). Traduccin castellana y notas de Jos

    Vericat. En: Charles S. Peirce. El hombre, un signo (El pragmatismo de Peirce) , J. Vericat

    (tr., intr. y notas), Crtica, Barcelona, 1988, pp. 251-278. "The Law of Mind" est publicada

    en CP6. 102-163.

    Fecha del documento: 11 mayo 2001

    Ultima actualizacin: 7 junio 2001