@Novela Policial-Stout, Rex-Nero Wolfe-03-La banda de «El Goma»

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Rex Stout La banda de El GomaTtulo original: THE RUBBER BAND Traduccin de: C. PERAIRE DEL MOLINO EDITORIAL MOLINO Biblioteca Oro 346 Impreso en Espaa

GUA DEL LECTOR

En un orden alfabtico convencional relacionamos a continuacin los principales personajes que intervienen en esta obra. BARISH Secretaria del Sr. Muir. BRENNER (Fritz) Leal criado de Nero Wolfe. CRAMER Inspector de polica. DURKIN (Fred) Eficaz colaborador de Wolfe. FOX (Clara) Taqugrafa de Muir. GOODWIN (Archie) Secretario de Wolfe. HORROCHS (Francis) Sobrino del Marqus de Clivers. HORSTMANN (Teodoro) Hbil jardinero de Nero. LINDQUIST (Victor) Componente de la banda de El Goma. LlNDQUIST (Hilda) Hija del anterior. MARQUES DE CLIVERS Un digno y respetable diplomtico, MUIR (Ramsey) Vicepresidente de la firma Seaboard Products Corporation. PANZER (Sal) Activo colaborador de Wolfe PERRY (Antonio) Director de la citada firma WALSH (Michael) Tambin individuo de la misma. WOLFE (Nero) Experto detective, protagonista de esta novela

DEJANDO a un lado el Times del domingo, bostec. Dirig mi vista hacia Nero Wolfe y volv a bostezar. Ese pjaro, S. J. Woolf, tiene algn parentesco con usted? Wolfe, que acababa de disparar una flecha que fue a clavarse en un rey de picos, no me prest la menor atencin y yo continu: Supongo que no, puesto que se escribe diferente. Lo pregunto porque se me acaba de ocurrir una idea. No sera conveniente para el negocio que ese S. J. Woolf le hiciera una fotografa y escribiera un articulo sobre usted para el Times? Es un buen tema. Sonre considerando el tamao y aspecto fsico de Wolfe mientras l con un gruido se agachaba para recoger un dardo que se le haba cado. Continu: Es mucho mejor que la publicidad, y en cuanto a categora, ms elevado que el monte Everest. Ese Woolf slo se dedica a los peces gordos. He estado leyendo sus articulas durante aos, y versaron sobre Einstein, el

CAPITULO PRIMERO

prncipe de Gales, tres presidentes de los Estados Unidos, el rey de Siam y otras personalidades por el estilo. Al parecer slo se interesa por los adalides. Eso le incluye a usted, y por extrao que parezca no bromeo, sino que lo digo sintindolo. Entre nuestro extenso circulo de amistades debe haber quien le conozca y se lo insinu. Wolfe continu sin hacerme el menor caso. A decir verdad, tampoco lo esperaba, puesto que estaba ocupado haciendo ejercicio. ltimamente tena la impresin de que pesaba demasiado... lo cual era como si el Ocano Atlntico se considerase demasiado hmedo... y por ello haba aadido uno nuevo a su rutina diaria. Puesto que slo sala al exterior cuando haba algn terremoto o cataclismo, apenas realizaba movimiento alguno, excepto cuando estaba en el terrado con Horstmann y las orqudeas, desde las nueve a las once por las maanas, y de cuatro a seis de la tarde, y all no haba espacio para saltar con prtiga. De ah el nuevo aparato para realizar un ejercicio a diario y que era un primor. Con l practicaba desde las tres cuarenta y cinco hasta las cuatro de la tarde. Se trataba de un tablero de unos dos pies cuadrados forrado de corcho en el que iba marcado un gran crculo. Veintisis radios y un crculo interior ms reducido y delineado por alambre fino, dividan el rea del crculo en cincuenta y dos secciones. Cada una de estas secciones llevaba un smbolo pintado, y juntas formaban una baraja de cartas; el centro del blanco, un reducido crculo situado en el centro, era el Comodn. Haba tambin varios dardos, de unas cuatro pulgadas de largo y que pesaran un par de onzas, constru dos con madera, plumas y una punta afilada de metal. Haba que colgar el tablero en la pared, colocarse a unos diez o quince pies de distancia, lanzar cinco dardos y formar poker con el comodn. Entonces se arrancaban los dardos y volva a empezarse de nuevo... Es evidente que era un juego interesantsimo. Lo que quiero decir es que hubiera sido muy adecuado para una escuela de nias, ya que no creo que los nios de ms de seis meses hubieran perdido el tiempo con l. Puesto que mi nica excusa para escribir esto es relatar los hechos de uno de los casos de Nero Wolfe, y ya que slo me tomo esta molestia cuando envuelto en ellos va algn crimen, ustedes supondrn que les cuento lo de este juego porque ms adelante uno de estos dardos, debidamente envenenado, ha de servir para matar a alguien. Nada de eso. Nadie sufri nunca dao alguno con ellos, que yo sepa, excepto yo. Por espacio de un par de meses Nero Wolfe me gan ms de ochenta y cinco pavos. No haba manera de adquirir habilidad en aquel juego, que dependa ms que nada de la suerte. De todas formas, cuando Wolfe decidi que pesaba demasiado, fue eso lo que compr. El llamaba jabalinas a los dardos. Cuando descubr que mis prdidas se iban aproximando a los cien decid dejar de burlarme de l y cortar por lo sano, dicindole que mi mdico me haba advertido que mi corazn no resistira los ejercicios atlticos. Wolfe continu con el juego y por aquel

entonces, este domingo al que me refiero, era capaz de dar dos veces en el comodn con slo cinco disparos, Le dije: Sera un buen artculo. Lo merece. Usted mismo admite que es un genio. Eso nos proporcionara un montn de clientes nuevos, y podramos tener una ayuda permanente... Uno de los dardos resbal de la mano de Wolfe, y al caer al suelo rod hasta mis pies. Wolfe me mir. Yo saba lo que deseaba. Odiaba el tener que agacharse, pero eso era en realidad el nico ejercicio violento de aquel juego y consider que lo necesitaba. Continu sentado y Wolfe se dign contestarme: He reparado en los dibujos del seor Woolf. Tcnicamente son magnficos. El muy tuno trataba de sobornarme para que recogiera el dardo, simulando interesarse por lo que le deca. Yo me dije: Muy bien, pero tendr que pagarlo; veamos cunto tiempo conserva ese inters. Recog el peridico abierto por la seccin correspondiente en la que apareca el artculo y coment a toda prisa: Este es uno de los mejores. Lo ha ledo? Habla de un ingls que ha venido con una misin del gobierno... Espere... Aqu dice... Al fin lo encontr y le en voz alta: Se ignora si el marqus de Clivers est autorizado para discutir los acuerdos militares y navales en el Lejano Oeste; lo que si se ha averiguado es su intencin de intervenir en la cuestin de las esferas de influencia econmica. Por eso, tras una semana de conferencias en Washington con los Departamentos de Estado y Comercio, ha venido a Nueva York indefinidamente para consultar con los dirigentes financieros e industriales. Se est haciendo cada vez ms evidente en los crculos gubernamentales que la nica base permanente y satisfactoria para la paz en Oriente es la renovacin de las presentes causas del roce econmico. Mir a Wolfe. Lo ha captado? Esferas de influencia econmica. Lo mismo que preocup a Al Capone y Dutch Schultz. Mire a dnde les condujo el roce econmico. Wolfe asinti. Gracias, Archie. Muchsimas gracias por explicrmelo. Ahora si quisieras... Me apresur a atajarle. Espere, es mucho ms interesante todava. Revis el artculo. En la fotografa parece un hombre acostumbrado a gobernar a los dems... sabe? Como un maestro barbero o un matre, ya conoce el tipo. Contina diciendo lo

mucho que conoce esferas e influencias, su actuacin en la guerra... estuvo al mando de una brigada, siendo condecorado cuatro veces Un lord noble y adems cubierto de condecoraciones Voy a lanzar tres vivas y luego brindemos por el rey, caballeros. Comprende? estoy resumiendo. S, Archie. Gracias. Wolfe pareca molesto y tom aliento. De nada. Pero la parte realmente interesante es la que habla de su carcter y su vida privada. Es un gran jardinero. Poda sus propias rosas! Por lo menos eso dice, aunque es casi demasiado para creerlo. Luego contina en otro prrafo: Aunque sera una exageracin llamar excntrico al marqus, en muchos aspectos no se ajusta a la idea convencional que tenemos de los pares britnicos; probablemente es debido en cierto modo al hecho de que en su juventud... ahora cuenta sesenta y cuatro aos... pas muchos aos entregado a diversas actividades en Australia, Sudamrica y la parte oeste de los Estados Unidos. Es sobrino del noveno marqus, y entr en posesin del titulo en mil novecientos cinco, cuando su ta y dos primos perecieron en el hundimiento del Rotania en las costas africanas. Pero bajo cualquier circunstancia es una persona extraordinaria y sus idiosincrasias, como l gusta de llamarlas, son definitivamente muy suyas. Nunca dispara contra animales o pjaros, a pesar de ser uno de los mejores tiradores de Escocia... No obstante, es un experto de la pistola y siempre lleva una encima. Posee un magnifico establo, pero no ha montado a caballo por espacio de quince aos. Nunca toma nada entre la comida y la cena, lo cual en Inglaterra casi se considera una traicin. Nunca ha presenciado un partido de cricket. Es propietario de ms de una docena de automviles y no sabe conducir. Es un magnfico jugador de poker y ha popularizado este juego entre el circulo de sus amistades. Es un apasionado entusiasta del croquet y considera el golf como el corruptor de la decencia social. Tiene un cocinero americano en su finca de Pokenham para que le prepare tartas de calabaza. En sus frecuentes viajes al Continente nunca deja de llevar consigo... No haba por qu continuar; de modo que me detuve. Haba perdido mi auditorio. Mientras me miraba. Wolfe haba ido entornando los ojos y de pronto se le abri la mano dejando caer todos los dardos al suelo, donde rodaron en todas direcciones, en tanto que l sala de la habitacin sin pronunciar palabra. Le o entrar en el ascensor y cerrar la puerta de golpe. Claro que tena la excusa de que eran las cuatro, la hora en que acostumbraba subir a cuidar de sus plantas. Podra haber dejado que Fritz los recogiera ms tarde, pero no haba razn para portarme como un chiquillo slo porque a Wolfe se le ocurriera hacerlo. De modo que arranqu la parte del artculo que haba estado leyendo y en cuyo centro apareca el retrato del marqus de Clivers, lo coloqu en el tablero de corcho sujetndolo con un par de clavillos, y recogiendo los dardos

me coloqu a ocho pasos de distancia y comenc a lanzarlos. Uno de ellos fue a clavarse en la nariz del marqus, otro en su ojo izquierdo, dos en el cuello y el ltimo no le alcanz por una pulgada. Estaba bien acribillado. Buena puntera. Pens, mientras iba en busca de mi sombrero para irme al cine, sin saber que antes de abandonar nuestra ciudad el marqus iba a darnos una exhibicin de mejor puntera con un arma bien distinta, ni que en aquella hoja de peridico que yo haba prendido al tablero de corcho haba una buena informacin que luego habra de resultar muy til a Nero Wolfe al considerar profesionalmente un caso de muerte violenta.

AL DA siguiente, lunes, siete de octubre, mi agenda sealaba dos citas. Ninguna prometa resultar lucrativa o excitante. La primera, para las tres treinta de la tarde, era con un individuo llamado Antonio D. Perry. Era el Director de la Metropolitan Trust Company, el Banco con quien negocibamos, y presidente de la Seaboard Products Corporation... una de esas firmas ambiguas que ocupan seis pisos de un enorme rascacielos y venden anualmente por valor de un billn de dlares de algo que nadie ha visto en realidad, como plantas asiticas de habas comestibles, polvo de cscara de coco, o pezuas de llama secas. Como digo, Perry presida reuniones, y estaba presente en todos los Comits Mayores. Wolfe haba realizado un par de investigaciones, contratado por l en aos anteriores... nada importante. Ignorbamos qu era lo que deseaba en esta ocasin; se haba limitado a telefonear solicitando una entrevista. La segunda cita para las seis de la tarde era bastante extraa, pero las tenamos muy a menudo. El sbado cinco de octubre por la maana, una voz de mujer haba dicho por telfono que deseaba ver a Nero Wolfe. Yo le dije que bueno. Ella repuso que iba a venir con cierta persona que no llegara a Nueva York hasta el lunes por la maana y que como estaba ocupada todo el da vendra a las cinco y media. Yo le dije que si podan acudieran a las seis, y cog un lpiz, dispuesto a anotar su nombre, que se neg a darme, diciendo que ya nos lo dira entonces y que estaran aqu a las seis en punto, puesto que era muy importante. No era gran cosa, pero lo anot en la agenda con la esperanza de que viniera, puesto que era una de esas voces que hacen desear conocer a su poseedora. Antonio D. Perry se present a las tres y media en punto. Fritz abri la puerta y le hizo pasar al despacho. Wolfe se hallaba tras su escritorio bebiendo cerveza. Yo ocup mi rincn y frunc las cejas ante la posibilidad de que Perry nos pidiera que siguiramos la pista a algn competidor sospechoso de comerciar de mala fe. Pero esta vez su problema era bien distinto, aunque no es nada capaz de helarles la sangre. Nos pregunt por el estado de nuestra salud, incluyndome a m porque era democrtico; se interes cortsmente por las orqudeas, y luego enderez su silla mirando a Wolfe como cualquier hombre de

CAPTULO II

negocios a otro. Seor Wolfe, he venido a verle en vez de pedirle que lo hiciera usted, por dos razones. Primera, porque s que no le gusta dejar su casa para visitar a nadie, y segunda, porque lo que me trae aqu es de ndole particular y confidencial. Wolfe asinti. Cualquiera de las dos hubiera bastado, seor. De qu se trata? Es, como le digo, confidencial. Perry aclar su garganta mirndome mientras abr mi block de notas. Supongo que el seor... Goodwin. Wolfe se sirvi un vaso de cerveza. La discrecin del seor Goodwin raya en lo infinito. Para l no hay nada demasiado confidencial. Muy bien. Deseo encargarle una delicada investigacin, que requerir un manejo cuidadoso. Es referente a una desgraciada circunstancia que ha ocurrido en nuestras oficinas. Perry volvi a carraspear. Temo que una de nuestras empleadas, una jovencita, vaya a ser vctima de una injusticia... o de las circunstancias... a menos que se haga algo. Pero, seor Perry. Sin duda, usted, como director de su corporacin, es su fuente de justicia... o lo contrario? insinu Wolfe. Perry sonri. De ninguna manera. Todo lo ms, un monarca constitucional, Permtame que me explique. Nuestras oficinas ejecutivas se hallan situadas en el piso treinta y dos de nuestro edificio... el Seaboard Building. En ese piso tenemos treinta despachos privados de los empleados de categora, jefes de departamento, etctera. El viernes pasado uno de los encargados tena en su escritorio una crecida cantidad de dinero en efectivo que desapareci en circunstancias que le impulsaron a sospechar de... la empleada antes mencionada. A m no me lo comunicaron hasta el sbado por la maana. El encargado exige una accin inmediata, pero yo no me atrevo a creerla culpable. Es... es decir..., ha sido siempre merecedora de la ms absoluta confianza. A pesar de las apariencias... Se detuvo y Wolfe pregunt: Y usted quiere que nosotros descubramos la verdad? S. Desde luego. Eso es lo que deseo. Perry carraspe. Pero tambin que consideren su ficha de honradez y lealtad en todos sus servicios. Y quisiera pedirle, que al discutir este asunto con el seor Muir, le hagan comprender que se les ha encargado tratar este asunto como cualquier investigacin similar. Adems, deseo que me informen de todo personalmente. Ya. Wolfe haba entrecerrado los ojos. Lo encuentro un tanto complejo, y quiero evitar posibilidad de un malentendido. Aclarmoslo. Usted no nos pide que descubramos las pruebas que demuestren la culpabilidad de esa empleada, ni tampoco que inventemos otras que manifiesten su inocencia. Lo nico que desea es que descubramos la verdad.

Si. Perry sonri. Pero creo y espero que la verdad pruebe su inocencia. Que as sea. Y quin va a ser nuestro cliente, usted o la Seaboard Products Corporation? Pues... no se me haba ocurrido pensarlo. Creo que la Compaa. Ser mejor. Bien. Wolfe me mir. Archie, si haces el favor. y reclinndose en su silla y entrelazando sus dedos sobre su abultado abdomen, cerr los ojos. Yo me volv con la libreta en ristre. En primer lugar el dinero, seor Perry. Qu cantidad era? Treinta mil dlares en billetes de cien. De la nmina? No. Vacil. Bueno, si; puede llamarlo as. Seria mejor que lo supiramos todo. Es necesario? Necesario, no. Conveniente. Cuanto ms sepamos, menos tendremos que averiguar. Pues... puesto que queda entendido que esto es estrictamente confidencial... ustedes ya saben que en relacin con nuestro negocio necesitamos ciertos privilegios en algunos pases extranjeros. Y en los tratos con los representantes de esos pases algunas veces necesitamos emplear sumas en efectivo. De acuerdo. Ese seor Muir que usted ha nombrado, es el encargado de efectuar los pagos? El seor Ramsey Muir es el vicepresidente de la Corporacin y acostumbra a encargarse de esos contactos. En esta ocasin, el viernes pasado, tena citado a comer a un caballero de Washington. El caballero perdi el tren y le telefone que llegara ms tarde, presentndose en nuestra oficina a las cinco y media. Cuando el seor Muir abri el cajn de su escritorio, el dinero haba desaparecido, y desde luego fue muy violento para l. Ya. Cundo lo puso all? Wolfe nos interrumpi. Se haba erguido en la silla, luego se dispuso a levantarse mirando a Perry. Usted me perdonar, seor. Es la hora de mi ejercicio y a continuacin debo cuidar mis plantas. Si le divierte, cuando haya terminado con el seor Goodwin, suba al terrado a verlas, me encantar enserselas. Se dirigi hacia la puerta, desde donde se volvi. Creo que sera aconsejable que el seor Goodwin realizara algunas investigaciones preliminares antes de emprender definitivamente la comisin que acaba de proponernos. Al parecer presenta algunas dificultades. Buenos das, seor. Sali. El tablero de los dardos aquella maana haba sido trasladado a su dormitorio, puesto que era da de trabajo.

Un hombre prudente. Perry me sonri. Claro que su excepcional habilidad le permite serlo. Vi que Perry estaba dolido por el color que apareci en sus mejillas. Le dije: S. Cundo lo puso all? Qu? Oh, si! El dinero haba sido trado del Banco y colocado en el escritorio del seor Muir aquella maana, pero l mir el cajn al volver despus de comer, a eso de las tres, y el dinero estaba intacto. A las cinco y media haba desaparecido. Estuvo l all todo el tiempo? Oh, no! Entraba y sala. Por espacio de unos veinte minutos permaneci conmigo en mi despacho. Fue una vez al lavabo, y pas ms de media hora desde las cuatro a las cuatro y media en el despacho del director conferenciando con otros directivos y el seor Savage, nuestro consejero de relaciones exteriores. El cajn estaba cerrado? No. Entonces cualquiera pudo llevrselo. Perry mene la cabeza. La encargada del departamento de recepcin tiene el escritorio colocado de modo que domina todo el corredor en eso consiste su trabajo, en saber dnde est todo el mundo en cualquier momento para facilitar las entrevistas. Ella sabe quin entr en el despacho del seor Muir y cundo. Quin entr? Entraron cinco personas. Un botones con el correo, otro vicepresidente de la Compaa, la taqugrafa del seor Muir, Clara Fox, y yo. Vayamos eliminando. Supongo que usted no lo cogi... No. casi deseara haberlo hecho. Cuando entr el botones, Muir estaba tambin all. El seor Arbuthnot, el vicepresidente, queda descartado. Y en cuanto a la taqugrafa de Muir, an segua all cuando se haban marchado a sus casas... e insisti en que registrasen sus pertenencias. Tiene un pequeo cuartito contiguo al despacho de Muir y no haba salido de l ms que para entrar en su despacho. Adems, lleva once aos trabajando a su lado y confa en ella. De modo que slo nos queda Clara Fox. S. Perry aclar su garganta. Clara Fox es la encargada de las comunicaciones... un cargo de mucha responsabilidad. Ella es quien traduce y descifra todos los cables y telegramas. Fue al despacho de Muir a eso de las cuatro y cuarto, durante su ausencia, con un mensaje cifrado, y aguard all mientras la mecangrafa de Muir iba a su despachito a copiarlo a mquina. Lleva mucho tiempo con ustedes? Tres aos. Tal vez un poco ms.

Sabia que el dinero estaba all? Es probable que supiera que estaba en el despacho de Muir. Dos das antes haba recibido un cable en el que se daban instrucciones para el pago. Pero usted no cree que ella lo cogiera. Perry abri la boca volviendo a cerrarla. Yo le mir. No pareca indeciso, sino ms bien que buscaba las palabras adecuadas. Aguard y volv a mirarle. Posea unos ojos de un color gris azulado, inteligentes y cautelosos; mandbula tal vez un tanto demasiado cuadrada; cabellos grises, aunque no ms de lo corriente considerando que deba haber doblado los sesenta; frente alta con un lunar en la sien derecha y un cutis sano y bien conservado. El conjunto no era desagradable, pero en aquel momento yo no le observaba con mucha benevolencia, puesto que sospechaba que en aquel asunto haba algo extrao; y adems yo no tengo en gran opinin a un individuo que luego de pedirte que le ayudes a resolver un rompecabezas intenta ocultarte una de las piezas principales. Perry habl al fin. A pesar de las apariencias, mi opinin personal es que Clara Fox no cogi ese dinero... Representara un gran golpe para m el saber que lo hizo, y la prueba tendra que ser inexpugnable. Qu dice ella de todo esto? No se la ha interrogado. Nada se ha dicho, excepto a Arbuthnot, la seorita Vawter... la encargada del departamento de recepcin... y la mecangrafa de Muir. Tambin debo decirle que esta maana Muir quera llamar a la polica y yo le he contenido. Tal vez lo cogiera la seorita Vawter. Lleva dieciocho aos en la casa. Antes sospechara de mi mismo. Adems, constantemente pasa gente por el pasillo. Si hubiera abandonado su puesto un solo minuto lo habran notado. Qu edad tiene Clara Fox? Veintisis aos. Oh! Un poco joven, no, para un cargo de tanta responsabilidad? Casada? No. Es una persona muy competente. Conoce usted acaso sus costumbres? Colecciona diamantes? Perry me mir asombrado y yo dije: Apuesta en las carreras de caballos? Frunci el ceo. No, que yo sepa. No tengo intimidad con ella ni la he hecho vigilar. Cunto gana y en qu cree usted que emplea el dinero? Su sueldo es de tres mil seiscientos. Que yo sepa, vive sensata y honradamente. Tiene un pisito no s dnde y un pequeo automvil... la he visto conducindolo. Tengo entendido que le... gusta el teatro.

Ujum! Volv una pgina de mi block y repas lo escrito. Y ese seor Muir que deja su cajn abierto con treinta de los grandes en su interior... no es posible que se encontrase en un momento difcil econmicamente y se hubiera apropiado del dinero? Perry mene la cabeza sonriendo. Muir posee treinta y ocho mil acciones de nuestra Compaa, que en la actualidad valdrn unos dos millones de dlares en el mercado, adems de otras propiedades. Suele dejar el cajn abierto en semejantes circunstancias. Volv a consultar mi block de notas y elevando mis hombros los dej caer de nuevo con desgana, lo cual significaba que haba sido ligeramente provocado. Aquello se presentaba muy embrollado, poco apetitoso y no era de esperar nada en el terreno de la accin o del beneficio. Desde luego, el primer paso a dar, despus de lo dicho por Wolfe, era echar un vistazo al piso treinta y dos del edificio Seaboard y entablar conversacin. Mas el reloj de pared marcaba las cuatro y veinte. A las seis esperbamos a la atractiva voz que llam por telfono y a su amigo de fuera de la ciudad, y quera estar all, cosa que no seria posible si inmediatamente me lanzaba a la caza de aquellos treinta grandes, y le dije a Perry: De acuerdo. Supongo que maana por la maana estar usted en su despacho. Estar all a las nueve en punto para echar un vistazo. Quiero ver todo lo... Maana por la maana? Perry frunci el entrecejo. Por qu no ahora? Tengo otra cita. Canclela. El color volvi a teir sus mejillas. Es urgente. Soy uno de los clientes ms antiguos del seor Wolfe, y me he tomado la molestia de venir personalmente... Lo siento, seor Perry. No le va bien maana? Mi entrevista no puede aplazarse as como as. Envi a otra persona. No tengo nadie a mano que pudiera resolverlo por m... Esto es un ultraje! Perry se irgui en su silla. Insisto en ver al seor Wolfe! Mov la cabeza. Usted sabe que no es posible. Sabe perfectamente que es un excntrico... Pero luego pens: He visto individuos peores y ste es un cliente y tal vez no pueda evitar el formar parte de los Comits Mayores. Es posible que a l le fastidie. De modo que levantndome de mi silla le dije: Subir a decrselo a Wolfe, l es el jefe. Si dice... Se abri la puerta del despacho y me volv. Fritz se acerc con la formalidad de siempre a anunciarme una visita. Aunque a sta no la anunci, puesto que venia detrs l pisndole los talones, y yo sonre al ver que Fritz

ignoraba que estuviera all y empez a decir: Un caballero desea... S, ya le veo. Est bien. Fritz dio media vuelta y al verle parpade sorprendido. Yo continu observando al visitante, que era todo un ejemplar. Tendra unos seis pies y tres pulgadas de estatura y vesta un traje azul de sarga muy usado sin chaleco y de mangas algo cortas; llevaba un sombrero de ala ancha color crema, con un rostro que pareca como si hubiera estado saliendo por la chimenea durante medio siglo y sus andares eran una combinacin de los vaqueros de los rodeos y las panteras de los zoolgicos. Me anunci con voz lenta y pastosa: Mi nombre es Harlan Scovil. y dirigindose a Antonio D. Perry le mir con ojos semicerrados. Perry se removi inquieto en su silla pareciendo molesto. El visitante le dijo: Es usted Nero Wolfe? Yo intervine suavemente: El seor Wolfe no est aqu. Yo soy su ayudante, y estoy ocupado con este caballero. Si quiere usted dispensarnos... El recin llegado asinti y se volvi de nuevo para mirar a Perry. Entonces quin... no ser Mike Walsh? Diablos, no! Mike era un enano. Dej en paz a Perry y tras echar un vistazo a la habitacin se dirigi a m. Qu hago ahora, sentarme y colgarme el sombrero de una oreja? Sonre. S. Pruebe esa butaca tapizada de cuero. Se dirigi hacia ella con sus andares de pantera y yo ech a andar hacia la puerta mirando a Perry por encima del hombro. No tardar mucho. Arriba, en el invernadero de la azotea cubierto de cristales, donde Wolfe guardaba sus diez mil orqudeas, le encontr ante unos oncidiums fuera de estacin que estaban a punto de florecer, mientras Horstmann iba de un lado a otro con un cubo lleno de carbn de lea y abono. Wolfe, desde luego, no me mir ni interrumpi su tarea; siempre que le interrumpa en el invernadero simulaba ser Joe Louis en su campo de entrenamiento y que yo era un nio que lo miraba todo desde la cerca. Le dije en tono bien alto para que no fingiera no haberme odo: Ese millonario que est abajo dice que tengo que ir a su oficina ahora mismo para empezar a mirar debajo de la alfombra a ver si encuentro sus treinta grandes, y tengo una cita aqu a las seis. Yo he expresado mi preferencia en ir maana por la maana. Wolfe replic: Y si se te cae el lpiz al suelo y se te presenta la alternativa de cogerlo del suelo o dejarlo donde est, tambin necesitaras consultrmelo? Est furioso.

Yo tambin. Dice que es urgente, que le estoy insultando y que es un antiguo cliente. Y es probable que tenga razn en las tres cosas. En particular me agrada su segunda conclusin. Ahora djame. Muy bien. Acaba de llegar otra visita. Se llama Harlan Scolvin. Es un hombre francote y curtido que ha mirado a Antonio D. Perry diciendo que no era Mike Walsh. Wolfe me mir. Supongo que esperars recibir tu salario a fin de mes. Est bien. Deseaba pisar uno de sus oncidiums, pero comprend que no seria diplomtico; de modo que me march. Cuando regres a nuestro despacho, Perry estaba de pie con el sombrero puesto y el bastn en la mano. Le dije: Lamento haberle hecho esperar. Y bien? Tendr que ser maana, seor Perry. No podemos posponer esa entrevista. De todas formas, el da est ya casi terminado y no podra hacer gran cosa. El seor Wolfe lamenta muy de veras... Muy bien me ataj Perry. A las nueve, dijo usted? Estar all a las nueve en punto. Venga a mi despacho. De acuerdo. Fui a abrirle la puerta. En el despacho Harlan Scolvin continuaba sentado en el silln de cuero junto a una librera. Al entrar vi que dormitaba y que pareca viejo y cansado, pero al orme se enderez y fij en mi sus ojos brillantes. Yo hice girar mi silla para sentarme frente a l. Desea usted ver a Nero Wolfe? Asinti. Esa era mi intencin. Si, seor. El seor Wolfe estar ocupado hasta las seis y a esa hora tiene otra cita. Mi nombre es Archie Goodwin. Soy el ayudante confidencial del seor Wolfe. Tal vez pueda ayudarle? Es usted el diablo. Posea una voz suave a pesar de su edad y su rostro ajado. Me contemplaba con los ojos entreabiertos. Esccheme, hijo. Qu clase de hombre es ese Nero Wolfe? Sonre. Un hombre gordo. Movi la cabeza con cierta impaciencia. No ve que no es ocasin para bromear? Ya ve qu clase de hombre soy. Estoy fuera de mi condado. Parpade. Diablos, vivo ms all de las

montaas! Quin era ese hombre que estaba aqu cuando llegu? Slo un hombre. Un cliente del seor Wolfe. Qu clase de cliente? Deben llamarle de alguna manera. Supongo que s. La prxima vez que le vea pregnteselo. Puedo servirle en algo? De acuerdo, hijo asinti. Naturalmente que yo tena mis sospechas al ver a esa clase de hombre aqu y a esta hora, pero ya me oy usted comentar que no era Mike Walsh. Y Dios sabe que no era la hija de Vic Lindquist. Gracias por dejarme hablar libremente. Puede darme un pedazo de papel? Cualquiera. Le alargu una hoja de papel de escribir a mquina que haba sobre mi escritorio. La cogi y sostenindola en las palmas de sus manos y ante su rostro se inclin y dej caer en ella una bola de tabaco mascado del tamao de un huevo de gallina. Soy un buen observador, pero no haba sospechado su existencia. La envolvi en el papel y luego de ir a arrojarla a la papelera volvi a ocupar su sitio. Sus ojos me miraron parpadeando. Al parecer no se estila el escupir en la parte Este del Mississipi. A mi no me importa, pero si John Orcutt hubiese estado aqu no lo hubiera tolerado. Pero usted me preguntaba si poda ayudarme en algo. Ojal lo supiera. Ojal encontrase un hombre en esta ciudad en quien poder confiar. Si se refiere a un hombre honrado, seor Scovil! sonre. Debe haber formado esa idea por las pelculas. Aqu hay tantos como pueda haber al otro lado de las montaas. Yo soy uno de ellos. Soy tan honrado que a menudo me cuesta creerlo. Nero Wolfe es casi tan bueno como yo. Contine. Debe de haber venido aqu para soltar algo ms que ese amasijo de tabaco. Con los ojos fijos en mi alz su mano derecha pasando su dorso lentamente por las ventanillas de su nariz, primero de izquierda a derecha y luego, tras una pausa, de derecha a izquierda. Hizo un gesto de asentimiento. He recorrido cerca de dos mil millas, desde Hiller County, Wyoming, para venir aqu por una remota posibilidad. Vend treinta reses para conseguir el dinero, y para mi, hoy en da, son muchas reses. Hasta esta maana no supe que iba a ver a algn hombre llamado Nero Wolfe. Para mi slo es un hombre y una direccin escritos en un pedazo de papel que tengo en mi bolsillo. Todo lo que saba es que iba a ver a Mike Walsh y a la hija de Vic y la de Gilbert, y tambin era de suponer que viese a Jorge Rowley y le aseguro que si le veo y lo que dicen es cierto podr disponer de algunas cercas este invierno en las que encerrar algo ms que lagartijas y coyotes. De todas formas usted puede decirme una cosa. Ha odo hablar de un tal Marqus de Clivers? Asent. He ledo algo en los peridicos referente a ese hombre. Bien por usted. Yo no leo mucho. Una de las razones es que soy tan receloso que no creo ni siquiera lo que leo, de modo que no creo que merezca la

pena tomarse la molestia. Ahora estoy aqu porque sospecho. Deba haber venido a las seis con los dems, pero como tena tiempo pens que seria conveniente venir a echar un vistazo. Quiero ver a ese Nero Wolfe. Usted no tiene aspecto de salir de noche a robar corderos, pero quiero ver a Wolfe. Lo que me hizo sospechar en realidad fueron las dos hijas. Dios sabe lo malo que puede ser un hombre que no se conoce, pero dudo que nunca se llegue a conocer a una mujer lo bastante como para dejarla suelta por ah. La verdad es que nunca me he tomado la molestia porque no me pareci que valiera la pena. Se detuvo y volvi a pasarse el dorso de la mano por las ventanillas de la nariz. Sus ojos brillaron. Naturalmente que usted debe pensar que hablo mucho. Es verdad. No le va a hacer dao, y es posible que le haga bien. All en Wyoming he estado hablando conmigo mismo como ahora por espacio de treinta aos, y si yo he podido soportarlo, usted tambin podr. Tuve la impresin de que tendra que soportarlo quisiera o no, pero algo ms nos interrumpi: El timbre del telfono. Di media vuelta para atender la llamada y una voz femenina me dijo que no cortara... y al momento siguiente otra voz llegaba hasta mi. Goodwin? Soy Antonio D. Perry. Acabo de llegar a mi despacho y debe usted venir en seguida. Cancele todos los compromisos que tenga, y si le ocasiona algn perjuicio yo lo pagar. Aqu la situacin ha evolucionado. En un taxi puede estar aqu dentro de cinco minutos. Me encantan esas personas que creen que el reloj se para cada vez que ellos estornudan. Por el tono de su voz comprend que era cuestin de decir: Si, si, seor, o mandarle sencillamente al diablo, y yo soy un hombre educado por naturaleza. De modo que le dije que bueno. Vendr en seguida? Le he dicho Que bueno. Dej el telfono y me volv hacia mi visitante. Tengo que dejarle, seor Scovil. Negocios urgentes. Pero si no he odo mal, ha sido usted invitado a la reunin que tendr lugar aqu a las seis, de modo que ya le ver. Acierto? Asinti. Pero esccheme, hijo; quiero preguntarle... Lo siento, tengo que irme corriendo. Un la accin a la palabra y le mir desde la puerta. No abrigue ms sospechas con respecto a ese hombre llamado Nero Wolfe. Es tan honrado como obeso. Hasta luego. Fui a la cocina, donde Fritz tena unas nueve clases de hierba esparcidas sobre el mrmol, y le dije: Tengo que salir. Volver a las seis. Dejo la puerta abierta para que puedas ver el recibidor. En el despacho hay un individuo que espera para la entrevista de las seis, y si tienes tiempo para ofrecerle una bebida y un plato de galletas, te aseguro que lo merece. Si Wolfe baja antes de que haya vuelto,

dile que est ah. Fritz asinti, mordisqueando un pedacito de estragn. Yo fui al recibidor y agarrando mi sombrero me lo encasquet.

NO QUISE hacer el tonto y tomar un taxi, ni vala la pena coger el turismo, que estaba junto a la acera como de costumbre, y luego tener que luchar por aparcarlo. De la casa de Wolfe, situada en el nmero treinta y cinco de la calle Oeste, no lejos del Hudson, donde l haba vivido veinte aos y yo haba dormido en el mismo piso durante ocho, al nuevo edificio Seaboard haba slo un salto, ya que estaba tambin junto al ro. Yo lo di, considerando entretanto lo curioso de mi empresa. Por qu don Antonio D. Perry, presidente de la Seaboard Products Corporation, se haba tomado la molestia de venir a nuestra oficina para darnos cuenta de un robo vulgar? Por qu no telefonear? Y si estaba tan seguro de que no haba sido Clara Fox, acaso sospechaba que trataban de complicarla... o qu? Habiendo estado ya en el edificio Seaboard, e incluso, si quieren creerlo, en el despacho del propio presidente, supe encontrar el camino. Recordaba el aspecto de la encargada del departamento de recepcin del piso treinta y dos y por ello no esper un buen recibimiento, ni lo tuve. Tambin sabia que se llamaba seorita Vawter y as me dirig a ella, observando que sus orejas formaban el mismo ngulo que tres aos antes. Me esperaba, y sin molestarse en abrir sus finos labios me indic con un gesto el extremo del pasillo. En el despacho de Perry, que era una habitacin enorme, amueblada segn el estilo de La Oficina Ideal, con cuatro ventanas que permitan contemplar el ro, me aguardaba una reunin. Al entrar cerr la puerta a mis espaldas y les mir a todos. Perry hallbase sentado tras su escritorio de espaldas a las ventanas, con el ceo fruncido y fumando un cigarro. Un hombre huesudo de estatura mediana y cabellos algo ms grises que los de Perry, ojos castaos demasiado juntos y orejas puntiagudas, estaba sentado a su lado. De pie junto al escritorio de Perry vi a una mujer de unos treinta y tantos aos, de nariz chata, que por su aspecto podra haber sido maestra de escuela. Al parecer haba estado llorando. Un poco separada, y en otra silla, haba otra mujer que me daba la espalda. Al aproximarme a Perry pude ver su perfil y comprend que no me disgustara contemplarla ms a mi gusto. Perry me dedic un gruido y dijo a los otros: Este es el seor Goodwin, de la oficina de Nero Wolfe. Y con diversas inclinaciones de cabeza me fue indicando sucesivamente a la mujer sentada, a la que estaba en pie y al otro hombre: La seorita Fox. La seorita Barish. El seor Muir. Salud a todos y mir a Perry.

CAPITULO III

Dice usted que el asunto ha ido evolucionando? Si. Sacudi la ceniza de su cigarro, y luego de mirar a Muir volvi su vista hacia m. Usted conoce la mayora de los hechos, Goodwin. Vayamos al grano. Cuando regres descubr que el seor Muir haba llamado a la seorita Fox a su despacho acusndola de haber robado el dinero y fue interrogada en presencia de la seorita Barish. Esto era contraro a las instrucciones dadas por mi. Ahora insiste en llamar a la polica. Muir se dirigi a m en tono amable. Est usted presenciando una discusin familiar, seor Goodwin. Fij sus ojos en Perry. Como ya le he dicho, Perry, acepto todas sus disposiciones en cuestiones de negocios. Este es un asunto personal. El dinero ha sido robado de mi escritorio. Yo era el responsable, s quin lo rob, estoy dispuesto a jurarlo ante un tribunal y tengo intencin de hacerlo. Perry sostuvo su mirada. Oh, bien! Le he dicho que mi autoridad abarca todos los asuntos que se ventilan en estas oficinas. Su tono hubiera podido servir para helar un refresco. Puede estar dispuesto a jurarlo ante la autoridad y exponerse a que le demanden por falsa acusacin, pero yo no consentir que un vicepresidente de esta Compaa corra ese riesgo. Me he tomado la molestia de contratar al mejor hombre de la ciudad de Nueva York, Nero Wolfe, para que investigue. Incluso haba tomado medidas para que la seorita Fox ignorase que se sospechaba de ella antes de que se llevara a cabo la investigacin. Admito que yo no la creo una ladrona. Esa es mi opinin, y si la evidencia llega a demostrar que me equivoco, entonces es que lo estoy. Evidencia? Muir apret las mandbulas . Un hombre inteligente como Nero Wolfe lo mismo puede descubrir que encubrir. Verdad? No sabemos para qu le paga usted. Perry procur sonrer. Es usted un estpido, Muir, al decir una cosa semejante. Soy el presidente de esta Compaa, y comete una estupidez al decir que yo puedo traicionar sus intereses, ya sean importantes o triviales. El seor Goodwin oy mi conversacin con su jefe. El puede decirle para qu le he contratado. No dudo de que podra decirme lo que usted le haya dicho que me diga. Me estoy cansando, Muir. Perry continuaba sonriendo. La clase de insinuaciones que est haciendo pueden convertirse en algo serio. No puede baladronear sin tener en cuenta la posibilidad de entablar una verdadera lucha, y yo no considero que desee pelear por una trivialidad semejante. Trivialidad? Muir empez a temblar. Vi que la mano que tena sobre el brazo del silln se crispaba. Apart la vista de Perry para posarla en Clara Fox, sentada a cierta distancia, y su mirada puso de relieve que las trivialidades estaban fuera de lugar. Claro que yo no saba si la odiaba por haber

robado los treinta grandes o por haberle pisado un callo, pero desde donde yo estaba me pareci que era por algo mucho ms importante que cualquiera de esas dos cosas. Si las miradas matasen, ella deba ser ya por lo menos una moribunda. Al volverse hacia mi tuvo que dominar su voz. No le pido que repita la conversacin que oy, seor Goodwin, pero ya que ha recibido instrucciones e insinuaciones del seor Perry, tambin puedo drselas yo. Y ponindose en pie vino a colocarse ante m: Imagino que una parte importante de su investigacin ser seguir los movimientos de la seorita Fox, para averiguar, si es posible, lo que ha hecho con el dinero. Cuando usted la vea entrar en un teatro o en un restaurante de lujo con el seor Perry, no crea que est gastndolo as. Ser el seor Perry quien pague. O si ve al seor Perry entrar en su departamento una noche, no ser para ayudarla a deshacerse de las pruebas. Su visita obedecer a algo muy distinto. Y dicho esto, abandon la estancia sin apresurarse, cerrando la puerta tras l sin ruido. Yo no le vi, le o; estaba mirando a los dems. La seorita Barish mir a la seorita Fox y se puso muy plida. La nica reaccin visible del seor Perry fue apagar su cigarro en el cenicero y luego apartarlo. El primer movimiento fue por parte de la seorita Fox, que se puso en pie. Se me ocurri pensar que debido a la emocin probablemente en aquellos momentos estaba ms bonita que de ordinario, pero aun descontndolo resultara as muy atractiva. A pesar de mi imparcialidad, en aquellos instantes me inclin favorablemente hacia ella mientras puesta en pie se diriga a Antonio D. Perry. Tenia el cabello castao, ni muy largo ni muy corto, una aureola de cabellos peinados como al descuido, y sus ojos, tambin castaos, daban a entender claramente que no diran ms que lo que ella quisiera. Puedo marcharme ya, seor Perry? pregunt. Son ms de las cinco y tengo una cita. Perry la mir sin demostrar extraeza. Sin duda la conoca y respondi: El seor Goodwin querr hablar con usted. Lo s. No podra ser maana por la maana? Tengo que venir a trabajar maana? Pues claro. Dirjase a Goodwin. Es el encargado de este asunto y suya es toda responsabilidad. Mov la cabeza. Perdneme, seor Perry. El seor Wolfe dijo que l decidira si llevara o no adelante este asunto despus de realizar una investigacin preliminar. Y en cuanto se refiere a la seorita Fox, maana por la maana me parece muy bien. La mir: A las nueve? Asinti. No es que tenga nada que decirle acerca del dinero, como no sea que yo no lo he cogido y que nunca lo vi. Ya se lo he dicho as al seor Perry y al

seor Muir. Entonces, puedo marcharme? Buenas noches. Se comportaba con frialdad y dulzura. Por su modo de actuar nadie hubiera dicho que tuviese la menor sospecha de que se encontraba en una situacin difcil. En su saludo de despedida nos incluy a todos, y dando media vuelta sali de la estancia con la prestancia y seguridad de un cervatillo ignorante de la escopeta y del dedo que aprieta el gatillo. Cuando la puerta se hubo cerrado, Perry se volvi rpidamente hacia mi. Por dnde quiere empezar, Goodwin? Serviran de algo las huellas dactilares que pueda haber en el cajn de Muir? Mov la cabeza sonriente. Slo para hacer prctica, y no la necesito. Me gustara charlar con Muir. Debe comprender que no es posible arrestar a la seorita Fox slo por haber estado en su despacho. Tal vez crea saber dnde est el dinero. Perry explic: La seorita Barish es la secretaria del seor Muir. Oh! Mir a la mujer de nariz chata que estaba en pie, y le dije: Fue usted quien copi a mquina el cablegrama mientras la seorita Fox estaba en el despacho del seor Muir? Observ usted...? Perry intervino. Puede hablar con la seorita Barish ms tarde. Mir el reloj de pared, que sealaba las cinco y veinte. O si lo prefiere puede hacerlo ahora aqu mismo. Hizo girar su silln y se puso en pie. Si me necesita estar en el despacho del director, al otro extremo del pasillo. Ahora tengo que asistir a una conferencia. No tardar mucho. Le dir a Muir que se quede y tambin a la seorita Vawter por si usted desea verla. Haba dado la vuelta a la mesa escritorio y se detuvo. Quiero decirle una cosa referente a Muir, Goodwin. Le aconsejo que olvide su ridcula salida de tono. Est crispado y nervioso y la verdad es que es demasiado viejo para resistir la tensin a que debe someterse hoy en da un hombre de negocios. Dispense su tontera. Lo har? Desde luego. Levant la mano. Djele que delire. Perry frunci el ceo y sali de la habitacin. La mejor silla visible era la que Perry acababa de abandonar, de modo que fui a ocuparla. La seorita Barish permaneci en pie con los hombros abatidos, retorciendo su pauelo y sin mirarme. Yo le dije en tono amistoso: Sintese... ah, donde estaba Muir. De modo que es usted la secretaria del seor Muir. Si seor. Se sent en el borde de la silla. Ha sido su secretaria por espacio de once aos. Si, seor. No me llame seor. De acuerdo? No tengo canas. Dicen que Muir revis sus pertenencias el pasado viernes y no encontr el dinero?

Sus ojos se ensombrecieron Por supuesto que no lo encontraron. Bien. Registraron su despachito? Lo ignoro. No me importa que lo hagan. No se enfade. A mi tampoco me importa. Despus de que usted copi el cablegrama y devolvi el original a la seorita Fox en el despacho del seor Muir, qu llevaba ella en la mano cuando se march? Pues el cablegrama. Pero dnde llevaba los treinta grandes, dentro de los zapatos? No le asomaban? La seorita Barish apret los labios para demostrar que no estaba de humor para bromas. Yo no vi que la seorita Fox llevase nada ms que el cablegrama. Ya se lo he dicho al seor Muir y al seor Perry. No llevaba ms que ese cablegrama. Sonre. Y ahora est usted diciendo al seor Goodwin que usted no vio que la seorita Fox llevara otra cosa que ese cablegrama. De acuerdo. Es usted amiga de la seorita Fox? No. Una verdadera amiga, no. No me agrada. Eso es sinceridad. Por qu no le gusta? Porque es extremadamente atractiva y yo no. Porque lleva slo tres aos en la casa y podra convertirse en la secretaria particular del seor Perry maana mismo si quisiera, y se es el trabajo que yo he deseado desde que estoy aqu. Y tambin porque es ms inteligente que yo. Mir a la seorita Barish con ms inters, sorprendido por su franqueza. Decidido a comprobar hasta dnde llegaba sta, le pregunt: Cunto tiempo hace que la seorita Fox es la amiga del seor Perry? Se puso como la grana, y bajando los ojos movi la cabeza. Al fin volvi a mirarme. Lo intent por otro lado. Entonces dgame esto: Cunto tiempo hace que el seor Muir intenta alejarla de Perry? Sus ojos volvieron a ensombrecerse y desapareci su rubor. Me mir y al fin se puso en pie retorciendo su pauelo. Su voz temblaba, pero no pareca importarle. No s si eso es asunto suyo, seor Goodwin, pero desde luego no lo es mo. No comprende...? No se da cuenta de la tentacin Que representa para m? No podra decir que la vi salir llevndose algo de ese despacho? Retorci su pauelo con ms furia. Pues... no lo digo. Acaso no he de conservar el respeto que me debo a m misma? No s nada de esto, pero no creo que Clara Fox haya sido la amiga de nadie. No tiene necesidad y es demasiado lista. Tampoco s nada de ese dinero, pero si usted desea seguir hacindome preguntas por ver si lo s, adelante.

La clase ha terminado le dije. Puede marcharse a su casa. Tal vez la necesite maana por la maana, aunque lo dudo. Se puso plida con la misma rapidez que antes haba enrojecido. Decididamente era una criatura muy impresionable. Me levant del silln de Perry y fui hasta la puerta, y la mantuve abierta. Ella pas ante mi retorciendo su pauelito y murmurando: Buenas noches. Cerr la puerta. Busqu un cigarrillo y al ver que no me quedaban fui hasta las ventanas para contemplar la calle. Como haba sospechado, aquello no estaba nada claro. Desde el punto de vista del negocio era evidente que lo que convena hacer era volver a decir a Nero Wolfe que se negase a permitir que los dirigentes administrativos de la Seaboard Products Corporation utilizaran nuestra oficina como lavadero donde lavar su ropa sucia. Pero algo me lo impeda, y era mi curiosidad profesional hacia Clara Fox: Si las ladronas eran tan fras y dulces como ella, haba llegado el momento de descubrirlo. Y si no lo era, me repugnaba instintivamente la idea de que estuvieran fraguando un complot contra ella y me resista a dejarla en aquellas circunstancias. Estaba bastante disgustado ya, y ahora se acrecent mi disgusto. Despus de estar mirando un rato por la ventana, busqu de nuevo un cigarrillo sin resultado. Anduve por La Oficina Ideal mirndolo todo y luego sal al pasillo. Estaba desierto. Claro que ya no era hora de oficina. En toda su extensin y anchura no haba el menor movimiento, y estaba algo ms oscuro que cuando entr, ya que no haban encendido ms luces y en el exterior estaba oscureciendo. En uno de sus lados haba varias puertas y al otro extremo la doble puerta cerrada del despacho del director. O una tosecilla y al volverme vi a la seorita Vawter, la encargada del departamento de recepcin, sentada en un rincn, bajo una lmpara y leyendo una revista. Me dijo con acritud: Me he quedado porque el seor Perry dijo que tal vez usted quisiera hablar conmigo. Era toda sentimiento. Qudese, por favor. Dnde est el despacho del seor Muir? Me indic una de las puertas y yo me dirig a ella. Estaba ya a punto de abrirla cuando me grit: No puede entrar de esa manera! El seor Muir ha salido. Dgaselo le respond. Si desea interrumpir al seor Perry en su conferencia, vaya a su despacho y d la alarma. Estoy investigando. Entr, cerrando la puerta tras de mi, despus de buscar el interruptor de la luz la encend. Al hacerlo se abri otra puerta y apareci la seorita Barish, que se detuvo sin decir nada. Coment: Cre haberle dicho que se marchara a su casa. No puedo. No cambi de color. Cuando el seor Muir est aqu no

debo marcharme hasta que l me autorice. Est en una conferencia. Ya. Es se su despacho? Puedo pasar? Se hizo a un lado para dejarme paso. Era una habitacin pulcra y reducida con una ventana y la acostumbrada mquina de escribir al lado del fichero. Dej que mis ojos la recorrieran con detalle y luego le pregunt: Le importara dejarme aqu un minuto con la puerta cerrada mientras usted va hasta el escritorio del seor Muir y abre y cierra un par de cajones? Me gustara ver el ruido que hace. Estaba escribiendo a mquina replic. Es cierto. Bueno; olvdelo. Venga a ensearme en qu cajn estaba el dinero. Ech a andar delante de m y al llegar al escritorio de Muir abri uno de los cajones, el segundo de la parte superior derecha. En su interior no haba ms que un montn de sobres. Yo lo cerr, volviendo luego a abrirlo y cerrarlo, sonriendo al recordar la insinuacin de Perry acerca de las huellas dactilares. Luego de alejarme del escritorio di una vuelta por la habitacin. Era sencillamente el despacho de un vicepresidente, algo menor y ms modesto que el de Perry, pero magnifico. Observ un detalle, o mejor dicho tres, que se salan un poco de lo corriente. En las paredes no haba ningn retrato de Abraham Lincoln, ni la copia de la Declaracin de la Independencia, pero s tres fotografas distintas y de buen tamao de tres mujeres atractivas. Me volv hacia la seorita. Barish, que segua de pie junto al escritorio. Quines son esas hermosas damas? Son las esposas del seor Muir. No! Ante Dios? Y han muerto? No lo s. Ninguna de ellas vive ahora con l. Qu pena! Al parecer l es un sentimental. El seor Muir es un libertino. Volva a hablar con toda franqueza. Consult mi reloj. Eran las seis menos cuarto. Me quedaban otros cinco minutos, que pens podra aprovecharlos hablando con ella. Comenc a interrogarla, pero a pesar de parecer deseosa de arriesgarse a charlar conmigo no consegu nada concreto. Todo lo que averig ya lo saba... que no tena motivos para suponer que Clara Fox se hubiera apoderado del dinero, y si aquello era un complot tramado contra ella, no tena nada que ver en ello. Cuando cinco minutos despus me dispuse a marchar se abri la puerta y entr Muir. Al vernos, se detuvo y luego se aproxim a su mesa de despacho. Puede usted marcharse, seorita Barish. Sintese, Goodwin, si desea hablar conmigo, La seorita Barish desapareci hacia su despachito. No voy a entretenerle ahora, seor Muir le ataj. Supongo que estar aqu por la maana.

Dnde iba a estar si no? Esa clase de puerilidad nunca me irrita. Sonre al anciano y le dej con un: Hasta maana. Fuera, en el pasillo, a pocos pasos del despacho del director haba un grupo de cuatro o cinco hombres charlando. Vi que Perry estaba entre ellos y me acerqu. Al verme sali a mi encuentro. Se acab por esta noche, seor Perry le dije. Dejemos que Muir tenga ocasin de enfriarse. Informar a Nero Wolfe. Perry frunci el ceo. Puede telefonear a mi casa a cualquier hora de esta noche. El nmero est en la Gua. Gracias. Se lo dir. Al pasar ante la seorita Wawter camino de la puerta aun segua en el mismo rincn con su revista, y le dije con la boca ladeada: La ver en el Saln Arco Iris.

UNA vez en la calle, caminando en direccin norte hacia la calle Treinta y Cinco, dej que mi cerebro vagara de una cosa a la otra, y conclu que la situacin en que se encontraba Clara era ms que apurada. Habra encendido el fuego ella misma? Dej la pregunta sin respuesta. Llegu a casa a las seis en punto, y sabiendo que Wolfe no bajara hasta al cabo de unos minutos fui al despacho para ver si la maravilla de Wyoming haba ideado nuevas sospechas y si llegaron sus colegas. El despacho estaba vaco. Fui a la habitacin contigua para ver si haba trasladado all su base, pero tampoco haba nadie all. Entr en la cocina y pregunt a Fritz, que sentado y sin zapatillas lea un peridico en francs: Qu ha hecho con l? Con quin? Ah, le monsieur... Fritz ri por lo bajo. Perdneme, Archie. Se refiere al caballero que estaba esperando? S, a se. Recibi una llamada telefnica. Fritz se inclin para calzarse las zapatillas. Ya es hora de que baje el seor Wolfe! Le telefonearon aqu? Fritz asinti. Casi media hora despus de que usted se marchara Tal vez ms. Espere a que lo mire. Fue hasta donde estaba el telfono de la cocina y mir la agenda. Eso es, a las cinco veintisis. Veintisis minutos despus de las cinco. Quin era? Cmo voy a saberlo, Archie? Un caballero dijo que deseaba hablar con el seor Scovil en caso de que se encontrase aqu, y yo fui al despacho y le pregunt si era el seor Scovil; habl desde el telfono del escritorio y luego

CAPTULO IV

cogi su sombrero y se march. Dej algn recado? No. Yo haba vuelto a la cocina despus de cerrar la puerta del despacho para que hablase con tranquilidad, pero dejando sta abierta como usted dijo, y sali a toda prisa. No dijo nada. Yo me encog de hombros. Volver. Desea ver a un tal Nero Wolfe. Qu tal es el men de hoy? Fritz me dijo en qu consista dejndome oler la sartn humeante que haba sobre el fogn; luego o el ascensor y regres al despacho. Wolfe, al entrar, se fue directamente a su silln; llam para que le trajeran cerveza, y al fin me dedic una mirada. Ha sido agradable la tarde, Archie? No, seor. Desastrosa. Fui a las oficinas de Perry. Ya. Un hombre de accin debe esperar semejantes vejaciones. Cuntamelo todo. Bien, Perry se march de aqu en cuanto yo baj, pero ocho minutos despus telefone dicindome que fuera a toda prisa. Teniendo en cuenta los intereses de mi jefe fui en seguida. No obstante la ley fsica que asegura que el contenido no puede ser mayor que el continente. Fritz lleg con dos botellas de cerveza. Wolfe destap una y se sirvi un vaso. Contina. S, seor. Confo en su inteligencia, porque me gustara ensearle este retrat antes de que lleguen las visitas, que por cierto se han retrasado ya diez minutos. A propsito, el visitante que estaba aqu ya se ha marchado. Dijo formar parte de la reunin de las seis y que esperara, pero Fritz dice que recibi una llamada telefnica y se march a toda prisa. Puede que la entrevista se haya desbaratado. De todas maneras aqu tiene el rompecabezas de Perry... Se lo expuse del modo que a l le gusta, con toda suerte de detalles, no importa lo triviales que stos sean. Le cont cul era el aspecto de cada uno de ellos, lo que hacan y lo que dijeron palabra por palabra. Entretanto l se bebi la botella de cerveza y buena parte de la segunda antes de que yo terminase. Yo me reclin en mi silla y tom un sorbo del vaso de leche que haba trado de la cocina. Wolfe se rasc la nariz. Puf! Hienas! Y cules son sus conclusiones? Que tal vez sean unas hienas. S. Tom otro sorbo. En principio no me agrada Perry, pero es posible que est empleando toda la decencia que le haya quedado despus de una vida infame. Usted me ha prohibido utilizar la palabra piojo; de manera que dir que Muir es un insecto. Clara Fox es el ideal de mis sueos, aunque no tanto como para no creer que pudo llevarse la pasta, si bien me sorprendera. Wolfe asinti.

Debe recordar que hace cuatro aos Perry puso inconvenientes a una factura nuestra por una investigacin de las prcticas comerciales de uno de sus competidores. Presumo que ahora querra que limpisemos de barro sus oficinas por doce dlares diarios. No siempre es conveniente burlarse del barro; hay demasiado. De modo que por eso proporciona mayor placer el limpiarlo cuando se puede. En la actualidad nuestro balance bancario es agradable de contemplar. Puf! Vaci su vaso y se sec los labios con el pauelo. De acuerdo convine. Pero hay que tener en cuenta otra cosa. Perry desea que usted le telefonee esta noche. Si usted se encarga del caso y lo lleva adelante, por lo menos cubriremos gastos; y si no, a Clara Fox le darn cinco aos de crcel por robo en gran escala y yo tendr que trasladarme a Ossining para estar cerca de ella y llevarle golosinas los das de visita. Pese la limpieza del barro contra la prdida de mis servicios... Parece que llegan visitas. Ms tarde continuar mi apelacin. Haba odo el timbre de la puerta, que hizo acudir a Fritz al recibidor. Mir el reloj. Las seis treinta, se retrasaban media hora. Record la atractiva voz que me habl por telfono, preguntndome si nos encontraramos ante otra ninfa en apuros, fra y dulce. Fritz entr cerrando la puerta tras l y anunci a los recin llegados. Wolfe asinti. Fritz regres a los pocos instantes con un hombre y dos mujeres. Apenas me fij en el hombre y en una de las mujeres, porque estaba muy ocupado contemplando a la otra. Desde luego era una ninfa en apuros, dulce y fra y evidentemente haba odo hablar lo bastante de Nero Wolfe para reconocerle, ya que tras dirigirle slo una rpida mirada se acerc a su escritorio y le dijo: El seor Wolfe? Le telefone el sbado. Siento haberme retrasado. Mi nombre es Clara Fox. Se volvi Esta es la seorita Hilda Lindquist y el seor Michael Walsh. Wolfe les salud con una inclinacin de cabeza. Es mi corpulencia lo que me hace permanecer sentado, no la grosera. Me seal con un dedo. El seor Archie Goodwin. Sillas, Archie. Obedec mientras Clara Fox deca: Esta tarde he conocido al seor Goodwin, en el despacho del seor Perry. Yo pens para mis adentros: Desde luego, y por no haber reconocido tu voz debieran encerrarme en la celda contigua a la tuya cuando te lleven ro arriba. Ya. Wolfe haba entreabierto los ojos, lo cual significaba que no perda detalle. La silla del seor Walsh a la derecha, por favor. Gracias. La seorita Fox se estaba quitando los guantes. En primer lugar quiero explicar el por qu de nuestro retraso. Dije por telfono que no poda fijar la entrevista antes del lunes porque esperaba a

cierta persona de fuera de la ciudad que tendra que estar aqu. Era un hombre del Oeste llamado Harlan Scovil. Lleg esta maana y yo le vi a la hora de comer y quedamos en que iramos a recogerle a su hotel a las cinco y cuarto para traerle aqu. Fui a buscarle, pero no estaba. Esper y... bueno, quise hacer algunas averiguaciones. Luego me reun con la seorita Lindquist y el seor Walsh, como habamos convenido, y juntos regresamos nuevamente al hotel del seor Scovil. Aguardamos hasta las seis y cuarto y decidimos que seria mejor venir sin l. Es imprescindible su presencia? Yo no dira tanto. Por lo menos en este momento. Le dejamos recado para que se reuniera aqu con nosotros en cuanto llegara. Debe verle a usted antes de que podamos hacer nada. Debo advertirle, seor Wolfe, que tengo una historia muy larga que contar. No me haba mirado ni una vez. Decid dejar de contemplarla y dedicarme a sus compaeros. Eran tipos corrientes. Claro que recordaba a Harlan Scovil diciendo a Antonio D. Perry que no era Mike Walsh. Al parecer lo era aquel pjaro. Un hombrecillo delgado como un alambre, con ms de sesenta aos, vistiendo ropas baratas aunque limpias, y sentado a medias en su silla y haciendo pantalla con su mano derecha en su oreja. La seorita Lindquist, de rostro cuadrado, vesta un buen traje castao, y tena estatura, aunque no poda decirse que fuera maciza, en primer lugar porque slo hubiera sido decir la mitad de la verdad, y en segundo porque poda haberme pegado. Adivino que era una mujer fina, algo ms apta para tener entre sus manos una taza de caf que una copa de champaa. Al recordar adems a Harlan Scovil me pareci, que fuera cual fuese el juego para el que se preparaba la seorita Fox, estaba escogiendo unos tipos un tanto extraos para formar su equipo. Wolfe le haba dicho que cuanto ms larga fuese su historia, ms pronto deba comenzar y estaba diciendo: Empieza cuarenta aos atrs, en Silver City, Nevada. Pero antes de comenzar, seor Wolfe, debo decirle algo que espero habr de interesarle. He averiguado cuanto he podido con respecto a usted y tengo entendido que posee notables habilidades y formada opinin igualmente notable de su valor efectivo para las personas para quienes trabaja. Wolfe suspir. Cada uno de nosotros debe escoger su sistema de ganarse la vida, seorita Fox. Desde luego. Eso es lo que he hecho yo. Si se aviene a ayudarnos y si tiene xito, cobrar cien mil dlares. Mike Walsh se inclin hacia delante y gru: El diez por ciento! Es bastante? Hilda Lindquist le mir frunciendo el ceo, y Clara Fox no le hizo el menor caso.

Wolfe dijo: El precio es relativo. No pueden contratarme para que les alcance la luna. Ella se ech a rer, y aunque yo haba sacado mi block de notas decid mirarla durante las pausas. No lo necesito dijo. Va a anotarlo todo el seor Goodwin? Dejando bien entendido que si usted decidiera no ayudarnos, deber entregarme todas sus notas? Prudente Clara. Las arrugas de las mejillas de Wolfe se estiraron un tanto. Por supuesto. De acuerdo. Se atus el cabello. Deca que comenzaba cuarenta aos atrs, pero no empezar por ah. Sino cuando yo tena nueve aos, en mil novecientos dieciocho, el ao en que mi padre fue muerto en la guerra, en Francia. No me acuerdo mucho de mi padre. Le mataron en mil novecientos dieciocho y antes envi a mi madre una carta que no recibi hasta un ao ms tarde porque en vez de confiarla al correo del ejrcito la entreg a otro soldado para que la trajera a casa. Mi madre la ley entonces, pero yo no conoc su existencia hasta siete aos despus, en mil novecientos veintisis, cuando me la entreg en su lecho de muerte. Yo tena diecisiete aos y amaba profundamente a mi madre. Se detuvo. Hubiera quedado bien en cualquier pelcula que en aquellos momentos tuviera los ojos hmedos y la voz quebrada, pero al parecer slo se haba detenido para tragar saliva. Lo hizo un par de veces. Durante la pausa la estuve mirando. Luego continu: No le la carta hasta un mes ms tarde. Saba que la haba escrito mi padre para mi madre ocho aos antes, y no viviendo mi madre ya no me pareca que pudiera tener importancia para m. Pero debido a lo que dijera mi madre un mes antes de morir la le. La llevo conmigo y tendr que lersela. Abri su bolso de piel de lagarto y sac un papel doblado. Despus de desdoblarlo se volvi a Wolfe. Puedo leerla? Veo que est escrita a mquina. Asinti. Esto es una copia. El original est guardado. Se apart los cabellos del rostro con un gesto parecido al de los pjaros. No est completa. Es slo... slo la parte que debo leer. De modo, queridsima Lola, que puesto que aqu un hombre no puede decir lo que va a ocurrirle ni cundo, he decidido escribirte para contarte un pequeo incidente ocurrido la semana pasada y hacer de modo que llegue hasta ti con seguridad, en caso de que yo nunca regresara a casa para contrtelo. Tendr que retroceder.

Te he contado muchas locuras de los das vividos en Nevada. Esta tambin te la cont, pero voy a repetrtela brevemente. Ocurri en Silver City, en mil ochocientos noventa y cinco. Yo tena veinticinco aos, de modo que fue diez aos antes de que te conociera. Estaba sin blanca, igual que la banda de menores de la que voy a hablarte. Todos eran menores, excepto uno. No ramos amigos, porque all no se conoca la amistad. La mayora de los dos mil aproximadamente que habitbamos en el campamento de Silver City por aquel entonces eran bastante mayores que nosotros, y por ello bamos siempre juntos... temporalmente. Todo era temporal! El cabecilla de nuestra banda era un muchacho al que llambamos El Goma por la facilidad con que se levantaba cuando le tumbaban de un puetazo. Su nombre era Coleman, pero nunca supe su nombre de pila, o si llegu a saberlo no puedo recordarlo, aunque lo he intentado a menudo. Ya que El Goma era nuestro jefe, alguien gast la broma cierto da de que debiramos llamarnos la banda de El Goma, y as lo hicimos. Al poco tiempo todo Silver City nos llamaba as. Uno de la banda, llamado Jorge Rowley, dispar contra un hombre y lo tumb. Por lo que o... yo no lo presenci... tena tanto derecho para disparar como se necesitaba all por lo general, pero lo malo del caso fue que el muerto result ser miembro del Comit de Vigilancia. Una noche, veinticuatro horas despus, decidieron ahorcarle. Rowley no tuvo el sentido suficiente para largarse, y por ello le encerraron hasta que se hiciera de da, poniendo como guardin a un irlands. Como dira Harlan Scolvin..., nunca olvidar a Harlan..., era una especie de hombre llamado Mike Walsh. Rowley fue tras su guardin, Mike Walsh. Quiero decir que no dej de hablarle, y al fin, a eso de medianoche, le convenci para que enviara a buscar a Coleman, El Goma. Coleman habl con l y con Mike. Luego estuvieron conspirando y El Goma estuvo conversando mucho con Rowley. Nosotros estbamos reunidos en la oscuridad de los arbustos, detrs del John's Palace, en una choza de las afueras de la ciudad... Clara Fox alz los ojos. Mi padre subray la palabra ciudad. Muy apropiadamente sin duda replic Wolfe. Ella continu: ... y habamos estado bebiendo bastante y pasndolo en grande. A eso de las dos apareci El Goma otra vez y encendi varias cerillas para ensearnos un papel que Jorge Rowley haba firmado teniendo por testigos a l y a Mike Walsh. Ya te lo he contado. No puedo repetrtelo palabra por palabra, pero esto es exactamente la esencia de lo que deca: Que su verdadero nombre no era Jorge Rowley, y que no quera darlo por escrito, pero que se lo deca a Coleman, El Goma. Deca que perteneca a una acaudalada familia de Inglaterra, y que s sala con vida de Silver City regresara all y algn da

tendra su parte de la herencia familiar..., que no seria muy grande, puesto que no era el hijo mayor. Luego acordaba que fuera cuanto fuese y lo que fuese que lograse sacar de sus relaciones familiares, habra de darnos la mitad de ello, con tal que nosotros le sacramos con vida de Silver City y sus perseguidores antes de que llegase la hora de ahorcarle. ramos jvenes, y aunque aventureros, estbamos medio bebidos o tal vez ms que eso. Dudo que ninguno de nosotros pensase llegar a tener nunca parte en las riquezas de la nobleza inglesa, con la posible excepcin de Coleman El Goma, pero la idea del rescate nocturno de un miembro de nuestra banda nos pareci suficiente atractivo. El Goma tena preparado otro papel escrito, y encabezado as: PACTO DE LA BANDA DE EL GOMA y que todos firmamos. Ya haba sido previamente firmado por Mike Walsh. Por l nos comprometamos a repartir equitativamente todo lo que nos viniera de Jorge Rowley, sin importar quin lo recibiera o cundo. Todos estbamos sin blanca, excepto Vic Lindquist, que tena una bolsa llena de oro en polvo. Fue cosa de El Goma que incluyramos a El Tortuga en el pacto. El Tortuga era un viejo jugador que posea el caballo ms veloz de Silver City. No es que tuviera categora para tener esa clase de caballo; pero daba la casualidad de que lo haba ganado jugando al poker pocos das antes. Yo fui con El Goma a la cabaa de El Tortuga. Le ofrecimos el polvo de Vic Lindquist a cambio del caballo, pero dijo que no era suficiente. Eso ya lo esperbamos. Entonces El Goma le explic lo que ocurra contndole toda la historia y ofrecindole una parte igual a la de cada uno de nosotros por el caballo, y adems el polvo. El Tortuga estaba todava medio dormido. Al fin comprendi de qu se trataba; parpade y de pronto dndose un golpe en la rodilla comenz a rer a carcajadas diciendo que siempre haba deseado poseer parte de Inglaterra, y que de todas maneras era probable que perdiera el caballo antes de tener la oportunidad de montarlo. Coleman sac el PACTO DE LA BANDA DE EL GOMA y El Tortuga no quiso que se aadiera su nombre, porque no quera ver su nombre escrito en ninguna parte. Confiaba en que nosotros habramos de darle su parte. El Goma garabate una factura de la venta del caballo, que El Tortuga tambin se neg a firmar; dijo que yo estaba all como testigo, que el caballo era nuestro y que eso bastaba. Se puso las botas y nos llev al corral de Johnson, donde montamos en el caballo, un palomino de cara blanca y regresamos por detrs de las chozas y tiendas y a lo largo del canal, hasta donde estaba la banda. Rescatamos a Jorge Rowley sin dificultad. Ya me has odo contarlo... cmo aflojamos un par de tablones y luego prendimos fuego a la cabaa donde le tenan encerrado. Aprovechando el alboroto que se arm pudo escaparse y Mike Walsh, que no erraba un tiro, vaci dos pistolas disparando contra l sin darle. Rowley mont sobre el caballo y desapareci antes de que los dems se dieran cuenta y nadie se tom la molestia de perseguirle, puesto que estaban

demasiado ocupados apagando el fuego. La historia salt a relucir ms tarde con motivo de la compra del caballo de El Tortuga, pero por aquel entonces la gente pensaba en otras cosas, y de todas formas el cargo mayor contra nosotros era el haber prendido fuego a la cabaa y no pudieron probarlo. Hubiera sido distinto si el hombre que ayudamos a escapar hubiera hecho algo realmente criminal, como hacer trampas en el juego o robar el oro de otro. Que yo sepa, ninguno de nosotros volvi a ver o a saber de Rowley desde aquella noche. Me has odo decir veinte veces, cuando t y yo lo pasbamos mal, que me gustara encontrarle para saber si me deba algo, pero sabes que nunca le vi y que desde luego lo deca ms que nada como un chiste cualquiera. Pero recientemente aqu en Francia han ocurrido dos cosas que me han hecho recordarlo. La primera es un pensamiento que no se aparta de mi mente: si muero aqu, qu vaya dejaras a ti y a la pequea? Mi querida hijita Clara... Dios mo, cunto me gustara verla... y a ti! De qu sirve decir todo esto cuando es intil?; pero me pondra en pie gustoso y dejara que los alemanes me mataran de un tiro maana por la maana si pudiera veras en este mismo momento. La respuesta a mi pregunta es... nada. Mi vida habra terminado ms intilmente que comenz, dejando a mi mujer y a m hija absolutamente sin nada. La otra cosa es que he visto a Jorge Rowley. Fue la semana pasada. Es posible que te haya dicho que le faltaba el lbulo de la oreja derecha... dijo que se lo haba cortado en Australia... pero no le conoc por eso en realidad. Es probable que en m mente se grabara su imagen y supe en seguida que era l. Despus de veintitrs aos! Yo me encontraba en un destacamento de reconocimiento a una milla de las trincheras del frente tendiendo nuevas lneas de comunicacin, cuando se aproxim un gran automvil britnico. El coche se detuvo. En l iban cuatro oficiales britnicos y uno de ellos me llam para preguntarme la direccin del cuartel general de nuestra divisin. Yo se la di, y l, mirando mi insignia, me pregunt si nosotros los americanos permitamos que nuestros capitanes cavasen trincheras. Yo haba visto por su insignia que era general de Brigada. Sonriendo, le dije que en nuestro ejrcito todo el mundo trabajaba excepto los soldados rasos. Me mir ms detenidamente y exclam: Cielos, si es Gil Fox! Yo contest: Si, seor. El general Rowley? Asinti con la cabeza y riendo dijo al chofer que continuara. El coche arranc y l me salud con la mano. De modo que est vivo, o por lo menos lo estaba la semana pasada, y no precisamente en un asilo, o como le llamen en Inglaterra. He procurado averiguar quin era, pero sin resultado. Tal vez lo consiga pronto. Entretanto, te escribo para contarte todo esto y disponer de ello, ya que, aunque pueda parecer disparatado, el caso es que es lo nico algo parecido a un legado que puedo dejaros a ti y a Clara. Al fin y al cabo aquella noche en Silver City

arriesgu mi vida por un convenio escrito, y si ese ingls est nadando en la abundancia no veo razn para que no pague. Espero y confo que hars todo lo posible para que cumpla, no slo por ti, sino por nuestra hija. Esto tal vez parezca melodrama, pero las cosas que ocurren aqu hacen ser as. Tan pronto como averige quin es, te pedir que me enves esta carta para agregarla. Otra cosa. Si le encuentras y consigues un buen bocado, no debes emplearlo en pagar los veintisis mil dlares que debo a esa gente de California. Tienes que prometrmelo. Debes hacerlo, querida Lola. Este legado lo dejo a ti y a Clara; no a ellos! Te digo esto porque no ignoro sabes cunto me ha preocupado esa deuda durante diez aos. Aunque en realidad no era responsable de ese enredo, es cierto que nada me hubiera satisfecho ms en este mundo que poder resolverlo, excepto verte a ti y a Clara, pero si muero, ese asunto morir conmigo. Claro que si consiguieras tanto dinero que te sobrara... pero milagros as no ocurren nunca. Si lograses algo, debe ser repartido con el resto de la banda, si puedes encontrarles. No s nada de ninguno de ellos, exceptuando a Harlan Scovil y llevo sin saber de l varios aos. La ltima direccin suya la tengo anotada en el librito rojo que est en el cajn de mi escritorio. Una de las dificultades es que no tienes el papel que firm Jorge Rowley. De comn acuerdo Coleman El Goma lo guard junto con el PACTO DE LA BANDA. Tal vez logres encontrar a Coleman. O puede que Rowley sea un individuo decente y te pague sin papel alguno. Las dos cosas me parecen improbables. Diablos!, es todo una ilusin. De todas formas, tengo intencin de regresar a tu lado sano y salvo, y si es as, nunca leers esto, a menos que te lo lleve como recuerdo. Aqu tienes los nombres de todos los que intervinieron en esto: Jorge Rowley. Coleman (ignoro su nombre de pila). Victor Lindquist. Harlan Scovil (ya le conoces, bscale el primero). Mike Walsh (era un poco mayor, tal vez tuviera treinta y dos aos entonces; no era de la banda de El Goma). El Tortuga era bastante mayor, es probable que haya muerto, y slo le conozco por este nombre. Y el ltimo, pero de ninguna manera el menos importante, tuyo amantsimo, tanto que me costara todo un ao decrtelo, Gilbert Fox, el firmante de la presente Clara Fox se detuvo. Pas sus ojos de nuevo por la ltima frase y luego volvi a doblar la hoja y a guardarla en su bolso. Luego se atus el cabello mirando a Wolfe. Nadie dijo nada. Al fin Wolfe suspir. Bien, seorita Fox. Al fin de cuentas parece que quiere usted la luna. Ella movi la cabeza. S quin es Jorge Rowley, y ahora est en Nueva York. Y esta seorita, supongo... Wolfe la indic con la cabeza, ser la hija de Victor Lindquist. Y este caballero lo seal a su vez, el seor Walsh, que vaci dos pistolas contra el seor Rowley sin herirle.

Podra haberle acertado! exclam Mike Walsh. Lo supongo, seor. Y usted, seorita Fox, deseara ardientemente tener esos veintisis mil dlares, con intereses acumulados, para pagar las deudas de su difunto padre. En otras palabras, necesitaba usted ms o menos unos treinta mil. Ella le mir sorprendida. Volvi sus ojos hacia m y luego nuevamente hacia Wolfe, a quien pregunt: Estoy aqu como cliente, seor Wolfe, o como sospechosa de robo? De momento, como ninguna de las dos cosas, y por favor no cometa la tontera de ofenderse. Si le expongo mi pensamiento es slo para ahorrar tiempo y evitar desatinos. Acaso no he estado escuchando pacientemente por espacio de diez minutos a pesar de que me disgusta que me lean en voz alta? Eso si que es un desatino. Desde luego. Creo que lo es, pero continuemos. Hbleme de don Jorge Rowley. Pero eso haba de quedar para ms adelante. Haba odo sonar el timbre de la puerta, los pasos de Fritz por el recibidor y un murmullo de voces procedentes del exterior Alc mi mano para detener a Clara Fox mientras se abra la puerta del despacho, dando paso a Fritz, que la cerr tras l. Hay un hombre que desea verle, seor. Le dije que estaba usted ocupado. Me puse en pie. Hay slo dos clases de hombres que Fritz no anuncia como caballeros: los que l sospecha tratan de vender algo, y a los policas, vayan o no de uniforme, poda olerlos a una milla de distancia. De modo que me puse en pie de un salto y pregunt: Es un polica? Si, seor. Me volv a Wolfe. Desde que hoy vi al seor Muir mirando a la seorita Fox no he dejado de pensar que ella deba de llevar un pararrayos. Quiere que la detengan aqu, o fuera en el recibidor? Est bien, Archie replic Wolfe. Yo me apresur a apoyarme contra la puerta, que segua cerrada, y dije a Fritz en voz baja sealndole la que daba a la habitacin contigua: Salga por ah y cierre con llave la puerta que separa esa habitacin del recibidor. Obedeci y yo me volv a los otros: Entren ah y sintense, y si no hablan, no nos molestarn. Walsh y la seorita Lindquist me miraron con los ojos muy abiertos. Clara Fox dijo a Wolfe: Todava no soy su cliente. Ni tampoco sospechosa replic l. Por aqu. Por favor obedezcan al seor Goodwin. Ella se levant y los otros la siguieron. Fritz regres y le dije que

cerrara aquella puerta y me entregase la llave. Luego volv a sentarme ante mi escritorio mientras Fritz, a una seal de Wolfe, iba al recibidor en busca del recin llegado. Entr el polica, y me sorprendi ver que le conoca. Me sorprendi, porque la ltima vez que supe de Slim Foltz l estaba en el Departamento de Homicidios, en el despacho del fiscal del distrito. Hola, Slim. Hola, Goodwin. Iba de paisano, y se acerc a mi con el sombrero en la mano. Hola, seor Wolfe. Soy Foltz, del Departamento de Homicidios. Buenas noches, seor. Sintese. El polica dej el sombrero sobre la mesa y tom asiento. Introduciendo la mano en su bolsillo extrajo un pedazo de papel. Hace una hora aproximadamente han matado a un hombre en la calle. Le acribillaron. Lleva cinco balazos en el cuerpo. Le asesinaron. Este pedazo de papel estaba en su bolsillo con su nombre y esta direccin escritos en l, junto con otros nombres. Sabe usted algo de l? Wolfe movi la cabeza. Nada, excepto que ha muerto. Es decir, en este momento. Si conociera su nombre tal vez... S. Su nombre estaba tambin en su bolsillo en una licencia de caza del Estado de Wyoming. Harlan Scovil. Ya. Es posible que el seor Goodwin pueda ayudarle. Archie? Yo pensaba para m: Cielos, menos mal que al fin y al cabo no ha venido por ella! Pero al mismo tiempo me alegraba que Clara no estuviera entonces en la habitacin.

SLIM Foltz me miraba. Harlan Scovil? le dije . Desde luego. Estuvo aqu esta tarde. Foltz sac de su bolsillo un pequeo block de notas y un lpiz. A qu hora? Lleg a eso de las cuatro y media, tal vez un poco antes, y se march a las cinco veintisis. Qu quera? Ver a Nero Wolfe. Para qu? Mov la cabeza con pesar. Ah me ha cogido usted, mister. Le dije que tendra que esperar hasta las seis, de modo que qued esperando. Debi decir algo. Desde luego lo dijo: que deseaba ver a Nero Wolfe. Qu ms dijo?

CAPTULO V

Que Al parecer a este lado del Mississipi no se acostumbraba a escupir y que deseaba saber si a este lado de las montaas haba algn hombre honrado. No especific para qu quera ver al seor Wolfe. No le haba visto nunca ni odo hablar de l. Oh, s, dijo que acababa de llegar a Nueva York esta misma maana procedente de Wyoming. A propsito... slo porque llevase esa licencia en el bolsillo... era un hombre de unos sesenta aos, de ms de seis pies de estatura, vistiendo un traje de sarga azul, de mangas demasiado cortas y solapas radas, de rostro rojo y apergaminado, sombrero de vaquero... Ese mismo gru el polica. Para qu vino a Nueva York? Supongo que para ver a Nero Wolfe. Sonre. Esa es la respuesta que obtuvimos. Si quiere decir si nos dej entrever para qu quera verle, no lo hizo. Vio a Wolfe? No. Ya le dije que se march a las cinco veintisis. El seor Wolfe nunca baja antes de las seis. Por qu no esper? Porque recibi una llamada telefnica. Aqu? En esta misma habitacin. Yo no estaba. Haba tenido que salir y dej a ese pjaro esperando las seis. Fritz Brenner, el cocinero del seor Wolfe y orgullo de la casa, atendi la llamada. Quiere verle? Si. Si no le importa. Wolfe hizo sonar el timbre y entr Fritz. Mi jefe le dijo que deba contestar a las preguntas de aquel caballero, y Fritz, con un S, seor, qued en pie, muy erguido. Todo lo que Foltz logr sacarle fue lo mismo que a m. Haba anotado la hora de la llamada telefnica siguiendo las instrucciones de Wolfe para llevar con exactitud y detalle las cosas de la casa y la oficina. Fue un hombre quien llam; no haba dado su nombre y Fritz no reconoci su voz, ni oy la conversacin. Harlan Scovil habase marchado inmediatamente sin decir nada. Fritz regres a la cocina. El polica frunci el ceo mirando el pedazo de papel. No pens encontrar este vaco. Vine aqu en primer lugar. Hay otros nombres en este papel... Clara Fox. Michael Walsh. Michael est mal escrito. Hilda Lindquist, eso es lo que parece decir, y un tal marqus de Clivers. Supongo que usted no... Intervine moviendo la cabeza: Como le dije, cuando ese Harlan Scovil entr aqu hoy a las cuatro y media no le haba visto nunca. Ni a ninguno de esos otros. Eran extraos para mi. Estoy seguro de que lo son tambin para el seor Wolfe. No es as, seor? Si les haba visto? No. Pero creo haber odo hablar de uno de ellos. No discutamos ayer acerca de un tal Marqus de Clivers?

Discutir? Ah, s, seor. Cuando usted dej caer la jabalina? Aquel pedazo de papel. Mir a Foltz. Ayer vena un articulo en el Times... Asinti. Lo s. El sargento me lo dijo. Ese marqus est respaldado por una potencia extranjera o algo por el estilo y es posible que ni siquiera sea una potencia amiga. El sargento dice que en este asunto pudiera haber un complot internacional. El capitn Devore ir a ver a ese marqus para advertirle o protegerle. Esplndido! Wolfe asinti con voz aprobadora. La polica merece la gratitud de todos nosotros. A no ser por ellos, los investigadores privados esperaramos sentados y en vano la llegada de clientes. S. Foltz se puso en pie. Muchas gracias por el cumplido, aunque haya sido lo nico que me llevo. Quiero decir que no he conseguido gran informacin. Slo esa llamada telefnica que puede llevarnos a alguna parte. Scovil fue asesinado a slo cuatro manzanas de aqu, en la calle Treinta y Una, nueve minutos despus de recibir esa llamada, a las cinco treinta y cinco. Iba por la acera y alguien que pasaba en un coche se acerc a l acribillndole a balazos. Muri en el acto. Estaba bastante oscuro, pero un hombre que pasaba por all cerca vio el nmero de la matricula y el automvil ha sido encontrado en la Novena Avenida. Nadie vio apearse a nadie de l. Bien, eso es algo dije en tono animoso. Eso puede conducirle a alguna parte. Probablemente se tratar de un coche robado. Es lo corriente. El polica recogi su sombrero. Parece todo obra de una banda. De todas maneras, gracias. No se merecen, Slim. Le acompa al recibidor para despedirle y luego cerr la puerta principal con cerrojo. Antes de volver al despacho me detuve en la cocina para decir a Fritz que yo atendera todas las llamadas que pudiera haber durante el resto de la noche. Me acerqu al escritorio de Wolfe sonriendo. Ja, ja! Estuvo aqu la maldita polica. Wolfe mir el reloj, que sealaba las siete y diez. Hizo sonar el timbre, y cuando Fritz se present, se reclin exhalando un suspiro. Fritz. Diga, seor. Una calamidad. No podemos cenar a las ocho como de costumbre. Es decir, no habr cena. No hay comida, y supongo que tendremos que cenar. T tienes filetes de ternera y salsa Abano... S, seor. Wolfe volvi a suspirar. Tendrs que servirlos a pedacitos, para cinco personas. Puedes hacer

mucha sopa. Abre una lata de petits poissons hngaros. Hay mucha fruta? Arrglate como puedas. Es una contrariedad, pero no podemos evitarlo. La salsa es un gran xito, seor. Podra dar a los otros pollo en lata y championes... Cielos, no! Si ha de haber sacrificios, yo debo compartirlos. Eso es todo. Treme un poco de cerveza. Fritz se march y Wolfe se volvi hacia mi: Trigame a Clara Fox. Abr la puerta de la habitacin contigua. Fritz no haba encendido la luz y estaba en la penumbra. Las dos mujeres hallbanse sentadas en el divn; Mike Walsh en una silla y parpade al verme como si hubiera estado dormido. Yo dije: El seor Wolfe quisiera hablar con usted, seorita Clara Fox. Mike Walsh coment: Tengo apetito. Igual que todos nosotros replic Clara Fox. Primero slo usted. Por favor... Pronto tomaremos un pequeo refrigerio, seor Walsh. Si tiene la bondad de esperar aqu. Clara Fox vacilaba, pero al fin se puso en pie para seguirme. Cerr la puerta y volvi a ocupar su silla frente a Wolfe, la que antes ocupara el polica. Wolfe haba vaciado su vaso y volva a llenarlo. Quiere un vaso de cerveza, seorita Fox? Ella movi la cabeza. Gracias. Pero no me agrada discutir esto a solas con usted, seor Wolfe. Los otros tienen tanto derecho... S, si! Permtame. Se reunirn con nosotros en seguida. El caso es que quisiera que hablsemos de otro asunto unos momentos. Cogi usted el dinero de la mesa del seor Muir? Ella le mir fijamente. No debemos confundirnos. Acta usted ahora como el representante de la Seaboard Products Corporation? Le estoy haciendo una pregunta. Usted ha venido a consultarme porque cree que tengo facultades. Las tengo, y estoy haciendo uso de ellas. Escoja entre responder a mi pregunta o buscar esas facultades en otra parte. Cogi usted ese dinero? No. Sabe quin fue? No. Sabe algo de esto? No. Tengo ciertas sospechas, pero nada en concreto acerca del dinero. Se refiere a que sospecha de la actitud personal del seor Perry y

el seor Muir hacia usted? S. Principalmente de Muir. Bien. Ahora dgame una cosa: Ha asesinado usted a alguien esta tarde entre las cinco y las seis? No diga estupideces. Wolfe bebi un sorbo de cerveza, se sec los labios y se reclin contra el respaldo de su silla. Seorita Fox. El evitar las estupideces debiera ser la preocupacin primera y constante de toda persona inteligente. Y lo es ma. Algunas veces lo logro. Fjese, por ejemplo, en su declaracin de que no rob el dinero. La creo? Como filsofo no creo nada. Como detective, lo suficiente para dejarlo a mi espalda, pero estoy dispuesto a mirar por encima de mi hombro. Como hombre lo creo ciegamente. Le aseguro que la razn de las preguntas que le hago no es una estupidez. En primer lugar, observo su rostro cuando las contesta. Tenga paciencia; creo que llegaremos a alguna parte. Mat usted a alguien entre las cinco y las seis de esta tarde? No. Lo hicieron el seor Walsh o la seorita Lindquist? El qu, matar a alguien? S. Sonri. Como filsofa, no lo s, ni soy detective. Como mujer, creo que no lo hicieron. S lo hicieron. Usted no lo sabe? No. Bien. Tiene usted un billete de un dlar? Supongo que si. Dmelo. Ella movi la cabeza, no negndose, sino demostrando resignacin y perplejidad ante aquellas extravagancias sin sentido. Busc en su bolso y al cabo alarg a Wolfe el billete pedido. Este lo cogi y desdoblndolo me lo entreg a mi. Ingrselo, Archie, por favor, como anticipo de la seorita Clara Fox. Y llame por telfono al seor Perry. Se volvi a ella. Ahora es usted cliente ma. Clara no sonri. Dejando entendido por supuesto que yo puedo... Renunciar? Desarrug el ceo. Naturalmente. Sin el menor reparo. Encontr el nmero de Perry y lo marqu. Al fin consegu dar con l y le hice sea a Wolfe para que le atendiera. El seor Perry? Wolfe habl en tono suave. Aqu Nero Wolfe. He

recibido el informe del seor Goodwin de su investigacin preliminar. Se siente inclinado a participar de su actitud con respecto a la probable inocencia de Clara Fox, y por lo tanto cree que podremos prestarle algn buen servicio. Pero por una curiosa casualidad la seorita Fox ha venido a vernos esta tarde... est aqu ahora... para pedirnos que la representemos en este asunto... No, permtame, por favor... Bien, me pareci aconsejable aceptar su anticipo... La verdad, seor, no veo que vaya contra la tica... Wolfe aborreca el discutir por telfono y cortando lo ms pronto posible se consol con la cerveza. Luego se volvi a Clara Fox. Cunteme sus relaciones personales con el seor Perry y el seor Muir. No contest en seguida. Le miraba con el ceo fruncido. Era la primera vez que la vea hacerlo y me gustaba ms sonriente. Al fin dijo: Supongo que ya habra aceptado encargarse del caso en favor del seor Perry. Me haba tomado muchas molestias considerando que era usted el hombre mejor para nosotros... la seorita Lindquist, el seor Walsh, el seor Scovil y yo... y le telefone el sbado para concretar la entrevista, antes de saber nada del robo. No supe hasta hace un par de horas que le haba contratado el seor Perry, y puesto que tenamos concertada la cita cre que podamos seguir adelante. Ahora le dice usted al seor Perry que acta para m, no para la Seaboard y que le he pagado ya un anticipo. Eso no es justo. Si quiere llamarlo as, lo ser por el asunto por el que he venido a verle, no por esa estupidez del robo del dinero. Eso es una tontera. Wolfe le pregunt: Qu le hace pensar que es una tontera? Pues que lo es. Ignoro la verdad, pero estoy convencida de que es una tontera. Wolfe asinti. Estoy de acuerdo con usted. Por eso resulta peligroso. Peligroso? En qu sentido? Si se refiere a que perder mi empleo, no lo crea. El seor Perry es el verdadero jefe, sabe que soy ms competente, y no es posible que piense que yo cog ese dinero. Si este otro asun