Miguel de Cervantes - La Gitanilla

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    LLLIIIBBBRRROOOdddooottt ... cccooommm

    M iguel de Cervantes Saavedra

    NOVELA

    LA GITAN IL LA

    Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen depadres ladrones, cranse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con serladrones corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana del hurtar y el hurtar son en elloscomo acidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte.

    Una, pues, desta nacin, gitana vieja, que poda ser jubilada en la ciencia de Caco, cri unamuchacha en nombre de nieta suya, a quien puso nombre Preciosa, y a quien ense todassus gitaneras y modos de embelecos y trazas de hurtar. Sali la tal Preciosa la ms nicabailadora que se hallaba en todo el gitanismo, y la ms hermosa y discreta que pudierahallarse, no entre los gitanos, sino entre cuantas hermosas y discretas pudiera pregonar lafama. Ni los soles, ni los aires, ni todas las inclemencias del cielo, a quien ms que otrasgentes estn sujetos los gitanos, pudieron deslustrar su rostro ni curtir las manos; y lo que esms, que la crianza tosca en que se criaba no descubra en ella sino ser nacida de mayores

    prendas que de gitana, porque era en estremo corts y bien razonada. Y, con todo esto, eraalgo desenvuelta, pero no de modo que descubriese algn gnero de deshonestidad; antes,con ser aguda, era tan honesta, que en su presencia no osaba alguna gitana, vieja ni moza,cantar cantares lascivos ni decir palabras no buenas. Y, finalmente, la abuela conoci eltesoro que en la nieta tena; y as, determin el guila vieja sacar a volar su aguilucho yensearle a vivir por sus uas.

    Sali Preciosa rica de villancicos, de coplas, seguidillas y zarabandas, y de otros versos,especialmente de romances, que los cantaba con especial donaire. Porque su taimada abuelaech de ver que tales juguetes y gracias, en los pocos aos y en la mucha hermosura de sunieta, haban de ser felicsimos atractivos e incentivos para acrecentar su caudal; y as, se los

    procur y busc por todas las vas que pudo, y no falt poeta que se los diese: que tambinhay poetas que se acomodan con gitanos, y les venden sus obras, como los hay para ciegos,que les fingen milagros y van a la parte de la ganancia. De todo hay en el mundo, y esto de lahambre tal vez hace arrojar los ingenios a cosas que no estn en el mapa.

    Crise Preciosa en diversas partes de Castilla, y, a los quince aos de su edad, su abuelaputativa la volvi a la Corte y a su antiguo rancho, que es adonde ordinariamente le tienenlos gitanos, en los campos de Santa Brbara, pensando en la Corte vender su mercadera,donde todo se compra y todo se vende. Y la primera entrada que hizo Preciosa en Madridfue un da de Santa Ana, patrona y abogada de la villa, con una danza en que iban ochogitanas, cuatro ancianas y cuatro muchachas, y un gitano, gran bailarn, que las guiaba. Y,

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    aunque todas iban limpias y bien aderezadas, el aseo de Preciosa era tal, que poco a poco fueenamorando los ojos de cuantos la miraban. De entre el son del tamborn y castaetas y fugadel baile sali un rumor que encareca la belleza y donaire de la gitanilla, y corran los

    muchachos a verla y los hombres a mirarla. Pero cuando la oyeron cantar, por ser la danzacantada, all fue ello! All s que cobr aliento la fama de la gitanilla, y de comnconsentimiento de los diputados de la fiesta, desde luego le sealaron el premio y joya de lamejor danza; y cuando llegaron a hacerla en la iglesia de Santa Mara, delante de la imagen deSanta Ana, despus de haber bailado todas, tom Preciosa unas sonajas, al son de las cuales,dando en redondo largas y ligersimas vueltas, cant el romance siguiente:

    -rbol preciossimo

    que tard en dar fruto

    aos que pudieroncubrirle de luto,

    y hacer los deseos

    del consorte puros,

    contra su esperanza

    no muy bien seguros;

    de cuyo tardarse

    naci aquel disgusto

    que lanz del templo

    al varn ms justo;

    santa tierra estril,

    que al cabo produjo

    toda la abundancia

    que sustenta el mundo;

    casa de moneda,

    do se forj el cuo

    que dio a Dios la forma

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    que como hombre tuvo;

    madre de una hija

    en quien quiso y pudo

    mostrar Dios grandezas

    sobre humano curso.

    Por vos y por ella

    sois, Ana, el refugio

    do van por remedionuestros infortunios.

    En cierta manera,

    tenis, no lo dudo,

    sobre el Nieto, imperio

    padoso y justo.

    A ser comunera

    del alczar sumo,

    fueran mil parientes

    con vos de consuno.

    Qu hija, y qu nieto,

    y qu yerno! Al punto,a ser causa justa,

    cantrades triunfos.

    Pero vos, humilde,

    fuistes el estudio

    donde vuestra Hija

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    hizo humildes cursos;

    y agora a su lado,

    a Dios el ms junto,

    gozis de la alteza

    que apenas barrunto.

    El cantar de Preciosa fue para admirar a cuantos la escuchaban. Unos decan: ''Dios tebendiga la muchacha!''. Otros: ''Lstima es que esta mozuela sea gitana! En verdad, enverdad, que mereca ser hija de un gran seor''. Otros haba ms groseros, que decan:''Dejen crecer a la rapaza, que ella har de las suyas! A fe que se va audando en ella gentil

    red barredera para pescar corazones!'' Otro, ms humano, ms basto y ms modorro,vindola andar tan ligera en el baile, le dijo: ''A ello, hija, a ello! Andad, amores, y pisad elpolvito atn menudito!'' Y ella respondi, sin dejar el baile: ''Y pisarlo yo atn menud!''

    Acabronse las vsperas y la fiesta de Santa Ana, y qued Preciosa algo cansada, pero tancelebrada de hermosa, de aguda y de discreta y de bailadora, que a corrillos se hablaba dellaen toda la Corte. De all a quince das, volvi a Madrid con otras tres muchachas, con sonajasy con un baile nuevo, todas apercebidas de romances y de cantarcillos alegres, pero todoshonestos; que no consenta Preciosa que las que fuesen en su compaa cantasen cantaresdescompuestos, ni ella los cant jams, y muchos miraron en ello y la tuvieron en mucho.

    Nunca se apartaba della la gitana vieja, hecha su Argos, temerosa no se la despabilasen ytraspusiesen; llambala nieta, y ella la tena por abuela. Pusironse a bailar a la sombra en lacalle de Toledo, y de los que las venan siguiendo se hizo luego un gran corro; y, en tanto quebailaban, la vieja peda limosna a los circunstantes, y llovan en ella ochavos y cuartos comopiedras a tablado; que tambin la hermosura tiene fuerza de despertar la caridad dormida.

    Acabado el baile, dijo Preciosa:

    -Si me dan cuatro cuartos, les cantar un romance yo sola, lindsimo en estremo, que trata decuando la Reina nuestra seora Margarita sali a misa de parida en Valladolid y fue a SanLlorente; dgoles que es famoso, y compuesto por un poeta de los del nmero, como capitndel batalln.

    Apenas hubo dicho esto, cuando casi todos los que en la rueda estaban dijeron a voces:

    -Cntale, Preciosa, y ves aqu mis cuatro cuartos!

    Y as granizaron sobre ella cuartos, que la vieja no se daba manos a cogerlos. Hecho, pues, suagosto y su vendimia, repic Preciosa sus sonajas y, al tono corrento y loquesco, cant elsiguiente romance:

    -Sali a misa de parida

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    la mayor reina de Europa,

    en el valor y en el nombre

    rica y admirable joya.

    Como los ojos se lleva,

    se lleva las almas todas

    de cuantos miran y admiran

    su devocin y su pompa.

    Y, para mostrar que es partedel cielo en la tierra toda,

    a un lado lleva el sol de Austria,

    al otro, la tierna Aurora.

    A sus espaldas le sigue

    un Lucero que a deshora

    sali, la noche del da

    que el cielo y la tierra lloran.

    Y si en el cielo hay estrellas

    que lucientes carros forman,

    en otros carros su cielo

    vivas estrellas adornan.Aqu el anciano Saturno

    la barba pule y remoza,

    y, aunque es tardo, va ligero;

    que el placer cura la gota.

    El dios parlero va en lenguas

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    lisonjeras y amorosas,

    y Cupido en cifras varias,

    que rubes y perlas bordan.

    All va el furioso Marte

    en la persona curiosa

    de ms de un gallardo joven,

    que de su sombra se asombra.

    Junto a la casa del Solva Jpiter; que no hay cosa

    difcil a la privanza

    fundada en prudentes obras.

    Va la Luna en las mejillas

    de una y otra humana diosa;

    Venus casta, en la belleza

    de las que este cielo forman.

    Pequeuelos Ganimedes

    cruzan, van, vuelven y tornan

    por el cinto tachonado

    de esta esfera milagrosa.Y, para que todo admire

    y todo asombre, no hay cosa

    que de liberal no pase

    hasta el estremo de prdiga.

    Miln con sus ricas telas

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    all va en vista curiosa;

    las Indias con sus diamantes,

    y Arabia con sus aromas.

    Con los mal intencionados

    va la envidia mordedora,

    y la bondad en los pechos

    de la lealtad espaola.

    La alegra universal,huyendo de la congoja,

    calles y plazas discurre,

    descompuesta y casi loca.

    A mil mudas bendiciones

    abre el silencio la boca,

    y repiten los muchachos

    lo que los hombres entonan.

    Cul dice: ''Fecunda vid,

    crece, sube, abraza y toca

    el olmo felice tuyo

    que mil siglos te haga sombrapara gloria de ti misma,

    para bien de Espaa y honra,

    para arrimo de la Iglesia,

    para asombro de Mahoma''.

    Otra lengua clama y dice:

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    ''Vivas, oh blanca paloma!,

    que nos has de dar por cras

    guilas de dos coronas,

    para ahuyentar de los aires

    las de rapia furiosas;

    para cubrir con sus alas

    a las virtudes medrosas''.

    Otra, ms discreta y grave,ms aguda y ms curiosa

    dice, vertiendo alegra

    por los ojos y la boca:

    ''Esta perla que nos diste,

    ncar de Austria, nica y sola,

    qu de mquinas que rompe!,

    qu [de] disignios que corta!,

    qu de esperanzas que infunde!,

    qu de deseos mal logra!,

    qu de temores aumenta!,

    qu de preados aborta!''En esto, se lleg al templo

    del Fnix santo que en Roma

    fue abrasado, y qued vivo

    en la fama y en la gloria.

    A la imagen de la vida,

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    a la del cielo Seora,

    a la que por ser humilde

    las estrellas pisa agora,

    a la Madre y Virgen junto,

    a la Hija y a la Esposa

    de Dios, hincada de hinojos,

    Margarita as razona:

    ''Lo que me has dado te doy,mano siempre dadivosa;

    que a do falta el favor tuyo,

    siempre la miseria sobra.

    Las primicias de mis frutos

    te ofrezco, Virgen hermosa:

    tales cuales son las mira,

    recibe, ampara y mejora.

    A su padre te encomiendo,

    que, humano Atlante, se encorva

    al peso de tantos reinos

    y de climas tan remotas.S que el corazn del Rey

    en las manos de Dios mora,

    y s que puedes con Dios

    cuanto quieres piadosa''.

    Acabada esta oracin,

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    otra semejante entonan

    himnos y voces que muestran

    que est en el suelo la Gloria.

    Acabados los oficios

    con reales ceremonias,

    volvi a su punto este cielo

    y esfera maravillosa.

    Apenas acab Preciosa su romance, cuando del ilustre auditorio y grave senado que la oa, demuchas se form una voz sola que dijo:

    -Torna a cantar, Preciosica, que no faltarn cuartos como tierra!

    Ms de docientas personas estaban mirando el baile y escuchando el canto de las gitanas, yen la fuga dl acert a pasar por all uno de los tinientes de la villa, y, viendo tanta gentejunta, pregunt qu era; y fuele respondido que estaban escuchando a la gitanilla hermosa,que cantaba. Llegse el tiniente, que era curioso, y escuch un rato, y, por no ir contra sugravedad, no escuch el romance hasta la fin; y, habindole parecido por todo estremo bienla gitanilla, mand a un paje suyo dijese a la gitana vieja que al anochecer fuese a su casa con

    las gitanillas, que quera que las oyese doa Clara, su mujer. Hzolo as el paje, y la vieja dijoque s ira.

    Acabaron el baile y el canto, y mudaron lugar; y en esto lleg un paje muy bien aderezado aPreciosa, y, dndole un papel doblado, le dijo:

    -Preciosica, canta el romance que aqu va, porque es muy bueno, y yo te dar otros decuando en cuando, con que cobres fama de la mejor romancera del mundo.

    -Eso aprender yo de muy buena gana -respondi Preciosa-; y mire, seor, que no me dejede dar los romances que dice, con tal condicin que sean honestos; y si quisiere que se lospague, concertmonos por docenas, y docena cantada y docena pagada; porque pensar que letengo de pagar adelantado es pensar lo imposible.

    -Para papel, siquiera, que me d la seora Preciosica -dijo el paje-, estar contento; y ms,que el romance que no saliere bueno y honesto, no ha de entrar en cuenta.

    -A la ma quede el escogerlos -respondi Preciosa.

    Y con esto, se fueron la calle adelante, y desde una reja llamaron unos caballeros a lasgitanas. Asomse Preciosa a la reja, que era baja, y vio en una sala muy bien aderezada y muy

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    fresca muchos caballeros que, unos pasendose y otros jugando a diversos juegos, seentretenan.

    -Quirenme dar barato, cenores? -dijo Preciosa (que, como gitana, hablaba ceceoso, y estoes artificio en ellas, que no naturaleza).

    A la voz de Preciosa y a su rostro, dejaron los que jugaban el juego y el paseo los paseantes; ylos unos y los otros acudieron a la reja por verla, que ya tenan noticia della, y dijeron:

    -Entren, entren las gitanillas, que aqu les daremos barato.

    -Caro sera ello -respondi Preciosa- si nos pellizcacen.

    -No, a fe de caballeros -respondi uno-; bien puedes entrar, nia, segura, que nadie te tocar

    a la vira de tu zapato; no, por el hbito que traigo en el pecho.Y psose la mano sobre uno de Calatrava.

    -Si t quieres entrar, Preciosa -dijo una de las tres gitanillas que iban con ella-, entra en horabuena; que yo no pienso entrar adonde hay tantos hombres.

    -Mira, Cristina -respondi Preciosa-: de lo que te has de guardar es de un hombre solo y asolas, y no de tantos juntos; porque antes el ser muchos quita el miedo y el recelo de serofendidas. Advierte, Cristinica, y est cierta de una cosa: que la mujer que se determina a serhonrada, entre un ejrcito de soldados lo puede ser. Verdad es que es bueno huir de las

    ocasiones, pero han de ser de las secretas y no de las pblicas.-Entremos, Preciosa -dijo Cristina-, que t sabes ms que un sabio.

    Animlas la gitana vieja, y entraron; y apenas hubo entrado Preciosa, cuando el caballero delhbito vio el papel que traa en el seno, y llegndose a ella se le tom, y dijo Preciosa:

    -Y no me le tome, seor, que es un romance que me acaban de dar ahora, que an no le heledo!

    -Y sabes t leer, hija? -dijo uno.

    -Y escribir -respondi la vieja-; que a mi nieta hela criado yo como si fuera hija de un letrado.

    Abri el caballero el papel y vio que vena dentro dl un escudo de oro, y dijo:

    -En verdad, Preciosa, que trae esta carta el porte dentro; toma este escudo que en el romanceviene.

    -Basta! -dijo Preciosa-, que me ha tratado de pobre el poeta, pues cierto que es ms milagrodarme a m un poeta un escudo que yo recebirle; si con esta aadidura han de venir sus

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    romances, traslade todo elRomancero generaly envemelos uno a uno, que yo les tentar elpulso, y si vinieren duros, ser yo blanda en recebillos.

    Admirados quedaron los que oan a la gitanica, as de su discrecin como del donaire conque hablaba.

    -Lea, seor -dijo ella-, y lea alto; veremos si es tan discreto ese poeta como es liberal.

    Y el caballero ley as:

    -Gitanica, que de hermosa

    te pueden dar parabienes:

    por lo que de piedra tieneste llama el mundo Preciosa.

    Desta verdad me asegura

    esto, como en ti vers;

    que no se apartan jams

    la esquiveza y la hermosura.

    Si como en valor subido

    vas creciendo en arrogancia,

    no le arriendo la ganancia

    a la edad en que has nacido;

    que un basilisco se cra

    en ti, que mate mirando,

    y un imperio que, aunque blando,

    nos parezca tirana.

    Entre pobres y aduares,

    cmo naci tal belleza?

    O cmo cri tal pieza

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    el humilde Manzanares?

    Por esto ser famoso

    al par del Tajo dorado

    y por Preciosa preciado

    ms que el Ganges caudaloso.

    Dices la buenaventura,

    y dasla mala contino;

    que no van por un caminotu intencin y tu hermosura.

    Porque en el peligro fuerte

    de mirarte o contemplarte

    tu intencin va a desculparte,

    y tu hermosura a dar muerte.

    Dicen que son hechiceras

    todas las de tu nacin,

    pero tus hechizos son

    de ms fuerzas y ms veras;

    pues por llevar los despojos

    de todos cuantos te ven,haces, oh nia!, que estn

    tus hechizos en tus ojos.

    En sus fuerzas te adelantas,

    pues bailando nos admiras,

    y nos matas si nos miras,

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    y nos encantas si cantas.

    De cien mil modos hechizas:

    hables, calles, cantes, mires;

    o te acerques, o retires,

    el fuego de amor atizas.

    Sobre el ms esento pecho

    tienes mando y seoro,

    de lo que es testigo el mo,de tu imperio satisfecho.

    Preciosa joya de amor,

    esto humildemente escribe

    el que por ti muere y vive,

    pobre, aunque humilde amador.

    -En "pobre" acaba el ltimo verso -dijo a esta sazn Preciosa-: mala seal Nunca losenamorados han de decir que son pobres, porque a los principios, a mi parecer, la pobreza esmuy enemiga del amor.

    -Quin te ensea eso, rapaza? -dijo uno.

    -Quin me lo ha de ensear? -respondi Preciosa-. No tengo yo mi alma en mi cuerpo?No tengo ya quince aos? Y no soy manca, ni renca, ni estropeada del entendimiento. Losingenios de las gitanas van por otro norte que los de las dems gentes: siempre se adelantan asus aos; no hay gitano necio, ni gitana lerda; que, como el sustentar su vida consiste en seragudos, astutos y embusteros, despabilan el ingenio a cada paso, y no dejan que cre mohoen ninguna manera. Veen estas muchachas, mis compaeras, que estn callando y parecenbobas? Pues ntrenles el dedo en la boca y tintenlas las cordales, y vern lo que vern. Nohay muchacha de doce que no sepa lo que de veinte y cinco, porque tienen por maestros ypreceptores al diablo y al uso, que les ensea en una hora lo que haban de aprender en unao.

    Con esto que la gitanilla deca, tena suspensos a los oyentes, y los que jugaban le dieronbarato, y aun los que no jugaban. Cogi la hucha de la vieja treinta reales, y ms rica y msalegre que una Pascua de Flores, antecogi sus corderas y fuese en casa del seor teniente,quedando que otro da volvera con su manada a dar contento aque-llos tan liberales seores.

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    Ya tena aviso la seora doa Clara, mujer del seor teniente, cmo haban de ir a su casa lasgitanillas, y estbalas esperando como el agua de mayo ella y sus doncellas y dueas, con lasde otra seora vecina suya, que todas se juntaron para ver a Preciosa. Y apenas hubieron

    entrado las gitanas, cuando entre las dems resplandeci Preciosa como la luz de unaantorcha entre otras luces menores. Y as, corrieron todas a ella: unas la abrazaban, otras lamiraban, stas la bendecan, aqullas la alababan. Doa Clara deca:

    -ste s que se puede decir cabello de oro! stos s que son ojos de esmeraldas!

    La seora su vecina la desmenuzaba toda, y haca pepitoria de todos sus miembros ycoyunturas. Y, llegando a alabar un pequeo hoyo que Preciosa tena en la barba, dijo:

    -Ay, qu hoyo! En este hoyo han de tropezar cuantos ojos le miraren.

    Oy esto un escudero de brazo de la seora doa Clara, que all estaba, de luenga barba ylargos aos, y dijo:

    -se llama vuesa merced hoyo, seora ma? Pues yo s poco de hoyos, o se no es hoyo,sino sepultura de deseos vivos. Por Dios, tan linda es la gitanilla que hecha de plata o dealcorza no podra ser mejor! Sabes decir la buenaventura, nia?

    -De tres o cuatro maneras -respondi Preciosa.

    -Y eso ms? -dijo doa Clara-. Por vida del tiniente, mi seor, que me la has de decir, niade oro, y nia de plata, y nia de perlas, y nia de carbuncos, y nia del cielo, que es lo ms

    que puedo decir.-Denle, denle la palma de la mano a la nia, y con qu haga la cruz -dijo la vieja-, y vern qude cosas les dice; que sabe ms que un doctor de melecina.

    Ech mano a la faldriquera la seora tenienta, y hall que no tena blanca. Pidi un cuarto asus criadas, y ninguna le tuvo, ni la seora vecina tampoco. Lo cual visto por Preciosa, dijo:

    -Todas las cruces, en cuanto cruces, son buenas; pero las de plata o de oro son mejores; y elsealar la cruz en la palma de la mano con moneda de cobre, sepan vuesas mercedes quemenoscaba la buenaventura, a lo menos la ma; y as, tengo aficin a hacer la cruz primeracon algn escudo de oro, o con algn real de a ocho, o, por lo menos, de a cuatro, que soycomo los sacristanes: que cuando hay buena ofrenda, se regocijan.

    -Donaire tienes, nia, por tu vida -dijo la seora vecina.

    Y, volvindose al escudero, le dijo:

    -Vos, seor Contreras, tendris a mano algn real de a cuatro? Ddmele, que, en viniendo eldoctor, mi marido, os le volver.

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    -S tengo -respondi Contreras-, pero tngole empeado en veinte y dos maraveds que cenanoche. Dnmelos, que yo ir por l en volandas.

    -No tenemos entre todas un cuarto -dijo doa Clara-, y peds veinte y dos maraveds?Andad, Contreras, que siempre fuistes impertinente.

    Una doncella de las presentes, viendo la esterilidad de la casa, dijo a Preciosa:

    -Nia, har algo al caso que se haga la cruz con un dedal de plata?

    -Antes -respondi Preciosa-, se hacen las cruces mejores del mundo con dedales de plata,como sean muchos.

    -Uno tengo yo -replic la doncella-; si ste basta, hele aqu, con condicin que tambin se me

    ha de decir a m la buenaventura.-Por un dedal tantas buenasventuras? -dijo la gitana vieja-. Nieta, acaba presto, que se hacenoche.

    Tom Preciosa el dedal y la mano de la seora tenienta, y dijo:

    -Hermosita, hermosita,

    la de las manos de plata,

    ms te quiere tu maridoque el Rey de las Alpujarras.

    Eres paloma sin hiel,

    pero a veces eres brava

    como leona de Orn,

    o como tigre de Ocaa.

    Pero en un tras, en un tris,

    el enojo se te pasa,

    y quedas como alfinique,

    o como cordera mansa.

    Ries mucho y comes poco:

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    algo celosita andas;

    que es juguetn el tiniente,

    y quiere arrimar la vara.

    Cuando doncella, te quiso

    uno de una buena cara;

    que mal hayan los terceros,

    que los gustos desbaratan.

    Si a dicha t fueras monja,hoy tu convento mandaras,

    porque tienes de abadesa

    ms de cuatrocientas rayas.

    No te lo quiero decir...;

    pero poco importa, vaya:

    enviudars, y otra vez,

    y otras dos, sers casada.

    No llores, seora ma;

    que no siempre las gitanas

    decimos elEvangelio;

    no llores, seora, acaba.Como te mueras primero

    que el seor tiniente, basta

    para remediar el dao

    de la viudez que amenaza.

    Has de heredar, y muy presto,

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    hacienda en mucha abundancia;

    tendrs un hijo cannigo,

    la iglesia no se seala;

    de Toledo no es posible.

    Una hija rubia y blanca

    tendrs, que si es religiosa,

    tambin vendr a ser perlada.

    Si tu esposo no se mueredentro de cuatro semanas,

    versle corregidor

    de Burgos o Salamanca.

    Un lunar tienes, qu lindo!

    Ay Jess, qu luna clara!

    Qu sol, que all en los antpodas

    escuros valles aclara!

    Ms de dos ciegos por verle

    dieran ms de cuatro blancas.

    Agora s es la risica!

    Ay, que bien haya esa gracia!Gurdate de las cadas,

    principalmente de espaldas,

    que suelen ser peligrosas

    en las principales damas.

    Cosas hay ms que decirte;

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    si para el viernes me aguardas,

    las oirs, que son de gusto,

    y algunas hay de desgracias.

    Acab su buenaventura Preciosa, y con ella encendi el deseo de todas las circunstantes enquerer saber la suya; y as se lo rogaron todas, pero ella las remiti para el viernes venidero,prometindole que tendran reales de plata para hacer las cruces.

    En esto vino el seor tiniente, a quien contaron maravillas de la gitanilla; l las hizo bailar unpoco, y confirm por verdaderas y bien dadas las alabanzas que a Preciosa haban dado; y,poniendo la mano en la faldriquera, hizo seal de querer darle algo, y, habindola espulgado,y sacudido, y rascado muchas veces, al cabo sac la mano vaca y dijo:

    -Por Dios, que no tengo blanca! Dadle vos, doa Clara, un real a Preciosica, que yo os ledar despus.

    -Bueno es eso, seor, por cierto! S, ah est el real de manifiesto! No hemos tenido entretodas nosotras un cuarto para hacer la seal de la cruz, y quiere que tengamos un real?

    -Pues dadle alguna valoncica vuestra, o alguna cosita; que otro da nos volver a ver Preciosa,y la regalaremos mejor.

    A lo cual dijo doa Clara:

    -Pues, porque otra vez venga, no quiero dar nada ahora a Preciosa.

    -Antes, si no me dan nada -dijo Preciosa-, nunca ms volver ac. Mas s volver, a servir atan principales seores, pero trair tragado que no me han de dar nada, y ahorrarme la fatigadel esperallo. Coheche vuesa merced, seor tiniente; coheche y tendr dineros, y no hagausos nuevos, que morir de hambre. Mire, seora: por ah he odo decir (y, aunque moza,entiendo que no son buenos dichos) que de los oficios se ha de sacar dineros para pagar lascondenaciones de las residencias y para pretender otros cargos.

    -As lo dicen y lo hacen los desalmados -replic el teniente-, pero el juez que da buenaresidencia no tendr que pagar condenacin alguna, y el haber usado bien su oficio ser elvaledor para que le den otro.

    -Habla vuesa merced muy a lo santo, seor teniente -respondi Preciosa-; ndese a eso ycortarmosle de los harapos para reliquias.

    -Mucho sabes, Preciosa -dijo el tiniente-. Calla, que yo dar traza que sus Majestades te vean,porque eres pieza de reyes.

    -Querrnme para truhana -respondi Preciosa-, y yo no lo sabr ser, y todo ir perdido. Sime quisiesen para discreta, an llevarme han, pero en algunos palacios ms medran los

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    truhanes que los discretos. Yo me hallo bien con ser gitana y pobre, y corra la suerte pordonde el cielo quisiere.

    -Ea, nia -dijo la gitana vieja-, no hables ms, que has hablado mucho, y sabes ms de lo queyo te he enseado. No te asotiles tanto, que te despuntars; habla de aquello que tus aospermiten, y no te metas en altaneras, que no hay ninguna que no amenace cada.

    -El diablo tienen estas gitanas en el cuerpo! -dijo a esta sazn el tiniente.

    Despidironse las gitanas, y, al irse, dijo la doncella del dedal:

    -Preciosa, dime la buenaventura, o vulveme mi dedal, que no me queda con qu hacerlabor.

    -Seora doncella -respondi Preciosa-, haga cuenta que se la he dicho y provase de otrodedal, o no haga vainillas hasta el viernes, que yo volver y le dir ms venturas y aventurasque las que tiene un libro de caballeras.

    Furonse y juntronse con las muchas labradoras que a la hora de las avemaras suelen salirde Madrid para volverse a sus aldeas; y entre otras vuelven muchas, con quien siempre seacompaaban las gitanas, y volvan seguras; porque la gitana vieja viva en continuo temor nole salteasen a su Preciosa.

    Sucedi, pues, que la maana de un da que volvan a Madrid a coger la garrama con lasdems gitanillas, en un valle pequeo que est obra de quinientos pasos antes que se llegue a

    la villa, vieron un mancebo gallardo y ricamente aderezado de camino. La espada y daga quetraa eran, como decirse suele, una ascua de oro; sombrero con rico cintillo y con plumas dediversas colores adornado. Repararon las gitanas en vindole, y pusironsele a mirar muy deespacio, admiradas de que a tales horas un tan hermoso mancebo estuviese en tal lugar, a piey solo.

    l se lleg a ellas, y, hablando con la gitana mayor, le dijo:

    -Por vida vuestra, amiga, que me hagis placer que vos y Preciosa me oyis aqu aparte dospalabras, que sern de vuestro provecho.

    -Como no nos desviemos mucho, ni nos tardemos mucho, sea en buen hora -respondi lavieja.

    Y, llamando a Preciosa, se desviaron de las otras obra de veinte pasos; y as, en pie, comoestaban, el mancebo les dijo:

    -Yo vengo de manera rendido a la discrecin y belleza de Preciosa, que despus de habermehecho mucha fuerza para escusar llegar a este punto, al cabo he quedado ms rendido y msimposibilitado de escusallo. Yo, seoras mas (que siempre os he de dar este nombre, si elcielo mi pretensin favorece), soy caballero, como lo puede mostrar este hbito -y, apartandoel herreruelo, descubri en el pecho uno de los ms calificados que hay en Espaa-; soy hijo

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    de Fulano -que por buenos respectos aqu no se declara su nombre-; estoy debajo de sututela y amparo, soy hijo nico, y el que espera un razonable mayorazgo. Mi padre est aquen la Corte pretendiendo un cargo, y ya est consultado, y tiene casi ciertas esperanzas de

    salir con l. Y, con ser de la calidad y nobleza que os he referido, y de la que casi se os debeya de ir trasluciendo, con todo eso, quisiera ser un gran seor para levantar a mi grandeza lahumildad de Preciosa, hacindola mi igual y mi seora. Yo no la pretendo para burlalla, ni enlas veras del amor que la tengo puede caber gnero de burla alguna; slo quiero servirla delmodo que ella ms gustare: su voluntad es la ma. Para con ella es de cera mi alma, dondepodr imprimir lo que quisiere; y para conservarlo y guardarlo no ser como impreso en cera,sino como esculpido en mrmoles, cuya dureza se opone a la duracin de los tiempos. Sicreis esta verdad, no admitir ningn desmayo mi esperanza; pero si no me creis, siempreme tendr temeroso vuestra duda. Mi nombre es ste -y djosele-; el de mi padre ya os le hedicho. La casa donde vive es en tal calle, y tiene tales y tales seas; vecinos tiene de quienpodris informaros, y aun de los que no son vecinos tambin, que no es tan escura la calidad

    y el nombre de mi padre y el mo, que no le sepan en los patios de palacio, y aun en toda laCorte. Cien escudos traigo aqu en oro para daros en arra y seal de lo que pienso daros,porque no ha de negar la hacienda el que da el alma.

    En tanto que el caballero esto deca, le estaba mirando Preciosa atentamente, y sin duda queno le debieron de parecer mal ni sus razones ni su talle; y, volvindose a la vieja, le dijo:

    -Perdneme, abuela, de que me tomo licencia para responder a este tan enamorado seor.

    -Responde lo que quisieres, nieta -respondi la vieja-, que yo s que tienes discrecin paratodo.

    Y Preciosa dijo:

    -Yo, seor caballero, aunque soy gitana pobre y humildemente nacida, tengo un ciertoespiritillo fantstico ac dentro, que a grandes cosas me lleva. A m ni me mueven promesas,ni me desmoronan ddivas, ni me inclinan sumisiones, ni me espantan finezas enamoradas;y, aunque de quince aos (que, segn la cuenta de mi abuela, para este San Miguel los har),soy ya vieja en los pensamientos y alcanzo ms de aquello que mi edad promete, ms por mibuen natural que por la esperiencia. Pero, con lo uno o con lo otro, s que las pasionesamorosas en los recin enamorados son como mpetus indiscretos que hacen salir a lavoluntad de sus quicios; la cual, atropellando inconvenientes, desatinadamente se arroja trassu deseo, y, pensando dar con la gloria de sus ojos, da con el infierno de sus pesadumbres. Si

    alcanza lo que desea, mengua el deseo con la posesin de la cosa deseada, y quiz, abrindoseentonces los ojos del entendimiento, se vee ser bien que se aborrezca lo que antes seadoraba. Este temor engendra en m un recato tal, que ningunas palabras creo y de muchasobras dudo. Una sola joya tengo, que la estimo en ms que a la vida, que es la de mi enterezay virginidad, y no la tengo de vender a precio de promesas ni ddivas, porque, en fin, servendida, y si puede ser comprada, ser de muy poca estima; ni me la han de llevar trazas niembelecos: antes pienso irme con ella a la sepultura, y quiz al cielo, que ponerla en peligroque quimeras y fantasas soadas la embistan o manoseen. Flor es la de la virginidad que, aser posible, aun con la imaginacin no haba de dejar ofenderse. Cortada la rosa del rosal,con qu brevedad y facilidad se marchita! ste la toca, aqul la huele, el otro la deshoja, y,

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    finalmente, entre las manos rsticas se deshace. Si vos, seor, por sola esta prenda vens, nola habis de llevar sino atada con las ligaduras y lazos del matrimonio; que si la virginidad seha de inclinar, ha de ser a este santo yugo, que entonces no sera perderla, sino emplearla en

    ferias que felices ganancias prometen. Si quisiredes ser mi esposo, yo lo ser vuestra, perohan de preceder muchas condiciones y averiguaciones primero. Primero tengo de saber sisois el que decs; luego, hallando esta verdad, habis de dejar la casa de vuestros padres y lahabis de trocar con nuestros ranchos; y, tomando el traje de gitano, habis de cursar dosaos en nuestras escuelas, en el cual tiempo me satisfar yo de vuestra condicin, y vos de lama; al cabo del cual, si vos os contentredes de m, y yo de vos, me entregar por vuestraesposa; pero hasta entonces tengo de ser vuestra hermana en el trato, y vuestra humilde enserviros. Y habis de considerar que en el tiempo deste noviciado podra ser que cobrsedesla vista, que ahora debis de tener perdida, o, por lo menos, turbada, y visedes que osconvena huir de lo que ahora segus con tanto ahnco. Y, cobrando la libertad perdida, conun buen arrepentimiento se perdona cualquier culpa. Si con estas condiciones queris entrar

    a ser soldado de nuestra milicia, en vuestra mano est, pues, faltando alguna dellas, no habisde tocar un dedo de la ma.

    Pasmse el mozo a las razones de Preciosa, y psose como embelesado, mirando al suelo,dando muestras que consideraba lo que responder deba. Viendo lo cual Preciosa, torn adecirle:

    -No es este caso de tan poco momento, que en los que aqu nos ofrece el tiempo pueda nideba resolverse. Volveos, seor, a la villa, y considerad de espacio lo que viredes que ms osconvenga, y en este mismo lugar me podis hablar todas las fiestas que quisiredes, al ir ovenir de Madrid.

    A lo cual respondi el gentilhombre:

    -Cuando el cielo me dispuso para quererte, Preciosa ma, determin de hacer por ti cuanto tuvoluntad acertase a pedirme, aunque nunca cupo en mi pensamiento que me habas de pedirlo que me pides; pero, pues es tu gusto que el mo al tuyo se ajuste y acomode, cuntame porgitano desde luego, y haz de m todas las esperiencias que ms quisieres; que siempre me hasde hallar el mismo que ahora te significo. Mira cundo quieres que mude el traje, que yoquerra que fuese luego; que, con ocasin de ir a Flandes, engaar a mis padres y sacardineros para gastar algunos das, y sern hasta ocho los que podr tardar en acomodar mipartida. A los que fueren conmigo yo los sabr engaar de modo que salga con mideterminacin. Lo que te pido es (si es que ya puedo tener atrevimiento de pedirte y

    suplicarte algo) que, si no es hoy, donde te puedes informar de mi calidad y de la de mispadres, que no vayas ms a Madrid; porque no querra que algunas de las demasiadasocasiones que all pueden ofrecerse me saltease la buena ventura que tanto me cuesta.

    -Eso no, seor galn -respondi Preciosa-: sepa que conmigo ha de andar siempre la libertaddesenfadada, sin que la ahogue ni turbe la pesadumbre de los celos; y entienda que no latomar tan demasiada, que no se eche de ver desde bien lejos que llega mi honestidad a midesenvoltura; y en el primero cargo en que quiero estaros es en el de la confianza que habisde hacer de m. Y mirad que los amantes que entran pidiendo celos, o son simples oconfiados.

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    -Satans tienes en tu pecho, muchacha -dijo a esta sazn la gitana vieja-: mira que dicescosas que no las dira un colegial de Salamanca! T sabes de amor, t sabes de celos, t deconfianzas: cmo es esto?, que me tienes loca, y te estoy escuchando como a una persona

    espiritada, que habla latn sin saberlo.

    -Calle, abuela -respondi Preciosa-, y sepa que todas las cosas que me oye son nonada, y sonde burlas, para las muchas que de ms veras me quedan en el pecho.

    Todo cuanto Preciosa deca y toda la discrecin que mostraba era aadir lea al fuego quearda en el pecho del enamorado caballero. Finalmente, quedaron en que de all a ocho dasse veran en aquel mismo lugar, donde l vendra a dar cuenta del trmino en que susnegocios estaban, y ellas habran tenido tiempo de informarse de la verdad que les habadicho. Sac el mozo una bolsilla de brocado, donde dijo que iban cien escudos de oro, ydiselos a la vieja; pero no quera Preciosa que los tomase en ninguna manera, a quien la

    gitana dijo:-Calla, nia, que la mejor seal que este seor ha dado de estar rendido es haber entregadolas armas en seal de rendimiento; y el dar, en cualquiera ocasin que sea, siempre fue indiciode generoso pecho. Y acurdate de aquel refrn que dice: "Al cielo rogando, y con el mazodando". Y ms, que no quiero yo que por m pierdan las gitanas el nombre que por luengossiglos tienen adquerido de codiciosas y aprovechadas. Cien escudos quieres t que deseche,Preciosa, y de oro en oro, que pueden andar cosidos en el alforza de una saya que no valgados reales, y tenerlos all como quien tiene un juro sobre las yerbas de Estremadura? Y sialguno de nuestros hijos, nietos o parientes cayere, por alguna desgracia, en manos de lajusticia, habr favor tan bueno que llegue a la oreja del juez y del escribano como destosescudos, si llegan a sus bolsas? Tres veces por tres delitos diferentes me he visto casi puestaen el asno para ser azotada, y de la una me libr un jarro de plata, y de la otra una sarta deperlas, y de la otra cuarenta reales de a ocho que haba trocado por cuartos, dando veintereales ms por el cambio. Mira, nia, que andamos en oficio muy peligroso y lleno detropiezos y de ocasiones forzosas, y no hay defensas que ms presto nos amparen y socorrancomo las armas invencibles del gran Filipo: no hay pasar adelante de suPlus ultra. Por undobln de dos caras se nos muestra alegre la triste del procurador y de todos los ministros dela muerte, que son arpas de nosotras, las pobres gitanas, y ms precian pelarnos ydesollarnos a nosotras que a un salteador de caminos; jams, por ms rotas y desastradas quenos vean, nos tienen por pobres; que dicen que somos como los jubones de los gabachos deBelmonte: rotos y grasientos, y llenos de doblones.

    -Por vida suya, abuela, que no diga ms; que lleva trmino de alegar tantas leyes, en favor dequedarse con el dinero, que agote las de los emperadores: qudese con ellos, y buenprovecho le hagan, y plega a Dios que los entierre en sepultura donde jams tornen a ver laclaridad del sol, ni haya necesidad que la vean. A estas nuestras compaeras ser forzosodarles algo, que ha mucho que nos esperan, y ya deben de estar enfadadas.

    -As vern ellas -replic la vieja- moneda dstas, como veen al Turco agora. Este buen seorver si le ha quedado alguna moneda de plata, o cuartos, y los repartir entre ellas, que conpoco quedarn contentas.

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    -S traigo -dijo el galn.

    Y sac de la faldriquera tres reales de a ocho, que reparti entre las tres gitanillas, con que

    quedaron ms alegres y ms satisfechas que suele quedar un autor de comedias cuando, encompetencia de otro, le suelen retular por la esquinas: "Vctor, Vctor".

    En resolucin, concertaron, como se ha dicho, la venida de all a ocho das, y que se haba dellamar, cuando fuese gitano, Andrs Caballero; porque tambin haba gitanos entre ellosdeste apellido.

    No tuvo atrevimiento Andrs (que as le llamaremos de aqu adelante) de abrazar a Preciosa;antes, envindole con la vista el alma, sin ella, si as decirse puede, las dej y se entr enMadrid; y ellas, contentsimas, hicieron lo mismo. Preciosa, algo aficionada, ms conbenevolencia que con amor, de la gallarda disposicin de Andrs, ya deseaba informarse si

    era el que haba dicho. Entr en Madrid, y, a pocas calles andadas, encontr con el pajepoeta de las coplas y el escudo; y cuando l la vio, se lleg a ella, diciendo:

    -Vengas en buen hora, Preciosa: leste por ventura las coplas que te di el otro da?

    A lo que Preciosa respondi:

    -Primero que le responda palabra, me ha de decir una verdad, por vida de lo que ms quiere.

    -Conjuro es se -respondi el paje- que, aunque el decirla me costase la vida, no la negar enninguna manera.

    -Pues la verdad que quiero que me diga -dijo Preciosa- es si por ventura es poeta.

    -A serlo -replic el paje-, forzosamente haba de ser por ventura. Pero has de saber, Preciosa,que ese nombre de poeta muy pocos le merecen; y as, yo no lo soy, sino un aficionado a lapoesa. Y para lo que he menester, no voy a pedir ni a buscar versos ajenos: los que te di sonmos, y stos que te doy agora tambin; mas no por esto soy poeta, ni Dios lo quiera.

    -Tan malo es ser poeta? -replic Preciosa.

    -No es malo -dijo el paje-, pero el ser poeta a solas no lo tengo por muy bueno. Hase de usarde la poesa como de una joya preciossima, cuyo dueo no la trae cada da, ni la muestra atodas gentes, ni a cada paso, sino cuando convenga y sea razn que la muestre. La poesa esuna bellsima doncella, casta, honesta, discreta, aguda, retirada, y que se contiene en loslmites de la discrecin ms alta. Es amiga de la soledad, las fuentes la entretienen, los pradosla consuelan, los rboles la desenojan, las flores la alegran, y, finalmente, deleita y ensea acuantos con ella comunican.

    -Con todo eso -respondi Preciosa-, he odo decir que es pobrsima y que tiene algo demendiga.

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    -Antes es al revs -dijo el paje-, porque no hay poeta que no sea rico, pues todos vivencontentos con su estado: filosofa que la alcanzan pocos. Pero, qu te ha movido, Preciosa,a hacer esta pregunta?

    -Hame movido -respondi Preciosa- porque, como yo tengo a todos o los ms poetas porpobres, causme maravilla aquel escudo de oro que me distes entre vuestros versos envuelto;mas agora que s que no sois poeta, sino aficionado de la poesa, podra ser que fusedesrico, aunque lo dudo, a causa que por aquella parte que os toca de hacer coplas se ha dedesaguar cuanta hacienda tuviredes; que no hay poeta, segn dicen, que sepa conservar lahacienda que tiene ni granjear la que no tiene.

    -Pues yo no soy dsos -replic el paje-: versos hago, y no soy rico ni pobre; y sin sentirlo nidescontarlo, como hacen los ginoveses sus convites, bien puedo dar un escudo, y dos, aquien yo quisiere. Tomad, preciosa perla, este segundo papel y este escudo segundo que va

    en l, sin que os pongis a pensar si soy poeta o no; slo quiero que pensis y creis quequien os da esto quisiera tener para daros las riquezas de Midas.

    Y, en esto, le dio un papel; y, tentndole Preciosa, hall que dentro vena el escudo, y dijo:

    -Este papel ha de vivir muchos aos, porque trae dos almas consigo: una, la del escudo, yotra, la de los versos, que siempre vienen llenos dealmasycorazones. Pero sepa el seor pajeque no quiero tantas almas conmigo, y si no saca la una, no haya miedo que reciba la otra;por poeta le quiero, y no por dadivoso, y desta manera tendremos amistad que dure; puesms ana puede faltar un escudo, por fuerte que sea, que la hechura de un romance.

    -Pues as es -replic el paje- que quieres, Preciosa, que yo sea pobre por fuerza, no desechesel alma que en ese papel te envo, y vulveme el escudo; que, como le toques con la mano, letendr por reliquia mientras la vida me durare.

    Sac Preciosa el escudo del papel, y quedse con el papel, y no le quiso leer en la calle. Elpaje se despidi, y se fue contentsimo, creyendo que ya Preciosa quedaba rendida, pues contanta afabilidad le haba hablado.

    Y, como ella llevaba puesta la mira en buscar la casa del padre de Andrs, sin quererdetenerse a bailar en ninguna parte, en poco espacio se puso en la calle do estaba, que ellamuy bien saba; y, habiendo andado hasta la mitad, alz los ojos a unos balcones de hierrodorados, que le haban dado por seas, y vio en ella a un caballero de hasta edad de

    cincuenta aos, con un hbito de cruz colorada en los pechos, de venerable gravedad ypresencia; el cual, apenas tambin hubo visto la gitanilla, cuando dijo:

    -Subid, nias, que aqu os darn limosna.

    A esta voz acudieron al balcn otros tres caballeros, y entre ellos vino el enamorado Andrs,que, cuando vio a Preciosa, perdi la color y estuvo a punto de perder los sentidos: tanto fueel sobresalto que recibi con su vista. Subieron las gitanillas todas, sino la grande, que sequed abajo para informarse de los criados de las verdades de Andrs.

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    -Calle, seorito -respondi Preciosa-, y encomindese a Dios, que todo se har bien; y sepaque yo no s nada de lo que digo, y no es maravilla que, como hablo mucho y a bulto, acierteen alguna cosa, y yo querra acertar en persuadirte a que no te partieses, sino que sosegases el

    pecho y te estuvieses con tus padres, para darles buena vejez; porque no estoy bien con estasidas y venidas a Flandes, principalmente los mozos de tan tierna edad como la tuya. Djatecrecer un poco, para que puedas llevar los trabajos de la guerra; cuanto ms, que harta guerratienes en tu casa: hartos combates amorosos te sobresaltan el pecho. Sosiega, sosiega,alborotadito, y mira lo que haces primero que te cases, y danos una limosnita por Dios y porquien t eres; que en verdad que creo que eres bien nacido. Y si a esto se junta el serverdadero, yo cantar la gala al vencimiento de haber acertado en cuanto te he dicho.

    -Otra vez te he dicho, nia -respondi el don Juan que haba de ser Andrs Caballero-, queen todo aciertas, sino en el temor que tienes que no debo de ser muy verdadero; que en estote engaas, sin alguna duda. La palabra que yo doy en el campo, la cumplir en la ciudad y

    adonde quiera, sin serme pedida, pues no se puede preciar de caballero quien toca en el viciode mentiroso. Mi padre te dar limosna por Dios y por m; que en verdad que esta maana dicuanto tena a unas damas, que a ser tan lisonjeras como hermosas, especialmente una dellas,no me arriendo la ganancia.

    Oyendo esto Cristina, con el recato de la otra vez, dijo a las dems gitanas:

    -Ay, nias, que me maten si no lo dice por los tres reales de a ocho que nos dio estamaana!

    -No es as -respondi una de las dos-, porque dijo que eran damas, y nosotras no lo somos;y, siendo l tan verdadero como dice, no haba de mentir en esto.

    -No es mentira de tanta consideracin -respondi Cristina- la que se dice sin perjuicio denadie, y en provecho y crdito del que la dice. Pero, con todo esto, veo que no nos dan nada,ni nos mandan bailar.

    Subi en esto la gitana vieja, y dijo:

    -Nieta, acaba, que es tarde y hay mucho que hacer y ms que decir.

    -Y qu hay, abuela? -pregunt Preciosa-. Hay hijo o hija?

    -Hijo, y muy lindo -respondi la vieja-. Ven, Preciosa, y oirs verdaderas maravillas.

    -Plega a Dios que no muera de sobreparto! -dijo Preciosa.

    -Todo se mirar muy bien -replic la vieja-; cuanto ms, que hasta aqu todo ha sido partoderecho, y el infante es como un oro.

    -Ha parido alguna seora? -pregunt el padre de Andrs Caballero.

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    -S, seor -respondi la gitana-, pero ha sido el parto tan secreto, que no le sabe sinoPreciosa y yo, y otra persona; y as, no podemos decir quin es.

    -Ni aqu lo queremos saber -dijo uno de los presentes-, pero desdichada de aquella que envuestras lenguas deposita su secreto, y en vuestra ayuda pone su honra.

    -No todas somos malas -respondi Preciosa-: quiz hay alguna entre nosotras que se preciade secreta y de verdadera, tanto cuanto el hombre ms estirado que hay en esta sala; yvmonos, abuela, que aqu nos tienen en poco: pues en verdad que no somos ladronas nirogamos a nadie.

    -No os enojis, Preciosa -dijo el padre-; que, a lo menos de vos, imagino que no se puedepresumir cosa mala, que vuestro buen rostro os acredita y sale por fiador de vuestras buenasobras. Por vida de Preciosita, que bailis un poco con vuestras compaeras; que aqu tengo

    un dobln de oro de a dos caras, que ninguna es como la vuestra, aunque son de dos reyes.Apenas hubo odo esto la vieja, cuando dijo:

    -Ea, nias, haldas en cinta, y dad contento a estos seores.

    Tom las sonajas Preciosa, y dieron sus vueltas, hicieron y deshicieron todos sus lazos contanto donaire y desenvoltura, que tras los pies se llevaban los ojos de cuantos las miraban,especialmente los de Andrs, que as se iban entre los pies de Preciosa, como si all tuvieranel centro de su gloria. Pero turbsela la suerte de manera que se la volvi en infierno; y fue elcaso que en la fuga del baile se le cay a Preciosa el papel que le haba dado el paje, y, apenas

    hubo cado, cuando le alz el que no tena buen concepto de las gitanas, y, abrindole alpunto, dijo:

    -Bueno; sonetico tenemos! Cese el baile, y escchenle; que, segn el primer verso, en verdadque no es nada necio.

    Pesle a Preciosa, por no saber lo que en l vena, y rog que no le leyesen, y que se levolviesen; y todo el ahnco que en esto pona eran espuelas que apremiaban el deseo deAndrs para orle. Finalmente, el caballero le ley en alta voz; y era ste:

    -Cuando Preciosa el panderete toca

    y hiere el dulce son los aires vanos,

    perlas son que derrama con las manos;

    flores son que despide de la boca.

    Suspensa el alma, y la cordura loca,

    queda a los dulces actos sobrehumanos,

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    que, de limpios, de honestos y de sanos,

    su fama al cielo levantado toca.

    Colgadas del menor de sus cabellos

    mil almas lleva, y a sus plantas tiene

    amor rendidas una y otra flecha.

    Ciega y alumbra con sus soles bellos,

    su imperio amor por ellos le mantiene,

    y an ms grandezas de su ser sospecha.

    -Por Dios -dijo el que ley el soneto-, que tiene donaire el poeta que le escribi!

    -No es poeta, seor, sino un paje muy galn y muy hombre de bien -dijo Preciosa.

    (Mirad lo que habis dicho, Preciosa, y lo que vais a decir; que sas no son alabanzas del paje,sino lanzas que traspasan el corazn de Andrs, que las escucha. Querislo ver, nia? Puesvolved los ojos y verisle desmayado encima de la silla, con un trasudor de muerte; nopensis, doncella, que os ama tan de burlas Andrs que no le hieran y sobresalten el menorde vuestros descuidos. Llegaos a l en hora buena, y decilde algunas palabras al odo, que

    vayan derechas al corazn y le vuelvan de su desmayo. No, sino andaos a traer sonetos cadada en vuestra alabanza, y veris cul os le ponen!)

    Todo esto pas as como se ha dicho: que Andrs, en oyendo el soneto, mil celosasimaginaciones le sobresaltaron. No se desmay, pero perdi la color de manera que, vindolesu padre, le dijo:

    -Qu tienes, don Juan, que parece que te vas a desmayar, segn se te ha mudado el color?

    -Esprense -dijo a esta sazn Preciosa-: djenmele decir unas ciertas palabras al odo, y verncomo no se desmaya.

    Y, llegndose a l, le dijo, casi sin mover los labios:

    -Gentil nimo para gitano! Cmo podris, Andrs, sufrir el tormento de toca, pues nopodis llevar el de un papel?

    Y, hacindole media docena de cruces sobre el corazn, se apart dl; y entonces Andrsrespir un poco, y dio a entender que las palabras de Preciosa le haban aprovechado.

    Finalmente, el dobln de dos caras se le dieron a Preciosa, y ella dijo a sus compaeras que letrocara y repartira con ellas hidalgamente. El padre de Andrs le dijo que le dejase por

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    escrito las palabras que haba dicho a don Juan, que las quera saber en todo caso. Ella dijoque las dira de muy buena gana, y que entendiesen que, aunque parecan cosa de burla,tenan gracia especial para preservar el mal del corazn y los vaguidos de cabeza, y que las

    palabras eran:

    ''Cabecita, cabecita,

    tente en ti, no te resbales,

    y apareja dos puntales

    de la paciencia bendita.

    Solicita

    la bonita

    confiancita;

    no te inclines

    a pensamientos ruines;

    vers cosas

    que toquen en milagrosas,Dios delante

    y San Cristbal gigante''.

    -Con la mitad destas palabras que le digan, y con seis cruces que le hagan sobre el corazn ala persona que tuviere vaguidos de cabeza -dijo Preciosa-, quedar como una manzana.

    Cuando la gitana vieja oy el ensalmo y el embuste, qued pasmada; y ms lo qued Andrs ,que vio que todo era invencin de su agudo ingenio. Quedronse con el soneto, porque noquiso pedirle Preciosa, por no dar otro trtago a Andrs; que ya saba ella, sin ser enseada,lo que era dar sustos y martelos, y sobresaltos celosos a los rendidos amantes.

    Despidironse las gitanas, y, al irse, dijo Preciosa a don Juan:

    -Mire, seor, cualquiera da desta semana es prspero para partidas, y ninguno es aciago;apresure el irse lo ms presto que pudiere, que le aguarda una vida ancha, libre y muygustosa, si quiere acomodarse a ella.

    -No es tan libre la del soldado, a mi parecer -respondi don Juan-, que no tenga ms desujecin que de libertad; pero, con todo esto, har como viere.

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    -Ms veris de lo que pensis -respondi Preciosa-, y Dios os lleve y traiga con bien, comovuestra buena presencia merece.

    Con estas ltimas palabras qued contento Andrs, y las gitanas se fueron contentsimas.

    Trocaron el dobln, repartironle entre todas igualmente, aunque la vieja guardiana llevabasiempre parte y media de lo que se juntaba, as por la mayoridad, como por ser ella el agujapor quien se guiaban en el maremagno de sus bailes, donaires, y aun de sus embustes.

    Llegse, en fin, el da que Andrs Caballero se apareci una maana en el primer lugar de suaparecimiento, sobre una mula de alquiler, sin criado alguno. Hall en l a Preciosa y a suabuela, de las cuales conocido, le recibieron con mucho gusto. l les dijo que le guiasen alrancho antes que entrase el da y con l se descubriesen las seas que llevaba, si acaso lebuscasen. Ellas, que, como advertidas, vinieron solas, dieron la vuelta, y de all a poco rato

    llegaron a sus barracas.Entr Andrs en la una, que era la mayor del rancho, y luego acudieron a verle diez o docegitanos, todos mozos y todos gallardos y bien hechos, a quien ya la vieja haba dado cuentadel nuevo compaero que les haba de venir, sin tener necesidad de encomendarles elsecreto; que, como ya se ha dicho, ellos le guardan con sagacidad y puntualidad nunca vista.Echaron luego ojo a la mula, y dijo uno dellos:

    -sta se podr vender el jueves en Toledo.

    -Eso no -dijo Andrs-, porque no hay mula de alquiler que no sea conocida de todos losmozos de mulas que trajinan por Espaa.

    -Par Dios, seor Andrs -dijo uno de los gitanos-, que, aunque la mula tuviera ms sealesque las que han de preceder al da tremendo, aqu la transformramos de manera que no laconociera la madre que la pari ni el dueo que la ha criado.

    -Con todo eso -respondi Andrs-, por esta vez se ha de seguir y tomar el parecer mo. Aesta mula se ha de dar muerte, y ha de ser enterrada donde aun los huesos no parezcan.

    -Pecado grande! -dijo otro gitano-: a una inocente se ha de quitar la vida? No diga tal elbuen Andrs, sino haga una cosa: mrela bien agora, de manera que se le queden estampadastodas sus seales en la memoria, y djenmela llevar a m; y si de aqu a dos horas laconociere, que me lardeen como a un negro fugitivo.

    -En ninguna manera consentir -dijo Andrs- que la mula no muera, aunque ms measeguren su transformacin. Yo temo ser descubierto si a ella no la cubre la tierra. Y, si sehace por el provecho que de venderla puede seguirse, no vengo tan desnudo a esta cofrada,que no pueda pagar de entrada ms de lo que valen cuatro mulas.

    -Pues as lo quiere el seor Andrs Caballero -dijo otro gitano-, muera la sin culpa; y Diossabe si me pesa, as por su mocedad, pues an no ha cerrado (cosa no usada entre mulas de

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    alquiler), como porque debe ser andariega, pues no tiene costras en las ijadas, ni llagas de laespuela.

    Dilatse su muerte hasta la noche, y en lo que quedaba de aquel da se hicieron lasceremonias de la entrada de Andrs a ser gitano, que fueron: desembarazaron luego unrancho de los mejores del aduar, y adornronle de ramos y juncia; y, sentndose Andrssobre un medio alcornoque, pusironle en las manos un martillo y unas tenazas, y, al son dedos guitarras que dos gitanos taan, le hicieron dar dos cabriolas; luego le desnudaron unbrazo, y con una cinta de seda nueva y un garrote le dieron dos vueltas blandamente.

    A todo se hall presente Preciosa y otras muchas gitanas, viejas y mozas; que las unas conmaravilla, otras con amor, le miraban; tal era la gallarda disposicin de Andrs, que hasta losgitanos le quedaron aficionadsimos.

    Hechas, pues, las referidas ceremonias, un gitano viejo tom por la mano a Preciosa, y,puesto delante de Andrs, dijo:

    -Esta muchacha, que es la flor y la nata de toda la hermosura de las gitanas que sabemos queviven en Espaa, te la entregamos, ya por esposa o ya por amiga, que en esto puedes hacer loque fuere ms de tu gusto, porque la libre y ancha vida nuestra no est sujeta a melindres ni amuchas ceremonias. Mrala bien, y mira si te agrada, o si vees en ella alguna cosa que tedescontente; y si la vees, escoge entre las doncellas que aqu estn la que ms te contentare;que la que escogieres te daremos; pero has de saber que una vez escogida, no la has de dejarpor otra, ni te has de empachar ni entremeter, ni con las casadas ni con las doncellas.Nosotros guardamos inviolablemente la ley de la amistad: ninguno solicita la prenda del otro;libres vivimos de la amarga pestilencia de los celos. Entre nosotros, aunque hay muchosincestos, no hay ningn adulterio; y, cuando le hay en la mujer propia, o alguna bellaqueraen la amiga, no vamos a la justicia a pedir castigo: nosotros somos los jueces y los verdugosde nuestras esposas o amigas; con la misma facilidad las matamos, y las enterramos por lasmontaas y desiertos, como si fueran animales nocivos; no hay pariente que las vengue, nipadres que nos pidan su muerte. Con este temor y miedo ellas procuran ser castas, ynosotros, como ya he dicho, vivimos seguros. Pocas cosas tenemos que no sean comunes atodos, excepto la mujer o la amiga, que queremos que cada una sea del que le cupo en suerte.Entre nosotros as hace divorcio la vejez como la muerte; el que quisiere puede dejar lamujer vieja, como l sea mozo, y escoger otra que corresponda al gusto de sus aos. Conestas y con otras leyes y estatutos nos conservamos y vivimos alegres; somos seores de loscampos, de los sembrados, de las selvas, de los montes, de las fuentes y de los ros. Los

    montes nos ofrecen lea de balde; los rboles, frutas; las vias, uvas; las huertas, hortaliza; lasfuentes, agua; los ros, peces, y los vedados, caza; sombra, las peas; aire fresco, las quiebras;y casas, las cuevas. Para nosotros las inclemencias del cielo son oreos, refrigerio las nieves,baos la lluvia, msicas los truenos y hachas los relmpagos. Para nosotros son los durosterreros colchones de blandas plumas: el cuero curtido de nuestros cuerpos nos sirve dearns impenetrable que nos defiende; a nuestra ligereza no la impiden grillos, ni la detienenbarrancos, ni la contrastan paredes; a nuestro nimo no le tuercen cordeles, ni le menoscabangarruchas, ni le ahogan tocas, ni le doman potros. Del s al no no hacemos diferencia cuandonos conviene: siempre nos preciamos ms de mrtires que de confesores. Para nosotros secran las bestias de carga en los campos, y se cortan las faldriqueras en las ciudades. No hay

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    guila, ni ninguna otra ave de rapia, que ms presto se abalance a la presa que se le ofrece,que nosotros nos abalanzamos a las ocasiones que algn inters nos sealen; y, finalmente,tenemos muchas habilidades que felice fin nos prometen; porque en la crcel cantamos, en el

    potro callamos, de da trabajamos y de noche hurtamos; o, por mejor decir, avisamos quenadie viva descuidado de mirar dnde pone su hacienda. No nos fatiga el temor de perder lahonra, ni nos desvela la ambicin de acrecentarla; ni sustentamos bandos, ni madrugamos adar memoriales, ni acompaar magnates, ni a solicitar favores. Por dorados techos ysuntuosos palacios estimamos estas barracas y movibles ranchos; por cuadros y pases deFlandes, los que nos da la naturaleza en esos levantados riscos y nevadas peas, tendidosprados y espesos bosques que a cada paso a los ojos se nos muestran. Somos astrlogosrsticos, porque, como casi siempre dormimos al cielo descubierto, a todas horas sabemoslas que son del da y las que son de la noche; vemos cmo arrincona y barre la aurora lasestrellas del cielo, y cmo ella sale con su compaera el alba, alegrando el aire, enfriando elagua y humedeciendo la tierra; y luego, tras ellas, el sol, dorando cumbres (como dijo el otro

    poeta) y rizando montes: ni tememos quedar helados por su ausencia cuando nos hiere asoslayo con sus rayos, ni quedar abrasados cuando con ellos particularmente nos toca; unmismo rostro hacemos al sol que al yelo, a la esterilidad que a la abundancia. En conclusin,somos gente que vivimos por nuestra industria y pico, y sin entremeternos con el antiguorefrn: "Iglesia, o mar, o casa real"; tenemos lo que queremos, pues nos contentamos con loque tenemos. Todo esto os he dicho, generoso mancebo, porque no ignoris la vida a quehabis venido y el trato que habis de profesar, el cual os he pintado aqu en borrn; queotras muchas e infinitas cosas iris descubriendo en l con el tiempo, no menos dignas deconsideracin que las que habis odo.

    Call, en diciendo esto el elocuente y viejo gitano, y el novicio dijo que se holgaba mucho dehaber sabido tan loables estatutos, y que l pensaba hacer profesin en aquella orden tanpuesta en razn y en polticos fundamentos; y que slo le pesaba no haber venido mspresto en conocimiento de tan alegre vida, y que desde aquel punto renunciaba la profesinde caballero y la vanagloria de su ilustre linaje, y lo pona todo debajo del yugo, o, por mejordecir, debajo de las leyes con que ellos vivan, pues con tan alta recompensa le satisfacan eldeseo de servirlos, entregndole a la divina Preciosa, por quien l dejara coronas e imperios,y slo los deseara para servirla.

    A lo cual respondi Preciosa:

    -Puesto que estos seores legisladores han hallado por sus leyes que soy tuya, y que por tuyate me han entregado, yo he hallado por la ley de mi voluntad, que es la ms fuerte de todas,

    que no quiero serlo si no es con las condiciones que antes que aqu vinieses entre los dosconcertamos. Dos aos has de vivir en nuestra compaa primero que de la ma goces,porque t no te arrepientas por ligero, ni yo quede engaada por presurosa. Condicionesrompen leyes; las que te he puesto sabes: si las quisieres guardar, podr ser que sea tuya y tseas mo; y donde no, an no es muerta la mula, tus vestidos estn enteros, y de tus dinerosno te falta un ardite; la ausencia que has hecho no ha sido an de un da; que de lo que dlfalta te puedes servir y dar lugar que consideres lo que ms te conviene. Estos seores bienpueden entregarte mi cuerpo; pero no mi alma, que es libre y naci libre, y ha de ser libre entanto que yo quisiere. Si te quedas, te estimar en mucho; si te vuelves, no te tendr enmenos; porque, a mi parecer, los mpetus amorosos corren a rienda suelta, hasta que

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    encuentran con la razn o con el desengao; y no querra yo que fueses t para conmigocomo es el cazador, que, en alcanzado la liebre que sigue, la coge y la deja por correr tras otraque le huye. Ojos hay engaados que a la primera vista tan bien les parece el oropel como el

    oro, pero a poco rato bien conocen la diferencia que hay de lo fino a lo falso. Esta mihermosura que t dices que tengo, que la estimas sobre el sol y la encareces sobre el oro,qu s yo si de cerca te parecer sombra, y tocada, cairs en que es de alquimia? Dos aos tedoy de tiempo para que tantees y ponderes lo que ser bien que escojas o ser justo quedeseches; que la prenda que una vez comprada nadie se puede deshacer della, sino con lamuerte, bien es que haya tiempo, y mucho, para miralla y remiralla, y ver en ella las faltas olas virtudes que tiene; que yo no me rijo por la brbara e insolente licencia que estos misparientes se han tomado de dejar las mujeres, o castigarlas, cuando se les antoja; y, como yono pienso hacer cosa que llame al castigo, no quiero tomar compaa que por su gusto medeseche.

    -Tienes razn, oh Preciosa! -dijo a este punto Andrs-; y as, si quieres que asegure tustemores y menoscabe tus sospechas, jurndote que no saldr un punto de las rdenes queme pusieres, mira qu juramento quieres que haga, o qu otra seguridad puedo darte, que atodo me hallars dispuesto.

    -Los juramentos y promesas que hace el cautivo porque le den libertad, pocas veces secumplen con ella -dijo Preciosa-; y as son, segn pienso, los del amante: que, por conseguirsu deseo, prometer las alas de Mercurio y los rayos de Jpiter, como me prometi a m uncierto poeta, y juraba por la laguna Estigia. No quiero juramentos, seor Andrs, ni quieropromesas; slo quiero remitirlo todo a la esperiencia deste noviciado, y a m se me quedar elcargo de guardarme, cuando vos le tuviredes de ofenderme.

    -Sea ans -respondi Andrs-. Sola una cosa pido a estos seores y compaeros mos, y esque no me fuercen a que hurte ninguna cosa por tiempo de un mes siquiera; porque meparece que no he de acertar a ser ladrn si antes no preceden muchas liciones.

    -Calla, hijo -dijo el gitano viejo-, que aqu te industriaremos de manera que salgas un guilaen el oficio; y cuando le sepas, has de gustar dl de modo que te comas las manos tras l. Yaes cosa de burla salir vaco por la maana y volver cargado a la noche al rancho!

    -De azotes he visto yo volver a algunos dsos vacos -dijo Andrs.

    -No se toman truchas, etctera -replic el viejo-: todas las cosas desta vida estn sujetas a

    diversos peligros, y las acciones del ladrn al de las galeras, azotes y horca; pero no porquecorra un navo tormenta, o se anega, han de dejar los otros de navegar. Bueno sera queporque la guerra come los hombres y los caballos, dejase de haber soldados! Cuanto ms,que el que es azotado por justicia, entre nosotros, es tener un hbito en las espaldas, que leparece mejor que si le trujese en los pechos, y de los buenos. El toque est [en] no acabaracoceando el aire en la flor de nuestra juventud y a los primeros delitos; que el mosqueo delas espaldas, ni el apalear el agua en las galeras, no lo estimamos en un cacao. Hijo Andrs,reposad ahora en el nido debajo de nuestras alas, que a su tiempo os sacaremos a volar, y enparte donde no volvis sin presa; y lo dicho dicho: que os habis de lamer los dedos tras cadahurto.

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    -Pues, para recompensar -dijo Andrs- lo que yo poda hurtar en este tiempo que se me dade venia, quiero repartir docientos escudos de oro entre todos los del rancho.

    Apenas hubo dicho esto, cuando arremetieron a l muchos gitanos; y, levantndole en losbrazos y sobre los hombros, le cantaban el "Vc-tor, vctor!, y el "grande Andrs!",aadiendo: ''Y viva, viva Preciosa, amada prenda suya!'' Las gitanas hicieron lo mismo conPreciosa, no sin envidia de Cristina y de otras gitanillas que se hallaron presentes: que laenvidia tan bien se aloja en los aduares de los brbaros y en las chozas de pastores, como enpalacios de prncipes, y esto de ver medrar al vecino que me parece que no tiene ms mritosque yo, fatiga.

    Hecho esto, comieron lautamente; repartise el dinero prometido con equidad y justicia;renovronse las alabanzas de Andrs, subieron al cielo la hermosura de Preciosa. Lleg lanoche, acocotaron la mula y enterrronla de modo que qued seguro Andrs de ser por ella

    descubierto; y tambin enterraron con ella sus alhajas, como fueron silla y freno y cinchas, auso de los indios, que sepultan con ellos sus ms ricas preseas.

    De todo lo que haba visto y odo y de los ingenios de los gitanos qued admirado Andrs, ycon propsito de seguir y conseguir su empresa, sin entremeterse nada en sus costumbres; o,a lo menos, escusarlo por todas las vas que pudiese, pensando exentarse de la jurisdicin deobedecellos en las cosas injustas que le mandasen, a costa de su dinero.

    Otro da les rog Andrs que mudasen de sitio y se alejasen de Madrid, porque tema serconocido si all estaba. Ellos dijeron que ya tenan determinado irse a los montes de Toledo,y desde all correr y garramar toda la tierra circunvecina. Levantaron, pues, el rancho ydironle a Andrs una pollina en que fuese, pero l no la quiso, sino irse a pie, sirviendo delacayo a Preciosa, que sobre otra iba: ella contentsima de ver cmo triunfaba de su gallardoescudero, y l ni ms ni menos, de ver junto a s a la que haba hecho seora de su albedro.

    Oh poderosa fuerza deste que llaman dulce dios de la amargura (ttulo que le ha dado laociosidad y el descuido nuestro), y con qu veras nos avasallas, y cun sin respecto nostratas! Caballero es Andrs, y mozo de muy buen entendimiento, criado casi toda su vida enla Corte y con el regalo de sus ricos padres; y desde ayer ac ha hecho tal mudanza, queenga a sus criados y a sus amigos, defraud las esperanzas que sus padres en l tenan;dej el camino de Flandes, donde haba de ejercitar el valor de su persona y acrecentar lahonra de su linaje, y se vino a postrarse a los pies de una muchacha, y a ser su lacayo; que,puesto que hermossima, en fin, era gitana: privilegio de la hermosura, que trae al redopelo y

    por la melena a sus pies a la voluntad ms esenta.

    De all a cuatro das llegaron a una aldea dos leguas de Toledo, donde asentaron su aduar,dando primero algunas prendas de plata al alcalde del pueblo, en fianzas de que en l ni entodo su trmino no hurtaran ninguna cosa. Hecho esto, todas las gitanas viejas, y algunasmozas, y los gitanos, se esparcieron por todos los lugares, o, a lo menos, apartados porcuatro o cinco leguas de aquel donde haban asentado su real. Fue con ellos Andrs a tomarla primera licin de ladrn; pero, aunque le dieron muchas en aquella salida, ninguna se leasent; antes, correspondiendo a su buena sangre, con cada hurto que sus maestros hacan sele arrancaba a l el alma; y tal vez hubo que pag de su dinero los hurtos que sus

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    compaeros haba hecho, conmovido de las lgrimas de sus dueos; de lo cual los gitanos sedesesperaban, dicindole que era contravenir a sus estatutos y ordenanzas, que prohiban laentrada a la caridad en sus pechos, la cual, en tenindola, haban de dejar de ser ladrones,

    cosa que no les estaba bien en ninguna manera.

    Viendo, pues, esto Andrs, dijo que l quera hurtar por s solo, sin ir en compaa de nadie;porque para huir del peligro tena ligereza, y para cometelle no le faltaba el nimo; as que, elpremio o el castigo de lo que hurtase quera que fuese suyo.

    Procuraron los gitanos disuadirle deste propsito, dicindole que le podran sucederocasiones donde fuese necesaria la compaa, as para acometer como para defenderse, y queuna persona sola no poda hacer grandes presas. Pero, por ms que dijeron, Andrs quiso serladrn solo y seero, con intencin de apartarse de la cuadrilla y comprar por su dineroalguna cosa que pudiese decir que la haba hurtado, y deste modo cargar lo que menos

    pudiese sobre su conciencia.Usando, pues, desta industria, en menos de un mes trujo ms provecho a la compaa quetrujeron cuatro de los ms estirados ladrones della; de que no poco se holgaba Preciosa,viendo a su tierno amante tan lindo y tan despejado ladrn. Pero, con todo eso, estabatemerosa de alguna desgracia; que no quisiera ella verle en afrenta por todo el tesoro deVenecia, obligada a tenerle aquella buena voluntad [por] los muchos servicios y regalos quesu Andrs le haca.

    Poco ms de un mes se estuvieron en los trminos de Toledo, donde hicieron su agosto,aunque era por el mes de setiembre, y desde all se entraron en Estremadura, por ser tierrarica y caliente. Pasaba Andrs con Preciosa honestos, discretos y enamorados coloquios, yella poco a poco se iba enamorando de la discrecin y buen trato de su amante; y l, delmismo modo, si pudiera crecer su amor, fuera creciendo: tal era la honestidad, discrecin ybelleza de su Preciosa. A doquiera que llegaban, l se llevaba el precio y las apuestas decorredor y de saltar ms que ninguno; jugaba a los bolos y a la pelota estremadamente; tirabala barra con mucha fuerza y singular destreza. Finalmente, en poco tiempo vol su fama portoda Estremadura, y no haba lugar donde no se hablase de la gallarda disposicin del gitanoAndrs Caballero y de sus gracias y habilidades; y al par desta fama corra la de la hermosurade la gitanilla, y no haba villa, lugar ni aldea donde no los llamasen para regocijar las fiestasvotivas suyas, o para otros particulares regocijos. Desta manera, iba el aduar rico, prspero ycontento, y los amantes gozosos con slo mirarse.

    Sucedi, pues, que, teniendo el aduar entre unas encinas, algo apartado del camino real,oyeron una noche, casi a la mitad della, ladrar sus perros con mucho ahnco y ms de lo queacostumbraban; salieron algunos gitanos, y con ellos Andrs, a ver a quin ladraban, y vieronque se defenda dellos un hombre vestido de blanco, a quien tenan dos perros asido de unapierna; llegaron y quitronle, y uno de los gitanos le dijo:

    -Quin diablos os trujo por aqu, hombre, a tales horas y tan fuera de camino? Vens ahurtar por ventura? Porque en verdad que habis llegado a buen puerto.

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    -No vengo a hurtar -respondi el mordido-, ni s si vengo o no fuera de camino, aunquebien veo que vengo descaminado. Pero decidme, seores, est por aqu alguna venta o lugardonde pueda recogerme esta noche y curarme de las heridas que vuestros perros me han

    hecho?

    -No hay lugar ni venta donde podamos encaminaros -respondi Andrs-; mas, para curarvuestras heridas y alojaros esta noche, no os faltar comodidad en nuestros ranchos. Venoscon nosotros, que, aunque somos gitanos, no lo parecemos en la caridad.

    -Dios la use con vosotros -respondi el hombre-; y llevadme donde quisiredes, que el dolordesta pierna me fatiga mucho.

    Llegse a l Andrs y otro gitano caritativo (que aun entre los demonios hay unos peores queotros, y entre muchos malos hombres suele haber algn bueno), y entre los dos le llevaron.

    Haca la noche clara con la luna, de manera que pudieron ver que el hombre era mozo degentil rostro y talle; vena vestido todo de lienzo blanco, y atravesada por las espaldas yceida a los pechos una como camisa o talega de lienzo. Llegaron a la barraca o toldo deAndrs, y con presteza encendieron lumbre y luz, y acudi luego la abuela de Preciosa acurar el herido, de quien ya le haban dado cuenta. Tom algunos pelos de los perros, frilosen aceite, y, lavando primero con vino dos mordeduras que tena en la pierna izquierda, lepuso los pelos con el aceite en ellas y encima un poco de romero verde mascado; liselo muybien con paos limpios y santigule las heridas y djole:

    -Dormid, amigo, que, con el ayuda de Dios, no ser nada.

    En tanto que curaban al herido, estaba Preciosa delante, y estvole mirando ahincadamente,y lo mismo haca l a ella, de modo que Andrs ech de ver en la atencin con que el mozola miraba; pero echlo a que la mucha hermosura de Preciosa se llevaba tras s los ojos. Enresolucin, despus de curado el mozo, le dejaron solo sobre un lecho hecho de heno seco, ypor entonces no quisieron preguntarle nada de su camino ni de otra cosa.

    Apenas se apartaron dl, cuando Preciosa llam a Andrs aparte y le dijo:

    -Acurdaste, Andrs, de un papel que se me cay en tu casa cuando bailaba con miscompaeras, que, segn creo, te dio un mal rato?

    -S acuerdo -respondi Andrs-, y era un soneto en tu alabanza, y no malo.

    -Pues has de saber, Andrs -replic Preciosa-, que el que hizo aquel soneto es ese mozomordido que dejamos en la choza; y en ninguna manera me engao, porque me habl enMadrid dos o tres veces, y aun me dio un romance muy bueno. All andaba, a mi parecer,como paje; mas no de los ordinarios, sino de los favorecidos de algn prncipe; y en verdadte digo, Andrs, que el mozo es discreto, y bien razonado, y sobremanera honesto, y no squ pueda imaginar desta su venida y en tal traje.

    -Qu puedes imaginar, Preciosa? -respondi Andrs-. Ninguna otra cosa sino que la mismafuerza que a m me ha hecho gitano le ha hecho a l parecer molinero y venir a buscarte. Ah,

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    Preciosa, Preciosa, y cmo se va descubriendo que te quieres preciar de tener ms de unrendido! Y si esto es as, acbame a m primero y luego matars a este otro, y no quierassacrificarnos juntos en las aras de tu engao, por no decir de tu belleza.

    -Vlame Dios -respondi Preciosa-, Andrs, y cun delicado andas, y cun de un sotilcabello tienes colgadas tus esperanzas y mi crdito, pues con tanta facilidad te ha penetradoel alma la dura espada de los celos! Dime, Andrs: si en esto hubiera artificio o engaoalguno, no supiera yo callar y encubrir quin era este mozo? Soy tan necia, por ventura, quete haba de dar ocasin de poner en duda mi bondad y buen trmino? Calla, Andrs, por tuvida, y maana procura sacar del pecho deste tu asombro [preguntndole] adnde va, o a loque viene. Podra ser que estuviese engaada tu sospecha, como yo no lo estoy de que sea elque he dicho. Y, para ms satisfacin tuya, pues ya he llegado a trminos de satisfacerte, decualquiera manera y con cualquiera intencin que ese mozo venga, despdele luego y haz quese vaya, pues todos los de nuestra parcialidad te obedecen, y no habr ninguno que contra tu

    voluntad le quiera dar acogida en su rancho; y, cuando esto as no suceda, yo te doy mipalabra de no salir del mo, ni dejarme ver de sus ojos, ni de todos aquellos que t quisieresque no me vean. Mira, Andrs, no me pesa a m de verte celoso, pero pesarme ha mucho site veo indiscreto.

    -Como no me veas loco, Preciosa -respondi Andrs-, cualquiera otra demonstracin serpoca o ninguna para dar a entender adnde llega y cunto fatiga la amarga y dura presuncinde los celos. Pero, con todo eso, yo har lo que me mandas, y sabr, si es que es posible, ques lo que este seor paje poeta quiere, dnde va, o qu es lo que busca; que podra ser quepor algn hilo que sin cuidado muestre, sacase yo todo el ovillo con que temo viene aenredarme.

    -Nunca los celos, a lo que imagino -dijo Preciosa-, dejan el entendimiento libre para quepueda juzgar las cosas como ellas son. Siempre miran los celosos con antojos de allende, quehacen las cosas pequeas, grandes; los enanos, gigantes, y las sospechas, verdades. Por vidatuya y por la ma, Andrs, que procedas en esto, y en todo lo que tocare a nuestrosconciertos, cuerda y discretamente; que si as lo hicieres, s que me has de conceder la palmade honesta y recatada, y de verdadera en todo estremo.

    Con esto se despidi de Andrs, y l se qued esperando el da para tomar la confesin alherido, llena de turbacin el alma y de mil contrarias imaginaciones. No poda creer sino queaquel paje haba venido all atrado de la hermosura de Preciosa; porque piensa el ladrn quetodos son de su condicin. Por otra parte, la satisfacin que Preciosa le haba dado le pareca

    ser de tanta fuerza, que le obligaba a vivir seguro y a dejar en las manos de su bondad todasu ventura.

    Llegse el da, visit al mordido; preguntle cmo se llamaba y adnde iba, y cmocaminaba tan tarde y tan fuera de camino; aunque primero le pregunt cmo estaba, y si sesenta sin dolor de las mordeduras. A lo cual respondi el mozo que se hallaba mejor y sindolor alguno, y de manera que poda ponerse en camino. A lo de decir su nombre y adndeiba, no dijo otra cosa sino que se llamaba Alonso Hurtado, y que iba a Nuestra Seora de laPea de Francia a un cierto negocio, y que por llegar con brevedad caminaba de noche, y que

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    la pasada haba perdido el camino, y acaso haba dado con aquel aduar, donde los perros quele guardaban le haban puesto del modo que haba visto.

    No le pareci a Andrs legtima esta declaracin, sino muy bas-tarda, y de nuevo volvieron ahacerle cosquillas en el alma sus sospechas; y as, le dijo:

    -Hermano, si yo fuera juez y vos hubirades cado debajo de mi jurisdicin por algn delito,el cual pidiera que se os hicieran las preguntas que yo os he hecho, la respuesta que mehabis dado obligara a que os apretara los cordeles. Yo no quiero saber quin sois, cmo osllamis o adnde vais; pero advirtoos que, si os conviene mentir en este vuestro viaje,mintis con ms apariencia de verdad. Decs que vais a la Pea de Francia, y dejisla a lamano derecha, ms atrs deste lugar donde estamos bien treinta leguas; caminis de nochepor llegar presto, y vais fuera de camino por entre bosques y encinares que no tienen sendasapenas, cuanto ms caminos. Amigo, levantaos y aprended a mentir, y andad en hora buena.

    Pero, por este buen aviso que os doy, no me diris una verdad? (que s diris, pues tan malsabis mentir) Decidme: sois por ventura uno que yo he visto muchas veces en la Corte,entre paje y caballero, que tena fama de ser gran poeta; uno que hizo un romance y unsoneto a una gitanilla que los das pasados andaba en Madrid, que era tenida por singular enla belleza? Decdmelo, que yo os prometo por la fe de caballero gitano de guardaros elsecreto que vos viredes que os conviene. Mirad que negarme la verdad, de que no sois elque yo digo, no llevara camino, porque este rostro que yo veo aqu es el que vi en Madrid.Sin duda alguna que la gran fama de vuestro entendimiento me hizo muchas veces que osmirase como a hombre raro e insigne, y as se me qued en la memoria vuestra figura, que oshe venido a conocer por ella, aun puesto en el diferente traje en que estis agora del en queyo os vi entonces. No os turbis; animaos, y no pensis que habis llegado a un pueblo deladrones, sino a un asilo que os sabr guardar y defender de todo el mundo. Mirad, yoimagino una cosa, y si es ans como la imagino, vos habis topado con vuestra buena suerteen haber encontrado conmigo. Lo que imagino es que, enamorado de Preciosa, aquellahermosa gitanica a quien hicisteis los versos, habis venido a buscarla, por lo que yo no ostendr en menos, sino en mucho ms; que, aunque gitano, la esperiencia me ha mostradoadnde se estiende la poderosa fuerza de amor, y las transformaciones que hace hacer a losque coge debajo de su jurisdicin y mando. Si esto es as, como creo que sin duda lo es, aquest la gitanica.

    -S, aqu est, que yo la vi anoche -dijo el mordido; razn con que Andrs qued comodifunto, parecindole que haba salido al cabo con la confirmacin de sus sospechas-.Anoche la vi -torn a referir el mozo-, pero no me atrev a decirle quin era, porque no me

    convena.

    -Desa manera -dijo Andrs-, vos sois el poeta que yo he dicho.

    -S soy -replic el mancebo-; que no lo puedo ni lo quiero negar. Quiz poda ser que dondehe pensado perderme hubiese venido a ganarme, si es que hay fidelidad en las selvas y buenacogimiento en los montes.

    -Hayle, sin duda -respondi Andrs-, y entre nosotros, los gitanos, el mayor secreto delmundo. Con esta confianza podis, seor, descubrirme vuestro pecho, que hallaris en el

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    mo lo que veris, sin doblez alguno. La gitanilla es parienta ma, y est sujeta a lo [que]quisiere hacer della; si la quisiredes por esposa, yo y todos sus parientes gustaremos dello; ysi por amiga, no usaremos de ningn melindre, con tal que tengis dineros, porque la codicia

    por jams sale de nuestros ranchos.

    -Dineros traigo -respondi el mozo-: en estas mangas de camisa que traigo ceida por elcuerpo vienen cuatrocientos escudos de oro.

    ste fue otro susto mortal que recibi Andrs, viendo que el traer tanto dinero no era sinopara conquistar o comprar su prenda; y, con lengua ya turbada, dijo:

    -Buena cantidad es sa; no hay sino descubriros, y manos a labor, que la muchacha, que noes nada boba, ver cun bien le est ser vuestra.

    -Ay amigo! -dijo a esta sazn el mozo-, quiero que sepis que la fuerza que me ha hechomudar de traje no es la de amor, que vos decs, ni de desear a Preciosa, que hermosas tieneMadrid que pueden y saben robar los corazones y rendir las almas tan bien y mejor que lasms hermosas gitanas, puesto que confieso que la hermosura de vuestra parienta a todas lasque yo he visto se aventaja. Quien me tiene en este traje, a pie y mordido de perros, no esamor, sino desgracia ma.

    Con estas razones que el mozo iba diciendo, iba Andrs cobrando lo[s] espritus perdidos,parecindole que se encaminaban a otro paradero del que l se imaginaba; y deseoso de salirde aquella confusin, volvi a reforzarle la seguridad con que poda descubrirse; y as, lprosigui diciendo:

    -Yo estaba en Madrid en casa de un ttulo, a quien serva no como a seor, sino como apariente. ste tena un hijo, nico heredero suyo, el cual, as por el parentesco como por serambos de una edad y de una condicin misma, me trataba con familiaridad y amistad grande.Sucedi que este caballero se enamor de una doncella principal, a quien l escogiera debonsima gana para su esposa, si no tuviera la voluntad sujeta, como buen hijo, a la de suspadres, que aspiraban a casarle ms altamente; pero, con todo eso, la serva a hurto de todoslos ojos que pudieran, con las lenguas, sacar a la plaza sus deseos; solos los mos eran testigosde sus intentos. Y una noche, que deba de haber escogido la desgracia para el caso queahora os dir, pasando los dos por la puerta y calle desta seora, vimos arrimados a ella doshombres, al parecer, de buen talle. Quiso reconocerlos mi pariente, y apenas se encaminhacia ellos, cuando echaron con mucha ligereza mano a las espadas y a dos broqueles, y se

    vinieron a nosotros, que hicimos lo mismo, y con iguales armas nos acometimos. Dur pocola pendencia, porque no dur mucho la vida de los dos contrarios, que, de dos estocadas queguiaron los celos de mi pariente y la defensa que yo le haca, las perdieron (caso estrao ypocas veces visto). Triunfando, pues, de lo que no quisiramos, volvimos a casa, y,secretamente, tomando todos los dineros que podimos, nos fuimos a San Jernimo,esperando el da, que descubriese lo sucedido y las presunciones que se tenan de losmatadores. Supimos que de nosotros no haba indicio alguno, y aconsejronnos losprudentes religiosos que nos volvisemos a casa, y que no disemos ni despertsemos connuestra ausencia alguna sospecha contra nosotros. Y, ya que estbamos determinados deseguir su parecer, nos avisaron que los seores alcaldes de Corte haban preso en su casa a

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    los padres de la doncella y a la misma doncella, y que entre otros criados a quien tomaron laconfesin, una criada de la seora dijo cmo mi pariente paseaba a su seora de noche y deda; y que con este indicio haban acudido a buscarnos, y, no hallndonos, sino muchas

    seales de nuestra fug