Juan Luis Lorda - Antropologia Cristiana

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  • 8/10/2019 Juan Luis Lorda - Antropologia Cristiana

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    ANTROPOLOGA DE

    LA

    FORMACIN CRISTIANA

    JUAN LUIS LORDA

    1 Bases de

    la

    antropologa cristiana

    Pese a la complejidad que este ttulo puede sugenr por su

    formulacin abstracta, expresa prcticamente una tautologa. En

    efecto,

    si

    por antropologa lase aqu cristiana o teolgica) enten-

    demos lo que la doctrina cristiana ensea a propsito del hombre,

    e intentamos dar con lo que es

    ms

    caracterstico, convendremos

    en que, para el cristianismo, el hombre es, antes que nada, un ser

    en proceso

    de

    formacin; un ser que

    se

    hace

    1;

    un ser en

    ca-

    mmo, un ser

    de

    paso

    2

    hacia una perfeccin que todava no

    posee.

    El vocabulario

    de

    la forma

    -formacin

    conformacin, de-

    formacin, transformacin, teforma,

    etc.- es

    familiar a la doctrina

    cristiana. Basta considerar los cuatro puntos en los que sta com-

    pendia la historia del hombre:

    1 El primer hombre -Adn- formado del barro

    de

    la tie-

    rra 3 fue creado a imagen y semejanza

    de

    Dios 4. Cada hom-

    bre,

    es tambin llamado al ser mediante un acto creador

    de

    Dios,

    asociado a la transmisin de la herencia biolgica; de este modo

    cada hombre

    es

    hijo

    de

    Dios, hijo

    de

    Adn e imagen

    de

    Dios.

    1.

    La

    expresin es de J

    PIEPER,

    Antologa Herder, Barcelona 1984,

    17,

    Y tiene una perspectiva filosfica. La revelacin cristiana aade a esta percep-

    cin el horizonte de un proyecto de hombre.

    2.

    J RATZINGER, u

    commencement Dieu cra

    le cel

    et la

    terre

    Fayard,

    Paris

    1986,

    57.

    3. Gen

    2,7.

    4. Gen 1,26.

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    928 JUAN

    LUIS LORDA

    2)

    El hombre ha deformado en parte su semejanza de Dios,

    el brillo divino que dimanaba de su naturaleza, por

    la

    desfigura-

    cin y quiebra del pecado. Con su herencia biolgica humana, ca-

    da hombre recibe la huella de un misterioso pero eficaz pecado

    original; y tambin sus propios pecados dejan huella en l, defor-

    mando la imagen divina.

    3) Cada hombre

    es

    llamado libremente

    a

    veces, de manera

    misteriosa) a beneficiarse de la obra redentora de Cristo, nuevo

    Adn, que renueva la imagen del Creador en nosotros, con los

    rasgos del hombre nuevo

    5

    en un proceso de identificacin por

    el que somos conformados como hijos de

    Dios

    en Cristo 6.

    4)

    Al final de los tiempos, la imagen de Dios en

    el

    hombre,

    recreada en Cristo, imagen perfecta del Padre

    7

    recibir su forma

    plena; as dice San Juan: sabemos que cuando El se manifieste se-

    remos semejantes a El, porque lo veremos tal cual

    es

    8; o segn

    San Pablo: nos revestiremos del hombre celestial

    9.

    La historia del hombre

    es,

    por tanto, un camino

    de

    for-

    macin desde la imagen original

    de

    Dios deformada por

    el

    pecado

    -Adn hombre viejo- hasta adquirir la imagen del hombre nue-

    vo, nuevo Adn: Jesucristo. esto

    se

    realiza no sin dificultades,

    segn la notable expresin de San Pablo a los Glatas: Hijos mos

    por

    quienes sufro dolores de parto hasta ver a Cristo formado en

    vosotros

    10.

    Para el cristiano, la llamada a

    la

    existencia debe ser conside-

    rada ya como una vocacin a recorrer este camino. Cada hombre

    es querido por s mismo 11, como sujeto de un dilogo existen-

    cial que debe conducirle a reproducir la imagen del Dios hecho

    hombre.

    El hombre

    es

    el

    nico ser sobre la tierra para

    el

    que

    su

    exis-

    tencia

    es un

    camino de perfeccin hacia una plenitud personal En

    todos los seres vivos

    se

    da ciertamente un proceso

    de

    maduracin,

    5. Col 3,1.

    6. Rom

    8,16;

    cfr. Gal 4,7; 1 Jn

    3,1.

    7.

    Cfr. Hebr 1,3.

    8. 1 Jn 3,2.

    9. 1

    Cor

    15,49.

    10. Gal 4,19.

    11. CONC. VAT. 11 Const. audium t sp s GS),

    24.

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    ANTROPOLOGA DE LA FORMACIN CRISTIANA

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    pero se trata slo del desarrollo de

    las

    capacidades con que est

    dotada

    su

    naturaleza, que finalmente

    se

    agotan.

    En

    cambio en

    el

    hombre se realiza un cambio, un crecimiento en calidad, con la

    adquisicin progresiva de una forma nueva que en su naturaleza

    est slo incoada, y que es fruto de un dilogo, por decirlo as,

    entre

    la

    naturaleza y

    el

    don de Dios, entre naturaleza y gracia

    12.

    El hombre acumula en su ser la historia de su relacin per

    sonal con Dios. Queda en l la huella de cada una de

    las

    solicitu

    des

    divinas,

    de

    cada

    uno

    de sus dones;

    y,

    en la medida en que co

    rresponde,

    se

    va haciendo partcipe de la naturaleza divina

    13,

    sin perder por ello su condicin humana, sino llevndola a la ple

    nitud del hombre perfecto, Jesucristo

    14.

    Se da, entonces, la paradoja de que el saber pleno sobre el

    hombre no puede encontrarse simplemente mediante el estudio de

    su naturaleza, aunque de all puedan obtenerse tantos conocimien

    tos valiosos, sino que

    es

    necesario acudir

    al

    hombre perfecto, Jesu

    cristo

    15.

    Por eso

    se

    puede decir que Cristo revela plenamente

    el

    hombre

    al

    hombre mismo

    16.

    Slo en Cristo puede conocerse plenamente el designio de

    Dios para cada hombre,

    el

    hombre plenamente realizado

    17.

    No extraar, entonces, que la Iglesia se sienta tan segu

    ra del valor de su conocimiento acerca del hombre. As Pablo

    VI en su discurso a las Naciones Unidas,

    se

    pudo presentar co-

    12. En ese sentido, la mejor manera de comprender al hombre es desde

    la

    perspectiva de

    la

    vocacin, de

    la

    llamada a un destino personal desde

    el

    momento de venir al ser: Qu es el hombre ..No podemos separar esta res-

    puesta del problema

    de

    su vocacin:

    el

    hombre manifiesta lo que es aceptan

    do su vocacin y realizndola. K. WOJTYLA,

    a

    renovacin en sus fuentes

    BAC, Madrid

    1982,

    60.

    Sobre esto, vid. J.L.

    ILLANES,

    Antropocentrismo

    y

    teocentrismo en

    la

    enseanza de Juan Pablo 1I ScrTh 20 (1988) 643-655.

    13. 2 Pe 1,4.

    14. Cfr. Ef 4,13.

    15.

    L homme ne peut se comprendre seulement

    a

    partir

    de

    son

    ongm,

    qui appartient au pass, ou

    d un

    moment isol que nous appelons prsent.

    est intrinsequement dirig vers son futur qui seul fait apparaitre ce qu il

    est rellement cfr. Jn

    3,2 >>.

    J.

    RATZINGER,

    o.cit. 57.

    16. JU N P BLO 11,

    Ene.

    Redemptor hominis

    (RH),

    10;

    cfr.

    GS

    22.

    17.

    La

    respuesta a la cuestin de la imagen autntica del hombre cristia

    no puede concretarse en una frase;

    ms

    an, en una palabra: Cristo. J. PIE

    PER, Las virtudes fundamentales Rialp, 3

    a

    ed., Madrid 1988, 12.

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    JUAN LU S LORDA

    mo

    experto en humanidad 18 y

    el

    Concilio Vaticano II

    se

    sinti

    urgido a poner ese conocimiento a disposicin

    de

    todos los hom

    bres 19, consciente de que era la mejor aportacin que poda pres

    tar al

    mundo moderno, porque

    el

    misterio del hombre slo se

    es-

    clarece en

    el

    misterio del Verbo encarnado 20.

    Por

    su parte,

    es

    bien sabido que

    el

    Papa Juan Pablo II ha

    hecho de esto

    j

    fundamental de su mensaje. As en una memorable

    homila dirigida, casi al principio de su pontificado, a un grupo

    de

    universitarios,

    se

    expresaba

    as:

    La

    Iglesia no tiene preparado un

    proyecto de escuela universitaria, ni de sociedad, pero tiene un pro

    yecto de hombre, de un hombre nuevo renacido por la

    gracia 21.

    2. El saber cristiano sobre

    el

    hombre

    A simple vista, podra parecer que este patrimonio

    de

    verda

    des de

    fe

    acerca del hombre

    es

    relativamente restringido, al menos

    si se lo compara con el inmenso cmulo de conocimientos que

    proporcionan diversas disciplinas cientficas. De hecho, las ciencias

    naturales, como la medicina o la paleontologa, o las ciencias hu

    manas como la lingstica, la psicologa, la sociologa o la etnolo

    ga entre otras muchas, proporcionan extensas redes de conoci

    mientos tiles acerca del hombre.

    En

    comparacin a los copiosos

    ndices de los tratados de estas materias,

    el

    repertorio cristiano

    de

    verdades es relativamente pequeo. La cuestin merece un breve

    consideracin.

    Las ciencias naturales, como la medicina o la paleontologa,

    proporcionan conocimientos sobre la naturaleza fsica del hombre

    o sobre la historia de esa naturaleza. Tales conocimientos se

    ajus-

    tan

    como es lgico

    al

    mtodo positivo con que fueron obteni-

    18. PABLO VI,

    Discurso a

    la

    O.N.u.

    4.X.1965,

    1 en Insegnamenti ..

    3

    1965) 508.

    19. Cfr.

    GS

    3.

    20. GS 22. Para L LADARIA esta afirmacin es

    el

    pnnClplO bsico de

    la antropologa conciliar; cfr. El hombre a

    la

    luz

    de

    Cristo

    en el

    Concilio Va

    ticano

    lI .

    en

    R.

    LA TOURELLE dir), Vaticano JI. Balance y perspectivas Sgue-

    me, Salamanca

    1985, 705.

    21. JUAN PABLO 11 Homila a

    los

    universitarios

    5.1V.1979.

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    ANTROPOLOGA DE LA FORMACIN CRISTIANA

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    dos: son conocimientos concretos, objetivos, experimentables e in

    terpretados con arreglo a

    las

    leyes necesarias que se supone rigen

    la naturaleza material. Slo nos permiten acceder l hombre en

    comparacin con el resto de la realidad material, utilizando el mis

    mo lenguaje, los mismos conceptos, aunque en otro nivel de com

    plejidad. Pero sin que se trate

    de

    nada que

    sea

    especficamente hu

    mano, ya que lo que se estudia es precisamente, lo que el hombre

    tiene en comn con todo lo dems, que no es humano.

    Por

    su parte,

    las

    ciencias humanas, en

    la

    medida en que son

    capaces de liberarse de los mtodos exclusivamente positivos, pene

    tran en lo especficamente humano, en lo distintivo del hombre

    recurriendo muchas veces a mtodos introspectivos:

    es

    decir, me

    diante

    el

    acceso directo e intuitivo de la realidad humana tal como

    se nos muestra en la vivencia inmediata (y por tanto evidente).

    Esa experiencia necesita ser expresada en conceptos que son irredu

    cibles a

    las

    variables

    de

    rango fsico-qumico de

    las

    ciencias natura

    les: la vida intelectual, el actuar libre, las relaciones interpersona

    les

    el lenguaje,

    el

    significado, la tica y la esttica. Precisamente

    en

    la

    medida en que esos conocimientos son especficamente hu

    manos resultan menos objetivos, pero tienen un horizonte de

    significado muy amplio y pueden ser comprendidos por el hombre

    como realidades que

    le

    son adecuadas. Son saberes especficamente

    humanos y, con toda propiedad,

    se

    les

    ha llamado humansticos,

    porque educan al hombre en lo que

    le es

    ms propio,

    le

    ayudan

    a comprenderse y comportarse como un hombre. La cultura cris

    tiana debe mucho a estos saberes, tambin llamados humanida

    des

    particularmente en la forma en que los cultiv la antigedad

    clsica

    22.

    El saber clsico nos ha transmitido inmensas riquezas espiri

    tuales y, entre ellas, tambin modelos

    de

    formacin humana.

    Se

    puede decir que estos modelos oscilan entre

    el

    ideal del filsofo o

    del sabio y el del hombre virtuoso o buen ciudadano, entre un

    ideal intelectual de la perfeccin humana y un ideal cvico, ms

    bien moral

    23.

    Una mente cristiana puede posteriormente descubrir

    22. Cfr. H.1. MARROU Historia

    de l

    educ cin

    en l

    antigedad Akal,

    Madrid

    1985 402 ss.

    23.

    El

    ciudadano u hombre

    de

    estado encarna

    el

    ideal bsico del hombre

    griego romano; el sabio es el ideal del hombre culto, desarrollado alrede-

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    JUAN LU S LORDA

    que esta oscilaci6n

    se

    debe tanto a la ausencia

    de

    un ideal trascenden

    te

    de

    hombre, que permita conjugar perfectamente

    lo

    intelectual y lo

    moral, lo personal y lo social, lo permanente y lo hist6rico, como

    a la falta de recursos morales para alcanzar cualquier ideal de ma-

    nera plena. U na reflexi6n teo16gica sabr adems ver en esto los

    lmites de la naturaleza herida

    por el

    pecado, que no ha perdido

    la inclinaci6n a la plenitud, pero que no puede alcanzarla.

    La plena perfecci6n humana, como hemos dicho, trasciende

    a la naturaleza.

    Por

    esta raz6n, no

    es

    posible descubrir

    por

    el

    estu

    dio de la naturaleza humana contingente que

    es,

    pero que no da

    raz6n suficiente

    de

    por qu es la vocaci6n,

    el

    fin ltimo al que

    ha sido llamado gratuitamente

    por

    Dios. El hombre puede llegar

    a conocerse como ser perfectible, pero

    al

    proponerse l mismo

    ideales de perfecci6n tropieza con la propia finitud que hace bo

    rroso e irrealizable cualquier ideal. S6lo la revelaci6n del creador

    y salvador puede dar

    al

    hombre

    las

    claves que

    le

    permiten com

    prenderse y las fuerzas que le ayudan a orientarse.

    Lo asombroso

    es

    que la revelaci6n cristiana sobre

    el

    hombre

    no es, propiamente

    hablando

    un

    saber un

    contenido

    intelectual-

    sino una persona 24. La verdad definitiva sobre el

    hombre no

    es

    un conjunto de conocimientos y principios

    de

    con

    ducta, sino Cristo mismo,

    el

    Camino, la Verdad y

    la Vida 25.

    3. Camino Verdad y Vida

    Examinemos brevemente este extraordinario testimonio que

    San Juan pone en boca del Seor:

    Yo

    soy

    el

    Camino, la Verdad

    dor de los grandes maestros; adems, en

    la

    Grecia clsica habra que aadir

    un ideal esttico del hombre, que

    es

    el poeta. Cfr. W.

    JAEGER,

    Paideia. Los

    ideales

    de la cultura

    griega Fondo de Cultura Econmica, Mxico-Madrid

    1988/10

    a

    1933), Introduccin pp. 3-16.

    24. El

    cristianismo no es, en ltimo trmino, ni una doctrina

    de la

    ver

    dad ni una interpretacin de la vida. Es esto tambin, pero nada de ello

    constituye su esencia nuclear. Su esencia est constituida por Jess de Naza

    ret, por su existencia, su obra y su destino concretos; es decir, por su perso

    nalidad histrica.

    R. GUARDINI, a

    esencia del cristianismo Cristiandad,

    Madrid 1984/4

    a

    , 19.

    25.

    Jn

    14,6.

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    ANTROPOLOGA

    DE L

    FORMACIN CRISTIANA

    933

    y la Vida. Segn

    la

    exgesis ms extendida y razonable, habra que

    entenderla en el sentido de que Cristo

    es

    Camino porque es Verdad

    y

    es

    Vida 26.

    La

    frase tiene la preciosa virtualidad de poner

    de ma

    nifiesto la relacin estrecha que existe entre

    el

    aspecto cognoscitivo

    del

    mensaje cristiano

    la

    verdad y

    el

    aspecto existencial

    la

    vida ;

    y tambin la

    de

    sealar su carcter progresivo

    e l

    camino-o La

    verdad cristiana sobre el hombre tiene,

    por

    eso, un acusado carc

    ter sapiencial, al unir ntimamente verdad y vida 7

    . Pero no

    es

    slo eso. El cristianismo

    es

    profunda y radical

    mente cristocntrico: No hay ninguna doctrina, ninguna estructu

    ra fundamental de valores ticos, ninguna actitud religiosa, ni nin

    gn orden vital que pueda separarse de la persona de Cristo y del

    que, despus, pueda decirse que es cristiano. Lo cristiano

    es

    El

    mismo 28. El contenido mismo de la verdad y

    de

    la vida cristia

    nas son Cristo, que ha sido hecho para nosotros sabidura de

    Dios, justicia y santificacin y redencin

    29.

    Cuando hablamos

    de sabidura,

    es

    El; cuando hablamos de virtud, es El; cuando ha

    blamos de justicia,

    es

    El, cuando hablamos de paz,

    es

    El; cuando

    hablamos

    de

    verdad y vida y redencin,

    es El

    30. Y cuando ha

    blamos del hombre,

    es

    El: slo Cristo revela plenamente

    el

    hom

    bre al mismo hombre

    31.

    26.

    As

    1. DE LA POTTERIE, je

    suis

    la Voie la Verit

    et la

    Vie Jn 14 6

    en NRTh

    88

    (1966) 907-942; recogido y traducido en

    La verdad de

    Jess

    BAC, Madrid 1979,

    107-144.

    27. Vase el precioso comentario del generalmente considerado captulo

    XI 4-7) de la Epstola a Diogneto: No hay vida sin ciencia, ni ciencia segu

    ra sin vida verdadera .. El que piensa saber algo sin la ciencia verdadera y

    atestiguada por la vida nada sabe ... El que con temor ha alcanzado la ciencia

    y busca adems la vida, se planta en esperanza y aguarda el fruto. Sea para

    ti la ciencia corazn; la vida empero,

    el

    Verbo verdadero comprendido, en

    D. Rurz BUENO, Padres

    Apostlicos

    BAC, Madrid 1950, 860. Je pourrai di

    re: la vertu contient l intellectualit en puissance, car, nous menant a notre

    fin, qui est intellectuelle, la vertu quivaut au supreme savoir: A.D.

    SERTI

    LLANGES trata bellamente de la unidad que debe darse en todo intelectual

    cristiano en

    su

    preciosa y ya clsica obra

    La vie intellectuelle

    Revue des Jeu

    nes, Paris 1950/4

    a

    ,

    39.

    28.

    R.

    GUARDINI,

    o.cit. 103.

    29. 1 Cor

    1,

    30-31.

    30. S. AMBROSIO, Explanationes psalmorum Ps. 36,65-66;

    CSEL

    64,123-125

    31.

    RH 10; cfr. GS 22.

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    934

    JUAN LUIS LORDA

    Nadie puede dudar de las enormes y misteriosas perspectivas

    de esta verdad, que da lugar a que exista lo que con toda propie

    dad puede llamarse una Paideia cristiana

    o,

    con las venerables

    palabras

    de S.

    Clemente Romano, una Paideia en Cristo;

    es

    de

    cir, una formacin o educacin en Cristo: un ideal cristiano

    de

    formacin

    32.

    La Paideia cnstIana recoge

    el

    contenido

    de

    la Paideia

    cl

    sica,

    y

    la supera cuando es capaz de aunar los ideales del sabio

    y

    del hombre virtuoso, del filsofo

    y

    del ciudadano: lo intelectual

    y

    lo moral, lo personal y lo social (la Iglesia, cuerpo

    de

    Cristo), lo

    permanente

    y

    lo histrico

  • 8/10/2019 Juan Luis Lorda - Antropologia Cristiana

    9/16

    ANTROPOLOGA DE LA FORMACIN CRISTIANA

    935

    dagogo

    O

    preceptor. El maestro se ocupaba de la instruccin del

    nio en la escuela, mientras que el pedagogo se ocupaba en casa,

    de

    la educacin en

    las

    virtudes viriles

    y

    cvicas

    36

    En la cristiana, Cristo mismo asume, en cierto modo, ambos

    papeles

    37

    4.

    Cristo Maestro

    38

    Cristo

    es

    el Verbo de Dios hecho hombre;

    es

    decir, la Pala

    bra o verdad de Dios con la que Dios se conoce a S mismo

    y

    crea cuanto existe.

    La

    tradicin antigua de la Iglesia penetr hon

    damente en

    el

    misterio del Verbo que se expresa en la creacin,

    36.

    Cfr.

    H

    I

    MARROU,

    ibidem

    37.

    CLEMENTE

    DE ALEJANDRA esquematiza esta distincin en la intro

    duccin

    de El

    Pedagogo: El Logos que ensea tiene por oficio exponer y re

    velar las verdades doctrinales. El pedagogo, que

    se

    ocupa de la vida prctica,

    nos ha exhortado primero a llevar una buena vida moral; y ahora nos invita

    a cumplir los deberes

    1,1,2,1)

    SC 70, 112. Esta distincin es prcticamente

    ajena, sin embargo,

    al

    contexto cultural de los Evangelios. En ellos encontra

    mos continuamente el ttulo didaskals maestro), que es, probablemente

    casi siempre, traduccin del arameo Rabb o Rabboni cfr. Mt 23,8;

    Jn

    1,38;

    3,2; 20,16). En cambio, S. Pablo se hace eco de la funcin clsica del pedago

    go

    en Gal 3,24.26 y ms veladamente en 1

    Cor

    4,15. El ttulo Rabb, que

    es

    el

    tratamiento ordinario que

    se

    da al Seor y que El acepta cfr. Jn

    13,13), no

    se

    corresponde bien con la idea clsica del maestro, ni con la

    nuestra actual. Los rabinos ejercan y ejercen una enseanza peculiar que

    consiste en

    la

    interpretacin minuciosa de

    la

    Ley, para vivir bien de acuerdo

    con ella: se trata ms bien de una doctrina moral, un camino o camino

    de Dios cfr. Mt 22,16; Mc 12,14). En la misma lnea, aunque con enormes

    novedades, hay que situar la enseanza del Seor. El contenido de su pre

    dicacin ordinaria

    se

    centra en aspectos morales, es una doctrina de vida;

    basta pensar, por ejemplo, en Sermn de la montaa cfr. Mt 5,2-7,28.29);

    sus palabras y gestos profticos revelan, sin embargo, los misterios cristianos:

    su relacin filial con el Padre,

    la

    redencin con su sangre,

    la

    nueva vida en

    el

    Espritu Santo, que es el contexto donde se ha de vivir esa vida.

    En

    este

    sentido puede afirmarse que Cristo es,

    al

    mismo tiempo, maestro y pedago

    go:

    nos une a la Verdad y nos ayuda a vivir como hijos de la luz Un 12,36).

    38. Todos los aspectos

    de

    la consideracin

    de

    Cristo como Maestro han

    sido tratados con singular belleza

    por S.

    BUENAVENTURA,

    en sus discursos

    Christus Unus omnium

    Magister que est centrado en Mt 23,16, y De exce-

    llentia

    Magisterii Christi.

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    936

    JUAN

    LUIS

    LORDA

    dando a las cosas su ser y, al mismo tiempo, manifestando en ellas

    la gloria de quien las ha creado. En la creacin est ya, pero de

    un modo velado, la Verdad,

    la

    Palabra

    de

    Dios. Adems,

    esa Pala-

    bra se ha hecho hombre, abrindonos

    el

    camino para penetrar en

    las profundidades del misterio de Dios. La verdad de Dios nos hu

    biera estado vedada

    si

    Dios mismo no la hubiera querido transmi-

    tir gratuitamente en su hijo:

    A

    Dios nadie ha visto nunca,

    el

    Unignito

    que est en el seno del Padre, El nos lo ha re

    velado 39.

    Cristo est en el centro

    de la

    verdad cnstIana. El es

    el

    cauce

    de

    la

    verdad y, al mismo tiempo,

    la

    verdad misma que nos es re-

    velada. El misterio de Cristo

    es

    el nudo de todos los misterios

    cristianos:

    la

    vida ntima de Dios se nos manifiesta desde su posi

    cin de Hijo; la salvacin del hombre se realiza a travs

    de

    El;

    la

    santificacin consiste en conformarse con El por

    la

    accin de su

    Espritu;

    la

    Iglesia

    es

    su cuerpo mstico; y los sacramentos,

    la

    par

    ticipacin en los misterios de su muerte y resurreccin. El criterio

    de

    la

    verdad cristiana

    es

    Cristo, en

    el

    cual estn ocultos todos lo

    tesoros

    de

    la sabidura y de la ciencia

    40.

    Naturalmente, esto trae algunas consecuencias importantes

    tanto en cuanto a la enseanza como al aprendizaje

    de

    la verdad

    cristiana.

    En

    cuanto a la enseanza, la enseanza cristiana (la que ayu

    da

    al

    hombre a formarse intelectualmente como cristiano), ha

    de

    ser cristocntrica. La unidad

    de

    las verdades cristianas debe verte-

    39. Jn 1,18. S. CLEMENTE

    ROMANO

    glosa bellamente esta idea: Este es

    el camino, carsimos, en el que hemos hallado nuestra salvacin, Jesucris

    to ..Por El fijamos nuestra mirada en las alturas del cielo;

    por

    El contempla

    mos como en

    un

    espejo la faz inmaculada

    de

    Dios;

    por

    El

    se

    nos abrieron

    los ojos del corazn;

    por

    El nuestra inteligencia, antes insensata entenebre

    cida reflorece a su luz admirable; por El quiso el Dueo soberano que gust

    semos del conocimiento inmortah,. 1 Cor 36,12, en D. RUIZ BUENO o.cit.

    211. PASCAL se expresa con su fuerza habitual: No slo no conocemos a

    Dios ms que por Jesucristo, sino que no nos conocemos a nosotros mismos

    ms que

    por

    Jesucristo. No conocemos la vida, ni la muerte ms que por

    Jesucristo. Fuera de Jesucristo no sabemos ni lo que

    es

    nuestra vida ni lo

    que

    es

    nuestra muerte ..No vemos

    m ~ s

    que obscuridad confusin en la

    na-

    turaleza de Dios en nuestra propia naturaleza.

    Penses

    Ed. Brunschvicg,

    548, Livre de Poche, Paris 1972,241.

    40.

    ol

    2,3.

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    ANTROPOLOGA DE

    LA

    FORMACIN CRISTIANA

    937

    brarse en Cristo. Si no

    se

    descubre la referencia a Cristo que tiene

    cada misterio

    de

    la fe probablemente no se ha llegado a penetrar

    su-

    ficientemente en l. Este criterio puede ayudar a distinguir lo que es

    una penetracin en la verdad

    de la fe es

    decir la actividad propia-

    mente teolgica,

    de

    lo que son actividades auxiliares o preparatorias,

    que no tendran sentido propio si no condujeran efectivamente a

    aqulla. A nadie se le oculta la importancia que ha adquirido para

    la

    teologa actual

    el

    esplndido desarrollo

    de las

    disciplinas positi-

    vas de la

    Teologa, como son la historia en sus distintas reas de

    la

    Iglesia,

    de la

    Teologa,

    de

    los dogmas, hagiografa, etc.), o

    la ex-

    gesis. Pero tampoco se puede dejar de advertir que, ante la abun-

    dancia

    de

    conocimientos positivos, existe

    el

    peligro

    de

    que estas

    dis-

    ciplinas, y con ella

    la

    Teologa entera, se conviertan en una muestra

    de erudicin. A veces, puede haberse perdido la medida, especial-

    mente en

    la

    enseanza superior

    de

    la Teologa. Algunas verdades

    troncales y rotundas de la fe pueden quedar ocultas a los ojos de

    los que aprenden, tras el bosque de los conocimientos positivos.

    El criterio que permite tender hacia la unidad sistemtica de

    las

    distintas disciplinas teolgicas es precisamente,

    el

    misterio de

    Cristo. En este sentido se puede destacar que la Teologa Bblica

    no simplemente la exgesis) tanto del Nuevo como del Antiguo

    Testamento, debe ayudar a penetrar en

    el

    misterio del Dios hecho

    hombre. Y que la historia

    de

    la Iglesia no puede cultivarse, como

    disciplina teolgica, sin

    la

    consideracin, al menos implcita, de

    que la Iglesia es

    el

    Cuerpo de Cristo,

    de

    que Cristo

    por

    su Espri-

    tu est presente en ella hasta el fin de los tiempos 41.

    Otro

    tanto

    cabra decir, por ejemplo, a propsito de la historia de los dog-

    mas, donde lo que est en juego, a travs

    de

    los tiempos, no es

    un conjunto

    de

    verdades fragmentarias, sino la revelacin y salva-

    cin obrada

    por

    Cristo que alcanza a todas

    las

    pocas. Sin referen-

    cia a este ncleo, los conocimientos, por su propia naturaleza,

    tienden a producir dispersin, ms que a favorecer

    la

    sabidura

    cristiana, que es

    como

    su nombre

    indica

    inseparable

    de

    una VI-

    da, y compromiso con la verdad total, Cristo 42.

    41.

    Mt 28 20.

    42.

    En

    ese

    sentido seala

    IRENEO:

    Ms

    vale no buscar otro conocimien-

    to que el de Jesucristo,

    el

    Hijo de Dios, que fue crucificado

    por

    nosotros,.

    que caer en la impiedad

    por

    cuestiones

    sutil.