Anthony de Mello Un Minuto Para El Absurdo

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Anthony de Mello Un minuto para el absurdo (Versión íntegra) 1

Transcript of Anthony de Mello Un Minuto Para El Absurdo

  • Anthony de Mello

    Un minuto para el absurdo(Versin ntegra)

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  • Nota del editor original

    Al fin, sacamos a la luz el ltimo y definitivo libro pstumo de Tony de Mello, Un minuto para el absurdo.

    De hecho, la escribi inmediatamente despus deQuin puede hacer que amanezca? y antes de La oracin de la rana. l mismo me envi el manuscrito -con el encargo de imprimirlo lo antes posible- tal como ahora lo presentamos: sin ndice y sin ningn tipo de ttulo para cada uno de los diversos cuentos. El texto estaba todo l mecanografiado, a excepcin de la segunda parte del primer cuento, que l mismo tach y volvi a redactar a mano. Cuando, a finales de 1986, se iba a dar comienzo a la composicin del libro, recib una carta suya en la que me deca: Estoy escribiendo otro libro, que se titular La oracin de la rana y que quiero que aparezca antes que Un minuto para el absurdo. Por favor, devulveme el manuscrito .

    Durante los primeros meses de 1987, Tony trabaj en La oracin de la rana, cuyo manuscrito quera enviarme antes de partir para Nueva York a finales de mayo. Me reun con Tony en Bombay el da 30 de dicho mes y estuvimos hablando durante horas sobre la maqueta del libro. Cuando acabamos, le pregunt por el manuscrito de Un minuto para el absurdo, y l me dijo que lo tena listo, que me lo enviara en cuanto regresara de Amrica y que a continuacin empezara a preparar para la imprenta su libro de meditaciones.

    Hacia las seis de la tarde, me desped de Tony y me fui a tomar el tren para regresar a Gujarat. Dos horas ms tarde, saldra l para el aeropuerto. Muri en la Universidad de Fordham la misma noche de su primer da en Nueva York, el 1 de junio de 1987.

    Nunca pens que regresara tan pronto: su cadver lleg en la maana del 13 de junio y fue enterrado aquella misma tarde en el cementerio de la iglesia de San Pedro, en la ciudad de Bandra, donde haba sido bautizado.

    Entre sus papeles se encontraron tres manuscritos:

    1. Un minuto para el absurdo: Listo para la imprenta, me haba dicho; pero los cuentos no llevaban ttulo, ni haba elaborado ndice alguno Pensaba aadir una y otra cosa? Nunca lo sabremos, pero lo ms probable es que no, porque -lo repito- l mismo me haba dicho que estaba listo para la imprenta.

    2. Un manuscrito con sus Charlas de Ejercicios, perfectamente dispuesto para la imprenta. Sin embargo, l nunca haba hablado de ese libro ni conmigo ni con ningn otro. No obstante, lo publicamos con el ttulo de Contacto con Dios.

    3. El manuscrito inacabado del ya citado libro de meditaciones, que pensaba preparar en

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  • cuanto regresara de Amrica y que publicamos, tal como l lo dej, con el ttulo de Una llamada al amor .As pues, publicamos ahora su ltimo libro, Un minuto para el absurdo, que l quera que fuera editado a continuacin de La oracin de la rana. Lo publicamos tal como l lo dej: sin ttulos y sin ndice; nicamente los cuentos, uno tras otro y en el mismo orden en que l los dej dispuestos.

    JAVIER M. DAZ DEL RO, S.J. Gujarat Sahitya Prakash Anand, Gujarat. India

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  • Ese hombre no dice ms que cosas absurdas,dijo el visitante tras or hablar al Maestro.

    T tambin diras cosas absurdas -le dijo un discpulo-

    si trataras de expresar lo Inexpresable.

    Cuando el visitante tuvo ocasin de decrselo al propio Maestro en persona, ste se limit a replicarle:

    Nadie est libre de decir cosas absurdas.Lo malo es decirlas en tono solemne.

    En todos estos cuentos, el Maestro no es siempre la misma persona. Es al mismo tiempo un gur hind, un roshi zen, un sabio taosta, un rabino judo, un monje cristiano, un mstico suf. . . Es Lao Tse y Scrates, Buda y Jess, Zaratustra y Mahoma. . Su enseanza se encuentra en el siglo VIl antes de Cristo y en nuestro propio siglo XX. . . Su sabidura pertenece por igual al Este y al Oeste. . . Pero importan realmente sus antecedentes histricos? A fin de cuentas, la Historia es el acta de las apariencias, no de la Realidad; de las doctrinas, no del Silencio.

    Slo lleva un minuto leer cada una de las ancdotas que configuran este libro. Probablemente el lenguaje del Maestro resulte misterioso, exasperante y hasta completamente absurdo para el lector. Desgraciadamente, ste no es un libro fcil. . . No ha sido escrito para instruir, sino para despertar . Lo que ocultan sus pginas (no las palabras impresas, ni siquiera los cuentos, sino su espritu, su talante, su atmsfera) es una Sabidura que no puede expresarse con palabras humanas. A medida que el lector vaya leyendo las pginas impresas y se debata con el crptico lenguaje del Maestro, es posible que, sin darse cuenta, descubra casualmente la silenciosa enseanza que se esconde en ellas. . . y se descubra a s mismo despierto. . . y transformado. Esto es lo que la Sabidura pretende: que cambiemos sin ningn esfuerzo por nuestra parte; que resultemos transformados, lo creamos o no, por el simple hecho de despertar a la realidad que no son las palabras y que queda fuera del alcance de las palabras.

    Si el lector tiene la suerte de obtener esta clase de despertar , comprender que el lenguaje ms sutil no es el lenguaje hablado, que la accin ms sutil es la que no se realiza, y que el cambio ms sutil es el que no se busca.

    ADVERTENCIA: Tmense los cuentos en pequeas dosis (uno o dos, a lo sumo, cada vez). Una sobredosis podra reducir sus efectos .

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  • A un recin llegado al monasterio le dijo un discpulo ms veterano: Debo advertirte que no entenders ni palabra de lo que diga el Maestro si no tienes la disposicin apropiada .

    Y cul es la disposicin apropiada?

    La de un estudiante que quiere aprender un idioma extranjero. Las palabras que el Maestro pronuncia te resultan familiares, pero no las comprendes: tienen un significado totalmente desconocido.

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  • El Maestro poda ser enormemente crtico cuando pensaba que la crtica era necesaria.Pero, por sorprendente que pueda parecer, nadie tomaba a mal sus reprimendas.

    Cuando alguien le pregunt la razn de ello, el Maestro respondi:

    Todo depende de cmo lo haga uno. Los seres humanos son como las flores:abiertas y receptivas al manso roco, pero cerradas y reacias al violento aguacero.

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  • Una buena manera de descubrir tus defectos -dijo el Maestro-- consiste en observar qu es lo que te irrita de los dems.

    Y cont cmo su mujer, que haba dejado una caja de bombones en el estante de la cocina, descubri una hora ms tarde que la caja pesaba bastante menos: todos los bombones de la capa inferior haban desaparecido y haban ido a parar a una bolsa de papel que se encontraba encima de las pertenencias de la nueva cocinera. Para no poner a sta en una situacin enojosa, la bondadosa mujer del Maestro, volvi a colocar los bombones en la caja y guard sta en una alacena, a fin de evitar posibles tentaciones.

    Despus de la cena, la cocinera anunci que dejaba su trabajo aquella misma noche.

    Por qu? Qu sucede?, pregunt el Maestro.

    No quiero trabajar para personas que roban, fue su desafiante respuesta.

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  • Al da siguiente, el Maestro complet su leccin con la historia del ladrn que encontr esta nota en la puerta de la caja fuerte que iba a reventar:Por favor, no emplee dinamita. La caja no est cerrada. Basta con hacer girar el picaporte.

    Y, en el momento en que hizo girar el picaporte, cay sobre l un pesado saco de arena,se encendieron las luces de la habitacin, y la alarma despert a todo el vecindario .

    Cuando el Maestro visit en la crcel al ladrn, ste no poda ocultar su resentimiento:Cmo voy a poder confiar de nuevo en ningn ser humano?

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  • Cuando un invitado se ofreci voluntariamente a fregar los platos despus de la cena,el Maestro le pregunt: Ests seguro de que sabes hacerlo?

    El hombre protest enfticamente que lo haba hecho toda su vida. Y el Maestro le dijo: No dudo de que seas capaz de dejar los platos limpios. Lo que dudo es que seas capaz de fregarlos .

    Y sta es la explicacin que ms tarde dio a sus discpulos: Hay dos maneras de fregar los platos: una consiste en fregarlos para dejarlos limpios;la otra, en fregarlos para fregarlos.

    Y, como todava no quedaba claro, aadi: La primera accin es una accin muerta, porque tu mente est fija en la idea de dejar los platos limpios; la segunda es una accin viva, porque tu mente est donde est tu cuerpo.

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  • Iluminacin, dijo el Maestro, significa saber exactamente dnde ests en un momento dado; y eso no es nada fcil. . .

    Y habl de un conocidsimo amigo suyo que, a sus ochenta y tantos aos, segua recibiendo infinidad de invitaciones.Un da, mientras consultaba su agenda durante una recepcin, alguien le pregunt cuntos compromisos tena para aquella noche.

    Seis , respondi el anciano sin apartar los ojos de su agenda.

    y qu hace usted: comprobar adnde tiene que ir a continuacin?

    No. Trato de saber dnde estoy ahora mismo.

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  • El Maestro, que era alrgico a las ideologas, dijo en cierta ocasin:

    En una guerra de ideas, las vctimas son siempre personas.

    Y ms tarde explicara: La gente mata por dinero o por poder. Pero los ms implacables asesinos son los que matan por sus ideas.

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  • El Maestro imparta su enseanza: El genio de un compositor se halla en las notas de su msica; pero analizar las notas no sirve para revelar su genio. La grandeza del poeta se encierra en sus palabras; pero el estudio de stas no revela su inspiracin. Dios se revela en la creacin; pero, por mucho que escudries la creacin, no encontrars a Dios, del mismo modo que no descubrirs el alma por mucho que examines el cuerpo.

    Llegado el momento del dilogo, alguien pregunt: Entonces, cmo podemos encontrar a Dios?

    Mirando la creacin, no analizndola.

    y cmo hay que mirarla?

    Si un labrador intenta buscar la belleza en una puesta de sol, lo nico que descubrir ser el sol, las nubes, el cielo y el horizonte de la tierra. . . mientras no comprenda que la belleza no es una 'cosa', sino una forma especial de mirar, buscars a Dios en vano mientras no comprendas que a Dios no se le puede ver como una 'cosa' , sino que requiere una forma especial de mirar. . . semejante a la del nio, cuya visin no est deformada por doctrinas y creencias prefabricadas.

    El padre de uno de los discpulos -de una discpula, concretamente - irrumpi en el recinto donde se hallaba el Maestro impartiendo su enseanza.

    Ignorando a todos los presentes, el individuo le grit a su hija:i Has dejado una carrera universitaria para sentarte a los pies de este loco!y qu es lo que te ha enseado?.

    La muchacha se levant y, con toda tranquilidad, condujo a su padre afuera y le dijo: Estar con l me ha enseado lo que nunca podra ensearme ninguna universidad: a no tenerte miedo ni dejarme impresionar por tu vergonzoso comportamiento.

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  • Qu hace falta para alcanzar la Iluminacin?, preguntaron los discpulos.

    Y respondi el Maestro:Hay que averiguar qu es lo que cae en el agua y no produce ondas, se mueve entre los rboles y no hace ruido, atraviesa un prado y no mueve una sola brizna de hierba.

    Despus de reflexionar durante semanas, los discpulos se dieron por vencidos: Qu cosa es ?

    Cosa?, pregunt el Maestro. i No es ninguna cosa!

    Entonces, no es nada?

    sa sera una forma de decirlo. . .

    Y cmo podemos buscarlo?

    He dicho yo que hubiera que buscarlo? Se puede encontrar, pero no se puede buscar.Si se busca, no se encuentra.

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  • En el transcurso de una cena, el Maestro oy casualmente cmo una actriz hablabaacerca de los horscopos.

    Se acerc a ella y le pregunt:No creer usted en la astrologa. . . ?

    Bueno. . ., respondi ella, yo creo en todo un poco

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  • Alguien pregunt al Maestro si crea en la suerte.

    Por supuesto que s, respondi l sonriendo irnicamente.De lo contrario, cmo puede explicarse el xito de aquellas personas que no le agradan a uno?

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  • El Maestro era realmente despiadado con quienes se complacan en la autocompasin o en el resentimiento.

    Recibir un agravio, deca, no significa nada, a menos que uno insista en recordarlo.

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  • El Maestro hablaba de una mujer que haba presentado ante la polica una denuncia por violacin.

    Puede usted describir al agresor?, le pregunt un oficial.

    Bueno, para empezar, era idiota. . .

    Dice usted que era idiota. . . ?

    S, eso he dicho. No tena ni idea, i Y tuve que ayudarle!

    Las risas se acallaron cuando el Maestro aadi: Siempre que os sintis ofendidos, mirad si no habis ayudado al ofensor.

    Aquello suscit un rumor de protestas, por lo que el Maestro prosigui: Acaso puede alguien ofenderte si te niegas a admitir la ofensa?

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  • Cuando le preguntaron cmo deba utilizarse la Escritura, el Maestro refiri cmo, siendo l profesor, hizo a sus alumnos esta pregunta: Cmo medirais la altura de un edificio con ayuda de un barmetro aneroide?

    Y un brillante alumno respondi: Descolgara el barmetro atado con una cuerda y medira la longitud de sta.

    Ingenioso, verdad?, a pesar de su ignorancia, coment el Maestro.

    Y luego aadi: As es el ingenio y la ignorancia de quienes emplean el cerebro para comprender la Escritura, que es como emplearlo para 'comprender' una puesta de sol, o el ocano, o el rumor del viento entre los rboles.

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  • La gente no est dispuesta a renunciar a sus celos y preocupaciones, a sus resentimientos y culpabilidades, porque estas emociones negativas, con sus 'punzadas', les dan la sensacin de estar vivos, dijo el Maestro.

    Y puso este ejemplo:

    Un cartero se meti con su bicicleta por un prado, a fin de atajar. A mitad de camino, un toro se fij en l y se puso a perseguirlo. Finalmente, y despus de pasar muchos apuros, el hombre consigui ponerse a salvo.

    Casi te agarra, eh?, le dijo alguien que haba observado lo ocurrido.

    S, respondi el cartero, como todos los das.

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  • Un cientfico se quej al Maestro de que el desprecio que ste manifestaba por los conceptos, en cuanto opuestos al conocimiento no conceptual, era una injusticia para con la ciencia.

    El Maestro se las vio y se las dese para hacerle comprender que no tena nada contra la ciencia. Pero, aadi, ojal el conocimiento que t tienes de tu mujer sea algo ms que un conocimiento cientfico!.

    Ms tarde, hablando con sus discpulos, se mostr an ms enrgico: Los conceptos definen, dijo; pero definir es destruir. Los conceptos diseccionan la realidad, y lo que diseccionas lo matas.

    Entonces, son intiles los conceptos?.

    No. Disecciona una rosa, y tendrs una valiosa informacin -y ningn conocimiento-sobre la rosa. Hazte un experto, y tendrs mucha informacin -y ningn conocimiento-sobre la realidad.

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  • El Maestro afirmaba que el mundo que ve la mayor parte de las personas no es el mundo de la Realidad, sino un mundo creado por sus mentes.

    Cuando un sabio quiso contradecirle, el Maestro puso dos palos sobre el suelo formando la letra T, y le pregunt:Qu ves ah?

    La letra T, respondi el otro.

    Lo que me supona!, dijo el Maestro.No existe la letra T; no es ms que un smbolo que hay en tu mente. Lo que hay ah son dos pedazos de rama en forma de bastn.

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  • Cuando hablas de la Realidad, dijo el Maestro, intentas expresar con palabras lo Inexpresable, de manera que lo ms seguro es que tus palabras no se entiendan. Del mismo modo, las personas que leen esa expresin de la Realidad que llamamos 'Escrituras' se vuelven estpidas y crueles, porque no siguen la lgica de las Escrituras, sino lo que ellas piensan que dicen las Escrituras.

    Y lo ilustraba con una parbola:

    El herrero del pueblo contrat a un aprendiz dispuesto a trabajar duro por poco dinero, y se puso a instruirlo:

    Cuando yo saque la pieza del fuego, la pondr sobre el yunque; y cuando te haga una seal con la cabeza, golpala con el martillo.

    El aprendiz hizo exactamente lo que crea que le haban dicho, y al da siguiente se haba convertido en el nuevo herrero del pueblo.

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  • A un discpulo al que,literalmente, le aterraba la mera posibilidad de cometer errores le dijo el Maestro:

    Los que no cometen errores cometen el mayor error de todos: el de no intentar nada nuevo.

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  • Contstame a una cosa, dijo el ateo: existe realmente un Dios?

    Y le respondi el Maestro: Si quieres que te sea sincero, no tengo respuesta.

    Ms tarde, los discpulos quisieron saber por qu no haba respondido.

    Porque la pregunta no tena respuesta, dijo el Maestro.

    De modo que eres ateo. . .?

    Por supuesto que no. El ateo comete el error de negar algo de lo que no puede decirse nada.

    Y, despus de una pausa, aadi: y el testa comete el error de afirmarlo.

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  • Cul es el secreto de tu serenidad ?, pregunt el discpulo.

    Cooperar incondicionalmente con lo inevitable, respondi el Maestro.

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  • El Maestro y uno de sus discpulos tropezaron con un ciego que mendigaba sentado en la acera.

    Dale a ese hombre una limosna, dijo el Maestro.

    El discpulo dej caer una moneda en el sombrero del mendigo.

    Deberas haberte tocado tu sombrero en seal de respeto, dijo el Maestro.

    Por qu?, pregunt el discpulo.

    Es lo que suele hacerse cuando se da una limosna. . .

    Pero si era un ciego. . . !

    Nunca se sabe, replic el Maestro; puede que fuera un impostor.

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  • El monasterio se estaba quedando pequeo, y haca falta construir un edificio mayor, por lo que un comerciante extendi un taln por valor de un milln de dlares y lo puso delante del Maestro, el cual lo tom y dijo: i Estupendo! Lo aceptar.

    El comerciante qued decepcionado: aquella era una enorme suma de dinero, i Y el Maestro ni siquiera le haba dado las gracias...!

    Hay un milln de dlares en ese taln. . ., le dijo.

    Ya me he dado cuenta.

    Aunque yo sea un hombre muy rico, un milln de dlares es mucho dinero. . .

    Deseas darme las gracias por ello?

    i Eres t quien debera darlas!

    Por qu Yo? Es el donante quien debe ser agradecido, dijo el Maestro.

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  • La actitud del Maestro hacia la accin social resultaba realmente desconcertante. Unas veces se mostraba partidario entusiasta de la misma, y otras pareca resultarle indiferente.

    Y la explicacin que a veces daba de tan desconcertante actitud era igualmente enigmtica. Dijo en cierta ocasin:

    Quien desea hacer el bien debe llamar a la puerta. Para el que ama, la puerta est siempre abierta.

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  • Le dijo un turista al Maestro:

    La gente de tu pas es pobre, pero nunca parece preocupada.

    Y le respondi el Maestro:

    Eso es porque nunca miran el reloj.

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  • Un discpulo tuvo que salir corriendo hacia su casa cuando le dieron la noticia de que sta estaba ardiendo por los cuatro costados.

    Como era ya un hombre de cierta edad, todo el mundo le manifest su pesar a su regreso.

    El Maestro, en cambio, le dijo: Esto har que la muerte te resulte ms fcil.

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  • La persona que ha alcanzado la Iluminacin, deca el Maestro, es la que ve que todo en el mundo es perfecto tal como es.

    Y qu me dices del jardinero?, le pregunt alguien, tambin es perfecto?

    El jardinero del monasterio era un jorobado.

    Para lo que se supone que ha de" ser en la vida, respondi el Maestro, el jardinero es un jorobado perfecto.

    La idea de que todo en el mundo es perfecto era ms de lo que los discpulos podan aceptar. De modo que el Maestro trat de expresarlo en conceptos ms fcilmente inteligibles:

    Dios teje tapices perfectos con los hilos de nuestras vidas, incluidos nuestros pecados. Si no somos capaces de verlo, es porque miramos la otra cara del tapiz.

    Y de una manera ms sucinta:

    Lo que para algunos no es ms que una piedra que brilla, para el Joyero es un diamante.

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  • Los discpulos vieron con enorme disgusto cmo las enseanzas del Maestro eran ridiculizadas en una conocida revista.

    El Maestro, en cambio, permaneci impasible. Lo nico que dijo fue: Puede algo ser realmente verdadero cuando nadie se re de ello?.

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  • Cuando era joven, el Maestro, que era un activista poltico, organiz una manifestacin contra el gobierno a la que, dejando hogares y trabajos, se unieron miles de personas.

    Sin embargo, apenas iniciada la manifestacin, el Maestro decidi cancelarla. Sus seguidores, entonces, le dijeron: jNo puedes hacemos esto! Preparar esta manifestacin ha llevado meses y ha exigido un precio muy alto a muchas personas. . . que ahora te van a acusar de incoherente!

    El Maestro, impertrrito, se limit a decir:Mi compromiso no es con la coherencia, sino con la verdad.

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  • El Maestro sola decir que una de las razones por las que las personas son tan desdichadas es porque piensan que no hay nada que ellas no puedan cambiar.

    Le gustaba especialmente la historia de aquel individuo que le dijo al vendedor: Este transistor que me has vendido suena excelentemente, pero quisiera cambiarlo por otro que emitiera mejores programas.

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  • Qu es lo que buscas?

    La paz, dijo el visitante.

    A quienes pretenden proteger su ego, la verdadera paz slo les ocasiona trastornos, le dijo el Maestro.

    Y a un grupo religioso que haba acudido a verle y a pedirle su bendicin, le dijo sonriendo maliciosamente: Que la paz de Dios os inquiete siempre!.

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  • A su regreso de un viaje, el Maestro habl de una experiencia que, a su manera de ver, constitua una parbola sobre la vida:

    Al parecer, durante un breve alto en el camino, entr a almorzar en un moderno restaurante, en cuyo mostrador se vean deliciosas sopas, tentadores pollos al curry y toda clase de platos apetitosos.

    Pidi que le sirvieran una sopa.

    Viene usted en el autobs?, le pregunt la robusta camarera.

    El Maestro asinti con la cabeza.

    No hay sopa.

    Y pollo al curry con arroz hervido?, pregunt el Maestro desconcertado.

    Si viene usted en el autobs, tampoco hay pollo al curry. Puede usted tomar bocadillos.Me he pasado la maana preparando esa comida, y slo tiene usted diez minutos para comerla.No voy a permitir que coma usted una comida que no va a tener tiempo de saborear.

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  • El Maestro era cualquier cosa, menos ampuloso. Siempre que hablaba, provocaba enormes y alegres carcajadas, para consternacin de quienes se tomaban demasiado en serio la espiritualidad. . . y a s mismos.

    Al observarlo, un visitante coment decepcionado: Este hombre es un payaso!.

    Nada de eso, le replic un discpulo; no ha comprendido usted ni palabra: un payaso hace que te ras de l; un Maestro hace que te ras de ti mismo.

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  • Cmo se aprende a confiaren la Providencia?

    Confiar en la Providencia,dijo el Maestro, es como entrar en un restaurante de lujo sin llevar un cntimo en el bolsillo y encargar docenas de ostras con la esperanza de hallar una perla con la que pagar la cuenta.

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  • Los discpulos se escandalizaban de que el Maestro evidenciara tan escasa inclinacin hacia el culto.

    Encuentra un objeto de veneracin, sola decir, y muy devotamente, eso s, te distraers de lo que es esencial: el conocimiento que conduce al amor.

    Y en apoyo de su tesis sola citar las palabras de Jess sobre los que dicen Seor, Seor, y luego son totalmente inconscientes del mal que realizan.

    En cierta ocasin, se permiti regalar un pltano a un atolondrado visitante, el cual empez a sentir tal veneracin por el regalo que no saba qu hacer con l.

    Cuando se lo contaron al Maestro ste hizo uno de sus tpicos comentarios: Decidle a ese asno que se lo coma.

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  • Un discpulo recin llegado pregunt a otro con mayor experiencia:

    Por qu tengo la sensacin de que el vivir con el Maestro no me sirve de mucho?

    Puede que sea porque has venido a aprender su espiritualidad. . .

    Y a qu demonios viniste t, si puede saberse ?

    A ver cmo se ataba las correas de sus sandalias.

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  • Era un gozo contemplar cmo el Maestro realizaba los actos ms sencillos, desde sentarse o pasear hasta tomar una taza de t o espantar una mosca. Hiciera lo que hiciera, evidenciaba una gracia especial que le haca parecer en perfecta armona con la naturaleza, como si sus actos no fueran realizados por l, sino por el Universo.

    En cierta ocasin le entregaron un paquete, y los discpulos, embelesados, estuvieron contemplando reverentemente cmo desataba la cuerda, abra el embalaje y extraa el contenido como si el paquete fuera una criatura viva.

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  • Una mujer muy religiosa le dijo al Maestro que haba tenido que confesarse aquella misma maana.

    No puedo imaginarte cometiendo un pecado grave, dijo el Maestro.De qu te confesaste?

    De que un domingo no fui a misa por pereza; de que una vez maldije contra el jardinero; y de que otra vez ech de casa a mi suegra durante una semana.

    Pero eso fue hace cinco aos, no es as? Seguro que desde entonces ya te habas confesado. . . .

    As es. Pero lo repito cada vez que me confieso. Me gusta recordarlo.

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  • Algn da comprenders que andas buscando lo que ya posees, le dijo el Maestro a un discpulo que se tomaba las cosas con mucha intensidad.

    Y por qu no lo veo ya?

    Porque intentas verlo.

    No debo, pues, hacer esfuerzos?

    Si te relajas y le das tiempo, ello mismo se te revelar.

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  • A las personas que practicaban la virtud para obtener la amistad o el favor de Dios, el Maestro sola contarles esta historia:

    Una ingente multitud de personas participaba en el sorteo de un Cadillac patrocinado por una marca de jabones.

    A todas ellas se les haca esta pregunta: Por qu compra usted el jabn 'Fragancia Celestial' ?.

    Y una mujer respondi honradamente: Porque me encantara tener un Cadillac.

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  • He estado cuatro meses contigo, y an no me has enseado ningn mtodo, o tcnica..

    Mtodo?, dijo el Maestro. Y para qu demonios quieres un mtodo?.

    Para obtener la libertad interior.

    El Maestro rompi a rer y dijo: La verdad es que necesitars una gran habilidad para liberarte mediante esa trampa que llaman 'mtodo'.

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  • Cuando un discpulo dio a entender que habra que actualizar la espiritualidad del Maestro, ste, tras soltar una sonora carcajada, cont la historia de aquel estudiante que le pregunt al librero:

    No tiene usted libros ms recientes sobre anatoma? stos tienen al menos diez aos.

    Y el librero le respondi:

    Que yo sepa, joven, en los ltimos diez aos no se le ha aadido al cuerpo humano ni un solo hueso.

    Tampoco, aadi el Maestro, se le ha aadido nada a la naturaleza humana en los ltimos diez mil aos.

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  • El Maestro propuso un enigma:

    Qu es lo que el artista y el msico tienen en comn con el mstico?

    Todos se dieron por vencidos.

    La certeza de que el lenguaje ms sutil no es el que articulan los labios, dijo el Maestro.

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  • El Maestro paseaba calle abajo cuando, de pronto, sali de un portal un hombre que choc violentamente con l.

    El individuo, totalmente fuera de s, rompi a soltar palabrotas. El Maestro hizo una breve inclinacin, sonri amablemente y le dijo:

    Amigo, no s quin de los dos ha tenido la culpa de que chocramos, pero no estoy dispuesto a perder el tiempo tratando de averiguarlo. . . Si la culpa ha sido ma, le pido perdn; si ha sido suya, olvdelo.

    Y, tras hacer una nueva inclinacin y esbozar una nueva sonrisa, sigui caminando.

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  • El Maestro le dijo a un pintor:

    Cualquier pintor que quiera triunfar ha de trabajar incansablemente durante infinidad de horas.

    Pero slo a unos pocos les es dado liberarse de su ego mientras pintan. Y cuando esto sucede, surge la obra maestra.

    Ms tarde, le pregunt un discpulo:Quin es un Maestro?

    Y el Maestro le respondi: Cualquiera a quien le sea dado liberarse de su ego. Y, a partir de entonces, la vida de esa persona ser una obra maestra .

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  • El Maestro sola decir que la Verdad est justamente delante de nuestros ojos y que, si no conseguimos verla, es porque nos falta perspectiva.

    En cierta ocasin se llev consigo a un discpulo a subir a una montaa. A mitad de camino, el discpulo se qued mirando a la maleza con cara de pocos amigos, y pregunt:

    Dnde est el maravilloso paisaje del que me hablabas?.

    El Maestro sonri burlonamente y dijo: Ests pisando encima de l, como podrs comprobar cuando lleguemos a la cima.

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  • Dnde podr encontrar a un verdadero Maestro cuando regrese a mi pas ?

    No habr un solo momento en que no lo tengas.

    El discpulo qued desconcertado.

    El simple hecho de observar tu reaccin ante cualquier cosa -un pjaro, una hoja, una lgrima, una sonrisa. . .- har que cualquier cosa pueda ser tu Maestro.

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  • El Maestro no era, ciertamente, un obseso de la etiqueta y las buenas maneras, aunque siempre daba muestras de una natural educacin y elegancia en su trato con los dems.

    Una noche, llevando al Maestro a su casa en automvil, un joven discpulo se mostr especialmente grosero con un agente de trfico, y en su propio descargo le dijo al Maestro:

    Prefiero ser yo mismo y que la gente sepa exactamente cmo me siento. . . La cortesa no es ms que aire. . .

    Eso es verdad, dijo conciliador el Maestro, pero aire es tambin lo que llevamos en los neumticos, y fjate cmo suaviza los baches. . . .

    52

  • Rara vez era el Maestro tan elocuente como cuando prevena contra el hechizo de las palabras:

    Cuidado con las palabras!, sola decir. En cuanto te descuidas, adquieren vida propia: te deslumbran, te hipnotizan, te aterrorizan. . . , te hacen perder de vista la realidad que representan y te hacen creer que son reales.

    El mundo que vemos no es el Reino que ven los nios, sino un mundo fragmentado, roto en mil pedazos por la palabra. . . Es como si viramos cada una de las olas como algo distinto e independiente del conjunto del ocano.

    Cuando se silencian palabras y pensamientos, el Universo -real, entero y uno- se muestra en todo su esplendor, y las palabras son lo que deben ser: la partitura, no la msica;el men, no la comida; el poste indicador , no el final del viaje.

    53

  • En cierta ocasin, hablando el Maestro del poder hipntico de las palabras, alguien grit desde el fondo de la sala: i No dices ms que tonteras! Si yo digo 'Dios, Dios, Dios', acaso ello me hace divino? y si digo 'pecado, pecado, pecado', acaso ello me hace malo?.

    i Sintate, bastardo!, dijo el Maestro.

    El tipo se puso tan furioso que no podaarticular palabra. Finalmente, estall en improperios contra el Maestro.

    ste, aparentando arrepentimiento, le dijo:Perdneme, seor, por perder la calma. Le suplico que excuse mi imperdonable error.

    El otro se calm inmediatamente, y entonces le dijo el Maestro:

    Ya tiene usted su respuesta: ha bastado una palabra para encolerizarlo, y otra para tranquilizarlo.

    54

  • El Gobernador dimiti de su elevado cargo y acudi al Maestro en busca de enseanza.

    Qu quieres que te ensee?, le pregunt el Maestro.

    La sabidura.

    Lo hara con mucho gusto, amigo mo, si no fuera porque existe un gran obstculo. . .

    Y cul es ese obstculo?.

    Que la sabidura no puede ensearse.

    Entonces, no tengo nada que aprender aqu?.

    La sabidura no puede ensearse, pero s puede aprenderse.

    55

  • Algunos de los discpulos haban salido a escalar una montaa cubierta de nieve.Un silencio csmico lo inundaba todo, pero ellos queran averiguar si haba algn tipo de sonidos durante la noche. De modo que pusieron en marcha una grabadora, la dejaron a la entrada de la tienda y se fueron a dormir.

    Cuando regresaron al monasterio, verificaron la grabacin que haban hecho: ni un solo sonido; el ms absoluto silencio.

    El Maestro, que estaba escuchando la cinta, dijo de pronto: No lo os?.

    Or qu?.

    La armona de las galaxias en movimiento.

    Los discpulos se miraron unos a otros, completamente asombrados.

    56

  • El afecto deforma nuestra percepcin: ste era un tema en el que insista el Maestro unay otra vez, y los discpulos vieron la oportunidad de verlo ejemplificado cuando oyeron cmo el Maestro preguntaba a una madre: Cmo est tu hija?

    Mi hija? No sabes la suerte que ha tenido! Se cas con un hombre maravilloso que le ha regalado un coche, le compra todas las joyas que quiere y le ha dado un montn de sirvientes. Incluso le lleva el desayuno a la cama y la permite levantarse a la hora que quiera. Un verdadero encanto de hombre!.

    Y tu hijo?

    se es otro cantar. . . ! Menuda lagarta le ha cado en suerte. . . ! El pobre le ha regalado un coche: la ha cubierto de joyas y ha puesto a su servicio no s cuntos criados. . . y ella se queda en la cama hasta el medioda! Ni siquiera se levanta para prepararle el desayuno. . . !.

    57

  • Todo el mundo hablaba del lder religioso que haba perdido la vida en una accin suicida.Y, aunque nadie en el monasterio lo aprobaba, no falt quien afirmara que admiraba su fe.

    Fe?, dijo el Maestro.

    Hombre, al menos tuvo el valor de defender sus convicciones hasta el final, no crees?

    Eso no es fe, sino fanatismo. La fe exige un valor an mayor: el de reconsiderar las propias convicciones y rechazarlas si no cuadran con los hechos.

    58

  • Cuando el Maestro era todava un muchacho, tena un compaero en la escuela que no dejaba de ensaarse con l.

    Posteriormente, ya viejo y arrepentido, aquel tipo haba acudido al monasterio, donde fue recibido con los brazos abiertos.

    Un da quiso abordar el tema de su antiguo comportamiento con el Maestro, pero ste no pareca acordarse de ello .

    Que no lo recuerdas?

    Lo que recuerdo con toda claridad es que lo olvid, dijo el Maestro. y ambos se echaron a rer.

    59

  • Una madre le pregunt al Maestro cundo debera iniciar la educacin de su hija.

    Cuntos aos tiene la nia?, le pregunt el Maestro a su vez.

    Cinco.

    Cinco! Ve a tu casa corriendo: vas con cinco aos de retraso!.

    60

  • Cuando lleg a odos del Maestro la noticia de que un bosque cercano haba sido devastado por el fuego, moviliz inmediatamente a sus discpulos:

    Debemos replantar los cedros, les dijo.

    Los cedros?, exclam incrdulo un discpulo. Pero si tardan dos mil aos en crecer...!

    Entonces tenemos que comenzar de inmediato, dijo el Maestro. No hay ni un minuto que perder!.

    61

  • Un amigo le dijo a otro que estudiaba en la Universidad:

    Para qu acudes al Maestro? Va a ayudarte l a ganarte la vida?.

    No, pero gracias a l sabr lo que he de hacer con la vida cuando me la gane, fue la respuesta.

    62

  • Vuestros lderes religiosos estn tan ciegos y confundidos como vosotros, dijo el Maestro.Cuando tienen que hacer frente a los problemas de la vida, lo ms que proponen son respuestas sacadas de un Libro. Pero la Vida es demasiado grande como para caber en un libro.

    Y para ilustrarlo cont el caso del atracador que dijo a su vctima: iEsto es un atraco! Deme todo el dinero que lleva encima; de lo contrario. . .

    De lo contrario, qu?

    Hombre, no me aturulle usted. . . : ste es mi primer trabajo. . . !.

    63

  • Cmo explica el Maestro la presencia del mal en el mundo?, pregunt un visitante.

    Uno de los discpulos respondi: No lo explica. Est demasiado ocupado tratando de remediarlo.

    Y otro discpulo aadi:

    La gente est siempre luchando contra el mundo o aburrida de l. El Maestro, en cambio, est encantado de que lo que ve sea asombroso, imponente, insondable. . . .

    64

  • El predicador gozaba de unnime reconocimiento por su elocuencia, pero l confesaba a sus amigos que su elocuente discurso no produca, ni de lejos, el efecto que producan las sencillas sentencias del Maestro.

    Y, despus de convivir durante una semana con el Maestro, pudo saber exactamente la razn de ello.

    Cuando l habla, dijo el predicador, sus palabras expresan el silencio. Las mas, en cambio, tan slo expresan el pensamiento.

    65

  • El Maestro senta autntica veneracin por el cuerpo humano. Por eso, cuando un discpulo se refiri a l como vasija de barro, el Maestro cit con verdadero entusiasmo al poeta Kabir:

    Dentro de esta vasija de barro estn los caones y montaas del Himalaya, los siete mares y mil millones de galaxias; y la msica de los cielos y la fuente de las cascadas y de los ros.

    66

  • Cuando el Maestro se encontr con un grupo de profesores, habl largo y tendido con ellos, porque tambin l haba sido profesor. Lo malo de los profesores, dijo, es que suelen olvidar que el fin de la educacin no es el aprendizaje, sino la vida.

    Y cont lo que le haba sucedido cuando, un da, se encontr con un muchacho que estaba pescando en el ro:

    Hermoso da para pescar, eh?, le dijo al muchacho.

    S, respondi ste.

    Y por qu no ests en la escuela?, le pregunt al cabo de unos instantes.

    Como usted acaba de decir, seor, hace un hermoso da para pescar.

    Y se refiri tambin al informe escolar que haba recibido de su hija pequea: Su hijaprogresa bastante en la escuela, pero sera deseable que su alegra de vivir no le impidiera progresar an ms.

    67

  • Al Maestro le encantaba mostrar cmo la naturaleza est transida de santidad. En cierta ocasin, sentado en el jardn, exclam de pronto:

    Fijaos en aquel pjaro tan azul que est sobre aquella rama y que no deja de saltar arriba y abajo, arriba y abajo, llenando el mundo con su canto, abandonndose libremente al placer, porque no conoce la nocin de 'maana' . . . .

    68

  • La ley es la expresin de la voluntad de Dios y, como tal, debe ser honrada y amada, dijo el piadoso predicador.

    Qu necedad!, dijo el Maestro. La ley es un mal necesario y, como tal, debe ser reducida al mnimo. Mustrame t a un amante de la ley, y yo te mostrar a un tirano con piel de cordero.

    Y cont el caso de su hermana, que, cansada de empujar el cochecito de su hija, decidi ponerle un pequeo motor. Pero entonces entr en escena la polica: como el cochecito poda alcanzar los seis kilmetros por hora, deba ser considerado como vehculo automvil, por lo que deba llevar matrcula, luces y frenos; y, sobre todo, la madre deba tener. . . carnet de conducir !.

    69

  • El Maestro refiri a continuacin la historia de aquel astronauta que, cuando le preguntaron cmo se senta al regresar de un viaje espacial en el que haba recorrido quinientas veces una rbita alrededor de la tierra, respondi:

    Agotado! Figrense las veces que he tenido que recitar las oraciones de la maana, del medioda, de la tarde y de la noche que prescribe mi religin!.

    70

  • Para el Maestro, todas las normas, por muy sagradas que fueran, tenan un valor puramente funcional y deban someterse a la Realidad, que era la nica Ley Suprema.

    Cuando su hija adolescente, siguiendo la moda, quiso hacerse un vestido que dejaba los hombros y la espalda al descubierto, su madre trat de convencerla de que no tena suficiente edad para llevar aquel vestido. La discusin entre ambas se prolong varios das.

    Cuando, finalmente, pidieron el parecer del Maestro, ste le dijo a su mujer:Deja que se lo compre. . . Si el vestido no se le cae, es seal de que la nia tiene suficiente edad para llevarlo.

    71

  • El visitante, un escritor religioso, haba acudido al Maestro en busca de unas palabras de sabidura, y el Maestro le dijo:

    Unos escriben para ganarse la vida; otros, para comunicar sus ideas o suscitar cuestiones que inquieten a sus lectores; e incluso otros lo hacen para comprender su propia alma.Pues bien, ninguno de ellos pasar a la posteridad. Este honor est reservado a quienes slo escriben porque, de no hacerlo, reventaran.

    Y, tras una breve pausa, aadi: Estos ltimos son los que dan expresin a lo divino, independientemente de cul sea el tema sobre el que escriben.

    72

  • do le preguntaron a qu se pareca la Curacin el Maestro respondi: Es como lluffiln ,adentrarse en el desIe~o Yd' debProntod' tenerla sensacin de estar sIen 0 0 serva o .

    ., ?Por quien.

    Por las rocas, los rboles y las montaas .

    Una sensacin incmoda. . .

    No. Una sensacin reconfortante. Pero, por ser tambin una sensacin desacostumbrada, uno siente la necesidad de regresar cuanto antes al mundo habitual de las personas -con sus ruidos, sus palabras y sus risas-, que nos ha alejado de la Naturaleza y de la Realidad.

    73

  • Cuando le preguntaron si nunca se haba sentido desanimado por el escaso fruto que sus esfuerzos parecan producir, el Maestro cont la historia de un caracol que emprendi la ascensin a un cerezo en un desapacible da de finales de primavera.

    Al verlo, unos gorriones que se hallaban en un rbol cercano estallaron en carcajadas y uno de ellos le dijo:

    iOye, t, pedazo de estpido!, no sabes que no hay cerezas en esta poca del ao?.

    El caracol, sin detenerse, replic:No importa. Ya las habr cuando llegue arriba.

    74

  • Un discpulo que sola padecer prolongados perodos de depresin le dijo al Maestro: El mdico no deja de insistir en que tome las medicinas que me ha recetado para mantener a raya la depresin.

    Y por qu no lo haces?, le dijo el Maestro.

    Porque pueden daarme el hgado y acortar mi vida.

    Y prefieres tener un hgado sano antes que vivir tranquilo y dichoso? Un ao de vida vale mucho ms que veinte aos de invernacin.

    Ms tarde dira a sus discpulos: Con la vida ocurre lo que con los chistes: lo importante no es lo que duren, sino lo que hagan rer.

    75

  • Dijo un da el Maestro: Las buenas acciones realizadas por el inconsciente son superiores a las que se realizan de manera voluntaria.

    Aquello dio lugar a un montn de preguntas que el Maestro supo esquivar hbilmente, como haca siempre que, segn l, no haba llegado el momento de responder.

    Un da en que acudieron todos al concierto de una gran pianista, el Maestro susurr al odo de su vecino de localidad: El movimiento de los dedos de esa mujer sobre el teclado es algo que no puede ser pretendido. Un trabajo de esa calidad tiene que ser cosa del inconsciente.

    76

  • No te ha producido alegra alguna vez ver los frutos de tus esfuerzos?.

    Qu alegra le produce a un instrumento ver lo que ha hecho la mano?.

    77

  • Un visitante del monasterio se sinti especialmente impresionado por lo que l mismo denomin el resplandor del Maestro. Un da en que se encontr con un viejo amigo del Maestro, le pregunt si conoca l la explicacin de dicho fenmeno.

    Y el otro le respondi: Te lo dir de este modo: la Vida es un Misterio, y la Muerte es la llave que permite resolverlo. En el momento en que giras la llave, desapareces para siempre en el Misterio.

    Tenemos, pues, que esperar a la muerte para hacer girar la llave?, pregunt el visitante.

    iNo! Puedes hacerlo ahora, mediante el Silencio, y disolverte en el Misterio. Entonces tambin t resplandecers. . . como el Maestro.

    78

  • Alguien pregunt al Maestro cul era el significado de una frase que haba escuchado casualmente:

    La persona que ha alcanzado la iluminacin viaja sin necesidad de moverse.

    Y el Maestro le dijo:

    Sintate ante tu ventana cada da y observa cmo cambia constantemente el decorado de tu patio trasero a medida que acompaas a la tierra en su viaje anual alrededor del sol.

    79

  • Cautivado por la melodiosa voz con que el Maestro cantaba versos en snscrito, un experto en este idioma dijo:

    Siempre he sabido que no hay en la tierra otro idioma como el snscrito para expresar las realidades divinas.

    No seas estpido, le dijo el Maestro; el idioma de la divinidad no es el snscrito, sino el Silencio.

    80

  • Al Maestro le diverta sobremanera esa falsa autoestima que intenta pasar por humildad.sta es la parbola que en cierta ocasin cont a sus discpulos:

    Dos hombres, un sacerdote y un sacristn, acudieron a una iglesia a orar. El sacerdote,dndose golpes de pecho, exclamaba fuera de s: Seor, soy el ms vil de los hombres y el ms indigno de tu gracia! Soy un desastre y una nulidad! Ten compasin de m!.

    No lejos del sacerdote, el sacristn tambin se daba golpes de pecho y gritaba lleno de fervor: Ten compasin de m, Seor, que soy un pecador y un miserable!.

    El sacerdote, al orlo, se volvi arrogante hacia l y dijo: Lo que faltaba: mira quin se atreve a decir que es un miserable. . . !.

    81

  • Ctame un solo efecto prctico, realista, de la espiritualidad, le dijo al Maestro un escptico con ganas de discutir.

    Aqu lo tienes, dijo el Maestro: cuando alguien te ofende, puedes elevar tu espritu a lo alto, donde no puede llegar la ofensa.

    82

  • Por qu... por qu... por qu...?. Pregunt el discpulo cuando, para su sorpresa, el Maestro le insisti en que abandonara el monasterio en el acto, apenas veinticuatro horas despus de haber ingresado en el mismo.

    Porque no necesitas un Maestro. Yo puedo mostrarte el camino, pero slo t puedes recorrerlo. Yo puedo indicar dnde est el agua, pero slo t puedes beberla. Por qu malgastas aqu tu tiempo mirndome bobaliconamente? Ya conoces el camino. Camina! Ya sabes dnde est el agua. Bebe!.

    83

  • Un grupo de peregrinos decidi incluir en su itinerario una visita al Maestro. Y una vez ante l, le pidieron que les dijera unas palabras de sabidura religiosa.

    El Maestro, que reconoca enseguida el talante religioso de la gente, les dijo: Comprended que no sois precisamente personas muy espirituales. . .

    Incomodados por esta ofensa contra su ego, le pidieron una explicacin, y el Maestro les dijo:

    Un conejo y un len entraron juntos en un restaurante, donde, al verlos, nadie daba crdito a sus ojos.

    El conejo le dijo al camarero:Lechuga sin aderezar, por favor.

    Y a su amigo, qu le traigo?, pregunt el camarero.

    Nada.

    Quiere usted decir que el len no tiene hambre. . .?

    El conejo mir fijamente al camarero y le dijo: Si fuera un len, piensa usted que estara aqu sentado? No es un len. Es una imitacin.

    84

  • Un discpulo curioso le dijo al Maestro:

    Dinos una forma de saber cundo ha alcanzado uno la iluminacin.

    Y dijo el Maestro: Aqu la tienes: cuando te sorprendas preguntndote a ti mismo: 'Soy yo quin est loco o es algn otro?'.

    85

  • Qu es lo que hace un Maestro?, pregunt un visitante de solemne aspecto.

    Ensear a la gente a rer, le respondi el Maestro con toda seriedad.

    Y en otra ocasin, dijo:

    Cuando seis capaces de reros de la vida en su propia cara, seris soberanos del mundo. . . , exactamente igual que la persona dispuesta a morir.

    86

  • Cmo se reconoce a la persona iluminada?

    Porque, habiendo visto el mal como mal, la persona iluminada no puede hacerlo, dijo el Maestro. Y aadi: Tampoco puede ser tentada. Si lo es, se trata de un impostor.

    Y cont la historia de un contrabandista que, huyendo de la polica, pidi a un monje con fama de santo que le escondiera la mercanca, porque, dada su reputacin, nadie sospechara de l.

    El monje se irgui indignado y orden al tipo que abandonara el monasterio al instante.

    Te dar cien mil dlares por el favor!, le dijo el contrabandista.

    El monje dud ligeramente antes de negarse.

    Doscientos mil. . .!

    Pero el monje volvi a rechazar la oferta.

    Quinientos mil!

    Entonces el monje esgrimi amenazante un grueso bastn y le grit:

    Marcha de aqu ahora mismo: ests acercndote demasiado a mi precio!.

    87

  • Slo un imbcil dudara en renunciar a todo a cambio de la Verdad, dijo el Maestro.

    Y cont la siguiente parbola:

    En un pequeo pas, se descubri que el subsuelo era un inmenso yacimiento petrolfero. Lgicamente, los que tenan tierras se apresuraron a vender a las compaas petrolferas, a cambio de verdaderas fortunas, hasta el ltimo metro cuadrado.

    Pero una anciana dama se negaba en redondo a desprenderse de sus tierras.

    Las ofertas alcanzaron cifras realmente astronmicas, hasta que una compaa afirm estar dispuesta a aceptar el precio que ella quisiera. Pero ella se mantuvo tan firme que un amigo suyo, que no lo comprenda, le pregunt la razn de su actitud. y la anciana le respondi:

    No ves que, si vendo mis tierras, perder mi nica fuente de ingresos?

    88

  • Soy un hombre muy rico, pero muy desdichado. . . Puedes decirme por qu?.

    Porque empleas demasiado tiempo en hacer dinero, y demasiado poco en practicarel amor, le respondi el Maestro.

    89

  • El Maestro enseaba que el cambiar, aunque fuera para bien, conllevaba siempre efectos secundarios que convena examinar con cuidado antes de decidir el cambio: la invencin de la plvora signific una estupenda proteccin contra los animales salvajes, pero tambin dio lugar a las guerras modernas; el automvil agiliz las comunicaciones, pero tambin agrav la contaminacin atmosfrica; la tecnologa moderna salva muchas vidas, pero tambin suprime una serie de esfuerzos fsicos, con lo que nuestros cuerpos se debilitan.

    rase un hombre, dijo el Maestro, con un ombligo de oro que le ocasionaba constantes apuros, porque, siempre que se baaba, era objeto de toda clase de bromas. El hombre no haca ms que pedirle a Dios que le quitara aquel ombligo. Por fin, una noche so que un ngel se lo desenroscaba y lo dejaba encima de la mesa, tras lo cual se esfum. Al despertar por la maana, comprob que el sueo haba sido real: all, sobre la mesa, estaba el brillante ombligo de oro. Entusiasmado, se levant de un salto. . . jY el culo se le desprendi y cay al suelo!.

    90

  • Pregunt un filsofo: Cul es la finalidad de la creacin?.

    Hacer el amor, respondi el Maestro.

    Y, ms tarde, les dira a sus discpulos:

    Antes de la creacin, el amor era; despus de la creacin, el amor se hace. Cuando el amor se haya consumado, la creacin dejar de ser, y el amor ser para siempre.

    91

  • Un da, hablando de la tecnologa moderna, el Maestro cont el caso de un amigo suyo que pretenda infundir a sus hijos el gusto por la msica, para lo cual les compr un piano.

    Cuando lleg a su casa aquella misma noche, encontr a sus hijos contemplando el piano absolutamente perplejos. Y, al ver a su padre, le preguntaron: Cmo se enciende?.

    92

  • En sus aos jvenes, el Maestro haba viajado por todo el mundo. Hallndose una vez en el puerto de Shangai, oy un gritero cerca de su barco. Al mirar hacia all, vio cmo un hombre, inclinado sobre la borda de un junco cercano, sujetaba por la coleta a otro hombre que se debata frenticamente en el agua.

    El del junco sumerga al otro de vez cuando en el agua y lo volva a sacar.Luego discutan ambos durante un minuto, o algo as, hasta la siguiente zambullida.

    El Maestro llam entonces al grumete y le pregunt de qu discutan. El muchacho sonri y dijo: No discuten, seor. El del junco le pide al otro sesenta yuans por no ahogarle, y ste slo ofrece cuarenta.

    Tras las lgicas risas de los discpulos, el Maestro dijo: Hay uno solo de vosotros que no ande regateando con la nica Vida que hay? y todos guardaron silencio.

    93

  • Qu es una persona feliz?, pregunt el discpulo.

    La que no tiene recursos ni esperanzas. . . ni desea tenerlos, respondi el Maestro.

    94

  • El Maestro no permita que ninguna afirmacin sobre Dios quedara sin discutir, porque, aunque todas ellas eran expresiones poticas o simblicas de lo Incognoscible, sin embargo, la gente cometa el absurdo de considerarlas como descripciones literales de lo divino.

    Cuando el predicador dijo: Todo lo que s de Dios es que es sabio y bueno, el Maestro le interpel: Entonces, por qu permanece inactivo frente al mal?.

    Y respondi el predicador: y yo qu s? Te has credo que soy un mstico?.

    Ms tarde, el Maestro contara a sus discpulos esta parbola juda:

    Dos hombres beban t en silencio. Al cabo de un rato, uno de ellos dijo: La vida es como una taza de sopa templada.

    Como una taza de sopa templada...?, pregunt el otro. Y por qu?.

    Y yo qu s? Te has credo que soy un filsofo?.

    95

  • En cierta ocasin, hablaba el Maestro de la idea hind de que toda la creacin es lee!a, Un juego de Dios, y de que el universo es su patio de recreo. Y deca tambin que el fin de la espiritualidad es convertir toda la vida en juego.

    Aquello le pareci demasiado frvolo a un puritano visitante, que pregunt: Entonces, no hay lugar para el trabajo?.

    Por supuesto que lo hay! Pero el trabajo slo se hace espiritual cuando se transforma en juego, respondi el Maestro.

    96

  • Alguien pregunt al Maestro qu significaba accin desinteresada. Y l respondi: La accin que es querida y realizada por s misma, no por el reconocimiento, la utilidad o la ganancia que pueda reportar.

    Y cont el caso de un individuo que fue contratado por un investigador, el cual le condujo a un patio, le dio un hacha y le dijo:

    Ve usted ese tronco? Pues bien, quiero estudiar en usted todos los movimientos que se ejecutan para cortarlo. . . Slo que deber usted emplear el lado romo del hacha, no el filo. Le dar cien dlares por hora.

    El hombre crey que aquel tipo estaba loco, pero la paga pareca excelente, de manera que puso manos a la obra. Sin embargo, dos horas ms tarde le dijo: Lo siento, seor, pero abandono. . . .

    Qu pasa? No est usted conforme con la paga estipulada? Le dar el doble!.

    No es eso, dijo el otro. La paga est bien. Lo nico es que, cuando corto lea, estoy acostumbrado a ver volar las astillas.

    97

  • A unos padres preocupados por la educacin de sus hijos, les cit el Maestro un dicho rabnico:

    No reduzcas a tus hijos a lo que t hayas aprendido, porque ellos han nacido en otra poca.

    98

  • La principal razn por la que las personas no son felices es porque se complacen insanamente en sus sufrimientos, dijo el Maestro.

    Y cont cmo, viajando l cierta noche en la litera superior de un vagn de ferrocarril, le era imposible conciliar el sueo, porque en la litera inferior haba una mujer que no dejaba de gemir:i Qu sed tengo, Dios mo, qu sed tengo. . . !

    Una y otra vez se oa aquella lastimera voz,hasta que, finalmente, el Maestro descendi sigilosamente por la escalerilla, sali del departamento, recorri todo el pasillo del vagn hasta llegar a los servicios, llen de agua dos grandes vasos de papel, regres con ellos y se los dio a la atormentada mujer:

    iAqu tiene, seora: agua!

    Muchas gracias, seor. Dios le bendiga. . .

    El Maestro volvi a su litera, se acomod en ella. . . y a punto estaba de conciliar el sueo cuando, de pronto, oy de nuevo la lastimera voz: iQu sed tena, Dios mo, qu sed tena. . . !.

    99

  • Una asistenta social le expona sus penas al Maestro y le refera cunto habra podido hacer ella por los pobres si no hubiera tenido que emplear tanto tiempo y tantas energas en protegerse a s misma y su propio trabajo de calumnias y malentendidos.

    El Maestro, tras escucharla con atencin, se limit a decirle: Nadie arroja piedras a un rbol sin frutos.

    100

  • Puede la accin conducir a la Iluminacin?, le preguntaron al Maestro.

    Slo la accin conduce a la Iluminacin, fue su respuesta, pero ha de ser una accin desinteresada, hecha por s misma como tal.

    Y explic cmo un da, presenciando un partido de entrenamiento de un equipo de ftbol junto al hijo pequeo de uno de los jugadores, cada vez que ste consegua un gol, todo el mundo aplauda, mientras el pequeo permaneca impvido y se limitaba a mirar, aparentemente aburrido.

    Qu te ocurre?, le dijo el Maestro; no ves cmo marca goles tu padre?.

    S; hoy s los marca. Pero hoy es martes, y el partido de competicin ser el viernes. . . Ya veremos si entonces los sigue marcando. . .

    Y el Maestro concluy: Desgraciadamente, valoramos las acciones si nos ayudan a 'marcar goles', pero no en s mismas.

    101

  • El Maestro no era muy dado a las prcticas piadosas.

    Y cuando alguien le pregunt la razn de ello, respondi:

    Los rayos de la lmpara se pierden cuando sta se halla junto al sol; an el templo ms grandioso parece minsculo a los pies del Himalaya.

    102

  • Mi prroco me dice que el templo es el nico lugar en el que debo dar culto. Qu opinas t ?

    Que tu prroco no es la persona ms indicada para aconsejar al respecto, respondi el Maestro.

    Pero no es l el experto?.

    En respuesta, el Maestro refiri la experiencia que haba tenido en un pas extrao cuando se le ocurri hojear dos libros sobre el mismo que haba adquirido. El gua que le acompaaba frunci el ceo,seal uno de los libros y dijo: Ese libro es bueno; el otro es malo.

    Por qu? Acaso el primero contiene ms informacin?.

    El gua neg con la cabeza y dijo: Ese libro dice que se le den al gua cinco dlares; el otro dice que se le den slo cincuenta centavos.

    103

  • Una de las razones por las que uno se adhiere a una organizacin religiosa es porque sta permite eludir la religin con la conciencia tranquila, dijo el Maestro.

    Y refiri entonces la conversacin que haba tenido con una discpula que acababa de hacerse novia de un viajante de comercio:

    Es un hombre atractivo?, le pregunt el Maestro.

    Bueno. . . No especialmente.

    Tiene mucho dinero?

    Si lo tiene, yo no lo he visto. . .

    No tiene vicios ni malas costumbres?

    La verdad es que fuma y bebe mucho ms de lo que debiera.

    No te comprendo! Si no tienes nada bueno que decir de l, por qu te casas con l?

    Porque se pasa la mayor parte del tiempo viajando. De este modo, tendr la satisfaccin de estar casada sin tener que soportar la carga que supone un marido.

    104

  • El Maestro apenas hablaba de temas espirituales. Se contentaba con comer, trabajar, jugar con sus discpulos. . . y charlar con ellos acerca de infinidad de temas, desde la situacin poltica del pas hasta el ltimo chiste odo en el bar.

    Un da, pregunt un visitante: Cmo puede ensearos algo quien prefiere contar un chiste que hablar de Dios?

    Adems del uso de la palabra, hay otras formas de ensear, le respondi un discpulo.

    105

  • Al Maestro le gustaba jugar a las cartas, y un da se encontraba totalmente absorto jugando al poker con algunos de sus discpulos durante un bombardeo nocturno. Cuando interrumpieron el juego para tomar una copa, la conversacin gir en tomo al tema de la muerte.

    Si ahora mismo, mientras jugamos, me muriera yo, qu harais?, pregunt el Maestro.

    Qu querras t que hiciramos?.

    Dos cosas. La primera, quitar mi cadver de en medio.

    Y la segunda?

    Repartir cartas.

    106

  • Por qu acudiste al Maestro?.

    Porque mi vida no iba a ninguna parte ni me daba nada.

    Y adnde va ahora tu vida?.

    A ninguna parte.

    Y qu te da ahora?.

    Nada.

    Entonces, cul es la diferencia?

    Ahora no voy a ninguna parte, porque no hay ninguna parte adonde ir; y no obtengo nada, porque no hay nada que desear.

    107

  • Un hombre que haba empleado aos en estudiar las leyes de su religin le dijo el Maestro:

    La clave de una vida santa y buena est en el amor, no en la religin ni en la ley.

    Y le cont el caso de dos muchachos que acudan un da a la catequesis dominical, pero estaban tan hartos de doctrina que uno de ellos propuso hacer novillos.

    Hacer novillos? No sabes lo que dices! Nuestros padres nos echaran mano y nos moleran a palos. . ..

    Pues les devolvemos los golpes!.

    Cmo! Pegar a tu padre...? Debes de estar loco! Has olvidado que Dios nos manda honrar padre y madre?.

    Es verdad. . . Hagamos una cosa: t pegas a mi padre, y yo al tuyo!.

    108

  • El Maestro afirmaba que careca de todo sentido definirse como indio, chino, africano, americano, hind, cristiano o musulmn, porque sas son meras etiquetas.

    Ya un discpulo que afirmaba ser judo por encima de todo, le dijo con enorme delicadeza: Lo que es judo es tu condicionamiento, no tu identidad.

    Y cul es mi identidad?

    Nada..., dijo el Maestro.

    Quieres decir que soy puro vaco?, pregunt incrdulo el discpulo.

    Nada. . . que pueda ser etiquetado, concluy el Maestro.

    109

  • En la fiesta de cumpleaos del Maestro, un discpulo se neg en redondo a beber ni siquiera un vaso de vino.

    Mientras deambulaba por la sala, tropez con el Maestro, el cual le hizo un guio y le susurr: Todava tienes algunas cosas interesantes que aprender, mi querido amigo.

    Cul, por ejemplo?

    Por ejemplo, sta: podras rociar con vino la esterilla que empleas para orar, y todava seguira empapada de Dios.

    110

  • El Maestro no impona la austeridad, sino la moderacin, y afirmaba que, si disfrutramos realmente de las cosas, seramos espontneamente moderados.

    Cuando le preguntaron por qu se opona a las prcticas ascticas, respondi:

    Porque producen odiadores del placer, que siempre acaban convirtindose en inflexibles y crueles odiadores de las personas.

    Pero hay muchos amantes del placer, le replic alguien, que tambin son inflexibles y crueles. . . .

    No exactamente. No es el placer lo que aman, porque se atiborran de l. Lo que aman es el castigo que infligen a sus propios cuerpos con el placer excesivo.

    111

  • El Maestro sola ensear con parbolas y cuentos. Alguien pregunt un da a un discpulo de dnde sacaba el Maestro aquellas historias.

    De Dios, fue la respuesta. Cuando Dios quiere que cures, te enva pacientes; cuando quiere que ensees, te enva alumnos; cuando quiere que seas Maestro, te enva historias.

    112

  • Cuando alguien quiso saber qu pensaba el Maestro sobre el mandato de Jess a sus discpulos de odiar a sus padres, el Maestro dijo: Difcilmente encontraris mayor enemigo que un padre.

    Y cont cmo en cierta ocasin se encontr en un supermercado con una mujer que empujaba un cochecito con dos nios dentro.

    iQu nios ms monos tiene usted!, le dijo el Maestro. Cuntos aos tienen?.

    El mdico, tres, respondi la mujer; el abogado, dos.

    113

  • A los discpulos que confiaban ingenuamente en que no haba nada que no pudieran lograr si se ponan a ello con decisin, el Maestro sola decirles: Las mejores cosas de la vida no pueden lograrse por la fuerza.

    Puedes obligar a comer, pero no puedes obligar a sentir hambre; puedes obligar a alguien a acostarse, pero no puedes obligarle a dormir;puedes obligar a que te elogien, pero no puedes obligar a sentir admiracin; puedes obligar a que te cuenten un secreto, pero no puedes obligar a inspirar confianza; puedes obligar a que te sirvan, pero no puedes obligar a que te amen.

    Siempre que intentes hacer cambiar a otra persona, dijo el Maestro, pregntate lo siguiente: Quin va a beneficiarse de este cambio: mi orgullo, mi placer o mi inters?

    Y cont la siguiente historia:

    Un hombre estaba a punto de arrojarse por un puente cuando, de pronto, un polica corri hacia l y le dijo: No, por favor, no lo haga! Por qu va a arrojarse al agua un hombre joven como usted, que ni siquiera ha vivido. . . ?

    Porque estoy harto de la vida!

    Esccheme, por favor: si usted se arroja al agua, yo tendr que saltar para salvarlo, no es as? Ahora bien, el agua est helada, y yo acabo de pasar una neumona. Sabe usted lo que eso significa? Sencillamente, que morir.

    Tengo mujer y cuatro hijos. . . Podra usted vivir con semejante peso en su conciencia? Claro que no. As que esccheme: sea bueno, arrepintase, y Dios le perdonar. Vuelva a su casa y, en la intimidad de su hogar . . . , iahrquese si lo desea!.

    114

  • Irritado por el paradjico lenguaje del Maestro, un filsofo llegado de Europa exclam: He odo decir que al este del Canal de Suez dos afirmaciones contradictorias pueden ser simultneamente verdaderas.

    115

  • No haba relojes en el monasterio. Por eso, cuando un hombre de negocios se quej de la falta de puntualidad, el Maestro le dijo:

    La nuestra es una puntualidad csmica, no una puntualidad de oficina.

    Y, al ver que el hombre de negocios no lo comprenda, aadi:

    Todo depende del punto de vista. Desde el punto de vista del bosque, qu significa la prdida de una hoja?. Desde el punto de vista del cosmos, qu significa el incumplimiento de su agenda de trabajo?.

    116

  • Por qu son ms las personas que no alcanzan la Iluminacin?.

    Porque lo que buscan no es la Verdad, sino su propia conveniencia, respondi el Maestro.

    Y lo mostr con un cuento de la tradicin suf:

    Un hombre en apuros econmicos trataba de vender en la calle una alfombra bastante deteriorada. El primer individuo al que se la ofreci le dijo: sa es una birria de alfombra, y adems est destrozada. Y la compr por cuatro perras.

    Un minuto ms tarde, el comprador le dijo a otro individuo que pasaba por all: Aqu tiene usted una alfombra tan suave como la seda, seor; no encontrar otra igual.

    Y un suf que haba visto la escena intervino: Por favor, alfombrero, mtame a m en esa caja mgica suya que puede convertir una birria de alfombra en una alfombra excepcional, y un guijarro en una piedra preciosa.

    Naturalmente, la caja mgica, aadi el Maestro, es lo que llamamos 'egosmo': el instrumento ms eficaz del mundo para transformar la verdad en engao.

    117

  • Yo pensaba que la espiritualidad no tena nada que ver con la poltica. . ., dijo un discpulo que se sorprendi bastante cuando tuvo conocimiento de las actividades polticas del Maestro.

    Eso es porque no tienes ni idea de lo que es la espiritualidad, le replic el Maestro.

    Y al da siguiente le llam y le dijo: Tampoco tienes ni idea de lo que es la poltica.

    118

  • Existe eso del 'amor desinteresado' ?, le preguntaron al Maestro. Y ste, en respuesta, narr la siguiente historia:

    Cuando muri, el seor Buenazo tuvo que aguardar a la puerta del cielo mientras los ngeles examinaban los archivos referidos a l. Finalmente, el ngel encargado del registro le mir y exclam: Esto es fabuloso! Es realmente inaudito! En toda tu vida no has cometido ni un solo pecado, ni el ms pequeo. . . ! jNo has hecho ms que actos de caridad! En qu categora vamos a incluirte en el cielo? Por supuesto que no en la categora de ngel, porque no lo eres. . . Tampoco podemos considerarte un ser humano, porque no has tenido ni una sola debilidad. . . No hay ms remedio que enviarte de nuevo a la tierra durante un da, para que al menos puedas cometer un pecado. . . y regresar aqu como un ser humano.

    As fue como el seor Buenazo, disgustado y totalmente perplejo, se encontr de nuevo en una esquina de su ciudad, decidido a alejarse al menos un paso del sendero recto y estrecho.

    Pas una hora..., dos..., tres..., y all segua el seor Buenazo, preguntndose qu demonios tendra que hacer. Por eso, cuando una mujer pas por all y le hizo un guio,l reaccion con inusitada rapidez. La mujer no era precisamente un dechado de juventudni de belleza, pero significaba para l su pasaporte al cielo; de modo que se fue a pasar la noche con ella.

    Cuando amaneci, el seor Buenazo mir su reloj: deba darse prisa, pues no le quedaba ms que media hora. Estaba vistindose a todo correr cuando, de pronto, se le hel la sangre al escuchar cmo la buena seora le gritaba desde la cama: i Oh, mi querido seor Buenazo, qu inmensa obra de caridad ha hecho usted conmigo esta noche!.

    119

  • Un experto en arte pronunciaba una conferencia en el monasterio.

    El arte, deca, se encuentra en los museos, pero la belleza se halla por doquier: en el aire, en la tierra, en todas partes, a disposicin de todos. . . y sin nombre de ninguna clase.

    Exactamente igual que la espiritualidad, dijo el Maestro al da siguiente, cuando estuvo a solas con sus discpulos. Sus smbolos se encuentran en ese museo que llamamos 'templo', pero su sustancia se halla en todas partes, a disposicin de todos, sin que nadie la reconozca y sin nombre de ninguna clase.

    120

  • El Maestro, aunque le fascinaba la tecnologa moderna, se negaba a darle el nombre de progreso.

    El verdadero progreso, para l, era el progreso del corazn, el progreso de la felicidad, no el progreso del cerebro o el progreso de los cacharros.

    Qu piensa usted de la civilizacin moderna?, le pregunt una vez un periodista.

    Creo que sera una buensima idea, fue su respuesta.

    121

  • Un da en que surgi el tema del progreso moderno, el Maestro refiri lo que le haba ocurrido con dos visitantes procedentes de un pas desarrollado.

    Cuando l les pregunt acerca de la situacin econmica de su pas, uno de ellos se mostr ofendido: Hombre. . . ! El nuestro es un pas civilizado! Incluso tenemos unas cuantas fbricas de armamento!.

    122

  • El Maestro le dijo a un asistente social:

    Me temo que ests haciendo ms mal que bien.

    Por qu?

    Porque nicamente subrayas uno de los dos imperativos de la justicia.

    A saber. . . ?

    Que los pobres tienen derecho al pan.

    Y cul es el otro?

    Que los pobres tienen derecho a la belleza.

    123

  • Lo que no le gustaba al Maestro de los activistas sociales era que buscaban la reforma, no la revolucin.

    Y sola narrar este cuento:

    Erase una vez un rey muy sabio y bondadoso que, al enterarse de que haba una serie de personas inocentes en las mazmorras de su prisin, mand construir otra prisin ms confortable para aquellos inocentes.

    124

  • Un discpulo senta tal veneracin por el Maestro que le miraba como si fuera el mismo Dios encarnado.

    Dime, oh Maestro, le dijo en cierta ocasin, por qu viniste a este mundo?.

    Para ensear a los necios como t a que dejen de malgastar su tiempo en rendir culto a los Maestros, fue su respuesta.

    125

  • Cuando alguien se jact de los logros econmicos y culturales de su pas, el Maestro, completamente impvido, le pregunt: Y todos esos logros han producido algn cambio en los corazones de tus compatriotas?

    Y cont el caso de aquel hombre blanco que, capturado por los canbales y conducido ante el jefe de la tribu antes de ser asado vivo, comprob asombrado cmo el cacique hablaba el ingls con perfecto acento de Harvard.

    Los aos que pas usted en Harvard, le pregunt el hombre blanco, no sirvieron para cambiarle en nada?.

    Por supuesto que s, respondi. Sirvieron para civilizarme: una vez que usted haya sido asado, me vestir para cenar y usar cuchillo y tenedor.

    126

  • Lo malo de ti es que buscas a Dios fuera de ti, dijo el Maestro.

    Debo entonces buscarlo dentro?.

    Es que no ves que tu dentro, est fuera de ti?, dijo el Maestro.

    127

  • El Maestro no dejaba de recordar a la gente que vivan como si fueran robots: Cmo podis llamaros 'humanos' cuando todos vuestros pensamientos, sentimientos y acciones brotan mecnicamente, no de vosotros mismos, sino de vuestros condicionamientos?.

    Y hay algo que pueda acabar con los condicionamientos y liberarnos?, preguntaron los discpulos.

    S, la conciencia.

    Y, como si lo hubiera pensado mejor, aadi: . . . y la catstrofe.

    La catstrofe?

    S. Un ingls muy ingls me cont una vez cmo, tras naufragar su barco en mitad del ocano y nadar junto a otro ingls durante toda una hora, al fin consigui liberarse de su condicionamiento y hablarle al otro. . . sin haberle sido presentado!

    Y qu le dijo?

    Le dijo: 'Perdneme por dirigirme a usted sin haber sido presentados, pero sabe usted si es ste el camino para Southampton?'.

    .........

    El Maestro prevena una y otra vez contra todo intento de encerrar la Realidad en un concepto o en un nombre.

    Un experto en misticismo le dijo: Cuando usted habla del SER, se refiere usted al ser eterno y trascendente o al "ser transciente y contingente?.

    El Maestro cerr sus ojos pensativo. Luego los abri, adopt su expresin ms encantadora y dijo: S!.

    Ms tarde dira: En cuanto le das un nombre a la Realidad, deja de ser Realidad.

    Aunque le llames 'Realidad'?, pregunt maliciosamente un discpulo.

    Sobre todo cuando le llaman 'eso'.

    128

  • El Maestro se haba propuesto destruir sistemticamente toda doctrina, toda creencia y toda nocin de la divinidad, porque estas cosas, originariamente pensadas para servir de puntos de referencia, se estaban tomando como autnticas descripciones.

    Y le gustaba citar el dicho oriental:

    Cuando el sabio seala con el dedo a la luna, lo nico que ve el idiota es el dedo.

    129

  • El Maestro no discuta con nadie, porque saba que lo que el discutidor buscaba era la confirmacin de sus creencias, no la Verdad.

    Y en cierta ocasin mostr del siguiente modo el valor que tiene una discusin:

    Cuando cae al suelo una rebanada de pan, dnde queda el lado untado de mantequilla: arriba o abajo?

    Abajo, naturalmente.

    No seor; arriba.

    Hagamos la prueba.

    Se unt de mantequilla por un lado una rebanada de pan, se arroj al aire. . . y cay con la mantequilla hacia arriba.

    He ganado!.

    Porque he cometido un error.

    Qu error?.

    Evidentemente, he untado el lado equivocado.

    130

  • Una creencia religiosa, dijo el Maestro, no es una afirmacin de la Realidad, sino un indicio, una pista de algo que es un Misterio y que queda fuera del alcance del pensamiento humano. En suma, una creencia religiosa no es ms que un dedo apuntando a la luna.

    Algunas personas religiosas nunca van ms all del estudio del dedo.

    Otras se dedican a chuparlo.

    Y otras usan el dedo para sacarse los ojos. stos son los fanticos a quienes la religin ha dejado ciegos.

    En realidad, son poqusimas las personas religiosas lo bastante objetivas como para ver lo que el dedo est sealando. Y a estas personas, que han superado la creencia, se las considera blasfemas.

    131

  • Una noche, el Maestro condujo a los discpulos a campo abierto para poder contemplar el cielo estrellado.

    Una vez all, apuntando con el dedo a las estrellas, mir a los discpulos y dijo:

    Ahora, concentraros todos en mi dedo.

    Entonces comprendieron.

    132

  • Alarmado por la tendencia del Maestro a desacreditar toda afirmacin de creencia en Dios, un discpulo exclam: Me he quedado sin nada a lo que aferrarme!.

    Eso es lo que dice la cra cuando se ve forzada a dejar el nido, dijo el Maestro.

    Y ms tarde dira:

    Imaginis que volis cuando os mantenis cmodamente instalados en el nido de vuestras creencias? Eso no es volar. Eso es batir las alas!.

    133

  • La humildad no es autoestima, dijo el Maestro. La humildad proviene de la conviccin de que lo nico que consigue uno con su esfuerzo es cambiar su conducta, no a s mismo.

    Quieres decir que el verdadero cambio no requiere esfuerzo?.

    Exacto, dijo el Maestro.

    Y cmo se produce?

    Siendo consciente, dijo el Maestro.

    Y qu hay que hacer para ser consciente?

    Qu hay que hacer para despertar cuando uno est dormido?, dijo el Maestro.

    De manera que no hay bien alguno del que pueda uno enorgullecerse. . .?

    En respuesta, el Maestro refiri una conversacin que haba odo al azar:

    iQu voz tiene nuestro Maestro. . . ! iQu divinamente canta. . . !

    iBueno. . . ! Tambin yo cantara igual si tuviera su voz.

    134

  • Cuando el soberano de un reino vecino anunci su propsito de visitar el monasterio, todo el mundo exterioriz su nerviosismo. Slo el Maestro mantuvo su habitual calma.

    Conducido el rey a presencia del Maestro, le hizo una profunda reverencia y le dijo: He odo decir que has alcanzado la perfeccin mstica, y quisiera saber cul es la esencia de lo mstico.

    Para qu?, pregunt el Maestro.

    Deseo averiguar la naturaleza del ser, a fin de poder controlar mi propio ser y el de mis sbditos y conducir a mi pueblo a la armona.

    Est bien, dijo el Maestro, pero debo advertirte que, cuando hayas avanzado en tu averiguacin, descubrirs que esa armona que buscas no se consigue a base de control, sino a base de entrega.

    135

  • Pregunt el predicador santurrn:

    Cul es, a tu juicio, el mayor pecado del mundo?.

    El de quien ve a los dems seres humanos como pecadores, respondi el Maestro.

    136

  • En realidad, hay dos tipos de seres humanos: los fariseos y los publicanos, dijo el Maestro despus de leer la parbola de Jess.

    Y cmo se reconoce a los fariseos?

    Es muy sencillo: son los que hacen la clasificacin, respondi el Maestro.

    137

  • Todos los seres humanos son aproximadamente igual de santos o de pecadores, dijo el Maestro, a quien, por otra parte, no le gustaba emplear esta clase de etiquetas.

    Cmo puedes equiparar a un santo con un pecador?, protest un discpulo.

    Porque todos estamos a la misma distancia del sol. O acaso reduce la distancia el hecho de vivir en lo alto de un rascacielos?.

    138

  • El Maestro sostena que lo que todo el mundo tiene por verdadero es falso; por eso el pionero se encuentra siempre en absoluta minora.

    Y deca:

    Pensis en la Verdad como si fuera una frmula que podis sacar de un libro. Pero la Verdad exige pagar el precio de la soledad. Si quieres seguir a la Verdad, has de aprender a caminar solo.

    139

  • Estoy dispuesto a ir adonde sea en busca de la Verdad, dijo el fervoroso discpulo.

    El Maestro esboz una pcara sonrisa. Y cundo vas a partir?, pregunt.

    En cuanto me digas adonde debo ir.

    Te sugiero que vayas en la direccin en la que apunta tu nariz.

    S, pero dnde debo detenerme?.

    Donde tu quieras.

    Y estar all la Verdad?.

    S. Justamente delante de tu nariz, mirando fijamente a esos ojos tuyos que son incapaces de ver.

    140

  • Es fcil o difcil la Iluminacin?

    Es tan fcil y tan difcil como ver lo que tienes delante de los ojos.

    Cmo va a ser difcil ver lo que tienes delante de los ojos?

    A esta pregunta respondi el Maestro con la siguiente ancdota:

    Una muchacha, al encontrarse un da con su novio, le pregunt: Notas algo diferente en m?.

    El vestido es nuevo. . . ?.

    No.

    Los zapatos. . . ?.

    No. Es otra cosa.

    Me rindo.

    Llevo puesta una mscara anti-gas.

    141

  • El discpulo, que era budista, pregunt: Cul es la mente de Buda?.

    Por qu no preguntas por tu propia mente o por tu yo, en lugar de preguntar por el de otro?, dijo el Maestro.

    Est bien. Cul es mi yo, Maestro?.

    Para eso tienes que aprender lo que se llama 'el acto secreto'.

    Y cul es el acto secreto?.

    ste, dijo el Maestro mientras cerraba y abra los ojos.

    142

  • El Maestro explicaba a sus discpulos que alcanzaran la Iluminacin el da en que consiguieran mirar sin interpretar.

    Ellos quisieron saber en qu consista mirar interpretando.

    Y el Maestro lo explic as:

    Dos peones camineros catlicos se hallaban trabajando justamente delante de un burdel cuando, de pronto, vieron cmo un rabino se deslizaba furtivamente en la casa.

    Qu vas a esperar de un rabino?, se dijeron el uno al otro.

    Al cabo de un rato, el que entr fue un pastor protestante. Ellos no se sorprendieron: Qu vas a esperar. . .?.

    Entonces apareci el prroco catlico, que, cubrindose el rostro con una capa, se desliz tambin en el edificio. Es terrible, no crees? Una de las chicas debe de estar muy enferma.

    143

  • Un discpulo pregunt un da al Maestro cmo poda l incorporarse al Camino.

    Oyes el murmullo de ese arroyo que pasa junto al monasterio?

    S.

    sa es una excelente manera de incorporarse al Camino.

    144

  • Al Maestro le gustaba contar algo que le haba ocurrido a l mismo:

    Al poco de nacer su primer hijo, entr un da en la habitacin de ste, vio a su mujer delante de la cuna y se qued mirando silenciosamente cmo contemplaba ella al nio dormido. Al ver en el rostro de su mujer una mezcla de incredulidad, arrobamiento y xtasis, se le saltaron las lgrimas, se acerc a ella de puntillas, le rode la cintura con su brazo y le susurr:S lo que ests sintiendo, querida. . .

    Volviendo en s, la mujer le dijo: S. Que me maten si entiendo cmo se puede hacer una cuna como sta por veinte dlares.

    145

  • Cada vez que sala a colacin el tema de Dios, el Maestro insista en que Dios excede la capacidad de comprensin del ser humano; es decir, que Dios es un Misterio y que, por consiguiente, cuanto digamos de Dios no tiene nada que ver con l, sino con la idea que tenemos de l.

    De hecho, los discpulos nunca comprendieron las consecuencias de ello hasta el da en que el Maestro decidi mostrrselas:

    No es exacto decir que Dios cre el mundo, o que Dios nos ama, o que Dios es grande. . . , porque de Dios no puede afirmarse nada. Por tanto, para ser exactos, deberamos decir: 'Nuestro concepto de Dios cre el mundo, nuestro concepto de Dios nos ama, nuestro concepto de Dios es grande' . . .

    Si es as, no tendramos que abandonar cualquier concepto que tengamos de lo divino?

    No tendrais que abandonar vuestros dolos si no los hubierais construido primero, dijo el Maestro.

    146

  • A algunos discpulos les inquietaba el hecho de que al Maestro no pareciera preocuparle demasiado si la gente crea o no en un Dios personal.

    En cierta ocasin, el Maestro les cit un pensamiento que le gustaba muchsimo y que lo haba tomado del Diario del antiguo Secretario General de la ONU, Dag Hammarskjold:

    Dios no muere el da en que dejamos de creer en una divinidad personal, sino que morimos nosotros el da en que nuestras vidas dejan de estar iluminadas por el continuo resplandor, renovado da a da, de un prodigio cuya fuente excede todo razonamiento.

    147

  • En cierta ocasin, el Maestro comprob que una gran muchedumbre se haba congregado a la puerta del monasterio gritando consignas alusivas a su persona y portando una pancarta en la que poda leerse: Cristo es la respuesta.

    Se acerc al individuo de severo aspecto que sostena en sus manos la pancarta y le dijo: S, pero cul es la pregunta?

    El tipo qued momentneamente desconcertado, pero enseguida se recobr y dijo: Cristo no es la respuesta a una pregunta, sino la respuesta a nuestro problema.

    Entonces, dime: cul es el problema?.

    Ms tarde, dira a los discpulos: Si Cristo es verdaderamente la respuesta, entonces lo que Cristo significa es la comprensin clara y distinta de quin y cmo est creandoel problema.

    148

  • Cmo puedo obtener la Iluminacin?, pregunt un impaciente discpulo.

    Ve la realidad tal como es, le dijo el Maestro.

    Y qu puedo hacer para ver la realidad tal como es?

    El Maestro sonri y dijo: Tengo para ti una buena y una mala noticia, querido.

    Cul es la mala noticia?

    Que no puedes hacer nada para ver. . . ; eso es un don.

    Y la buena noticia?

    Que no puedes hacer nada para ver. . . ; eso es un don.

    149

  • El Maestro no apreciaba a los idelogos, por la sencilla razn de que sus teoras parecan razonables, pero nunca encajaban con la realidad.

    Una vez habl de un idelogo que haba dicho: Este mundo est loco: los ricos compran a crdito, aunque tienen dinero a montones, mientras los pobres, que no tienen un cntimo, deben pagar al contado.

    Y qu sugieres t?, le preguntaron.

    Invertir los trminos: hacer que los ricos paguen al contado y dar crdito a los pobres.

    Pero, si un tendero fiara a los pobres, no tardara en empobrecerse l mismo. . .

    Fantstico!, dijo el idelogo. As tambin l podra comprar a crdito!

    150

  • Al Maestro le resultaba muy pesado hablar a quienes se empeaban constantemente en defender la existencia de Dios o discutir acerca de Su naturaleza y, sin embargo, olvidaban la importancia del conocimiento de s mismos, que era lo nico que podra proporcionarles amor y liberacin.

    Y a un grupo de personas que le pidieron que les hablara de Dios, les dijo: Desgraciadamente, lo que pretendis es hablar de Dios, en lugar de verlo; y lo veis tal como pensis que es, no como realmente es. Pero, si Dios es manifiesto y no se oculta, por qu hablar de l? Abrid los ojos y ved.

    Y ms tarde aadira: Ver es lo ms fcil del mundo. Lo nico que tenis que hacer es abrir los postigos de vuestras Ideas sobre Dios.

    151

  • Tenemos que comer y vestimos, dijo un discpulo; pero cmo podramos liberamos de semejante servidumbre?

    Todos comemos y nos vestimos, dijo el Maestro.

    No comprendo. . .

    Si no comprendes, vstete y come.

    Ms tarde dira: Nunca os mostris superiores a nada que queris evitar.

    Y posteriormente aadira: Las personas que pretenden estar por encima de una comida bien preparada y de un traje bien cortado. . . son dementes espirituales.

    152

  • Segn afirmaba el Maestro, la mayora de las personas que son infelices, lo son porque han tomado la decisin de serIo. Por eso es por lo que, de dos personas que se encuentran en idntica situacin, una es feliz, y la otra desdichada.

    A este respecto, contaba el Maestro cmo, al resistirse su hija pequea a acudir a un campamento de verano, l, para tratar de disipar sus recelos, compr unas cuantas tarjetas postales, puso en todas ellas su propio nombre y direccin y se las dio a su hija:

    Ahora, le dijo, escribe cada da 'Me encuentro perfectamente' en una de estas tarjetas, y chala al correo.

    La nia, tras reflexionar un momento, pregunt: Cmo se escribe 'miserable'?

    153

  • El Maestro era un ferviente partidario de la investigacin histrica. Lo nico que tena contra los historiadores era que, por lo general, pasaban por alto las mejores lecciones que la propia historia ofrece.

    Por ejemplo?, le pregunt uno.

    Por ejemplo, la visin de los problemas, en otro tiempo autnticamente vitales, y ahora meras y fras abstracciones en un libro.O los personajes del drama de la historia, supuestamente tan poderosos en su tiempo, convertidos en autnticas marionetas manejadas a travs de unos hilos tan evidentes para nosotros, pero tan patticamente insospechados para ellos

    154

  • Dijo el Maestro: Lo que vosotros llamis amistad', en realidad es una transaccin comercial: 'Responde a mis expectativas, dame lo que yo quiero, y yo te amar; no lo hagas, y mi amor por ti se convertir en resentimiento e indiferencia' .

    Y cont la historia de aquel individuo que, al regresar a casa despus de un da de duro trabajo, fue recibido por su mujer y su hija de tres aos.

    No hay un beso para pap?

    No.

    Me avergenzo de ti. Pap est todo el da trabajando duro para traer dinero a casa, y es ste el pago que t le das? Ven aqu; a ver, dnde est ese beso. . .?

    Mirndole a los ojos, la preciosa criatura de tres aos le dijo: Dnde est el dinero?

    Dijo un discpulo: yo no cambio mi amor por dinero.

    Y replic el Maestro: Acaso no es tan malo, o peor, que lo cambies por amor?

    .

    155

  • En qu consiste la Iluminacin?

    En ver.

    En ver qu ?

    La superficialidad del xito, la vaciedad de nuestros logros, la insignificancia del esfuerzo humano. . . , Dijo el Maestro.

    El discpulo qued horrorizado: Pero eso es pesimismo y desesperacin!

    No. Es la emocin y la libertad del guila que planea sobre un barranco sin fondo.

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  • Un discpulo bastante deprimido se quejaba de que, por culpa de sus defectos, se senta estafado por la vida.

    Estafado?, grit el Maestro. Estafado t? Mira a tu alrededor! Con cada momento de lucidez, ests siendo pagado con creces!

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  • Al da siguiente, el Maestro cont la historia de aquel hotelero que se quejaba de los negativos efectos que supona para su negocio la construccin de una nueva autopista.

    La verdad es que no te comprendo, le dijo un amigo. Todas las noches veo colgado en la puerta de tu hotel el cartel de 'Completo'. . .

    S, pero no te fes de eso. Antes de que construyeran la autopista, cada noche tena que rechazar a unas treinta o cuarenta personas, mientras que ahora no pasan nunca de veinticinco.

    Y aadi el Maestro: Cuando ests decidido a sentirte mal, hasta los cli