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UN EXTRACTO DE : ETERNOS COMPARTE Y RECICLA PRECIO AL PÚBLICO 15 PESOS Año 03 • Núm.29 • Septiembre 2011 NOTAS DE PASO ENTREVISTA A VALERIA LUISELLI Y JOSÉ P. CASANOVA NY 20’S & 30’S 09 11 2001 P. AUSTER B B H M JEAN-MICHEL BASQUIAT

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UN EXTRACTO DE:ETERNOS

COMPARTE Y RECICLA

PRECIO AL PÚBLICO 15 PESOS

Año 03 • Núm.29 • Septiembre 2011

NOTAS DE PASO

ENTREVISTA AVALERIA LUISELLIY JOSÉ P. CASANOVA

NY20’S & 30’S

09 11 2001 P. AUSTER

B B H M

JEAN-MICHEL BASQUIAT

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SEPTIEMBRE 2011Como es sabido, el plan de Nueva York dispone una red uniforme de calles ortogonales: se lla-man avenues las que van de Norte a Sur, doce, y se las distingue con las letras del alfabeto; se llaman streets a las orientadas de Este a Oeste, denominadas con números, del 1 al 155. La única calle irregular que atraviesa en diagonal este tra-zado es Broadway, una calle ya existente y que la Comisión quiso eliminar, debiendo conservarla a causa de los intereses ya establecidos en sus márgenes. Como única zona libre está previsto un rectángulo entre la 4ª y la 7ª avenue y la 23ª y 34ª street, haciendo las funciones de plaza de armas. Posteriormente este espacio se llena, mientras más arriba se reserva un rectángulo mayor para la construcción del Central Park (1858).

Las dimensiones del plan son enormes, las ave-nues corren rectas a lo largo de casi veinte kilóme-tros, y las streets a lo largo de cinco; los comisarios prevén que, al cabo de cincuenta años, en 1860, la ciudad habrá cuadruplicado sus habitantes, y será suficiente para cubrir la expansión de Nueva York hasta finales del siglo XIX.

El plan de Nueva York es notable por varias ra-zones: ante todo es el primer caso—aparte de las ciudades fundadas ex novo— de un planteamiento unitario para controlar la expansión de una ciudad moderna de tales dimensiones, cuando todavía en Europa el problema está lejos de madurar. Por otro lado, la escala de aplicación hace desapare-cer definitivamente cualquier comparación con los planes barrocos, y pone de manifiesto una nueva concepción de la ciudad basada en una tra-dición específicamente americana.

Se podría decir que el problema planteado a los miembros de la Comisión nombrada por el estado de Nueva York es un problema de geometría ana-lítica, más que de geometría proyectiva; el suelo de la ciudad se concibe como un plano cartesiano susceptible de ser medido por medio de abscisas y ordenadas —en este caso se llaman avenues y streets— con un objetivo extremadamente limi-tado: permitir la formación de cierto número de parcelas o divisiones, identificada cada una con un número, donde pueden caber las actividades futu-ras, sean de la clase que fueren, sin entorpecerse mutuamente, y donde todos tengan fácil acceso con los servicios públicos. El problema de la ciu-dad moderna es un problema de coordinación; aquí, aprovechando la relativa abundancia de es-pacio, hay que restablecer el tipo de coordinación menos vinculante, es decir, reducir las reglas al mí-nimo compatible con las necesidades técnicas de la convivencia, dando, sin embargo, a estas pocas reglas un carácter muy rápido e invariable. […] El plan de 1811 sigue siendo una de las princi-pales contribuciones a la cultura urbana moderna y, por haber sido llevado a cabo íntegramente, ha puesto de manifiesto todas las consecuencias técnicas, jurídicas, económicas y formales de los criterios de partida; como resultado del plan ahí está la ciudad de Nueva York que todos conoce-mos, el primer lugar del mundo a la altura de los nuevos tiempos.

Extracto tomado del libro Historia de la arquitec-tura moderna, de Leonardo Benévolo, editado por GUSTAVO GILI.

No. 29 Tema: NUEVA YORK

EDITORIAL2

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NERD PLUSLA CIUDAD POR TODOS TAN CONOCIDA P.5Por Bernardo Fernández, BEF

ESTE MESCINCO GRANDES MANZANAS P.6Por Fernando Yacamán Neri

LA TORRE ELEVADA P.8 Por Eugenia Correa

URBE DE REFLEJOS P.10Por Omar Delgado

Bronx Brooklyn Harlem Manhattan P.12 Por Georgina Solórzano

ENTREVISTA AVALERIA LUISELLI P.14Por Jorge Vázquez Ángeles

JOSÉ P. CASANOVA P.18Por Staff Leemás

PARA NO OLVIDAREL HOTEL CHELSEA P.21Por Staff Leemás

EXPEDIENTE SECRETOCAPÍTULO 27 P.23Por Sir Reed A. Lot

CINEDOS ROSTROS DE UNA CIUDAD P.25Por Erick Estrada

¡NIÑOS A LEER!DEVÓRATE LAGRAN MANZANA P.28Por Rodrigo Morlesin

INSOMNIOEL HIJO PRÓDIGO NEOYORQUINO P.30Por Diego Rabasa

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POR BERNARDO FERNÁNDEZ, BEF

Nunca he estado en Nueva York pero la conozco.

Todo aquel a quien le guste el cine o la televisión tiene graba-do en el cerebro un mapa imaginario (y colectivo) de Nueva York. Todos sabemos que Manhattan es el barrio nice por excelencia, que Harlem y el Bronx son territorio apache; Brooklyn es broza pero chido.

En una de las tiras de Boogie el aceitoso, del comiquero argentino Fontanarrosa, una actriz peruana llega a La Gran Manzana convocada por un productor de cine gringo. “Es una bomba sexual”, dice el tipo a Boogie. “Lo que quiero es llevármela a la cama, ya después le conseguiré un papelito.”Cuando la mujer llega con su manager a la oficina del pro-ductor, ellos comentan que Nueva York les es muy familiar, que conocen toda la ciudad de verla en películas y series de TV.

El cineasta se lleva una gran sorpresa: la supuesta diva es ya una anciana. Sin saberlo, ha estado viendo cintas de los años 40. El manager le dice al productor: Entenderá usted que la información fluye mucho más rápido de aquí para allá que al revés.

Sin duda, entre las cintas que aquellos peruanos de cómic veían estaban las de Woody Allen. No puedo pensar en ci-neasta con más apego a su ciudad, quizá sólo Martin Scorse-se rivalice con él. Por ello hicieron aquella cinta de episodios llamada Historias de Nueva York (1989), que se complemen-taba con una participación de Francis Ford Coppola.

Hacer un recuento de las cintas que suceden en Nueva York sería un ejercicio tan ocioso como incompleto. Literalmente miles de películas suceden en la llamada Urbe de hierro. De ellas tengo una favorita de todos los tiempos.

Llámenme naco, pero se trata de Escape de Nueva York (John Carpenter, 1981), película de sci-fi de lo más roña en la que se supone que la criminalidad en los Estados Unidos al-canza un nivel tan alto hacia 1988 (en aquel momento situado en el futuro), que se vuelve necesario convertir Manhattan en una cárcel al estilo de las Islas Marías. Años después, en 1997, el avión presidencial cae accidentalmente dentro de la isla.

Entonces es necesario mandar a Snake Plisken (a quien da vida el ex-niño actor Kurt Russell), un héroe de guerra caído en desgracia por asaltabancos, a rescatar al Preciso (interpretado por Donald Pleasence, quizá uno de los me-jores actores segundones de todos los tiempos).

La cinta es un periplo esperpéntico a través de las ruinas de una Nueva York poblada por punks de boutique por la que desfila un curioso elenco que incluye al gran Ernest Borg-nine, Lee Van Cleef (el malo de El bueno, el malo y el feo) y hasta Isaac Hayes, convertido literalmente en el Duque de Nueva York. Sin duda un monumento al cine chatarra que causó honda impresión en mi mente infantil.

En televisión, sólo tengo una palabra: Seinfield.

Al otro lado del espectro cultural, Paul Auster escribió la célebre Trilogía de Nueva York, editada en español por Anagrama. Una de sus historias sirvió de base para una adaptación a la novela gráfica ilustrada por David Mazzucchelli, veterano dibujante que se hiciera famoso haciendo mancuerna con Frank Miller para dibujar a Bat-man y Daredevil.

Hablando de cómics, creo que el gran personaje de las his-torietas Marvel de los años 60 sin duda fue la propia ciu-dad. No dudo al afirmar que parte del éxito de sus títulos se debió al hecho de que por primera vez una historieta fantástica se desarrollaba en un entorno real.

Recuerdo con especial cariño a la pandilla de la calle Yancy, palomilla gandalla que traía asoleado a Ben Grimm, mejor conocido como La Mole, de los 4 Fantásticos. El dibujante y creador de los personajes, Jack Kirby, los había basado en las pandillas reales de su natal Brooklyn, que lo aterroriza-ron de niño durante los años 30.

Escribo todo esto desde Los Ángeles, ciudad rival de Nueva York, cuya legendaria competencia ha cobrado proporciones míticas. La dimensión mitológica de esta ciudad californiana no es menor. Pero tendrá que ser mo-tivo de otra columna. A ver si para entonces ya se me hizo conocer La Gran Manzana. +

NERD PLUS5 LA COLUMNA DE BEFNovelista y dibujante de cómics, autor de la novela Hielo Negro (Grijalbo, 2011).Uno de sus recuerdos más entrañables fue conocer a Jack Kirby cuando era adolescente.

LA CIUDAD POR TO-DOS TAN CONOCIDA

A MARGA BRITTO

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CINCO GRANDES MANZANAS

ESTE MES EL NUEVA YORK DE LOS 20 Y 30 6

POR FERNANDO YACAMÁN NERI

En el mercado las venden de diferentes tamaños y colores. En la historia representan diferentes simbolismos y en el habla popular se han formado diversas expresiones relacionadas con este fruto, pero sólo existe una Gran Manzana: Nueva York. El término comen-zó a emplearse en los inicios de los años veinte por algunos músicos de jazz, y se popularizó gracias a un artículo que el cronista John J. Fitzgerald publicó en una edición del New York Morning Telegraph. Una manera de asomarnos a esos años es leyendo las obras de una serie de escritores de vidas tormentosas, que sufrieron los efectos y consecuencias de la Primera Guerra Mundial, y a quienes la crítica considera como algunos de los mejores exponentes de la literatura estadounidense del siglo pasado.

Se trata de cuatro autores que vivieron en carne propia el Nueva York en blanco y negro, donde las fotografías muestran hombres con tirantes y sombreros refinados, mujeres con atuendos que mar-caron toda una época. Estos escritores vieron películas mudas y la paulatina evolución del cine, disfrutaron el apogeo del jazz y vivie-ron de acuerdo a costumbres que nos resultan diferentes. Situaron a los personajes de sus historias en la Gran Manzana dejándolos libres por sus calles, suburbios y avenidas. Algunas de sus historias fueron adaptadas al cine. Estos artistas fueron retratados en blanco y negro pero su legado está lleno de diferentes matices y brillantes colores en cada una de sus líneas, como las manzanas.

A comienzos del siglo XX Nueva York resultaba un gran atractivo para los aventureros provenientes de todo el mundo; para la gente de clase media y baja encarnaba la tierra de las oportunidades; a los opulentos les parecía uno de sus lugares predilectos para residir y di-vertirse como ocurre en El gran Gatsby (1925), personaje que no te-nía restricción alguna para hacerse notar en la alta sociedad gracias a la fastuosidad de sus fiestas. Gatsby consigue forrarse de billetes para recuperar a Daisy, su viejo amor, casada con el arrogante e infiel Tom. El reencuentro entre Gatsby y Daisy, aunado a la infidelidad de su esposo, entreteje parte del nudo de esta novela escrita por

LA EDAD DE LA INOCENCIA

Edith WhartonTUSQUETS

LLÁMALO SUEÑO Henry Roth

ALFAGUARA

Scott Fitzgerald, autor de otras novelas, guiones cinematográficos y cuentos que exploran temas sobre la frivolidad, el sinsentido, la apa-riencia y el estatus de lo material como el valor máximo, y el tiempo como angustia de lo irrecuperable. Algunos títulos de sus cuentos, recopilados en Cuentos/1 y Cuentos/2, por la editorial Alfaguara, ejemplifican dichos temas: El diamante tan grande como el Ritz, El extraño caso de Benjamin Button o Sueños de invierno, en el que Fitzgerald debió de eliminar algunas partes del cuento para incluir-las, precisamente, en El gran Gatsby.

Otro singular personaje que merodeó el Nueva York de los años 20 y 30 fue El primer hombre delgado (1930), acusado de asesinar a su secretaria y amante. El acto criminal sucede cuando ella le anuncia que se irá de definitivamente con otro hombre. El encargado de re-solver el crimen es el detective Guild, que recorrerá varios puntos de Nueva York como Grand Avenue, Chinatown o Montgomery Street, para interrogar a varias personas. Escrita por Dashiell Ha-mmett, la historia nos ofrece elaborados interrogatorios, donde los modos de hablar, de levantar una ceja más que la otra, o la forma de sostener un cigarrillo pueden ser claves para cazar al asesino. Ham-mett, considerado como uno de los maestros de la novela negra, nos lleva por escenarios muy al estilo de las películas hollywoodenses de la época, donde el detective aparece fumando en cada escena, mientras entabla conversaciones con diferentes personajes, como atractivas mujeres con seductores vestidos. El lector descubrirá que lo más valioso de esta historia no radica en encontrar al asesino sino en las descripciones, en los diálogos y los demás recursos literarios que Dashiell Hammett emplea con habilidad.

Edith Wharton, amiga cercana de Scott Fitzgerald, escribió La edad de la inocencia (1920), obra ganadora del premio Pullitzer en 1921. La historia, situada en 1870, inicia con la presentación de un puña-do de personajes que asisten a la ópera con sus mejores joyas. En pocas líneas, la autora describe a cada personaje con sumo detalle. El nudo de la novela radica en un joven que a punto de contraer nupcias repentinamente se enamora de la prima de su prometida. Como Edith Wharton provenía de una familia acomodada, cono-cía a la perfección los códigos y las maneras de la vida burguesa neoyorquina, que en La edad de la inocencia y en la mayoría de sus obras, retrata a través de una visión irónica, desvelando pasajes oscuros y la doble moral imperante en dicho sector social.

Para algunos es La Gran Manzana; otros la consideran capital del mundo. En Llámalo sueño (1934), de Henry Roth, hallamos una ex-traordinaria novela sobre una familia de inmigrantes judíos en Nue-va York. El protagonista es David, un niño que decide enfrentar y tratar de desenvolverse en su nuevo mundo, a pesar de vivir con el miedo que le provoca la presencia de su padre, que es incapaz de adaptarse a sus nuevas circunstancias. Roth empleó como nadie el monólogo interior y un agudo análisis psicológico de los personajes, que convirtieron a Llámalo sueño en una de las más grandes nove-las del siglo XX. +

EL GRAN GATSBYScott Fitzgerald

ALFAGUARA

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POR EUGENIA CORREA

Había una vez un islamista radical. Vivía en Sudán junto con Osa-ma, su jeque. Un día le robó 100 mil dólares. Osama, que a veces mostraba cierta debilidad y hasta cariño por sus seguidores, lo per-donó diciéndole que debía devolver el dinero para seguir apoyando la causa del grupo llamado, arbitrariamente, al-Qaeda. El islamista radical huyó a Estados Unidos. Contó su historia a agentes de la CIA y comenzó a vivir en Nueva Jersey como testigo protegido. La CIA y el FBI archivaron el caso. Años después el ex-islamista radical se ganó la lotería local.

Ésta y otras anécdotas similarmente inocuas son las fibras que van tejiendo la historia en La Torre Elevada, de Lawrence Wright, quien cuenta a manera de thriller una ficción bien documentada, y basada en una realidad trepidante, sobre los eventos y personajes que derivaron en el 11 de septiembre de 2001. Osama queda casi sarcásticamente retratado como un burgués saudí que, aburrido, cayó en el fanatismo, en un reino donde sólo el monarca ostenta el reconocimiento público. Osama encontró en la radicalización de sus creencias la posibilidad de tener poder entre unos cuantos se-guidores. El 11-S fue una forma de afianzar su liderazgo, de obtener reconocimiento; la locura de un sociópata y no una reafirmación del sentir de todo un pueblo.

Los errores de las políticas exteriores nacionalistas, guiadas sobre todo por decisiones económicas apresuradas y muchas veces ba-sadas en creencias religiosas endebles y convenencieras y más aún por intereses personales de Arabia Saudí, Egipto, Afganistán, Rusia y por supuesto Estados Unidos, dieron pie a que facciones religio-sas radicales, orientales y occidentales, consiguieran diversas excu-sas para afianzar sus fundamentalismos esencialmente ridículos. En un mundo donde nadie sigue sus propias reglas, o estas se doblegan ante los intereses inmediatos de algunos, cualquiera puede apro-piarse del poder de decidir quién es un verdadero musulmán, y so-bre todo de decidir sobre la vida de quien no sea considerado como tal (takfir). Porque también en occidente hay una especie de takfir: siempre habrá alguien que se impute el derecho a decidir quién es democrático y quién no, quién merece gobernar un pueblo de ma-nera legítima y quién no.

En El segundo avión, libro de Martin Amis en torno al 11-S, destaca La voz de la muchedumbre solitaria, donde Amis no podría describir mejor la vacuidad e ironía detrás de las creencias que llevaron a los ataques terroristas que marcaron un antes y un después en la histo-ria del mundo actual. “Dicho sin ambages, una ideología es un sistema de creencias con una base inadecuada en la realidad; una religión es un sistema de creencias sin ninguna base en la realidad… Está claro: si existiera Dios, y si le importara algo la humanidad, jamás nos habría dado la religión”.

En el desgarrador ensayo Carta a un disidente iraquí anónimo, publi-cado en Otros Septiembres, Ariel Dorfman habla sobre su oposición férrea a la intervención en Irak, aun cuando consideraba al gobierno de Hussein como un régimen de terror, pues esta guerra vengadora no sería más que una forma de multiplicar hechos como el 11-S. “Lo que te estoy diciendo es que me importa más, me tiene que impor-tar más el futuro de nuestro mundo tan triste que el futuro de tus hijos desamparados, concluye con dramatismo”.

Tras años exiliado, el “derrocamiento” de los talibanes en Afganistán, la derrota y asesinato de Sadam Hussein —sus aliados al menos en su fobia hacia Estados Unidos—, probablemente antes de morir, Osama escuchó con amargura sobre los levantamientos populares de jóve-nes musulmanes que, en Egipto, Libia, y Siria, clamaban por la, a sus ojos, impía democracia. La “gran victoria” de Osama habría derivado en el efecto contrario a los fines deseados por al-Qaeda. Su anhelo de una teocracia islámica absoluta y primitiva se esfumaba poco an-tes de su muerte anunciada.

Hay que comenzar, tanto estadounidenses como el resto del mundo, a ver hacia adelante sin más ánimos de venganza, viendo más allá de los hechos inmediatos y pensemos en el gran marco de la historia uni-versal. La realidad es que el mundo sigue en guerra, el fanatismo va al alza, igual que las xenofobias; la justicia sigue siendo ambigua, aun entre las bien amadas democracias. El 9/11 cambió al mundo, pero los hechos desafortunados se siguen apilando unos sobre otros, segui-mos en un planeta donde un terrorista puede ganarse la lotería y un suicida sanguinario cree que irá al cielo por una causa justa, y donde una súper potencia piensa que esto se puede terminar simplemente enviando misiles desde un barco. Habrá que pensar qué seguimos haciendo mal, ya sólo para eso sirve recordar. + Ve

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ESTE MES NUEVA YORK: 09 11 20018

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OTROS SEPTIEMBRESAriel DorfmanSEIX BARRAL

LA TORRE ELEVADA

Lawrence WrightDEBATE

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POR OMAR DELGADO

Cada cuidad es, en realidad, tres ciudades: la real, anclada en lo tangible, esa que definen las estadísticas, los mapas, las cifras y las gráficas; la ideal, que no es sino la ciudad que aspira a ser, la que se construye no por distritos o ladrillos, sino por los anhelos —o las pesadillas— de sus habitantes y la narrada, la que existe en el terreno de la ficción a través de novelas, relatos y películas. Esta última es la que nos resulta más cercana y perdurable, la que so-brevive al tiempo.

Nueva York es ejemplo claro de dichos reflejos: está la ciudad de más de ocho millones de habitantes, la de los cuadrantes, la de Rudolph Gulliani y sus ventanas rotas; está también aquella que se piensa como capital del mundo, como crisol de todas las razas, como hipotálamo del planeta, y está la Nueva York de ficción, la que ha sido atacada por extraterrestres, arrasada por tsunamis, infesta-da por monstruos; aquella que ha albergado a mafiosos y detecti-ves, a encapuchados con superpoderes y simios gigantes, la que ha sido escenario de las películas de Woody Allen, la que ha sabido ser reflejada—nunca mejor dicho— en la obra de Paul Auster.

En la Trilogía de Nueva York, conformada por las novelas Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada, el autor confiere a La Gran Manzana su condición de laberinto de espejos: los personajes se pierden a sí mismos, se reinventan y también, en ocasiones, se encuentran. Auster juega con las reglas canónicas del género negro —desapariciones súbitas, detectives que buscan a otros, personajes que no son lo que parecen, tentadoras femme fatales— para hacer-nos reflexionar acerca de la identidad y de su pérdida. En Ciudad de Cristal, el personaje principal se divide en tres: Quinn, escritor atrincherado en sí mismo, roto a raíz de la pérdida de su mujer y de su hijo; William Wilson, su seudónimo literario, aquel que le permite

publicar novelas para sobrevivir, y Paul Auster, el hombre que fin-ge ser a partir de una llamada telefónica que lo empuja a salir de su ostracismo sólo para sumergirse en otro, más profundo. Al final, Quinn/ Wilson/ Auster acaba siendo ninguno de los tres.

En Fantasmas, Azul, un detective privado investido con todos los clichés —sólo le faltan el sombrero y la secretaria de gafitas—, es contratado por Blanco para vigilar a Negro. En un juego de asechos, el investigador acaba por calzarse la piel de su presa. Azul concluye Negro, termina saludándose a sí mismo a través de los prismáticos con los que vigila. Finalmente, en Una habitación cerrada, el pro-tagonista, un crítico literario, se entera de la desaparición de Fan-shawe, su amigo de la infancia, quien además le ha pedido que se encargue de sus textos inéditos. El protagonista —quien intencio-nalmente no tiene nombre— se va asimilando en la vida del ausente, bebe de su éxito literario y toma lugar al lado de su abandonada esposa y de su hijo. También se da cuenta de que Fanshawe es en realidad su reflejo deformado, ese que siempre aspiró a ser y que nunca pudo, ese al que la envidia le confirió carácter de odiado. En esta novela, que cierra el tríptico austeriano, se da el cruce de caminos con las otras dos: en ella hay un detective llamado Quinn; Blanco, Negro y Azul son parte de las vivencias juveniles del crítico; Peter Stillman, la víctima de Ciudad de Cristal, aquí aparece como un reflejo nebuloso de Fanshawe.

Más que como escenario, Nueva York es parte imprescindible de la obra de Auster. Los personajes la crean con cada paso que dan, la narran y le confieren ese carácter de espejo en el que se ven así mismo; también Nueva York es ese gran disolvente que adelgaza la identidad de los protagonistas hasta transparentarla, como si a cada paso una parte de ellos fuera digerida por ese gigantesco miasma que es la ciudad.

Estas constantes —La Gran Manzana y los reflejos— se aprecian prácticamente en toda su obra, tanto en la narrativa como en dos de sus incursiones al guión cinematográfico: Smoke y Blue in the face. En ambas, el autor utiliza una tabaquería neoyorquina como escenario para que varios de sus propios yo especulares se con-fronten: Auggie Wren, el pícaro; Paul Benjamin, el escritor roto por la pérdida de su esposa; Rashid Cole, el adolescente en busca del padre, y Cyrus Cole, hombre amputado que se considera merece-dor de su falta de brazo. Todos ellos acaban siendo espejo de los otros, así como reflejo del propio escritor.

Lo que la Trilogía le plantea al lector es la frágil condición de la identidad. Ese yo que nos muestra el espejo, que no es igual al que perciben los demás, y que no es igual al que aspiramos a ser, puede quebrarse sin remedio, borrarse entre las ondas de un estanque o, ¿por qué no?, reescribirse en alguien totalmente nuevo. Auster también muestra que la ciudad, cualquier ciudad, no es sino un la-berinto de espejos en donde los caminantes, más que toparse en la calle con miles de rostros distintos, en realidad sólo se encuentran con su propia imagen reflejada al infinito. + Pa

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POR GEORGINA SOLÓRZANO

El Bronx de Nueva York no sólo es famoso por albergar la sede del equipo más importante y emblemático del beisbol, los Yankees, ni tampoco por ser la última morada de artistas como Duke Elling-ton, Miles Davis o Herman Melville, sino por su reputación de zona peligrosa y decadente donde radican, sobre todo, afroamericanos (nótese el políticamente correcto calificativo) que roban y asaltan al resto de los habitantes de la ciudad. La verdad es que de acuer-do con los censos de población más recientes, en El Bronx, llamado así por el apellido de su fundador, el sueco Jonas Bronck, viven más hispanos que negros, y en fechas recientes la zona ha venido me-jorando sus condiciones de vida. Como telón de fondo, Jonathan Santlofer inicia su novela Daltónico en el Bronx, cuando la policía encuentra los cuerpos de dos mujeres asesinadas, al parecer por un demente que realiza matazones en pos de un ideal estético. Kate McKinnon, historiadora del arte que tuvo un pasado como detec-tive, es llamada por la policía de Nueva York. A pesar de que no le gusta que la lleven al Bronx, cuna del graffiti y del hip hop, la nueva detective deberá recordar sus estudios artísticos para seguir las pis-tas e intentar capturar al asesino. Brooklyn es otro de los cinco boroughs que integran la ciudad de Nueva York. Es el sector más grande y populoso del área, donde han nacido personalidades como Woody Allen, George Gershwin o Lou Reed. Si Manhattan es reconocida por el Central Park, Brooklyn se identifica por su gran puente del mismo nombre. En este lugar, es-cenario de las aventuras de Don Gato y su pandilla, Nicole Krauss ambientó su estupenda novela La historia del amor, que cuenta la vida de Leo Gursky, un cerrajero polaco que espera que por lo me-nos una persona lo vea con vida antes de fallecer. La novela es mag-nífica porque aborda diversos temas como la muerte, los libros que cambian la vida, la niñez y su visión de la vida así como la esperanza de legar algo que mejore el mundo. Contada por varios narradores, la historia gira en torno a un libro llamado La historia del amor, cuyo verdadero autor no es quien aparece en la portada sino otro, quien durante más de cincuenta años, ajeno a su propia obra, se pone a escribir de nuevo. Por otro lado, una joven traductora que también vive en Brooklyn recibe un misterioso encargo: traducir el mismo li-

bro que su difunto marido le regaló cuando eran novios, y que es el mismo que da título a esta novela que ha recibido críticas favorables de escritores de la talla de J.M. Coetzee, premio Nobel de literatura.

Algo similar ocurre con Réquiem por Harlem, novela de Henry Roth, ese apellido que une y a veces confunde a otros autores igualmente destacados. Roth, judío nacido en el imperio austrohúngaro, emigró siendo un niño a Nueva York y se estableció junto con su familia en el Lower East Side. Escribió un ciclo de cuatro novelas de corte au-tobiográfico llamado A merced de una corriente salvaje. La última, Réquiem por Harlem, nos lleva a recorrer las calles del barrio identi-ficado con el surgimiento y auge del jazz, mientras atestiguamos las desventuras de Ira Stigman, un joven que no encuentra acomodo en el mundo y que, sexualmente hablando, está por despertar. Harlem representa en la vida del joven Stigman el huevo que no termina de romperse, las ataduras que el adolescente empieza a romper poco a poco. Considerado como uno de los más grandes escritores norte-americanos del siglo XX, Henry Roth empezó a escribir esta serie de novelas rebasando los ochenta años de edad, tras haberse apartado de la literatura prácticamente durante toda su vida, después de es-cribir, en 1934, Llámalo sueño.

Muy pocos escritores se aventurarían a escribir una novela sobre la historia de Nueva York y sus barrios más emblemáticos como Manhattan. Edward Rutherfurd lo hace en Nueva York, que inicia en el lejano año de 1664, cuando los holandeses poco a poco pierden terreno frente a la oleada inglesa. A la manera de una saga familiar, Rutherford nos cuenta sobre la familia Master, de Boston, emparen-tados con los Van Dyck. Contada de manera lineal, Rutherford nos conduce por la zona de los Five points (que dio origen a la película de Martin Scorsese, Pandillas de Nueva York) y sus personajes par-ticulares y temibles. También se ocupa de la llegada de miles de ir-landeses e italianos, y cómo se fueron estableciendo en barrios defi-nidos. Las más de 900 cuartillas de esta novela también nos cuentan de la construcción del Empire State o del célebre edificio Dakota y finaliza en los dramáticos acontecimientos del 11 de septiembre. Gracias a la precisión de Edward Rutherfurd, historiador de profe-sión, este libro nos acerca a la gran ciudad del siglo XX, desde sus cimientos y hasta sus grandes alturas. + A

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ESTE MES NUEVA YORK12

RÉQUIEM POR HARLEM

Henry RothALFAGUARA

NUEVA YORKEdward RutherfurdROCA EDITORIAL

DALTÓNICO Jonathan Santlofer

EDICIONES B

LA HISTORIADEL AMOR

Nicole KraussSALAMANDRA

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ENTREVISTA A VALERIA LUISELLI14

POR JORGE VÁZQUEZ ÁNGELES

Valeria Luiselli es una de las más jóvenes y originales voces de la literatura mexicana contemporánea. Nacida en la ciudad de México en 1983, ha vivido en lugares tan disím-bolos como Nueva York y Sudáfrica. En Los ingrávidos, su primera novela, contempla-mos la lenta trasformación de sus dos narradores-personajes en fantasmas por deci-sión propia. Valeria Luiselli comparte con los lectores de Lee+ los motivos, las razones y los mecanismos que la animaron a escribir Los ingrávidos.

Te hago la pregunta de cajón: ¿De qué se trata Los ingrávidos?Se trata de dos personajes-narradores: una narradora cuyo nombre nunca conocemos y otro narrador basado en el poeta mexicano Gilberto Owen. Estos dos personajes, de modos distintos, se están afantasmando, están desapareciendo de sus propias vi-das. Siendo joven la narradora era una editora que pretendía traducir obras extranjeras, particularmente la de Owen, para lo cual inventa una serie de sucesos para atrapar la atención de su jefe-editor. Por su parte, Gilberto Owen está escribiendo dichas obras, viviendo en un entorno neoyorquino donde la recepción a los poetas iberoamericanos no es del todo buena. Owen, en el Nueva York de los años 20, traba amistad con García Lorca y para tratar de insertarse en un mundo que no les es amable a ambos, juntos hacen una serie de trampas literarias para traducir a Zukovski, uno de los poetas del modernismo anglosajón que más me interesan y me entusiasman.

Es común escuchar a los autores decir que las historias los encuentran a ellos. ¿Te ocu-rrió lo mismo? ¿Cómo fue que te descubrió la historia de Los ingrávidos? La historia se fue tramando lentamente. Aborté varios principios de esta novela. No en-contraba el tono. Hubo un momento en que me encontró el personaje de Owen. Vivien-do en Nueva York, descubrí que éramos vecinos en temporalidades distintas y empecé a rondar sus espacios. Ahí empezó a materializarse el personaje, que vivió en los años

1928 y 1929, en pleno renacimiento de Harlem y justo antes de la gran depresión. Un día me metí al edificio donde Owen había vivido durante esos años y subí a la azotea. Ahí me encontré una maceta. En alguna de sus cartas, Owen menciona una ma-ceta horrible con un árbol muerto. Soy supersticiosa, creo en el poder de los objetos. No me la robé porque estaba abandona-da, la llevé a casa donde estuvo durante el tiempo que viví ahí, a un lado de mi escritorio. Había una presencia extraña que me sugería varias cosas.

A lo largo de la novela se van dando claves acerca de cómo fun-ciona: “Una novela horizontal, contada verticalmente. Una no-vela que se tiene que escribir desde afuera para leerse desde dentro”. Háblanos acerca de esto. No quisiera fijar una sola interpretación posible. Este tipo de metáforas espaciales o geométricas permiten distintas lecturas a la novela. Me sirvió esta imagen de una novela vertical, leída horizontalmente o viceversa, para entender la espacialidad y la temporalidad de la misma, pues estos personajes se encuentran en el espacio de los trenes subterráneos, es decir, viajando ho-rizontalmente debajo de la tierra y sólo pueden encontrarse en la verticalidad de la página. También tiene que ver con cómo los personajes se mueven por el espacio, cómo transitan entre su presente y su pasado.

Los ingrávidos es una novela que no está subdividida en capítu-los sino en post- its, escenas muy bien definidas, breves. ¿Por qué decidiste que era esta la manera más eficaz de contar la historia? Antes de encontrar esa forma, ensayé muchas posibilidades. Ya venía explorando de algún modo esa manera de escribir, de corto aliento, como estampas. Me interesaba cómo podían ocu-rrir las transiciones entre escenas muy distintas donde hubiera un elemento que persistiera, un eco del espacio, del fragmento anterior en el siguiente. Hay una justificación a nivel de la cons-trucción del personaje: la narradora tiene hijos pequeños y está constantemente luchando contra una serie de fuerzas que le impiden escribir, encuentra pocos espacios, todo lo que ella es-cribe lo hace con urgencia, en pedazos cortos. Al narrar Owen los fragmentos son más largos, tenían que ser de mayor aliento.

Los protagonistas de Los ingrávidos son fantasmas o personajes que, como dice el epígrafe de la novela, juegan a convertirse en fantasmas y al final lo logran…Son fantasmas pero no en el sentido de la literatura fantástica, no son apariciones, ni siquiera fantasmas, a la manera de Rulfo, que ya están muertos y sus voces hablan desde lugares distintos. Son personajes afantasmados, personas cuya vida se va alejando de ellos. Son personas que se están alejando de todos.

Parece que Nueva York es un epicentro literario. ¿Qué hay ahí que hechiza, que atrapa, no sólo a nivel literario sino en general a todo nivel artístico?Me traté de resistir a que la novela fuera sobre Nueva York. Es un tema tan tratado, tan manoseado que se ha vuelto un espacio sobrerrepresentado. Pero en algún momento fue inevitable, so-bre todo en el caso de Owen. Ese Nueva York, en el que vivió, es el que me interesa, no el de ahora con el cual mi relación es más bien conflictiva. Ese Nueva York visto a través de un extranjero como él, sobre todo desde esa mirada tan rara de Owen; sus per-cepciones son muy particulares, todo lo que él veía se transfor-maba en una cosa rara. + Va

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LOS INGRÁVIDOSValeria LuiselliSEXTO PISO

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Nacido en Brooklyn en 1960, Jean-Michel Basquiat creció en el más propicio de los ambientes al que un artista puede aspirar: tranquilidad económica, mudanzas continuas y padres divorciados. Desde los 15 años pasa varias temporadas, literalmente, en la calle, donde descubre el graffiti. En ese ambiente cargado de heroína y aerosol, Basquiat encuentra en el arte del epígrafe mordaz una efímera solución a sus búsquedas. Plasmados en centenares de bardas, vagones del metro o registros telefónicos, una firma los distingue: SAMO, Same old shit.En 1979 Basquiat declara que SAMO is dead y se decide por la pintura. Autodidacta del arte, sus manos fusionan ciertos rasgos del expresionismo abstracto, sus raíces haitianas y puertorriqueñas, y el graffiti. Andy Warhol, seducido por su trabajo y su juventud, se vuelve su amigo y promotor. A los 25 años de edad, se convierte en el artista más joven al exponer en el Museo Kestner-Gesellschaft, en Hannover. Basquiat dejó las calles por el arte, pero no las drogas. Con dinero a manos llenas, fama y reconocimiento, la heroína lo pone varias veces en coma, cerca de la muerte. Viaja constantemente a Hawái para limpiarse física y mentalmente. Regresa a Nueva York con la convicción de que las drogas son cosa del pasado, pero el 12 de agosto de 1988 es hallado inconsciente en su dormitorio. No consigue llegar al hospital. Jean-Michel Basquiat, l’enfant terrible del arte, se ha convertido en leyenda.

FRASE NAPALM JEAN-MICHEL BASQUIAT16

BASQUIATLeonhard EmmerlingTASCHEN

‘SAMO’ AS A NEO ART FORM

EN PORTADA

POR STAFF LEEMÁS

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ENTREVISTA A JOSÉ P. CASANOVA18

POR STAFF LEEMÁS

José Pedro Casanova (Ciudad de México, 1973) nos presenta su nueva novela titulada ARNOLD SWAZCHZENEYER O COMO QUIERA QUE SE ESCRIBA, EN CHINA PERO EN NUEVA YORK. Difícil de etiquetar, con una estructura flexible que lo mismo puede remitir al blog que al ejercicio del twitter, o a la crónica, los episodios narradas en el texto ofrecen la visión de lo complejo que resulta a ciertos escritores sentarse a ejer-cer su oficio. A continuación ofrecemos la entrevista que el autor concedió a Lee+.

Es interesante la manera como está escrito el libro, ¿Cómo lo definirías: se trata de una crónica, un diario, una novela-blog?Yo digo que es como una especie de collage literario, aunque también me han menciona-do eso del blog. La verdad es que no lo había notado hasta ahora que la gente lo lee y me hace comentarios. Como un collage porque incluye un diario electrónico, unos cuantos poemas, fotos, pero alrededor hay una historia con personajes y un principio y un final. Pero me gustó eso de una novela-blog, o sea blogvela.

Arnold Schwarzenegger es una poderosa imagen de la cultura popular, ¿por qué te llama la atención?Porque es un gran actor, obvio... ¿no? Me atrae mucho toda la cultura pop, nacional e in-ternacional. Arnold es un icono que representa muchas cosas, la idea de haber sido una estrella de cine y luego haber sido El Gobernator dice mucho de América y el mundo. Cuando estaba en Nueva York justo fue cuando ganó las elecciones y comencé a verlo por todos lados, así comenzó.

Platícanos acerca de tu relación con el Nueva York alejado del glamour.Me gusta mucho la ciudad, igual puede ser tan glamurosa como uno quiera pero también es un chiquero de ratas, homeless, marcas falsas, drogas, afters, putas... ¡Todo lo mejor de lo mejor! Sólo hay que buscarle bien y juntarse con la gente adecuada.

Los chinos se han vuelto, prácticamente, omnipresentes, pare-ce que están en todo el mundo.No parece, están en todo el mundo. Un día nos vamos a levantar y estaremos hablando chino. Para cuando eso suceda ya estare-mos rodeados de salones de belleza y pescado. Al menos ten-dremos siempre un buen peinado y no comeremos carne, por lo tanto no tendremos colesterol ni el ácido úrico alto.

En tu libro queda claro que el oficio del escritor está lejos de ciertas ideas preconcebidas, y que no basta con decir que se es escritor para serlo…Tampoco me había quedado muy en claro hasta que la gente me hacía comentarios acerca de eso. Más bien no me había pues-to a analizarlo tanto hasta ahora. Durante el libro me cuestioné mucho al respecto y al mismo tiempo le huyo pero lo hago. Con-tradictorio, como la vida... Supongo que soy escritor sólo cuando escribo, es decir, sólo de medio tiempo. Resume Nueva York en 3 palabras.RUUUN RUUUUN RUUUUUUUUUUUN....

¿Le tienes miedo a la oscuridad?No, ya no. De niño sí le tenía mucho miedo. Odiaba cuando se iba el sol y se hacía de noche, sobre todo los domingos. Eso hasta la fecha. Odio esa hora cero.

Y como describirías la experiencia que viviste durante el black out de 2003.¡Emocionante! Por un momento pensamos que era un ataque te-rrorista porque en las noticias (el radio obviamente) no decían mucho y durante la noche estuvieron volando la ciudad aviones de la Fuerza Aérea. Era el momento perfecto para otro ataque terrorista pero no fue así. La comida se echó a perder, no tenía dinero porque no podía sacar del cajero y hacía un calor insopor-table. Lo peor es que por culpa del black out los Dandy Warhols cancelaron el show pero con el dinero que me devolvieron com-pré como cinco cubas en el antro cuando volvió la luz También fumamos mucho.

¿Con qué se encontrarán las personas que lean tu libro?Con un libro fácil de leer y fácil de identificarte. No tienes que regresarte a las páginas anteriores para volver agarrar el hilo. ¿O eso sólo me pasa a mí? Muy coloquial, pop y con humor en dife-rentes sentidos.

Y por último, ¿ya lograste ir a un concierto de los Dandy Warhols?¡Ya, por fin! Pensé que era una maldición, algún karma que estaba pagando. Pude verlos por primera vez aquí en la ciudad de México cuando tocaron, luego fui a un show que grabaron para un progra-ma de televisión y también los vi, incluso entré a los camerinos pero no me pelaron mucho. Quiero verlos de nuevo. +Si quieres comprar la novela escríbenos a [email protected] la encuentras en:GURÚ: Colima no. 143 col. RomaCELESTE CHAMPAGNE AND TEA ROOM: Darwin esqu. Con Kepler, col. PolancoAZTLAN: Caballo Calco no. 6 loc 4, Coyoacán Jo

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ARNOLDSWAZCHZENEYER

O COMO QUIERA QUESE ESCRIBA...

José Pedro Casanova

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NEW YORK,PORTRAIT OF A CITY

Reuel GoldenTASCHEN

NEW YORK, PORTRAIT OF A CITYUn recorrido visual por la ciudad de los rascacielos, el Central Park y Wall Street: Nueva York. El libro contiene una selección de los más destacados artistas de la fotografía que han caminado por callejones, avenidas, parques, playas y los lugares más recónditos de la Gran Manzana para registrar la energía, la diversidad étnica y cultural de la ciudad más representada del siglo pasado. Desde su fundación hasta los atentados del 11 de septiembre de 2001, las cerca de 600 páginas de NEW YORK, PORTRAIT OF A CITY nos seducen con la fuerza de las imágenes.

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TRESPASS.A HISTORY OF UNCOMMISSIONED URBAN ART

Carlo McCormick, Marc & Sara Schiller, Ethel SenoTASCHEN

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N YTRESPASS. A HISTORY OF UNCOMMISSIONED URBAN ARTEl graffiti se ha convertido en una de las expresiones urbanas más renovadoras del arte. De ser una práctica indeseable y castigada por la ley, la intervención de artistas destacados lo ha convertido en un valor de las grandes ciudades. Personalidades como Jean-Michel Basquiat y Keith Haring llenaron de aerosol centenares de paredes y vagones del metro con dibujos y frases que, sin ser patrocinados, convirtieron en galería todos los rincones de Nueva York.TRESPASS. A HISTORY OF UNCOMMISSIONED URBAN ART reúne los trabajos de más de 150 artistas.

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EL RESPLANDORStanley Kubrick

DVD

NEVER MIND THE BOLLOCKS

Sex PistolsCD

+DEL TEMA LIBROSNota de paso

Algunos títulos relacionados con el tema de este número. NUEVA YORK

BROADWAY EXPRESSIván Ríos Gascón

CAL Y ARENACada persona lleva grabado un lugar en el alma: su geografía, su at-mósfera, sus leyendas. Iván Ríos Gascón, como tantos otros escrito-res y artistas, tiene a Nueva York en la suya. Es la ciudad de sus qui-meras y escenario de Broadway Express, cinco historias sutilmente hilvanadas donde los protagonistas son ricos y hermosos, zambullidos en el vértigo de la fama y el sexo, en la búsqueda de placer que —en

su caso— no es sino el camino más corto hacia la fracaso y la locura.

PURA ANARQUÍAWoody AllenTUSQUETS

El viacrucis por el que pasa un incauto que confía las reformas de su casa a un contratista sospechosamente sensato; un delirante in-tercambio epistolar entre el director de unas colonias de verano y el padre de uno de los niños (bastante zoquete, todo sea dicho) que pasa allí las vacaciones; las vicisitudes de un hombre que, en plena moda New Age, aspira a levitar pero que se lanza a practicar sin dominar la técnica... Éstas son algunas de las desternillantes situa-

ciones que describe Allen en su nuevo libro.

LAS HORASMichael Cunningham

VERTICALES DE BOLSILLOLas horas es una conmovedora novela que se adentra en el mun-do cotidiano y literario de la escritora britanica Virginia Woolf, de manera cuidadosa y sensible, en el momento en que está escribiendo una de sus grandes novelas: La señora Dalloway. De manera paralela, otras dos mujeres se convierten en el eje de la narracion: Laura Brown, un ama de casa que vive en Los angeles en 1949, quien lee fervorosamente La señora Dalloway, y Clarissa Vaughan, una editora que en el Nueva York de los años noventa prepara una fiesta para su amigo Richard, enfermo de sida, que acaba de recibir un importante premio literario y quien carinosa-

mente la llama “señora Dalloway.”

MANHATTAN TRANSFERJohn Dos Passos

DEBOLSILLOEn Nueva York, Jimmy Herf, huérfano de padre y madre, es adoptado por su tío, y desde muy joven empieza a trabajar como periodista, combate en la guerra, se enamora y casa con Hellen Thatcher, una actriz divorciada que le abandona por un rico abogado cuando Jimmy pierde el trabajo y se ve obligado a vivir pobremente, hasta que un día en una reunión de amigos

anuncia que va a dejar la ciudad.

DELIRIO DE NUEVA YORK Rem Koolhaas

GUSTAVO GILI Manhattan es el escenario donde se representa el último acto de la civilización occidental. Delirio de Nueva York es un ‘manifiesto retro-activo’, una interpretación de la teoría no formulada que subyace en el desarrollo de Manhattan; es el relato de las intrigas de un urbanismo que, desde sus inicios en Coney Island hasta los teóricos del rascacie-

los, ha hecho explotar su retícula de origen.

QUINTA AVENIDA Candace BushnellDIANALas heroínas de la nueva novela de Candace Bushnell (autora de Sexo en la cidad), tienen muy claro que vivir en el número uno de la Quinta Avenida les proporciona un halo de prestigio que deslumbra a toda la sociedad neoyorquina. A lo largo de sus vidas han tenido que ganarse a pulso -y no siempre honestamente- la posición que ocupan en la élite de Manhattan..., así que estarían dispuestas a hacer cualquier cosa con tal de no perderla.

AHORA LO VERÉISEli GottliebTUSQUETSNadie en Monarch, un mortecino pueblo de los alrededores de Nue-va York, imaginaba que uno de sus hijos más prominentes, Rob Cas-tor, prometedor escritor de culto, acabaría como acabó: suicidándo-se tras asesinar a su novia. Y menos que nadie, Nick Framingham, su mejor amigo de la infancia. Pasada la conmoción inicial, superado el interés de los medios de comunicación por un suceso con mucha carnaza –sexo, literatura y muerte–, el pueblo vuelve a su rutina. No así Nick, que se empeña en tratar de entender qué llevó a su amigo a tal desenlace.

EL PADRINOMario PuzoEDICIONES BEl Padrino narra la historia de un hombre: Vito Corleone, el capo más respetado de Nueva York. Déspota benevolente, implacable con sus rivales, inteligente, astuto y fiel a los principios del honor y la amistad, Don Corleone dirige un emporio que abarca el fraude y la extorsión, los juegos de azar y el control de los sindicatos. La vida y negocios de Don Corleone, así como los de su hijo y heredero Michael, conforman el eje de esta magistral obra.

LA HOGUERA DE LAS VANIDADESTom Wolfe ANAGRAMATom Wolfe debutó triunfalmente como novelista con La hoguera de las vanidades, que fue calificada como la novela de Nueva York. El protagonista es un yuppie, un asesor financiero que se ha convertido en la estrella de una firma de brokers, pero que se ve inmerso en ro-cambolescas dificultades jurídicas, matrimoniales e incluso económi-cas a partir de la noche en que se pierde por las calles del Bronx cuan-do llevaba a su amante del aeropuerto Kennedy a su nido de amor.

VENTANAS DE MANHATTAN Antonio Muñoz MolinaSEIX BARRAL“Me gustaría acordarme de cada una de mis caminatas y de todas las ventanas a las que me he ido asomando en Manhattan…” Con este propósito, Antonio Muñoz Molina en primera persona, escritor y personaje a un tiempo, visita en estas páginas los rincones más per-sonales de Nueva York. Se convierte así en observador cómplice de una realidad próxima a la ficción que configura nuestro imaginario vital y cultural. Fruto de sus prolongadas estancias a lo largo de va-rios años, este libro es un canto apasionado a la ciudad de contrastes por antonomasia.

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POR STAFF LEEMÁS

¿Qué tienen en común Janis Joplin, Jack Kerouac, Diego Rivera y Sid Vicious? Además de haberse convertido en iconos culturales de la música, la literatura, la pintura y la nota roja, estos cuatro personajes se hospedaron alguna vez en un viejo hotel de la ciudad de Nueva York. El inmueble que se ubica en el número 222 Oeste de la calle número 23, por alguna razón desconocida, se convirtió en epicentro del fino arte de la bohemia, donde andanzas y correrías que se justifican bajo la premisa de que el artista es todo expresión y libertad, ocasionaron uno que destrozo sin malas intenciones. Bajo el sencillo nombre de Hotel Chelsea, este edificio de aspecto más bien ecléctico, que puede considerarse como tardío-victoriano, ha dado cobijo a decenas de ilustres personalidades del arte. Centro de peregrinaje obligado para quienes visitan la ciudad Nueva York en búsqueda de las huellas de sus héroes o anti-héroes, según el caso, el Chelsea fue construido en 1884 originalmente como un edificio de apartamentos. En 1905 se convirtió también en hotel y desde entonces adquirió esa esen-cia, ese olor que seduce, como el polen a las abejas, a cierto tipo de personas. No es difícil pensar que Stanley Kubrick, uno de sus huéspedes, imaginó aquella espeluznante escena de El resplandor, cuando el largo corredor de ese hotel invernal se llena de pronto de sangre, mientras se encami-naba hacia el ascensor; o al “último maldito”, a Dylan Thomas, ilustre poeta e ilustre dipsómano, quien tras beberse 18 whiskies “derechos”, salió del hotel al borde de una congestión alcohólica que terminó matándolo cuatro días después. Y es que en esas habitaciones sin lujos ni extravagancias, Keith Richards, Edith Piaf, Bob Dylan o Joey Ramon encontraron aquello que justamente no puede nombrarse, pero que los griegos representaron como las musas, la inspiración, ese ángel que condu-ce al paraíso o al más vil de los infiernos. En caso de que se dude acerca de los riesgos que conlleva llevarse mal con las hijos de Mnemosina, pregunten a Syd Vicious, el bajista de Sex Pistols, el mismo que no sabía tocar ni una sola nota, y que, según la leyenda, bajo los efectos de una potente dosis de heroína, apuñaló hasta la muerte a su novia en la habitación número 100 del Hotel Chelsea. La administración, para alejar las malas vibras, borró ese número del listado, como ocurre en decenas de rascacielos neoyorquinos que han prohibido los pisos 13.

Quizá la historia más emotiva y que mejor representa la esencia del Hotel Chelsea sea la que pro-tagonizaron un hombre y una mujer en una lejana noche de la década de los sesenta. Ambos se encuentran en la planta baja, antes de subir al ascensor. Lo abordan. Ella viste un atuendo vaporoso y largas hebras de cabello rubio le cubren el rostro, casi infantil y risueño. Del otro lado, un joven que lucha internamente a la caza de imágenes para sus balbuceos poéticos, luce serio, como solo un canadiense en suelo extranjero podría serlo. Conforme ascienden, se miran y descubren esa chispa. Renuncian a cualquier presentación forzada y se abrazan en automático, como en trance. Después se besan con la violencia de los amantes para quienes la vida se les va en un beso y se bajan en el piso 3. La habitación 307 no duerme hasta la madrugada. Ella era Janis Joplin, la bruja cósmica. Él, Leonard Cohen, recientemente galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Hoy el Hotel Chelsea se halla al borde de la bancarrota y a un paso de cerrar sus puertas para siempre. Las mitologías y las epopeyas no son suficientes, a veces, para pagar los impuestos de la Gran Manzana. +

PARA NO OLVIDAR EL HOTEL CHELSEA21

EL RESPLANDORStanley Kubrick

DVD

NEVER MIND THE BOLLOCKS

Sex PistolsCD

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EL GUARDIÁNENTRE EL CENTENO

J. D. SalingerALIANZA EDITORIAL

+PARA VER Y ESCUCHAR

ALEJANDRO FERNANDEZLo esencialSONY MUSICYa con una carrera por demás consolidada y firme, ahora se recopila lo mejor de su carrera en esta edi-ción de tres discos con un DVD, conteniendo lo mejor de la época con su primera casa discográfica.

NIÑA PASTORILa orilla de mi peloSONY MUSICDespués de estar aunsente de los escenarios, la prodigiosa voz de Pastori nos trae una nueva pro-ducción que nuevamente la coloca en los primeros lugares de popularidad.

LOS TIGRES DEL NORTE AND FRIENDSMTV UnpluggedUNIVERSALSon toda una institución en la llamada “música regio-nal mexicana” y ahora toman la aventura de grabar dentro de la serie MTV Unplugged al lado de artistas que van desde Juanes hasta Zack de la Rocha.

LUKA SULIC / STJEPAN HAUSER2 CellosSONY MUSICDos talentosos cellistas llevan el sonido de sus res-pectivos intrumentos a los terrenos de éxitos ya co-nocidos en la música rock, dándoles un nuevo y pe-culiar sonido.

RODOLFO RITTERPrimero pianoR. MANDUJANOSin duda uno de los pianistas más talentosos y reco-nocidos en México; por medio de ejecuciones ma-gistrales Rodolfo nos lleva a un paseo de sonidos y texturas únicas y sumamente disfrutables.

IMPORT / EXPORTUlrich Seidl

OPTIMA FILMSDos destinos individuales van en direcciones opuestas. Olga, enfermera de Ucrania, abandona a su familia para buscar una vida mejor en Occidente y termina trabajan-do como mujer de limpieza en un asilo geriátrico en Aus-tria. Paul, un guardia de seguridad desempleado en Vie-na, busca una razón para levantarse por las mañanas y se dirige al Este con su padrastro, acabando en Ucrania.

LOS REALIZADORESBarry Levinson

QUALITY FILMSBasada en las memorias del productor y ganador del Oscar Art Linson, Ben (Robert de Niro) es un productor desesperado cuya carrera pende de un hilo y quien apar-te de todo intenta mantener su dignidad mientras so-brevive a las humillaciones de Hollywood. Una comedia negra que narra dos semanas en la vida del protagonista.

LOS NIÑOS ESTÁN BIENLisa Cholodenko

CINE, VIDEO Y T.V.Nic (Annette Bening) y Juls (Julianne Moore) han lo-grado construir una familia sólida y amorosa, a pesar de lo peculiar que a algunos les podría parecer su ma-trimonio. Sin embargo, ante la inquietud de Joni (Mia Wasikowska), su hija mayor, quién tras cumplir 18 años decide investigar quién es su padre biológico, la relación entre Nic y Juls sufrirá una sacudida brutal. ¿Sobrevivirá

la familia a tal impacto?

127 HORASDanny Boyle

TWENTIETH CENTURY FOXDel ganador del premio de la academia como mejor di-rector, Danny Boyle (Quisiera ser millonario), llega esta historia increíblemente inspiradora y basada en hechos reales, acerca de la lucha de un hombre por sobrevivir a todas las adversidades de la montaña. Aron Ralston (Ja-mes Franco) es un apasionado de las actividades al aire libre. Cuando el desprendimiento de una piedra lo deja

atrapado en un estrecho y aislado cañón en Utah.

EN EL CAMINOJasmila Zbanic

CINE, VIDEO Y T.V.Luna (Zrinka Cvitesic) y Amar (León Lucev) son una pa-reja de treintañeros enamorados que vive en Sarajevo. Ambos tienen planes para el futuro juntos, uno de los cuales, quizá el más importante, es tener el primer hijo. Ambos trabajan en la industria aérea y parece no irles tan mal; sin embargo, sobre Amar permanecen los re-cuerdos de una guerra a la cual sobrevivió no sin sortear,

como consecuencia, el alcoholismo.

DVD CD

Y ESCUCHARNota de paso

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Lee+

POR SIR REED A. LOT

Era 1980. El vuelo llevaba tres horas de retraso. Mientras es-peraba la salida hacia Nueva York tomaba café y mataba el tiempo viendo pasar a la gente. Una sensual rubia se me acercó y nos pusimos a platicar. Se llamaba Mary M. Me contó acerca del piso que tenía cerca de Central Park. No le creí mucho; dejé de poner atención a sus palabras y me concentré en sus ojos verdes. Luego nos llamaron para abordar y le prometí que la visitaría cuando estuviera libre.

El vuelo aterrizó sin contratiempos en el aeropuerto JFK; tomé un taxi rumbo a mi hotel, ubicado en una callejuela de Brooklyn, cerca de Chinatown. Por el precio era un milagro que tuviera sábanas limpias y agua tibia. Al bajarme del taxi, me percaté que no traía la cartera, hice memoria: había pagado la cuenta en el aeropuerto y después... ¡Maldita sea, la rubia! En cuanto me distraje para darle la propina al mesero seguramente tomó mi cartera. Por suerte siempre cargo un poco de efectivo. Pagué el taxi. Me quedaban apenas un par de dólares para desayunar. Dejé la maleta y fui a buscar a la tal Mary M. Pensarán que soy ingenuo, pero un ingenuo con suerte: me la topé justo en la sali-da del metro. No sé quién se sorprendió más, si ella al verme, yo al encontrarla o el policía de la comisaría: Mary M. era, digamos, cliente frecuente. Tras varias horas de burocracia, y sin haber recuperado mi cartera, uno de los policías entró corriendo y gritó: ¡Han matado a alguien a la vuelta! Aunque era ya de ma-drugada me dispuse a hacer lo mejor que hago: parar la oreja.

Un tipo le había disparado cinco veces a alguien. La confusión reinaba en la comisaría. En eso, el jefe de policía me dijo: Usted es detective, ¿verdad? Necesito su ayuda.Si la rubia no me devolvía la cartera, tendría que trabajar para comer y sobrevivir en la Gran Manzana. El comisario me expli-

THE CATCHERIN THE RYEJ. D. Salinger

LITTLE, BROWN AND COMPANY

có que al parecer había sido un crimen pasional. El asesino se había inspirado en El Guardián entre el centeno, de Jerome Da-vid Salinger, para cometer el delito. Antes de aceptar el caso pedí un jugoso adelanto. Entonces regresé al hotel e intenté descansar un poco. No debí dormir mucho porque eran como las diez cuando me desperté; en una librería compré El guar-dián entre el centeno. Luego fui a la Grand Central y abordé un tren rumbo a Cornish, New Hampshire. Intentaría hablar con el propio Salinger, quien desde 1964 se ocultaba del público, temeroso del éxito que había provocado su novela, sin duda su obra máxima.

Al llegar al lugar, afuera de la estación, entré a una sucia cafe-tería. Seguramente ahí encontraría alguna pista sobre la casa del autor. La radio tocaba música de los Beatles. Supuse que la cajera había sufrido una decepción amorosa porque lloraba a mares mientras balbuceaba Happiness is a warm gun; una ex-traña escena, sin duda.

Ordené un café negro y pasé el rato subrayando los puntos trascendentales sobre la historia de Holden Caulfield, el prota-gonista, un joven de 16 años abrumado por la decadencia de la sociedad, que ha sido expulsado de su cuarto colegio. De pron-to la mesera me dijo: ¿Estás buscando al maldito escritor? Ese desgraciado vive en la montaña, en una casa tan sola como su alma. Era todo lo que necesitaba. Tomé mi sombrero y el abri-go. Me marché. Quizá la mesera tenía alguna cuenta pendiente con Salinger; era sabido que nadie en el pueblo revelaba dónde vivía. Tomé un taxi que me dejó a mitad de la carretera, al lado de un angosto camino que conducía colina arriba; caminé hacia una casa rústica rodeada de árboles. Llegué hasta la puerta, iba a llamar cuando apareció un tipo alto, de cabello negro y cara roja. Comenzó a gritar en un idioma ininteligible. Entonces vi la escopeta. Asustado, eché a correr; el tipo gritaba y gruñía, la escopeta lanzaba plomo. Sobre el camino quedaron, como testigos del susto, mi abrigo y mi sombrero.

Regresé a Nueva York. Me había topado con el demonio en persona; las palabras que salían de su boca, venidas del mis-mísimo infierno, aún retumbaban dentro de mi cabeza. Com-prendí el éxito de El guardián entre el centeno: Salinger había vendido su alma al diablo y, arrepentido, se había recluido en ese pueblo. Al llegar a la estación, el jefe de policía me recibió en su oficina. Me preguntó cómo iba. Le conté lo sucedido.—Era el demonio. Seguro que el asesino pertenece a una secta satánica liderada por ese Salinger—dije, convencido.—Eso no importa, la investigación dio un giro: el loco que mató a John Lennon lo hizo en solitario. —¿Cómo dijo? ¿Mató a quién?—A John Lennon... ¿No se lo había dicho?

Años después, la hija de Salinger reveló en El guardián de los sueños que su padre sufría de glosolalia, enfermedad que vuel-ve ininteligibles y sin sentido las palabras de quien la padece. Al final ni Salinger era el demonio ni yo había perdido mi car-tera: la encontré dentro de mi maleta cuando empacaba para regresar a México. + Po

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EL GUARDIÁNENTRE EL CENTENO

J. D. SalingerALIANZA EDITORIAL

EXPEDIENTE SECRETO J.D. SALINGER23

JOHN LENNON: TRAGEDIAS DEL ROCK

Pablo Maiztegui VERGARA Y RIBA

CAPÍTULO 27

Y ESCUCHARY ESCUCHAR

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+DEL TEMA DVDNota de paso

ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA Sergio Leone

WARNER BROSAquí vemos al Nueva York de los inmigrantes, los que decidieron conquistar el sueño americano y, claro, los que también decidie-ron hacerlo por la vía corta. Gánsteres, venganzas, añejas renci-llas. Sergio Leone plasma todo con una naturalidad que resulta

engañosa… o no. Nueva York es eso y más.

WALL STREET Oliver Stone

20th CENTURY FOXEn los años del capitalismo rampante y voraz, muchos personajes ascendieron al olimpo bursátil y otros tantos cayeron al vacío, pero todo ocurría en Nueva York, sede de la casa de bolsa más poderosa del mundo en esos años, e incubadora de los seres menos éticos y humanos del planeta. El dinero lo es todo en Wall Street, la Roma

descarnada que así, con mano firme, dibuja Oliver Stone.

EL QUINTO ELEMENTO Luc Besson

COLUMBIA PICTURESAsí como en Metrópolis tenemos a una ciudad futurista y deca-dente que es sin duda la Nueva York que se podía uno imaginar en esos años, en la película de Luc Besson tenemos a otra ciudad del futuro que sin duda, sin la menor duda, es el Nueva York que conforme pase el tiempo verán los que nazcan en 30 años, con

todo y taxis amarillos...

HISTORIAS DE NUEVA YORK Woody Allen/Francis Ford Coppola/Martin Scorsese

TOUCHSTONE PICTURESAquí hay tres directores que confirman, al unir estas tres historias tan distintas entre sí, que en esta ciudad puede pasar de todo, haber de todo y puede surgir o la más inspirada o la más enferma personalidad del orbe. ¿Quiénes son ellos? Nada menos que Fran-

cis Ford Coppola, Martin Scorsese y Woody Allen.

TARDE DE PERROSSidney Lumet

WARNER BROS.Un banco, dos asaltantes, el verano, las coincidencias. Aquí Sidney Lu-met se encarga de plasmar una de las caras más agresivas de Nueva York, la de los planes que se derrumban, pero con una sutileza tan pro-funda que todo se vuelve interminablemente dramático. Como a la

ciudad, muchos han querido imitarla, pero eso es imposible.

KING KONG John GuillerminPARAMOUNT PICTURESKing Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, EUA, 1933; John Guillermin, 1976; Peter Jackson, 2005). Tres versiones famo-sas llevamos hasta ahora en las que la ciudad se convierte en una metáfora asfaltada de la razón y la ciencia, del Super Yo, enfrenta-do a lo salvaje, al sexo desatado, a lo irracional, al Ello peludo que sube al Empire State (o a las desaparecidas torres del WTC de-pendiendo la versión que se revise). Tres versiones que confirman que la ciudad es o una de esas cosas o ambas a la vez.

CONTACTO EN FRANCIA William Friedkin20th CENTURY FOXEsta película es muchas cosas, pero antes que nada, es neoyorkina. La ciudad cuenta con una de las policías más famosas del mundo, pero ello no la libra de contar con elementos corruptos o de te-ner entre sus filas a durísimas manos de la ley que más que buscar justicia, sobreviven en la carnívora ciudad que era Nueva York en esos años.

LOS PRODUCTORES Susan StromanCOLUMBIA PICTURESNueva York no está completo sin sus teatros y sus obras musicales y esas otras paredes de la misma ciudad quedan muy bien ejempli-ficadas en lo que quizá sea el mejor musical de Broadway adapta-do al cine en estos años, todo bajo la dirección de Susan Stroman.

TERROR DE AMITYVILLE Stuart RosenbergMGMNueva York también son sus suburbios y en los suburbios pueden ocurrir cosas tan extrañas y violentas como en Manhattan. Esta his-toria es la prueba. Los neoyorkinos que paradójicamente buscan alejarse del asfalto pagan un precio sangriento, como si vivieran en el peor barrio de la isla.

OJOS BIEN ABIERTOS Stanley KubrickWARNER BROS. Un escenario de película, eso es en estos días Nueva York, envuelto en asépticas vistas y privado ya de la vida natural del asfalto y los semáforos, con todo en su lugar, todo tan acomodado que incomoda. Por eso el último retrato de las caras del Nueva York es el que en Londres hizo Kubrick para esta película. Recreó a Nueva York desen-marcarando su hipocresía… y algo más.

EL DECÁLOGO DE NUEVA YORK por cinegarge.com

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CINE

Nueva York es al siglo XX lo que París es al XIX, a diferencia de Ciudad de México cuyo tiempo no tiene siglo. Nueva York representa en su desarrollo, origen y perfil, los ideales del siglo XX. Por esa razón las dos caras que muestra ante quienes la visitan, así sea a través de una película, son tan peculiarmente contrastantes. Claro, todas las ciudades presentan al menos dos rostros, pueden ser más, pero las de Nueva York están tan enfrentadas que sólo se les puede compren-der tomándolo con calma.

Con calma, así fue como Woody Allen recorrió los temas que la ciudad le ofrecía. El Nueva York de Allen es, desde luego, el que continúa llevando hacia ella multitudes en busca de un refugio urbano que no se parece a París y menos a los rascacielos y el distrito financiero retratados desde los tres King Kong más famosos, hasta Wall Street (1987) e incluso American Psycho (2000). El Nueva York de Allen está en las calles comunes y corrientes, en los cines de barrio y, aunque de vez en cuando remite a lo que se hace en Broadway, nunca observamos los anuncios gigantes y luminosos que nos plantan en la cara películas como El diablo viste a la moda (2006), que muestran otra ciudad. Las películas de Woody Allen dibujan una ciudad cotidiana y normal, con las calles de su natal Brooklyn, sus restaurantes. Y en medio, sus dramas, sus alegrías, sus desilusiones; Manhattan (1979), Annie Hall (1977), Interiores (1978), La rosa púrpura del Cairo (1985), Balas sobre Broadway (1994) comprueban y demuestran, además, que Nueva York (incluido Nueva Jersey) es la ciudad del siglo XX.

Con sólo cruzar la calle queda claro que Nueva York efectivamente no duerme. El contraste severo y animal del que hablábamos se nota en la ciudad que míster Giuliani se empeñó en convertir en cuento de hadas: el Nueva York de las prostitutas, de los traficantes, de la violencia desatada; el Zoo York en su mejor manifestación a través de películas como Taxi Driver (1976) –Martin Scorsese, otro enamorado de su ciudad, que también creó La edad de la inocencia (1993)–, donde un ex combatien-te de Vietnam deja escurrir de manera retorcida y sangrienta todo su desprecio por la civilización que lo ha llevado a la guerra; un hombre que conociendo las calles de la ciudad no puede encontrar el rumbo de su propia vida. Taxi Driver retrata, a través de su personaje central, las contradicciones de Occidente, plasmadas con manchas de violencia en las paredes de los edificios de Nueva York, convirtiéndola de ese modo en una ciudad mítica.

Los guerreros (1979) es una especie de road-movie que atraviesa la ciudad de una punta a la otra siguiendo a una desafortunada pandilla que es perseguida por otras en busca de venganza (fenóme-nos del siglo XX). Observamos el metro, las calles, los grafitis, la gente y sus acentos; todo ello nos resulta tan parecido a la Metrópolis (1927) de Fritz Lang, inspirada en el Nueva York de principios de siglo, que nos asusta. Mítica, Los guerreros también puede leerse como una interpretación moderna de La Odisea, la vuelta a casa, al barrio, al ‘hood, en donde uno es rey.

Nick and Norah’s Infinite Playlist (2008) es un recorrido al estilo Los guerreros pero en tono distinto. Sus locaciones son restaurantes locales, bares, tiendas y lugares de trabajo que efectivamente son locales cien por ciento pero también casi universalmente conocidos. Como todo en Nueva York. +

POR ERICK ESTRADA

LA COLUMNA DE ERICK Director editorial del portal dedicado al cine www.cinegarage.com

NICK AND NORAH’SINFINITE PLAYLISTPeter SollettDVD

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DOS ROSTROS DE UNA MISMA CIUDAD

TAXI DRIVER Martin ScorseseDVD

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LOS +VENDIDOSSANTO PRI, LÍBRANOS DEL PAN

RIUSGRIJALBO

De 1934 a 1940 gobernó en México el gral. Lázaro Cárde-nas Del Río (tío mío medio lejano, pero tío), y su gobierno ha sido considerado por los historiadores como “de izquierda”. Como ha sido usual en México, el presidente que sale desig-na a su sucesor, pero haciendo la faramalla de que los distintos sectores del partido hacen la designación. En el caso de don Lázaro, alguien dijo que no podría ser sucesor el también ge-neral Francisco Múgica, porque era “demasiado” de izquierda.

EL CUADERNO DE MAYAIsabel Allende

PLAZA & JANES EDITORESSoy Maya Vidal, diecinueve años, sexo femenino, soltera, sin un enamorado, por falta de oportunidades y no por quisquillosa, na-cida en Berkeley, california, pasaporte estadounidense, temporal-mente refugiada en una isla al sur del mundo. Me pusieron Maya porque a mi Nini le atrae la India y a mis padres no se les ocurrió otro nombre, aunque tuvieron nueve meses para pensarlo. En hin-di, maya significa “hechizo, ilusión, sueño”, nada que ver con mi carácter. Atila me calzaría mejor, porque donde pongo el pie no

sale más pasto.

EL RUIDO DE LAS COSAS AL CAERJuan Gabriel Vásquez

ALFAGUARAEsta novela inicia con la exótica fuga y posterior caza de un hi-popótamo, último vestigio del imposible zoológico con el que Pablo Escobar exhibía su poder. Ésta es la chispa que arranca los mecanismos de la memoria de Antonio Yammara, protago-nista y narrador de esta novela, que es un negro balance de una época de terror y violencia, en una Bogotá descrita como un territorio literario lleno de significaciones. En 1995, Antonio co-noce al intrigante Ricardo Laverde, quien ha pasado veinte años en la cárcel. Entre los dos se fraguará una estrecha amistad...

CIEN AÑOS DE SOLEDADGabriel García Márquez

ALFAGUARACien años de soledad, convertida en corto tiempo en un clásico de la moderna literatura en castellano, ofrece una aventura de lectura insustituible. Proyectada como una des-cripción de la vida familiar de la casa donde transcurrió la in-fancia de García Márquez. Poco a poco, se convierte en una fabulación mágica, en morada de unos personajes ya legen-darios inscritos en los mitos profundos de la cultura universal.

LA CULPA ES DEL ESPEJOFelipe Fernández del Paso

PLANETAAna y Manuela son dos hermanas ricas, educadas con las monjas del Sagrado Corazón; son cuarentonas, casadas e insatisfechas, aburridas de su vida superflua. Un día deciden robar a la familia una obra de arte. Su fechoría, que se sale de control... Lo que sigue es un viaje a los bajos fondos del mundo donde se trafica tanto con pintu-ras originales como falsificadas. Un viaje trepidante que las lleva de

la ciudad de México a Argentina.

FICCIÓN NO FICCIÓNMANUAL PARA NO MORIR DE AMORWalter RissoNORMAEl libro contiene 10 principios de supervivencia afectiva: 1. Si ya no te quieren, aprende a perder y retírate dignamente. 2. Casar-se con el amante es como echarle sal al postre. 3. Evita el sacri-ficio irracional: no te anules para que tu pareja sea feliz. 4. ¿Ni contigo ni sin ti? ¡Corre lo más lejos posible! 5. El poder afectivo lo tiene quien necesita menos al otro. 6. No siempre un clavo saca a otro: a veces, los dos quedan adentro. 7. Si el amor no se ve ni se siente, no existe o no te sirve...

PEQUEÑO CERDO CAPITALISTASofía MacíasAGUILAR¿Realmente quieres sacarle el mejor provecho a tu dinero? No im-porta si eres músico, poeta y loco; doctor en ciencias ocultas, bo-hemio, activista, amante de la naturaleza, cirujano, arquitecto de tu propios destino, floricultor, psicoanalista… no importa si no tie-nes idea de finanzas personales, tienes grandes nociones o crees que eres un experto. Con Pequeño cerdo capitalista tendrás las herramientas más efectivas para saber ahorrar, invertir y repartir de la mejor manera tus ingresos.

MAÑANA O PASADOJorge G. CastañedaAGUILAR Actualmente el rostro enigmático de México presenta hondas cicatrices y un gesto que va del escepticismo a la ironía, del resen-timiento al desprecio. ¿Cómo pueden descifrarse las inquietudes de ese semblante? ¿Qué estigmas conservan los mexicanos, a qué mitos se aferran? ¿Qué fracturas hay tras la guerra del narcotrá-fico, la vorágine migratoria y el descrédito de sus gobiernos, de sus aparatos de justicia y sus instituciones? Jorge G. Castañeda entrega en mañana o pasado.

POR ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS:LA ECONOMÍA POLÍTICA DE UN CRECIMIENTO MEDIOCRECarlos Elizondo MayerDEBATEUn libro que expone de manera clara y resumida las principales causas del estancamiento económico en México: su debilidad institucional, la corrupción, el corporativismo y la falta de transparencia, entre otras. Al analizar cada una de las estrategias políticas y económicas que los gobiernos mexicanos (desde la colonia y el Porfiriato hasta los gobier-nos panistas) han propuesto para alcanzar los niveles deseados de una nación próspera, el autor de este libro hace un análisis crítico de por qué, a pesar de los recursos y las oportunidades con los que el país ha contado, han resultado erradas.

LEER LA MENTEJorge VolpiALFAGUARA¿Qué pasa en mi cerebro cuando leo una novela o un cuento? ¿Cómo y cuándo aparecieron? ¿Qué parte de la mente inventa las anécdotas felices o los desenlaces trágicos? ¿Por qué sufrimos o go-zamos con los personajes de los relatos y de qué forma nosotros, los lectores, nos transformamos en esos personajes? ¿No es acaso el yo nuestra mayor invención? En este brillante y provocador ensayo, Jorge Volpi destierra la vieja idea de la ficción como entretenimiento y sostiene, por el contrario, que las novelas y los cuentos han sido esenciales para la evolución de la especie humana.

Nota de paso

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CAPÍTULO UNOHaven estaba de regreso. Tendió la mirada por la conocida recamarita. Nubes plateadas flotaban sobre el tragaluz arriba de una cama arrugada. Una vela en el borde del tocador esperaba a que los débiles rayos solares terminaran de desvanecerse. Su vista volvió al espejo frente a ella. Alisó una mata de su melena rubia y la acomodó tras una oreja. El reflejo en el espejo no era el suyo, pero lo conocía tan bien como al propio. Los grandes ojos cafés lucían sombras de kohl. Los labios sonrientes formaban un arco rojo de cupido. Una vez más miró una mano fina con granate encendido alisar una túnica bordada en oro. Haven sintió la seda pasar bajo sus dedos. […] Oyó abajo el ruido de tacones de mujer en los adoquines. Con el corazón agitado, corrió por la tosca duela hasta la ventana, cuidando que los tacones de sus zapatillas no resbalaran en las grietas. Se asomó por las cortinas de terciopelo. Un piso bajo ella, por un sendero angosto y encantador, pasaban caminando dos mujeres enfundadas en abrigos de piel y tomadas del brazo. La forma de sus sombreros y el estilo de sus zapatos no habían estado de moda en casi cien años. No se detuvieron, y la chica suspiró aliviada cuando por fin desaparecieron de su vista. Lo último que necesitaba era que su madre la visitara en esta su primera noche solos, juntos. Sus ojos volaron a la estructura de un rascacielos que se construía a la distancia, y volvieron pronto abajo, a la calle. Una figura misteriosa había aparecido en el sendero. La respiración de la joven se aceleró cuando la figura se detuvo frente a su puerta y miró furtivamente a ambos lados de la calle. Oyó una llave entrar en el cerrojo escaleras abajo, y luego, pasos graves subir al segundo piso. En un instante, él estaba en su cuarto, abrigo y sombrero en las manos. […] Él dejó caer su abrigo para que sus frías manos buscaran la base de su espalda. Luego, sus labios húmedos chocaron con los otros. Ella se apretó contra él, sintiendo aumentar el calor bajo sus capas de algodón y lana.—Te he esperado una eternidad —le dijo.—Ya estoy aquí —susurró él, recorriendo su cuerpo con las manos.—¡Ethan! —murmuró ella, mientras el cuarto se llenaba de un brillo cegador.

CAPÍTULO DOSHaven Moore estaba parada en un banquito, asomándose por la ventana abierta frente a ella y confiando en que po-dría dejar de moverse. A lo largo del invierno, la expectación había crecido en su interior. Pero una vez que el clima se templó, fue incapaz de dormir o quedarse quieta. Parecía como si cada célula de su cuerpo bailara.Algo le esperaba más allá de las altas montañas alrededor de Snope City, y su impaciencia se había vuelto casi insoportable. Le daban ganas de saltar por la ventana, segura de que el viento la sostendría sobre los árboles y la depositaría justo donde debía estar. Lo único que la mantenía atada a la tierra era la mano de Beau en el bies del vestido que modelaba.—¡Haven, ven a buscar el control remoto!El graznido de su abuela hizo añicos su concentración. Haven se tambaleó un momento y bajó del banco atropella-damente.—¡Vaya, Haven! ¿De cuándo acá eres tan torpe?Oyó que una aguja caía al suelo y vio a Beau meterse un dedo herido en la boca —¡Ay, pobrecito! —desordenó el enmarañado pelo rubio del muchacho—. Vuelvo en seguida. Imogene se sienta a cada rato en el control. A lo mejor ya se le enterró entre las nalgas.—¿Quieres que te traiga una palanca? —bromeó Beau. Se irguió todo lo alto de su metro noventa de estatura y ofre-ció a Haven una sonrisa maliciosa, sin darse cuenta de que estaba a sólo unos centímetros de que el ventilador del techo le arrancara el cabello.—¡Baja la voz! —ordenó Haven riendo, mientras abría de golpe la puerta de su recámara—. ¿Quieres que te prohíban entrar para siempre?Sus pies descalzos resonaron en la duela. Le gustaba imprimir todo su peso en ese alarde impropio de una dama. Tras bajar las escaleras y acercarse a la cocina, su madre salió al pasillo, limpiándose las manos en el delantal, sacudió la cabeza en mudo ruego y alzó cuatro dedos todavía embarrados de masa para galletas. Haven aflojó el paso para que sus pies cayeran levemente. Fastidiar a su abuela era un placer que por lo pronto tendría que olvidar. Cuatro meses de buena conducta eran un bajo precio por su libertad. En septiembre ingresaría al Instituto Tecnológico de la Moda de Nueva York, y habría mil kilómetros y una cordillera entera entre ella y el este de Tennessee. +

Haven Moore, la protagonista de Eternos, novela de Kirsten Miller, sufre visiones sobre un pasado difuso, vivido en otros tiempos, por otras personas. Cuando mira en la televi-sión a Iain Morrow, famoso personaje, siente el irrefrenable deseo de trasladarse a Nueva York, para conocerlo, pues entre ambos existe un puente que vale la pena recorrer. Lee+ ofrece a sus lectores el siguiente extracto de Eternos.

Kirsten MillerALFAGUARA

ETERNOS

EXTRACTO27

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¡NIÑOS A LEER!

ANDY WARHOL’S COLORSSusan Goldman RubinCHRONICLE BOOKS

POR RODRIGO MORLESINNueva York es como un gran parque de diversiones disfrazado de ciudad. En cada esquina hay algo sorprendente, una filmación de cine por aquí, un personaje peculiar por allá. Se respira arte y cultura por todos lados.Hombres con traje y turbante, árboles decorados con estrellas, muñecos gigantes que flotan por las calles... es un carnaval permanente. Entrar a los museos es como subirse a la montaña rusa, puedes caminar entre dinosaurios, jugar con manchas de pintura multicolor y tomar el té en el parque con Alicia y su país de las maravillas. Es una ciudad amigable con los niños, hay librerías, restaurantes, conciertos y hasta cine al aire libre en pleno zoológico.¿Cómo comprender tan maravillosa ciudad estando tan lejos? Te tengo cinco maneras de devorar la Gran Manzana sin salir de casa.

TE PRESENTO A LA ESTRELLA DE NUEVA YORKSu nombre es Andy, Andy Warhola (con el tiempo se le cayó una letra a su apellido). Andy estaba loco por el color y los colores lo amaban a él; juntos crearon pinturas locas y maravillosas que a mucha gente le parecían raras, pero otros pensaban que eran geniales. Mira que pintar vacas rosas, latas de sopa y gatos verdes, créeme, no a todos les perecía algo divertido; pero para él sí que lo era, así que pintaba y dibujaba todo el tiempo. ¿Te gustaría conocer lo que imaginaba? Descúbrelo en este libro con el que descubrirás colores, palabras en inglés y el arte más divertido de Nueva York.

DEVÓRATE LA GRAN MANZANA

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UN LUNES POR LA MAÑANAUri ShulevitzFCE

PAULA EN NUEVA YORKMikel ValverdeSM

A 2 3

LAS VISITAS MÁS INESPERADASUn lunes por la mañana, el rey, la reina y el Principi-to me fueron a buscar, pero no me encontraron. No importa, dijo el Principito, vendremos a buscarlo mañana Realmente el niño de este cuento está muy ocupado paseando por la ciudad. Nueva York es el escenario de este clásico álbum ilustrado inspirado en una canción tradicional francesa.

UNA NIÑA DEVORA LA GRAN MANZANAPaula recorre la ciudad, pasea por sus calles, co-noce SoHo y se maravilla con los letreros de Times Square y el tamaño de Central Park. Una nube la llevó hasta Nueva York y ahora busca cómo regre-sar a casa. Sin darse cuenta descubre, entre los rascacielos, un mundo maravilloso con personajes peculiares y uno que otro amigo.

N Y

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DEVÓRATE LA GRAN MANZANAPAULA EN NUEVA YORK

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30 INSOMNIO LA COLUMNA DE DIEGO Editor, columnista y, por si fuera poco, americanista.

POR DIEGO RABASA

Más allá de las costumbres, el paisaje o el entramado que una ciudad pueda ofrecer, aquello que distingue verdaderamente a una urbe de otra son las mentes a las que da origen. Las ciudades actúan como testigos mudos de la historia, guardan en el misterio de su transformación los secretos del incons-ciente colectivo de sus pobladores. Es por ello, quizá, que frecuentemente no son sólo personajes literarios sino que son, en buena medida, protagonistas. Es el caso de buena parte de la obra literaria de Henry James, que ambientó ocho relatos y una novela breve en la ciudad de su infancia, la ciudad que arropó su niñez y que le provocaría tanto desazón hasta el punto de que habría de abo-rrecer la “consumada y vulgar monotonía de esa multitud humana, moviéndose dentro de su propia masa”, que fue para él Nueva York en su etapa adulta.

El Nueva York de Henry James es, como buena parte de su obra, más tácito que evidente. James era un maestro de lo oculto. Su mirada se posaba siempre más allá de lo explícito. En su ficción quizá lo menos importante era lo que revelaba. Habitan sus relatos una tensión inmanente que le advierte al lector que debe ser él quien encuentre, en los silencios, en el peso del aire que ane-ga sus situaciones, el secreto que contiene la respuesta a todos los enigmas. La lectura de la antología Nueva York, realizada por el escritor irlandés Colm Tóibín, no produce nostalgia en los que conocen la ciudad como podría hacerlo la obra de Paul Auster, ni genera atracción como el Brooklyn de Phillip Lopate en El mercader de alfombras. Es más bien el rabioso testimonio de un hombre que veía en los cimientos del desarrollo urbano de Nueva York la tumba de un antiguo páramo sagrado que añoraba con vehemencia: “La veo en toda su rotunda sencillez —escribió—, aquella que pertenecía a un mundo más antiguo y tranquilo, a un Nueva York de mejores costumbres, mejores modales y creen-cias más sencillas […] su bondad testimoniaba de alguna forma la actitud de una sociedad al completo, las bondadosas costumbres de un colectivo”.

James vivió en Nueva York de los 5 a lo 12 años. Edad en la que se ha formado ya el inconsciente, y en la que se comienza a estructurar la personalidad que habrá de representar las formas de ese oscuro capataz de la mente. Su abuela vivía cerca de Washington Square, sitio al que le dedicó la novela homónima que supuso uno de los picos de su escritura. Y a pesar de que la escritura de James se caracteriza por revelar poco acerca de su condición interna, éste libro, es una de sus obras más personales porque se despliega en ella la furia de un hombre cuya prodigiosa memoria ubica en Nueva York la efigie de su añorada infancia. “Los escritos de James sobre Nueva York revelan, por enci-ma de todo, cierta ira, una ira que no se parece a ninguna otra en James, la que le provocaba todo lo que había perdido y todo lo que, en nombre del progreso, se había hecho en aquella ciudad que conocía tan bien”, sentencia Tóibín en el prólogo de este libro que rinde, sin pretenderlo, un sentido homenaje a una de las más gloriosas ciudades del mundo por parte uno de sus hijos pródigos. +

NUEVA YORKHenry JamesSEXTO PISO

EL HIJO PRÓ-DIGO NEO-YORQUINO.

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LA COLUMNA DE DIEGO Editor, columnista y, por si fuera poco, americanista.

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