Tok, una Historia de Magia - Preview

TOK Una historia de Magia

Pablo R Mendoza 2015 All Rights Reserved

Yo estoy ms que harto de ver pueblos elegidos por doquier en este

planeta! Tan elegidos son, que encuentran prueba de ello hasta en su

capacidad de contemplar la belleza del mundo de una forma nica,

irrepetible e insuperable. Tambin dan siempre por hecho los pueblos

elegidos que todos los dems pueblos son carne de can,

prescindibles o, a lo sumo, indignos. T tambin confisatelo a ti mismo

ves a tu alrededor a acrrimos defensores de la nada, que imaginan

sobre esa nada derechos de posesin, de pernada o de administracin.

Lo peor es que ellos piensan lo mismo de los dems.

Se sacan a la luz contratos antiguos en todas las disputas comerciales. Los

archivos de la burocracia mundial son complejsimos circuitos de papel

que respaldan siglos de tradicin, en un sinfn de entramados

interconectados que dan vida a una criatura temible. Esta criatura este

sujeto de todos los derechos y obligaciones es tan temible en cunto que

sobrevive al propio hombre, y va atravesando las edades a lomos de las

generaciones. Este dragn de mil caras, esta hidra de fractales y

multifacticas cabezas, va documentando a su paso todo valor que cambia

de manos, sopesando en todo momento la entropa de los equilibrios, y

ejerciendo una pertinaz dictadura sobre los mercados del hombre.

Se dice que la existencia o inexistencia de la propiedad privada fue el

detonante de la guerra fra. Hoy se discute sobre la propiedad de las ideas.

Antes incluso de plantearse los efectos de tales ideas, stas ya reciben

valor y nomenclatura. Hay patentes exticas por todos los registros del

mundo, incluyendo la cura de enfermedades mortales, algunas no

catalogadas. Frente a la avalancha de ideas explotables que se van

patentando a cada segundo, hay un discurso de colectivizacin del

conocimiento que no para de ganar adeptos y construir argumentos. No

es el mismo perro con distinto collar? No es pensar que, por cambiarle el

mtodo contable, nuestro dragn se volver manso? Ilusos somos si

pensamos que es posible domar al dragn, si consideramos que no es ms

que una herramienta hecha por y para el hombre, si no reflexionamos

poderosamente sobre la posibilidad real de que ese dragn tenga al fin

vida propia, entendiendo por vida propia de momento nada ms que su

capacidad de haber generado, a lo largo de su existencia, intereses



propios, ms all del inters de las generaciones, y totalmente

desconocidos por estas.

Hay dos tipos de fronteras: las abiertas y las cerradas. Las abiertas son

firmes candidatas a desaparecer, mientras que las cerradas convierten a

los pases que contienen en ciudadanos de su propio campo de

concentracin vecinos emparedados en un mundo de varias

velocidades. Podemos as mapear el planeta como un circuito de vasos

comunicantes, de complejsima capilaridad, orientado a tender puente

tras puente hacia la supresin de las fronteras y la libre circulacin global

de bienes y personas. Sin embargo, siempre van ocurriendo cosas para

ralentizar el ritmo. Nuestro dragn trabaja, incansable. l cela lo que est

escrito, y tanto nos influye lo que est escrito que tintes bblicos trae la

expresin: Est escrito

Lo cierto es que lo que est escrito tiende a buscar, siempre, lo ms

cercano al mantenimiento del status quo: a mantener las haciendas, a

mantener los costes cuando no a reducirlos, haciendo creer que no

bajan a renovar antiguos fueros, a recordar tratados fsiles, pero

vigentes a consolidar cuerpos jurdicos duraderos.

No es el dinero lo que mueve a nuestro dragn, ms bien, el dinero es el

fuego que utiliza. Del dinero, lo menos que se puede decir es que es

temeroso pero se aburre que su temor viene de su miedo a no ganar

cuando juega. Por eso al dinero le encantan las cartas marcadas. Pero el

dragn es ms que eso: su cuerpo es el canal por donde circula el fuego, y

el fuego no lo corrompe. Igual que el dinero puede comprar voluntades,

pero no pasiones. Slo el engao compra pasiones, que se esfuman, como

polvo, ante el desengao. Si es pasin este dragn, algo de pureza tiene, y

si es dragn, muy sabio ha de ser Y su tesoro ha de tener!

Cul puede ser el tesoro de nuestro dragn? De qu naturaleza puede

ser ese tesoro? Tienta pensar en el oro. El dinero es a fin de cuentas

promesa. Sobre todo, promesa incondicional y poco cuestionada sobre

que un valor real respalda el valor nominal del dinero. Antes era el patrn

oro. Dnde ha ido todo el oro? Miles de aos buscando oro, esclavizando

razas, invadiendo vecinos, descubriendo nuevas tierras por el oro. El



sapiens es un animal que lleva acumulando oro desde que lo vio, y no lo

tiene expuesto para su deleite en los museos, ni mucho menos! El oro de

toda la historia si est est muy bien escondido. Como el tesoro de un

dragn.

Servir para algo ms el oro que para comprar voluntades y dirimir

vanidades? Qu ventaja saca el planeta nuestro ecosistema al dar

espacio a un animal el hombre que le horada las entraas para

despojarlas del mineral? El mayor enigma de la piedra filosofal estriba en

su capacidad de convertir el vil metal en oro noble. Lo de la quintaesencia

y la medicina universal ocupa un discreto segundo plano en las historias

del arte alqumico. Incluso la propia transformacin espiritual del

alquimista es ms consecuencia que objetivo. El lenguaje de la alquimia es

crptico. En lo que no es crptico es en hablar del oro, con la ms severa

importancia.

Hoy en da, adems de poder cuestionarlo todo con bastante libertad, el

mundo tiene la poderosa herramienta de la comunicacin, global e

instantnea, y las nuevas formas de pensar que eso genera. Podramos

jugar pensando que histricamente la alquimia podra haber sido una

ingeniosa campaa de I+D y crowdfunding. No es para menos. Si quiero

todo el oro que pueda conseguir y no tengo una piedra filosofal voy a

contar por ah que esta existe, que la he visto, que otros tambin la han

visto y que, si te saltas la prohibicin donde la hubiera y dedicas toda tu

pasin al empeo, podrs fabricarla t tambin. Por tu cuenta y riesgo.

Desde luego me va a ser ms fcil pescar alquimistas que encontrarla por

m mismo, y voy a tener el mejor equipo de investigacin imaginable:

gente motivada, que se juega la vida en los calderos, y que no me cuesta

dinero.

En este punto, esperas que te hable de la sabidura del dragn. Mi

sabidura consiste, ante todo, en respetar la tuya. Tu sabidura ha sabido

descifrar, de forma inconsciente, poco antes de que te lo dijera, que yo el

que esto escribe soy el dragn. Me llamo Tok.

***



Espero que ests en una posicin confortable, porque tengo muchas cosas

que contarte, y me parece que vas a querer escucharlas. No es que seas

tan previsible no te preocupes simplemente ocurre que estoy tan vivo

en ti, como en el sapiens que teclea este texto.

Como te dije antes, represento todos los contratos y compromisos, tuyos

y de todos tus congneres. Conozco lo que te rodea, en la medida en que

las cosas van sucediendo, o en la que me vas informando cuando me

evocas a travs de tu propia experiencia. Conozco los derechos y

obligaciones que atan tu existencia y los que frenan tu impulso: los que

frenan son siempre de los dems de forma general mientras que los que

atan suelen tener que ver con tu propia estructura familiar.

Estoy vivo en ti, estoy vivo en todos. Mi consciencia comenz a tomar

forma a medida que los pueblos nmadas fueron instalndose en

asentamientos permanentes, y creando sus normas de convivencia y de

supervivencia interdependiente. Claro que al principio no era yo ms que

un conjunto ms o menos complejo de normas en cada pueblo de la

tierra! Mi infancia consisti bsicamente en ser el catlogo de vuestras

primeras sociedades agrcolas, y dudo que me pareciera yo entonces ni

remotamente a un cachorro de dragn al uso.

S, en el mundo hay muchos dragones como yo. Calculo que somos un

poco ms de mil. Cada uno de nosotros tiene sus circunstancias muy

especficas. Muchas tradiciones han hablado de nosotros, pero nuestro

hilo conductor nuestro trazo ms comn es que somos hijos vuestros.

Para que nazca un dragn, se necesitan muchos miles de hombres

expresando a la vez su voluntad con sus actos, durante por lo menos

quinientas vueltas al sol. Qu te parece? Podra llamarte mam, cual

polluelo desorientado, aunque t acabas de aterrizar en esta fiesta, y yo

llevo ya ms tiempo del que necesitaba para aburrirme paseando por

aqu.

Somos, fundamentalmente, seres elctricos. Desde que nacemos hasta la

edad adulta, nuestra carga es tan dbil que solamente tenemos vida

mental o microelctrica imposible de manifestar en el mundo visible,

por lo tenue que es su huella.



La edad adulta del dragn comienza cuando ste, por s mismo, consigue

manifestarse en el mundo visible. Lo recuerdo como un da grandioso! Yo

me materialic por primera vez en la plaza Mayor de Madrid, en el ao

1683, durante un Auto de fe presidido por un rey. Nada menos que 118

reos estaban siendo juzgados, y yo aparec en el cielo en el momento de la

salva! Muchos me vieron pero ni siquiera se alarmaron, estaban ya

totalmente ebrios de fervor religioso. Todos los que me vieron soaron

conmigo; esa misma noche, y tantas otras.

Ya te he hablado del oro. Recuerdas? El oro se forma en el corazn de las

supernovas. Nadie explica cmo llega este metal a vuestro subsuelo? Si

se supone que sois un gajo de vuestro sol, es lcito suponer que vuestro

sol es a su vez un gajo de supernova? Porque, en vuestro sistema actual

de creencias siempre inciertas y errabundas vuestro sol es una estrella

joven. Tambin tenis la cndida pretensin de calcular que todo el oro

extrado de las minas en la historia ronda las 170.000 toneladas. Es muy

divertido ver como inventis certezas para curar incertezas, y estas, raras

veces, coinciden entre pocas. Nadie puede calcular cunto oro se ha

extrado de la tierra si no estuvo all para verlo!

El oro es, efectivamente, el tesoro de los dragones, de todos nosotros.

Nuestro fuego se alimenta de oro, y es que nuestro fuego es ideal. No

emitimos llamas en el mundo fsico, nica y exclusivamente en el mental.

El oro consigue que esa llama mental, en vez de crecer en intensidad

como nos ocurre con otros combustibles crezca en complejidad, en

inteligencia, azuzando as la llama creativa de los hombres que entran en

contacto con ella, y empujando vuestro crecimiento frente al mundo que

nos rodea. Siempre de forma ascendente, aunque reconozco que a veces

no lo parece Pero s, en este sentido trabajamos los dragones,

acompaando a la raza humana nuestra cuna hacia arriba.

Gracias a ese efecto del oro sobre nuestro fuego en el plano mental,

extraemos en el plano fsico la energa suficiente para materializarnos. A

mi edad, con mi tamao, y contando con un par de materializaciones al

mes, mi consumo suele ser de un lingote cada tres aos.



A estas alturas, te preguntas hasta qu punto tienes que seguir

escuchando los desvaros de un dragn petulante. Estoy haciendo todos

los esfuerzos que puedo por sintetizar la informacin para hacer las

presentaciones cuanto antes. No tengo mucho tiempo. Y te necesito. Te

necesitamos.

***



Ests ah, lo noto, segn escribo. No dar ms vueltas e ir directo al

grano: El oro del planeta Tierra est desapareciendo! S, entiendo que

esto no te alarme demasiado. Pero esta es la razn principal por la que

tengo que recurrir a este subterfugio de la escritura, en vez de

materializarme en tus narices para resultar convincente. Hace ms de un

ao que no encuentro oro por ningn lado!

Ya te he dicho que vivo en las mentes de todos los hombres y mujeres.

Soy un dragn, y en todo este tiempo no he encontrado, en los recuerdos

de nadie, constancia efectiva de un solo miserable lingote! Tampoco

identifico ningn recuerdo que explique cmo y de qu manera esto ha

podido ocurrir. Es como si, de repente, todo el mundo confiara en todo el

mundo; como s el oro ya solo viviera en secreto, y nadie en todo este

tiempo hubiera ido a comprobar su presencia en sus escondrijos.

Por qu te cuento todo esto? Precisamente a ti? Hazte la pregunta al

revs, y te dars cuenta de lo que est pasando: Por qu empezaste a

leer estas lneas? Por qu sigues hacindolo? Sencillamente: porque

estaban escritas para ti. Porque el tiempo no existe, para los dragones, de

la forma en que t lo percibes. Yo estoy en ti, ahora, leyendo contigo, lo

que estoy, ahora, escribiendo para ti. Me sigues? Tu mente es mi hbitat

natural. Te conozco desde que llegaste, pero porque simplemente por

nacer t tambin eres partcipe en mi desarrollo y en mi existencia.

Tampoco puedo ir por ah fundiendo las joyas de las seoras. Desde la

segunda guerra mundial, lo que se vende como oro en las joyeras es, en

realidad, una aleacin ms vulgar. Est bien imitada, es verdad, y bien

pocos tienen en casa un lingote para comparar. Adems, de nada me iba a

servir. Si ni siquiera me puedo materializar! Lo que s tengo es un buen

plan para salir de esta. Cuento contigo para llevarlo a cabo. Creme, no

tendra tan claro que estoy totalmente en tus manos si no estuvieras

leyendo y entendiendo este texto como lo que es: la llamada de auxilio de

un dragn.

En realidad, no te pido gran cosa: solamente necesito que pienses en m.

Vers: yo soy un producto de las mentes vivas de la humanidad y como

te dije soy la entidad generada por la rueda de la justicia de los hombres.



Es as que rijo sobre los derechos y las obligaciones que los sapiens se

imponen a s mismos al concederse leyes.

Soy justo amo y seor de todos los acuerdos pasados, vigentes y por venir,

y administro esa balanza la mayor parte de las veces con criterios que

escaparan al entendimiento del comn de los mortales. Cuento en mi

ntimo ser con el archivo de toda la jurisprudencia generada por todas las

civilizaciones que han pasado por aqu. Es m ser, en esencia, las escamas

de mi alma.

Prate un segundo a considerar los compromisos que te atan. Cada

contrato. Cada sancin. Cada obligacin. A partir de ahora, cada vez que la

imagen de cualquiera de ellos asalte tus pensamientos, repetirs mi

nombre. Haciendo esto, me ests invocando a m al dragn de la justicia

con lo que me obligas a revisar tu caso personalmente, a influir en l y a

cambio podr usar tu energa vital para materializarme unos segundos.

Esto es as porque, en muchos casos, mi materializacin tras invocacin

es una accin de gracias, constituyendo el nico supuesto a travs del cual

puedo hacerme visible sin consumir el oro de mi estmago, que est

completamente vaco.

No dejes de hacerlo, por favor. Yo voy a ingenirmelas para encontrar oro

y, en cuanto lo haya localizado, esperar pacientemente a que una de tus

invocaciones me permita materializarme y consumirlo. No te arrepentirs

mientras vivas. Dicen que la deuda de un dragn es la mayor bendicin

sobre la faz de la tierra. Comprobars que lo dicen con razn.

***



Una cosa es leer sobre dragones, y otra cosa es encontrrselos.

Ursula K. Le Guin



Oscuridad total, silencio, sequedad, olor almizclado, tacto al rojo vivo,

gusto de hierro, de repente Aire!

Agua en la cara, zumbido en los odos, caleidoscopio en los ojos, el

corazn se ha subido a la cabeza y palpita a todo gas.

El zumbido se va convirtiendo en un ululante bramido. Es la masa. Son

gritos, bocinas. Una voz metlica y chillona, en ingls, se impone sobre el

resto de sonidos:

El nuevo campen del mundo se alza con el trofeo, mientras vemos

recuperarse al recin derrotado: Garra Garcaaaaaa! Llega la camilla

para llevarlo a la enfermera!

Sus odos vuelven a darse la vuelta como un calcetn y deja de or el

bramido de la masa. Toma el mando su odo interno y le va arrullando al

son de la meloda de More. Sinatra la haba inmortalizado grabndola en

estudio en 1964, un ao antes de este combate.

El dolor es tan fuerte, que pasa totalmente desapercibido. Sabe que se

acab. Todo acab: el combate y su vida de luchador profesional. Sabe

que este viaje en camilla es el ltimo que har vestido de pgil. No

consigue concentrarse en otra cosa que no sea la letra de la cancin en la

voz de La Voz que le invade la mente por completo:

Longer than always is a long long time, but far beyond forever, you're

gonna be mine.

(Ms que siempre es mucho mucho tiempo, pero mucho ms que para

siempre, sers ma.)

Tres aos, nada ms y nada menos. Tres aos defendiendo el ttulo en los

principales cuadrilteros del mundo. Tres aos desde que Raquel su

novia de toda la vida hizo la maleta y le dio el ltimo beso con lgrimas

en los ojos. Ella le haba dado a elegir entre la lucha libre y su relacin. No

tuvo que pensrselo. Se haba pasado los tres aos repitindose la misma

pregunta a medida que iba ganando combate tras combate: Hubiera

conseguido el ttulo si Raquel se hubiera quedado? Ahora se ha cerrado el

crculo.



Juan tiene veintisis aos, la firme conviccin de no volver a luchar, y la

seguridad de que Raquel nunca ms volver a dedicarle aquella ternura,

de la que slo ella era capaz. Es la mirada de Raquel la que sigue hasta hoy

impregnando la memoria de Juan. Aquella mirada. Ella le miraba como te

mira un gato al abrir una lata de sardinas. Siempre. Desde el da en que se

conocieron, paseando en bicicleta por las calles de Lanzarote y l la invit

al cine.

Hoy Raquel se ha casado y tiene dos hijos. Nunca se han vuelto a ver ni a

comunicarse, pero en Lanzarote todo el mundo se conoce y todo pasa por

el filtro de la opinin pblica. Casi todo. La nica que sabe que el padre de

su hijo mayor es Juan, es Raquel. El nio se llama Manuel.

***



Juan Garra Garca lleva tirado en una camilla de hospital tres das, yendo

y viniendo entre el sueo de color nulo de los analgsicos y una especie de

semiconsciencia, capaz de ver lo que est pasando fuera. Fugazmente.

Lluvia fina de ideas. Imgenes entremezcladas, intercaladas con perodos

de, ya no negrura, sino la ms absoluta nada.

Por fin, consigue articular palabra y dirigirse con torpeza a la enfermera,

que viene a traer un caldo de gallina.

Cunto llevo aqu?

Menos de la mitad de lo que va a estar, por la pinta contesta ella, en

ingls, a pesar de haberle entendido.

Ha venido mi manager? contina Juan, en su ingls de batalla.

Mire, seor, est usted muy mal. Intente no hablar y descansar. Es

bastante increble que no haya usted sufrido un coma, tal como lleg.

La enfermera es de mediana edad, rubia, mofletuda y rosada. Su acento es

muy difcil para Juan.

Est bien, seora. Me puede por lo menos decir dnde estamos? Estoy

bastante aturdido.

Est usted en el hospital central de Manchester. Le voy a poner ms

analgsico. A dormir!

Juan vuelve a caer en sus ensoaciones qumicas, sin siquiera prestar

atencin al caldo de la bandeja.

Cuando vuelve en s comprueba, a travs de la ventana, que es noche

cerrada. Hace el inmenso esfuerzo de ir al bao, con el soporte del gotero.

No se sabe muy bien si es el gotero el que lleva a Juan, o si es Juan el que

lleva al gotero.

Despus de luchar un buen rato con su maltrecho intestino, se lava los

dientes ha perdido un incisivo de la mandbula y se estudia en el espejo.

Su cara est llena de magulladuras, e hinchada por la somanta de porrazos

del combate. Hace lo que puede por asearse. Vuelve a la cama y enciende

la radio en un canal de noticias.



El gobierno de Estados Unidos anuncia formalmente su participacin

activa en la guerra de Vietnam, a punto de cumplirse un ao desde el

incidente del Golfo de Tonkin. El conflicto adquiere as, una dimensin

cada vez ms internacional. Su graciosa majestad britnica transmite, a

travs de su Secretara de Comunicacin, que todos los datos llevan a la

conclusin de que ser una guerra de muy breve desenlace.

A Juan le importan un bledo las noticias del mundo. Pretende que la radio

le ayude a desconectar un poco del nubarrn de ideas que invaden su

cabeza. En balde. Le preocupa entender qu es lo que ha pasado en el

combate. No era lo que haban acordado. l no tena que haber perdido.

Tampoco tena que haber recibido semejante paliza; en su modalidad de

westling, todos los combates estn amaados y prima el espectculo.

Tambin se entrenan mucho para evitar al mximo las lesiones al

contrario. Su contrincante haba demostrado una saa muy poco habitual.

Juan est convencido de que hay algo turbio en todo el asunto y tendr

que pedirle explicaciones a su manager.

Por otra parte se dice nada importa demasiado. Haba aprendido esa

indolente mxima visitando los bajos fondos de distintas ciudades, en sus

viajes profesionales. Siempre le haba sorprendido observar cmo

primaban las ganas de vivir en las gentes que sufran autnticos dramas.

Lo suyo no tiene tintes de drama. Juan es hijo de familia acomodada,

aunque est en psima relacin con sus padres, que querran haberle visto

cursar estudios superiores y casarse con Raquel, en vez de pasearse por

ah vestido de payaso, como siempre le suele decir su padre. No

obstante, ha conseguido ahorrar bastante dinero, gracias a la lucha, y no

tiene ambiciones de seguir adelante, y s de seguir pateando el planeta.

Desde muy cro haba sentido, con ms intensidad que sus compaeros de

clase, la clsica claustrofobia insular.

Ha pensado en Amrica del Sur, y est cada vez ms convencido. Cuando

estuvo en Mxico, se adapt al entorno enseguida, y aprendi mucho de

la lucha libre del lugar, que tiene sus especificidades. Los mexicanos

tambin se haban tomado la molestia de ensearle a beber. Hasta aquel

viaje, Juan apenas si acompaaba sus comidas con vino, y se tomaba algn



que otro digestivo en las sobremesas. Cuando su manager le llev a la

plaza Garibaldi, aprendi que las rancheras se cantan a tequilazos,

aprendi que, a ms de dos mil metros de altura, el alcohol se asienta de

otra forma en el cuerpo, y aprendi que la camaradera tambin tiene

formas distintas a las que haba conocido durante su servicio militar en el

Rif.

El recuerdo de su estreno mariachi disipa la imagen de Raquel en su

cabeza, que es sustituida por el recuerdo de Mara: una veracruzana, de

armas tomar, que le secuestr esa misma noche y le hizo descubrir otras

artes a bordo de una canoa robada en Xochimilco.

Al asaltarle este recuerdo, la decisin se le empieza a antojar definitiva:

ser Mxico su siguiente destino. Pasar un par de meses por Lanzarote, a

ver a la familia, y a organizar el viaje. Intentar que su decisin le resulte

lo menos traumtica posible a sus padres, aunque sabe que el intento le

servir para bien poco, por lo menos tendr la paz de espritu de haberlo

intentado.

No tiene tan claro a qu se va a dedicar. Se dice a s mismo que ya irn

surgiendo las oportunidades: al fin y al cabo, en Amrica est todo por

hacer. Sus cavilaciones se ven interrumpidas por el timbre del telfono. Lo

descuelga, no sin cierto esfuerzo.

Quin es?

Juan? Eres t?

Eso creo, Michael. O lo que queda de m. Dnde estabas? Llevo tres das

abandonado a mi suerte en este hospital. Qu hora es?

Son las seis de la maana. Siento llamar tan pronto, pero es que necesito

absolutamente saber si te sientes capaz de recibir visitas. Tengo una

sorpresa para ti, campen!

Lo de campen no me ha hecho ninguna gracia, Michael le contesta

Juan, con la voz entrecortada En realidad te puedes meter la palabreja

por el culo. Qu coo ha pasado en ese ring? Qu hago yo en un

hospital en este estado? A quin tengo que partirle la cara en cuanto



salga de aqu!?... el calentn le produce a Juan un sbito ataque de tos

que no le deja seguir.

Calma, Juan, calma. Te lo voy a explicar todo. Estar contigo en una hora.

Al colgar el telfono, Juan tiene una sensacin muy particular: una especie

de recuerdo del futuro. Es como si fuera a sentir ese vaco varias veces

ms, en los aos venideros: cortar con todo para iniciar una aventura

totalmente nueva, todo desde una cama de hospital, y con el cuerpo

hecho trizas.

Mientras espera a Michael, Juan revisa la habitacin, para ver qu enseres

personales le han conseguido acompaar, y para constatar, con cierto

disgusto, que no tiene absolutamente nada. Intuye que su traje de lucha

ha debido acabar en el cubo de la basura y hace una llamada a su hotel

para que le hagan llegar su maleta al hospital.

Tumbado en la cama, consigue por un instante conciliar el sueo, y la

puerta de la habitacin abrindose le hace volver en s. Entran como una

exhalacin Michael y un desconocido.

Entra sin llamar, Michael. La habitacin del derrotado es tierra de nadie

comenta Juan, visiblemente enojado.

No tenemos tiempo para ceremonias, campen. Traigo aqu tu maleta.

Ya me han dicho en la recepcin del hotel que habas llamado. Te vas a

vestir y nos vamos a ir de aqu. Nos espera un avin en el aeropuerto, y no

sabemos si la carretera va a estar lo suficientemente despejada para llegar

a tiempo.

El desconocido se ha sentado en la butaca que hay frente a la cama y

permanece en silencio, con la mirada perdida hacia la ventana. Afuera

est clareando y el da est despejado. Juan no da crdito a la invitacin

de Michael, e intenta protestar.

Vosotros habis pasado la noche empinando el codo, y no habis tenido

mejor idea que la de venir a sacar a un convaleciente de la cama! Yo no

voy a ninguna parte! Apenas si consigo levantarme a mear, joder!



Juan, esto no es negociable. Nos vamos y punto. Pero no te preocupes.

He hablado con tu mdico y me ha dicho que ests fuera de peligro. De

hecho, ya te estn tramitando el alta.

Juan reflexiona en silencio, sin dejar de observar al extrao, que est

completamente ausente y ajeno a la conversacin. Es un hombre de

mediana edad, moreno de ojos claros, vestido de traje de lino color hueso

y de gestos felinos. En ese instante sin duracin, entra la enfermera con el

desayuno. Nadie se da los buenos das. Mientras est colocando la

bandeja, el extrao se levanta como una exhalacin de su asiento y

empieza a ahorcar a la enfermera con una corbata. Todo ocurre muy

deprisa. La mujer se pone azul y cae hacia atrs, sus piernas empiezan a

temblar y el extrao no suelta presa. Slo se escuchan sus estertores.

Tanto Juan, como Michael, observan la escena en absoluto silencio y

aguantando la respiracin. La enfermera deja de moverse y el extrao se

dirige a Michael:

Tenas razn.

Te lo dije, tiene nervios de acero.

Supongo que tampoco me vais a explicar a qu cojones ha venido esto

dice Juan, impasible.

No os preocupis por ella. Solo est desmayada. Se recuperar. Pasar

un tiempo hasta que su cuello se reponga de la contusin, pero no tendr

secuelas. Ella tena instrucciones de matarte, amiguito. el extrao

observa detenidamente a Juan sin pestaear. Nos podemos ir ya?

Venga, campen. Vstete y vmonos. Te lo cuento todo en el coche.

Juan se viste a toda prisa. Obviando el dolor. Obviando tambin el cuerpo

inerte de la enfermera, que el desconocido ha colocado en la cama en su

lugar, bien tapada, sin la cofia y con las mejillas enrojecidas por el retorno

de la circulacin de la sangre. No puede dejar de observar un curioso

colgante que la mujer lleva alrededor del cuello. Es una especie de

escalera, que Juan cree haber visto antes, pero se abstiene de hacer

cualquier comentario. Los tres hombres salen de la habitacin. Michael va

sujetando a Juan y el desconocido lleva la maleta. Frente a la puerta del



hospital les espera un coche negro. Es un Vauxhall, con el volante al lado

izquierdo y matrcula britnica. El desconocido se hace con el volante,

Michael y Juan se instalan en el banco trasero. Con una gil maniobra, el

coche se incorpora al trfico y parte hacia el aeropuerto.

***



El viejo mago est cansado. Lleva toda una vida de abnegacin y estudio, y

la mayor parte ha transcurrido entre las mismas cuatro paredes de esa

pequea biblioteca. Son las cinco de la tarde. Queda todava una hora

larga para recibir a sus invitados del da. Es el tipo de visita de siempre.

Van a traerle un candidato para determinar el vnculo.

El viejo mago no tiene largos cabellos blancos, ni tatuajes por el cuerpo, ni

siquiera se pasea por la casa envuelto en una tnica de lana. Es un hombre

bajito, de pesados huesos y mirada de topo. Solo el anillo de oro macizo

que porta en la mano izquierda delata su condicin.

Las manos del viejo mago son robustas y nudosas. l las mueve de forma

muy gil entre las pginas de pergamino que est examinando, a la misma

trepidante velocidad a la que se mueven sus pequeos ojos azules entre

las lneas del texto que est repasando para la reunin.

Sobre la mesa tiene desperdigados unos cuantos recortes de prensa y la

carpeta del candidato que le mandaron la semana pasada. Reina el orden

ms absoluto en el resto de la habitacin, pero la mesa est atiborrada de

papeles de toda forma y tamao.

El viejo mago no ha salido nunca de Londres. Nunca. Su intuicin le dice

que queda muy poco tiempo para hacer el primer viaje. A medida que se

acerca la hora de la reunin, esa intuicin le parpadea ms y ms en la

cabeza. Se comienza a convertir en seal.

Al mago no le preocupan las seales. No le preocupa el mundo. l es un

desencajado. El espritu del mago est en permanente estado de alerta

pasiva. Para ser un mago operativo en el plano fsico, ha pasado por

pruebas de distinta intensidad y se ha hecho uno con el vnculo. El mago

ha sabido desarrollar de tal forma eso que algunos llaman la segunda

atencin, que no siente ni padece condicionantes sociales. Se puede

decir que su interaccin con el entorno funciona en perfecto piloto

automtico.

Muchos aos atrs, cuando aprenda pacificacin, una mujer le ense a

soar guerra. Ella le acerc a los lugares en los que se gestaba el

conflicto, para extraer la esencia de esos momentos. Muchas noches en



vela pasaban entonces juntos persiguiendo caos. Olisqueando el peligro

por las esquinas. Buscando en los ojos de la polica el brillo del prximo

altercado. Con poca cosa bastaba una pelea, un asalto, un robo callejero

pero, si tenan la suerte de presenciar un acontecimiento de mayor

envergadura, la cosa se pona mucho ms interesante. Ese culto al

sobresalto les uni durante un tiempo y podra haber llegado a ms

pero ella tuvo que partir, y l deba permanecer atado a la ciudad. As lo

haba determinado el vnculo.

Desde aquellos inicios, el mago haba demostrado una habilidad poco

comn en el arte de soar guerra. Era un don natural. Proyectaba en su

interior, y a su antojo, el sensacional desgarro de la guerra para, as por

la ley del equilibrio necesario proyectar un aura de profunda paz hacia su

entorno exterior, produciendo una barrera de orden y parsimonia tales,

que no haba conocido a nadie que fuera capaz de resistir su influencia.

Con gran esfuerzo y mucha constancia, sigui desarrollando sus

investigaciones en este campo y adquiriendo nuevas aptitudes. Se

convirti en un hombre de gran poder. Su sola presencia silenciaba los

lugares por los que pasaba, dejando una estela de alivio general al

ausentarse. Nunca haba tenido que ponerse a prueba en el arte de soar

paz, y esperaba y espera no tener que hacerlo en su vida.

***



Juan y Michael han acudido puntuales a la cita. Hace tres das que llegaron

a Londres, y Juan ya comienza a sentirse mejor de las magulladuras del

combate de Manchester. Todava le duele respirar.

La casa a la que han llegado es del ms puro estilo victoriano, y la rplica

exacta de las dems casas de la calle. Juan no sabe porqu, pero el lugar le

inspira tranquilidad, y es una sensacin a la que no est acostumbrado.

Juan es bastante inquieto, y su condicin de luchador ha acentuado a lo

largo de los aos su estado de tensin permanente. Sin embargo, este

lugar le relaja los msculos y le inspira confianza.

Han llegado hasta aqu por indicacin del desconocido de Manchester,

que en ningn momento se present por su nombre, pero que haba

resultado ser ms cordial durante el viaje al aeropuerto que en el

desagradable captulo del hospital.

Segn les haba informado el misterioso personaje, la vida de Juan se

encontraba seriamente amenazada. Por lo visto, el combate haba sido

objeto de una fuerte apuesta entre personalidades de alto rango y

Michael, como de costumbre y como se esperaba de l, se haba negado a

romper su primer acuerdo. No es que Michael sea un santo, pero en ese

mundillo la palabra dada es la palabra dada, y nadie te perdona el mnimo

traspis.

El hombrecillo que les abre la puerta acusa el paso de los aos solamente

en apariencia. Hay algo en el brillo de sus ojos y en la agilidad de sus

gestos que le hacen parecer mucho ms joven de lo que su ajada piel y las

manchas de melanina de sus manos dejan entrever.

Usted debe ser Michael, y usted Juan Verdad? Pasen, pasen, por favor,

les estaba esperando. Yo soy Gerard, Gerard Duprey. Pueden llamarme

Gerry.

Gracias, seor Duprey Gerry contest Michael, mientras se deshaca

del abrigo Supongo que ya est al tanto de todo el asunto.

Lo estoy, s, en efecto. Pasen a este saln y pnganse cmodos. Voy a

traer t. He tenido que dispensar al servicio por la delicada naturaleza de

su visita, pero no se preocupen, hago un t excelente.



El anfitrin se pierde por los pasillos mientras los dos invitados se

acomodan en el saln. Es un saln modesto, pero muy acogedor. Las

paredes estn forradas de estanteras llenas de libros, como tambin los

pasillos, y como seguramente debe de estar el resto de la casa.

Es as como vive un agente de Interpol, Michael? A m toda esta historia

todava me suena a chino, te dir. Aunque la crueldad manifiesta de mi

contrincante de Manchester encaja ahora perfectamente.

Yo nunca he visto a un agente de Interpol hasta ahora mismo, Juan, y no

le voy a pedir la placa. Me bast conocer a nuestro hombre de

Manchester para saber que todo este asunto era bien gordo. Interpol,

Sebastopol, Tylenol, me da exactamente igual. T ests en el punto de

mira y esta gente quiere ayudar. Porque si no fuera as, t ya estaras a

estas horas en una caja de pino, y de eso s estoy seguro. Michael se

sujeta la cabeza con ambas manos, como si intentara poner sus ideas en

orden.

Ambos hombres permanecen en silencio unos minutos. Cualquier recelo

que llevaran encima ya se ha disipado, y Gerry se presenta con una

bandeja de tazas de porcelana y una humeante tetera de bamb.

Es un t blanco de primera categora, seores. Estoy seguro de que hasta

Lord Mountbatten dara su mejor beneplcito. Me lo traen unos

comerciantes de Fujian que me deben un par de favores cuenta Gerry,

mientras prepara tres tazas de forma impecable. Por cierto que no me

deben nada, como siempre les digo, pero ellos insisten y compran la

devocin de este pobre viejo con esta delicia.

Juan acepta tmidamente la taza que le tiende Gerry.

No s si sabr apreciarlo, seor. Es usted muy amable. Yo no he bebido

t en mi vida.

El viejo mira al pgil fijamente a los ojos. Su voz, que hasta el momento

haba sido de seda y totalmente jovial, se llena de repente de matices y

resuena con un eco diferente, penetrante y solemne. Su sonrisa, franca y

sostenida, mantiene a Juan relajado:



Por lo que he podido saber de lo que os trae por aqu, este va a ser el

primer t de tu nueva vida, Garra. Sintete aqu como en casa. Puedes

llamarme Gerry t tambin.

Bueno, la verdad es que sabemos bien poco de lo que nos trae por aqu

interviene Michael, apoderndose de su taza. Esperamos que nos

puedas hacer comprender algo de lo que est pasando, Gerry. En este

momento, Juan no sabe ni siquiera dnde va a estar la semana que viene.

La voz de Gerry recupera el tono jovial mientras ste se acomoda en su

butacn.

En realidad es ms sencillo de lo que parece. Todo el halo de misterio

tiene que ver con la actitud adusta de Ronald, l es un espa de raza y se

toma todo muy a pecho.

Ronald? inquiere Michael.

Ronald es el hombre que os acompa al aeropuerto de Manchester Lo

veis? No os ha dicho ni su nombre! Ronald es muy suyo. Su tatarabuelo

ya ocupaba un puesto importante en los servicios secretos de Su

Majestad. Para l, cualquier adulto es un traidor en potencia.

Curiosamente, se derrite con los nios.

Ah!

Escchame, Juan. Veo el desconcierto en tu cara. Juan, el peligro es muy

real. No es tu culpa, pero has cado con todo tu peso en mitad de una

contienda que no era la tuya, y le han puesto precio a tu cabeza. Algunos

hombres importantes de este pas son autnticos chiquillos caprichosos, y

no gust nada tu aplomo durante el combate. Ellos, por motivos que se

me escapan, necesitaban que cayeras en el primer round. T hiciste honor

a tu apodo y a tu ttulo de campen, a mi modo de ver, y tuvieron que

tumbarte a las bravas. Ahora tu nica salida es dejarte ayudar, y nosotros

podemos hacer que te esfumes sin dejar rastro en cualquier lugar del

mundo, pero lejos de Europa.

No podr volver a Espaa?

No. Tus verdugos ya estn esperndote all.



Por primera vez, Juan tuerce el gesto. De repente, siente como una ntida

sensacin de vrtigo se apodera de l y se hunde por completo en su

butacn, dando un profundo suspiro.

Pero qu he hecho yo? Por qu? Qu tipo de broma es esta? se

lamenta con la mirada perdida.

Los tres hombres dejan que el silencio se apodere del saln. Michael y

Gerry saborean sus respectivos ts, mientras Juan sigue ah, pasmado en

su butacn, encajando el golpe. Es Juan el que rompe el hielo.

Puedo elegir el pas? Mandadme a Mxico.

Mxico no es inconveniente, Juan. Te mantendrs todo lo lejos que

puedas del mundo de las peleas. Cambiars de nombre y de ocupacin. Te

retocaremos algunas facciones y elegirs entre algunas nativas a aquella

que ser tu esposa. Debe ser as. Te introduciremos de forma que parezca

que llevas aos all. Hay algo ms.

Qu ms hay? Qu puede ir peor?

Mientras hablamos, la mquina de guerra occidental se est desplazando

al sudeste asitico. Toda la fase de formacin y entrenamiento para tu

nuevo futuro se realizar all, en Vietnam, bajo tutela militar. Es el ltimo

lugar del planeta donde te iran a buscar. Alguna pregunta?

De repente, Juan recupera toda su entereza.

Solo una Cundo empezamos?

Ya estamos en marcha. Os acompao a la puerta.

Los tres hombres se despiden en la puerta principal. Gerry le ha dado a

Juan una direccin en la ciudad y un contacto al que presentarse. Michael

todava tiene previsto llegar a Heathrow.

Juan le da un sentido abrazo a Michael en el portaln. Ambos saben muy

bien que no volvern a verse nunca ms. Sobran las palabras. Mientras

cada uno se marcha por su lado, un coche pasa por la calle adoquinada

con la radio encendida. Sinatra.



Longer than always is a long long time, but far beyond forever, you're

gonna be mine.

***



El viejo mago observa desde la ventana a los dos hombres, que se

despiden con un efusivo abrazo. Se acaba de servir una humeante taza de

t. Un coche est pasando por la calle, y el mago sopla el vapor sobre el

cristal. El vapor de t empaa la ventana, descubriendo tres letras

marcadas: TOK.

El viejo mago sonre para s, mientras canturrea un ritmillo montono y

gutural en un idioma milenario. Fijado a la pared, un clsico telfono

negro de gancho se pone a sonar. Lo atiende.

El vnculo est presente, maestro. Su veredicto?

Es nuestro hombre, no cabe la menor duda. Un excelente trabajo,

Ronald, un excelente trabajo.

Gracias, maestro. Seguimos segn lo previsto.

As debe ser.

El mago abre un cajn y saca una caja de latn, muy desgastada, de la que

extrae un taco de fotos en blanco y negro. Sentado a la mesa, se saca una

pipa cebada del bolsillo de la chaqueta, la enciende, y comienza a colocar

las fotos pulcramente sobre el tapete. La primera foto es suya,

prcticamente imberbe, vestido de tnica y fez, mirando a los ojos con

total devocin a la hermosa mujer que le haba enseado, tanto tiempo

atrs, a soar guerra.

***



El joven Duprey haba conseguido, a duras penas, zafarse de los agentes

de la ley que le haban estado persiguiendo desde la plaza de Trafalgar.

Consigui perderles de vista poco antes de llegar a Covent Garden. Le

costaba respirar. Tena que encontrar un lugar discreto en el que

recuperar el aliento. Record que en Rose Street estaba la taberna

perfecta para pasar desapercibido y, rozando las paredes, se dirigi hacia

all.

La taberna estaba mortecina, era justo lo que necesitaba. Se pidi una

cerveza y tom asiento al fondo del saln. En la mesa de al lado, dndole

la espalda, una muchacha tomaba notas en un pequeo cuaderno forrado

de tela. Duprey, que no era precisamente sociable, sinti la necesidad de

entablar conversacin.

No parece usted de Londres, seorita. Puedo atreverme a preguntarle

su nombre?

La muchacha contest sin separar la mirada del cuaderno.

Usted, sin embargo, s debe ser de Londres. Tienen todos ustedes el

mismo descaro en los lugares pblicos. Qu le hace pensar que quiero

conocerle?

No me malinterprete, se lo ruego. Yo soy Gerard, Gerard Duprey. S soy

de Londres, pero no acostumbro a relacionarme con desconocidos. Vengo

huyendo de Trafalgar Square, donde est organizada la mayor batalla

campal que he visto en mi vida. Sabe usted algo?

La mujer levant la vista del cuaderno y le observ de arriba abajo. Su

mirada era acogedora e inteligente. Tena la frente despejada y una boca

perfecta.

Vaya, seor Duprey, es usted la primera persona que encuentro hoy que

no tiene el seso sorbido por la manifestacin. Me alegro, sinceramente. Yo

me llamo Mabel Besant. Mis padres estn separados y estoy en Londres

de visita. Quera pasar unos das tranquilos con mi madre pero ella, ay, es

una mujer terriblemente ocupada. Debo esperarla aqu hasta que consiga

acudir o me mande llamar.



Una manifestacin ha convertido Trafalgar Square en un campo de

batalla? Es muy inconveniente. Yo suelo ir all a leer los domingos que no

llueve, y se puede imaginar que son pocos. Le gusta leer, seorita

Besant? O es seora?

Jajaja! Es usted muy gracioso. Se lo haban dicho? Tengo diecisiete

aos y vivo con mi padre y mi hermano en Lincolnshire. No llevo anillo de

casada, Duprey, pero me doy perfecta cuenta de que no est usted

flirteando. No tiene mucha vida social, verdad? A qu se dedica?

Me pago los estudios trabajando como asistente de biblioteca. Me gusta

bastante. Creo que, si consigo estudiar una carrera, seguramente me

especialice en historia medieval.

Historia medieval, es apasionante. Ha visto alguna vez un dragn, seor

Duprey?

No se burle, por favor dijo rascndose la cabeza No s ni siquiera si voy

a ser capaz de costearme unos estudios superiores. Londres es un lugar

difcil.

Nada ms lejos de mi intencin. Le hablaba completamente en serio. Ha

visto alguna vez un dragn?

La pregunta dej a Gerard paralizado unos segundos.

Claro que no. Nunca he visto un dragn. Los dragones son seres

mitolgicos.

Yo le aseguro a usted que, en este preciso instante, en Trafalgar Square,

hay un dragn que nadie ve, pero que no tiene nada de mitolgico.

Mabel arque las cejas, hacindose la interesante. Va a tener que

estudiar mucho, Duprey. La Edad Media contiene muchos secretos.

Gerard segua perplejo, pero se dej gustosamente enredar por lo que

supuso una provocacin intelectual.

Le gustan las metforas, seorita Besant. Acaso ha visto usted un

dragn?



Verlos no, pero he aprendido a sentir su presencia. A veces resulta

incluso doloroso. Ellos son sabios y poderosos. Me toma usted por una

alucinada, verdad?

Todava no me ha dado motivos. Y ha picado mi curiosidad. Es acaso de

dragones de lo que tratan sus apuntes? dijo sealando el cuaderno.

Mis apuntes? Ah, no, que va. Ese es mi cuaderno de horas, as me gusta

llamarlo. Algo parecido a un diario ntimo. Ya he escrito su nombre en l,

Gerard Duprey, puede considerarse afortunado. Mabel guard el

cuaderno entre los pliegues del vestido. Dejmonos de dragones!

Alguna vez le han ledo las palmas de la mano?

No, nunca me las han ledo.

Mabel, que de repente mostraba una inesperada confianza, tom las dos

manos de Gerard y las estudi con inters durante un buen rato.

Ah S Uff S Vas a vivir muchos aos, Gerard. Tienes unas manos

muy interesantes. coment soltndolas.

A Gerard, el cambio de actitud y el tuteo repentino le sentaron como un

blsamo.

Ya? Nada ms?

Te dije que te iba a leer las manos, no que te lo fuera a contar. Llmame

Mabel, anda. T eres bueno, vamos a poder ser amigos.

Gracias, Mabel. Vaya. Estoy algo confuso. No s qu hacer con mis

manos ahora. Te puedo pedir algo? Qu ests bebiendo?

En ese preciso instante, se abri la puerta de la taberna y entr una pareja

vociferando. Se adivinaba enseguida que salan directamente del corazn

de la manifestacin. El hombre era delgado, barbudo y elegante. Llevaba

antiparras y combinaba todas sus prendas en distintos tonos de verde

opaco. La mujer, de constitucin fuerte y vivaz, tena una voz potente y

estaba muy indignada.



Mira, irlands, no te permito que me lleves la contraria! Hoy no! Me

han abofeteado el derecho a compartir la suerte de mis compaeros de

lucha! Apesta a maniobra por todos lados! Toda esa violencia Mabel!

Mabel se levant hacia ella con los brazos abiertos.

Madre! Por fin! Dame un abrazo, madre. Estaba preocupada por

vosotros. se abrazaron.

Hijita, qu rpido crecis, Dios mo suspir. Nunca me vas a hacer

caso. Sabes que me encantara que me llamaras por mi nombre. Con ms

razn con la edad, pero no me voy a preocupar por esas cosas. Quin es

tu amigo?

Se llama Gerard, le acabo de conocer. Parece simptico, verdad? Es un

ratn de biblioteca. Un ratoncillo! miraba a Gerard con ternura mientras

hablaba. l no saba dnde meterse.

Ven aqu, pequeo Gerard! Quiero saber qu tipo de imprudente tiene

los arrestos de acercarse a mi Mabel. Ella te puede hechizar, jovencito,

date por avisado.

Gerard se acerc al grupo. Tuvo que toser varias veces para conseguir

hablar.

Encantado seora. Soy Gerard Duprey. A su servicio.

Es un placer, jovencito. Yo soy Annie.

Annie Besant?

La misma.

***



Juan est en un barco militar en mitad del ocano ndico. Es un destructor

de la flota de los Estados Unidos que se dirige hacia Hanoi. Queda poco

para Navidad.

Le han asignado a un tutor. El hombre es de ascendencia holandesa y

domina varios dialectos de chino. Se llama John, como l. John Dekker. Le

acompaa tambin Ronald, que ser el que se encargue del buen fin de la

operacin hasta que Juan se instale en Mxico.

Desde que zarparon Juan se pasa unas cuantas horas tumbado en una

camilla, pues le van a llenar el brazo derecho de tatuajes. En la cabina

hace siempre un calor infernal, pero su todava magullado cuerpo

agradece pasar tantas horas tumbado.

Cuando no est con los tatuajes, Ronald le va instruyendo en todo lo

relativo a su nueva vida en Mxico. Juan vivir en Campeche, en la

pennsula del Yucatn. Ronald tiene incluso fotos de la casa colonial en la

que vivir con su nueva esposa. Por supuesto que Juan no est obligado a

hacer vida marital con la mujer que elija entre las cincuenta fichas que

lleva Ronald, pero se toma el cuidado de elegir con parsimonia. Ronald le

ha dejado bien claro que podrn divorciarse tras dos aos de convivencia

para no levantar ningn tipo de sospechas.

Ronald, en verdad, es un hombre bastante seco y meticuloso. Est lejos de

mantener una actitud animosa hacia Juan. John, sin embargo, es un

personaje entraable, siempre dispuesto a sonrer y a meterse con l.

Juan sin nombre, ya has elegido apellido, o te lo vamos a dar todo

hecho?

Eres muy gracioso, John. Muy gracioso. Creo que me voy a poner

Chamorro. El Juan me lo quedo porque somos muchos.

Bien, Juan Chamorro. Quiero la decisin definitiva maana sin demora.

Tenemos que comenzar los ejercicios de condicionamiento ya. No lo

olvides!



Lo que t digas, tocayo. De momento podemos seguir repasando la

cuestin profesional. Dices que voy a ser comerciante de oro Yo no

sabra por dnde empezar.

Para eso estamos nosotros, Juan. Para eso estoy yo. Este viaje va a

suponer tu primer contacto con la profesin. No es casualidad que nos

dirijamos al punto ms caliente del planeta en este momento. La guerra

de Indochina solo tiene esa razn de ser. No es una disputa poltica, o no

del todo. La razn mayscula de esta intervencin tiene que ver con el

oro. Como en casi todas las guerras.

Juan mira hacia el horizonte, pensativo.

Y qu vamos a encontrarnos all?

A los supuestos dueos de esta parte del mundo, Juan. Demostrando

toda la crueldad de la que el hombre es capaz.

***



El viejo mago se viste un pesado abrigo gris. Se pone un sombrero, agarra

su maletn y su paraguas y baja hacia el coche que lo est esperando. Le

dirige media sonrisa al chfer y parten hacia palacio. Va mirando por la

ventanilla a travs de las gotas de la pesada lluvia que est cayendo sobre

la capital de Tmesis. Piensa en lo que va a decir.

No alberga ningn tipo de duda. l sabe que, por fin, ha llegado el

momento de salir de Londres. Sabe tambin que este viaje ser el ltimo

que haga en calidad de pacificador, pues el abandonar la ciudad va a

hacerle perder el vnculo para siempre.

El mago recibi el vnculo bajo el estruendo de las bombas alemanas,

durante los ataques nocturnos de Hitler a la ciudad. El vnculo le convirti

en lo que es, y l es un mago de Londres. Todo su poder est ntimamente

ligado a la ciudad, a su historia, a su cultura, a sus muertos. Por eso nunca

haba salido de all.

En cuanto suba al avin que aguarda para llevarle al otro lado del mundo,

el vnculo comenzar a disiparse y tras tres lunas llenas otro mago

recibir el vnculo. As es como ha sido siempre, as es como debe ser.

Est tranquilo. Sabe que ha cumplido adecuadamente su propsito. l es

impasible a las emociones, aunque la curiosidad le produce un cierto

cosquilleo.

El coche se detiene en el patio principal del palacio de Buckingham. La

reina y su consorte le esperan a desayunar. Los tres ya se conocen desde

hace mucho tiempo. No es de extraar que el duque de Edimburgo le

reciba con un caluroso y nada protocolario abrazo. Ella le tiende la mano,

dedicndole una amplia sonrisa.

Maestro Duprey, siempre es un gusto verle. Del consejo de los siete

sabios de Inglaterra, es usted, sin duda, el miembro ms ilustre, y el ms

veterano.

Gracias, majestad. Este anciano ha perdido ya todo atisbo de vanidad.

Siempre es agradable para m venir a palacio. En estos tiempos urgentes y

misteriosos reconforta comprobar que todo sigue en su sitio.



Los tres pasan a la mesa y les sirven un tradicional desayuno ingls.

Intercambian conversaciones banales hasta que el ayuda de cmara cierra

las puertas del saln. En cuanto se quedan solos, la reina toma la palabra:

El vnculo est presente, caballeros.

El vnculo est con nosotros, mi seora contesta, solemne, Gerard

Duprey y todo parece indicar que vienen tormentas por el horizonte que

yo no estar ms en condiciones de enfrentar. Estoy dispuesto a ofrecer,

al mundo y a Inglaterra, un digno canto del cisne.

Todo lleva a pensar que el suyo ser un canto de dragn, maestro. Esta

guerra quemar montaas.

La reina deja su taza sobre la mesa, cierra los ojos, coloca sus manos sobre

las rodillas y entona, muy bajito, en escalas imposibles, un canto celta que

los tres conocen bien. Ya haba sido cantado en otras ocasiones. Muy

pocos odos han asistido al canto real, que enciende llamas ocultas en los

corazones de sus sbditos.

***



Desde que la hermosa Mabel le haba hablado de los dragones, el joven

Duprey mal consegua conciliar el sueo. Se preguntaba si era efecto del

monstruo medieval, de la cautivadora sonrisa de Mabel, o de los dos a la

vez.

Mabel le haba escrito una carta para avisarle de su regreso a Londres en

primavera, invitndole a casa de su madre a tomar t. Acuda a la cita con

un nudo en el estmago y una cajita de pastas de mantequilla en la mano.

Fue Mabel quien le abri la puerta.

Hola, Gerard! Me alegro mucho de verte!

Hola, Mabel. Estoy muy agradecido por tu invitacin. Puedo pasar?

Pasa, por favor. Has trado pastas? Me encantan! No debiste

molestarte. Vamos al primer piso, he preparado un cuarto para tomar el

t. Mi madre tiene una reunin en el piso de abajo con unos amigos.

No es molestia, gracias a ti. Espero que te gusten.

Las vamos a abrir ahora mismo. Vamos, ven.

Se instalaron en una habitacin impecable. Era notorio que la casa entera

era de nueva factura. En el centro, bajo una impresionante lmpara de

velas, haba una mesa de mrmol con un servicio de t y dos sillas de

madera que contrastaban con el suntuoso decorado.

No te fijes en las sillas, mam ha llevado todas las que haba para su

reunin, y he tenido la suerte de encontrar estas para nosotros coment

Mabel. Cmo te gusta el t?

Con una nube de leche, gracias. Sabes? Me qued muy impresionado

por tu pregunta sobre los dragones el da que nos conocimos.

Ah! Qu te dije? Aquel da fue muy ajetreado.

Me preguntaste si alguna vez haba visto uno.

Pues francamente No s en que andaba yo pensando.



Ambos adolescentes se espiaban cada movimiento, comportndose como

perfectos cortesanos en cada gesto. El joven sac de su ajada bolsa de

cuero un bloc de notas y un camafeo que coloc encima de la mesa.

Lo cierto es que he estado todo este tiempo investigando sobre ellos, y

se me antoj una feliz idea hablar contigo sobre el tema. He trado mi

cuaderno de apuntes y quiero regalarte esto, que encontr por casualidad

trasteando en una tienda de productos orientales. El chino que la atenda

me dijo que no tena ningn valor, pero yo creo que es una talla de jade.

De jade? A ver Mabel inspeccion detenidamente el objeto, que

representaba un dragn chino Puede que tengas razn, Gerard. Me

encanta tu regalo! Yo tambin me he acordado de ti, pero tendrs que

esperar un poco.

Para los chinos, el jade es esperma de dragn, y tiene, segn ellos, un

montn de propiedades de buen augurio.

Veo que te has documentado a conciencia! Y que te tomas las cosas en

serio. Eso es muy bueno, Gerard, muy bueno de verdad. Hblame de tus

dragones, venga. Qu has estado indagando?

Gerard comenz a enumerar toda la erudicin que haba sido capaz de

condensar en su bloc de notas. No tanto para impresionar a Mabel, como

para satisfacer su naciente y creciente curiosidad sobre el tema. Ella, no

obstante, se mostraba de lo ms interesada, alternando regularmente

periodos de atencin con bateras de preguntas.

Explic la historia de San Jorge, patrn de Inglaterra, y de cmo el propio

papa Clemente en el siglo XVI haba intentado, en vano, retirar al

dragn de la historia oficial del santo. Cont la historia de cmo Hrcules

haba acabado con la Hidra de Lerna. Desgran la relacin de estos seres

con el elemento acutico, presente en distintas culturas. Hizo un intento

de enumerar los poderes y atributos de los dragones chinos, contando

como a stos les crecan dedos a medida que se desplazaban hacia el

Oeste y les menguaban al viajar en el sentido contrario.

Luego traz un semblante entre los dragones de la mitologa y la fiebre

por los dinosaurios, que se haba adueado del imaginario colectivo desde



la exposicin universal de Londres, y de los que todava se conservaban las

maquetas de tamao natural en Crystal Palace. Manejaba un sinfn de

ancdotas y detalladas leyendas. No quera dejarse nada en el tintero.

Habl del dragn rojo de la bandera de Gales. Explic incluso la diferencia

entre los dragones de dos patas, los ms frecuentes en los blasones de

armas, y los de cuatro.

Despus de casi dos horas de dragones, pastas y t, Mabel se puso a

aplaudir.

Es fantstico, Gerard! Este esfuerzo le da un increble valor a tu regalo,

sea este de jade o no.

No es nada. Mientras iba buscando informacin, nuevas preguntas

asaltaban mi espritu. Estoy dando los primeros palos de ciego en un

campo de estudio que me resulta muy vasto y original. Lo que ms me

interesa de la Edad Media es, precisamente, ese halo de misterio que la

envuelve.

Sbitamente, la joven se puso seria y mir fijamente a Gerard, como

queriendo leerle el alma. l sinti un fro en el espinazo.

Pasa algo, Mabel? Por qu me miras as?

Te das cuenta, Gerard? Te das cuenta del embelesamiento que

producen los dragones? Te has fijado alguna vez como los nios en

especial los varones se quedan frente a cualquier referencia a los

dinosaurios? Ves como esta pasin reptil atraviesa las edades y las

distintas culturas? Qu llevamos en la sangre, Gerard? Qu tipo de

memoria nos impone este atavismo? Qu tanto hipnotiza esa serpiente

al mamfero con su devaneo?

Entonces, en un alarde de coquetera victoriana, Mabel se levant de la

silla y se puso a andar por el saln bamboleando ligeramente las caderas.

Como no podra hacerlo una bailarina del Royal Opera House, Mabel iba

hablando al ritmo de su cadencia, acentuando las eses e imitando a la

cobra en posicin de ataque. A ratos de perfil, a ratos de frente, mantena

la mirada puesta en los ojos de Gerard, que contemplaba, mordindose el



labio superior y con la frente cada vez ms brillante, semejante despliegue

de inesperada voluptuosidad.

Lo que ests sintiendo ahora, Gerard, es el principio y el final de todo.

Date cuenta de cmo se remueve tu interior mientras evoco al reptil con

mi cuerpo de mujer. Esta asociacin va ms all de los idiomas hablados.

Esta inteligencia es pura y animal. Has visto alguna vez bailar a la mujer

hind, Gerard?

No contest en un susurro.

Esto te va a gustar.

Mabel se acerc a una gramola del mueble de la pared, coloc un disco de

cera y del aparato comenzaron a brotar sonidos exticos importados de la

gran colonia imperial. La India. La joya de la corona de Su Majestad.

Continuar

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