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    V V V V V. Moder. Moder. Moder. Moder. Modernidades: la saga denidades: la saga denidades: la saga denidades: la saga denidades: la saga deEstudiantes de La PlataEstudiantes de La PlataEstudiantes de La PlataEstudiantes de La PlataEstudiantes de La Plata

    1. Modernidades?

    Luego de la cada del primer peronismo en 1955, el panorama des-cripto en el captulo anterior sufrir fuertes transformaciones. En primerlugar: se puede decir que los aos posperonistas son un momento deinestabilidad discursiva muy fuerte, que aqueja a todos los campos.34 Latensin se da entre tres posibilidades: la ruptura tajante con el peronis-mo (con sus polticas, sus prcticas y sus imaginarios), opcin elegidapor los grupos conservadores y dominantes;35 la continuidad de algunos

    de sus fragmentos, eleccin de sectores progresistas y de izquierda; y elregreso en bloque a ese pasado que comienza a mitificarse, opcin elegi-da por los grupos que se reivindican peronistas y comienzan un procesode acciones clandestinas. Esto determina un paisaje de ambigedades ycontradicciones permanentes. En el plano deportivo, ladesperonizacinse juzga, desde las polticas oficiales, como imprescindible, reconociendoindirectamente la eficacia simblica de las polticas pasadas. El gesto es,entonces, ladespolitizacin: pero no en el sentido de proponer una imagi-naria autonoma de las polticas deportivas, sino en el rumbo ms drsti-co (y lamentable) de la desaparicin de las polticas deportivas pblicas.Rein seala que uno de los primeros gestos de la dictadura de Aramburues la disolucin de los organismos pblicos especficos. A la vez, la Revo-

    lucin Libertadora interviene las asociaciones de derecho privado (AFA,34 A modo de ejemplo, la distancia que separa los nmeros especiales de las revistasculturalesSur (1955), de tendencias conservadoras, yContorno(1956) ligada a la izquierda,ambos dedicados al peronismo, puede ser una buena seal de esta inestabilidad respectodel campo intelectual. Inestabilidad (fragmentacin) de una unidad que haba sido acua-da frente al peronismo (Tern, 1991).35 La dictadura de 1955-1958 dicta un decreto prohibiendo la utilizacin de la palabraPern y de toda su simbologa. Su confianza en el valor del significante era, evidentemente,digna de mejor mrito.

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    Comit Olmpico Argentino, etc.) con el objetivo de erradicar peronistasconfesos de la conduccin, para luego nomalizarlas controlando la elec-cin de las nuevas autoridades. La participacin de los planteles argenti-nos en las competencias internacionales se vuelve una cuestin privada,cuyo saldo (y estoy estableciendo una relacin de causa-consecuencia) esuna actuacin lamentable en los subsiguientes Juegos Olmpicos.

    En segundo lugar: en relacin con el ftbol, Argentina vuelve a lacompetencia internacional en 1957 obteniendo el torneo Sudamericanocon una actuacin juzgada como brillante. Pero en el Mundial de 1958en Suecia, luego de 24 aos de aislamiento global,36 el seleccionado esderrotado por 6 goles a 1 por Checoslovaquia, y este hecho provoca lafractura de todos los relatos mticos. La superioridad de un estilo de juego, la narracin que construy una identidad nacional en torno deldeporte, se ve demolida pragmticamente. Las respuestas periodsticas alDesastre de Malm como fue llamado ese partido pueden ser ledas,igual que en los aos veinte, como discursos eficaces en el sentido deproponer cosmovisiones globales: la Argentina deba, en todos sus cam-pos, modernizarse.

    La modernizacin ser la palabreja que domine el perodo. El presi-dente Arturo Frondizi haba asumido el gobierno en 1958,37 iniciando lo

    que luego sera conocido como la etapa desarrollista, a tono con lahegemona general del modelo estructuralista38 propuesto por la CE-PAL (Comisin Econmica para Amrica Latina, dependiente de la OEA)en toda Amrica Latina. La poltica frondizista significaba profundizar laetapa modernizadora e industrialista que el peronismo haba inauguradoentre 1945 y 1955, con el agregado del nuevo nfasis puesto en los capi-tales extranjeros como motorizadores del desarrollo. Los contextos inter-nacionales tambin haban cambiado: la salida de la Segunda Guerramostraban a los EE.UU. como potencia militar y econmica en el hemis-ferio occidental, junto al desplazamiento de Gran Bretaa, hasta entoncs

    36 Argentina particip en 1930, obteniendo el subcampeonato frente a Uruguay, anfitrindel certamen. En 1934 envi a Italia un equipo amateur que fue derrotado en el primerencuentro. En 1950 se neg a participar del Mundial de Brasil, alegando la disputa por laorganizacin del Torneo, que Argentina pretenda para s. En 1954 tambin se decidi noparticipar. Hay sugerencias en el sentido de que la abstencin se debi al temor del gobier-no peronista por un fracaso, que hubiera sido contradictorio con la retrica triunfalista dela edad de oro.37 Tras elecciones en las que no particip el peronismo, proscripto por la dictadura. Pernorden el voto por Frondizi, que gan as las elecciones.38 Con referencia a la transformacin del carcterestructuraldel subdesarrollo que segn losespecialistas de la CEPAL caracterizaba a las economas latinoamericanas.

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    mucho ms influyente en la poltica econmica argentina. La Guerra Frase hallaba en su apogeo, lo que colocaba las decisiones geopolticas yeconmicas en un nuevo perfil: el desarrollo econmico y la moderniza-cin cultural de las sociedades latinoamericanas se transformaban para lapoltica norteamericana en un imperativo categrico, con el fin (declara-do) de evitar los fenmenos de insurgencia de izquierda que los mapasde la miseria de las sociedades perifricas provocaban exitosamente. La Alianza para el Progresopropuesta por el presidente Kennedy adquira sen-tido completo en ese trazado; la Revolucin Cubana de 1959 se inscribepuntualmente entre sus considerandos.

    Pero Frondizi significa sentidos ms complejos: junto al desarrollis-mo, aparece la construccin (frustrada) de un nuevo y difcil equilibrioque permitiera contener al peronismo sin que esto implicara su rehabili-tacin poltica. En tanto los sectores ms duros de las Fuerzas Armadasinsistan en su proscripcin definitiva, todo gesto destinado a incluir alperonismo en la escena poltica implicaba el riesgo de la condena e in-cluso, de la expulsin del poder. Frondizi haba despertado una granexpectativa, especialmente entre los sectores medios e intelectuales, en elsentido de poder construir un proyecto poltico progresista que incluye-ra a los sectores populares, abrumadoramente peronistas, pero con la

    conduccin racional de las clases preparadas. Esa ilusin se haba de-teriorado rpidamente entre 1958 y 1960: las claudicaciones de Frondizifrente al poder econmico (los contratos petroleros con las compaasmultinacionales, por ejemplo) y poltico (la apertura de universidadesprivadas catlicas, la represin al movimiento obrero) llev al alejamien-to definitivo de los grupos intelectuales que lo haban apoyado desde laizquierda, y a la desilusin de los sectores medios que experimentaban eldeterioro de su nivel de vida. Y a pesar de su aceptacin del condiciona-miento permanente por parte de los militares, el rol de custodia delpoder institucional que stos haban asumido se ejercer casi cotidiana-mente: entre 1958 y 1962, Frondizi soporta 32 planteos militares, hastaser, finalmente, derrocado.

    Las transformaciones de la estructura productiva, sin embargo, fue-ron notorias. A pesar de una conduccin econmica zigzagueante, quelo llev a ceder el Ministerio de Economa a sectores ortodoxamente libe-rales en varias ocasiones, la poltica de atraccin de los capitales extran- jeros y la intervencin estatal en la planificacin permiti un nivel deinflacin relativamente bajo (14% anual hacia 1961), la triplicacin de laproduccin de petrleo entre 1958 y 1962, el aumento de las inversionesextranjeras desde los 20 millones de dlares de 1957 a los 248 millones

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    en 1959 y los 348 millones en 1961. Estas inversiones reorientaron elmapa industrial argentino: a diferencia de la etapa peronista, bsicamen-te centrada en el consumo interno y la industria liviana, el perodo fron-dizista entreg un crecimiento sustancial en el rea automotriz, siderr-gica y petroqumica. Tambin, en consecuencia, comenz el debilita-miento del empresariado tradicional en beneficio de los sectores mspoderosos y concentrados.

    Tanto por el proyecto desarrollista como por los nuevos contextosinternacionales, la sociedad argentina experiment un rpido procesode modernizacin. Al peso econmico de las nuevas ramas productivas(petrleo, acero, celulosa, petroqumica, automviles) se sum el desa-rrollo por parte del Estado de una serie de organismos cientfico-tcnicosque apuntaban a elaborar saberes de punta: el Instituto Nacional de Tec-nologa Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de Tecnologa Indus-trial (INTI), el Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas(CONICET), el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y la Comisin Na-cional de Energa Atmica (CNEA). En el caso del INTA, por ejemplo, ladifusin entre los productores de nuevas formas de perfeccionamientode los rendimientos agropecuarios contribuy a un sostenido crecimien-to del sector, reforzado por la fabricacin en el pas de maquinaria agr-

    cola. Las nuevas reas industriales asomaban como modernas y eficien-tes, mientras que las provenientes de la industrializacin peronista, ca-rentes de apoyos crediticios y tecnolgicos, aparecan como retrasadas.La llegada de capitales norteamericanos tambin contribuy a transfor-mar los hbitos de consumo, con la aparicin de los primeros supermer-cados y una oferta ms variada de bienes. Y fundamentalmente, estoscapitales produjeron la explosin de un nuevo fenmeno: la televisin.

    Si bien sta haba sido instalada por el peronismo en 1951, la licita-cin de frecuencias por parte de la dictadura siguiente permiti el surgi-miento de tres nuevos canales porteos y dos en el interior del pas,todos ellos privados y ligados de manera estrecha a las grandes cadenastelevisivas norteamericanas. A partir de 1960-1961, la fabricacin, im-

    portacin y venta de aparatos de televisin comenz a crecer exponen-cialmente (de los 5.000 aparatos en 1953, se pasa a los 800.000 en 1960y a los 3.700.000 en 1973). La televisin era vista como un factor funda-mental de modernizacin, en tanto permita el acceso a las nuevas forma-ciones culturales que la industria norteamericana impona exitosamenteen todo el mundo: la msica, la comedia familiar, los noticieros. La ins-talacin de subsidiarias de las grandes compaas discogrficas multina-cionales, a su vez ligadas con las productoras televisivas, apoy este fen-

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    meno, ayudada por la popularizacin del tocadiscos y la radio porttil.El rock and roll norteamericano se difundi velozmente, as como las tc-nicas de produccin artstica de msica popular vinculadas con el mar-keting y el estudio del mercado. Sin embargo, la composicin estructuralde los consumidores populares obligaba a fenmenos originales, dondela modernizacin no se mostraba como lineal, sino como intersectadacon formaciones tradicionales; entre los nuevos cantantes que las disco-grficas lanzaban al mercado, los ms exitosos eran dos migrantes, prove-nientes del interior del pas: Palito Ortega (tucumano) y Leo Dan (santia-gueo), originarios de provincias pobres y triunfadores en la gran ciu-dad, modelo imaginario de buena parte de su pblico. De la mismamanera, la fuerte tradicin de la industria cultural argentina incida en laprogramacin televisiva: a pesar de la subsidiariedad respecto de la industrianorteamericana, un porcentaje elevado de la programacin era de produc-cin nacional, y era la que cosechaba la mayor respuesta del pblico.

    La modernizacin econmica signific tambin el progresivo despres-tigio de las conductas tradicionales de las clases altas y patricias: frente ala decadencia de la aristocracia, el nuevo modelo exitoso pas a ser elejecutivo, figura surgida de la aparicin de una nueva tecnocracia capaci-tada para administrar una economa complejizada. A tono con esta aper-

    tura al mundo, tambin se expandi el prestigio de disciplinas como lasociologa, el marketing, el psicoanlisis (hasta convertir a Buenos Airesen una especie de capital mundial psicoanaltica). Las vanguardias arts-ticas tambin encontraban un lugar privilegiado: el Instituto Di Tella.Fundado en 1958, solventado por la Fundacin del mismo nombre, elDi Tella significaba un puente entre el peronismo y el desarrollismo:Torcuato Di Tella haba sido uno de los industriales favorecidos por lapoltica industrializadora del peronismo, y sus hijos cosechaban las ven-tajas de la experiencia desarrollista y de la aparicin en escena de lossubsidios provenientes de fundaciones norteamericanas dispuestas a vol-car capitales en auxilio de actividades culturales y artsticas.

    La Universidad ocup un papel importante en este proceso. Luego de

    la normalizacin que impusiera la Revolucin Libertadora, la Universi-dad argentina haba recuperado su conduccin autnoma: las autorida-des eran elegidas por los claustros docentes y estudiantiles y por los gra-duados. La asociacin entre saber, tecnologa y desarrollo que las pers-pectivas estructuralistas de la CEPAL haban difundido, llev a un rpi-do crecimiento de la investigacin y la produccin intelectual, junto alapoyo a las nuevas disciplinas de la modernizacin: la economa y laadministracin, la ingeniera, la fsica y la qumica, la sociologa (de orien-

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    tacin funcionalista). Asimismo, la conviccin pedagogista de las clasesintelectuales motiv el desarrollo de actividades deextensin universitaria,tendientes a una mayor vinculacin de la Universidad con los sectorespopulares. Si bien la mayora de los intentos fueron poco productivos,uno de ellos, que combinaba el concepto deextensin con el de mayorcirculacin de los saberes especializados, constituy un xito rotundo: lacreacin de una editorial universitaria en Buenos Aires, EUDEBA. Lasediciones baratas de EUDEBA vendieron 3.000.000 de ejemplares entre1959 y 1962. Algunas de sus ediciones configuraron xitos jams repeti-dos: una edicin delMartn Fierro, ilustrado por el pintor Juan CarlosCastagnino, agot sus 15.000 ejemplares en tres das, en 1963.

    El clima de libertad intelectual de la Universidad argentina, especial-mente la de Buenos Aires, estimul la difusin del nuevo pensamientode izquierda que desde la cada del peronismo y el triunfo de la revolu-cin cubana se vena desarrollando. Pero este fenmeno no se restringiranicamente a las aulas; por el contrario, su progresiva masividad seala-ra todo el desarrollo de la sociedad hacia el final de la dcada.

    En el ftbol, la modernizacin se llam ftbol-espectculola inversineconmica en jugadores para incrementar la cantidad de espectadores,en continuo descenso desde la cada del peronismo39 y la adopcin de

    esquemas tcticos y de entrenamiento europeos, insistiendo en sumardisciplinaa la indolenciacriolla.40 Dos figuras, dos directores tcnicos, sonparadigmticos: Helenio Herrera, argentino afincado en Italia, que cons-truye un exitoso equipo con el Internazionale de Milan a comienzos delos sesenta en torno de esquemas defensivos cerrados y especulativos (elllamado catenaccio), y Juan Carlos Lorenzo, que se forma como directortcnico en Italia y regresa con su ttulo flameando, ante la admiracin y laenvidia de sus pares criollos. Consecuentemente, frente a tamaa aureolade modernidad, Lorenzo ser el tcnico de las selecciones argentinas enlos Mundiales de 1962 y 1966, obteniendo sendos y nuevos fracasos.

    Pero para muchos, la modernizacin significa crudamente mercanti-lismo. En 1960, la pelculaEl Crack, de Martnez Surez, se postula como

    39 Las cifras ms altas de ventas de entradas corresponden a los quinquenios 1946-50(12.755 entradas de promedio) y 1951-55 (12.865 entradas). Las cifras descienden entobogn: 1956-60, 10.783; 1961-65, 9.924; 1966-70, 7.830. En 1981-85, el promedio hadescendido hasta las 6.200 entradas por partido, con el doble de partidos jugados que enlos aos cincuenta (545 partidos contra 245). Fuente: Palomino y Scher, 1988: 46-50.40 Por cierto que esta contraposicin entre disciplina europea (o anglosajona, segn lafuente) e indolencia criolla es un tpico de nuestra cultura, para nada original en loscincuenta. Puede verse el argumento de Ford (1994) a partir del trabajo de Bialet Mass acomienzos de siglo.

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    una vigorosa denuncia aunque es un film mediocre de la mercantili-zacin dominante. El argumento puede resumirse fcilmente: inescru-puloso dirigente fabrica un crack con un joven de extraccin humilde,que finalmente fracasa vctima de la violencia de sus pares: el nuevocrackes fracturado en una pierna en su partido debut. La pelcula habla mssobre los deseos de una clase y de un sector (los intelectuales de la pe-quea burguesa) que pretenden dar por clausurado el ciclo de expecta-tivas peronistas: siPelota de trapo significa el clmax de esas expectativas(como dije,el sueo del pibe, la igualdad meritocrtica y el ascenso sociallegtimo),El crack es la denuncia de la falacia y la alienacin de esasmismas ilusiones. El joven futbolista quiere triunfar para poder escapar aun medio asfixiante: un conventillo, la pobreza, un padre retrgradoque maltrata a su mujer, una barra de amigos marcada por la pobreza, laviolencia, la pobreza lingstica, la alienacin cultural los consumosson la radio, el ftbol, la prensa amarilla, las revistas pornogrficas, elalcohol. Nada hay aqu de la riqueza espiritual del barrio obrero dePelota de trapo, ni la solidaridad transclasista deCon los mismos colores.Denuncia doble, la otra seal apunta a los dirigentes de ftbol, cuyonico objetivo es la maximizacin de la ganancia, frente a hinchas des-bordados que invierten su pasin. Ambigedad: desde una mquina de

    fabricacin de imaginarios se denuncia a otra, y ambas aparecen conmarcas de clase. El ftbol es una mquina cultural para pobres, quieredecir Martnez Surez, mientras que su cine derrocha gestualidades pe-queo-burguesas post-peronistas.

    Algo de la crtica al mercantilismo puede verse tambin enEl centro- forward muri al amanecer, la obra de teatro de Agustn Cuzzani filmadapor Ren Mujica al ao siguiente. Ciria analiza la obra de teatro originalde Cuzzani como una crtica antiperonista, estrenada antes del golpe deLonardi. Pero ms nos interesa su recuperacin cinematogrfica, tras lacada del peronismo, coincidiendo con una discursividad pequeo-bur-guesa de tipo romntica, crtica de la mercantilizacin de las relacionessociales que se percibe como hegemnica. El millonario Lupus compra

    ejemplares humanos, artistas o cientficos, para mejorar la especie. Entresus adquisiciones se cuenta un implacablecentrofoward, al que Lupusdestina como pareja reproductora de una bailarina clsica. El futbolistase enamora de la bailarina una profeca de las mltiples relacionesentre los jugadores contemporneos y las modelitos y vedettes?, se resis-te a su futuro de esclavo una suerte de anticipo de las transaccionescomerciales de la contemporaneidad?, intenta escapar, y culmina ma-tando a Lupus, por lo que ser condenado a muerte.

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    2. Grandes y chicos: una historia de hegemonas

    Pero hay otro proceso de cambio en marcha. En el momento de lainstitucionalizacin definitiva del ftbol argentino, con la profesionali-zacin de los jugadores en 1931 y la fundacin de la Asociacin delFtbol Argentino (AFA) en 1934, los estatutos incorporaron un mecanis-mo de voto calificado, que otorgaba la mayora de los votos a slo cincode los clubes miembros: Boca Juniors, River Plate, Independiente, RacingClub y San Lorenzo de Almagro.41 Esta posicin de privilegio respondaa campaas deportivas exitosas en las pocas romnticas del amateuris-mo o a posiciones hegemnicas entre los simpatizantes, medidos porcantidad de asociados a los clubes y por asistencia a los estadios; estosequipos fueron llamadoslos cinco grandes. Por oposicin, todos los otrosclubes del ftbol argentino fueron catalogados, tanto en la prensa depor-tiva como en el lenguaje cotidiano de la cultura futbolstica argentina,comoequipos chicos. La grandeza de loscinco grandesconsisti no slo enla mayora absoluta en el gobierno institucional del ftbol argentino,como dije, sino tambin en un mayor poder econmico lo que les per-miti sistemticamente comprar los jugadores que se destacaban efmera-mente en loschicos y hasta en el abuso: cada vez que un equipochicoamenazaba disputar seriamente el ttulo de campen, los arbitrajes des-equilibraban la ventaja deportiva en favor de la ventaja poltica. Estohaba ocurrido ya en el primer torneo profesional en 1931, cuando elequipo de Estudiantes de La Plata, conocido como los profesores por lacalidad de su juego, se vi perjudicado por los arbitrajes en los tramosfinales. Consecuentemente, entre 1931 y 1967 todos los torneos profesio-nales fueron ganados por estos cinco clubes: la historia del ftbol argen-tino se redujo a la alternancia de hegemonas el River de 1952 a 1957, elRacing de 1949 a 1951, por ejemplo y a las picas pequeas protagoni-zadas por equiposchicosque amenazaban provisoria, aunque infructuo-samente, esta hegemona institucional, poltica y simblica.42

    41 Ver Palomino y Scher (1988) para una descripcin sistemtica de la organizacin de la AFA. Tambin AA.VV. (1955) y Bayer (1990).42 El caso quizs ms afamado fue el de Banfield en 1951, que disput una final por el ttulocon Racing. La interpretacin de esta pequea historia gir, segn su tratamiento periods-tico, en torno de un alegado favoritismo de Eva Pern por Banfield, en tanto el triunfo deun equipo chico reproducira en el plano deportivo los mecanismos de protagonismopoltico de las clases populares en el contexto del peronismo. Un primer tratamiento deltema, en relacin con filmes de la poca, est en Alabarces, 1996a. Muy recientemente fuefilmado un documental,Evita Capitana (Malowicki, 2000), que insiste en la misma tesitura,incorporando testimonios de los actores (jugadores y polticos).

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    Este proceso coincide con la llamadaedad de orodel ftbol argentino:una etapa en la que la proliferacin de excelentes jugadores algunos deellos exitosos en el exterior, tanto en Europa como en Colombia, destinoprincipal del xodo de jugadores por razones gremiales en 1948, elinterregno de la guerra y el aislamiento de las competencias mundialesde 1950 y 1954 le permite al imaginario futbolstico argentino auto-per-cibirse como elmejor ftbol del mundo. La competencia se limita al planosudamericano, a incursiones europeas en giras San Lorenzo en 1947,por ejemplo o a la presentacin del seleccionado ingls en Buenos Airesen 1953. El xito obtenido consolidaba ese imaginario victorioso, cohe-rente adems con el discurso peronista de la poca, que presentaba a laNacin como re-colocada entre las naciones lderes como vimos en elcaptulo anterior.

    Tras la crisis del Mundial de Suecia en 1958, la aparicin del ftbol-espectculo, denominado as por el entonces presidente del club RiverPlate, Antonio Liberti, consiste, como dije, en un gesto puramente eco-nmico: la incorporacin de jugadores extranjeros principalmente bra-sileos, luego del xito de Brasil en las Copas del Mundo de 1958 y1962. Ms all del fracaso de esta experiencia, que no redunda en au-mento de recaudaciones ni en xitos deportivos el ftbol argentino si-

    gue cosechando fracasos tanto a nivel de seleccin como de clubes, en larecin inaugurada Copa Libertadores, hasta 1964, lo que esta operacinseala es un doble movimiento: de continuidad, en tanto ratifica el po-dero de los clubes econmicamente ms slidos; pero tambin en eldesplazamiento de las narrativas romnticas de laedad de oropor un nue-vo discurso donde la victoria deportiva es el objetivo a alcanzar, cual-quiera sean los medios a utilizar. La lgica puramente mercantil, hastaentonces encubierta en el predominio de las lgicas simblicas soporta-das por la narrativa del estilo jugar bien, de manera bella se coloca enprimer plano. La victoria significa ganancias econmicas; la derrota no esslo la humillacin, sino un riesgo financiero.

    El canto del cisne de la vieja estructuracin imaginaria del ftbol

    argentino es la pelculaPelota de Cuero. Historia de una pasin(1963), escri-ta por el mismo guionista de la ya analizadaPelota de trapo, el periodistaBorocot, y dirigida y protagonizada por el mismo protagonista del pri-mer film, Armando B. Estos rastros de continuidad guionista, actor, elttulo similar y evocativo, que supone un pasajemodernizador desde lapelota de trapo infantil y pobre a la pelota de cuero adulta y rica seratifican en la historia: Marcos Ferretti,centrehalf de Boca Juniors duran-te veinticinco aos!, es reemplazado por una estrella en ascenso

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    interpretada por el jugador Antonio Rattin, dueo del puesto durantetoda la dcada en el mismo equipo, y capitn en 1966 de la seleccinargentina en el Mundial de Inglaterra, donde ser protagonista principal.El club le ofrece a Ferretti una transferencia, que el jugador rechaza,alegando que no puede jugar en otro equipo que no sea el de toda suvida. Por supuesto, Ferretti vive en el barrio porteo epnimo, la Boca,incesantemente filmado con la retrica de un documental turstico, acom-paado por los acordes del tango Caminito, tango emblemtico delbarrio. La previsibilidad y convencionalismo del film, una pelcula real-mente espantosa, se ratifica en su final: Ferretti se suicida, mientras suamado Boca Juniors juega el clsico contra River Plate, por primera vezsin su presencia. SiPelota de trapo presentaba adems un sistema de ex-pectativas del ascenso social,Pelota de cuerolimita su relato a los rasgosms perifricos e insustanciales del imaginario: la fidelidad al barrio y alos colores, el amor por la madre que, previsiblemente, muere el da deldebut de Ferretti en la primera de Boca. Esta disposicin romntica ymelodramtica culmina en una escena clave para mis argumentos: en laetapa de su decadencia, Ferretti asiste a una charla tcnica con un direc-tor tcnico europeo, que explica una tctica sobre el pizarrn. Nuestrohroe, indignado, se revela y desgrana todos los lugares comunes del

    romanticismo futbolstico de laedad de oro: la resistencia a los esquemastcticos, la habilidadnatural del futbolista argentino, la retrica delhacerla nuestra frente al esquematismo europeo. Tras semejante declaracin deprincipios, abandona el vestuario. La exclusin de Ferretti del equipo seinterpreta, entonces, antes que como consecuencia de una decadenciaanunciada (despus de todo, veinticinco aos no pasan en vano y a esaaltura Ferretti es un tronco que no puede marcar ni a una vaca en unbao), como castigo del tacticismo europeo frente al talento y la rebeldarioplatense. Afortunadamente para el pblico y para el ftbol argentino yboquense, como dije, Ferretti se suicida y la pelcula se termina.43 Perodeja marcada la articulacin de un debate ideolgico en discurso ficcio-nal: la modernizacin avanza sobre el ftbol argentino, y va a dejar vctimas.

    43 Los ttulos de cierre explicitan una cita que se supona escamoteada: es el argumento deun cuento del escritor uruguayo Horacio Quiroga, titulado Juan Polti, half-back, y publi-cado en 1918. A su vez, el cuento ficcionaliza un suceso real: el sucidio de Abdn Porte, jugador de Nacional de Montevideo que se pega un tiro en el estadio poco despus de suseparacin por bajo rendimiento, el 5 de marzo de ese ao. La pelcula, entonces, al recrearen la contemporaneidad un suceso de medio siglo atrs, tambin se erige en clausura deuna etapa romntica. Sobre el cuento de Quiroga, ver Rocca (1991: 20-21).

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    3. Identidades paranoicas y nuevas dictaduras

    La participacin en el Mundial de 1966, llevado a cabo en Inglaterra,es un punto de inflexin en esta serie. Argentina tuvo una actuacindecorosa en la primera fase, clasificando para cuartos de final. En estainstancia debi eliminarse con el equipo local, en su quinto encuentroen toda la historia. El partido comenz con su carga mtica a cuestas,pero su desarrollo y finalizacin lo transform en una seal fundamentalde esa serie autnoma.44 La expulsin del capitn argentino Rattin, lacuestionada actuacin del rbitro alemn Klein, la derrota, la sospechade un complot anti-sudamericano simultneamente, un rbitro inglsdiriga el partido Alemania-Uruguay; todos estos elementos colocaronal encuentro en Wembley en una posicin privilegiada para la construc-cin de una pica imaginaria. Dos hechos se vuelven centrales para nuestrorelato: el primero, la calificacin del tcnico ingls, Alf Ramsay, que en laconferencia de prensa posterior sostuvo que haban jugado frente aani-mals. El segundo: la recepcin al equipo argentino en la Casa Rosada,tras su regreso a la patria, por parte de un nuevo presidente, el dictadorOngana, entre aclamaciones a loscampeones morales.

    El primer gesto articula una identidad paranoica radicalizada.45 Lainestabilidad de la que hablamos se resuelve en el gesto defensivo: elOtro, que es nada menos que el Imperio, califica con un estigma anima-les, y eso permite la inversin hroes. Adems, el hecho permite volvera poner en juego la importancia de los mecanismos especulares: un ojo

    44 Porque los partidos Argentina-Inglaterra cinco en campeonatos mundiales, uno ms enun torneo circunstancial en 1964, y pocos amistosos construyen una serie narrativa conautonoma relativa. Algo de esto quisimos explorar en un artculo conjunto con investiga-dores ingleses (Alabarces, Tomlinson and Young, 2001): la comparacin entre las narrati-vas nacionales puestas en juego en relacin con el ftbol en ambas culturas futbolsticasofrece similaridades sorprendentes el aislamiento futbolstico, la superioridad moral, elpredominio de las hiptesis conspirativas, la situacin insular respecto de cada continente,el peso de los hroes, etc.. En relacin con esta serie, el partido disputado en el Mundialde Francia de 1998 es otro punto clave, que recuperaremos ms adelante.45 La omnipresencia de las explicaciones paranoicas en la cultura futbolstica argentinamerece una hiptesis interpretativa. Me seduce la de Jameson: La paranoia [] se expresaa s misma en una produccin aparentemente incansable de tramas conspirativas de lasespecies ms elaboradas. Se puede decir que la conspiracin es el mapa cognitivo de lospobres en la era posmoderna; es la figura degradada de la lgica total del capitalismotardo, un intento desesperado de representar el sistema anterior (Jameson, 1988: 356). Apesar de la referencia de Jameson a una etapa posmoderna, creo que describe adecuada-mente un estado del imaginario popular tras la cada del peronismo, donde el discurso detotalidad tan dependiente del lder ausente deja paso a interpretaciones fragmentarias y,nuevamente, conspirativas. Debo la referencia del texto de Jameson a Jeffrey Tobin.

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    est siempre puesto en la imagen que devuelve su espejo. Es una suertede identidad narcisista, recurrente en la articulacin de identidades des-de la periferia. Para colmo, la teora del complot ratifica todos los enun-ciados, en tanto se trata de estrategias de las potencias Inglaterra y Ale-mania, ms la FIFA, entidad dominada por los anglosajones contra lospases perifricos Argentina y Uruguay, que se refuerzan ante la elimi-nacin de los brasileos, sometidos a un concierto de patadas sin castigo,segn las mismas fuentes.

    El segundo gesto, la proclamacin delcampen moral, desplaza el enun-ciado paranoico hacia un plano poltico porque es proclamado por unaautoridad institucional, aunque sea dictatorial y moral: el hecho depor-tivo, el sercampen, que debe tener una resolucin pragmtica medida encantidad de goles, es superado por una categora indiscutible, el sercam- pen moral, porque es tica. Lo cierto es que la excursin inglesa dominacomo marca imaginaria el resto de la dcada y el comienzo de la siguien-te: loscampeones moralesseguirn cosechando fracasos a nivel de seleccio-nes la derrota con peruanos y bolivianos en la clasificacin de 1969, unmediocre desempeo en 1974 pero a cambio obtendrn una serie exito-sa en los clubes, dominando las competencias sudamericanas entre 1964y 1975, y obteniendo los ttulos mundiales de clubes en 1967, 1968 y

    1973, los dos primeros contra equipos britnicos. Esta serie victoriosapermite la consolidacin de un discurso nacionalista agresivo y paranoi-co, que quiere ver en el ftbol una representacin exitosa en contextossociales y econmicos difciles.46 En ltima instancia, la nueva coloca-cin imaginaria de los discursos futbolsticos afirma: el xito deportivo esel xito del pobre contra el poderoso, y con las armas del pobre laviolen-cia, pero leda como coraje fsico y solidaridad de equipo.

    Es que, adems, el contexto ha cambiado nuevamente. Tras el golpemilitar de 1962 que derrocara al desarrollista Frondizi, en las eleccionesde 1963 nuevamente con la prohibicin del peronismo haba triunfa-do el candidato Illia, de la Unin Cvica Radical. Su gobierno, caracteri-zado por la debilidad de su legitimidad poltica, fue continuamente ja-

    queado por los militares, los conservadores y el sindicalismo peronista,hasta que en 1966 un piquete militar desaloja a Illia de la Casa de Go-bierno e instala en el poder a una Junta de Comandantes de las tres

    46 En setiembre de 1967, luego del triunfo de Racing ante Celtic por la Copa Europea-Sudamericana, Carlos Fontanarrosa, director de la revistaEl Grfico, editorializa: las gran-des alegras que el pas demuestra son casi siempre provocadas por hazaas como las quehoy Racing ha realizado. En un pas preocupado las grandes alegras se refieren al quehacerdeportivo (El Grfico, 5/9/67: 3).

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    armas, que designa presidente al general Juan Carlos Ongana para pro-ducir un shock autoritario. El nuevo gobierno, autodenominadoRevolu-cin Argentina, destituye a todas las autoridades constitucionales, federa-les y provinciales; disuelve el Congreso y las Legislaturas, separa de suscargos a los jueces de la Corte Suprema, disuelve los partidos polticos yexpropia sus bienes. En julio decreta la remocin de los rectores univer-sitarios y la intervencin de todas las Universidades Nacionales, que parala percepcin paranoica de los militares es la cuna de la agitacin iz-quierdista: la resistencia a la intervencin produce la ocupacin militarde la Universidad de Buenos Aires, el 29 de julio de 1966, en lo que dioen llamarsela noche de los bastones largos(en alusin a los garrotes de lainfantera policial). Este hecho inicia una poltica sistemtica de perse-cucin entre los cientficos e intelectuales sospechados de simpatas pe-ronistas o izquierdistas, que llevar a muchos de ellos al exilio, y deter-minar la destruccin de los equipos tcnicos y cientficos que la Univer-sidad vena construyendo en los ltimos aos.

    Ongana era un catlico preconciliar, fervoroso anticomunista, coninclinaciones fascistas gestadas en los cursos poltico-religiosos que sec-tores conservadores de la Iglesia catlica dictaban durante esos aos entregrupos de las clases dirigentes. La represin es poltica, pero tambin

    moralizadora, apuntando a las vanguardias estticas del Instituto Di Te-lla, las minifaldas, el largo de las cabelleras masculinas, el erotismo cine-matogrfico, los hoteles por horas para parejas. Surge unslogan que lue-go se har recurrente: la poltica delOnganiato significa la recuperacinde la tradicin occidental y cristiana. En la economa, se intenta una polticade ajuste y racionalizacin, deshock: se despiden empleados pblicos, sereducen subsidios a la produccin econmica de distintas regiones; elconsecuente cierre de ingenios azucareros en la provincia de Tucumn afines de 1966 produce la crisis de toda la economa provincial.

    A partir de marzo de 1967 se radicaliza la poltica de ajuste y raciona-lizacin para detener la inflacin, que en 1966 haba alcanzado el 32%anual. Los pasos incluyen el congelamiento de salarios, la suspensin de

    la negociacin obrero-patronal, el congelamiento de tarifas de servicios ycombustibles previo aumento de las mismas, una brusca devaluacin del40%, y la eliminacin de todos los subsidios a las economas regionales:el azcar tucumano, el algodn del Chaco, el tabaco de Misiones. Elshockdel ministro de economa Krieger Vasena obtiene efectos rpidos: lainflacin se reduce al 29% en 1967, 16,2% en 1968 y 7,6% en 1969; eldficit pblico y la balanza de pagos aparecen equilibrados hacia 1969.El PBI ostentar un crecimiento constante: 2,7% en 1967, 4,4% en 1968,

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    6,8% en 1969. Pero sus consecuencias negativas tambin son rpidas: laparticipacin del salario se reduce del 42% en 1967 al 39% en 1969. Elcrecimiento del PBI y de la inversin se genera, bsicamente, por la inver-sin en obras pblicas y no en capital productivo: en esos aos se desarro-llan proyectos de vieja data (en muchos casos, iniciados en la etapa peronis-ta) vinculados a la infraestructura. La liberalizacin del rgimen de inversio-nes extranjeras agudiza el proceso de desnacionalizacin de la estructuraindustrial argentina que el desarrollismo haba inaugurado hacia 1960; latransferencia de la renta agropecuaria hacia el sector industrial no se dirigehacia los consumos masivos ni al mercado interno, perdiendo su carcterdinamizador. Por ltimo, las economas regionales, ante la desaparicin dela poltica de subsidios, entran en una crisis acelerada que genera desocupa-cin y marginalidad entre las clases populares.

    4. La revancha de los chicos

    El cono de la nueva etapa en el ftbol ser un equipo de los denomi-nados chicos, Estudiantes de La Plata, que aprovecha exitosamente unatransformacin en los torneos para inaugurar una serie de victorias pro-pias y ajenas. En 1967, el presidente de la AFA, Valentn Surez nombra-do por el dictador Ongana, pero de procedencia peronista reorganiza ladisputa de los campeonatos, hasta entonces organizado como un campeona-to en dos ruedas similar a los europeos, con participacin de equiposnicamente de las ciudades de Buenos Aires, La Plata y Rosario. Surez creados torneos: uno de ellos consiste en el campeonato tradicional, pero abre-viado se juega en dos grupos de equipos, con finales entre los cuatro mejo-res, que se denominaMetropolitanoen referencia al carcter central de laciudad de Buenos Aires. El otro se llamar pomposamenteCampeonato Na-cional, e incorpora la participacin de equipos de las provincias argentinas,que por primera vez acceden a la disputa deportiva con los equipos porte-os. Las nuevas competencias demuestran dos cosas: que los equipos de lasprovincias ms pobres que los de Buenos Aires, e imposibilitados de rete-

    ner a sus jugadores que migran hacia la gran ciudad, al igual que sus traba- jadores son muy inferiores deportivamente; salvo contadas excepciones principalmente, los equipos de la provincia de Crdoba, la tercera en ordende importancia econmica y poltica, estos equipos sufren estruendosasgoleadas.47 La segunda comprobacin es que la mayor brevedad de los tor-

    47 En 1967, River vence a San Martn de Mendoza 8 a 0; Vlez a San Lorenzo de Mar delPlata 8 a 1. Al ao siguiente, Vlez derrota al humilde Huracn de Baha Blanca por uninslito 11 a 0.

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    neos permite a los equiposchicosmayores posibilidades; a pesar de con-tar con planteles ms reducidos cuantitativa y cualitativamente estnen mejores condiciones de aprovechar series exitosas breves, que en lostorneos largos podan ser revertidas a largo plazo por los equipos poderosos.

    As, Estudiantes inicia en el campeonato Metropolitano de 1967 unaserie que se prolonga en otros actores: en 1968, Vlez Sarsfield obtiene elcampeonato Nacional; en 1969, Chacarita Juniors gana el Metropolitano;en 1971, Rosario Central vence en el Nacional, repitiendo en 1973; Hu-racn gana el Metropolitano de 1973, y lo mismo hace Newells Old Boysde Rosario en 1974. Los equipos chicos quiebran as una hegemona de36 aos; hasta entonces, toda la historia profesional del ftbol argentinohaba estado monopolizada por los grandes. Pero el caso de Estudiantesse torna especialmente significativo: luego de su xito local que no re-petir hasta 1982 conquista sucesivamente las Copas Libertadores de Amrica en 1968, 1969 y 1970. Y en 1968 vence al Manchester Unitedpor la Copa Europeo-Sudamericana, aunque es derrotado en 1969 por elMilan de Italia y en 1970 por el Feyenoord de Holanda. Esta serie exitosaintroduce, en la narrativa del ftbol argentino, una anomala, inaugurauna polmica, dispara juegos de sentido hasta entonces impensados.

    5. Estudiantes y la nueva mentalidad He revisado como texto central la cobertura que la revistaEl Grfico

    dispensara a la campaa de Estudiantes entre 1967 y 1971, as comocoberturas parciales de otros medios periodsticos generales de la po-ca.48 La eleccin de esta revista se justifica en su papel central en la cons-truccin del imaginario futbolstico argentino de la poca; las pginas deEl Grficoalbergaban a los periodistas deportivos ms respetados y ledos,sus tiradas eran las ms elevadas, era el nico medio que, a despecho decompetencias parciales y espordicas, vena ocupando un espacio cen-tral en la administracin de los discursos deportivos desde 1919, comoya argumentamos en el captulo II. Asimismo, como ha analizado par-

    cialmente Roberto Di Giano, el discurso modernizador posterior al Mun-dial de 1958 haba sido asumido duramente por la revista, especialmentepor sus dos periodistas-estrellas: Julio Csar Pasquato (Juvenal) y Osval-do Ardizzone. Sin embargo, y contradiciendo la interpretacin un tantoesquemtica de Di Giano, la revista no sostiene un discurso nico y mo-

    48 En la recopilacin y el anlisis de esa cobertura cont con la colaboracin indispensablede Ramiro Coelho y Juan Sanguinetti.

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    noltico. Tal como seal, es un perodo de profunda inestabilidad dis-cursiva; de all que la tnica dominante sea la ambigedad. Todas lasideas son posibles: la serie de fracasos del ftbol argentino admite todaslas interpretaciones, aun las contradictorias. As, al comenzar la campa-a exitosa de Estudiantes en 1967, Jorge Ventura puede elogiar

    Un ftbol que se elabora en la dura faena de una semana de laboratorioy que estalla en el sptimo da con toda la misma eficacia que consagra latabla de posiciones. Porque Estudiantes sigue fabricando puntos tal como

    fabrica su ftbol: con ms mecnica que talento, con ms pelotazos quepelota contra el piso. [] Estudiantes sigue ganando. Sus partidos notienen exquisitez, pero s intensidad. No convence su estilo, pero esconvincente su campaa. No es cuadro de lujo, pero s un buen equipo.Con una conviccin de grupo ganador, con un trabajo de equipo moder-no y con una firmeza de club grande (3/5/67: 23).

    Para, dos fechas ms tarde afirmar, luego de una derrota ante Lans:

    Un homenaje al ftbol, casi una reivindicacinLa fiesta de Lans al-canza a todo el ftbol nuestro, ahogado por sistemas [] [frente aEstudiantes] Un puntero inobjetable del torneo, un luchador elogiablede 90 minutos de trabajo dominical, pero tambin un cuadro carente de

    algn talento que pueda hacer variar el funcionamiento cuando hay quesalirse de un esquema que no sirve (17/5/67: 43).

    As, la ambivalencia entretalento y sistema comienza a disear el cam-po de posibilidades. El esquematismo deriva hacia otra asociacin, siste-ma/eficacia, dondesistema puede reemplazarse (y se hace habitualmente)con otro trmino ideal para las pretensiones modernizadoras:laboratorio.El responsable es el director tcnico Osvaldo Zubelda, elogiado profusa-mente, propuesto reiteradamente como tcnico de la seleccin nacional,un cultor de los valores que el discurso modernizador est proponiendo:trabajo, disciplina, preparacin fsica.

    Equipo difcil, que marca, defiende, obstruye y asfixia el partido en todala cancha. As volvieron a jugar los platenses, poniendo de manifiestootra vez todos esos atributos, exhibiendo toda la lnea de esos valores,que no sern muy difanos en funcin de ftbol puro, pero que soncontundentes en funcin de resultados. Porque lo notable de este Estu-diantes es la humildad de sus hombres para exteriorizar e imponer susconvicciones en el campo (21/6/67: 12).

    Este fragmento seala una nueva incorporacin:humildad. El trminocomienza a volverse clave: lo que se distingue de Estudiantes no es la

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    condicin de equipochico, sino humilde, lo que permite la extensin deesa categora, como recomendacin, a todo el ftbol argentino. Que, paracolmo, obtiene su mximo xito internacional en ese mismo momento: el4 de noviembre de 1967, Racing vence a Celtic Glasgow en Montevideopor 1 a 0 y gana la Copa Europeo-Sudamericana, tras tres dursimospartidos con gran cantidad de golpeados y expulsados. La aparicin dela violencia deportiva en estos partidos es una marca de continuidad,luego del partido del ao anterior en Wembley entre argentinos e ingle-ses. Que el Celtic sea escocs no significa diferencia para el imaginarioargentino: grosso modo, son todos ingleses.49

    Finalmente, cuando Estudiantes obtiene su primer campeonato localen 1967, Juvenal analiza al campen celebrando:

    Estudiantes: un triunfo de la nueva mentalidadEstudiantes: un triunfo de la nueva mentalidadEstudiantes: un triunfo de la nueva mentalidadEstudiantes: un triunfo de la nueva mentalidadEstudiantes: un triunfo de la nueva mentalidad

    Su triunfo ha sido el triunfo de lanueva mentalidad, tantas veces procla-mada desde Suecia hasta aqu, y muy pocas veces concretada enhechos.Unanueva mentalidadservida por gente joven, fuerte, disciplinada, din-mica, vigorosa, entera, espiritual y fsicamente. []Es claro que Estudiantesno invent nada. Se limit a seguir una senda yatrazada por el ejemplo de Racing el ao anterior []Estudiantes le gan a 36 aos de campeonatos vedados a la ambicinde un cuadro chico. Estudiantes le gan a su conviccin y a sus limi-taciones de equipo ultra-defensivo-mordedor-destructivo. [] Estudian-tes le gana a la embriaguez deuna semana nica en la historia del club,reivindicando el ms ejemplar de sus atributos en la hora del triunfo:lahumildad(20/7/67: 8).

    En este texto se ratifican las lneas antes anunciadas. Lanueva menta-lidad designa la modernidad reclamada, compuesta de una serie de tr-minos positivos que designan, por oposicin, aquello que se diagnosticay se quiere desterrar. La alianza es clara:novedad juventud, fortaleza,disciplina, dinamismo, vigor, entereza espiritual y fsica mshumildad. Ahora bien: esta serie de trminos puede colocarse a la vez en una serieno-deportiva, sino ms claramente poltica. Losvalores de Estudiantesson los mismos que la dictadura en el poder reclama a todos los ciudada-nos argentinos: el gobierno militar del dictador Ongana es una alianzaentre sectores conservadores y ultracatlicos, con tentaciones corporati-

    49 Recordemos que el escocs Alexander Watson Hutton, padre fundador del ftbolargentino, siempre fue considerado ingls por la mitologa futbolstica. Ver al respecto loscaptulos II y III.

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    vas, y militantemente anticomunista, en el marco de la Guerra Fra y laDoctrina de la Seguridad Nacional el combate contra los grupos deizquierda internos que los EE.UU. haban impuesto como norma entodo el continente americano.50

    6. Anti-ftbol y representacin nacional

    Durante la Copa Libertadores de 1968, finalmente ganada por Estu-diantes, aparece un nuevo epteto, en este caso peyorativo:anti-ftbol. Laprocedencia es clara: la tendencia a hacer de los partidos por las Copasverdaderas batallas campales, con heridos y expulsados como saldo (en1971, un partido entre Boca y Sporting Cristal de Per desembocar enuna pelea entre 19 de los 22 jugadores), sumado al estilo spero y lucha-dor de Estudiantes.El Grfico reconoce la existencia del epteto, paranegarlo; cuando gana la Copa ante el Palmeiras de Brasil, el director de larevista editorializa:

    Una corriente trajo el antiftbol para calificar la destruccin de Estu-diantes, de este Estudiantes que ha ganado los ms grandes elogios quequizs se hayan tributado jams en la prensa extranjera a un equipoargentino. Marcar con todos sus hombres y en toda la cancha no puede

    ser antiftbol. [] Que su juego sea ms slido que bonito, no bastapara llamar antiftbol a ese autntico ftbol de produccin masiva yresultados convincentes que hace Estudiantes (Carlos Fontanarrosa,21/5/68: 3).

    En este fragmento aparece otro ingrediente que debemos tomar encuenta: Estudianteses elogiado por la prensa extranjera. Lo que se est deba-tiendo no es la saga de un equipo: la discusin es en torno a todo elftbol argentino, en tanto Estudiantes es investido con la representacinnacional al competir internacionalmente. En torno de un equipo conuna parcialidad reducida un equipochico, recordemos es ms sencilloconstruir totalizaciones inclusivas, ms difciles en el caso de los equipos grandes. El otro de Estudiantes, su rival clsico, es Gimnasia y Esgrima dela misma ciudad de La Plata, otro equipochico; por lo tanto, el relevo deesa identidad por una representacin mayor es fcil, las voces en contra-rio son casi inaudibles, Estudiantes sedeslocalizacon facilidad, la meto-nimia es posible. Y esa metonimia alcanza su plenitud en los partidos

    50 Ya s, ya s, mis queridos amigos hinchas de Estudiantes: es un comentario malvado. Perolo repens, le d vueltas... y me sigue convenciendo.

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    finales contra el Manchester United, a fines de 1968, por la Copa Euro-peo-Sudamericana.

    Los partidos se disputaron el 26 de setiembre, en Buenos Aires, con lapresencia del dictador Ongana, y el 21 de octubre de 1968, en Manche-ster. El tratamiento periodstico alcanza niveles paroxsticos de chauvi-nismo, en ambos pases.51 El primermatch se jug en el estadio de Boca Juniors: adems de que el estadio de Estudiantes en La Plata era muypequeo para semejante acontecimiento, el desplazamiento es otra prue-ba de la deslocalizacin que sealbamos antes. Estudiantes jugaba enBuenos Aires, vidriera y centro del pas. Y el partido recibe un tratamien-to extenso enEl Grfico. El juego resulta duro, tenso, golpeado, con unexpulsado; Estudiantes gana 1 a 0. Mientras elMirror titula The nightthey spat on sportsmanship [la noche que golpearon la deportividad](27/9/68: 30-31), Alex Stepney, arquero del Manchester, declara: Los jugadores de Estudiantes juegan sucio y son animales (El Grfico, 26/9/ 68: 33). Brian Glanville, delSunday Times, escribe una columna especial:

    Algunas de sus tcticas [] llevaron nuevamente a la pregunta de cmoel ftbol, en su ms alto nivel, puede sobrevivir como deporte. Faltastcticas como las practicadas esta noche por Estudiantes, por Racing elltimo ao y por Argentina en 1966 en Wembley simplemente tornanimposible practicar el juego. Todo deporte debe, especialmente cuandoel contacto corporal es inevitable, depender del mutuo respeto entre losrivales. Si un hombre esquiva a otro y ste le comete framente un foul,entonces es mejor dejar el juego y entrar en la cancha con una bomba enel bolsillo y un palo en la mano (idem: 30).

    Para la prensa inglesa, la asociacin es obvia: una lnea de continui-dad une los tres partidos, y esa lnea se llama violencia, aplicada comomtodo. ParaEl Grfico, la continuidad existe, pero se llama, tributandoa la paranoia dominante,complot. Ya en el partido de Buenos Aires, seapunta a los periodistas ingleses como responsables; en un breve recua-dro se dice:

    Lo absurdoLo absurdoLo absurdoLo absurdoLo absurdo. El apresuramiento de algunos ingleses en transmitir unclima de violencia antes de empezar a transmitir el partido, con unaligereza casi infantil, como si Buenos Aires fuera una jungla virgen o elprximo punto para plasmar una colonizacin (idem: 29).

    51 He relevado la cobertura que los diarios inglesesThe Times, The Guardian, The Suny DailyMirror hicieran de ambos partidos.

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    El Grfico, como vemos, se haba transformado en un publicista delanti-imperialismo. La cobertura del segundo partido alcanza mayoresniveles de explicitacin. El enviado especial, Osvaldo Ardizzone, organi-za la narracin en torno de la violencia desatada por los hinchas ingleses,como la prueba a superar por el hroe:

    Ambiente. Clima. Piso. Hostilidad. Intriga Estudiantes le gan a todo.Si hubo ftbol en Manchester? Tal vez no. Pero, de todos modos, enManchester preocupaba poco Lo que importaba realmente era esto:

    llegar a la vuelta triunfal frente a tribunas que seguan gritandoanimalsanimals (22/10/68: 68).

    Estudiantes empata 1 a 1, obteniendo la Copa. La ira de los hinchasingleses es rpidamente utilizada por el periodista argentino como argu-mento. El jugador George Best agredi al argentino Medina, siendo am-bos expulsados: las fotos delEl Grficomuestran a ambos rumbo al tnel,bajo una lluvia de proyectiles, con el epgrafe Los animals se protegende los gentlemen (idem: 71). Ms adelante, Ardizzone insiste, en ungiro novedoso:

    Es mentira el fair play. S, puedo asegurar que es mentiraEse seorbien vestido que estaba a mi lado, que me mir con gesto duro, noaplauda a los triunfadores Es igual que en mi Mataderos, igual que enmi Avellaneda No, aqu tampoco admiten que le ganen y menos ah(idem: 74).

    Si la reivindicacin inglesa consiste en fair play y sportsmanship, Ardi-zzone niega cualquier peculiaridad distintiva: los hinchas son todos igua-les, afirma. Pero el texto ms interesante es el editorial del mismo nme-ro, que no lleva la firma de Carlos Fontanarrosa, director de la revista,sino del mismsimo Constancio Vigil, dueo de la editorial. Con el ttuloSobre animals y gentlemen (Sobre animales y caballeros), Vigilacusa a los ingleses de traicioneros, de haber despreciado latpica cordia-lidad argentina:

    Los dirigentes estudiantiles mantuvieron intacta su clase en la despedi-da, hasta que el avin despeg de Ezeiza rumbo a Inglaterra, ignorandolo que en esos momentos desparramaba por el mundo un periodismoingls rencoroso, histrico, exagerado y mentirosoUn periodismo acuyos representantes recibimos y tratamos con hospitalidad de seores,como para tranquilizarlos respecto a nuestra condicin deanimals, se-gn el estigma que nos aplic Alf Ramsey en 1966 []

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    Entre su arribo y su regreso hubo un partido de ftbol. Un simple,comn y corriente partido de ftbol, donde pasaron cosas que suelenpasar en un partido de ftbol y que no pueden escandalizar ni asombrara nadie Ese partido de ftbol lleg deformado a Inglaterra, como unaguerra entre los animals y las vctimas inocentes de sus instintos crimi-nales (idem: 3).

    La violencia en Manchester aparentemente, dirigida contra los juga-dores pero tambin contra periodistas y simpatizantes le permite a Vigil

    concluir, en tono triunfalista y vengativo, e investido de un patrioterismoque sonara pardico, si no fuera literal:

    Y ellos son los gentlemeny nosotros losanimals Ya se agot nuestracapacidad de indignarnos. Pero no nuestra capacidad para medir, obje-tivamente y sin exageracin, la diferencia abismal que existe entre los gentlemeny losanimals Para ser gentlemencomo ellos preferimos seranimals dentro de nuestra sencilla, abierta, humana y franca maneraargentina (ibidem).52

    La constitucin de un parnosotros/ellosseala con claridad la maneraen que Estudiantes funciona como disparador para la asuncin de unarepresentacin nacional. Como remate, poco despus el director Federi-

    co Padilla filma una increblemente malaSomos los mejores, donde ungrupo de muchachos de barrio los actores Javier Portales, Luis Bran-doni, Jorge Luz, Carlos Bal, Emilio Disi, Sergio Renn acompaan aEstudiantes hasta Manchester para ver el partido final y festejan alboro-zados la nueva condicin anunciada en el ttulo. Elsomos designa laNacin, bravamente representada en un gol de Vern, en las patadas deBilardo o Manera, o en los festejos de estos humildes muchachos argen-tinos que han cruzado el ocano paradefender a la patria.

    La celebracin de unestilo argentinose reduce aqu a un repertorioestereotipado de conductas, ya no futbolsticas: los seis amigos son uncompendio de los pequeos ilegalismos que jalonan el estereotipo delchanta porteo. Para conseguir el dinero que financie el viaje apelan atodos los repertorios de la pequea estafa: una colecta destinada a lospobres, el incendio deliberado de un auto, el desfalco en una apuesta de juego clandestino. Adems, su condicin de humildes muchachos debarrio est sobremarcada lingsticamente y en sus consumos: la prime-

    52 Desde que encontramos este prrafo, lo debo haber leido varias decenas de veces. Nodejo de asombrarme en cada ocasin. Ser acaso un rasgo de humor vigiliano que nospasa inadvertidos a los lectores, creyendo que habla en serio?

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    ra imagen en un hotel londinense los muestra tomando mate y escuchan-do tangos. La metonimia entre ftbol y patria se explicita cuando uno deellos (Bal) grite, apenas arribado al aeropuerto de Heathrow, larguenlas Malvinas!. Y tambin en una escena anterior, cuando en una salidade despedida, encuentren en un local nocturno al clebre bandoneonis-ta Anbal Troilo. Los viajeros anuncian su partida, y Troilo, paternal, lesrecomienda llenar las valijas bien de tango, para evitar la desnacionali-zacin. El msico los interroga sobre su condicin de hinchas de Estu-diantes, a lo que slo uno responde afirmativamente; el resto se revelaseguidores de Boca, River y Racing, pero desplazan su identidad frente allema Vamos a ver a un equipo argentinoafuera la camiseta no impor-ta. Esa respuesta, treinta aos despus, como veremos, ser impensable.Pero en ese momento seala el xito de un discurso que instituye larepresentacin nacional en torno al ftbol, sin asomo de conflicto nidisenso: la estructuracin autoritaria de ese texto es tajante.

    7. La cada

    Si el triunfo ante Manchester es el pico ms alto de la pica de Estu-diantes, el partido disputado un ao despus frente al Milan ser elinicio de su cada. Pero esa cada se vuelve ms estrepitosa por el tipo derepresentacin alcanzada: Estudiantes no es ms el equipo chico quealcanza alturas impensadas, sino la digna representacin de la Nacin,que responde a la derrota en Wembley con las victorias de Racing y Estu-diantes, que desplaza la indolencia por el trabajo, el desorden por ladisciplina, el subdesarrollo por el desarrollo. Como dice Juvenal:

    Racing organiza y consuma la primera gran revolucin [...] eso elimina, oal menos nos torna un poco menos subdesarrollados ante nuestros pro-pios ojos. [...] Estudiantes prosigue con la campaaemancipadoraforta-leciendo aquella primeracruzada de Racing [...] Se le gan con las mis-mas, o al menos con parecidas, armas que las de ellos. Estructura defen-siva, dinmica, temperamento, sacrificio, agresividad para defender,contraccin a la marca, espritu de lucha, concepto de equipo, organiza-cin. Eliminamos la improvisacin. Mejoramos y evolucionamos en loque segn nuestra misma crtica constitua nuestra inferioridad (7/1/69:30; subrayados son mos).

    Aqu, emancipacines un trmino heredado de la narrativa de la Gue-rra de Independencia frente a Espaa en el siglo XIX, ycruzada se tie deobvias coloraciones religiosas. Las relaciones entre el discurso celebrato-

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    rio del periodismo deportivo y la discursividad enunciada por el autori-tarismo militarista y catlico de la dictadura se haban vuelto estrechas.53

    Y el xito es el argumento ms slido. Tras la obtencin de la segundaCopa en 1969, contra Nacional de Montevideo, Ardizzone insiste: Austed no le gusta el ftbol de Estudiantes?, y abunda: En otras palabras,Estudiantes sale a destruir, a ensuciar, a irritar, a negar el espectculo, autilizar todos los subterfugios ilegtimos del ftbol, para concluir: Yo,por mi parte, me rindo Si sirve para ganar debe ser bueno. En todocaso, debe ser mejor que aquel ftbol que pierde (27/5/69: 25-26).

    El trastabilleante desempeo de la seleccin nacional para la mismapoca, que se prepara para disputar la clasificacin para el Mundial deMxico contra Bolivia y Per, lleva aEl Grficoa proponer Y si le pone-mos la camiseta a Estudiantes? (3/6/69: 23). Sin embargo, la ambi-gedad que sealara como marca del perodo no ha desaparecido. En julio de 1969 Chacarita Juniors, un equipo del humilde suburbioporteo de San Martn, vence a River Plate 4 a 1 y gana el CampeonatoMetropolitano. Y el mismo Juvenal desplaza su anlisis hacia una zonapolmica con la defensa a ultranza de Estudiantes que haba sosteni-do hasta el momento:

    La victoria de Chacarita simboliza la vigencia de valores que hicierongrande al ftbol argentino. Justamente cuando esos valores parecieronhaber sido olvidados por muchos de nuestros equipos, nuestros jugado-res y nuestros tcnicos [] Porque Chacarita no es el chico agrandadoque llega a la victoria ms importante de su historia a fuerza de correr ymeter, de morder y luchar, de traspirar y seguir metiendo. Chacaritacorre, muerde, traspira, se brinda, se sacrifica, pero adems juega alftbol. Mejor dicho: quiere jugar, respetando la consigna de cuidar lapelota en toda la cancha, y adems lucha (8/7/69: 4).

    53 Como volveremos a discutir, las relaciones entre los discursos periodsticos y las configu-raciones discursivas oficiales en una dictadura son complejas. Por un lado, la existencia deun gobierno autoritario supone la ilusin de la igualdad entre ambas tramas: los discursospblicos son homogneos, sin fisuras, y los desvos deben ser buscados en otras zonas o enotras configuraciones (los discursos privados, las circulaciones clandestinas, las resistenciaspolitizadas, las alusiones y las metforas). Sin embargo, cabe otra posibilidad: y es que esahomogeneidad entre el discurso oficial y el periodstico sea asumida por este ltimo sindificultades, y sin necesidad de presiones o coacciones autoritarias. En el caso de la revistaEl Grfico(y esto se repetir en 1978), que ya caracterizamos como editada por un grupoligado a las posiciones conservadoras y catlicas desde su fundacin en 1919, la censura nonecesita operar: la revista se sujeta dcilmente al discurso estatal autoritario. De all que ladistancia parezca no existir. En consecuencia, el hecho de que el enunciador no sea estatalno implica que su gramtica de produccin sea distinta.

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    A pesar de que Estudiantes haba obtenido su segunda Copa Liberta-dores, la ambigedad no es desplazada por el exitismo. Por el contrario:se ratifica en la derrota. En setiembre de 1969, Argentina empata enBuenos Aires 2 a 2 con Per y es eliminada de la Copa del Mundo 1970.El Grficovive la eliminacin como una catstrofe; en el editorial conse-cuente, Estudiantes aparece sealado, veladamente, como partcipe deun estado de cosas que ha conducido a la Argentina a la humillacin:

    No tenemos tiempo para buscar culpables de esta nueva frustracin. No

    queremos hacerlo, por conviccin de su inutilidad o, ms bien dicho, desu negatividad. Cuando el desastre de Suecia nos volte con su impactotremendo, elegimos el camino de buscar y sealar culpables. Elegimostodos: los que dirigen, los que sostienen el ftbol con su aporte popular,los que comentamos ftbol, los que juegan. Y de esa caza de brujassurgieron unos pocos culpables y una gran vctima: la escuela del ftbolargentino. A partir de ese instante crucial comenz a desdibujarse loms importante que tenamos: la personalidad del jugador nacido paraintentar lo que mejor sabe y siente. El afn de borrar el recuerdo deaquellos seis goles de Checoslovaquia nos impuls hacia el juego defen-sivo, hacia el eterno miedo de perder que nos hizo olvidar de la necesi-dad y de la alegra de hacer ms goles que el adversario para ganar. El

    afn por superar nuestro dficit de velocidad y potencia fsica ante loseuropeos nos indujo a la imitacin indiscriminada, al menosprecio de lahabilidad y la inteligencia. Y as cayendo un poco ms cada ao, porqueno nos engaamos con la honrosa clasificacin alcanzada en el mundialde Inglaterra, con un esquema mental de miedo, llegamos a esto dehoy (2/9/69: 3).

    El texto aparece como autocrtico; la defensa exitista de Estudiantesaparece desplazada por la constatacin de que incluso la saga heroica de Wembley debe ser sometida a cuestionamiento. La eliminacin de Mxi-co 70 se equipara a Suecia 58 como nuevo punto de inflexin, con loque la ambigedad pendular ya no encuentra un lugar donde afirmarse,salvo la referencia a la escuela del ftbol argentino, que aparece reivin-dicada, luego de una dcada de cuestionamientos.

    En esta serie novedosa, es significativa la nota del 23 de setiembre (23/ 9/69: 56 y ss.). Con el ttulo Quin ganara: La Mquina o Estudian-tes?, Juvenal contrasta imaginariamente el equipo de River de los aoscuarenta, apodadoLa Mquinay consagrado como el mejor equipo argen-tino de la edad de oro es decir, el mejor representante de la escuelaargentina con el Estudiantes moderno: todos hablan del ftbol del40 y nunca ganamos un ttulo mundial. Estudiantes no gusta, le dicen

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    anti-ftbol, pero es campen del mundo!, afirma, a su vez, el entusiastadefensor del hoy (idem). Claramente, contrariando las expectativas ante-riores, la opinin del medio se inclina por La Mquina.

    En octubre comienza la cada. Estudiantes juega contra el Milan laprimera final de la Copa Europeo-Sudamericana, en Italia, y es derrota-do 3 a 0. El juego violento de los platenses es criticado por el director dela revista, Fontanarrosa, en un editorial (14/10/69: 3). Una semana des-pus, el director tcnico Zubelda reconoce: Los jugadores de Estudian-tes han estado viviendo con demasiada intensidad la obligacin de serlos salvadores del ftbol argentino despus que nos eliminaron de Mxi-co (21/10/69: 75). Esa representacin metonmica que el periodismole asignara pasa a ser asumida por los propios actores, pero como unacarga. El 22 de octubre se produce la catstrofe: en el estadio de Boca aligual que en el partido contra el Manchester Estudiantes gana 2 a 1,pero varios de sus jugadores no soportan la derrota resultante por ladiferencia de gol y agreden furiosamente a los italianos. Uno de stos,Combn (a su vez, argentino), sufre una fractura en su rostro, productode un codazo del defensor Aguirre Surez, mientras el arquero Polettipatea salvajemente al italiano Rivera en el piso. Los dos argentinos, juntocon otro de los agresores, Manera, son detenidos por la polica y conde-

    nados a penas de crcel directamente por intervencin del dictador On-gana, y luego suspendidos por un ao para jugar al ftbol exceptoPoletti, que es suspendido de por vida. El 28 de octubre, despus delescndalo, Fontanarrosa editorializa nuevamente: nos acaban de po-ner en la primera pgina de todos los diarios del mundo hasta enLOsservatore Romano, del Vaticano dejndonos con una enorme yamarga experiencia cuyo eco todava no podemos medir exactamente(28/10/69: 3). As como la disputa por el tratamiento periodstico inglsle permita a Fontanarrosa recordemos: director y voz oficial de la revis-ta polemizar desde el chauvinismo, lo incontrastable de la violencia deEstudiantes se transforma en este caso en vergenza nacional. Un aoantes, las interpretaciones inglesas eran voces desoladas por una derrota

    impensada; en este caso, no hay manera de alegar inocencia. No hubocorrientes demaggicas ni falsas posturas nacionalistas: en este caso, paradefender lo nuestro, tenamos que atacarnos, contina, para rematar:

    Las sanciones a los jugadores pueden ser discutidas. [] Pero haba quehacer histrica la sancin de la misma manera que fue histrica la faltay el dao. Un dao al pas, no olvidar. [] Nos jugbamos como puebloy como pas ante el mundo, y as haba que actuar; de alguna manerahaba que confirmar que nosotros no somos as (ibidem).

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    La claridad del texto es meridiana: lo que se pone en juego es el valorde un somos. Como seal anteriormente, el somos los campeones dela pelcula de 1968 coloca la saga de Estudiantes en un lugar inconfun-dible: la Nacin toda. Tras la catstrofe, hay que ajustar cuentas con esaenunciacin: nosotros no somos as.

    El cierre del ao, en una nota de balance, slo tiende a radicalizar lainterpretacin:

    La televisin llev por todo el mundo la imagen deformada de un parti-

    do convertido en guerrilla urbana [] El Estudiantes que admiramos,el que aplaudimos, el que defendimos, era otro muy distinto. Porquecuando gan sus primeras finales, lo suyo no era antiftbol, sino autn-tico ftbol amasado con esfuerzo, vitalidad y sacrificio. [] Esa nochetriste de la Bombonera da un poco ms nuestro deteriorado prestigiointernacional (17/12/69: 15).

    Porque si bien la transferencia entre representacin local y nacionalse asume (da nuestro deteriorado prestigio), la colocacin del escn-dalo es por lo menos sugestiva: un partido convertido en guerrilla urba-na. El desplazamiento es radical: Estudiantes pasa a ocupar el lugar delenemigo por excelencia, la guerrilla, que ya ha comenzado sus operacio-nes en la Argentina como continuidad de lo ocurrido en buena parte deLatinoamrica a lo largo de la dcada, desde la aparicin exitosa de laguerrilla cubana a fines de los aos 50. A partir de all, a pesar de ganarotra Copa Libertadores en 1970 y disputar una cuarta final consecutivaen 1971 en este caso, derrotado por Nacional de Uruguay el 9 de junioen Lima, Per, la presencia celebratoria de Estudiantes en las pginasde El Grficodesaparece casi por completo. La noche de la ltima derro-ta, Osvaldo Ardizzone clausura el ciclo con una nota de despedida.

    Ha llegado la poca del regreso a las fuentes mticas: en 1973, Hura-cn obtiene el campeonato bajo la conduccin de un tcnico joven, pe-lilargo y vagamente izquierdista, Csar Luis Menotti.54 Huracn, otro equipochico, juega un ftbol que se reivindica comoclsico, recuperador de

    las tradicionesdel ftbol argentino.55

    Las relaciones entre la cultura futbo-lstica y el clima poltico del momento son, sin embargo, ms opacas que

    54 La afiliacin de Menotti al Partido Comunista argentino circula como rumor en esosaos, para ser confirmada recin despus de la dictadura. En la revistaNoticias, XIX, 1034,19/10/96, Buenos Aires: 102-104, Menotti declara: Fui fiscal [electoral] por el comunismo.55 La imagen juvenilista de equipo y tcnico, ideal para el clima de poca, se vio acompa-ada por la asignacin hasta donde se sabe, real de simpatas de sus hinchas por Monto-neros. Ver Archetti y Romero, 1994.

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    en cualquier otro perodo analizado. La razn es sencilla: la politizacinde la sociedad argentina desplaza todo otro argumento, las discusioneshan pasado a desarrollarse en el lugar correcto la esfera poltica. Elestadio se propone slo como un lugar de picas parciales (el triunfo deHuracn en 1973, el campeonato logrado por River Plate en 1975 luegode dieciocho aos sin triunfos) o de conflictos politizados de maneradirecta: las huelgas de jugadores de 1971 y 1975, que asumen caracters-ticas de los conflictos sindicales clsicos por la firma de un conveniocolectivo de trabajo, coherentes con las luchas reales de los trabajadoresargentinos en ese perodo. Si bien es un momento de proliferacin de losargumentos nacionalistas con la aparicin del slogan oficial ArgentinaPotencia, y de fuerte intervencin del Estado sobre las institucionesfutbolsticas el Interventor de la AFA ser colocado por los sectores sin-dicales, especialmente los metalrgicos: Paulino Niembro y David Bracu-to, el ftbol aparece limitado a su espacio autnomo. Cuando en 1974se participe en el Mundial de Alemania, la atencin ser puramente de-portiva: a pesar de que ese Mundial es el primero televisado en directocon participacin argentina,56 la actuacin de la Seleccin no consiguedesplazar lo poltico, especialmente porque coincide con los ltimos dasde vida del presidente Pern, que haba vuelto al poder en las elecciones

    democrticas de 1973. A tal punto que, producido el fallecimiento dePern durante el campeonato, saludablemente, el ltimo partido del se-leccionado no ser televisado.

    De all hasta el Mundial de 1978 sigue otra historia, que analizaremosen el prximo captulo.

    8. Saldos

    Quiero concluir el anlisis de esta etapa en torno de tres argumentos:el primero remite especficamente el problema de la prctica deportiva;el segundo es poltico; el tercero, prospectivo.

    1. Cmo jugaba realmente Estudiantes? Ms all de los enormes pro-

    blemas de archivo para este tipo de investigaciones en la Argentina escasi imposible acceder a grabaciones completas de los partidos de la po-ca, la pregunta no es demasiado pertinente. Los testimonios de enton-ces, as como los que pueden leerse treinta aos despus en las notasconmemorativas, coinciden en que el juego de Estudiantes consista es-

    56 El primer Mundial televisado va satlite fue el de Mxico en 1970, donde no particip la Argentina.

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    pecialmente en el aprovechamiento hasta el ltimo detalle de las posibi-lidades reglamentarias y la permisividad de los rbitros. Algunas fuentesinsisten en caracterizar sus tcticas estrictamente futbolsticas como revo-lucionarias, renovadoras de un estilo de juego que se haba simplementeburocratizado. Podemos inferir, tambin, que lo que no se le perdonabaa Estudiantes era el hecho de haber quebrado la hegemona de los gran-des, y que los mitos tendieron a sancionar este pecado original. Tambinhay ciertas disputas sobre detalles: la leyenda sostiene que los jugadoresllegaron a usar alfileres para hostigar adversarios, dato negado enftica-mente por los involucrados. Pero lo cierto es que en torno de esa prcticase construye un texto casi sin fisuras: Estudiantes se dice practicaba unestilo frreamente defensivo, con marcacin personal al estilo italiano,con despliegue fsico, disciplina tctica, ausencia de improvisacin yrudeza, mucha rudeza. Esa ausencia de fisuras en el discurso interpreta-tivo, incluso de los defensores de Estudiantes, permite asegurar que ladistancia entre lo narrado y lo realmente practicado es muy breve. Porotro lado, si estamos discutiendo narrativas de estilo, la prctica que lassoporta es menos importante que los mitos que produce. Y el mito delEstudiantes de los sesenta es muy eficaz: constituye una marca decisiva en elimaginario del ftbol argentino, que organizar cuarenta aos de debate.

    2. Las referencias polticas son insoslayables. Seal a lo largo delcaptulo una fuerte coherencia entre los nuevos valores desarrolladospor Estudiantes y elogiados profusamente porEl Grfico, y los preconiza-dos por la dictadura de Ongana. El desarrollismo de fines de los aoscincuenta y comienzos de los sesenta, como seal anteriormente, habasido iniciado por gobiernos precariamente democrticos en tanto la par-ticipacin del peronismo estaba prohibida, pero a partir del golpe deEstado de 1966 se haba transformado francamente en un desarrollismoautoritario, impuesto coercitivamente, con la utilizacin de los recursosdel Estado para la aplicacin represiva de sus polticas la prohibicinde partidos polticos, huelgas y sindicatos, la censura artstica, la expul-sin de profesores de la Universidad, la persecucin de disidentes, in-

    clusive el asesinato. Adems, el componente fascista de la dictadura deOngana haba reemplazado la modernizacin de las costumbres y lasociabilidad del desarrollismo original por un catolicismo reaccionarioy profundamente conservador. Todo el ciclo de Estudiantes se desarrollaen ese contexto, y su crisis coincide con el fin de esa dictadura. En mayode 1969, poco antes del escndalo contra el Milan, se haba producido elllamado Cordobazo, una rebelin popular que tom el control de laciudad de Crdoba por dos das hasta la intervencin directa del Ejrci-

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    to. Desde all, la debilidad del gobierno de Ongana fue creciente. Unao despus, la aparicin del grupo guerrillero Montoneros que secues-tra y fusila al general Aramburu, responsable del golpe de Estado contraPern en 1955 y de la represin antipopular consiguiente signific lacada de Ongana, reemplazado sucesivamente por los dictadores Levings-ton y Lanusse, para culminar en las elecciones democrticas de 1973. Apartir de esta fecha, el clima poltico es radicalmente otro: las dictadurasrepresivas han dejado paso al regreso del peronismo, donde la hegemo-na est en manos de su ala izquierda, y donde el peso de las organizacio-nes guerrilleras es enorme. El discurso exitista y cnico que la saga deEstudiantes genera en el ftbol argentino ser reemplazado por el popu-lismo de izquierda: el regreso a la esencia del estilo. La experiencia deldesarrollismo autoritario haba fracasado.

    3. Pero la saga de Estudiantes no haba concluido, realmente. Si elprotagonista de esa experiencia era centralmente el director tcnico Os-valdo Zubelda, toda la prensa coincida en que su representante dentrodel campo de juego era su volante por derecha su volante derechista?,Carlos Bilardo. Bilardo cumple durante el perodo 1967-1970 la funcinde portavoz cnico: es aquel que defiende sin hipocresas la utilizacinde los vericuetos reglamentarios en pos del xito, nico objetivo.57 Luego

    de abandonar la prctica activa del ftbol en 1970, Bilardo retornarpocos aos despus como director tcnico, llevando a Estudiantes a ob-tener un nuevo ttulo local en 1982. Ese mismo ao, luego del fracaso deMenotti en el Mundial de Espaa, fue designado director tcnico de laseleccin, con la que obtuvo el campeonato Mundial de 1986 y el sub-campeonato en 1990. El peso de Bilardo en el imaginario futbolsticoes mayor an que el de Zubelda y el Estudiantes de los sesenta: al puntoque se constituye, junto pero contra Menotti, en una de las instanciaspolares que insisten en definir el ftbol argentino. En Italia 1990, con unequipo espantoso sustentado en las pocas cosas que pudiera hacer unMaradona arrasado por las lesiones, Bilardo lleg a la final contra Alema-nia cabalgando sobre una doble continuidad: la de la prctica ilegtima

    violencia del juego, y algn truco ms58

    y la del discurso paranoico enla conspiracin planetaria denunciada por Maradona. La discontinui-dad era slo poltica: del desarrollismo autoritario, la Argentina se habadesplazado al populismo neoconservador. Bilardo es la constante que losune.57 Puede verse como ejemplo la entrevista deEl Grficodel 20/5/69, donde Bilardo afirma:hay que ganar y nada ms.58 Se dej entrever que, en una interrupcin del juego, el masajista argentino convid aguaal jugador brasileo Branco; el lquido contena una droga vomitiva.

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    VI. El campen mundial del terror VI. El campen mundial del terror VI. El campen mundial del terror VI. El campen mundial del terror VI. El campen mundial del terror

    1. Un mapa del terror

    Tras la muerte de Pern en 1974, el gobierno peronista entr en unacelerado proceso de decadencia. Polticas econmicas de ajuste, queelevaron abruptamente la inflacin y deterioraron el poder adquisitivode las clases populares, anticipando las polticas neoconservadoras queseran hegemnicas desde 1976; la accin de la guerrilla, que tras unparntesis de expectativa por las elecciones democrticas, volvieron a laaccin por propia decisin pero a la vez obligadas por la persecucin delgobierno peronista sobre sus cuadros polticos e intelectuales; el des-membozado boicot de las clases dominantes y los militares; la progresiva

    instalacin de dictaduras derechistas en toda Amrica Latina, con apoyonorteamericano (Uruguay y Bolivia, en 1971; Brasil ya desde 1964; Chileen 1973; Paraguay desde el lejano 1954; Per, que pas de un golpemilitar izquierdista en 1968 a su derechizacin en 1974). Todo condujoa una espiral de violencia y crisis econmica que se hizo aparecer comocausa justificada del golpe militar que el 24 de marzo de 1976 derroca la presidente Pern, viuda del caudillo, e instaur la dictadura mssangrienta de la historia argentina.

    La organizacin institucional de la dictadura de 1976 fue minuciosa-mente planificada, y revel que el nuevo gobierno, pomposamente auto-denominado Proceso de Reorganizacin Nacional, aspiraba a constituir-se en algo ms slido que un simple interregno militar. El 24 de marzo,da del golpe, se constituy la Junta de Comandantes, integrada por loslderes golpistas: el general Jorge Rafael Videla, del ejrcito; el almiranteEmilio Eduardo Massera, de la marina; y el brigadier Orlando Agosti, dela aeronutica, y dict las primeras actas institucionales. Se removieron alos poderes ejecutivos y legislativos nacionales y provinciales; cesarontodas las autoridades federales, provinciales y municipales, y las Cortesde Justicia nacionales y provinciales; se suspendi la actividad de lospartidos polticos; se intervinieron los sindicatos y las confederaciones

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    obreras y empresarias; se prohibieron las huelgas; se anularon las con-venciones colectivas de trabajo; se instal una frrea censura de prensa;se detuvo a disposicin del nuevo Poder Ejecutivo, sin accin legal, adirigentes polticos y sindicales. El 26 de marzo se dict la ley 21.256 quereglament el funcionamiento de la Junta Militar, nombr al general Vi-dela como presidente a cargo del Poder Ejecutivo, y cre un simulacro delegislatura, la Comisin de Asesoramiento Legislativo (CAL), compuestaigualitariamente por oficiales de las tres armas. El 31 de marzo, se dictel Estatuto del Proceso de Reorganizacin Nacional, que incluy todaslas medidas anteriores, estipul los objetivos a cumplirse (centrados enla pacificacin del pas, el aniquilamiento de la subversin y el reor-denamiento econmico), y coloc a este Estatuto como cuerpo legal su-perior a la Constitucin Nacional, obligando a todas las autoridades y alos jueces a jurar respeto al mismo. Todo el aparato del Estado, federal yprovincial, fue repartido proporcionalmente entre las tres armas, quecolocaban oficiales o civiles adictos.

    Simultneamente, como continuidad de los mecanismos iniciados enla ltima fase del gobierno peronista, la dictadura multiplic los esfuer-zos destinados a derrotar militarmente a la guerrilla; pero para ello per-feccion un aparato de terror, que dividi el territorio en zonas corres-

    pondientes a los cuerpos militares, e inici la detencin masiva y clan-destina de militantes vinculados o no con la guerrilla, la prctica siste-mtica de la tortura en los interrogatorios, los fusilamientos nocturnos;durante 1976, se estimaron en 30 los secuestros diarios, gran parte decuyas vctimas jams reaparecieron. A las desapariciones forzadas se sumotra prctica aberrante: el secuestro y entrega a familias adictas de losnios nacidos en el cautiverio de sus madres, falseando los datos filiato-rios a los efectos de obtener la adopcin legal.

    Si por un lado la estrategia apunt a destruir la capacidad operativade la guerrilla, utilizando la informacin producida por la tortura paracapturar ms militantes e identificar las bases logsticas de las organiza-ciones armadas, la prctica sistemtica y masiva del terror busc un obje-

    tivo ms amplio. La dictadura fue, paradjicamente, gramsciana: sabedo-ra de que la lucha poltica en los pases occidentales se desarrolla funda-mentalmente en el plano ideolgico y cultural, los secuestros tambintuvieron como destinatarios a intelectuales, artistas, periodistas, profeso-res universitarios, dirigentes gremiales de base, que en su gran mayorano estaban vinculados con la guerrilla e incluso, en muchos casos, larepudiaban como prctica. As, el efecto buscado (y obtenido) apunt ala desarticulacin de una sociedad civil con autonoma y capacidad para

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    disputar una hegemona ideolgica. La accin de los llamadosGrupos detareas encargados de la represin ilegal adquiri caractersticas mons-truosas y masivas: luego de un atentado montonero contra el comedor dela Superintendencia de Seguridad de la Polica, el 2 de julio de 1976,aparecieron setenta cadveres de detenidos dinamitados en represalia. El4 de julio, un grupo supuestamente vinculado con la marina asesin enuna iglesia del barrio porteo de Belgrano a diez curas y seminaristas dela orden de los palotinos, acusados de simpatas izquierdistas; cuando el9 de noviembre estalla una bomba en la jefatura de polica de la provin-cia de Buenos Aires, su jefe, el general Ramn Camps, ordenar cincuen-ta y cinco fusilamientos clandestinos entre el 10 y el 16 del mismo mes.El secuestro y asesinato de dirigentes extranjeros exiliados en la Argenti-na revel, adems, la coordinacin entre las fuerzas armadas sudameri-canas: durante 1976 son asesinados los legisladores uruguayos ZelmarMichelini y Hctor Gutirrez Ruiz, y el ex presidente boliviano Juan JosTorres. La Ley de Seguridad Industrial dictada en setiembre de ese aocoloc bajo jurisdiccin militar a cualquier grupo de trabajadores quedesarrollara conflictos gremiales; esto implic la desaparicin de comi-siones internas enteras en las fbricas, en muchos casos secuestradas enlos lugares de trabajo con anuencia y complicidad empresaria. En 340

    centros clandestinos se aloj una cantidad indeterminada de secuestra-dos, entre ellos algunos de los mejores escritores argentinos: el narradorHaroldo Conti, el historietista Germn Oesterheld, el escritor y periodis-ta Rodolfo Walsh, los poetas Miguel ngel Bustos y Roberto Santoro.Otros, como el poeta Francisco Uro