Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica...

32
del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier Sicilia: Concepción Cabrera de Armida •Carlos Pellicer López: Pellicer, López Velarde y Zaid •Poesía de Giórgos Seféris y Juan Carvajal •Hermann Broch por Martin Lüdke •Ramón Xirau y la poesía por José María Espinasa •J. G. Cobo Borda: García Márquez y Álvaro Mutis: la política y el olvido Correspondencia entre Alfonso Reyes y Enrique González Martínez

Transcript of Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica...

Page 1: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

del Fondo de Cultura Económica

ISS

N:

0185

-371

6

Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller

mediante

•Javier Sicilia:Concepción Cabrera

de Armida

•Carlos Pellicer López:Pellicer,

López Velarde y Zaid

•Poesía de Giórgos Seféris

y Juan Carvajal

•Hermann Brochpor Martin Lüdke

•Ramón Xirauy la poesía por José MaríaEspinasa

•J. G. Cobo Borda: García Márquezy Álvaro Mutis: la política y el olvido

Correspondencia entre Alfonso Reyes y Enrique González Martínez

Page 2: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

del Fondo de Cultura Económica

DIRECTORGonzalo Celorio

EDITORFrancisco Hinojosa

CONSEJODE REDACCIÓN

Ricardo Ancira, Adolfo Castañón, Joaquín Díez-Canedo,

María del Carmen Farías, Mario Enrique Figueroa,

Daniel Goldin, Josu Landa,Marina Núñez Bespalova,

Philippe Ollé-Laprune, Jorge Ruiz Dueñas

ARGENTINA: Alejandro KatzCOLOMBIA: Juan Camilo SierraESPAÑA: María Luisa Capella,

Héctor SubiratsPERÚ: Germán Carnero

REDACCIÓNMarco Antonio Pulido

DISEÑO, TIPOGRAFÍA

Y PRODUCCIÓN

elδoradoSnark Editores, S. A. de C. V.

IMPRESIÓN

Impresora y EncuadernadoraProgreso, S. A. de C. V.

La Gaceta del Fondo de Cultura Económica es una publicación

mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domici-

lio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Colonia Bosques del Pedre-

gal, Delegación Tlalpan, Distrito Federal, México. Editor responsable:

Francisco Hinojosa. Certificado de Licitud de Título número 8635 y de

Licitud de Contenido número 6080, expedidos por la Comisión Califi-

cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de junio de 1995.

La Gaceta del Fondo de Cultura Económica es un nombre registrado

en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el número 04-2001-

112210102100, de fecha 22 de noviembre de 2001. Registro Postal,

Publicación Periódica: PP09-0206. Distribuida por el propio Fondo de

Cultura Económica.

Correo electrónico: [email protected]

LA GACETA2

SUMARIOMAYO, 2002

GIÓRGOS SEFÉRIS: Salamina de Chipre • 3BRASSAÏ: Picasso en la Costa Azul • 4

CARLOS PELLICER LÓPEZ: Por la Antología mínima • 11JUAN CARVAJAL: Por una toga deshabitada • 13

JAVIER SICILIA: Concepción Cabrerade Armida • 14

MARTIN LÜDKE: Hermann Broch: el ángel acosado y su doble oficio • 17

JOSÉ MARÍA ESPINASA: Ramón Xirau y la poesía • 21LEONARDO MARTÍNEZ CARRIZALES: Los archivos de Reyes

y González Martínez • 23ALFONSO REYES Y ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ:

Dos cartas • 25JUAN GUSTAVO COBO BORDA: García Márquez y

Álvaro Mutis: la política y el olvido • 26

‹ ‹ ILUSTRACIONES TOMADAS DEL LIBRO DE PABLO PICASSO

SUITE VOLLARD, TURNER, MADRID, 1991 › ›

MAYO, 2002SUMARIO

Page 3: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Salamina de Chipre

� Giórgos Seféris

�����Versión de Francisco Segovia y Selma Ancira

...y aquella Salamina cuya metrópolies ahora causa de estos llantos.

Esquilo, Los persas

A veces el sol de mediodía; a veces puñados delluvia ligera

y la playa cubierta de una pedacería de antiguostrastes.

Las columnas insignificantes; sólo la iglesia enruinas de San Epifanio

que revela —oscura, hundida— el poder del dorado Imperio.

Cuerpos jóvenes pasaron por aquí, enamorados;vibrantes pechos, rosadas conchas, piescorriendo sobre el agua sin temor y abrazos abiertos para el apareamiento del

deseo.El Señor sobre las aguas,por encima de este paso.

Entonces escuché pisadas en los guijarros.No vi rostros; se habían ido cuando me volví.Pero la voz, pesada como el paso de los bueyes,permaneció allí, en las venas del cielo, en el

embate del marentre las piedras, una y otra vez:

“La tierra no tiene asiderospara que puedan llevarla en hombros,ni pueden, por sedientos que estén,endulzar el mar con la mitad de una pizca de agua.Y esos cuerpos,hechos de un barro que no conocen,tienen almas.Ellos reúnen herramientas para cambiarlas;mas no lo harán con éxito: simplemente las

desharán,si es verdad que las almas pueden ser deshechas.

No tarda el trigo en pudrirse,no le toma mucho tiempoa la levadura del amargor alzarse,no le toma mucho tiempoal mal levantar la cabezay a la inteligencia enferma que se vacía

LA GA

no le toma mucho tiempollenarse de locura:hay una isla...”

Amigos de la otra guerra,en esta playa desierta cubierta de nubarronespienso en ustedes mientras pasa el día:aquellos que cayeron en la lucha y aquellos que

cayeron años después de la batalla,aquellos que vieron la aurora entre la bruma de

la muerteo, en la salvaje soledad bajo las estrellas,sintieron posarse sobre ellos los enormes

ojos oscurosde la catástrofe total;y también aquellos que rezaroncuando un reflejo de acero aserró los barcos:“Señor, ayúdanos a recordarla causa de esta violencia:avaricia, dolo, egoísmo,la desecación del amor;Señor, ayúdanos a arrancar esto de raíz...”

—Ahora, sobre estos guijarros, es mejor olvidar;hablar no hace ningún bien;¿quién puede cambiar el ánimo de los

poderosos?¿Quién puede hacerse escuchar?Cada uno sueña para sí, sin escuchar la pesadilla

de los otros.

—Cierto. Pero el mensajero corre y, por largo quesea su camino, llevaráa los que trataron de encadenar el Helespontolas terribles noticias de Salamina.

Voz del Señor sobre las aguas.Hay una isla.

Salamina-Chipre, noviembre de 1953

• De Seféris el FCE publicó los tres tomos de El estilogriego en su colección Lengua y Estudios Literarios.

CETA3

Page 4: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Picasso en la Costa Azul

� Brassaï

�� Capítulo del libroConversaciones con Picasso, del

fotógrafo de origen rumano Brassaï,amigo íntimo del pintor españoldurante etapas decisivas de su

producción artística.Conversaciones con Picasso se

publicó recientemente en la colección Noema del FCE y Turner.

Cannes, martes 17 de mayo de 1960

Cenamos con Henry Milleren el Hôtel Montfleury. Enla mesa de al lado, Buñuel,su hijo y unos amigos.

BRASSAÏ: Ayer hablé por teléfonocon Picasso. Su voz era tan juvenil queme pregunté: “¿Será él?” Y tan amisto-sa: “¡Qué sorpresa oírlo, Brassaï! Ven-ga pasado mañana si tiene libre el día.Podemos pasar juntos toda la tarde. Es-taremos solos. Lo espero en la Californiea las dos y media”.

HENRY MILLER: Entonces lo verá us-ted mañana...

B.: Henry, usted me escribió y me re-pitió en París que si había aceptado sermiembro del jurado del Festival de Can-nes era con la esperanza de conocer a Pi-casso.

H. M.: Sí, le he escrito y le he pedidoque me lo presente. Cannes para mí es-tará siempre asociada al nombre de Pi-casso. Pero mañana tengo un día muyrecargado. El festival se acaba, y cadavez estamos más atosigados. Tendrétres sesiones en vez de dos, y la segun-da empieza a las tres.

B.: En taxi estará en cinco minutos enel Palacio del Festival. Así lo podría co-nocer.

H. M.: Conocer a Picasso... Desde lue-go es uno de mis mayores deseos... Perono me gusta forzar las cosas. Induda-blemente podría ir con usted... Pero lasola idea de dejarlo a una hora determi-nada envenenaría cada minuto de nues-tra charla. ¿De qué serviría un encuentrotan precipitado? Hace falta más tiempo yserenidad para establecer un contacto.

LA GACETA4

B.: Yo le presento ahora. Y usted pue-de volver a su casa otro día. Está usted enCannes, cerca de la Californie, a pocospasos de Picasso. Pronto estará usted enBig Sur, en Grecia, en Japón o en Diossabe dónde. Y Picasso tal vez en Vauve-nargues. Es perder una ocasión.

H. M.: Probablemente tiene usted ra-zón. Hum, hum, ha-ha-ha. Pero no metiente. Hay que dejar actuar al destino.Quizá la ocasión vuelva a presentarseotro día. Yo soy fatalista. Es muy posibleque Larry me lleve a Vauvenargues,cuando esté en Nîmes.1 Y si no puedoconocerlo en este mundo —tengo 68años y él 80—, estoy seguro de encon-trarlo más tarde, dentro de 10 millonesde años, no sé dónde, porque ciertasfuerzas, semejantes energías permane-cen siempre activas.

GILBERTE: ¿Lo piensa de verdad? ¿Creeusted en la inmortalidad?

H. M.: Sí, en cierto modo. ¡La inmor-talidad! Hum, hum, ha-ha-ha. ¿Sabe us-ted, querida Gilberte? Yo soy casi unadepto de Krishnamurti, aunque nuncahaya tenido ocasión de verlo. El sabiohindú, ya sabe, que vive en Ojai, en Ca-lifornia. ¿La inmortalidad? Como dijoNietzsche al borde de la locura: el eter-no retorno. ¿Por qué no? Yo también soyfilósofo de vez en cuando. De todas ma-neras, dígale a Picasso cuánto lo quieroy lo admiro, cuánto me hubiera gustadoconocerlo.

* * *

Cannes, miércoles 18 de mayo de 1960

A las dos y media estoy en las colinasde Cannes, ante la Californie. La villa dePicasso es tan banal y señorial como to-das las que la rodean, de la época de losgrandes duques, la época gloriosa de laCosta Azul. Pero los jardines. Sin dudapor falta de jardineros, pinos, cipreses,eucaliptos, mimosas, nísperos, adelfas,madreselvas, han crecido a su antojo, as-

Page 5: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

fixiándose en una vegetación exuberan-te. Sólo emergen los altos penachos delas palmeras que aspiran el aire del mary escrutan el azul horizonte del Medite-rráneo. ¿Qué azar hizo que le cupiera ensuerte a esta villa el honor de ofrecer al-bergue a Picasso y sus tesoros, de inspi-rar incluso su creación de los últimosaños, de inscribir su nombre a continua-ción de Bateau-Lavoir, Boisgeloup, Va-llauris, el palacio Grimaldi? El horror dePicasso hacia todo lo que es de “buengusto”, su ternura por lo chusco, lo es-trambótico, lo barroco —la villa se hun-de bajo las escayolas y los floripon-dios—, su indiferencia hacia los sitiosen que vive, su tendencia a confiar enla providencia, es lo único que puedeexplicar su elección. Así fue como dejóa Kahnweiler el trabajo de mudar suestudio de Montmartre a Montparnas-se cuando su viaje de novios con Eva,ma jolie, y encargó más tarde a Rosen-berg que le buscara un apartamentomientras que, lejos de París, él y Olga vi-vían su historia de amor en España.

Me dispongo a llamar; pero, ante misorpresa, la verja de la villa no está ce-rrada. La mujer del guarda nos anuncia.No hay nadie en la explanada. En el ga-raje, entre varios coches, domina ungran Lincoln blanco. A la derecha de laescalinata, un viejo conocido: el Ciervodel parque de Boisgeloup; a la izquier-da, una extraña flor metálica con pétalosrecortados, los de un artefacto estalladoque sembró la muerte.

Aparece Picasso, muy pequeño encomparación con la escalinata cubierta

por alta marquesina. Me besa en las dosmejillas. No ha cambiado. Embutido enun suéter de lana, el rostro curtido porel mistral y el sol, parece fuerte comouna roca y sus ojos conservan todo sufuego. Nos hace entrar en su “estudio”:tres grandes habitaciones en fila, baña-das por la luz que entra a través de lascristaleras que dan al parque.

En el fondo, nada ha cambiado des-de el día que lo conocí en la calle La Boé-tie, excepto el mayor espacio y las cosasacumuladas a su alrededor. Soy felizpor volver a estar con él. Desgraciada-mente, no veré a Jacqueline Roque, la jo-ven compañera que conoció en Vallau-ris y que comparte su vida desde haceseis años. Acaban de operarla. Pero Pi-casso está tranquilo. Se encuentra mejory la van a traer a la Californie.

PICASSO: Pienso mucho en usted. Hahecho hace poco una exposición de di-bujos y esculturas, ¿verdad? He oído ha-blar de ella. Estoy al tanto de todo.¿Cuánto tiempo hace que no nos vemos?

B.: Desde 1947, me parece. Trece años.P.: ¿Es posible? ¿Trece años? ¿Por

qué no viene ya a verme?Muchas veces he estado tentado de

visitarlo. Y esta tentación nunca fue tanfuerte como durante el Festival de Can-nes de 1956, en el que, al mismo tiempoque El misterio Picasso, se exhibía mi pe-lícula Mientras haya animales.

B.: Vengo mucho a la Costa Azul.Tengo una casa en Eze-village. Con elpensamiento, he estado muchas vecescon usted. Pero telefonearlo, moles-tarlo...

LA GACETA5

•Marcapasos•

Nos enteramos por el diario Cró-nica de que bajo “las duelas deuna casona en Nordholm, Norue-ga, apareció el archivo de KnutHamsun”, el autor de Hambrey La bendición de la tierra, ypremio Nobel de literatura en1920. El archivo, premeditada-mente bien escondido para serhallado, consta de los diariosdel escritor, manuscritos de susobras y su correspondencia:todo catalogado para que, cin-cuenta años después de sumuerte, fuera encontrado porsu actual biógrafo, el escritorSletten Kolloen.

uValeria Bergalli, de la Editorialminúscula ([email protected]), nos envía su catálogodesde Barcelona. La serie Pai-sajes narrados “presenta obrasque ofrecen una perspectivaoriginal sobre un lugar, ya seauna ciudad o una región con-creta o un paraje imaginario”.Unas muestras de su fondo:Las ciudades blancas de Jo-seph Roth, Cerdeña como unainfancia de Vittorini, Ferragusde Balzac y Roma de Gógol, delcual publicaremos un fragmen-to en un número de La Gacetadedicado a las ciudades.

uLa otra colección de estamisma Editorial minúscula

Page 6: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

P.: Ha hecho usted mal. Ya no quierover caras nuevas. ¿Para qué? Pero siem-pre estoy para mis amigos. Y sus visitasme son aún más gratas desde que vivoen reclusión, como un prisionero. No ledeseo a nadie, ni a mis peores enemigos,mi celebridad. Me hace sufrir físicamen-te. Me protejo como puedo. Me atrin-chero detrás de las puertas cerradas acal y canto, durante el día y la noche.

B.: Sin embargo, la verja estabaabierta.

P.: La ha encontrado usted abiertaporque lo esperaba y había dado ordende abrirle a las dos y media.

B.: Entonces, si no he comprendidomal, estamos en una fortaleza. Para losamigos bajan el puente levadizo.

P.: Una cosa así...B.: ¿Y en Vauvenargues? ¿No está

usted más protegido?P.: Es peor. Los curiosos afluyen. Te

acechan con prismáticos. Espían todostus gestos. Quizá en estos momentos lagente nos observa desde las islas de Lé-rins con telescopios. Si verdaderamentequisiera estar a salvo de las miradas in-discretas, tendría que correr las cortinasde todas las ventanas. Pero entonces meprivaría de la vista del parque y del pai-saje, que me es necesaria. Es terrible.2 Yesto no es todo. Aquí me amenaza otropeligro: muy pronto, en el jardín de allado, van a levantar un inmenso edificiode no sé cuántos pisos. No sólo me tapa-rá la vista de las islas de Lérins, sino quetodos los vecinos podrán espiarnos des-de sus balcones. Esto me obligará pro-

bablemente a huir de aquí. Pero ¿quéhace usted en la Costa Azul?

B.: Paso en Cannes tres semanas conHenry Miller. Es miembro del juradodel Festival. Durante el día está muyocupado, pero pasamos las tardes jun-tos. Tiene miedo de la celebridad; temeperder su tranquilidad si sus obras se pu-blicaran en los Estados Unidos.

P.: Lo comprendo. ¿Para qué sirve te-ner más dinero cuando ya se tiene bas-tante? No se puede comer o cenar cuatroveces porque sea uno más rico. Aunquesea rico o pobre, no fumaré otros pitillosque los Gauloises. Los únicos que megustan. Por cierto, ¿puede darme unGauloise? Precisamente no me quedanmás en casa.

B.: Quería presentarle a Henry Miller.Le gustaría mucho conocerlo. Pero hoyno le venía bien. Tenía una sesión a lastres. No quería verlo precipitadamente.

P.: Tengo una gran admiración porHenry Miller. ¿Podrá tal vez volver conél cuando se acabe el Festival?

Mientras hablamos, Picasso observaa Gilberte, primaveral en su vestido ver-de estampado.

P.: ¿De qué región es usted?G. [riéndose]: Soy un poco catalana.P. [le brillan los ojos con fervor]: ¿Ca-

talana? He visto en seguida que sus ojosno eran de aquí, sino de “allá”. Nuncadejamos de pertenecer a nuestro país.Pero ¿de dónde exactamente?

G.: No creo que conozca el puebleci-to de los Pirineos orientales de donde esoriundo mi padre.

LA GACETA6

P.: Usted dígamelo. Conozco muybien el país.

G.: Es una aldea muy pequeña. Elnombre es ridículo: Caudiès-de-Fenoui-llèdes.

P.: Conozco bien Fenouillèdes. Es-tá en el Rosellón, muy alto, cerca dela frontera española. ¿Habla usted ca-talán?

G.: Algunas palabras... Boutifares...Picasso ríe y le hace una pregunta en

catalán, que ella no entiende.P.: Ya veo. Usted no es una buena ca-

talana.B.: Pero adora el país. Le chiflan las

sardanas.Picasso alza los brazos, silba una sar-

dana. Es un joven y despierto catalánque baila, que desliza rítmicamente suspies, calzados con curiosos mocasinesde ante, sobre el suelo de madera. Estáradiante y como si se hubiera ido a no sesabe qué lugar... de Cataluña. ¿Está enGozol, por encima del valle de Andorra,libre, feliz, bebiendo, cazando con loscampesinos, danzando con las mucha-chas, divirtiéndose con los contraban-distas, cabalgando a lomo de mula co-mo antaño? ¿O en Céret, en los Pirineosorientales, donde, con sus amigos Bra-que y Manolo, pasó tantos veranos en sujuventud? Bailaba la sardana. Estabaallí. “Nunca dejamos de pertenecer anuestro país.”

B.: Al llegar un domingo por la tardea Barcelona tuve una gran impresión.Aquella música ácida, agridulce. Aque-lla gran plaza repleta de muchachas, degente joven. Los bolsos, las chaquetas,amontonados en el suelo, y alrededor decada montón un círculo de bailarines ybailarinas ondulando. Fue tan impre-visto. Y la seriedad de las caras, tensas,casi patéticas. Ni un estallido de risa, niuna sonrisa. Todos solemnes. Creía es-tar presenciando una ceremonia reli-giosa.

P.: ¡Es que la sardana es una cosamuy seria! ¡Y difícil! Hay que contar lospasos. En cada grupo hay un conductorque lo hace por todos.

Aquel baile es una comunión de al-mas. Suprime toda diferencia de clase. Ri-cos y pobres, jóvenes y viejos, lo bailanjuntos uniendo sus manos: el cartero conel director del banco y las criadas con losseñores.

Le enseño mi libro de grafitos queacaba de publicarse en Alemania. Para

Page 7: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

hojearlo, nos sentamos en torno de unamesita redonda.

Trato de transcribir aquí fielmentenuestra conversación; pero sin lo que lorodea respira mal, como el pez fuera delagua. Los estudios de Picasso, donde-quiera que estén, sean los que sean, pro-vocan siempre una conmoción. Sólo lafrecuencia de mis visitas podía inmuni-zarme contra la violencia del choque.Pero yo no había visto a Picasso desdehacía 13 años. La mayoría de las obras ylos objetos que me rodeaban aquí meeran desconocidos. Nada me protegía.Muchas veces me han asaltado: en elpuerto de Tánger la masa de maleterosárabes, aullando, gesticulando, tirandode los faldones de mi chaqueta, arran-cándome uno el abrigo, otro las male-tas; en Estambul, en un descampado dePéra, una tribu de gitanos que me ence-rró en un círculo infranqueable; en Ba-hía, en el Brasil, por un ejército de negri-tos en el paroxismo de la excitación a lavista de la cámara, bailando una zara-banda alrededor de su prisionero. Peronunca me han asaltado tan brutalmentecomo en esta villa de la Californie. El ar-te y la naturaleza, la creación y el mito,la caballería y la tauromaquia, la imagi-nería popular, el Olimpo, la noche deWalpurgis, te solicitan. Todos rompena hablar a la vez, rivalizan, tiran de ti aderecha e izquierda, te aturden, te des-pellejan, te enervan...

Mientras charlo con él, Les Demoise-lles d’Avignon, desde el fondo de estasinmensas habitaciones, me guiñan losojos. ¿Qué buscan aquí? ¿No vivían enel Museo de Arte Moderno de NuevaYork? ¿Y qué significan sus extraños co-lores? ¿Y esas cabezas de toro en bron-ce? ¿Son recientes? No las he visto nun-ca en reproducciones. ¿Y qué es ese gransol de una belleza insólita, pálido comoun sol de invierno, luciendo sobre la pa-red? ¿De dónde viene? ¿De México?¿Será obra de Picasso? ¿Y esas tazas deplata? En este momento, se me cae miboquilla y Picasso, adelantándose, laatrapa y me la da. A los 80 años, susmúsculos están tan flexibles, sus reflejosson tan rápidos como antes. Me asom-bra el extravagante tejido de su panta-lón a rayas horizontales... ¿Seda salvaje?¿Lana cruda tejida a mano? ¿De dóndeprocede? Observo su rostro, hago in-ventario de los pliegues de su perfil,que, partiendo del rabillo del ojo, se des-

pliegan en abanico y se dirigen unos ha-cia la frente, otros hacia la oreja, otroshacia la mejilla. Los 12 surcos que escul-pen su perfil cuando se ríe. ¿Y qué es loque anda rondando a nuestro alrede-dor? ¿Esas manchas color castaño, ne-gro y blanco? Vaya, un basset. ¿Y aquélque viene detrás es un dálmata? ¿Otromás, un bóxer? Espero a que de todoslos rincones y esquinas del estudio sur-jan otros perros por docenas, por cente-nares: sus dos molosos de Montrouge,su primer fox-terrier parisiense, todoslos Frika, los Elft, los Kazbek... Todos losque tuvo o hubiera querido tener en suvida. Lo escucho; pero, al mismo tiem-po, todos estos objetos hechos por él,reunidos por él o llegados hasta él pormisteriosos caminos, acaparan la mira-da y me persiguen: la Mujer encinta, to-davía en yeso, con el vientre hinchado ylos senos salientes; La lechuza; en cerá-mica, La grulla... Trato de descifrar losdesechos de objetos que han formadoeste pájaro. La cola, sin duda una pala;el largo cuello, ¿un trozo de cable? Elpenacho de plumas, ¿una espita vieja degas?... Pero ¿y su pata, tan delicada? ¿Yestas garrafas, estas botellas, estos fru-tos en bronce, hermanos y hermanas delVaso de absenta y, como él, repintados alóleo? ¿Son recientes? ¿Y estos tres enor-mes focos proyectados sobre el caballe-te? Los he visto ya en algún sitio. ¡Natu-ralmente! Aparecían en la serie de esteestudio pintada por él. A la prueba delos sentidos se añade la emoción de vol-ver a ver, después de tantos años, a Pi-casso, de oír su voz, más pesada, másgrave, de aguantar su mirada y toda lamasa de recuerdos, bruscamente pues-ta en ebullición. Trece años que recu-perar, 11000 preguntas que hacer. Mispensamientos se agitan como las abejasde una colmena en efervescencia o unhormiguero perturbado.

¿Cómo expresar, en su loco bullicio,esta masa de sensaciones, de imágenes,de palabras; las emociones que provoca,los recuerdos, que fluyen todos al mis-mo tiempo? Habituado a la visión glo-bal e instantánea de las cosas, el ordenforzosamente arbitrario de su descrip-ción me desconcierta. Es como si un di-rector de orquesta tuviera que hacer so-nar los instrumentos de una sinfonía nojuntos, sino uno tras otro, en un ordenfortuito, disperso. Sólo un escrito conce-bido como si fuera una partitura sinfó-

LA GACETA7

se llama Alexanderplatz e in-cluye ensayos o novelas“acerca de la realidad alema-na y de las áreas geográficassobre las que esta cultura haejercido su influjo”. Su primertítulo es un intercambio epis-tolar entre Einstein y Freudllamado ¿Por qué la guerra?Otros autores de la colec-ción son Klaus Mann, IrmgardKeun, Victor Klemperer y ErikaMann. Quizás debido a que lominúsculo del nombre se re-fleja también en el volumen desus libros, será difícil que po-damos leer aquí una nuevaversión de la obra de AlfredDöblin que da título a la serie,Berlín, Alexanderplatz.

uEl 27 de diciembre de 2001 fa-lleció el conocido poeta esco-cés Ian Hamilton (1938), asi-duo colaborador del LondonReview of Books, de dondetomamos una frase suya quebien se puede aplicar al mediomexicano: “Muy pocas amis-tades podrían sobrevivir al de-cirles: Me caes bien, pero nome gusta tu poesía. Muchomejor sería decirles: no mecaes bien pero me gusta tupoesía”.

uWorld Literature Today’s cele-bra 75 años de excelencia edi-torial con la lista de los mejo-res 40 libros publicados desde1927 hasta 2001. Tal lista inclu-ye siete títulos en español, asaber:

• Romancero gitano. FedericoGarcía Lorca, España, 1928.

Page 8: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

nica, escalonada en tantos niveles comoimpresiones y emociones simultáneashaya que traducir, podría expresar conalguna precisión instantes parecidos,demasiado cargados, demasiado ricos.Indudablemente, no sería más que unalicencia fuera de las “reglas del juego”del lenguaje; pero ¿cómo situar, si no, ensu contorno, las palabras que cambia-mos y que transcribo aquí, de modo quetengan algún acento de verdad?

Estamos sentados, pues, en torno deuna mesita redonda y Picasso hojea milibro Graffiti. Le digo que he recogidosus observaciones respecto de los grafi-tos. “¿En qué banco hizo usted el grafis-mo del que me habló?”, le pregunto.

P.: E l BNCI. Pregúnteselo a Sabartés.Él lo sabe todo. ¿Que cómo está? Muybien. Siempre fiel en su puesto. Todaslas mañanas en la calle de los Grands-Augustins, como antes. A veces viene averme aquí, a Cannes o a Vauvenargues,porque yo ya no voy nunca a París.

Picasso llega al capítulo “El lenguajede las paredes”. Las grandes pinceladasque borran las inscripciones de la paredlo sorprenden.

P.: Ha hecho usted bien al fotografiaresto. Indica bien la naturaleza y los lími-tes del arte abstracto. Estas pinceladasson muy bellas. Pero es una belleza na-tural. Los trazos de pincel que no tenganningún significado no harán jamás uncuadro. Yo también doy pinceladas, y aveces incluso se diría que es abstracto.Pero siempre significa algo: un toro, una

plaza de toros, el mar, la montaña, lagente. Para llegar a la abstracción es ne-cesario siempre empezar por una reali-dad concreta.

Llega al capítulo “Nacimiento delrostro”, donde he agrupado los rostroshechos con dos o tres agujeros.3

P.: Yo también he hecho rostros pare-cidos muchas veces. Los que los grabanvan, de entrada, a los signos. El arte es ellenguaje de los signos. Cuando yo digo“hombre” evoco al hombre; esta palabrase ha convertido en el signo del hombre.No lo representa como podría hacerlo lafotografía. Dos agujeros son el signo dela cara, suficiente para evocarla sin re-presentarla. Pero ¿no es extraño que sepueda hacer con medios tan sencillos?Dos agujeros son muy abstractos si sepiensa en la complejidad del hombre.Lo más abstracto es quizá el colmo de larealidad.

En el capítulo “Máscaras y rostros”,exclama: “¡Éste es un Rouault!”, “¡Aquéles un Klee!” En el capítulo “Animales”se detiene largo rato en un pájaro que yohe tomado por un pichón.

P.: ¿Un pichón? ¿No será más bienuna golondrina? Lo digo porque las alasse entrecruzan como unas tijeras. Peroprobablemente no es ni un pichón niuna golondrina, sino el Pájaro, la idea ensí del Pájaro.

Llegamos al capítulo “Amor”. Doscorazones superpuestos en sentido in-verso, como en una especie de abrazo,llaman su atención.

LA GACETA8

P.: ¡Esto es prodigioso! He visto enlas paredes millares de corazones, peronunca de esta forma.

En el capítulo “Imágenes primitivas”,le interesa especialmente una cabeza“azteca” y exclama:

—¡Esto es tan rico como la fachadade una catedral! Su libro liga el arte conlas artes primitivas. Enseña también —yes importante— que el arte abstracto noestá lejos de los brochazos o de las es-tructuras de las paredes. Se diga lo quese diga, siempre se está imitando algo,aun sin saberlo. Y cuando se abandonanlos modelos desnudos que cobran porhora, hacemos posar a otras cosas. ¿Nole parece? Quizá le alegre saber que yotambién hago ahora grafitos. Pero, en vezde hacerlos en la pared, los grabo en ce-mento. Es un invento de un artista no-ruego. Mis grafitos se amplían y grabanmediante punzones eléctricos. Estándestinados a una casa de Barcelona, ycada uno tendrá una altura de dos o trespisos. Le voy a enseñar las maquetas.

Y Picasso, filtrándose por el extraor-dinario batiburrillo de su estudio, se di-rige, a través de los acantilados de pa-pel, no sin dificultades pero sin dudarlo,hacia un montón para coger la bolsita delas fotografías que busca. El edificio conlos grafitos gigantes se perfila sobre lascuatro torres insólitas de la Sagrada Fa-milia.4

B.: Va a hacer usted la competencia aGaudí. Cuando fotografié su arquitectu-ra en Barcelona, Prats me llevó a casa dela hermana de usted y los Vilato, en elPaseo de Gracia, y también a casa de losJunyer. Me quedé sorprendido al verqué cantidad de obras tiene usted enBarcelona. Con las que posee allí el mu-seo se podría hacer un Museo Picasso.

P.: Está en proyecto. El ayuntamien-to quiere comprar un antiguo palaciopara ello. Ya veremos.

Le pregunto la procedencia del gransol de la pared.

P.: Precisamente de Barcelona. Esuna rodaja de un tronco de palmera.Se llevan estos soles el domingo de Ra-mos en las procesiones. Es maravilloso,¿verdad? Yo también hice, en otro tiem-po, cuadros con hojas de palmera.

G.: ¿Conoce usted las cosas que sevenden en Niza delante de las iglesiaspor Pascua? Cortan las hojas de palme-ra, las pliegan y las repliegan. ¡A vecesson bellísimas!

Page 9: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

P.: Estas cosas son típicas del Medi-terráneo. Fíjense en la delicadeza de lostonos. Al secarse se va haciendo másclaro, más luminoso. Es realmente el sol,la alegría, ¿verdad?

Me aclara también el secreto de LesDemoiselles d’Avignon, que dominan elestudio.

P.: Venga y mírelas de cerca. Es unatapicería. A un buen hombre de Tolónse le metió en la cabeza hacer esto par-tiendo de una horrible tarjeta postal. Amuchas de mis visitas les parece horri-ble y hablan de sacrilegio. No encuen-tran mis colores, pero esto es precisa-mente lo que me seduce. Los colores delcuadro ya eran completamente diferen-tes en la reproducción y el pintor aficio-nado inventó, a su vez, otros. Es casiotro cuadro que recuerda mucho a LesDemoiselles d’Avignon.

Damos una vuelta. Me señala un ex-traordinario armario de caoba con mu-chos cajones planos.

P.: Pertenecía a Matisse y, como megustaba mucho, después de su muertesu familia me lo regaló. Lo había encar-gado para él. Lo quería muy alto, con 40cajones para guardar sus dibujos. ¿Ver-dad que está muy bien de proporcio-nes? Cuando lo miro, pienso en Matisse;es su viva imagen.

B.: ¿Y este magnífico tótem de Nue-vas Hébridas?

P.: También regalo de Matisse.Cerca aparece, brillando con todos

los reflejos de su pasamanería de oro, eltraje de un torero.

P.: Es una triste historia. El traje de lu-ces que está usted viendo pertenecía almatador Chicuelo II. Él me lo envió. Mu-rió de una forma trágica. ¡Si al menos lohubiera matado un toro! No, murió enun estúpido accidente de aviación. Hoyen día los matadores se desplazan conti-nuamente, siempre tienen prisa. Y mue-ren muchos más en accidentes de auto-móvil o de avión que por los cuernos delos toros. Cuando me llegó el traje, él yahabía muerto. Era como un último men-saje de amistad.

Le pregunto si acude todavía tan asi-duamente a las corridas de toros...

P.: Sí, es mi pasión. Pero a veces nopuedo ir. Entonces mis pensamientosestán en la plaza, oigo el pasodoble, veoa la gente, la entrada de la cuadrilla, elprimer toro embistiendo a los caballos.Un día sentí tanto no haber podido ir a

una corrida que me puse a evocar todassus fases. Aquello me metió de lleno enla tauromaquia. Desde hace meses hagotodas las tardes muchos dibujos a tintachina.

Hablamos de su gran exposiciónen la Tate Gallery organizada por Ro-land Penrose. Le pregunto si va a ir aLondres.

P.: ¿Para qué perder el tiempo vol-viendo a ver mi pintura? Tengo buenamemoria y me acuerdo de todos miscuadros. He prestado muchos de ellos alos organizadores, y con ello ya he teni-do bastante trabajo. Sólo se expondrápintura y pocas obras recientes. Pero sepodrá ver el gran telón de Parade. Lasexposiciones ya no me dicen gran cosa.Mis cuadros antiguos ya no me intere-san. Tengo mucha más curiosidad porlos que todavía no he hecho.

A la vista de todas estas nuevas es-culturas, entre las que figuran tambiénbronces que existían ya antes en cerámi-ca —Picasso me explica que ha hechofundir algunas terracotas que se presta-ban a ello por su forma— y su obramaestra la Cabra, hecha con una cesta demimbre, ramas de palmera, latas de con-serva, jarras de terracota, no puedo me-nos que decirle:

—Nunca se podrán editar obras ver-daderamente completas de su produc-ción. Nada más aparece una, ya la haceusted incompleta. Pensábamos llegar areunir en cuatro años todas sus escultu-ras. Y después he visto surgir otras queno estaban en el libro. Hace poco he vis-to en el Hôtel des Ventes una curiosamadera esculpida por usted parecida aun fetiche negro. Nunca la he visto re-producida en ninguna parte. Sólo cono-cía tres esculturas de su época cubista:las dos Mujeres desnudas y el Hombre de lacabeza cuadrada. No sabía que existieratambién ese niño.

P.: Yo también lo había olvidado.¿Sabe usted lo que era? Se lo voy a de-cir. La nieta de mi asistenta quería unamuñeca. Yo vivía entonces en Montmar-tre y estaba bastante tronado en aquellaépoca. Entonces, a falta de muñeca, letallé esa estatuilla “cubista”. No recuerdosi le gustó a la chiquilla. Ignoro tambiénpor qué manos ha podido pasar la esta-tuilla en madera después hasta esa ven-ta en el Hôtel Drovot.

B.: Kahnweiler quisiera editar unanueva obra de sus esculturas “puesta al

LA GACETA9

• Residencia en la Tierra, Pa-blo Neruda, Chile, 1933-1947.• Ficciones, Jorge Luis Bor-ges, Argentina, 1944.• El laberinto de la soledad, Oc-tavio Paz, México, 1950.• Los pasos perdidos, AlejoCarpentier, Cuba, 1953.• La plaza del diamante, Mer-cé Rodoreda, España, 1962.• Cien años de soledad, Ga-briel García Márquez, Colom-bia, 1967.

uRecibimos de la Pontificia Uni-versidad Católica del Perú lanueva publicación de su serieEl manantial oculto. Se tratade Personæ, de Ezra Pound,en traducción del poeta limeñoRicardo Silva Santiesteban,encargado también de dirigiresta excelente colección depoesía. Recordamos otras tra-ducciones del mismo libro dePound hechas por GuillermoRousset Banda, con un posfa-cio de Juan José Arreola (Edi-torial Domés), y por Jesús Mu-nárriz y Jenaro Talens para laespañola Hiperión.

uHace meses llegó a la redac-ción de La Gaceta un númerodoble de la revista peruanamore ferarum (5-6), dirigidapor José Ignacio Padilla yCarlos Estela. Esta menciónviene a cuento porque dichonúmero es un homenaje a unode los poetas mayores denuestra lengua hoy en día:Jorge Eduardo Eielson, autordel FCE (Primera muerte deMaría, Tierra Firme, 1988),coetáneo y amigo de una bri-

Page 10: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

día”. La publicaría un editor de Stutt-gart. Me ha pedido que fotografíe susestatuas hechas a partir de 1947.

P.: Cuando usted quiera. Tambiénromperlas. Estoy de broma, pero la ver-dad es que los fotógrafos son terribles yel más terrible: Man Ray. ¡La de esta-tuas que me ha roto! Incluso las irrom-pibles.

Llegamos ahora a una serie de ban-dejas de plata.

P.: Estas cosas me las hace FrançoisHugo. El hermano de Jean Hugo, un ar-tesano maravilloso. Le he hecho algunosdibujos. Todos estos objetos son de pla-ta. Impresiona, ¿verdad? Y, sin embar-go, no salen mucho más caros que enbronce. Me va a hacer también algunasjoyas en oro.

Reaparecen los tres perros. El quehabía tomado por un basset es un teckel.Se llama Loump. Yan, el bóxer, está cie-go. Picasso nos dice que su ceguera no leimpide guiarse y venir cuando lo llaman.El tercero, blanco y negro, es un magní-fico dálmata. “Aparece en muchos demis cuadros”, dice Picasso.

Encima de un baúl, sobre una bande-ja de plata, yace un pastel a medio em-pezar, lleno de cuevas, como un abrup-to acantilado roído por el mar.

P.: Es un pan italiano con pasas den-tro. Se llama panettone. Comimos un trozohace... dos años más o menos. Después loolvidé. Un festín para mis ratones, ¿ver-dad? Empezaron a roerlo, escarbarondentro un laberinto. Así que se los cedí.

Ahora, completamente seco, está durocomo el hierro. Pero lo guardo. Petrifi-cado es tan bello como las rocas delBaux. ¿No le parece?

Empieza a caer la tarde sobre la Ca-lifornie. Estamos desde hace horas conPicasso, incansable, hablando, pregun-tando, enseñándonos todo, guiándonospor los recovecos de su laberinto. He traí-do un paquete de manuscritos. Haceunos meses, ordenando mis cosas, meencontré una caja con el rótulo Conversa-ciones con Picasso. Las leí y quería ense-ñárselas a Picasso. No se sorprende alver que son nuestras conversaciones.En su momento, leyó y le gustaron miHistoire de Marie y las conversaciones re-cogidas en un bistro-tabac durante laocupación.

P.: ¿De verdad ha recogido todo es-to? ¡Es apasionante! Vamos a sentarnosy léame algunas páginas.

Le leo varias “visitas” tomadas alazar en el montón. Le leo 20 páginas, 30páginas. Me pide que continúe. Atento,pensativo, divertido, escucha la lectura,interrumpiéndome a veces para indicar-me un detalle o completar una historia.Por ejemplo, cuando le leo mi visita conla bailarina Marina de Berg, me detiene:

P.: Al fin no pude decirle cómo se su-jetan las mallas. ¡Con una moneda! Olgaempleaba una moneda taladrada. La en-rollaba en el tejido y las mallas se soste-nían. Cada oficio tiene sus secretos queno se pueden inventar. Lo que yo queríaenseñarle a la bailarina era eso. Por cier-

LA GACETA10

to, ¿qué ha sido de ella? Era tan revolto-sa, tan alegre, Marina...

B.: Dejó el baile y ha ingresado en unconvento.

Tengo que interrumpir la lectura.Henry Miller nos espera a las siete en elPalacio del Festival. Nos levantamos, Pi-casso pone la mano sobre el paquete demanuscritos y me dice:

—Esto es también verdad, tan autén-tico como sus grafitos. Hay que editarlo.

Al irnos, pienso en los tres o cuatroguaches de tauromaquia que no veránnunca la luz, que ningún coleccionista,ningún museo poseerán jamás, porque,en vez de dibujar toda la tarde de estemiércoles 18 de mayo de 1960, Picasso ladedicó a sus amigos.

Traducción de Tirso Echaendía

NOTAS

1. Larry, apellido de Lawrence Durrell,que vive cerca de Nîmes.

2. Ayer, en un periódico de la tarde,he leído unas declaraciones de BrigitteBardot, quedando sorprendido al vercómo las quejas de la celebridad tienenel mismo acento: “Es peor que nunca.De verdadera locura. Tengo un cochedescapotable y no puedo quitarle la ca-pota. Una terraza, un jardín sobre el quetodo el mundo cae con sus prismáticos,sus teleobjetivos. Tengo que encerrarmeen casa todas las tardes, tengo que elegiruna isla desierta para ir de vacaciones…Pero el desierto no me divierte nada.Hay momentos en los que tengo ganasde irme corriendo a un especialista decirugía estética para que me cambie lacara”.

3. Entre los rostros hechos con dos otres agujeros sobresalen la Bañista de pie,de 1929, y muchas de sus mujeres autó-matas de 1930. Picasso volvió a adoptaresta forma de representación más tardeen un gran número de sus esculturas.

4. Los grafismos de Picasso fueroninstalados en el Colegio de Arquitectosde Barcelona, frente a la Catedral. Comopor su situación es imposible pensar enuna fotografía en la que aparezcan si-multáneamente los grafismos de Picassode Barcelona y las torres de la SagradaFamilia, debe pensarse en un error delautor del libro, o bien, como es más pro-bable, en un fotomontaje completamen-te convencional. [T.]

Page 11: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

LA GACETA11

Por la Antología mínima

� Carlos Pellicer López

llante generación de poetascomo Blanca Varela, JavierSologuren, Salazar Bondy y elrecientemente fallecido E. A.Westphalen. El trabajo de loseditores de more ferarum esuna labor exhaustiva de reco-pilación de textos dispersosen revistas, suplementos cul-turales, libros, catálogos, etc.,debidos tanto a la pluma deEielson como a quienes sehan ocupado de analizar y co-mentar su obra (Rodolfo Hi-nostroza, Mirko Lauer, WilliamRowe, Javier Sologuren, entremuchos otros). A este trabajoviene a sumarse el esfuerzode more ferarum por ampliarel radio de sus posibles lecto-res mediante el empleo noblede la web. En efecto, graciasal patrocinio de Telefónica delPerú existe ahora una versióndigital de este homenaje aEielson, que se puede consul-tar en la dirección electrónicadel Centro Cultural Perú Vir-tual: www.perucultural.org.pe/

uAgradecemos el envío de larevista La tempestad, que noshace llegar su director JoséAntonio Chaurand desde Mon-terrey. El número 22, corres-pondiente al primer bimestrede este cuarto año de existen-cia, dedica buena parte de suespacio a Joseph Conrad yFrancis Ford Coppola bajo elsugerente encabezado de Lastinieblas del Apocalipsis. Feli-citamos a esta publicaciónque número con número ganaen calidad y consistencia, yque tiene muy presente lo quemuchos olvidan: el lector.

�� Las páginas que ofrecemos acontinuación son un ejercicio decrítica comparada entre Pellicer,

López Velarde y Grabriel Zaid, a propósito de la reciente edición

de la Antología mínima del primero(FCE, Letras Mexicanas, 2002).

Gabriel Zaid comulga en laalegría con Carlos Pellicer.Para ellos, como decía lamonja Juliana de Norwich,

en el siglo XVI: “La mejor oración es des-cansar en la bondad de Dios, sabiendoque esa bondad alcanza hasta lo máshondo de nuestra indigencia”.

Aquella milagrosa confianza de hace600 años desciende desde tan “esbeltas la-titudes” para retoñar en estos poetas ca-tólicos y mexicanos, que parecen haberescuchado al Señor —como Juliana—asegurar que “todo irá bien y absoluta-mente todo saldrá bien”.

La divisa de estos poetas es confiaren la palabra del Señor y por ello reco-

nocen, con un suspiro: “¡A cuánto amorel corazón obliga!”

Naturalmente que una antologíahecha por Zaid ha de ser breve. Él esun poeta de pequeñas grandes joyas.Su poesía es producto de relojería, perono de esos aparatos fríos que repitenmecánicamente un mismo paso, sinodel reloj de sol que gracias a estos poe-tas nos da la hora exacta de la alegría, dela libertad y de la confianza en la vida. Yel buen relojero sonríe ante el desastrede su compañero:

ESTUDIOS

I

Relojes descompuestos,voluntarios caminossobre la música del tiempo.Hora y veinte.Gracias a vuestropasolento,llego a las citas mucho despuésy así me doy todo a las máquinasgigantescas y translúcidas del

silencio.

Page 12: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

II

Diez kilómetros sobre la víade un tren retrasado.

El paisaje crecedividido de telegramas.

Las noticias van a tener tiempode cambiar de camisa.

La juventud se prolonga diez minutos,

el ojo caza tres sonrisas.

Kilo de panoramaspagado con el tiempoque se ganaperdiendo.

III

Las horas se adelgazan;de una salen diez.Es el Trópico,prodigioso y funesto.Nadie sabe qué hora es.

Hay un poema de Gabriel que megusta especialmente. Me lo imagino co-mo un comentario pelliceriano al monu-mental poema “Muerte sin fin” del pai-sano Gorostiza. Si Pellicer se queja porestar condenado a ser “el Ayudante deCampo del sol”, aquí Zaid nos trae el sola la mesa y nos pinta una naturalezamuerta milagrosa, como los pintores es-pañoles del siglo XVII:

SOL EN LA MESA

Dios está aquí.Perdido en el abismode un vaso de aguademasiado visto.

Dios está aquí.La brisa, el sol, la mesa,no son Dios. Mis ojosno son Dios.Dios está aquí.Se movió la ventana,y el Espíritu Santobailó en un vaso de agua.

Es notable cómo comparten estosdos poetas una sensualidad feliz, un go-zo de los sentidos fresco, diáfano y lu-minoso. Como decía Pellicer en una car-ta de 1928 a su hermano Juan: “Si un díahe de llegar a Dios, será a través de mis

sentidos, hoy rudos y entonces perfec-tos”. Gabriel, siguiendo este pensa-miento, nos regala este poema:

ALABANDO SU MANERA DE HACERLO

¡Qué bien se hace contigo, vida mía!

Muchas mujeres lo hacen bienpero ninguna como tú.

La Sulamita, en la gloria,se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,que nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiesete volverías legendaria.

Y no creo en la poesía autobiográficani me conviene hacerte propaganda.

Pellicer y Zaid tienen un sexto senti-do del humor. Todavía a los 72 años, Pe-llicer recae y reincide:

En este asunto del amor, que a veces,uno quisieraque no acabara nunca de empezar,parece que alguien dice:“¿Dios es eternamente joven?”

Es tanta la alegría, que uno ignora

catástrofes y duelos.Usted dice que sí a todala enorme y tan humana tontería.Sólo hay un pensamiento,sólo una idea solaque es multitud, y uno quisieraleerlo todo con los ojos cerradosy no tener noticias de uno mismo,ni recuerdos de nada ni de nadie;un ágape de lucesa través de las horas inmortales.

Yo había puestoencima de mi pecho,un pequeño letrero que decía:“Cerrado por demolición”.

Y aquí me tiene usted pintando lasparedes,

abriendo las ventanas,adornando la mesa con la flor

amarillacon que paga el otoño sus encantos.

LA GACETA12

Nadie te dijo, amor, que yo existía.El amor es silvestre,uno lo encuentra en todas partes;en los días sin cielo,en las tierras sin flores,lo mismo en la mañana que en la

tarde.

Como ustedes ven no hay asomo deculpa ni amargura. Pellicer y Zaid estándel lado humilde y sencillo de la luz. Aligual que su hermano mayor, de apenas33 años, cualquiera de ellos puede de-clarar:

Yo sólo soy un hombre débil, un espontáneo

que nunca tomó en serio los sesos desu cráneo.

A medida que vivo ignoro más lascosas,

no sé ni por qué encantan las hembras y las rosas.

Es notable la rima de este último dís-tico de López Velarde, idéntica a la dePellicer en los “Recuerdos de Iza”:

Aquí no suceden cosasde mayor trascendencia que las

rosas.

Gracias a esta Antología mínima re-descubrimos la alegría cristiana de lapoesía que nos ofrecen López Velarde,Pellicer y Zaid.

Febrero de 2002

Page 13: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Por una toga deshabitada

(Profanación in memoriam Giórgos Seféris)

� Juan Carvajal

Jamás estuve en Grecia. Sólo mi sombra estuvo allí...Nietzsche

“Los glosadores no te dejan dormir en Harvard.”Púdico glosador, entre el tráfago de las hojas,tú, que dispensas el sentido primigenio de las obrasen espíritus desatentos y en las almasde quienes encuentran imposible su lectura.Ciega voz, lectura que en la noche de la memoriava tentaleando infolios, palimpsestos, no me atrevería a

decir...textos;y el amargo jadeo del escoliasta exasperado.

“Los glosadores no te dejan dormir en Harvard.”¿Y qué es Harvard? ¿Quién conoce ese infierno?He pasado mi vida oyendo intérpretes ignorantes,doctrinas hueras, hueras locuras de los hombresque no son dioses,mi destino oscilante

entre la última estocada de un Lukácsy el hallazgo de otro Gilles Deleuzeme ha traído hasta aquí, a esta Universitas.

La lunase levantó del mar como en Venecia, ha eclipsado a quienes no quisieron y a quienes no

supieronentender que Todo se metamorfosea.

¿Dónde está la verdad?Yo también filósofo fui cuando la guerra;mi destino fue el de un germano que no dio en el blanco.

Glosador, aedoen un aula como ésta,los alumnos de la UNAM te escucharon y alzaron su

lamento.Entre ellos —¡quién lo hubiera sospechado!— estaba

Nietzsche,a quien buscamos durante largos años en los

consultorios;estaba allí, a la orilla de un pupitre.

Yo lo escuché, y él nos habló:“No es verdad, no es verdad”, gritó.“Yo no escribí La voluntad de podery no pisé jamás los templos-burdeles de Grecia.”

LA GA1

Erguido el pecho, el rayo entre sus ojos, y esa prestancia,asombros y conceptos por doquier,en sus palabras, en sus gestos, en sus silencios;y sus hondos lamentos,estaba allí, junto a un pizarrón.

¿Y en Grecia?En Grecia nada, los presocráticos...Así lo dispusieron los dioses.

Y Lou Andreas Salomé se unía a Freud como a un ser decarne y hueso,

y nosotros, durante todo el siglo,asesinamos a nuestros padres en nombre de Nietzsche.

Un gran torpor había caído sobre las mentes.Tantos filósofos arrojados a las fauces de Kant, a las

fauces de la lógicay tantas alumnas desperdiciadas como trigo en los

molinos sin muela.Los campus henchíanse en sus Islas rodeados de hierba

resecapor un endeble concepto, por un anticonceptito,por un rumor de academia, por un plumón de cisne,por una toga deshabitada, por un alumno de Tubinga.¿Y mi condiscípulo?

Glosador, glosador, glosador,¿qué cosa es Dios? Y Dios, ¿acaso murió?Y, en medio de ambas cosas, ¿resucitó?

“Los ruiseñores no te dejan dormir en Harvard.”

Medroso profesor, educado en Harvard por los waspdonde me fue prescrito que educase a mi país.Yo solo aquí eché amarras en este mito,si es verdad que se trata de un mito,si es verdad que los que piensan no caen yaen el viejo cebo de los dialécticos;

si es verdadque, después de tanto estudio, otro Heideggero un Lacan, un Jaspers, o una Arendto algún desconocido, anónimo, espectadorde los cadáveres que se hacinaban adentro y afuera de

La Facultad,no estuviese llamado a escribir otro tratadoque intente decirlesque tanto trabajo y tanta vidafueron tirados a la Nadapor una toga deshabitada, por un Nietzsche.

CETA3

Page 14: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Concepción Cabrera de Armida

� Javier Sicilia

�� Fragmento del capítulo “Losaños de prueba...”, del libro

Concepción Cabrera de Armida.La amante de Cristo,

recientemente publicado por el FCE en la colección Vida y

Pensamiento de México.

Monseñor Montes de Ocaha hecho bien su trabajo.Ha logrado armonizarde tal forma las relacio-

nes de la Iglesia con el Estado que, ennoviembre de 1885, crea el Colegio-Se-minario de San Luis Potosí y, en mayodel siguiente año, instala a las Religio-sas del Sagrado Corazón atrás del con-vento de El Carmen.

No sólo el obispo, sino toda la clere-cía y el laicado católico están de pláce-mes. La apertura del Colegio-Seminario—cuya dirección Montes de Oca hapuesto en manos de los jesuitas, que re-cientemente, gracias al idilio de don Por-firio y los prelados, han regresado a Mé-xico— garantiza que San Luis Potosí ten-drá no sólo muchachos y sacerdotes bienpreparados, sino también ciudadanoscatólicos, y la instalación de las Religio-

sas del Sagrado Corazón que, al menoslas hijas de las clases acomodadas, ten-drán una sólida educación religiosa.

A Concha, que lleva por dentro unfuego y un fervor que la devoran y sientesu vida matrimonial como un obstáculopara entregarse plenamente a Dios, lapresencia de las Religiosas del SagradoCorazón le cae como un balde de aguahelada, como un cuchillo que le lacera elalma. Por vez primera se da cuenta deque su vida pudo haber sido distinta.Pero es tarde, al menos es lo que piensa.Nunca podrá ser como ellas:

[...] y sentí luego en mi alma una san-ta envidia, al grado de que, apenasconcurría yo a aquella capilla, cuan-do las lágrimas acudían a mis ojos.Sólo Jesús veía el dolor de mi cora-zón al sentir la impotencia de haber-me consagrado a Él en alguna reli-gión, no precisamente ahí, porque nome inclinaba la enseñanza y tratocon el mundo [...]

Siente que hay en aquellas mucha-chas, que han consagrado su pureza aDios, una legitimidad (la legitimidad delas esposas) que a ella le está prohibida

LA GACETA14

por casada. Sin embargo, sus deseos deser toda de Jesús, de amar cada vez más,no la desalientan. Si ya nunca podrá serreligiosa, puede, al menos, amar con lamisma y tal vez con mayor pasión queellas a Dios. ¿O acaso no es la amante,por su estado de indefensión frente a lalegitimidad de la esposa, la que se es-fuerza más por agradar al amado? Con-cha se lanza, y en esa búsqueda no esca-tima esfuerzos.

¿Cómo lo hace?Ya hemos visto la manera en que se

las ha ido arreglando para mantener enorden su casa y darse sus escapadas a laiglesia, al sagrario y a la oración. Inclu-so, hemos visto la forma en que las con-trariedades de su vida cotidiana las uti-liza como ejercicios de orden espiritual.Sin embargo, aquello no le basta. Con-cha, delante de la presencia de las Reli-giosas del Sagrado Corazón, quiere dealguna forma parecerse cada vez más auna religiosa. Así es que se alista en laOrden Tercera de San Francisco, dondeencuentra, para su condición de laica ca-sada, una realidad que se parece un po-co al estado religioso.

La Orden Tercera de San Francisco, una de lasmás inquietantes que hayan nacido en el se-no de la Iglesia como preludio de la impor-tancia que tendría el laicado en siglos poste-riores, fue fundada por Francisco de Asíscuando el ejemplo de su vida y de su prédica,que ya había arrastrado con él a varios com-pañeros, provocó una severa conmoción enlos pueblos de la Umbría: seducidos por elPoverello, que los visitaba, hombres, mujeresy niños salieron a la calle, abandonaron susquehaceres, sus bienes y sus hogares y le supli-caron que desde ese mismo instante los acep-tara en su ejército de Dios.

Francisco no sólo se asombró, sino tam-bién se aterró. Aquello era hermoso y con-movedor, pero también espantoso: si todo elmundo hiciera como ellos, pronto se acabaríala vida civil. Además, tenía ya suficientesproblemas con la orden, que sin él pretender-lo había crecido desmesuradamente, para

Page 15: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

ahora acrecentarla con cientos de hombres,mujeres y niños cuyo destino no sabría con-ducir: ¿qué haría con todos ellos? ¿Adóndelos llevaría y cómo los alimentaría? Fue en-tonces que se le ocurrió instituir la OrdenTercera (la segunda la había fundado conClara), con los mismos votos de pobreza,castidad y obediencia, pero mitigados, ade-cuados a las condiciones de la vida civil ymatrimonial.

Concha entró, pues, en esa TerceraOrden “como para estar más cerca de Je-sús perteneciéndole de algún modo másíntimo. Hice la profesión con todo el fer-vor del que fui capaz”.

Sin embargo, con el crecimiento desu vida espiritual, también el de su vidamarital se complica: Panchito ha crecidoy ella espera a su segundo hijo. Tieneentonces que hacer esfuerzos verdade-ramente heroicos para compaginar esosdos mundos: ordenar su casa, educar alniño, cuidar su embarazo, atender y sa-tisfacer a Pancho que no cesa de invitarlaa bailes, teatros y compromisos sociales,que a ella le caen en el puritito hígado, yjunto con eso asistir a la iglesia, visitar alas Religiosas del Sagrado Corazón ycumplir sus compromisos franciscanos,que siente incompatibles no sólo con lavida social que le pide su marido, sinotambién con sus “deberes” conyugales.

¿Lo logra?En el mundo exterior sí, en el inte-

rior no: aquel fuego que lleva por den-tro, que no la deja en paz y que crecebrutalmente en su vida no la colma. Apesar de haber ingresado en la OrdenTercera, se siente (será una imagen quea lo largo de su vida llegará constante-mente a su pluma) como “un volcán sinrespiradero”. Tiene, delante de las in-comprensiones del canónigo Peña, ar-dientes deseos de “un director que mecomprendiera, que me empujara, queme aclarara tantas dudas, que me unieracon mi Dios”. Está inundada de amor yde desesperación por no alcanzarlo. Enel fondo, la vida religiosa tampoco erasu vocación ni su destino.

Si tuvo razón aquel científico que dijo que“somos una enfermedad de la luz”, Con-cha, entonces, está enferma de luz, defuego. Está sumergida en una atmósferaque, si bien había ido percibiendo a lolargo de su vida, es ahora vivida porella de manera inédita: no sólo es una

revelación, sino un profundo y mayordesgarramiento: un fuego, una luz, quela consumen.

Su experiencia, creo que vale la com-paración por los paralelismos que lasunen, es más difícil que la que estabaatravesando Santa Teresa a su edad,cuando, en el momento en que ingresaen el convento, enferma de lo que losmodernos llamamos histrionismo.

Al igual que la santa de Ávila, vivíasu camino de vocación religiosa comosi quisiera “huir de realidades tentado-ras” que, al mismo tiempo que la atraían,ponían su alma en peligro; Concha estádesgarrada entre sus aspiraciones reli-giosas y las exigencias del mundo tra-tando de armonizarlas.

Ambas viven una tensión que las ba-lancea por una parte hacia ideales muyaltos, hacia ese Dios en donde encontra-rán la satisfacción, la paz y los bienespermanentes; y por otra, en el caso deTeresa, hacia poderosas llamadas instin-tivas de vigor pasional; en el de Concha,hacia las de un mundo que reclama supasión y que ella quiere dirigir haciaotro lado. Ambas, sin embargo, sujetany controlan esas pasiones gracias a unpoderoso esfuerzo de voluntad.

Es un defecto histriónico, un desajusteentre las aspiraciones superiores del yo yla esfera emocional inferior, cuya conse-cuencia hace que el núcleo personal fun-cione inseguro, inestable y soporte conti-nuos sobresaltos que provienen de lasenergías inferiores dispuestas a abrir bre-cha aun a costa de descomponer el todo.

Lo que esto quiere decir es que nues-tra muchacha, como la de Ávila, a lo lar-go de los años ha estado sosteniendo sullamada de Dios, su ideal, sin apoyo deelementos emocionales. Aunque Con-cha continúa con el canónigo Peña, haingresado en la Orden Tercera y consul-ta a las monjas del Sagrado Corazón,ninguno le da el apoyo que necesita:“Varias veces intenté desahogar mi pe-cho con alguna de las Madres, pero casinunca me comprendieron las que vi.¿Cómo se ama a Dios? —les pregunta-ba—, porque ésta era mi ansia, mi anhe-lo: el saber amarlo con delirio”.

De haberse prolongado tan duroconflicto psíquico, Concha, al igual queTeresa de Ávila, se habría arrastrado to-da su vida por un desierto interior.

Sin embargo, si Teresa de Ávila en-contró el fermento del proceso renova-

LA GACETA15

dor en las páginas del Tercer abecedariodel padre Osuna que don Pedro, su tío,le regaló cuando, enferma ya de su his-trionismo, pasa una temporada en sucasa de Hortigosa, Concha lo encuentraen esa intuición metafísica que, con tro-piezos, en medio de la oscuridad de lavida diaria, la ha ido guiando haciaDios, y en esas mociones del EspírituSanto que, a través de las visiones, hanhecho que su amor crezca y lo dirija ha-cia el crucificado. Teresa se abre a unaoración que llamó de “recogimiento”,Concha a una de amor desbordado. Hadescubierto que en su oración no sólopuede estar con Cristo, sino también ha-blarse abiertamente con Él. Ha encon-trado un nuevo modo de tratarse conDios y comienza su aprendizaje de mirarmás amorosamente a ese Otro que estádentro de sí y que la interpela, que la lla-ma y la aguarda.

El proceso se desencadena lentamen-te. Pocos meses después del nacimientode su segundo hijo, Carlos (28 de mar-zo de 1887), casi dos años después de susprimeras visiones, Concha comienza adar rienda suelta a su pasión, a sacar elfuego que la devora escribiendo cartas aJesús.

Aunque existe una, fechada en 1885,Concha parece no haber vuelto a escri-bir hasta este periodo en el que su co-rrespondencia con Jesús se hace abun-dante.

En las cartas que se conservan(Concha quemó la mayoría después desus segundos Ejercicios espirituales, en1891), la vemos a veces suplicante, lle-na del amoroso agradecimiento quetenía el culto a las llagas y al corazónde Jesús:

Jesús, amor de mi corazón: hoy ha-bía ya consentido en tener la inmen-sa dicha de recibirte en mi pecho.¡Ay, mi Jesús!, mañana sí concéde-me sentirte con toda tu majestad enmi pobre y mísero corazón. ¡Ay, mivida, te quiero estrechar con las fuer-zas de mi alma y de mi cuerpo, sen-tir tu corazón sobre mi corazón, oírsus suspiros, contar sus latidos, em-briagarme, por fin, en ese mar dedelicias inextinguible! ¿Verdad queme lo vas a conceder? Sí, mi bien,por lo que más ames. Quiero recos-tarme en tu costado y besarte tu ma-no agujereada [...]

Page 16: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

A veces, llena de felicidad:

Jesús, mira. Todos los días te digo lomismo y, sin embargo, no puedo de-jar de decírtelo. Te amo tanto, de unamanera tan profunda que ahora sí nocreo, Señor, que me resfríe jamás.

A veces, desesperada:

Dios mío, quiero llorar, quiero gritar.Siento mi alma presa de una agita-ción terrible y al mismo tiempo unapaz profunda la quiere dominar. Séque Tú me sostienes, ¡ay, Jesús, tenpiedad de mí! ¡Qué pequeño es el co-razón para contener un bien tangrande!

A veces, despechada:

Ah, mi Jesús, ¿por qué no me arran-cas el alma de una vez y te la llevascontigo? ¡Ay!, nada más la alborotasy la dejas aquí penando. No sé lo quequerrás de mí; pero a todo estoy dis-puesta. Mira, yo no aguanto esto quesiento tan extraordinario. Es un con-junto de dolor con gozo y no sé quélo supera [...] La verdad es que no medoy cuenta de lo que me pasa y sólosé que me duele el corazón.

A fuerza de esta forma de oración,Concha va creciendo espiritualmente yel 15 de octubre, siguiendo su vínculocon la Orden Tercera de San Francisco,decide hacer promesas de pobreza, cas-tidad y obediencia. Ha iniciado su me-canismo de respuesta a ese asedio deDios.

No sabemos a qué hora fue. Supon-go, por la manera en que se vivía en lasciudades pequeñas, que sucedió en la mi-sa de la mañana, a las seis o a las sie-te. Concha sale de su casa y se dirige ala iglesia de San Juan de Dios. Ha ele-gido el momento indicado para pro-nunciar sus promesas: en la comu-nión:

Nadie las presenció. Sólo Dios, missantos patronos y yo lo sabíamos. Alrecibirlo en la comunión, me parecióque ahí estaba la Santísima Virgen,San Francisco y Santa Teresa presen-tando a Jesús mis promesas.

Ahí, conmovida, se las hice contodo mi corazón, experimentando

desde entonces una felicidad mara-villosa para vencerme [...]

Regresa dichosa e inmediatamentese pone a escribir una carta a uno de sussantos patronos.

Lo que me intriga no es que lo haga.Ella, que tiene conciencia de su peque-ñez, sabe que necesita una intercesiónpara abrirse más a Dios. Sino que la ha-ya dirigido, no a la Virgen ni a San Fran-cisco, sino a Santa Teresa.

Se me dirá que ése era el día consa-grado a ella. Lo sé, pero Concha escogióese día con toda deliberación, cuidado-samente. Entonces fue el azar. Pero ¿quées el azar, sino la secreta voluntad deDios? Lo que yo creo es que fue el pro-ducto de una intuición clarividente. Enlos procesos del espíritu, como en los dela creación poética, se abren espacios endonde el tiempo deja su linealidad paraconvertirse en simultáneo: ayer es hoy ymañana también. Todo converge y Con-cha, sin saber por qué, elige a aquella ala que más se parecerá: amante desespe-rada de Dios, encantadora, con rasgoshistriónicos, política intuitiva y funda-dora. ¿Quién otro de todos los santosque Concha conocía era el más indicadopara comprender lo que sucede en su al-ma y llevarle el mensaje a Dios?

Así que se pone a escribirle también:

¡Oh, gran Teresa!, hoy es tu día ymi corazón henchido de gozo se teha consagrado con inmensa alegría.Yo te amo mucho por lo que amas-te al Señor y por el bien que hace a mialma tu lectura. Al consagrarme a tiquiero ser tu hija; quiero ser tu amiga,y como tal mis confidencias seránpara ti [...] Quiero ser de Jesús comotú. La última, sí, la última de sus hi-jas, pero de Él para siempre [...] Losafectos de mi familia son grandes,muy grandes, pero no bastante parallenar las aspiraciones de mi alma.Quiero que la consuma el amor a Je-sús, aunque muera en la fuerza delamor [...]

Gracias a estos desbordamientos, laspiezas de su vida interior comienzan aajustarse. Va a ser un camino largo y tra-bajoso en donde Concha cambiará deestado anímico, amará y sufrirá intensa-mente y se sentirá abatida, pero nuncaabandonará el camino. El proceso se ha

LA GACETA16

puesto en marcha y nadie lo detendrá.Bendita pasión la que la devora. Pasaránmuchas cosas, pero desde ese momentoConcha está acompañada. Su amado vacon ella y no la abandonará. Ha descu-bierto lo que Santa Teresa, gracias al pa-dre Osuna, descubrió en los momentosmás críticos de su proceso interior: quela oración es “tratar de amistad, estandomuchas veces tratando a solas con quiensabemos nos ama”.

Concha será más audaz. Dirá, por-que así lo dicen sus cartas, que es tratarde amor. Desde entonces no cesará decontarle a Jesús todo lo que le sucede yde decirle todo lo que lo ama:

Por las tardes, al oscurecer, me iba ala iglesia de San Juan de Dios, y ahícerquita del Sagrario desahogaba mipecho cerca de Jesús [...] Le escribía ami Jesús cartas muy tiernas que leiba a leer al Sagrario. Unos pliegosque les puse “Cinco minutos a los piesdel Tabernáculo” también iba a me-ditarlos cerca de Él.

En esos cinco minutos a los pies deJesús, no sólo es Concha la que habla. Aveces escribe lo que cree que Jesús pien-sa. Su pasión, su agradecimiento por elamor que se expresa en las llagas y el co-razón de Jesús, cede sitio al sentido re-parador y culpabilizante de su época:“¡Ay, hijita —escribe en una carta comosi fuera Cristo el que se dirige a ella— yame cansan tantos pecados! Es precisocontrarrestar esos crímenes. ¿Cómo?Desagraviando mi Corazón con tus sa-crificios y tu amor; ofreciéndote comovíctima. ¿Qué no lo harás por tu Jesús?¿No lo espero de ti?” —para después ce-der nuevamente al aspecto amoroso yagradecido que tiene el ancestral cultoal corazón de Jesús—. “No olvides quenecesito almas, almas, muchas almasamantes para calmar mi sed... Necesitomuchas virtudes, sacrificios y sobre to-do mucho amor. Ya sabes que de eso vi-vo Yo”, y, después, moverse en una am-bigüedad: entre el agradecimiento y ladeuda, que insinúa ya su profunda in-tuición mística: hay que amar comoCristo: “¡Ánimo! Yo te ayudaré y la re-compensa que te guardo sólo Yo la sé.Acuérdate que Yo te quiero mucho;que he muerto por ti; estoy en este ta-bernáculo y nada te detenga para inmo-larte por mí”.

Page 17: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Hermann Broch: el ángel acosado

y su doble oficio

� Martin Lüdke

Él es, sin duda, el más clásicoentre los clásicos de la moder-nidad: Hermann Broch, muycitado y apenas leído. De todas

las grandes figuras en la historia literariade este siglo, como Kafka, Proust, Joyce oMusil, incluido Thomas Mann, él ha que-dado hasta nuestros días como el menosconocido. Durante toda su vida llegósiempre a escena con un pequeño perodecisivo retraso. El destino, podría de-cirse, pero en parte él mismo tuvo la cul-pa. Pues nada perjudica más a un autorque, como juicio analítico —ya sea entrela crítica o entre el público lector—, te-ner la reputación de ser inteligente.Apenas esto se divulga, sus libros sontildados de “difíciles” y relegados a unrincón impunemente. Hace mucho quela lectura ha degenerado en una distrac-ción para el tiempo libre, y alguien co-mo Broch, que se toma la literatura enserio, es propiamente culpable. No obs-tante tuvo también mala suerte.

Cuando en 1945 la editorial Pantheonde Kurt Wolff sacaba a la luz en NuevaYork una edición simultánea en alemáne inglés de su llamada obra capital, esaepopeya un tanto áspera y extensa titu-lada La muerte de Virgilio, entonces laguerra recién había llegado a su fin yla mitad de Europa se hallaba en ruinasy parecía que a Broch, tras largos añosde incansable labor en medio de lascondiciones más difíciles y hasta deni-grantes, iba a cumplírsele un modesto ylegítimo deseo: poder vivir sin preocu-paciones financieras del fruto de su tra-bajo, de los ingresos de sus libros.

El éxito se programó por anticipado.El ocho de julio de 1945 aparecía en pri-mera plana del New York Times BookReview, en grandes titulares, una entu-siasta crítica, “A Poet’s Last Hours OnEarth”. Una presentación de esa índolegarantizaba —y garantiza aún en nues-tros días— el éxito de un libro en los Es-tados Unidos. No solamente porque elNew York Times sea muy leído, sino más

bien porque arrastra tras de sí a los otrosdiarios desde Seattle hasta Nueva Or-leans.

Pero, como siempre, aquí Broch fuevíctima una vez más de la mala suerte.El comentario de Marguerite Young lle-gó al periódico; el New York Times, encambio, no llegó a la calle. El periódicono fue distribuido a causa de una huel-ga, y sólo un puñado de personas pudoleer el artículo. ¿El destino?

Algo similar en esencia le sucediócon su trilogía Los sonámbulos. Cuandoel tercer y último tomo, Huguenau o elrealismo, estuvo finalmente concluido,tras una larga y penosa faena de reela-boración, tocaba ya a las puertas el Ter-cer Reich. Broch decía: “No soy un pesi-mista, pero me estoy acostumbrando ala idea de que Los sonámbulos no podránalcanzar el éxito literario”. Finalmente,así sucedió. Y así ha permanecido hastahoy. Su editor, y más que nada, su ami-go Daniel Brody expresaba con rudeza:“Todas esas brillantes críticas aún nohan hecho caer en la red ni a un solocomprador”.

Aun en la actualidad, cuando variosde sus contemporáneos, hoy mucho

LA GACETA17

más afamados, lo colocan a la altura delos más célebres, Broch continúa siendouna suerte de misterio. Todavía en mar-zo de 1950 su hijo le escribía desde Vie-na, su ciudad natal: “Tú aquí siguessiendo una celebridad desconocida a lamanera del bienamado Dios: se sabeque algo reina ahí en lo alto, tras las nu-bes, pero con exactitud, nada se sabe”.Actualmente el asunto cobra un carizbien diferente: el prejuicio de que es di-fícil y también algo aburrido ha llegadoa filtrarse hasta en la enseñanza general.

La cuestión es que Broch siempre es-tuvo rozando la fama muy de cerca sinpoder llegar nunca a ella, y quizás le hu-biese sido otorgado el premio Nobel deno haber muerto tan prematuramente,con sólo 64 años, el día 30 de mayo de1951 durante el exilio en los EstadosUnidos. A causa, oficialmente, de un pa-ro cardiaco, pero como resultado, paraser exactos, de un permanente exceso detrabajo que duró en definitiva toda suvida. Broch se propuso siempre muchascosas, mucho trabajo que se echó a cues-tas, y también mucho que se dejó endo-sar; y por si fuera poco, hizo siempre suentrada —¿tal vez por eso?— con ese

Page 18: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

pequeño pero decisivo retraso. Alguiengalardonado posteriormente con el No-bel, Elias Canetti, quien lo conociera enViena a principios de los años treinta(y quien tal vez le deba bastante) hablade él en su autobiografía. Habla de sunobleza, de su vasta cultura y de su en-canto personal, de su inagotable altruis-mo y la otra cara de éste, su increíbledesamparo. Escribe Canetti: “Cada en-cuentro era para él un riesgo, pues luegoya no podía sustraerse a él. Para zafarse,precisaba de gente que esperara por élen alguna otra parte”. Por eso siempreandaba con prisa, continuamente acosa-do. “Se aseguraba el camino que lo lle-varía de uno a otro; se preparaba pararecorrerlo con prisa [...] El apuro en quesiempre se le veía cuando uno lo trope-zaba casualmente en la calle era su úni-ca salvaguardia. Sus primeras palabraseran: ‘Tengo prisa’, y aunque lo decía enlugar del saludo, siempre lo hacía en unmodo amable. Movía los brazos, sus re-cortadas alas, como queriendo elevarseen un vuelo, los sacudía un par de vecespara luego dejarlos caer desalentado [...]En algunas ocasiones lo seguía con lavista hasta que se perdía en alguna ca-lle: su esclavina se levantaba al vientocual dos alas. Todo esto parecía ser al-go muy rápido sin que en realidad lofuese.”

Es probable que la economía de estaforma de desplazamiento sea difícil-mente reconocible a primera vista. Ca-netti, con fino olfato, percibe lo afectadode esta conducta, si bien por motivos

comprensibles declara inocente la nece-sidad existente en su trasfondo.

Es decir, que lo que obligaba a Brocha ese andar siempre de prisa era algomás que una simple disposición psíqui-ca. Tratábase de un intento por encarartensiones y antagonismos, por vivir concontradicciones pero sin ocultarlo. Erael intento por permanecer a la altura delos tiempos. En una ocasión él mismoexpresaba: “Hay algo que sí compartocon Kafka y Musil: ninguno de los tresposeemos una biografía propiamentedicha; hemos vivido y escrito, eso es to-do”. En esto tiene razón, aunque en rea-lidad él sí vivió una vida dramática,tanto por su origen como por su capa-cidad, sus intereses y, no en última ins-tancia, impelido por las circunstanciashistóricas.

Hermann Broch nació el primero denoviembre de 1886 como hijo de un en-cumbrado judío moravo, surgido desdelas condiciones de vida más pobres. Elpadre había adquirido algunas fábricas,hilanderías, en fin, un pequeño imperioen la industria textil austriaca. Un clanno por próspero menos difícil. En 1949,en mirada retrospectiva, Broch escribíaa su hijo: “Provienes de una familia gra-vemente neurótica. Un abuelo maniaco-depresivo, incontenible y apático, conalgunos destellos de genialidad; laabuela, una neurótica obsesiva de pri-mer orden y, por si fuera poco, de esca-sa inteligencia, con manías de poder,terca y vanidosa. Podría describir endetalle la situación psicológica de la

LA GACETA18

familia y no dejaría de ser interesante;asimismo, de los Schnabel-Broch, encada una de sus épocas, podría escri-birse toda una serie de novelas Rou-gon-Macquart, una estampa infernalde mezquindad bondadosa y amorosavileza”.

De bondad o amor sólo se percibemuy poco de vez en cuando. A fines delos años veinte, cuando ya Broch habíasalido victorioso de sus tan frecuentes“escaramuzas de retirada” y las fábricashabían sido vendidas, su hermano in-tentó escamotearle la herencia paterna.Más bien predominaban la mezquindady la vileza. La familia fue surtida con laherencia y para él no quedó nada. Noobstante, Hermann se sintió liberado: sehabía convertido en escritor. En Los so-námbulos, libro que vio la luz por esa fe-cha, se muestran, si bien de un modopara nada autobiográfico, claros vesti-gios de su vida. Por otra parte, jamásconsiguió desasirse totalmente de la fa-milia. Durante toda su vida se conside-ró como víctima de la “crianza en unarancia familia judía”.

A Kind gehört gestraft (expresión queen español, en traducción un tanto li-bre, equivaldría a decir: “Los niños sonhijos del castigo”), era ésa la máximafavorita del padre, la cual determinó to-da una educación encaminada hacia lopragmático: Realgymnasium (instituto debachillerato con predominio de una ense-ñanza orientada principalmente a lasciencias naturales), sin nada de latín, degriego ni de arte (profesión que nadadaba), luego la formación como ingenie-ro textil y por último la incorporación ala empresa familiar. De este modo llegaríaa trabajar con éxito y reconocimientocomo director de la hilandería de Tees-dorf; ascendería de la noche a la ma-ñana a la condición de “dignatario in-dustrial”, convirtiéndose “en eso quellaman un capitán de industria”, peroquedando, al parecer, “prisionero paratoda la vida”. Durante el día trabajabaen la fábrica y por las tardes y las noches(entretanto ya se había casado) conti-nuaba enfrascado en sus estudios sobretemas lógico-matemáticos primero y tam-bién filosóficos después. Cuando le fueposible asistió a conferencias en la Uni-versidad de Viena o recibió clases de la-tín, y continuó siendo un autodidacta depor vida, hecho éste que trató de compen-sar con una avidez de trabajo insaciable.

Page 19: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

En una carta a Kurt Wolff fechadaen 1942 justificaba sus penurias detiempo alegando que se trataba de una“agotadora y tenaz lucha contra el pro-pio diletantismo”, una “servidumbre”que, “al margen del quehacer en la uni-versidad, lo ataba a la máquina de es-cribir durante casi 14 horas diarias”. Noera exageración; solamente la amplia co-rrespondencia, que él llevaba muy con-cienzudamente, excede, sobre todo enlos años de exilio, cualquier volumen detrabajo normal.

Puede decirse con todas sus letrasque Broch se inmoló escribiendo. (Su co-rrespondencia con Volkmar von Zühls-dorff es una muestra de la seriedad conque asumió el “deber metafísico” al quese veía sujeto.) Jamás prescindió de su“doble oficio” ni de las “terribles fati-gas” vinculadas a él. De este modo con-siguió eludir decisiones e ignorar alterna-tivas. Una debilidad personal, es cierto,pero que al mismo tiempo constituye elfundamento de su fuerza, de su impor-tancia. Su “ambición por unificar todo”se manifiesta allí de alguna manera.

En una tardía carta a Waldo Frank,con fecha 12 de enero de 1950, señalabaeste dilema: “El escribir novelas me re-sulta tan fácil que se me dificulta. Losconocimientos que me interesan yacenen un nivel demasiado profundo comopara ser expresados en forma de novela,y si bien aparecen en mis obras —nohay ser humano capaz de librarse deltodo de sus problemas, y éstos lo per-siguen a uno en todas sus manifesta-ciones—, lo que les hago con incluirlosno es más que una injusticia”. Y continúadiciendo: “Cuando me dedico a la fi-losofía política o a la teoría del conoci-miento, cumplo entonces con las res-ponsabilidades que me son impuestastanto ante mí mismo como ante mi tra-bajo o ante el mundo; en cambio, al es-cribir novelas percibo una total falta deresponsabilidad. Y ahí radica todo, en elsentido de la responsabilidad que seposea”. Con esto ya ni siquiera admite aJoyce; cuando más a Kafka, y eso por-que a este último “le preocupa un bledolo técnico-estético y en su lugar echamano a lo ético justamente por su raízirracional”.

Su manera de pensar —y obrar—, ra-dical y consecuente, llega a ser impre-sionante. No existe otro poeta de este si-glo que consiguiera discernir el dilema

con mayor claridad, ninguno lo descri-bió con mayor rigor.

Respecto del exceso de trabajo enHuguenau o el realismo, le escribía aDaisy Brody, esposa de su editor: “Nohay duda de que el ejercicio de la poesíatiene sus inconvenientes. Y no se tratasolamente del constante temor que sien-to a que los escollos externos menosca-ben su calidad (eso sería infundado), si-no que un temor de esa naturaleza sesustenta en motivos mucho más profun-dos: hacer poesía es pretender conquis-tar el conocimiento a través de la forma,y un nuevo conocimiento sólo podríanutrirse de formas nuevas [...] Lapoesía que no implique un nuevo cono-cimiento habrá perdido su propio senti-do y, por tanto, vería necesariamente dis-minuir su calidad, lo cual la convertiríaen algo que, tanto por razones externascomo internas, jamás debió haber sidoescrito. La nueva forma, por el contra-rio, significa un mayor distanciamientodel público, algo no comerciable, peroademás, ha de ser el viraje hacia un ca-mino que ya ha sido vallado por Joyce”.

Así es. Broch se movió desde un ini-cio en los marcos de este dilema, y lo hizodesprovisto de todo compromiso. Estolo diferencia de esos artistas del entrete-nimiento en nuestros días, lo cual a suvez le reporta muy pocas simpatías.

Las insuficiencias de la filosofía lo lle-varon a la literatura; las insuficiencias dela literatura lo hicieron retornar siemprea las ciencias, a la filosofía. Broch, por mo-mentos, trasmuta los acentos, pero si lo

LA GACETA19

vemos en conjunto, se observa en él unintento por hallar un equilibrio a estapolaridad. La tensión se convierte así enel motor de su quehacer. Consumió 10años bien contados, 10 años de intensísi-ma labor en su Teoría de la locura de ma-sas, de la cual sólo dejó fragmentos (unaempresa comparable a la de Canetti enMasa y poder, y a los estudios sobre “Au-toridad y familia” del Instituto de Inves-tigaciones Sociales), y al mismo tiempoescribió La muerte de Virgilio, ese relatobreve, fabuloso, que devendría más tar-de la monumental epopeya del mismonombre.

Continuó trabajando en Los inocentes,ese ciclo de relatos relegado hasta hoy aun segundo plano. En realidad, escribirnovelas le resultaba muy fácil; podíacuando quería, sólo que a la hora de na-rrar nunca quiso olvidar los escrúpulosque le inducían a formularse una pre-gunta tan sencilla como legítima: “si to-davía hoy la poesía es lícita como ex-presión de la vida”, en presencia de unmundo que se ha desquiciado y vueltoademás “complejo en tal extremo”, queestá obligado a desintegrar definitiva-mente la “forma tradicional de nove-la”. Si la novela pretendía “subsistir co-mo género artístico” habría de llegar “auna transformación autodesintegrado-ra”. Este comentario suyo, referido a Losinocentes (1949), una suerte de profesiónde fe poética, describe asimismo la pro-gresión de Los sonámbulos (1932).

Tres periodos: Pasenow o el romanti-cismo, 1888; Esch o la anarquía, 1903; y

Page 20: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Huguenau o el realismo, 1918. Tres figurasque, de tres maneras diferentes, se las en-tienden —o han de entendérselas— conlos conflictos de su época, con la desin-tegración de formas de vida tradiciona-les. Lo que comienza con Pasenow, lahistoria del prusiano aristócrata, en unestilo todavía a lo Fontane, entrañable ycasi ceremonioso, transita luego por elvago presentimiento de un nueva épocay las esperanzas que Esch, el simple em-pleado, cifra en América cuando le obli-gan las circunstancias, hasta desembo-car en Huguenau, donde todo eso va acederle paso a una valoración desapa-sionada. Este último se escabulle conhabilidad y maña, sin el más mínimo es-crúpulo moral, en medio de los desór-denes de una época: el último año de laprimera Guerra Mundial. Cuando elhambre aprieta, primero están los dien-tes que los parientes.

Centradas en la historia de estos per-sonajes, las tres novelas describen —alprincipio de modo apenas perceptible—la “desintegración de los valores”, elgran tema de Hermann Broch, uno de losque lo ocupó durante toda su vida, lomismo en sus relatos que en sus nove-las, en los ensayos y los dramas, en suquehacer teórico y literario. En Los so-námbulos, este motivo se va imponiendocada vez con mayor fuerza, tambiéndesde el punto de vista formal. Lo quese inicia con Pasenow a modo de relatoconvencional, concluye con Huguenauen una “transformación autodesintegra-

dora”: una reflexión en torno a la desin-tegración de valores.

Esta idea fundamental determinósin excepción toda la obra de Broch. Enella caben lo mismo su teoría de la lo-cura de masas como su gran ensayo so-bre “Hofmannsthal y su época”, susanálisis del kitsch y sus investigacionesacerca del mito. El hallazgo teórico de-venido génesis práctico de la labor narra-tiva, que a su vez ha ido a establecerseen los límites de los conceptos. La desin-tegración de formas de vida inveteradasprovoca reacciones irracionales. Es ahídonde se refleja la desintegración de to-dos los valores conservados. Los perso-najes de Broch han de vérselas con elmiedo, la soledad y la indiferencia. Teo-ría y poesía se compenetran; de otro mo-do sería imposible comprender la “es-tructura irracional” que, a juicio suyo,“sirve de base al oficio de poeta”.

Como racionalista consecuente queera, Broch pretendió despojar de susmarcos psicológico-individuales a lamáxima de Freud, “allí donde estuvo elEllo, ha de devenir el Yo”, e interpretar-la como tarea social. Se enfrascó en latentativa casi paradójica de fundamen-tar éticamente la autonomía de lo estéti-co. Desde una postura crítica, surgen deesa tesis magníficos juicios, sobre todoacerca de la Viena de entre siglos: “Si al-guna vez la miseria quedó encubiertapor la riqueza, fue entonces”. Con estaagudeza se inicia el ensayo “Hof-mannsthal y su época”.

LA GACETA20

Fue en Viena donde se puso de ma-nifiesto lo que al cabo significa elencubrir la miseria con riqueza; allí,durante su espectral periodo depostrero esplendor, se hizo más evi-dente que en ningún otro momentoo lugar: un mínimo de valores éticosdebía quedar encubierto por un má-ximo de valores estéticos, que, porcierto, no eran tales ni podían serlo,ya que un valor estético no surgidodesde una base ética constituye pre-cisamente lo contrario, es decir,kitsch. Y como capital del kitsch, Vie-na devino también metrópoli del va-cío de valores de una época.

Muy cierto. Sólo que nosotros hemosseguido avanzando por esta senda co-mo si tal cosa, y entretanto el kitsch hallegado a ocupar a escala universal el si-tio del arte. Los diagnósticos de Brochexhiben hoy día su condición profética.

El mundillo de la literatura, inclui-dos el público y la crítica, recompensapara siempre la inteligente renuncia.Quien asume la doble carga del “dobleoficio” es propiamente culpable. Al me-nos para el escritor, el trabajo de lasideas y el empeño no implican ningunarecompensa, y después de todo es máscómodo prescindir de ese voluminoso ypesado lastre que son la teoría y la refle-xión. Quien trabaja duro de día, por lanoche tiene derecho al asueto, sin duda.Pero eso de que el arte, como creíaBroch, tiene algo en común con el cono-cimiento, es ya harina de otro costal.¡Sea! Broch, al cabo de 115 años de su na-talicio y 50 de su muerte, seguirá siendoun clásico, célebre e ignorado. Él, perso-nalmente, nunca creyó que las palabrasobrasen milagros.

Texto tomado de Der Spiegel.Traducción de José Aníbal Campos

Page 21: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Ramón Xirau y la poesía

� José María Espinasa

Es frecuente que los ensayis-tas que nos hemos ocupado,desde muy distintas discipli-nas y miradas, de la obra de

Ramón Xirau señalemos como esencialsu poesía, condición sine qua non de to-do el conjunto, y tal vez se hace estopensando en que una obra tan diver-sa, que incluye desde su Historia de lafilosofía hasta sus Epígrafes y comenta-rios, la cohesión la mantiene una actitudante la creación como vida, cuya unidades el hombre. Tal vez por eso AdolfoCastañón y Josué Ramírez abren el libroantológico que hoy nos convoca con unpoema-epígrafe, como pórtico a la selec-ción de ensayos sobre poesía iberoame-ricana.

Es inevitable, también, que su laborcomo lector sea parte de esta obra, yaque el que de verdad lee no concluye sugesto en la última página del libro, sinoque busca compartirlo. Así puedo ima-ginar sin dificultad a Ramón Xirau, queha terminado de leer un libro de Alfon-so Reyes, irrumpir en medio de una cla-se sobre la dialéctica hegeliana con unabreve cita de un poema culinario del au-tor de El deslinde, de la misma maneraque lo recuerdo en una conferencia queinterrumpió para preguntar cómo iba elmarcador del Holanda-Alemania.

Lo que se cocina, o lo que se conoceen la poesía, es la vida misma: él lee co-mo respira, y a lo largo de los años harespirado y leído muchas veces. El quelee a los 20 años y lee a los 70 es y no esel mismo, como las aguas de Heráclitomezclándose con las de san Agustín. Nodeja de llamarme la atención que un li-bro tan claramente ensayístico sea a lavez tan autobiográfico, tan coherente alo largo de los días y las páginas. Lasaquí reunidas no son todas, mucho me-nos son representativas (esa obsesióntan propia de quien no lee), pero su mi-rada sí es abarcadora.

En el libro los poetas mexicanos sonmayoría y Octavio Paz ocupa unas ¿100

páginas? Es lógico, Ramón vive y escri-be (y lee) en México, no lo hace por nin-gún afán nacionalista —está vacunadopor medida doble frente a las quimerasde la ideología—, sino por una necesariaelección que no por necesaria deja de serun acto de libertad, pero también por-que sabe que las raíces del poeta son susramas, son los brazos que lo hermananno por la sangre sino por el espíritu. Poreso el libro es a la vez un documento depertenencia y una vocación de universa-lidad.

Conocimiento y poesía, reunidos enel título del libro, son dos términos quese relacionan gracias a una conjunciónclave, puente y abismo sobre la que al-guna vez Eduardo Nicol reflexionó contino en su ensayo “Poesía y filosofía: elproblema de la y”: el entre, que subrayala condición temporal más que matemá-tica de la conjunción, se debe a que esatemporalidad es simultánea, una de lasformas más complejas de la duración:pensar la poesía es conocer, y conocer esejercer la crítica.

Al final de su libro, Xirau traza unsintético panorama de las disciplinas,teorías y autores que han prevalecido enla crítica del siglo XX, y sin embargo, a él—crítico en sentido más lato— no se lepuede identificar con ninguna y es ob-vio que las conoce, cambia, sin necesi-dad de justificarse, tanto de sistema co-mo de parámetros, y crea un espacio dela crítica que es el más plenamente ensa-yístico. Esto es muy importante: podría-mos, si tuviera algún sentido, calificar aRamón Xirau de un profesional de la fi-losofía, pero como crítico su obra apun-ta a una imposibilidad de la profesiona-lización, es decir, la conservación de unimpulso debido al gusto y al amor porlo que se hace, por ejemplo leer. Para es-to tenemos que revisar un poco la géne-sis de este libro: en él se reúnen ensayosde otros títulos muy diversos, como laspáginas de un diario de viaje. Al autorseguramente se los solicitaron revistas y

LA GACETA21

periódicos, o las necesidades de su labordocente y la redacción de algunos ensa-yos, pero siempre están escritos desdelo que —con un arrebato inevitablemen-te cursi— el hoy injustamente olvidadoRoland Barthes llamó “el placer del tex-to”. Y ese placer es lo que le da al finalcoherencia al teatro sobre el viento ar-mado, o sobre la página que es más efí-mera aun que el viento.

Es decir: muchas veces un ensayo seescribe sin que el autor sepa que lo es-tá escribiendo, se le pide una reseña sobreun libro, se ocupa de algún tema especí-fico en la obra de un autor, reflexionasobre sus nexos con otros poetas y co-menta un ensayo crítico o una biografía,y de pronto allí están, a veces repartidasen distintos lugares, las partes de ese to-do que no sabíamos que existía. Son tes-timonio de una fidelidad, como ocurrede manera manifiesta en los ensayos so-bre sor Juana y sobre Octavio Paz.

No buscan, los ensayos, agotar a unautor (tarea que no conseguirían nuncay en cambio sí agotarían al lector), sinopensar en voz alta, dialogar con esos in-terlocutores imaginarios que siempreson irreales, aunque se llamen amigos,colegas, alumnos o simplemente lecto-res. Cada que se refrenda o reafirma lalectura de uno de “nuestros” autores(las comillas son para matizar la pedan-tería) se vuelve sobre el legendario ges-to del “decíamos ayer” que suprime noel paso del tiempo sino la infidelidad queconcita.

Si no son ensayos de un profesio-nal, con los defectos usuales en esoscasos, menos aún son los de un especia-lista, debido a que justamente no cierranel marco de interpretación sino que loabren. Así puede, sin problemas, encon-trar en un mismo autor ideas contradic-torias y hacerlas complementarias, a lavez que sostener una tercera posición,tan antitética como admirativa.

Quisiera subrayar ciertos paralelis-mos en el concepto de lo iberoamericano.

Page 22: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Le interesa enormemente, ya se dijo, latradición mexicana, de la que se apropiapronto, y en la que autores como sorJuana, Othón o González Martínez le re-sultan centrales. También se apropia dela española: en sus trabajos sobre JuanRamón, los poetas del 27 y José Hierro,justamente donde nace un paralelo conlo que escribe de Contemporáneos yPaz. En otro lado, hablando también deXirau, he mencionado que ese paralelis-mo no es sino la evidencia de que son elmismo viaje, como lo serían Vallejo ylas vanguardias latinoamericanas, pa-sando por Borges hasta llegar a Rojaso los poetas concretos brasileños. Nose trata de un libro de historia sino dehuellas, de calas armonizadas en el dis-curso sin renunciar a su natural discon-tinuidad.

Es curioso cómo se reencuentra con li-bros tan distintos, pero a los que sirve deapostilla y corrección, como Los hijosdel limo de Paz y La máscara, la transpa-rencia de Sucre. Mapas, recorridos, itine-rarios, asombros instantáneos y fideli-dades mantenidas a lo largo de los años,todo toma parte en el juego combinato-rio de esa aventura colectiva de la poe-sía. Volver relato lo que es revelación nosólo es trabajo de la narrativa, tambiéndel ensayo.

¿A qué me refiero con esto? Veamos,por ejemplo, los ensayos sobre Paz. Esevidente que el seguimiento de la obradel gran poeta, su amigo y en muchossentidos maestro, se da como un textocoherente cohesionado por la constan-cia, como se señaló antes, pero tambiénpor una confianza en ese libro que a lamanera talmúdica escribimos entre to-dos, o mejor dicho leemos entre todos.Por eso algo tienen de escolios, de anota-ciones al margen, en las que se discutenideas, se confirman coincidencias y se pro-yectan otras lecturas. En efecto, se tratade un todo compuesto de fragmentosque no aspiran a totalizar sino relativi-zar el juicio, evitando su absolutismodogmático. Por eso lo que antes se defi-nió como mesura se transforma en estra-tegia del texto: se habla en voz baja paraque se entienda mejor lo que se dice ypara conocer mejor aquello de lo que sehabla, la poesía.

En distintas ocasiones, incluso haceunos días para el periódico La Jornada,Xirau señala que no ha podido escribirsobre Antonio Machado porque lo sien-

te demasiado suyo, y aquí quisiera in-vertir alevosamente la ecuación y decirque escribe mucho sobre Octavio Paz noporque lo considere “demasiado ajeno”,sino demasiado otro, y se sabe que tan-to para el autor de Libertad bajo palabracomo para Xirau, lo otro, el otro, la otre-dad son valores positivos. Y, casi estáde más decirlo, ambos sabían que laotredad no está en los extraterrestressino en el prójimo, ese otro que lo es enbuena medida para permitirme a míser yo, o ser otro pero a la manera deRimbaud.

Quiero subrayar, ya lo hice antes,pero ahora lo hago de nuevo, que estelibro se hizo en el tiempo pero pareceescrito de un plumazo, como dice la ex-presión popular. ¿Cómo imagino unplumazo? Entiendo que es equivalentede “en una sentada”, “de un jalón” o en“una sola emisión de voz”, pero piensomás en esa pluma, fuente desde luego,que deja caer una mancha sobre la hoja,mancha que, como en la caligrafía orien-tal o en las pinturas de Michaux, setransforma en escritura. La síntesis delpoema entre el instante y la duración setraslada aquí al ensayo. ¿Cuál es enton-ces la diferencia con libros como Los hi-jos del limo y La máscara, la transparencia?Diría que Entre la poesía y el conocimientoes menos conclusivo, está en una dispo-sición más abierta, maneja ideas y con-ceptos pero no tesis, y no por ello pierderigor. A su vez —desde luego— se le no-tan mucho más las costuras y remiendos(tal vez “de un plumazo” signifique enun solo corte de tela o de película cine-matográfica). El trabajo de rompecabe-zas o mecano literario, debido a AdolfoCastañón y Josué Ramírez, abunda enesa condición de diálogo de su escritura;conversación que, como bien sabía Blan-chot, no concluye, lo que quiere decirque resulta infinita.

Otra de las figuras tutelares en el li-bro, junto a la de sor Juana y Paz, es lade Juan Ramón Jiménez. Es lógico, jun-to al poeta mexicano, es la figura centralpara su generación y una de las vocesmás importantes en el siglo XX, maestrocolérico de sus destacados alumnos del27, pero también de poetas en su cauda,como el propio Xirau, y un interlocutorotro para nuestra modernidad. PorqueXirau es un crítico plenamente moder-no por más que su eclecticismo parezcaremitirlo a un estilo impresionista, que

LA GACETA22

—por cierto— acepta de buena gana.Moderno no quiere decir (o no sola-mente) que esté al día en lo que a meto-dologías y autores se refiere, que lo es-tá, ni que está a la moda (que no lo estátanto) sino que es contemporáneo desus lecturas.

Los textos reunidos, es cierto, no in-cluyen ensayos sobre escritores poste-riores a los años veinte, un poco tomán-dose él mismo, que nació en 1924, comolímite, pero existen suficientes como pa-ra armar otro volumen similar sin me-noscabo de la calidad y con la mismaproyección histórica. Quiero decir conesto que no le ha tenido miedo a entraren la discusión más inmediata y a defen-der valores aún no establecidos —haceunos meses un escritor argentino mepreguntaba por qué a los mexicanos nosgustaba tanto Juarroz; al leer el ensayoincluido en este libro pensé: “por eso,porque hay gente que lo ha leído muybien”—.

Más incluso: los valores se establecena cada momento. Pongo por ejemplo denuevo a Juan Ramón Jiménez. Ningúnpoeta iberoamericano que haya empeza-do a escribir en los años cincuenta quedólibre de su influencia; por el contrario, losnacidos en esa década lo leyeron poco ymás bien como obligación escolar —noal poeta de Espacio sino el de Platero yyo—, mientras que a principios del sigloactual Jiménez vuelve a ser lectura y re-ferencia obligada. Esto se debe a un es-píritu crítico como el que ejerce Xirau,un proceso a la vez de conocimiento ydespojamiento de la información parapasar a la médula, a la esencia.

La fortuna de un libro así es, pues,mayúscula. Si Ramón lo hace con susautores, nosotros también debemos ha-cerlo con él: son textos para la relectura,en los que se establece ya una condiciónde cómplice en el mejor sentido, de fa-miliaridad, de pertenecer, más allá delas diferencias, al mismo discurso, almismo curso, ése en el que tal vez lo quese mueva no sea —como en el río de He-ráclito— el agua sino las orillas.

• Texto leído el 20 de marzo del2002, en la presentación del libro deRamón Xirau Entre la poesía y el conoci-miento, realizada en la librería OctavioPaz del FCE.

Page 23: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Los archivos de Reyes

y González Martínez

� Leonardo Martínez Carrizales

�� Fragmento del prólogo queencabeza la Correspondencia de

Alfonso Reyes y Enrique GonzálezMartínez, de próxima publicación en

el FCE dentro de la colecciónBiblioteca Americana.

Como todos lo recordamos,don Alfonso invirtió casiun tercio de su vida en elservicio de la diplomacia

de México, entre 1913 y 1939, con algu-nas breves interrupciones debidas almecanismo que es propio de las sustitu-ciones y los enroques de los cargos di-plomáticos. Una vez establecido en lacapital del país, Reyes consagró buenaparte de sus empeños intelectuales yde sus energías físicas a la administra-ción de su obra literaria en obedienciade un plan concebido varios años antes desu retiro diplomático, y cuya culmina-ción es la edición de sus Obras completas.Una tarea rendida en 20 años que tieneel carácter de la creación literaria —porejemplo, Reyes escribiría en este periodola mayor parte de las páginas dedica-das a su afición a Grecia—, pero tam-bién el de un archivo y la disposición de

una herencia cultural. De las Obrascompletas quedó fuera —entonces yaún hoy— la publicación de su copio-sa correspondencia; una enorme acu-mulación de papeles postales que Re-yes organizó —no sabemos con certezahasta qué punto— en los años mexica-nos del final de su vida. Prueba de es-to es el epistolario del regiomontanocon Enrique González Martínez. En se-guida, se cuenta la historia de este ex-pediente en el archivo documental deAlfonso Reyes.

El poeta Enrique González Martínezmurió en su domicilio de la Colonia delValle el 19 de febrero de 1952. Inmedia-tamente, el medio cultural se congregóen torno a la familia del poeta, mientrasel Estado y el gobierno de la Repúblicase preparaban para rendir homenaje alescritor y la prensa se apresuraba a darcuenta de las reacciones públicas que elfallecimiento había suscitado en diver-sos sectores de la sociedad. Se trata deuna manifestación colectiva de tal en-vergadura que no puede explicarse sólocomo efecto de la cortesía ni como refle-jo de las obligaciones del gremio anteuno de sus integrantes.

Entre las reacciones desencadenadaspor la muerte de González Martínez,nos interesa particularmente la convo-catoria que Alfonso Méndez Plancartelanzó desde la revista Ábside. La convo-catoria de marras se dirigía a los escrito-res mexicanos que hubiesen intercam-biado correspondencia con el poetamuerto, pidiéndoles que enviaran a larevista los documentos al respecto; así,se iría constituyendo, conforme a los en-víos, una “estela” de palabras cordialesen memoria del poeta. Ábside se com-prometía a ser el vehículo de esta mani-festación póstuma de la amistad. Esta-mos ante un acto relacionado con lasmanifestaciones públicas de duelo pro-pias del catolicismo, pero también, y so-bre todo, un gesto social portador desentido entre los personajes de la litera-

LA GACETA23

tura mexicana. Un gesto de carácter pú-blico, pertinente en la administración delos bienes propios de una comunidad li-teraria. El editor de Ábside lanzó la con-vocatoria y la apoyó con el ejemplo: pu-blicó las cartas que González Martínezhabía remitido a su hermano, GabrielMéndez Plancarte, fundador y primerdirector de la revista, y a sí mismo. Al-gunos más secundaron esta iniciativa yla “estela” comenzó a formarse.

Entre los corresponsales de EnriqueGonzález Martínez que acudieron al lla-mado de Ábside, Alfonso Reyes destacapor la magnitud de su respuesta, puesconfió al director de la revista los testi-monios epistolares del trato que mantu-vo por espacio de 40 años con el poetafallecido.

No guardamos una noticia exacta delorigen de la decisión tomada por Reyes.Éste debió conocer, como el resto de losescritores mexicanos sensibles al pro-yecto cultural de Ábside, el llamado deleditor de esta revista. Es casi seguro queAlfonso Méndez Plancarte, con quienmantenía una comunicación constante,nutrida y sincera —un trato que inclusohabía resistido con fortuna algunas dis-crepancias noblemente dirimidas—, lehaya enviado directamente la invitaciónen alguna de las tardes en que se dabancita en el número 122 de la avenida In-dustria, domicilio particular de Reyes.Sin embargo, el gesto del polígrafo no seexplicaría sólo por la piedad fraternal ola simpatía con el inquieto editor.

Es un hecho que Reyes eligió a la re-vista Ábside como órgano difusor de,por lo menos, dos proyectos literarios,notables por su largo aliento. Nota-bles no sólo por el número y las caracte-rísticas propias de los documentos quedio a conocer en las páginas administra-das por el padre Méndez Plancarte, sinotambién por las consecuencias que talpublicación tuvo en la administracióndocumental de su propia obra y su bio-grafía; celosa administración en la que

Page 24: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

Reyes estaría empeñado luego de su re-greso definitivo a México en 1939, pro-cedente de Río de Janeiro, la última desus misiones diplomáticas. Hablamos,claro está, de la publicación ya referidade la correspondencia que sostuvo conGonzález Martínez, y la mucho más nu-trida que nos informa de su encuentro ycolaboración con el hispanista francésRaymond Foulché-Delbosc.

En cuanto a la importancia de estosdocumentos, poco tendremos que co-mentar si recordamos el curso —tan lar-go como profundo— del trato que Re-yes mantuvo con el hombre del búho ycon el director de la Revue Hispanique.Cualquier alegato en favor de la valía delas cartas publicadas por Ábside tendríaun balance favorable si sólo se concen-trara en relatar circunstanciadamentelas experiencias compartidas entre lospersonajes implicados. Sólo por aludira un par de puntos en dichas experienciasbaste señalar que la correspondencia conGonzález Martínez arroja luz sobre elescenario de la carrera diplomática delos corresponsales, así como también so-bre sus convicciones estéticas en torno ala poesía; y la sostenida con Foulché-Delbosc rinde un testimonio todavíainexplorado sobre la educación y los há-bitos filológicos de Reyes, templados, nimás ni menos, en los problemas textua-les que los poemas de Góngora propo-nían al editor especializado del segundodecenio de este siglo. Sólo este aspectosería suficiente para reservar un lugardestacado a esta correspondencia en elterreno de la poesía española e hispa-noamericana.

A pesar de lo anterior, nos interesadestacar, antes que cualquier otra cosa,el peso acordado por Reyes a esta inicia-tiva en la economía documental de símismo. Nos referimos a una conductaque Reyes observaría al organizar supropio patrimonio literario, en conso-nancia con una imagen pública tem-plada en su largo periplo diplomáticoy en los años de su instalación defini-tiva en México. Hablamos de un capítu-lo en la vida de Reyes que se caracterizaen el ámbito de lo público por haberseconvertido en un consejero de mandata-rios y oficinas gubernamentales que pu-so al servicio de los asuntos públicosuna experiencia de primer nivel y unarefinada competencia técnica; un admi-nistrador generoso de bienes públicos

referidos a la educación universitaria yla cultura literaria: conferencista en laUniversidad Nacional y en El ColegioNacional, presidente de El Colegio deMéxico; embajador en retiro y delega-do ocasional del Estado en foros inter-nacionales...; en fin, un árbitro supremode la cultura mexicana, personalidad denota en una institución social destinadaa la administración del patrimonio cul-tural del país.

Esta serie de tareas cumplidas porReyes como condición necesaria de sureinstalación en la vida pública de Méxi-co no sólo dejó su impronta en la biogra-fía pública, sino también en el régimenprivado de la escritura. Nos referimos aun ejercicio literario que se despliegacon la convicción de que el escritor es elciudadano de una república obligado arendir constancia y ejemplo ante sus se-mejantes mediante el aliño de su obra.Y para ello, es obvio, no sólo hay que es-cribir esa obra, sino preservarla, orde-narla, inscribirla en la vigencia de un or-den social, atenderla, contenerla en unatradición. Este empeño reclamaría casicompletamente a Reyes durante los añosde su definitiva residencia mexicana.Desde nuestro punto de vista, el mo-mento más notable de la conducta con-servadora, legislativa y organizadora deReyes ante sí mismo radica en la planea-ción y edición de sus Obras completas,cuyo primer volumen data de 1955.

A veces se ha juzgado este hecho co-mo un capricho de la vanidad o unamedida del cálculo político. El juicioobedece al influjo que dejaron tras de sílos conflictos que se suscitaron cuandoReyes cumplía con esta tarea y estrecha-ba las manos del sector más influyentede la generación de Medio Siglo; grupoque, como ya lo hemos discutido, habíaproblematizado el proceso de la literatu-ra mexicana. Ni siquiera un hombre co-mo Reyes quedó al margen de las dispu-tas, y parte de ello puede advertirse enuna nota de escepticismo en torno desus Obras completas que desde entoncesha acompañado su desarrollo. El escep-ticismo ante el escritor que negocia losbonos de su fama pública con el futuroinmediato. Cualquiera que sea su perti-nencia, esta explicación incide en unazona del fenómeno que deberíamos ex-plorar de acuerdo con los mecanismosde la representación social de las perso-nalidades y los valores literarios; sin

LA GACETA24

embargo, en los términos de nuestraspreocupaciones, este punto de vista re-sulta insuficiente para dar cuenta deuna aspiración que, por lo menos, se re-monta hasta 1926, cuando Reyes redactóuna misiva dirigida a Genaro Estrada yEnrique Díez-Canedo, mitad juego lite-rario mitad confesión personal, en laque confiaba a los dos amigos más en-trañables residentes en cada una de lasriberas del Atlántico que más le impor-taban, México y España, el cuidado y laedición de su obra en caso de falleci-miento. Cualquiera que sea el valor emo-cional conferido por Reyes —el amigo oel escritor— a este documento, difundi-do en la quinta serie de Simpatías y dife-rencias, allí reside un plan general de or-ganización de sus libros que no sufriríamodificaciones sustanciales en el pro-yecto de las Obras completas. La célebreserie de artículos Historia documental demis libros ofrece un testimonio más de lasolidez y la naturalidad con las cualesla idea de organizar su propio legado li-terario había crecido en el pensamientode Reyes.

Nos parece claro, y lo apuntamos almargen, que esta actitud no sólo es atri-buible a la intención de la persona y alas obligaciones de carácter político ysocial que la institución literaria planteaa sus integrantes, sino que también en-tran en juego las cláusulas de un códigoliterario según el cual el desarrollo deuna obra es paralelo a la formación de lapersona que crea dicha obra: un códigoque atribuye al hecho literario una di-mensión moral y normativa, un valordirectamente relacionado con la con-ducta del creador atenida a un modelo.Nos referimos a un aspecto sancionadopor la tradición clásica, cuyas normasAlfonso Reyes acató en todas sus conse-cuencias. La constitución que Reyes hi-zo de su legado literario luego de 1939proyecta los valores en los cuales sus-tentó esta empresa sobre su epistolariopersonal. El hecho de que aún hoy estecorpus no haya merecido un lugar en elproyecto de las Obras completas noquiere decir que no haya tenido un si-tio en la economía moral de sus escritos.El cómputo de los hechos que conducena Reyes a organizar y difundir su corres-pondencia con González Martínez ilus-trará los elementos más notables de laconstrucción definitiva de la imagen pú-blica de aquél.

Page 25: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

LA GACETA25

México, D. F., 15 de junio [sic] de 1951.Sr. Dr. Don Enrique González Martínez,Adolfo Prieto 715,Colonia del Valle,México, D. F.

Mi muy querido amigo:Permítame usar en esta carta un tono mezclado de estilo amistoso y estilo burocrático.

El Colegio de México, cuya Junta de Gobierno presido, deseoso en alguna manera de hon-rarse asociando a su cuadro de labores el alto nombre de nuestro máximo poeta, se atreve aofrecer a usted la siguiente proposición, cuyo valor es más simbólico que efectivo.

Quisiera el Colegio que aceptara usted una modesta ayuda de $ 600.00 mensuales duranteel 2º semestre del año en curso, ayuda renovable en principio para en adelante, a cambio delo cual sólo le pediría que consagre usted algunos ratos de su precioso tiempo a ir organizan-do la colección de su obra completa, con el destino editorial que usted guste y que a usted leconvenga, y sin compromiso ninguno de usted para con nuestra institución.

Esperamos con impaciencia su respuesta. Ojalá este ofrecimiento le sea grato y compren-da usted el legítimo interés que nos mueve a solicitar, por nuestra parte, algún reflejo de sumerecido prestigio. Muy cordialmente suyo.

Alfonso Reyes[Rúbrica]Presidente

r r r

México, D. F., 19 de mayo [sic] de 1951.Señor DoctorDon Alfonso Reyes,Presente.

Mi muy querido y admirado amigo:Su atenta y grata carta del 15 del actual me informa de que El Colegio de México ha queridoasociarme a sus labores, de tan alta significación en la cultura hispanoamericana. Un deseo detal índole enorgullecería a cualquier escritor mexicano o extranjero. Mas la forma generosacon que se me llama a incorporarme a tan ilustre institución y a estar cerca del preclaro pre-sidente de la Junta de Gobierno, hace irrecusable mi aceptación y obliga profundamente migratitud.

Estoy, pues, a las órdenes del Colegio, y ojalá que me sea dado prestarle servicios másefectivos que los que se me exigen tan delicada y graciosamente.Quedo, con gran afecto, su servidor y amigo,

Enrique González Martínez[Rúbrica]

Dos cartas

� Alfonso Reyes y Enrique González Martínez

Page 26: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

García Márquez y Álvaro Mutis:

la política y el olvido

� Juan Gustavo Cobo Borda

La obra de Gabriel García Már-quez, nacido en 1927, es sinduda el aporte más decisivode Colombia a la literatura

universal en el siglo XX. No sólo la litera-tura en lengua española, en América yen España, fue alterada por el impactode su escritura, siempre tan próxima a lapoesía, sino que su endiablada capaci-dad para edificar personajes y fabularun mundo hace que hoy todos nos sin-tamos orgullosos habitantes —por el pa-saporte de su lectura— de un país lla-mado Macondo.

Nocivas paradojas contradictorias dela globalización: cuando todos los paísesdel mundo exigen a los colombianos vi-sa, sospechosos de narcotráfico, todoslos países del mundo leen y estudian aGabriel García Márquez, candorosa-mente convencidos de que Colombia yGarcía Márquez no son el mismo asun-to. Quizás no lo sean del todo, pero latransposición creativa que ha hecho denuestras realidades, buenas y malas, hacontribuido a enriquecer el mundo. Entodo caso, no es de extrañar que estudie-mos para el diccionario cuál será el másadecuado de los gentilicios para esa tri-bu que habita Macondo. Un gentilicioque también debe ser válido en turco, ja-ponés o tagalo.

Pero, en realidad, cuán remoto yanacrónico es ese mundo. Qué lejanasesas guerras civiles y qué aureola de le-yenda extinta la que ilumina, simultá-neamente, al coronel Aureliano Buendíay a Simón Bolívar. Ese Bolívar carismá-tico y caribe que García Márquez quisorestituir a nuestro lado, con los pies enla tierra, como el heraldo renovado de lautopía, pero que en realidad vuelve afundir los pescaditos de oro de una ilu-sión que se muerde la cola y termina pordisolverse en la sacralidad del mito.

Padre Bolívar que estás en el cielo denuestras vidas, como lo cantarían PabloNeruda y Miguel Ángel Asturias e in-tentaría desmitificarlo en vano GermánCarrera Damas,1 como lo comprobamosahora ante el renacido ideario bolivaria-no del coronel Hugo Chávez...

Como lo explicó el propio GabrielGarcía Márquez, en su prólogo a las me-morias del expresidente colombiano Al-berto Lleras Camargo, sus conviccionespolíticas se sustentan precisamente en lafigura de Bolívar. Al referirse a LlerasCamargo diría:

Él vería la Revolución cubana comouna punta de lanza del comunis-mo soviético contra las Américas, yla sola mención de Fidel Castro lecausaba escozor. Yo la veía y la sigoviendo como una barrera contra laexpansión imperial de los EstadosUnidos y me causaba escozor elpresidente Richard Nixon y la ma-yoría de sus antecesores después deLincoln.

El modelo de Alberto Lleras eranlos Estados Unidos, y por lo mismofue su partidario entusiasta. Mi idealera y sigue siendo un mundo ético.Por consiguiente no tenía un modelode carne y hueso, sino el idealismofantasmal de Simón Bolívar [p. 19]. 2

Su ideario político se nutre, en conse-cuencia, de ese símbolo y de la muy real

LA GACETA26

política adelantada por Fidel Castro enlos 40 años de su mandato junto, porcierto, con esa proximidad afectiva queatestigua su retrato de Castro en el pró-logo al libro del periodista italianoGianni Mina.3 Al referirse a Castro diráen el mismo prólogo a Lleras Camargo:

Su visión de la América Latina en elporvenir es la misma de Bolívar yMartí: una comunidad integral y au-tónoma capaz de mover el destinodel mundo [p. 23].

Podríamos pensar entonces en una ac-ción a la vez literaria y política para re-mozar y volver operante lo que habíadevenido una retórica única pero yacansina —are en el mar, siembre en elviento—. El estremecedor Bolívar queveía derrumbarse su sueño, como locaptaron muy bien Germán Arciniegasy Fernando Cruz Kronfly4 en libros an-teriores a El otoño del patriarca. Un sueñode integración hecho polvo y ceniza.Desmembrado por las vanidades perso-nales y los intereses localistas, Bolívarterminaba por considerar a esa porcióndel universo llamada América literal-mente ingobernable y natural emigrar aquienes habían intentado darle consis-tencia y rumbo. Serían castigados por elexilio o debían asumirlo como el únicodestino posible.

Pero siempre renace el terco afán porconcretar esa ilusión empecinada. Uncontinente de hombres libres, bien nu-tridos en pan y justicia, pero espiritual-mente también alimentados por una no-ción de autonomía. Por una capacidadde elección en relación con su futuro ylos caminos para conseguirlo. Algo deeso lo encontramos en su discurso al re-cibir el premio Nobel o al proponer undesmesurado esfuerzo de pedagogía co-lectiva para crear, por fin, un mundo alalcance de los niños.5

Pero este mundo es un mundo dedoble faz. Una cara de América siempre

Page 27: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

está vuelta hacia el pasado. Ese pasadoque en un primer momento podemosllamar Europa. Dirá en El otoño del pa-triarca (1975): “Por favor, carajos, déje-nos hacer tranquilos nuestra Edad Me-dia”, o en su discurso al recibir el Nobel:

La interpretación de nuestra realidadcon esquemas ajenos sólo contribuyea hacernos más desconocidos, cadavez menos libres, cada vez más soli-tarios. Tal vez la Europa venerablesería más comprensiva si tratara devernos en su propio pasado.

Pero el presente de sus textos conlle-va otros usos de sus palabras. Si bienhoy en día todos los políticos colombia-nos han saqueado el rico arsenal idio-mático de sus novelas para los fuegosfatuos de sus discursos, en realidad la fi-gura Nobel ha sido asimilada y formaparte integral, junto con el café y la cum-bia, de nuestro folclor.

De sus muy explícitos apoyos polí-ticos al presidente conservador An-drés Pastrana a la incorporación detrozos de su vida a las letras de las can-ciones vallenatas. Desde su fascinaciónpor los oscuros entresijos del poder has-ta el preocupado y sincero afecto por susalud. Todo ello siempre enmarcado porlas incontables reediciones de sus libros,incluidas las ediciones piratas.

De ahí que facetas de su actividadpolítica comiencen a develarse en lasmemorias de este fin de siglo. Ya no essólo el conspirador secreto que cumplemisiones confidenciales en causas querequieren del máximo sigilo: desapare-cidos del Cono Sur, por ejemplo, bajo lasdictaduras militares en Argentina, Uru-guay y Chile, sino ruidosos y publicita-dos compromisos, sean de rechazo aAugusto Pinochet como de apoyo a laRevolución sandinista.

Todo ello hace parte de la historiaoficial de una América Latina en el siglopasado, la cual continúa debatiéndoseentre democracia y militarismo, entrepresencia imperial norteamericana y ve-raz neoliberalismo de concentración decapitales, altos índices de desempleo yfusiones multinacionales; entre corrup-ción, ONGS, derechos humanos y afán dejusticia; entre Iglesia católica, gruposcristianos, feminismo, culturas urbanasy modernización parcial cuando notrunca.6

Su silueta comienza a recortarse me-jor; luces y sombras, sobre el escenarioque tantos partícipes dibujan con sustestimonios autobiográficos o sus re-creaciones a partir de la ficción.

Un primer esbozo surge del hones-to y hermoso testimonio de Sergio Ra-mírez: Adiós muchachos. Una memoriade la revolución sandinista (Madrid,Aguilar, 1999). Para mejor ubicarlo re-tengamos apenas dos ideas centralesdel libro de Sergio Ramírez, expresadascon sus propias palabras. Primero al ha-blar de los Somoza en Nicaragua dirá:“Vivíamos bajo una dictadura dinás-tica protegida por Estados Unidos”(p. 80).

Ese estado de cosas sería aquel que elsandinismo intentaría cambiar, dandopor resultado el siguiente balance, tam-bién en sus propias palabras:

El nuestro fue un régimen muy de-mocrático, en un sentido nuevo, ymuy autoritario, en un sentido viejo.Pasados los años, lo que se llamó elproyecto táctico terminó imponién-dose, como ya dije, y la democracia,ya sin apellidos, ni burguesa, ni pro-letaria, vino a ser el fruto más visiblede la Revolución. La gran paradojafue que, al fin y al cabo, dejó en he-rencia lo que no se propuso: el fin delatraso, la pobreza y la marginación[p. 107].

Dentro de este marco se inserta elapoyo de García Márquez al sandinis-mo; consecuencia natural, por así decir-lo, de anteriores iniciativas políticas su-yas dentro de América Latina. Van ellasdesde su donación a Teodoro Pettkoff yel MAS de Venezuela de su premio Ró-mulo Gallegos, obtenido en 1972, hastasu apoyo a los gobiernos de Omar Torri-jos en Panamá y su lucha por la recupe-ración del canal y su simpatía por losmontoneros en la Argentina. Algo de to-do ello puede rastrearse, con sus propiaspalabras, en su última recopilación pe-riodística: Por la libre (1999), incluidostambién sus reportajes periodísticos acer-ca de las primeras acciones armadas delsandinismo. En todo caso, así retrataSergio Ramírez —el cuentista y novelis-ta que luego sería vicepresidente de Ni-caragua— a Gabriel García Márquez,cuando recabó su apoyo para la causasandinista:

LA GACETA27

Gabo me recibió en una oficina llenade monitores y aparatos de grabaciónen los estudios de RTI, la estación detelevisión donde para entonces se es-taba filmando La mala hora bajo la di-rección de Jorge Alí Triana, quienaños después iba a dirigir también laserie basada en mi novela Castigo di-vino para la misma RTI.

Jamás antes nos habíamos visto,y este episodio lo hemos recordadojuntos. Le conté todo el plan, sinomitir los 1 200 hombres sobre las ar-mas, y él me escuchó sin perder pala-bra. Luego, con el entusiasmo repo-sado del que tantas veces le he vistohacer gala en la vida a la hora de lasbuenas causas, tomó el teléfono y lepreguntó a alguna de las secretariasde aquel enjambre que bullía puertasafuera a qué horas salía el domingoun avión hacia Caracas. Uno que fue-ra un jumbo, porque les tenía másconfianza. Era jueves.

Un día de hace poco me contabaque el alcalde de Aracataca, al inau-gurar un modesto obelisco en el sitiode la matanza de los trabajadores ba-naneros, episodio que pasó a las pá-ginas de Cien años de soledad, habíarecordado en su discurso a las 3 000víctimas de ese día, un número quesólo está en la novela y que segura-mente nunca llegó a ser tan grande,como las dimensiones mismas de laplaza lo denuncian. La imaginaciónderrotaba, otra vez, a la realidad. Yyo le recordé que él había ido a ver aun presidente en nombre de un ejér-cito guerrillero de 1 200 hombres queno pasaba realmente de 80 [p. 114].

Los poderes de la ficción para alterarla realidad continúan operando a nivelde realismo mágico o de costumbrismomitológico. Pero lo que parecía tan loa-ble, a nivel revolucionario, con la menti-ra piadosa de esos 80 hombres —loscuales recibirían el apoyo efectivo delentonces presidente de Venezuela, Car-los Andrés Pérez, gracias a las gestionesde García Márquez—, se trueca luego,en la propia Nicaragua, en algo muydistinto: en demenciales proyectos fan-tásticos que terminan por erosionar unaeconomía muy endeble, como sucediócon la construcción de costosos aero-puertos para aviones rusos Mig quenunca llegaron o de ingenios y maqui-

Page 28: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

narias abandonadas, por ineptitud y fal-ta de planificación, en medio de la selva,oxidándose entre el deletéreo clima deltrópico. Escenas que bien pueden remi-tirnos a la anulación del progreso enmedio de la circular frustración tropical,o a la imagen poética del tren abandona-do entre lianas con que Álvaro Mutis ysu alter ego, Maqroll el Gaviero, han en-galanado sus prosas.

En sus memorias, Sergio Ramíreztambién traza otro retrato certero: el deÁlvaro Mutis. Leerlo es ver a los dos,Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis,unidos en la reveladora disimilitud desus concepciones políticas pero, a la vez,manteniendo activos los infinitos vasoscomunicantes que hacen de sus obrasun territorio común dentro de la ficcióncolombiana y unas formas afines de in-terpretación del mundo. Entre el izquier-dista y el reaccionario hay una zona com-partida de ideas similares en su enfoquedel pasado, que subyace a los canjes,préstamos e intercambios entre sus res-pectivas escrituras.

Dice así Sergio Ramírez, al referirse aÁlvaro Mutis:

ADIÓS MUCHACHOS

Solía venir a Nicaragua para cobrar,en nombre de la Columbia Pictures,las remesas que el Sistema Sandinis-ta de Televisión no podía honrar sinoen córdobas devaluados, y las viejascuentas de las salas de cine que paraentonces, también por falta de divi-sas, nada más exhibían películas deantes del Diluvio. Alguien le infor-mó que sólo yo podía ordenar que lepagaran, y cada vez que volvía nospasábamos largas tardes conversan-do en mi despacho de la Casa de Go-bierno, entre risas que deben haberseoído en los confines de las ruinas deManagua. Nunca logró de mí un so-lo dólar, pero en cambio se convirtió,según confesión propia, en el únicomonárquico sandinista sobre la tie-rra. [p. 220].

Álvaro Mutis, el admirador de Na-poleón y Proust, o del castillo que enVaux le Viconte construyó Fouquet, in-troduce así la necesaria gota de escepti-cismo reaccionario en medio de las mili-tantes campañas de su amigo GarcíaMárquez. Nunca deja de señalar la “des-

leída necedad” de un presente que nosólo le resulta abominable sino peoraún: anodino, y pone en boca de su per-sonaje femenino en La última escala delTramp Steamer (1988) esta desencantadareflexión que ahora creemos ya haberoído y que encierra estas dos trayecto-rias creativas en un mismo círculo deeterno retorno:

Pero si quiere que le cuente lo que voysintiendo en Europa, le diría que esuna lenta pero creciente decepción.Es como si todo esto que ahora tratode ver y de absorber en Europa yame fuera conocido y ya me hubieraaburrido antes.

Ese deja vú que une a Álvaro Mutiscon Gabriel García Márquez en sus alu-siones a una historia europea que se eri-ge como la historia por excelencia, y an-te la cual los conatos de independenciade los países periféricos semejan sersiempre gestos truncos que no terminanpor concretarse, depara dos resultados.La constatación de una violencia que noes propiedad exclusiva de ningún pue-blo del mundo sino que todos la ejercenen determinados momentos y con inten-sidades afines. Y esa sensación aluci-nante de estar siempre repitiendo losmismos impulsos para concluir siempreen idénticas acciones baldías. Todo ellojustificado por una retórica cada vezmás vacua y erosionada.

García Márquez, en Crónica de unamuerte anunciada (1981), ante el crimenproclamado hace que un hermano Vica-rio le diga al otro: “Esto no tiene reme-dio —le dijo: es como si ya nos hubierasucedido”.

Sociedades marginales repitiendo fa-talidades previas y condenas ancestra-les intentan, en vano, exorcisar con lasangre dudosos honores mancillados.A partir de allí la cadena de venganzasresultará extensa. Un tumultuoso río desadismo, degüellos y rabia.

Mutis —el lector de Valéry Larbaudy Drieu la Rochelle— y García Márquez—el lector de Suetonio y Faulkner—,miran ambos al pasado y compruebancómo la lección europea no consiste enconocer mejor el pasado para así no re-petirlo, sino en dejarlo de lado para asíconstruir nuestros propios olvidos. Elinconmensurable olvido que sólo la fic-ción es capaz de preservar, guardar y re-

LA GACETA28

hacer en forma definitiva. La feliz amne-sia que la ficción literaria engendra alcancelar lo que fue y proponer lo que to-davía no existe, salvo como opción delectura.

No es de extrañar, entonces, que yadesde abril de 1952 Gabriel García Már-quez escribiera:

Alguien dijo que la América está he-cha con los desperdicios de Europa.Puede decirse, para remontarnosmás atrás en este progresivo rodajede la bola, que Europa, a su vez, estáhecha con los desperdicios del Asia[Textos costeños, vol. I., Barcelona,Bruguera, 1981, p. 736].

Como Borges, a quien detestaba po-líticamente, García Márquez ve tambiénrepetirse los ciclos y desgastarse el ejede la estirpe. De La mala hora a Noticia deun secuestro. De la épica al periodismo.De las guerras ideológicas al secuestroturbio. Del mito a las sórdidas noticiaspoliciales. De la razón al lucro. Tal elcomplejo entramado de estos arduosasuntos.

Octubre de 2000

NOTAS

1. Germán Carrera Damas, El culto a Bo-lívar, Bogotá, Universidad Nacional deColombia, 1987, p. 303

2. Alberto Lleras, Memorias, Bogotá,Banco de la República/El Áncora Edito-res, 1987, 269 pp. Prólogo de García Már-quez, fechado en febrero de 1997, 9-21 pp.

3. Gianni Mina, Habla Fidel, Bue-nos Aires, Editorial Sudamericana,1988, 387 pp. Prólogo de García Már-quez, 11-28 pp.

4. Juan Gustavo Cobo Borda, El colo-quio americano, Medellín, Universidadde Antioquia, 1994.

5. Gabriel García Márquez, Por unpaís al alcance de los niños, Bogotá, Ville-gas Editores, 1996. p. 147. Juan GustavoCobo Borda, Repertorio crítico sobre Ga-briel García Márquez, Bogotá, InstitutoCaro y Cuervo, 1995, 2 volúmenes; JuanGustavo Cobo Borda, Para llegar a Gar-cía Márquez, Bogotá, Temas de Hoy,1997. p. 256

6. Carlos Monsivais, Aires de familia,cultura y sociedad en América Latina, Bar-celona, Anagrama, 2000, p. 254.

Page 29: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

LA GACETA29

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA1934 • LIBROS PARA IBEROAMERICA • 2002

Carretera Picacho Ajusco 227. Col. Bosques del Pedregal. Tlalpan, C.P. 14200. México, D.F.Tels.: (5)227- 4612, (5)227- 4628, (5)227- 4672. Fax: (5)227- 4698 • Página en Internet http://www.fce.com.mx

Coordinación General de Asuntos Internacionales [email protected] • cvaldes@fce. com.mx • [email protected]én México D. F. Dirección: José Ma. Joaristi 205, Col. Paraje San Juan.

Tels.: (5)612-1915, (5)612-1975. Fax: (5)612-0710FILIALES

Fondo de Cultura Económica deArgentina, S.A.Alejandro Katz El Salvador 56651414 Capital Federal, Buenos AiresTels.: (541-1) 4-777-15-47/ 1934 / 1219Fax: (54-11) 4-771-89-77 ext. 19Correo electrónico: [email protected]

Fondo de Cultura Económica Brasil, Ltda.Isaac VinicRua Bartira, 351 Perdizes, São PauloCEP 05009-000 BrasilTels.: (55-11) 3672-3397 y 3864-1496Fax: (55-11) 3862-1803Correo electrónico:[email protected]

Fondo de Cultura Económica Ltda.(Colombia)Juan Camilo SierraCarrera 16, Nº 80-18Barrio El Lago Bogotá, ColombiaTel.: (571) 531-2288Fax: (571) 531-1322 Correo electrónico:[email protected]ágina del FCE-Colombia:www.fce.com.co

Fondo de CulturaEconómica Chile, S. A.Julio Sau AguayoPaseo Bulnes 152Santiago, ChileTels.: (562) 697-2644695-4843 • 699-0189y 688-1630Fax: (562) 696-2329Correo electrónico:[email protected]

Fondo de Cultura Económica de España, S. L.María Luisa CapellaC/Fernando El Católico Nº 86 Conjunto Residencial GalaxiaMadrid, 28015. EspañaTel.: (34-91) 543-2904543-2960 y 549-2884Fax: (34-91) 549-8652Correo electrónico:[email protected]

Fondo de CulturaEconómica USA, INC.Benjamín Mireles2293 Verus St. San Diego, CA. 92154, Estados UnidosTel.: (619) 429-0455 Fax: (619) 429-0827 Página en Internet www.fceusa.comCorreo electrónico: [email protected]

Fondo de CulturaEconómica deGuatemala, S. A.Sagrario Castellanos6a. avenida, 8-65 Zona 9 Guatemala, C. A.Tels.: (502) 334-3351334-3354 • 362-6563362-6539 y 362-6562Fax: (502) 332-4216Correo electrónico: [email protected]

Fondo de CulturaEconómica del Perú, S. A.Germán Carnero RoquéJiron Berlín Nº 238, Miraflores, Lima, 18PerúTels.: (511) 242-9448447-2848 y 242-0559 Fax: (511) 447-0760Correo electrónico: [email protected]ágina en Internet www.fceperu.com.pe

Fondo de Cultura EconómicaVenezuela, S. A.Pedro Juan Tucat ZuninoEdif. Torre Polar, P.B. Local "E" PlazaVenezuela, Caracas, Venezuela.Tel.: (58212) 574-4753Fax: (58212) 574-7442Correo electrónico:[email protected]

Librería Solano Av. Francisco Solano entre la 2a av.De las Delicias y Calle Santos Ermini,Sabana Grande, Caracas, Venezuela.Tel.: (58212) 763-2710Fax: (58212) 763-2483REPRESENTACIONES

DISTRIBUIDORES

Los Amigos del LibroWerner GuttentagAv. Ayacucho S-0156 Entre Gral. Anchay Av. HeroínasCochabamba, BoliviaTel.: (591) 4 450-41-50

(591) 4 450-41-51(591) 4 411-51-28

Correo electrónico:[email protected]

Librería Las AméricasLtee.Francisco González10, rue St-Norbert MontrealQuébec, CanadáH2X 1G3Tel.: (514) 844-59-94Fax: (514) 844-52-90Correo electrónico:[email protected]

Librería Lehmann, S.A.Guisselle Morales B.Av. Central calle 1 y 3 Apartado 10011-1000San José, Costa Rica, A.C.Tel.: (506) 223-12-12Fax: (506) 233-07-13Correo electrónico: [email protected]

Librería Librimundi-Librería InternacionalMarcela García Grosse-LuemernJuan León Mera 851P. O. Box 3029Quito, Ecuador Tels.: (593-2) 52-16-06

52-95-87Fax: (593-2) 50-42-09Correo electrónico: [email protected]

Cuesta. Centro del LibroSr. Lucio Casado M.Av. 27 de Febrero esq. Abraham LincolnCentro Comercial NacionalApartado 1241Santo Domingo, RepúblicaDominicana.Tel.: (1809) 537-50-17 y 473-40-20Fax: (1809) 573-86-54 y 473-86-44Correo electrónico: [email protected]

Aldila Comunicación, S.A.Aldo Díaz LacayoCentro Comercial Managua. Módulo A-35 y 36 Apartado Postal 2777Managua, NicaraguaTel.: (505) 277-22-40Fax: (505) 266-00-89Correo electrónico: [email protected]

Librería Nuevos LibrosSr. Juan José NavarroFrente a la UniversidadCentroamericana Apdo.Postal EC Nº 15Managua, NicaraguaTel. y Fax: (505) 278-71-63

Grupo Hengar, S.A. Zenaida Poveda de HenaoAv. José de Fábrega 19Edificio Inversiones PasadenaApartado 2208-9A Rep. dePanamáTel.: (507) 223-65-98 Fax: (507) 223-00-49 Correo electrónico: [email protected]

ARGENTINA BRASIL COLOMBIA CHILE

ESPAÑA ESTADOS UNIDOS GUATEMALA PERÚ VENEZUELA

BOLIVIA CANADÁ ECUADOR HONDURAS PUERTO RICO

COSTA RICA NICARAGUA PANAMÁ

REPÚBLICA DOMINICANA

Editorial Edil Inc.Consuelo Andino Julián Blanco Esq. Ramírez Pabón Urb. Santa Rita. Río Piedras, PR0926Apartado Postal 23088, Puerto Rico Tel.: (1787) 763-29-58 y 753-93-81Fax: (1787) 250-14-07Correo electrónico:[email protected]ágina en Internet www.editorialedil.com

Aparicio Distributors, Inc. Héctor AparicioPMB 65 274 Avenida Santa Ana Guaynabo, Puerto Rico 00969-3304Puerto RicoTel.: (787) 781-68-09Fax: (787) 792-63-79Correo electrónico: [email protected]

Difusora Cultural México S. de R. L. (DICUMEX)Dr. Gustavo AdolfoAguilar B. Av. JuanManuel Gálvez Nº 234 Barrio LaGuadalupe Tegucigalpa,MDC Honduras C. A.Tel.: (504) 239-41-38 Fax.: (504) 234-38-84 Correo electrónico: [email protected]

Page 30: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

LA GACETA30

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA• NOVEDADES •

JOSÉ SARNEY

• Saraminda

Más allá de Marañón, hacia el norte y por la costaatlántica, en el Amapá del siglo XX se abre una re-gión que se confunde, entre montes y selvas, conla Guayana. Entre sus pobladores, negros, indios,mestizos —brasileños unos, franceses otros—cundió la inquietud por el oro que bajaba en alu-vión por el río Calçoene. Para las historias deBrasil y de Francia fue un episodio marginal,aun cuando a principios del siglo pasado unacorte suiza decidió el litigio sobre el inmenso terri-torio en favor del país sudamericano. En los al-bores de un nuevo siglo, con la publicación enBrasil de Saraminda, la ficción se apodera del se-miolvidado suceso con la intención de poblar elyermo de la memoria, perdida en el centralismo dela historia nacional brasileña.

EVA CRUZ

• La forma del asombro. Narrativa norteamericana contemporánea

Poco conocidas en nuestro medio, las narradorasestadunidenses del siglo XX se han distinguido porexplorar nuevos temas con gran maestría en elmanejo de la estructura y del lenguaje. En esta an-tología aparecen algunas de las mejores narrado-ras contemporáneas de los Estados Unidos: Les-lie Marmon Silko, Anne Tyler, Jayne Anne Phillips,Cynthia Ozick, Bobbie Ann Mason, Joy Williams,Ellen Gilchrist, Rebecca Goldstein, Bharati Muk-herjee, Alice Walker, Marianne Wiggins, AnneBeattie, Ursula K. Le Guin, Joyce Carol Oates yGrace Paley. Las autoras incluidas son muestrade la diversidad de culturas que han venido a en-riquecer y a cuestionar la vida social, política y cul-tural norteamericanas.

JAVIER SICILIA

• Concepción Cabrera de Armida.La amante de Cristo

De manera amena y sencilla, el autor reconstruyey desentraña, junto con la vida de ConcepciónCabrera de Armida, buena parte de la historia deMéxico. Su narración es un largo recorrido que vade los violentos años posteriores a la Indepen-dencia, pasa por el Porfiriato, la Revolución, laGuerra Cristera, el periodo presidencial de Calles,el asesinato de Álvaro Obregón, hasta llegar algobierno de Lázaro Cárdenas, que coincide conel final de la vida de esta admirable mujer. Suejemplo de amor, humanidad y compromiso histó-rico la colocan como una de las más altas místi-cas de México, a la altura de mujeres excepciona-les como Santa Teresa de Jesús y Santa Teresitade Lisieux.

RAMÓN XIRAU

• Entre la poesía y el conocimiento

Ramón Xirau (Barcelona, 1924) llegó a México en1939. Su amplia labor como filósofo y académicono lo ha distraído de la creación de una original yapreciable obra poética escrita en catalán. Ali-mentada por la filosofía y la poesía, la obra ensa-yística de Xirau es amplia y variada; se centra enla interrogación de la experiencia y la construc-ción poética, y sienta sus reales en una cuidado-sa indagación de las ideas y mitos que alimentanla poesía. Entre la poesía y el conocimiento —an-tología preparada por Josué Ramírez y AdolfoCastañón— busca reconstruir la trayectoria quedurante cuatro décadas han seguido los ensayosliterarios de Ramón Xirau.

HÉCTOR ORESTES AGUILAR

• Carl Schmitt, teólogo de la política

Carl Schmitt (1888-1985) es uno de los autores deteoría política y jurídica más controvertidos de lasegunda mitad del siglo XX. Schmitt participó en elrégimen nacionalsocialista alemán y lo defendióactivamente; la corriente antiliberal que lo nutríachoca radicalmente con las ideas de tolerancia ypluralismo con las cuales pretendemos construirnuestras transiciones a la democracia. El presen-te volumen no tiene por objeto justificar el compro-miso del autor sino presentar un panorama cabalde sus ideas en el curso de su prolongada vida.Los materiales aquí reunidos incluyen, entre otros,los polémicos e importantes ensayos de SchmittTeología política I y II.

HELIO JAGUARIBE

• Un estudio crítico de la historia

La concepción fundamental de la obra se corres-ponde con lo que usualmente se conoce como fi-losofía de la historia, de san Agustín a Toynbee.Sin embargo, se diferencia de esta disciplina por-que no parte de ninguna presuposición a priori,como la providencia divina para los autores men-cionados, el progresismo inmanente de Condorcet,la lucha de clases de Marx, la marcha hacia lacreciente libertad de Croce, y otros postulados decarácter religioso o metafísico. De ahí su singu-laridad: no atribuye al proceso histórico ningunafinalidad previa; por el contrario, esta obra consi-dera la historia como un proceso secuencial resul-tante, dentro de condiciones específicas, de di-versas intervenciones humanas.

j j

s

s

Page 31: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

LA GACETA31

LIBRERÍAS DEL FCE(Visite nuestra página de internet: www.fce.com.mx)

• Librería Alfonso ReyesCarretera Picacho-Ajusco 227,Col. Bosques del Pedregal,México, D. F. Tels.: 5227 4681 y 82

• Librería Daniel Cosío VillegasAvenida Universidad 985,Col. Del Valle,México, D. F.Tel.: 5524 8933

• Librería Octavio PazMiguel Ángel de Quevedo 115,Col. Chimalistac, México, D. F. Tels.: 5480 1801 al 04

• Librería Un paseo por loslibrosPasaje Zócalo-Pino Suárez delMetro,Centro Histórico,México, D. F.Tels.: 5522 3016 y 78

• Librería en el IPNAv. Politécnico, esquina WilfridoMassieu, Col. Zacatenco, México, D. F. Tels.: 5119 1192 y 2829

• Próxima inauguración: Librería Juan José ArreolaVenustiano Carranzay Eje Central.Centro Histórico de la Ciudad de México.

GIÓRGOS SEFÉRIS: EL ESTILO GRIEGO• COLECCIÓN LENGUA Y ESTUDIOS LITERARIOS •j j

Giórgos Seféris (né Sefe-riádes). Hijo de Stélio Se-feriádes y Déspo Tenekídes,nació en Smyrna, el 29 de fe-brero de 1900. Recibió sueducación en Smyrna, Ate-nas y París; en esta últimaciudad cursó la carrera de le-yes, más bien interesado enlas letras. En 1926 ingresó a ladiplomacia. Cónsul en Lon-dres y luego en Albania; a lacaída de Grecia, en la segun-da Guerra Mundial, siguió asu gobierno en el exilio, sir-viéndolo en Creta, Sudáfrica,Egipto, Inglaterra e Italia. Li-berada su patria, fue secreta-

rio del arzobispo-regente Damaskinós. Volvió aLondres, completando así un brillante círculo pro-fesional. En 1962 le fue otorgado el premio Foy-le de poesía, y al año siguiente el premio Nobelde literatura.

“Soy un escritor —me diceGiórgos Seféris— obsesiona-do por unas cuantas cosas. Yno hago más que repetirlas.”

Reconozco el aserto. Lohe leído en su prosa y en susversos. Y me constan sus ob-sesiones principales: Grecia,la poesía, el destino. Acasose trata de un solo tema, in-menso, virtualmente infinito.Porque Grecia, la poesía y eldestino, para Giórgos Sefé-ris, son diversas, fecundasmaneras de enfocar la pre-sencia y la trayectoria delhombre sobre la tierra. Antesque un país, Grecia es unaactitud que la tradición mantiene y vivifica. Lapoesía vendría a ser el rescate de esa actitud, yel destino su asunción plena.

JAIME GARCÍA TERRÉS

IK. P. Kaváfis

T. S. Eliot

IIEl sentimientode eternidad

IIITodo está lleno

de dioses

s

• Ventas por teléfono: 5534 9141 • Ventas al mayoreo: 5527 4656 y 57 • Ventas por internet:[email protected]

Page 32: Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller ... · del Fondo de Cultura Económica ISSN: 0185-3716 Una conversación entre Picasso y Brassaï, Henry Miller mediante •Javier

ORDEN DE SUSCRIPCIÓNSeñores: sírvanse registrarme como suscriptor de La Gaceta por un año,a partir del mes de: _____________________________________________

Nombre:Domicilio:Colonia:Ciudad:Estado:

• SUSCRIPCIONES NACIONALES: remitir cheque a favor del Fondo de Cultura Económica por cos-tos de envío por la cantidad de $150.00. O, en su caso, ficha de depósito al fax (55) 5449-1827.Este depósito deberá hacerse a la cuenta No. 51908074799 del Banco Santander Mexicano,Sucursal 07, Plaza 001. • SUSCRIPCIONES AL EXTRANJERO: adjuntar giro postal o cheque por la cantidad de $45 dólares.

(Llene esta forma, recórtela y envíela a la dirección de la casa matriz del FCE: Carretera Picacho-Ajusco 227, Colonia Bosques del Pedregal, Delegación Tlalpan, C. P. 14200, México, D. F.)

C.P.:País:

• NUESTRA DELEGACIÓN EN GUADALAJARA •

Librería José Luis MartínezAvenida Chapultepec Sur 198,

Colonia Americana, Guadalajara, Jalisco,Tels.: (013) 615-12-14, con diez líneas

• NUESTRA DELEGACIÓN EN MONTERREY •

Librería Fray Servando Teresa de MierAvenida San Pedro 222,

Colonia Miravalle, Monterrey, Nuevo León,Tels.: (018) 335-03-71 y 335-03-19

Para entender al Medio Oriente• SUGERENCIAS DE NUESTRO CATÁLOGO •

• Pierre Vidal-NaquetLOS JUDÍOS, LA MEMORIA Y EL PRESENTE

Libro que analiza algunos aspectos de la historiapolítica e intelectual del judaísmo, en esa épocadecisiva marcada por la “disidencia cristiana”.Busca esclarecer el lugar de los judíos en el periodode la modernidad política occidental. Asimismo,aborda “las oscuridades del exterminio”, con escri-tos vinculados al Holocausto en los que aparecen“zonas inquietantes, a veces en el límite”, las que“hacen visible no sólo la complejidad de la tramahistórica sino también, y antes, los indescifrablesabismos de la conducta humana”.

e e

j j

v

• Helena Cobban LA ORGANIZACIÓN PARA

LA LIBERACIÓN DE PALESTINA

En el marco de los conflictos que el mundo ha vi-vido después de la segunda Guerra Mundial, el lla-mado genéricamente enfrentamiento árabe-israelíocupa un lugar preponderante. Sin embargo, laidea general que se tiene acerca del conflicto no lomuestra en su verdadera dimensión. Por ello estelibro de Helena Cobban, al analizar en toda sucomplejidad las múltiples variantes histórico-políti-cas del enfrentamiento global, ubica en su justaexpresión el punto en que se encuentra el MedioOriente y que lo ha convertido en la región másconvulsa, inestable e impredecible del planeta.

• Alessandro BausaniEL ISLAM EN SU CULTURA

En este libro su autor ha querido dar una idea lomás clara posible del Islam como religión, paralo cual es preciso aclarar un punto importante:cuando decimos religión, en el caso del Islam, de-bemos abandonar el concepto de religión al queestamos acostumbrados —ateos y creyentes— ennuestro mundo tradicionalmente “cristiano”. Haexistido incluso un escritor musulmán, Ghulam Ah-mad Parwez, de Pakistán, que hace años pudo es-cribir un ensayo titulado Islam: a challenge to Re-ligion, es decir, El Islam: un desafío a la religión. v

• Ali Merad EL ISLAM CONTEMPORÁNEO

Este estudio presenta las grandes transformacio-nes que sufrió el Islam desde finales del siglo XIX

hasta la época contemporánea. Ali Merad analiza el tema del atraso islámico,

problema que orilló a pugnar por un avance cientí-fico y cultural, junto con una rehabilitación social ymoral de la comunidad, así como la creación denuevos modelos socioculturales que mejoraran losniveles de vida de los pueblos musulmanes. Citatambién los diversos infortunios por los que atra-vesó el Islam, sus crisis y conflictos con Occiden-te, los tropiezos de sus gobiernos y los nuevos in-tentos por establecer su independencia.

sss