RYBCZYNSKI La Casa-lo Domestico

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    WITOLD RYBCZYNSKI

    La casaHistoria de una idea

    Traducci6n de Fernando Santos Fontenla

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    EMANUEL DEWITTE, I n te r io r c o nu na m uj er q ue t oe a e lvirginal (hacia 1660).

    CAPITULO 3

    La domesticidadL a d o me s ti ci da d , l a i ni im i da d , e l c o nf o rt , e l c o n ce p to d e l h o gayde l af am i li a s o n,l it e ra lm e n te , g r an d es l o gr o s d e l aEr a Burguesa.

    JOHN LUKACS

    E l i n te r io r b ur g ui s

    La aparicion de la intimidad en las casas en Paris y Londres, y pocodespues induso en lugares tan remotos como Oslo, fue una reacci6ncasi inconsciente a la evoluci6n de las condiciones de la vida urba-na, y parecia tratarse mas de una cuestion de las actitudes de la gen-te que de cualquier otra cosa. Resulta dificil seguir la evoluci6n de algo

    tan amorfo, y seria peligroso afirmar que la idea moderna de Ia casafamiliar perietro en la conciencia humana de una sola vez y en unsolo lugar. Despues de todo, no hubo un momento identificable dedescubr imiento, no cabe atr ibuir a ning6n inventor indiv idualla in-tuicion, ni ninguna teoria 0 tratado sobre el tema. Sin embargo, huboun lugar donde eI interior dornestico del siglo XVII evoluciono de

    una forma que cabe aduci r es excepcional y que se puede calificar,como minimo, de ejemplar.

    Las Provincias Unidas de los Paises Bajos cran un Estado total-

    mente nuevo, formado en 1609 tras 30 afios de rebeli6n contra Es-

    pana. Era uno de los paises mas pequefios de Europa, con una po-

    blacion que era una cuarta parte de la de Espana, una octava partede la de Francia, y t enia una superficie infer ior a la de Suiza. Teniapocos recursos naturales -ni minas ni bosques- y las pocas tierrasque con t enia nccesitaban una proteccion constante contra el mar.

    Pero este pais bajo se estableci6 con una rapidez sorprendente

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    I lIII .' )~I \1\ ,'utl'lIci.1. El l poco ucmpo sc convirti6 en la naci6n conI" ('()IIStlIICci('JIl naval mas avanzada del mundo y creo grandes flo-las de guerra, de pesca y mercante. Sus exploradores fundaron 00-lonias en Africa y Asia, adernas de en America. Los Paises Bajos in-trodujeron muchas innovaciones financieras que los convirtieron enuna gran fuerza econ6mica, y Amsterdam se convirti6 en el centromundial de las finanzas internacionales. Sus ciudades manufacture-ras crecieron a tal veJocidad que a mediados del siglo los PaisesBajos habian sustituido a Francia como principal nacion industrialdel mundo J. SUS universidades figuraban entre las mejores de Eu-ropa; su clima politico y religioso tolerante brindaba un hogar a pen-sadores emigrados como Spinoza, Descartes y John Locke. Ese paisfecundo no solo produjo capitalistas aventureros y el comercio espe-culativo del tulipan, sino tam bien a Rembrandt y Vermeer; no s610ideo las primeras maniobras militares registradas, sino tambien elprimer microscopio; no s610 invirti6 en buques de guerra fuertcmen-te armados para las Indias Orientales, sino tambien en ciudadesbellisimas. Todo ello ocurrio en un momento historico breve -ape-nas una vida humana- que duro desde 1609 hasta aproximada-mente la decada de 1660, y que los holandeses llaman su cdad de

    oro.Estos raros logros fueron resultado de varios factores diferentes,

    como la ventajosa situaci6n de los Paises Bajos en el comercio rna-ritimo europeo, ademas de la defendibilidad de sus fronteras nacio-nales, pero tarnbien en gran medida del caractcr peculiar de la tra-rna social holandesa, que era diferente de la del rcsto de Europa.Los holandeses eran fundamentalmente cornerciantes y terratenien-tes. Al contrario de 10 q ue ocurria en Inglaterra, en los Paises Bajosno habia campesinos sin tierras (casi todos los agricultores holan-deses eran propietarios de las suyas); al contrario que en Francia,

    no existia una aristocracia poderosa (la nobleza, diezmada por lasguerras de independencia, era pequefia y ya no era rica); al contra-rio que en Espana, no habia rey (el jefe del Estado, 0 stadhouder,eraun simbolo nacional, pero can un poder autentico limitado). Esta re-publica -la primera de Europa- era una confederaci6n flexible go-bernada por unos Estados Generales, integrados par representantes

    de l~s. siete provincias soberanas, eIegidos entre la clase media altapatricia.

    La pauta de los asentamientos humanos tarnbien era muy dife-rent.e de ~a d e otros paises, Ya en 1500, los Paises Bajos (que enton-ces incluian Brabante, 0 BeIgica) tenian mas de 200 ciudades forti-ficadas y 1~? pueblos grandes 2. En el siglo XVI, la mayor partede 1a.poblacion de sus tres provincias mas poderosas -Bolanda, Ze-landia y U t ~echt- ~ivfan en ciudades. Amsterdam se convirtio en

    una de las.Cl~dades importantes de Europa, Rotterdam era un puer-to en cre:mll~nto. y L.eiden era una importante ciudad manufactu-rera y umversitana. Sin embargo, los Paises Bajos no se distinguianpor _sus.gran,des :iud.ades, si~o par sus multiples ciudades mas pe-quenas, habia mas. ciudades interrnedias que en paises mucho rna-y?res, como Francia, Inglaterra 0 Alemania 3. Cada una de las 18c~ud~des mayore~ te.nia un V?to en la asamblea de los estados pro-vinciales, 10cual, indicaba su importancia y su independencia. En rc-s~men, en una epoca en que los dernas estados de Europa seguiansiendo fundamentalmente rurales (incluso en la urbanizada Italia~a mayor parte de la gente segufa siendo campesina), los Paises Ba-JOs se e~taban convirtiendo rapidamente en una naci6n de habitan-tes de ciudades. Los holandeses, ciudadanos por tradicion historicaeran burgueses por inclinacion 4, '

    .E I caracter bur.gues de la sociedad holandesa en el siglo XVII ne-cesita alg~na explicacion. El decir que era burguesa no significaqu~ estuviera formada exclusivamente por una clase media. Habiaag:lcultores (~oers), marinas y, en ciudades manufactureras comeLeld,en, trabapdor,es fabriles. Estes ultimos, especialmentc, no com-partla? la pros pend ad de la epoca, y sus condiciones de vida crantan mlser~bles como en otros paises. Tarnbien existia, al igual queen otras cmdad~s europeas, una chusma urbana (grauw), cformadapor pobr~s y ~~hncuentes, par los desempleados y los inempleables,

    por mendl?os itmerantes y vagabundos. Sin embargo, predominaba laclase ~edl~, que e~a 10 b astante amplia como para abarcar tanto alfinanciero internacional como al tendero. Naturalmente 1 .id if ' e pnmerono se I enti l~aba, ni. siquiera se trataba, con el segundo, aun cuan-do, como solia ocurnr, su ascension econornica fuera reciente, pues

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    L. : ) ()c icdad hol.mdcsa no era cstatica, y la posicion social se definiaell grail mcdida por el dinero. Tambien era burguesa la elite patri-cia -una clase gobernante- que aportaba los magistrados y losburgomaestres que gobernaban las ciudades y, por conducto de ellas,cl pais. Conformc a criterios europeos, se trataba de una democra-cia muy arnpliada, y esa dictadura social de Ia clase mercantil,como la llama un historiador, creo el primer Estado burgues.

    La vida cotidiana en los Paises Bajos en el siglo XVII reflejabalas virtudes burguesas tradicionales: una moderacion sosegada, unaadrniracion por el trabajo intenso y una prudencia financiera quebordeaba en la tacafieria, El ahorro se desarrollo natural mente enuna sociedad de comerciantes y tenderos que, ademas, vivian en unpais que exigia una constante inversion comunitaria en canales, di-ques, esclusas y molinos de viento para mantener dominado el Mardel Norte. Tambien se trataba de un pueblo sen c illo, menos apasio-nado que los latinos de Europa meridional, menos sentimental quesus vecinos alemanes, menos intelectual que los franceses. El his to-riador neerlandes Huizinga aseguraba que el paisaje llano y sedante

    de los polders y los canales, que carecia de rasgos llamativos comomontafias 0 valles, fomento la sencillez del caracter neerlandes 5. Lareligion tenia igual importancia. Aunque solo la tercera parte, apro-ximadamente, dc los holandeses eran calvinistas, esta rel igion se con-virtio en la del Estado y ejercio una gran influencia en la vida coti-diana, al aportar un sentimiento de serenidad y rnoderacion a la so-ciedad necrlandesa.

    Todas estas circunstancias produjeron un pueblo que admirabael ahorro, censuraba los gastos excesivos y naturalmente fue crean-do unas costumbres conservadoras. La sencillez de los burguescs

    neerlandeses se expresaba de muchas formas. Por ejemplo, la vesti-menta del varon neerlandes era sencilla. El jubon con pantalonesera el equivalente del siglo XVII del traje con chaleco del hombrede negocios actual, y tampoco se veia afectado por la moda: podiacambiar la calidad del pafio, pero el estilo seguia sin modificarse du-rante generaciones enteras. Los colo r es favoritos eran oscuros: ne-gro, violeta 0 rnarron. Los funcionarios del gremio de paneros, en elfamoso retrato de grupo de Rembrandt, eran prosperos (como indi-

    can sus golas y sus opulentas chupas), pero sus ropas eran de unsombrio que se acercaba a 1 0 higubre. Sus mujeres se vestian conigual moderacion, y ni los unos ni las otras daban muestras de lapresuncion nerviosa y el constante cambio de la mod a que eran tancaracteristicos de la burguesia francesa. Tan circunspectos cran losneerlandeses que en los cuadros de la epoca no siempre rcsulta facildistinguir entre un funcionario y su secretario, entre la duefia y lacriada. ,

    La misma sencillez y economia eran evidentes en las casas necr-landesas, que carecian de las pretensioncs arquitectonicas de las ca-sas de Londres 0 de Paris, y que estaban hechas de ladrillo y ma-dera, y no de piedra. Se utilizaban esos materiales porque pcsabanpoco, dado que el suelo pantanoso de los Paises Bajos exigia mu-chas veces que los cimientos se construyeran sobre pilotes, cuyo cos-te se podia reducir si los cimientos soportaban men os peso. El la-drillo no se presta a una decoracion complicada: al contrario que lapiedra, no se puede tallar, y al contrario que e 1 estuco cemento, nose puede formar en relieves y molduras. En consecuencia, los cdifi-cios neerlandeses eran sencilIos, con solo algunos adornos de piedraen las esquinas y en torno a las pucrtas y las ventanas. El materialse apreciaba sobre todo por su agradable textura; indudablemen te,su economia resultaba atractiva a los practices neerlandeses, que 1 0util izaban incluso para sus edificios publ icos.

    El coste de construir canales y pilotes dictaba que las fachadasa la calle se redujeran 10 mas posible; eI resultado es que las parce-las de las ciudades holandesas eran estrechisimas, a veces con unaanchura de una sola habitacion. Las casas sc construian las unas jun-to a las otras en fila, por 1 0 general con las paredes pegadas. Los

    tejados se cubrian con tejas de arcilla roja. Los pisos altos, a menu-do abuhardillados, daban a la calle y producian las siluetas carac-terfsticas que dieron fama a las ciudadcs holandesas. En la partemas alta del pinon habia una escuadra de madera con una polea,que se utilizaba para subir los muebles y otras cosas a los pisos masaltos. El interior de la casa neerlandesa medieval consistia en unahabitacion delan tera (donde se realizaban las actividades corner-ciales) y una habitacion trasera (donde la familia cocinaba, co-

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    1111. 1) ' 111111111 .1 ). IkLlllt(' de fa casa, Iigeramcntc elevado sobre el ni-\ ' ( '1 (iI- 1 ;( c(lllc, habia un amplio stoep, como un porche, con bancos,a vcccs protegido can una techumbre de madera. Alli era donde lafamilia se sentaba al atardecer a charlar con los que pasaban por lacalle. Bajo la casa habia una bodega poco profunda, cuyo suelo nun-ca estaba mas bajo que e1 nivel del agua del canal adyacente. A me-dida que las familias se iban haciendo mas prosperas, esas casas ba-jas se arnpliaban en la unica direcci6n posible: hacia arriba. Se ana-dian dos pisos, y a veces tres.

    Los pisos bajos originales de las casas holanclesas solian tener te-chos altos, cle manera que el primer espacio adicional consisti6 enuna galeria 0 un des van, a donde se llegaba por una escalerilla. Amedida que iba creciendo la casa, se mantuvo ese sistema, de formaque muchas veces no habia dos habitaciones al mismo nivel, y todaselias estaban enlazadas por escaleras estrechas y empinadas. Inicial-mente, esas habitaciones, con la excepci6n de la cocina, no tenianfunciones especializad as. Sin embargo, a mediados de siglo se inici6la subdivisi6n de la casa segun los usos diurnos y nocturnos, y enzonas formales e informales. Se empez6 a tratar a los pisos altos dela casa como habitacioncs formales, reservadas para ocasiones espe-ciales. La habitaci6n del segundo piso que daba a la calle se convir-ti6 en una sala y la antigua habitaci6n delantera sc convirti6 en unaespecie de cuarto de estar, mientras que otras habitacioncs empeza-ron a utilizarse exclusivamente para dormir. Al igual que en el restode Europa, no habia cuartos de bafio y los retretes eran raros *. Los

    " Uno de los motivos por los que eran raros los retretes era que casi todas lasciudades holandesas estaban construidas sobre terrenos pantanosos, y los pozos ne-gros para los retretes se llenaban de agua y dejaban de funcionar. La alternativa

    mas habitual era el orinal, que se vaciaba en el canal . Sin embargo, al contrarioque Venecia, las ciudades holandesas no tenian mareas que eliminaran esos dese-chos, con la lamentable consecuericia de que aquellas ciudades tan bonitas proba-blemente tenian un olor insoportable. De vez en cuando se rcalizaban esfuerzospor poner remedio a la situacion. Los canales se dragaban periodicamente, y enalgunas ciudades los residuos nocturnos se recogfan de las casa en contenedores

    neerlandeses eran un pueblo maritime, y sus compactos j.tenian algo de marinero, con paredcs de ladrillo alqu itranadas \1"protegerlas contra la hurnedad) y maderas pintadas, escalcras estre-chas e inclinadas y habitaciones tan pequefias como los camarotcsde barco. Cabria decir de ell as que cstaban bien aparejadas -cltermino Ingles es snug, palabra que da la casualidad q uc ticne un ori-gen tan nautico como holandes,

    El cdificar sobre pilotes en terrenos recuperados a los pantanostenia sus problemas, pero tambien aportaba una ventaja inespcrada

    a los ocupantes. Como las paredes laterales cornpartidas de cstas ca-sas soportaban todo el peso del tejado y de los pisos, las fachadasexteriores no ten ian ninguna funci6n estructural, y dado el alto cos-to de los cimientos, convenia construirlas 1 0 mas ligeras posible. Paralograrlo, los constructores de las casas neerlandesas llenaron las f~-chadas de muchas ventanas grandes, cuya funci6n quiz a fuera eli-minar peso, pero que tambien permitia que la luz penetrara muy le-jos en los interiores estrechos y profundos. Antes de que llegara laluz de gas, esto era importante. Los cuadros de casas neerlandesasdurante el dia muestran habitaciones claras y bien iluminadas, cuyoaire animado contrasta con los interiores sornbrios tipicos de otrospaises. Hasta el siglo XVII, las partes altas de las ventanas holan-desas tenian un cristal fijo, y s610 se podian abrir las partes bajas,que eran de madera maciza; a partir de entonces, tambien se acris-talaron estas, La luz que entraba por esas ventanas se controlabamediante persianas y mediante un elemento nuevo -los visillos->que tambien permitia mantener la intimidad frente a la calle. A me-dida que esas aperturas se iban hacienda mas grandes, resultabamas problematico abrir las ventanas de la forma convencional, y losholandeses inventaron un nuevo tipo de vcntana, el de guillotina,que se podia abrir c6modamente sin meter el marco en la habita-

    cion. Al igual que la puerta holandesa partida en clos, la ventana deguillotina se copi6 muy pronto en Inglaterra y en Francia. Las in-

    de madera y se lIevaban al campo en beneficio de los agricultores, practica cuyoorigen era medieval, pero que continuo en algunas ciudades hasta el decenio de

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    tad a Europa re1ej6 un acercamiento entre los padres y la familia, yentre el concepto de familia y el concepto de infancia 10. Eso fue pre-cisamente 1 0 que ocurrio en los Paises Bajos, donde la familia se cen-traba en el nifio y la vida familiar se centraba en la casa, s610 queen la casa neerlandesa ocurri6 aproximadamente den afios antes queen otras partes II.

    Mas de un visitante contemporaneo opinaba que los halandesesapreciaban tres cosas por encima de todas las dernas; en primer lu-gar sus hijos, en segundo sus casas y en tercero sus jardines 12. Enaquellas casas estrechas, construidas directamente sabre la calle yque cornpartian sus paredes laterales con sus vecinos, el jardin eraun espacio importante, tanto mas cuanto que dado 10 suave del eli-rna, se utilizaba durante la mayor parte del afio, Dentro de la lirni-tada superficie posible fue surgiendo un tipo cspecialmente formalde paisaje, tan artificial, a su estilo, como los pequefios jardines ur-banos de los japoneses. Los arbustos cuidadosamente recortados, losarboles cercados y con formas geometricas y los paseos de gravillacoloreada re1ejaban el orden de los interiores. EI jardin holandesera otra indicaci6n de la transicion de la casa grande comunitaria ala casa familiar individual. La casa urbana europea tipica de esteperiodo, fuera en Paris 0 en Oslo, estaba construida en torno a un

    patio de caracter esencialmentc publico. El jardin trasero cerradode la casa neerlandesa era diferen te: era privado.

    Aunque las casas y los jardines neerlandeses fueran privados,contribuian sin embargo al aspecto general de las ciudades. Dadala existencia de los canales, que se construian con caminos bordea-dos de arboles a ambos lados, los espacios entre las casas ten fan lamisma anchura que los bulevares (esto era doscientos afios antes deque el Baron Haussmann construyera los Campos Eliseos). Dado el

    uso generalizado del ladrillo y un estilo de construccion mas irnita-tivo que inventivo, las ciudades neerlandesas tenian una agradableuniformidad. Ello impulse al historiador danes Steen Eiler Rasmus-sen a escribir que mientras los franeeses y los italianos ereaban pa-lacios impresionantes, los ncerlandeses creaban ciudades ineompara-bles 13.

    La rapida prosperidad de los Paises Bajos, que a muchos les pa-

    recia increible -pero ocurre con Jap6n hoy dia- despert6 muehoin teres en otros paises. Sir William Temple, que fue embajador in-gles en La Haya de 1668 a 1670 y conocia bien el pais, escribi6 unlibro que tuvo mucha difusi6n para tratar de explicar este curiosofenomeno a sus compatriotas. El cuarto capitulo, titulaclo De susHabitantes y Disposiciones, concluia diciendo: Holanda es un Paisdonde la Tierra es mejor que el Aire, y se aprecia mas el Luera quelos Honores; donde hay mas Sentido Comun que Ingenio; mas buenCaracter que Humor; y mas Riqueza que Placer; un Pais mejor paravisitarlo que para vivir en el... Son palabras duras, aunque quizadestinadas a un .publico chauvinista, dado que mas adelante su au-tor renunci6 a la oportunidad de ser Secretario de Estado para vol-ver a su antiguo destino en La Haya. Pese a 10 que Temple inter-pretaba como un morbo tacafio en el caracter neerlandes, si sefialoque, por 10 menos en una esfera, los neerlandeses no reparaban engastos: se sentian inclinados a invertir todo su excedente economicoen la Fabrica, e I Adorno 0 el Amoblamiento de sus Casas 14,

    Los holandeses amaban sus casas. Compartian el viejo terrninoanglosaj6n de home -ham, hejm en holandes-e- con los otros pueblosdel norte de Europa *. Home reunia los significados de la casa yde sus habitantes, de la residencia y el refugio, de la propieclad y el

    afecto. Home significaba la casa, pero tam bien todo 1 0 que habia en

    * Esta palabra maravil losa de home, que designa un lugar f lsico, pero quetambien t iene el sentido mas abstracto de un estado de scm, no tiene equivalenteen los idiomas romances 0 eslavos europeos, Tanto eI aleman como el danes, elsueco, el islandes, el hoiandes y el ingles tienen palabras homofonas para decirhome, todas elias derivadas del antiguo noruego heima.

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    11In('.~l.l'a de algo rnucho mas importante. Cuando se exigia a los vi-sitantes que se quitaran los zapatos 0 que se pusieran unas zapati-llas, no era inmediatamente al entrar en la casa -el piso bajo se se-guia considerando como parte de la calle publica+-, sino al subir lasescalcras. Ahi era donde terrninaba la esfera publica y empezaba lacasa. Esa frontera era una idea nueva, y el orden y la limpieza dela cas a no eran muestras de mezquindad ni de una especial aficiona la limpieza, sino por el contrario, de un deseo de definir el hogarcomo un lugar separadoy especiaL

    Si sabemos tanto del aspecto de las casas neerlandesas es graciasados accidentes afortunados: el importante papel desernpefiado porla pintura en los Paises Bajos del siglo XVII y la popularidad de lasescenas domesticas como tema de esa pintura. A los neerlandesesles encantaban los cuadros. Tanto los mas ricos como los mas hu-mildes los compraban y los colgaban en sus casas. En parte eranuna inversion, pero tarnbien los destinaban a su propio disfrute. Nosolo se encontraban cuadros en las salas y las habitaciones delante-ras, sino tambien en tabernas, oficinas y lugares de trabajo y tras

    los mostradores de las tiendas. El publico burgues compraba lasobras de rnuchos pintores que, al igual que los ebanistas u otrosartesanos, estaban organizados en gremios. Esos pintores neerlan-deses trabajaban diligcntemente para ir ascendiendo en su profe-sion, y empezaban a los catorce afios como aprendices, despues co-mo oficiales ayudantes, hasta que al cabo de seis afios podian so-licitar el ingreso en el gremio y convertirse en maestros indepen-dientes, en cuyo momento se les perrnitia vender cuadros con su

    firma.Aunque cl mercado de la pintura era grande, tarnbien 10 era la

    oferta, y pocos pintores neerlandeses se hacian ricos. Los retratos se

    pintaban por encargo, pero muchos cuadros se pintaban antes de te-ner cliente y se vendian por conducto de marchantes. E1 publico de-seaba cuadros cuyos temas fueran los adecuados, cuyo arte pudie-ran comprender y adrnirar. Los pintores de mas destreza tecnica,con un enfoque directo y sencillo de la pintura, y sin el amor propiode artistas mas tardios , 1 0 aceptaban muy contentos. E1 resultado esque los cuadros neerlandeses del siglo XVII no solo sirven como arte,

    sino tambien como una rcprcscn tacion dCSIIS;ul;tlllcllfc exact" d(' I"epoca,

    Dado el afecto que sentian los nccrlandcscs p Ol' S Wi casas tall 01'-denadas y bien mantenidas, no es de sorprcndcr que adcnuis de lostemas biblicos y los retratos de familia, surgicra lin gCllcro de pin-tura que trataba de la propia casa. El rccordar la obra de Ull ilus-trador estadounidense como Norman Rockwell cvoca algo del artcde aquellos pintores, y en todo caso sugiere una sensacion de un tipode pintura que atraia a un publico muy hogarefio. Pieter de Hoochpinto escenas maravillosas de la vida dornestica, como tarnbien hi-cieron Jan Steen y Gabriel Metsu. Quedan menos de cuarcnta cua-dros del granJan Vermeer, y casi todos ellos son de interiores. Perofue Emanuel de Witte, que se especializaba en cuadros de interioresde iglesias, otro genero popular, quien pinto una escena dornesticaque ha lJegado a ser el epitome del interior holandes del siglo XVII.Esta pequefia obra maestra, pintada hacia 1660, muestra una seriede habitaciones que se abren las unas a las otras, baiiadas en unaluz que penetra por las grandes ventanas emplomadas *. A juzgarpor la forma en que la luz entra en las tres habitaciones y la suge-rencia de que por las ventanas se ven arboles, es probable que estacasa se halle en las afueras de la ciudad. La figura central del cua-dro, que le da su nombre, es la de una joven que toea el virginal,precursor del piano, que era popular en los Paises Bajos de la epoca.

    Al igual que muchos pintores neerlandeses, de Witte aspiraba aque su cuadro con tara una historia. Superficialmente, se trata deuna ~scena idilica y pacifica. Es temprano, cosa que indica el angu-1 0 bajo del sol y el que la criada, visible al fondo, este ocupada conlas tareas matutinas. La dueiia de la casa -~de que otra personapodria tratarse?- esta sentada al instrumento musical. La habita-

    cion en la que 1 0 toea sirve para muchas funciones, 1 0 cual es t ipico.Adernas del virginal contiene una mesa, tres sillas y una cama condosel.

    * Las pinturas de genero tendian a colgarse en casa, y solian scr pequefias;csta de de W tte media s610 7 5 X 100 cm. Muchas median menosde la mitad. '

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    1(')'1) 110 todo cs I() que parcce scr. Una inspeccion mas atentadel cuadro revel a que la mujcr no esta to cando a solas; en la cama,tras las cortinas, hay alguien que escucha la musica. Sin duda se tra-ta de un hombre -la figura tiene bigotes- y aunque esta oculto,se ve toda su ropa en la silla del primer plano. La empunadura deuna espada que apenas se ve en el cuadro y la forma despreocupadaen que esta tirada la ropa en la silla -en lugar de colgar orden a-damente en los ganchos tras la puerta- sugieren, dclicadamente,que quiza este hombre no sea el marido de la mujer. En los PaisesBajos calvinistas se censuraba la infidcJidad matrimonial, y de Wit-te cumplio con sus obligaciones sociales al convertirla ~n terna :Ieuna alegoria, aunque la historia esta oculta en una sene de emg-mas) simbolos y significados secundarios. La jarra de agua y la to a-lla en la mesa, 1a bomba para el agua y la mujer que barre cl suelosuzieren alzo en el senti do de que la limpieza viene solamcnte des-

    b b ,

    pues de la piedad. Pero parte del encanto de este genero es la am-biz iiedad del pintor con res p ee to a su tema. ~Esta la mujer arrepcn-

    o . .tida como debiera? En tal caso, ~porque esta tocando un mstrumen-to en lugar de llorar? Nos da la espalda, como avergonzacla, pero

    en el espejo que cuelga en la pared por encima del virginal, no sele relleja 1a cara, 1 0 cual es frustrante. Quiza este sonriendo; nunea10 sabrcmos.

    No hace falta avcriguar que arclientc historia se halla oculta enlas sombras y los detalles del cuadro de de Witte. A este no solo le in-teresaba la narracion, sino tarn bien, al igual que a casi todos los pin-tares holandeses, reflejar el mundo material tal como el 1 0veia. Eseam or al mundo real -la palabra realismo es demasiado debil-e-era cvidente en muchos detalles. Podemos disfrutar con la forma enque la sombra de las ventanas cae sobrela puerta .abi~rta, las cor-tinas de tafetan rojo que colorean la luz de la habitacion, el cobre

    rcluciente del candelabro, el rico dorado del marco del espejo y latextura mate de la jarra de peltre. Junto a la cama esta acurrucadoun perrito; encima del virginal hay hojas de musica. Nada es dema-siado pequefio para escapar a la atencion del pintor.

    Debe decirse inmediatamente que es improbable que c J cuadrode de Witte sea el de una cas a real; por fotograficos que parczcan sus

    cuadros, son imaginados, no rcales. Por cjcmplo, las iglesias de deWitte no eran retratos de edificios existcntes; aunque sc basaban encroquis de interiores identificables, los cuadros acabados combinanelementos de diferentes iglesias. Sin embargo, 10 que no podernos pa-sar por alto es que, si bien la casa puede ser irnaginaria, el efecto esreal, y sobre todo es un efecto de gran intimidad.

    Los muebles no son complicados; las sillas acolchadas pareeencomodas, pero carecen de los flecos y del material bordado que eranpopulares en Francia a la sazon. Las habitaciones son enfilade, peroel efecto no es intimidatorio. Las paredes son sencillas, aunquc tipi-camente estan adornadas con un espejo, as! como con un mapa quese ve por la puerta. El piso de piedraes un sencillo ajedrezado debaldosas de marrnol blancas y negras. Se trata de una casa acomo-dada -1 0 demuestran e l instrumento musical, la alfombra orientaly el espejo dorado-- pero el ambiente no es de lujo. Los objetos noestan en exhibicion; por el contrario, nos da la impresion de un prac-ticismo sen c illo por la forma en que estan ordenadas las cosas. Lacama esta en un rincon, tras la puerta; la alfombra esta cuidadosa-mente puesta junto a la cama, para evitar el frio matutino del pi sode piedra. EI espejo esta sobre el virginal. La mesa y las sillas juntoala ventana, ala luz. jY que luz! Las habitaciones estan iluminadaspara destacar su profundidad y su distancia, ademas de su rcalidadfisica y material. Lo que distingue este cuadro es sabre todo esa sen-sacion de espacio interior y por 1 0 tanto de interioridad. En lugarde ser un cuadro de una habitacion, es un cuadro de una casa.

    El verdadero tema de de Witte era el ambiente domestico en sf, quees el motive por el cual durante tanto tiempo se desecho este tipode pintura como menor, y es precisamente por 1 0 que nos interesaaqui. Claro que de Witte no era el unico que practicaba el generodomestico, Pieter de Hooch, vecino de Delft, produjo toda una oeuv-r e que documentaba la vida cotidiana de los burqueses corricntcs.Los mostraba en sus casas, por 1 0general en el trabajo, absortos enalguna tarea de la vida diaria, y presentaba cuidadosamente sus ca-sas y sus jardines con precision arquitectonica. Al contrario que deWitte, le interesaba menos la narracion y mas representar una do-mesticidad idealizada. Aunque subordinaba la figura humana a su

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    II ( .. 1.1,1 IIIS'/'()liI,1 III,: t n....1 11)1,,';1 I.J1 I)OMH,\"J'I(;II!JIIJ H I

    COlltCX(), SUS csccnas siemprc incluian una 0 dos personas, por 10 ge-neral mujeres con nifios. Durante el Renacimiento, cuando las mu-jeres eran figuras solitarias en un cuadro, aparecian generalmentecomo madonas, santas 0 personajes biblicos. Los pintores neerlande-ses fueron los primeros en escoger a mujeres corrientcs como tema.Era natural que los cuadros de de W tte se centra ran en las mujeres,

    porquc cl mundo dornestico que el reflejaba se habia convertido endorninio de ellas. EI mundo del trabajo masculino, y la vida social delos hombres, habia pas ado a otras partes. La casa se habia convertidoen ellugar de otro tipo de trabajo: el trabajo domestico especializado,

    el t rabajo de las mujeres. Este t rabajo en S1no era nada nuevo, pero suaislamicnto Silo era. Los cuadros medievales siempre habian mos-trado mujercs t rabajando, pero raramente solas, e inevi tablementesu trabajo ocurrfa en medio de las actividades de los hombres: gentehablando, comiendo, haciendo negocios 0 descansando. Las muje-res de Hooch trabajan sol as y en silencio.

    A Jan Vermeer, otro pintor de Delft, 10 que mas Ie in teresabaera la figura humana femenina y menos los interiores domesticos,

    pero como el contexte de casi todos sus magistrales cuadros es el ho-gar, tarnbien expresan algo del caracter de este. Sus sujetos acnian

    con una concentracion que se refleja en el ambiente callado de la ha-bitacion y de sus muebles. Por los cuadros de Vermeer vemos comoha cambiado la casa: se ha convertido en un contcxto para los actosprivados y los momentos personales. La carta de amor muestra a laduefia de la casa intcrrumpida por su criada que trae una carta. Ve-

    mos la esquina de una complicada chimenea, asi como un panel depared de cuero con adornos metalicos y una marina que cuelga enla pared (estes dos ultimos articulos eran propiedad de Vermeer).Si se pasan por alto las pistas narrativas -Ia carta, la mandolina,

    la marina- 1 0 mas llamativo es la relacion entre estas dos mujeresque compartcn un momenta intirno, y la forma en que Vermeer noscoloca en otra habitacion, destacando la intimidad del acontecimien-to y logrando ademas una sensacion de espacio domestico de formamuy original. Los diversos objetos de la casa -un cesto de lavar,una escoba, prendas de vestir, un par de zapatos- establecen el pre-dominio de las mujeres en este espacio. EI hombre, que es de supo-

    ner es quien ha enviado la carta, esta lejos; aunquc no 10 estuvicra,tend ria que pisar con cui d ado el piso de marrnol blanco y negro re-cien limpio. Cuando hay un hombre en un Vermeer, da la sensa-

    cion de que es un visitante -un intruso--, pues estas mujeres nosolo viven en esas habitaciones, las ocupan totalmente. Tanto si es-tan cosiendo como tocando la espineta 0 leyendo una carta, las mu-jeres neerlandesas estan solida, enfatica y satisfechamente en su casa.

    * * *

    La feminizacion de la casa en los Paises Bajos del siglo XVII fueuno de los acontecimientos mas importantes en la evolucion del in-

    terior dornestico. Tuvo varias causas, la principal de las cualcs fueel uso lirnitado que se hacia de los sirvientes. Ni siquiera la cas a masrica empleaba habitualmente a mas de tres sirvientes, mientras queuna familia burguesa tipica tenia, como mucha, una sola criada.Cornparese esto con los Brun que, adernas de sus tres cmplcados,

    tenian dos sirvientes, 0 la t ipica familia burguesa britanica de aque-lla epoca, que habria tenido por 10 menos media docena de criados.Las leyes neerlandesas eran explicitas acerca de las disposicionescontractu ales y los derechos civiles de los sirvientes, de forma quela relacion entre el empleador y el empleado era menos explotadoray mas estrecha que en otras partes de Europa; los sirvientes comiancon sus senores a la misma mesa, por cjemplo, y el trabajo domes-

    tico se cornpartia, en lugar de de1egarse. Todo ello producia una si-tuacion notable para el siglo XVII: las mujeres neerlandesas casa-das, independientemente de 10 ricas que fueran 0 la posicion socialque tuvieran, hacian la mayor parte de sus tareas dornesticas. Ha

    quedado registrado que cuando un enviado del stadhouder, el Princi-pe de Orange, visito a la viuda del almirante de Ruyter el dia si-guiente a la muerte de su marido, esta no pudo recibirlo, porque ha-cia poco que se habia torcido un tobillo ... [mientras estaba colgan dola ropa! 22. Cuando de W tte recibio el encargo de pintar un retratode la mujer de un burgues rico, Adriana van Heusden, la retrat6 decompras con su hija pequefia en un mercado de pescado de Ams-

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    (nd,1111. SCI!d imposiblc imaginar a una dama francesa 0 inglesa ricait;lciclIdo cso mismo, 0 deseando que se la inmortalizara en un am-bientc tan prosaico.

    Las mujeres casadas neerlandesas se encargaban de todo el cui-dado y la administracion absoluta de toda su Casa, segun Tem-ple 23. Esto incluia encargarse de la cocina. Los relatos conternpo-ranees de visitantes extranjeros eran claros a este respecto, aunque,especialmentc en el caso de los franceses, hacian observaciones tipi-

    camente despectivas acerca de 10 primaria que era la cocina de losholandeses. En todo caso, este pequerio cambio tuvo consecuenciasde gran alcance. Cuando los sirvientes se encargaban de la cocina,la habitacion que la con tenia estaba muy poco diferenciada de lasdcmas, y en todo caso se Ie atribuia una condicion secundaria. Porejemplo, en las casas burguesas de Paris, la cocina ocupaba una ha-bitacion frente al patio, sin acceso directo a las habitaciones princi-pales. En las casas inglesas de los barrios residenciales, la cocina,adyacente a la zona de 115scriados, siguio estando en cl sotano hastael siglo XIX. En la mayor parte de los appartements, la cocina noera mas que una cazuela que colgaba dentro de la chimenea.

    En la casa neerlandesa, la cocina era la habitacion mas impor-tante; segun su historiador, se promovio la cocina a una posicionde Iantastica dignidad, y se convirtio en algo intcrmedio entre untemplo y un museo 24. Alli estaban los aparadores que contenianlas mantclerias, la vajilla y la plata, tan apreciadas. En las paredescolgaban utcnsilios de cobre y de bronce muy rclucientes. La chi-menea era cnorme y cstaba muy decorada -demasiado para el gus-to moderno--, y no solo contenia el hogar con la tradicional olla col-gada sobre el, sino tam bien un tipo sencillo de mucble de cocina.El lavadcro era de cobre, a veces de marmol. Algunas cocinas te-nian bombas de agua interiorcs (hay una visible en el cuadro de deWitte) e inc1uso depositos con una reserva permanente de agua ca-liente. La presencia de esos articulos e instrumentos significaba laimportancia cada vez mayor del trabajo domestico y 1 0 mucho quese estaba empezando a apreciar la comodidad. Era logico. Por pri-mcra vez, la persona que estaba en contacto intimo con el trabajode casa se hallaba en condiciones de influir en el orden y la dispo-

    sicion de esta, Los sirvientes habian tenido que aceptar unos arre-glos incomodos y mal ideados porque no tcnian nada que decir ene 1 asun to. E1 ama de casa no, especialmcnte cuando era de ideas tanindependientes como la neerlandesa.

    La importancia concedida a la cocina reflejaba la posicion cen-tral de la mujer en la familia neerlandesa. E1 marido podia ser cl ca-beza de familia y dirigir las oraciones a las horas de comer, pero enlas cuestiones domesticas, ya no era el senor de la casa. Era la mu-

    jer, y no cl marido, quicn insistia en la limpieza y el orden, en granparte porque era ella quien tenia que hacer la limpieza. Ese simpleegoismo es una explicacion mucho mas convincente de 10 limpiasque estaban las casas neerlandesas que el clima 0 el caracter nacio-nal.

    Existen muchos ejemplos del orden dornestico que mantcnian lasmujeres en los Paises Bajos. A los neerlandeses les gustaba muchofumar, y sus mujeres hacian grandes esfuerzos para que las casas noquedaran impregnadas del olor a tabaco. Algunas mujeres inclusohacian que en sus contratos de matrimonio se incluycran clausulasde prohibido fumar; si todos los dernas recursos fallaban, destina-

    ban una habitacion fumador para sus esposos nicotinicos. En todocaso, una vez al ano se vaciaba toda la casa para hacer una granlimpieza (adem as de los lavados semanales regulares). Los hombres,a quienes se prohibia la entrada y se les privaba de cornidas cali en-tes, decian que cste periodo era un infierno. Las habitaciones derespeto tam bien se limpiaban regularmentc, aunque raras veces seusa ban. Un burgues confeso a Temple que en su propia casa habiados habitaciones en las cuales no Ie estaba perrnitido entrar, y enlas que nunca habia entrado 25. Aunque los hombres neerlandesesseguian con el sombrero puesto a la mesa (salvo al pronunciar lasoraciones) y raras veces se lavaban las manos antes de comer, se ha-

    bra iniciado la evolucion de los modales burgueses, en contraposi-cion a los cortesanos.

    Los visitantes foraneos consideraban extrafia la irnposicion de uncodigo especial de comportamiento dentro de la casa, aunque es po-sible que esa opinion estuviera prejuzgada, dado que todos los visi-tantes cuyas impresiones han sobrevivido eran hombres. Abunda-

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    b;\II rclatos sobrc 10 cstrictas, por no decir tiranicas, que eran lasarnas de casa neerlandesas; sin duda, much os de ellos eran apocri-fos. Pero todos indicaban un cambio en las condiciones domest icas.No solo la casa se estaba haciendo mas intima, sino que ademas, enel proceso, iba adquiriendo un ambiente especial. Se estaba convir-tiendo en un lugar femenino, 0 por 10 menos en un lugar bajo el con-t rol femenino. Ese control era tangible y real. El resultado era la lim-pieza y la imposicion de normas, pero tambien introducia en la casa

    algo que no habia existido antes: la domest icidad.El hablar de domesticidad es describir un conjunto de emocio-

    nes percibidas, no un solo atributo aislado. La domesticidad tieneque ver con la familia, la intimidad y una consagracion al hogar, as!como una sensacion de que la cas a incorpora esos sentimientos, yno s610 les da refugio. Lo que impregnaba los cuadros de de W ttey de Vermeer era el ambiente de domesticidad. El interior no erasolo un lugar para las act ividades domest icas -como 1 0 habia sidosiempre-, sino que las habitaciones y los objetos que contenian ad-quirian ahora una vida propia. Esa vida, naturalmente, no era au-tonoma, pero exist ia en la imaginacion de sus propietarios y, en con-

    secuencia, paradojicamente, la domesticidad hogarefia dependia deldesarrollo de una rica conciencia del interior, una conciencia queera rcsultado del papel de la mujer en la casa. Si la domesticidadfue, como ha sugerido John Lukacs, uno de los principales logros dela Era Burguesa, fue sobre todo un logro femenino 26.

    CAPITULO 4

    Comodidad y agrado

    ... e l b um g us to c on si st een sumar comodidad,f i rmeray agrado.

    JACQUES FRANQOIS BLONDEL

    Architec ture Francoise

    La int imidad y la domesticidad, los dos grandes descubrimientos dela Era Burguesa, aparecieron, como era natural, en los burguescsPaises Bajos. En el sig lo XVIII se habian difundido al resto del nor-te de Europa: Inglaterra, Francia y los Estados alemanes. La casa

    habia cambiado, tanto fisica como emocionalmente; a medida quehabia ido dejando de ser un lugar de trabajo, se habia ido haciendocada vez mas pequefia y, 1 0 que es mas importante, menos publica.Como tenia menos ocupantes, no solo se vio afectado su tamafio,sino tam bien el ambiente mismo dentro de la casa. Ahora era un lu-gar para el comportamiento personal e intimo, Esa intimidad se vioreforzada por un cambio en la actitud hacia los hijos, la prolonga-ci6n de cuya presencia altere el caracter publico medieval de la casagrande. La casa ya no era solo un refugio contra los elementos, unaproteccion contra los intrusos -aunque esas funciones siguieronsiendo importantes-, se habia convert ido en el contexto de una nue-

    va unidad social compacta: la familia. Con la familia vino el aisla-mien to, pero tambien la vida familiar y la domesticidad. La casa se I

    estaba convirtiendo en un hogar y, tras la intimidad y la domesti-cidad, estaba abierto el camino al tercer descu brimiento: la idea deconfort.

    Quiza parezca extrafio hablar del confort como una idea. Sin

    COMODIDilD Y AGRADO 11 7

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    FRANQOIS BOUCHER, M a da m e B o uc h er ( 17 43 ).

    duda es meramente una condici6n fisica; uno se sienta en una sillac6moda .. . y se siente confortable. ~Que pod ria ser mas sencillo? Se-gun Bernard Rudofsky, critico irascible de la civilizaci6n moderna,seria mas sencillo evitar totalmente las sillas y sentarse en el suelo.E I sentarse en sill as es un habito adquirido, como el de fumar, ymas a menos igual de sana, dice Rudofsky 1. Este enumera una se-rie de artefactos distintos -y segun el superiores- de otras cultu-ras y otros periodos. Incluye entre ellos las tarimas, los divanes, lasplataformas, los columpios y las hamacas, pero su alternativa favo-

    rita es la mas sencilla: el suelo.Las diferencias de postura, como las diferencias en los utensilios

    para comer (tenedor y cuchillo, palillos 0 los dedos, por ejernplo),dividen al mundo tanto como las f ronteras politicas. En cuanto a pos-tura, hay dos bandos: los que se sientan en sill as (elllamado mundooccidental) y los que se sientan en el suelo (todos los dernas) *. Aun-que no hay un tel6n de acero que separe a ambos bandos, ningu-

    no de ellos se siente c6modo en la postura del otro. Cuando yo comocon amigos orientales, en seguida empiezo a sentirme mal, sentadoen el suelo, sin apoyo para la espalda y con las piernas dormidas.Pero a los que se sientan en el suelo tampoco les gusta sentarse er-guidos. En una cas a india puede haber un comedor con mesas y si-lIas, pero cuando la familia pasa un rata de descanso durante el ca-lor de la tarde, los padres y los hijos se sientan juntos en el suelo.El conductor de un motocarro de Delhi tiene que sentarse, pero en

    lugar de hacerlo al estilo occidental, se cruza de piernas, con los piesen la banqueta, en lugar de en el piso (de forma que a mi me pareceprecaria yael c6moda). Los carpinteros canadienses trabajan de

    pie, ante un banco. Mi amigo guyarati Vikram, si puede, prefieretrabajar sentado en el sueIo.

    * Esta division bipart ita ha sido de una notable continuidad; so lo existe un 'e jemplo de civi lizac i6n en la cual hayan coexist ido el sentarse en si llas y en clsue-10 : l a China ant igua. Probablemente la si lIa l lego a China desde Europa ya en e lsiglo VI. Sin embargo, aunque los chinos uti lizaban mesas, si llas y camas altas,sus casas seguian conteniendo zonas con adminiculos muy bajos para scntarse 2.

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    d",,,,)',.l\l;d)ks .: cvit;UI, peru si no, una supcrficie lisa se parece rnu-dU;; cllalquicr otra superficie lisa. El sentarse en el suelo es n_atu-ral; por eso, la persona que 10 hace no piensa en como sentarse nicn donde. Eso no es decir que el sentarse en e1 suelo sea una grose-ria, al ig-ual que ocurre can otras actividadcs humanas, puede com-portar una etiqueta y un decoro. Por ejemplo, los japoneses nuncase sientan en el propio suelo, siempre en una plataforma elevada.Los arabes sauditas se sientan en unas alfombras de gran belleza.

    No se trata de que ese habito sea inferior, ni menos comedo, sinode que en ninguno de esos casos se hace explicito el confort.El sentarse en una silla es otro asunto. La silla puede ser dema-

    siado alta 0 demasiado baja. Puedc hacer dafio en la espalda, 0 enlos muslos. Puede adormecer al que se sienta, 0 ponerlo nervioso, 0dcjarlo con dolor de espalda. La sill a ha de estar disefiada para acO-modar la postura del cuerpo y en consecuencia plantea cuestionesdiferentes a las que tiene ante si quien construye una plataforma. al-fornbrada. Los muebles obligan ala civilizacion sentada a estudiar,

    tarde 0 temprano, la cuestion del confort. ., .El problema del confort en la postura sen~ada en sIll~ tardo ~l-

    glos en resolverse. Aunque ya 10 hab ian descub ierto los antiguos gne-gos, siguio olvidado y dejado de lado. Los historiadores del m~e~lesenalan inevitablemcnte a nuestra atencion los cambios en el disefioy la construccion de las sillas y nos permiten olvidar un ingredientemas importante: los cam bios que ocurrieron en quienes se senta~a?en ellas. Pues la principallimitacion al disefio de muebles no era Ull-camente tecnica -como hacer la silla-, sino tambien cultural, comousarla. La butaca tenia que ir precedida del deseo de sentarse como-

    damente.La silla fue respondiendo a la forma en que la gente deseaba sen-

    tarse. Como se ha sefialado, durante laEdad Media la funcion pri-mordial de la silla era ceremonial. El hombre que sc sentaba era im-portante -de ahi ~l termi~o ingles =r: [pres~dente]- y s~ p_o,s-tura digna y erguida reflejaba su condicion social. Esa aSOCIa.clOndel asiento en S I con la autoridad ha seguido formando parte inte-grante de la cultura europea y americana: seguimos habla~do del si-llon presidencial 0 de tomar el asiento del conductor. El director de

    cine sigue teniendo su nombre en la silla, aunque s610 este impresoen la lona. Hay incluso asientos imaginarios, como las catedras uni-versitarias, 0 los puestos en los consejos de administracion. En mipropia universidad, el catedratico que cumple veinte alios de servi-cio no recibe un reloj, sino un sillon de madera con el sella de la uni-versidad.

    Aunque las sillas empezaron a pres tar servicio a actividades mascot idianas, como comer 0 escr ibi r, la postu ra sentada evoluciono len-tamcnte. A 10 largo del Renacimiento y el Barroco, aunque aumcn-to la cantidad de muebles europeos para sentarse, servian para lapos tura esenc ialmen te e rgu ida fomen tada por las s illa s mas an tiguas .Incluso los domesticados neerlandeses del siglo XVIl segufan sen-tandose firmemente en sus sillas de respaldo recto, Con ambos piesfirmemente en el suelo.

    La sill a adquirio un papel diferente en la Francia de Luis XIV,que fue una epoca de logros militares, politicos, litcrarios y arqui-tectonicos prodigiosos. Tambien fue el periodo en que el mobiliariose elevo al nivel de una de las bellas artes. Llego a considerarse comoparte integrante en la decoracion de interiores, y las clisposicionesdesordenadas de los mueb1cs de l pasado ccd ieron cl puesto a una de-coracion estrictamente ordcnada. Las ilustraciones del palacio realde Versalles muestran una mesa entre cada par de ventanas, una co-moda a cada lado de la puerta y un tabu rete en la base de cada pi-lastra. Como la funcion de los muebles era destacar y realzar la ar-quitectura de las salas, no recibir a gente, las si11as estaban disefia-das para ser admiradas, pero no, pOl' extrario que parezca, para sen-tarse en ellas. Se alineaban en mas ordenadas contra la pared, comosoldados. Se dice de Luis XIV, que era un tanto tiranico, que unavez amonesto a su amantc por dejar una silla en medio de la habi-tacion, en lugar de devolverla a su lugar correcto contra la pared.

    Aunque la funcion de la si11a e ra secundaria, sf desernpefiaba unimportante papel en la etiqueta de la corte. En una oficina moder-na, el tamafio de la silIa de un ejecutivo indica su categoria y su in-fluencia; analogamente, en VersaIles, el tipo de silla en que se per-mitia sentarse a cada uno denotaba rango y posicion social. En al-gunas habitaciones no se perrnitia sentarse a nadie mas que al rey:

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    ('I dOrlIlitorio real no con tenia sillas para los visitantes en absoluto.En cl resto del palacio imperaba una jerarquia estricta, Los sillonescstaban reservados para el Rey Sol, y no se permitia a nadie massentarse en ellos. Las sillas sin brazos estaban reservadas para losmiembros del entorno real inmediato. Determinados miembros dela nobleza podian utilizar taburetes sin respaldo, y las personalida-des menores se sentaban en taburetes plegables sin cojines. Como

    el numero de esos taburetes estaba estrictamente controlado -uninvcntario levantado cuando muri6 Luis XIV mostro que solo ha-bia 1.325, en una epoca en que la poblacion diurna de Versalles as-cendia a muchos miles de personas-, el resultado general era unjuego de sillas musicales en el cual la mayor parte de los cortesanosse quedaba en pie 4. Cabe imaginar que cuando estaban sentadosno se relajaban; colocados en sus taburetes, asurnian una postura defirrnes sentados. Aunque esa curiosa etiqueta de las sill a s impera-ba sobre todo en VersaIles, y no en las casas burguesas, dificilmentecabria esperar una evolucion hacia un mayor confort en esas cir-cunstancias, Habia ebanistas como Golle, Cucci y Boule que crea-

    ron piezas de una belleza extraordinaria -especialmente escritorios,armarios y comodas=-, pero los muebles para sentarse se quedaronestancados en una incomodidad dorada.

    Todo esto tardaria poco en cambiar: con la muerte de Luis XIVen 1715 y la Uegada al trono de su joven bisnieto Luis XV, a la for-malidad sucedi6 la vivacidad, a la grandiosidad la intirnidad y a lamagnificencia la delicadeza. Versalles en el siglo XVIII, escribeNancy Mitford, presentaba el espectaculo nada edificante pero ani-mado de varios miles de personas que vivian para el placer y que 1 0pasaban muy bien 5. Nuestra imagen de este periodo ha estado co-loreada por la actitud desaprobadora del historiador victoriano -ydel pacato del siglo XX- para quien la persecucion del placer equi-valia a despilfarro derrochador y un estilo sofisticado de vida a viicorrupci6n. Sin embargo, fue precisamente durante este periodo, ydebido sobre todo a sus intereses hedonisticos, cuando aparecieronlos primeros muebles confortables.

    El sentarse ya no era algo ritual 0 funcional, sino que se convir-ti6 en una forma de descanso. Las personas se sentaban unas allado

    de otras para escuchar musica, conversar, jugar a las cartas. Sus pos-turas al sentarse reflejaban un nuevo sentido del tiempo de ocio: loscaballeros se echaban hacia atras y se sentaban con las piernas cru-zadas -una postura nueva-, y las damas se reclinaban. Se pusie-ron de mod a las actitudes despreocupadas. Las sillas se adaptarona esas nuevas posiciones, es decir, se adaptaron, por primera vez des-de los griegos antiguos, al cuerpo hurnano. Los respaldos formaban

    un angulo en lugar de ser verticales, los brazos se curvaban en lugarde ser rectos. Las sill as eran mas anchas y mas bajas y perrnitianmas flexibilidad al colocar el cuerpo. EI tipo mas cornun de asientoera la butaca tapizada con un respaldo curvo y acolchado, y muchomas arnplia que las sill as del pasado. La persona sentada en ella po-dia girar en un sentido 0 en otro, apoyarse en los brazos acolchadosy conversar c6rnodamente con su vecino 0 vecina. Los taburetes noeran para sentarse, sino para poner los pies en elIos, otra posturatipica. Habia asientos para dos y varios tipos de divanes cuyos nom-bres -otiomane, sultane, turquoise- recordaban, al igual que la propiapalabra sofa, la inspiracion arabe de esos asientos bajos y acol-

    chados. Las rnujeres se reclinaban en la tum bona, que tambien sepodia utilizar como sofa.Los franceses resolvieron el problema de la cornodidad de los

    muebles de forma caracteristicarnente racional. No abandonaron eltipo formal y tradicional de muebles que habian caracterizado losinteriores de Luis XIV, sino que crearon una nueva categoria deasientos adicionales, no sometida a la presion de unas necesidadesestrictamente esteticas rigidas y que podia responder a su deseo deuna postura sentada mas relajada, A esos dos tipos de asiento se losl1amaba sieges meublants y sieges cow-ants 6. En primer termino se refe-ria al tipo de asiento que seguia considerandose como parte del de-corado. Tarnbien se los lIamaba rnuebles arquitectonicos y eranlos que elegfa y colocaba el arquitecto; al igual que los cuadros, queno se colgaban al azar, sino que se pintaban expresamente para unapared determinada, quedaban integrados permanentementc en ladecoraci6n de la habitacion. EI pesado fauteuil a la reine, que teniaun respaldo vertical y estaba apoyado contra la pared, recibi6 esenombre en honor de la esposa del rey. Los sieges meublanis raras ve-

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    "1.1 (:.IS.I. I IIS (I i/Ut il l/ ; I IN, I /IJI';,I CO MOD lJ )A J) Y A ( ;R A D O

    ('CS SC (Illitaliall de sus lugarcs preordenados, de hecho tan raras ve-ccs que corno los respaldos de las sillas nunca se veian, muchas ve-ces so dejaban sin acabar.

    En cambio, los s ieges courant s, eran al mismo tiempo m6viles ypara el uso diario (courant significa ambas cosas en frances). No te-nian un lugar fijo y eran 10 bastante ligeros como para trasladarloscon facilidad de un lado a otro de la habitacion, Se podian colo car

    en agrupaciones informales, en torno a una mesa para el tc 0 en gru-pos para las conversaciones. A esas butacas ligeras se las Ilamabafa ute ui ls e n c ab rio le t;es decir, literalmente, sillas de cabriola. Mien-tras que los s ieges meublan t sse utilizaban en los salones, los s ieges cou-rants estaban disefiados para un uso informal y eran los muebles parael tocador y para el cuarto de estar mas intimo. No estaban limita-dos por las necesidades formales de la decoraci6n arquitect6nica,que tendia a ser rectilinea, sino que podian asumir nuevas formasfluid as que se basaban en la postura sentada, en lugar de en la es-tetica formal.

    La distinc ion en tre muebles fijos y transportables tarnbien exis-

    tia entre los diferentes tipos de mesa. Ademasde los grandes escri-torios y de las mesas con tablero de marmol, que se colocaban deforma decorativa peropoeo practica contra la pared, habra piezasmas pequefias, destinadas a un uso mas intirno 0 personal. Habiamesas para leer, mesas para jugar y mesillas de noche. Estas se so-Han construir ingeniosarnente con cajones de diferentes tamafios ytableros que se deslizaban-oplegaban..Habia una gran cantidad demesas de vestidor -para ambos sexos-, asi como para lavabos. Lasmujeres escribian muchas-cartas y diarios, y para esa actividad seles hacian escritorios y -mesitas especiales. El apartamento de unadama tambien contenia mesitas para costura, para el desayuno yparaservir la nuevaimportaci6n de moda, e1 cafe.

    La diversidad de tipos de mueble en la Francia del siglo XVIIIreflcjaba la especializaci6n que se estaba produciendo en la dispo-sicion de la casa; las diferentes habitaciones iban adquiriendo fun-cionesdiferentes. La gente ya no comfa en la antesala, sino en uneomedor adecuadamente amueblado. Ya no recibia a los visitantesen sus dormitories, sino en un .salon; los caballeros tenian sus estu-

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    dios, las damas sus tocadorcs -en parte vestidores y en parte cuar-tItO~ d e.estar- donde se podia recibir a los mas intimos. Todas esashabitacion-s eran mas pequefias, menos grandiosas y mas intimasq.ue en el pasado. Ya no estaban organizadas enfilade, en largas filas,sino de ~or~~ m:nos ceremoniosa, de modo que se podia Uegar auna ?abltaClon sin pasar por otra. El sitio donde se dorrnia ya noe~a sl.mplem~nt~ una habitacion: ahora era una camara. Las ha-

    bitaciones piiblicas se segu ian llamando salles (de ahi salle a manger-comedor- y salon), pero el dormitorio era una c ha mb re d c ou ch er*

    !foy dia, cuando los criados se han convertido en un lujo, se los'exhibe ostentosan;ente. N? ocurrfa 10 mismo en el siglo XVIII,cuando se empezo a considerar que los sirvientes inquisitivos vmurmuradores cran unos intrusos en la intimidad de sus senores'.El pabellon de caza de Luis XV en Choisy con tenia un mecanis-mo que permitia .subir una mesa completamente puesta al come-dor desde las cocinas de abajo, eliminando la necesidad de sirvi-en.tes y permitiendo que el rey y sus amigos gozaran de total inti-midad. En Versalles era costumbre que se hieiera salir a los criadosy que el propio rey sirviera a sus invitados despues de las cenascuando la cornpafiia se retiraba al salon a tomar cafe. '

    El s ig lo XVIII se caracterizo por el deseo de mas intimidad; sehallaba tanto en la casa burgucsa como en el palacio. Desde la EdadMedia, los sirvientes habian dorrnido en las mismas habitacionesque sus senores 0 en una habitacion al lado. Se los llamaba a pal-mada,s 0 t~ea~do una camp~nilla. ~n el s~glo XVIII, laocampanillaquedo sustituida por el cordon del timbre . Esc mecanismo activa-ba un complejo sistema de cables y poleas que hacia sonar una cam-pana en otra parte de la casa. Se invento porque el nuevo sentido

    de intimidad familiar exigia mantener a distancia a los sirvientes. Es-tos estaban alojados en alas separadas 0 en un cuartito entre dos pi-

    * ~sa misma distinci6n existc en italiano (sala y camera); en inglesya no scutilizala antl~ua palabra bedchamber,aunque en la profesi6njuridica al dcspacho privado~e un JUCZ sc Ie srgue Ilamando chambersy los juicios a puerta cerrada se Hamani n c a me r a.

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    , ,so.'), (UllScgllido al rcbajar cl techo del dormitorio. Se hacian otroscsluorzos pur lirnitar 1a intrusion de los sirvientes. Por ejempIo, lacrccicnte popularidad de las estufas durante el siglo XVIII se debi6en gran medida a la forma en que se podian alimentar, por un agu-jero en la pared de un cuarto adyacente. Otro mecanismo que se in-vcnto en esta epoca -tambien destinado a mantener a distancia alos sirvientes- rue el montaplatos, que en ingles recibe el significa-tivo nombre de dumbwaiter [eamarero mudo] *.

    El Versalles de Luis XIV habia sido una casa grande, la ma-yor de Francia. Era un lugar publico, con pocas restricciones encuanto a los lugares a los que podian ir los cortesanos y, en conse-cuencia, con poca intimidad. Eso ernpezo a cambiar. Lo primero quehizo Luis XV al ir a vivir a Versalles fue reorganizar sus aparta-mentes. Permanecio el enorme dormitorio oficial, al igual que las ce-remonias del lever y e l coucher -aquellos extrafios espectaculos pu-blicos en los que se contemplaba al rey despertarse 0 irse a descan-sar-, pero ahora eran puros forrnulismos; el rey dorrnia cn otra par-te y en la intimidad. Sus apartamentos privados, a los cuales estabarestringido el acceso, se llamaban los Pe ti ts Appar tement s, no porquefueran pocos (habia cincuenta), sino porque las habitaciones en S 1eran pequefias, al mcnos eonforme a los criterios de la epoca. Lascamaras reales, que algun ingenioso bautizo nidos de ratas, in-cluian pasajes secretos, escaleras ocultas y muchas alcobas y habi-taciones intimas, todas ellas exquisitamente decoradas y amuebla-c1as.

    EI que e l rey, hasta entonces una figura publica, sintiera la ne-cesidad de intimidad es ejemplo del alcance de la influencia de losvalores burgueses en la vida de la corte y, en este caso, de la in-fluencia de aquella gran burguesa que era Jeanne-Antoinette Pois-son, mas conocida como Madame de Pompadour. Durante una bre-ve temporada fue la amante de Luis XV, y despues su confidente,

    * La misma tecnologia se utilize para el func ionamiento de los levantasillas,que eran frecuentes en las casas de los ricos. Madame de Pompadour tenia unoprivado que la lIevaba a su apartamento del segundo piso de Versalles; en el hotelLuxcmburgo el mecanisme llegaba a todos los pisos 8.

    amiga y consejera durante casi vcinte aiios. Gran aficionada a in-tervenir en politica, tam bien era la rnediadora de la moda de la cor-te y, en eonsecueneia, de los estilos en general. No solo fomento elinteres de Luis por la arquitectura domestica, sino que tambien laoriente hacia 10 pequerio, 10 precioso y 10 intirno. En una carta auna de sus amistades describia e l Hermitage, su rcsidcncia de Ver-salles: mide dieciseis varas por diez, nada mas, de manera que yacomprenderas 10 grancliosa que es; pero alli pucdo estar a solas, 0

    con e1 rey y unos cuantos mas, de modo que estoy contcnta 9. EIHermitage era la mas pequefia de sus casas, pues construyo 0 reno-vo media docena. Tras despertar el interes del rey por la decora-cion, 10 mantuvo fascinado con un proyecto tras otro. Aquello pro-movie una moda general de la decoraci6n de interiores que facilit6y acelero la introduccion de ideas modernas, como la de 10 priva-do, 1

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    I.I( HIli Cli I( 11111;1 de ('() II ella:>, lollajc y molduras, gcneralmente sobre-dOlada:>. Sc dccoraba todo 10 que podia decorarse. Aunque la eje-cucion era muy diestra y delicada, el efecto global de tanta orna-mentacion podia ser abrumador. El estilo arquitectonico no es eltema de este libro, pero solia constituir una indicacion de las acti-tudes del publico en cuanto al estilo e imponer limites a como se po-dian organizar las casas. En este caso, 10 interesante es la forma enque se aplicaban los ornamentos rococo. El historiador de la arqui-

    tectura Peter Collins ha seiialado que J ean-Fracois Blondel, disefia-dor de muchos interiores rococo famosos, nunca utilize esa ornamen-tacion en las fachadas de sus edificios, que siempre eran severamen-te clasicas 10. De hecho, en los exteriores de los edificios francesescasi nunca se encontraban rasgos rococo (aunque sf que aparecie-ron, mas tarde, en Italia yen Espana). El rococo fue el primer estiloque se elaboro exclusivamente para el interior, y no para el exterior.Esto no solo subraya que ahora se pensaba que los interiores de lascasas eran muy diferentes de los exteriores, sino tarnbien que se es-taba estableciendo una importante distincion entre la decoracion de

    interiores y la arquitectura. Esta distincion no era tan obvia en t on-ccs como parece ahora; anteriormente, la arquitectura de las habi-tacioncs habra sido la de las fachadas, dada la vuelta. Hasta el ro-coco no pudieron arquitectos como Blondel especializarsc en la de-coracion de interiores. Ello acelero el aumento del confort domes-tico y, ala larga, permitio los cam bios que seguirian. Mas adelante,cl rococo sc veria sustituido por otros estilos, pero persistiria el con-vencimiento de que el interior de un edificio se debia considerar porseparado de su exterior.

    * * *

    Los principios que regian el diseiio de edificios durante este periodolos explico el gran arquitecto y educador f rances Jacqucs-Fran

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    I1,"111, 1.1.1 1I1,11/JlII,1 lil, / , Y,I !!ileA

    ,lIkII;I.'-; IIwjor;ilxl la combustion, al proyectar mas calor hacia la ha-bitacioll. Tanto si la eombinaci6n de habitaeiones mas pequefias conchimcncas mejores fuese una revolucion en la calefaccion, comoafirma Braudel, como si no 10 fue, por 10menos si que fue una granmejora en una esfera que hasta entonees se habia descuidado 12, Las

    casas nuevas se construian con esas ehimeneas mas pequenas y efi-caces; las chimeneas viejas de las casas ya existentes se redujeron de

    tamafio y se reconvir tieron. La ef icacia de esas nuevas chimeneas sevio aumentada por el ernpleo de pantallas plegables, que pod ian po-nerse detras de las persona sentada para contener el calor y reducirel tiro. EI confor t aumento mucho.

    Tambien se pusieron de mod a entonces las estufas de porcelanautilizadas en Alemania. Genera1mentese colocaban en un nicho, deforma que se pudieran alimentar par un agujero en la pared de unaantesala adyacente. Como se consideraban esteticamente inferioresa las chimeneas -aunque eran mas eficientes como sistemas de ca-lefaccion+-, al principio las estufas solo se instalaban en los come-dares y las antecamaras. Sin embargo, a partir del decenio de 1750,triunfo su calor limpio, sin humo y radiante, y empezaron a utili-zarse tambien en habitaciones mas importantes 13. De todos modos,el buen gusto cxigia que en las casas a la moda se disimularan lasestufas, por 10general como una especie de credencia 0 de urna de-

    corativa.Otro aspecto de la eomodidad era la mayor frecuencia del cuar-

    to de bafio, 0 mas bien de banos, como se llarnaba en frances,

    pues muchas veces esas habitaciones contenian dos bafieras, unapara lavarse y otra para enjuagarse. EI palacio de Versalles conte-nia por 1 0 menos cien cuar tos de baf io; solo en los apartamentos rea-

    les habia siete. Los banos solian contener bides -artefac to iitil encste periodo ardiente-, pero no retretes. Un tipo inicial de retreteestaba en el Iugar ingles (extrafio nombre, dado que los retretes

    c 14del tipo del w a te r c lo s eteran desconocidos entonces en Inglaterra) .Mas frecuente que ese tipo era el retrete cerrado tradicional que te-nia su propio cubiculo 0 se dejaba, sin mas formalidades, en una an-tecarnara cerca del dormitorio.

    No esta claro que prioridad tenia la limpieza durante el siglo

    COMOlJlf)/l/) 1'/1GlIilf)() 10 1

    XVIII. Nuestros antepasados del siglo XIX estaban convencidos degue la Francia de Luis XIV era un pais liccncioso y, en consecuen-cia, poco higienico. Siegfried Giedion, un escrupuloso suizo, mante-nia que faltaba el sentido mas elemental de la limpieza 15. Otroshistoriadores son menos catcg6ricos 16. POl'o tra parte, los datos su-gieren que el bafiarse se consideraba como una forma agradable depasar el tiempo, en lugar de una nccesidad, y los cuartos de bafio

    se consideraban un accesorio de moda -POl' cjemplo, destinados adarse un baf io caliente para descansar-, y no una instalacion ne-cesaria. ~Como, si no, explicar la frecuencia de datos sobre la ins-talacion de cuar tos de bafio que despues se eliminaban caprichosa-mente? En cambio, la atencion que se prestaba al suministro de aguacaliente, y la complicada decoracion de esas habitaciones, indicabaque la limpieza, 0 pOl' 10 menos el bafio, iba adquiriendo mas im-portancia. Los planes de Blondel de una casa grandiosa muestrantres bafieras en una gran habitacion, aunque esta se halla situadade forma no muy practica al extremo de una enfilade, junto a unabiblioteca y a cierta distancia de los dormitorios 17. Sin embarge, nohabia cuartos de bafio mas que en las casas de los rieos, y las ba-rieras porta tiles con capacidad para todo el cuerpo humano no se hi-cieron populares hasta fines de siglo, y hasta entonces la mayor par-te de la gente hacia sus abluciones en lavabos de cobre 0 de porce-lana. Pero ni siquiera las casas burguesas carecian de sus refina-mientos. Un inventario (1771) de la casa de Jacques Verberckt, car-pintero de la corte a quien se deben algunos de los preciosos panelesde madera de VersaIIes, comprendia un grifo montado en Ia paredy un lavabo de cobre especialmente ideado para lavarse las manos.Se hallaba en el vestibulo adyacente al comedor 18.

    ~Era la busqueda de comodidad una fuga pagana de la religio-sidad medieval que durante tanto tiempo habia dominado el amo-blamiento domestico? J. H, B. Peel ha sugerido que la preocupaciondel siglo XVIII con el confort mater ial fue resultado de la decaden-cia de la fe reIigiosa 0, en todo caso, de la disminucion del fervorreligioso 19, Desde Iuego, resulta dificil imaginar una sociedad masmaterialista que la de Luis XV, pcro se trataba de una sociedad com-pleja, llena de contradicciones (como todas las sociedades) y nos re-

    "l'\llllllLLLLL~L~L~LL~LLLLLLLLtl~~~~~~~~~' ~~~~L~~~! (.'tJ,IItJ/I/lI,1/1 I' ,1/;/1,1/111 1 1 1 1

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    1.;1 I.'/ISII: IIIS'/,OIUA VI;' UNA WEA

    sulta dificil comprenderla. Era una sociedad .que oraba. y jugaba. Subusq ueda del placer la impulsaba hacia el lujo a veces Insul.tantc delrococo, pero tambien, al mismo tiempo, la llevo a d~scubnr el con-fort. Nuestra preocupacion modern a por la c~h.erenCla ~e. queda bo-quiabierta ante el siglo XVIII. Nos resulta ~ih~Il reconClhar.el gustode Luis XV por la opulencia y su reconocirruento de un pmtor. deescenas domesticas como Chardin, dos de cuyas escenas de la vidahogarefia burguesa poseia el rey. 0 comprender los valores ~e unmonarca que adoraba la caza (se dice ~e eI q.ue mato ~OOciervoscada afio de su vida de adulto) y, al rmsmo tiempo, cnaba perso-nalmente palomas y conejos en el tejado de su palacio. Tampoco re-sulta Iacil distinguir entre 10 que se hacia por placer y 10 que eramera ostentacion. Cuando Luis y su amante se ocultaban en el Her-mitage y ella Ie hacia unos huevos pas ados ~or agua, ~esta.ban bus-cando la comodidad 0 la ernocion vicaria de Jugar a las casitas? ~Es-taban las damas de los cuadros de Francois Boucher tranquilamen-te relajadas como 1 0 parecian 0 eran sus posturas tan afectadas como

    su forma de hablar 0 de andar? *. .'En to do caso, las mujercs tenian una enorme influencia en losmodales de la epoca. Muchas veces se ha calificado defcmenino alrefinamiento delicado del roCOCOfrances. Lo era, y no solo en el s~n-tido metaforico. Si los interiores y los muebles de las casas refleja-ban una sensibilidad diferente no era solo porque Luis XV -yenconsecuencia su corte- estuviera dominado por Madame de Pom-padour, sino porque toda la vida social durante el a nc ie n r eg im ees-taba dominada por las mujeres.

    La preeminencia de las mujeres en la vida social y cultural fran-cesa no comenzo en el siglo XVIII. Las grandes mecenas como ~a-dame de Sevigne, Madame de Maintenon, Ma~ame de Geoffnn yla Marqucsa du Defland habian estado preced~das por l~ famosag ra nd e d am edel siglo XVII, Marques~ de R_amboUlllet, cuya introduc-cion del dormitorio privado ya ha sido senalada. Su casa (que se de-

    * El cont on eo de Ve rsal le s con sist ia e n una se rie de p asi tos ap rcsurado s yarrastr an do l os pi es. Las mu je re s ll ev aban un as fal das l argu fsi m~s susp en di das so-

    b re un e nt ramado d e alarn bre , y e so le s daba el aspecto de deslizarse.

    cia hahia disciiado ella misma) s liptTaha il1dllsO ;, 1:1 Ill k 11';11('( 111111centro de artes.Tctras y modas. Sc diCl~ qllc St' delJi('. :I LI I hHllI('~j;lde Borgofia, nieta de Luis XIV, la illl()l'Jllalidad del eslil" Rq~('Il('i:1que caracterizo los ultimos an os del rcinado de aqlln. Pno rile tI"rante el siglo XVIII cuando las mujercs aristocratas y b tlq ~\II' Sali !' lCestablecieron plena mente como arbitros de las costumbn-s. Sit ill-fluencia se manifesto de muchas formas, pero espccialmcntc en clefecto de ablandamiento del decoro y el cornportamiento domcstico,que se hicieron mas intimos y relajados. Igual que la mujer holan-desa introdujo la domesticidad en el hogar, la frances a exigi6 y ob-tuvo unos muebles menos ceremoniosos y mas cornodos. El toque fe-menino produjo, sin duda, resultados diferentes en Francia a los dela domesticidad hog arena de Holanda, pero fue un paso igualmcnteimportante en la revolucion de la casa,

    En ninguna parte era mas evidente la influencia de la mujer enla moda que en cl gran mirnero de nuevos tipos de muebles para sen-tarse y recostarse que se disefiaban especialmente para elIas. Pode-mos estar convencidos de que las mujeres de la clase alta influyeron

    en la evolucion de los muebles, pues entonces era frecuente que losaristocratas desempefiasen un papel activo en el amoblarniento e in-cluso el disefio de sus casas 20. Habia diversos tipos de tumbonas ybutacas que se creaban exclusivamente para que los usara la mujer.La marquise y la duchese, dos tipos de sillas basculantes, nos recuer-dan quienes fueron las prirneras en encargarlas, Incluso la ornnipre-sente butaca tapizada debia su forma a las mod as femeninas: los bra-zos colocados bien arras dejaban espacio para sus exagerados peina-dos.

    La produccion de esos muebles estaba en manos de ebanistasque, con el tiernpo, fueron haciendose cada vez mas diestros en lacomprension de los aspectos ergonornicos, ademas de los decorati-vos, de su oficio. Hoy dia admiramos los ultimos, pero fue el cono-cimiento de los primeros 10 que constituyo su mayor logro, puesaquellas preciosas sillas rococo eran, sobre todo, muy cornodas. Ellase debio en gran medida al uso cor r ecto del almohadillado. Las si-llas medievales, que tenian asientos lisos de madera, casi nunca ha-bian estado aimohadilladas, sino que se colocaba en ell as un cojin

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    _blaudo, Despues se utilizaron diversos materiales como e 1 cuero, laenea y los juncos para hacer asientos algo mas comodos. Inevitable-mente, se hicieron tentativas por fijar cl cojin a la silla para que nose cayera, 10 cual llevo hacia fines del siglo XVII a los asientos al-mohadillados. Esta evolucion llego a su apogeo en los muebles ro-coco franceses, cuando se almohadillaban los asientos, los respaldose incluso los brazos de las sillas.

    La comodidad en el asiento se logra cuando el cuerpo esta bienapoyado; no es tan facil como parece. De hecho, es un asunto tancomplicado que 10 sorprendente no es que en la Edad Media se 01 -vidara como hacer sillas comodas, sino mas bien que los griegos 10descubrieran. Para asegurar la comodidad -es decir, la ausencia deincomodidad- la silla debe atender simultanearnente a varias con-diciones. Debe estar 10 bastante almohadillada para impedir que loshuesos esten sometidos a presion, pero no tanto que los muslos y lasnalgas esten dolorosamente apretados contra la base de la pelvis. Labarra delantera de la silla necesaria por motivos estructurales debeestar situada mas baja que el cojin, pues si no se clavara en e l mus-

    10. Hace falta un respaldo, pues quien esta sentado debe estar maso menos erguido. Sin embargo, un respaldo totalmente vertical re-sulta incornodo; 10 ideal es un angulo ligeramente inclinado haciaatras, preferiblemente algo curvado para ajustarse a la columna ver-tebral, que no es recta. Sin embargo, el angulo no debe ser dema-siado pronunciado, pues si no la persona ira cayendo hacia adelan-teo Si cl cuerpo cae hacia adelante, el peso dejara de apoyarse en laregion lumbar y el pecho quedara doblado contra el estornago. Ellocausara un ligero hundimiento de los pulmones, con la reduccionconsiguiente de la entrada de oxigeno.y fatiga 21.

    Esa es una explicacion de por que el mundo se dividio entre quie-nes se sientan en sillas y quienes se sientan en el suelo. La coinci-den cia de todos los factores necesarios para estar sentado comoda-mente es tan improbable, la probabilidad de mala sensacion e inco-modidad es tan grande, que no resulta dificil irnaginar que muchasculturas, tras haberlo intentado, abandonaran el esfuerzo y recurrie-ran sabiamente a sentarse en el suclo. Esa opcion, a su vez, habriaafectado a la evolucion de los muebles en general, pues al no haber

    )() 105

    sillas no se necesitarian mesas ni escritorios, y es poco probable queuna sociedad que se sienta en el suelo desee rodearse de otros mue-bles verticales como aparadores, cornodas y estanterias.

    Los ebanistas del rococo resolvieron todos los problemas queplantea el sentarse comodamente en una silla. Existen pruebas deque gozaban de acceso al estudio de la relacion entre los malos asien-tos y los defectos de postura, que ya en 1741 habia publicado en

    Francia Nicho las Andry de Boisregard 22. Andry no solo sefialo comoun asiento mal disefiado afectaba al cuerpo, sino que incluso sugiriolas dimensiones adecuadas de diferentes tipos de sillas. En partecomo resul tado de esos analisis y en parte por tan teos y retractos,los ebanistas franceses elaboraron soluciones a las formas de scntar-se que los disefiadorcs mas modernos no han podido mejorar.

    Los asientos de las sillas se almohadillaban con crin de caballo,que aportaba un apoyo firme; las sillas para mujeres, que tenian quesoportar menos peso, solian almohadillarse con plumon (no se co-nocian los muelles, que no se empezaron a utilizar en general hastael decenio de 1820). El almohadillado no era liso, sino que se Ie daba

    una forma convex a (bambi), que absorbia el mayor peso en cl centrodel asiento y adem as impedia que la barra dclantera se c1avara enlos muslos. Los respaldos en angulo ya se habian descubierto en elsiglo anterior; cuando estaban almohadillados, como ocurria demodo casi invariable, tenian una forma levemente curvada. El al-mohadillado se recubria con brocados de seda, terciopelo y tapice-ria bordada, cuyos elementos tenian todos textura (al contrario quela madera 0 el cuero) e impedian que la persona sentada se resba-lara hacia adelante.

    Esta explicacion del logro de la comodidad puede resultar de-masiado clinica. Las sillas eran cornodas porque sc acomodaban a lamorfologia humana, pero tarnbien porque daban acogida a las pos-turas de la epoca. La languid a tum bona fomentaba una intimidadfacil, por no mencionar al amor. Los sofas no eran anchos para quese sentara mucha gente en eIlos, sino con objeto de dejar espaciopara los grandes gestos, la pierna subida, el brazo puesto en el res-paldo, y para las amplias ropas de la epoca. La ancha butaca pcr-mitia toda una serie de posiciones. La sociedad del siglo XVIII se

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    caracterizaba por la animacion y el movimiento; muchos cuadros

    mucstran a hombres y mujeres sentados de lado 0 apoyados en elrespaldo de la silla. Mientras que en el siglo XIX la gente se sentabaa solas, 0 debidamente separada en sillas muy mullidas, en el XVIIIsolian reunir sus sillas poco pesadas para facilitar la intimidad y la

    charla.

    Las sillas francesas se identificaban con una gran variedad de nom-

    bres. No eran etiquetas tecnicas (como en ingles shield-back 0 ladder-back), sino nombres afectuosos y. encantadores, que siempre eran degenero femenino. La' pastora {bergere)era una butaca pequefia conun respaldo macizo curvado y almohadillado y un mullido cojin deplumon; la miradora (ooyeuse}era una silla con un rail alrnohadi-l lado a 10 largo de un respaldo alto, que perrnitia a una persona apo-yarse en ella por detras y contemplar una partida de cartas 0 par-ticipar en una conversacion. La veladora (oeilleuse) era un divan bajopara tenderse en el, La calentadora (chauffeuse) era una sillita sinbrazos con patas cortas que podia acercarse a la chimenea mien trasse vestia uno; como era baja, resultaba mas facil ponerse las me-

    dias, de ahi su nombre moderno de calzadora.Los muebles siempre han tenido una funcion simbolica, ademas

    de utilitaria. Hoy dia los muebles rococo del siglo XVIII, especial-mente cuando son autenticos, expresan la riqueza yen consecuenciael poder de su propietario. Comportan muchas asociaciones de ideas:con la monarquia, con los estilos del pasado y con el prestigio de co-

    leccionar antig iiedades. Al menos, eso es 10 que presuntamente he-mos de opinar cuando los vemos en el despacho de la senora Lau-

    der, 0 en la sala ovalada amarilla de la Casa Blanca de Reagan.Casi todas esas asociaciones de ideas son recientes. La decoracionfigurativa, que para nosotros no es mas que ornamental, general-

    mente rernit ia a la antig iiedad clasica, cuya li teratura los f rancesesconocian bien y admiraban mucho. A un espejo de cuerpo entero sus-pendido entre dos apoyos rectos 10 llamaban psyche, por la ninfa cuyabelleza atrajo la atencion de Cupido. Un tripode en el que se apo-yaba una mesita 0 un lavabo era una athmienne.

    Los muebles rococo tenian otros signi ficados. Segun las piezas secolocasen en diferentes habitaciones, indicaban diferentes grad os

    de ceremonia, y en consecuencia diferentes modos de comportamien-

    to. Como el decorado se cambiaba segun las estaciones, los mueblespod Ian incluso denotar di ferentes momentos del af io, igual que paranosotros una hamaca de lona sefiala las variaciones de verano y unabutaca frailuna almohadillada recuerda la Iectura de invicrno allado

    de la chimenea.Este breve examen de los muebles rococo franceses subraya la

    complejidad, y la riqueza, de la idea del confort en el siglo XVIII.

    Tenian un componente fisico -quien se sentaba en eUos descansa-ba-, pero comportaban algo mas que eso. La butaca Luis XV era

    confortable, pero ademas tenia aspecto de ser c6moda. Esto ult imo te-nia para su propietario por 10 menos tanta importancia como 10 pri-mero. La forma bombi era util, pero adernas realzaba las curvas delbastidor de la silla, que a su vez reflejaba los gustos visuales volup-tuosos de la epoca, Los compl icados bordados f lorales del asiento de

    la silla mantenian en posicion erguida a quien la ocupaba, pero tam-bien era un eeo de las molduras de oro molido de los paneles mu-rales. La encantadora idea de que unos muebles fueran masculinosy otros femeninos --desconocida hasta entonces- subrayaba una

    realidad social que tambien era evidente en el vestido y en las eos-tumbres. La sil la era una objeto decorativo ~ue invi taba a sentarse,pero que cornplacia tanto a los ojos como a las nalgas. El si-glo XVIII descubrio el confort fisico, no cabe duda de ello, pero susideas nunca estuvieron dominadas por la comodidad, como pareccocurrir ahora. Quiza por eso la palabra comodidad no es la pri-

    mera que se nos ocurre al describir una silla Luis XV; elegancia yagrado, sf, desde lucgo belleza, pero no un prosaico confort. Y, sin

    embargo, 1 0 que eran precisamente era confortables.