Nieto Aguilar, Jose - Mindanao Su Historia Y Geografia

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Mindanao Su Historia y Geografía Por José Nieto Aguilar Con un prologo de Don Francisco Martín Arrúe Madrid Imprenta del Cuerpo Administrativo del Ejército. 1894 Contenido Al Excmo. Sr General D. Angel Aznar y Butigieg Prologo Filipinas: Su Presente y Porvenir Mindanao Reseña Histórica o Descripción Geográfica. o Hidrografía. Costas. Ríos. Lagunas. o Orografía Montes. o Meteorología. Clima. Vientos. Electricidad. Terremotos. Volcanes. Mineralogía o Fauna. Mamíferos. Aves. Reptiles

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Historia

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  • Mindanao

    Su Historia y Geografa

    Por

    Jos Nieto Aguilar Con un prologo

    de

    Don Francisco Martn Arre

    Madrid Imprenta del Cuerpo Administrativo del Ejrcito.

    1894

    Contenido

    Al Excmo. Sr General D. Angel Aznar y Butigieg

    Prologo

    Filipinas: Su Presente y Porvenir

    Mindanao

    Resea Histrica

    o Descripcin Geogrfica.

    o Hidrografa.

    Costas.

    Ros.

    Lagunas.

    o Orografa

    Montes.

    o Meteorologa.

    Clima.

    Vientos.

    Electricidad.

    Terremotos.

    Volcanes.

    Mineraloga

    o Fauna.

    Mamferos.

    Aves.

    Reptiles

  • Peces.

    Anillados.

    Moluscos.

    Zofitos.

    o Flora.

    o Razas que Pueblan la Isla.

    o Divisin Territorial.

    o Situacin del Ejrcito en Mindanao.

    Pgina 3

    Al Excmo. Sr General D. Angel Aznar y Butigieg

    Raras veces, Excmo. Sr., dedicatoria alguna se elev como en la ocasin presente, desde

    modesto nivel la elevada posicinde conspicua personalidad, sin que fuese guiada por

    interesada mira.

    Esto, que al fin no fuera de extraar en Espaa, donde la pluma, bien mal manejada, se

    consider siempre como patrimoniocasi exclusivo del necesitado de bienes de fortuna, no es

    aplicable m en el presente caso.

    Educado desde muy joven, casi un nio, en la ruda franqueza que con moralidad ejemplar

    constituye hbito inseparable del soldado,no pretendo con esta dedicatoria el apoyo del hombre

    superior, cuyos talentos, aquilatados ya en las luchas polticas, lehan conquistado posicin

    envidiable en las ms altas esferas gubernamentales, sino demostrar as mi afecto respetuoso al

    militarbizarro, que rodeado de merecidos prestigios y del cario de sus subordinados constituye

    una legtima esperanza para el Ejrcito.

    Dgnese pues, Excmo. Sr., aceptar este testimonio de respetuosa consideracin de su afectsimo

    subordinado y s.s.

    q.b.s m.

    Jos Nieto AguilarPgina 4

    Prologo

    Un soneto me manda hacer Violante

    y en mi vida me he visto en tal aprieto,

    dijo famoso y notable poeta en no menos famoso y notable soneto. En ms grave y verdadero

    aprieto me veo yo, que no soy famosoni notable, ni tengo la ms remota esperanza de serlo

    aunque mil aos viva y muchas cuartillas emborrone, al encontrarme enel caso de ser prologuista

    de un libro de indudable mrito, porque el Fnix de los ingenios espaoles, aunque otra cosa

  • dijeraal escribir el soneto que le mandara hacer Violante, haba enriquecido con otros muchos la

    poesa castellana, y ste serde verdad el primer prlogo del que se reconoce sin facultades para

    tal empresa.

    Con aparente razn me argirs, respetado y querido lector, que cmo y por qu, si me considero

    sin fuerzas para darle cima,tengo la osada de pretender ejecutara; y yo te replicar

    humildemente que, considerando que es la ms antiptica forma dela soberbia y la presuncin la

    intempestiva modestia, virtud que tan pocos tienen y con tantsima frecuencia se falsifica,si

    hubiera sido un ntimo amigo el que me hubiera solicitado para tal empeo, con la confianza que

    d la amistad hubiera rehusadoel complacerle, exponindole franca y sinceramente mi

    incompetencia y los perjuicios que su obra le irrogara el ir precedidade un prlogo de persona

    de tan poca autoridad como soy yo; pero se trataba de un escritor meritsimo, segn he podido

    comprobarpor la lectura de su obra, que era para m completamente desconocido, y cuya

    jerarqua en la milicia, aunque honrossima,es modesta, y una negativa ma tal vez la hubiese

    considerado como desdn ms bien la persona que al libro, incurriendoyo, sin pretenderlo, en

    desconsideracin y descortesa. Me precio de pobre de espritu y no quiero gravar mi alma con

    talpecado. Prefer excusarme con el autor, darte la excusa de lo que pudieras creer osada, t,

    que por la superioridad quete d el ser juez inapelable y temido de cuantos escribimos, no

    resultars mortificado en tu amor propio; que por ser solicitadocon afn, no cabe la posibilidad

    de que te consideres desdeado; y que ms bien pecas de excesiva benevolencia que de

    rigorexcesivo, puesto que toleras y sustentas, aunque no con esplendidez, tanto escritor de

    pacotilla; y h aqu por qu me encuentrastodo medrsico y acongojado ante las dificultades del

    desempeo del empeo en que me veo metido, sin garantas que puedanvalerme en tu

    juicio.Pgina 5

    Y ya que del gran Lope de Vega me ampar para dar con buen pi comienzo mi penosa

    jornada de hoy, los procedimientos queemple en su ingeniossimo soneto he de emplearlos yo

    en la presente ocasin, con la diferencia de que como el xito no consisteprincipalmente en los

    procedimientos que para obtenerle se ponen en prctica, y s en la habilidad del que hace uso de

    ellos,si al eximio poeta le result una joya literaria, m, prosista pedestre, me saldr lo que

    quisiere Dios, quien con cristianay catlica fe me encomiendo de todas veras.

    He observado que en los prlogos se suele dar principio explicando de un modo ms menos

    indirecto el por qu de ellos, ybirla birlando, sin darme cuenta de ello, es lo que he hecho en los

    prrafos anteriores. Presntase despus el autor los lectores, y aunquepor incidencia y de un

    modo incompleto tambin, he verificado la presentacin, y para completarla dir que su

    colaboracin,buscada con empeo y empleada con utilidad en centros oficiales y por conspcuos

    personajes polticos que en las cuestionesreferentes nuestras provincias y colonias ultramarinas

    han entendido y entienden la fcil y frecuente acogida que artculossuyos sobre estos asuntos y

    otros concede un importantsimo diario madrileo, y su ltimo libro titulado Colonizacin de

    Filipinas, de que est agotada la edicin, pruebas evidentes y experimentales son de la

    competencia del autor de este libro en lasmaterias que en l estudia y expone. No busquis en

    sus pginas retricos alios cuyo objetivo sean rebuscados primores deestilo; Nieto se cie

    exponer con claridad y concisin, y razonar con solidez y lgica, y en estos tiempos en que el

    buengusto huye como del demonio de las fatigosas ampulosidades de una retrica mal empleada

    y de impertinentes metforas intilestropos, y se regocija con la sobriedad del lenguaje, que no

  • est reida, ni mucho menos, y ms bien al contrario, con la elegancia,estas condiciones del

    autor constituyen un verdadero mrito. Y h aqu por dnde al completar la presentacin de

    rigor, mehe deslizado dar mi opinin sobre la forma literaria del libro.

    Compete inmediatamente todo prologuista entrar fondo en el fondo del libro, y en sto s que

    encuentro dificultad supina,porque las Islas Filipinas y la de Mindanao solamente las conozco de

    odas y ledas, sea de referencia, y por lo tanto nome es dado compulsar con exquisita

    exactitud los datos que referentes sta contiene el libro de Nieto, pero s apreciarel mtodo con

    que los expone y lo completos que son, y considerar como una garanta de su exactitud la

    circunstancia de queel terreno dominado realmente por los espaoles, y todo el que ha sido

    teatro de las ltimas campaas sostenidas contra losmoros malayos, lo ha recorrido paso paso

    el autor, desempeando en una de ellas el cargo de aposentador. Desde luego resultapatente una

    condicin esencialsima para que sea buena una obra: la de la oportunidad; Pgina 6toda obra

    humana es buena mala, segn que sea oportuna no. Y lo es, no dudar, una en que se trata

    de Mindanao en losmomentos en que es una cuestin del da, en que se ha iniciado una campaa

    para hacer efectiva nuestra dominacin en esa islay en que estn aplazadas las operaciones

    militares hasta la llegada del buen tiempo.

    Cuando de nuestra antigua riqueza colonial tan slo nos quedan las Islas Filipinas, pues Cuba y

    Puerto Rico no son ya colonias,sino provincias que por ley histrica, que nunca dej de

    cumplirse, han de ir ganando en autonoma gradualmente, hasta quedarcon respecto su antigua

    metrpoli en las mismas condiciones que el Canad respecto Inglaterra, y de oponerse que

    assea con tenaz resistencia, nos exponemos perderlas; cuando estas provincias, por exigencias

    de buenos espaoles que prestaroninnegables y salvadores servicios la integridad nacional,

    pero que ahora hacen valer con exceso estos servicios, puede decirseque son fincas, cuyos gastos

    de sostenimiento sufraga Espaa para que un partido determinado las disfrute, toda la atencinde

    los que se interesen en el porvenir de nuestra Patria en Ultramar, y como nacin colonial, debe

    estar fija en el Archipilagodescubierto por Legazpi, venero inagotable de riquezas de que

    nosotros nos beneficiamos en la ms mnima parte, por estarel comercio all en manos de chinos

    y alemanes, aspirantes probables, aunque remotos, la posesin de tan frtiles territorios.He

    odo asegurar, y no puedo afirmar la certidumbre del aserto, que sto se debe la poltica all

    sustentada de que parael prestigio del castla sobre el indio, aqul no se ocupe nunca en trabajos

    manuales, por lo que all no se tolera ms espaoles que los empleadosy militares. Dcese que

    esta intolerancia se sostiene por respetos corporaciones religiosas, cuyo gran patriotismo

    sedebe lo arraigada que est en los indgenas la fidelidad Espaa, pues son ellas las que

    consideran perjudicial el establecimientode colonias agrcolas espaolas y de comercios

    industrias montados por espaoles, para esa veneracin que el malayo filipinosiente hacia el

    europeo nacido en la Pennsula. Creo y he credo siempre que el verdadero prestigio en todos los

    pases esten el que posee las riquezas obtenidas de su suelo por el trabajo que enaltece, en

    cuanto es el ms eficaz elemento de progreso,y por eso me atrevo calificar de absurdos y

    errneos y de preocupaciones inadmisibles, procedimientos polticos basadosen semejante

    concepto del prestigio de una raza dominadora sobre la dominada. Justo es, adems, que de esa

    riqusima colonia,en cambio de la civilizacin y del progreso que nos debe, saquemos utilidades

    que contribuyan remediar nuestra penuria econmica;y para que stas vayan en aumento,

    ningn medio mejor que fomentar su natural riqueza por procedimientos de colonizacin

    libresde preocupaciones inconcebibles y anticuadas.Pgina 7

  • Ms en mengua resultaba nuestro prestigio al consentir por tanto tiempo que en una isla, como la

    de Mindanao, cuya riquezaforestal bastar para compensar con creces cuantos gastos se hagan

    con objeto de poner fin al mal que estamos enunciando,nuestra dominacin fuera ms bien

    nominal que efectiva, y los pocos indgenas acogidos nuestra proteccin la tuvieran enpoco,

    por el temor grandsimo que les impona esa raza fantica, salvaje y sanguinaria de moros

    malayos, verdadera dominadorade Mindanao hasta no hace mucho.

    Por eso mereciera mi aplauso las campaas realizadas en Mindanao por el hoy Teniente General

    Seri y por el General Weyler,y la emprendida actualmente por iniciativa del General Blanco.

    Cuando la mayora de la prensa censuraba y achacaba mvilesmezquinos la llevada con tan

    feliz xito y positivos resultados por el general Weyler, yo, que era entonces periodista a fortiori

    y aun director in partibus infidelium de un peridico militar, extrem la defensa de aquellas

    operaciones, porque estaban ya arraigadas en m las conviccionesque hoy sustento.

    Estas manifestaciones mas, que concuerdan perfectamente con cuanto Nieto sostiene con

    valenta en sus obras, hacen ms fcily grata mi tarea de prologuista, permitindome exponer

    con entera franqueza lo que pienso en estos complejos problemas que Mindanao se refieren.

    Y creo haber cumplido con estas consideraciones por cuenta propia todos los trminos de un

    prlogo al uso, del mismo modoque el poeta conclua su soneto diciendo:

    Contad si son catorce, y est hecho.

    FRANCISCO MARTN ARRE.

    Madrid 20 de Octubre de 1894.

    Pgina 8

    Filipinas

    Su Presente y Porvenir

    El desconocimiento que en Espaa se tiene de cuanto respecta al Archipilago filipino es grande,

    como igualmente se puedeasegurar que los enormes perjuicios que por este concepto sufre la

    prosperidad nacional, estn en razn directa de esta lamentableignorancia.

    Pero en lo que se acenta ms y ms el parecer errneo que con calculado inters se propala en

    nuestro pas por los que deello resultan beneficiados, es de cuanto se refiere la poblacin

    indgena; conceptuacin que sentada por una clebre cartadel Padre San Agustn desde fecha

    remotsima, mantiene en nuestro pueblo la errnea creencia de que el indio es holgazn,inepto y

    refractario toda idea de cultura.

    En Espaa es ingnito el creer que nobleza obliga, y nosotros, que en larga residencia en aquel

    Archipilago hemos podido apreciar las ambiciones de progreso que laten enaquel pueblo tan

    vejado y deprimido, consideramos que por lo que Pgina 9al inters pblico conviene, estamos

  • obligados emprender en primer lugar una razonada defensa del pueblo filipino: defensaque

    creemos justificadsima, puesto que en la conciencia de todos est la certeza de que hasta el

    momento en que los sucesosde las Carolinas hicieron reverdecer, aunque slo fuera de modo

    fugaz, los recuerdos de nuestras colonias Ocenicas, el hablarde Filipinas fu siempre cosa

    nueva y peregrina, tanto era el olvido en que se las tena!

    Quin entonces hubiese vaticinado que sobre ellas pudieran fundamentarse hoy importantes

    problemas polticos, capaces dedar solucin los gravsimos conflictos del socialismo, que la

    miseria desarrollada en las ms ricas de nuestras provincias,levanta pavoroso amenazando

    destrur el equilibrio social?

    Quin que all tuvieran origen gravsimas cuestiones internacionales, que como el conflicto

    alemn tan directamente interesaba la honra de la patria?

    Quin, por ltimo, pudo precaver que llegase da, que no estaba tan lejano, en que el comercio,

    la industria y aun la produccinde la pennsula, pudiese encontrar en aquellos 300.000 km.,

    poblados por ocho millones de habitantes, un mercado nacionalcapaz de suplir los onerosos de

    los pases europeos?

    El que nada de sto estuviese previsto no es cosa que pueda llamar grandemente nuestra

    atencin; la mayora de los estadistasque rigieron los destinos del pas, jams supieron ni se

    ocuparon de averiguar las condiciones fsicas y morales de aquellascomarcas, ni alcanzaron

    prever la importancia grande que para Espaa pudiera tener en da no lejano el

    desenvolvimientode la riqueza y el rpido progreso de los pases que posea en tan remotas

    latitudes.

    Por entonces creyeron cumplidos los sagrados deberes del patriotismo y de los intereses ellos

    encomendados con slo mirarel asunto bajo el punto de vista de la posesin de mayor Pgina 10

    menor extensin territorial, resultando de esto, que jams se fijasen las altas esferas

    gubernamentales en aquellos pueblosque, aunque separados de la patria por inmensa extensin

    martima, tienen grandes aspiraciones para el porvenir y ansan conanhelo ciertos derechos, sin

    tener en cuenta, que es imposible de todo punto, no slo por las exigencias de los tiempos,

    sinopor su situacin geogrfica que les coloca al habla con otros pases profundamente

    penetrados de la civilizacin, consolidarnuestra preponderancia por medio del absolutismo, que

    aunque les d libertad aparente, niega las palpitaciones de un pueblovigoroso, dando por salvajes

    hombres que, pese quien pese, vienen demostrando que tanto en el comercio y la

    industria,como en las ciencias y las artes, tienen puesto odo atento la voz del siglo, recogiendo

    por momentos los ltimos latidosdel progreso intelectual de nuestra poca.

    Razones son stas para no desmayar ante los obstculos que han de presentarse hasta alcanzar la

    completa justificacin delpueblo filipino. La verdad concluye por imponerse. Consagremos,

    pues, nuestros esfuerzos transformar el espritu pblico,haciendo nacer en la opinin nuevas

    ideas. Entonces es posible que lleguen comprenderse las causas que determinaban, elque aquel

    pas, oprimido por el pasado de algunos siglos bajo la mano cruel del despotismo, la brutalidad

    de las pasiones,el inters torpe y la ignorancia, llegase revestir algo parecido la abyecta

    condicin del paria.

  • Que si hoy la cultura ilustracin del indio no se encuentra la altura que tiene derecho exigir

    de ellos el pueblo quepor su redencin tan costosos sacrificios se impone, no hay nada que

    reprocharle, porque de ello no es l slo culpable. Detal atraso no puede hacerse cargo al

    filipino; los responsables son aquellos que desdeando lo preceptuado en nuestras sabiasleyes,

    han dejado incumplido lo dispuesto en la Ley X, tt. I, libro I Recopilacin de Indias, que

    ordenaba que donde quieraPgina 11que fuese posible se estableciesen escuelas para ensear los

    indios el castellano.

    Lo que Felipe IV prevena en 1664 los curas y doctrinarios para que por los medios ms suaves

    fuesen enseando todos losindios el idioma castellano. Y por ltimo, lo dispuesto por Real

    Cdula de Carlos III, fin de que en el interrogatorio que para su juicio de residencia se

    someta los Capitanes Generales, se incluyese la pregunta de si mandaron n losprrocos

    enseasen los indios el idioma castellano.

    A tal extremo llega en Filipinas este abandono del clero, que D. Patricio de la Escosura,

    ejerciendo el cargo de ComisarioRegio de S.M. en aquellas islas el ao 1863, censura duramente

    este proceder como causa principal del atraso intelectual delindio, imposibilitado de apreciar los

    adelantos de la poca por los medios que el estudio proporciona.

    A pesar de sto, la ilustracin actual de Filipinas es muy superior lo que comunmente se cree;

    prubanlo aquellos claustrosde profesores de su Universidad Institutos nutridos hoy con un

    crecido nmero de insulares, gallarda muestra de las ambicionesde progreso que all se

    remueven de contnuo, anhelando conocer el ms all que hasta ahora les fu vedado investigar.

    Tambin el arte, esa facultad del cerebro humano de asimilarse la belleza de la naturaleza para

    producir obras revestidasde cualidades estticas, representando con toda exactitud las

    impresiones recogidas por el estudio al amparo de los destellosdel genio, encuentra en Filipinas

    entusiasta idnea interpretacin, lanzando la culta Europa hombres que, como Luna yTavera,

    bastan para justificar el perfeccionamiento rpido y completo de que es susceptible aquel pueblo.

    El comercio, ayudado por la creciente produccin de tan frtil suelo, aumenta rpidamente,

    facilitando la exportacin de losproductos que arroja un crecido superavit sobre la importacin,

    segn se demuestra en las siguientes notas estadsticas.Pgina 12

    Importacin. Exportacin

    Aos. Pesetas. Pesetas.

    1879 18.031.547 18.813.452

    1880 25.486.461 23.450.285

    1881 20.777.739 24.579.006

    Promedio 21.431.739 22.247.914

    1887 17.530.198 25.254.140

    1888 21.208.482 26.358.640

    1889 24.790.906 34.926.969

    Promedio 21.176.528 28.846.583

  • El resumen de estos datos demuestra que en el ao 1879 la exportacin slo superaba la

    importacin en 500.000 pesos, y queen el ao 1889 el fomento de la produccin es tal en

    Filipinas, que duplicando la exportacin supera en ms de 10 millonesde pesos la importacin.

    La agricultura es lo que ms prospera en la frtil Filipinas. Fuera del consumo local, que no debe

    ser insignificante, exporten el ao 89, 12.500.000 pesos en azcares, ms de 14 millones en

    abac, 2.500.000 en caf, ms de 3 millones en tabaco ycerca de 500.000 en cocos; es decir, que

    casi su total exportacin, sean ms de 30 millones de pesos de los 35 que stase eleva, tienen

    su origen en la agricultura; y como quiera que el chino no se dedica las faenas del campo, y la

    emigracinpeninsular tampoco aporta esta clase de elementos, tenemos, que aquella raza tan

    vejada, el indio, que por no prestarse las indignas explotaciones que de l requiere el ignorante,

    incapaz de apreciar los sanos preceptos de la colonizacin espaola,despus de cubrir todas sus

    necesidades, lanza al exterior enormes cantidades de los apreciadsimos productos de su suelo.

    Ahora bien; si el problema de los cambios sobre la pennsula acarrea Filipinas una atmsfera

    preada de desconfianzas ysuspicacias, con notable perjuicio del comercio espaol y de las

    relaciones estrechas que deben existir entre dos puebloscobijados Pgina 13por una misma ensea

    nacional, esto no hay que cargarlo en el debe de aquel pas; de ello son directamente

    responsables losque toleran tan indignas explotaciones, amasadas con su propio desprestigio.

    Filipinas remite Espaa ms productos que deella recibe. Desde Filipinas se remesan

    Inglaterra y otros pases enormes cantidades de productos agrcolas, que superanen algunos

    millones de pesos lo que aquellos importan en el Archipilago.

    De sto resulta, que la produccin filipina sita en Europa cantidades suficientes para responder

    con exceso cuantas garantaspudieran exigir de un pas floreciente las naciones que con l

    sostengan relaciones mercantiles.

    Fcil es deducir por los anteriores datos, que en Filipinas esos elementos productores que son el

    nervio y la vida del comercio,y que tan ineptos se les cree en nuestro pas, ponen en juego mayor

    suma de actividad en las explotaciones agrcolas que elraqutico comercio, intermediario entre el

    productor y los mercados consumidores de Europa y Amrica.

    La usura es otra de las calamidades que afligen en grado superlativo la agricultura filipina; tan

    escandalosa es en aquelpas la explotacin por este medio hecha del pequeo agricultor, que

    puede decirse, con toda seguridad, que su monopolio escausa de porfiadas luchas en la provisin

    de los cargos de funcionarios municipales, puesto que la autoridad del Gobernadorcillo es la que

    facilita el cobro de las cantidades productos que remuneran tan honradsimo comercio.

    Esto, como es natural, aminora el estmulo por la escasez de beneficio y determina una notable

    disminucin en la riqueza porel menor nmero de cultivadores.

    Resumiendo cuanto llevamos dicho, fin de robustecer y justificar nuestra opinin en tan

    interesante asunto, somos de parecerque un pueblo como el filipino, que etnogrficamente

    considerado se encuentra en la misma situacin que se hallaba hace tressiglos, cuando el pas fu

    ocupado de un modo efectivo Pgina 14por nuestros antepasados, en el que los caracteres

    etnolgicos de sus moradores no han sufrido ms transformacin que la varianteen sus creencias

  • religiosas, y que, pesar de sto, tan admirablemente se adapta los adelantos de la poca, es

    forzosoconcederle que camina pasos agigantados en la senda del progreso. La agricultura, que

    hace cincuenta anos tena limitadassus operaciones satisfacer las necesidades del consumo

    local, crece de un modo fabuloso, traspasa sus ordinarios lmites,y llega Europa y Amrica con

    sus productos, logrando que se los tenga en grande estima.

    El comercio secunda estas iniciativas prestndose la obra con que el agricultor le brinda,

    aunque cegado por la avaricianeutraliza una gran parte de las energas productoras.

    La industria se asimila los adelantos ms adecuados la perfeccin y bondad de sus productos,

    viendo su importancia restringidaen la parte de fabricacin por la especial constitucin geolgica

    del pas. La poblacin se duplica en cuarenta aos. El indiopresiente el espritu democrtico del

    siglo, y todo en fin, refleja en aquel pas las ansias de una perfeccin retardada porlos accidentes

    de la historia. Slo una cosa conserva all la secular organizacin y carcter que se le imprimiera

    hace siglos:la Administracin del Estado en sus diferentes ramos. Esta, se distingue en un todo

    de cuanto rige en las dems colonias delmundo.

    Si bien el carcter del legislador resulta simptico por la democracia que de sus disposiciones

    emana, los encargados de vigorizarstas mismas las desfiguran en su aplicacin la prctica,

    exornndolas de una aureola de suspicacias y recelos que les dcarcter desptico y anti-

    nacional de que en su esencia se encuentran desposedas y que estuvo siempre lejos del nimo

    dellegislador.

    El rehuir la enseanza del idioma patrio y las trabas puestas la radicacin del elemento

    peninsular son los dos grandesborrones de la Administracin de Espaa en Filipinas,

    constituyendo Pgina 15formidable barrera interpuesta entre el europeo y el indgena,

    imposibilitados de fraternizar sin mediadores tan poderososcomo son la comunidad en la familia

    y en el idioma, cuando la unidad de creencias religiosas estrecha la distancia de dospueblos tan

    profundamente identificados, pesar de la enorme distancia etnogrfica con que la naturaleza les

    ha separado.

    Esta es la exposicin del estado en que segn nuestra apreciacin se encuentran hoy las

    Filipinas, si bien dejando de trataralgunas de las condiciones sociolgicas y polticas, de las que

    hemos credo prudente prescindir por no lanzar censuras enlas cuales haranse resaltar las

    suspicacias injustificadas, causantes del abandono en que los principios que informan elderecho

    civil se tienen en aquel pas, en el que no existiendo palpitaciones polticas que repercutan

    unsonas al comps delgran corazn de la patria, mantienen en la ms punible orfandad los que

    veneran los principios de una unidad imperecederacomo origen de prspera fraternidad, dejando

    el campo libre sin otro atractivo en estos ideales aquellos que por ambicindesmedida

    injustificada sustentan las bastardas pasiones de un prematuro separatismo.

    De estos principios hemos de partir para fundamentar el concepto formado de aquellas reformas

    consideradas indispensablespor la opinin, si Espaa ha de modelar en las Filipinas bases

    robustas en que se asientan las aspiraciones de un porvenirventuroso, libre de las asechanzas y

    turbulencias que sin fruto agotan las energas de nuestros hermanos de Amrica, debilitandosu

    unidad y ponindolos en el trance bochornoso de encontrarse fustigados en su soberana por

  • aquel coloso del Norte, quehambriento de dominio aspira relegarlos al triste estado de

    provincias conquistadas.

    El porvenir de Filipinas estriba en la oportunidad con que se planteen las dos reformas hace

    tiempo sealadas por aquellaparte de la opinin, que imparcial y conocedora del pas, Pgina

    16juzga como suyos los triunfos de una administracin continuadora de los sanos principios que

    atesoran las sabias leyes dictadaspor nuestros antepasados, celosos de que la preponderancia del

    podero colonial de Espaa estuviese fundamentada en la hidalguade sus principios

    humanitarios.

    Estas reformas, que son la colonizacin y el encauzamiento del comercio hacia la metrpoli,

    tienen una aspiracin nica, ysta es la espaolizacin del pas por la extensin de la raza

    peninsular, que en su mezcla con la indgena d origen eseotro pueblo vigoroso y enrgico que

    hoy lleva el nombre de mestizo. Esta nueva raza tiene demostrado que desde el

    claustrouniversitario al campo de batalla, sin dejar en claro la atmsfera ideal del arte, todo lo

    domina, contando con aptitudespara servir de base una nacin briosa, que tanto frente al

    podero japons como ante las colonias de explotacin con quele rodean ingleses y holandeses,

    sea gallarda representacin de la gran moralidad y extraordinarias facultades que para

    lacolonizacin atesora el pueblo ibero.

    Para conseguir esto, es necesario prescindir de la suspicaz y sistemtica enemiga que nuestra

    burocracia mantiene contra estaraza mezclada, y dejar un lado temores imaginarios que hacen

    apreciar las Filipinas como fosa siempre abierta para eleuropeo.

    Es necesario que en grandes cantidades llevemos all nuestra sangre; pero no la sangre anmica

    que engendra la atmsfera impurade las grandes ciudades, sino la vigorosa que anima y d

    energas nuestros cultivadores para no desmayar en las rudas faenascon que fructifican sus

    campos, yermos ya de tanto producir.

    Ha llegado el momento en que la colonizacin de las Filipinas con elementos peninsulares se

    impone; pero no una colonizacinen la que se pretenda abusar de la superioridad de raza de uno

    de los elementos sobre el otro para establecer una esclavitudms menos embozada.Pgina 17

    No una colonizacin como la seguida por civilizado pas de Europa en vecina prxima de las

    Filipinas; me refiero Holanday Java.

    En aquel territorio, la perversin del sentido moral llega su ms alto grado; all se encuentra

    organizado por los que representanel progreso un plan de explotacin cual no se registra otro

    ejemplo en las colonias contemporneas, manteniendo sus habitantesen el mismo estado de

    atraso en que hace siglos se encontraban, con la sola diferencia de que en poca ms remota

    fueron losrabes la raza superior y explotadora; y hoy se encuentra en el pleno goce de tan

    incuo monopolio, una de las naciones que,si no por su extensin territorial, s por su cultura,

    blasona en Europa de encontrarse la cabeza del progreso intelectual.

    Las bases fundamentales que conforme los progresos de la ciencia y las leyes de la historia

    estamos obligados implantarde un modo enrgico en Filipinas, si hemos de espaolizarlas,

  • estn claramente marcadas en aquellos principios sociolgicosque huyendo de las utpicas

    teoras de nuestras antiguas leyes, hacen de la industria y el comercio el ms seguro agente

    parala divulgacin del progreso, quedando la fuerza relegada mero auxiliar de la obra

    civilizadora que se ejecuta.

    De sto se deduce, que la colonizacin debe efectuarse en condiciones que llene aquellos fines,

    armonizando el bienestar delelemento colonizador y del colonizado, y fomentando el desarrollo

    de la riqueza mediante una acertada explotacin de sus productosnaturales, que lo mismo

    beneficie los indgenas, sin distincin alguna de castas, que los nacidos en la pennsula,

    cuyamisin all no es de dominio ni de conquista, puesto que las colonias, como sabiamente

    disponen nuestras leyes, slo debenser una continuacin de la metrpoli por la extensin de la

    raza, que al confundirse con la indgena le presta los elementosindispensables para su

    transformacin etnolgica, ponindola Pgina 18en condciones de alcanzar el nivel intelectual de

    los pueblos civilizados.

    Practicando rigurosamente este principio, lograremos contrarrestar esa ley fatal de la Historia

    que impide en nuestra razael que la influencia directa de la metrpoli obre sobre la colonia hasta

    su completa mayora de edad moral.

    Queremos que no ocurra en Filipinas lo que con la Amrica latina? Pues hagamos dos cosas:

    explotemos convenientemente elsuelo hacindole producir los ricos tesoros de su fecundizacin,

    y no perdamos medio para que miles de familias peninsulareslleven aquellos lejanos pases sus

    energas, sus conocimientos y adelantos, mezclen su sangre con la del indio, creen allintereses y

    alejen por completo la ms remota sospecha de una separacin violenta.

    Por ltimo, nos permitiremos hacer algunas indicaciones que, aunque no se fundamenten en

    bases de origen conocido, el patriotismo,que presiente veces con delicado instinto la ms tenue

    nube que pueda empaar el claro horizonte que circunda la tranquilidadde la nacin, nos obliga

    manifestar algunos recelos nacidos al comparar los distintos elementos que constituyen la

    poblaciny la riqueza en el estado actual de las Filipinas.

    Lo mismo que anteriormente, consideramos como un deber el sincerar al filipino del errneo

    concepto en que se le tiene ennuestra patria, distanciando as dos pueblos ntimamente ligados

    por lazos que pueden llegar ser indestructibles; tambincreemos que aquel pas se encuentra

    muy prximo, la resbaladiza pendiente que vendra determinar graves conflictos,

    funestospara la gran patria que veneran todos los buenos espaoles.

    Por eso nos permitimos recordar los poderes constitudos Pgina 19que en Filipinas el comercio

    peninsular no tiene arraigo y la representacin de nuestra raza es muy raqutica para poder

    neutralizarel incontrastable empuje del elemento asitico que all impera, no slo por el nmero,

    que ya hacen respetable los cien milmestizos sangleyes que existen, sino por ser los principales

    acaparadores de la riqueza del pas y encontrarse perfectamenteorganizados y con una unin que

    distan mucho de imitar nuestros compatriotas, por ms que sto obedezca manejos que, sihoy

    no alcanzan llamarse polticos, pudieran ser precursores de una hostilidad que en momento

    dado diese funestos resultadospara la integridad de la patria, ocasionando desquiciamientos

    siempre dolorosos cuando no estn justificados por las leyesnaturales del progreso.

  • Las islas Filipinas, que comprenden una gran porcin de la subdivisin Ocenica llamada

    Malasia, ocupan un rea de 80.000leguas cuadradas, en la que se encuentran repartidas sobre

    unas 1.200 islas que alcanzan en junto ms de 300.000 kilmetroscuadrados de territorio. Entre

    stas, las ms importantes, aquellas de que nos hemos de ocupar, no exceden de 20, que sonlas

    que por su situacin geogrfica, su extensin y riqueza, historia, usos y costumbres, determinan

    la formacin de gruposdistintos cuyo estudio es de inters en esta ocasin.

    Entre todas, y modo de ramilletes gigantescos festoneados con las esplndidas frondas de

    aquella exuberante y rica vegetacintropical, circundan limitndola una gran porcin de agua;

    mar interior que semejanza del Mediterrneo en nuestra Europa,ha sido y ser por largo tiempo

    el foco convergente de las ms potentes energas del Archipilago, de la industria y del

    comercio,y donde la mayor densidad de poblacin acusa con su pltora de vida el bienestar que

    la riqueza proporciona.

    Sus aguas son surcadas de contnuo por frgiles embarcaciones Pgina 20que transportan los

    productos de unas otras islas, sosteniendo un activo trfico de cabotaje, que reuniendo las

    mercancasen los puertos de Ceb, Ilo-Ilo y otros menos importantes, los ponen en condiciones

    de abastecer el gran mercado del Archipilago,Manila, y exportar directamente al exterior

    enormes cantidades de azcar, caf, cacao, abac, tabaco y otra infinidad de productosque por su

    bondad son tenidos en grande estima.

    El mar de Jol de Mindoro, que con ambos nombres se le designa, est limitado al N. por la

    costa S. de Luzn, comprendiendolas provincias de Batangas, Tayabas, Camarines y Albay. Por

    el E. Mindoro y la dilatada isla de Paragua, que corrindose desdeesta ltima hasta la de Borneo

    lo cierra por aquella parte formando el estrecho de Balbac. Al O. Samar, Leyte y Mindanaole

    separan del Pacfico, con el que slo comunica por algunos estrechos de tan corta latitud que en

    la subida y bajada demareas su navegacin es peligrosisima por la impetuosa corriente de las

    aguas que los cruzan. Por el S. constituyen su barrerauna serie de pequeas islas que forman los

    Archipilagos de Jol y Tauitaui, grupos insignificantes por su extensin territorial,pero el ms

    poderoso baluarte, desde el cual las feroces y pirticas huestes mahometanas han sembrado la

    desolacin y la ruinade aquellas costas, las ms ricas del Archipilago, llevndolo todo sangre

    y fuego, esclavizando los hombres robustos,violando las doncellas y dando muerte cruel al

    anciano, cuyos msculos no fuesen capaces de soportar la dura faena del remo.

    En el NO. del mar de Mindoro que dejamos reseado, y como esplndido remate la admirable

    posicin geogrfica con que lanaturaleza ha dotado las Filipinas, tanto en relacin con los

    pases inmediatos como tambin para facilitar el fomento dela propia riqueza, se encuentra el

    grupo de las Visayas, islas hasta hace poco relegadas al ms vergonzoso atraso bajo latirnica

    opresin de la piratera joloana, pero que infludas hoy por el Pgina 21ambiente de paz que hace

    aos disfrutan, constituyen con las inmediatas provincias del S. de Luzn el emporio verdadero

    dela riqueza y de la produccin en aquel pas.

    Panay.La ms rica comercial y la que por su produccin es llamada, con justicia, el granero de Filipinas. Sus 11.500 km. superficialesalbergan cerca de un 1.000.000 de habitantes. En sus

    costas se encuentra el puerto de Ilo-Ilo, el segundo del Archipilagopor la cuanta de la

    exportacin y por su importancia mercantil.

  • Negros.Que deshabitada hace cuarenta aos cuenta hoy con 250.000 habitantes en un territorio de 8.000 km. Est reputada de queen sus frtiles vegas se cosecha en gran parte la

    enorme exportacin azucarera que sostiene el Archipilago.

    Ceb.La ms industrial de todas; la que con Panay comparte la fabricacin del riqusimo nipis, tela preciosa que sostiene con ventaja la competencia con los ms preciados tejidos

    extranjeros.

    Nos d el ejemplo de su vala, con la construccin, sin el auxilio oficial, de lneas frreas que

    den salida los carbonesque en sus entraas atesora; y que en sus 4.183 km. de superficie,

    cuenta con una industriosa poblacin de ms de 350.000habitantes.

    Leyte.Aunque no tan rica y habitada como las que dejamos reseadas, Leyte v progresando rpidamente, llegando hoy contar conms de 250.000 almas en los 9.500 km. que constituyen

    su extensin superficial. En da no lejano las riqusimas minas de hierroque en sus entraas

    esconde esta isla, darn lugar reproductivas explotaciones, como hoy ya se hacen con los

    azufrales deBurauen.

    La isla de Bohol Bojol, esa la que Cavada llama la hija desheredada de esta esplndida

    naturaleza intertropical, comprendeuna superficie de 3.250 km., ocupada por 250.000 habitantes.

    El calificativo aplicado por Cavada este territorio pudo Pgina 22ser de oportunidad en otra

    poca; hoy Bojol aumenta rpidamente las explotaciones agrcolas, cosechando en gran cantidad

    elcaf ms apreciado, cuyo cultivo concluir por invadir una gran parte de los territorios que se

    mantienen incultos.

    Masbate.Prxima las costas de Luzn; en sus feraces territorios apacentan las ms famosas ganaderas del Archipilago.

    Mindoro.Muy extensa, pero tan despoblada, que slo cuenta con unos 67.000 habitantes en los 10.167 km. superficiales que la constituyen.

    La riqueza forestal de esta isla es tan grande y variada, que puede compensar con exceso las

    dificultades que la roturacinpresentara para el cultivo de sus campos, efectuado por una

    inteligente explotacin agrcola.

    All abundan las maderas preciosas, representadas por el bano y sndalo: las de utilidad, como

    el molave, dungn, ipil yotras, que aparte su aplicacin en las edificaciones urbanas alcanzaran

    gran estima si llegasen ser empleadas en la construccinde lneas frreas.

    El Ilang-Ilang, ese rbol precioso que en la esencia de su flor, no slo encierra el ms preciado

    de los perfumes, sino tambinun elemento de riqueza, forma en Mindoro bosques extensos

    donde la codicia del hombre, ciega por el deseo del lucro, no secontenta con el producto de la

    flor, y destruye miles de plantas para obtener de su jugo una pequesima parte del

    codiciadolquido; exgua recompensa que pone de manifiesto l exceso de avaricia, la falta de

  • sentido prctico que se observa en la explotacin de los veneros de riqueza que atesora el

    Archipilago.

    La despoblacin de esta isla est plenamente justificada.

    Los moros necesitaban un punto de apoyo y refugio en el progresivo desarrollo que hacia el N.

    del Archipilago daban contnuamente sus peridicas excursiones pirticas, y sto lo

    encontraron sin tener que vencer grandes resistencias, en las Pgina 23magnficas ensenadas de

    Mamburao y Paluan, donde se mantuvieron hasta nuestro siglo.

    Los naturales, sujetos la ms terrible esclavitud, emigraron las provincias prximas,

    quedando reducida la poblacin los infieles, que parapetados en lo abrupto de los montes,

    supieron mantener su independencia.

    Samar.La ms prxima Luzn, de la que slo le separa el estrecho de San Bernardino. Hace cincuenta aos la isla de Samar estabacasi despoblada, siendo grande el atraso de su reducido

    nmero de habitantes. La asombrosa fertilidad del suelo ha hecho aflur ella gran nmero de

    capitales dedicados exclusivamente las explotaciones agrcolas, donde se cosechan con

    excelentes resultadostodos aquellos productos que, como el caf y tabaco, se prestan ms la

    exportacin.

    Samar goza de tan excelente salubridad, y sus terrenos admirables son tan ricos y de topografa

    tan adecuada para el cultivo,que al fundarse hace pocos aos una colonia agrcola compuesta de

    peninsulares exclusivamente, procedentes del regimientode Artillera que guarnece Manila, fu

    elegido por unanimidad como punto el ms adecuado y donde podan esperarse ms

    brillantesresultados, esperanza que los hechos han coronado del xito ms completo.

    Su extensin superficial es de 12.175 km. y 200.000 prximamente el nmero de sus habitantes.

    En el confn opuesto Samar y Leyte, y sirviendo de barrera entre el mar de Mindoro y el de

    China, se encuentra la isla dela Paragua, extensa faja terrestre de 420 km. de longitud y que no

    alcanza 40 km. en su mayor anchura, y 14.000 de extensinsuperficial. Su riqueza forestal es

    enorme, y en la actualidad hay hechas en ella importantsimas concesiones para la

    colonizacinde su territorio.

    Terminada esta ligersima resea de las ms importantes islas que componen el grupo central del

    Archipilago, resta slo esbozarlo que son y valen aquellas dos grandes islas que Pgina 24la

    limitan, la una por el N. y la otra por el S., Luzn y Mindanao.

    La isla de Luzn, la que constituye el extremo N. de aquellos territorios, requerira por s sola un

    grueso volumen si hubisemosde dar somera idea de las castas que la pueblan, de su territorio y

    de la inmensa riqueza minero-forestal con que la naturalezale ha dotado.

    Cuenta con una extensin superficial de ms de 100.000 kilmetros, sea, prximamente, igual

    la de la isla de Cuba, y supoblacin excede de 3.500.000 habitantes. Al N. Cagayn. La Isabela

    Ilocos producen el riqusimo tabaco de su nombre, elms apreciado del Archipilago. En el

  • centro Cavite. Pampanga y Batangas bastan por s solas para desterrar el concepto deholgazanes

    de que en la pennsula disfrutan los filipinos; las ms ricas de nuestras provincias no superan en

    la maestrade sus cultivos las que dejamos mencionadas; prubalo la bondad de los productos,

    el activo comercio que sostienen, el bienestarque sus habitantes disfrutan y el rpido aumento de

    poblacin que en pocos aos han experimentado.

    Ambos Camarines y Albay al S. concluyen de patentizar la inmensa riqueza de Luzn. El abac,

    ese preciado filamento que constituyeun privilegio exclusivo de las Filipinas, tiene en estos

    volcnicos terrenos el mayor centro de produccin, fomentando lariqueza de estas provincias

    hasta hace poco empobrecidas incultas.

    La isla de Mindanao, aunque algo menor en extensin que la de Luzn, no cede sta en la

    fecundidad de sus tierras y bondadde los productos, si bien con la enorme ventaja que le d su

    riqueza mineralgica sobre las dems islas del Archipilago.En el Museo Biblioteca de

    Ultramar, que tantas cosas tiles, tantos objetos valiosos para el estudio y conocimiento de

    nuestrascolonias encierra, y gracias la amabilidad de su ilustrado director y distinguido amigo

    nuestro, el Sr. D. Francisco Vigil,hemos podido encontrar manuscritos en los que se d Pgina

    25conocer con toda clase de detalles la existencia de grandes yacimientos hulleros en la

    jurisdiccin del pueblo de Naanan,del segundo distrito de Mindanao (Surigao.) Tanto en ste

    como en el de Misamis, se encuentran inmensas porciones de terrenosque atesoran riquezas

    aurferas, tanto ms reproductivas que las de Australia, cuya existencia ha sido confirmada por

    losreconocimientos que en distintas pocas ha practicado el Ingeniero de minas Sr. Centeno.

    Los distritos de Cottabato, Zamboanga y Davao, aunque poblados por la raza fantica

    indolente de los malayos mahometanos,producen abundancia grande de arroz y caf, ambos

    productos de tan excelente calidad que pueden competir con los ms acreditadosdel mundo,

    dando origen un comercio reproductivo, suficiente subvenir las necesidades de aquel

    pueblo, cuya preferenteocupacin es la guerra.

    A pesar de sto, gran porcin de Mindanao se encuentra inculta, sin que en ella se hayan notado

    hasta ahora esos signos indeleblesque acusan los progresos de una civilizacin vida de remover

    las riquezas de tan esplndidos pases, donde el reino mineralguarda tesoros incalculables

    recubiertos de bosques, cerrados hoy por las frondas de una exuberante vejetacin que se

    propagay crece, no al cuidado de un cultivo inteligente, basado en los adelantos de las ciencias

    agronmicas, sino libre y salvaje,fecundada por lluvias y rocos al amparo de las tibias caricias

    de aquel clima incomparable.Pgina 26

    Mindanao

    No es esta isla de aquellos territorios cuyo conocimiento se facilita y adquiere en las vigilias del

    estudio. De all, comode todo pas donde la naturaleza con obstculos casi insuperables,

    imposibilita y retarda la accin investigadora de la exploracincientfica, cuanto se relata y

    escribe, est sujeto al criterio particularsimo, formado por la experiencia sobre el

    terrenoadquirida, bien por ideas robustecidas en las noticias de los mismos naturales, cuya

    veracidad es siempre problemtica.

  • Pero no son stos los solos obstculos con que se tropieza en la apreciacin de todo asunto que

    Mindanao se refiera.

    En tan remotos pases, donde pareca natural que no existieran otras aspiraciones que las de una

    noble emulacin, tras deconseguir el engrandecimiento nacional, se remueven de contnuo

    ambiciones ocultas, manteniendo latentes las luchas sostenidasen pocas pasadas entre las

    distintas rdenes monsticas que all ejercen la cura de almas, sin otro objetivo que el de

    extenderpaulatinamente la esfera de su influencia.

    De ah su celoso prurito de acaparar todo principio de autoridad, procurando la absoluta

    separacin entre el peninsular yel indgena, fin de que su influencia aumente en proporcin la

    ignorancia en que aquellos pases se encuentren, tantoel elemento civil como el militar, haciendo

    indispensable su concurso, que por lo que se v es bien egoista.

    Por este slo hecho es fcil deducir que si al ocuparnos de aquel pas nos ciega un exagerado

    celo poltico religioso quePgina 27 nada til conduce, el egoismo del inters se sobrepone

    la voz de la razn, se hace imposible apreciar con espritu serenoel verdadero estado de la actual

    situacin de Mindanao y los dificiles problemas que para su reduccin restan an por resolver.

    Si se ha de juzgar con alguna exactitud la clase de enemigos con que all nos toc combatir

    desde los primitivos tiempos denuestra dominacin en el Archipilago, y cuyos restos,

    refugiados hoy en el centro de Mindanao, se aprestan lucha hericacon valor jams

    desmentido, es necesario investigar en el terreno de la historia su procedencia, para venir en

    conocimientode que la raza dominadora de aquellos ricos territorios, la que dirige y alienta por

    ideal egoista perfectamente definido, gran porcin de oborgenesel del dominio y defensa de intereses creados con inteligente direccin,es la rabe, cuya autoridadde potencia religiosa y cuyos usos y costumbres ha aceptado.

    Aquella misma raza, que al esfuerzo de una civilizacin pujante reflejara en nuestra Europa los

    destellos de su ciencia, imponindosecon carcter desptico y fiero la India, Sumatra, Java y

    Borneo, y, por ltimo, las Filipinas, que fueron la etapa finalde la excursin que por el grande

    Archipilago Asitico realizara.

    Si bien estas gentes no conservan el grado de cultura que en aquellos tiempos les vali el nombre

    de raza civilizadora, suincultura no es tal que pueda llamrseles con justicia salvajes.

    Por eso sin pretender que se considere al moro de Mindanao como individuo de nacin

    civilizada ni mucho menos, y sin que tampocoadmitamos que disponga de un Ejrcito

    disciplinado capaz de batirse en campo abierto y con arreglo preceptos tcticos alfrente de

    nuestros soldados, es innegable que su temerario arrojo, auxiliado por un exaltado fanatismo

    religioso, que le prometevida eterna de voluptuosos placeres, hace y har empeada y sangrienta

    la conquista de aquellas Pgina 28frtiles comarcas, las cuales, con su vegetacin exuberante,

    rodean cual diadema de guirnaldas con flores y valiosos productosfructificados por sus mismas

    aguas, aquella inexplorada laguna objeto hoy de tantos afanes, y que en pocas pasadas la

    imprevisin, la falta de sentido poltico y un mal entendido celo religioso, la entreg, tras

    humillante abandono, sus poseedores actuales; gente brbara, por decadencia, pero nunca

  • salvaje, quecon admirable sentido poltico se asimila la poblacin del pas ocupado, creando as

    la extraordinaria riqueza agrcola deaquella comarca.

    Y mal puede ser tampoco pueblo vagabundo y nmada como se suele afirmar, el que es

    cultivador inteligente de productos ricosy apreciados, y manifiesta gran respeto la autoridad y

    acendrado sentimiento religioso, agrupndose en apretado haz paraperder la vida antes de ceder

    un palmo del pas natal.

    Mustranse disciplinados y valientes la voz de sus Dattos, que les dan ejemplo, siquiera sea su

    tctica por tradicin laemboscada y la sorpresa, que con valor temerario infinita cautela

    ejecutan.

    Estn admirablemente armados segn exigen las circunstancias locales, pues para nada se

    necesita all el fusil de grande alcance.Y son numerossimos por virtud de la poderosa federacin

    Illana, que tienen formada para todos los casos en que de combatiral espaol se trata.

    Los moros de Mindanao, agrupados as y dispuestos sostener cruenta lucha contra nuestro

    Ejrcito, son enemigos terriblesque han de defender su territorio con feroz energa, engredos

    como estn por sus pasadas victorias, que la tradicin mantienevivas, creando un hroe de cada

    uno de aquellos mahometanos.

    Por eso se explica que al oponer su robusto pecho las bayonetas de nuestros soldados, lejos de

    temer por la vida, hacenesfuerzos titnicos entre los espasmos de la agona para romper las filas

    de aquellos. Y procuran conseguir, ante todo, lamuerte Pgina 29de un cristiano, porque con ella

    tienen por seguro alcanzar los placeres con que brindan al creyente las hermosas hures desu

    soado paraso.

    La empeada contienda sostenida desde 1630 1640 entre recoletos y jesuitas por la posesin

    material y espiritual del territoriode Lanao, cuando el mahometismo an no haba extendido por

    all su influencia, fu lo que facilit al astuto sultn de Mindanao,Cachit Corralat, agrandar sus

    dominios poca costa con la conquista poltico-religiosa por l realizada, la sombra delgran

    desprestigio en que el cristianismo cay entre los Malanaos, testigos presenciales de la enconada

    lucha que mantenaen irreconciliable rivalidad jesuitas y recoletos.

    Tan vehemente fu el deseo de los Malanaos de acogerse nuestro dominio fin de quedar

    cubierto de las asechanzas de losMindanaos acaudillados por Corralat, que presididos aqullos

    por el padre San Agustn pasaron Manila en numerosa y escogidarepresentacin, solicitando de

    Corcuera el establecimiento de un presidio en la laguna, fin de contener las continuas

    excursionesde los mahometanos.

    Negada su pretensin con grave detrimento de nuestro prestigio, y restituidos los rehenes que en

    garanta de vasallaje quedaronen Manila, la hbil poltica del astuto sultn de Mindanao triunf,

    aprovechando estos y otros desaciertos de los nuestros.Desde aquella fecha, los dislates de unos

    cuantos ambiciosos que traducen su celo religioso en feroz intransigencia y desmedidoafn de

    mando, priv Espaa de una rica provincia y la religin de un crecido nmero de adeptos.

  • El abandono del fuerte de la Sabanilla en la baha Illana, la retirada de nuestras tropas de

    Zamboanga, donde un magnficofuerte qued encomendado la lealtad y custodia de los

    Lutaos, y por ltimo, la toma por los moros del fuerte de TandagPgina 30en 1760, donde

    fueron acuchillados los 300 hombres que lo guarnecan, hizo dueos de casi toda la isla los

    mahometanos,alcanzando con sto extraordinario prestigio sobre los naturales, sometidos en

    absoluto desde entonces su dominio.

    La importancia de ste se acrecent con la poblacin y riqueza de los 100.000 subanos,

    pobladores del extenso territoriocomprendido entre la baha de Pangil, seno de Sibuguey y

    puerto Dumanquilas, baha de Macajalar y Zamboanga, porcin casiinexplorada y de la que el

    ingeniero de montes Sr. Vidal y Soler, que remont una gran parte del ro Dumanquilas, dice

    serla ms rica y de ms exuberante vegetacin en Mindanao.

    En el desarrollo de los graves acontecimientos que se suceden en Mindanao y en previsin de

    futuras contingencias, deben tenerpresente los Gobiernos y la prensa, que viene ser quien ms

    ilustra la opinin, que no es slo en el N. de Africa dondese ofrece un gran porvenir los

    intereses sagrados de la Patria. Tambin en el extremo Sur de las Filipinas, los ricos terrenosde

    Mindanao, con su fertilidad asombrosa y la riqueza de sus productos, brindan ancho campo la

    actividad de nuestra razay la expansin comercial de que tan necesitado est nuestro pas, falto

    hoy de mercados para sus productos.

    La riqueza de Mindanao maravilla cuantos la conocen profundamente. Entre Misamis y

    Surigao y en los terrenos de Iponan,Pigtao y Puiholugan, pueblos cristianos de la costa N.,

    inmensa extensin de terrenos aurferos, superiores en riqueza losde Australia, ofrecen la

    industria minera fabulosas ganancias.

    Zamboanga, Lanao y los territorios del seno de Davao, producen, pesar de la deficiencia del

    cultivo, cafs riqusimos quealcanzan elevada cotizacin.

    Los ros Butuan, Grande, Dumanquilas, Cagayan y otros menos importantes, son excelentes

    vas, de valor inapreciable para eldesarrollo del trfico comercial. Y si es verdad que la Pgina

    31climatologa insalubre en las selvas vrgenes y fangosos carrizales de los terrenos bajos

    ocasionan mortferas emanacionespaldicas, en cambio la gentil Zamboanga indemniza

    sobradamente de todas esas desventajas.

    Los habitantes de esta encantadora poblacin tienen sangre hispana y son generosos y

    hospitalarios. Admrase all una riqusimafloresta que por todas partes brota, convirtiendo

    aquella comarca en vergel delicioso que compite en hermosura con los crmenesgranadinos.

    Zamboanga, donde el Polombato, semejanza del Darro, baa la sultana de Filipinas,

    interrumpiendo con el suavemurmullo de sus ondas deliciosa y enervante quietud tropical, ofrece

    con su pursimo y sano ambiente y con sus cristalinasaguas, que la zarzaparrilla purifica, savia

    regeneradora la sangre anmica del peninsular, que vive en Jol, Tawi-Tawi yen los

    destacamentos militares de Mindanao, siempre prontos dar su vida por el honor del Ejrcito y

    por el engrandecimientonacional.

  • Si, como es de esperar, los intereses de la Patria, que en toda poca y lugar deben estar muy por

    encima de las convenienciasparticulares, han de merecer la proteccin que su importancia exige,

    debe tenerse muy en cuenta que no es slo lucha de conquistapor las armas la que all debe

    seguirse.

    El fanatismo religioso de los mahometanos aconseja que la ocupacin militar no siga en

    Malanao una intransigencia religiosa,que slo dara por resultado mantener latente el odio de

    aquellas gentes y fomentar la despoblacin en poca no lejana decomarcas, ricas hoy por sus

    florecientes cultivos y la bondad de sus productos.

    Debe evitarse todo trance que los 300.000 malayo-mahometanos de Mindanao vayan

    engrosar la poblacin de Borneo, como ocurrael ao 84 en Jol, desde donde, en vapores

    ingleses, subvencionados con fondos de aquel Gobierno militar para otros fines,miles y miles de

    familias abandonaron sus hogares, para caer en Sandacan bajo el poder desptico esclavitud

    Pgina 32encubierta de las Compaas inglesas que explotan aquellos territorios.

    Para evitar sto, necestase que no sean slo los temperamentos de fuerza los que se empleen en

    la conquista de Lanao; esnecesario tambin que se fije la atencin en el problema poltico que

    envuelve la sumisin de aquellas gentes, y que, poralgn tiempo, debe evitarse en absoluto la

    intrusin de las rdenes religiosas en los territorios recien conquistados. Deotro modo, y sin

    beneficio alguno, ros de sangre pregonarn diario que esta terquedad impoltica d funestos

    resultadosy esteriliza los esfuerzos de aquel sufrido Ejrcito, que casi olvidado, combate cual

    pudiera hacerlo en Africa, contra fieroenemigo que no d cuartel al herido ni al prisionero, y

    teniendo adems que vencer los obstculos insuperables que presentanlas intrincadas selvas,

    bosques impenetrables y el clima insalubre de aquellas comarcas.

    La distancia no debe ser bice que amenge el entusiasmo despertado con sus hechos por el

    soldado de Filipinas. Pues tantoall como en la madre patria, el pecho del espaol filipino, como

    el del espaol peninsular, es santuario donde se rinde cultocarioso y entusiasta la nacin. Por

    eso sta debe agradecimiento los vivos y recuerdo imperecedero para los hroes queen cruenta

    lucha pierden la vida en aras del engrandecimiento de la Patria, y procuran extender el benfico

    impulso de progreso:que asi el peninsular como el filipino, no tengan uno para otro sino

    motivo de gratitud y mtuo cario.(Balaguer.).1Pgina 33

    1 Artculo que publicamos en El Globo del 2 de Agosto del presente ao.

    Resea Histrica

    La historia de la isla de Mindanao constituye para las armas espaolas su ms gloriosa pgina

    desde la ocupacin del Archipilagofilipino por nuestros antepasados.

    Esta sintetiza la no interrumpida epopeya que coron de inmarcesibles lauros al Ejrcito y la

    Marina, al sostener aquellaherica lucha de siglos contra fiero enemigo, cuyo valor indomable

    les di si, justo renombre, pero que tambin fu ocasin que el honor preclaro de las armas

  • espaolas alcanzara en la Oceana, por sus hechos, la misma fama que inmortaliz losbizarros

    tercios de Flandes.

    Mindanao fu tambin hollada, primero que ninguna otra, en Filipinas, por las plantas espaolas:

    y en las orillas del caudalosoButuan, celebrse por vez primera el sacrificio de la misa ante las

    atnitas miradas de sus incultos moradores, que desdeaquella fecha anhelaron conocer los

    dogmas del cristianismo que no tardaron en abrazar.

    Pero veamos cmo el padre Juan de la Concepcin describe la llegada Mindanao de las

    distintas expediciones, hasta que el insigne Miguel Lpez de Legazpy consolid la

    dominacinde Espaa en las Filipinas islas de los Luzones, como las llamaban los naturales.

    Parti el general de estas islas, que llam de las Velas latinas el archipilago de San Lzaro,

    que es el que conservan,aunque se les aadi el de las Marianas: naveg 300 leguas con las

    proas al Occidente; descubri muchas islas abundantes enmantenimientos, entenda su lengua un

    indio que llevaba Magallanes, que fu un total alivio: lo primero fu el cabo de San Agustn,

    punta austral de la gran isla de Mindanao: coste la Pgina 34provincia de Caraga; entr por el

    estrecho de Siargao, que le forma la punta Banajao con la isla de Leyte; repar en la isla de

    Limasaua, que est en la boca: la novedad de gente y navos acudieron pacficos los naturales,

    y sabida su necesidad la socorrieroncon un buen refresco; mostrronseles muy favorables, y les

    dejaron papeles en gratificacin de sus agasajos; con ellos adquirieroncdulas reales que honran

    su principal con el magnfico ttulo de Prncipe... Con el buen rendimiento de los de

    Limasaua,descansaron y se refocilaron de sus pasadas miserias: tuvo noticia aqu Magallanes del

    ro de Butuan, cuyo Datto Rgulo era ms poderoso: resolvi ir su boca con las esperanzas

    de la fama: correspondi ellas el Prncipe:envi una embajada con diez hombres inquirir

    qu navos y qu gente? Por su intrprete respondi Magallanes ser vasallosdel grande y

    poderoso Rey de Castilla: slo solicitaba paz y el comercio libre: que le suplicaba le abasteciera

    de vverespor su precio justo: respondi el Rgulo que no tena para tanta gente con abundancia:

    que de lo que hubiese se repartira:llevaron bordo cuatro puercos, tres cabras y algn abasto de

    arroz; era da de Pascua de Resurreccin (8 de Abril de 1521);mand hacer el general en tierra

    una enramada hizo salirse toda la gente oir misa, que se celebr con gran devocin delos

    asistentes dando gracias Dios por tales beneficios; fu sta la primera que se dijo en estas islas:

    mand despus elevaruna cruz en un alto montecillo; todo asistieron los naturales con mucha

    atencin y ternura, tratando los extranjeros afablementey con docilidad; tom posesin de

    aquella isla por la corona de Castilla en nombre de Carlos V, Emperador y su Rey,

    adjudicndoleestos dominios con solemne acto.

    Pero ya se haba visto que al N. de las Molucas haba un grande archipilago, y no pasaron

    muchos aos sin que se pensaraen asegurarle la Corona de Castilla. El Virey de Nueva Pgina

    35Espaa D. Antonio de Mendoza, cumpliendo las rdenes de la Corte, dispuso una escuadrilla

    de tres buques al mando de Ruy LpezVillalobos, que sali del puerto de Juan Gallego, en las

    costas del Pacfico, el da 1. de Noviembre de 1542, en direccin las islas del poniente, con

    orden expresa de no tocar en las Molucas. Despus de una larga y penosa navegacin arrib

    Villalobos, lo mismo que susdos antecesores, la parte oriental de la isla de Mindanao. Por ser

    su costa puerca dice Fr. Juan de la Concepcin, lallamaron de los arrecifes: 2 de Febrero

    surgieron en un puerto de ella que denominaron Mlaga, en altura de siete grados: detuvironse

  • refrescando en ella un mes; quiso poblar aqu Villalobos, que no lo hizo por

    haberlaexperimentado de intemperie grave; tomse con los acostumbrados actos posesin de ella

    por la corona de Castilla: pusieronal lugar determinado para la fundacin Csarea Caroli: por

    los vientos contrarios y fuerza de las corrientes fueron forzados la vuelta del Sur: arribaron

    Sarragan: asentaroncon los naturales paces, de que se arrepintieron muy pronto; pusironse en

    armas, y aunque se les importun que les vendiesenbastimentos, no hubo modo de reducirlos:

    usse primero de todos aquellos medios que dicta la benevolencia: hizo la fuerzalo que no pudo

    el agrado: acometise el pueblo: hicieron resistencia, pero se dieron la fuga; no fueron

    seguidos pensandose reduciran con el escarmiento; no fu el vencimiento sin costa de sangre:

    fueron heridos algunos de los nuestros, de losque murieron seis.

    Para socorrer la extremada necesidad en que estaban, le pareci Ruy Lpez era conveniente

    hacerse amigo con el seor deMindanao, 50 leguas de distancia, isla ms abundante; prepar un

    navo con 50 hombres cargo de Bernardo de la Torre; prevnolede rescates y mercaderas;

    llegaron surgir la boca de un gran rio; era gente indmita, desabrida por los malos

    tratamientosde los portugueses; y as slo hallaron engaos y traiciones; la necesidad les oblig

    los nuestros aprovecharse de lasarmas; acometironlos en un elevado fuertecillo Pgina 36en

    que, no queriendo rendirse, mataron los defensores; dando libertad mujeres y muchachos

    volvieron Sarragan con algnbastimento. En estas estrecheces convinieron despachar un navo

    Nueva Espaa que diese noticia de lo hasta all operado,solicitando rdenes y socorros;

    tambin despacharon una galeota unas islas que son las que se llaman Filipinas; despus,y con

    este nombre, las marcaron los de esta armada en honor del prncipe heredero de la Corona.....

    Quiso Dios que la embarcacinque fuese las Filipinas volviese con copia de vveres:

    habilitados as, resolvieron ir aquellas islas, especialmente la de Abuyo, de que tuvieron

    noticia que era la ms abundante; que los naturales lo deseaban y seran bien recibidos en

    ella:acomodronse en un navo grande: en dos bergantines que haban construdo y en otras

    embarcaciones menores; sali esta escuadra la mar, el tiempo les fu tan contrario que les fu

    preciso entrar en una baha ensenada de Cesrea; despachse embarcacinque solicitase vveres:

    volvi con el mal despacho de que al tiempo de los rescates les haban asaltado los indios y les

    habanmuerto 11 hombres, quedando los restantes muy flacos y fatigados: la escasez era ya tal

    que slo se racionaban cuatro onzasde arroz, y esta estrecha economa slo diez das poda

    entretenerse.

    La suerte desgraciada que acompa siempre Villalobos le produjo pesadumbre tan intensa,

    que muri en Ambonia (Malucas)despus de hecho prisionero por los portugueses.

    A pesar del desaliento que infundi en la pennsula el xito desgraciado de estas expediciones,

    se orden lo conveniente paraorganizar la quinta expedicin los mares del Poniente. Se

    organiz sta por Miguel Lpez de Legazpi, que se encontraba enNueva Espaa, con encargo de

    que le acompaase el sabio marino Urdaneta.

    Componan la escuadra cinco buques, tripulados por 400 hombres, que salieron del puerto de

    Natividad el da 21 de Noviembrede 1564.Pgina 37

  • Despus de tocar en Samar y Leyte despach Legazpi una embarcacin fin de que buscase

    vveres en Butuam, regresando losquince das con provisiones y la noticia de que los naturales

    recibiran bien los espaoles.

    A pesar de las buenas disposiciones del Rgulo de Butuam, Legazpi hizo rumbo para Ceb,

    donde quiz pensara vengar el asesinatode los espaoles que acompaaban Magallanes, pero

    vientos contrarios lo arrojaron la costa de Dapitn, cuyos habitantes,boholonos en su mayor

    parte, agasajaron los espaoles con abundancia de provisiones y los proveyeron de prcticos

    que lesguiasen las islas inmediatas.

    En 1578 el Gobernador general Sande, su vuelta de una expedicin que hiciera Borneo,

    destac al Capitn Rodrguez deFigueroa la isla de Mindanao fin de que la redujese la

    obediencia de la corona de Castilla.

    Sus habitantes, amedrentados por el prestigio que nuestras armas adquirieron en aquellos mares,

    cedieron cuantas condicionesles impusiera Figueroa, formalizando acta de vasallaje que estuvo

    en vigor el tiempo que tardaron en zarpar las naves; queel moro nunca se distingui por la

    observancia de los pactos que realizara.

    Deseando Figueroa dominar en absoluto Mindanao, solicit y le fu concedido como

    encomienda y por dos vidas, todos los terrenosque en la isla sometiese.

    Este caudillo no lleg disfrutar del beneficio que le fu conferido, puesto que en el primer

    desembarco contra los buhayanesmuri de un golpe de campiln.

    A ste sucedi la Jara en el mando de la expedicin, que por abusos que cometiera fu relevado

    por Ronquillo, que ejercien Manila las funciones de Maestre de campo. Su segundo, Garca

    Guerrero, derrot al Sultn de Mindanao Buhisan y los 600auxiliares que le haban sido

    facilitados en Tarnate, los cuales murieron casi todos en aquel sangriento combate.

    Estas ventajas fueron mal aprovechadas por Ronquillo que Pgina 38atrado por la vida regalada

    que se haca en Manila, propuso y fu aprobado el abandono del fuerte de Tampacan, quedando

    sloen Mindanao un pequeo destacamento en el puerto de la Caldera al O. de Zamboanga

    (1589).

    El desprestigio en que por esta retirada cayeron las armas espaolas alent los de Mindanao,

    que armando una numerosa escuadrillacon 3.000 tripulantes recorrieron las costas de pintados,

    asolando los pueblos playeros, cuyos moradores huyeron los montes, de donde se hizo difcil

    convencerlos bajasen susantiguas viviendas, por haber propalado una vieja agorera que los

    espaoles estaban de acuerdo con los moros para exterminarlos.

    En 1602 Bravo de Acua organiz nuevas expediciones contra los Sultanes de Mindanao, pero

    el resultado no correspondi lasesperanzas por la tenaz resistencia de los fuertes que stos

    tenan, los cuales no fu posible rendir.

  • Silonga, Rgulo de Buhayen, solicit paces de Acua, mandando de embajadores los

    principales prisioneros castellanos queen su excursin hiciera.

    En 1609 D. Juan de Silva visit la costa N. de Mindanao fin de reprimir las excursiones de los

    caragas pintados, fundandoel fuerte de Tandag, donde dej artillera y numerosa guarnicin.

    Ejerciendo el cargo de Gobernador general D. Fernando de Silva, el astuto y valiente Sultn de

    Mindanao, Corralat, ofrecipor medio de una embajada la libre entrada de los misioneros en sus

    Estados y lugar donde ms conviniese para construr fortalezay pueblo de cristianos. Desechadas

    estas proposiciones, pronto se dej sentir en el resto de la isla la influencia del hombretemido

    que arranc de Mindanao el poder influencia de nuestras armas.

    Los caragas que ocupaban las inmediaciones de Tandag se sublevaron en 1629, y en 1631 dieron

    muerte Bautista, castellanode aquella fortaleza, que fu asesinado, y continuacin Pgina

    39alanceados los pocos espaoles que le acompaaban. La insurreccin se hizo general, y en

    Tandag, Surigao y Baucag fueron asesinadoslos religiosos. El jefe del alzamiento Mangobo

    fu despus indultado instancia de otros religiosos que fueron respetadospor l.

    En esta poca se pone de manifiesto de modo escandaloso las rivalidades de las distintas rdenes

    monsticas.

    Las no interrumpidas excursiones de Mindanaos y Joloanos las Visayas, levant clamoreo

    general en aquellas islas, haciendopresente la necesidad de construir un fuerte que contuviese

    los mahometanos, para lo cual contribuiran cada tributo conuna ganta de arroz; contribucin

    que despus tom el nombre de donativo de Zamboanga.

    Celosas las dems corporaciones de la preponderancia de los jesuitas, combatieron tenazmente

    esta idea; pero el Gobernadorgeneral, comprendiendo su utilidad, comision al Capitn Juan de

    Chaves, quien pas Mindanao con 300 espaoles y 1.000 visayas.En 23 de Junio de 1635 se

    construy la fortaleza de Zamboanga, dirigida por el padre jesuita Melchor Vera, quien ya

    traalos planos extendidos de antemano.

    D. Sebastin Hurtado de Corcuera sucedi en el Gobierno de las islas D. Juan Cerezo, que

    ejerca el cargo interinamente.La llegada de este caudillo coincidi con las excursiones pirticas

    ms devastadoras hasta entonces realizadas por los morosen las provincias cristianas. El

    esforzado genio del nuevo caudillo y su carcter emprendedor, que ayudaba un valor

    temerario,le sugirieron la idea de conquistar Mindanao y Jol, fin de terminar de una vez con

    el feroz enemigo que asolaba las ricasprovincias de Visayas y S. de Luzn. A este efecto

    organiz una expedicin que se compona de cuatro compaas de soldadosespaoles, tres de

    marinera y cerca de 2.000 indios de Pampanga y Visayas.

    Esta fuerza sali de Manila el 2 de Febrero de 1637; el 22 lleg Zamboanga, donde fu

    reforzada con tres compaas de Pgina 40espaoles y algunos naturales que en aquella fecha

    empezaron ya distinguirse por su lealtad y patriotismo: ultimados lospreparativos impaciente

    Corcuera, se adelant con cuatro caracoas al ro Grande; tomando, tras rudo combate, el pueblo

    deLamitan, donde resida el temido Sultn de Mindanao Cachit Corralat.

  • Este huy despus de la derrota de su ejrcito, cuyo nmero no bajaba de 2.000 hombres,

    cayendo en poder de los espaolesocho caones de bronce, 27 de pequeo calibre, 100

    arcabuces infinidad de armas blancas. No contento con sto, Corcueramand ahorcar 72

    moros, quemar infinidad de pueblos y destruir cuantas embarcaciones apresaron.

    Pero no fu ste el hecho ms sangriento y glorioso realizado por el Ejrcito en Mindanao.

    Refugiado Corralat en un fuerteinexpugnable, en el que se hallaba en crecido nmero su gente

    ms aguerrida y fiera, es atacado de nuevo por Corcuera, dispuestoa ultimar la empresa que

    haba meditado, sin arredrarse por la posicin inexpugnable del enemigo; 26 muertos y 80

    heridosle cost al Ejrcito el primer ataque sin conseguir ventaja alguna.

    Este contratiempo no amengua el valor del soldado, y al siguiente da, tras terrible asalto, es

    tomada la fortaleza realizndosepara ello prodigios de valor temerario; en esta jornada

    modelaron nuestros soldados con ros de sangre generosa la ms gloriosapgina que registra la

    historia militar de la dominacin espaola en Mindanao.

    Despus de penosa marcha por spera pendiente, donde se haca necesario trepar con el arcabuz

    colgado y entre los dientesla espada, ancho y profundo foso corta el paso las trincheras

    enemigas; la daga y los crispados dedos substituyen la escalaal trepar por los escalpes;

    numerosos soldados pagan con la vida su arrojo; el Capitn Ugalde recibe dos balazos; el

    MayorCorcuera, acribillado de heridas, hinca la rodilla en tierra y as contina la defensa de su

    puesto; el temerario abanderadoAmerquita logra plantar su ensea sobre el parapeto Pgina

    41enemigo, pero cae cubierto de heridas en la cabeza y garganta; Castelo ataca briosamente por

    el lado opuesto los mahometanos,que amedrantados ya, son derrotados y huyen precipitndose

    por un derrumbadero, donde muchos pierden la vida; y cuando unnumeroso cuerpo de moros,

    conducidos por el mismo Corralat, atacan con furia salvaje, por la espalda, fin de proteger alos

    del fuerte, el Capitn Becerra que cubierto de heridas se hallaba postrado, se presenta en la lucha

    sobre los hombrosde dos soldados, arenga su tropa y acorrala al enemigo con tal coraje, que

    Corralat qued herido, salvando la vida en fugaprecipitada.

    Esta victoria, aunque cost sensibles prdidas, elev en alto grado nuestro prestigio, aparte del

    rescate de infinidad decautivos y el cuantioso botn que se recogiera.

    La fama del triunfo repercuti las islas ms lejanas, y desde Jol doscientas familias solicitaron

    y obtuvieron establecerseen Zamboanga, donde fundaron el pueblo de Magay.

    No fu suficiente castigo el que queda relatado para que depusieran su actitud belicosa los

    Mindanaos, ni tampoco para hacerlesdesistir de sus expediciones pirateras; lo que sabido por

    Almonte la vuelta de las Molucas se entr por la Sabanilla (bahaIllana) en 1639 con tropas

    escogidas sacadas de Molucas y escogido contingente de espaoles indios, mas los auxilios

    queles prestaban los de Sibuguey.

    Despus de penosas operaciones, por lo fangoso del terreno de Buhayen, la fortaleza de Moncay,

    Rgulo del pas, que era elque provocara la campaa, sufri estrecho cerco hasta que los

    defensores de ella, comprendiendo que era intil la defensa,la incendiaron y abandonaron

    media noche; para sto atacaron con furia nuestras lneas fin de escapar y facilitar la hudade

  • sus familias. Tan porfiado y sangriento fu el combate entre los moros y los manobos aliados

    defensores de aquel punto,que el campo qued cubierto de cadveres y gran nmero de

    combatientes perecieron en los pantanos.Pgina 42

    Por aquellas fechas nuestras armas realizaron hechos gloriosos en la costa N., por ms que el

    resultado en definitiva no resultasesatisfactorio.

    Los recoletos, establecidos de antiguo en aquella parte, proseguan con xito sus trabajos,

    extendiendo su influencia pesarde la oposicin que encontraban en los naturales, sugestionados

    por el astuto Corralat.

    Hacia el ao 1624 el padre San Agustn, hombre valeroso y emprendedor que ejerca el curato de

    Cagayan, levant el fuertede Linao para poder rechazar los contnuos ataques de Corralat, que

    ambicionaba posesionarse de la costa N. ayudado por losMalanaos quienes se haba impuesto.

    En una de las algaradas de stos, el padre San Agustn, irritado por los daos causados sus

    feligreses, los persigue derrotndolosen sus mismos pueblos, que fueron saqueados y destrudos;

    siendo aquella la primera vez que los espaoles llegaran hasta lalaguna.

    A ruegos de los jesuitas, que crean tener mejor derecho que los recoletos al territorio de Lanao,

    el Gobernador general comisional Capitn Atienza para que pasase la laguna y la tuviese por

    Espaa, empresa que este valeroso Capitn realiz cumplidamente,conquistando y destruyendo

    cuanto se opuso sus designios, Atienza di la cura de almas los recoletos por la eficaz

    ayudaque prestaron la empresa.

    Las intrigas que entre los mismos naturales se pusieron en juego por ambos bandos, motiv entre

    aquellos grande desprestigiode cuanto fuese patrocinado por el nombre espaol; as es que en la

    expedicin de Pedro Fernndez del Ro, y posteriormentela de Bermdez de Castro, fueron

    suficientes para evitar que los malanaos levantados en armas nos hicieran abandonar en

    definitivasu territorio.

    Si en Malanao nuestros asuntos no andaban muy prsperos, por desgracia no era tampoco muy

    satisfactorio el aspecto de la luchano interrumpida que sostenamos contra Corralat, el Pgina

    43que al frente de sus aguerridas tropas mermaba contnuamente, unas veces por la astucia y

    otras por su valor, nuestra influenciay podero en Mindanao.

    En esta poca el valeroso Marmolejo, que marchaba con refuerzos al fuerte de Buhayen, ret al

    Sultn de Mindanao, el cual,si bien no acept el combate personal que ste le citaba, esper

    con ms de 200 embarcaciones la nica que montaba Marmolejo.Tras tremenda lucha, en la

    que los moros iniciaron varias veces la retirada, y cuando no quedaba un solo hombre til en

    elchampn, Marmolejo fu hecho prisionero por Corralat; admirado este caudillo del valor

    temerario del castellano, le concedila vida y la libertad sin exigirle rescate; liberalidad que

    contrasta con la orden de Corcuera para que Marmolejo fuese inmediatamente decapitado en

    Zamboanga.

  • En 1646 los holandeses intentaron la ocupacin de Zamboanga, y vista la imposibilidad de sto,

    el puerto de la Caldera, perode ambas partes fueron rechazados con grandes prdidas.

    En 19 de Enero del 1659 Esteibar, que recorra las aguas de la Sabanilla con dos caracoas, ataca

    y rinde un gran navo holandsque protega una escuadrilla de mahometanos. A continuacin,

    y aprovechando el entusiasmo que este hecho produjo en su gente,carg sobre Buhayen,

    obteniendo completa victoria, sin conseguir que el temido Corralat admitiese combate.

    La medida ms impoltica que registra la historia de Mindanao se realiz en 1663, al efectuar el

    abandono de la fortalezade Zamboanga bajo la presin de miedo que en el nimo del

    Gobernador general produjo la amenaza del pirata chino Kue-Snig.

    Engredo ste, por haber arrebatado los holandeses la Formosa, exigi parias los espaoles

    del reino de Filipinas bajo pena de exterminio.

    Manrique de Lara, arredrado ante el peligro, orden la retirada Pgina 44de las fuerzas que

    guarnecan las provincias ms remotas de la capital, medida funestsima que di origen a nuevas

    y ms devastadorasincursiones de los piratas en las provincias cristianas, que con sto sufrieron

    gravsimos daos.

    Desde el abandono de Zamboanga disminuy grandemente la importancia de los pueblos

    cristianos, que costa de tantos sacrificioshaban conseguido formar los jesuitas, y ante la

    inminencia de perder el fruto de tan rudos trabajos y de tanta sangre quehaba sto costado, la

    Compaa recurri la Corona, obteniendo Real Cdula, que ordenaba la ocupacin del antiguo

    fuerte, fin de poder atender la reprensin de la piratera.

    Fueron necesarias dos nuevas Cdulas Reales y que el Gobernador general desatendiese el

    parecer de la Junta de autoridadespara que los jesuitas viesen conseguidos sus deseos en 1718,

    medida que en aquella ocasin era la que demandaba la seguridaddel pas y exiga el decoro

    nacional.

    Zamboanga se mantuvo aunque con mucha dificultad; concludo de reedificar el fuerte, 5.000

    moros le pusieron estrecho sitio,faltando poco para que cayera en su poder, librndolo de tamao

    desastre su gobernador Amorrea, que fuerte de nimo supo vencerlos muchos contratiempos que

    acarreaban la falta de vveres y bastimentos.

    En 1726 se concluy un tratado de paz entre nuestro Gobierno y los sultanes de Jol y

    Mindanao, el cual fu ratificado porel Rey al cabo de algunos aos.

    En 1744 las reiteradas protestas de amistad de aqullos y instancias de los jesuitas, el Rey

    Felipe V les dirigi afectuosascartas reconocindoles su soberana, puesto que al de Mindanao

    llamaba Rey de Tamontaca por nombrarse as el pueblo que aqulhabitaba, exhortando ambos

    que admitieran misioneros en sus estados y abrazasen la religin catlica, permitiendo

    asimismo que seconstruyeran iglesias; proposiciones que sirvieron de pretexto al de Tamontaca

    para pedirnos bastimentos de guerra, Pgina 45pero esquivando la admisin de misioneros para as

    evitarse el odio de sus sbditos; y en verdad que revel en aquel casoel mahometano, mejor

  • sentido que los padres, porque si no haban de hacer proslitos, como de ello estaban

    persuadidos, notena objeto alguno su estancia en la corte de Tamontaca, menos que all

    pensaran dedicarse ms lucrativas ocupaciones.

    En esta poca el podero de los mahometanos llegaba su mayor apogeo en Mindanao: nos

    haban arrojado de la Sabanilla, delro Grande y de Tamontaca; el abandono de Lanao les haba

    hecho dueos de aquellos ricos territorios, de los que extraangrandes riquezas en productos de

    su frtil suelo, y entre las razas montesas, quienes hicieron creer que nos haban

    exterminado,hacan proslitos y reclutaban gente de guerra.

    Tambin en aquellas fechas ayudaba acrecentar el podero de los moros, las especiales

    condiciones sociolgicas de los mseroshabitantes de los pueblos cristianos.

    La tributacin que estaba obligado satisfacer el indio sbdito de Espaa era enorme y onerosa:

    contribucin la Hacienda;prestacin personal; diezmo y santorun la iglesia, mas las

    contribuciones extraordinarias para las atenciones de guerra, arrebataban al pobre cultivador el

    total beneficio obtenido en sus industrias. A ms de sto, la aplicacin de justiciaque se

    verificaba entre aqullos como si fuese ya pueblo educado en los progresos de pas civilizado;

    redundaba slo en desprestigiodel principio de autoridad, porque la tramitacin lenta no daba en

    los casos oportunos lugar la ejemplaridad de un prontocastigo.

    El disgusto de los indios al observar que ramos impotentes para contrarrestar los

    mahometanos, los usos y costumbres delmoro que tanto se asemejaba las suyas, y los

    ofrecimientos de stos, que en aquella poca desplegaban polica sagaz inteligentepara atraerse

    al indio, determin una grande emigracin las islas del S. con la consiguiente despoblacin de

    las provinciascristianas.Pgina 46

    Ms de un alcalde justific esta despoblacin con supuestas invasiones pirticas, pero lo que no

    admita duda, es que crecido nmero de cautivos,despus de rescatados, volvan de nuevo al

    lugar de su cautiverio.

    Porque debe tenerse muy en cuenta, que la esclavitud que el mahometano impone en Filipinas

    no es la desptica de la raza blancasobre la negra; es slo una especie de obligacin en la que el

    esclavo, si bien obedece ciegamente su dueo y para l trabajay por l muere, tiene la

    compensacin de que constituye una parte de la familia, disfrutando en ella de todos los

    beneficiosde la mancomunidad, y en los asuntos de inters general toma parte alternando con el

    ciudadano libre: veces con sus mismosseores.

    Desde que el Sultn Cachit Corralat con su astucia indomable valor consiguiera en definitiva

    ventajas sobre nuestro Ejrcito,los Mindanaos, que no podrn apreciar las causas internacionales

    que obligaron desamparar su territorio, y creyendo questo era resultado de su esfuerzo,

    cobraron nuevos alientos, pudiendo decirse, que desde entonces fu permanente en

    aquellosmares el estado de guerra.

    Si alguna vez los moros se consideraban debilitados para continuar la lucha, si se vean en

    grave aprieto, era para ellossocorrido recurso el de solicitar paces, que se guardaban bien de

  • cumplir una vez repuestos y que se consideraban con fuerzaspara emprender nuevas

    degradaciones en los pueblos cristianos.

    En 1749 se retir la guarnicin del fuerte de Tamontaca, encargado de proteger los misioneros

    que all se encontraban.

    A poco, los moros pusieron estrecho cerco Iligan, importante presidio de la baha de Misamis,

    que sin el aliento del padreDucos, encargado de su defensa, hubiese cado en poder del enemigo.

    Aumentados hasta 3.000, los moros atacaron los pueblosde la jurisdiccin de Misamis, pero los

    monteses de Tagoloan, Cagayn de Misamis y Lubungan, reunidos ante el peligro, losarrojan del

    territorio con grandes prdidas.Pgina 47

    La provincia de Caraga fu desvastada por los piratas llegando saquear Surigao, que era la

    capital; Butuan tampoco selibr de esta plaga asoladora, quedando desiertos sus pueblos ms

    importantes.

    En medio de tanto desastre se destaca el hecho herico de Esteban de Figueroa, que mandaba la

    galera Santiago. Cercado estebuque el 2 de Octubre de 1753 por 33 embarcaciones de

    Mindanaos Illanos, se bate con valor temerario, hasta el momento enque persuadido Figueroa de

    que la victoria era imposible por haber el enemi