Howard, Robert E. - Rostro de Calavera

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ROSTRO DE CALAVERA ROSTRO DE CALAVERA ROBERT E. HOWARD (Serie Conan)

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ROSTRO DE CALAVERAROBERT E. HOWARD(Serie Conan)

Rostro de calavera

Robert E. Howard

Prlogo Con esa sublime y egocntrica estupidez que caracteriza a cierta subespecie de hombre frustrado que se introduce en la crtica de libros para hallar alguna compensacin a su propia y singular falta de habilidad creativa, menospreciando la obra de quienes son creativos, un crtico, recientemente, desde un libro de relatos sobrenaturales porque era, despus de todo, slo pulp-ficcin.1 El crtico no dio evidencias de estar capacitado para decir exactamente qu estigma iba unido a escribir para las revistas calificadas como pulp. Por supuesto, siempre ha existido esta especie de pusilnime condescendencia por parte de varios caballeros de variopinta estrechez de espritu e increble limitacin mental que presumen al colocarse a s mismos en el pedestal como crticos, pero que nunca han crecido superando el estado de patticos gacetilleros que arrastran una existencia crepuscular en el menos digno de todos los oficios de la escritura: se de hacer pedazos y desmenuzar la obra de escritores que tienen demasiada dignidad personal como para rebajarse al estado parasitario de tales aprovechados. Escribir para las revistas pulp no es ni ms ni menos difcil que hacerlo para cualquier otro mercado. El escritor de ficcin para pulps puede que tienda ms a ser un profesional, pero no hay razn para que sus obras no sean tan buenas como las de los escritores cuyos relatos aparecen en las mejores revistas. Relatos cortos de revistas pulp han aparecido regularmente en las listas honorficas O'Brien, y han llegado a merecer premios en las antologas del premio Memorial O. Henry. Bsicamente, el relato de la revista pulp se escribe para entretener y, muy a menudo, por esa razn, las sutilezas del personaje, las delicadezas del estilo y otras cosas parecidas deben ser menospreciadas en beneficio de la accin dramtica, o melodramtica si se prefiere decirlo as. El difunto Robert E. Howard era un escritor de ficcin para pulps. Era, tambin, ms que eso. Haba en l la promesa de llegar a convertirse en un importante escritor regionalista americano y, con vistas a tal fin, haba estado asimilando el folklore y la leyenda, la historia y los modelos culturales de su propio rincn lejano con el propsito de escribir seriamente sobre ellos, slo para que tal promesa se viera truncada por el curioso complejo que le hizo quitarse la vida antes de empezar siquiera esos aos centrales que, productivamente, podran haber sido sus mejores aos. Aunque este volumen de su obra es bsicamente una seleccin de relatos aparecidos en Weird Tales, he intentado hacerlo lo ms representativo posible de sus mejores obras. Sin embargo, Robert E. Howard no es presentado aqu como otra cosa que un escritor de ficcin destinada a ser leda como entretenimiento. Su mejor relato es quiz Worms of the Earth (Gusanos de la Tierra),2 aunque muchos de sus contemporneos han apreciado grandemente The Black Stone (La Piedra Negra) y The Valley of The Worm (El Valle del Gusano),3 al igual que otros relatos. En las historias concernientes a Solomon Kane, Bran Mak Morn, el rey Kull y Conan hay, posiblemente, ms derramamiento de sangre y mayor generosidad en las matanzas que en cualquier otro grupo de relatos aparecido en las revistas pulp en Amrica durante los aos treinta. Han llegado a Arkham House 4 frecuentes peticiones de una coleccin con todos los relatos de Conan. Tal coleccin debera estar impresa en papel color sangre y ser presentada a los lectores con los adecuados redobles de tambor, pues si a Howard haba algo que le gustase ms que una buena pelea, no hay prueba de ello en sus relatos de Conan. Aparte de su inclinacin a la sangre y a los truenos, Howard tena una facultad para narrar historias que pocos de sus contemporneos en Weird Tales igualaban. El relato era siempre lo principal...Pgina 2 de 66

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La atmsfera (que poda conseguir bastante bien), los personajes..., todo lo dems era secundario. Posiblemente, no todas sus mejores historias estn incluidas en esta antologa. He reledo todo lo que apareci bajo su firma en Weird Tales o Strange Tales, y, bajo mi cauteloso juicio, creo que los relatos aqu recogidos forman parte de lo mejor. En asuntos de gusto, sin embargo, no haydiscusin posible; aunque otros puedan pensar de otro modo. No pude hallar justificacin, por ejemplo, para imprimir de nuevo ms aventuras de Conan. Lamento no haber podido reproducir algunos poemas de Howard, pero un grupo considerablemente grande de sus poesas puede hallarse en Dark of the Moon: Poems of Fantasy and the Macabre. El lector avispado notar que, pese al creciente inters de Howard en su Texas natal, y la promesa de que de su pluma iban a surgir obras ms importantes, tan manifiesta en los ltimos aos, el primer Howard escriba de un modo ms hbil que el Howard que cre y explot al popular Conan. Para un tributo ms adecuado a Howard, recomiendo las apreciaciones que de l hizo el difunto H. P. Lovecraft, incluidas aqu. Son excelentes, vividas e informativas. august derleth Sauk City, Wisconsin NOTAS 1. Revistas populares y de clara adscripcin genrica (terror, aventuras, ciencia ficcin, etc.), denominadas as por estar impresas en papel de pulpa de madera (pulp en ingls) de bastante baja calidad. (N. del T.) 2. Publicado por esta editorial en el nmero 14 de la coleccin Fantasy. 3. Publicado por esta editorial en el nmero 9 de la coleccin Fantasy. 4. Editorial fundada por el propio Derleth para dar a conocer la obra de Lovecraft, primero, y de su crculo despus. (N. del T.) Robert Ervin Howard: Un recuerdo H. P. Lovecraft * * Texto original del Memoriam publicado por primera vez con ocasin de la muerte de Robert E. Howard en 1936.

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La repentina e inesperada muerte el 11 de junio de 1936 de Robert Ervin Howard, autor de relatos fantsticos de incomparable vivacidad, constituye la peor prdida sufrida por la literatura de lo sobrenatural desde la desaparicin, hace cuatro aos, de Henry S. Whitehead. El seor Howard naci en Peaster, Texas, el 22 de enero de 1906, y tena la edad suficiente como para haber presenciado la ltima fase de las exploraciones de los pioneros del sudoeste, la colonizacin de las grandes llanuras y la parte inferior del valle del Ro Grande, y la espectacular ascensin de la industria petrolera con sus abigarradas ciudadesrelmpago. Su padre, el cual le sobrevive, fue uno de los mdicos pioneros de la regin. La familia ha vivido en el sur, al este y al oeste de Texas y en la parte occidental de Oklahoma; durante los ltimos aos vivi en Cross Plains, cerca de Brownwood, Texas. Educado en la atmsfera de la frontera, Howard no tard en llegar a ser todo un devoto de sus viriles tradiciones homricas. El conocimiento que tena de su historia y sus costumbres populares era muy profundo, y las descripciones y reminiscencias que contienen sus cartas privadas ilustran la elocuencia y la fuerza con las que habra llegado a conmemorarlas literariamente de haber vivido ms tiempo. La familia del seor Howard pertenece a una distinguida raigambre de plantadores sureos, de descendencia escocesa-irlandesa, con la mayora de sus antepasados establecidos en Georgia y Carolina del Norte en el siglo XVIII. Habiendo empezado a escribir a los quince aos, el seor Howard logr colocar su primer relato tres aos despus, mientras estudiaba en el Howard Payne College, en Brownwood. Esterelato, Spear and Fang, fue publicado en Weird Tales en julio de 1925. Una fama ms amplia le granje la aparicin de la novela corta Wolfshead, en la misma revista, en abril de 1926. En agosto de 1928 dio comienzo a la serie de relatos en los que aparece Solomon Kane, un puritano ingls de combatividad incansable y acostumbrado a enderezar entuertos, cuyas aventuras le llevan a lugares extraos del mundo, incluyendo las ruinas llenas de sombras de ignotas ciudades primordiales de la jungla africana. Con estos relatos, el seor Howard dio con el que iba a ser uno de sus logros ms efectivos, la descripcin de vastas ciudades megalticas del mundo primigenio, alrededor de cuyas oscuras torres y bvedas labernticas perdura un aura de miedo pre-humano y nigromancia que ningn otro escritor ha logrado imitar. Dichas historias indicaron tambin el desarrollo de ese arte entusistico en la descripcin de combates sanguinarios que lleg a ser tan tpica de su obra. Solomon Kane, como otros varios hroes del autor, fue concebido durante su adolescencia antes de que lo incorporara a relato alguno. Durante toda su vida vido estudioso de la antigedad celta y otras fases de la ms remota historia, el seor Howard dio inicio en 1929 (con The Shadow Kingdom, en el nmero de agosto de Weird Tales) a esa sucesin de relatos sobre el mundo prehistrico por la que muy pronto lleg a ser tan famoso. Las primeras muestras describan una era muy distante en la historia del hombre, cuando Atlantis, Lemuria y Mu se hallaban an sobre las olas, y cuando las sombras de los hombres reptiles pre-humanos dominaban el escenario primigenio. La figura central de estos relatos era el Rey Kull de Valusia. En el Weird Tales de diciembre de 1932 apareci The Phoenix on the Sword, el primero de los relatos del Rey Conan el Cimmerio, que presentaba un mundo prehistrico posterior, un mundo de hace quiz unos 15.000 aos, inmediatamente antes de los primeros destellos de la historia escrita. La elaborada medida y la precisa coherencia intrnseca con que el seor Howard desarroll el mundo de Conan en sus relatos posteriores es algo bien conocido por todos los lectores de fantasa. Para gua propiaprepar un detallado esbozo casi-histrico de una inteligencia y una fertilidad imaginativa infinitas. Mientras tanto, el seor Howard haba escrito muchos relatos sobre los antiguos pictos y los celtas, incluyendo una serie muy notable que giraba alrededor del jefe Bran Mak Morn.Pgina 4 de 66

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Pocos lectores llegarn a olvidar nunca el horrible y avasallador poder de esa obra maestra de lo macabro, Worms of the Earth, aparecida en el Weird Tales de noviembre de 1932. Fuera de las series interconectadas existen otras fantasas llenas de fuerza, incluyndose entre ellas la memorable novela por entregas Skull-Face, y algunos inolvidables relatos situados en un ambiente moderno, como Black Canaan, con su teln de fondo regional lleno de autenticidad y su poderosamente absorbente imagen del horror que acecha a travs de los pantanos del profundo sur norteamericano, llenos de sombras malditas, infestados de serpientes, convertidos en impenetrables por el musgo. Fuera del campo de la fantasa, el seor Howard era sorprendentemente prolfico y verstil. Su gran inters por los deportes (algo conectado quiz con su amor por el conflicto y la fortaleza de lo primitivo) le llev a crear a su hroe, el boxeador profesional Marinero Steve Costigan, cuyas aventuras en lugares lejanos y exticos deleitaron a los lectores de muchas revistas. Sus novelas cortas sobre combates en el Oriente demostraron hasta el mximo su dominio del romanticismo a capa y espada, en tanto que sus cuentos cada vez ms frecuentes sobre la vida en el oeste (tales como las series de Breckinridge Elkins) mostraban su creciente habilidad e inclinacin a reflejar los lugares con los que se hallaba directamente familiarizado. La poesa del seor Howard (extraa, belicosa y aventurera) no era menos notable que su prosa. Posea el autntico espritu de la balada y la pica, y se hallaba marcada por el latido de la rima y una poderosa imaginera del temple ms inconfundible y personal. La mayor parte de ella, en forma de supuestas citas de viejos escritos, sirvi para encabezar los captulos de sus novelas. Es lamentable que no haya aparecido nunca publicada una recopilacin de su poesa, y es de esperar que tales obras puedan ser recopiladas y publicadas de modo pstumo. El carcter y las dotes del seor Howard eran absolutamente nicos. Era, por encima de todo lo dems, un amante del mundo ms sencillo y antiguo de los brbaros, y de la poca de los pioneros, cuando el coraje y la fortaleza ocupaban el lugar de la sutileza y la estratagema, y cuando una raza osada y carente de todo temor batallaba y sangraba, sin pedirle cuartel a la naturaleza hostil. Todos sus relatos reflejan su filosofa, haciendo derivar de ella una vitalidad que puede hallarse en muy pocos de sus contemporneos. Nadie ms que l poda escribir de modo ms convincente acerca de la violencia y las matanzas, y sus pasajes blicos revelan una aptitud instintiva para las tcticas militares que podran haberle llevado a distinguirse en tiempos de guerra. Sus verdaderos dones eran an ms elevados que los que pueden llegar a sospechar los lectores de sus obras publicadas, y, de haber vivido, le habran ayudado a dejar su huella en la ms seria de las literaturas, con alguna obra de pica popular acerca de su amado suroeste. Es difcil describir lo que hizo destacar con tal agudeza a las historias del seor Howard; pero el autntico secreto radica en que en cada una de ellas est l mismo, ya fueran ostensiblemente comerciales o no. l era ms grande que cualquier poltica para obtener beneficios que pudiese llegar a adoptar, pues incluso cuando de puertas afuera hizo concesiones a los editores guiados por Mammn y a los crticos comerciales, posea una fortaleza y una sinceridad internas que llegaban a aflorar en la superficie y que ponan la huella de su personalidad en todo lo que escribi. Rara vez, si es que hubo alguna, cre un personaje o una situacin corrientes, sin vida, y los dej como tales. Antes de que hubiese terminado con ellos, siempre adquiran algn matiz de vitalidad y de realidad a pesar de la poltica editorial de las publicaciones populares..., siempre sacaban algo de su propia experiencia y conocimiento de la vida en vez de hacerlo del estril herbario de los lugaresPgina 5 de 66

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comunes resecos de la literatura pulp No slo sobresala en las imgenes de contienda y masacre, sino que se hallaba casi igualmente sin rival en su habilidad para crear autnticas emociones de miedo espectral y temible suspense. Ningn autor, ni en los campos ms humildes, puede llegar realmente a descollar a menos que se tome muy en serio su trabajo, y el seor Howard hizo exactamente eso hasta en los casos en que, conscientemente, pens no hacerlo. Que tan genuino artista haya perecido, en tanto que centenares de escritorzuelos sin la ms mnima sinceridad siguen fabricando fantasmas espreos, vampiros, naves espaciales y detectives ocultistas es, ciertamente, una muestra lamentable de irona csmica. El seor Howard, familiarizado con muchos aspectos de la vida del sudoeste, viva con sus padres en una zona semi rural del pueblo de Cross Plains, en Texas. Escribir era su nica profesin. Sus gustos en cuanto a lectura eran amplios e incluan investigaciones histricas en campos tan dispares como el suroeste norteamericano, la Gran Bretaa prehistrica, amn de Irlanda, y el mundo prehistrico oriental y africano. En la literatura prefera lo viril a la sutileza, y repudiaba el modernismo de modo devastador y absoluto. El difunto Jack London era uno de sus dolos. En lo poltico era liberal, y un acrrimo enemigo de toda forma de injusticia cvica. Sus diversiones bsicas eran los deportes y viajar, diversin esta ltima que siempre daba pie a deliciosas cartas descriptivas llenas de reflexiones histricas. El humor no era su especialidad, aunque posea, por un lado, un agudo sentido de la irona y, por otro, estaba dotado de abundantes provisiones de cordialidad, alegra y jovialidad. Aunque posea numerosos amigos, el seor Howard no perteneca a ninguna capilla literaria y aborreca todos los cultos centrados en torno a la afectacin artstica. Sus admiraciones se dirigan ms bien hacia la fortaleza del cuerpo y el carcter que hacia las proezas eruditas. Mantena una interesante y voluminosa correspondencia con sus colegas escritores del campo fantstico, pero no lleg a encontrarse ms que con uno de ellos en persona, E Hoffmann Price, cuyos logros y talento le impresionaron profundamente. El seor Howard meda casi un metro ochenta y tres centmetros, y posea la impresionante estructura de un luchador nato. Era muy moreno, salvo en sus ojos, azules de tipo cltico. Y en los aos ms recientes su peso oscilaba siempre alrededor de los noventa kilos. Siempre seguidor de una vida esforzada y llena de pruebas, a menudo haca recordar a su propio y famoso personaje, el intrpido guerrero, aventurero y conquistador de tronos por la fuerza, Conan el Cimerio. Su prdida, a los treinta aos de edad, es una tragedia de primera magnitud, y un golpe del que la ficcin fantstica tardar en recobrarse. La biblioteca del seor Howard ha sido cedida al Howard Payne College, donde formar el ncleo de la coleccin de libros, manuscritos y cartas Memorial Robert E. Howard Rostro de calavera

1. LA CARA EN LA NIEBLANo somos sino una hilera De mgicas sombras que vienen y van. Omar Khayam El horror tom por primera vez forma concreta gracias a la menos concreta de todas las cosas: un sueo de opio. Viajaba, libre del tiempo y el espacio, por las tierras extraas que pertenecen a tal estado del ser, a un milln de millas de distancia de la Tierra y de todas las

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cosas terrenales; y, con todo, cobr conciencia de que algo cruzaba los ignotos vacos..., algo que desgarraba implacablemente los telones formados por mis ilusiones y que se entrometa dentro de mis visiones. No volv exactamente a la vida normal y al estado de vigilia, pero fui consciente de que vea y reconoca algo muy desagradable y que no pareca pertenecer al sueo que, en esos momentos, me hallaba disfrutando. Para quien no haya conocido jams los deleites del opio, mi explicacin debe parecerle catica e imposible. Sin embargo, yo era consciente de que las nieblas se abran y, despus, que una Cara se entrometa en mis visiones. Primero pens que se trataba de una calavera; luego vi que era de un espantoso color amarillo, y no blanco, y que estaba provista de alguna horripilante forma de vida. En sus profundas cuencas centelleaban unos ojos y las mandbulas se movan como si hablasen. El cuerpo, a excepcin de los hombros altos y delgados, era confuso y careca de forma pero las manos, que flotaban entre las neblinas que rodeaban a la calavera, eran horriblemente vividas y me llenaban de pavor. Eran como las manos de una momia, largas, flacas y amarillentas, con articulaciones nudosas y crueles uas curvadas como garras. Entonces, para completar el vago horror que se estaba apoderando rpidamente de m, son una voz... imaginad un hombre que lleve muerto tanto tiempo que sus rganos vocales hayan perdido la costumbre de hablar. Esa fue la idea que tuve y que, mientras escuchaba, me hizo sentir escalofros. Un animal fuerte y que puede sea de utilidad. Cuidad de que se le d todo el opio que necesite. Despus, el rostro empez a perderse en la distancia, mientras yo segua sintiendo que el tema de la conversacin era mi propia persona, y las nieblas giraron y empezaron nuevamente a espesarse. Mas, por un instante, una escena se me revel con asombrosa claridad. Jade, sorprendido... o intent hacerlo. Pues por encima de los extraos hombros de la aparicin, otro rostro se deline con claridad por un momento, como si su poseedor me estuviese mirando. Unos labios muy rojos, entreabiertos, unas pestaas largas y oscuras, ojos vividos y llenos de sombras, una borrosa nube de cabellos. Por encima de los hombros del Horror, una belleza que dejaba sin respiracin me contempl un instante.

2. EL ESCLAVO DEL OPIODesde el centro de la Tierra me alc, cruzando La Sptima Puerta, y en el Trono de Saturno me sent. Omar Khayam Mi sueo acerca del rostro de calavera cruz ese abismo, normalmente imposible de atravesar, que yace entre los encantamientos del opio y la realidad cotidiana. Me hallaba sentado, las piernas cruzadas, sobre una esterilla, en el Templo de los Sueos de Yun Shatu, y trataba de no perder los ltimos restos de fuerza que le quedaba a mi cansado cerebro para recordar los hechos y los rostros. ste ltimo sueo era tan distinto de todos los que haba tenido antes que mi cansado inters se sinti espoleado hasta el punto de averiguar cul era su origen. Cuando empec por primera vez a experimentar con el opio, trat de hallar una base fsica o psquica para explicar los desenfrenados vuelos de la imaginacin a que daba lugar pero, ltimamente, me haba contentado con gozar de ellos sin buscar su causa o su efecto.Pgina 7 de 66

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De dnde proceda esa inexplicable sensacin de familiaridad que observaba en esa visin? Apoy mi dolorida cabeza en las manos y, trabajosamente, busqu una clave. Un muerto viviente y una muchacha de extraa belleza que haba atisbado por encima de su hombro. Entonces record. Muy lejos, entre la niebla de los das y las noches que cubre de velos la memoria de un adicto al opio, se me haba acabado el dinero. Pareca que haban pasado aos, o posiblemente siglos, pero mi agotada razn me dijo que probablemente slo haban pasado das. De cualquier modo, me haba presentado como de costumbre en el srdido cubil de Yun Shatu y haba sido expulsado por Hassim, el enorme negro, al enterarse ste de que ya no me quedaba ms dinero. Con mi universo hacindose pedazos a mi alrededor, y con los nervios vibrando como cuerdas de piano a causa de la vital necesidad que senta, me agazap en el arroyo y gimote como una bestia, hasta que Hassim sali, contonendose, y detuvo mis lamentos con un golpe que me derrib, medio inconsciente. Cuando finalmente me puse en pie, tambalendome y sin pensar en nada que no fuese el ro que flua con su fro murmullo en las proximidades... cuando me levantaba, una mano tan leve como una rosa se pos en mi brazo. Me volv, sobresaltado, y me qued como hipnotizado ante la hermosura que se presentaba ante mis ojos. Unos ojos oscuros y lmpidos me examinaban compasivos y la manecita que agarraba mi manga harapienta me condujo hacia la puerta del Templo de los Sueos. Retroced ante el umbral pero una voz casi inaudible, suave y musical, me inst a entrar y, lleno de una extraa confianza, segu a mi bella gua. Hassim se nos encar en la puerta, alzando sus crueles manos y con una negra mueca frunciendo su frente de simio pero, mientras yo me encoga esperando un golpe, l se detuvo ante la mano que la muchacha haba alzado y la orden imperiosa que sta le dirigi. No entend lo que haba dicho pero vi borrosamente, como entre nieblas, que le daba dinero al negro y que me conduca hasta una colchoneta donde me hizo recostar, colocando los almohadones como si yo fuese el rey de Egipto en vez de un sucio y harapiento renegado que slo viva para el opio. Su delgada y fresca mano repos por un instante sobre mi frente y luego ella desapareci, en tanto que Yussef Al se acercaba con la sustancia que mi alma peda a gritos... y muy pronto me hall de nuevo vagabundeando a travs de los extraos y exticos pases que slo el esclavo del opio conoce. Y sentado sobre la esterilla, dndole vueltas en mi mente al sueo del rostro de calavera, me asombr an ms. Desde que la muchacha desconocida volviese a llevarme al tugurio, yo haba entrado y salido de l como antes, cuando tena dinero abundante con el que pagar a Yun Shatu. Ciertamente, alguien le estaba pagando por m y, en tanto que mi subconsciente me haba dicho que era la muchacha, mi oxidado cerebro no haba llegado a entender tal hecho por completo, o a interrogarse sobre sus razones. Para qu hacerse preguntas? As pues, alguien pagaba y los sueos de vivido colorido continuaban, qu poda importarme eso? Mas ahora, empec a hacerme preguntas. Pues la muchacha que me haba protegido de Hassim y que me haba trado el opio era la misma que haba visto en el sueo del rostro de calavera. En la miseria de mi degradacin, su encanto era como un cuchillo que me atravesaba el corazn y que haca revivir, de un modo extrao, los recuerdos de los das en que yo era un hombre como los dems..., no un amargado y tembloroso esclavo de los sueos. Qu lejanos y borrosos eran esos das, trmulas islas en la neblina de los aos..., y qu negro mar me separaba de ellos!Pgina 8 de 66

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Contempl mi manga harapienta y la sucia mano semejante a una garra que emerga de ella; mi vista atraves los celajes de humo que llenaban el srdido cuarto, los camastros a lo largo de la pared en que yacan los soadores de vacua mirada... esclavos, como yo, del hachs o del opio. Contempl a los chinos calzados con zapatillas que iban quedamente de un lado para otro llevando pipas o quemando bolas de purgatorio concentrado sobre minsculos braseros. Mir hacia donde se hallaba Hassim, los brazos cruzados, semejante a una gran estatua de basalto negro junto a la puerta. Y me estremec y ocult el rostro entre las manos pues, con el dbil amanecer de mi hombra recuperada, supe que este ltimo sueo, el ms cruel de todos, era algo ftil..., haba cruzado un ocano a travs del que jams podra volver, me haba apartado del mundo de los hombres y las mujeres normales. Ahora no quedaba sino ahogar ese sueo como haba ahogado todos los dems..., rpidamente y con la esperanza de que muy pronto pudiese alcanzar el Ocano Definitivo que se halla ms all de todos los sueos. As son estos huidizos momentos de lucidez, de anhelo, que echan a un lado los velos de todos los esclavos de la droga...; inexplicables, sin esperanza alguna de que puedan llegar a cumplirse. Volv pues a mis sueos vacos, a mi fantasmagora de ilusiones; pero a veces, como una espada hendiendo la neblina, a travs de las montaas, las llanuras y los mares de mis visiones flotaba, como una msica que se recuerda en parte, el resplandor de unos ojos oscuros y un cabello que pareca brillar. Os preguntis como yo, Stephen Costigan, americano, un hombre de ciertos logros y cultura, lleg a encontrarse tirado en un sucio tugurio del barrio bajo de Londres? La respuesta es sencilla...; no soy ningn libertino hastiado que buscase nuevas sensaciones en los misterios del Oriente. Os respondo... Argonne! Cielos, qu abismos y cumbres de horror acechan en esa simple palabra! Enloquecido por el continuo caoneo..., hecho pedazos por ste. Das y noches interminables y un infierno rugiendo sobre la Tierra de Nadie donde yo estaba tendido, herido de bala, lleno de bayonetazos que me haban convertido en una ruina ensangrentada. Mi cuerpo se recuper, no s cmo; mi mente nunca lo hizo. Y los fuegos huidizos y las sombras cambiantes de mi cerebro torturado me llevaron cada vez ms y ms abajo, descendiendo los peldaos de la degradacin, sin importarme nada hasta que al fin hall alivio en el Templo de los Sueos de Yun Shatu, donde mat mis rojos sueos con otros sueos..., los sueos del opio en los que un hombre puede bajar hasta los pozos ms abismales de los ms rojos infiernos o ascender hasta cumbres innombrables donde las estrellas son como alfileres hechos de diamante bajo sus pies. Las mas no eran las visiones del borracho o de la bestia. Llegu hasta lo inalcanzable, me hall cara a cara con lo desconocido y en la calma del cosmos llegu a conocer lo que ni siquiera puede ser imaginado. Y, en cierto modo, me sent feliz hasta que la imagen de una cabellera bruida y unos labios rojos barri mi universo hecho de sueos y me dej, tembloroso, entre sus ruinas.

3. EL AMO DEL DESTINOY Aquel que te derrib en el Campo de Batalla Lo sabe todo... Lo sabe! Lo sabe! Omar Khayam

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Una mano me sacudi speramente mientras yo emerga lnguidamente de mi ltima orga de opio. El Amo desea verte! En pie, cerdo! Era Hassim el que as me sacuda y hablaba. Que se vaya al infierno el Amo! respond, pues odiaba a Hassim..., y le tema. Levntate o no habr ms opio fue la brutal respuesta. Trmulo y presuroso me puse en pie. Segu al enorme negro que me condujo hasta la parte trasera del edificio, salvando el obstculo que suponan los desdichados soadores del suelo. Todos a cubierta! medio canturreaba un marinero en un camastro. Todos! Hassim de un empujn abri la puerta trasera y me indic que entrase. Nunca antes haba cruzado ese umbral y haba supuesto siempre que llevaba a los aposentos privados de Yun Shatu. Pero su nico mobiliario era un camastro, un dolo de bronce de alguna clase ante el que arda incienso, y una gran mesa. Hassim me lanz una mirada siniestra y cogi la mesa como si fuese a darle la vuelta. Gir como si se hallase sobre una plataforma mvil y con ella gir un pedazo del suelo, revelando una trampilla oculta en el suelo. Unos peldaos descendan hasta perderse en la oscuridad. Hassim encendi una vela y con un gesto lleno de brusquedad me invit a bajar. As lo hice, con la estlida obediencia de un adicto a la droga, y l me sigui, cerrando la puerta sobre nuestras cabezas mediante una palanca de hierro que estaba unida al lado oculto del suelo. En la semi oscuridad, descendimos por los inseguros peldaos, yo dira que unos nueve o diez, y llegamos a un estrecho pasillo. Aqu Hassim volvi a colocarse delante, sosteniendo en alto la vela ante l. Apenas poda distinguir los lados de aquel corredor con aspecto de caverna, pero saba que no era muy ancho. La parpadeante luz mostraba que se hallaba desprovisto de toda clase de mobiliario a excepcin de abundantes cofres de extrao aspecto que se alineaban a lo largo de las paredes..., receptculos conteniendo opio y otras drogas, pens yo. Un continuo ruido de leves correteos y el destello ocasional de unos ojillos rojizos entre las sombras delataba la presencia de las vastas cantidades de grandes ratas que infestan la orilla del Tmesis en esa zona. Entonces, ms escalones surgieron de la oscuridad que tenamos ante nosotros cuando el corredor lleg bruscamente a su fin. Hassim ascendi por ellos y, una vez arriba, llam cuatro veces en lo que pareca ser un techo. Se abri una puerta oculta y por ella penetr un torrente de luz tenue y de apariencia fantasmal. Hassim me hizo subir con rudeza y de pronto me hall, pestaeando atnito, en un lugar tal como no haba presenciado ni en mis ms salvajes visiones. Me hallaba en una jungla de palmeras en la que serpenteaban un milln de dragones de vividos colores! Entonces, a medida que mis asombrados ojos se acostumbraban a la luz, vi que no haba sido transportado de pronto a otro planeta, como en un primer momento haba pensado. Las palmeras estaban all, y los dragones, pero los rboles eran artificiales y estaban colocados en enormes macetas y los dragones se retorcan en los gruesos tapices que ocultaban las paredes. La habitacin ya era monstruosa por s sola..., me pareci de unas dimensiones descomunales. Una espesa humareda, amarillenta y que haca pensar en los trpicos, pareca cernirse sobre todo, disimulando el techo y engaando a quien mirase hacia lo alto. Vi que el humo emanaba de un altar situado ante la pared que estaba a mi izquierda. Me sobresalt. A travs de la humareda azafranada que pareca remolinear, dos ojos, espantosamente grandes y vividos, me contemplaban centelleantes. El vago perfil de algn dolo bestial cobr unaPgina 10 de 66

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forma indeterminada. Mir intranquilo lo que me rodeaba, fijndome en los divanes orientales, en las literas y en el extrao mobiliario, y entonces mis ojos se detuvieron para fijar su atencin en un biombo lacado que se hallaba delante de m. No poda ver ms all y no me llegaba sonido alguno de lo que hubiese al otro lado, pero senta que unos ojos me examinaban a travs de l, unos ojos que parecan penetrar, ardientes, hasta mi propia alma. Una extraa aura maligna emanaba de ese extrao biombo con sus raras tallas y sus blasfemos adornos. Hassim hizo una profunda reverencia al estilo rabe ante el biombo y entonces, sin hablar, retrocedi para volver a cruzarse de brazos, como una estatua. Una voz quebr de pronto el pesado y opresivo silencio. T, que eres un cerdo, querras volver a ser un hombre? Me sobresalt. El tono era fro e inhumano...; an ms, sugera unos rganos vocales que no hubiesen sido usados durante largo tiempo... La voz que haba odo en mi sueo! S repliqu, como en trance. Me gustara volver a ser un hombre. Sigui un lapso de silencio; luego la voz son de nuevo con un siniestro murmullo de fondo, como el de los murcilagos que vuelan en una caverna. Har de nuevo un hombre de ti porque soy amigo de todos los hombres rotos. No lo har por precio alguno, ni por gratitud. Y te doy una seal para sellar mi promesa y mi voto. Pasa la mano a travs del biombo. Ante estas extraas y casi incomprensibles palabras me qued perplejo y luego, cuando la voz invisible repiti la ltima orden, avanc un paso y met la mano por una rendija que se haba abierto silenciosamente en el biombo. Sent que me aferraban la mueca y algo siete veces ms fro que el hielo me toc la palma de la mano. Luego mi mueca qued libre y, sacando de nuevo la mano, vi un extrao smbolo trazado en un color azul junto a la base de mi pulgar..., algo que se pareca a un escorpin. La voz habl de nuevo en un lenguaje sibilante que no entend y Hassim avanz con deferencia. Pas la mano por detrs del biombo y luego se gir hacia m, sosteniendo una copa que contena algn lquido ambarino que me ofreci con una reverencia sarcstica. Lo acept, vacilante. Bebe y no temas dijo la voz invisible. Es solamente un vino egipcio con cualidades salutferas. As pues, alc la copa y beb; el sabor no era desagradable y, al devolverle el recipiente a Hassim, me pareci sentir una nueva fuerza y vitalidad recorriendo mis fatigadas venas. Qudate en la casa de Yun Shatu dijo la voz. Se te dar cobijo y alimento hasta que te halles lo bastante fuerte para trabajar. No usars opio ni lo pedirs. Vete! Como en sueos, segu de nuevo a Hassim a travs de la puerta secreta, baj los peldaos, recorr el oscuro corredor y ascend a travs de la otra puerta que nos llevaba al Templo de los Sueos. Al salir de la habitacin trasera y entrar en la gran sala de los soadores, me volv hacia el negro con mi mente llena de preguntas. Amo? Amo de qu? De la Vida? Hassim lanz una risotada feroz y sardnica. Amo del Destino!

4. LA ARAA Y LA MOSCAPgina 11 de 66

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Haba una Puerta para la que no encontr Llave; Haba un Velo a travs del que no pude ver. Omar Khayam Me sent en los cojines de Yun Shatu y pens con una claridad que me era nueva y extraa. En cuanto a eso, todas mis sensaciones eran nuevas y extraas. Senta como si hubiese despertado de un sueo monstruosamente largo, y aunque tena las ideas algo entorpecidas, me pareca que las telaraas que durante tanto tiempo las haban recubierto haban sido parcialmente quitadas. Me pas la mano por la frente y not que temblaba. Me hallaba dbil y agitado y notaba los primeros inicios del hambre..., no de droga, sino de comida. Qu haba en el brebaje que haba tomado en la recmara del misterio? Y por qu me haba elegido el Amo, a m entre todos los desdichados de Yun Shatu, para ser regenerado? Y quin era ese Amo? La palabra tena un sonido vagamente familiar..., trat laboriosamente de recordar. S..., la haba odo, yaciendo medio despierto en los camastros o en el suelo..., pronunciada en un murmullo sibilante por Yun Shatu, Hassim o Yussef Al, el moro, susurrada en sus conversaciones en voz baja y mezclada siempre con palabras que no poda entender. Acaso entonces no era Yun Shatu el amo del Templo de los Sueos? Haba credo, al igual que los dems adictos, que aquel chino marchito posea un indiscutible poder sobre aquel lgubre reino y que Hassim y Yussef Al eran sus criados. Al igual que los cuatro muchachos chinos que tostaban el opio con Yun Shatu, y Yar Khan, el afgano, Santiago, el haitiano, y Ganra Singh, el sikh renegado..., todos a sueldo de Yun Shatu, suponamos, atados al seor del opio por los lazos del oro o del miedo. Pues en el Barrio Chino de Londres, Yun Shatu era toda una personalidad y yo haba odo decir que sus tentculos cruzaban los mares hasta llegar a los ms altos lugares donde se hablaban lenguas misteriosas y potentes. Era Yun Shatu el que se hallaba detrs del biombo de laca? No; conoca la voz del chino y, adems, le haba visto ocupado en la parte delantera del Templo mientras nosotros franquebamos la puerta trasera. Se me ocurri otra idea. A menudo, yaciendo en un estado cercano al estupor, en las ltimas horas de la noche o con las primeras luces grises del alba, haba visto hombres y mujeres que entraban sigilosamente en el Templo, con vestimentas y actitudes extraamente incongruentes, fuera de lugar. Hombres altos y de porte digno, a menudo bien vestidos con trajes de noche, con los sombreros bien calados sobre la frente, y bellas damas, vestidas con sedas y pieles, el rostro velado. Nunca llegaban juntos y siempre se iban por separado y, escondiendo los rasgos, se apresuraban hacia la puerta trasera, por la que entraban, saliendo finalmente de nuevo por ella, a veces horas despus. Sabiendo que el deseo de la droga es a veces frecuente en personas de alta posicin, jams me haba hecho demasiadas preguntas al respecto, suponiendo que se trataba de hombres y mujeres ricos, de la alta sociedad, que haban cado vctimas de tal deseo y que en algn lugar en la parte trasera del edificio haba una estancia privada para ellos. Pero ahora empec a hacerme preguntas...; a veces esas personas se quedaban slo unos instantes... Era siempre el opio lo que venan buscando o acaso tambin ellos atravesaban ese extrao corredor y conversaban con El que se hallaba detrs del biombo? Mi mente juguete con la idea de un gran especialista al que acudan personas de toda clase para hallar la liberacin del hbito de la droga. Y, con todo, era muy extrao que alguien as

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escogiese un tugurio de las drogas como lugar de trabajo..., y tambin era extrao que el propietario de esa casa le tuviese, aparentemente, tal reverencia. Apenas me empez a doler la cabeza a causa de un esfuerzo mental al que ya no estaba acostumbrado, dej el tema y grit pidiendo comida. Con una sorprendente prontitud, Yussef Al me trajo una bandeja. An ms, al salir me hizo una reverencia, dejndome para que siguiese rumiando las extraas mudanzas que haba sufrido mi posicin en el Templo de los Sueos. Com, preguntndome lo que deseaba de m El que se hallaba detrs del biombo. Ni por un momento supuse que sus acciones hubiesen sido motivadas por las razones que haba expuesto; la vida del bajo mundo me haba enseado que ninguno de sus moradores se inclinaba hacia la filantropa. Y al bajo mundo perteneca la recmara misteriosa, pese a su trabajada y extraa naturaleza. Y dnde poda estar situada? Qu distancia haba andado yo por el corredor? Me encog de hombros, preguntndome si no era todo un sueo provocado por el opio; entonces me mir casualmente la mano..., y el escorpin grabado en ella. Reunid a la tripulacin! musit el marinero en su camastro. A toda! Hablar con detalle de los das que siguieron sera muy aburrido para cualquiera que no haya saboreado la espantosa esclavitud de la droga. Esperaba que el anhelo de la droga me atacase de nuevo..., esperaba, lleno de una sardnica desesperacin. Todo el da, toda la noche..., otro da..., y finalmente el milagro se realiz en mi escptica mente. En contra de todas las teoras y los supuestos hechos comprobados por la ciencia y el sentido comn, el deseo de la droga me haba abandonado tan repentina y completamente como un mal sueo. Al principio no pude dar crdito a mis sentidos y llegu a creer que segua preso de alguna pesadilla de la droga. Pero era cierto. Desde el momento en que beb la copa en el cuarto del misterio, no sent ni el ms ligero deseo de la sustancia que haba sido para m como la vida misma. Percib confusamente que esto era algo, en cierto modo, maligno y ciertamente opuesto a todas las reglas de la naturaleza. Si el ser terrible que se hallaba detrs del biombo haba descubierto el secreto para quebrar el terrible poder del opio, qu otros secretos monstruosos haba descubierto y cul era su inconcebible poder? Como una serpiente, la idea del mal se desliz en mi cerebro. Permanec en la casa de Yun Shatu, tendido en un camastro o sobre cojines esparcidos por el suelo, comiendo y bebiendo lo que me apeteca, pero ahora que volva a convertirme en un hombre normal, la atmsfera se me haca cada vez ms repulsiva y la visin de aquellos desdichados retorcindose en sus sueos me traa desagradables recuerdos de lo que yo mismo haba sido, y me repugnaba, hacindome sentir nuseas. As pues un da, cuando nadie me vea, me levant y sal a la calle para andar por el muelle. El aire, aunque estaba cargado de humo y olores desagradables, me llenaba los pulmones de una extraa frescura y despertaba un nuevo vigor en la que en tiempos fue una constitucin poderosa. Cobr nuevo inters en los ruidos de los hombres que vivan y trabajaban, y la visin de un barco que estaba siendo descargado en un atracadero me llen de emocin. No haba demasiados estibadores y, finalmente, me hall levantando bultos, tirando de ellos y transportndolos, y aunque el sudor chorreaba por mi frente y me temblaban los miembros a causa del esfuerzo, me senta exultar ante la idea de que por fin era de nuevo capaz de trabajar, sin importarme lo bajo o poco interesante que fuese el trabajo. Cuando al atardecer volv a la puerta de Yun Shatu, terriblemente cansado pero con la renovada sensacin de la hombra que emana del trabajo honesto, me encontr a Hassim en el umbral. Dnde has estado? me pregunt con aspereza.Pgina 13 de 66

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Trabajando en los muelles le respond prontamente. No tienes que trabajar en los muelles gru. El Amo tiene trabajo para ti. Encabez la marcha y de nuevo atraves las oscuras escaleras y el corredor subterrneo. Esta vez mis facultades estaban alertas y decid que el pasillo no tendra ms de treinta o cuarenta pies de longitud. De nuevo permanec en pie ante el biombo de laca y de nuevo o la voz inhumana de la muerte viviente. Puedo darte trabajo dijo la voz. Ests dispuesto a trabajar para m? Asent rpidamente. Despus de todo, pese al miedo que me inspiraba la voz, me hallaba en una gran deuda para con su propietario. Bien. Toma esto. Al avanzar yo hacia el biombo, una seca orden me detuvo y fue Hassim el que se adelant y tendi la mano por detrs para coger lo que se le ofreca. Aparentemente, se trataba de un paquete de fotos y papeles. Estdialos dijo El que estaba detrs del biombo, y aprende todo lo que puedas sobre el hombre de las fotos. Yun Shatu te dar dinero; cmprate ropas como las que llevan los marineros y alquila un cuarto en la parte delantera del Templo. Dentro de dos das, Hassim volver a traerte ante m. Vete! Mientras la puerta secreta se cerraba por encima de m, la ltima impresin que tuve fue que los ojos del dolo, que parecan pestaear a travs de la sempiterna humareda, me contemplaban burlones. La parte delantera del Templo de los Sueos consista en cuartos de alquiler, los cuales ocultaban el autntico propsito del edificio bajo el disfraz de una pensin de los muelles. La polica le haba hecho varias visitas a Yun Shatu pero nunca haban logrado pruebas que le incriminasen. As, establec mi residencia en uno de esos cuartos y me puse a estudiar el material que se me haba entregado. Las fotos eran todas del mismo hombre, de considerable estatura, no muy distinto a m en construccin y aspecto facial, excepto que l llevaba una espesa barba y tenda a ser rubio en tanto que yo era moreno. El nombre, como estaba escrito en los documentos adjuntos, era el mayor Fairlan Morley, comisionado especial de Natal y el Transvaal. El departamento y el cargo me resultaban nuevos y me pregunt sobre la conexin existente entre un comisionado africano y una casa de opio a la orilla del Tmesis. Los papeles consistan en datos abundantes, copiados evidentemente de fuentes autnticas y concernientes todos al mayor Morley, y una serie de documentos privados que esclarecan considerablemente la vida privada del mayor. Se daba una descripcin exhaustiva del aspecto personal y las costumbres del mayor, algunas de las cuales me parecieron de lo ms trivial. Me pregunt cul poda ser el propsito de todo aquello y cmo El que estaba detrs del biombo haba llegado a entrar en posesin de documentos de naturaleza tan ntima. No pude hallar clave alguna para responder a esa pregunta pero apliqu todas mis energas a la tarea que se me haba dispuesto. Tena una profunda deuda de gratitud para con el desconocido que me lo peda y estaba decidido a pagrsela con toda mi capacidad. Nada, en esos momentos, me haca pensar en una trampa.

5. EL HOMBRE DEL CAMASTROPgina 14 de 66

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Qu lluvia de lanzas te envi para jugar al amanecer con la Muerte? Kipling Al expirar el plazo de dos das, Hassim me hizo una sea cuando me hallaba en la sala del opio. Avanc con paso firme y enrgico, lleno de confianza al haberle sacado todo lo posible a los documentos de Morley. Era un hombre nuevo; mi agilidad mental y mi fuerza fsica me sorprendan..., a veces no me parecan naturales. Hassim me contempl con los ojos medio cerrados y me indic que, como de costumbre, le siguiese. Cuando atravesbamos la sala, se me ocurri mirar a un hombre tendido en un camastro junto a la pared, fumando opio. No haba nada sospechoso en sus ropas, descuidadas y harapientas, ni en su rostro sucio y barbudo o en su vacua mirada pero mis ojos, aguzados de un modo anormal, parecieron notar cierta incongruencia en los miembros bien construidos que ni siquiera las astrosas ropas podan disimular por completo. Hassim me habl con impaciencia y yo me volv. Entramos en el cuarto de la parte trasera y mientras l cerraba la puerta y se volva hacia la mesa, sta se movi y una figura emergi por la puerta oculta. El sikh, Ganra Singh, un gigante delgado y de ojos siniestros, sali del umbral oculto y se dirigi hacia la puerta que daba a la sala del opio, donde se detuvo hasta que nosotros hubisemos bajado y cerrado la entrada secreta. De nuevo permanec entre los remolinos del amarillento humo y escuch la voz oculta. Puedes llegar a saber lo bastante sobre el mayor Morley como para suplantarlo con xito? Sin duda respond, sorprendido por la pregunta, a menos que me encontrase con alguien que le conociese ms ntimamente an. Yo me encargar de eso. Escchame bien. Maana zarpars en el primer barco a Calais. All te encontrars con un agente mo que se te acercar apenas pongas pie en el muelle y te dar ms instrucciones. Irs en segunda clase y evitars toda conversacin, ya sea con desconocidos o con cualquiera. Llvate los documentos. El agente te ayudar a prepararte y tu farsa empezar en Calais. Eso es todo. Vete! Me fui, cada vez ms asombrado. Evidentemente, todo aquel embrollo tena un sentido, pero era un sentido que no poda ni imaginar. De nuevo en la sala del opio, Hassim me indic que me sentase sobre unos cojines y le esperase. Respondi con un gruido a mi pregunta, diciendo que l se adelantaba, tal y como se le haba ordenado, para comprarme el billete del trasbordador. Parti y yo me sent, la espalda apoyada contra la pared. Mientras pensaba, de pronto me pareci que haba unos ojos clavados en m con tal intensidad que mi subconsciente los haba notado. Alc la vista con rapidez pero no pareca haber nadie mirndome. El humo se mova lentamente en la recalentada atmsfera, como de costumbre; Yussef Al y los chinos iban y venan silenciosos atendiendo a las demandas de los soadores. De pronto, se abri la puerta del cuarto trasero y de ella sali tambalendose una figura extraa y horrible. No todos los que entraban en el cuarto trasero de Yun Shatu eran aristcratas y miembros de la alta sociedad. Esta era una de las excepciones, y alguien a quien recordaba por sus frecuentes entradas y salidas..., una figura alta y flaca, de informes y harapientas vestiduras, el rostro completamente oculto. Mejor que el rostro permaneciese oculto, pens, pues sin duda los gruesos ropajes ocultaban una espantosa visin. El hombre era un leproso, que de algn modo haba logrado rehuir la atencin de los funcionarios pblicos y al que se vea ocasionalmente vagando por las ms miserables y misteriosas zonas

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del East End..., un misterio incluso para los ms rastreros moradores de los barrios bajos de Limehouse. De pronto, mi mente hipersensible cobr conciencia de una repentina tensin en la atmsfera. El leproso cruz cojeando la puerta y la cerr detrs de l. Mis ojos buscaron instintivamente el camastro donde se hallaba el hombre que haba despertado mis sospechas anteriormente. Podra haber llegado a jurar que hubo un destello amenazador de unos ojos fros y acerados que se cerraron rpidamente. De una zancada llegu hasta el camastro y me inclin sobre el hombre acostado. Haba en su rostro algo que no pareca natural..., un saludable bronceado pareca asomar por debajo de la palidez de su complexin. Yun Shatu! grit. Hay un espa en la casa! Los acontecimientos se sucedieron entonces con vertiginosa velocidad. El hombre del camastro se incorpor de un salto, con la rapidez de movimientos de un tigre, y un revlver brill en su mano. Un brazo nervudo me arroj a un lado cuando intent aterrarle y una voz seca y decidida se impuso sobre la naciente confusin: -T! Alto! Alto! La pistola que haba en la mano del extrao apuntaba al leproso, que se diriga a grandes zancadas hacia la puerta. Alrededor todo era confusin; Yun Shatu gritaba en chino como un poseso y los cuatro muchachos chinos y Yussef Al acudan a la carrera, desde distintos puntos, los cuchillos destellando en sus manos. Vi todo esto con una claridad antinatural al mismo tiempo que no apartaba los ojos del rostro del extrao. Al no dar el leproso evidencia alguna de pararse, vi cmo los ojos se le endurecan hasta convertirse en alfileres acerados, llenos de decisin, afinando la puntera por encima del tambor del revlver..., los rasgos dominados por el terrible propsito del asesino. El leproso haba llegado casi hasta la puerta de salida, pero la muerte le fulminara antes de que pudiese cruzarla. Y entonces, justo cuando el dedo del extrao se tensaba sobre el gatillo, me lanc hacia adelante y mi puo derecho se estrell en su mandbula. Cay como derribado por un martillo piln, el revlver disparando inofensivamente al aire. En ese instante, con el fogonazo cegador que a veces nos resuelve un enigma, supe que el leproso no era otro sino el Hombre Detrs del Biombo! Me inclin sobre el hombre cado que, aunque no totalmente inconsciente, se hallaba temporalmente indefenso a causa de mi terrible golpe. Luchaba con torpeza por levantarse pero yo le empuj de nuevo con rudeza al suelo y, agarrando la falsa barba que llevaba, se la arranqu de un tirn. Un rostro delgado y bronceado qued al descubierto, cuyos fuertes rasgos ni siquiera la suciedad y la grasa de su disfraz podan alterar. Yussef Al se inclin sobre l, cuchillo en mano, los ojos convertidos en rendijas asesinas. Alz su mano morena y nervuda..., y yo le detuve la mueca. No tan aprisa, diablo negro! Qu vas a hacer? Es John Gordon sise, el mayor enemigo del Amo! Debe morir, maldito seas! John Gordon! Ese nombre me resultaba familiar, aunque no me pareca tener relacin con la polica de Londres; tampoco era capaz de explicar la presencia de aquel hombre en el tugurio de Yun Shatu. Sin embargo, en cuanto a ese punto estaba decidido. Sea como sea, no le matars. ! Esto ltimo iba dirigido a Gordon que, con mi ayuda, se levant vacilante, an bastante aturdido. Y aad maravillado: Ese puetazo habra derribado a un toro. No saba que fuera capaz de tales cosas.Pgina 16 de 66

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El falso leproso se haba esfumado. Yun Shatu me contemplaba tan inmvil como un dolo, las manos ocultas en sus anchas mangas, y Yussef Al retrocedi, murmurando ominosamente y pasando el pulgar por el filo de su daga, mientras que yo sacaba a Gordon de la sala del opio y le haca cruzar el bar de aspecto inocente que se hallaba entre dicha sala y la calle. No tengo ni idea de quin eres ni de lo que haces aqu le dije, una vez en la calle, pero ya has visto que es un lugar muy poco saludable para ti. Sigue mi consejo y mantente alejado de l. Su nica respuesta fue examinarme con la mirada y luego darse la vuelta, caminando con rapidez aunque con cierta vacilacin hasta perderse de vista en la calle.

6. LA MUCHACHA DEL SUEOHace muy poco que he llegado a estas tierras Desde la lejana y sombra Thule. Poe O unos leves pasos en el exterior de mi cuarto. El picaporte gir lenta y delicadamente; la puerta se abri. Me puse en pie de un salto, lanzando un jadeo de sorpresa. Unos labios rojos entreabiertos, ojos oscuros como lmpidos mares llenos de maravillas, una masa de brillantes cabellos... en mi umbral miserable se hallaba la muchacha de mis sueos! Entr y, girando con un movimiento sinuoso, cerr la puerta. Avanc de un salto, las manos tendidas, y me detuve al llevarse ella un dedo a los labios. No hables muy alto dijo, casi en un susurro. l no dijo que no pudiese venir aqu; pero... Su voz era suave y musical, con un deje extranjero en su acento que haca que me resultase deliciosa. En cuanto a la muchacha en s, cada frase y movimiento delataban al Oriente. Era como una brisa fragante que llegase del Este. Desde su cabellera negra como la noche, recogida por encima de su frente de alabastro, hasta sus diminutos pies, calzados con zapatillas puntiagudas de tacn alto, era la viva imagen del ms alto ideal de la belleza asitica...; un efecto ms aumentado que disminuido por la blusa y la falda inglesas que vesta. Eres preciosa! dije, atnito. Quin eres? Soy Zuleika respondi con una tmida sonrisa. Me... me alegro de gustarte. Me alegro de que no sigas soando los sueos del opio. Cuan extrao era que una cosa tan insignificante fuese capaz de hacer latir tan locamente mi corazn! Todo te lo debo a ti, Zuleika dije, la voz enronquecida por la emocin. Si no hubiese soado contigo cada hora desde que me sacaste del arroyo, me habra faltado la fuerza para pensar siquiera que pudiese llegar a librarme de mi maldicin. Se ruboriz de un modo encantador y entrelaz sus blancos dedos como si estuviese nerviosa. Abandonas maana Inglaterra? pregunt de pronto. S. Hassim no ha vuelto con mi billete vacil de repente, recordando la orden de silencio. S, lo s, lo s! susurr ella con rapidez, abriendo ms los ojos. Y John Gordon ha estado aqu! Te vio!

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S! Se me acerc con un movimiento rpido y flexible. Debes fingir que eres otro hombre! Escucha, mientras lo hagas, no debes dejar que Gordon te vea nunca. Te reconocera, sin importar cul fuese tu disfraz! Es un hombre terrible! No entiendo dije, completamente desorientado. Cmo me liber el Amo de mi adiccin al opio? Quin es ese Gordon y por qu vino aqu? Por qu se disfraza el Amo de leproso..., y quin es? Por encima de todo, por qu voy a fingir que soy un hombre al que jams he visto y del que nunca o hablar? No puedo..., no me atrevo a decrtelo! musit, palideciendo. Yo... En algn lugar de la mansin resonaron las quedas tonalidades de un gong chino. La muchacha se sobresalt como una gacela asustada. Debo irme! l me llama! Abri la puerta y la cruz a toda prisa, detenindose un instante para electrizarme con una apasionada exclamacin: Oh, sahib, ten cuidado, ten mucho cuidado! Y se fue.

7. EL HOMBRE DE LA CALAVERACul es el martillo? cul la cadena? En qu horno se hallaba tu mente? Cul es el yunque? Qu presa horrible Osa encerrar sus mortferos terrores? Blake Despus de que mi bella y misteriosa visitante se hubiese marchado, me qued sentado, pensando. Cre que, al menos, haba dado con la explicacin de una parte del enigma. Esta es la conclusin a que llegu: Yun Shatu, el seor del opio, era sencillamente el agente o el servidor de alguna organizacin o individuo que trabajaba a una escala mucho ms importante, y cuya misin iba ms all de aprovisionar de droga a los adictos en el Templo de los Sueos. Ese hombre, u hombres, precisaban colaboradores en todos los medios; en otras palabras, me estaban introduciendo en un grupo de contrabandistas de opio que operaba a gran escala. Gordon, sin duda, se hallaba investigando el caso y su presencia en solitario probaba que no era un caso corriente, pues saba que ocupaba una elevada posicin en el gobierno britnico, aunque ignoraba cul era exactamente. Con opio o sin l, decid cumplir mis obligaciones con el Amo. Mi sentido de la moral se haba embotado un tanto en los oscuros senderos que haba recorrido, y la idea de que me envolva en un crimen despreciable no se me ocurri. En realidad, me sent ms animado. An ms, la simple deuda de gratitud se increment mil veces a causa la muchacha. Al Amo le deba el que fuese capaz de sostenerme en pie y mirar en sus lmpidos ojos como debe hacerlo un hombre. As pues, si deseaba mis servicios como contrabandista de droga, los tendra. Sin duda, iba a fingir que era algn hombre de tan alta consideracin para el gobierno

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que las acciones normales de los oficiales de aduanas seran consideradas innecesarias; acaso iba a introducir en Inglaterra alguna rara sustancia alucingena? Esas eran las ideas que haba en mi mente cuando descend las escaleras, pero detrs de ellas flotaban otras suposiciones ms atractivas... Cul era la razn de la presencia de la muchacha en este sucio antro, una rosa en un montn de basura, y quin era? Cuando entraba en el bar apareci Hassim, el ceo fruncido en una oscura mueca de ira y, eso cre, miedo. Llevaba un peridico doblado en la mano. Te dije que esperaras en la sala del opio gru. Estuviste tanto tiempo fuera que me fui a mi cuarto. Tienes el pasaje? Se limit a emitir un gruido y me apart de un empujn entrando en la sala del opio y yo, de pie en el umbral, le vi cruzar la estancia y desaparecer en el cuarto trasero. All me qued, cada vez ms sorprendido, pues cuando Hassim me haba empujado pude percibir que en el peridico haba un artculo, justo debajo de su negro pulgar, el cual apretaba con fuerza como queriendo destacar en particular esa columna de noticias. Y con la antinatural celeridad de accin y juicio que parecan pertenecerme esos das, en ese fugaz instante le: Comisionado Especial Africano Hallado Muerto! El cuerpo del mayor Fairlan Morley fue descubierto ayer en la bodega de un barco abandonado en Burdeos... No le ms detalles, tena suficiente para tener qu pensar! El asunto pareca estar cobrando un feo cariz. Pero... Pas otro da. A mis preguntas, Hassim respondi, a regaadientes, que los planes haban sido cambiados y que no ira a Francia. Luego, un poco ms avanzada la tarde, me indic que fuese una vez ms a la recmara del misterio. Permanec ante el biombo de laca, sintiendo el escozor del humo amarillento en mis fosas nasales, con los dragones bordados retorcindose en los tapices, las palmeras formando una masa impenetrable y opresiva. Nuestros planes han sufrido un cambio dijo la voz oculta. No zarpars como se haba decidido antes. Pero tengo otro trabajo que puedes realizar. Puede que ste vaya ms con tus capacidades, pues admito que me has defraudado un tanto en cuanto a tu sutileza. El da anterior interferiste de un modo tal que sin duda me causar grandes inconvenientes en el futuro. No dije nada, pero sent cierto resentimiento en mi fuero interno. Incluso despus de hablar con uno de mis servidores de ms confianza prosigui montonamente la voz, sin seal alguna de emocin excepto una leve subida de volumen, persististe en dejar libre a mi ms mortal enemigo. S ms circunspecto en el futuro. Te salv la vida! dije, irritado. Y slo por esa razn paso por alto tu error..., esta vez! Una lenta furia naci en mi interior. Esta vez! Aprovchala bien, pues te aseguro que no habr otra. Mi deuda contigo es mayor de lo que puedo esperar llegar a pagar nunca, pero eso no me convierte en esclavo tuyo. Te he salvado la vida..., la deuda est toda lo saldada que le es posible a un hombre. Sigue tu camino y yo seguir el mo! Una risa ronca y horrible me respondi, semejante al siseo de un reptil. Estpido! Me pagars con el trabajo de tu vida entera! Dices que no eres mi esclavo? Yo digo que s lo eres..., al igual que Hassim, el negro que est junto a ti..., al igual que lo es esa muchacha, Zuleika, que te ha embrujado con su belleza.

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Esas palabras hicieron que una ola de sangre ardiente invadiese mi cerebro y fui consciente de que, durante un segundo, un mar de furia apag por completo mi cordura. Al igual que todos mis humores y sensaciones parecan haberse aguzado y exagerado esos das, del mismo modo ese ataque de ira super todos los momentos de furia que haba padecido antes. Diablos del infierno! aull. T, demonio!..., quin eres y qu poder tienes sobre m? Te ver, o morir! Hassim se lanz sobre m pero yo le arroj hacia atrs y de una sola zancada llegu hasta el biombo y, con un esfuerzo increble, lo apart a un lado. Y entonces retroced, las manos tendidas, chillando. Ante m se alzaba una figura alta y flaca, una figura grotescamente ataviada con un traje de seda bordada que le llegaba hasta el suelo. De las mangas del traje surgan unas manos que me llenaron de pavor..., manos largas, como las de un animal de presa, con dedos flacos y huesudos, las uas curvadas como garras..., con la piel arrugada como un pergamino amarillento, como las manos de un nombre que llevase muerto mucho tiempo. Las manos..., pero, oh, Dios, la cara! Una calavera en la que no pareca haber vestigio alguno de carne pero a la que recubra una piel tirante de un color entre amarillo y marrn, haciendo resaltar todos los detalles de esa terrible faz muerta. La frente era alta y, en cierto modo, resultaba magnfica, pero la cabeza tena los pmulos curiosamente estrechos, y bajo unas cejas arqueadas destellaban ojos tan grandes como charcos de fuego amarillo. La nariz tena el puente alto y muy delgado; la boca era una simple hendidura incolora entre unos labios crueles y delgados. Un cuello largo y huesudo sostena la espantosa imagen y completaba el efecto de un demonio con forma de reptil surgido de algn infierno medieval. Me hallaba cara a cara con el hombre de mis sueos, el rostro de calavera!

8. SABER OSCUROEl terrible espectculo apart por un instante de mi mente toda idea de rebelin. Se me hel la sangre en las venas y permanec inmvil. O que, detrs de m, Hassim lanzaba una carcajada maligna. Los ojos del rostro cadavrico ardan como los de un demonio clavados en m y, ante la satnica furia concentrada en ellos, me sent desfallecer. Entonces el horror emiti una risa sibilante. Te hago un gran horror, seor Costigan; muy pocos, incluso entre mis sirvientes, pueden decir, como t, que han visto mi rostro y que siguen vivos. Creo que me sers ms til vivo que muerto. Segu callado, completamente vencido. Era difcil creer que aquel hombre estuviese vivo, pues su aspecto desmenta del todo esa idea. Tena una espantosa semejanza a una momia. Pero cuando hablaba, sus labios se movan y en sus ojos arda una vida horrenda. Hars lo que digo habl abruptamente, y su voz haba cobrado un tono imperioso. Sin duda, conocers o habrs odo hablar de sir Haldred Frentn. S. Todo hombre culto de Europa y Amrica estaba familiarizado con los libros de viajes de sir Haldred Frentn, escritor y aventurero. Esta noche irs a la residencia de sir Haldred... S?

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y le matars! Me tambale. Esta orden era increble... indecible! Haba cado lo bastante bajo como para traficar con opio, pero asesinar deliberadamente a un hombre al que no haba visto jams, un hombre famoso por sus buenas acciones! Eso era demasiado monstruoso como para ni tan siquiera pensarlo. No te niegas? El tono era tan abominable y burln como lo era el silbido de una serpiente. Negarme? grit, recobrando al fin mi voz. Negarme? Demonio encarnado! Por supuesto que me niego! T... Algo en la glida seguridad de sus maneras me detuvo...; me call, lleno de aprensin. Estpido! dijo tranquilamente. Romp las cadenas del opio... sabes cmo? Dentro de cuatro minutos lo sabrs y maldecirs el da en que naciste! No has pensado acaso en cuan extraa es la celeridad de tu cerebro, la resistencia de tu cuerpo..., un cerebro que debera ser lento y torpe, un cuerpo que debera hallarse dbil y enfermo tras aos de excesos? Ese golpe que derrib a John Gordon..., no te has interrogado acerca de su potencia? La facilidad con que llegaste a dominar los documentos del mayor Morley... no te has hecho preguntas sobre ella? Estpido, ests atado a m por cadenas de acero, sangre y fuego! Te he mantenido vivo y cuerdo..., yo, slo yo. Cada da se te ha dado el elixir vital en el vino que bebas. No podas vivir y mantenerte cuerdo sin l. Y yo, solamente yo, conozco su secreto! Mir un extrao reloj que haba sobre una mesa junto a su codo. Esta vez he hecho que Yun Shatu no aadiese el elixir... prevea la rebelin. La hora se acerca... ah, ya ha llegado! Dijo algo ms, pero no lo o. No vea, ni senta en el sentido humano de la palabra. Me retorca a sus pies, gritando y sollozando en las llamas del infiernos tales como los hombres jams han soado. S, ahora saba! Sencillamente, me haba dado una droga de una fortaleza tan superior que haba sumergido al opio. Mi antinatural capacidad se explicaba ahora..., haba estado actuando sencillamente bajo el estmulo de algo que combinaba en su accin estimulante todos los infiernos, algo parecido a la herona pero de efectos inadvertidos para la vctima. No tengo ni idea de lo que era, ni creo que lo supiese nadie salvo ese ser infernal que permaneca inmvil contemplndome con cruel diversin. Pero la droga haba sostenido mi cerebro, infiltrando en mi constitucin la necesidad de tenerla y, ahora, mi espantoso anhelo me desgarraba el alma. Nunca, ni en los peores momentos de los caoneos o del ansia de opio, experiment nada parecido. Ard con el calor de mil infiernos y me hel con un fro que ningn hielo poda igualar. Baj arrastrndome hasta los ms hondos pozos del tormento y ascend hasta las torturas ms encumbradas..., un milln de demonios aullantes me rodeaban, gritando y acuchillndome. Hueso a hueso, vena a vena, clula a clula, sent desintegrarse mi cuerpo y esparcirse en tomos ensangrentados por todo el universo..., y cada clula por separado era todo un sistema de nervios que se estremecan y gritaban. Y desde los ms apartados vacos volvieron a reunirse para que el tormento fuese mayor. A travs de las ardientes nieblas ensangrentadas o gritar a mi propia voz, un montono gimoteo. Luego, con los ojos desorbitados, vi una copa dorada, sostenida por una mano semejante a una garra, entrar en mi campo de visin..., una copa llena de un lquido ambarino.

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Con un alarido bestial, la cog con ambas manos, apenas consciente de que el metal del recipiente ceda bajo mis dedos, y me la llev a los labios. Beb con frentica premura, y el lquido cay sobre mi pecho.

9. KATHULOS DE EGIPTOTres veces ms larga ser tu noche Y el Cielo ser como un manto de hierro. El ser al que llam Rostro de Calavera permaneca inmvil observndome mientras yo, sentado en un divn, jadeaba, totalmente agotado. Sostena en su mano la copa y examinaba el metal dorado, aplastado hasta perder la forma. Tal haba sido la obra de mis dedos enloquecidos en el momento de beber. Una fuerza sobrehumana, incluso para un hombre en tu estado dijo con una especie de seca pedantera. Dudo que ni tan siquiera Hassim pudiese igualarte. Ests listo ahora para tus instrucciones? Asent sin mediar palabra. Ya el poder infernal del elixir flua por mis venas, renovando mis consumidas fuerzas. Me pregunt durante cunto tiempo podra vivir un hombre que, como yo, era quemado y reconstruido constantemente. Se te entregar un disfraz e irs solo hasta la residencia de Frentn. Nadie sospecha que se trame algo contra sir Haldred y tu entrada en el terreno y en la misma casa deberan ser algo relativamente fcil. No te pondrs el disfraz, que es de naturaleza muy singular, hasta que ests listo para entrar en los terrenos. Entonces te dirigirs hasta la habitacin de sir Haldred y le matars, rompindole el cuello slo con las manos..., esto es esencial... La voz prosigui, semejante a un zumbido, impartiendo sus espantosas rdenes en un tono horriblemente despreocupado. Un fro sudor me perlaba la frente. Abandonars entonces la residencia, cuidando de haber dejado la huella de tu mano en algn lugar bien visible, y el automvil, que te estar esperando en algn sitio seguro de las cercanas, te volver a traer hasta aqu, habindote despojado primero del disfraz. En caso de complicaciones posteriores, dispongo de bastantes hombres que jurarn que pasaste toda la noche en el Templo de los Sueos sin abandonarlo nunca. Pero no deben verte! S precavido y ejecuta con seguridad tu tarea, pues ya conoces la alternativa. No volv a la casa del opio sino que fui conducido a travs de enrevesados corredores, adornados con gruesos tapices, hasta un pequeo cuarto que no contena ms que un divn estilo oriental. Hassim me hizo entender que deba quedarme all hasta despus del anochecer y luego me abandon. La puerta se cerr pero yo no hice esfuerzo alguno por descubrir si la haban cerrado con llave. El Amo del Rostro de Calavera me tena sujeto con algo ms que pestillos y cerrojos. Sentado en el divn, en el extrao decorado de una recmara que bien podra haber sido una estancia de una zena india, me enfrent a los hechos y libr mi combate. An quedaban en m rastros de hombra..., ms de los que el demonio haba supuesto y, aadido a esto, haba la desesperanza y la ms negra furia. Hice mi eleccin y decid el nico curso de accin que me pareca posible.

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De pronto la puerta se abri lentamente. La intuicin me dijo a quien deba esperar, y no fui contrariado. Zuleika, una visin magnfica, se hallaba ante m..., una visin que se burlaba de m, hecha an ms negra por mi desesperacin y que, sin embargo, me llenaba de una loca alegra y un salvaje deseo. Traa una bandeja de comida que puso a mi lado, sentndose luego sobre el divn, sus grandes ojos clavados en mi rostro. Era como una flor en una madriguera de serpientes, y su belleza se haba adueado de mi corazn. Stephen! musit y, al pronunciar por primera vez mi nombre, sent que me dominaba la emocin. De pronto, las lgrimas hicieron brillar sus luminosos ojos y puso su manecita en mi brazo. Yo la tom con mis toscas manazos. Te han dado una tarea que temes y aborreces! dijo, medio desfallecida. S dije, conteniendo los deseos de rer, pero an lograr engaarles! Zuleika, dime..., qu significa todo esto? Ella lanz una mirada temerosa a lo que la rodeaba. No lo s todo vacil, los apuros en que te hallas son todos culpa ma pero yo..., haba esperado..., Stephen, te he observado cada una de las veces que acudiste a la casa de Yun Shatu, durante meses. No me viste, pero yo s te vi y vi en ti, no al roto desecho que proclamaban tus harapos, sino a un alma herida, un alma que haba sido golpeada terriblemente contra los escollos de la vida. Y desde lo ms hondo de mi corazn me compadec de ti. Entonces, cuando Hassim te maltrat ese da... De nuevo las lgrimas afluyeron a sus ojos. No pude soportarlo y yo saba cmo sufras por la falta del opio. As que le pagu a Yun Shatu, y acud al Amo y yo..., yo..., oh, me odiars por esto! estall en sollozos. No..., no..., jams. Le dije que eras un hombre que podra ser til para l y le supliqu que hiciese que Yun Shatu te aprovisionase de lo que necesitabas. Ya se haba percatado de ti, pues tiene el ojo aguzado del mercader de esclavos, y el mundo entero es su mercado! Por lo tanto, hizo que Yun Shatu actuase como yo peda; y ahora..., sera mejor que hubieses seguido igual, amigo mo. No, no! exclam. He conocido unos das de regeneracin, aunque fuese falsa! Me he hallado ante ti como un hombre, y eso vale por todo lo dems! Y todo lo que senta por ella debi asomar en mis ojos, pues ella baj la vista y se ruboriz. No me preguntis cmo llega a enamorarse un hombre; pero yo supe que amaba a Zuleika..., haba amado a esa misteriosa muchacha oriental desde que la vi por primera vez..., y, de un modo extrao, supe que ella, en cierta medida, corresponda a mi afecto. El darme cuenta de ello hizo ms negro y desolado el camino que haba elegido; pero, dado que el amor puro hace siempre ms fuerte al hombre, prepar mi nimo para lo que deba hacer. Zuleika dije, hablando con premura, el tiempo vuela y hay cosas que debo saber. Dime, quin eres y por qu permaneces en esta madriguera del Hades? Soy Zuleika..., eso es todo cuanto s. Soy circasiana por sangre y nacimiento. Cuando era muy pequea me capturaron en una incursin turca y crec en un harn de Estambul. Cuando era an demasiado joven para casarme, mi amo me entreg como presente a..., a L. Y quin es l? El hombre del Rostro de Calavera? Es Kathulos de Egipto..., eso es todo lo que s. Mi amo. Un egipcio? Entonces, qu est haciendo en Londres? Por qu todo este misterio? Se retorci las manos con nerviosismo.

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Stephen, por favor, habla ms bajo; siempre hay alguien escuchando, en cualquier lugar. No s quin es el Amo, ni la razn de que se halle aqu o de sus acciones. Lo juro por Al! Si lo supiese te lo dira. A veces hombres de aspecto distinguido acuden a la sala donde el Amo les recibe, no aquella donde le viste, y l me hace danzar ante ellos y luego he de cortejarles un poco. Y siempre debo repetir exactamente lo que me digan. Eso es lo que debo hacer siempre..., en Turqua, en los Estados Brbaros, en Egipto, en Francia y en Inglaterra. El Amo me ense francs e ingls y l mismo me educ de muchos modos. Es el mayor hechicero de todo el mundo y conoce toda la magia antigua, y lo sabe todo. Zuleika dije, pronto todo habr acabado para m, pero debes dejar que te saque de esto... Ven conmigo y te juro que te alejar de este demonio! Ella se estremeci y escondi la cara. No, no, no puedo! Zuleika le pregunt con dulzura, qu poder tiene sobre ti, pequea..., tambin la droga? No, no! gimote. No lo s..., no lo s..., pero no puedo... Jams podr huir de l! Permanec sentado, atnito, unos instantes; luego le pregunt: Zuleika, dnde nos hallamos ahora? Este edificio es un almacn abandonado en la parte trasera del Templo del Silencio. Eso haba pensado. Qu hay en los cofres del tnel? No lo s. De pronto, empez a llorar quedamente. Tambin t, un esclavo, como yo..., t que eres tan bueno y fuerte..., oh, Stephen, no puedo soportarlo! Sonre. Acrcate un poco, Zuleika, y te contar cmo pienso engaar a Kathulos. Ella mir con extrema aprensin hacia la puerta. Habla bajo. Me tender en tus brazos y, mientras finges acariciarme, me dirs lo que quieras al odo. Se desliz en mis brazos y all, en aquel divn adornado con dragones de aquella mansin del horror, conoc por primera vez toda la gloria de tener la esbelta figura de Zuleika cobijada entre mis brazos, y la suave mejilla de Zuleika apretada contra mi pecho. Su fragancia llenaba mi olfato, su cabellera me rozaba los ojos y todos mis sentidos vacilaban; entonces, con los labios escondidos por su sedoso cabello le habl en un susurro apremiante: Primero ir a avisar a sir Haldred Frentn... Luego ir a buscar a John Gordon y le hablar de esta madriguera. Traer a la polica hasta aqu, t debes mantenerte en guardia y estar lista para esconderte de l..., hasta que podamos entrar a la fuerza y matarle o capturarle. Entonces, sers libre. Pero, y t? dijo en un jadeo, palideciendo. Necesitas el elixir, y slo l... Tengo un modo de vencerle, pequea respond. Su rostro se torn increblemente blanco y su intuicin femenina lleg de un salto a la conclusin correcta. Vas a matarte! Y por mucho que me doli ver lo que senta, tambin sent una dolorosa alegra al ver que era por mi causa. Sus brazos me rodearon con ms fuerza el cuello. No lo hagas, Stephen! me suplic. Es mejor vivir, incluso... No, a ese precio no. Es mejor terminar de modo limpio mientras me quede valor suficiente para hacerlo. Durante un instante me mir, presa de un torbellino de emociones; luego, apretando de pronto sus rojos labios contra los mos, se puso en pie de un salto y abandon a toda prisa la habitacin. Qu extraos son los caminos del amor! Dos barcos embarrancados en las costasPgina 24 de 66

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de la vida, nos habamos acercado inexorablemente el uno al otro y, aunque entre nosotros no se haba cruzado palabra alguna de amor, conocamos lo que senta el corazn del otro... A travs de la mugre y los harapos, a travs de las seales que marcan al esclavo, cada uno conoca el corazn del otro y desde el primer instante nos amamos de un modo tan puro y natural como haba sido dispuesto desde los inicios del Tiempo. Este era para m, ahora, el principio y el fin de la vida, pues tan pronto como hubiese completado mi tarea, apenas sintiese de nuevo los tormentos de mi maldicin, el amor y la vida, la belleza y el tormento seran borrados a la vez de modo terrible y definitivo por una bala de pistola que hara pedazos mi cerebro antes de que se pudriese. Mejor una muerta limpia que... La puerta se abri de nuevo, dejando entrar a Yussef Al. Ha llegado la hora de partir dijo lacnicamente. Levntate y sgueme. Por supuesto, no tena ni idea de la hora. No haba ventana alguna en el cuarto que yo ocupaba..., no haba visto ninguna ventana, en realidad. Los cuartos estaban iluminados por bujas colgadas de incensarios en el techo. Cuando me puse en pie, el joven y delgado moro me lanz de soslayo una mirada siniestra. Que esto quede entre t y yo dijo, sibilante. Servimos al mismo Amo..., pero este asunto es puramente nuestro. Mantente a distancia de Zuleika..., el Amo me la ha prometido cuando lleguen los das del imperio. Mis ojos se estrecharon hasta convertirse en rendijas clavadas en el iracundo y apuesto rostro del oriental, y en mi interior naci un odio como pocas veces he conocido. Mis dedos se abrieron y cerraron involuntariamente, y el moro, notndolo, dio un paso atrs, la mano en el cinturn. Ahora no..., ambos tenemos trabajo...; luego, quiz. Aadi, en una repentina explosin de odio: Cerdo! Hombre-mono! Cuando el Amo haya terminado contigo saciar mi daga en tu corazn! Re secamente. Hazlo pronto, serpiente del desierto, o te romper la espalda con las manos.

10. LA CASA OSCURAContra todos los grilletes y los Infiernos del hombre Yo solo, al fin, sin ayuda... me rebelo! Mundy Segu a Yussef Al a lo largo de los corredores serpenteantes, por los peldaos (Kathulos no se hallaba en la sala del dolo) y a lo largo del tnel, luego a travs de las estancias del Templo de los Sueos y al exterior, a la calle, donde los faroles brillaban lgubremente a travs de la niebla y una leve llovizna. Ms all haba un automvil, con las cortinillas corridas. Ese es tu coche dijo Hassim, que se haba unido a nosotros. Cruza con naturalidad. No actes de modo sospechoso, puede que estn vigilando el lugar. El conductor ya sabe lo que debe hacer. Despus, l y Yussef Al volvieron a entrar en el bar y yo di un paso hacia la calzada.

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Stephen! Una voz que me hizo saltar de emocin el corazn pronunci mi nombre! Una blanca mano me hizo seas desde las sombras de un portal. Me acerqu rpidamente. Zuleika! Shhh! Me cogi del brazo, dejndome algo en la mano; distingu confusamente un frasquito de oro. Escndelo, aprisa! me susurr, ansiosa. No regreses, vete y escndete. Est lleno de elixir..., intentar conseguirte un poco ms antes de que se acabe ste. Debes hallar un modo de comunicar conmigo. S pero, cmo conseguiste esto? pregunt asombrado. Se lo rob al Amo! Ahora, por favor, debo irme antes de que me eche de menos. Y de un salto volvi al portal, desapareciendo. Permanec all, indeciso. Estaba seguro de que, como mnimo, haba arriesgado su vida para hacer esto y me desgarraba el miedo de pensar lo que podra hacerle Kathulos si descubra el robo. Pero volver a la mansin del misterio sera, ciertamente, provocar las sospechas, y quiz me fuese posible llevar a cabo mi plan y devolver el golpe antes de que El del Rostro de Calavera se enterase del engao de su esclavo. As pues, cruc la calle hasta donde me esperaba el automvil. El conductor era un negro al que no haba visto antes, un hombre delgado de talla media. Le contempl con firmeza, preguntndome si haba visto algo. No pareci haberse enterado de nada y decid que, incluso si me haba visto retroceder entre las sombras, no poda haber visto lo sucedido en ellas ni haber sido capaz de reconocer a la muchacha. Se limit a dirigirme una sea de asentimiento mientras yo me instalaba en el asiento trasero y un momento despus cruzbamos las calles desiertas y llenas de niebla. Supuse que el fardo que haba a mi lado era el disfraz mencionado por el egipcio. Recordar de nuevo las sensaciones que experiment mientras rodbamos a travs de la noche, oscura y lluviosa, sera imposible. Me sent como si estuviese ya muerto y las calles desiertas y tristes que me rodeaban fuesen los senderos de la muerte por los que mi fantasma haba sido condenado a vagar eternamente. Haba en mi corazn una alegra torturante y un lgubre desespero..., aquel del hombre condenado. No era que la muerte en s me repeliese, ya que demasiadas veces muere la vctima de la droga como para rehuir la ltima...; pero era duro desaparecer justo cuando el amor haba entrado en mi estril vida. Y an era joven. Una sonrisa sardnica cruz por mis labios... Tambin los hombres que murieron a mi lado, en la Tierra de Nadie, eran jvenes. Me sub la manga y apret los puos, tensando los msculos. No haba ningn peso superfluo en mi constitucin, y bastante carne haba desaparecido, pero los grandes bceps seguan abultando como nudos de hierro, pareciendo indicar una fuerza enorme. Pero yo saba que mi fortaleza era falsa, que en realidad yo no era sino la cscara rota de un hombre, animada slo por el fuego artificial del elixir, sin el cual hasta una frgil muchacha podra derribarme. El automvil se detuvo entre unos rboles. Nos hallbamos en los aledaos de un barrio muy distinguido y sera algo ms de medianoche. A travs de los rboles vi una gran casa que recortaba su negra figura contra los resplandores lejanos del Londres nocturno. Espero aqu dijo el negro. Nadie puede ver el automvil desde la carretera o la casa.

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Sosteniendo una cerilla de modo que su luz no pudiese ser detectada desde fuera del coche, examin el disfraz y me cost bastante contener una risa histrica. El disfraz era la piel entera de un gorila! Ponindomela debajo del brazo me dirig hacia el muro que rodeaba la residencia de Frentn. Unos cuantos pasos y los rboles donde se ocultaba el negro con el coche se confundieron en una masa oscura. No cre que pudiese verme pero, para ms seguridad, no me encamin hacia la gran puerta de hierro delantera sino hacia el muro lateral, donde no haba puerta. No haba luz alguna en la casa. Sir Haldred estaba soltero y yo estaba seguro de que toda la servidumbre haca ya rato que dorman. Escal el muro con facilidad y me deslic por el oscuro jardn hasta una puerta lateral, llevando an el grotesco disfraz bajo el brazo. La puerta estaba cerrada, tal y como haba previsto, y yo no deseaba despertar a nadie hasta hallarme seguro en el interior de la casa, donde el ruido de las voces no llegara a odos del que me haba seguido, si es que alguien lo haba hecho. Cog el pomo con las dos manos y, ejerciendo lentamente la fuerza inhumana que posea, empec a retorcerlo. El eje gir entre mis manos y el cerrojo interior se quebr de pronto, con un ruido que reson en el silencio como un caonazo. Un instante ms y ya estaba en el interior, cerrando la puerta a mis espaldas. Di un solo paso en la direccin en que crea estaba la escalera, entre las tinieblas, y luego me detuve cuando el haz de una linterna me dio de lleno en el rostro. Al lado del haz luminoso distingu el destello del can de una pistola. Ms all flotaba un rostro delgado, entre las sombras. Qudese donde est y levante las manos! As lo hice, dejando caer el fardo al suelo. Haba odo esa voz solamente una vez pero la reconoc... Supe, al instante, que el hombre que sostena la linterna era John Gordon. Cuntos le acompaan? Su voz era seca e imperiosa. Estoy solo respond. Llveme a un cuarto desde donde no puedan ver luz en el exterior y le contar algunas cosas que desea saber. Permaneci callado; luego, indicndome con una sea que recogiese el bulto que haba dejado caer, se apart y, con otro gesto, me hizo seguirle hasta la siguiente habitacin. All me dirigi hacia una escalera y, una vez arriba, abri una puerta y encendi la luz. Estbamos en un cuarto con las cortinas corridas. Durante todo el trayecto Gordon no haba bajado la guardia y ahora permaneca inmvil, apuntndome an con su revlver. Vestido con ropas convencionales, resultaba un hombre alto, delgado pero de constitucin poderosa, ms alto que yo pero no tan corpulento, con los ojos color gris acerado y rasgos bien perfilados. Algo en aquel hombre me atraa, aunque percib el morado en su mandbula, all donde mi puo le haba golpeado en nuestro ltimo encuentro. No puedo creer dijo, con tono resuelto, que esta aparente torpeza y falta de tacto sean reales. Sin duda, tiene usted sus razones para desear que me halle ahora en una habitacin cerrada, pero sir Haldred est suficientemente protegido incluso en estos momentos. Qudese quieto. Con el can del arma en mi pecho, me registr la ropa en busca de armas ocultas, pareciendo ligeramente sorprendido al no hallar ninguna. Con todo musit para s mismo, un hombre capaz de romper una cerradura de hierro con las manos desnudas, mal precisa armas. Est malgastando un tiempo precioso dije, impaciente. Fui enviado aqu esta noche para matar a sir Haldred Frentn. Quin le envi? la pregunta fue como un disparo.

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El hombre que suele disfrazarse de leproso. Asinti, un vago brillo en sus ojos centelleantes. Entonces, mis sospechas eran correctas. Sin duda. Esccheme con atencin... Desea la muerte o el arresto de ese hombre? Gordon ri secamente. Mi respuesta sera superflua para alguien que lleva en la mano la marca del escorpin. Entonces, siga mis indicaciones y sus deseos se cumplirn. Sus ojos se entrecerraron, llenos de sospecha. As que ste era el significado de esa entrada sin disimulo y sin resistencia dijo lentamente. Acaso la droga que le dilata las pupilas le trastorna tambin la mente, como para creer que puede tenderme una emboscada? Me apret las sienes con las manos. El tiempo corra y cada momento era precioso... Cmo poda convencer de mi honestidad a este hombre? Escuche; me llamo Stephen Costigan, de Amrica. Frecuent el tugurio de Yun Shatu y fui adicto al opio, como habr supuesto, slo que ahora soy esclavo de una droga ms fuerte. A causa de tal esclavitud, el hombre que usted conoce como un falso leproso y a quien Yun Shatu y sus amigos llaman Amo, adquiri dominio sobre m y me mand aqu para matar a sir Haldred..., la razn, slo Dios la conoce. Pero he conseguido hacerme con cierta cantidad de esa droga que necesito para vivir, y temo y odio al Amo. Esccheme y le juro por todo lo santo y lo blasfemo que antes de que salga el sol el falso leproso estar en su poder! Pude ver que, a pesar suyo, Gordon estaba impresionado. Hable, rpido! dijo secamente. Con todo, poda notar an su incredulidad y un sentimiento de inutilidad me invadi. Si no va a ayudarme dije, djeme marchar y, como sea, hallar un modo de llegar hasta el Amo y matarle. Me queda poco tiempo..., tengo las horas contadas y an he de cumplir mi venganza. Djeme or su plan, y hable deprisa respondi Gordon. Es bastante sencillo. Volver al cubil del Amo y le dir que he hecho lo que me haba encargado. Usted debe seguirme de cerca con sus hombres y mientras que yo mantengo ocupado el Amo con esa conversacin, rodee la casa. Luego, a mi seal, irrumpa en ella, mtelo o cjalo prisionero. Gordon frunci el ceo. Dnde se halla esa casa? El almacn de la parte trasera de Yun Shatu ha sido convertido en un autntico palacio oriental. El almacn! exclam. Cmo es posible? En un primer momento pens en eso, pero lo hice examinar cuidadosamente desde el exterior. Las ventanas estn tapiadas y las araas han tejido sus telaraas en ellas. Las puertas estn condenadas con clavos por fuera y los sellos que indican que el almacn est abandonado como siempre no han sido forzados ni manipulados en modo alguno. Entraron por un tnel contest yo. El Templo de los Sueos est directamente conectado con el almacn. He cruzado la calle que hay entre los dos edificios dijo Gordon, y las puertas del almacn que dan a ella estn, como ya he dicho, selladas con clavos desde el exterior, igual que las dejaron los propietarios. Aparentemente, no hay salida trasera de ninguna clase desde el Templo de los Sueos.

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Un tnel conecta los edificios, con una puerta en el cuarto trasero de Yun Shatu y la otra en la sala del dolo del almacn. He estado en el cuarto trasero de Yun Shatu y no hall tal puerta. La mesa est colocada encima. Se fij en la gran mesa en el centro del cuarto? Si la hubiese hecho girar, la puerta secreta se habra abierto en el suelo. Ahora, veamos mi plan: yo entrar en el Templo de los Sueos y me enfrentar al Amo en la sala del dolo. Usted tendr hombres secretamente apostados delante del almacn y e