Post on 31-Dec-2014
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TíTULOS GaRLA
l>-' LAS REGLAS DEL M~TODO SOCIOLÓGICO Émile Durkheim
;¡;" EL NACIMIENTO DEL ESTADO Quelllin Skmner
¡¡;. ESTUDIOS PSICOLÓGICOS Y ETNOLÓGICOS SOBRE MÚSICA Georg 5immeí
!.> LAS AVENTURAS DEL MARXISMO Gise/a Catan2aro - Ezequiel/par
iJ::> LA DESUNiÓN REPU6LICA y NO-DOMINACIÓN EN MAQlJlAVELO Ernestu FUlJes
J-- HAMLET, EL PADRE Y LA LEY fnflque KOZJckl
t)' EL SUICIDIO {mí/e DlJrkh<,im
e- POLíTICA EN SP',NOZA Mari/13m Chaul
;? SIETE ENSAYOS DE INTERPRETACiÓN DE LA REALIDAD PERUANA José Carlos Manáteglli
jt., LA OREJA DE LOS NOMBRES Federico Galende
~ '~ENIN-MARX Georg Lukács
.. POBRES CIUDADANOS LAS CLASES POPULARES EN LA ERA DEMOCRÁTICA (ARGENTINA, 1983-2003) Oenis Merklen
'> laS ASALTANTES DEL CIELO POlíTICA Y EMANCIPACiÓN Horacio GOflzález
Ii'" LA SUGESTiÓN DE LO CONCRETO ESTUDIOS SOBRE TEORíA LITERARIA MARX¡STA Miguel Vedda
~ DISCURSOS HISTÓRICO - POLíTICOS Thomas Hobbes
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BaJO conTinuo eXPLORaCIOnes DescenTRaoas SOBRe
CULTURa POPULaR y masIva
III I I I I I I I I I I I I
prefacio de Denis Merklen
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~a.!.l no" ~ ~ e n t o -,-; 1'::';",:' I GORLA
III COLECCiÓN NOVECENTO PReFaCIO BAJO CONTINUO i Director de la coleccióm Educrdo Rinesl
por Denis Merk1en 1
1
Seman, Pablo
Bajo continuo: exploraciones descentradas sobre cultura popular y ma~i",,1a ed. - Buenos Aires: Gorla, 2006.
160 p. , 21x15 cm. (Nove¡;ento; 18 d,rigida por Eduardo Rinesi)
ISBN 987-22D81-4_X
1. Ensayo Argentino.!. Tilulo CDD A864
Había Itrl3 vez un blll. (In bliJ/ito que en Gll¡I1~Ú
a toda la potJ!ación emt>rujabJ Sin ton ni sen.
Pero un día lIeg6 el Ouc/orrrr maneJando un eva/limO/Ofrrr
<Ysabefl io que pasjC ¿No?
Maria Elena Wal5hFecha de catalogación: 23/08/2006
Diseño y diagramac::ión: Juan Manuel Mileo Una de las formas de leer los estudios s:Jbre la sociedad argentina contemp'J
Prefacio: Dertis Merk,en .'! rénea es preguntándose qué referente util,z:J e1 autor de cada trabalo que busca
comprenderla Sabemos q~e en ciencias sociales no hay descripción ni juicio pOSible© Por el presente prefacio EDI-ORIAL GüRlA 2005 © 2006 EDiTORIAL GüRlA sin comparación, sea esta tácita o explicita, Decir que la Argentina se llodemiza, Valentin Vir~~oro 1475 Planta BJja "B" es mas o menOS democratlca, justa, compleja o excluyente, que SUS rrovlmientos e udad Autónoma de Buenos Aires (1414) _Argentin" sociales san creativos o meros reflejos del contexto, tOdo necesita un parametrowlllw.ed;\orialgorla,Com. ar ped idos@edilorialgorla.com.ar teórico o empírico. ¿Comparado con qué? ¿(m'jl es la referencia sobre la cual pro
curar entender la Argentina? Hace una punta de afios, mas de dIez, Francis Korn me enseñó el valor de esa
No se Dermi~e la reproducción lo~al o parci21 de este libro, ni su almacenaniento en un sistema pregunta, "¿Comparado con qué?", como un;) de los fundamentos esenciales de laInformático. ni su transmlsi6n OCf ~ualqule¡ IOlm~ o POI cual\1uiel me(\lo, e\~ctrico, mecánico. foto~opia u otros melodos. sin el permiso prevIo del editor. producción de conocimiento en ciercias Iwrr2nas y SOCIales. Quien fuera entonces
mi directora de irvestigación me enseñó otra cosa fundamentaL el valor de la es
critura. Hacer una tesis, me decia, es esenci::llmente escribir un buen li~ro MuchoQueda Mcho el depósito que mafCa la ley 11.723 Derechos reservados de lo que decimos los so:iólogos jepende de la fuerza y la fineza que seam:JS ISBN·lO: 987-22D81.4-X capaces de impri'TlHle a nueslras ideas a la hora de escribirl~s. QuedcTé siempreIS'\N·B, Q;8-981-22üBl 1\
agradecido por ei modo en que, desde un positivismo lógico complep y de una
Irr.preso en la Argentira gran pro'undidad, francis Korn condulo mi atención haCia la literatur~ y hacia la Pr:'nted in Algentine antropología, Estas enseñanzas resultaron cru~iales cuando me embarqué rumbo
6 PABLO SEMÁN BAJO CONTINUO 7
a mi tesis doctoral, pues me permitieron madurar la extensión del horizonte socio
lógico que, junto a varios colegas de mi generación, estábamos operando. Una vez
m<'Js sus ensenanzas resultan preciosas hoy, para leer estos BaJos Continuos entre antropología y sociología.
Para expJicar o comprender comparamos, y tratándose de nuestra experiencia
social contemporánea apelamos casi instintivamente a dos referencias principales,
a dos tipos de comparación. Ambas han llevado la sociologia hacia disyuntivas pro
blemMicas. Cada una de esas referencias condujo a adoptar sendos puntos de vista
bastante determinados, y a definir estrategias de investigación no menos radicales.
Debemos admitir que la primera, basada en la oposición tradición/modernidad,
permite adoptar una posición analítica y descriptiva cómoda. Puede así identificar
se toda una serie de fenómenos sociales que constituyen otros tantos obstáculos
politicos a remover. Todos son vistos como desvios de la modernidad o resabios,
reminiscencias, persistencia o tozuda reaparición de la Gemeinschaft: clientelismo,
populismo, difusión de prácticas religiosas, superstición, informalidad, dificultad
para independizar el mercado de lo social, solidez de los lazos de proximidad, pri
macía de la inscripción territorial, caciquismo, violencia, corporativismo, corrupción,
nepotismo provinciano, inercia de las jerarquías, personalismo.. La lista podría
ser bien larga, sobre todo porque, bajo esta clave de interpretación, la sociedad se
desdobla en una contracara de fenómenos modernos y consecuentemente buenos:
ciudadania, movimientos sociales, profesionalismo, racionalización administrativa,
democracia, despliegue sin fronteras del espacio público, individualización, legiti
mación procedural, legalidad, predominancia acordada siempre a los derechos del
individuo por sobre los del grupo, elasticidad, flexibilidad y movilidad de los lazos y
de las posiciones sociales.. Especular, esta otra lisia no es menos larga.
La segunda estrategia consiste en comparar la evolución histórica de la Argentina
con Ja de aquellos paises que son identificados con un orden social y político más
justo, y con un sistema económico m;!is eficaz. Europa, Estados Unidos y Canadá
aparecen como Jos espejos privilegiados. También se invocan, aunque menos, algunas
experiencias latinoamericanas. Aquí la chilena, para tal otro tema la uruguaya, la
mexicana o la brasileña. La mirada se desplaza en este caso a los caminos seguidos
por esos países, hacia las opciones politicas que habrían permitido liberarse de las
perversiones que afectan en casa nuestro progreso. Si esta estrategia es concordante
con la anterior, el foco de interés se corre de la filosofía politica y social hacia la
política comparada, y el punto de vista cambia su referencia, de los origenes de la
modernidad a las evoluciones observadas luego de la Segunda Guerra Mundial. Lo
que interesa aquí esencialmente es ver cómo los otros se libraron de la pobreza, del
8 PABLO SEMÁN
"'1'1'1111), del comunismo, del corporativismo estatal o sindical, de las desigualdades
IIftt, lI~clmdalosas, del seXismo, del control religioso y moral de la vida cotidiana, del
PlIPIIII·;1Il0. Debe reconocerse que la evolución política de las izquierdas europeas,
In tll 'H!lIlldo de una aceptación mayor del liberalismo politico que aquel que las
IlIldmizara en épocas de utopías revolucionarias, comunistas o nacionalistas, juega
In 1l~1[! caso un rol normativo mayor.
AllIlque menos frecuentado que los anteriores, hay un tercer camino, no menos
"ICJlJuctivo, que consiste en comparar la Argentina consigo misma. Se trata en este
calo r1e poner a la sociedad en relación con su pasado reciente, con las experiencias
lrlllrJlá1icas de las crisis repetidas o con los felices recuerdos de lo bien hecho.
Dictaduras, formas violentas de la práctica polilica, hiperinflación y recesión, pero
lambién protección social, viviendas y barrios más o menos "decentes", derechos
loclales, acceso a formas diversas de inscripción colectiva. Todas estas formas
litAn ancladas en la experiencia social y politica de los argentinos, quienes no se
comparan solamente con los par;!imetros (míticos) del "Occidente", sino también
con la experiencia (no memos mítica, cierto) de lo que han sido capaces de hacer
¡untos, para bien y para mal. La diferencia entre las dos primeras estrategias y la
tercera es que ésta última incluye aquello con lo cual los actores referencian la
construcción de su propia experiencia,
Lo cierto es que poco se entiende de la Argentina si se la piensa como un esfuerzo
permanente por salir de la tradición hacia la modernidad. Y tampoco se entiende
mucho queriendo poner en sincronia la experiencia social actual con los esfuerzos
realizados por los pueblos europeos para escapar de las diversas formas de autorita
rismo que atraviesan su pasado reciente. La experiencia social de los argentinos se
encuentra enteramente comprendida en la modernidad. Pero se encuentra también
conmocionada por las fallas de la modernidad, por sus avatares, y frecuentemente
por los fracasos estruendosos que los proyectos de construcción de una sociedad
moderna han vivido en estas tierras.
Estas observaciones podrían resul tar trivia les. Sin embargo, el trabajo que Pablo
Semán lleva adelante desde hace al menos quince años nos ayuda a comprender
que las tomas de posición de sociólogos, politólogos, antropólogos e historiadores
forman parte de algunos de los combates sociales más importantes del período
que se abre con la última dictadura militar e incluye las reformas económicas,
sociales y politicas de los últimos treinta años. Uno de los objetivos centrales de
Bajo Continuo está dado por su sistemático esfuerzo por desnudar estos conflictos
político culturales. Su obra puede entonces leerse como un intento denodado por
dar visibilidad a esas duras batallas allí donde éstas pasan desapercibidas. Toda la
BAJO CONTiNUO 9
diferencia del aporte de Pablo Sem¡!in puede encontrarse precisamente allí, en la
fina conciencia del valor político y social del trabajo de los intelectuales. Es en este
diferencial reflexivo que nuestro autor se destaca de muchos otros que como él se
han tomado a pecho el estudio de la Argentma contemporánea.
Paradojas, paradojas. Cuando Pablo Semán dedica la mayor parte de su esfuerzo
al estudio de la cultura popular, nosotros decimos que su trabajo debe ser leído a la
luz de lo que él nos dice de los intelectuales. No exageremos. El valor principal de
11, su contribución está dado por su capacidad para describir y analizar el universo de I las clases populares. Pero lo que nos muestra magistralmente en cada uno de sus!I
textos es que no puede entenderse la cultura popular si no situamos sus producciones
en el contexto de una lucha sin cuartel con las producciones provenientes de otros
sectores de la sociedad, principalmente las de las clases medias -entre las cuales
nos encontramos los universitariOS, no debería hacer falta decirlo. No es difícil ad
vertir que esta dimensión del análisis cultural adquiere una relevancia particular en
una sociedad que evoluciona desde hace más de un cuarto de siglo por el camino
de la fractura social, de las desigualdades crecientes y de la relegación de los que
van perdiendo a espacios sociales marginales. Como un maestro de la antropología,
Semán está siempre golpeando el hombro de sus colegas para recordarles que su
propiO trabajo debe ser incluido, como una producción más, en el campo de lo que
es observado. Los estudios sobre las clases populares deben comprender, en primer
lugar, una sistemática reflexión sobre qué dicen de éstas quienes las estudian.
Los chicos eran muy bu, burros lodos en Gulubú_ Se olvidaban la lección o 5ufrfan de sarampión.
Maria Elena Walsh
Volvamos a nuestro punto de partida. Si los estudios sobre la Argentina de hoy
toman a la modernidad como principal lelón de fondo, deben hacerlo sobre la base
de las repetidas crisis y fallas de los proyectos que han intentado, con diverso grado
de éxito, imponerse como encarnación de lo moderno. En efecto, en nuestro caso,
el problema no está dado por un brujito que nos engaFia, enmudece nuestras vacas
y nos mantiene en la enfermedad. Nuestro inconveniente proviene del hecho de que
10 PABLO SEMÁN
los chicos siguen siendo burros y enfermándose de sarampión Incluso luego de la
intervención del doctor. Mirese por el lado que se lo mire, es eVidente que luego del
fracaso de sus intervenciones, el "doctor", su cuat"motor y la vacuna no pueden
apareCer sino como parte del problema,
Luego de las estrepitosas crisis que nos han sacudido al menos desde 1975,
queda claro que ninguno de los discursos que invocan la racionalidad moderna pueden
sin problema apelar a algo asi como una "síntesis superad ora" que nos conduciría
hacía el progreso. Debe considerárselos en el contexto de una situacíón altamente
conflictiva en la que, incapaces de producir una totalización hegemónica, unos
actores intentan definir las fronteras que los separan de los indeseables, mientras
que otros buscan, inversamente, derrumbar los muros que los aísla n del progreso,
la respetabilidad y la ciudadanía,
Es allí donde se inscribe el trabajo de Pablo Semán, y es por ello que su an
tropologia llega como una de las mejores sociologías de la cultura que podrían
esperarse. En ese contexto, hay un tema que encanta a nuestro autor y que se
encuentra ampliamente presente en Bajo continuo. Ni bien entramos a recorrer sus
páginas advertimos que casi siempre se trata de observaciones sobre la "recepción",
sobre el modo en que las gentes leen, escuchan, creen, cantan, predican, sobre
cómo entienden las propuestas políticas y sobre lo que hacen con ellas. 1 En efecto,
el autor siente una atracción partícular por el estudio de los objetos que están de
moda, sobre todo lo que está en boga en el espacio públíco. De los años ochenta
a los dos mil, le interesan la ciudadania, el pentecostalismo, el cllentelismo, Paulo
Cohelo, el rock de los sectores populares o las historias contadas por Felipe Pígna.
Nada parece escapar a la trituradora de un método que le permite moler toda clase
de granos, ¿De dónde proviene ese interés que motiva, entusiasma y hasta parece
divertir a nuestro antropólogo?
El trabajo de Pablo Semán aparece siempre luego de que todos se encargaron
de estudiar las condiciones de producción y distribución de un discurso, cuando no
se limitaron al análisis del discurso en sí, aislado, fuera de contexto, Cual superhé
roe vernáculo, Semán irrumpe con su trabajo cuando unos y otros están en plena
discusión sobre la veraCidad de un producto cultural. ¿En qué consíste el pente
costalismo? Veamos cómo se engaña al pueblo. ¿Cómo dar cuenta de la invasión
aculturadora de esos discursos inoculados en nuestro cuerpo social ahora que no
.. , 1""ll1Ila~erne esle inadecuado plll,al para "genle" como una licencia de la qlle me ampa'o para señalar 1'1',I'·'lTumle el car~cter múlliple de la~ recepciones
BAJO CONTINUO 11
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que quienes escriben sobre ellos. Simplemente lo Son propios modos de serlo.
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11 16 PABLO SEMÁN )
desafiliación, sería irracional pretender que los juicios valorativos sobre el mundo que
nos rodea deban organizarse I"'n función de una igualdad abstracta entre individuos.
Presentado asi, teóricamente, el ideal no puede ser sino una presión exterior al
mundo popular, una fuerza ejerCida contra las estructuras reales de cohesión social
construidas sin gloria pero cor! mucha pena por las personas que habitan esas franjas
de la sociedad. Cuando e~igimos a quienes viven en condiciones de gran precariedad
que se comporten como "individuos" y "ciudadanos" sin acampanar esta presión
de los soportes institucionales que la hacen posible (como sólidas estructuras de
protección social o un mercado de trabajo menos desestabilizanle), la exigencia no puede sino constituir una agresión atomizadora.
No se trata de que las clases populares carezcan de un "lOrizonte de ciudadanía
o de que hayan renunciado a él. Se observa simplemente que dentro del ideal de
ciudadania, profundamente arraigado en la politicidad popular, viven formas feliz
mente sólidas de lazo social, y que ellas no obedecen siempre a la forma de un
contrato entre individuos Con frecuencia, los individuos de las clases populares
que estudiamos no son los individuos contractualistas que el liberalismo político
desea. Simplemente porque, Como nos ha enseñado Robert Castel, no poseen los
"soportes" sociales indispensables para una apropiacíón positiva de la individua
lidad. Más bien observamos el universo popular atravesado por diversos procesos
de individuación. Éstos apelan frecuentemente a la negociación entre sistemas
más o menos institucionalizados de distribUCión de recursos, a soportes culturales
diversos (entre los que cuentan las tradiciones políticas, las ofertas religiosas, la
canción y los bes! sellersj, o a estructuras locales de solidaridad, Pero también están
presentes los horizontes democráticos, ciudadanos y de Juskla. Nuestros pobres
Ciudadanos y nuestros ciudadanos pobres no son ni más ni menos "modernos"
en otro contexto y con sus
Si de. iJlglin modo ilsi diciendo -pienso
que pensando decir que digo
es parte de tal obstinación que culpa y riesgo me abandonen.
Alfredo Zitano5a
Evidentemente, la postura de Pablo Seman comporta un importante riesgo de
fenomenología -si tal cosa puede constituir un nesgo. Numerosos son los pasajes de
Bajo Continuo durante los que sentimos el escalofrío de quien se encuentra a punto
de caer en las insondables profundidades del relativismo Es que el punto de vista
adoptado por nuestro autor exige acercarse peligrosamente al borde del abismo. En
efecto, si un reproche puede hacérsele es que tal vez corra en demasía el riesgo de
que su lector resbale barranca abajo sin advertir los peligros que ese camino presenta,
Pero, ¿cómo evitar la aventura de lanzarse hacia un universo indeterminado y perder
así todo punto de relerencia? Es cierto que a veces nos gustaría ver reabrirse los
paréntesis que cerró con razón para poder poner en evidenCia los puntos ciegos de
un conflicto social en el que casi siempre pierden las clases populares.
Resulta ciare que el autor de Bajo Continuo es demasiado cau!eloso con el
relativismo como para dejarse seducir por el valor de una descripción etno~ráfica
intrascendente. Hemos visto que ni el placer de la minuc'la n'l el gusto por el detalle
ni el deber de la restitución histórica satisfacen totalmente su esfuerzo. Su antro
pología se Inscribe en la mejor tradiCión de la sociología crítica, y su movimiento
hacia la descripción etnográfica obedece claramente a una estrategia de salida de
los callelones muertos hacia los que la ciencia politica de los años noventa condujo
a la refleXión social, Hay en el trabajo de Pablo Seman una profunda voluntad política
que no puede sino saludarse.
Vano seria el esfuerzo por vOI'ver a un debate general entre universalismo y
relativismo. Ya se han agilado bastante en pos de ello los partidarios del "posmo
dernismo". Sin embargo, creemos que deben explorarse las consecuencias políticas
de tal discusión para el caso de las Ciencias sociales, y de una sociedad como la
argentina, en una coyuntura como la que ésta atraviesa, Sin universal, la posibilidad
de juicio critico se disuelve. La democracia y la justicia social son irrenunciables,
moral y congnitivamente. Sin punto de referencia común, los actores no pueden
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acceder al reconocimiento del otro ni estimar el valor SOCial de su contribución
a la vida coiectiva. Sin referencia común, difícil es luchar contra el desprecio, la
discriminación o la exclusión. Desde ese punto de vista, un relativismo desatento
o ingenuo puede conducir a una especie de inmovilismo irresponsable. Pero si na
es ingenua, sólo una pOSición relativista pone en evidencia que todo universal es
inevitablemerlte parcial. En consecuencia, la crítica recobra su productividad pues
se ve obligada a asumir el caracter político de su posición.
Las miradas dirigidas hacia la cultura de las clases populares se detienen CDIl
frecuencia en e', estudio dE' los humos que intoxican el espíritu de los sujetos que
pueblan tales parajes de la sociedad. Se escandalizan de la si,tuaClán en la que
encuentran a esos Individuos pues, colmo de la alienación, no pueden ver en ella
más que sUjetos perdidos, regodeándose erltre los efluvios que les ofrecen cultura,
religión, politicas públicas y otros opiáceos_ .. Este punto de vista desconoce dos
cosas. En primer lugar i~nora la situación en la que la cultura popu'lar se despliega.
En segundo lugar niega el hecho de que los actores que pLleblan el universo popular
forman parte de la modernidad pero se encuentran, sobre muchos planos, en ten
sión, en oposición o en franca contradicción Con los proyectos que otros sectores
llevan adelante en el seno de la misma modernidad. La modernidad no es Unívoca.
Es democracia pero también capitalismo, y el individualismo puede ser ciudadanía
pero también atomizaciÓn. Es sobre la base de esas ambigUedades generales que
se producen localmente ul1a serie de conflictos y configuraciones sociales que no
pueden observarse sino el1 sus coyunturas específicas, Toda critica del mundo popular
que no tenga en cuenta simultáneamente los efectos de la dominación (y la par¡',ci
pación activa del dominado en tal relación), las formas de resistencia más o menos
adivas, y la libertad de entender las cosas de otro modo, no puede sino conducir a
la IOdllerencia, la toma de distancia o la franca descalificación del otro.
Trabajamos en un contexto de fractura social que estructura enteramente el
c'Jerpo social de los argentinos. en el que los de abajo soportan el peso de los de
arriba y los de afuera no pueden !">ino Improvisar ¡efugios para protegerse de la in
temperie, cuando no se organizan para robar a quiene!"> ven pasar por el camino. En
tal contexlo, ¿cuál es el valor de las eXigencias de "racionalismo", "individualismo"
y "Ciudadanía" dirigidas hacia los sectores populares? Desde el momento en que
identificamos el lugar de procedencia de esa inlerpelación, y desde que hemos
identificado su carácter descalificativo. sólo podemos ver un recurso discursivo de
las clases medias articulado con el propósito de proteger la barrera que los resguar
da de la amenaza popular Identificando los parámetros de la buena política y de
la buena cultura COn sus propios cánones, las clases medias no hacen sino poner
~ unos mOjones simbó',icos con los q'Je mejor delimitar la fronleras que las protegen.
l.a critica de la cultura popular es indispensable. Irresponsable seria justificar lada
su producción en aras de su "positividad". Por decirlo de otro modo, mucho de la
producción popular obedece a principios de realidad (de supervivencia, de oposición,
de protesla, de revuelta o de resistencia). En ese contexto, si la critica política no
~e inicia con 'la propuesta de caminos de salida de la asimetría social, cultural y
económica, debemos sospechar Que se trata de un ardid.
Referencias
Antonio Carlos Jobim & Vinicius de Moraes: "A lelicidade", en Vinicius de Moraes.
Buenos Aires, 1970.
María Elena Walsh: "Canción de la vacuna ", en Canci,¡nes para mirar, BuenoS Aíres,
1963.
Alfredo Zitarrosa: "Del pensar"', en Aquí PDesia N° 2, Mor.tevldeo, nov-dic de
1962.
BAJO CONTINUO 19'1, 18 J"ABLO SEMÁN
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aGRaDeClmlemosI
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A Mirta Amalti, Jurema Brltes, Gerarda AbCif Carlés, Claudia Benzecry, Antonadia
Borges, María Julia Carozzi, Eleonor Faur, Cecilia Ferraudi Curto, Alejandro Grlm
son, Bernardo Lewgoy, [Ioísa Martín, Sllvina Merenson, José Garriga Zucal, María
Graciela Rodríguez, Lucas Rubinich. Todos ellos han leído y criticado los trabajos de
1
11
este libro y han sugerido modificaciones decisivas cuya ejecución es de mi exclusiva
responsabilidad -como también es de mi cuenta el hecho de que, como sé bien,
no he logrado resolver todos los problemas que sus lecturas generosas y exigentes 1:1 me han planteado-.
A Martín Liut y Diego Fridman, que se dispusieron generosamente a ofrecerme ! I 1 sus interpretaciones del baJO continuo. A Eduardo Rinesi y Jung Ha Kang, por su
paciencia y generosidad. A Oenis Merklen, que sostiene este diálogo y, por eso mismo, no se olvida de
cierta parrilla en París. A Otavio Velho, que en cada uno de sus te)(tos y en toda
su afabilidad ha estimulado lo m~s productivo de las libertades que me he tomado
para escribir algunos de estos artículos y ha sido una guía fundamental en toda mi
actitud frente a los fenómenos religiosos. A Claudia Fonseca, que me ha ofrecido
tanta amistad como desafíos Intelectuales. A Ernesto Sem~n ya Eloísa Martín, que dan el afecto con risas e hipérboles de
sabiduría milimétrica e infinita.
P. s.
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La mayor parte de los trabajos aquí reunidos recogen parte de los resultados 1
de diversos procesos de investigaCión en los que participé desde el año 1995 en
l!Idelante. Son heterogéneos porque esas investigaciones se referían a problemas
'J objetos diferentes e implicaron metodologías también diferentes. Pero en todos
I¡I,I,
11'11 ellos hay un elemento común. Sujetos de clases medias y, sobre todo, populares 11 ,
1 , realizan usos especilicos de propuestas religiosas, literarias, musicales, de sistei'
mas de mediación politica, etc. En cada una de esas prácticas de apropiación se II!" revela la eficacia de una especie de epicentro que les da a esas apropiaciones una1.1
1: , ,
, consistencia que es la que no esperamos desde nuestras proyecciones y supuestos. 1, y en este "nueslras" invoco el sentido común de una clase media 'Llniversitaria, '
1 "progresista", que reside básicamente en la Capital Federal, que no ve nada muy
positivo en la literatura de masas, en los aspectos nacionalistas del rock o en las III
I'!¡' religiones populares (a menos que éstas aparelcan aliadas a algún proyecto políti
CO progresista y hayan transformado su mística en vocación por la transformación
histórica; o sea: que no sean religiones). ,
I~~ En esas investigaCiones pude constatar, por ejemplo. que la expansión evan
1,1 gélica, de la que -:;e esperaba una especie de norteamericanización de la religión,, ~, , ' c( es digerida y transformada por formas populares de religiosidad que, a pesar de
t, 1"
sus apoyos institucionales aparentemenle frágiles, perdura, y, más que perdurar,
es actual. PudE'! comprobar, también, que en e'l hoy denostado "rock chabón" se , " concrE'!taba una forma dE'! constituir y ejercer autonomia que no debería pasar de
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III I'!II
No es éste el espacio que destinaremosa una reflexión teórica sistemática sobre
lo que seaJn o no la/s cullura/5 popular/es. La renovación I)ermarenle del público
I universitario tiene Ln lado perverso: perm ¡te que se hagan performances de brillantez IIII ron el simple recurso de recapitular did:!.cticilmente ID que está disponible desde
I hace déc<ldas. No se espere eso de este li:xo. 1
1
Pero en todo caso cabe de:ir que el espíritu de todos los textos aquí reuridos 11 está atravesado por una posición en rela:ión con el problema de la/s cultura/s
: '1 popular/es: la singJlaridad de lo histórico, la Condición de la subordinación (:on1
¡ 1, t¡><:;tada, Dlvidada o re5i5tida) y la Inscripción de e~to~ hoLOS el l.ln 5istema de
,1 !I acción hi5tórica determinado, del que surgen modos de conflicto y segmentación
específiCos que hacen a lo popular sin agotarlo. Han sido superados el populismo11 , y el sustancialismo que suponian la unidad del "alma popular" pcr la versión que
repone el proceso sacial de construcción de todo lo que es idealizado por la mirada"1", I folclorilante. Han sido superaclos el economicismo 'J el cu\h.lri31\smo ingenuos que
111 pensaban en culturas pobres o en culturas populares ideales por concepciones que
interpolan el concepto de hegemonía par;) hacernos notar que la produc;c;iúfI silTl'!II !II bólica y la dominación de grupos sociales están asociadas y que la dominación se,!I!I organiza, en parte, a través de la capacidad de nombrar. También hemos aprendido ,1 que en la batalla por la nominación las pOSiciones disimét!icas en el conjunto del
¡¡!1 espaciosocial se reproducen en Jlla Circularidad difícil, pero no ímposible de revErtir, , ,!
'J que cualquier trama de significaciones, p2rafraseando a Marx, nace tarada por la
i '1'1I¡II hegemonía, por las capturas del discurso en luegos de impOSición de conocimientos,
reconoc,mientos y descnnocimientos del que se hace toda comunícación. Historia, ".1 1 conflicto y oscuridaces varias determinan las valencias que pueda asumir el término
1 popular y hacen a la insuperable singularidad de su corten ido.
11 Pero se ha hecho tanto por mostrar cómo ganan les que ganan que nos con1
,¡"I,I! frontamos al peligro de una espec ie de hegemonicocentrismo que describe lo social
,1 1 desde el punto de mira en que una form<3 de hegemonía captura, asimila, devuelve
y recodifica cualquier producción autónoma. En la descripción de las culturas popuI!:II,I, lares todo ocurre cono si se hubiera impllP<;to la ~iguienle contradicción: Invocando
al linaje de los Thompson y los de Certeau -Incluso al punto de banalizarlos-, ¡ 1
1; 1 practiquemos reproduccionismo y Frankfurt. Asi, el de5centramien:o que exige la
captaciÓl de 1<3 producción simbÓlica de los sectores populares pareció como más II'¡ "
d~~prec;i~ble que nunca en ··105 90", la época en que los efeclos de duallzac'ón
," fueron creados y recreados en las sociedades latinoamericanas y los sectores popu1
1 1 '
26 PA.8l0 SEMÁN111
'1 1
1"
¡"IS peróiemn tanto ingreso y pode' como interés académico (a no ser un interés
loclodemogrMico que reuniÓ a los le!ormadores del Estad::l con los opositores a
111 reformas limitados a contar las pérdidas). ¿Qué rendimiento diferencial podía '.MI para los macromodelos entonces en tJOga, aquellos que explicaban la realidad
loclal desde el palacio, que el voto de Margarita, por dar un ejemplo. {uese efecto
dll "ciientelismo" o albergase otras voluntades llenos digeribles pGlra ese palacio,
11 lolal "iha a votiH Pflrón". o <;ea, Menem' Habría sido demasiada inversión para
un resultado poco útil. En muy diversos sentidos y en muy diversas situaciones
concletaS tooos los artíCJlos de este libro surgie:on de apuestas por lo contrario de
III desinterés y por la necesidad de ,comprender los paramelros propiOS (le aquellos
que eran tan débiles (y lo siguen siendo). Para ese punto de vista todo lo que ha
ocurrido en América LaUna después de "la déc~da del 90", debido a la situación
I.neral, pero también, y todo lo poco que se quiera, pero siempre algo, a un margen
el. I!JBencia qlJe tuvieron los sl'dores populares en muy diversas configuraciones.
lue inesperado: los piqueteros en Argentina, la guerra del agua en Bolivia (el país
que. pocos lo recuerdan, fue para Cavallo en el fin de los 80 lo que Argelia y Cuba
para los revolucionarios je los 60 y 70) Y el reto'no inesperado del "populismo" en
'oda Latinoamérica. QuilaS estabamos tan mal encaminados antes de esa sorpresa
como dUlal1\e el tiempo posterior en que se midió a los movimientos pODulares por
IU capacidad de asumir las expectativas de Toni Negri sobre su forma de emanci
parse, Entre la tarea de contar las bajas ocasionada por la "'evolución de los ricos"
que significó el "neoliberalismo" y la de n~cer a los otros depositarios de nuestras
Ilusiones, hemos preferido mostrar :as cosas como nos han parecido que son. No
hubo en cada uno de estos trab~jos más intenCión normativa que la de ser un tes
tigo lo m~s riel posible a estas circunstancias. Hemos visto que lo que resistía ¡jI
"neoliberalismo" eran concepciones que no siempre eran emancipador~s y hemos
presenciado cómo las ilusiones populares se alimentaron de promesas económic~s
Que se asumían como epifanías. Otras veces hemos visto que el rack se hacia na
cionalista, rrucno antes de que el resto del paisdejase de reírse a carcajadas sobre
lóeas tales como "compre argentino'· o "sustitución de irrportaciones" o de que
pudiésemos leer la reivirdicación de un "nacionalismo sano" (cuyo cuestionamiento
polémico revelaba que )uena parte de los intelectuales y dirigentes de este pa!s
habla naturalizado las categorías mentales del acreedor). Así nos hemos permitida
pensar en el malco de algo que alguna vez le oí decir a la antropóloga Rila Segato:
que mucho de esto era posible porque la propia dualilGlClón social que VIViÓ nuestro
pals, que permitió y expresó una disimetría brutal, ha estado también en la base
de un proceso en el cu~l en los se,:tores popu·ares se desarrollaron perspectivas
BAJO CONTINUO 27
I ..
I 1
propias. En el marco de ~us derrotas, los subordinados ganaron espacio para hacer 1I1 algo con lo que ,es querían hacer.
IV 111I El p!imer capítulo Ce Este lJo\unen resulta de dos procesos de in"estigación muy
diferentes. El pri'Tlero ha sido mi propia experiencia etnográfica en la comprensión
1\ 1 de las conversiones al pentecostalismo en un barriO del Gran 8'J¡>nn~ Aires. l Esto
aparece diluido en un segundo proceso: una ín"estigación blbljogr~ka en la que 1 . intent€ encontrar los elementos comunes entre mi propia in"estlgación y los reI1 sultados de lae; investigilciones de la religlosid<:ld de 10$ sectores pO¡.Julcues lIue se
desarrollaball en Argentll13, Brasil Chile y Uruguay. Me parecIó en ese momenlo
que las bases etnográficas desarrolladas por varios investigadores ~ermltían un
momellto de gelle¡;;lililción en el que podla", entreverse trazos muy generales de la 1
experien:ia POPUI3r. La exposición de esos trazos, obtenida por abstracción, permitia
~\I .
r. 11
I pensar la religiosidad popular come algo m¿s que un derivado de la pobreza, como
una Joma de dar cuenta de un punto de vista que contrasta con nuestro punto de I11I
vista sotre cómo ocurren y se rela:ionan \es hechos y las personas en el mundo.
1 Es por esta razón que organicé una exposICión en 113 'lUP, mLY sumariamente y de '111 forma condensada, planteo una posición en relación con el problema de la Cu\~ura
!, I I de los se:tores populares.
\1 El sp-gllndo (:apitule se refiere a la imbriC<lci6n de des fenómenos: el desarr::>\\{) • de ciertos formatos del rock. con g'an repercusión en los sectores populares y el
1'1carácter socialmente vengativo de la crítica que asiste a este género tra" los hecho" Al
,
d de Cromanóll. EII ese L:untexto intento mostrcr con qué caracte'ísticas se ha implan
1I l' !I", I . 1.
'11 . " 1;1 " , l. Una p~rLe de I~s dmcripclorle, QU~ me fue PQ5ible r~~lllar ha \Ido plJhl;"<lrl~ ~n S"mán, Pablo, "El
~e~leCo~i~lI¡mo y la reli;;iosidad (lFI05 secIQ\~, populares", l'rI Svalrlp~, Marl,lf"rl:l (CQm¡:, ), Oes,Je abajO la
tran~formac,ón de la5 idenlldade5 loc'ale5, Biblos. Bueno<; A"es, 2000, y en Semán, Pablo. La re/iglo,,!d~d ¡:'OPUIM. creenciJS y vida co¡idl¡¡¡;;l, C¡¡pllal InteleciuJI, Buerl(ls Alle~. 200:' Olra p.-Jfle '<!r~ publ10dd póxjrn~men.e En un Yolumeo qu~ Dre>enl~ e,J Ime,lp¡;acl~n ",n <IJ 'r,I~I,,1ad. [,''s pLJbl'~.~clon"" y lo q"~ e-<ponemos ~qUl tue surgiendo dUlaote el período en qua escribl mi tesIs de doclorado e~ A~trQpolo¡;la Social, e~ la Uoive"idad FEderal d' Rlo Gr~nre da ~"I (Yea~e Sem.ill, Pablo, A (ngmelll,¡,Jo dQ Ca~"'(I'; Um est~do sobr~ as 'iEn-,¡bif¡d¡¡d~~ religiosas de II~is penteco"tais e r¡¡M/iro; de um búro da Gra"de
I ,,' Buenos Aires, UF~GS, 2COO). •
•
28 PABLO SEMÁN I
1',"
lado la escucha y la producción del rack en lo" sectores populares, enfatízando el
hllcho de que en su cesplazilmiento a los sectores populares el rock ha cambiado
IU$lemáticas y las pautas de relación con su públícO,2
El tercer capitulo, refer'ldo a la literatura masiva sobre la historia y la icentidad
nleional, acempana la critica de los historiadores académicos, pero intenla histo
rlulI a lo" historiadores de masas entendiendo sus ideas y su éxilo como ¡:;arte del
proceso de recomposición de la imaginación pJlítica de las clases media" en la
Irgentina contempOr.mea.~
El cuarto capítUlo intenta mostrar cuáles son las condicione" de circulación y
eut!ll",s son la~ 1i?~tlJT"'5 de la lit",r<llura de autoayuda entre <;.uje~o<;. de clases medias
y populares ce diVersos contextos nacicnales. 4 En él intento demo"trar que, de di
versilIs maneras, la ilteratura de auto<lyuda prolol1ga tradiciones de lectura y creel1eia
persist~f1t~s, peru, a su vez, mudifica el CUdUrIJ U~ la~ r~laciofH;~~ enlr~ literillura y
religión. En lO"e contexto intento esclarecer un poco la sitUéc(Óll en ~ue esta literatura
adquiere masivldad y qué repre"entan para esos lectores sus literatos preferidos. <, ¿Por qué llO? Del matrimonio entre espirItualidad y cor:fort, del nundo eVlOgéiíco
I los best-seilers" explora una veta tan común como pOCJ tratada (a no se' en sus
larmas dá"icas) de 105 imaginarIOS reE¡;iosos. SJ posibilidad de conectarse con la
actividad económica, el consumo, la ansiedad de riqueza, Nos propusimo" mo"trar
Que las formas aparerltemente incompresibles del diezmo generoso y la esperanza
.n la provisión divina :ienen caminos perfectamente veroi>Ímiles d:osda al punto d"
I/ista de creyentes y lectores de best-se·rlers.
"La" formas políticas populares; Más acá de I:)S dualisTlos" pre"enta lo" perfiles
de una ¡.¡a-oto'a ¡.¡erlttlcu5tal qu= desarrolló su vida entre la religión y la po ftica en
un barrio del Gran Buenos Aires. A partir de su descripción pretendemos discutir
el estatuto de categorías como "clientelismo" el1 el anál,s;s polílico contemporáneo
'f proponemo" la necesidad de poner entre paréntesis la carga i::leológlca de las
.. • Can-en~e esta in_"3hga~oon en hma pa'al~l~ al de5arrallo de m. le"i, da~ioral. AGILJalnl~nie e'i"Y GOn~ .."
\p~nd~ IDI~. esFue'los en eSla lemalicJUna_8Isión~~le ..ar(lee.le~rlicuoh~.idoputollcad~er.larevi.la
Pr!nsam¡~nto de ~ confme5 N° 17. Buenos Aires. dicjembre da 2005. l. La Irwe~llgacliJn~rl qu~ "e t~~~ e,te caJílulú ha sido desarrollJda en el maTO rj~ una n.,~stlg~c"j" en la qll~
se ~o"'"",'an la ,'e'l-e",cj¡jll ~d lieP11pu. ~I ~~",a~iu, l< ,vdeLldU, 1" ju~IILI" j' Id I~~iórl ~"i\'g~"lill" Y Brd~il
•. Una versión an:ermr de esle trabajo. en lengua ~ortuguesa, fue publlc~d~ como "Núlas sobre pulsa~;jo
Enlre ~e<ltermlel e B~bel (, c~so de Paulü CoellK Ese\ls lel(~res", ~n Velhv, Olávlv (or¡rJ, Dr,'uito, m{,· niWs. Compar~6es e relig/ce" nv aras'/, Algentim, f'Drlu¡;al, Franr;a e Gra·Bretanha, CNI'"IP"'-,N,~-AI13r,
s~" PoLI". 2003, pp 127-5,
BAJO CONTINUO 29
conc€ptos de los que nos s€rvimos para repr€sentarnos la experiencia polrtica dE! los sectores populares.
En "Ni demonios ni desi~rlos" uiscuto un arHculo de Philippe Bourgois, pero
teniendo en vista un objetivo más amplio. lo qU€ en eSe me momento me resul
taba movilizador era la necesidad de porer en discusión lo Que adquiría. y todavia
mantiene, las características (y los efectos) de una moda avasallan te: creer que
se integran las pe(spectivas antropológicas y sociológicas disolviendo la e tnogra lía
en el continente teórir.n de Una élresentación canónica de la obra de Bourdieu. EJi
ese artículo intento plantear dos. cues.tiores que ayudan a des.monlar la aplanado.
ra: la especificidad del trabajo etnográfico y su Posibilidad de conexión Can otras ~oclologias.
v El recorrido que subyace a estos trabajos es el que explica tanto sus elementos
comunes como las diferencias, las distancias y las cOntradiCciones que puedan
señi.llilrse (;olTlparativamente entre unos y otros. Mi insistencia en el momento de
la autormmía de los sec~ores po~ulares tiene raZOnes que ¡::ueden cOndenSars.e en
una observación notable de Thompson en referencia al tiempo lejanc en !lue podia hallarse
una cultura wnsuetudinaria que en sus operaciones cotididlldS nu se halla sujeta
a la dominación ideológica de ,os gobemantes. La hegemonía subordlnante de la
gentrypuede definir IDs.límltes dentro de los cuales lél cul:ura plebeya es libée de
i.IetJar y crecer, pero, dado que dicha hegemonra es secular en vez de religiosa o
magica, poco puede hacer por determinar el carácter de la cullura plebeya.'
tsa es una situación en la que "la ley no entra en las casas de los campesinos",
Transpolar ese razonamiento echa luz sobre la serie de razom'lmientos que reducen
la rCillidad a muchísimas menos variables de las que la componen y luego hacen
proyecciones 'lineales. de tendencias del obtenido por abslracción, E~to es. lo que
..
,.rmlten Grig~on y Passeron, que elaboran conceptualmente el contenido de esta
Iblarvaci6n en relación con tiempos má5 actuales y socledad€s mas homo~éneas
LlII~5 que refería Tho'Tlpson. Para ellos Se trata tanto de que lü:i inteleGludles que
'~ludlan la cultura popular no olViden los efectos que produce la dcminación en la
lulturil como de que se observe que en algunos momentos, que no son todos, los
IOmlnados ac:úan má~ que de forma rebelde en terrenos de "insumisibn cultural",
In los que sucede un transitorio "olvido de la dom nación", pleno de consecuencias
latl.les yana íticas. Y '"que estas expresiones de la cullw2 popular no representen
un peligro polítiCO o ideológico para la clase do'Tlinante es otra historia, cue no
,..mplaza la tarea de descripción que incumbe a la sociologia"r,.
Podrá deCIrse Que la sltuacllJn de los grupos populares no es la típica situación
lnlular privilegiada par la antro:lOlogia clasica. Estamos tan de acuerdo con esta
10le -Que implica la coex(s'ten:la contlictlva y asimétn'c3 entre grupos como la
COndición de existenCia de cualquier grupo- que ni siquiera pensamos que alguna
VlZ hGiya sido válida pala las llamadas "sociedades simple,". Pero esto, que impli
el la inevitabe condición de 12 altefidad en la constitución de las "identidades"
..también, obviamente, las subalternas.-, no implica que ese "olro" penetre h'lsta el
tUétano y gobierne todo el habla de ese subordinado. Por dar un ejemplo simple y
Ilttremo: cuardo un migran te habla la lengua de su país receptor con el acento de
IU lengua madre no lo hace exclUSivamente en e marco de la disputa identitaria,
IUnqJe ese hecho tengél relevancia en esa lucha y sea Instrumentado en ella. lo
hice porque vive en el marco de condic ones incorporadas que conforman Jn en
torno más o rTenos. durable en el que si 10 es po~ible reconocer "la cultura" como
loIn código y un cuerpo coherente es necesario identificar, al menos, un conjunto de
Constriccione~ que se imponen a la acción y al sentimiento, que impiden "hablar
Con propiedad" la lengua del ctro y obligan a declinarla en la propia. Aun en el
paroxismo de la disimetría hay algo de lnaSlmilable y algo de diferencia que 'eslste
mf¡s allá del proyecto ce resistir,
.. l. Grignon, C. ~ P<sseron, j r" Lo culto y lo populu.. miserabi'lsmo y popull.mo en :~ ~oclología y en /a
•. Thon'I"ün, E. P" CDSI~m[)(es en comrin, Critica. Barc~lona, 199~, pp, 21-2, Meral~m. Nue"~ V,SIOn, Bueros A"es. 198,¡, pp. 68-9.
30 PAElLa 5EMÁN BAJO CONTINUO 31
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ser que por tanto referir a esos principios de interpretación surgidos de operaCIOnt"
de abstracción se pierdan de vista contraposiciones y sistemas de diferencias mil'.
ricos, las clases traba,'adoras han sido menos individualistas, como surgir¡a del
análiSIS de Duarte y como lo muestro en "Cosmológica, hoiista y relacional", pern
se definen más allá de eso por una serie de singularidades históricas que no caben
en esa distinción, como Intento mostrarlo en "Más acá de los dualismos".
Así, la tensión entre una y otra influencia no está resuelta en mi trabajo, pero
en todo caso, y con toda la distancia que hay entre una y otra oposición, ambas
sirven a un mismo objetivo: marcar el contraste entre mi experiencia y la del mundo
categorial afectiVO en que VIVO -que en cierta forma es compartida con el de los
lectores de este libro- y las que se dan en radios más lejanos de las clases medias
y, sobre todo, el'l el mundo de las clases populares Marcar ese contraste fue la
prioridad estrat8gica de mi trayecto hasta ahora. La falta de elaboración de la tensión
Citada es una cuestión menor en el marco de un panorama en el que la proyección
descontrc,'ada de nuestros parámetros y exigencias éticas, la profusión de descrip
ciones sociocéntrlcas, exigía intervenciones que hiCieran pensar que lo que está
reiativamente próximo en el espacio y en el tiempo no nos debe ser tan familiar.
34 PABLO SfMÁN
1 ... ;'¡'fo'"
Ir~i( , .e!ll"~~~
cOSmOlOGICa, HOLlSra y RelaCiOnal: una CORRlenre oe la ReLlGI9SIOao POPUlaR
conrempORanea
y yo escríbo muchas poesías. La gen~e me píde. MIrá. t.sta es la que hago cuando
voy a rezar al altar del Gauchilo: "Con la extraordll'laria fuerza que me coMiere la
le. Talismán: pido al Padre eterno y poderoso, creador del universo, dominador
de la vida y la muerte, que por mediO de este gaucho ínvel'lclble, Antonío Gíl,
proteja mi cuerpo y mi alma contra toda clase de daños y peligros. Que rechace
con firmeza y arrOj!o para siempre de mi cabeza lodo espírítu maligno, dándome
salud permanente, equilibrío integral. Que me brinde su poder para que no haya
mal alguno en este mundo que pueda vencerme o lastimarme. Antonio Gil, dame
Salud, Dinero, Amor, Justicia, Felicidad"
Del cuaderno de poesías de Man, catequista y Teladora de la capilla d~ La Merced en Villa Independencia, pmvlncia de 8u~nos Aires.
Yo voy al seminarío. Pero para que me habiliten la Iglesia. Esos tipos son un
peligro Yo quiero aprender alguna vez a leer la Biblia en la lengua original, en
griego, en hebreo. Porque ahí, en el seminario, lo leen lodo como para controlar
.. BAJO CONTINUO 35
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lo de la sanidad divina. Dicen que es para que no nos persigan por ejercicio i1eg<l1
de la medicina. Pero no entienden nada. Si es así, tampoco seamos evangelio
Carlos V., pastor de la iglesia Viña del Señor en Villa 1I1 dependencia, provincia de Buenos Aire',
La gente siempre viene con que alguien les dio un gualicho, o con que les CIE'
rran caminos. Pero yo siempre me quedo con bronca con eso y les pregunto
Porque, en realidad, de lo que se trata es de ver cómo es uno mismo el que se'
corta los caminos. Porque capaz que vos crees que alguien te está haciendu
algo y entonces ya lo ves cerca de ti, o ves algo de el, y crees que eso te corta el
camino. Pero pasa al revés; es que como vos no te pones a ver las cosas mejor,
se te cortan los cammos. Entonces, los caminos se los corta uno.
Pequi, curandera y cartomante de Villa Independencia, provincia de Buenos Aires
Las afirmaciones de la catequista católica y el pastor pentecostal contrastan con
la de la curandera' si las dos primeras afirman una especie de razón mística, la última
subraya el poder del yo en la constitución de una imagen positiva del mundo y en
la producción de acontecimientos felices. Con esta evocación de agentes religiOsos
católicos y pentecostales que parecen curanderos, de curanderos que se apoyan en
la difusión de una cultura psicologizada, quiero plantear un punto de partida que,
a esta altura, es mucho más que una hipótesis: el mundo de las denominaciones
religiosas (cada uno de los segmentos en que dividimos las experiencias religiosas:
catolicismo, pentecostalismo, etc.) está atravesado por lógicas culturales diferentes,
y el sentido de la experiencia religiosa, o del uso de los curanderos, depende de la
tonalidad que impongan esas lógicas tanto o mas que la pertenencia a una u otra
religión 1 Asumiendo estas consideraciones como premisas, me propongo mostrar
v " Nurner050S autores adoptan esta actitud analítica de di~ersas maner~~. Amodo dee¡ernplos paradl~máti(:os, véanse' S¡¡nchis, Plerre, "O campo rellglOsn conlemporaneo no BraSil", en Ora. A, y Stcil, e, (orgs l, GlobaII~afJo e rel/gIJo, Vozes, Pelrópol", 1997, que muestra que el r.ampo rell~ioso blaslletlo debe diVidirse en
36 PABLO 5EMÁN
111 [l~5ta,~~~o:
11'lItru los sectores populares existe una corriente de prácticas y representacio
I qlH! iltraviesa denominaciones y practicas autónomas, que reune los hechos
l" cusmológica -en tanto presupone que lo sagrado está no en el "mas alla",
lO In el "m~s acá"-, holista y relacional -en tanto afirma, al mismo tiempo, un
/ImlUm de experiencias que la ideología moderna divide en compartimientos
It.ncus, la preeminencia de la totalidad y el carácter de parte con el que participa
Id••ujeto en esa integridad-o Ésta no es la unica corriente que observamos en la
l. religiosa de los sectores populares. Sin embargo, eXisten razones especiales
• referirse a ella. Si bien la presentación cl~slca de los temas y prácticas de esta
le. cultural lleva a corsiderarla agón ica y crepuscular, intentaremos ofrecer claves
Interpretación que muestren hasta qué punto se trata de una cOrriente vital y
,t.mporánea. Asimismo, al describirla, y considerando que la primera parte de
11. trabajo muestra la eficacia de las visiones mecánicas de la modernidad en la
IlInlOn de las diferenCias culturales, estaremos ofreciendo un ejemplo paradigmMico
l. consistencia de esas diferencias,
Con este propósito, la primera parte del trabajo explicita un concepto de cultura
ular del que deriva las premisas que utiliza en el abordaje de la religiOSidad popu
, Tembién argüiré a favor de la necesidad de relativizar categorias de análisis que,
16. que realizar el ideal de la neutralidad científica, expresan el compromiso con
• "ersión de la cultura moderna y sus presupuestos. En la segunda parte, y en el
,nlexto de reflexión generado por las premisas de la primera, describiré tres trazos
Il.I' caracterizan las experiencias religiosas de los sectores populares en nuestros
'.11', Este trabajo, que concierne a la religiosidad contemporaneamente desarrollada
"O( sujetos de los sectores populares urbanos de países como la Argentina y Brasil,
prlSenta afirmaciones de carkter general; recoge resultados de una investigación
Implrica que forma parte de mi tesis doctoral, y los conecta con una investigación
bibliográfica en la que se fundan las pretensiones del grado de generalidad que nos
n,mos propuesto sostener.
ltUTllllOS de vertientes yló~ica, culturales anles que en denümlnaciDne~ rell~losa~, Velho, Olavlü , "O Catl~p.,ro
Fera", en RelIgiJo e Socleclade N' l~ Ill, Rlo de. Janelro, 1987, pp. 4-27, YVelho, OtdVlO, "Globaliantropologla e leligi~o", en Oro, A ySte¡L e , op. cit., pp. 43-62, qUien en lrdbáJos tan dislintos como
IU_ rilados aboga por an<1llsis que tengan en cuenta lanto!a porosidad de las fronteras denommaclonales como l. l:rllación de homogeneidades y contmuldades que subvierlan las hetero~eneldades Institucionales,
~ BAJO CONT'NUO 37 11
111,1 1
111
111':1
'11
1 1'1
11/'
'11,1
: 11
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1,'
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1
, 1'1
I1I ,
j111' '1111
Cultura y religiosidad popular
La noción de "cultura de lo~ grupos populares" abarca múltiples trazos culturales
y múltiples sujetos sociales según las más diversas interpretaciones. En este articulo,
y según una definición que subraya los aspectos culturales de un recorte sociológi
co y sociodemográfico. remitimos el sentido de la €J<..presión a una de sus posible'e
acepciones: la prodUCCión simbólica de las camadas SOCiales de bajos ingresos. dIO
los sectores populares urbanos. Del estudio de la cultura de €,,!os grupos es precIso
reseGar concepciones que, con Importantes matices y divergencias. enfrentaron el
problema y han dado lugar a términos e impasses que permiten elaborar la premisa
en que desemboca este punto. Ésta reza que la cultura de los grupos populares me
rece un enfoque que, más allá de los condicionamientos derivados de las situaciones
de subalternidad y privación, asuma, por un lado, la positlvidad y el sentido fuerte
de la diferencia que esa cultura presenta y, por el otro, efectúe un movimiento de
desfamiliar,zación en el que la homogeneización cultural no sea la única deducción
posible de la generalización de usos y objetos del émbito urbano (que no se deduzca
de la extensión de ',a escuela, la televisión y las zapatillas Nike la homogeneidad
cultural entre los sectores populares y el resto de ',a sociedad).
Diversos abordajes como el folclore, el ensayismo SOCial, la politlca, y versiones
de las ciencias sociales que, pese a su valor analítico, tropiezan con el obstáculo
que supone el interés politico e inmediato, han referido, una y otra vez, un sujeto
popular que se oresenta como una totalidad homogénea, muchas veces depositarla
del sentído del devenir social (el pueblo en sus más diversas infle'>:':lones, la clase, el
campo popular. etc .). Otros desarrollos cuyo origen coincide, en algunos casos, con
el, de los anteriores, a veces más empíricos, más sistemáticos, más actualizados y
profesionales, han descripto lo popular como el resullado de procesos de producción
simbólica de los grupos subalternos en relaciones de intercambio y conflicto con
otras clases sociales. De esta consideración, a la que suscribimos, se deduce que
lo popular no tiene un carácter esencial, debido tanto a la naturaleza cambiante de
su historicidad como a la posesión de una heterogeneidad que deriva de la coyun
tura histórica en la que surge y de sus diversas raices sociales, En slntesis, y como
allrma Romero2 , los grupos populares "1'.0 son un sUjeto histórico, pero s1 un área
de la sociedad donde se constituyen sujetos".
'V ,. Romero, Luis A., LC5 5ecl,''l'.< PDIYJ.IJre5 urb~no5 cama 5uJélv~ hi5ro"cas. C"'-A-PEc'¡~_" Bueno~ Aires, ]",87
38 PABLO 5EMÁt-J
Entre las concepcíones que de alguna forma respetan esta definiCión, es posible
Dblervar la tensión entre una caracterizac;,ón negativa, que subraya la relevancia de
I1 privación, la carencia y las relaciones de dominación, y otra positiva, que busca
Il.plar lo que esas cultLJras afirman pese a sus condicionamientos.'; La perspectiva
QUI enfatiza las categorías de desposesión ha supuesto que lo popular urbano re
prlMmta, en relación con los patrones contemporaneos (modernos). un momento
trlnsilorio de un camino forzoso y j;,nalmente feliz: en el ml~mo serían liquidados
101 rasgos de tradiCionalismo y adquiridas las competencias y reCLJ'SOS que sancio
nlrfan la inclUSión de los marginados en la modernidad," El evolucionismo implicito
il este planteo se complementa con la supOSición de que los modos de vida de
1'05 grupos, una vez perdido su anclaje supuestamente primario, son apenas el
nliatívo de la modernidad, concebida como un imperalivo a un mismo tiempo ético
~ objetivo: asl, a los grupos popLlI,ares les sobrarían supervivencias del pasado y
111 faltarian (a racionalidad y los bienes que los tarnar1an ciudadanos plenos de la
cultura contemporánea.
•1, "~drield, l~w" ~ [J"lJrdielf l!erlp.rlr.c~';Q" ~.Ias primeras, en la m~,-j"la en ~u~ r.n ellos predo'nona~ la,; "'el@nC'J~3 la '-rldr~¡nal,dad, 31 c3'3cler "obr~ rJ~ I~ cultllra de la pobr~z", ~ Su ;mpc,ibllldad de spr algo m~s
.uo una imil~c,ón d~gradada de la culiur~ dr,mi"iJnI~ Por otra parle, Thompson, W¡II,arr''i_ (;"g"orl " Passeron
..,lln ejemplD~ ",,,,~u,grn~l,cosde la, segundas, Con e;J,Q 5~ "" qU~ esta claslf,cac,ór ~s ab;¡r,,~,1or~ Yque na le propone dar cuenta je r~, p,pe,'dlC'd~de5denlro de e~as <10~ grandes calegorí~s [,k IrJtlJ¡O se alinea Ion 111 vls'ones poslt,vas que' '''"pl'Lan un fuerle movlmlenlD de (~Iallv,zallorl, de COlllraslE ~ (Drr,p~rac'ón,
r Q~~ llO Implican, necesa"a,r,~r,\~, un abordale anlro poló~'CC Is. ~, ~ ue, muy dlscu liblelTle~tp., ~~ ,d~~h'ica .~ l~tmlno con lo exclus,vam~nlf ""uol' una tradición cultural, una ;'~~Qlo~í~, "rr 'rTI¡]~inario, pueden '.~r
'.lliO',ados en ~u POSltlv,d:,d y, ~I mismo ¡.empo, en ~n'plla escala ., OIl!O que me reíenré írecuenlemente a p",p ~Q~~"pla, valga una la(¡:a ~~phc.t,K,on A~"í enlenrJemos el N!mlno en ,-jo" :¡~,,¡'<1,,~'. 11 COrTIO Ideología!, prü!e.:ÍL' cullllral pla5rn~dD~" bUena parle de las 50c'ed~dp., IICroldenlales. ap"nl~l~üú en los valores Indl",d"al'>la~ y ~n d,~posit,vos de ,~c'ún~I,z"c,6n lécnll:a (q ue ~ubier' IIIn la relaCión eDr, 1" nJluralez,,). polil,c;a (que 'c¡<uIJI< a traves del d~recho el v,nculo ¿"lre lo~ ;ndi.jduos) r plj(:oló~'ca I~LJe r,rr1')n"n la~ relaClon~s üe los Indi"lduos\;~n,'g~ rr,,~mos msmLlyendolü~ (Qm~ Idl<'sl ,n linIo I~ morl~rnidad es un prQi'~clQ. y nO un aulomat'smo mp.I~',Q,"JI, eS lógico que pue(1~n ""nrlc~,lrse Sus PUn\05 d€ fracaso, inconsecuen('.a e 'ncampl~Lo desarrollo deb'rlú J cünlestac'one5 o var,~cJ~"~s ';ú':;Jles e ~IIW,~~s de ese proyecto A<konQ~, IJ "'Jdernidad Implica "na dlr"~l"'Ón mítJca en la que se conc'be"~' mllma ce",o automalrsmo qu~ le d" u(, c~"'lno y un desL'nQ ~,omugeneo ~ ',a e~penenc'" hum~na ($olJrc e,la ~.lu,lr,,'tn, .éase Hervleu-Lé~er, Damélle, Ver, un nouveJu chn5tlamsme?, Cf,f, P~ri,·, 1986). M~s Jclelanle rlK¡\!,aré Que esla d'men"dn míl'ca medIa, lc'" p(nCJsJ~ consecuencias, en ID~ ~"JI,sis de la religiOSIdad popular, 2) Mil> amplHmfnle. r8¡,~r~ a los pal,on~sd" d"sarrollo prJVileg,ados pDr lú~ ~rup05 domlnanle~ d~ 111 dlverses neciolles l¡;t,rhlJmcr'CJnas Estos palror,e& I,enen una relacion d~ ¡,fin,da~ ~on la C11odern,d',1l. qu. puede ser mef]lad~ súla en un sent,do muy g~ner,CO '1 que, debido a la5 caracterisl'cJ5 d~ la~ ~oc'edJJes
Illi"oBme'lcanas, e'.la sUJ~taB un ~r~d(l mucl,O mas alto de v,,"a(ione~, cQnte~tac,one~ y/o supwpasiciünes ulIllósica5 culLurales dlslanClada, d~ la ",o~ernidad Uno de 105 ¡;a~~' q\'~ S1r,tomat'la la siluaci<]n ~jn¡;:ular 1roelaborad<' de la modermdad 1~1,,'aar1,erKana es, como Inlenl~r~l1'.n; ",ostrar aquí, el de la r:ullura de los
."II¡"~ pc~ul~r8~ IJtJrloamer,ca"l'~
BAJO CONTINUO 39
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I~ Luego, capitalizando los conceptos hasta aquí presentados, daré las indicaciolH'
mas generales acerca de la matriz cultural en qUe se apoya la producción de U" II:III!
corriente "co:srnológica", "holista" y "relacional" de ',a religiosidad popular.
1. La representación deshistorizada de la modernidad, la Identificación con ""
mito, resu',ta en un particular etnocentrismo9 : el que se Ident',lica con los valore'
liberadores de la modernidad pero, paradójicamente, asume una visión histórica ql,"
la piellsa metasocia',mente como un mecanismo de impos',clón absoluta y horno '~ génea, subtendiendo, como bien observó Casto¡iadis10 , una nueva teología Se~lill
los modernocéntricos, la modernidad jranslorma el mundo como él paso de Atila"
1'1 como el rey Midas: esta privada de singularlzaciones y carece de hipótesi.~ acerca d,' ',1 versiones históricamente cualificadas por distintas formas de vivir su proyecto y di' 11 organizar su hegemonía. Esta Identificación consuma el poder de universalizar 10',1
particularismos ligados a una tradición histórica singular (haciéndolos desconocer'11 como tales), con que Bourdieu y Wacquantll caracter',zan al Imper;,alismo culturJI
que co·constituye al modernocentrismo. El modernocentrismo resulta tanto ma'-, 1
Ij111
peligroso (más eficaz) cLlanto más asume en la desCflpción de lo social una leoría
.I 'Social que, agobiada por una visíón metasocial de la modernidad, hipos tasia 1,-\
~I familiar;,l,'lCIÓn indebida de las prácticas populares, Esta suposición es la que lleVa
a ecuacionar bajo el tílulo de religiosidad "nominal", supuestamente tenue y poco
intensa, fenómenos que apenas tienen similitud externa como las propensiones laicas
de las clases medias y la irregular practica sacramental popular que, denunciada
por los sacerdotes, se desqUita en la riqueza heterodoxa de la mal llamada "múltlpk ~ afiliación religiosa" (sobre este punto ver más adelante).
11 Mientras el modernocentrismo Inhibe la percepc,"ón de los etectos dlferenciafes
11 de la difusión de la medicina, es la escuela la que cOilduce en las clases medias
1, a la erosion de las etiologías místicas, y en las clases popul.ares a una duplicidad 1I defensiva frente a la inquisición de médicos, maestros, psicólogos y asistentes y11 1111
111 111
~'
' 1 , l~ u~a obrJ Ilo'·J,pechabl~ Ue ant;moJernismo rom<inllco, pe'o ,Iu~"n~düra y arr""--,,j,'ra dt pr,~üC-ton,'"
" 1,1 nl~l~nIClsmc'y senh~"", (amUn~~ m"dernlslas. Tuur~IIW d,,;cu!e tslos (,,,,C,'plos y p,~~enta I,Q, pvn(l)S cleCC'<, de IJ te()"~ SOCIal en [U~~to a sus vers;o~",.-j" (y sus C(lmprOmlsüS wnJ la mQdernidad. Was~ ¡ouraln~,
",
,~Ial~, C/lJ¡c~ d~ la modernidad, FCE. Bueno' AI(es, 1994 '0 Ca'i(orladis, l:r"nellus, "IIl,tlluc,6n de I~ SOCiedad )' rel,g'ón', tri ReVista Vuelta L~tln"amerlcan" ~ in 1990 II f;ou'dt~U, Pierre y WaCQllafil, LOlc, "Súbre(;j a~lIJCla;; de la ra!ón Impenall~ta", en Aounle.'i de h1Vi"!lgf:CIÓfl di'! C[crp W~, Bueno, Alr~s, 1999
1 l'
,11, 42 PABLO ~;r.",h.N
11\1
1.111
Illnli!>tas sociales.li: Es el modernocentrismo el que universaliza los problemas de
IU tomporalidad social y lo mide lodo por referencia a sí mismo. Así lo hace cuando,
In ¡¡na sociedad multitem poral, disuelve la especificidad de la pnictica cosmológica
popular al Interpretarla como expres',én de una cris,s de la madufez de la modernidad,
11."do que es, simplemente, el testimonio de su problematlca implantación lJ Es
.1 rTlodernocentrisrr,a el que, al centrarse en un conjunto I,mitado de experiencias
~1.t6rlcas, se condena a interrogar la expansión del pentecos\c.lismo como si sólo
pudiera seria perversión D la réplica del protestantismo, como si su d'llusión ocurnera
In una cultura cerrada, inflexible y eterna, en LJna arcanoamerica macondi,ana, o en
"ni tierra vaCÍa a la que los bautizados en el espiritu llegarian, cual peregrinos del
M.yllower, para recrear la aventura americ¡¡na.l~
•Illt ll'€"'~lón de ID' ~fi'clüS 5e<;'.Jlar Il~nl~' d~ la di ruso"," de la clenc.ia. [)',;mtadR ,je5d~ ell~nlr o de los Ide~l,es 1!I;r,eg,as modcrnlla~(r,,;, no reparabJ en la can\ld~cI (j~ m~(jIJCIOneS ~ue lelnterpretari~n ~se InllUJO en
r.: Innume¡abl~s casamala', ,we re5;slllif:n lo Que era imag,,'~d;J como un" bliuJrnegculllJral que, e" puca~
pn!raciones, atdbana c,m la s~per'tición Agllt,<;hco, pro¡;m';'13. kónco del pDó1li"ismo y elolaOc dt (jn
Jlfll!ulldo s~nlldo comun. Bu nge ~.¡jlh:aba esle '"I¡aca,ü" en térmr~oó Que alJenden, r,li'15 ~ 'J~ mlJr.h~ ~re,,(:rd IOCIIlI ·,mt'!Jlcla cI~ D,e,,~ul'.ones episl~m(}lc'~I(;l5, a la rIqU";:~ \' complejidad de lo s"c:iJI ycid (,,, '.lllclo Irnpll~aclo
In I! Sl'culadzaci<'l"' "no pen<;emos que la gEnte va a dejar de ","er en el empa·.:ho porQu~ en ,,, ~~cllela se I""M Sobre "IIIJ' y baclerl"s. l~ que dicen la. rr.aesLras es oe'.rnen\,do po' ¡as fam,II"'" 11 No todas, ni I~ mavar parle de las p,.Jclicas rellgl""as populams Cr~(,,~~lemEnl~ ~1'lbles en ,,,, ulllmas dlcllcltv.;, 50~ broles de emociünalid3d QI'" f~a"cjollan Irf~tf a la seQIJ~d3d de igle5ias ra(:,'J~nlil3nl1!s LD Cllit!n algunos casos 'uele (Mfurlcl,rst con ~moclOnallsmM relomanles supe ~"stlr. desde ~r.les de Asa hlpo(ética revOlliCi.-jn. en COmOl8ias negoc,aClones con las ,glesia~ eslablecida,; En el calollclsmo, CQn Jos PI~fl1S precanr;LI .. '~.<, ~n el D~nleco,t~l"mo comQ ~lOb-vers'ón ~ arT,pl.l~CliJn permíllrl~ de. la "mSI0r, (¡,lo· dOl. de la sanlldad IHl"ló<j~ J la declarnaclon pur,IJrla, l<Il ~OrTlO lo otlscr·,u Jgudam~~tc f(~ndsco Rol,m,n Penleco,tal3 no Brasil: urna mterpretar;!Jo 3Óc1o·rellgio5,' ¡VelleS, PelroDolI;" 1385), COI110 ~<pre5Iün dt 11M forma cle pi"uad qlJe ya ~n ';u,; urigcne~ d"ldtld cI~ lo, maldH~ ",,,derlHlS ~I;" "rlCliplan ~ ,ntcnorua~
le 8mo~l~n, No se Irald de negar la ~A(slenci~ ele la pürL~(ltosa corrienle de rellg"jsldad (¡Ije le gen€ra ~n pi lino d~ld; lenslone. propl~'i <je la mod~r~ldad Se Irala, r,',.35 bien, de no a",mrlar a ella lo Q"~ SE p;¡'e(.~ en ",miMs eAlerrore' pero henn olr~s ra,ce' y, Súbrp todo. Dlro cnnl€xIO. l', Oaniel Míellel, en To he/o you 'me! Gocl: The ..,,,Jr¡rlg of a Pentecostal Iclentlty In a 8uenos Aire; suburb ("',lle Unlver~llat. Am<;ltrd31n. 1997), plabora una Cf;llca d~ los térm,r,oo de esle d~bal~ y ml,pstra en Qué m!dida ~e d~,iva de sr;pue.,los elnocentm.G" 'i~hrB Am~rlC-~ laUna Ei pa.o ~IJe h,1r.e e.~uiv~',er ,'Si' p"siClan CDn un m{¡oernocel\(rlsrno es 'e:,ponsabJlldao del Que sllscrlDe. En un nJVel 111ae cuncreto}' m~s "sp~dnco,
Cecjll~ Manz y Marl~ das Dore.s Machado, en "P"~lec0stallsmo e;¡ redenni~~0 do r~mlnlno" (en Reilgldo , So,¡~clade N" 3e, Río de. Janelro, 1996i, m~eslrarl que la s"lld~ penle"'clal a lo, p'0blemas r~rT"'I~r~~ 'l,~e u~ modela rTl~5 CUln>li~l" ~u" '" ','Ini.de len~lóll en\w pi l~di~idlJ~iISrT"> ,;la~Lr.o v ,ma po~i'.o"'n "reuut Ilblemenle D"trl<Jrcal Aclun;j~, deb" deCirse qu" la ,gualal'l(ln pente("slall~rlHH·,"'Ip.slanllsmo ~ basa ero uM homügtrle'zad0n ,ndeb,da el penlecost~llsmo ~upofle ya en ~1I orrgen i,n¡jcllan(es d,lerenCla> con 185 \eoIQ~ias proteslantes cláslC3~. úa'.iLQn, Miguel B(Ii"no y Corlen deslilCan que el penlecostal'smo f 'IQS moVimtefllos Que c51~n en ~IJ raíl relnl'Qchecen énfasis teCJloRi:;os que planlE.'Jfl el problem~ de I~ Wacla en t/lrm,no, meno_ ,igldos Que los rle las tRologi~~d\J lWlngliQ. Llrlem y Cal·"nrJ. amC'llglI~lldü la Ira,¡-,Nldenl+ U¡ación de lo di·,,,,,, y alenldnrlo IJn~ tlJ,qu!1d;; d,' !1lerJr~c'on'i' y rmI~~r(l5 Est~ datn, que !lO e< ~upe'lIuo,
BAJO CONTINUO 43
,11111
,',11 Al originarse en las formas que nos informan como sujetos, la quiebra del moder
nocentrismo no puede ser efecto de una declaración o de la simple intensificación d" ,
1 1 la suma de datos acumulados, sino de la perspectiva teórica escogida. Nos permitlmo<, 1 señalar brevemente la alternativa conceptual en la que se basa este articulo' a I~I
'r
,11 idea de agente como individuo históricamente invariable, Mauss opuso el conceDí!'
de "persona" como construcción, cuya variabilidad cultural es empíricamente cans
tatable (y de la que el individuo moderno y su representación atomizada. ecualizad,)
y relacionada por convenio es un caso, en el que esa construcción es radicalmenlp
negada). Esta posibilidad, desarrollada teórica y empíricamente por Dumontl" en ~II
interpretación acerca del sistema de castas de la India, encuentra corroboraCiones 1
en la antropologra de SOCiedades complejas contemporánea que revelan que no es
1 necesario ir tan lelos en el tiempo yen el espacio para encontrar variaciones res
pecto de las figuras ideales de la modernidad, y que las clases populares, en tormil
relativa a la cultura dominante en las clases medias y en las elites innovadoras,
11 encuadran su experiencia de forma holista, Jerárquica y complementaria (opuesta
al individualismo modernoj.16
2. Ahora bien: la cultura de los grupos populares urbanos de Latinoamérica no
es cualquier cultura popular. no es cualquier diferencia, no es una matriz "otra" III¡
en abstracto, Frente a diversas versiones del impulso modernizante sostenido por
las élites, se ha moldeado aquilatandolo en composicion.:s de una configuración
111 especifica: priomando los valores de la f<lrnlila (en 1<1 que la diferenciación de pa
peles y complementariedades difiere del universo moderno del proyecto individual '1 , y la carrer<ll. ia localid<ld (que supone toda una distanCia de los modernos énfaSIS
universalistas y humanistas), la reciprocidad (la concienCia de pertenecer a un en-Ijl ,
II! 1
)t... abarCJ un h~chl' ple'IIO d~ cor,s~cu"nna<;, el pen!eCIl~ldllsmo ,ji"pO'II~ ~n 5U propia e~lructura teológrca ¡k 1
un r"I~llcl~1 d~ aD~r1ur" h~~le a IJ r~ligIO~I(j~(j pl'pular y Su~ C%malaglJS holísllcas. Que hJr,~ má~ Dlau 1 5ibl~ I~ Inl~r¡.>pl;,(I6rl QU~ ~ú'l~neml'S en luS I"u'im"s pUfllC~ Ve~nóe Oayton, Donald, Raices teológicas
1 11 d~1 pf'nler:c',<la;ismú, NlIe',,, Cr¡'dLltm 'f W. EerJrl1Jrl,;, Bueno, A"L> y Grand Raplds, 199J, Miguez Bonina Jose. ft<Js{fOS dtl pelJler:oslalo:.mo lallnt>:lmenCJnu, Nue,'J (reJCIÓfl v W Eerdmans, Bueno, Aires y Grand
11 ROlDI¡J" J~9!'" YCarien, AIldl~, "l~,; IrMrllollS de I~ 1,ltérJlw<:> wr le Penlec~llsme en Amériquc L~lin~ el en ,1
Alrique", IraL~Jú ~r~>~~ladú éll la~ VIII jor~adas ,;ubr~ AllernJli,',j~ Ilellgiosas na Arllerica lallna, Ullrver~ldad
Ij~ San P"Llo. ~arl P~I)1o.
" Oumonl, LGUIS, Horno hrerarqUJcus, h.'.~e, San Pablu, 1'J'J2
" Ouarl~ ha de,arrúllMú r:D~ proíundllJM e>l"S allernal,,',,~ Mi ar~um~nla deóplier,a algunas de ,us con· 5~r.uen(ia~,' Inlenla ~rúsegulr su nol,,[i6~ t(oó"c~ par" CardClf'''lar eSle aspecto de la relll5;oSldad popular, ilLJnQue, 1~>iSI(¡. ~"~I~~ ~~ I(¡~ ~~clor~~ populare, olr d'; co"i~NtOS lU~~ Jlferencia requiere para su deSCripcIón ,je Dlro~ a~Q~ú, I~(",cos. '¡f'as~ [juart~, lUlz F úla~. Oa Vida rl~f.~S<' n-1S classes trabalhadoras urOa¡¡as,
1 Jorge latldr, [.',0 dl' jdne,ro, 19B6
1
,1,
44 PABLO SEMÁN ,1
,11,
Ir.mlldo de dones y contradones y todo lo que esto dista del contrato) y el trabajo
11. clJpacldad de combinar "fuerla", "corazón" y templanza en dosis apropiadas
1I hombre y la mUjer y en todo lo que esto difiere del "desarrollo y la realización
,.ratlnal" -ideologemas de los grupos afinados con la modernldad-j.
I::.sla configuraci6n de motivos no es ajena a la modernidad, pero es un foco en
Illlue ella se ha consumado en una combinación específica. Esa matriz "otra" a la
,u'lle referido mas arriba, ese epicentro de elaboraciones diferenciales, se renueva
~ cambia, pero no deja de ser urril estructura de acogida que "distorsiona" lo que
vl.ne de otros polos de la sociedad, como la ostra mitica, que pertinazmente trans
forma en perlas los más diversos elementos, esa matriz. procesa según sus reglas
1.. mas diversas inlerpelaciones, lo que complejiza aquello que en la arquitectura
toclal de las élites (yen los anélisis que p~esuponen hegemonias absolutas y to
'.I.s) era un círculo perfecto que las tenía por centro exclusivo. Tal idea conduce
• una especificación de Importantes consecuencias para nuestro argumento: si la
lultura popular se constituye en Intercambio y relación con ia cultura de la socie
ItI.d englobante a la que pertenece su diferencia, si es efecto de la re interpretación
el. términos compartidos con esa cultUra, presenta lJna diferencia que, vis ¿ vis la
cultura englobante, es relativa. No obstante, la relatividad de esta diferencia no la
torna menos importante o menos consistente, y hace a su captaCión, parado¡almente,
mb necesaria, más dificultosa, más necesariamente cargada de precauciones.!'
No se trata de tornar familiar algo que sería extraño, LOmo una cultura indigena o
una supuestamente arcaica y simple comunidad tradiciDnal, sino de dEsfamiliarizar,
d. volver extraños los términos que supuestamente se comparlen con los sectores
populares pero que en su experiencia reCiben otra interpretación. En el contexto de
I1 postulación de esta diferenCia y de esta relatividad, de esla matriz cullural y sus
d.terminaciones más generales, desarrollaré la parte más especifica de mi argu
mento: la caracterización de los trazos "cosmológiCOS", "hollslas" y "relaCionales"
di la religiosidad popular.
,. l' :;ollr~ la viabilidad, la necesidad y la drf,cultad de los eJerclcil'~ Lle r~.I~I 1',1/ ~,io:in e~ lo crJcied~d co~le m~CJ
1111011, véase Geerlz, Clifiord, "Os usos da diversidade". en H""'-¿onle~ .~~{rupoI6e¡"'~ Ir lO, Por lo Alegre,
11IQ9, DP 13-3~,
BAJO CONTlNLlO 45
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Tres claves de interpretación de la religiosidad popular
Esta problemajización radica la cultura y la religiosidad de los sectores POPUI,'I"
en el seno de una concepciór¡ singular del mundo, una concepción que torna ell" 1,
de esa visión la vivencia del cuerpo y de sus propias divisiones, la forma del lazo '1'"
une a unos sujetos con olros y la totalidad. la forma y la localización de lo sagriJd"
La religiosidad popular de cualquier 1iecmpo nú es la simple subversión o el 1,1,1,'
uso de las nociones oliciales, sino su declinacion en términos de otra lengua m,,'I,,'
a la que es preciso dar relevancia en la interpretación, Nos relacionamos sociéll '1
políticamen te, nos enfermamos, nos curamos '1 nos ligamos a instancias totaliza 11t,. ,
'1 sobrehumanas de acuerdo con un concepto de persona que está encriptado 1"1
esa lengua madre. En este contexto '1 dentro de las plurales expresiones popularc'
recortamos '1 exponemos aquí los tres trazos que caracterizan a 'Jna parte relevard'
de esas expresiones: los caracteres cosmológicos, holistas '1 relaCionales que ~'"' la expresión analíticamente disociada de una de las corrientes en que se organl.',1 la religiosidad de los sectores populares,
Cosmológica
Cuando afirmo que la experiencia popular es cosmológica, pretendo reflexionar
acerca de una cOfl.traposición clave de la tendencia propia de la modernidad. Ésta
ha sido la cultura que instauró una cisura radical entre el aquí '1 ahora '1 el más allá,
un divorcio entre los hombres '1 los dioses. una autonomía '1 una segmentación de
dominios de modo que desde el punto de vista moderno es justificado hablar de lo
trascendente '1 lo sobrenatural. La Visión cosmológica, en cambio, está más acá de las
distinciones entre lo trascendenle '1 lo Inmanente, en [re lo natural '1 lo sobrenatural,
'1 supone que lo sagrado es un niyel más de la realidad La experiencia cosmológica
de los sectores populares no ha perdido esas referencias que, en todo caso, fUeron
roídas por algunos de los avances de la modernidad '1, sobre todo, obliteradas por
el obstáculo epistemológico que representa el modernocentrismo.
La diferencia de posiciones de lo sagrado en la experiencia moderna '1 en la
cosmológica popular es evidente en dos manifestaciones clave. En primer lUgar, en el
valor diferencial con que se presenta la categoria de milagro, '1, en segundo término,
en la forma específica que cobra la existenCia de una pluralidad de religiones
Para la experiencia moderna, el término "milagro" es sinónimo de excepcional e
46 PABLO 5[MAN
Ilc:llhll', 1" Ahora t'len, es precIso preguntarse SI en la experiencia cosmológica
hll, fllI Id que este término es empleado con frecuencia, significa lo mismo. En
'
y
"l. Idp.~
tftI fI~rno
l. !I~d,cIOJl
I1
II4'J~,.
..
" " ¡b,d__"
,p,Hlnllcla popular, el "milagro" nunca ha dejado de eslar a la orden del dia, 'la
l. 1111lirllclón de la totalidad que encuadra la experiencia siempre incluye, '1 en
'IVII ~llbredeterminante, lo espiritual '1 lo divino que integran un continuumy no
Illlhlll¡i de compartimientos estancos. Cuando en la experiencia cosmológica
blll [je "milagros", se habla, ni más ni menos. de la eficacia de uno de los
Illlos constitutivos de lo real. Patricia Birman19 refiere a esto como una Visión
ntllda, mientras Rubem Fernandes, contrastando concepciones del creyente
rno con las de un peregrino que vive el "realismo fantástico", afirma que en
jJllrspectiva se vive la "presencia en la tierra de una fuerza mayor que las
••• terrenas"20
Como muestra Duarte, la experiencia popular está centrada en la totalidad e
IlIce un plano de representaciones hiper-relacionales (que vinculan el conjunLo
le. relaciones que definen a un sujeto con otro nivel) que "segun la deflrllción de
'I.Strauss, opera 'la eXigencia de un determinismo más imperatlYo '1 más intran
'nte"'.21 Este "plano de posiCión mas acompasada a la vIsión del mundo de los
IpOS populares"22 "supone la íntima conexión entre los planos de la Persona, la
IturBlezay la Sobrenaturaleza"23 '1 genera una sacralidad que no es radicalmente
Ilcendentey que si permite su permanente invocación por la lógica popular, es
'que ella supone lo sagrado a la orden del día. Si ésta es una visión mágica. lo
In los términos propuestos por P. Sanchis, que observa en esta sensibihdad un
Unlyerso religioso 'rilual, mágico-religioso', dominado por la obligación e imper-
No Anrjrt COII~1l en ·'L~ OilrlilliSilllM Jv rnlraclc' analys€ du d,scO\JJ, d~ I'MgurnenlaIIQn'· {en HOfl¡Q"t~~
jII/lIPllpOIÓglfo, N' B, POrl0 Ale¡;¡'e, 1998, pp. 178·200). muestra corno estos son los Irazos caracterlsll~Dó
de mrl~grú P-~ 1" tr,,,ilfll'n q\le va de San Agus\ln a Hobbes y de Qué manera la Igles,a U~lver~al
de DiOS Ilu~:') deSJrrnllJ unJ IJea do rml~grQ diferenle de la de esa IradiClón ~llnslillJ"IO n)"'~
Nlural. cDmeo t,,,nal. Mllr,lerpo.elJCIOn de la d<rerencia entre la Idu~ <l~ rmlagro propuesta por la IUR~ y la d~
m.;dern" "I?UP ~I ~'g','m~filc' propueslo por esle aulor, MI propuesla de Inlerponer. com<:, cl~"e
IIllnlerprelauiH', un" mer,I"llll"d Cu'rllDlóglca haría eJllender por qué la estr~legia de,cripla P'" (;<"1"" 1,.ulla lar, eficaz
lJlJma", f'alllcla, Fa¡er esrdo orando genelD5: esiudo sobre a conslrur;¿o religiosa da POSSf?SS¿O e da (/llflenfa d~ gén~lDs em lerrelros de Umba~d8 e Candombie do Rlo de Janeiro. ED'.'''.' Rio de JaneIJo,
p 36 f~rnandes, Rubern C., "O Peso dJ Cruz. MJl1hJ,; M~ld~~ 'e TrrUJlr", UU 'J[jl ,a<:~!'.I"ll' p~rtlcular '. en
RO/llBnaS da Pal:<¿o, Rocco, Rlo de Janelro. !99~, pp 127-(;5 lJuarte. Lllll' Dlas, op. • '1, p, 2~3,
pp 206 Y209 ¡bid. P 2~8
B,\JO CONTINUO 47
¡I
1 •. 11, fectamente ético para nuestra mirada contemporánea".~' Estos términos, la maglil
I¡' sobre la cual el autor citado tiene el cuidado de poner comillas, no refieren enloncp'
':1 a una infra religión o a la expresión de un utilitarismo amoral, sino al efecto de un"
perspectiva imaginaria: según ella, las ofrendas, las mediaciones sensibles no 50,'1
meros medios sino elementos portadores de matices éticos que son movilizi'ldos E'II
un régimen de intercambio con los niveles superiores de lo real.
Esta mentalidad no se manifiesta i"'xclusivamentl'" I"'n la cotidianeidad domé,ticJ, ¡, alejada de cualquier iglesia. o en abstracto. Varios trabajOS sefialan contin uidades d~'
una visión encantada en las prácticas y representac,;ones de miembros de igleSia:, 'I¡ I !j católicas y pentecostales (aunque conciben y evalúan este elemento cosmológicn
1; 1: de formas diferentes). Parker' " lo sena la como base de otra lógica que deslgn,l :~ ;i una particularidad de la cultura latinoamericana. Maués':", entre otros, lo muestn,:," Ipresente en el catolicismo, y Sanchis·1 describe Su funcionamiento en las dos
denominaciones citadas y en otros espacios del campo religioso brasilero. Orocs y
Mariz/9 perciben la complejidad social en la que se inscribe la presencia de este
elemento y afirman que él está en la base de una relación de simultánea resistenCIJ
y adaptación a la modernidad. Los análisis del pentecostalismo de Martin 30 , Stolpl,
Bastian l1 , Marian033
, con ponderaciones relativas al grado en que este factor inhib<'
la emergencia de una América Latina protestante, también resaltan el peso de Jo
cosmológico en las realidades sociales.
v "cr S.]ncl1i<., Pierrp., op. r:it" p, 104 " p,,,k~r, CrI'ilián. Olra lógica en Améflca Latina. Religión popular y modemización capilali'ila, rCE, '3~"
liagu d~ (:hile, 1993, lO. WJ,~ Maues, Rayrnundo, Padres. PaJés, Santos e Fe.'las: Catolicismo popular e conlrole eclesli35I,C(
1 1
Um "~luJo antropológico rlUma iJrea do Interior da Ama.wnia. [u"o, Belén, 1995 1 "Véase S"'!lchls. P,erre, "'Da quanhdade ~ quahdade: corno delectar ~s I;nhas de fo'~a antag6nil~' ,1,
menlalldades em (MlagD", en ReVista Braslleira de Ciencias Sociais N' 12 (33), S~n Pablo, 199/, pp. lO'; 26, y"O CampD ". elL supra.
11 I " Oro, ArI Pedr~, "Eyalualion de I'emerg~nee des seetes en Aménque lallne", en Studles JI) Re!J2'C:/l SClences Rell€ieu~es. ,'~I 23, N'2, Paris , 1994, pp 212- 25
'11, ". Marlz, Cecilia, Coping ...il,~ poverry, Pentecoslals and ChflSrlan base commumlies in Bra;,I, T"mwl,' Unlverslty Pres,. F,ladellia. 199~
'" Martin, D~vid, Tongues,;1 IIfP.- Th~ NrioliDn ,,( F'r(>t~slanllsm in Lalm Ameflca, Ba511 Bladwell, O.lard, ['),1,:'
¡IJI 31 Stoll, David, 1-' Larin Amprird,~ I~'rn¡nf: Plol~s'a,7Il T17p r'Q!illcs rf Evangelicai ?rvwth, Un,vers,ly 01 (;~j •. , ' , :,' lornla P'ess. Ber~.~I~y. 199ü
". EJastlan, Jean. "les prDlestanl,~mps1~I'no-am~ri[a,,'S'·.en Srx¡ai Compass N° 39 (3). Louvaln-L¡; Neu'/f 1992, pp 321·56. l' " MandilO. R'cardo "O íuluro n~~ se,,) ilrot~~[a~le·', ['abaje' p"€'eol~d" lJn la me5a redo~da "Dilema,; ¡j", I prot~slantI5,r",lal, nO' amenCanD " VIII JD' nada, ~Qbre "'I[ern~liva, R~I'15'<J"'" na "'menca latina, San Pd¡JI,~.I,! 22 al25 de '>eph~'nl,,~ de 1999
48 PABLO S::'MÁN
tl,ll
Suele afirmarse que la religios;dad crece en virtud de la crisis social, política
Oeconómica, Es cierto que muchos de los que habian dejado atrás las tradiciones
'1llgiosas las han recuperado como fuente de sentido en una actiVidad que, muchas
Vices, es de búsqueda deliberada y reactiva frente a esas vicisitudes críticas. En la
Ilperiencia popular, la capacidad de donación de sentido de la experienCia religiosa
no se ha hecho ausente, y no es necesario volver a la fuente. Los sUjetos modernos
lulren muertes de familiares, desilusiones politicas y amorosas, estrés laboral y,
como consecuencia de ello, recurren cada vez más, pero en última instancia, a las
'1IIgiones. En la experiencia popular este recurso está dado de antemano en la
dllinición de la realidad que se aprende en una social;zación primaria que Incluye
••cuela, Estado y mediCina, pero también curanderos, lías que rezan y altares ho
Ilrel"tos en los que se ofrenda a los santos por los eXámenE's aprobados. Cualquier
'1110 y cualquier tropiezo envuelven inmediatamente una dimenSión de la realidad
que es lo sagrado, Dios, lo sobrenatural, las fuerzas ncultas tstos no son la última
,..puesta ni el resultado del descarte, sino una variablE' siempre presente. Sólo la
Interpretación modernocéntrica puede entender que la religinsidad aumenta entre
101 sectores populares como único efecto del incremento de situaciones infelices.
Une interpretación centrada en el presupueslo cullural del grupo comprenderá que
l. presencia del elemento cosmológico hará que, inevilablemente. las situaciones
Intelices, que nunca faltan, sean consideradas desgraciadas (en el sentidO teológico
dll término), efecto de la ruptura y turbia reiación con lo sagrado.
la experiencia cosmológica incluye otro rasgo que la opone paradigmática mente
• ti experiencia moderna. Esta última, frente a la diversidad religiosa, es dogmatica.
I'luralista o ecuménica· alirma su verdad contra todas las otras o debate racional
mente. o bien, cuando adopta un espíritu tolerante, acepta que cada cual siga su
"rdad o pretenda encontrar en todas las religiones un núcleo común de verdad. La
...periencia popular abraza la diverSidad y es abrazada por ella: organiza una visión
In lB que todas las religiones, por relacionarse con un nivel de la realidad -lo sagra
do-, son sagradas. Asi, es posible comprobar que en el Gran Buenos Aires existen
filIes pentecostales que bautizan a sus hijOS en esa religión y en la católica para
lumentar las fuerzas protectoras del niñoY Por ese presupuesto puede entenderse
"1I fl h~cho d€ (¡U" "sos creyenles pentecostal"s ereetuen baulismos prolecliyo, de la yida, mas allá de la _lllIlllJlacion de rel,gJ(,oes ya ind,cada, es lambién un electo del elemen[o cosmológiCO desde el punlo de wl.l~ Ih~ la doclrina penl~coslal, no hay bau[.smo SinO "presenlaclón de los hijOS al Sello'"', y el baIJl15mO debe
BAJO GONTjNUO 49
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persona como una unidad diferenciada entre momentos conectados dI" manera lal
que la afección de cua',qu iera dI" esos momentos tiene consl"cuencias para los otros.
Este mOnismo de carécter ha lista no es pri~ativo de las visiones cosmológicas de
las culturas y poblaciones indigenas en las cuales ha sido reseFiado profusamente.
se encuentra presente en las viSiones occidentales previas al dualismo de lo fislco
y lo psíquico como la teoría de los humores, del temperamento, de la degeneración
nerviosa y también, como lo hace notar Duarte'J9, en la cultura de las clases traba
Jadoras urbanas de las mas diversas formaciones sociales nacionales. Veamos ahor¡¡
cuáles son las mani festaclones más gruesas del func'.onamiento de este principIo, su
articulaCión con el principio cosmológiCO y la diferencia específica que opone este
principio a los modernos holismos de las e~presiones de la newage.
La principal forma de manifestaCión del principio de la unidad de lo físico y '10
moral es la referencia, recurrente en "arias manifestaciones religIOsas, a una economía
de fluidos, emociones y sintomas, que conectan en un continu um las dílleT5ils facetas
del malestar (aquellas que nosotros catalogamos en los capítulos de lo fíSICO, lo
moral, lo animico y lo biológico). Mas aún: se trata de la imposibilidad de distingUir
estos moffil"ntcs como compart'lmientos estancos y de que el hecho de hacerlo no
pasaría de una proyeccíón etnocéntrlca como la que, salvando las distancias, estaría
Implicada en la tentativa de encontrar la noción de eleclr6n entre los aztecas,
El éníasis general en la sanación es el más evidente de los grados de manifesta
ción de la Ideología que supone la continuidad de lo físico y lo moral. Entre pente
costales, neopentecosta les y carism¿ticos, la salvaCión y la sanaclón, el bautismo en
el espíritu y la cura o I,as sensaciones lísicas agradables e intensas conforman una
igualdad distante de la austera y biológicamente Inocua salvación del alma pregonada
por las versiones eruditas '110 modernas de estas religiones, En la práctica religiosa
popular, este principiO se manifil"sta más alla de las comunidades rura',es en donde
se supone afincada 'la tradición y su d',lerencia con la modernidad: en las grandes
aglomeraciones urbanas de trabajadores se recrean sistemas terapéuticos en los
que el "susto". el "empacho", la "pata de caDr;J", el "mal de aja", se detectan 'i
tratan cotidianamente en forma independiente o simultánea al tratamiento médico,
muchas veces con anterIOridad a cualquier diagnóstico de la biomedicina y, aun,
" v~~,,:;€ de Dllarle. LUIZ F D,a';. O~ Vida nErVOSa.. "¡:., QutrJ saud~ . y·'V.r:',ssi(udes e IImlt~' lb cn<IVcr,!\o a cidadanlJ ,,~~ dosses populall'5 br~s"e'fas". en Re",.sta 8rasilelfa de C¡tnc,a~ Sor:iais ~I' 22. San P,-,l;I(J 1993. pp 5 19
52 PABLO Sf':MAN
como premisa del éil~o de esta úl\lma.·~ Estas enfermedades, en la de[In',ción de
IUS terapeutas, implican va;,venes entre lo fisico Y lo moral, ya que siempre conectan
liS manifestaciones físicas con efectos, causas o concom Itancias anímicas, como el
deseo desmedido y la envidia, el desgano, las hechicerias recibidas y las practicadas
con resultados infelices y que se vuelven contra el hechicero. Y estas enfermedades,
.sl como sus procesos de cura, Incluyen, de maneras diferentes, un nivel espiritual
que es parle del contrnuum de momentos que caracterizan al bienestar y al padecer
y que constituyen la base de la superposición entrl" lo que, en nuest,a perspectiva,
1& la distinción entre agentes terapéuticos y religiOSOS: en la perspectiva holista,
todo S'l1frimiento extiende los polos de lo anímico y lo físico a un contexto más amplio
que puede ser llamado sobrenatural y que tierJe posi bilidades de V;Jriación negativa
o positiva que se correlaCionan con el sufrimiento o el bienestar personal Dicho
In otras palabras' siempre 1:;1" suponen una etiologia y una cura en la que operan
vectores místicOS, sobrenaturales y donde los agentes de cura pertenecen, el1 algún
Irado, al orden de lo santO. Cabe aclarar que esto no sólo ocurre en el campo autónomo de las nociones
falk de alleracIÓr,· las categorías de la terapéutica popular y dI" la Ideología mo
nlsla el1 general eslán en coalescencla con versiones am~liamente C1rClllantes e
Institucionalizadas de la espiritualidad católica y pentecostal (aunque obViamente
no se trata de lo que pueda ser considerado como el discurso oficiala dominante).
Esto ocurre tanto en ciertos aspectos crístalizados en las instituciorll"s, eclesiásticas
pentecostales y católicas como respecto al sentido que la experienCia religiosa cobra
pera los fieles. Las denominaciones, a través de algunos de sus agentes y/e momentos institu
cionales, producen modulaciones de su discurso q'Je dialogan con estas categorias
para producir sus propias nociones de cura (se trata, justamente, de las versiones
orientadas a esa menta',idad, producidas por sujetos que, muchas veces, son por
... 01, En mi le~l~ dodO'JI reiJllZO una oescnp.-:lón general d~', fU¡kionamlento d~1 cu,,1ndensmo en ..1r,r¡,,, nuenoS Aires. VeJ~~ S~rl¡jll, Pablo, op "t Vease tillTlbié" Malü'. Evangellrla, Cur~ ~ medla¡:ao '''r:¡al. Um ,.Iudo de caso no ,ntfrwr da Argentm~, 1~<,l1lil eje rna~st(l~ em An'l'nr>nl~gi~ Social, Mus~~ N'lc;lüll~l·lJ'ru.
~O()l AIII, la autor~ mue5·"a la forma <1e adualllJCl6n '1 ",eencla de I;¡s prilcli~as de los Cllr~nrjr."h ell forma ll~lallada y a P~"Ir de un exl",,~rJ ~rljl,sis de ~a'Q. En BraSil, ~I cláslcQ l'abaJo d~ M A Loyola, "Cure de5 ¡:mrs el (ve d~~ ~mc~' les 'JppOlb entre les mérllcIr'fs €t 1~5 rel'g>()(ls dan5'" h~nll('U de Rlo" (er, Acles d.la Rer:/¡NT:he en Se/ences SOCiaic5 N' ~3, Palls, 1982~, p'~,enla un p~nO'Jr"a ~cneral ~ planl~,', "el, 1Ir1I1'C,a vel, la, pcslbilldades Ifllefprel~lh'a, rl~ la~ que ~sle arlKUIc' se bendic;.l
BAJO coNrNl!O 53
v
tadares de la misma y han accedido a lugares de importancia relativa dentro de la
estructura denominacional}. En los niveles institucionales, el pentecostalismo y la
ren(wación carismática desarrollados en contextos populares anuncian la superio
ridad de su oración para curar las patologías populares, y otras veces denunClar1
como demonios a los agentes que han Iralado de curarlas con medios espirituales
errados que deben ser corregidos (pero no negados, como ocurre en la lógica
moderna). La casurstlca de agentes que cubren estas afirmaciones es amplia: los
"padres sanadores", los laicos católicos consagrados de origen popular y los cultos
a determinados santos populares que la Iglesia católica permite y muchas veces
estimUla, pese a que doctrinariamente los desconoce o minimiza. Por otra parte, en
mi trabajo etnográfico con pentecostales, me ha sido posible "descubrir" pastora';
que curaban, hacia n fluir la leche de sus pechos para donar la unción a los hilOS
dE sus campaneras de Iglesia o reciclaban en clave evangélica las técnicas de cura
del empacho'¡
Entre carismáticos y pentecostales, en el seguimiento de las apropiaciones más
informales en las parroquias. iglesias y grupos de oración, pueden observarse hechos
reveladores de la vigencia de esa concepción: que la imposición de manos es locali
zada (en la zona de dolor OdIO' enfermedad), que las curas sanadoras siempre hacen
intervenir una mediación fíSica (el aceite o el simple toque de las manos). En esos
mismos ámbilos pude observar cómo las redes de catequistas, que los sacerdotes
piensan como una Inslancia de "verdadera" educación evangélica, funcionan como
estructura de Institucionalización y consagraci,ón oficiosa de mUieres que, casa por
casa, rezan para curar a las personas enfermas y reiVindican con cierto reconoci
miento del vecindario una santidad especial.
La continuidad de lo fislco y lo moral y su prolongación a lo espiritual se mani
fiestan. también en la atribUción de carácter moral-espiritual a la enfermedad o a
la desgracia (lo que resulta consistente con lo sena lado en el punto anterior acerca
del predominio de las interpretaciones cosmológicas de los sucesos infelices), Asi,
(as diversas categorías de bienestar o sufrimiento varían al calor del cumplimiento ü
incumplimiento de obligaciones para con lo sagrado. Se padece en la persona propia
o en la de los familiares, porque no se ha cumplido con un santo o un difunto. S~
puede padecer, como lo afirman muchos pentecostales, por una maldición que nos
han hecho persona'lmente y aun a nuestros an tepasados, Estas representaciones que
"41. Véase Semá~, Pablo, op. n!.
54 PABLO SEMÁN
Interpretan el malestar Iluminan, mucho más que las que dan cuenta de los estados
positivos, lo errado de la categoria de acción utilitaria o de magia para analizar el
r.nrnportam',ento religiOSO popular. Quien ante la desgracia piensa que ha fallado
.n sus obligaciones con lo sagrado, no las cumple posteriormente porque no pudo
,Ir.anzar sus objetivos por otros mediOs. Lo hace porque ese entramado de obliga
CIOnes con lo superior es el Cúntexto cognitivo y moral de su experienCia. Es en la
~Iaencla de esta mentalidad donde reside, parCialmente, la causa de la aceptación
di la teologra de la prosperidad.'· Si es cierto que ella se apronta en un moderno
IUn de hedonismo Y consumo, no lo es menos que invoca y moviliza expectativas
providencialistas que son propias de un sistema de representaciones que conecta
dioses y hombres en un circuito de efectos y causas que, constantemente, pivotean
Intre lo moral y lo sagrado a través de las cosas y los cuerpos.
El caracter específico de este sistema de representaciones se patentiza cuando se
conlrasta esta categoría con lo que surge de los supuestos culturales de la moderni
dld en cuanto al padecer. En esta configuración cultural, et mal está de~coneetado
di cualquier relación con lo sagrado, Puede haber causa biológica y, separadamente,
lulrimiento psíquico que las diversas formas de medicina y psicología establecel1,
mjd~n, contrarrestan Y manipulan. La moralidad moderna, por otra parle. se detlne
GCIn prescindencia de fuerzas espirituales y sus rnlracciones no traen desglacia o
dolenCia al inhactor, sino puniciones racionalmente estableCidas o culpas que deben
.Ir elaboradas (mas que expiadas). ¿Cu~1 es ese sentido en que difiere contrastante y aleccionadoramente de otras
.propiaciones de las mismas religiones? Ciertas versiones del pentecostalismo Ydel
'1lolicismo reniegan por completo de cualqUier otro bien que no sea el de la vida
.llrnll y la salvación espiritual. Sin embargo, en el catolicismo, en el pentecostalis
mo, en las apropiaciones de la Renovación Carismática estudiadas por Csordas en
foI Estados Unidos y en algunas de las que han sido reconocidas en la Argentina y
'1'1111, y aun en el discurso de ciertos líderes afrobras'leños, la religión puede eslar
llnlda como práctica al servicio del autor reconocimiento y, por esta vía, como
I,lictlca terapéutica.~3 La comparación del holismo popular con el que aparece a
ti '¡"Iu" I'~le pUn'l()V~~~~ el capitula S ele ~~l~ rn,,;mo libro, "¿Por que no? Del malrlmünlO enlre eSDlflllJalld.Jd ~ I '"lr,"I, del mIJnUD ~vangél,(o ~ Iv:; bp'it-,~!ler~'
BA.JO CONTiNUO 55
I
!
1" '
partir de las manifestaciones de la Nueva Era sirve para realzar su diferencia espe
cifica y para plantearla más agudamente. Las corrientes de pensamiento teológico
y práctica religiosa que se relacionan con la Nueva Era y que inclusive permean el
espacio católico, reaccionan en forma consciente y crítica contra el dualismo de
la modernidad!" La orientación monista que estamos resaltando es lógicamente
anterior a esa división , no la tolera, y la resiste o, directamente, la reinterpreta desde
sus representaciones previas (y es por eso que, casi sin proponerse una especie de
"critica no letrada, fáctica, del dualismo", desarrolla la salvación, que fue propuesta
por miSIOnes espiritualistas como una forma de bienestar que abarca la materia, el
aquí y el ahora, en la torma de sanación o de prosperidad). Para esta lectura de las
propuestas religiosas no se trata de reintegrar o reconciliar prácticas terapéuticas y
religiosas, de conmutar unas con otras o de compensar con las religiosas las medi
cinas taltantes por carencia de recursos. Se trata, en todo caso, de la persistencia
de una representación holista pero multifacética frente a lo que la cultura de la
modernidad segmenta presentando como religión, terapéutica, estética, ideología.
Desde la perspectiva holista o monista, religión no significa, y nunca significó, lo
1
"i " H'Qma~ Csorda~, en The sacred $elf: A cullural phenomenology of chan$matlc healme IUnjv~"'ly 01 Calirornia Preso, 8erkeley· LG~ Angeles·Londres. 1994), mu~stra que el llIov'mienlo cenlral dél Mu·"ml~r.lú dé Renovar.ión CansllIjtica Calóhca (MRCC) en lo~ Estados Umdo~ es el de sacral'"ar y reS<lcraJ,z¡,r ",olT,enlo" propios de las idenlidade~ sociales duhmdas en contextos modernos (el yo ahora tranSfO""d¡jC) er, ·'5~Cfed
1'1"! 1 selr'). En eSJ Imea de Inlerpr~laclón se inscnben los trJbJJos reerenlemenle realizados én IJ Argenli~¡, ~or
Verlini,,~ Roldán (,,¡jase "LJ rellglo,rdJd en el movlmlenlo carl~m¡jhco catollco, Un ~'I'.JdirJ comparalio·a Buenos Air85-Roma'·, en EstudIOS sobre Rellglór;, Newsletter de la ASOCIaCión de Clenli5la$ Sor/ale:> de I~ Religión en el Mercosur N' 7, 8uenos Aires, 1999), No Fl~gamos la presencra de esl", de'¡,rr~II"5 que san pJrle de una sens,bilidad modernJ fu~rlemenle pr~senle y probJbl~mente dOrfllnanlé En I~ ~.,rapiJci6n ~e las rell~lones; indicamos que hay OlrJ5 forma~ de apropiación y Que, en lo Que respecta a los c<'''smJI,ea"
"11 mis ca"cluslones COinciden cOlllas de Raymundo Maués, en "O lel~o CJ(ol,co no MOVl.'Il"nto CJri,rfWi(o en¡ BelEim eJQ Para·' {en XXII Enconlro A"e:·;,s, Ca~ambu. Minas Geral~. 1998, p 13j, (Ir¡ anal,SIS de la compl~Ja;1'1 dilu,ión eJel MRCC en el m~dlo sociJI popular, Ahí se pr~~enlJn tanto los elecLas de moderrll,aclón de la I.Jr~r1Jra ralolic" (que aIJr,~n p'm"(lalm~nl[- a los 131(051 COr"" la parei,,1 ~~nlj~uidJd de la visión prop'a del c~tolie's"'o Do"ular. Mr rpferenc,a de prnlp(Qstales "'J~ ale(lado, prr una vrslón modernJ en I~ aprop,ación dé la relig,on, remile a IdS d~cpnas d~ "él";mleó p5icDlo~"~da51e G'J<"'a Espiritual y de lib~IJción QUE s« ~r,'etlc~f1 elll~I¡·,,~~ ¡j~ pai~e~ del Con0 Su, y ,we ~~ úio·ul¡;.ln ~ I.rM~" dQ UCoJ bibliogralía creciente M, crla d~ lid~res d~ r~li~·Il1['e~ 3fr Dbr asile~as 5Dslenlendn d",urSQS <l~ un~ lógica 5~meJanl e surge de entrevistas y dE la reLol"CClon d~ t~~I"nonIQ'. n'e\l,a[i(Qó. El hl'ello <:l~ q\le e~tJ IÚ~ICJ mj~ rnodernJ se presenle monos E~lré I[A ~frr,hras"Eñ", puede tomarse Cl'ml' un ~templ') p~(enr~I~1 de. la nlayor alln,eJJd qun puedJn Inner una denom,r,i>c,[", rfli¡;I()~a y 1m3 IQglc~ [uIlUl~1 de aprQlJi~':r¡jn eje IJ misma. .. Ir,~lusIYE, CDmJ lu d~mU~'·I'a (;erardD M~"~"<:J'" ~~ Cullura holi,lica, Newage. auto·ayuda: ¿Nuevas CJras para el indIvIdua/'SJnl' r n~~vr pa.caálgma par" el ~ent¡do comun' (Instlluto Un,versilJflO de Pesqu'$~S de f{,O de J~lle"D, 20rjú, i>;<i" de dD[,lor~doi, la ",,'Iea JI ri'Jall,mOQue dará bas~s a la Nueva Era sedesaflülla y é'. recorwf;lda, al mérw~ parClalméntc, c~ml) C-Ienlifica
56 PABLO 5EMÁN
que quiere decir para nosotros: un campo de prácticas autónomo. Es, en cambio,
el limblto de una relación de Intercambios que antecede y moldea los niveles mas
concretos e inmediatos de experiencia, porque, como mostramos en el punto anterior,
esta situación está signada por aquello que afirma Benvenlste: "todo eslá imbUido
de religión, todo es signo de fuerzas divinas"!'
El carácter relacional de la experiencia religiosa popular
Un tercer atributo de la configuración oue me interesa deSCflbir es el carácter
relacional de la e7periencia religiosa. Debido a su carácter relacional, la experiencia
popular hace operar, en la ligazón de cada hombre con lo sagrado, una ideología que
lo define y relaciona con otros hombres y con lo sagrado mismo, en Su diferencia y su
jerarquía. Y, una vez más, podemos aprehender mejor este carácter por contraste con
lo que resulta lípico de la experiencia moderna. En ésta, la relación con lo sagrado
tiende, en el limite, a ser planteada como relación de seres individuados e iguales
frente a un principio sobrenatural o divino. Los hijos de Dios, hermanos entre sí,
son las figuras tendenciales del igualitarismo moderno proyectado a las pr¡!idicas
creyentes: sólo admite desnivel en la relación entre cada uno y la divinidad (aun
cuando a veces se dé el e~tremo teológico de humanizar a la divinidad y proponerla
como amiga). La Irrupción del pluralismo cultural en el seno de las religiosidades
modernas no cambia esta situación: cada uno de los culturalmente diversos es
Igualmente valioso frente a dioses que lo cobijan en su singular diversidad.
En la experiencia de los sectores populares la tendencia a la igualación es mu
cho más problemática. Ymás que un cuestionamiento a la misma, se perCibe airo modelo de relación con lo sagrado, Si bien este modelo tiende a excluir mediaciones
burocráticas y racionalizan tes como las desarrolladas por cualqUier Iglesia (lo que
heria suponer una subyacente voluntad igualitaria). pueden apuntarse elementos
que muestran que el "pueblo de Dios" de la lógica popular se representa a sí mismo
"oo, Berwenisle, Emlle. VocJbulJlre des ,nMillJlion, Inrio·eurO(lpennp5. MinUII. p~,,~, 1969
BAJO CONTlt'OlJO 57
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1,11' puede ser el velllculo de sanación para un /liJo descarriado, formando una corrll'I.I,
" de poder entre e,1 templo, la fotografía que ha llevado al pastor, su propia per"" '11 '
1 Y el hiJo de marras.
1 11
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1
ConclusiónI EI punto de partida de este capitulo ha sido la distancia de las concepcione,. (1' 11'
asimilan el contenido de la práctica rel'lgiosa a la pertenencia a una denommacle'll ,
fracción denominacionaL Catolicismo, pentecostalismo, Renovación Carismátic<I
neopentecoslalismo son térm ¡nos que operan más en la lógica de las Intenciones, i,
las 'rnst'ltuc'lones que en la de las apropiaciones en las que cada religión se conSUlll,1
t:stas, por su parte, no se desarrolian según ,criterios individuales, según dec ISlon(",
y funcionalizaciones realizadas por creyentes privados de tradiciones cult urales. l',
.,. las son las que encarrilan las trayectorias al modelar las preferencias y orientar Id',
,l' lecturas de lo que llega desde las más variadas teologías e instituciones religios;J',
Estas tradiciones son el Sillar de corrientes de cultura que atraviesan la exper'le n"" ,
11 denominacioGal y configuran el sef1t1do específico que adqUiere la vida religiosa
En acto hemos Intentado mostrar uno de los cruces culturales que singulariz;JII 11 la vida denominacional y conforman una corrienJe de rellg'los'ldad de rasg05 sislv
mátlcos, como corriente cosmológica afirma la imbricación de los niveles que SUII'1 1
I
para nosotros el más allá y la tierra en un realismo que incluye en su definición a Jo>
1\ santo; Como corriente holisla se apoya en una vivencia, en una práctica, en un ide;,1
en que las diVisiones del cuerpo y el alma son relativas y posteriores a la unidad 'lU('"
traza un arco dinámico de experiencias físico-morales en las que ética y dolor no se'
separan como razón y sensibilidad; como comente relacional proyecta un sujeto dI':1
I la experiencia religiosa que es siempre parte de una red jerarquizada y articuladd
en relaciones de donación específicas En nuestros días esta corriente forma parte'
de la experiencia de los sUjetos populares al mostrarla en sus manifestacio!le'"
contemparaneas, hemos querido tomar distancia de las visiones que, además d>'
ignorar la transversalidad de 101 experiencia denomi'nac'lOnal, reducen a "folclore", a
I "tradición", lo que no ingresa fácilmente en un sistema de categorias involuntaria
pero no aleatoriamente particularista. ,1
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1
60 PABLO S[MÁ~1 11
2
••m¡j~~.1I
VIDa, apOGeo y TORmenTOS Del "ROCK CHaBÓn'"
,roducción
Pocos meses después de los hechos que llevaron a la muerte de 194 Jóvenes
.sistran al recita) de Callejeros en Cromanón, una crónica del diario Los Andes
Mlndola daba créd'lto y repercus'lórl nacional a palabras de Fito Páez referidas
"rack chabón" y su relación con el macabro resultado de la cOmbinación entre
'Inómeno cultural y la perversa relación con la ley que muchos suelen 8f1!ender
Oun signo de la nació",
Al filo del hartazgo, el autor denuncio que el denominado rack chabón "tiene
193 muertos ahí por no revisar lo que hace y por todo ,'o que genera el mani·
fiesta del barriO argentino y por ser del palo y de pensar la argentinidad desde
l. blrome" En un análisis apasionado capaz de ligar la tragedia de [romañón
con la cantidad de acordes que conocen los músicos de ese subgénero del rock
local, redondeó que "para esa gen le, SI te ponés a estudiar música sos puto o
, {lI\lJ~ 1995 en adelanle venWJ 51g"ie'''Jo sislemalicamerdt el d.'J~nlr de los usos pCJp"IJr6 (Iel rack Desde IOll4 he incorpora¡!(I ~ót~ ,nvesllgac;DIl a mi plan de trabe'io en el C>_',",C:T. En e5€ rn~rc" IWl ~ida efectuados
1I1'1,~lis,s Que esle CJp'lulQ pre~enta de un., IDrma \Inté\,c3.
BAJO CONTINUO 61
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jazz810 y, ertonces, no ses del palo", Pero sir paus~s, proclamó: "Un DII<'III" I "1'
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que se funda en la ignorancia genera tragedias, y esta cosa tribal argentin", terrib'e y es asesina porque te deja en la ignorancia".
Páez sintetiza y rad:callza el espiritu de una se'le de aproxlrraciones crític'l'.,I1
fe~ómenc en jLlego en bandas como Callejeros. Periodistas, músicos, anilladorF.~ '~I prcgramas de radio se han expresado en este mismo senMo prolongando y an11llill
cando algJ que d€cían desde hace mJcho tiempo sobre el "rack .:haMn', pero (1,11
menos repercusión. Todavía recuerdo que hace casi diez años, la líder de un COnlJllt"
de hip hop en ese momento en alza, necia al¡;o que Páez expresó ahora elabor¡¡dél 'i
rabiusamente, qLe el "rack chabón" era "falto de nensaie", que no alcanzaba en"
estar contra la poliera para ser músico, que el "rock chabón" le p'lrecía una e)(cu:",
par~ "tO(f\lf ce~'Ieza y criar panza". laque ella dijo" \a defensiva, protegiémlose (11 1
equivoco ce un periodista que la había sindicado corro parte del "rock chabón", PáL'1
lo dijo D I¡¡ olensiviJ, allOla que el "rock chabón" apa~ece er bancaflota.
Sospecho que sería 'lmigaIJle con los lec:ores s: me limitaca a montarme el 1,1
ira de P;!iez y ensayara tentDtlVD~ de darle legilHllidall académica, profundidad lilo
sóka y consistencia soCiológica a su reaccl¡)n, o al menos a mostrar y desarroll~1 las posibilidade<; 'lIJe pn pse sentido porta el "insight" de Páe.l. Sill embargo, m"
tem::J que no podré serlo. la lectura de esas declaraciones y una serie amplísirra y
ach.almen,e ingen'\e de pronunri<lmi?nlos dI' ese t~nor, y --ni propia lec\ura ~uciiJl de lo que ha sido el "rack chabón" antes y después ce Crorrafión, me hacen pensar
que la siguiente hipótesis tiene algo de JlalJ<;iblp: la reciente cOnvergen CiD 'lnti. "roe"
chabón" ancla en una supuesta verdad musicológica una supuesta verdad SJCiológlc~ ocultando lo que yo quisiera señalar~ que esa reacciÓn vphi'~lilI7a una posici6n eue
en el Juego social responde, vengativamente, a lo qUe ha representado socialmente
el "nck chabón". Veamos prlme'o q ué es lo que ha significado sod81mente el "roe k
chatón", para luego volVEr a estas críticas en condiciones e1 que pueda apreciarse ID qu, slgniiica SOCialmente Su crítica.
El "rock chabón": una categoría problemática, un desarrollo histórico preciso
Comencemos por u na .éompli,cación neceSaria. "R,xk chabón ,. ES una categoría
62 PABl.O S1::MÁN
... O" L,,~
'obltlmática. La primera vez que 105 referimos al fenémen02 subrayé algo Que es
"ario ampliar: lo que cesde IJS medios, la crítica espeCializada, los propios
In'lImldores de múslC a, es llamado "roc\<. cnabó1" es una reallliac Que no se puede
Ilnlr por un recorte de estilos musicales, letríslicos o provenienclas sOCiales, sino
mo un electo de la relaciOn de los seclule~ pupul,m,~ LUII el roe", qUtO tiene ra~gu~
1.\Oricamente nO'Jedosas. Dados dos gnJJos de iguales caracteristlcas estilísticas,
,'tleas y socales pedría se' que U10 se Identific~rD corro perteneciente ¡jI colectivo
otro m. Adenás, la 1eterogeneidad de lo ::¡ue ha Sido Identificado o au\oldenllflcado
el 'rack chabón" es amplísim2 y debe decirse que Jermanentemente ingresan
'IIresan grupos 'J rasgos a la categoría, redefin lendo Su cantel ido y abarcat vidad,
1r0 el "rock rhilbón' lampcr.o se refine por anclajes sociales e~dlJs\vos, invariables
unl.....ocos h2Y grupos comJ Calle.eros que muchos no dudarían en identificar con
,1 rock barrial, que tiel)en un público hete'ogéneo socia mente que incluye t2mbién
In clases medias. Y si se puede afirmar que En algún momento de la historia el
'Ublico de Patricio Rey y les Redonditos de Rlcota correo;pondia al perfil popular
Ion que se aS::Jcia al "rack chabón " tamt;len debe decirse que no ~iempre ¡Je así.
,be aceptar el nombre COmo cOnvención, pero bajo una restricción que lo connota
., forma diferente a cualquier uso convelcional, el "rcck chabón" es la ca:egoría
"con la que ha Sido captada la lel2ción entre el rock y las generaclol1es nacidas a
pertir de Tines de 1970 y 1580, a veces en la escucha, a veces en la producción, a
Vices en la artiCulación comercial del rack. El caracter ":lOPU lar" que aS'lste al "roc\<.
Oh106n" también es problenático: las fronteras entre los estratos sociales (sea que
101 Concloamos como agreg2dos estadísticos, como clases, corro actores definidos a
p.rtir de una rel<lción política, ¡¡un 1: uando los concibilmes come ciaseS) son porosas,
y "seclJres populares" es Lna categoría difusa, Para colmo, eS insustentable Una
descripción l1up ha Ea coinc c1ir [Junto por plinto uJtegmiil.s <;nt.lnc1f>mogrMicil<; con
llniversos simbólicos, estélitos, sea cual sea la relación ,je detErminación entre esos
dos órdenes. En este contexto. y dadas estas dificultades, limitamos el alcalce de
lO popular a la siguiente población: Jóvenes pob adores del Glan Buenos AiTes, de
tUS bar'ios más pobres, hljcs de trabaladores manuales y desernplea:los.
• Vé~se S"man. PablQ yVil;;, r-~i)lo, 'Rock chJbon € IdenUdad juoenil en aArgentina neo'liberal', en Filmus, ,,",en'.. F'olil,«', '~L, ..ddd! C<111UI~ M Anlél1ca L~r,n., AIgerr,na de f,,, de s,t~, r.,~"·[,c<,~,,
Boeros Aires, 1999.
BAJO CONTINUO 6
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SI'" puede localizar preci~amentf", en una serie de rasgos que lo describell
historizan, lo Que SI'" nombra con la expresión "rack chabón" Se verá que son tan!.,
los matices que SI'" comprenderá por qué la expresión unifica el fenómeno de forlll,'
provisoria y abstractiva. Recorrer esas características es ponernos en camino d,
comprender su significado social y el significado social del bombardeo critico q'l' hoy reciben el género musical y sus cultares.
1) Hasta los años 1990 el desarrollo del rack en la Argentina se centrarl; fundamentalmente, en las clases medias, Podrá decirse que esta regla offe,,'
notables excepciones. pero lo cierto es qUe ha sido la clase media el estrato lllll'
nutrió al movimiento de los músicos y compositores que más han influido en 1,]'
formas musicales que se desarrollaron desde la mitad de los años ]960 hasl,J
buena parte de 1990. De esa fracción social provienen los "grandes nombres·' d(.1
rock nacional,J las fuentes más potentes de influencia y legitimidad en cuanlo.1
letras, música, estilos performativos y direcciones de innovación. Litlo Nebbia (Lo'.
Galos), Charly Garcla (Sui Genens, La máquina de hacer pájaros, Serú Giran), Lui:.
Alberto Spinetta (Almendra, Pescado Rabioso, Spinetta Jade), Gutavo Cerattl (Soda
Stereo), el "Indio Solari" (Patricio Rey y los Redonditos de Ricota), Federico Mour'-I
(Virus) son algunas de las figuras-guías de la producción de rock en Argentina qUf'
pertenecen a diversas trayectorias tlpicas de las clases medias Al mismo tiempo,
las clases medias han sido las que, históricamente, más público les aportaron a esos
músicos y sus grupos desde los inicios del rack nacional hasta la actualidad. En lOé,
sectores populares, tanto en la población de trabajadores manuales y de empleos
poco ca',lficados como entre los desocupados, la tradición raquera se hacía presente
de forma infrecuente, formando ínsulas, sobre todo de oyentes de rock duro, báSiCO,
"cuadrado" o heavy metal después, en un campo dominado por la música melódica,
la cumbia, el chamamé y la música folclórica en general.
Esta cuestión se aclara aún m.!is si a esta cuestionable línea de corte social le
fuera superpuesta una linea de corte geográfico. Hasta muy avanzados los años
]980 el rack naCional influía en y desde la Capitaf Federal y algunas cabeceras del
primer cordón industrial (Avelfaneda, San Manin, La Matanza l. Desde los años 1990, el rack, a través del "rack chabón··, tiene bases sólidas y especificas en Florencia
" •. tsla h~ sido la rorm;:¡ baJo la QUf se h;ln r~co"CCldo r~C¡plOc<tmenle lOS muslcos ~fgenlinos de IOck <¡1Jf'
dieron Vida a los más diversos e~hl('s y ésla h~ ~Ido la fOrma en que fueron rewllocidos e insliluidos por oyenles, compJ~ras dlSCOl(faflcas y r;'ilICM mus'(dles.
64 PABLO SEMÁN
·1
,'lla, San Miguef, Vifla Celina, en general en el segundo y tercer cordón def Gran
.Ulnos Aires, en fas que hay públicos, circuitos y grupos. Los jóvenes de universos
10culturales hasta entonces ajenos al rack se aVinieron af mismo.
Un compfejo de variabfes sociafes y generacionafes parece asociarse a una
Iflrencía. Hay bastante mas para entender lo que esa diferenCia pueda significar,
IrO antes de proseguir con fo que implica este desplazamiento evidente digamos
su significado es, sobre todo, Indicativo, que cuando referimos a la diferenCia
11.11 Implica la presencia de jóvenes def segundo y tercer cordón del Gran BuenoS
IlrlS en ef rack, también estamos incluyendo las dinámicas sociales y culturales
II conjunto del área metropofitana que tiene pro)(imidad con las de la periferia.
Iro en todo caso vale aclarar que el desplazamiento implica la actuación de una
IlIIa generación constituida por dinámicas sociales y cufturales diferentes de las
operaron tradlciqnalmente en el rack y que al relevo generaCional se fe suman
.lectos de fa transformación en la estratificación social· aunque haya de todo en
lOS lados, es mas fácil encontrar públiCO de la periferia del Gran Buenos Aires entre
leguidores de Divididos, Callejeros o La 25. que entre ef de Babasonicos, que
I.ctivamente se asientan en tendenCias cuHurales propias de las clases medias.
2) No sólo se ampliaron y desplazaron fas bases sociales, demográficas y
Iturafes def rack. Esa presencia ha producido diferencias en la escucha de lo
'....iamente e)(istente y en fa producción de fa Que siguió partir de los 1990 Afgunos escuchaban fos que definiremos como fas nucleos ideológicos y estétiCOS
"rock chabón" en agrupaciones mUSicales Que nunca reivindicaron su pertenencia
f,"a categoría o son anteriores a su desarrolfo, El "rack chabón" fue así, en buena
,.rte, un invento de las escuchas y selecciones del público, casi a contrapelo de
l•• Intenciones de fos músicos. Es por eso Que el "rock chabón" no fue iniCialmente
un liIénero del rack definido por una regfa musical o letrística, y es por eso Que la
••finición de fa e)(tensión def conjunto "rack chabón" arroja resultados disímiles
IIlIún quién proponga esa definiCión y en Qué momento. En ese sentido, fue más
bIen una sensibilidad referida a retóricas y estilos mUSicales que atravesaban los
mas diversos géneros de rack presentes en el panorama musical de la juventud. Esa
IInsibifldad fue inicialmente productiva en fa escucha y, por ende, en fa selección
di las posibilidades de masificación de estilos, grupos y músicos, e hizo aparecer
motivos inusuafes en fa tradición del rock.
Esa sensibilidad resignlficaba la obra y fa presencia de conjuntos que perteneclan
• corrientes preex.istentes del rack y en torno a una serie de temas y valores cfaves.
Conjuntos como Patricio Rey y fas Redonditos de Rlcota, que se originaban en una
lradición que mix.turaba una serie de influencias fuertemente presentes en fa cultura
BAJO CONTJNUO 65
I
j~ l de las clases medias urbanas de los años L96ü y 1970, fueron emblemas del "nll ¡.
Ilil chabón" en uila curiosa y radical operación de transformación de una banda por'
público." Patricio Rey y los Redonditos de Ricota citaba Cifradamente a los h¡Ú'i1
del roc'~ Junto con los próceres del anarquismo, Su canc',ón "Todo preso es poli~I(11
afirmaba, en sintonia con Bakun in, un grito desgarrado: "reos de la propiedad / 10,,1, ' , pre50 es político", e interpelaba la d Imensi6n libertaria de la conciencia progresl'.1
de los JÓVenes de las clases medias. Pero hacia fines de los años 1980. otro plJblll ,.11 ,1 comenzó a dominar entre el de PatricIo Rey Para este público, esa canción e,)"
una reivindicaci6n de los ladronesquepoco tenía que ver con las Ideas de Ba~\111111
I~ o con una visión a la Robin Hooa del latrocinio. Ellos sentían que los Redondu
hablaban de su paisaje social y ponían en cuestión los estigmas tradicionales, ti
1I ese conte~to, varios observadores notaron que el público de "los redondos", COlll"
,,1 los llamaban sus nuevos fans, fue recomponiéndose, y mientras los jóvenes V:il\ '11 guardistas de clase rr,edia de la Cap'ltal Federal dejaban su lugar en los recital(..
que se organizaban en los teatros del centro, ganaba espacio el público del Gr(j"'1
Buenos Aires que comenzaba a llenar canchas de futbol en las que cultivaba~ ,1;'11
fervor por su grupo preferido. En ese contexto, puede entenderse lo que hacian CDI,,1 otra cancian de Patricio Rey los Jóvenes de un barrio del Gran Buenos Aires, qUI'
:!I' me dieron su interpretación de la misma en su forma de cantarla, La canción qU(>
111 p¡¡ra muchos ironizaba sobre el establishment de', rack diciendo, 1 ", ,,
l' 1 Vaya bailar el rock del rico Luna Park / que con mi alas la puta cae brillar I como
1 1 mi héroe la gran bestia pop f A brillar mi amor I vamos a brillar mi amor f a brlllJI 1 ..
mi amor I vamos a brillar mi amor, "'1
'¡II podía ser decodificada como un aliento a las formas de Vida y localización popular
Así, en vez de escuchar Ha brillar mi amor", un grupo de jóvenes del Gran BuenD'
1 Aires me manifeslaba su convencimiento de que la letra de esa canción dec!il 1
"vamos la v'I',\a amor". 1 1•
',1 Luego, surgieron grupos que enfatizaron los aspectos que esa escucha reclJs', ! "
ficatori,a ponia en juego. Estos desarrollos y aquella escucha tenían varias caracl",
risticas fundamentales,
" • Ve~5~ Guerrero, Glo"~. rn<Jlo So/ari: el h:>mbre Ilustrado, Sudar"'~r¡cana, Buena, Alfes, 2005.
66 PABLO 5EMAN
3) El "rock chabón" tomaba como epicentro de sus sentimienlos y su ethos
.1 barrio, la patria pequeña de la infancia y la juventud y su paisaje transformado
por la pobreza, la desocupación, la delincuencia, el trafico de drogas, en fin, las
"lNaoades de la década de 1990 Podía cantar casi idíllcamente al barrio como la
'llulente canción:
Cervezas en la esquina I del barría varón I rutina sin malicia I que guarda la razón
/ quien olvidó las horas de juventud I murmurando se queja I ante esa actitud I slll me esperan I mis amigos en reunióll / mucho me a',egra selltirme parte de
vos I conversando la rueda ya se formó! Y las flores se queman buscando un
sentido / mienlras la noche mueslra Ila calle en quietud Ila intulcíón esquinera
I encendió mi luzl tu risa alejó mi soledad! esos momentos que viví I no he de
olvidar / sé que muchos c.avilan / buscando el porqué! preferimos la esquina
~ no mirar la tele ! yo la creo vacía de realidad /Ia verdad en la esquina eslá
latiendo I aunque me corran hoy I mañana volveré / y con cerveza festejaré I tu
risa alejÓ mi soledad I esos momentos que viví / no los he de olvidar. (Hermética,
"En la esquina", 1990)
Pero el tono nostálgico de la composic',ón que citamoS se complemen\a con la
Illuiente. Dos Minutos, en "Dem3siado tarde" (canción que acotaba el senlido de
Su titulo con un parénteSIS que, sintomá/icamente. 'la llamaba "La Marcha"), ofrece
una imagen un poco más apocalíplica Que la anterior, montándose en la misma
'Irlma de esquinas, gregarismos barriales y cerveza:
Estás en el kiosco, lomás una cerveza! corre el tiempo, seguls con la cerveza / a
lo lejos se ve una patrulla 1alguien grifa allá viene la yuta 1 Descarten los tubos
1empiecen a correr Ila yuta está muy cerca 1 no da para correr, (Dos Minutos.
"Demasiado Taroe", en Valentin A/sina, 1994)
Es que no era simplemenle una crónica: el "rack chabón" construía COllladrones,
Clrvezas, barras de la esquina y policías una heroica en la que la represión polícia!
Irl la necesaria contrafigura de un combate SOCial en el que los nuevos rockers
tomaban partido. Coma ya lo sugería la illterprelaclón "pro ladrones" de la canción
"todo preso es po',ilieo", el "rack cllabón" se identificaba con los marginales rec',a
mando un lugar para ellos, lamentaba el fin del mundo del trabajO y protestaba más
que por el exceso de integración (que angustiaba a las primeras generaciones del
rock nZlcional, ¡anta como a los hlppies -tomados como categoría global,-) por el
BAJO CONTJNllO 67
deficit de la misma, por la fraclura social que había traído lo que luego Ilamarlami'
"el neoliberalismo", No era, en todos los casos, un rack de pretensiones polílic:!
al menos de pretensiol1es polrtlcas concientes y dirigidas de forma sistemátlCl "
objetivos políticos. Lo qUe ,;í hada era reivindicar el mundo que quedaba atrás ('"
el marco de una reestructuración soc'lal politlC<lmente comandada, y su apego a 11>'
"buenos vielo,; tiem pos" tenía valor poiítico de resistencia que, ar¡tes que declamar ""
o proyectarse como tal, se actualizaba en la veneración de un tiempo que el resl"
de la sociedad comenzaba a denostar. En ese contexlo, el "rack chabón" era "ei)!'
testatario" de una lorma diferente a la que lo había sido el rack en los años 197!¡
En vez de asumir una postura anticapilalisla, daba cuenta de la nostalgia por Uf'"
fase en que los más pobres. al menos, leMan trabajo y patrones Esl0 mismo haci ,
una dilerencia con un planteo de tipo revolucionario, como el que podría haber'>"
escuchado en los afias 1970 en la tradiCión de la música de protesta. Una expresll:I'
dei líder de una banda ya extinta esclarece este punlo.
Nosotros somos tristes desocupados que usamos la música como medio par"
trasmitir nuestras ideas. En tema'> como "Réquiem por leño" denunciamos "
los "conchetos disfrazados" o a ",'os chicos durmiendo baJO las autopistas" l Cnuestro planteo de lucha no tiene nada que ver con los planteas contestatarlO ,
de La Torre, hablando de las Madres de Plaza de Mayo [ ... ] de los [músicos] de
aca preferimos escuchar a Oiscépolo, que r,abla de cafetines y de Pornpeya, qUl'
a las grandes bandas de rack aburguesadas. (Reportaje al grupo subterráneo Le' Pandilla de,l Punto Muerto, 1987)'
En contrapOSIción con la historia del rack nacional, ,la del "rack chabón" ~r,1
curiosamente, y en contrasle, nacionalista El rack nacional era rack en castellan{l,
pero sus letras o acenluaban el lado cosmopolita dirigiéndose a un joven universal.
o eran cautas al separar su dimensión de música de protesta de cualqUier identifi
cación patriótica. El rack nacional, cuando lo hacía, protestaba en nombre de toda"
las categorías de oprimidos, persondicadas en trabajadores rutlnizados y explota
dos, en diferentes estigmatizados, pero pocas veces en la nación como colectivo (l
partir del cual se afirman derechos y potencias. El "rack chabón" produjo un rack
'ffi'
s, Podri~ [otJ-,~r",~,se que ésla es ur,a l~r"1~c,6n POCD ~'gn,r'cal,va. PerD vis'o~s 5eme,ante, se obscrv-II' ,,'11 ja dts(ripción delll'lurldQ d€1 (rabaJO C[¡nl~mllortlrleO que Ilan h~chQ d~od~ Inlox'c~do5 hasla Almafuerlc
68 PABLO 5EII'.ÁN
Que se idenlil¡caba con la nación y llegó a plantear temas lotalmerJ/e ajenos a la
k.diciÓn anterior del género, hasta el punto de postular una sanción moral al que
tllja la patria, aun cuando se ve aquejado por el apremio económico, asi lo hizo.
'o, ejemplo, Dos Minulos en una de las canciones de su álbum Va/entín A/sina, en
Que cr'lllcaba a un argentino que no había s·ldo pac.'enle con su patr'la y se Ilabia 'Ido
buscar trabajO a Barcelona.
En el fOck nacional las clases media, habian combinado el espíritu liberal del
'toe k con el pro¡;resismo argentino que se reconoda enfrentado al nacionalismo, al
,.L1a consideraba autoritariO. El "rack chabón", en cambio, reiVindicaba los valores
trióticos a través de perfQrmances en que aparecian las banderas argentinas,
In Que se reiVindicaban los de sujetos pratolipicos de la nación y se recuperaban
Itmas folclóricos nacionales como la zamba o la ba¡;uala. Un ejemplo ,intetico de
lita actitud es la canción Qe Divididos que, en ritmo de Baguala, e identilicando
los negros con el pueblo, plantea desde el rack el antagonismo pueblo y rack en
In acto en que ese antagonismo pretende ser disuelto de una forma irónica para
Ion el rack:
Nace un hijo negro I cachetazo al rack, (Divididos, "Haciendo cola para nacer",
en Acariciando lo áspero, 1991)
Un ejemplO casi calcado es el de una agrupación metalera que con ritma de
;lImba le canta a los grupos históricamente marginados, enlazando a las víctimas
"1 siglo XIX en el período de organización nac,ianal con las del fin del siglo xX en
ti desmonte de la organ'lzación SOCial de la época populista,
Desheredados, Gauchos, Indios, empobrecidos reencarnan. (Almafuerte, "Zamba
de la resurrección", 1995)
4) Desde el punto de vista musical, el "rack chabón" ha sido variable históri
elmente. En los iniCIOS reflejaba la sonoridad punk, la de los Rolling Stones o la de
IIllricio Rey y los Redonditos de Ricota. Es decir, reflejaba muy pluralmente el mundo
"11 rack nacional e internaciona,1 que le precedía históricamente. Con el correr de
101 anos, las formaciones de "rack chabón" han privilegiado la identificación con el
lonido y la performance Stone de una forma particular (aunque no dejan de resonar
olras raíces en casI ninguna de sus expresiones). Las formaciones actuales del
IIrock chabón" se identifican con el sonido Stone practlcado por bandas argentinas
Que a través de una o dos generaciones los han imitado. Así. los actuales grupos
BA.lO CONTINUO 69
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I1l' cultares: en el "rack chabón", contra el peso de una tradición intelectLJalista que ~(,I, " a comienzos de 1980 comenzó a ser cuestionada. el baile es parte del recital y di, 1.
11, idea de música. La música del "rack chabón" puede bailarse y el rack pudo ampliar '," 1 espacio en 1,0$ sectores populares cuando sus sonidos interpelaron los pies de fOlll'. I
1 preconcebida o accidental. Con el .' rock chabón", entre otros ingred'lentes, el rack 1"
dio fuerza a una escei1a diferente de la que era común hasta 198o. charlas de múslc,'
análisis de ejecuciones, evaluación de interpretaciones, comparaciones de versioil'
y auditorios en los que lo único que se movía eran las cabezas. Cada vez más, el (Qch 1"
es compás verificado en el cuerpo en una riqueza de configuraciones que aún resl"
·1'1 estudiar, pero que evidentemente ha transformado la naturaleza del espectáculo 1
9) Análisis periodísticos y académ icos han coincidido al señalar que en los orígenc',
1'1, del "rack dlabón" opera una situación histórica y económica muy especial. En ell" " se combina la proyección que alcanzó por diversas vías el rock en el mundo popul,JI
con la facililación del acceso a equipos de ejecución y produccíón musícal. Es que ell
1 virtud del abaratamiento global del costo de estcs productos (y de la intensificaclol'
de este eíecto derivada de la sobrevaluación del peso argentino durante el períod"
1
1II 1
1991-200l) la imporlación de los mismos resultaba más que accesible. los medio'.
de producción de lo masivamente ¡egítimo se SOCializaron a traves de un melcado (Je11
acceso fácil que a su vez permitla la proliferación de cientos de bandas por doqUier 1I1 10) Tal vez ha sido menos observada otra condición concomitante, la formaCión, ' 1
Ii! en el área metropohtana de Buenos Aires, de poblacíones tormadas por migrantes
recientes de origen provincial, cuyos hijos no necesariamente encontraban en 1~1
, Iradición musical de sus fami.lias un medio de expresión. Esta siluación no debr "
11 pensarse en términos de la ausenc,a de trad'lc'lones o del abandono automátiCO de las 1
mismas S'Il0, más bien, en la fuerte competencia entre la socialización primaría y 1,\
, secundaria, en\re el hogar 'J la esquina del barrio con su circuito de alcohol, drogas,
narra~ivas, diversiones y exploraciones compartidas. En ese territorio compelian por I11
1
1
la adheSión y la preferencia, las tradiciones musicales de las generaciones anteriores
(que declinaban), la música de cumbia y bai,lanta y el rock que a lo largo de treinta
año" fue estableciendo bases locales de reprodl.lcclón,
11) Todo sucede corno si en cierto momento esas bases hubierar, alcanzado una
cantidad crítica que las convierte en un pClblico Inleresar,~e para la escala de em
prendimientos mUSicales de var iados formatos y escalas dentro del rack, Un ejemplO
de lo que sucedía en ese contexto es el surgimiento, precedido por encuestas, de
una radio dedicada a los segmentos populares. La empresa que la const:,tuyó quiso
averiguar cuál era la radio que faltaba en la población de bajos ingresos y conoció la
demanda de una radio de rack en espaflol que, según el público encueslado, debería
72 PABLO SEMÁN
bisar su programación en un repertorio de 200 canciones que pocas personas de
11 clase media hubieran identificado con el rock o con lo mejor del rock. Esas 200
c.nciones eran el acervo del rock que se venía escuchando en los sectores populares
_(lue las clases medias sólo reconocerían como los márgenes del género. ios oyentes
deseaban escuchar rock nac'lonal de 'iniCIO de los afIaS 70 e Intérp-;etes que se er,con
treban entre el rack y algur,as modalidades de la canción amorosa. Esa radio llegaría a
IIr la expresión de los jóvenes del Gran Buer,os Aires que escuchan rock. Si tamana
Impresa musical fue posible gracias a esa masa crítica que se habia formado, ¿como
no iba a ser posible otra, paralela, como la del "rock chabón") Es que paralelamente
I la difusiÓn mediática del rack, a la facilidad del acceso a equipos e instrumentos,
los j6venes del Gran Buenos Aires, practicantes de un rock futbolizado, nostálgico,
muchas veces elemental, comenzaron a formar sus bandas. El paraguas mediatico
lI'e como la lormenta que favorece la reproducción de los hongos,
12) y estas bandas ql.Je surgieron junto a la lluvia mediática, junto a la di/u
Il0n generalizada, comenzaron a adquirir, también, habilidades administrativas,
'ormaron sus bandas y apoyados en la constancia y el "aguante" de sus grupos de
.Iguidores logra bar, estabilizar circuitos de shows ante empresarios que el\igían un
mrnímo de público que ellos cumplían en presentar, ya que tenían seguidores ql.le
lIS hacían el "aguante". la ética del aguante también formaba parte del espíritu
del negocio' inspirados en el ejemplo ofrecido por el éxito de las producciones
Independientes, que resistian exitosamente a los pLJI,pOS del mercado, hicíeron \as
luyas negOCiando fechas, condiCiones, ingresos y escenarios con productores de
IIPedáculos de locales de mediano y pequenD porte. Las barras que con Irapos y
b.nderas acampanaban al grupo mus\cal aguantando la parada formaban parte de
l. viabilidad moral y económica del mIsmo. Excluidos del gran consumo por razones
In las que se mezclaban sus pre!erencias y sus posibilidades, armaron un circuito
musical del que partic:,paban los jóvenes del Gran Buenos y de los barriOS pobres
de la CapitaL A el se agregaron los Jóvenes de las clases medias (a ese sector de
jOvenes que comeilzaba a cultivar la resislencla poco podían atraer los musicos de
rock ya establecidos que oscilaban entre el divismo, los gestos de superación, (as
Ironras y la sofisticación, qLJe, por muy valiosas que fueran, resultaban débiles para
Interpelar a las víctimas de la recesión que se insinuaba desde la epoca del efecto
te(luila y se prolongó casi cuatro años), que disponían de unas pocas monedas pMa
'1IBjar, lomar cerveza y asistir a un show Que debia ser barato. Los hijOS de padres
de clases medias empobrecidas encontraron en este circllito un espacio ideal para
IUS pOSIbilidades, Fue por esta conf,uencia de púb',lcos. entre otras razones, que el
"rack chabór{ Invirtió la secuencia de Circulación clllfu:~ll que hacia de la periferia
BAJG CONTI"l\lO 73 11
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1'1 podrían encontrar formas mutiladas, disminuidas y empobrecidas de la CIIIII,'
dominante, a lo sumo una ratificación de su dominación por la Yía de su rCI 1:., "1, retórico. Las observaciones de los que le reCriminan al "rack chabón" su Cilrd' 1, ,
1;'11 de expresión que traduce y reproduce la dominación calcan ese argumento 11' "',
11 dilgan al dominado un compromiso absoluto e inescapable con su opresión fJI ,",1,
1 punto, vale lo mismo que hemos dicho acerca de la religiosidad y la cultura POPlli"
Ante la pretensión de describir el gusto dominado como derivación perfecta rj"11" ,1 situación subalterna. Grignon y Passeron 8 contestaban que el estilo no es pm',lll" ,
de los grupos dominantes, Mucho más radicalmerlte, afirmaban que la conflJ';I""
,,1 ' 1 analitica entre la dominación de una cultura legitima, los Instrumentos analitl' ,,'
11 que permiten reconocer esa dominación y la toma de partido inconsciente por 1.1
, misma en el análisis se basan en la tendencia a suponer que el sUjeto no eXI',I"
cuando se trata del mundo popular. A partir de esa cOrJfusión, los criterios que '" li' "
ven para deSCribir la cultura ,'egitlma se constituyen Indebidamente en parámetl.'
de cualqUier otra expresión, obligando a una percepción negatil/a de esa alteridail '11i
Mucho más cuando eila es parte del campo en que el analista también actúa coml, 1 jugador enfrentado allugador que analiza.
1I Puede entenderse que digamos entonces que los críticos del "rack chabón" alldll
las consideraciones estéticas y las históricas aclil/ando ellegitimismo que GrignoJI '11
y Passeron denunciaban en Bourdieu 9 Identificando su gusto con la calegoría má',
elevada del canon social y a ésta con la evolución óptima y no con una construcclOI' 11
social, justifican IJ estlgmatizaciórl del gusto de los otros y su descripción como 11 expresión de decadencia social.
", Si nuestro análisis históriCO es correcto, no es muy descabellado afirmar und
hipótesis concluslva. Erl la medida en que el "rack chabón" desafió la hegemoniiJ
de los rockers de clase media y sus estéticas, los juiCIOS musico,'ógicos aliados a l~ll' 1
1 conSideración sociológica que lee lo emergente en clal/e de decadencia consum¡:¡n
un involuntario ajUste de cuentas ansiado desde hace tiempo. La reacción, por su 1 cuno legitimista, presente más allá de sus intenciones, sirl/e para poner en caja lo
que se había salido de ella. El incendio de "Cromañón", además de revelar la muy
problem<itlca relación de los argentinos con las leyes, es la Oportunidad de una I/enganza de clase.
• G"enon, C1aude y 1'~i5fran, Jc¡]n c., Lo CUIIO y ,'c ¡J0pular, mlser8Cilf'5mr.v J"'opullsmo ~n la SCCiOJOgia.v en fitFH"ru'a, La Pjqud~, Madrid, 1992, pp J/!'-81
, Bourd,tu "Ip.~¡,r'c"ba el anal·slS con si gus,lo cuy~ domlnar'ón a Su ve' r,ftltndia desmonlar UJtnD ,0<;,,,1,
3 , . t\?!), ,,,%\'I~i!ll .,¡g¡
•••11~~~~~
HISTORia, seST-seLLeRS y pOLíTica'
.. ~ 1", rps~M<,
En la edición 2005 de la feria del libro la presentación Los milas de la hisloria
,rgentina If convocaba multitudes de lól/enes que, al grltD de "iFelipe! ¡Felipe!",
reclamaban autógrafos para sus ejemplares. Durante todo ese afio, algunos de los
.specialistas más Importanles en la materia arJalizaron el fenómeno y plantearon
Iludas más que pertinentes sobre el I/alor acadérrllco de esa his\orla que convoca
multitudes, En el cami,lO quedó por hacer una consideración qU8 tratamos de hacer
en este capitulo: ¿cuál es el valor politico de la aparición y circulación de estos libros?,
¿cuál es la relación del fenómeno con la l/ida política del pais y especialmente con
las representaciones de la nación que se dividen y constitUyen en la l/ida PDlítica?
ArJt,lcipando un poco nuestra respuesta diremos que estos libros han mediado en
la reconstituci6n de Jos sentimientos naCionales y los compromisos POlítiCOS, en
una secuencia que ha pasado de expresar la distancia y la expatriación Simbólica a
1 Los anallsls y dd 1'" ~ uf. ~e el tan en e,lr. CJpllulo ,orrespcnden " un~ :rlve',¡,c,;c ,on ~c lual rY1HM ~" [UJ50 El conlunl" de rj,¡C', ~,l~ conSliluidr) pn, 1c'5 p"ncip"les lilUlo5 de la literdu(a que lral~ 1" Idrnll~"d " I~
h,slo"a argen¡lrlJ J~sd~ el ano ?OOl, pÚI enlwllslas a lectores. "bserVJ~iones de presenlaClO~eS de I,t'''" cnt.cas de 105 libros qUé han ~rfctu"do autorns M ú, 'Gen ac"demlcu llr,~ pr:rner" ,ers,un Je
esl~ i;",\Imenlo fue el"b')r:J,i~ ~n colaboraclon con Silvlna M~rt"';an -a qu'erl l~rnblen q'Ji~I') reconOcerle, au"qu~ ~Ila no qUiera, 1Jr,~ n-,uy productiva lecLur~ dc esl" ,¿rSlon-,
76 PABLO SE~"ÁN BAJO CO!,>~,,"":.. ~) 77•
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erunciar dert;:¡s formas de compromiso hist6rico-polili(;o. En esa secuene:a ¡",I,
litros Ilan articulado la demanda de explkaclone; por el "fracaso nacional", IJ' _'''' rraciones hislóriro-politicas de la na~ión er que se entrarTlall y renuevén las mili" .'
liberales, populoStas y ¡acobinas y les efeclOs de reconstitución de eS:ls relatos '1'"
se han originado ~n los ¡JHim::Js treinta añc.s de nuestra historia.
1. La historia de masas y la critica académica
D~~ulO Ilace unos aiios, el gusto de los ectores consagra como best-sel/ers 11/1 I
serie de libros qJe liene como centro exclusivo o parcial la IlISlorla racione) o l.,
formas ¡Jf:' ~er 1.I~ los argentinos, eorsiderando el peso cel pasado en relación ¡"" el presente nacIOnal, Refiriendo el pasado como causa o augurio se encuentran 111'
do:; tomos de Ar~f!lJtillas, ADN, Mapa genéjico de los defectos argentinos, dé JIlI)',"
Larata, y los dos tomos de Los mitos de 1" histor,'a argentina, de Felipe Pigna I.,r
como definiremos e:;lc .::urljunto m¡js adelante, también :Juede Incluirse en la 1i'.I.1
El etroz ercanto de ser argentinos y ¿Qué hacer?, de Marcos Aguinis, y No SOIllI"
tan buena gente. Un retrato de fa r:lase medra argentina, Tocar fondo, Le cfase med"J
argentina en crisis y Hecha la ley, hecha la trampa. Transgredir las propias regla'.
una adiccrón argentina, de Jo'Olé Ab¡¡l!i y Diego Mileo. A ellos !labria qlJe agregar ¡ i
pelotudo argentino, de Mario Kostzer. o Vida, pasién y desventuras de un indL'stna!
La hi~toria de Ga/ic Sociedad Anónima. La hi:;/uria de un país, de Eduardo 8ak-chf'
Uían. En todos estos lib'os se puede observar una sistemática tarea de diagno~,I" de la ;:¡ctu;:¡lidad angustíantc de 1<:1 Argentina a la IUf de ura narración que pretend('
reve,ar y siltetizar el pasado nacional como una de sus causas.
La profusión y popularidad dc cstc:; títulas ha oCd:;iofl~t1o la reacción de autorf2',
académicos como Tulio Halperin Donghi, Mirta Lobato, LLis Alberto Romero, Hild,~, Sabato y Beatri7 Sarln" La mayor parte de los an¡jlisls y ubservaciones efecluada'".
" " En elle lrabilo ten~ml$ en Cuenta alg"nos d" los que con<;idera~lO~ lo~ ~"ncirales artiCU~Js y repe' 1.11,00,
d~ los ~UlO(e5 (-'latrvs en ,~lelen'l¡' a la ~'StOII~ d~ nW;a< rn el ,~cü,,~ 1-~IFJc';n Oc>n¡:t1i, \~dS~ Hcll-''''"' DpngM" 11'1,0, 'La sociedad Argenllna nc es InQc~nlec, en(r~v'sla ~n Ñ, Revista de Cultura W 87, 8Jeno', I''''e~. 21'61[\5, pp G·'l Pala el C<>!,Q oe Romero, véa~e fiDnlelO, LUIS All)t'"lD. "La n¡~loria"~ la fSCllel,,' en La Nación, 3/3106, Romero. LUIS Alh~((a, "N"o-reo'~'oni~mo d. mercado", ~" f¡ N" 66, l3ueno~ .~Ires,
78 PABLo 5EMÁN
Ide el med 10 académico, que sintomátlcamente han estado dirigidas a un subcon.
Il,Into específico de autore5. y libros cenlro de los ya eliumeradcs. ha seFialado con
['licia, y mayor vehemencia alm, 12S limitaCiones histo'iográf cas de esas obras.
brayando su p'eocupante tendencia a re.:Joner ,ineas de confrontaCión faCCiosa
lue el progreso r;oli\lco de la l'.rgentlll<3 deb~r¡a superar Sin embargo, 21 acampanar
l' argumentos de esa critica surge un prob ema, que intentaremos discutir e1 este
'tlculo: resulta Ilmllado conSiderar el fenómeno representado pOI la c rculaclón de
lita literatura con recurso eA~lusivo a criterios d~ corrección ilstoriográfíca, Ese
In6lisis no permite comprende: del tojo cuál es el lugar que estos trabajOS ocupan en
'11 conformación de la irragmaclón social y pclitica contempor ánea, cueslión QUE: tam
~~n preocupa a os crit cos, dado que ellos mismos sena lan el papel "reacci Olar 10"
.ue pueden tener estos libros respecto de ideales de evolución política. Arriba'emos
• 8~ta cuestión considerando los argumentos de 1" críllC3 para luego ~E:splegar un
.n'llsis que mtenta encuadrar \a situaciór de esta literatura en relación con [as
Ilcturas masivas de la época y con la srtua~ión política cue viVió el P¿IS durante el
prImer lustro de este siglo. E.n ese análisis podremos dar eVidenCias e indicaciones
Que muestran en Que sentido esta I teratura resulta eficaz en el con:exlo polítiCO
Conlempo'áneo y podrá Valorarse más amp:lamente SLJ s'gnlficación.
Hay argumentos criticas que pueden acepldr:;e ~ir dl~Cl.-SllJn y de los 'l1J\;,
InClUSO, pOdremos presentar nuestra propia versión más adelante. pcr eiemJlo, el
que imf)uta a la ~li~tor id l!e I1ld~d~ ur'd lelóricd yue justifica la verdad je Sl~ versión
In la necesldad:le "otra historia" que responde a una SUPUIOS\1I conspiración que
traduce en sede acadérn ita la victoria, también conspirativlI. de los "vencedores de
le historia", Tam poco es discutible el hecho de que esta literatura opera proyectando
Un presente continuo que es el rasero imposible e indebido de todc el pas<Jdo y
llsulla, pOr ello, en una VISión distorsionada de los diversas momentos históricos
'f de lilS fuerz<Js que lo impulsaron. ASImismo, nc parece desatinado el Juicio que
efirma que la historia de ma5.as se \ulda m~s en una dialectlca de personajes histó
rIces que encarnan valores morales opuesksque en la descripCión de una trama de
Interacciones, in:ereses, cultLra y poder q1.-e es el piSO ce los cilemas de la acción
31112104, p, 26, PaloTlar, Jnrge, "Cl1lcmo de 12 verdad", enlr~oF~ta aLu'sAlberto Romero y Miguel Angel OP ~arco, en La NaCión . .30¡.:lM';., 'j 1lr)"il:lC'. 1.-1.JI:. ~Itl\'.n(). "Mer,:adere; de lo hlstQ"J', en LJ NaCión, ;d/2104 Pllra el caso j8 Sijl:>ill~-Lob3tO, ve2se SaOato, Hilda y Lebalo, Mi'ta, ''Fal,os milOS YvleJo5IlérrJC$' ,¡.¡. IV N' ¡18, Bu~no~ .o,il~~, 3IiJ.21\}-:', W 12 -:;. l'..¡¡a ~I caso de Sarlo. vEa:;~ Sarl~ J)e~t";, "HI~IO"J <ICnd"'lllca V'i hIsteria de di'lulr.ación", en Lá Na¡;lón, 22111Of.
nA.K) CO'-íT,Ml0 79
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de 10$ que "hacen la historia", En ese sentido parece ajustada la apreciación que 1,_
otorga el carácter de una historia tradicional a pesar de su ánimo revulsivD/
En la historia de masas la vida nacional aparece determinada por lil continLlI
dad de una maldición, por la perduración Obstinada de una tara constitutiva, UrI"
enfermedad cDl"\génita incurable o una compulsióíl jl)coercible para pract;,car vi
mal, la mediocridad, la ilegalidad. la improvisación o el desinterés por el país. TorJ"
esto habla de una moral colectiva débil o perversa cuya api'lriencia de eternldall
le da buenas razones a las Intervenciones que señalan el carácter precaria de la',
deSCripciones sociales de los autores de los best-sellers.~ Y esto tambiél) refrend"
el ánimo discepolia'lo y el carácter esencia lista que le atribuye Romero. ó El heclH'
de Que la historia de masas (1)0 sólo pensamos en las versiones de Pigna, sino ell
las de Lanata y Aguinis) defina el malestar argentino en términos Que, como lo~,
citados, contribuyen a plantear una conflicliv¡¡ relación entre los argentinos y 1:1
nación, hace difícil pensar que el patrioterismo adjudicado a este relato históriCo
pueda serie aplicado de forma permanente, justa e inequívoca (reSulta difícil pens,ir
que ciertas muestras de autodenigracion nac'.Onal presentes en estos libros sean
compalibles con el palrioterismo tradicional, aunque tal vez no dejen de conformar
una especie de narcisismo negativo). En cambio, no deja de ser cierta la afirmaClán
de que la historra de masas pone en escena (yen valor) formas de concebir la naciólI
y la historia de los cOl)fktos políticos nacion¿Jles que los hisloriadores académicos,
con jusli,cia. asocian a formulaciones políticas faccionalistas que deben ser objeto
de análisis (y esto lleva entonces a reactivar algo de los viejos y cuestionables discursos palrioteros).
Si la histOria de masas, pese a todaS sUs invectivas contra la historia oficléll,
no esta dotada de Ulla capacldacl de historlzi1ción superior a la de sus denostados
males (la mentada Ilistoria ol',clal, el relato tradic',onal), puede coinCldirse con !a
crítica en qU8, en un sentido especifico, "impide la interrogación"" desarrcllar una
concepción que no atribuya los sucesos históriCOs a la interacción entre actores sino
a lormas metasociales como "los dioses". "La Historia", "el pueblo" o "la idea". Sin
embargD, deb8mos d8ter.e! nos y preguntarnos sc:bre das cuestiones q:.Je se relacionan
't
, SabalD. 11 ~ Lub'Io, M, op. "Ir • Sobre esl'~ {wr.l.c Id 'JrgLJ",en(~r:-ran de ~abalc, l·l.~baro p" Inap,;l:,\jle Ve¿;se SaLJI". IJ j U,ualo, M , (jO cit.
Rnrll~rü, l.UIS Alb~'¡c', '''~l'·r~\.',-;,~,n;srn,o cil 5.Jpra.
, S.l!'"lo, 1'1 y LolliJlr. M Dt· Cit.
80 PJ~,8LO 5f::MA.N
con este juicio y que, aunque no nos llevan a contradecirlo, nos obligan a generar
oita vent¡¡na para el análisis de esta literahlra: ¿acaso 101 mejor escuela, Imbu:,da
del meior programa de h;,storia que pueda concebirse. podría asegurar un grado
elev¡¡do de reflexivicJad sociai? Además: ¿hasta qué punto los relatos y narrativas
que apuestan a las identiticaciones no promueven, a su manera, un desarrollo de
una forma especial de reflexión socl¡¡l cuyo valor debemos explorar? La refleXividad
social está indisolubl8mente ligada a las formas de emoción y de imaginación SOCial
'J política con las que Interach'¡a La formación de una y otra es un proceso que ocu
rre con -pero también más alla de-el plano escolar, aunque históricamente puede
variar el gradD en que ia escuela partiCipa del mismo. 'La formación de categorías
'J valores politicos no se nutre solamente de la línea hlstc¡r¡ográfica dominante 5;,'10
de interpelaciones simbólicas que pueden envolver esi2llinea historiograflca, de caí"
densaciol)es de información e intenSidad emocional que dialogan con los slmbolos
preexistentes que presiden la "recepción" de las apelaCiones políticas, estéticas
e históricas. Se "piensa" en un proceso de <;JescentrarnlE!ntos y conmociones que
permiten modificar pos',ciones, efectuar sin\esis o disoc:aciol)es, Se piensa Situada y
situaclonalrnente a través de habJtusque se modifican, y, en este contexto, puede o
no desarrollarse una imaginación social imbuida de razán y reflexiVidad SOCiológica.
La revalorización de la democracia por parte de la sociedad argentina a la salida
del "Proceso de Reorganización NaCional," le debe mucho a 1,0 que pudo CatallZar la
performance de AlfonsÍll y poco a la discutible corrección de su pl.anteo histórico' A
este ultimo fin, La República Perdida, lil película que articuló la formación cívica de
101 década d~1 80, no era mucho mejor que los videos o los libros de Pigna y Lanat<J
y, sin embargo, rormó pjrle de ese proceso de reflexión colectiva il través (Jel cual
una parte decisiva de I,a sociedad argentina llegó a estimar mucho mas que bas~a
entonces la paz civil. No es que los medios a traves de lo cuales ocurren los SUCeSOS
no sean irr,portilntes. Pero el hecho de que IlJS cambios de sensibl!idad politica y
social ocurran a través de productos ¡¡cadémicamente débiles no puede oscurecer
el hecho de que son SO';ialmente eficac~s.
T •. Elsen\E(!o di! la n'"S,-'-,,, ~st"ble(ld(l pQs\l~c\o, y CDn~l~IJ(JO en I~ s"t)let'"u~j política "Id qU~ diD I"r~l~ ,1 leoC,j~da d,'1 PICO:í'llllUlo de la Crr,,¡r,r'JC'or. nacional, o ~I "l",1m~dl(o ;¡hí' ,que Osear '( ?wll (ar~cl~I'Z.lb" COI'TI) U'·l~
forma d~ 1J~'IG'onahla' el CWrlJdl' <l~ la VIda íprtdlg~ ?r, ~{, ;,~ws (le real'ne~IT,,~nll) IYJli',,,:a y d~ e,Lablp'c"nl~nlc'
de Pfe{~'enc'i'''). prQ(1uuJn n1J' ~UE ,:uaIQlJlerl~cc,'.,nde las que Iu,~"n Plol,rl() Alionsi'-" ,u~ncla, por clernplo se dediCO a ~,,~;,,"¡¡rle a los p,-,nleros y nlll",~"I';,; d0 I~ Capl:i11 Fede',-! qLJ<' Arern~nla ella:,;, hijlllWI consol,¡Jad" sus democraCia, ~IJci¿,~ a leo cünducL" ~~rwrCSJS orc los ¡íJ~re", h,''-,I""",.'' (le la IZQul?rd~ 'lije I',ablan ~~b,jo (Ofmil' co,llltion~s (J~1T10U ',r,cas. O;¡ cuak¡lI'tr tlcctü r,edag;,gl(O {NI dISCU'~i) d~ p",,~ lJe I~orl e
BAJO r:n'¡T,NUO 81
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AIJIl C:3;Il(.idiendQ cor. la crítIca de los histcr;¡¡dores <1c.aóemicos H~speclo Ú' l.,
práctica historiográfica cJ8 los tllsto'¡adores de masas. es preciso reconocer 1111 ' 1
como lo reclaman los tllstoriadores acadé, nicos Luando se Ira la del re'Slo del dl''.t'' 1"
hI~lúr ¡CU, re~ulld necesari::J hlstorllar a los historiadores masivos y a sus lectoll!S ¡;, I
reiac:ión con la~ formas de imaginaCión social, nás que rivalizar con unos e ilumil',~1 a otros. No es que los historiadores académicos no realicen en algún grado esl.,
tare?, (lero es nF'resario ampli3rla. p., entander ~stc bloqueo y a dlst.l1E:uir rivalide;!1
pro1ésiona\ de interpretación hIstórica contribJye Sarlo, que subreya el caráck:
Inevi:able de liS colisiones entre aL.tores maSivos y acacémicos d2das las regla',
de legitimación y Producción diferenciales a I;;s Que obedecen uno y otro t,pG d,'
autor. Recomponiendo la imagen global del enfrentamierto como un Juego social
m~s, señala que el camino para analizar esta Iteratura no puede centrarse en le,
profesión, sino ¡:,n las disputas sociales que circunscriben los usos de la historia. tll
~~te Tlarco se p.ncuentra Ln argumerto pesimista acerca de las pasibilidades da l., escueli'l para derivar ni'lTTaciones conv::Jcante5 del saber un'lversilano más avanzado y
mediar entre lo masivo y loacadémlcc La explicilaclón de la razón de esto da cuenta
del temor fund;,do de los his~or'Jdore, académicos a qu(O (Oi cUlltlOl de la ensenanz;:]
de la histOria qLede en menos de los "intelectuales de masas". Es QJe
la institución escolar podria ser la mediadora de est@ mnflirln pero no tiene
fuerZa. La cr sis de una historia naCional presentada por la escuela yque convenza
en primer lugar a qUienes deben enseñarla esta acompañada por la dificuhad
que experimentan los maestros para entenderla, a causa de una debll formaCión
intelectual qJe no los habilita del iOdo para trabalarcon la historia producida en
las universid3des y extraer de ella las narraciones para la enseñanza.8
Si ~s10 es ilsí, al menos en parte, no debe olvidarse a,go que sU'ge de lo que
hemos afirmado más arriba a propÓsito de la ambigüedad del término -'pensar" yde
cómo "piensan" los maestros, muchos maestros leen la h sloria académica como
un r.. l~to má~ ill que ellos se oponen en nombre del uso generalLúluo (y erosivo de
legitimidades} de la r.oc.iÓn de "relahJidad de 10s puntos ce vista" y de que, para
ellos, "todo es ideológico".) Esto no sólo ocurre porque su formación intelectual y
'W
'W~s"Silrlo, R~"l"" 01'. ell
• El u~a "pro anom,~ melodológica' que SLJr¡;~ eje la divul¡,:aClón "d('~conlIOIJda" de Id crilo:a al P(]sjtjvj~m~
82 PABLO SEMÁN
pfofesional es débil, aunque ta vez ocurriría, de otra; maneras, si no lo fuera tanto,
La historia académica, por las razones que sea -Ial vez sus propios compromisos
In un pai; cuyOS desgarros no tienen relatos superadores-. los interpela reactiva
mente, porque ella nlsma, tal vez, no esta controlardo las dimensiones mltlcas dI:?
IU texto, aquellas que impresionan a los maestros m~s allá de la profesión, como
m'lembros de una comunidad que e)(lge pero no ellCuer.tra relatos IT1te5!"adores.
Respecto de esa dimensión, que preside las apropiaciones y las preferen~ias de In
que los maestros llevan a las 2ulas, tenemos algunas recurrencias cualit2tivas que
no son pcco relevantes: muchos maestros piensan que los relatos académicos son
Ipenas una ideología contrari2 a la de Pgna, y ellos preflerer esta última. No es
una casualidad que, como lo comprobamos en varias entrevistas realizadas en la
Feria del Libro del año 2005, junto a los jóvenes, 105 maestros se encuen:ren entre
sus principales lectores. Tampoco lo es tue muctlO> de ellos la identi~iC\uen r,amo
"gorila" o como, desde su punto de vista, poco atractiva politicamente.
Por último debemos profundizar el argumento propuesto por Luis'Alberto Ro
mero en a historización de la historia de masas. (ste observa, quizás con razón,
que estamos en presencia de una forma degradada de la hislOri<J de divulgación,
encabalgada en los medios masivos de c::¡rrlunicación y produ~ida de acuerdo con
las reglas del mercado. Se trata de historia escrita para vender. en suma, una mer
canr.ia"F ND podemos dejar de señalar qje, aun en el capitalismo hioot€~icamente
más puro, aquel en el cual has La el aire es mercancía, todo lo que tiene valor de
cambio ¡::osee valor de uso, La historia masiva está producida para ser vendida,
pero su aluste a la demanda tiene otras ,azones Que el desarrollo ad inf;nltum del
mercado. La historia política y la propia historia de la educación de la Argentina le
.. purde ,egu ,~~ ~ler@ller,1e en un det,¡l'le Que I"'Q ~i'd~ ~l\ el \clOdel d\~n(l Ctil,,'n ,. corWOCQ J delra~l()r~~ y dp.l,"nsofp., (le la hisloria de m~~a._ En el miSmO e:~ posible Ieee Un~ op,n,ón qU~ como I~ ;,gu,p.nt~ ~ra
peradlgmtltl:~ de la Dü~'CIÓ" que ataC2Da 81 ataque de lo. h"lonadoles acadérrico5 en nombre de la nlul\iplicid3d d~ lOS p\)nI0~ <1~ vista y:iu er,~a(ld ~n la ~«"lura d~ la histona 'Pers.;Jn~lmente, ni1guno <:le los m8eslros y prülp.sores QU~ tuve e~ todcslCls anos que II~vo estud,8ndo m~ conle la ~islOria COH, la GI¡~"la
Felipe P;¡':na. crea que no cualqlllera puede contar ~lslo"a, como él, Sl 1,,(Jos :J cU81quiera lUVléram05 18 C8D~C,d~d ~c canla, h'ota-'asy II"~",,, tanlo publico cama ello h~CE 1__ I~cr,amo, el ml,mi~'m"Fpl,p" Pi2n~
Cleo que ~J)' que ser inl"ligp.llt~; y Silbe, que a 18 h''.lúrla ,i~mpre )'8J' que lo-"a,",,, cün I.'llU<I'> lel\ier.dCl da,a que es un relalo de algu;cr, 1.,,1 ,. QU~ ese atgL'en nCl puede escapar 8 lo "IJe es l 1pur lo lanLC' no puede eVllar poner en el relalo su, póslünes, Bueno seria que pJd8nlO, escu;Mrr,os y tral8r de enlendernos \.. Jy IrJm~l ,JI) poqu·'\·'lo de 10c<;I y hace¡ "uos1m p<\.>,"O a1áI\5\~ " En htl""/faros.éIJr n,camllOP'c_ asp!toplc_ld ~6d~ &pagl P8 = 24 05101/2006 lO. Romero, Luis Alberlo, "Mercaderes_ ", ,,( ~upra,
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esta literatura, vivieron momentos dramáticos en su relación con el país como terreno
para el desarrollo de sus proyectos de vida. Para muchos éste se transformó en el
límite al desarrollo personal, en la causa de su imposibilidad de progresar, Tiempo
después, para esos mismos, o para otros miembros de lilS mismas clases medias.
el pais maldito pasó a ocupar el lugar de un familiar doliente, alguien con qUien
se compartia el sufrimiento o el motivo de un cierto orgUllo Que se reconocía a sí
mismo como renovado. Es obvio que el perrada de auge de esta literatura coincide
con el período que contiene estos momentos. Es cierto que el momento de extremo
pesimismo que se vivió en el 2001 y el de confianza cautelosa que parecen vivir
algunos sectores en la actüalldad son diferentes entre sí, pero no ha sido ni lan
obvio ni tan aceptable para la milyor parte de los analistas el hecho de que uno y
otro momento giran al alrededor dela nación como causa del malestar u objeto de
la reparación, Todos estos títulos, y nO SÓ"O los libros de Pigna y Lanata, pretenden
captar y exponer, al mismo tiempo, la actualidad, la identidad y la historia de los
argentinos en el marco de una oscilaCión que va de la autodenigraclón sistemática
a 'la "recuperación del orgullo nacional".
No es éste el úniCO criterio que le da unidad al conjunto. También lo hace el
hecho de que los lectores refieren a ellos como un conjunto y qlJe, entre los lectores,
algunos compran varios de la lista. Algunos de los lectores que entrevistamos leen,
al menos, dos autores del conjunto que presentamos. Las librerías, que ofrecen
datos de compras asociadas, muestran que Pigna y Lanala comparten un público
que también lee a otros de los autores del universo que analizamos.
Además, y como trataremos de mostrarlo, las voluntades que se congregan en la
compra, consumo, producción y circulac;,ón de estos libros no parecen ser ajenas a
una IrItencionalldad política emergente. Por suposición central, en una red de lectura5
poi íticamente interesadas y encontradas, eslos textos y sus lecturas se ofrecen como
una vía privilegiada para analizar el es lado y la dinámica de las representaciones
políticas de las clases medias y su forma de relación con la nación.
En un trabajo de Altamirano 11 encontramos una interpretac',ón que puede tras
polarse a nuestro caso con productividad. Al analizar la "conversión" de las clases
medias al peronismo hacia los anos 60, Altamirano captó el papel que cumplía una
literatura que constituyó en sus lectores la culpa de un moralismo y un aislam;,ento
w 11 Véase Allamlrano, C~rlos, "La pequen~ burgup.~ía, un~ r.I",~ ~n ~I u'Jfl:alúf!ú', en PemnJ5mo y cultor" de IIQ'l'erda T~m~,. B'Jenús Aires. 2000
86 PABLO SEMÁ~
social, y proveyó a esos mismos lectores de una posibLlidad de "redeIlClón" que
consistió en la superación del divorcio con las masas. La literatura de automortirica
ción política y sOcial de las clases medias resulte una eficaz infl\lencia en el rumbo
r,ist6rico de estas clases sociales, En radíos de acc',ón difBP:ntes. con calidades
literari,as y profeSionales también diferentes, y con diversas condiCiones de lectura
y circulaci(¡n de los libros, quizás se libre un Juego analogo' el de elaboración de
los sentimienlos bala los cuales la coudición de argentino es el resultado de un ir
y venir entre la autoGrltlca mordaz y la conciliación que se desarrolla a través de
díversas comprer,siones de la historia nacional.
3. Tres figuras actuales de la relación con la nación
Cada uno de los libros del conjunto que cilamos esl3 habitado por ambigüedades
que han dado lugar a múltiples lecturas." Las tensiones son el res1Jl~ado no necesaria
mente advertido de un juego de ínlluencias que deviene de las urgencias del mercado,
pero también de las preOclJpilclOnes de los autores. Una coyuntura conmovedora los
condujo a buscar explicaciones en la historia documentándose y a retomar lecturas
que circulaban enlre el olvido y los círculos de especialistas en la historia de las
ideas. En un lenguaje actual, reponen, a veces reelaborando -pobremente, se dirá-,
a veces ignorando, las tensiones ',ntelectuales del pasado y las formas en que ellas
narraban y problematizaban la historia. Esa ambiguedild (muchas veces muda para
los autores) se manifiesta en el plano de las relaciones entre el autor y el país o entre
los lectores y el país a partir de los libros, En el.los, en las lecturas y los hechos en
que se vinculan lectores y escritores, puede discernirse la convivencia de tres figlJras
de esa relación. la "distancia", que implica una especie de e~patriación simbólica, el
"reproche", que asume, en una exposición descarnada, una sobrecarga de Ineptitud
histórica en comparación con las sociedades a las que se toma por modelo posible,
y la "voluntad'· de ser argentinos, qUB introduce las visiones surgidas de un balance
'1' ". Los crílleos ~ü h~n caplado I~~ l~n"0nt, dt t''.l'i lihras pl\ la Illpotes.s i~disculibl" d" Su prescindib,lldaJ académica I.~ exc~pclon la conól'lu;'f B~a'''l S~Ii'J. qu<) mueslra CÓmO o5cll~" "nl"-, d0S milologias b!J~lCas. una narr~clon ~lIsl6nca que SUrQn~ un~ ~u~,1 ,lma(]J ue~perdiClada PO' I,,~ b~rc(I~r;), y"'S conlempm~neosy olra q\Je abana la hipólesl5 de Que la Vldd naCional es un ClclD d~ repel,(;r,rH'" ",cesanles del que"¡ pre~enle
decepClQna~le es u~a vu~lt~ n1';S
fJA.JO CONTINUO 87
1;
"t ,'\ que hace lugar a los hechos que genera~ el pesimismo y el "reproche", pero rerl\111
polencias, virtudes, y se Implica en diversas formas de rescate y proyerlo dI' n;¡,'",
,¡III'
Ii Distancia 1
'11 Entre los libros que analizamos. el de Abadi-Mileo presenta cabalmente la eXI"
;11 ' nencia del di'lorcioentre el sujeto y su nación. En la voz de migran tes. que Son lecl{)I'
de estos autQre~. y Que ¡:>nvlaron (.artas que lucgc se incor~or<lron a Id ~diclOII y 11.,\'
forman parte del texto, aparece un motivo que excEde a la experiencia de la mir;raclllll
la dlstanciil y la Msti\',tad, la rescisión, muchas veces lamentada y dolJrosa, de un 1,1/"
de ofeclo positi"o y U~ eSper<:lrlZa, son una p05ibilldGld extrema en la elaborOlciól1 01,'
la insatislacción can el pais, l2 separación, la distancia y la hoslilielaellren\e al ¡',)I'.
I~' 1
Il, no son necesariament~ permanentes, ni aparecen como U10l Vivencia tOln frecuenl"11 en la actualidad (al m2nos no en los libros editados en 2005 yen los lectores qlll
entr2vistamos este año). La "distancia" es siempre unOl posibilidad, toda vez que d ,1,1, país parece plantear contrariedades a los proyp.r:ks pprsonales. ,A La distancia es un tipo extremo Yespecial de experiencia que constituye e fond"
\ 1I virtloal contra el cual se recort2n, reaccionan y cOmprenden melar olras figuas ch.1
lil rPlar:l¡)n con la naci6ll. Entr'2 l;:¡s voces irwocaCd";> pur lus libros como una fornld
'11'11'1
de Cuestionar la realidad nacicnal se encuentrOlr IOlS de los migrOlltes. Asr, en 1,1 ,
tentaliva de CJmplelar la descr ipcíón de la identidad de los argentinos, Tocar fOI¡r}o '11
,
La Clase mf;!did argl;;nt!na en cfisis ejem~lltica con las COlrtas de los argentinos qUl' "I!I! se han ieJo a trabajOlr al exterior Uno de ellos dice.
1'1 en la Argentina siempre sen ti qUe de lo que se trOltaba era de sobrevivir, pero no
'111 Con lo índ spensabe sino de la melar manera posible. Y para eso quería ser un
;II!I piola ... Eso me qui:ó rlgurmldild pn mi trabaje.. [ya en Barcelona] supe lo Lju¡o
eral") protuf1didad 'f el compromiso. Quiero a la Argentina, no te voy a decir que \1(1 no.... pero no creo que vuelva. Siento que resignaría demasiadas cJsas que ya me
result3n l~dispen~¡¡ble5 pare lo qu¡o yo CIl:l.l que es un buen nivel de vida,
',~I '~
" Abad,. Jüse y Milen, D,eeo. To,:?r fondo. La clase media "~5ef't¡na en m~75, Sud~'Tleric-i)na, 8ue"~';¡"'''''' ~()\;'? fJ 1;,0li'
S8 ?;\[',\O f'>:::M"\¡'¡
Para esta sensibilidad se p\an\ea una separación radical entre el proyeclo de
Wlcl. y la posibilidad de estar en la Argentlna~
quiero a la Argentina, ne: le tengo rabia como otros. No neces to decir que es unil
porquería, rf'rrl si p.xrresOlr a mis hiJOS, cuando me pregunlan por qué me hl,
C¡ue entre lo que era mí mundO interno y el mundo que me e:frecía la Argentina,
habíOl una distilnCla inconciliable.!'
Expresadas por migrOlntes reOlles tomados como ejemplo de los libros, es~s
pllabras portan un elemento de exp3triación simbólica que puede o no acompanar
I1 migraCión y formutan un3 distanc a radical respecto de IOl nación.
La expOltrlación s;mbóll:::a es el f3ntasma polémiCO de muc'rlOs de IQ';; que pierl
IIrl el p;¡iscorl e.sta hteralJra, El cc<;mopo¡'ti~mo atribuido a las clases medias en
l. Argentina, interprelOldo a veces como un2 supuesta irresponsOlbi\ldad naciori31
y otras un como hipotético caliktel civilizado, tuvo lona connotaciÓn especifica y trensformada en los 90. De liJ ArgemilliJ "europea" a la Argentina que era "parte del
primer rrundo", mediOlba la tranSíOTmaci6il del consenso al que esas clases medias
Idhirieron mayorilariOlmenle, redefiriendo su relación con la naCión. El acuerdo con
un arder económ.co que no sólo m~nlenia a. pais a d\stanci¡¡ del infierno inflaciJ
n.río, sino que lOlmbién comunicaba a sus ~Olbitanles con "el mundo" (entendido
como el conjunto de paises más avanzados eConómica y tecnológicamente al que
le AIgen:illa se estaba integrando). En este contexto, el sentido común rechazaba
le idea de una prioridOld que tuviese por objeto o caU5a una sitUOlción n~cional qlle
fuese COllr<l c~e arreglo. Así, ell e\ centexto inmedial;:lIrente nre~io a la caída de eslas
premisas, el contenido de la "distancia" afecliva está dado por la idea recurrente
de que :::iertos cJmporlamienlos c¡uacteriSlicamente argentinos dejarfan al país
"fuera del mundo". As(. las experienCias ¡j~ ruptura ¡j¡ol vfncul,J con la nación Sen,
I!IspecíficOlmente, experienCias de denunCia de I~ llaciÓ\1, de una "tierrOl maldita" qJe
le "aísla del munjo" refugiándose en una idioslncrálicOl ineptitJd histórica, cultu'al
y moral. No casualmente el Olpogeo de este libro, que solicitaba este tipo de lectua
aunque 10 r\eces"riamenle la avalara, se dio en aquel verano de 2002 e1 que. en la
escena p(¡blir:a de 1;; Argentina, se plOlnteab3n seriamente, y con más respaldo elel
que hoy podemos recorda', alterna:ivas como la dolarizaClón, la regionalización, el
". lO, Ibld.. p 1~2,
e/dO :':ON"T\NUO 89
1 '1'1
",1 1
acompaflamie,to de 13 invasi6n a lrak o las opinionEs sobre la f utUla rene§;ociaulJI
11 de la deuda externa, Una agenda con opinicnes lo sufiClentemonte dl\/ididas enl,'
, Ili,', el duelo rabio5o de la converlibilidad y laque vendría. como para que fuese pOSI!.,I,'
ill la bienvenida que algunos argentinos le propinaron 3. Anoap SinRh V para Que ,~'J" fll¡:,se noticiada como una posibilidad más y hasta como un rasge- de la mar1L1r,','
,'Ii" compa-atl\lil d~ la ciucladania VIS a ",51a clase poli\l:a. I,¡
¿Qué valor ti¡;ll!:: e~t<J representación en as experiencias de los que se qUi'(hr
,Ii:' y viven su pertenencia de at'as formas, con pesar, con horror, o con "vOluntarl'
de regener8ción7 I_a nla de vcluntades de m;grilC¡ór. públ¡cam':Ollh, ~:<.p\esada::; ¡:i}\,I!il sentimiento patricida ha pasado. Esto, en un pUnto, demuestra un atributo fTl8S eli
:,1:1' las figuras que describimos: son momentos de un p:ocp~,(l. I_a mig'ación, y, 50h,,'
11, todo, la ruptura, son un fantasma que constantemente se activa en el horizonl'.
slmbóll':O del circuito de autores y lectores que examinamos. Justamente porque 1"! ,Ili '
''\jl'SClan:la'' y el divorc o son posibles es que las visi::mes c(ticas pTesentes en In'I,ill, libros se obliga1 a explicitar que su voluntad no es c:oltra el pais y que es neCeSarl(1
1,1' milnteller la pe'tencnd¡¡ nacicnal. As, 101 pO~IIJllidad de la "dlstanCIEl" orgallza la:., 1
1" 1 'e<lcciones P0s:eriores y más trecuentes como una premisa tácita pero activa en 1;, 1
:onstrucción del "reproche" a la argenlinidarl Yen la activación de IJ ''vOlUntad'' 11\\1 de ser argentinos que son las 'Iguras que continúan este an¿llsis,
\\1 11
:II!} La argentlnidad COmo reproche
En la serie de libros que t11~r¡ciuilamOS. se presenta mvariableme.llte ulla larga
I sta de atributos negativos que caracterizan a "ser argentinc". El atroL encanto de
11,,' SE'r argentinos y ¡Qué hacer? jI" Marcos Agulnls, y I::Js dos lomo~ de Arge'Jtlno!>, ~\' , 1
1 sus respectivas version~s recomendadas para la ens~Fianza media y AON. Mapa
genétiCO de los defectos argent,'nos, de Jorge Lanala, son ejemplos paradigrrálir.o<; '''11, de la exposicióll cruda y desca'rlada de una argelltin¡jad vergonzante. A pesal de
la distancia de sus pos,ciones político-ideológicas coinciden en forma reveladora
en un pi~o i.:VIIlUII en cuanto a las retwencias y al espíritu ag'io con que observan la argentinidad.
Sus rp.s[lpdlvas exposieionQ~ están organiHdas IOn turrlO él una serie de eventos
qJ¿, vinculaclos al pasaco, nacen andar a los lectores ¡:or un relato de, "sE"r argenti
n"J" COI'l13do de ;mputaciones, errores. cu Ipas 'i VF'rEiien7aS. E! atro~ enc<1nto de ser
argentincs y ¿QUé hacer?, de Marcos Aguinis, se asientan en la idea de un "pasado
90 PARl.O Sr:MÁ~
de grandela" que hemos Jerdido. Ese pasado se corres Donde espeClalnente con la
"Generación del 80"': UII~ Ar¡.;':Ontlll(l cuyus "diri5IOrlllO~ se abrazaban en 105 grandes
ob,etivos de la naCión", la importancia dada a a educación era "base de nues\fa
opJ!eflcia", y "nu"slros recursos natural",~" Y "("limas" 15 ~8ri;:¡n 1;: garantía del futuro,
El atroz e{'canto se propone explcar cómo fUe eue la A'gentiné aluvlonal, "conver
tida en El DoradQ de media Europa"l", se trans1ormó, a partir de un proceso de
"descensc lento, obstinaco, que lleva siete décadas"¡', en un país caótico, corrupto,
clientelista, dilapidador, ocioso y desorganizado lB I_as imágefles qUE" Aguin'ls evoca
para sustentar estas caracterizaciones a::lQuierel la torma y la contundencia de las
emociones, que s!: dirigel allec:or para preguntarle:
¿Cómo se llegó a este? ¿Cómo pudo convert rse en terrible Jn país henchido de
riqu813S, alew1Cl rie los gra~des conflictos mundiales, donde cas' no hay ter
remotos ni ciclones? ¿Por qué es terrible un país donde su :lOblacicin carece de
conflictos raciales estructurales, no supo de hambrJnas ni de guerraS devasta
doras/ l, .. ] Nos duele la Argentina y su pueblo, Por eso es atroz nlJestro querer
[ ... \ nLestra república parece extraviada. Peor aÚn: ajada, maltratada y al borde
de la égonfa, Se tiene la sell~a(.;iún U~ ~ue se ha ¡j1O~lllado a un laberinto d,:¡nde
reina la penumbra.l~
El objetivo de estas preguntas es impulsar un relato de la hislorla qJe de cuento
el!'l mono f>fl qlJe lo~ aTE81tinrl5 ""icimo~ de la queja perpetua un deporte nacicnal",
"cilapidamos irresponsablemente nue~tTOs recursos públicos"20 y noS tornamos
"frivolos", "arrogantes", "individualistas" y "ventajeros" que siempre depOSitamos la
culpa de I·J Que llOS sucede "afuera" o en el azar. 21 La visita aI pasado ¡::ara dilucidar
el presente se so~tiene y se resuelve en una clave moral y cultLral, más que en una
econÓmlcJ-social. La re~puesta 'nallada pOI AglJinis es la dLlsl;;;ilcia de Uni;l ,>ínle~i~
'V "-I\&<)¡'\\<:', Marcas, El ~jrall'nCM/O de v' argenl."105, rlaneLa, Bueno> A,r,,~ 2001. pp lAI, 16Y Y228 ,. ¡bid.. p ': " !\.gulnis, w~,cos, ¿Q~é hacer? Ba~f'~ paro el re¡:aclmler¡to wgentlno, Plane\~, Bup.~GS A,rtS, 200A, ;J lO. lO, AglJinls, M~rcos. [1 atrol enc~nID. , c.'V ClI" p. 16. 11, ¡bid.. p. ') 1OIbid,¡J 18,19 21, Ibld., pp 1g, 218, 21, 42, 8E Y163,
BAJO CO~T!NüO 91
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o tal como seiialaba una de las mujeres que pacientemente hacía la COld 1,,11 1 llevarse ¿Qué haeer?firmadc por su autor:
Yo lo sigo ¡¡ él [M¡¡fCQS AguinisJ porQue nos cuenta tal como somos, me SI",'I"
reflejada. Aunque es terrible, porque lo que dice no es lindo, pero nos dlt·" 1,
vercad de cómo somos 1cs argentinos, nos cuenta hasta oónde hemos Ilef~",I: la barbaridad que es estc. 3D
Esta construcción en la que domina la negatividad inclusiva también est/1l lr ,.
sente en \.m Lanat~ que si bien en ~I final d!"1 primer tomo d" Argcntincs ImplJ¡"
el "nosolros", porque en él "todo se dluye"'l, en el prefacio de ADNconv(j(,1
sus lectores a "empezar a preguntarnos qué tuvimos que ver nosotros rrismo~ (":11 nuestra propia vlda"~2.
Otras veces la expresión de la argentinidad CGmo "repro~he" es ponderarJ,l l'
aceptada por los lectores a partir de la eXistencia de una propuesla que le~lf:"
de ah! su caracterización como pasaje necesario. Asr, la argenlinidad como "1,'
proche" I-lueue luncionar como un momento de p2saje hacia la "voluntad·· de '.,"
argentin:Js, de salear u operar modificaciones sobre una real'dad nacional qUf' '"
productora y contir1ente de los ir1terrogantes y las neertidumbres que reúnen JI.,
dase ml'r1ia tras la crisis de 2001. Ton lo los lectores como lü~ I-lropiv~ guardan 1I11
mensaje final en el que al prolongado "mea culpa" le sigue la conciencia depur'HI., y proyectada al futuro.
El "reproche", la denuncia de lo que samas y del modo en illJe hemos llegado
serlo, nose expresan desde un3 temporalidad o una concepción indelerminadas Sill'
desde la proyección retrospectiva de un presente siniestro que, antes que nada, ("
productc' de ',a COII\lpClón, la falta de respeto a las instituciones, las característiCd'
morales je los argentinos y de la sociedad que conforman. Es:a presentación del"
caer en cesuso los lenguajes p'Jliticos y sociales, para habilitar una clave interprelil
tiva moral que le resulla m~s a;¡la para definir la argentinidad como una experienclol neg¡¡tiv(). [s cierto qUe los lilJr:Js ue Lanata hablan ce "pelea", de "pasiores·', per¡J
parecen 'eponer el lenguaje social cuando remiten a los '"enfrentamientos" entr<'
"indios y españoles", entre "la gente" y bs "nuevos ricos"; es cierto qUe los libro',
JO entrevista en la fÚla del Libro 2005. " !-anala Jorge, Ar€!i'n/IIJ')S, p ~~2,
>l la,,~I¡¡, JJrg¡,. ADN, p )00
94 PABLO SEMÁN
11. Asuinis encuentran "dif=rem:las", ellhe el "l-lueLJlv'· y le '"ciaSe 'lIla", entre 103
l'lectDreS cultivados" y la "gente sercilla"]3 Er todos ellos esas diferencia'.> sen
meno'es que los pecados por los qU'2 se oscila entre delerminaclón de la culpa
,. aeneralizada o la Imputacién a 1;3 cla;;e política de lo~ rl¡:>"a~lre" de la inl.on~rancia,
l. falla de palacra, la nostalgia o la fanfarronería, Incluso, las interpretaciones en
c:lave psicoanalj'ica están al servicio de la acusación o la autoacusación moral.
Pira Lanata, la historia del país es la hislorra de ia '·búsqueda fallida del I'J" y,
IUS habitantes, son "ególatras", "trágiCOS", '"inseguros", "narcisistas", "paranci
cos", "acompleJados" y "obseSIVOs" C\le no se resigli3n a de~ar atrás !a infancia.'·
Para ,I\guinrs es "la condición masoquista" la que explica nuestra emoción de ser
,'gentlnos.30 S011.0S "ciclO·.imicos", fuimos capaces de ele\ar a una manifestación
,rtíst,ca como el tango nuestro "complejo de Eoipo"J", y lo que llamamos "viveza
criolla" constitl,ye en verdad una "forma retorcida" de nuestra "neurosis".37 A
diferenCia de lü~ llOxlvs de Agulrw;, Iv~ de Lanata na se enfrentan -como \05 OC
Mallea o Estrada en el pasado-, al desafío de desmantelar un supuesto "destino
de E:randeza" para la Argeltina porque no hay tal narración por -(uera de la ironía
o la cbvia impugnación a la IUl d@ lo, h¡>thos fiJe tomr"!onen los índices de estos
llbros. Sm embalgo, la larga lista ce males y fracasos que comparten y rastrean en
1I pasado argentino lanto AE:uinis como Lanata encierra CGmo elemenlo común la
sustitución de un lenguaje sociopolítico por une que, cuandO no es moral, resulta
unilateralmenle cultural -como seña a Aguiniso J respecto de la corrupclÓr1- y en
uso ce una concepción de la cultura ::¡ue dista mucho de los consensos actuales a
los que arriban os analistas culturale:. de origen académlc,), No deja de ser un problema el hecho de que una de las imputaclcnes más fre
Cuenles a la literatura hl:.ttlrlca de masas ha sido esta qUe acabamOS de describr.
El tono moralista de la historia masiva, su propensíón a emplear la clave cullural de
manera ai51adll de Otf()'i dimcnsion<cs SOCiales y ccmo si hubiera una cosa tal como un
ser o carácter nacional. Queda por ver en qué medida ese no ha sido un fenómeno je
toda ia sociedad argentina y especialmente de una buena parte de los inlelectuales
T ... Agu'nis, Marco"" !:I alr01 encar!o.. , op C,¡ )¡J 52,¡, ISO lO. La"3Ia, JQ'g~, Argenllfl~s. p, 14, Y ADN pp, 20, J9, lOl, 120y 138. ,", A€';nl~, Mar~Js, !:J ajrOl encarto.. , p 8, '"'/blt:. P 67 n. /bio., p 'o!:>,
"'/bid., p, 221
& .... JO CüNTINUQ 95
7
.1,
' " -académicos y m3sil/os- que ourarte leeos los años 90, no encontrardo h'I\"" ' .. '1' '1 1()ranM simbólic2mcnte <JI menem 'srnü, pusler<ln er circulación el mismo 1"1 '1 '" "M
Que hoy se repudia en las versiones libérrimas de 105 divu gadares.
I':~'1'
, "\'
', "'1'\1, la voluntad de ser argentinos y el peso de la historia
1'11
, Hasta aq,Ji hemos Visto que la literatura masiva avala una forma de sentir y ,1' 1" " '"11(. negativamente ellazü con la nación. Sin embargo no es el uoica matiz desl<i< ,11 "
" Entre los autores y los lectores se desarro'la de torma consistentE una ,ínea di' ' , " "1 timientos Que abrilla pi halror, el peS,If'j \() "distancia" de Id nación en la Inl.'I" l"'>
"
"1", de hacerlos manifiestes como obstáculos de un camino mas amplio y prom,'¡' ,1,,,
e. de hacer, y Sobre ludo rehacer. propia 13 nación.:;~' En el caso de los autores es posible seiialar que aun aquellos quP., como f'll " ,
" '111 se ollertal1 hacia el pasado, lo hacer desde una pers¡;ectlv~ que tiene como lJL'II"
(I¡ el presente político. Que "la historia es tp.npf!utica, tnb3J<l ::on el pa5a~0 p"rcl "lo jerar elllresente".!9 es un lugar común que, sin embargo, na debe ser desatel'¡', 1"
'1'" ,1 El culti\'o de la hi<;bria puede tener diVer505 olJjdi ..os: el ejercJcic del respelo,l 1,,',
fundadores, la conservación de una tradición y, como se afirma en esta propl,',r"~:~ ; , "terapéutica" la Irallsfulrnación de Jn presente -un presente al que se der'ulh l.,
I:~ desde Ula posición que hmbién implica comprolliso políticD-. y la flIOrluccicn 1'"
[(tica de la historia que está al servicio de la transfOrtT,aCIÓn politi:a de, prescr,¡"i,',,\ cuando uno hace historia, en realidad I'ace politica, porque la historia no tl('""
airo matprial que la política. Dicho de otlU modo: hablar sol2menle de bi1I,¡1" ".', las y lechas también es hacer política, porque Implica le voluntad implícita d,
,'1 dejar afuera toda una serie de cuestiones. la omisión, justamente, es una (j,
"1"
, las herramientas de la política.'o
,,1 " 1, la función porítica de la cre;)~íón de una curll.:iencia histórica se cumple a trav(" 'i\
de la desnaturalización de lo que aparece como un destino repetitivo y fatal: 'Olll
"1"1,
,"" "Er Clarin, 9/1/05, ,,- Er Río Negro, 6/2/05,
", 96 PABLO SEMÁN
l' Aires haya sidO co'rupto por definición Yhoy lo sea no es Jn elemento de
Ilclad síno ce continuidad histórica"·l. ~. afirmación de este compromiso pollli::o esltl presente je una forma más di
In los te,;:os de Lanala y Aguinis que, de div~rsas forma:, convocaran al lEctor
I,.rrollal la contr3cdld del <g\'.~\o \.lUlO implica abandona( el paí:, divorciarse de
Itlia, como aparece en el capitulo de la "dis12ncia", UnO y otro dialogan con el
lima de la expatriaCión afírmando caminos), horizontes de selida cel abismo
han COnstituido Y evidenciado a t-avés de su~ I"lbrCJs. ¿QJé hacer? Pantea esa
Ilbllidad desde SL propio titulo en adelante, mucho más si se tiene en cuenta
el autor ,;e coloca a s: mismo en una ¡:osición análOEl(l '" la de un Alberdi que
,¡nI", Icelitií ca como el hombre que recrazó la posibilidad de ser representante
,lativo para transtormarse en el recactor de directivd~ f)aré el desarrollo nacional
un contexto de CllSis ce orientaciones pOlilicas,\: Esa péTspecti'Ja es~a <gUiada
elos ideas que, como ¡¡eremos, tEndrlln m\lcha re~efcus,ón entre sus actores
un lano, se trata dp. retomar I.m camino virtuoso, que es el que habría dejado
"rger'l'.ina el un movirriento de insistencias ¡;erversas y que tiene en los años
1930 y 1945 su~ máxima,; representaciones. Por el olro, s.e trata de Elaradiz,-,"r
Ieliciones como aquellas que hicieron a la Argentina un pais de clase media,
pafs en el que una supuesta norna estadística Y el ideal ,;oc.ial fuer¿¡rl los de
I1 ileneraclones de las c',ases medias que atravesaron la fase de mOVilidad social
;enrlen~e entre generaciones, engarzando la diSCiplina laboral Y la educación. En
caso dp. ! alata, la invoca cien al futuro menOS precisa en contenidos, a-anza
íníciOles de expectativas, Mucho rrtls allá de ¿qué h2cer?, ~etfata de quées~erar, ,n qué a(;tilud y en qué plalO~.
Estos 1bros, sus lecturas, Yestos enunCiados dan lugar a formas de implica~ I~n que se tornan tangib es en performances especificas como las pr~~elllac 01l1O:5
las que los autores su)rayan su ¡;roducción, orientan la lectura YreCiben ecOS
,Intomaticos ce las apropiaciones que efectúan los lectores, jna a:)roximac1ón a las
mism<l.s nos p~rmitirá enlendp.r que los ~en;idos diwfSoJS Ycontra~uest05 en que se a
.nlazan la hlsloria de masas, sus lecturas Y la voluntad política a que da lug ', son
r. tlmbién 101\110';; de (elJdlrltransformar la carga del pasado.
.,. En Clar;n, 911/05
... Pfesenl~c'ón (le ;Q'J~ hJcer? fe"~ del Llb\\: .. llu~"'J'; Aires '2005
BAJO CONTINUO 97
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una parte del ¡;úblico cuestionaba las afirmaCiones del autor, se sentía herida 1",
cuestlcnes históricas y, sobre todo, políticas. Alg'.nos le reprochab3.n con wegunL l'
y comentan os intentando fragilizar la posición del escri tar, "mucho bla-blá, muel",
bla-blá. acá lo que faltal son ;JCTIOnes", se Quej2ba uno de 105 asistentes.
Los casos e.tados que corresponderl a lectores de los libros de Marcos AgIJIIII'
permiten distinguir l.m matiz adicior1al en su compromiso. la e:-.pecla\iv3 amarg.l\l,l
de una "fragillLdcióll ue las institLciones republ ¡calas a manOS del gobierno' impull"
\JrgencI3, alarma y sentidos cataslróticos. Afirman que "1) que está ocurriendo;"
terrible, nos gobiernan ignorantes, tenemos que tErminar con e~t(1"1~ Para ellos h;i,'
una urg.:-ncla politlca que los haCE rEaccionar y tTatar de salvar lo que se asume corn,
"lo poco que queda". Vel en el autor un líder político potEncial que los dirija a un,~
republlcil virtuosa. 1\ diferencia de Aguinis, qUt:, aunque sea como concesllJn 10rm,]1
a un consenso tolerante, ntenta sJperar la VisiÓn Ir.tolerante del peronlsmo, Carmell,
una de sus lecto'as, se empeFiaba en sostenerla frontera politica que dominó hast,1
inicios de los Be. Lamentaba que Agumis no se CJmprometa más con la actividiJ(1
polític¡¡. Para ella, sólo personas como él, "con maleria gris", son las que pueden
"rescatar al país del flagl'ln del [1pronismo. Un país gobcrn;)do por ineptos, prc;stiluld"
y, ahora, tilingas". Entre sus temores evocaba un pasado de "alpErgatas s', libro',
no" con quema de libros incluida, que quería evitar a toda costa que se reeditase
Si se lee en estas 10rmuld'; de los lectores un regreso al "mils acá" de las divisiones
que Aguinis propugna superar. no es ni casual ni Insignif cante. Muchos lectore",
llegan a estos textos senSibilizados por una emoción antiperonlsta ¡¡UR, anr'elda I?II
los años '50, proyecta sobre el presente 105 temcres de Lna de las facciones SI
esta Imagen puede parecernos hO'f un tan:o exagerada, e~ en parte porque el paso
:le l,'ls elecciones y la de~3ctiVJción de Ciertos nivel~s Ur!Il,:cHltes de antag1nlsmu
1an impuesto sus efectos y han moderado lo que sucedió hace unos pocos mese~
en la Fer a del Libro. Por Ello mismo es pre:iso hacer notar hasta dónde estos libro~
están vlrculados a la composiCión de la iTlaginaclón política: sus lecturas tienen
intensidades que interactúan con la coyuntura polrllca y esa presentación era haslii
cierto punto conmutable con un acro electorClI de Ricardo López Murphy.
Esta forma de implicarse polítlcamenle a través de los libros relctiva algo que
IJs autores denunCian como problema: las dicotomías históricas, que los lectores
':r 4'. Elllrevlslo p'n la Feria del rjbr0 2005.
reestablecen sea para lamentar su pertenencia nacional, sea, como en est~ caso,
llera comprometerse cor los más variados esfuerzos de reforma del pars en el
sentido de asegurar la victoria de'initiva de las facciones históricas que se liegan,
¡lero se repor.er. transtornadamente (algo que. como veremos, lamJién ocurre con
los lectores de Pigna y Lanata). En el caso de las pres~lltacior.es de Pigna y Lanta. la tarea de reJoner al pasado
121 verdad del presente posee un signiflcaco político derivado -prodJcir legitimidad
1l2lra un2 implicacl6n lTIill~ante qu~ no se propone, :lera se 2vala. desde el es:rado-.
EJI Id preSlOlltOlciÓrl ue AgJirli5 d5istimüs Olla formulacrón directa de esos intereses.
En la 'Indicación de una utopía que inlen\aba sint~tilar SIJ pregunta de "¿qué ha
cer?", Aguinis in,ocó la neceSidad de reformular el país ~ara recrear la SituaCión
en la que exislieron las c,ases medias de a Argentina de las primeras décadas del
siglo XX. No se trata de una propuesta des'inada a alterar por fuerza de volurtad las
caracterislicas de la estructura sao: lal, slnc de reponer como r"lorte y como intellción
hegemónica la experiencl3 y los valores de un grupo social en la presunciÓn de que
esto ha sido alguna vez asi y ha sdo la época dorada de la argenlira:
Tene"Tlos que rellexionar sobre esa Argentina, que procuJo un fenómeno sDclal
melravilloso. c,ue e<; ICI rlel<;e mR,liCl. I el rla~e media ancha. maciza, densa, y llena
de valores, llena de profesion'lles, de cultura del trabaJO, de decencia, dOr"lde
había un estímulo. Esa clase media e, Argentina fue la que determinó que la
distribución de la riqLeza no fuera tan obscena como ccurrió en otros países y
como oClJrre ahora en Argentira. La clase medi3 comenló ahora a desfallecer, a
ser quebrada. Ulla fecha que al~unos e ponen es el "Rodrigazo" de 1975. 74,
pero pOSiblemente venía desde alltes la decadencia. Esa clase media de la que
noso:ros nos supimos enorgullecernos en su momento era la pequeña bU'guesía
que d~s(;ribíe Balzilc en su momento. Url" ¡Je~lJl;;dí<l lJurgu~::,íd eguísti:l. miser"
able, sin vuelo, no era así.. la clase media argentina Era otra cosa, era la que
llenaDa nuestras universidades, era la que prodlJcía un :lima de solidaridad, de
seguridad, dE esperanza y de progreso.
Elr ~I o:.:ultu d Id versi(:n idealizadd u~ la clase fTIlOuio y 0.1101 poís supuestalTllOnle
mesocrá:ico ~e sinletiza el espíritu de una implicac"lón con \a política y con la
Argentin3. En ella vibra la visión instituc analista que tralla un relato en el que
con matices se recuperan e integran er"l un ascendiente venerado la "edad de oro"
que habría perm'tido la experiencia del progreso social asociado a la educación,
las idc8~ políticas liberales, la afinidild con el mundo civilizado, el antiperonismo.
BAJO CONTINuO 101100 PABLO SEMÁN 1
illll
11
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\1
y lodo esto, en una prosa que poco tiene que envidiarle en elemental claridad a 1;1
de Paulo Coelho, le permite exponer más clara y conmovedoramente que cualqUier
agrupamiento político afín a este pensamiento, una visión que duda, discute y opom'
argumentos a la situación actual ya las fuerzas que la han creado, especialmente al
partido de gobierno. Los lectores, como hemos podido indicar, oscilan entre abrazar
la versión superadora o aferrarse a lo que les viene cómodo para resimbolizar 1,)
sensibilidad política adquirida al calor del ciclo más agudo de oposiciones en[rl'
peronismo-antiperonismo. SI algunos de ellos han incorporado en su liberallsml)
los resultados de la intervención alfonsinisla. otros han recuperado. con el actuJI
gobierno, sus mtls antiguas sensaciones de encono.
Si Moreno viviera ...
Si lo que hemos descripto parece abrevar en una emoción liberal, formateada el~
el antiperonismo de los 50 y en la tentativa de relanzar la enriquecida, modernizada y
depurada del sentímiento de todo o nada con que se enfrentaron las facciones hast.1
los años 80, es posible hallar una contracara paradigmMlca en una implicación que
recoge los hilos de la tradición populista para lejerlos con los restos del jacobinismo
en una versión que Imagina a los hombres de mayo como cuadros y militantes dO'
una revolución a retomar,
Los libros de Jorge Lanata, primero, y luego los de Felipe Pigna, tambien
ofrecen una posibilidad de implicación polílica. Melar dicho: varias posibilidades
que pueden entenderse como variaciones de un espirilu en el que el igualitarismo,
la oposIción al neoliberalismo, el empleo de calegorías de percepción y apreciación
política engendradas a lo largo de la década de los 80 y 90 'i las lecturas revisionista~
de la histOria y la recuperación contemporánea del liflaJe de Castelli y MorenO st'
combinan en proporciones variadas según el aulor y los lectores. Lo que sigue es 1<1
descripción y antllisis de algunas situaciones que nos permitieron detectar algunas
de esas combinaciones, sin que esto implique el agotamiento del espectro de las
mismas.
La presentación de ADN. Mapa genético de los defectos argentinos de Jorge
Lanata permile palpar hasta qué punto Ufla vocación de Implicación politica se hace
presente en la circulación de estos libros. Ella puede apreciarse claramente por el
contraste entre la performance del 3utor y las actitudes y esperanzas de público
en una escena cuyo tono esperamos poder transmitir como dato básico. El publico
102 PABLO 5E~'ÁN
registraba el peso considerable de una población de edad media, que se aproxi
maba al evento y a los libros de Lanata luego de conocer y "seguir" al autor en su
larga trayectoria como oeriodista (un oficio que éste reivindicó como antecedente
legitimo para el ejercicio de la profesión de historiador), La mayor parte del tiempo
de duraCión del evento sirvió para explicitar y agudizar las tesis del libro con una
parlicu'laridad qLle debe hacerse notar: no hubo más que referencias a los elemen·
tos que más arriba hemos llamado el "reproche" de ser argentinos, La ausencia
de las referencias positivas fue planteada -y discutlda- por varias Intervenciones
de miembros del público. Sucesivamente, y de forma cada vez más insistente, el
público interrogó al autor por las características positivas de la argentlnldad, la
posibilidad de que sus críticas ayudaran a cambiar las cosas y a mejorar, También
preguntó por la visión del futuro del autor y, finalmente, sobre lo que era necesario
hacer polr"ticamente para concretarla. En un breve lapso de tiempo el autor fue
íntensamente reclamado para manifestarse de una manera que hasta ese momento
él había rechazado. Sólo en ese momento cambió el lona y la dirección de su dis
curso para referirse a la necesidad de pensar en el futuro, con generosidad, dado
que aquello que se comience hoy sólo será visto por la generación de los nietos. La
ídea de que la Argentina tiene una salida, planteada en el libro que fue presentado,
habia sido marginada de la exposición, pero fue recuperada ante una inSistencia del
públiCO aguda y manifiesta Todo ocurrió como en los shows musicales en los que la
insistencia por nuevos bises se congratula con la consumación de los mismos. Las
voces del público buscaban explicaciones sobre el futuro que el autor se complació
en brindar en una alocución prologada, que Iba in crescendoy preanunclaba un final
que el público premiaría con aplausos de aprobación, con una intensidad emocional
que no había tenido hasta ese momento el acto. De algún modo, la presentación tuvo
contenidos politicos cuya presencia fue forzada por un público que exigia definicio
nes que trascendian la historia y solicitaba orientaciones para construir el futuro,
No pensamos que este sea necesariamente el espiritu de todas las apropiaciones,
pero nos parece sintomática de un modo que representa una parte insospechada
de la actiVidad del publico lector. Insospechada si no se piensa en, por ejemplo, la
cantidad de ciudadanos de la Capital Federal que tiene disposición a movilizarse
pública y colectivamente en función de Objetivos y apreciaciones políticas, pero se
considera distante y decepcionado de las alternativas tradicionales
Pueden observarse variaciones de esta acritud en una presenlación que se rea
lizó en el mismo evento entre un público cuyas diferencias con el anterior. por su
trayectoria y su generación, pueden estar en la base de esas variaciones
Es el caso de la presentación del segundo tomo de Los mitos de /ij hlstoriij
BAJO CO~TINUI) 103
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argentina, de Felipe Pigna. El público era desde el punto de vista de la edad pluri1l,
con una mayoría de jóvenes. También era plural la presencia de sujetos provenlen
tes de las capas medias y se registraban indicios de LJna importante presencia di'
fracciones más bajas de eslos grupos. Las fisonomías revelaban la presencia menor,
pero considerable, de rostros morenos y achinados, de jóvenes de barrios pobre'.
del Gran Buenos Aires cuya presencia por fuera de los contingentes organizados pUl
escuelas es menos frecuente -aunque sea mayor que en las librerías del centro
Los numerosos jóvenes portaban insignias de adhesiones estéticas que le otorgabCJl1
a la multitud LJna diversidad comparativamente mayor de la que observamos en 1,,'
otras presentaciones. Los jóvenes se habian sentido convocados como tales -e11
s~s identl flcaciones mUSicales, deportivas, estélicas- y no como el público de libio',
tradicional, un código que seguramente desconocian. De hecho, en la ocupación d.'1
espacio y los comportamientos previos al comienzo de la presentación, resonaba 1,1
expectativa del recital musical: murmullos, comidas, bebidas, pequeñas corridd~
y algunos forcejeos para tratar de adelantar pasos en una fila que tenía mas di'
2.000 personas. Esto mismo hace suponer también la cercanía que la asistenCI;¡
expresaba respecto del historiador, llamando lo "Felipe", saludándolo en muchv,
casos como saludarían a un par, sacandose fotos con él o haciéndole algún regale,
a modo de recuerdo. Esta energía juvenil se canalizó en el emocionado aplauso, y
algunos suspiros con que fueron recibidos el historiador, Mario Pergolinl y Osvaldo
Bayer, que completaban el cuadro en nombre de los mediOS y de una hipoteticl
academia contestataria.
Todo este clima se comprende mejor si se tiene en cuenla que, entre las perso
nas con las que pudimos conversar, dominaban los que se habian aproximado a 1,-]
lectura de la histOria a través del contacto radial que provee Plgna desde dos de las
mas escuchadas emisoras de AM y FM (Mitre y Rack. & Pop respectivamente). L,
aproximación a la lectura a partir del estímulo de los medios no sólo reenvía a un"
de las causas del interés por los titulas de Pigna sino, también, a la sensibilidilCI
desde la cual se aprecia lo que se presenta como "hisloria". Las palabras de Baycr
se refirieron al rígor con que Pigna evidencia lo que ha sido mistificado y ocultadu "
en la historia, ofreciéndose como respaldo intelectual en la polémica con los histo
riadores académicos que fue varias veces referida en la presentación, Estas ideas
( fueron retomadas y reformuladas por Pergolini, que conectó con el público en UlI
código específico: las mistificaciones y or:lisiones san equivalentes a la denuncia ,1
de un escándalo, una culpa de la clase política, una estafa al publico. La respuest'-I
aprobatoria del público podia revelar una sensibilidad educada en gran parte por
los medios. pero la sltU'JCIón es un poco mas compleja: los lectores no reaccionan
104 PABLO SEt(,Á~
sólo desde la universalización de los parámetros televisivos; también reivindican
una virtud que atribuyen a la historia de Pigna, que va mas alla de la verdad que
exige el formato periodístico para ser reconocida como tal. Para ellos, como nos lo
e)(plicaron varias veces, se trata de la posibilidad de decidir por sí mismos cuál es
la verdad hislórica, ya que el autor se limita a presentar evidencias de una forma
Imparcial
El senlid,) comun poco sabe de historiografía y, respecto de la historia, no tiene
ni más nI menos verdad que el hecho de que acuña categorías que condicíonan la
recepción de la información que producen los historiadores, En la actualidad, a la
Ideologla periodística que regula la percepción de lo históricamente verdadero, los
esistentes a la presentación de Pigna suman una expectativa democrática. La preten
sión de que cada lector pueda acceder por sí solo (en uso de su razón y con la garantía
Que le ofrecerla la que para ellos es la exhaustiva y objetiva documentación provista
por el buen historiador) a la verdad que "la historia oficial ocultó". La imprenta y la
Idea de sacerdOCIo universal se combinaron en la proliferación de sectas cristianas
en la época de la reforma protestante, dando lugar a una permanente disputa por
la ortodoxia. La masificación editorial, la situación política y la instauración de una
científicamente discutible "epistemología democrática de la historia" que demon iza
e los intelectuales y tiene como reqUisitos de validación un ingenuo "oír las dos
campanas para que el lector decida", han dado alas a una historia plebeya, a sus
Cliferentes versiones y a las intervenciones normativas.
Si en la reforma se destruía la iconografía católica, en la historia plebeya y en
le doctrina de los libros que la alimentan se revisa y recupera en claves diferentes
la consistenCia del panteón histórico. Como ya lo vimos antes, existe la necesidad
Cle identificar en el pasado referentes próximos, personas "como nosotros", "héroes
humanos y no de bronce" que son el objeto de una reivindicación y una construcción
retrospectiva que los imagina familiares, can "problemas cotidianos", como lo decía
un entrevistado y, como también lo reafirmaba una periodista que entrevistaba a
Plsna en una emisión radial desde la Feria del Libro "claro: elJos llegaban a su
casa después de sus batallas, meses yanas fuera, y cómo no le Iban a dar un beso
I su mujer. Es ridículo pensar que tuvieran esa distancia con que aparecen en los
libros."
Muchos de los lectores que se identifican con la posición que politiza el pasado
llenen, quizás no tan curiosamente, una aclltud dlstanle frente al presente Reivln
Clican el que la historia les hace comprender el presente. entender "por qué estamos
como estamos", pero no sienten que ese presente tenga márgenes que puedan ser
modificados por su acción: "a mi me interesa mucho la política, por eso leo. pero
BA.JO SD~r,I¡"¡UO 105
11 estoy desengañada de antemano. Me Intereso, leo, pero no creo que hagilll.l'i
nos explicaba una entrevistada que conjugaba el interés por la historia COll l'l '1'"
dedica a las novelas y a la literatura política. Podria hipotetizarse que esta (,il,"'", I ,
de "interesados pero inmovilizados politicamente" realiza un movimiento qLJI' ti",
forma la negatividad de la experiencia política en un interés por la exploracll'II', l.
denuncia del pasado acudiendo en él el espiritu del "que se vayan todos" ~J"
por acaso que en las complicidades del público con las denuncias y reivindlc;H 1:'
de los presentadores se podía percibir el tono triunfal de lIna vlcloria en lill',I' 111.
contra la "historia oficial" que se asociaba con y complementaba la desconll,I". 1,
la hostilidad a la "clase politíca".45 La política del presente, compuesta de I, ,,'1'
conspirativas existentes desde síempre, de denuncias a la clase políticil lIll,
, generalizaron en los últimos afias, pero también de los impetus democrallul', '1'"
'11 Instaló la transición iniciada en 1983 y la generalización de nOCiones de ~,i'llil'l" , 1,
común sobre el uso político del pasado -que datan de la misma época-, rdl," ,
política de ese pasado a la medida de las expectativas y parámetros contempür,'II'" I de los lectores. Esa es la posibilidad que parecía movilizarlos en las presental-lllll'
Si la circulación de los libros de Aguinis hace circular algo más que "gorilisllIlI" 1,
de los libros de Lanata y Pigna no sólo repone setentismo o revisionismo hl:oI'HI'
aunque lo hace, y en forma.l'
Al calor de los textos -,aunque no sólo con ellos- también se forja una 1"111,
J111
del compromiso con la nación y el país que implica una toma de posición pllllll'
que va mas allá de la retórica antlpolitica (aunque pueda colocarse mas a((1 11, l..
visión de la historia que ha tomado dístancia de los presupuestos facclon,III',~ 1
a través de los cuales la propia historia prolongaba la política). La bLisqucd" ,1,
figuras politicas ideales, la imposibilidad de hallarlas en la contemporanellLlcI111
resuelven en un buceo histórico en el que se obtienen recursos para el prc',"111. , IEsta forma de implicación nacional procura una fuente de legitimación hi-,I',rl'
para sus percepciones políticas. No se trata sólo de un interés cognitivo, Sillll ,1" l' un entusiasmo que permite apropiarse de las claves de la política contemprll,lw,1
l' a través del conocimiento histórico. Algunos de nuestros entrevistados le Pi] ,I.'r,,,,
contenidos precisos y concretos a la hipótesis que sugerimos en el análisl', ll, 1.1
". " Que la ulstancla frenle a la hisloria orlclal y la re(órlca anllDoliUca e~ls(~n, que ,edn un 1"6"r Ud
[eDresentaclo~es YleneuaJes de vanos ¡;rUDOS 50clale~ de I~ Argenl'n~, n(] ImpllCJ que no se d,"
otras ar(iludes rrenle ala polillca yque é51as conformen un conjunto mas amplio ~n cuyo seno estr" debe SP'r panderado
i 106 PABl.O SEMÁN l•.
'Jldlltancia" de la nación cuando afirmamos que el interés por esta literatura surgía
un descontento socialmente referido. Una maestra que había Viajado especial
.nte desde una ciudad de la provinCia de Buenos Aires a la Feria del Libro para
111,tir a la presentación del texto de Jorge Lanata narraba su trayectoria de lectora
Ilcltlndonos que "en un momento me di cuenta que todo estaba mal. Yo y el país,
.mpecé a cuestionarme y me entusiasmé con estos libros que me permiten en
nder los problemas del país"."6 El descubrimiento de la historia como clave de
:ceso a la política también nos fue referido por una lectora que insertaba el valor
experienCias de lectura en su educación política familiar. Según ella, desde
IU' había adquirido autonomía personal, habia descubierto que las versiones de la
llltoria aprendidas en la familia y en la escuela eran "falsas". Ese descubrimiento
'1 el que la llevaba a leer para ampliar su conocimiento, acceder a más verdades y
Itender mejor a su pais, rescatando una serie de valores, ideas y personajes cuya
,ltividad ignoraba. Relatando un pasaje que muchos ubicarían como típico de
:r15 décadas, pero que en nuestras entrevistas se reveló bastante actual, decía:
-Yo crecl en una familia muy autoritaria, era todo iglesia, cementerio y trabajo.
Mi papá nos habia educado en el antlperonismo y cuando me fui a vivir sola
empecé a leer y me di cuenta que no todo había sido tan malo con Perón y hoy,
gracias a eso, me siento cada vez mas federal.
-Pero ¿para vos qué es federal?
-Lo unitario es úniCO, una sola voz, es estructurado, autoritario. En cambio
federal es más democratico, para todos."?
los lectores de Pigna y Lanata, de la misma manera que los lectores de Agui
11, pero desde "el otro bando", reponen la matriz peronismo-antiperonismo de
ni forma actualizada. La reivindicación del "federalismo democrático" contra
II "unitarismo autoritario" es el síntoma de que la matriz de la recepción de la
Iterpelación "populista" se ha reconfígurado y de cierta forma ha hecho suyos los
Imas democráticos de los 80. La apropiaCión de la literatura histórica que promueve el grupo de personas que
l!namiza un centro cultural en la zona sur del Gran Buenos Aires nos mostró otro uso
.. [ntrevlsta en la Feria del libro 2005
..,EntreVIsta en la Feria del libro 2005
BAJO CONTINUO 107
II!'
'1 posible. Allí el libro de Pigna era utilizado como el manual de procedimientos para de'lrl, " curso a la intención de hacer propio y "recuperar" el festejo de mayo. En ese marl.',.
la nueva visión de la historia Inspira una especie de implicación revolucionaria,
Para estos militantes culturales, los libros de Felipe Pigna son valorados, enlr,'
otras razones, porque dan lugar a una posibilidad de identificación especial ellll
los "próceres" que son entendidos como el modelo indebidamente abandonado iI,
hacer política Algo de la proyecCión del presente sobre el pasado para legitimar 1·1
compromiso político actual es lo que sucede en una situación como la siguiente ('11
la que los miembros del grupo comentaban un resumen del capítulo de Los (JIII,'
de la historia argentina, sobre la vida de Mariano Moreno:
Hernan recuperó las palabras de Luz para hablar de la "calidad humana [.le'
Belgrano". Narró "la emoción" que le causaban personas como Moreno y BI.'II grano en un relato en el que se mezclaban ambos, sin distinciones. Jorge agre¡-:,'
'1 que "Belgrano no sabía andar a caballo, que salió a la guerra sin saber andar"
Hernán dijo. "me gustan más los tipos como Belgrano o Moreno que (que rlu 1111 me escuche nadie), San Martín. Tipos que se comprometieron con la politlc,J
que se arriesgaron. Incluso, mira lo que te digo, prefiero a Rosas. Porque si no.
después qué pasa -preguntó-, vamos, gritamos, ponemos el lomo, hacemo'
que los tipos se vayan. iY nos vamos a casa! Y, entonces, iclaro!, ilos tipo',
vuelven! i¡Si nosotros nos fUimos!! iEso pasó en el 70, en Semana Santa, ell
jlll e12001! Pero estos tipos no, viejo, mirá lo que hicieron con la supresión de lo',
honores. Al tipo [en referencia a Moreno] no lo habían invitado a una fiesta, per¡> " ,
se enteró de que en la fiesta habían sacado una corona de azúcar de una torLI .,I!
y habían coronado a uno, como burlándose, ¿no? Entonces ¿qué hizo elllpü 7.
decretó la Supresión de los Honores."4~
Así, el pasado ofreciendo la imagen de próceres como dirigentes políticos res
peta bies, que actúan por convicciones, viene a darle densidad a una expectatlvd
militante que no encuentra todos los reíerentes que precisa en la contemporaneídJcj
SI la literatura de masas ayuda a disparar una implicaCión con la nación, tambléll
parece ofrecer recursos a un involucramiento político más definido que, como lo qUI'
acabamos de presentar, supone esa primera ruptura de la distancia.
..,
.. Como ~e~alarTIos allles, hay aquí elemento5 que hacen a la reposición de la dicotomía unitarios, federal,,, Que anal,zaremos mjs ad~lanle_
108 PABLO SEMÁN
4. Conclusión
El proceso de anudamiento de una corriente de libros y lectores de clases me
dias referidos a la historia y a la polltica nacional permite discernir tres momentos
y dos pasajes entre estos momentos: la distancia y el repudio de los compromisos
nacionales, la interiOrIZaCión de los rasgos negativos que se han construido en una
eutocrítica histórica y la implicación en nuevas apuestas.
Este conjunto de figuras y lecturas que pueden discernirse en libros y ledores
no se produce aisladamente. No puede ignorarse la concomitanCia temporal entre
el surgimiento de este género de libros y el proceso social más amplio. La "crisis
de 2001", los prolegómenos de la misma, o la realidad agobianle de una época
en que se sucedían unos tras otros los afias de recesión económica, son en dichos
libros el antecedente explícitamente invocado como un momento de Incomprensión
de la realidad y descrédito de las explicaciones reinantes, de toma de la pluma Y
del ejercicio crítico; de un vuelco hacia lecturas que satisfacen mucho más que un
Impulso de diversión o conOCimiento genériCO. No está de mas recordar que a fines
de 2001 las clases medias ocuparon un lugar de priVilegiO en el escenario político
debido al protagonismo que tuvieron en una serie de tlechos en los que cuestionaron
el ejercicio de representación política que desarrollaron varios equipos dirigentes.
Conviene además rememorar que no sólo se trató del "cacerolazo", o de las diversas
protestas de sectores perjudicados por el abrupto cambio de pautas monetarias y
financieras que muchas veces implicó confiscaCiones que irritaron los animas de
te población. Se trata, también, de hechos que de cierta forma anticipaban esa
posibilidad, como el voto en blanco que alcanzó masividad en las zonas en las que
le concentran variados segmentos de las clases medias.
Frente a las tentativas analíticas de otorgarle un único sentido a este proceso, se
ha señalado que ése fue un momento en el que confluyeron varias expresiones de
protesta que ¡mplicaban una polisem ia constitu tiva del fenómeno,4g En este contexto,
.ntendemos que una de las claves de interpretación de la relación entre la circulación
de la literatura que analizamos y el proceso más amplio es la siguiente: la literatura
político-histórica de masas, su producción y su lectura, pueden ser comprendidas
..
... Véase Schilagg', Carol,nJ, Lazos sociales, lazos politicos_ La experiencia de las asambleas barna/es en la ~'il'ntma contemporánea lesis de maes(na en Polillca~ Publ'C<IS y GerellclalDl~nlo del Desarrollo. UniversIdad
N8cional de San Martín'Georf,etown Unlvelslly
BAJO CONTINllO 109
como una de las formas a través de las cuales las clases medias se inscriben en IIII
proceso en el que el malestar y la perplejidad se lueron articulando politicamenk l'
lomando facciones especrflcas a lo largo del tiempo y de un proceso de puesta ('11
público. En relación con ese contexto histórico y en interrelación con el resto de 1I
dinámica política del pais, estos libros y las corrientes de opinión general pueden '_,' '1
concebidos como un proceso de reelaboración de las categorias de las cJases medl,",
de un movimiento que cuestiona y recompone creencias básicas de los sujetos 1'11,11
1 relación con el ordl"'r1 político y, més aún, en relación con la identidad nacional, ClIlI
l' la propia existencia e inserción del país en el espacio y el tiempo histórico. ,1
Todo este movimiento se realiza con la particularidad de un retorno al pasClill1
ya divisiones histÓrica" que manifiestan una vitalidad no sospechada, aunque ,,,'1 necesariamente irreductible. Autores y lectores pivotean entre la superación r l.,
afirmación transformada de viejas Ironteras de la políUca argentina.
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1'1'l' I '1 '"
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II'íl 1 110 PABLO 5EMAN 1
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11
fi'iiJi,j .....4
1111,,"
enTRe penTeCOSTes y BaBeL. el caso De paUlO coelHO y sus leCTORes'
De"de Pisa, en inglés o en italiano, Giullia escnbe articuladamente. Y cuando se
refiere a sus sentimientos, es impOSible no percibir que hace un esfuerzo para poner
de manifiesto la singularidad de sus Vivencias y eludir los clisés prestablecidos y fácilmente disponibles. Hija cultural de una frondosa y canónica biblioteca familiar y de
una adolescencia tramitada entre los influjos del psicoanálisis, la literatura romántica
}' un catolicismo aggiomado, ha hecho de esas influencias la superficie de acogida de
un Paulo Coelho en el que dio con el sostén de una posibilidad de conexiórl con sus
lentimientos y sus conflictos y de una apertura que la habría sacado del autlsmo que
le imputa a los momentos más conflictivos e intlmidadores de su adolescencia.
En BoliVia, Marcos ha inaugurado urlsltlo de Internet erl el que, con abundancia
de errores de ortografía, se despliega un montaje de motivos y proposiciones que
Imagino sorprenderá a la mayoría de los lectores de este artículo: el Manual del
lue"ero de la luz de Paulo Coelho, los autores de la teología de la liberación y el Che
,. \ Los dalQ, que utilllo ~n ~5t~ cap'IUI,) fueron recogldr), ~nlre 200] y 20U3 lJuranle m, pc~doclorada l'1"I
~I MU$~u NaclOnaIIU-I'J. bal0 la orlenlaclon el" ClI~vrü V~ln'c· Ellos provien~', d~ lres lu~nles dirfre~l!'5 J)
.nlrevlslas r[·alizadasa la' leclole5 de Paulü (".(>"il·,o ~n Río de .Ian~"o, M'lj~,. ¡;¡'J~nos ¡,Ires; b) ~rd"VDS de t10cumenlüs conóuliado5. y. P'" úlllmo. ci lo~ '~<"jltados de un nJe~!'únarlo apllc~do en 20m, ~~ I~ Ble~al
del Libro en fI¡o de Janelrü y en la Fen", del Llbru de Bueno, A,rb
BAJO cmlTINUO 111
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Guevara conforman un tríptico que balil3 el posicionamiento contra el neoliberalismf'
el belicismo y ei imperialismo. Por último, en una lavela de Río de Janeiro, a la '1,'..'
del mismo autor e identificándose parcialmente con las peripecias del protagonl~1.1
de El alquimista. un joven elabora el pasaje del empleo pGblico al mercado.
Vlnetas de lectores que nos aproximan a los fenómenos que más abajo descrlbl
remos cúmo la "bibliolequización de la religiosidlld", o como un efecto inesperildo
de la dif'jsión de las competencias letradas en el marco del predomin',o de un.,
viSión cosmológica que presupone la preemir,encia de lo sagrado en la e,>;periencl,;
de la realidad En esas experiencias de lectura, los guían los textos escritos por IIIl
hombre cuyo recorrido anuda y recompone los erectos de un tránsito que tamblL'11
ha sido el de una parte significativa de las clases medias (de varios países) en el
llltlmo medio siglo: en su trayectoria y en su escritura, desestabilizando frontera'
y calegorías, Paulo Coelho liga la contracultura a la espiritualidad alternativa, lo',
énfaSIS en la autonomia subjeliva a los afanes de participación del mundo de lo',
bienes que exacerbaron los afias 1990, del catolicismo a la "nueva era" La galaxkl
que se forma entre este literalo, las diversas tradiCiones que invoca su producción, I(I~,
movim ientos de la induslTla del libro y las condiciones que inciden en las trayectoria'-'
de los que se vuelven sus lectores y en sus operaciones de apropiación tiene do~,
caracteristicas que hemos anticipado y que desarrollaremos a lo largo de este articulo:
el encuentro entre Coelho y sus lectores revela la existencia de comunidades de lec
tura de horllOntes y perspectivas globales y conlleva la alteración de la conslstencid
de (y de las relaciones entre) campos segmentados de experiencia como literatura,
religión y contexto nacional La emergencia de una comunidad universal de leclore'.
-facilitada por la actividad de sinlesls encarnada por Coelhc-, la aparición de modo~¡
de interpretación que trascienden los contextos nacionales, pero que en ese plano
"transnacional" se diferencian entre si, consuma la oscilaCión que el titulo de esle
articulo pretende condensar: de un lado, la fusión de espiritualidades y de ánimos
promOVida por el escritor (un pentecostés) y, del otro, la fragmentación que se oper-o
en la plataforma emergente cuando aparecen modos de interpretación especifico'.,
(¿una nueva Babe¡?), Esta oscilación no es pura Circularidad, puro retorno al inicio.
Al compás del procesamiento, como en un camino espiralado, surgen novedadros,
un panorama de experiencias más amplio, y caen las fronteras que en la experienCia
de algunos públicos separan religión y literatura'
v , Este es el senlldo otOl¡;a~') POI ve,bo al términQ "glol'klIIZ~C:II~ln", amparalllJe, 8n 'W mismo cuadro es~s <1,'"
112 PABLO SEMÁN
l. Ejercicio: condiciones de posibilidad de modos de
Interpretación globales
En la base de la difusión mundial de la obra de Coe\l-1o encontramos dos factores
que pertenecen al polo de la oferta, la producción, la emisión o la industna cultural
(según la clave teórica elegida), y que tomaremos como da lo:. El primero refiere al
contenido de su literatura, independientemente de cualqll ier consideraci6n es\étic a o
normativa. 1_05 libros de Coelho son, en general, narraciones en las que los persorlaíes
enfrentan dilemas morales corno los relativos a reconocer y actuar de acuerdo con
sus deseos, sobrellevar e Interpretar las malas experiencias, aceptar que no todo
lo que hacernos depende de nosotros mismos, pero que las propias decisiones son
Importantes y necesarias. En la elaboración de estos tema!> y conflictos, Coelho va
más allt! de la simple introdUCCión de una dimensión espirilua'l del relato al hacer
del misrno una parábola de una o varias de las diversas tradiciones religiosas que
traducen esa dimensión espirilual, de manera que la reflel\lón moral, deseante y
muchas veces Il1dividualizante es, al mismo tiempo, religiosa." La espiritualidad de
la "nueva era" imp'I',ca para sus creyentes, junto con una expectativa de transfor
mación personal, la hipóteSIs de un plano más allá de la cultura y el lenguaje al
que se accede por prácllcaS y no por argumentos,' Conforme a esta definición, es
posible afirmar que la olerla de Paulo Coelho participa, al mellos parcialmente, de
e~a espiritualidad, al hacer de la narración un dispositivo de ese aprendizaje en acto
que la "nueva era" eSpera de cualquier ritual, Oe cierta forma, la leclura cumpliría
el papel de los rituales en los que en las diversas disciplinas de la "nueva era" :>e
aprende una técnica corporal, una noCión filosófica o religiosa.
T re~r,dddes apare~\;,m~I-'I~ h~lHugeneas' cua~do lo~ aclore' pas~e~ "~I mundo" l)Or hr"ior,lr' y lellemas I~ POSibIlidad de Inler,.~mbl(J' y comprenSiones Iransl~c~le';, 1€(\emOS, lamb>~", un CUB,llul,amlenlu oe la,
'ormas de dIVISIÓ~ d~ I~ ~"pl'n~~c IJ que ha r;rmsagrad,) una par le u',, la ~oci~cldd co~l~rnfloránea La diVISión e~lre pSlcolü~ía, rellglü~ y l'I~J;)I'JrJ, por elemplo Vé~s" lIelho, OtavlO, "GIc,l,"llla~~ü' ilnlropologla ecellgl¿¡o' e~ Oro, A¡i y SI~IL Ca,I", Ir)r&,; 1, Giab~liu,ao P ff'i,glao, vOles, Pelróp,)lls. j'Yll. pp 43-62 , En EsIMutos 2000, u~a breve dellara(l~n (1<' prinCIpIOS que P~ulo l(lelho (1lJllIICÓ~" su págln~ wei:' eM~Cla I~~ diec'~els p!OpOSICI(l~e.S que r~"urnerl 13 >deología d~ Su ~arlall\'-~ De" de ellas represp~tan Ull tesl,m(;tllCJ cla"~ d~' lo que afirmamos aJlilla Tüdl'5 los hornllles SOI1 dil"rél dé" Y rtclJe~ hacer lo 1J~"bl~ para COI1\1nu~r ~"'rrdolo" "Queda decr€ldUO ti hr, ~el muro que sepa'~ 1" sagrao¡¡de lo prnr~rlrJ: a p~rt" de ahora. IDdo ~~ ~j6r~do"_ ._ Vease Am~r :JI, Ltr.3 "Carnaval da Alma COrrluOIdaoe, es,~nCI~ ~ ,;I"crel,sm¡¡ na Nova Er" ,. Vote';. Pelrópolis- R,ü de Janelro, ?COO. p. lJ¿
BAJO CONTiNUO 113
1
I ,
1I
1
1~ ! ,
[,
!I' I 1
:1
E,' segundo factor está vinculado al papel de la mediación editorial. CorllO
sostenemos luego, la difusión de Coelho se basa en circunstancias extendida'>
en el seno de los públicos. Sin embargo, y como permite suponerlo el hecho dé'
que productores parcialmente similares no alcanzan un grado mínimo del éxito eje
Coelno, esta difusión debe mucho a ID que sucede del ,lado del escritor. Así, uno
de los factores Influyentes es el de ia dinámica editorial que resulta eficaz porqUE'
apuntala, completa y difunde 8,1 perfil que le permite la más ampl.ia penetración de,1
mercado sobre la base de un éonocimiento de los habitus y motivaciones que su;; libros ponen en juego,ó
Pero más alla de las múltiples facetas del autor y del juego que permite u obturil
el marketing editorial, las lecturas de Coelho son todo lo diversas que puede eSpe
rarse delr;echo de que sus lectores se cuentan por millones y se distribuyen en todu
el mUlldo. Esta variación no parece depender tanto de las condiCiones nacionales
cama de combinaciones típicas y específicas de las experiencias del leer y el creer,
eXisten modos de leer y de creer que se desarrolla,l de la misma manera en Brasil, 1"
Argentina. FranCia o Italia (aunque esto 110 exCl'uya la posibilidad de que en diferente,
contextos nacionales predomine uno u otro lipa de lectura). Algunos dalos sobre
los lectores de Pau,'o Coelho en la Argentina y Brasil permiten elaborar una premisi:
relativa a las condiciones minlmas. el piSO a par!lr del cual podriamos concebir Id
realidad de modos de interpretacióll como ies que describimos más abalo.
El) primer lugar, debe decirse que tanto en la ArgentHla como en Brasil los lec
lores de Coel ha pertenecen aniveles educativos su periores a lo elemental y abarcan
loo; niveles mediOS y altos de la escala. 5 En general, han terminado la primaria y liJ
secundaria y muchos de ellos tienen estudios lerciarios. La leclura masiva de Coel'ho
quizas sea el efecto parcial de la ampliación de un fenómeno que es mudlO más
reciente qlle el aumento de la tasa de alfabetización: la expansión de la masificación
de una calidad de las competenc,;as de lecto-escritura y la ampliación del sedimenlo
'ir
~ Esta rnedlacloll. por pwmplo, Il~ btJ;ldar;zado ur, rnQd~ de pres{¡~tacJc'~ de,' aulor q\Je, con poca, V;'"'''' lts. es ,'i~vada acabo en todos lOS pai,es donde Codha lanla un libro el "'<:Ida de presenlal'lon, "rr,anI2a(JC' I,~ri' larJo lipa de ~nlrevisl~ p~llodístlca. p,o,nl1€ve los dile'enles pe,!.]", (le Coelllo qu~ ~>;~~Iclrelnos In~< JJ,..ldllle
, Ellb,6')o d~ los 150 lec!ores de Paulo CQ~lho (ele un lol¡;J d~ ~i9ó casos) que tntwl'"lamos en la f-eC'iJ <11",1
Libro en BIJ"O(), ,\¡res leníJ r"\.'~1 un"ersilClr;o Incomplelo G C.Onlpl~lo entre lo, leCl(Jr~$ braslleño~ tnl,,:',I', lados en ,;' !llen~1 delliorG rJe ~'Q de Janelro, eI61C'" haol~ tenido aco"a a ,la eJu(,Juón 5uperlc>r .alll. I'i I,oclow, de PJul0 Coelho SUnlj!.m 1,,6 de 37fi caco:; 10Iale$
114 PAóLO $E:v,!,N
de poblaCiones que son capaces de transmit,'r o Impulsar el h.!Jbito de la lectura (aun
cuando 10 hagan en un sentido que el proyecto de la educaCión no aconselaba).
En segundo Jugar (y esto indica ulla forma específica, pero común, de leer y
exlgir respecla del autor y sus libros), y sin conSiderar el lugar de Origen, los lecto
res de Coelho tienden apercibirlo y a claSlllcarlo coml) un narrador y un novelista
-ficcional y, sobre todo, testlmonial- antes que como un literato de auloaY!Jda o un
literato religioso, Mientras UI1 conjunto de editores, analistas y críticos (respectiva
y sucesivamente) lo clasifican como un escritor de autoayuda, expresión de la
"nueva era" o literatura menor de sus lectores, en el nivel mas general idenlii,;can
~u literatura en el mi~mo sentido en que ellos atribuyen este término a los libros de
García M.!Jrquez, Borges o Salnt-Exupery, para citar tres de los autores mas leidos
-o más reportados como leídos-- por los lectores de Coelho.
En tercer término: lo dicho anteriormer¡le no implica que los lectores de Paulo
Coelho no lean ni va,loricen los libros de autoayuda o 105 libros religiosos. Ciertas
especificldade~ de la situación de esos lectores en la Argentina y BraSil permiten
discernir, tras las aparen les diferencias, una serie de semelanzas que resultan rele
vantes para asir los trazos más generales de! público de Coelho. En el caso argel"ltlno,
por ejemplo, su lectura está aSOCiada a la de autores como Víctor Sueyro o Jorge
Bucay, quienes prOVienen, respectivamente, de corrielltes católicas q~e revalorizan
el carisma, los dones y milagros, y de tendenCias psicoterapéuticas que operan en
un nivel masIvo y ofrecen lma doctrina que combina preceptos individualistas y
doctrinas de corle orientalista (en un movimiento que reproduce el conjunto de la
curva de la "nueva era"). Estos autores no venden entre los lectores brasileños de
Coelho. Pero la espeCificidad del públiCO lector argentino es propia de autores y no
de temáticas, ya que existen en Brasil e~cri!ores que ocupan un papel equivalente y
que también están asociados a la lectura de Coelho. En forma inversa, es posible que
la presencia de [jn denso y amplio mercado de literatura espiritista (psicografado)'
sea una particularidad brasileña, pero no es menos cierto que en la Argentina ha
sido y cOlllinúa siendo amplio el consumo de una literatura esotérica que bordea
temas como el de la reencarnación de las presencias espirituales, Además. la im
portante presencia histórica de estas dos vertientes del consumo literario habla de
T
J, [n el campo a'~ IJ religión ~$pinli~la. "e adludlca ~ loo espirl!<h I~ (;apae,dad de ~.<p'~'i~rsc atrayé, de ','~
rnédiUm a,1 (jue "dictan" un texto ~ue "n el mErcadc> eSrE(:i1lco .,€ cDn~id~ra "e~ co-aularia" entre el esp",lu y ~I m~d,um, Eslos le.to, son lOS lloro; "pslcogralados", ~lJe en Brasillien"n una p.narrll~ ~;'[ula'~lon.
nAJO CONTiNL:O 115
1 1
11
la eJlistencia de una amplia camad~ de lectores que, desde ur, tiempo anlerior
de la aparición ce Coelho, eran pasibles de una interpelación que, com:J la suY,1
enhebra en la n':hacióll lo r]lirada interior, la reflexión subJetivante y la relación (<>1 lo sagr2do.
La razón de ello responde a una cuarta cuestió1 un tarlto obVia, pero (111<'
pdr'~l;ro S,,[ ignorada cuando se piersa que la literatura esotérica, la de 2ulo<lyud"
o la de Paulo Coelho pare:erían ne:esitar la misma e~plicación que un ,3CCldE:!ril,
de la naluraleza, Si, como sostiene Berger8 , el terreno en que 'eal y preferencial
mente Gcurre la seculariza:lón es una p<'1r1e de la élite compuesta por personas ¡j,
educaci:'ln superior en el modelo occidental, es preciso partrr de una premisa PiJI
analizar cualquier hecho masivo de la cultura contemporánea: la validez pOSitlv,1
que asullen las civersas categorias de lo sagrado para los sectores mayoritarios (j¡,
la población de cualquier país, por SI la duda se presentase, hay que all'mar qUI'
no existe ninguna relación mecánicamente positiva entre los factor¡:>.s <'Inre<;aludidoc. (crecimiento de la alíabetización, la escoli'lllzaClón, los rudimentos de las luces ('11
general) y la seCularización, Los lectOres de Coelho san escasamente secularizado:>
y. en un grado importante, pertenecen a lamiliilS espirlllJales ben del,ndas SOIl
católicos, pentecostales, parlicipan de cultos afrobrasileños o son espiritistas y,
aunque as conocen. recnazan las sarlClOnes que la orlodo)(ia denominaciola\ lam"
contra Coelho, y esto no se debe <'11 simr1e ejercicio de una autonOrnlEl COncebld,l
negativamente Como ausencIa de constricc',Ofyes, sino a que movilizan una serie de
condiciones propias de sus trayectorias, entre ellas las ya citadas respecto de la
valoriz<Jci6n de los litiro,,- y preferencias liter;'lIias, ell el Curso dé e~pefi\Ol\\.:ias que
integran la lectura de Coelho. Todas estas expe'lencias se parecen porque c:Jmbinan
I¡¡ de \a mrratlva con I¡¡ de lareligión y la reflexió1 subjetiva. Los ti?Cs qi.le describimos ¡:>n el rJllnto siguielte se diferenciEln entre sí por el mOl.!;) de e~Cl combinación,
11. Paulo Coelho según bibliotecas y lecturas
Apreciémoslo en el modo de aCCEso a los libros, en las clasificaciones y en las
, Veas~ B~rger. P~ter, "A d~,:;ecul"'¡¿a~aQ de' mundo lima VIS.'io global" en Rel¡glJc '" Sc.CledJrJe, vol 21, N" 1, Río <lejall~"~' 20')!
116 PA8LO .<.ifMÁ.'~
etperiencias ell el seno de las cuales la lectura produce sentido para algunos actares.
Cada uno de ellos encarna un modo de lectura típico que es recurrerte en el c-JnJunto
~e las entrc.vislas c;ue fUE:rOI lealilad~s en diferentes contextos n~eionales.
Accesos y colecciones
Edilscn, un lector brasileno, accedió a El alquimist3 -uno de los tí tu os más
vendidos de la obra de CoeB~o- en el seno de una pequeria red de Intercanlllio en la
que circulan alee tos, consejos, recomendaciones, inLerp'etaciones y, en función de
aso, oble'.os· a veces libros, discos, a veces poesias, y, sobre todo, conversaciones.
Le habia llegado de leJOS, a través de algo que creyó leer en un diana ~probable
mellte se lo habian comentado, pues Edil30n no suele leer los diarios-, "que no era
un escritor muy buena", sin embarge, prefirió la recomendación :Jersonali.ada del
amlgo frEnte a aquella mediante la cual recibe una buena parte de los libros que ha
leído y/o posee. Jorge, el amigo, hatía insistido en qUE el libro seria "bUeno para
su vida", y I¡:> hizo saber algo de la azarosa vida del autor. Graciela, una lectora argentina, visitó a un librero en el cual conlía para comprar
un regalo, pero haCiendo una excepción a su propia regla aceptó una recomendación
entusias~a para ob~p.r¡rli<lr un libro que no nabla leido La obra en cues\ión era el
Manual para 8{ guerr8ro de;a luz de Paulo Coe'ho, Los libreros, la industria editorial
y la críti:a erudlt~ conside'an que el libro pertenece al poco valioso género de la
"autooyuda"; sin embargo, GraclPla, qrlE' ¡:>s bbliotecaria, consuTlidora del género
y conocedora de e:.e rótul:J, prefiep- catalogarlo como \Ibro de lilosolia. en una
acción cue intenta prestigiar el valo' supuestamente bajo del género, pero que va
rnuctll) nas allá de una simple maniobra de dislinci6n En\l¡:> uno y otro ca<;o media
el pe<;o dlferenci21 de los especiali:.tas en la autorizacL'm de la lectura: 81 el caso
de Grac,ela, será un proiesional del libro quien recomiende el mIsmo libro que en
el caso de Eurlsorr sl;;rá ~utorlzado y puesto en clrculacón por alguien de su rpd dp.
afectos y complicidades. Las diferencias entre ambos casos continúan en el nivel ce la biblioteca en
que ambos ejemplares de lOS 11uros dI::! Coelna ingresarán. Sólo en su mesa de luz,
Graciela acumula casi tantos libros como Edilson en toda su biblioteca: entre los
diez libros que ella posee alIado de su cama, se encuelltran el UI/ses de loyce, un
libro de Deepak Chopra, el t.loglO de la locura y otro soure las ~ir(¡rnides mayas. [n
la biblioteca de Edilson cconvlven, luego de Uí procesc de selec:lón critica que los
rescató de un flu,.o Informal, libros ce colecciones incoll pletas que I ueron lanlados
Gl~JO CON11NUO 117
VI
1'1,1, ,
1,1 por Un diario, obras ce la ¡gles-a católica y manuafes sobrevivientes del coleg o. ,
La diferencia en las cantidades de libros es concomitante con la [lIJe evd(','1,1
cian las din¡jmiciOs de cOmpo~"ción y las bibliote:as resultantes, Estos lectcre', v 1
1,1
1I sus recíprocas diferencias nos exigen ampliar y relativizar las ideas de bibllClp, ,J
y de Clasificación, pa~a eVItar las falsas comprensiones qUA flOrlrian derIVar$~ ,1,
Id prlOsencia de algunos libros comunes a muchas bibliotecas o declaraciones (1,
I~ am:¡r a la lectura previsibles ~Orque socialmente presGriptas. Si rTUtr"lOS cJ~ Ir,.,
ledores de Este articLlo pudieran opinar que escribir "la biolioteca De (dilson""1','\'1
aeJar correr un eufemismo que jesdram2tiza la carencia de estímulos literario~" 1,1I¡I, distanCia cor un patrimonio básico de cultura, debe decirse que esta coJección "',
el resultado de una aclivldad que funcional iza y, por aso, CO,l~erYi:l aquello qulO flll'I'~' reciJido de una forma compara;iyamenfe "pasiya" respecto de GracjeJa. Guar,jil',
l'i1i registrar, acC.Onar Jos recursos ée esos libros, en condicionEs en que la lectura (", ", una actividad extraña, porque distrae del grupo, "saca fuerza" o no ¡,el/e utilio,lci,
1',1[1 no es tarea si71ple. Senejante aCumulación de libros es el electo de un disposi~IYO1'1 1
,
qUe, al aUnar la valorización de los libros y las letras -ya sea por ,la positividad qu,'"1',1111 adquieren en experienCias estéticas 11 por el brillo que gill1an en "xp"riencias soclale:,
11 ,'1
de ascenso que los tie,len por ¡:eldaño- y la pene~ración duradera de la escue'.1 ,111
1 -y sus CDosecJ€ncias d~ alfabetización práeticarnerte disponible para proezas cueI1
' ' ,1 ,1 van mucho mas allá de la firma D la lectura de 105 titulares lJe un diario- desbfo
/!'llr quea parcial y selectlyamente el circuito de sanción~inhibición de la lectura. Yen
1
1,111 la tensión entr~ las circunstancias que ora yalorlzan ora estigmatizan las letras, IdI1 slJPU€sta Pasi~'idad de Edilsnn encuefltra ¡carllmetros que nos muestran cuánto 1" , ,1 debico hacer para componer un conjunto de IlbrDs que, como veremos despUÉS,
'" '1)
" forma parte de sus recursos vitales con una intensidad que lIamaria la atención de'1',1'
I,I! quien tiene una "verrlarl~ra bibliotecJ", En la ~I<l:;ifjl:dcjÓll de ldl/son, El afqwmist¿ , I "
pertenece a la categorra de los libros "que hacen pensar en la yida". Se trata de '11'
una categoría cue lal vel parelLa pobre o vaga, y cUla lógica resulta parcialmen:e "
'11' ilumirada pOr la <1 I Je me explicó alguna Vf;l Diugo, otro lector brasileño. Novelas, 111,
"
cuentos, frases, notas, SDn lo que él llama "texlo", l' un "1ex1:1" puede estar des"JI
tinado a los fines de la "refleXión', el "pensamiento" o el "e:timulo": '''reflexión'':'111 , y 'pensamienlo' son semeJJntes, peru 'Ieflexión' es una cosa que vos us~s para Ufl
" esc'arecimiento :Jersonal, y 'pensamiento' es más para concientizar sobre algún hechD I relevante (discriminaCión preconceptos de 'Iar,;os tipos, etc ... ) y 'estímulo' lo dice
l'"j" 1 Imio, ES como un libro entelU d~ dutoayuda en una hc¡a de Pa¡:el." Si, a diferencia
de Edilson, Diogo utilila y conoce la idea de libro de autoayuda es Porque posee un 1"1
contac:o más estrecho con el mundo de clasificadores profesiorales de IIDros. Pero
~'l 118 PABLO SE:VAN
:¡
1.10 n:J debe oscurecer el hecho de que su Idea de "texto" refleja el tipo d2 acciones
que tanto él como Edl/son ejecutan con In~ librn~, y que estruc:ura sus bibliotecas:
1I pasamanos constante de mensajes de consumo personal en el conte~to de una
Solidaridad afectiva de generación en la que, paralelamente a la iglesia, la novia y 1.lalllilia progenitora 5c plantcan y resuelven las iflqu;el\ldes y 'ns pesarES, Es más:
Oiogo (os llama textos porque no necesariamente son sólo escritos, sino, también,
ImágEnes, canciones, es decir, elementos de una serie de materiales simbólicos que
pertenecen d :;~ries que para nosotros son hetorogéneas.
La colecció,lde Graciela es más "clásica": compra libros que le gustan porque ~a
conversado con personas que "saben" de libros, porcue el autor, del que ya conoce
varias obras, ha ed'ltado urlo rluev..) y rllere¡;e su confianza, porque esta interesarl;¡
en eV31uar el total de la producción de ese autor o en ver cómo cuenta una historia
Que Ella ya conocia a través de (tro narrador. Como "la verdadera biblioteca", la
biblioteca de Graclela in~luye y distingue la rlowla, la poesia, la lilosolla, la ciencia
socia, la psicología. Pero integra en algunas de esas::ategorias, y como libros nota'
bies, obras qUE otros pondrian en el casillero de lo despreciable. lo inclasificable, los
libros recibidos por azar 0, aun, aquellos qLe resull"n vergonzantes en 1"1 bibhoteca
de un "intelectual de raza": biografias y testimonios de experiencias espirituales
extra:Jrdinaria:, libros de autoayuda. de yoga. y ma nuales sobre rel'lglOnEs or'lentales
Que no las analizan ni las hlstorizan Sino que, antes que n<lua, d:> prescriben. rod'ió
decirse que SL biblioteca es apenas un remedo b'len 'Intencionado de la "verdadera
biblioteca" si se computa que claSifica SL colección con los mismos géneros que
bibliotecarios, editores y académiCOS, pere ejecuta "mal" la distr'luuCI[;n en los es
tantes al tornar comparables a Tr gueirinhG (autor que en la cultura académica sólo
puec'e ocupar el papel de objeto de estudio) y a Freud, porqLe "son de los autores
que Oleior han tratado el tema ce los sueños". Si analizamos con mas deldlle Id~
clasificaCiones en su positividad, podremos mejorar nuestra impresión. En la b'lblio
teca de GraciEla, Trigueirinho, DEepak Chopra y Paulo Coelhovan con Freud, Platón
y Erasmo de Rotterdam La resemanlización de las categorias estableci:1as, como Id
resinbollzación de lo que llamamos, casi con des¡:recio, auloayuda, construye un
rubro que, para Graciela, contiene a los seis autores, Es el que abarca, como ella
dice, "lodas Esas pregLntas que intentaban metern:Js en la cabeza en as clases de
rilos:Jlia y qUE nosolros por falta de experencia. no podíamos entender"' o, directa
mente la "filosofia'", y, :;omo SI se tralara de yocablos permutables, la psicologia, la
búsqueda es~iritual, el aulocono,:imiento. Es posible afirmar que su biblIOteca, P2Se
a utlizar térm'lnos de la clasificación domilante e integrar numerosas un idades n uy
¡::>arecida~ a las de esa clasificac 6n, apera can una :i¡ntaxis y un centre de gravedad
8A..:a cet'OTiNL:O 119
¡ di'erentes, 21 modifica- la relacién entre las unldade~ y l/a1oriz<lr de una ill,\\I' , \
I impre"'15ib'ement~ I-)(J~itiva los libros QLe "la biblioteca canónica" cons;derari \ l' I
nores. Asi, no se trata simplemente de' mal II~O rle unas reglJs únicos, Sine '11''''
!I ordenaniento alte'l1ativa que recurre a ~érmj10s qlJe también están presente" "Il 1,
IÓ¡¡:IC:il de Ins edilcres. bs ilcad¡§mlcoS y 105 criticos. I::.s posble afirmar, entolll ,"
que la interpretación sEgún la cual Greciela remeda la buena rlasitiraclón 8'. I ",
errada como aquella que !lace que Iln hspanohablante identifique en el porlll¡,'I,,' Ullil modalidad arr:aira dl"1 españo..
Giulllil, qlle vi,e en PIsa, ofrece un pel;!1 notoriamente tont'astante COn ¡"
'111
dC5 anteriorro~. La (amilla no sólo le irJur,dióel respetogenériCQ por los libro~ y 1"1, educación, 5i10 que la proveyó de una ~m[llia bibliotecJ. en In que, según e IJ,
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de Proust a TclstOI, de Shakespeare a Wllliall Blakl". ¡je> Agatha Crlsthl('
Karen 611)(en, de Isabel Allende a Pennac, pasando por Joyce, Hesse, Kafkil
y, naluralmen te>, la~ obras de los grandes escrltule~ y poetas Italianos (Leopar{ 11,
Piran::lello, Pascoli, Cante Alígh eri, Bocaccio, ManZoni).
la formaci6n eVolilr y la familial se refuerzan rt:eílJrocamente en la constituCl'JII
de LIl hábito d~ lectura Irtensa, amplia y Organizada por categ:Jriasje clasificac¡(;jl
que depefldell de los géll8roS, a r,aci<lIlalidad 1 el carácter mas o menos clásico rj"
los libros. En esa bi:'liote:a. tcmbién entran tedas los litros de COell,ü en usos;J('
lectura que describimos I'neas abajo, junto a I'JS QU~ realizan Graciela y Edil">Oll.
Experiencias de lectura
El sigrilicado de ubiCuidad de Coelho en biblIOtecas lan ditere1tes no pI.I"(jP
ser conjetur~uo sin IJna relerencia a las experiencias de '/ida y de lectura que en
esos libros se inserta1. Desde e Punlo devista de Edll..on, de Gracielol y dIO Giulllil,
la lectura de Ccelho !!s. il.lltes eue liada, el disjrIJte de la narrativa, Jera. además,
Y en 'nrm~ inmcdist", une e~¡J~rilOrlcia de constituir y resolver formas eSJeciticils
de aflicción. Veremos de Qué manera se desarrolla cadi'! Ula. y la forma en que en ::ada una ce ellas la HeratJra y la religión resultan comprometidas.
1. Graciela nació en la Argenlina en una Pequeña ciudad vinculada al (Jesélrrello
de la pilrnJ.ld húrreda. Los habitartes de la ciudad han podido ascender: la generación
120 PABLO SEMÁN
lOs progenitores de Graclela era de tlaba]acores :>aiamente califi:ados y nu~stra
ilormante, que pu,jo es:udiilr ell la universidad, I/Qlvió J su pueble califlcadél par él
rninlstrar la biblioteca pública. que es consultada por una lutrida población es
IO\Jr. La \ra'jec\oria ascender,le se condensa en la anécdota infantil que de~Cflbe
qué m¡lnera la hoy bibliotecaria recitió su primer libro de rega'o cuando su tío
ratuperó de una de las bolsas de basura qU2. como empleado municipal, recogia
la calle. Libros y religi6n iban [lar OJmlnos relalivarrenle separados en la ~ida ce Graciela,
lue leía para divertirse o para trabajar, y era una ca\6,lca comprometda con la~
IClividades de su parroquia y ':011. una ilit.ellsa vlvencill de los sacramentos. A los 32
'"OS, cLando dejó de vivir con su marido porque le con.,,(deraba "inevit2ble", debió
lomenzar a computar entre las perdld¡¡s \Jna que (e dolió particularmente: la del
.Irecho.;. comulg¿r. Mlls al\á de \" pronibicién dogmatic<l, ¡>~tahélla particularidad
di \a situación, el ~acerdote de la parroqlJia fue inile)(ible y eSQ le cerraba las puertas
In toda la cildad, en la Que a la fuerz.a de las instrucciones sacerdotales se sumaban
,lit Inquinas potenciales de lo<; Ilue, si hubiera perm Isividoad del clero, harían valer la
protesta y la sanción del laico. Concurría a la igleSia, SE Quedaba atras a la hora de rlcibir la hostia y se frustraba. t.se es el contelllü en el ql)e CraClela comef\lG a leer
SObre "otras 'ellgiones" para sabel y para tener algÚn al vio espintual, Esa ac:ividad
no ha cambiado su inscripción delomlnaClQna\, 'j3 que aún hoy, cuand/) se declara
If\tUsia~lllaLi:l !-,ür las religiones orlenla es, mantielle su ,d",ntifi(é\f:ión como católl
ti, pero, como ve:emos, cambió su \ec\ura y su forma de experíEnciar lo religiOSO.
El encuentro con lzs religiolles orientales a través de lOS libroo; lielle para el.2I
105 ras¡;os de una ?eq~le1\a epifilnía Que recuerda el encuentro infantil con su primer
lIbro rescatMo de la basura. Mientras cumplia su funci:Jn como bibliotecaria, hab:a
organizado un<l tiesta ¡;ara colectar lilJro~ pald regalar y, luego del reparto de tod~s
las donaciones, halíó uno que habia quedado sil asignar. una obra sobre yoga y
concepciones hindúes acerca del sufflrnienlo, que la ayudó 3 redel(nir sus sen'i
mient¡y,; írerllr:: al conocimiento de un ~náli5is que habia di;\gno~tlcado la existencia
de un amenazante tumor. l.as le:turas acllvBíon un proceso semejar te al que se
reoaliza en algunas prédicas de meditación: lB vl~ualización de si miSlllCl ilclUdllUO,
le identlfLcaci6n de \a5 Te-pP',iriofle<;, (os \licios, los puntos ciegos de ese accionar,
hac'lendo una especie ce aulomollltoreo que permite la reflexión crítica y la Vlvenc ,a,
as! como la acep,ación de l:ls propios Ifmites. GIdl;ilOla leyó a Coelho como uno de
\0<> al llores w;-as obras formaban parte de ese camino de lecturas reparadOI<lS, que
a su \/ez se habían origlnaro en un recorrido de dive'sillcación y ennqueC\miento
esDiriluaL Coelho ~e Im;dliZiI en un punto de cruce de las ca:egorias pn Qlie-. Graciela
BAJO CONTiNUO 121
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clasika sus lecturas: pOr un lado, pertenece a la categoría de filosofía ya rnenclonadd
y. por otro, a la de narrativa. como lo muestra una comparación critica en la que
afirma que lo que le disgusta de Coelho es que no declare, como sí lo habría hecho
Borges, las fuentes de Jas ~listorias de las que es, a peSar de la enmienda, un gl,lll
recrea dar. Con la condición de que se entienda qL'e éstas son sus coordenadas, e;,
posible abordar el hecho de que Graciela lea a otros autores del género que solemos
llamar de autoayuda, y efectúe conlrastes criticas que revelan los criterios de Sil
preferencia: el camino de Santiago le resulta mejor descrito por el ,libro de Shlrl8Y
McLaine que por el Diario de un mago, y encuentra que Trigueirinho habla con más
autoridad e~periencial que Coelho, quien, a su juicio, "e~agera, [el inventa". Pero
si lodo esto relativiza o deprime el valor que adquiere Coelho en relación con otros
autores, Graciela subraya el hecho de que la lectura del Manual para el guerrero ,7('
la luz le resul ta erlrlq uecedora para elaborar sus sentimientos; es "como una brlljula"
que le perrlilte esclarecer su animo, aceptar su voluntad y confiar en la verSión de la
providencia que constituye el lenguaJe de las señales del mundo que Paulo Coelho
le ha hecho descubrir y descifrar.
Mas que desaparecer, la religiosidad de Graciela se ha modificado. SiguE' afir
mando su inscripción denominacional, su pertenencia al catoliCismo y su afln'ldad
con prácticas y figuras de oración católica aprendidas a lo largo de su Vida. Pero su
definición de lo sagrado se ha recompuesto JUr1to a la orientación de las prácticas.
De un lado, ias preguntas acerca de las criSIS vitales (la interrogación de io íntimo
y lo personal) la han llevado a desarrollar una espiritualidad que, apoyada en el
yo, sale en busca de unas regla~ del buen vivir que constituyen !Jna "filosofía". La
experiencl.a de lo sagrado es el resultado de una flexión que produce otra concien
cia y no de un contacto con un plano trascendental y preconstltuido. De ahí surge
una fe que Imbuida de estas nuevas e~pectativas y patrones podrra decirse se Ila
"bibliotequizado": el repliegue casi forzado a la intimidad se ha resuelto en una
inmerSión en los libros, en la subsigUiente reconstrucción de las categorias espiri.
tuales y en la posterior sustitución de la comunión por el viaje a los más diversos
lugilres sagrados y la introspecciórJ, para luego prOdigarse en una intens.a actividad
de consejo espiritual que la ubica en el centro de una red de amistades en las qUE'
hace circular, pedagógicamente, los resultados de su propia búsqueda o los materiales que le han permitido realizarla,
2. Edilson habita la favela Rocinha en Ríode Janeiro, y durante los años 1990
ha vivido una situaCión prototrpica: la empresa de servicios públicos en la que
trabajaba, que había sido privatizada, .Ie ofrecía la opción del retiro voiuntario y él
deb.ia elegir, entonces, entre la muy relativa seguridad de mantenerse en su puesto
122 PABLO 3EMAN
y exponerse a los riesgos dE' un mercado de trabaja que desde aquella época en
adelante no ha dejado de empeorar. La decisión de Edllson integró, entre otros componentes, una lectura de Paulo
Coelho que le permití.a compatibilizar dos veclores relativamente contradic\orios de
su universO de creencias. De una parte, él se identifica con un sueño de progreso
personal que se encarnaba en la idea de "no ser favelado", de trascender no sólo la
pobreza, sino lo que a veces le parecía su causa, es decir, las actitudes de espera
pasiva por las soluciones. Por otra parte, Edllson participa de ~Jna concepción es
pecífica de lo religioso aue resulta anterior a la adhesión a cualquier denom'lnac'lón
religiosa (y él mismo junto a su familia Cultivaba creencias espiritislas, afrobrasileñas
y católicas)' en vez de suponer una cisura enlre lo sagrado y lo profano, entre el
aquí y ahor.a y el más allá, y como muchos de los sujetos que perlenecen al mundo
popular, postula la inmanencia de lo sagrado, su característica de dimensión mayor
y constitutiva de la totalidad en la que vive de manera tal que los hechos siempre,
en algún grado, están delerminados por lo sagrado.9
Su lectura de El alquilnista, influyenle en la elaboraCión de sus deCisiones, daba
cuenta de los dos vectores mencionados. Para él, como para muchos lectore~, una
única frase lien" tantas potencias como el libro entero; un trecho que, de alguna
forma, remite a su situación y, al mismo tiempo, la modifica, porque permite esta
blecerla y fiJarta coma una posibilidad entre el caos de represenlaciones y emocio
nes. Un pasaje de El alquimista cumple ese rol: su protagonista se conformó con la
comodidad de ocupar una pOSición mediocre, luego de haber atravesado inmensas
dificultades en busca de sueños que volvían a reclamarlo. ¿pájaro en mano o cien
VOlando? Edilson encontraba en este dilema una fami,'iaridad con su dilema personal.
Pero mientras el protagonista del libro se deba/ia entre la mediocridad y el riesgo,
Edilson sabia que su retiro voluntario era forzado, porque no sería raro que la em
presa lo echase poco tiempo después, o que el régimen laboral fuera modificado de
forma altamente inconvenlenle para él. No se trala de una slmp!e "'ldent'lflcación"
(en sentido psicoanalítico), Sino de un proceso de simbolizaCión más abarcador que
viabiliza aquello que descnbe Petit: "El texto viene a liberar algo que el lector llevaba
T ., Véase, en "Cosmológica, hollél" '1 rdaC1Qn~l: una corflenle d~ la 1~I'i:los'da<j popular conlemporar,ea"' en este nllSm'J "Dlumen, el ~rt'urlltma L¡ue desarrollarnG5 en relJ( ,¡Jr, tOo el ~~r¡jcler COómol¡Jgico dEo I~
religiosidad popul",
BAJD CDtJ'iiNUO 123
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111. Mediación religiosa y social en Paulo Coelho
Pero si Paulo Coelho es tan <'xitoso. lo es también porque su figura slgnifH
para sus lectores un plano de srntesls de elementos de sus propias 1rayectLlfl.i'.
personales. La recepción de sus libros le atribuye al autor un particular poder di
transmisión de emociones y de mensajes morales: sus libros son testimonios r]<'
experiencias personales y reales (sea esa realidad simple transcripción de "hechos",
literalización, alegoría o, aun, acto imaginativo cuya realidad es el mismo ael,'
que vale por su carácter origir¡al y desafiante). Unidad de la obra y el autor qUI'
remite a la eficacia de todo aquello que conforma la mediación editorial (no sól"
los esfuerzos con cientes y sislemáticos de sus actuales editores, o de ao uellos qLI,'
administraron su obra con posterioridad a la consagración en términos de venLJ,
sino, también, a todos los elementos que se pusieron en juego en la presentación
de Paulo Coelho ante su público desde el inicio de la difusión de su obra). Url<..J
conclusión del esludlo de la difusión inicial de Coelho en la Argentina (muy posterior
a la brasileña) permite sugem una hipótesis que, convenientemente dialectizada.
puede encuadrar un aspecto del funcionamiento de la mediación editorial en el caso
de este autor, ésta ratifica las tendencias de la vanguardia dE' la recepción al dar
visibilidad a las performances personales del autor (que torna evidentes los rasgo:,
que orientan la predileCCión, por simple despliegue de sus h~bitos), y , exhibiendo
construyendo un perfil que espeja selectivamente las tendencias de la recepciólI,
ayuda a difundirlo m¿s f<lcilmente y le da condición estructurada yestructurante
a operaciones de la recepción que subyacen i31 perfil mítico de Coelho. Para
decirlo en pocas palabras, en varios casos nacionales, pude comprobar que la
presentación de Coelho precede al lanzamiento de sus libros Siguiendo un patrón
que aS€gura un tipo específiCO de reconocimiento de su figura. L.o que sabemos
de la historia personal del escritor y lo Que conocemos acerca de la construcción
de su perfil millco deja ver que tanto el auler real como la figura mítica (¡'ele
orienta a los leclores surgen componiendo tensiones que. en un nivel, reenvían a
las relaciones entre el catolicismo y la "nueva era" y, en un segundo nivel, a la:'.
tensiones propias de la evolución histónca de las clases medIas. Esa composición
dispone, en el plano en que se inscriben los efectos de funcionamiento del circuito
que liga autores y lectores (y todas sus mediaciones), un produclo irreductible a
sus antecedentes. una transformación en el interior de los dos niveles sefialados,
Podemos dar buenas indicaciones del senlido y la consistencia de esta alirmación
al analizar la enlrevista biográfica realiZi3da por Juan Arias en el contexto de una
tentativa de sistematizar y pasar en limpio los múltiples aspectos de la vida del
128 PABLO SEMÁN
escritor, y al contrastarlos con informaciones provenientes de nuestro trabajo de
investigación en archivo y di: la propia obra de Paulo Coelho. l'
Paulo Coelho, el catolicismo y la "nueva era"14
Paulo CoelhO suele afirmar que sus raíces católicas (nació en un hogar católico
y se educó en un colegiO jesuiti3) fundan su actual opción religiosa: una pertenencia
militante al calolicismo que no deja de ser problemátici3, puesto que sus planteas
reli€iosos y morales, expuestos en libros y performances en Que se constituye su
públiCO, poseen una serie de manlji,estas divergencii3s con las formas actuales del
dogma, respecto de las cuales Coelho explicita una reserva y la intención de una
militancia transformadora .
El relato retrospectivo de su conversión revela, si no helerodoxia, una forma muy
particular de reaproximarse i31 catolicismo de origen, yi3 que con ella, y junto a la
exposición de una forma dramática de compasión y arrepentimiento, viene una lógica
de señales que hacen de la magia, en un sentido especial y restricto, el pavimento
de acceso y constitución de la le readquirida luego de 1i3 frustración con el modo
frío y distante del catolicismo vivido en la infancia y de uni3 JuventL.!d en que esa
frustración se habría transformado en una rebeldía casi apostátici3. En 1979, luego
del período signado por experiencias de magia negra y comprom iso conlri3cultural, Y
de las experiencias que determinaron el fin de esos emprendimientos -un opnmente
"encuentro con el mal'" en un depi3rlamenlo en Copacabana que parecla vengar el
compromiso religioso "incorrecto", y el secuestro y torturas que padece en 1974, que desradicalizará sus expectativi3s políticas-, lIegi3rá la experiencia que el propio
Coelho llama de "conversión". En un viaje por Europa, visita un campo de concen~
Iración en Alemania y revive imaginariamente el dolor que es capaz de producir el
hombre i3 lo largo de la historia, siente que "debe hi3cer i3lgo en ta vida para detener
.. 11, El libro de Juan Anas, CI)flf¡'.i'.ioes de um peregrrno lObleliva, Rlo de Janelro, 19991 ~r"pljJ y delalla un palr6n de presenlacion de Coelho que, por me<Jlo de rerOrlJJes, reseñas y comenl~rIO~. ~s r~~I'I~do en los principales dlar;o~ de los paises dDnde la obra del aulor es InllClducida, o un nueVD vDlumen es I~mado
1<, Aunqu~ e.\p. Jrgumenlo llene matices diferen,I~I~s Eope<:llicos, es l1p.cesario decir qUE, AnlhD~y D'Arldre~,
en "CrlsliailisnlD N~w Age, Ocaso de Paulo CoelhD" (I¡¡,t>a¡o preselllada en el CenllD Loyola de Fe y Cult"r~,
el 19 de nlaYOl d~ 1997], elec(úa un primer e~lu~r¿o de análl.sis sobre la~ "ue~liones de la proximidad y slnlesls enrre el c¡,tQliel~mo y I~ "nueva era", ejemplificada por P¡"ulo CrJ€I~o
BAJO CONTINUO 129
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a~uel herrar de una hucllaniuad qUe no corrige sus bcuras", oye Ula voz y ve:, ""
persona que desaparece pero ",alveria a encontrar y abordar dos mese, de:'I"
el un ber. ESil pPrson2 le ofrece apo'ro e5pJritudl pald lo que interpreta come)"" necesidad de re,olver algunos probleMas pendientes, introduciéndolo en unéi (JI: ¡,
católica je anligu3 dala a \01 que aC'\I(llmpn\e sigue pertcneclcnjo lRA\-j; r"I,
A'nor, Misericordia) y en la qL.e aprende "el lenguaje simbóliCo" del cnstlarll'.I,
Asr, Paulo Coelho retornaba al ~atoIICI~mo po: la via de una orden qllf' practlcl di"
Que en Ul sentido espec({ico, l para "-1 mismo Coelho, es magia,)a Que cono,ld,'
que ésta es el poder de reCOnocer un lengLaje anterior al propic catoliclsm", le~guilJ~::J~ l<:1s ~eñales'
Ser rTago si¡¡nifica desarrollar un Joder cognitivD Que flQ siempre es aC€pl"
[lcr el <;Abel orical, Un m¡¡go es una plOf50rl<:1 comun, pero que tiene la cenClell' 1.1
de que, rpucho lTás allá de la superficie de las cosas, existen otras realidades, plr, movimientos, otras corrientes.l'
De esta manera, au, cuando la orden sea recorocida par la Iglesia, 8S OI1VI'
que ('sta opción, al perllitirle contener selectivamente los criterios mág co~, 1"
erige como uno de los pilares eue estructuran la apropiació1 y cor.stitución dr ',1' catolicismo.
Si la p,ivindicac\on y resignificación de VIEjaS tradiciones católicas (de la r,,1"11
peración de la experiencia del camino de Sar.tiago a la revalorización de la orer"I'
rle los templario~) participan de Ids arcanofillas tlpica5 de la espiritualidad rew A/.'<'
debe decl'se que Pau[o Coelho efectú", mOIJ(mi,,-fltos QlJe, 121'1 Ufl s:entido illl/eh\'
cablicizan los corceptosde la cl.ltura de la "nUCI/J crD". La mayor ¡Jdrte de sus Ilbrl'
invocan en epigrafes textes bíbliCJs que sirven c~mo clave de lEctura y de narraciom"
que, por otra parle, incrustan con relie"e preferellcial a la<; figuras ;atólicJs C(I d
cor.texlo de un pensamiento prcpio de la "nueva era". Sí su idea de que "todo (",
sag'ado" insiste e, un tema Cl.3SICO de Esta corriente, debe computarse como part"
de su ¡.iro-catolicidad la centralicad de pasajes, personales y :omelllarios bíblico'"
y en espec al los reotestament<lríos, así como a presencia de la vocación marland
el'1 el clJltivo 'f lil Mlic\Jl~u6Tl UI;; sU propuesta de cultivar el lado femeninD de 1.1
divinrdad. Y, Sobre todo, es necesarIO reparar en la sob'eimpreslón del moncte¡"smfl
al cJntexto de 101 "nueva era", que está menos preüCU¡.iaud por esa cuestión y e:, una cultura religiosa qlJe acepta lodo tip:> de di~illidades. UIl deísmo que, además,
., "'AnJ3.Ju~ll,OP ~I!., ¡; 115
130 PABLO SEMÁN
no se reducE' a la d8finlCIÓl de la jll/lnldad E'1l TérminOS de ene¡gia Impersollal como
," tlpico ell los newagers: en el centro de io sagrado. impera Un DIOS al que. en
una concesión al espín tu ecumérolco de a "nueva era", se llega 01 través de las más
diversas experienclas. l "
La tentatil/a dE definir la posición denomin3r.ional o confesional de Coelho no
puede conceder ni a la autodeflniclón de catolicismo del autor ni al análisis de
los contenidos de su doctrina, oue pOCTIa e'lldenclar IJlla dlstarlcla Que no debe
ler nterpretada como ruptura sino como efecto de una s[nle5Is. Esta tentativa de
Interpretación debe asum r el dato que supone~ la heterogeneidad de los formatos
Institucionales del catolicismo y 13 "l'1ue~a era": ésta in,tituye ~reencias y pr¿dlcas
Que abarcan (y exceden) el campo religioso, a partir de dinámicas y agertes diferentes
de las Igle~ d~, Auermb, erl ~u ¡;arácllOr de L:ullurd rJiferellL:icllJ" rJel¡;d~ollL:l~rrlJ y de
la cultura cue éste produ,o, penetra el ámbito católico constituyendo la oportuni
dad para la articulacrón da nuevas catollcldades. Paulo Coelho es, jUstamerte, un
operador y Jn resultado d2 ese encuentro,
las clases medias y sus síntesis socio-espirituales: de Chico Xavier a Paulo Coelho
La tenSión que se localiza en el plan:> de las id€olo~las rel.giosas armoniza COIl
la vibración de otra cuerda: aquella en cue se t'enz:an las tensiones de la biografía
de Coelho y su moldo, la crispada evolución de las clases med,;).s a partir de los años
1960. t: 11 12 Diog¡a~ía de CoelhO, más all¿ de las idealizaciones retrosP2clil/as están
presentes los elerrentos oue caracterizan una conflue~cia que hizo de los jÓl/enes
el vector del desarrollo de una nueva plataforma cultu'al elaborada en el ccnlex\o
del conf!ictJ que Enfrentó a la generaciól'1, o a parte de ella, con las precedentes.
El espiritu de cuestlonamlento actll/o de los mcdelos culturales que comenzaron a
considerarse perirridos, Que se organ'lzó como reclamo por la autonomía ind'vldui31
en las dimensiones del vínculo familiar, el seXO y la or entaclón religiosa, y que se
"lO. El DiariQ de u,7 mag~ orrp.ce Lila modiJ"""o~ nllJy cl~r~ ce esle mJlll, El rLego que 01 guí~ en5eña al pfOlagnisl~ 1.01 ~I úpio C0e111O) dice' '"len piedad ¡k 1)<; qu~ reducen el Cosmo;; aun~ ~~pll:a~lon. ooer" len piedad de los autO pos~en la fe cie~a 'f en los l~b()f3tan~, tromlorrrlan mereUrI) en oro. f e~l~n 'Ddeac1o~
de lill'os 5üb¡e IDS secrHos d~1 Taol y el P?der de I;;S p"~n,,c~> Pürqu8 ell()~ no CQrll,Cen 'Iu lef G\,lg (\;c~
es de 105 nlli05 el Re,nQ Je los Cielos"
BA.:O CONTINUO 131
plasmó en experiencias en las que se apeló a sustarlcias "para alterar la conClenCI.1
'r1ormal''', en apuestas colectivas de cambio del orden sociopolitico, en la re;,vlndl
caclón de las sexualidades reprimidas, poseyó a Coelho como a tantos otros, Coelh\l
usó drogas, le dio letras a movimientos de renovación musicai, lino momentos ri,'
duda sobre su orientación sexual, se comprometió con religiosidades aiternatlvas y
flirteó con politicidades revolucionarlas. Y éstas, a partir de experiencias posteriorr.s,
fL.leron simbolizadas como límite, exceso, equivoco o padecimiento, en una espeCI,'
de GrIsis de madurez que se resolvió con la recomposición del proyecto de vida.'7 A
partir de ahí dio continuidad a \a pasión estética, reemplazó el afárl de revoluciórl
social por el del cambio a partir de cada uno, reelaboró y profurldizó la dimenSli¡rl
rel':giosa carlcelando e', aspecto negro de la magia (el que se proponía Interferu en
la vida de los otros sin anuencia), con la conversión al catolicismo y con el desa
rrollo de una cOrlcepción que postula la consistenCia sagrada de lo reaL Cada unü
de estos pasos compone un conjunto de mOVimientos a traves de los cuales Coelho l'I hiZO su propia versión de la continuidad reelaborada del proyecto de la autonomi~
que tuviera expresiones po'liticas en los años 1960 y 1910.18
A partir de esta evolución, es plausible colegir que, en el caso de Coelho, 1" tensión new age- catolicismo que relevamos en primera Instancia tiene una premisa
motora en la dinámica y en la tensión entre dos polos: por un lado, la rebeliór, cul1" tural de los jóvenes de las clases medias en la década de 1960 y su recuperación
critica en los años 1980; por aIro, un catoliCismo que fue tomado comO expresiór¡
dominante de la "tradlción" que los jóvenes de las clases medias habian transfor
mado en blanco de sus alaques.
Uno de los más rigurosos estudios que se hayan produci do sobre el desarrollo del
espiritismo en Brasil demuestra que su más valorado lider -Chico Xavier, oue llegó
"
Il' '1'
[\ "" Es lodo un simbolo de e~tB periplo €I qU€ "aulo Coelho h3g~ Cue~tlón de aUJrar que f'etru5, 5U guia en el camino de %i1liagü. sea religioso, !leo y militante del millco ParllClQ CQmUOIsta Ital,an(l. D'Jdo qU€ €sle Pi'Sal€ haya srdo uno de las mas Impar lanle,; para su~ leclor€s y Que wa ~ste paragrafo ~I que IO~¡e trdn',""ti' "na vocación de L:M·,;rllaCIÓn enlre ideales Ju.-e~II~S yrealidades madur~s. Pero no m~ p~r€ce qu~ ',.,_1
,1 de$LJmlnado pensar que eso dlc~ mucho de I~ lorma en que Inscrlb,ó sus reo"e~t~cl"nes vltale~, QlW é~
lo que Importa en este puniD,,1 lO. Esta lesl~ e$ {ormul~da por MaflaJui',a Caroni en "Nova Eré! AalJ(Onomla como relig¡~o" en Can:Jw, M
1 J (arg.). A Nova Era no Mercosul, Voze~, Pelrópul's. 1999, a propó~ITl1 del complejo ds temas ~ acllvldades Impl'cadost:nla '"nuel'" ~f~'
132 PABLO SEMÁN
a tener un reconocimiento social exterior a su propia religión- fue popular gracias
a su capacidad de mediar y componer dos papeles clave en su época: el papel de
silnto y el de "Caxias" (el cumplidor, el observador de las obligaciones) que tanto
atraían e influían en las ciases medias en formación. 19 De acuerdo con la lógica de
esa hipótesis. Paulo Coelho puede ser concebido como el intento de componer una
tenSión entre dos polos que corresponden a una nueva plataforma del desarrollo
de esas mismas clases medias. En uno cie esos polos. ya no I',ay "Ca xi as", sino una
profunda diVisión entre "locos" y "caretas" en la que los primeros, aunque qUlzas
nunca hayan Sido mayoria, tuvieron la iniciativa eslratégica y la capac',dad de dis
tribuir íos nombres; gozaron, en definitiva, de una especie de hegemonia. En el
otro polo -el del Santo-, lo que tenemos es una conciencia que registra los efectos
de la pluralización del campo religioso y, sobre todo, una situación específica: la
transformación "muda" del catolicismo, que ejerce una función rectora en ese campo
pero se ensancha y se agrieta con la incorporación subordinada de otras espiritua
'Iidades o en el diálogo tenso con los efectos del desarrollo del espiritismo y de loS
subjetivismos religiosos amparados por diversas psicologías. Estas diversas mani
festaCiones religiosas también han producido efectos en el polo en que se enfrentan
locos y caretas: trazan en el campo religioso, junto a esoterismos y orientalislTlos,
los antecedentes culturales de lo que podra constituirse, luego. como "nueva era".
Si esto es así. puede decirse que Coelho media entre una nueva fase histórica de las
clases med',as y los efeclos de 'la tramitación de esa fase en el campo religioso: ha
mediado entre el rebelde y la religión que ya está sacudida por la rebeldia. En esa
tensión no se limita a componer y sintetizar corrientes preexjstentes: por la época
en que le ha tocado actuar, por el papel que desempeñó efectivamente en ella,
tiende también a constituir esos momentos que, de forma transitoria e incompleta,
son antitéticos: Coelho, como militante religiOSO allernali,vo, es el rebelde pre..io a
la conciliación, Pero también es el que, como literato, ha conectado los presupues
tos alternativos con el catolicismo. Y al acerC(lfnOS a los momentos actuales de la
vida de Coelho, que son los de su desarrollo como Hterato y los de la resolución de
una trayectoria previa, nos encontramos con un ejercicio que, en otra situac;,ón, es
análogo al de Chico Xavier: allí donde éste componía al santo y al "Caxias", Coetl',o
'1' 10. Véase Le",gay. Bernardo, Os ~spl/da~ e as letras, um eslu¡}o antropológiCO sobrfe a ,';!tura escrita e oralidade no e~piri¡¡~mo kardeCl$/3, tesis de jo<::t(lr~do, Unlversld~d d¿ San Pablo, ZÚOO
BAJO CONTINUO 133
concilia la rebeldía y una conciencia re"lgiosJ heterogeneizada pero todavía reerol, por el catolicismo,
El hecho de que en mucho5. de los paí5.es en los que Paulo Coelho es tan vendlll"
y leido como en Brasil no haya existido un ChicoXavler no implica la imposibillUoIiI
de trasponer la analogía, En primer lugar, porque la bifurcación tensional de 1;,',
clases medias, el surgimiento de supuestos culturales que se expresaron en la 1('
consti!ución del campo religioso y el' la re lectura del catolicismo no son fenómen;
exclusivamente brasileños. En segundo lugar, y esto es más importante aún, porqlr.'
esos impulsos culturales de l<ls clases medias han sido parte de lJn movimienll:
de fusión de horizontes y perspecti"as transnacionales del que Coe,lho no es s61"
un articulador sino. también, un resultado, Y como ese movimiento obra más all.,
de Brasil, un resultado como Coelho es posible mas allá de su patria. De hecll<'
Paulo Coelho es impensable sin las "ras y los horizonte5. simbólicos transnacionak'
generados a partir del rock, de la cultura pop, de la maSificación de la psicologi'l,
del cambio de pautas de relación entre géneros, de las etapas iniciales de la "nue",'
era", El hecho de que en el caso brasileno haya habido entre las c.lases medias un" religiosidad "extra" y "poscatólica", densa e instauradora de una diferencia "fuerte"
en el campo religiosO, no debe OScurecer que en el caso argentino, por ejemp,'o,
exislleron expresiones de diferenciación como el propio espiritismo, la profUSión d('
la literatura esotérica Que había creado su propio y enorme campo dI" lectores, y
una amplia y variada 5.1"(11" de cultos en 105. que se santificaron perfiles, prácticas y
valores de la clases medias bajas. Este conlunto, por menor que haya sido, tamblfl'
carcomid la hegemonía católica, 'les pOsible afirmar entonces que IJ diferenCia brJ
silena es .Dor ende de grado, y que la tensldn y la posibilidad dI" una sin tesis corrll! la que opera Coelho lambiér. estaba dada en el caso argentino.
Paulo Coelho: literato y sacerdote su; generis
Como consecuencia de las mediaciones que ha concrl"tado en la realidad y en
su propio perfil mítico, Paulo Coelho también I"S protagonista y re5.ultado de una
operación qul" redefine, polémica mente, los atributos del hombre de letras consa
grado y, en 1"1 mismo mo"imiento, las carJcterlsticas del líder religioso y moral y la'relaciones entre ambas figuras.
Por mas discutida que pueda ser la Academia 8ras.ir'l"lra de Letras (ABl) para lo',
críticos "anguardistas, y pese a todo lo que sea posible argüir con razón acerca d('
la pluralización de las instancias de consagración literaria, la incorporación recientr'
134 PABlQ 5EMÁN
de Paulo Coelho a esta academia es un momento de legitimación de un literato.
'( como lal, tiene la especificidad de ser punto de encuentro entre las estrategias
(concientes o inconcientes) de Coelho y la51endencias históricas de la institución,
una mue5tra cabal del hecho de que trayectorias y perfile5. d,;(erl"ntes a los tradi
cionalmenle admitidos comienzan a ser parte de los círculos de legitimaCión de las
61ites de las tetras, El contraste entre Paulo Coelho y los perfiles tradiciona.lmente
dominantes en la ABL no podría ser mas ilustralivo'Q: Paulo Coelho prO\liene de la
cultura pop bajo su forma de prensJ alternatiya o de industria discográfica, es decir,
de ramas jó"ene5. y exitosas de la penultima camada de la modernidad brasileña,
mientras sus colegas h<ln hl"cho fortuna, en la mayoría de los casos, en la5. profe·
siones liberales tradicionales, 1"11 el periodismo, en la cátedra universitaria (muchas
veces combinando estas actividades en grados "ariables). En el interior de este
desdoblamiento, aparece un "ector que agudiza más aún el contraste: Coelho ha
Sido casi Siempre un hombre inserto en el' mundo pri"ado-alternati"o o mercantil,
mientras la mayor parte de los miembros de la ABL ha desempenado cargos públi·
C05., ejercido la diplomacia, batallado politicamentl" por ta conducción de algun n¡"el
estatal y, en muchos casos, logrado accedl"r a importantes posiciones leg,;stativas,
ejecuti"<1s y judiciales.
Sólo tres de los miembros de la Academia de Letras fueron religiosos, es deCir,
sacerdotes cató,licos. Últimamente, Palito Coelho hesita I"n definirse como mago,
dando la impreSión de que para ganar el reconocimiento del mérito literario por sus
pares estaba dispuesto a relegar un aspecto que generaba los más importantes
CUl"stionamientos de una parte de sus colegas. Sin embargo, si se atiende a sus
presentaciones internacionales, o a su PIDPIQ discurso de asunción en la ABL -en
el que la profusión de citas literarias de los c!;!¡SICOS y de sus predecesores en el
puesto fuI" acompañada por las del Tao Te King, San Pablo y Martin Luther King, es
decir, dI" ia reiVindicación de las figuras ético-religiosas que, la literatura de Coelho
cultiva en forma permanente-, se verá que, aunque no lo reconozca p.lenamente,
Paulo Coelho podria inaugurar en la academia el linaJe dI" los líderes religiosos alter
nati"os implicado en su carácter de mago y su síntesis no"edosa de las experienCias
literarias y religiosas.
T 10. la elaboraCión del cnnln,[e en[re I'aula Coelh0 l' el per[il h,stonco med.o de [0$ 'lh~mbra5 de la Academia Brasile¡ra de L,~\'as 11~"d tn ~or15ldHación d¡,[o~ "'~I'd'J' hasta 1999, '~~(Jn I~ ~Iaboraclón Q"l!,r;al de Cosla e Silva. Valeria. Os seg",do~ da irrmorialldade "m~ elnDgrafla da Academia 8rasilElra de Lelr~", t~5,n~ de mae~\rí~, L',pJiMu5e1J NaC'OMIIPrGA" 1996
BAJO CONTINUO 135
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Ahora bien, es preciso considerar el reverso de esta situación. En el plano 1'1,
gioso también tenemos efectos que deben computarse. Paulo Coelho no ha Ir,I,
tUlCO una iglesia, un culto o una secta, y se autoconcibe y proclama corro caloll'"
No obstante, es posible hallar entre sus lectores aquellos que, de acuerdo COIII,
lectura, aconsejan, promueven actitudes, aSOCian, y, por otra parle, aquello.:. '1"'
pese a que ei autor no lo ha sancionado, han encon:rado en su obra un corpu'. ,¡,_
creencias o p ezas de uno que componen con otros I bros, textJs y frases, luer,<' ,j._
haber fracasajo. por las más diversas raZOnes. en instituciones religiosas ce form, 11,,' más clásicos, con sacerdote, ritual y ofrenda.
Perm[tasenos inscr,bir lo que ellos nos dejan conclUir: Paulo Coelho y 011'"
casos similares constituyen, en el campo religioso, mediaciones de nuevo tipu 1.11
inu~itada~ como <;:1 hecho de que, en la Academia Brasilera de Letras, es, tambll'r" un autor de nuevo tipo.
IV. Conclusión
Un texto raro de Bourdieu define con claridad las propiedades de la coyuIl1111"
histórica en que produce sus efectos la dialéctica que liga sociedad, autor y lectorl",
en el C<l~lJ de Paulü Coelno. En él afirma: "el desmoronamiento de la lrontera ,JI'I
campo religioso" se une con "una redefinición de la división del alma y e cuerro y
de la división correlativa del lrabajo de Curil de almas"!1
En ese conteltto, encontrar!lü::i el flrl del rronopollo del sacerdote, porque lenemO',
el fin de la es'era de I¡¡ religión como campo de los bienes de salvación definido',
a parlir de la separación alma-mente-cuerpo y porque también está cuestionada 1,1
r¡:>2 lil de la divi~ión de 135 especialidades y sus inculTlb~rl(;ias. L~ literatura de PaUlo
Coelho, de la producción a la recepción, aparece corro la oportunidad para que Id
disociación letas-religión sea Cuestionada 'J reelaborada.
En primer lUgar, flMil 1<'1 mirada disciplinar que he consagrsdo dos tradiCI(.Irle',
epistemológicamente ciegas ante el cruzamiento de los hec has religiosos y 'iterarios
De una parte, una amplia lradición de estud:os sobre recepción que, por esperar Id
'"" ll()u'tJi~\¡. Pi,,¡¡~, "la Oi~(>luciJn cl~ID rell¡;IQsú", En C()5a~ JI¡;/Ias, Gndl<..a, Buenc~ Aires, 1985, p 104,
136 F'Al]LO SEMÁN
liberación por vla de los libros, tiende a excluir la "esclavllante" literatura religlose
de 5U campo de objetos. De la otra, unas ciencias sociales de la religión que cuando
.dO;:Jlan un nEcesario giro antropológico relativizan el valor d~ los libros rel giosos pOI
.er simples expresiones del dogma que lada religión realmentE existente reelabora
In usos históricos (que son los que deben Inleres<3r ~1 Investigador). Sin embargo,
111 separación entre estJdlos Ilter<3rlos "llumlnocénlricos" y estudiOS religiosos que
procuran su verdad en rituales y vlvenc'las, lejos del catecismo olicia\ escrilo, Sé
revela estéril cuando públicos amplísimos han privilegiado la literatura religiosa y
cual'ldo las rEligiones realmel'lte eXistentes comlenzan a hacerse con hbros y er
forma autónoma.
Dieno esto, se comprueba que llay algo más impertante: SI la diSOCIación de las
disciplinas se ITIUestld problerllátlca es debuo a qUlOas prácticó1s no s¡o n,gul<Jn por
Isa separacll<m. N\Je~\¡u5 casos, al exponer \.lna seri:o de articulaciOlles slf1gulares
y contingentes entre régimen de creenCias, fOrmas je relació:i con la literatura y 'I!lpresentacione~ de la per~Orla y ~l.lfr¡mier.to subyacellte~, p~rm'ten aCirmar una
conclusión: es imposible retornar al tiempo mítico en eue las prácticas parecían parte
de Ln contim.um, mas es igualmente impOSible el rég1rnen de se.;[mentaCIÓn perfecta
que presuponen las miradas discipl inares. La realidad que las discipl inas desconocen
te localiza en el juego en que lo qLe nunca termina de definirse como exclLsivamente
literario y lo que nunca term ina de definirse exclusivallente cono religioso dialogan
y se modifical recÍprocamente. De ahi surge una forlla de 5alvación que está más
IIcá en vez de más allá, una oración que se hllce sin saberse tal (Como lectura,
como distanCiamiento de sí mismo y como retorno crítico sobre sí) De ahí surgen
escritores qu~ moralizan, al apelar a los irrperativos d~ una totalidad cosmológicll
que ellos mismos ayudan a reconstruir. De ahí, por último, surgen pOSibilidades d~
construcciones éticas 2 las que el supuesto de la irrelevancia del género les resta
una importancia histÓrica que, sin embargo, y como 2flrma Giddens, es comparable
ala que tuvieron en otras épocas los manuales de conducta medieval uti izados po'
Noroert Elias. o las obras de etiqueta estudiadas por Erving Goffman."
.. .., La Observaco8n es aplicJda por G'cldU" ~ los IILIOS Jc ¿:¡uto~yu,'J V~ase G,dd~ns. AnlhQIly. A trans/DIma¡:!o d~ ¡otltnl<!adc, 3cxual:d~dc, ~m," e erotismo ,-¡~s socled~d's modernas. U,,,.s', Son r'nblo, [00.;' pp. ;4-S
BAJO CONTiNUO 137
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desarrolladas Junto a la lectura de Paulo Coe,'no en Buenos Aires yen Río de Janelrr'
Por medio del conjunto de los an;;.lisis queremos demostrar que la expansión eh,I" discursos que exaltan y aseguran ,la prosperidad malarial desde el punto de V¡:,I ,
espiritual o religioso puede explicarse por su capacidad de permitir el ensamhl'
entre tendencias rndividua1izantes. consumistas y terrenales y una visión del mUflcl"
que describiremos como "cosmológica" (tendencias contradictorias pero compl(o
mentarlas de la sensibilidad de los sectores populares de las poblaciones urballd'
latinoamericanas).
En principio parece no haber ninguna conexión entre los contenidos y, 50b,,·
todo, ,los ámbitos de circulación y recepción de los discursos de la teología de I,
prosperidad y la literatura de autoayuda: una parece enraizarse en el mundo pell
tecostal yen las clases populares; la otra, en un mundo menos confeSlona,1 y mil',
ligado a la~ clases med'las Pero esta apariencia, resultado de una apro~lmacló"
parCial y distante, es un obsláculo cuya superación sert! productiva. En este capítlJlr,
demostraremos el isomorfismo de la recepción de ambos discursos, ademt!s de dlIIJ"
esa imagen de descone~ión, contribuirá a discernir un horizonte de concluSiOrle'
en extenso. En la primera parle mostramos el tipo de slntesis que se ejerce en 1.1
recepción de la teología de la prosperidad, así como también que esle discurso s("
expande mucho más allá de una determinada confesión, En la segunda parte darl:
mos fuerza emprrica a la conexión exislerlle en la recepción popular de diScurso'.
aparentemente heterogéneos (como les de las Iglesias evangélicas y los de clert,1
literatura de masas) desde otro ángulo Haremos ver que la recepción de las pro
puestas de autoayuda Juega con los mismos elementos y las mismas operacion0:,
de síntesis que promueve 1'.1 teología de la prosperidad. Además, al mostrarse qUl'
en (as mismas clases populares en las que crece el pentecostallsmo se lee a PaL'I\j
Coelho -aunque, obviamente, el con/unto de sus lectores exceda esa localización
social- quedará claro, junto al isomorfismo de la recepCión, el hecho de que aIJ·
toayuda y prosperidad tienen espacios sociales [je intersección."
... L P~ulü C(l~,I~O es uno de lo~ ilulorel mas I€idos en variOS pc,',es elel mundo. Sus n~lr~ClOnes conllu''''I, Var,G~ dp(o~ lóplcos Que (alacle,iian a I~ 'ellglos,dad de (~ ·Nue'·~ Era" Sobre e~l~ ,'€I~ciCm y sobre lo '1,., enléndCrrlm por ·'Nueva Er,," .€ase en esle lT'iclTlQ '(llumen "Enlr€ P~nlecoslés y BJtJ~1 El caso de P~"-I,,
Coel~ü 'j su" l~cIOf€S"
,. f lay 01 ra ob¡ecil'n qut· puede hacerse al plantt:o d~ ~"le capüulo yquuuroQ~ respo~della, ¿Por que tr<lb"I'" con un caso brosile~o y uno argenl,n~' lL~.; contextos ~on 'gu~les' U lór,~esl~ es que ~ jlrülJO~110 LIr:I el~lTIento que e,l~ capitulo prelende suo'a:J~r, de la dmler,,,on dl':lsl,a que est~ M Illego en los do<, CdSo' (I~ p,eserlci~ de una conCiencia cDsrrlOló~lca que acoge y defl"~ €I 5enhdo dé "'~~U'SQS de auloayuQ;' "
140 PABLO SEMÁN
Si esta demostración resulta satisfactoria podrtl admitirse, corno una de las
conclusiOnes de este trabajo, que el conlunto de los ferJómenos aludidos en este
capítulo conforman algo mtls que una moda pasajera, o el efecto simple y directo de
una brutai presión mediática Son una articulaciÓn simbólica espedfica que tiene
potencial de duración y densidad propias, En este contexto subrayaremos el papel
habitualmente despreciado de lo que llamaremoS "concienCia cosmológica" en la
recepción y semantización latinoamericana ante innovaciones culturales como la
teología de la prosperidad o la ¡,'ieratura de autoayuda,
Antes de segu'lr ese plan es necesaria alguna información básica acerca de lo
Que llamarnos teología de la prosperidad,3 Esta innovación teológica fue desarrollada
en centros evangél,;cos del Hemisferio Norte y rtlpidamente asimilada por una parle
de los líderes pentecostales latinoamericanos, y se conVIrtió en uno de los locos
más atractivos para la observaCión del deven'lr y ,las perspectivas culturales de los
grupos pentecostales y evangélicos en general.4 Para definir mlJY sintéticamente
esta teología digamos que se trata de un conjunto de proposiciones dogmt!licas.
rituales y eclesiológicas en las que se afirma una relaCión entre la comuniÓn con
Dios y el bienest<lr material, Junto con la afirmación del carácter económiCO de la
bendición se encuentran las !(Jeas de confesión positiva,5 de liberac ión económ ica~ y
PtOSp~"d~dl. los conl€xlos ~on r"ldli.3nlenle hamogen~o~. No disponemos dé ~spaclo para ef€cluM la delTl05tra~lón corr€~pOl\d,enl~, pero €sla SG mlcuenlra d'Spúnl!)le en "Cosm01(;g,c~, ~olISIJ y relJc'ú~al
ur.a c()[[iente de la rel'F.,os.'d~d popul~r conlempor~npa", en "ste mismo vol~m~n, "ancle, Iras el am'I.';I~
de IlnJ vilsla I,teratula, p,,'p(jn~mos la p05Ibrl'da~ d~ drscemlr IralD~ ~"~Iunes en la lellglüSldad l,{)puIJ' lalinoamerlc"na ronlcmporanea J. Para una t:.pü5Ic'Ón dp. 135 delc:"n,ni!clones m~5 ganerales de e,le d;5CUl~0 véase André C,lrlen, L€ Pentl!co'lsm~;J., Br€~II: Emo/¡ons du pi',""r€ el RGmarlt,~me Theoiogique, Khartala, 1995: R,L.1ruo Mariano, /rJeor>enlec,,~IJ/i5mo, os penlero~lals estJo mudando, T~5" da maeslría en SocjQlog'~, Universidad de San Pllblo, 1995. Y"Os Neopenlp(;~SlalS ea Teologia d~ PrQ,peM"de", Novos E5/lJdos W 44, Sa~ Pablo, 1')96 .Para una €xpoSIClón ,>obre su introducción en la Ar¡;fr>¡ina ,ease Norb~rlo S<Jracco, ·'.'Ir~enline Ps~lec¡,sl"I'~m
it'l H;sl.ole and Theolo¡;)''', l€sis de dor.loradO, lInivelslly 01 BlrlTll~l:ham, 1989, '·Sin d~scuidar las especifiCidades ylasdi'larn;ca, ~8nom,nacio~"le .. c'eemos que en vez de habl.lf de penlecoslalismo~'slo<J3m~nt~ ~s ntl"eS3nO lertr"~~ J un campo eVangHfo ~rl el que las d,vel5a,> denommaclOnes negoóarl semPlanzas Yd·,felNICLaó. D€ al" que en esl e Ir~t>a¡J ,,"1 u5J d-o la palabra 'ev~"g~.Iico5' rei lera a sujelo~ que ~<ln penlecostale, [,~ ~M~rio WynarClyk y P~PIo Sem<in, "Cam"o fVan¡;eltCO e pefllecoslal15mo en kl Argenlina", en A. F,ige'¡o (comp.), El penlero'I~"','mo en la Ar¡;€nlma, Cfntro Editof de .'Im~"c~ LJlinao Buenos A"e" J99,1. henlos dado fuenla (le 1,1, ';iluaciones empirrt,,~ 'lu~ nas pelmlten e,I',' u~"J En lada C~50 e~le Jrlicu.I", a Ira,és del an~h~" de I~ CirculaCión d€ I~ t~olog,'a de la pro~pe,id~J, eI~r¡' rJlQneS adl',onale~ para idirnMr esle cnl€rlO J, En una fornl<llac,ón relallvamenle carKlnlCd lil ,dea de conf~Sl6.'1 pü511"a Implica qUé CDn,'esar eó "af"mar lo qu~ el eem'lS, leshilcar (le ,;I~l' que sabemos" y supone: "¡,J ec'nocer lo que dIce la f¿labra de DIOS ra,~
mi vid.1, bl Creerlo Inlp"mrn~nle, y el Declarado ~ubllca01€nle".
EJAJO CONTiNUO 141
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del carácter sacramental de los diezmos. De una parte se garamiza que la tencill 11I11
divln~ incluye el ::'Iienestar material además de salvación de'l all1a, salud y SOSI"I',"
mientras de otra se sostiene que se practica la vida de comunión y acercarnlf'lll:
a Dios donando y esperandco que lo oblado sea retribuido con creces. Si el [1111111"
elemento entra en confrontación con las tradiciones que en el cristianismo dirl¡:III"
a los más pobres han afirmado el caracter beato de la pobreza. el segundo ha C,ld, I
objete de crilitas normativas por parte de 10<, más ¡jivi>rsos agente!'> humorista'., ,1"
lelevlSlón, profeSionales de 13 psicologia, la medicina y la sociología han int~nlil,I:,
ellcolltrar ell esa 'teología la simple y e~cllJ"i'Ja corsun1aciól'l de lm3 es'tafa o \111 \
exaccón impuesta a personils imposibilitadas de defenderse, ':1'1 las conclusioll<"
Elpreciaremos críticamerlte e~l;';5 flosturas. Veremos primero cómo ella se exp:lIlil.'
dellsificando y reorganizandc el mUlldo e'Jangélico para luego examinar un caso d,'
sus apropiaCiones elltre creyentes de un suburbio de SUellos Aires Seguidamenl,'
compobaremDs qJe es posible eslablecer una forma de producción Simbólica allalol', en relación COIl la literatura de autoayuda.
Desarrollos de la teología de la prosperidad en la Argentina: de rasgo neopentecostal a operador de la cultura evangélica
la difusión de la teología de la prosperidad en la Argelllila se 'Inicia con 1"
prédica del pastor Cabrera de la Iglesia Visión de Fe, que, de alguna forma, Oflelll
como artífice Intelectual de la misma a partir del flral de los aFios 1970. Su tared
110 se limitó a la plédica silla a la elaboración de las Justificaciones de una rovedilll
que muchos, ell ese campo, resistran. Su 'Jersión de este diSCurso no diliere ell
demasia de la consagrada por los celltros evangélicos que le dieroll Origen. lln"
'Jersión ya argelltilizada de la teología de la prosperidad es la propagada por rl
pastor Glménez, que hizo de este planteo una de las características centr:lles ,Ji'
su millisterio: Giméllez cultivé, ell nombre de su religión, un estilo partlcularmelll('
conflictivo para el mUlldo ()'Jargéllco argentino. prosperi¡J,1l1 er'a I~ cercanra estétlc;1
'V'
, b u"~ '~"'1i1 dp ~"orL!lr ~ lo> dcmc,,'% ~ c>pif¡~U: d,' p~br~ta
142 PABLO SEMAN
y moral al mundo de las estrellas de cine (le valió el título de "paslor de las estrellas
y los actores"). Sin =mbar€;o, no son estos dos pastores protestantes los [micos ex
ponellte~ que, en lérmi nos generales, parecen acercarse al tipo neopentecostal,' E.n
forma sólo aparentemente paracojlca son pastores pertenecientes a denominaciones
tradicionales (como la Unión de Asambleas de DIOS y Asamb'leas de Dios) los Que
le han convertido en los principales referentes de la prosperidad. Han convertido
• sus igleSias en tenp\os que, ¿entro del popio urü'Jersa pentecostal y evangél ico,
constituyen un lugar de peregrinación específica para las corrientes que fluyen en
tU interior; estos pastores son considerados portadores de bendlc. ones específicas,
reciben la continua vlsila de predicadores internacionilles de pro5peridad, pr-Jmue
ven Ull estilo de Vida identificado con er alto consumo, al que eS:lman consistente
con sus nOCiones de prosperidad, y opera""1, en función de esas deflniclolles, una
conciente selectividad en Sus políticas de 'eclulamierto y expallsión,
Uno de los pastores que más ha ímpuls2do la idea de guerra esplritual Sy qLe más
ha inflUido en procesos de expansióll del pentecostalismo (y de pentecostalizacion
de las iglesias evangélicas) es uno de los más tenaces oponente:; a este discurso.
Carlos A~nacondia, evangelista reconocido y unánimente admirado por la mayo' parte
de los Dastore~ rle 1(1 Ar8entill<'l ha 'Sido IIn") rle Ifl~ runtfl~ dI" <"poyo más fUertes rle
ledos aquellos Que resistell la penetración del diSCursa de prosperidad."
Todo esto que referimos puede dar sustento a una de las afirmaCiones que nos
interesa plantear: el desarrollo de la teología de la prcsperidad ya no puede enten~
derse como directamente dependiente de la expansion neopelltecostal, como efecto
... 1, Son pa,lore ó (lJyas Igl~,I~s se acerc"r r'laS QU~ nlflg,ma oh" de \~ Arg~nl'n", 3la '~()m\)l\\acI6\\ G" ra>I:(\~
que Mafl~nQ< e" "'OS Neope"lecost~i5e aTEOlo~IJ" ',prepOlle par~ Id~ntfficar El tipO neOpente<;Qslal (~dQpcló"
de la guerra espiriluar y ce fa 'eolog/J ae la prospend~d, y fle~ibililación de U'>OS y costumbres). [1 hecho rle QIJe ~e3l11()<; r"as "~<Jre"lecCl~t3l<', de la A,genlma, yQue SÓI() ~~ ~proXlmen relal vam"nle a"So> rEsgos fip<Jróg'co~. "O h~~e mas ~O~ nloSlr ~r I~, restri( CIO"~, ::¡u~ debe dSUr "r eSil L1~~iltcaClon y la n€r;O:\ld~d de pensa' lo> renómenos penlecostales en térmlJlos de la dinamica del campo evangéli:o ,. La i¡Jo:¿ de ~ueff¿ espi'llu31 ha pr()l()ngado y~a~j iden\ilr,ado la nQ(I(n de b~ul',moen el Espíntu Santo (la e~perl~ncl~ e'l~hca fUJldJrfl~ntal del po:rlsco,l~ll~mü, i'Qu~lI~ en Id q'"", a \'JVi'~ d~ un ¡-'ech~ eX\Tilu'd,,,¡;\\(', el SUlelo se encuentra pu~onalmentJ Gcn la d,vlnidad) cun la ~Xpul~,ón de d~rnonlo; yrilo, exo" ISlICos de diverso tipo. D~ allf ss hen derivado lecfllcas de e~aflfellzaclón de masas QU~ Incluyen el reconoc,mlento oe lOS demonio, e~peci¡\,.<}s (\lO \:,¡tda cullu'a ~ (Bda (i\,d;,rl ¡Jara rro"Tlove' p.v~n~ella(ianes ma,i,as m~s
eficaces, Asl l(l~ parlidar (lS de l¡; guerra eSI',,,lual eV~n&elizan cont'a la u,nl,anda en Brasil y ccnlra lo, "~uallchos' en la Argentloa. 0, No nuS ref~rrnl()s a lo~ ddractGres e~lrae'lafT¡:élicQ~ de esa drJcJrrra NUeslra alen<:,Jn se c~ntra en la, reacC,unes d~ lid~res que r~pre5enl"n un e~p~clrQ qu, ," desde la, .&le~'a' prolesIM.le, ¡-'¡'Ib"oo' "a;l" argunas congregaciones penlecoslales, ~asando por agrupamientos de origen baullsla que resfslen la pres.6n p<Jr I~ adopc'ón de p.st€ ('Il~"o Q"~ sacude o;us propla~ ,gleslas
BAJO CONTINUO 143
del crecimiento de una variedad pentec05tat o evangélica, sino como el desptiegll'
de una formación de sentido que atravie5a el conjunto de las denominacion\"
pentecostales, y evangélicas en general. Este despliegue va determinando II
reelaboración de una serie de concepciones que tienen que ver r:nn la vida m,1
terial y su inserción en el sistema de creencias que rige en el campo en el qll"
los grupos evangélicos y pentecostales construyen su identidad. Si este caml'"
ya no puede pensarse en términos de neopenteco5tales y pentecostales cláslc'l'
es, entre otras cosas, porque la doctrina de la guerra espiritual o la teologi" Ij,
la prosperidad constituyen líneas de creación de homogeneidades y diferencl,I',
que no son congruentes con los tipos penlecostales diferenciados a lo largo 11,
la evolución histórica. Si alguna vez fueron rasgos exclusivamente característlcv,
de esos tipos, hoy se han autonomizado de ellos y adquirido una circulaci6n v
eficacia propias de las que es preciso dar cuenta. Lo que sucede con la teologl.1
de la prosperidad muestra que el mundo evangélico puede ser analizado meJ{JI
como una totalidad atravesada, formada y tensada, por múltiples líneas de con
flicto. Ellas determinan oposiciones, divisiones y confrontaciones específicas qUI'
no se asocian sistemáticamente de forma tal que encontremos que los partidariO',
de la teologla de la prosperidad son siempre defensores de la guerra espiritual y
siempre partidarios de flexibilizar las normas congregacionales. Fronteras porosa',
y móviles constituyen el escenario por medio del cual se propagan, reelaboran y
asocian lineas de sentido e interpretación que van mas alla de la guerra espirituJI
y la teología de la prosperidad y que pueden Incluir pautas estéticas o musicale:"
o formas de dar cuenta de la actualidad de la presencia del Espíritu Santo. InclU",¡ ,
debe decirse que, bala esta misma dinámica, la teología de la prosperidad traspas"
las fronleras evangélicas y presenta signos de expansión en el mundo católiCO d
través de autores como Anthony de Mela.
En este contexto la teología de la pro5peridad es una -pero sólo una- de la',
mas importantes formaciones de discurso que atraviesa el campo evangéliCO y
organiza tanto una problemática común como nuevos consensos. Mucho más qUI'
un discurso de sentido previamente definido, la teología de la prosperidad es UII
discurso qLle al hacerse presente conmueve al campo evangélico y lo hace producll
sentido y contradicciones en torno de cuestiones como el diezmo, el disfrute di'
los bienes terrenales, el goce sensual, las aspiraciones milenaristas, la afirmació"
pl"rsonal. Ella se presenta como parte de un devenir en el que es sometida ,;
elaboraciones y rechazos que dejan ver la eficacia de matrices de interpretacióll
y constitución dI" la experienci,a religiosa, mismas que estabilizan sus contenido',
y le dan un sentido específico a su propagación. Veremos ahora algunos de lo',
¡;
144 PABLO SEMAN
l!Ivatares de ese proceso en el contexto de la experiencia religiosa de los habitantes
de un barrio del Gran Buenos Aires.
La prosperidad según los pentecostales de Villa
Independencia10
Palabra de prosperidad
La prédica de prosperidad no parece pesar en el discurso habitualmente proferido
en los cultos de las iglesias de Villa Independencia. Sin embargo, forma parte del
conjunto de conocim ientos, debates, preocupaciones y recursos simbólicos con que
cuenta una buena parte de los fieles de las Citadas iglesias. Fuera de lo dicho en los
cultos, todo contribuye al conocimiento y aproximación a la teología de la prosperidad.
La5 radios evangélicas locales, los diálogos informales que envuelven a los fieles
entre sí y con 5U5 pastores, la literatura circulante y las campanas que los graodes
evangelista5 realizan convocando a la membresía de las pequeñas Iglesias locales
.. '0, Villa IndependEnnJ ~s un b~r"~ de 'n<lu,IIIJ','laciQn L~rdr~ lútJI¡¿aoc' ~n Id bJn,¡ ,~r eiel "r'JI1 Bueno5 Aires donde conviwn hJIc¡L~nle' "1LJicJoc's enlre 19~(J 1 ¡96(J y migran!", r"ci"nle5 de la> provinCIas mas pobre-; del país lunl" Eon un ¡n,pollanle Dor,~nldll.' de e,lrdoleros prúvenlenles (Ip rJrdGUJy y Bolivia La mayor parle de los l1ab,lanles ,c>n 1'~b~l"eJe"~S ~w lorm,,~ p.¡rlC de d,,~(,.¡;, L~leGorIJ, eie Ir~\)~IO (formal e inform"L en oeDendenci~ v Dl'l cuenla pr(lpia1 l' 5e er,cuenl.ran "nlre Id5 cJmJda, d~ re,,1J mas baia d€ le sociedad, la Inhcl~,I,u[lula de ~elv'rlo' de'! l!J,riD prc>~ee ~ s'"' hJbll<lnle~ ;~rvIUOS b~';I(05 ,ie ,alud y educaciófl E~ de d~,lac~' qlJP I~ ~1!dbelilaci6n~;;é3S1 Ljr"vN ..~1 p~ra lb, g~rltrJc¡üne, n~ckl", dparUr de la déc~da ele 1930 El <:.l~s~lIílIID d~ IJ5 In~lllur;IQfle~ 1~loglo,;~~ en el b~r"c 5e Cdfaclem;·, lJolr tJ ffJr.menlaClón de las allernatlvas ~n "1 cJnw" r~li~IDSO. ['~ ur, IMu, plural,z~cLbfl (k la5 all~rn~II\'J~ (~li¡;ioSJS enc~rnada en el crecimlenlo de IJ~ igle"as p~nlero,I~I"5 (y '.ecundalL¡,m~nIL UE lO" le~.llg(}'~" Jthav,' 'i 1e1i l1I<lrmones) desde .nieoos d~ la d~[ a¡j~ ¡jel !:lD· ¡lL'1 0110. I~ Ir~;:rn~r,I~L loro d~1 campo ': dlúlic ú entre d,,'pr~(" r"ll' m~nes de pnlctica alimenla¡jQ" ror o,~hIlID~ hp0S de In"hllJuo"aliz~c Ión. el r:~loIIC l"mD r:le Ir" ~odllILJrll~5 de Ie's IJu¿blos rurales replCldlJclclo ~n 105 h0~~I~> LlI~Jarol,'. ID~ ef~clos r~clún~llz~n'~~ d~ I~~ k}liricd> d~ e,·~n5~llzaclón pQ5cancillar~" la apar iOClfl ".. e' par",a" o~1 1Il0vmll~r,ICI r~, i',",~hcD. r In~I"'N,le. !Jet,e con-Id", ~r se la e~"mncia de un den~o C~mDQ de Ijl~dic~O, de cura que 110"'t~ ~n una ~itLJ~uór, oe lrrJr,t~,,) u·,lrt el calc'llc"1Il0 y la relogiosldad popul~r ~lJlúnúlll~ Corno r:rJrrel~lo '1" tS~ 51Iu¡,c¡61l, la Ir~yecIG"a '1': lú, SUJetD5 er. el ,'drrlpO religlDso se caracle";;~ por la íluC!u¡,clór, Ir,lra e Ir,l~rdenDmlr,~"o"al y [>or I~ '~~I~L,Jr~Clón aLJII)r>orllJ de la e~perlenco~ .pll~lú~~ En e"a ,-'rj",'r"~Uilfl Inciden nc> sólo olras e~perl~nC'dS r€ligios~5 ,ir", lamll,er. 1,'5 eXf)erienclas cullur~le,; de~arroll!ldd" en las redes íamlllar~S, las Inslit\lclon~s de salud y poucación, En ~I
ca~tmpunlo "nlrt lrayeclo"~s personales y esle rf~gm~fllado c~mpa de losl,luclones rp.l,g,os~s y secul~rp.s
emergen, como produclQ eJe la elaboraciór, l"d;"idu,;1 y cDlecUva, I~s concepoofles ~UQ nueslro, ejemplos f'lnogr~t,cos onlenlan iluslrar.
BAJO CONTINUa 145
I
11
II
son las vías de com unicación para sujetos cuya experiencia religiosa nunca se Genlr, l
exclusivamente en lo que sucede en el culto de la iglesia en que se congregan.
Prosperidad es para estos fieles un término pleno de productividad, de capacl111
I~
dad de llamar y asociar a otros sentidos. Prosperidad es l],la palabra en el senllllll
en que los prop,;os fieles evangélicos dicen "palabra". mensaje de apoyo, palabr"
1 que tranquibza y promueve una visión distinta de las cosas. No se trata de tll!.1
palabra cotidiana, que se limita a transmitir lo ordinario, sino que hace presenle 11)
extraordinario y permite releer la realidad. Palabra reconocida como especifica, In'
f,'eles evangélicos en general saben que prosperidad no refiere a cualquier fenld,
~I que se habla de ella en especial, que Dios, la Biblia y los predicadores llaman 1.1
atención sobre ella, y por ella promueven nuevos milagros y un horizonte nuevo p<lr,;
el sacrificio (en tanto éste es justamente "hacer sentido"). Ahora bien, ¿cuál es ,,1
sentido que adquiere esa palabra lanzada a circular por pastores, radios, folleto', ~ y programas de le,'evisión recibidos constantemente por los fieles? IntentareITID:,
,t 111 responder a esta pregunta por medio de la descripCión de las formas de elaboraclóll
y de actuación que, respecto de esa prédica, realizan los fieles de un grupo espe
cijico de iglesias pentecostales de Villa Independencia.JI Veremos que para ellos H
mensaje de prosperidad se actualiza como posibilidad de "destradlcionalización" y
de afirmación de una veta personal, deseante y activa en el contexto fluidijlcado de'
un orden que como el de los sectores populares del Gran Buenos Aires de los arIO', \\1 1 90 fue abruptamente mercantilizado. "1'
~ Prosperidad y tradición .~ 11
'11 La circulación del discurso de la prosperidad está eminentemente ligada a lo qlJf'
varios autores tratan a título de lo que podríamos llamar "la apertura hedonística" di' '1
Ijl los pentecostales.12
Éste es un aspecto que debe ser retomado para dar cuellla dE' ,11
'il' ,i'
I, 'l'
n. Se lrala d~ un g, up~ de S~'; pequeña~ '~Ies'as que se rOl IT\), Dn en los únimos veinte años r.omo conSHuc nc l., "
de un pro[~,() de Pro~'e5"a aulonomizac,ón de rtllembro> de de%m¡naclon~s penleco5tales estal,'~c,,),,', COn anler")"d~J fodúo IQ-¡ le$I,moftJos regJslrados en lo qu~ ot~lJ~ p~r(en~cen, salyo indlcac'on s~pl,ul~ C'II
1\1 "
conlranu. a r;cl~'i de una de esas i~lesias, Sermón del Mon!~
" V~áse R, Mariano, "Os Neopenteco~lals. ", y Danltl Lehm~n, "Prül~gQm8no a las revoluCJoneS rd,.e<o;.,:", en (imérlc~ Lat,na"', Punto de ¡¡'$Ia N" 43, Buenos Air~" 1992
i\
146 PABLO SEMÁN
los caminos por los que el mensaje de prosperidad se ensambla con una dimensión
proyectiva de la acción social y, al mismo tiempo, se consuma como elaboración
critica y como toma de distancia respeclo de la tradición. Es que la idea de prospe
ridad interpela y reconstituye un campo de concepciones y prácticas que va desde
el desarrollo personal hasta las c~estiones comunitarias y la relación colectiva con
lo que empieza a ser consid[lrado. en térmlOos de los propios actore5, un "antes",
una "manera vieJa" de hacer.
Daniel, fiel de una de las iglesias pentecostales de vill¡¡ Independencia, es en
su templo una especie de Ideólogo de la prosperidad en el sentido de influir en sus
hermanos para desarrollar actitudes que él mismo evalúa como consonantes con el
espiritu de prosperidad que se predica fuera de su iglesia y que trata de importar
a su colectividad. El deslizamiento y el cambio de orientaciones comienzan por é,'
mismo e impregnan buena parte de la actividad y las concepciones de los miembro~
jóvenes de la iglesia. Eo su diario íntimo asentó una de las Ideas que entiende liga·
das a la prosperidad y que da cuenta de un núcleo de convicciones que su propio
transcurrir en los últimos años:
Estoy a poco de cumplir años y siento dentro mío a,lgo lindo. Siento ganas de
VIVir, de ser feliz, de amar y estar con quien amo, de ser yo, de prosperar. Yo soy
asi, me gusta vestirme bien, muy bien. sin romper las reglas, me gusta tener
trales de hilo, raso, seda.
La idea podría parecer banal. Pero no lo es el problema que implica asumirla
en el contexto de la cultura ecleSial de la que forma parte. Según lo arlota el pro·
pio Daniel en su diario. su tiempo se divide de la siguiente forma 70 por ciento
para Cristo, 25 por ciento para su novia, 5 por ciento para los otros que no son
parte de la iglesia. Dentro del 70 por ciento incluye todo lo que hace a su propia
vida (estudios, gastos personales, diversiones), ya que nada de lo que hay en ella
d[lbería estar fuera de Cristo. Desde hace varios años -y durante el tiempo en que
lo frecuenté- Daniel cuenta que vive preguntándose sobre qué cosas de las que
hace son realmente cristianas y si las h~ce por Cristo o por él mismo. El objetivo de
sus interrogaciones es determinar SI es legítimo que las siga haciendo Entre ellas
están estudiar, formarse mas ailá del secundarla, y adoptar el estilo de consumo
que las líneas transcriptas implican' una estilizaCión que se reconoce a ~í misma
como más allá de ta necesidad estricta. t.stas le parecen un proyecto que la propia
comunidad e,clesial a la que pertenece rechazaría y dice que no podría asumir el
costo de opol'erse a la iglesia que según él lo reclam~ (esto es bastante cierto: sus
BAJO CONTiNl.'O 141
responsabilidades como diácono le crean compromisos a 1,0$ que deber respondl'l
o, de lo contrario, dejar su lugar en una posiCión frágil. Varias veces pudimos (',ir
cuestionarnientos sobre la utilidad o necesidad de su actividad como estudialllt' y
sugerencias para CICle trabajase). Prosperidad es, en este contexto, el nombre de 1,]
automación para una di'lergencia que en otro momerlto habría sido imputada a Ufl
espiritu mundano. La prosperidad es el paraguas y el estímulo para asumir, más qUI'
un proyecto específico, una direcc;,ón de vida elaborada en varias dimensiones. Y
esa idea de prosperar a la que Daniel adhiere es la que le permite hacerse entend"r
y justificarse frente a sus hermanos de fe que no comparten las postergaciones j,'
su matrimonio, su intensa actiVidad laboral, su preocupación por la eleganCia pero
Que, sin embargo, aceptan a título del "espíritu de prosperidad", "la necesidad dc'
progresar" Que tiene Dailiel. I I!III La idea de la prosperidad como merecimiento o como parte de la bonanza POI
\ recibir no sólo 'le da una seguridad individual para asumir riesgos en el mercadu.
ser próspero ya no es una cuestión que no pueda formar parte del ser evangélico,
por lo Que sus proyectos de progreso social no Son cuestionables. Es más, es Llild
forma, al menos una entre tantas, de mostrar santidad. Si compra ropas. si pospo
il~
1\'1 11 ne su proyecto ma~rimonial y si asume un proyecto de formación terciaria no estiJ
I haciendo algo Que lo excluya tajanlemente de su comunidad sino que interpretarj
una nueva versión de ideales a los que lodos, en parte, adhieren 0, por lo menos,
Il11! consideran legitimo.
Pero Daniel no es un vanguardista solitario. Varios de sus compañeros de la ge
1 neración joven de su comunidad comparten sus actitudes, reciben su consejo par,l
1'11 cuestiones como el trabajO o el estudio. Esta Joven generación da despliegue a otro', 1
matices vinculados con la prosperidad, Prosperidad es también "actualización", yellil
iJil! se concreta fundamentalmente en una nueva reiación con ',a estética de la práctlciJ
religiosa. En las cuestiones musicales yen lo relativo a la adopción de formas es
pecificas de danza, prosperidad es un significante que sistemáticamente se aSOCI21 ,,1
1
con (y contiene) ia "actualización" en una relación específica; la actualización y 1;;;
modernización san parte de la prosperidad que la iglesia debe mostrar y al misrnu
1 tiempo le dan COntenido. ¿MiJSiCa con instrumentos eléctricos o no? ¿Adhesión (j
,1 11' no a los más difundidos y exitosos hits del mercado n',usical evangélico? Son temac,
de discusión en los que la "necesidad de renovación" asoci<lda a la prosperidad
i intervienen para justificar jos saltos y los cambios.
Pero h<lsta aquí son cuestiones de Daniel y de la generación joven del templu 1',1
Hay puntos en que 1,21 renovación, la fruición de bienes materiales, la voluntad de
fiesta, abarcan (en la deliberación yen la e',aboración de nue'las concepciones) a IJ
(11j
148 PA8LO SEMÁN
1111
comunidad entera. Las fiestas de cumplealios, de casamiento y de festejo del ano
nuevo han tomado en su Iglesia Llna especial importancia, de forma tal que una vez
por mes Se suceden eventos que los propios fieles han nominado en forma especifica:
son los "sociales", por oposición a los litúrgicos. que se realizan los sábados a la
noche. El esfuerzo de la mayor parte de los miembros de la comunidad eS volcado a
la confección de comidas y vestidos Las comidas rene jan el menú de los restaurantes
admirados televisivamente: aves decoradas con frutas, masas y adornos especiales
para los invitados junto a \rales especiales para el homenajeado. La incorporación
de los festejo:. y el modo de realizarlos ocasionó varias discusiones en la Iglesia.
Una de las actuales partidarias de esas fiestas recuerda que se oponia
¿Cómo puede ser que nosotros, que tenemos que dar testimonio. estemos así, hasta
tarde, gastando un montón de plata en estas cosas?, ¿qué van a decir de afuera?
Ante ella Daniel y Crislina respondían en tono pedagógico'
Eso es de la época en que ser pentecostal era ser austero. [ ... J Pero nosotros
no lo somos más y el problema no es que no lo seamos sino mantenernos en
Cristo. Estamos felices y queremos festejar. ¿Qué hay con eso?
La propia pastora del templo acompañó esa opinión con palabras simples pero
nada neutrales rE'.specto del estilo casi purit<lno con que esa misma iglesia. años
antes, se identificaba:
Éstas son cosa lindas, que alegran, L.] es lo que dice la Biblia, no somos del
mundo pero estamos en él. [ .... ] A mí nunca se me hubiera ocurrido que íbamos
a terminar haciendo esas cosas, pero es que LJno también va aprendiendo y se
da cuenta que estábamos muy cerrados.
Si ideas asociadas a la prosperidad no se extienden sin tensión respecto de la
vieja austeridad tampoco lo hacen sin aspereza reconocida respecto de los auspi
cios apocalípticos que signan la tradición pentecostal. Y también hay frente a ellos
una reacción elaborada: el Apocalipsis es "cada dia para cada uno". No se trata
de esperar a que llegue su día sino de viVIr al dia con Dios, como si cada dia fuese
el último antes del jLJicio final. Y dentro de esa ética, les tejar y estar en gracia no
hacen sino agregar santidad.
BAJO CONTINUO 149
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creencia. Al hacer verosímil que luego otro responden'], se dan las garantías por las
que la espera tiene motivos para no sospecharse vana (veremos después que es lo
que permite que esa garantía sea asumida). En esta li.'lE'a la teología de la prospe·
ridad prolonga los efectos citados por Cecilia Marizl [ a propósito de la incidencia
del pentecoslalismo en la recomposición de la autoimagen de sujetos sometidos d 1 procesos de tensión y desvalOrIZación: la teología de la prosperidad no hace mas
que llevar al ámbito de la vida económica el efecto de "empoderamiento" que se
ha atribuido en general a la conversión al pentecostalismo,
Pero hay algo més: en los grupos populares, en los que las Ideologías secularistas
han erosionado menos la presencia de lo sagrado, este ensanchamiento del creer
no corresponde al reconectarse con un Dios al que la racionalización ha expurgado,
como sucede en el "redescubrimiento" místico que motoriza la "nueva era" en ,' as clases medias de la Argentina y de varios paises latinoamericanos. Se trata ma~
"¡I bien de articular una vivencia religiosa adquirida en el seno de la famiJ,;a y siempr~
presente con una exper'lencia cultural en la que los efectos de la individual'lzación,i"'1'11 en cuanto secularización inter,;or, perturban la armonla en la que cada uno se ligaba
al cosmos rector, Ahi la leología de la prosperidad, al tiempo que e)(tiende el campo
del creer, promueve implícitamente una versión específica de autoafirmación: el
"poner por obra", actuar personalmente con confianza en que el mundo no se va
a caer al primer paso, es el acto por el cual un yo efectua un doble mov,;miento',
se reconduce a un fundamento un lanto olvidado y, al mismo tiempo. se declara
SOCialmente potente. Mientras que para la "nueva era" se trata de llegar a DIOS
por medio de la propia divinidad interior, para Jorge se ha tratado de no dejar de
reconocerse como hijo de Dios, Es Justamente esto lo que él mismo se contestaba
cuando dudaba de SlJ'S posibilidades de é)(ito: "¿Pero no soy acaso un hijo de DIOSí
¿Cómo me va a ,'r mal entonces?"
Este movlm iento esté estrechamente enlazado a la temporalidad propia del creer,
Las disposiciones personales que ya no son determ inadas en los términos agobiantes
de un presente absoluto sino, también, en los de un futuro posible. Anticiparse y 11, actuar en la posibilidad de se,' otro son el efecto de una interpelación que moviliza,
li casi sin nombrarla, la au!oafirmación que la teologla de la prosperidad conlleva De
!I
'., I
" 'J~~~e Cecll,a Mariz, Copino; ...,'Ih p~,'~rt!': Pentecosra/s ano' Christian Base Comm:.m.. ¡,e. In Brazl!, Templ('I Um'l~rslte Pr~ss. 1994, e "lgr~Jas f'~"(~costals e Eslrateg.a-, de Superl'ivenclJ ~n fiellg ..Jo e Cidadama. Sj~ S~lv~düf, 1990
152 P/I.BlO Si:MÁN
ella extrajo parle de las fuerzas que le surgieron para montar su negocio. Recurre
a ellas cada mañana que la lluVia le anuncia caminos y ventas difíciles, La teologia
de la prosperidad en el uso personal que le da Jorge se instala en un espacio que
se puede recorrer en dos sentidos: en uno parece evocar una idea propia de la
religiosidad popular tradicional en cuar'lto a las garantías que ofrece la divina provi
dencia; en otro funciona como las modernas técnicas de autoayuda que apuntan al
fortalecimiento de una instanCia personal individual en un mundo cambiante en el
que la agilización de los reflejOS que vinculan las personas al mercado parece ser
una condición de IíIsercián social.
¿Una escena muy diferente?: un lector de Paulo Coelho en Brasil11
Recordemos el caso de Edilson, el lector de la la favela Rocían que referirnos en
el capítulo anterior. En Río de Janeiro y en los años 90 vivió una situacion prototí
pica en que las lecturas de Paulo Coelho contribuyeron a Una puesta en forma que
recordaremos. Ante la opción del retiro voluntar'lo que le propuso la empresa en la
que trabajaba, Edilson debió escoger entre la muy relativa seguridad de mantenerse
en su puesto o e)(ponerse a los riesgos de un mercado de Irabajo que desde aquella
época en adelante no ha dejado de empeorar
Ampliemos algunas referencias del caso agregando que en la elaboración de su
decisiÓn pesaron consideraciones heterogéneas y, entre ellas, dos cuyas caracte
rísticas y articulación reciproca es preciso resumir. Por un lado, su deCisión no fue
exclUSivamente individual: el periodo sin salario que vendrla después de su retiro
voluntario seria facilitado por su familia, garantizando su manutención en el lapso
que excediese el alcance de su indemnización. Además, hay razones que exceden
... ". El malerial f~rerido dala del .~'an(l de 2002, Una ~tnografla de la I~ctura, d~ lec/(l'~~ que no leen wlec· livamenle o en voz alta ell eSDaclo~ públicos, trOPlela con el p'Dt>I~m~ d~ que Ld" nunCJ ,e Qbserva a los mformanles en la larea de leer. El Ilempo d~ inlerlocución, los Dido~ al~nlos a lo 5ubr~p\lc;0 y a la coseO,a de informaciones cümpleme"laria, -re~e~as escolares de El alquimi5!a. arliculas de la prensa vinculada a la "nue.a era'·, [h~"OS Intimos y sesiooes de chal en Que los librQ~ san '€teridos, nuestra exp~r1encii; 'elaliva a los uso~ de loS ploductos de la Induslrla dlsco~rM'r,~- nos J~udJra" a lene, alguna ~ensit"lidad /Jara aprovecha' 105 ~'Icuenlros con el inrofmanl~ de cuyas lec!ijras se ocup~ ~.ta sección.
BAJO CONTINUO 153
esa contribución; la familia intervenía en esa decisión porque sus pasos eran VIStll'
como una cuestión relatIVa al progreso d¡;,1 conjunto fam iliar Las grandes decisloI1'"
de cada uno desus miembros ¡;ran siEmpre parte de un cónclave familiar. Vel deboll
de la situación de Edilson contó con una presencia particular de repente, en me(h"
de la cena, apareció el abuelo, que dijo que deberían apoyarlo y le dio palabrils d.'
inc¡;ntivo que le hicieron sentir confianza. "Lo gracioso", dijo Edilson al conclUir ~,Ir
relato, "¡;S que e,1 abuelo había muerto hacía 20 años" y que su presencia espirltu;11
fue compartIda por todos los miembros de la familia, que aceplaron su consejo. 1,;
posibilidad de este acontecimiento remite a una condición, fa existencia de lo qlJr,
sl~uiendo a Birman y Duarte, entiendo como el presupuesto de la inmanencia (Ji'
lo sagrado en lo cotidíano y como una forma de componer los llamados de diversa<,
religiones entre sí y con la vida familiar Esta definición resulta pertinente pues el
de Ed,lson no es el caso de un parlrcipante de la Nueva Era que construye un,1
experiencia de retorno a lo sagrado, sino el de aquel que ya de entrada ¡;stá tomadr, por lo sagrado. inmerso en lo santo.18
Por otro lado. ¡;s nec¡;sario ver que Edilson tuvo en cuenta otra raíz en.la el,,
borac'lón de sus sentimientos y de sus perspectivas futuras. Permítanme resumirla
en su recu¡;rdo ¡;mocionado de un profesor al que reivindicaba, retrospectivamen
te, como mentor. Ese profesor, que ahora era recuperado a partir de la lectura
del libro, les decla en Clase que él y sus compañeros, habitantes de Rocinha, no1'1
eran "fave/ados", villeros, que no tenían que asumir como propio; los estigmas
cargados por la palabra (que "eran pobres", que "no tenian posibilidades", que \1 "s610 podian estar relacionados con el delilo") y que su actitud debería reflejarsce
\
11
"". PalllCla [j"man ('·Mod0s Mrlféricos de r.ren~a", en f'le"e Sancllls (org,). Catolicismo .. Unld,¡d" fl!¡'¡J."Ó~d ,1,1 e plul~}¡~mo ,·ultu'Ji. ISER, flio de JiJneiro, 1992, y "Rellg'ao em famlll'" enlre crenle~ ~ n~u uenk,;'. XX Rtunl~ú A~LJ"I A·~c(.,'·'. C~'~mi:Ju, MinJs Gera,s, 1996) des:'''vlla ~sla ¡de" al crlllcar lJI1 hlpOle1lco eCumf nlsrnr, I"Jpular. L'~m~do d~ la obsf>rvación de la arerlura de 1", r'amJ;j~~ rop"lares" las dlvNsas prQPuesl", r~IiRlcsa,:. LJ [~plac"Jn co"ecla de la cotada iJperlura supon~, En r~~lldad, ~I <1e~p~le <1~1 obsláculo 'mplicado ellla ~my~cc¡0rl ¡m1~b,d" de "nueslra'" diVISIón enlre lo sag'~do y In "r(llano ysu ólJsliluclón por el 5UpLJfJ5to
11 dt 'W.' sau dlid~J "o tr¿¡~c~.ndenle yde formas ele com pOSlC·,úr, dE I"s Hr~r"J, rellg;05ldades que s,, basan ,'n las calegoria~ local¿s <:¡ut organizan lo colidiano En esa d"ecci~n LUI¿ f Ol~~ Ouarle (Da vida nervOsa .., cJl supra. p 243), moslrando la cenlralldad de I~ calegoria d~ lvlal¡(l~d p3r~ 1", cl~ws trabaladoras, describe Un pl~no "h,perrelaClonal·' que. C""lorme la definiCiÓn eJe C. Levl-SIIJu"" aper,l '"jQ e'lgel1cia UP. un delermH1Ismo mas Impmlü 50 y rná~ inl'ans,g~nle" ILe"I-Strau>s. c,1 por Duarte, id l, que ~lIDone la inllrna c(lnexlón entre los planos de la Persona. de-Ia N,Jlu'alelJ y d~ la SubrenallJraleza" (¡bid, p. 2~8) generanelo un" relac¡on especilJca lilas allá de las pe'~r)nas. la "e'li"en~ia propue,la. que no implica qUF. el cD"jLmlode la expe,iencoil de Edilson se alusle a la lotalldad d&1 modelo <:I~I cilado autor, r~mlle al hecho de qu~ ~~a dil)'en~ló" qUI:'" sp.a la d~ mayor d~racIO" hisló,ica denj,Q de J~IJel fIIDdelo.
154 PABLQ 5l:.MÁN 1
11
en formas de vestir, de presentarse y de pensar que mostrasen a los otros que "no
estaban esperando algo del gobierno". La combinación de estas dos rajees en la resolución de la situación de Edilson
tiene matices que me gu~laria e~p,lrcitar, Edilson encontró en la lectura de Paulo
Coelho -entendida como parte de un conjunto de herramientas de represenlación
y libidinlzación de una trayectoria en condiciones en que los problemas y las
posibilidades eran muchos- una especie de apOYo suplementario para lo que él
describe como sus "ganas de progresar", El "querer Vivir mejor", lo que para él era
la necesidad de asumir los riesgos del retiro voluntario e del mercado, tenían en un
parrafo de El Alquimista una mise en forme. una imagen pOsible que, Junto a otros
elementos, le dieron coraje para dar forma a su salto e~lstenciat.l9
El énfasis que citamos en el capitulo anterior, el que remite a las decisiones
que desatan consp'¡raciones a favor de uno mismo, lo llevaba a la conclusión de
que es necesario no renunciar a los suenos, a partir de una imagen que tiene, para
nuestro lector, el mayor valor afer:tivo. Pero es importante subrayar que la deciSión
yel movimiento al serVICIO de la consecución de un sueño no equivalen a la carrera
del "self-made man" o del"entrepreneur", sino que constituyen un momento parcial
del movimiento global que cualifica la operación de Edilson como adheSión, prome~
sa, inScripción en un régimen de intercambios con lo mayor y lo mas alto. Así, los
sueños, que para una parte de la cultura moderna hablan del deseo como función,
materializan para Eddson una vía de acceso al cosmos que regula su desbno, a la
junción entre él y el mundo -incluida su dimensión espiritual. En ese contexto de
recepción que enfatiza las relaciones y Jerarquias familiares es que las nociones
espirituales de Paulo Coelho ganan verOSlmi litud para Edilson y adquieren, inclusive.
capacidad de reorganización de su dogma personal. Si no debe a Coelho su visión
cosmológica, esta claro que es con él que esa visión se actualiza: primero. porque
encuentra una nueva garantía, y segundo, porque la armoniza con el mOVimiento
de "subJetivación" e individualización que es parte de la combinación singular que
Edilson ha producido. Éste es el sentido en el cual puede afirmarse que la lectura
de Coelho lo acompaña para producir una atención a sus sue,~os personales, una
10 PuededeclIse que ésl~ er" ur, oallD Que [d'I,Q~ Ib~ adar de cualqUIer manera pues sabl~ que. aun SI no '" se a<1hlriera al retiro volunlario. ~u em"lea y~ n(j e'd s~guro yque deb,a oplar en fu""ió~ (lp ulros parametros, posibilidades de ganancias, minimllacl~n d~ I~~ p~rdidas y placer en la tarea a e1%3"Dlla, Son embarro, ello 110 niega que ese hecho no lE~ia "per ~~.. una simbolizaCión, y eslo, la pO~lbll.{j"<1 <1e (Qnla' con un~
51mbolllaCIOrl olreclda por la I~clu'~, ~s In qut i",porla en esle capitulo
bA.JO CON-:INUO 155
1111
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responsabilidad por deseos que, en la moralidad de Edlison, deben confluir de
alguna forma con los de la familia. Asi, Edilson, forzado por la transformación del
mercado de trabaJo, asumiendo esa situación con intención de resolver y capita
lizar la turbulencia, articuló a la luz de El Alquimista, entre otras influencias, una
junción de premisas cosmológicas, de preocupaciones económicas y de voluntades
de consumo. Así constituyó para su uso una versión de esta articulación teológica
que, dispersa en el mundo popular a partir del Pentecostalismo, coloca en diversas
formas de correspondencia la gracia y los bienes materiales. En la encrucijada de
interpelaciones y de objetos materiales cuya multiplicidad caracteriza la recon
figuración del ambiente sociológico de su existencia, construye una síntesis que
presenta efectos que no sólo consolidan usos diferenciales de los mensajes y de los
objetos disponibles. Más acá del conjunto de funcionamientos que corporifican lo
que desde el punto de vista de la sociología (sensu strictu) se considera "sistema
social", un trayecto, un esfuerzo de incorporación, una composición, adviene -en
un nivel que no es simplemente micro, con un operador que no es simplemente
ego- re-construcción de la persona. En ese nivel, nuestro nativo desarrolla sus
perspectivas sobre religión, moral y literatura (y aUn sobre categorías que trascienden
esas divisiones) y suscita la imagen de extraerse de una perspectiva "tradicional"
En este movimiento, importa menos eso que el hecho de que su posición actual
se describe más vivamente por su singularidad que por la reducción {ciertamente
cronocéntrical, a los rubros del individualismo o del romantlcismo.'Q
Conclusión
Hay algo que iguala a Edilson, a Jorge y al resto de los individuos citados aqui:
el epicentro en el que resuena como una verdad la teología de la prosperidad para
v ". E,la me parece una "lentaclón posible", pero no ner.~sa(lamenle admisible, La aflrm¡¡clóll de los lectores de qUH la lectura de Coelho, y eJe dlVersas obras de "autmyuda". loslle~a a pensar en las P051bllidades de meJOra y lransformación personal no Implica el desarrollo de un "neoromanLICISrTlQ" o de un ",nd,vldualtsmo ewreslvlsta" (Anthony D'Andrea, en "Cristianismo New Age: Ocaso de Paulo COp.lho", LrabaJo presenlildoen el CenLro Loyola de Fe y Cultura, el19 de IllilYo de 1997). Y no es por una cuestión de jerarqula de los fenómenos culLurales que se comparam, sino por el hecho de que de la comCidenClJ de partes no se deduce la igualdad de la totalidad de la configuración que. además, 50bredelermma el valor de ios elementos "equivalentes".
156 PABLO SEMÁN
Jorge, la matriz desde la cual se hace verosímil para Edilson la idea de que "lo más
alto", lo sagrado, lo sobrenatural, lo que está más allá de nosotros mismos, proveerá
en un sentido económico y no sólo moral, psicológico, "religioso". ¿Cómo pensar
ese epicentro, ese humus fértil en el que florecen las creencias en que el desarrollo
terrenal es algo santo y está garantizado por lo sagrado?
Reguill021 ha señalado que en la recepción latinoamericana de los discursos
esotéricos globales opera una particularidad de la situaCión, la eficacia Ignorada
de una secularización inconclusa Quizá podríamos llegar a la hipótesis de que
existe un fondo de religiosidad "silenciado pero no silencioso" (utilizo las palabras
de Reguillo en un sentido quizá no previsto por la autora) que es la estructura de
acogida de unos discursos que permiten a los actores hacerse de una panorama
de futuro, programar en parte su acción. La observación que cito es aguda porque
bajo la categoria de "secularización Inconclusa" capta la razón de la influencia
de un género de discursos y símbolos que la mayor parte de los analistas tiende a
explicar por efecto exclUSIVO de la omnipotenCia de los enunciadores (como si las
religiones y la Teología de la Prosperidad surgieran de la televisión y no de los ho
gares). Incluso los analistas de la religión, que hasta por razones de supervivencia
de su especie estan siempre prestos a denunciar los límites de la secularización,
no consiguen formular el papel de esa sacralidad con la claridad que lo prefigura
ia observación de Reguillo. Desarrollar el sentido de esta intuición, articularla con
las observaCiones de antropólogos que han estudiado la religiosidad popular en la
Argentina o en Brasil, es la forma más cabal de dar cuenta del elemento común a
los héroes de nuestras pequeñas historias,
La "secularización inconclusa" de Reguillo registra la operatividad y la extensión
de una realidad que puede ser captada desde la perspectiva de los que viven como
un término positivo, más allá de la simple negación parcial de "nuestra seculariza
ción". Esa captación en positivo de la secularización inconclusa es lo que puede
comprenderse como el carácter cosmológico del universo simbólico de las clases
populares en Latinoamérica. En esa dirección hemos referido en el primer capítulo
el carácter cosmológico de la viSión del mundo de los grupos populares Cuando
afirmamos que la experiencia popular es cosmológica lo hacemos pensando en una
contraposición clave con la tendencia propia de la modernidad. Esta ha sido la cultura
".1. Véa,e Rosana Reguillo, "El arcano y la lorre óaber y poder en el neoliberalisrno , ponencta en la Reunión del Grupo Cultura y Poder. Porlo Alegre, CLACSO, 2004 (versión preliminar).
BAJO CONTINUO 157
i
I que instauró una cesura radi:al entre el aquí 'f ahera "f el más alla, un divorcio entr.'
II
!, fos hombres y los jioses, una autonomía y una segmentación de dominiOS, de morl"
i que desde el pun::o de vista moderno es justificado hablar de lo trastendente y 1"
sobrenatural. La visión cosmológica, en cambio, esta más acá de las dlstinciom'
entre lo trascendente y lo Inmanente, entre lo natural y lo sobrenatural, y supon"
que lo sagrado es un nivel más de la realidad. La experiencia cosmológica de lo,
:;(;ctor~s pOr:lljldreS IlU lid perdido esas referencias que, en todo caso, fL€ron rOldd'.
por algunos de los avances de la modernidad y, sobre todo, obliteradas por el ob~
¡¿culo epistemológico que representa el modernocentrismo. Pero es necesario 110
rnnrprl8r al prejudo que idenlifleando cosmología con "antigüedad" y espora qlH'
tales visiones sólo puedan Encontrarse entre los restos de civilizaciones anliglJcl'.
y nunca dentro de un subconJunlo de 'nuestro mundo" (al que por ingenuidad IJ
omnipotencia creemos homogénea y c~:>nsensualnente secularizado). ~i la "anti
güedad"' ni unos hipotéticos "fazos cor la tradición Indígena" son los 'ndicadore"
de la existencia de una posción cosmológica Sino, por ejemplo, la diferenCia dp
expresiones que adquiere lo sagrado en la experiencia propiamente moderna yen
la que dentro del mundo moderno le adjudican algunos grupJs."
Esto es evidente cuando se compara el valor diferencial con que se presenta 1,1
calegorla de milagro. Para la experiencia moderna, "milagro" es sinónimo de ex·
cepcional e inexplieable23 , es prociso preguntarse si en 11:1 eX:Jerienci1:l cosmológica
popular. aunque s~ use frecuentementE el I/ocablo, milagro significa lo mismo En
la experiencia pOJ:'ular el milagro nunca ha dejado de estar a la orden del día, ya
que la ce['¡n'lc'lón de la totarldad que encuadra la experiencia siempre incluye. en un
nivel sobredeterminante, lo "espiritual" y lo divino que integran un cominuum y no
un sistema de compartimienlos estancos. Cuando en la experiencia cosmológica se
habla de milagros. se habla, ni mas ni menas, de la eficaCia de uno de los principlo~
constitl.tlvos de lo real. Patricia 8irman considera a esto como una visión encanta
d a24 y Fe rn~nd ez~5, conlr astand o canceDc 'Iones del creyente moderno ccn las de UIl:\1
1 1I vi ". Para ur desarrollo más ampliO y si~tem~I'('Q de esta cuestiór" -'~ase "Cüsmcl¿glc~ Pn f<,le volumtn;I ,. ""dre Cúl 1"" rTlu,"lrd ~Qnl" ~,«)~ 10" lú' ldSgOS Cdfaqerisl,c<>, de la 1l1ea de mlla~rCJ en ló trd(j'~lon QU,
"J de San ~guslin a ThO'na$ Hobbes. I/ease.o" Corlen, "La Banali,a('OlI du Mlracle, Analyse c'u DL5COLllS rj(, l'fl,rp,urnen:<Ilion", HOflzrnles AfllropolÓglc~ N' 8, Parlo Alegre, 1'Cl98, p. 2lJDI, ><. V~ase P~lr'c'a BlnT1~n. "Desl,Tlo d('ls hDm~n~ ~ sam!¡t;(}dmmal, 1,,1,,'prtlir~üe; ern C(",(,<lrllo", ~"A daIJ,"'
~ I 01,,> ,mcrerl5mos. Comunlr~>5ej do ISER, Aja de Janeiro, ISEA. :99~, pp, 35,~3 , .", vease Rubem César fernandes, 'Rellg'l<'ies Populares. uma VIS~ parcial da r,(~ra(ura recellle' . Bib. Oque se deve le'em ClénCl~~ SOCI~i5 no Brasil N' 15-19, fl,NPüCS-Cvtel. S~n P~blo, pp. ]jf>y]lB
~¡ 158 PABLO 5EMÁN
peregrino que vive el "realismo fanláslico", 3fjrma que en esta perspecliva :;e vive
la "presencia en la f¡erra de una fuerza mayor que las fuerzas terrenales".
Muchas Jeces se afirma que la religiosidad crece en virtud de la crisís social,
política o económica. En la experiencia popu ar la capacidad de donaCión de sentido
de la experiencia religiosa no ha estado ausente, Al no hacerse observable bajo la
fcrma canórrica de una "re1igiórr ~¡r(mil¡\la" a "ancestral" se /lar Ignorado en sus
p'uralidad de sent,llIas expresIOnes cotidianas. Los sujetos modernos sufren lTIu~rte5 d~ familiares, desilusí01es políticas y amDr05ilS, estrés laboral y, como consecuencia
d~ ello, recurren crecientemente (pero en l.1t"lmalnstancia) a las religlone-:;. En la
experieilcld populdl este ff:curso estÉ! dado de antemano en la definición de lil rpalidiln
a::>rendida en una sacializaclón Drlmaria que incluye escuela, Estado y medicina,
pero también curanderOS, tías que rezan Y altares hogareños en los que se ofrenda
a los santo~ por 10<, examenes aprobadoS, lOS doclores buenos y las leyes Justas.
CualqUier é~'lto y cualquier tropí €Io involucran Inmedia-.amente una dimensíón de la
realidad que es lo sag'ado. DIOS, lo sobrenatural, las fuerzas ocullas. De más está
decir que "rehgián" y "espiritualidad" son los términJs precariOS. provlslmales Y
¡;obreS para nombrar esa e~periencia, ya que eS denominada desde el punto de vista
de quien se ha extraído de ella. Tales términos son redundantes para una experienCia
c,ue no separa entre religioso y no religiOSO espiritual y material para la que cabe
la expresiór de que ¡JI í no h¡¡y religión porque, según Émilc Benveniste, "teda esta
imbUido de religión, todo es s'lgno de fuerzas divinas",26 Dada esta superficie cultural, la expansión de los discursos de prosperidad es
mucho menos m¡"t.,riosil rl,:> lo que parece v hace melOS necesaria la hipótesis de
1.'1 presión mediátlca o la exacción deshonesta, un verd.'ldero demon io del Imaginario
iluminista que desconoce el carácter parajójico que presenta su apocal'lptlc'lsmo
permanente. Una duda esclarecedora surge cuando, a todo la que hemos e~puesto, sumamos lo que sabemos sobre las relaciones de reCiproCidad 'j Jerarquía Y lo que
sabemos acerca de (o incompleto. cantradictorlo y autohmitado del proceso de
secularización: ¿la teología de la prosperidad no debesu expans,ón a su capacidad
traducir en el lenguaje del equiv~lt'rlte gent'rdl la lógica del Si'lcr',f e'lo Idel haeer sen
tido a través del intercambio) llistóricamente tramada en bienes de uso? Esta lógica
10 se agota con la modernidad Iya que una mentalidad cosmolégica subyacente la
subvierte y <Jcti\la otras poslbilidadlO";;) pE'fCo SE' VE' ohtJrada con la mercantilización
V ,.. \léase [rr"l~ 8~n-I~",st.:, VoCJOu!311l:' ¡fe~ !MII("llOn~ !ndo·EwQp~éenn~. Mrn~Lt, ¡'~r,·s. 1969
SAJO CONTINUO 159
1
que deprime el valor de los bienes de uso que históricamente marcaron su reallld
ción. La teologia de la prosperidad organiza un mundo ritual en el que la mOrl(~d"
sustituye al animal, a la parte de la cosecha, al caminar esforzadamente, prOV('I'
sinónimos para la entrega y la hace posible para quienes viven en ciudades, gallJl1
salarios y al mismo tiempo abre un espacio para que las bendiciones se concretlCl'
en la misma especie. De igual forma, efectuando la compatibilización de princlpllI',
diferentes, opera una parte de la recepción de literatura de auloayuda: ella permllo'
que los elementos activos de "una secularización inconclusa" se comuniquen COII
la afirmación del yo a través de un ntual privado que resignifica al escritor como d
"un clérigo de nuevo tipo"~7 y a la lectura como un acto que apunta, más allá de 1"
diversión, el goce estético o el conocimiento, a la experiencia de lo sagrado.
Lo que nuestros datos dicen es que, más allá de lo que estos fenómenos IV
presenten axiológicilmente pilril nosotros, tienen dignidad ontológica. En eso y 1111
en ninguna blandura lógica reside el relativismo que nos permite ampliar nuestr" comprensiórJ de los mismos.
" ". Véase P, Semim, "NGla~ ~obr~ P,,15a~.la enlr~ Penlecosl~5 ~ Babel: o caso ele Paulo Co~lho e seus lello'," -en Olávjo Velr,ü (or,g.!. Circuílr.!5 ""finitos. Compdfaf~s ereligloes no Brasil, Argentina, Portugal, Fral1('d" GriJ-Brelanha, CNPLJ/PRON[X-Altar Edilora, San P~bIQ. 2004, pp. 127-57
160 PABLO SEMÁN
•~'
1I¡¡' ......... , ,
Las fORmas POLlTlcas POPULaRes: mas aLLa De LOS DuaLismos
Introducción
Al entrar a la casa de dos pisos, 'donde esperaba encontrar una gran sala o un
garage para varios autos, encontré un lemplo pentecostal. Por las escaleras que
bajaban de los cuartos de arriba descendía Margarita. mientras miraba y controlaba
con majestad la asistencia de las per50nas. Su discurso desde el púlpito me resultó
inesperado para una iglesia pentecostal. La mUJer. en el papel de pastora, reco
mendaba, y casi amonestaba a priori, a las mujeres de la iglesia, como si supiera
que su consejo de valorizar algunos alimentos de la dieta de la familia sólo serían
aceptados a regafiadientes.
El cereal, la avena, son lan Importantes como la Carne. No los comemos, porque
estamos siempre con ,la misma, como que queremos carne, como si fuera lo
único que se puede comer, pero son tan buenos como una milanesa. Llévenlos,
no los desprecien.
Las bolsas con avena y las cajas con huevos se amontonaban en el estrado a
ambos ,lados de Margarita, que agregaba:
Las nutricionislas de la sala [la sala de atención médica del barrio) dicen que
esto tiene proteínas y todo lo que es necesario para la alimentación de los bebés
y de los más viejos. El gobernador Duhalde y el programa son cosas buenas, ya
veces no sabemos aprovechar cuánta bendición existe en lo que nos ofrecen.
BAJO CONTINUO 161
Margarita "mezcla" las actividades '1 los campos; si ese día la encontré distrI
buyendo alimentos de los planes sociales del gobierno de la provincia de Bueno:>
Aires, algo que tiene mucho que ver con algunas versiones del "hacer política",
también hacia "religión" a partir de la política 0, mejor dicho, a partir de Jos resul
tados '1 sedimentos históricos de la politica en la cultUra Asi como su igleSia esU,
construida sobre las ruinas de la Unidad Básica que ella misma dirigió en los ano',
1970, propone una interpretación del crislianismo que no surge de una doctrincl
escrita sino de decenas de actos cotidianos en que el peronismo sedimentado 1"'11
la cultura es utilizado como el molde de la ética que promueve en su templo Mar
garita era efectivamente multifacética. En airas trabajOS me he referido a la form,:,
en que la combinación de politica '1 religión que ella '1 aIras mUjeres practicabal1
alteraba las definiciones de lo que entendemos por "religioso" y"denominacional"
En este trabajo pretendo proseguir el cuestionamiento de las segmentaciones q1le
se nos ofrecen como dadas, pero tomando en cuenta la otra faceta invocada en esta
Introducción: el papel "político" de Margarita, su inserción en la red "clientelar"
En este anIJllsls me interesa avanzar en dos sentidos reciprocamente implicados
primero. prorundlzar la presentación de Margarita como una forma de conocer la
Singularidad de la experiencia de los sectores populares en el Gran Buenos Aires,
'1 segundo, recogiendo ('1 tal vez amplificando) el efecto de Jas diSCUSiones que
cuestionan la fertilidad del concepto de clientelismo, quisiera poner de manifies
to las propiedades políticas que tienen los sujetos como Margarita. Propiedades
"politicas" que emergen como tales a partir de la consideración del valor de teoria
política nativa que tienen las acciones '1 pensamiento de Margarita y, por lo tanto,
del distanciamiento respecto de las teorias polfticas dominantes, '1 de su correJato,
las concepciones que describirían a Margarita a partir de la simple carencia de
cultura política moderna agotando la cuestió en su "c1ientellsrno" (o sea, en su
falta de ciudadanía) '1 de aquellas que la mostrarían como testimonio de la dureza
de lo que resiste (como representante del continente menguante de la reciprocidad
en el marasmo de la modernidad),
La primera versión de este trabajo, presentada en setiembre de 2001, queria
comunicar datos '1 análisis que advertían sobre lo que me parecia un problema
crecientemente presente en la literatura de cuño etnográfico sobre sectores popula
res: la referencia al clientelismo como una realidad independiente de los contextos
culturales, circunscripta a los fenómenos electorales '1, fundamentalmente, como la
simple negación de los ideales de ciudadanía. Me parecía, '1 me sigue pareciendo,
que una vez que se hace conciente el hecho de que la ciudadania es apenas un
caso de lazo polítiCO (supongamos que es aquel en el que los que conforman una
162 PABLO SEMÁN
comunidad polftica se representan como iguales '1 se arrogan derechos en función
de una ley universal), el uso del concepto de cIIentelismo incurre en el error de dar
un contenido positiVo a una serie heterogénea de categorías de "no ciudadanía" y
que la etnografía se condena a la esterilidad tratando de encajar sus descripciones
en un término que, en real'ldad, debe cuestionarse. Guillermo O'Donnell, uno de los
cientistas políticos que contribuyó deciSivamente para encuadrar el análisis politico
referido a los paises latinoamericanos como una "transición a la democracia", ha
planteado los supuestos eurocéntricos de los modelos de democracia, la desatención
al hecho de que las especificidades de la historia social '1 política latinoamllricana
modelan al agente de formas que difieren del trayecto ciudadanizante cláslco. 1 Es
toda una ironía que mientras sociólogos y politológos comienzan a dudar de la uni
versalidad deí agente supuesto por las teorías sobre la democracia, la antropologia
volcada a la descripción del "c1ientelismo" asuma la supuesta validez trans-contextual
(universal) del contrario del sujeto democrático (el cliente),
Por otro lado, me preocupaba algo que ahora me preocupa aún més, el hecho
de que los análisis políticos se dividan entre las realidades clientela res y .Ias luchas
populares, como si unas y otras no estuviesen interpenetradas y recíprocamente
alimentadas o no naciesen de los mismos tipos de sujetos, de trayectorias lln las
que emergen configuraciones moraíes que ponen a la política en una perspectiva
tal que esa dicotomía resulta secundaria e, incluso, improductiva,'
En este trabajo, la referencia al caso de una mUjer intermitentemente inserta
en rlldes clientela res, religiosas y politicas, nos ayudaré en la tentativa de hacer
evidente que la politicidad se constituye Singular e históricamente, más acá de las
Ideal izaclones a las que esa historia da lugar, portando una inquietante am bigüedad
frenle a las descripciones apoyadas en términos analíticos que expresan en qué grado
participan los analistas de las perspectivas dominantes sobre la pOlítica,
y l. Véase Q'[);¡nnell Guillermo, "Te(lr¡~ d(mo~rjll~a y polilica comparada", el1 Desarrollo EconómiCo. ReVista (Je Cieocias SOCIales, ,,01. 39, W 156. 1('[\, Buenos Aires, enero-marzo de 2000. pp_ 519-70 •. S~ parle de I~ Q~~I<:IC¡n la<:lica y aXlológl<:¡j entre "luchadores SOCiales" y "dentes" cuando, si bien se pueden lener [OOQ, I<JS comproml$O~ normativos que uno qumra, no se puede ignorar que esta separaCión. en el ,~Mo argenlr"'l, encuentra hedlo~ yanálisis que podnan desmentirla rotundamenle, Por elemplo Fa"nelli, que anallla el proceso que pajÓ de la rebelión que derrocó a 1m mandala"o provmClal que er¡j el emblema del Lllentehsmo a su reelec<:lón abrumadora por parle de los que Impugaron su mandalo en la calle vease Far;nelll, M""na, "ViolenCia y ri~a ~orltra la politica en el Santiaguenazo Indagación sobre el slgnill<:ado de una rel:lellon populJ( , en Apuntes de ¡"~stlgacló" del CECYP N" 6, Buenos Aires, 2000, Una (orm¡¡ ~lnlom~liLa en que aparece la rill,del de e,la supuesta división es la Imposibilidad que llene la reCiente Iileralura sobre piquet"ros en 1<1 Arllentlna. p~ra dar cuenla de la, prácticas clientelare~ de eslos grupos (eJlo~ s~rlan
represenlantes de una nue..a PQlillca Que no eslá manchada d~ "viejas praclicas" )
BAJO CONTiNUO 163
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o• 3
." O
ción de los supuestos clientela res pueden captarse en el contexto de la critica de
Auyero a la noción de clientelismo. Siguiendo a Bourdieu, plantea que el concepto
de clientelismo
es producto de un punto de vista escolástico, externo, alelado [... ) Está precon
struido lejos de donde yace la acción: ésta no se encuentra en la descarada-y
a veces patélica- distribución de alimentos o bebidas l .. ,] sino en el entramado
de redes de relaciones y representaciones culturales construidas diariamente
entre polítiCOS y "clientes".5
Es ese entramado el que costituye la condición del sentido de cualquier dor',a
ción 'J el que hace que lo recibido sea evaluado Como más o como menos, como
justo o injusto. El descontento de Margarita debido a que "dan poco" no puede
ser interpretado como el efecto de una contrariedad surgida del simple cálculo
económico del intercambio, sino como el efecto de una contrariedad surgida del
desconocimiento de una pauta de reciprocidad espeCificada en el entramado de
relaciones y representaciones culturales.
El "clientelismo" no existe como lo imaginan los analistas que encuentran
ciudadanías avasalladas o corno reducción de la dignidad política del votante cuya
existencia se naturaliza tanto como la del hambre en la ideología humanista. sino
como relaciones que implican una moralidad específica y comunican a clientes y
patrones. Según Auyero, los términos de esta moralidad wn tanto más fuertes cuanto
más cerca se está de los mediadores: las personas que mi:'ls dependen de los media
dores son las que, en consecuencia, más creen en la narrativa que los propone como
asistidos y, de ninguna manera, se ven a si mismos como "clientes". Los que tienen
pOSICiones periféricas en esa red tienden a denunciar el clientelismo o a reconocerse
en términos diferentes que los que propone el juego de los intercambios.
" ~ Auyero. Ji;vler. "Desde el punta de Vista del clienle. Reptonsanda ellropa del clienlelismo polítiCO", en Apuntes de ""~~I'~3c:i(m del Cierp, N' 2/3, Buen()~ Aire~, ]99B, SS·83.
166 PABLO SEMÁN
11. Persona, reciprocidad y biografía en la formación del lazo político
Ahora bien: como hemos dicho más arriba, desde una posición en la periferia
de la red "clientelar", y "denunCiando" el "clientelismo", Margarita reafirma los
principios de la lógica "c1ientelar" (de lo que en términos de Auyero es, más co
rrectamente, una versión de la moralidad de la relación entre favorecedores y favo
recidos). ¿Debemos entonces rechazar la idea de que el clientellsmo sea un punto
de visla preconstruido y dejar de usar el término entre comillas, o debemos pensar
que esas representaciones que están en las redes clientelares también funcionan
por fuera de el'las y que esas representaciones son una pauta de organización del
lazo político en los sectores populares?6 0, lo que es lo mismo, por qué no pensar
que Margarita opera la lógica que mal llamamos "clientelista", aUnque no esté in
mersa en la red de prácticas "c1ientelistas". Un ejemplo que nos permite ilustrar la
lógica de la que participaría esta ¡Jltima alternativa, la que defenderemos de aquí
efl más, sucede en el campo religioso en el barrio en que vive Margarita, como en
el mUfldo popular en general, suele decirse que un determinado agente religioso,
que agenc'la milagros, es un estafador. Pero esto flO implica, como podría suponer
un hipotético observador Iluminista, una desconfianza general ante la afirmación
de las potencias "sobrenaturales". El rechazo del charlatán se dirige a un agente
en particular, a alguno de sus fracasos. pero se considera que, en principio, y por
la vigencia de una premisa cosmológica que autoriza la expectativa de la interven
ción de otro orden de realidad, no todos los milagreros son estafadores.; Mutatis mutandl~ podremos preguntarnos si en el caso de Margarita no hay una perspectiva
propia de los actores que esté presente más allá de la red c1ientelar y que permite
que la denuncia particular se conjugue con la afirmación en general. Y si esto fuera
así, podríamos decir que, de la misma manera que la premisa cosmológica designa
una posilividad que rompe la ilusoria continuidad entre el ateísmo del observador y
la recusa singular de un agente religioso, hay presupuestos que hacen visible, para
un observador partidario de la ideologia de la ciudadanía, la positividad de Margarita,
que rechaza algunos patrones, sin rechazar el modelo de relación .
••. Seria muchD m.l~ ~rt"'~nle rdem represenlacloesy pr.lch<:a, P, aun ·,nas. pre5cmdll del duallsrna <upuesto en la nOCión de rep'es~ntaciones. Sin embargo, esas son las Ilmil~c.úlle~ ,j~l malenal del que di,pongo, de la form~ en que fue ellcaril(Ja la Inv~5(.gilc,ón.
" Vé~se el primer capilule de e~le libro.
BAJO CONTINUO 161
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Caminando con ella por el barrio, pude percibir el grado en que era sensible,
en sus términos, a las abruptas y dolorosas transformaciones que dejó la décadil
de 1990 en el Gran 8uenos Aires. Nos aproximábamos a un consultorio médico
privado situado en el centro comercial del barrio y, mientras mi mente se perdra en
la precariedad y el carácter poco serio del comercio que tenía ante mis OJOS, dijo'
esto es una cueva de perros. Yo vendría acá sólo Si no tuviera más remedio, Pero
antes era diferente, Lo que pasa es que los hospitales públicos son una payasada
y nosotros ya no tenemos obra soCial porque no tenemos trabajo. Los chicos (por
sus hiJos y por 105 hiJos de las mujeres de su iglesias) no se dan cuenta porque
no saben cómo era antes.
Compartia conmigo los parámetros que hacian desconf'¡ar de ese consultorio
médico y, al mismo tiempo, hacia evidente que un pasado de vielas conquistar,
soCiales dejaba de nutrir las expectativas de lo posible para servir de medida del
sentido de ro perdido, de lo antiguamente justo, de la restricción del horizonte actual
Margarita no mide el contrato en términos dependientes de una noción abslracta
de jerarquía, sino a partir de una experiencia histórica en la que el sentido de la
jerarquía se "promedia", se constituye históricamente con singularidades dignas de
ser reseñadas, Los efectos de ese recorrido histórico, el hecho de que existe lJna
historia, es registrado por la propia Margarita, que una vez, al contarme un lramo
de su vida, me dijo:
Cuando salí de la casa de esa familia que te dije comenzó mi vida, ahí, trabajc
en una fábrica y yo no podía creer, fue como una aventura. Ten'ia la plata para
mi [como empleada doméstica recibía un "salario" que se dividra entre lo com
putado para su manutención y lo que era enviado a su familia en el interior] y
encima teníamos el sindicato", La gente de Lomas [la familia para:J cual había
trabajado como doméstica] no era mala gente, pero mi vida empezó después
que salí de ahr.
Margarita, que salió del Interior paupérrimo a servir en la casa de una familia de
clase med ia, term inó siendo una obrera texti 1que participó en un sindicato y disfrutó
de reivindicaciones que fueron consagradas como derechos irrenunciables que ha·
CÍan parte de su honra, En ese camino, sus referencias pasaron de ser "los señores
de la casa" a los patrones de la fábrica, y un Estado que a los OlaS de Margarita
equilibraba o favorecia a los lrajadores en las disputas cotidianas y concedia como
170 PABLO SWÁN
derecho unas posibilidades que Maraganla asumió como reales a los 18 años pero
que a los 12 le sonaban a leyenda Tanto o más que los bienes recibidos, importa
la huella que dejó en su sentido de la Jerarquía una experiencia que instituyó para
ella la eXistencia de derechos que Margarila entendía como de los trabajadoreS Es
en este contexto que se puede decir que en ella conviven la aceptación de los lazos
verticales con el igualltarismo de perspectivas adquirido en la experiencia y que le
hace desconocer dirigentes. grados y títulos que respondan con hechos por sus pre·
tensiones: desprecia a los fríos pastores de seminario como a las "señoras nariz para
arriba" que fueron sus empleadoras o las de sus hermanas de iglesia. A ese sentido
de la jerarquía trabal ado por la historia que, como lo recuerda ella, la ha provisto
de una asistencia médico-social ejemplar, no la convencen ni la sala del barriO ni el
centro médico privado arudido más arriba, Una experiencia anterior le ha dado los
parámetros de lo posible y no es cualqUier donación la que cumple la expectativa
de reciprocidad Así que cuando hoy "recibe menos", no deja de reaccionar desde
su ancla. aquella experiencia en la que la trabajadora suburbial recibió bienes y
dignidades que la instituían como parte importante, antagónicamente enfrentada
a otras, no necesariamente la hizo ciudadana pero le puso horizontes igualitarios
concretos y operacional iza bies,
Margarita, que aceptó mi presencia en su templo ruego de "probarme", para
dejarme entrar a su templo regularmente. Cuando accedió, dijo que yo le habla
parecido "un buen chico", que sabia aceptar, y había valorado como un rasgo de
humildad una situación desapercibida para mí: sabiendo que mi letra manuscrita
es inentendible, me había negado con deferencia a escribir el libro de actas de la
igleSia Margarita, según me explicó, entendió esto como un gesto de abstenerme
de ostentar superioridad Quiero decir: Margarita sostenía un patrón de relaciones
espec iales con los soclafmente "otros" que se hadan presentes en su barrio: mostraba
su punto de vista diferente, pleiteaba la superioridad del médico, de las maestras
de la escuela frente a frente, y, reclamando ser oída, muchas veces se quejaba de
una arrogancia frente a la cual se justificaba su aspereza -en mi caso eso no fue
11ecesario-. Lo que podrra aparecer como prepotencia (porque el espectador no
se termina de acostumbrar a que los pobres hagan otra cosa que ostentación de
humildad y porque los "de abajo" no han terminado de interiorizar la posibilidad
de accionar a su favor, naturalmente, las pOSibilidades igualadoras -que no exigen
ni arrebato ni disculpa-) y las conquistas sociales acordadas en el medio de una
trama genéricamente relacional y jerárquica hacen que Margarita sea uno de fas
tantos testimonios de que en algunas generaciones de los sectores popul<lres se
había instalado un latido que hace estallar esa Irama, sin ser Igualdad humanista:
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"articulación cont ngente de regla5, discursos y objetos en el que las ideo logias 5011
derivadas (y no condiciones previas) y se brnan eficaces".1 Junto con la recuperaclÓl1
de la noción de persona, que nos ayuda a captar la positividad de las experiencIJ~,
po laicas que se desi¡rrolliHl ror flJPf21 rilO' marcos nO'mativn<, qlJ¡:> iglJ;,lan ..1 ¡¡BPrl~r
y el ciLdadano, e'j necesario hacer de la histOria un plano inmanente al agente. LI
historia no es contexto, conjLnto de fuerzas que modelan, sino, más radicalment(~
plano de constitución de formas del agerte, de nociones de persona singulares qU!'
dan lugar a polltlcldades singulares.
CrEO que por esta vía nos situamos frente a una cuestión est'atégica del anali51",
político y en el qLe la antropología puede aportar su diferencia. Allí donde se h"
supue~to que las transiciones democráticas eran una especie de escalera rrecanica
en la que el restaJlecimiento de 105 derechos poiíti:os generaba la Ciudadanía, la
sociología y la ciencia política, una vez comprobado el fracaso de su pronóstico,
han el2borado un monstruaric en el que los pretendljos clientes ocupan ellugal de
u'rlusCluriu ¡xirlcipdl. Erl ~I rnislllü t~rrerlCl, el tratClmiento del caso de Margarita que
hemos propuesto ensaya una alternativa: antes de preguntarnos sobre su cistancia
y su diferencia respecta del agen(e democrático ideal, preferimos preg~Jntarnos por
su pos tivldad y por la lorma en que ésta existe a pesar de las presunci;)nes de
hegemJnía del un'lverso simbólico de la democrac'la,
"•. Vea~~ 0oldman, M~rCIO, Alguma an/l<Jpologia, R~I"me Oumar,i, Ro d~ J~M'ro, .999, P 178
174 PABLOSEMAN
••••7
~•• ni DemOniOS ni DeSieRTOS'
Introducción
El siguiente es un ejercicio crítico realizado en el año 2001 y basado en un ar
tículo de Phillppe Bourgois cuyo resumen, en palabras del aulor, es el siguiente:
La Guerra f-ria limitó el antllisis del autur [el propio Phifipe Bourgois~ sobre la
violencia política entre campesinos revolucionariOs de El Salvador dLrante los
80 Veinle ¿,ños después, un anélisis retrospectivo de sus notas de campo docu
menta las formas en las cuales el terror polílko y la represión penetran en las
interacciones diarias y normalizan la brutalidad interpersonal en un" dinám ica de
viJlencla cotidiana. Más aún, la violencia estructural. simbólica e interpersonal
que acompara tanto la movilización revolucionaria como la Tl igración laboral a la
us irlflel citye~ ~compañ~da por fr¡¡eturJ~ de género. Las trampas de la violF"nr.ia
simbólica en la guerra contra la insu"rección generaran mutuas recriminaciones y
1 Sdvlna Mercnson, Mark He~18y, C1;¡udlo Benzecry, Gaslón Bellran y Luca~ Rub;nich fueron ,ectores ",ene" rOSO" ~ crltlcO~ del t~_do que compone e<le r~r>II'JICl F'l~rcn ~enslbles ~ mIs pre~cupacIQnts y me ayudaron ¡j eli¡/¡~ar!a5. Sr.') d),[vsm.)es Qtle "'Rilen de h~c~ mucho herrpo ~ ,ncluyen a n'uctlCls 0),(5 que ah0'~_ inlllsl2menle, estoy clvld~ndo NI 10' "Qmbrado~ rl los ar,óni,no5 50n responsablus de mis orlllliones,
BAJO cotn:NUO 175
un sentimiento de culpa que oscurecieron el rol de una estructura de poder opre
siva, De manera similar, la violencia cotidiana dentro de una versión neoliberal de
la paz facilita la administración de la subordinación de los pobres que se culpan
a sí mismos, como si se tratase de fallas personales. El desafio etnogratico es el
de dilucidar las cadenas causales 'J las relaCiones de género en el contmuum de
violencia que refuerza la desigualdad en la era post-Guerra Fria.
Mis preocupaciones respecto del artículo que debía criticar no se referlan tanto aI lo que el articulo decía como al cuadro que subyacía a su producción, La necesidad
de los ilr1lropólogos de salir de los límites del culturalísmo Ingenuo y de encontrar
teorías que le dieran contexto a la práctica de una antropologia urbana cada vez más
interesante en sus descripciones de los fenómenos, y cada vez más angustiada por
la falta de una teoría dela sociedad para trabajos de campo que ya no tenían por
ji: sede las sociedades indígenas, tuvo, entre otras, la siguiente consecuencia: la obnu
bílación con los grandes díscursos sociológICOS, la tentativa de síntesis apresurada
entre práctica etnográfica y teoria SOCiológica, la moralización de la práctica teórica
de manera tal que sí el discurso teórico no €ra pOrtador de una pasión agonística y
una denuncia no era legítima, Paralelamente, otra situación reforzaba esta línea de
acont€cimientos: la sociología que había salido del economicismo ingenuo tendía a i , , regodearse en el improductiVO limite de contraponerse a ese pasado afirmando en
cada paso la preeminencia de lo simbólico, En ese contexto, y muy especialmente en ,
el contexto argentino, vivimos una "vogue Bourdieu" que intentaba salvarnos de los
di males antedichos Imponiendo a la obra de Bourdieu, y a una lectura especifica de
la misma, como salvación" La tormenta, gracias a Dios, amainó, y todo 1,0 que este
trabajo haya perdido en herejía lo gana en comprensibilidad y, tamblen, en utilidad1" para la tar€a de reconstruir el contexto intelectual en que ejercemos la investigación
"
Este trabajO r€conoce los problemas en los cuales se Instaló la moda que discute 1
Pero duda, con argumentos, de la solución aportada,3 Lo que sigue es lo que fue
I escrito en la oportunidad en que fue publicado por primera vez. , I "
l' v ,. Ur,~ ~e I~s arisla, que presenl~ba I~ moda en curso en ese enlonces es q~~ la ob"~ de AOllrd'eu ya habja ·"de) Inlroduclda en la Argenllna de formo m~ChQ m~:. rita, cri(,q y abierla par JlJtore, corno Allamrrano, Sarlo y Sldlcaro (sólo por recordar Intrerlacucloneó 'J~llas~~ d~ rt1l IQ'm~Slón ~nP."e'SllJ"a) En aq~el conlex IeL
se hab'~n Iraducldo también crillcas coma I~ dp 10 "gr.Qn y PJs~~rrJr,. c~y~ ',¡~IÜf en f.l marco del furor acrilllu que loda'lia r~sl~, la~ cond~f1a al desconoc,mientD ,. Una posrcion parc'<llment~ conv~rgenle con ésta, prw b~~~d~ ~n olrc" t""IG,, ~~ I~ que desaffolló Claudld Fon~eca ~n "La cla5~ SOCI31 y su fecll5~ción ~tnD~rJfi[il' ~n Elnogr"f'ils CQl,r~mp~rJn~ils N' 1, BlJenoó A¡re~, abrol de 2005. pp 117-38
176 PABLO SEMÁN
1I ,
La razón por la que El pDder de la violencia e.n la guerra yen la paz resulta valioso
y productivo es la muestra en acto de', grado en que nuestras interpretaciones se en
cuentran sutil pero poderosamente condicionadas, La realización de un "impiadoso"
ejercicio de exposición de la relación que un investigador tiene con su material de
campo permite palpar la eficacia desconocida de', contexto del interpretante en sus
interpretaciones, Sin embargo, Yesto es lo que me interesa discutir, esta contribu
ción reincide, por otra via, en el error que pretende corregir. Esta crítica excede la
posición de Bourgois en la medida en que esta posición hace resonar Una serie de
elementos constantes en algunos ana lisis etnográficos sobre paises !atlnoamericanos.
Así, dirigiéndome al trabajo de Bourgois, aprovecho la oportunidad qLl€ ofrece para
discutir algun<'ls perspectivas que me parecen mucho más problemáticas de lo que
deja suponer un llamativo consenso sobre ellas."
Los condiCionamientos contextuales que Bourgois pone de manifieslo no ~on ~ó\o
estructuras de larguísimo plazo que presentan suturado el resultado de una balalla
social, Bourgois refiere a la nubosidad que nos imponen los aconteclmiento~ relati
vamente cercanos a los cuales estamos ligados y a la naturaleza mínima, pero llena
de consecuencias, del acto que termina estableciendo una lectura de los datos, El
temor de abonar la visión "neomacarthista" imperante en la política centroamericana
de Estados Unidos, hacía invisibles, o imposibles de señalamiento, los hechos que
manchaban las conductas de los grupos sociales y polítiCOS que luchaban contra el
gobierno salvadoreFio, Había en ese entonces un constreFiimiento al escamoteo de
los hechos de violencia que teñian las relaciones entre pares (o supuestamente pa
res), en el interior de estos movimienlos La reflexión de Bourgois demuestra cuánto
influye la coyuntura política en la producción científica y cuánto presiona al error
el hecho de encontrarnos en una coniigurac,ón en la que sostenemos unos valores,
discernimos unas realidades en las que qUienes podrlan encarnar esos valores los
contrarían, y tenemos, finalmente, enemigos de eso~ valores que explotarían esas
w •. [1 wn~~n,;o ~é, en r~alid~d. JrJr~"te yprocede de lo dlslm~tria en que dialo~an Ja~ perspectl"'~s an"I,¡'r,~"
t,,~len critica,; c"mol~ d~ L,'giJ SIl(Jud a Nancy S~hepperd Hu~ues, o I~ d~ Mark HeJlel' ~ BOOJ,d,eu y Waequant, qlJe p,~~bJn q~~ 105 disensos exist~n SI no son lan eYldenl~, enlre nosolros, ~~ pOI una ,~,¡'¡n
Que nD d~l~ de len~r su ladel l(ra(O,,~n, qUlzj SEa el campo académico El campo en si q~~ el'eprDdu<:c,¡¡nic
mQ rewlt~ rna,; r~<lll,la yónalili<:Jmenle mas fértil, Ve¡jse S,gaud, L., "Fome ecompor(amenID~ SQCI~I," ~n
Ma"J' E~t[ido~ Clr Antrupol~giJ Sacia! N° 1, Programa de PO$-Graduó~ao em AnlropologiJ Sonal, Mu"EU NJciDnal y lInlver~":l~J Fed"'JI d~ Rlo de J~np.,ro, 1995, pp, 67-176: Scheper Hughes, N , L.1 "Jufrlf s,n lIallto, l'I(lll'n,¡~ y Vida colid",n3 en BrJsil, Ariel, Barcelona, 997, y Healey, Mark, "D's~~lam qut ',ollel amp,i'Jn'sada· Bo~rd,elJ y W¿KQuant ~ob,~ raza en Bras,I", en Apuntes de Investlg~cid" df'1 Cre" N":', BLJpnD~ A"~,,, 2000. r>P 9')-]02
BAJO CONTINUO 177
realidades con tergiver5.aclones o sobreponderaciones. la sencillez, la hone5.Hdad
y el valor crucial de una demostración que se hace releyendo el propio material es
de imporlancia crucial porque hace presente lo que siempre se sospecha pero rara
vez se problematiza. las poblaciones latinoam ericanas como objeto de 1as ciencias
sociales (en general, pero no e¡o;c lusivamente, de las cienCias sOCiales del hemisferio
norte) padecen objetIVaciones que se hacen sobre la base de sus aspectos folclorl
zables: son las aristas que en 8rasilllamamos "para inglés ver" y que, yo agregaria,
surgen del "inglés viendo". El ejercicio de Bourgois, confesión de parte, viene a
relevarnos la necesidad de probar que el "inglés viendo" no es una caricatura sino
una realidad tangible en sus potencias y en sus limites, en su honestidad yen sus
condicionamientos 'Inconcientes.
Mi critica a la autocrítica de Bourgols se reduce a unas preguntas: ¿no sera que
otra vez, y COmo suele suceder con frecuencia, se cree estar resolviendo el proble
ma cuando en realidad se está incurriendo, una vez más, en el tipo de acción que
lo genera? ¿Y si el mismo papel que una vez cumplió la Guerra Fría lo estuvieran
cumpliendo, en el contexto actual, la necesidad de creer que se ha encontrado una
teoría definitiva para OpOnerse al neoliberalismo, el desconocimiento (en el sentido
que el pslcoanallsis le otorga al término) de que el universalismo es siempre una
pretensión problemática y la creencia ingenua de que las tensiones entre antropo
logía y sociotogra esta n definitivamente superadas? Una vez con conciencia y otra
vez sin ella, Bourgois sufre el poder distorsivo de los conte)(Íos inmediatos en la
interpretación. La primera vez se trata de la Guerra Fría. la segunda V€2 atacan
por la espalda las secuelas del monólogo reproduccionista,5 la idenlillcación del
análisis con la oposición a enemigos que se han definido antes del análisis mismo y
la urgenc'la por cumplir con el Diktat del momento (la superación de las oposiciones
que Suponen los diversos abordajes, como si éstas €¡o;istiesen sólo por pretensiones
corporativas), que hacen que el movimiento crítico naufrague en la confUSión entre
el mundo y mi mundo.
w
, A~';t~ altura de los aconleClml~n1D~, nI",I reproduccIonl5mo e~ sólD ~I nlJrl1bre del "probl~ma" de BourdlelJ (mu,'ha5 '/~q'~ luslalll~nle se~"ladD). '" BQIJrdieu es tan ~ólo un reprodUcci'Jolsta {algo lolalme~le oll'ld..-:l~1
H<ly e~pIICJcl()nes reproducciúr,,~(¿l5 yU~ ¡>arten de 8ourdleu, p~ro la cOl1l1lgan con soclologl"s men(J'; iHJ·
loconci(wles de sus compromisos "ormaliv~s. y sarl peores Hay cJitlcas a 8ourd,eu que sor, 1,,,, b3nal~5 y superfiCiales como su ulil,.aclón corno caballilo d~ bal~llo. [.li(mces. cuando hablo de reproduccionr,m<J ~1(,
rellero. centrolmt"t~, ~I c~r¿¡cler de cln;ulo de h'mro QLJf ~e les da a expllcoc lone~ lcasadJs ~n la cj,alécllca. parclal'-'lel1lc Inneg~ble, entre lo que se Inc~lca y ID QU~ ,e solicrta soeralmenlt
17B PABLO 5EMÁN
Sistemas sociales, ollas a presión, actores y sistemas
Una situación histórica y sus conflictos, la Guerra Fría, tornan Iflvisibles las
realidades que arruinarían el prestigiD de los rebeldes salvadoreños o justificarian
indirectamente a los opresores del puebto. por no convenir con ellos se concede y
se los descrtbe como víct'lmas, como nobles rebeldeS, pero siempre inmaculados.
En relaCión con esta impasse, que no es una mera contradicción lógica sino una
serie de actos advertidos en el propio cuerpo y en ia propia forma de registrar y de
escribir, se desarrolla la segunda contribución del articulo: una primera instanCia
del trabajo de Bourgois habría descripto unilateralmente la presencia de la vlolen
c'la. Esta habitó y habita la realidad salvadoreFia de una forma más e¡o;tensa y más
comp,leja que la reflejada en aproximaciones dislorsionadas por los influjos de ta
GL'erra Fría. Pero no se trata, obViamente, de equil'lbrar las culpas y endosarlas a
los que pasarían a ser ahora demoníacos movimientos de oposición armada, sino
de establecer premisas para interpretar de forma social y global la d'lnámica de la
violencia. En este conte¡o;to, Bourgois propone entender los fenómenos que fueron
estratégicamente Yactivamente desconocidos en tanto violencia cotidiana, producto
de la ViolenCia que suma la v'lolenclaestructural Y política, La categoría se propone
un objetivo preciso y necesario en la intelección de los fenómenos sociales: se trata
de sustituir la relación moral inmediata con los hechos por la fórmula que engendra
el fenómeno Visible. Una propiedad sistémica. un proceso objetivo, un concepto
sociológico, viene a dar relieve a lo que, con graves pérdidas analiticas, podria ser
establecido como fenómeno psicológico, o io que podría quedar oscurecido por una
simple relación moral con lo que no termina de reconocerse como la objetividad
de lo sacial. La explicitación de la noción de violencia cotidiana utilizada por Bourgois
confirma que se nutre. en grado fundamental, de una viSión que afirma h:¡fmas y
grados de verticalidad de lo social que deseo discutir en su potencia y concepción
(no negarlos, si complejizarlos) y, también, tornarlos más abiertos. Es/a definición
presenta la Violencia cotidiana como un fenómeno exclusíva o fundamentalmente
derivado. la violencia interpersonal es el efecto de un quantum de violencia política
y estructural que func'lonaria en la lóg'lca del e¡o;ceso y el desborde atravesando todos
los niveles de la organización social que funcionaria, como metaforiza el autor, al
modo de una "olla a presión". Podemos asumir la metáfora e interrogar, ¿el "contenido de la olla" es indiferente
a la presión) Bourgois no saca ninguna conclusión de las especificidades locales
en cuanto a su capacidad de elaborar dilerencialmente la presión generada por la
BAJO CCI-.;~I~'lJO 179
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olla. En todo caso, y en la linea de la metMora física q\le plantea, habrá un grildo
mayor o menor de presión caracterizando a cada situación, pero nUnca procesos que
intef~engan c-alificamln los f",nómenOs. de encuentro entre \0 Que viene de ilTl ¡Di! 0\0
la olla y lo que ésta contiene. Me explico mejor con una pregunta: ¿no habría que
suponer que hay una Dialéctica entre la presión de la olla, ellipo de elEmentos que
r.ontiene y el grado de agregación de éstos? Parece, ~II uefirllliva, que no interesa
si en la olla hay porotos. arrOl o maíz, o si el medio líquidO es aceite o agua, '1, ~or
lo tanto, hay un deSClJdo en la ecuación en la qUE deberían pesar la resistencia
específlc¡¡ de m¡¡lerlales yio las \Ospeclf'¡Cldades de las InteracSlones del contenico, el medio líquido y la presión.
PJede que el flsicalismo elemental de la propuesta sea una mera licencia y qJ€
mi argumento L:UdSICulinario seannecesarro. Pero las categorías menos metafóri
Cas del análisis de BourgOls no se distancian de esa lógica y hacen pensar que la
metá'ora es, antes que casual, la figura pantográfica, la amplificación sistemática
de UII elemento que se encuentra Sutilme1te presente en la arquilecura teórica
del tExtO. Todo el razonamiento supone una pasivid¡:;d extrema de los niveles, ele
mentos y procesos micro a los que se transfieren las consecuencias '1 las fuerzas
de los procesos macro. Expreso Esta preocupación fuera del nivel no demagógico
en el que, muy pertinentemente, plantea su proPuesta el autor: no reclamo por
la pasivización en nombre del ideal rom ártico, ni En el de una meta'ísica de ñ
conCiencia, ni siquiera desde la posición sensato, despojada y lúcida del Ra'1mond
Williams que afirmaba que ninguna dominación, por llás absoluta que fUera, deja
ba de presentar un resquiCIO para el ejerCicio de una libertad antrnpnlógiramente
Universal (una postura que tiene tantos matices y es:á tan cargada de experienCia
que podría eludir con soltura las imputaciones de "humanismo" de las que podria
padecer). Partir de esos supuestos desocializaríil la e~plicación priviindola de Uml
sociología que puede Ser la de Bourgois o la que reiVindicaré m~s adelante y qU8 difiere de la de nuestro autor,6
El nivel micro al que refiere BnllrEoi.~ cnmo un nivel paSIVO, receptivo de efectos,
es también el nivel en el que se organizaban las fuerzas qUe combatían al gobierno
ya los grupos dominantes en El Salvador, O sea qUe al mismo tiempo ese nivel es
el de la constitllción d,o un actor que tiene cficaciJ mano. Yen e5to.; rl:gi:;tru, resulta
" •. Erl todc c~so, yeor':lo puede co~st~taflo Elléclor, ~I humam~mo "Ingenuo" Otesti non'ü de un compfomisL va por cl.e~IJ del aU[lr que estamos analizando,
180 PAElLO SEMAN
prob\€máticoque se p ense con una regla que le asigna a un actor cualquiera cero
de Juego abierto en la teoría implícita que piensa las relac ones enlre actores en
el s~r.o de un sIstema la vIole1cia estructural y polrllca pdrl:cl:ríiJ r u ¡JeJar IU!,:dr
a otra cosa que a lo qJe da lugar segun Bourgois: a la degradación humana, a la
normalización de los niveles de violencia que permiten esa degradación, Pero este
estado (1lamémoslo c01venclonclmente: 3), derivado de la InsurreCCión armada, de
la reacciór. de los grupos dominantes Y de la intervención extranjera cue superó en
su propio pais todas las resistencias democráticas, es el resultado de la cons:itu
Clón de una jinámica rellollJci01aria (estado 2J, en la que una fase anterior de la
dominación (estado II comenzó a ser im;)ugnada, Si para esta última se hubieran
aplli:ado los principioS teóricos CUlO' BourgJis aplica para explicar la Situación 3, esta
rebelión habría sido un im posible, un impensable, un caso excepciona que Justlf ica
a la regla, y ::lado que ella se po-odl.ljO, 'f ,jada que las revueltas se producen, creo
que mi objeción a los supuestos teóricos tiene alguna Importancia.
El error cel reprodJcc\onismo del ral:mi'lmientJ no reSide en que se dan como
evidencia todos los delermi nismos q ue cz,racterizan a la oposición siempre desigual
entre aetor¡:>~ ~ol:'la\e" y gró'lr.iñS il lo~ cuales la dominaCión persiste. lo que pesa es
la ausencia, en el habltu5 analitico, de una noción positiva de los elementos que, en
todas las SOCiedades, en todas las historias, tornar perecible cualquier imperio que
nurca cae de senilidad, En ese hueco militñ lil noción de ñrJor !lue rEivindico: algo
que es parte de una tota\ldad peTO que so: incluye en ella te1sionalmente, no como
entdad anterior sino como encarnación de momertos de ura plataforma de acción
histórica. tst¡¡ es "estruclura" sólo par~ la \fiSIón hegemónica y, en realidad. es unñ
superficie que acaba siendo siempre el resultado de una realidad conflictiva que
escs momentos, los actores, constituyen i lestimollian. No r€.clamo por un indiViduo
Cdpill dIO prolilgonisn"o sino por una concepción del hecho soci<:ll que no reifique
los resultados del proceso (sea baJO la 10rma de una conc':er.cia CO\€.ctlva, de una
magnitud física de superioridac incesante o de una violencia estructural que crece
a espaldas de los actores 'f ~¡jl,) puede ser pl:IlSaDil como una espaie de láp,da),
que no confunda los resultados de las disputas sociales con la realidad conflictiva,
dis:métrica y politica de lo social. Pensar con esta lógica ayudaría ~ e'Jitar que la
violencia co~idlana sea conceclda como el resultado de una sLlma iJlgeuriJicd de
fuerzas fisicas, como la magnitud reslanle del quantum de lJiolem::ia eS~f\.lCtural que,
desocializada de unas formas que la contenían, OJera libremente coma un rio que
se ha salido de m¡¡dre, inunda una geogralia, arrasa con las deler.sas
BAJO CONTINUD 181
1
Ni demonios ni desiertos
Pero hay otro núcleo del an¿llisis que desplaza las condusiones en la dirección
criticada. Los subordinados no son actores (como vimos hasta ahora) y los su bor
dinanles son hiperartcres (Como indicaremos de aquí en más). Esta última es la
connotación con la que aparece un comodín de! análisis: el neoliberalismo ¿Es éste
una corriente social, Ideológica y política g,lobal, un proceso nacional que, con mucho
peso específico, reorganiza socíedades nacionales de ca pitalismos precedentes muy
especiales y muy d.ilerentes entre sí, o se trata de ambas cosas al mismo liempo? La
pregunta introduce una objeCión más amp/la: neolibera!ismo resulta una categoría
demasiado general y demasiado carente de articulaciones especificas como para
sustitUir una serie de COnceptos que van desde régimen de acumulación a fase
del capitalismo o formación social, bloque histórico -sólo para invocar una de las
tantas tradICiones que podrían ofrecer medíaciones imprescindíbles-, La objeción
no nace de la voluntad de contraponer categorías, sino de la impresión de que las
reJerencias al neoliberalísmo son, antes que nada, demOf1ológicas y que por la vía
de la solicitación moral se propicia un acuerdo analítico que no me satisface, mi
oposición a lo que Bourgois llama neoliberalismo no me lleva a oensar que se pueda
pensar la Argentina, El Salvador o Harlem, sin hacer Intervenir como mediaCión de
la influencia .'leoliberal el conjunto de factores que crean sociedades y/o espacios
singulares como las naCiones, las regiones, etc. Más que una mediaCión instrumen
tal, estos factores son elementos constitutiVOS como el neoliberalismo, que es, en
diversas metabolizaciones SOCiales, un elemento definidor.
Hay un punto en que la presencia satánica del neoliberalismo se conecta COn
la ausencia de una idea de actor, con la concepción del nl:'oUberalisrno corno algo
distinto de una apuesta social o un esfuerzo de díreccíón '1 de construcción reali
zado por unos grupos sociales. El proceso de afirmaCión de las intencíones de ,lOS
grupos sociales que promueven una desigualación brutal es presentado en términos
de la irrupCión de una fuerza omnipotente que hace de la sociedad un infierno. La
Imagen de las sociedades agobiadas por el neollberallsmo parece modelada por un
mito: qLie la degradación de unas formas sociales es sucedida por formaciol"1es no
soc)ales y no por configuraciones sociales que realizan valores que. si se desea,
pueden ser discutidos y comparados cOrJ desventaja respecto a otras SOCiedades y
parámetros. SOCiedades de sujetos armados y en proceso de au lodevorac ión pueden
no ser mejores o buenas, pero no dejan de constitUir sistemas sociales Y el con
¡:unto de esta reflexión apunta a cuestiones bien urgentes: vivimos en sociedades
que viven prOcesos de reestructuración y degradación, y que proyectan imágenes
182 Fj\BLO SFMÁN
pavorosas que, para hacer valer ei sentido de la intervención del sociólogo. deben
ser disueltas y reintegradas en un análisis del sistema Y su evolución. Describirlas a
traves de una Simbología del mal, sobredeterminada por la coyuntura, entorpece la
símbólica del mal '1 el análisis, al pastor y al sociólogo (y conste que no tengo nada
contra el pastor que haga bien su trabaJO). Al analizar la situación de una pequeña
población búlgara y sus relaciones con el conjunto de ,'a sociedad, sophíe Chevallier
muestra que el sistema involucionó. que la lóg,ica estatal es sustituida por otras
lógicas més "primitivas" y, tal vez, negativas desde un punto de vista axiológico,
pero nada muestra que sean imposibles de analizar.' Deberiamos saberlo nosotros
que estamos viviendo un "demoniaco" proceso de implosión, pero no dejamos de
ser una sociedad y debemos mucho de lo que está pasando a las particvlares ca"
racterísticas del sistema social y no al hecho de que no lo sea,
La etnografía y las teorías de la totalidad social
Las dos discusiones anteriores llevan implícíta una observaCión crítica que
resulta transversal a los dos argumentos anteriores y que es conveniente eJ(pll
citar. El razonamiento de Bourgois encuentra en la violencia cotidiana la forma
de integrar un observable etnogrMico en una versión de la totalidad social. Por
la vía de un rodeo, qUisiera argumentar que ese paso no está exento de proble
mas. que por ín!entar superar lo arbitrario, lo corporativo y lo histórico de la
diVisión entre sociología y antropología termina ahogando las potencíalidades
de la etnografía Comencemos el rodeo. En las ciencías sociales de la religión crece la conciencia
de que toda vez que se habla de relíg'IÓfl para refer"lrse a un campo de prácticas
dedicadas a "lo sobrenatural" se generaliza, indebidamente, la experiencia de
aquellos para los que el aquí y ahora se ha dividido respecto de un más allá y de
algo que, sólo a partir de esa división, aparece como "trascendencia"' como "50
brenatura,leza". Es el punto de vista de la modernídad (fenómeno y mito movilízador
al mismo tiempo) el que ha generado la categoría de "religión" como resultado de
v ,. W~se Chevallle: SQphle. "U,,,a SQ~;eddde ern mud"r.. ~d An([(lpOlo&", d~ 'Irans,~a~ na BuJga"" oo. en HOri
zontes AntroPOl6iJi"os N' 15. f'~rw Aleg'~, 2001 pp,37-5/
BAJO CONTINUO 183
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lo sagrado ora para proteger a sus hijos con medios sobrenaturales, ora para sen
sibilizarlos frente a las responsabilidades familiares que es la via real por la cual
la violencia comienza a ser evitada, Si en estos casos operan todos estos factores.
no veo por qué en la situación salvadoreña no deberían operar otros y, al mismo
tiempo, hago ver que la homologación de las situaciones requiere integrar tantas
singularidades que la misma sólo se podría dar en un nivel más abstracto. Estos
casos permiten elaborar una conclUSión adicional que, desde otro ángulo. subvierte el
supuesto t.kilo de la homogeneidad que aSistiría al fondo de ',a sociedad aplastada,
en los sectores populares conviven di námicas diferenciadas que impiden pensar que
la violencia estructural opere de la misma forma en sus diversos segmentos. Y SI
estas dln~micas son conmutables, homologabies en un plano más genera'l, lo son
en virtud de principios que "OS unifican en torno de valores y repertorios que desde
el punto de vista del análisis no pueden ser reducidos sin ensanchar y relatiVizar el
punto de vista del analista.
Hay lógicas y categorías sociales que trabajan en la zona en la que la "violencia
cotidiana" nunca se constituye sin cualidades especiales y como algo m~s Que
un grado de presión de los elementos estructurales la condición para percibirlas
es lan fácil de declarar como difícil de praclicar: la apertura relativizadora, la
desmisti11cacián de los supuestos etnocéntricos -aun de los bien intencionados-o
El cumplimiento de esta condición se ve obstaculizada por el reproduccionismo y
por la demonizaclón, pero resulta directamente impedido por la afirmación de una
categoría Que suprime el otro lado.
Se adiVina entonces que todo este rodeo 'llene a cuento de una cuestión q'LJe
completa esta última refle)('lón transversal: pese a todo lo que cuesta y pese a que las
categorías de los agentes no lo explican todo, no debe renunciarse ni por un segundo
al hecho de que las concepciones de los agentes reconstituyen y singularizan las
tramas y los procesos que analizamos, y muchas veces obliteramos con categorías
como "religión" o "violencia cotidiana". No he mostrado que el concepto de "vio
lenc',a cotidiana" pertenezca al contexto del investigador pero, al menos, he dado
algunas pistas para entender que no se trata de una calegoria relativizada a la luz
de la información nativa (y no digo, de ninguna manera, información nativa elevada
al rango de teoria) y aquí, para calcular el plano al que nos lleva esta afirmación,
cabe recordar a Louis Oumon!. Frente a la retórica fácil que denuesta a la antropo
logía como una toma de posición por la categoria nativa o su idealización distorsiva,
Dumont -que no habia renunciado al universalismo, pero lo sabía complicado- decía
que las categorías supuestamente objetivas de la sociología son, mucho m~s de lo
que lo creemos, categorías del grupo al que pertenecemos y que sólo luego de ajustes
186 PAtlLO SEMÁN
comparativos que las transformen podrían ser "objetivas",B Afirmaba, también, Que
las categorías antropológicas. strictu sensu, estaban mucho más próximas de ese
ideal que las sociológicas, Éste es el pur,to al que quería llegar, antes de finalizar,
retomando el hechO de que "violencia cotidiana" se pretendía un concepto mediador
entre el plano etnográfico y la teoría sociológica. En I,a medida en que el concepto no
está relativizado, ni ampliado por los efectos de la crilica contrastiva, funciona tan
equívocamente como "religión". Yen esa misma medida la etnografia se condena a
responder las preguntas de una teoría de la totalidad social que ofrece sus caSille
ros. amable, combativa, sospechable, A esa teoría, antes de satislacer1a, es bueno
interrogarla y para ello nada mejor que dejar que se desplieguen los electos criticos
de la etnografía que, para teorizar, duda metódicamente del carácter enraizado de
las pretensiones de universalismo que siempre vienen a decirnos: esta vez sí, esta
vez es objetivo y universal. ¿Será lo mismo... ? Si la lucha contra el neoJiberalismo
puede desarrollar el mismo papel de obstáculo epistemológico que la Guerra Fría y
sus efectos, si la "violencia cotidiana" puede ser la sobreinterpretación elnocentrada
de lo que antes fue ideológicamente subexpuesto, si algo así como la idolatr¡a en la
discusión de la teoría nos hace olvidar el problema de I,OS análisis dominocéntricos,
me parece que podemos (y debemos) seguir dudando.
"" s, Véase Dumonl. Lauls, IntrodUCCión a dos /eoriB5 dI! I~ ~nmwlOf:¡~ s.,x,jl. AnagralT<1, Barcelona, 1975, p_ 33
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Inolce
Prefacio, por Denis Merklen
Agradecimientos
Introducción
1. Cosmológica, holista y relacional: una corriente de la religiosidad popular contemporánea
Introducción
Cultura y religiosidad popular
El modernOcentrismo como obstáculo epistemológico en el análisis de la religiosidad popular
Tres claves de interpretación de la religiosidad popular
Cosmológica
El Carácter holista de las prácticas religiosas en los sectores populares
El carácter relacional de la experiencia religiosa popular
Conclusión
2. Visa, apogeo y tormentos del "rack chabón"
Introducción
El "rack chabón": una categoría problemálica, un desarrollo histórico preciso
Venganza social: epílogo parcial del "rock chabón"
3. Historia, best-seJlers y política
1- La historia de masas '1 la crítica académica
2- Los best-sellers desde el 2000
3- Tres figuras actuales de la relación con la nación
Distancia
11
, 90 c> La argentinidad como reproche
96[:> la voluntad de ser argentinos y el peso de la historia
, 98 e> Los "libertadores": entre 1955 y 19B3
102 e> Si Moreno viviera ...
139<4 5. ¿Por qué no? Del matrimonio entre espiritualidad y confort, del mundo evangélico a los best·sellers
142 ¡a. Desarrollos de la teología de la prosperidad en la Argentina: de rasgo neopentecostal a operador de la cultura evangélica
145 iIl' La prosperidad según los pentecostales de Villa Independencia
145 e> Palabra de prosperidad
146[> Prosperidad y tradición
150 e> Prosperidad es "poner por obra"
153 .... ¿Una escena muy diferente?: un lector de Paulo Coelho en Brasil
1561> Conclusión
6. Las formas políticas populares: más allá de los dualismos161<1
161(;; Introducción
1_ Margarita: ¿clientelismo mas allá de la red clientelar? 164~
11_ Persona, reciprocidad y biografía en la formación del lazo 167~ politico
168e> 11.1
169e> 11.2
Conclusión173P
7. Ni demonios ni desiertos175<1
1751" Introducción
Sistemas sociales, ollas a presión, actores y sistemas 179!\;:>
Ni demonios ni desiertos182!?
La etnografía y las teorias de la totalidad social183"
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117[>
120 e> 1281
129 e> 131\:>
134 t> 136 ~
4- Conclusión
4. Entre Pentecostés y babel. El caso de Pauro Coelho y sus lectores
1- Ejercicio: condiciones de posibilidad de modos de interpretación globales
II~ Paulo Coelho según bibliotecas y lecturas
Accesos y colecciones
Experiencias de lectura
11I. Mediación religiosa y social en Paulo Coelho
Paulo Coelho, el catolicismo y la "nueva era"
las clases medias y sus síntesis socio-espirituales: de Chico Xavier a Paulo Coelho
Paulo Coelho: liter;¡¡,lo y sacerdote sui generis
IV- Conclusión