Gordon Lucy - El Amor Del Rey

download Gordon Lucy - El Amor Del Rey

of 28

Transcript of Gordon Lucy - El Amor Del Rey

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    1/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    EL AMOR DEL REY

    El rey Dniel de Voltavia siempre haba vivido entre el protocolo y el deber, y se haba convertido

    en un hombre distante. Pero con un solo beso, Lizzie Boothe not que bajo su fra apariencia haba un

    hombre lleno de pasin. Un hombre que se estaba enamorando de ella sin poder evitarlo...

    CAPTULO 1EL SILENCIO cay sobre la sala abarrotada. Lizzie alz la vista con rapidez, ansiosa de ver al hombre

    que haba ido a buscar.Su Majestad, el rey Daniel, soberano de Voltavia, vigsimo quinto de su dinasta, de treinta y cinco

    aos, monarca de su pas durante los ltimos seis meses.Desde que haba llegado en visita de Estado, Londres estaba llena de fotos oficiales, de modo que

    Lizzie crea saber qu aspecto tena. Pero as como las fotografas haban mostrado el porte orgulloso de sucabeza y la autoridad severa de su rostro enjuto, era imposible que transmitieran la vivacidad de sus facciones.Lizzie se fij en los ojos en particular. Eran oscuros, pero con un brillo que solo haba visto una vez con

    anterioridad, en una foto del abuelo del rey.Era alto y andaba con rigidez; adivin que no deban gustarle las conferencias de prensa. En Voltaviaera el monarca, con mucho, poder. No le gustara tener que contestar las preguntas de los periodistas.

    Antes de que hiciera acto de presencia, les haban advertido a todos de que no se permitan preguntaspersonales ni referencia alguna a su difunta esposa.. Tampoco preguntas acerca de sus tres hijos, ninguno delos cuales lo haba acompaado a Londres.

    En ese momento el Rey se sent a una mesa situada sobre un estrado, con un ejercitado aire deeducado inters.

    Las preguntas fluyeron. Fueron rutinarias, igual que las respuestas, que no revelaron nada... La amistadque exista entre los dos pases, los intereses mutuos, etctera, etctera. Alguien mencion a su abuelo, eldifunto rey Alphonse, cuyo fallecimiento, seis meses atrs, haba llevado a Daniel al trono. Este realiz undiscurso breve y contenido en alabanza de su abuelo.

    De hecho, como todo el mundo saba, los ltimos diez aos de su vida, Alphonse haba vivido en unmundo crepuscular, imposibilitado por una apopleja. Con veinticinco aos, Daniel haba sido regente y rey entodos los aspecto menos en el nominal. Sin embargo, Alphonse an era asociado con los grandes das de lamonarqua. Su largo reinado haba comenzado cuando los reyes ostentaban verdadero poder, y su prestigio

    personal haba garantizado que parte de ese poder siguiera unido al trono, incluso mientras l yacamoribundo.

    Mantena un gran parecido fsico con su abuelo, no solo en el aire de autoridad y en el mentn firme,sino en la expresin de la cara: orgullosa, velada, inflexible.

    Decan de Alphonse que haba sido el hombre ms atractivo de su generacin. Aunque tambinafirmaban que era el ms puritano. Podra haber tenido las aventuras que hubiera querido, pero haba sido unmarido fiel durante veinte aos. A la muerte de su esposa, si haba cedido a algn apetito, lo haba hecho contal discrecin que el mundo jams se haba enterado.

    Solo una mujer le haba arrancado una exhibicin pblica de admiracin, y esta haba sido la granestrella de la comedia musical, Lizzie Boothe. Haba visitado Voltavia con su propia compaa y el rey habaasistido a sus actuaciones. Quiz tambin le ofreciera alguna en privado. Nadie lo saba con certeza, y la

    reputacin de rgida respetabilidad del monarca permaneci intacta.Daniel era la viva imagen de su esplndido abuelo, tanto en lo fsico como en su patrn de vida.

    Casado joven con una princesa adecuada, haba sido un marido y padre entregado y haba llevado una vidadiscreta desde la muerte de su esposa, tres aos atrs.

    Cuando las preguntas concluyeron, todos se pusieron de pie y en fila para que el rey pudieraconocerlos individualmente. Con cada persona se detuvo unos momentos para estrecharle la mano y hacer

    preguntas banales que no podan despertar ningn inters en l, y recibir respuestas banales con la aparienciade un inters educado.

    Cuando al final lleg hasta ella con una sonrisa profesional en el rostro, su ayudante dijo:

    1

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    2/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    -La seorita Elizabeth Boothe.La pausa de l dur una fraccin de segundo y la sonrisa no vacil en ningn momento. Pero la

    proximidad le permiti a Lizzie ver la sorpresa en sus ojos. La satisfizo que el nombre an fuera recordado enVoltavia.

    Mientras le estrechaba la mano, el rey mir la tarjeta identificativa que llevaba prendida junto alhombro, pero all solo pona su nombre.

    -En las de los dems pone tambin a qu publicaciones representan -observ-. Creo que usted no esperiodista.

    -Es verdad, Majestad -respondi Lizzie con una sonrisa.-Acaso es actriz? -no le solt la mano.-No -respondi-, pero s lo era mi ta abuela. Se llamaba Lizzie Boothe y tena muchos admiradores en

    su pas.Una vez ms la sorpresa se reflej en los ojos de l ante el hecho de que se atreviera a tocar un tema

    delicado.-Ciertamente -contest con voz indiferente, y se aprest a continuar.Pero Lizzie habl con celeridad.-Soy historiadora, Majestad. Estoy escribiendo un libro sobre el rey Alphonse y esperaba que me

    concediera una entrevista.Le estrech la mano con ms fuerza, detenindolo en contra de su voluntad, una escandalosa violacin

    del protocolo, tal como le hizo saber la mirada atnita de l. En vez de retractarse, lo retuvo un poco ms,

    mirndolo a los ojos. Era un riesgo, pero jams los haba temido los desafos. El ayudante se puso tenso, listopara obligarla a soltarlo a una seal del rey. Pero esta no se produjo, y poco a poco el asombro dio paso a algodiferente en el rostro del Rey. Inters? Curiosidad?

    Pero entonces la inexpresividad se apoder de l y retir la mano.-Debe disculparme -indic con rigidez-, -no concedo entrevistas personales -un movimiento seco de la

    cabeza y continu la marcha.Se haba terminado. Los escoltaron fuera. Molesta consigo misma, Lizzie regres a la impecable casita

    londinense que haba heredado haca cinco aos de su ta abuela actriz. La Dama, como todo el mundo lallamaba al final de sus das, haba vivido rodeada de recuerdos de su poca dorada: regalos de admiradores,

    programas teatrales, algunos con cincuenta aos de antigedad, y fotografas de s misma en toda su gloria.Lizzie la adoraba. Todava mantena la casa tal- y como la haba heredado.En una pared haba un enorme retrato de la actriz en la cspide de su belleza y fama. Al lado haba una

    foto de su ms notable admirador, el rey Alphonse, sacada cuando tena casi setenta aos, imponente an,

    autocrtico, y sorprendentemente atractivo. Al pie, el rey haba escrito de su puo 'y letra: Con amistad ygratitud, Alphonse.

    Tir el bolso sobre un silln y se plant ante su ta abuela.-Lo he estropeado -la inform-. Nada sali tal como yo quera y solo he conseguido enemistarlo

    conmigo. Y se supone que soy una profesional. Lo s, lo s. Vstete acorde con el papel. Es lo que t solasdecir. Y no lo hice. Si me hubiera puesto un traje de tweed y gafas de montura gruesa supongo que me habratomado ms en serio. Pero por qu no voy a vestirme como quiero?

    Si una historiadora era una mujer joven y moderna, de un metro setenta y cinco de altura, con undeslumbrante cabello pelirrojo y una figura de modelo, por qu no iba a poder ponerse faldas lo bastantecortas como para exhibir sus piernas sedosas con tacones de vrtigo? Por qu no iba a resaltar sus grandesojos verdes y sus labios llenos que pareca conformada para los placeres de la vida, entre los cuales figurabala risa?

    -Hubo un momento en que cre que ganaba -continu hablndole al cuadro-. Me mir de tal modo que

    pens... estuve prcticamente segura..., pero se me escap en el ltimo minuto. T no habras permitido queescapara -suspir-. Y tampoco conseguir una segunda oportunidad.Pero, en contra de todos los pronsticos, la segunda oportunidad se le present a la maana siguiente

    en forma de una tarjeta con bordes dorados que le anunciaba que el rey Daniel se complaca en invitarla albaile que se iba a celebrar esa noche en la embajada voltava. Tras un grito de triunfo, se concentr en el vitalasunto de causar un gran impacto.

    El vestido de noche que escogi era de terciopelo negro y largo hasta el suelo, pero ah se acababa todasemblanza de decoro. El escote palabra de honor lindaba con la falta de decoro y el corpio descendaceido hasta su estrecha cintura, antes de proseguir para perfilar las caderas generosas y los muslos largoshasta llegar a los tobillos. Habra sido imposible caminar con semejante creacin, de no ser por la abertura en

    2

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    3/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    la parte posterior, a travs del cual se ofreca una visin deslumbrante de sus piernas.Era el vestido de una mujer que quera que se fijaran en ella y que se lo poda permitir, lo cual no

    siempre coincida, como sola observar la Dama con su tono ms custico.Lleg a la embajada a tiempo y fue escoltada hasta el gran saln de baile, por el que daba la impresin

    de que el tiempo haba pasado de largo. Del techo colgaban araas resplandecientes, los espejos tenan marcosdorados y el glamour era de otra poca. En el extremo ms apartado haba un estrado con un trono. Sobre lcolgaba el escudo de armas de Voltavia, dominado por un oso rugiente. Durante mil aos el oso haba sido elsmbolo del pas.

    Cuando todos los invitados estuvieron en su sitio, abanicndose y desesperados por beber algo, seabrieron las grandes puertas del saln y el rey inici el largo recorrido hasta el trono, situado en el otroextremo.

    Daniel llevaba un traje de etiqueta de color blanco, que pareca aumentar su altura y la anchura de loshombros. Algunos hombres estaban magnficos con cualquiera cosa.

    Primero se realizaron los bailes de rigor. El rey sali a la pista con una sucesin de damas de lanobleza. Lizzie imagin que haba una larga fila antes de que llegara a ella.

    Pero no le faltaron parejas, y Frederick, uno de los ayudantes del rey, solicit bailar con ella variasveces. Bailaba bien y le hizo muchas preguntas personales. Lizzie pens que cumpla rdenes, y diorespuestas ligeras y poco reveladoras. Si Daniel quera saber de ella, que se tomara la molestia de hacer las

    preguntas en persona.De vez en cuando el baile los acercaba, pero l jams mir en su direccin. En un momento dado,

    Lizzie alz la vista hacia el solitario trono que ocupaba y lo descubri observndola. Despus de aquello, supoque estaba pendiente de ella incluso cuando no miraba.

    Al final Frederick volvi a acercarse, pero no para bailar, sino para ofrecerle una inclinacin de cabezaformal y preguntar:

    -Querra disfrutar del honor de bailar con Su Majestad?-Gracias. S.Lo sigui hasta donde Daniel observaba su aproximacin. Le hizo una reverencia, pero a diferencia de

    otras mujeres que inclinaban la cabeza, ella la realiz con el rostro erguido, mirndolo a los ojos,desafindolo. El asinti levemente antes de ofrecerle el brazo. Lizzie lo acept para que la condujera a la

    pista.Era un buen bailarn, pero tena el cuerpo tenso. En cambio Lizzie danzaba como el lquido,

    deslizndose de un lado a otro en sus brazos.-Me alegra que pudiera venir con tan poco tiempo de antelacin -manifest l.

    Ella coment lo tpico, que se senta muy honrada, antes de aadir:-Me pregunto cmo saba Su Majestad dnde deba enviar la invitacin.-Hice que la investigaran -la inform con calma-, y descubr que era historiadora, tal como haba

    dicho. Tengo entendido que ha escrito muchas cartas a la Oficina de Informacin de Voltavia.-S, y no llegu a ninguna parte. Simplemente, me daban largas. Pero voy en serio.-Eso creo. La lista de sus ttulos y doctorados es impresionante... y alarmante.-No hay necesidad de que Su Majestad se alarme -dijo con timidez-. No muerdo.-Pero s persigue. Cuando consigui hacerse con una invitacin para la conferencia de prensa..., s, s,

    tambin s eso..., me persegua, no?-As es.-Y yo era la presa?-Desde luego. Solo persigo a los osos grandes. Son los ms gratificadores.La observ con una sonrisa leve y curiosa en los labios.

    -Y considera que me encontrar gratificador?-An no estoy segura. Depende de si me da lo que quiero.-Y es as como juzga a los hombres... dependiendo de si le dan lo que quiere?Lizzie enarc unas cejas delicadas en simulada sorpresa.-Por supuesto. Existe otra vara de medir?-Acaso intenta coquetear conmigo, seorita Boothe?-Bajo ningn concepto -respondi asombrada-. Sera impropio que una mujer coqueteara con el rey. Es

    el rey quien debe coquetear con ella.El tono tmido de Lizzie lo pill desprevenido y elRey frunci el ceo, como inseguro de si haba odo bien. Luego sonri con cautela.

    3

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    4/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    -Y si el rey no coqueteara con ella? -inquiri-. No mostrara cierta iniciativa en el asunto?-No se atrevera -lo inform con expresin seria-. Por miedo a que la considerara impertinente.-No creo que tema la opinin de ningn hombre, seorita Boothe.-Pero Su Majestad es un rey, no un hombre.-Es eso lo que cree?-Soy yo quien espera que me diga qu es lo que cree, Seor.-Le sobra calma! -exclam con suavidad.-Por supuesto. Una mujer necesita retener la serenidad al entrar en la cueva del oso -seal-. A menos

    que est bien protegida.-Creo que usted est protegida por su descaro.-Santo cielo, he ofendido a Su Majestad!-No busque cumplidos, seorita Boothe -le brillaron los ojos.-Era eso lo que haca? -murmur.-S. Y resultaba del todo innecesario.Haba una docena de maneras de tomar aquello, pero Lizzie percibi exactamente lo que l le deca y

    la recorri una oleada veloz de excitacin.No haba pretendido que aquello sucediera. La idea haba sido coquetear con l hasta que fuera como

    masilla en sus manos. Ya haba funcionado con anterioridad.Pero jams haba formado parte del plan que l la sedujera. La situacin se le escapaba de las manos.Bajo el exterior rgido, ese hombre tena un diablo en los ojos. Experiment la incmoda impresin de

    que la haba evaluado y decidido que poda controlarla.-La msica termina -observ Daniel-. Pero nuestra conversacin no ha hecho ms que empezar. He

    ordenado que nos sirvan champn en la terraza.Doscientos pares de ojos miraron cmo la conduca a travs de los ventanales a la ancha terraza. En

    ese mismo instante un camarero depositaba una bandeja con dos copas alargadas y una botella. Daniel lodespidi con un gesto de la mano, le indic a Lizzie que se sentara a una mesa pequea y l mismo se encargde servir.

    -As que est escribiendo un libro sobre mi abuelo -le entreg la copa y se sent frente a ella sin dejarde escrutarla-. Por qu lo hace?

    -Porque me ha fascinado toda la vida -respondi-. La ta Lizzie me contaba muchas cosas de l, y deVoltavia. Haca que sonara como un pas maravilloso.

    -Lo es. Y s que tena muchos admiradores all. Entre ellos, desde luego, estaba el Rey.-Siempre conserv las medallas y condecoraciones que l le concedi. Era una acaparadora

    compulsiva. Creo que jams se desprendi de nada. Al morir, me leg todo a m, y yo an lo conservo todo:las medallas, los libros de recortes... Incluso algunos de sus vestidos.

    -Usted debi significar mucho para ella.-Era la hermana de mi abuelo y casi la nica familia que he tenido. Cuando tena diez aos, mis padres

    murieron y ella me acogi. De joven se la consideraba muy escandalosa, pero cuando yo la conoc, ya sehaba convertido en la Dama Elizabeth Boothe, muy respetable.

    -Y supongo que mereci su confianza.Lizzie reflexion.-No del todo. Creo que nunca le cont todo a nadie. Viva para el pblico, pero se reservaba muchos

    secretos.-Sin embargo, algunos secretos son ms difciles de ocultar que otros.-Si se refiere al hecho de que el rey Alphonse la admiraba, no se puede decir que fuera un secreto, y

    menos con todas las joyas que le regal.

    -Le regal joyas? He de reconocer que no lo saba.Liz se llev la mano al collar de diamantes que haca juego con los pendientes que centelleaban sobresu piel clara.

    -Fueron un regalo de l.-Magnficas -estudi unos momentos las gemas-. Es evidente que la valoraba mucho. Pero cmo lo

    valoraba ella?-Mantuvo la fotografa de l colgada en la pared hasta el fin de sus das -Daniel se encogi de hombros

    y ella se apresur a explicar-: No, no se trata de una fotografa formal. Estaba dedicada de puo y letra por elrey.

    -Qu pona? -de pronto se mostr alerta.

    4

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    5/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    -Con amistad y gratitud, Alphonse -dijo.-Amistad y gratitud -repiti lentamente-. S, mi abuelo era un hombre contenido. Lo imagino

    utilizando esas palabras cuando en realidad quera dar a entender otra cosa..., algo mucho ms intenso yemocional.

    Durante un loco momento, Lizzie se pregunt si haba entrado en algo que la sobrepasaba. Ese hombretena todas las cartas en la mano; sin embargo, ella intentaba jugar en trminos de igualdad. Era un vinoembriagador, y el tono urgente de l lo hizo an ms embriagador.

    La msica de un vals flot hasta la terraza.-Baile conmigo -orden mientras la tomaba en brazos sin aguardar una respuesta.En el saln l haba bailado con correccin, manteniendo la distancia adecuada entre ellos. En ese

    momento la acerc lo suficiente como para que ella pudiera sentir su aliento caliente en el hombro y la mano,posada con firmeza en el talle. Haba comentado que era un rey, no un hombre. Y se haba equivocado.

    -Cmo la llaman? -murmur l-. Liz? Elizabeth?-Lizzie.-Lizzie, me alegra que hayamos tenido esta conversacin. Aclara muchas cosas.-Quiere decir que me ayudar? -pregunt ansiosa.-Ah, s..., quiere una entrevista.-Y mucho, mucho ms.-Cunto ms? -inquiri con sbito inters.-Acceso a los archivos reales -musit embargada por la esperanza-. Memorandos oficiales,

    correspondencia privada...-Privada...? -con un movimiento veloz, la mano se cerr sobre su cintura y la estrech contra l.-Quiero mostrarlo en todas sus facetas, y para ello debo verlo todo -jade, ya que la tena fundida

    contra l-. Todos conocemos la cara que presentaba al mundo, pero lo que tiene valor es lo que el mundodesconoca.

    -Ah, s. Valor. No debemos olvidar eso. Y, desde luego, su valor es ms alto precisamente porque elmundo lo desconoce.

    -Exacto. La correspondencia privada es insustituible.-Estoy seguro de que eso es verdad.Lizzie vio lo cerca que estaban sus respectivas bocas y trat de controlar su pensamiento desbocado,

    pero sin xito. Especul sobre la forma de esos labios, su firmeza, lo que sentira al tenerlos sobre los de ella...Alz la vista y lo que vio la aturdi. A pesar del aparente ardor en su conducta, solo haba una mirada

    fra y calculadora en esos ojos.

    Intent despejar la cabeza, pero era difcil cuando el mundo daba vueltas a su alrededor. Al detenerse,se dio cuenta de que l la haba guiado hasta una esquina del edificio. Le sonrea, y si quisiera, pens Lizzie,

    podra creer que la mirada glida de unos momentos atrs solo haba existido en su imaginacin.-No es usted la nica historiadora que quiere escribir sobre mi abuelo, seorita Boothe.-No, pero yo voy por delante de la manada -afirm con sencillez.-S?-S. Gracias a la ta Lizzie, que lo conoca como nadie.-No olvidaba ese detalle, ni que semejante conocimiento es valioso -recalc la palabra de un modo que

    son raro a odos de ella.-De un valor inestimable -convino ella.-Yo no dira tanto. Tarde o temprano, a las cosas se les pone un precio. El problema radica en

    aceptarlo.-No estoy segura de que entienda a Su Majestad.

    -Creo que s -sonri-. Creo que nos entendemos muy bien, y as ha sido desde el principio.Casi de manera inconsciente, Lizzie alz la cara mientras l bajaba la suya para que los labios deambos se unieran.

    No era su primer beso, desde luego, pero casi podra haberlo sido por el efecto que tuvo en ella. En elpasado, un rey mantena el trono por ser superior, ms fuerte y estar mejor preparado en todo que sussbditos, y quiz an fuera cierto, porque ese rey besaba como un experto, ardiente, sutil, sabiendo cmoencontrar la debilidad de una mujer. Jams la haban besado de esa manera, ni siquiera el marido joven yansioso con quien haba compartido unos meses de pasin salvaje antes de separarse con amargura.

    La boca la acarici con urgencia. Intent dominar su creciente excitacin, decidida a retener el control,pero l tena igual determinacin de arrebatrselo. E iba ganando.

    5

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    6/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    La bes debajo de la oreja y le provoc un leve jadeo. Era tan sensible en ese punto, que por lo generaltrataba de que ningn hombre se acercara, pero l haba intuido sus puntos dbiles y atacado sin piedad.Prosigui la sutil embestida por el cuello mientras ella temblaba y se aferraba a l.

    Cuando levant la cabeza, Lizzie anhel bajrsela otra vez para pedirle que continuara.-Esta noche viniste con un objetivo -murmur Daniel- Era este?-No... s -reconoci-. Quiz...-Ah, s, las cartas. Palabras sobre papel entre personas que estn muertas. Pero nosotros estamos vivos.

    A ninguna mujer he sentido ms viva que a ti en mis brazos.Y ningn hombre la haba hecho sentir ms vibrante de vida. La cabeza le daba vueltas.Un sonido prximo hizo que la soltara con renuencia.-Debemos hablar ms... en Voltavia -indic-. Me marcho maana. Me seguirs la semana siguiente.Era ms de lo que haba esperado, pero no pudo evitar rebelarse contra la orden. No era una de sus

    sbditas.-De verdad? -pregunt.-Si eres seria con respecto a lo que buscas, s. Presntate all el mircoles. Si no...-All estar -afirm, temerosa de que le arrebataran el premio-. Lo prometo.-Desde luego -coment divertido-. En ningn momento lo dud. No, no te enfades conmigo. Tengo

    todas las cartas en la mano, y t lo sabes.Habra sido tan agradable dejarlo plantado, se dijo Lizzie, pero se hallaba demasiado cerca de su sueo

    como para correr el riesgo. Acept el brazo que l le ofreca y regresaron con lentitud hacia la mesa en la

    terraza. Frederick los esperaba con el recordatorio de la esposa de un embajador a la que haba que saludar.Daniel le hizo una inclinacin de cabeza a Lizzie.

    -Estar esperando -musit-. No me decepciones.Se march, dejndola en la terraza para que regresara al saln del brazo de Frederick. Lizzie senta

    como si flotara. Se dijo que la recompensa profesional era el motivo de que el corazn se le hubieradesbocado.

    Pero se engaaba, y lo saba.

    Cuando el ltimo invitado se hubo marchado, el Rey se relaj con un brandy y con un gesto le indic aFrederick, su ayudante de ms confianza, que lo acompaara.

    -Te dijo algo de importancia? -le pregunt.-Nada, Seor. Respondi a todas mis preguntas, pero no revel nada.-No esperaba otra cosa. Es una mujer extremadamente inteligente -esboz una sonrisa irnica-. Ser un

    placer luchar con ella. Conoces el plan?-S, seor -Frederick respir hondo antes de atreverse a aventurar-: No cree que este modo de hacer

    las cosas es un poco... un poco...? -call cuando se le agot el valor.-Taimado, carente de principios, fro? -concluy Daniel, apiadndose de l.Frederick se pas un dedo por el cuello de la camisa.-Son palabras de Su Majestad.-Cobarde -le espet sin rencor-. S, Frederick, soy todas esas cosas. Pero tambin lo es ella. No es una

    mujer corriente. Es aguda, astuta y sin ningn escrpulo. De manera que el nico modo que tengo paracombatir con ella es siendo igual.

    CAPTULO 2UNA MUJER jams es demasiado mayor para ser glamurosa, le haba encantado recalcar a la Dama,

    que hasta el fin haba sido fiel a esa filosofa. La vida con ella haba sido divertida y llena de exotismo.En una ocasin, el consejo de la Dama haba sido certero. Quera que Lizzie se alejara de Toby

    Wrenworth, un motorista atrevido.-Ese joven est hecho para ser amante, no marido -haba declarado con su voz atronadora-. No

    confundas ambas cosas.-Ta! -haba exclamado ella, sin saber si sentirse divertida o espantada-. No me estars

    aconsejando...?-Te aconsejo que no confundas las dos cosas -haba repetido con firmeza.

    6

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    7/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    Pero la Lizzie de dieciocho aos haba prescindido del consejo, y a su debido tiempo se arrepinti deello. La Dama haba estado ceuda durante toda la boda, pero cuando el inevitable divorcio tuvo lugar dosaos ms tarde, haba sido como una roca. Si no haba mostrado un exceso de simpata, tampoco habamanifestado reproches.

    -Deja de llorar y vete a la universidad -haba ordenado-. Es lo que deberas haber hecho antes, en vezde perder el tiempo con un hombre que era todo dientes y pantalones.

    Aquella actitud tan positiva le haba hecho mucho bien a Lizzie. Para los das malos haba recurrido aBess, la doncella de su ta de toda la vida, con quien haba llorado.

    Incluso de adolescente haba sido lo bastante sensible como para sentir tristeza por la doncella queviva a la sombra de su seora y careca de vida propia, aunque Bess siempre haba parecido bastantesatisfecha con su suerte. Desde el fallecimiento de la Dama, Bess viva en una residencia. Era un lugarcmodo, incluso lujoso, con grandes jardines llenos de flores donde pareca feliz.

    La visitaba siempre que poda, y decidi hacerlo antes de partir a Voltavia. Bess era vieja y frgil, perocon la mente clara.

    -Hblame de tus amantes -fueron sus primeras palabras.-Amantes? En plural? Piensas que llevo una vida extica, verdad?-Pienso que eres una joven bonita, y una joven bonita debe tener amantes.-Bueno, tengo uno o dos amigos.-Te rompen el corazn?-Quieres que lo hagan? -pregunt con una risita.

    -No, claro que no. Pero me preocupa que eso no ocurra. Has estado bastante acorazada desde lo deToby.

    -Eso es bueno.-No, cario. Una mujer debera mantenerse abierta al amor, sin importar lo mucho que duela.-Pero yo lo estoy. Deberas haberme visto en el baile de la embajada. Lo tengo comiendo de mi mano.

    Estoy tan cerca de esos archivos...-S, cario, pero te escondes... como siempre. El trabajo es una excusa conveniente, verdad?Pens que los ojos de Bess vean demasiado. Cambi de tema bruscamente.-Lo que ha venido a contarte es que maana me marcho a Voltavia.-Qu afortunada eres! -los viejos ojos chispearon-. Es un pas tan maravilloso... Ella actu para la

    corte. Fue invitada de honor en un baile, y bail con el Rey.-T lo viste, Bess?-Uy, s, yo tambin estuve, permanec en una pequea sala de espera, para poder cuidar de ella cuando

    necesitara descansar. Cmo es el rey Daniel? He visto sus fotos, pero lo hacen parecer ms bien fro.-Al principio, s. Pero tiene algo que no es nada fro. Estoy segura.Bess asinti con una sonrisa.-Algo que est en lo ms hondo de su ser, y que no te dejar alcanzar hasta que est listo. Igual que su

    abuelo.-Mi ta te cont eso? -pregunt con una risita.Por toda respuesta, Bess apoy un dedo sobre los labios con expresin traviesa.-Que tengas un viaje maravilloso, querida Lizzie. Y ven a visitarme cuando regreses.

    Voltavia se hallaba en el centro de Europa, haca frontera con Francia, Suiza y Alemania. Tena unapoblacin de un milln de habitantes, cuatro ciudades, un ro importante, tres lenguas oficiales, a saber,ingls, francs y alemn, y un aeropuerto.

    Lizzie sali de Llegadas Internacionales y fue saludada por un chfer con el uniforme de palacio quese encarg de las maletas y la escolt a una limusina.

    -Son cuarenta y cinco kilmetros hasta el palacio -explic mientras se sentaba al volante-. Espero quedisfrute del trayecto.

    La primera parte del recorrido atravesaba algunos de los paisajes agrestes ms magnficos que habavisto jams. Con asombro observ cmo las montaas daban paso a bosques de pinos donde an se movan enlibertad los osos salvajes, y luego a lagos, serenos e imposiblemente azules bajo el cielo estival. Cuando al finse acercaron a Durman, la capital, giraron antes de entrar en ella para adentrarse en la larga carretera quellevaba hasta el palacio.

    7

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    8/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    Era un edificio grandioso, de medio kilmetro de largo, y construido con una piedra de color miel quese vea hermosa a la suave luz del crepsculo. La parte frontal estaba adornada con dos escaleras en forma dez, en una de las cuales la esperaba un hombre para recibirla. Reconoci a Frederick. Con una sonrisa, este leexplic que sera su anfitrin hasta que el rey estuviera libre.

    Se embarcaron en lo que pareci un largo recorrido por pasillos interminables hasta llegar a losapartamentos destinados a ella. Era una suite preciosa, con un dormitorio, un saln y un cuarto de bao. Encuanto Frederick se march, se desnud para darse una ducha y cambiarse de ropa; entonces experiment lasensacin de que podra enfrentarse a todo, incluido Daniel.

    En especial a Daniel, reconoci para s misma.No haba ido solo en calidad de historiadora en busca.de hechos. Estaba como mujer a la que haban

    besado con pasin y que no se encontraba preparada para olvidar. Observ con insatisfaccin el traje pantalnque se haba puesto. Decidi que le sentara mejor el vestido de seda verde. Tard un momento en cambiarsey en volver a cepillarse el pelo.

    La llamada a la puerta le caus una sonrisa. Al fin se presentaba Daniel.Pero no era l.-Su cena -indic Frederick, haciendo pasar a un camarero con un carrito.Estaba deliciosa, con diversidad de platos y regada con un excelente vino. Frederick era una compaa

    encantadora, pero no era Daniel.-Supongo que ahora querr irse a dormir -manifest l al final mientras se pona de pie-. Lamento que

    Su Majestad no haya podido verla hoy, pero estoy seguro de que la recibir a primera hora de la maana.

    Se puso a mirar la televisin por satlite durante una hora, pero sin asimilar nada. Sali a la terraza quedaba a la parte delantera del palacio. Desde alguna parte por encima de su cabeza, un reloj anunci lamedianoche. Regres dentro y cerr los ventanales.

    Supo que l no iba a presentarse. Se dio otra ducha y se puso un camisn de seda de color melocotnantes de meterse en la antigua cama, que pareca lo bastante grande como para diez personas. No estabadestinada a una durmiente solitaria.

    No supo cundo se qued dormida, ni cunto tiempo transcurri, pero reinaba una gran oscuridadcuando abri los ojos por el ruido de alguien que llamaba a la puerta. Se puso la bata a juego con el camisn ysali del dormitorio para ir a abrir. Se oy otra vez la suave llamada.

    El pasillo estaba dbilmente iluminado y vaco, a excepcin de un hombre.-Buenas noches -Daniel sonri-. Perdona por llegar a una hora tan intempestiva, pero consider mejor

    ser discreto.-Por supuesto -convino, apartndose para dejarlo pasar.

    Daniel cerr la puerta a su espalda. Lizzie se acerc al interruptor de la luz, pero l la detuvo con lamano en la mueca.

    -No -encendi una lmpara de una mesilla-. Esta bastar.Ofreca una iluminacin razonable mientras dejaba la mitad de la habitacin en sombras. Lizzie

    dispuso de suficiente luz para ver que no llevaba chaqueta y que tena desabrochados los primeros botones dela camisa, con aspecto ms informal de lo que nunca lo haba visto.

    Se sinti con una ligera desventaja. Era lo bastante mundana como para saber que ese momento iba allegar. Incluso para esperarlo. Pero no saba que sera tan pronto.

    -Estoy seguro de que comprendes por qu he venido tan tarde y con tanta discrecin -explic l sinquitarle la vista de encima-. De hecho, estaba seguro de que compartimos una perfecta comprensin desde el

    primer momento. Ninguno de los dos es inexperto en los caminos de... Lo llamamos intriga?-Importa mucho el nombre que le demos? -sonri, empezando a sentirse cmoda.-Algunas personas creen que definir las cosas de forma precisa resulta esencial. Otras consideran que

    si la esencia es correcta, el resto es intrascendente. Es evidente que perteneces al segundo grupo, y he dereconocer que me sorprende un poco.-Ah, s? Por qu?-Como historiadora, habra pensado que valoraras una definicin exacta. Y has venido como

    historiadora, no?-En presencia del Rey, siempre soy historiadora -replic-. Entre otras cosas.-S, no olvidemos que soy rey -rio-, porque si no lo fuera, t no estaras aqu.No es exactamente cierto, pens, mirndolo. Sinti una gran excitacin cuando l le toc la cara y le

    solt el pelo, que cay sobre sus hombros, para acercarla y acunarle la cara contra el hombro.Le cubri la boca con rapidez y la bes con labios que exigan ms que acariciaban. No hubo ternura,

    8

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    9/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    solo una afirmacin de poder, pero as como una parte de ella se rebel, otra se sinti extasiada por lacompleta y absoluta seguridad de ese hombre. Su poder proceda no del rango, sino de la capacidad parasumir a una mujer en un torbellino de sensaciones con solo un beso. Cuando la solt, ella jadeaba,conmocionada por la facilidad que tena para hacerla ceder.

    Lizzie aguard con el corazn desbocado lo que iba a decirle, pero cuando habl, no dijo lo que ellahaba esperado.

    -Creo que ha llegado la hora de desterrar todo fingimiento entre nosotros -manifest con vozcuriosamente dura para un hombre dominado por la pasin.

    -No estoy segura de entenderte.-Creo que s. Cuando hablamos en Londres, tena... ciertas sospechas? Que t acabas de confirmar.

    Has venido a vender y yo estoy preparado para comprar.-Preparado... para comprar? -repiti despacio, tratando de silenciar el pensamiento monstruoso que

    haba surgido en su mente.-A un precio sensato, s. Es evidente que t conoces el precio de lo que sacas al mercado...-Y qu es exactamente lo que crees que saco al mercado? -pregunt con ojos entrecerrados.El pareci sorprendido un momento; luego se encogi de hombros.-Aciertas al situar las negociaciones en un terreno profesional. Estoy preparado para ser razonable con

    el dinero, incluso generoso, pero no intentes cobrarme un precio excesivo...No lleg ms lejos. Lo que habra podido manifestar qued interrumpido por la punzante bofetada de

    una mujer muy enfadada. Luego se miraron, cada uno tratando de creer que haba sucedido.

    Lizzie nunca haba abofeteado a un hombre. Lo consideraba un acto poco digno y violento. Pero en esemomento, en un torbellino de orgullo, sentimientos heridos y de suma indignacin, descubra lo satisfactorioque poda ser.

    -Tienes idea de cul es el castigo por atacar al rey? -pregunt l despacio.-No me hagas rer! Muy bien, adelante. Llama a los guardias y cuntales que intentaste comprar tu

    acceso a mi cama y que recibiste una bofetada. Ningn hombre me ha tenido jams por dinero, y ninguno metendr. Rey o no rey! Y si pensaste que estaba en venta cuando me invitaste a venir, te has equivocado -nuncahaba visto tan plido a un hombre.

    -Y yo -coment al final- jams he tenido que comprar mi acceso a la cama de ninguna mujer. Ni estoyinteresado en tus encantos.

    -Eso es mentira -afirm ella, olvidando ya toda cautela.-Es posible -se encogi de hombros-. Pero nunca he permitido que mis deseos personales interfieran

    con la poltica, y haras bien en recordar eso en nuestros tratos.

    -No vamos a tener ningn trato ms -afirm sin aliento.-Eso lo dir yo. Cuando hayamos hablado de negocios, te informar sobre futuros tratos.-Arrogante...-Claro que lo soy. Soy un rey, qu esperabas? -los ojos le centellearon-. No somos simples personajes

    sacados de un libro. An hay realidad detrs del titulo, y la realidad es poder, en especial aqu y ahora. Ya heperdido demasiado tiempo. Quiero las cartas.

    -Cartas? Qu cartas?-Por favor! Sabes a qu has venido.-S a lo que no he venido, y si te acercas ms...-Te sobrevaloras..., al menos en este momento -afirm con frialdad-. Lo nico que me preocupa son las

    cartas en tu poder.-No s de qu hablas.-Muy bien -suspir-, habr que desarrollar el juego... aunque te haba atribuido ms inteligencia.

    Cuando estbamos en Londres, t misma me hablaste de la relacin entre tu ta abuela y mi abuelo.-S, desde luego, aunque nadie lleg a saber con certeza...-Yo s lo s con certeza. Fueron amantes. Su correspondencia no deja dudas al respecto.-Correspondencia? -la historiadora que haba en ella despert.-Al subir al trono, revis todos los bienes de mi abuelo. Entre ellos haba un cofre con cerradura que

    result contener un fajo de cartas. Procedan de una mujer inglesa que firmaba tu Liz, para siempre.-Quieres decir que eran cartas de amor?-S, y socavan por completo la reputacin de mi abuelo.-No entiendo.-Era conocido y respetado como un rgido partidario de la disciplina, un patriarca severo y un monarca

    9

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    10/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    distante. l crea que la realeza deba mantener una distancia apropiada. Como siempre estuvo a la altura desus principios, fue respetado en todo el mundo.

    -Y no mantuvo una distancia apropiada con esa mujer?-Al parecer, no. Las cartas son emocionales e indiscretas, y sugieren con vehemencia que las

    respuestas de l debieron de ser iguales -entrecerr los ojos-. Pero imagino que t podras hablarme de ello.-Yo? Por qu crees que s algo?-Porque las contestaciones obran en tu poder. T eres la heredera de la Dama Elizabeth, en quien

    confi para preservar su leyenda. Quin ms?-Jams mencion algo as. Y quin puede afirmar que fue ella? Esa mujer firm en algn momento

    con su nombre completo?-No, siempre era Liz, pero es la nica posibilidad. Las fechas resultan reveladoras. En agosto de 1955,

    le escribi diciendo cunto haba disfrutado al volver a verlo y lo triste que se sinti al tener que dejarlo. LaDama Elizabeth estuvo de gira por Voltavia en julio de ese mismo ao, y regres a Inglaterra en la primerasemana de agosto.

    -Parece muy probable. Pero por qu nunca me lo cont?-Si se trata de un ardid para negociar, permite que te advierta que no es bueno-Yo no saba nada de esto.-Tonteras! Cuando hablamos en Londres, solo te falt admitir que las tenas.-Yo...?-Toda esa charla sobre el valor de las cartas personales. Recalcaste que tu ta abuela conoca al rey

    Alphonse como nadie, y que ese conocimiento era inestimable. Esa fue la palabra exacta que empleaste.-S, pero no me refera...-Y yo, si no lo has olvidado, dije que tarde o temprano se fijaba un precio. Tienes las cartas de mi

    abuelo y las has guardado para publicarlas. Para una historiadora sern un tesoro, pero yo no pretendo dejarque los secretos de mi familia se expongan a los ojos del mundo. Me las entregars. Pagar un preciorazonable, pero no perder el tiempo.

    Lizzie empezaba a comprender la verdad.-Es esa la causa por la que me trajiste aqu, el nico motivo? -quiso saber, espantada.-Qu otro motivo poda haber?Pens en sus besos, en lo mucho que la mareaban. Podra haber gritado. Pero decidi hablar con

    cuidada contencin:-Creo que no nos hemos entendido. No tengo las cartas de tu abuelo. Ni siquiera saba que existieran.

    Quiz mi ta abuela las destruy. Has pensado en eso?

    -Por favor! -lo descartaba-. Una mujer? Destruir cartas de amor? Hay alguna mujer lo bastantediscreta como para eso?

    -Y algn hombre? Alphonse no destruy las suyas, verdad? No creo que tengas motivos paramostrarte arrogante en el tema de la indiscrecin -la alegr ver que eso lo irritaba.

    -Esta discusin no nos lleva a ninguna parte -le espet-. S muy bien que tienes esas cartas...-Tonteras! No sabes nada por el estilo!-No me interrumpas. S que tienes esas cartas porque prcticamente me las ofreciste en Londres.-No lo hice. Mencion la correspondencia personal porque eso es lo que siempre quiere ver un

    historiador. No saba lo que estabas interpretando.-Te encargaste de recalcar que la Dama Elizabeth lo guardaba todo.-Pero no me refera a eso. Cmo iba a saber algo semejante? Si estuvieran en la casa, ya las habra

    encontrado.-En una caja de seguridad en el banco?

    -Me lo habra dicho.Se miraron con ojos centelleantes y dominados por la frustracin.-Cmo son esas cartas que encontraste? -pregunt ella con tono indiferente.-Eso no te importa.-Y un cuerno que no! Me arrastras hasta aqu bajo falsos pretextos y no me importa? Ya

    averiguars si no me importa.-Si eso es una amenaza, permite que te advierta que no la hagas. La gente no cruza espadas conmigo.-Es hora de que alguien lo haga! Con franqueza, deseara tener las cartas que quieres, entonces me

    encantara decirte que silbaras para conseguirlas. Pero la realidad es que no las tengo, no s dnde estn ninunca o hablar de ellas.

    10

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    11/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    l se oblig a relajarse y a permitir que su furia se transformara en exasperacin.-Esta noche no llegaremos a ninguna parte -gru-. Hablaremos maana por la tarde.-A menos que decida marcharme antes -afirm Lizzie con vehemencia.-Si descubro que te has ido, ya sabr qu pensar -coment con suavidad-. Buenas noches, seorita

    Boothe.Lizzie se visti con rapidez, meti algo de ropa en una 'bolsa y se asom al pasillo con la intencin de

    marcharse con sigilo.Pero en vez del corredor vaco que haba visto antes, descubri a dos guardias fornidos de pie a cada

    lado de la puerta, bloquendole con firmeza la salida.

    CAPTULO 3LIZZIE le cost mantener la indignacin cuando el sol sali sobre un paisaje. Ante ella seextendan jardines hermosos y cuidados, con sus rboles, matorrales y flores, caminos serpenteantes y

    el fulgor del agua a lo lejos. Rara vez haba contemplado un da tan hermoso o un entorno tan mgico.Pero estaba irritada. No deba olvidarlo.Se duch y se puso unos pantalones de color crema con un jersey verde de algodn sin mangas. Lo

    adorn con una cadena alrededor del cuello y pendientes a juego. Se le ocurri pensar que se haba arregladoy no tena dnde ir. Pero antes de que pudiera indignarse, llamaron a la puerta.

    -Adelante -dijo.Apareci Frederick, con un camarero que conduca un carrito con comida.-No -indic ella con firmeza-. Quiero ver al rey, ahora mismo.-Me temo que eso no ser...Lizzie ya marchaba por el pasillo.Corri, esperando que la detuvieran en cualquier momento, pero nadie lo intent. Despus de realizar

    varios giros en falso, se encontr en el corredor adecuado. En el extremo ms alejado haba dos puertasenormes de roble con dos guardias a los lados. Al verla, se juntaron y le imposibilitaron pasar entre ellos,aunque logr llamar con sonoridad.

    Abri un hombre vestido con un impecable traje gris. Todo lo dems en torno a l tambin era gris.-Me gustara ver al rey -manifest con toda la firmeza que pudo mostrar.-Su nombre, por favor? -Elizabeth Boothe.El hombre pareci desconcertado.-Pero Su Majestad va camino de verla a usted. Se march hace apenas un momento.-Pero Frederick dijo... No importa.Emprendi la carrera por el camino por el que haba ido.

    En la suite de Lizzie, Frederick cerraba la puerta del armario que haba estado explorando y comentabacon ansiedad:

    -Me temo que no he encontrado nada.Daniel cerr la puerta de otro armario.-Ni yo -convino-. Pero no ha habido tiempo de buscar en todas partes. No obstante, tampoco esperaba

    el xito. No creo que haya trado las cartas con ella; es demasiado astuta. Sin embargo, vali la penaintentarlo. Ahora sern necesarios mtodos ms drsticos.

    Frederick, que era un joven algo puritano, trag saliva.-Entiendo que para Su Majestad ser necesario realizar... proposiciones amorosas a esa mujer.-Eso parece -acord, sin mirar al otro a la cara-. Pero por el bien de nuestro pas no eludira nada. Ah,

    seorita Boothe! Qu placer verla. Por qu has regresado tan deprisa? Espero que no por renuencia a verme.-Todo lo contrario, estaba decidida a verte -respondi con el aliento justo a causa de la carrera.-Pero el desayuno es para dos -Daniel indic la mesa ya puesta-. No imaginaste que iba a venir?Frederick, deberas haberlo dejado claro.El aludido murmur unas disculpas y se march con la cabeza inclinada. Lizzie se enfrent a Daniel

    escupiendo fuego.-Te has atrevido a mantenerme prisionera! -exclam-. No me importa que seas rey, fue una

    indignidad.

    11

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    12/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    -Tendrs que achacarlo a los efectos de mi educacin -coment con una sonrisa-. Me vuelve tirnico enlos pequeos detalles.

    -Pequeos...?-Permite que te sirva zumo de naranja. Si furamos estrictos, tendras que servrmelo t a m, pero

    como no quiero que me tires la jarra a la cabeza, nos saltaremos el protocolo.Antes de que ella pudiera continuar con la perorata, l le puso una copa en la mano. Lizzie bebi su

    contenido y lo encontr delicioso.-Tambin fue un desperdicio de tiempo para mis hombres -continu Daniel mientras se sentaba y le

    indicaba que hiciera lo mismo.-A qu te refieres?-Incluso sin guardias, no te habras ido.-Ah, no?-Claro que no. Porque as como es posible que t tengas las cartas de Alphonse, yo conservo la

    correspondencia de Liz. Y eres demasiado historiadora como para marcharte sin haberles echado un vistazo.La verdad que encerraban sus palabras hizo que ella guardara silencio un momento, aunque le retorca

    las entraas concederle un punto.-Pero si yo no tengo las cartas de Alphonse... -afirm al final-. Te lo dije anoche.-Ah, s. Es una pena. Podramos haber alcanzado un acuerdo.-Te refieres a Yo te muestro las mas y t me enseas las tuyas -indic con una mueca.-Algo por el estilo. Pero como dices que no las tienes...

    -Es verdad. Y cuanto ms pienso en ello, ms convencida estoy de que no puede ser mi ta. Me lohabra contado.

    -Lizzie, las cartas fueron escritas por tu ta abuela. Contienen detalles que no dejan ninguna duda.-Pero los has interpretado correctamente? Si me permitieras ver lo que tienes, podra ayudarte a

    desvelar el misterio.-Muy inteligente -le brillaron los ojos-. Eres una oponente de nivel. Caf?-Prefiero las cartas.-Y yo.-Entonces me parece que estamos en tablas.-Insistes en fingir que no sabes nada?Ella iba a confirmrselo cuando se le ocurri que no se comportaba de forma muy inteligente. Si

    Daniel llegaba a creer que no tena lo que l buscaba, la despedira con celeridad, algo que ya no resultaba tanatractivo.

    -Me concedes ms astucia de la que poseo, pero menos inteligencia -pens que no era una malarespuesta. Sonaba inteligente sin significar absolutamente nada. Los ojos de l parecieron buscar algnsentido profundo en sus palabras.

    -Comprendo -dijo al final.Ella habl despacio, como alguien que an decidiera las palabras que iba a emplear, aunque tena muy

    clara su estrategia.-Si de verdad comprendes -musit-, entonces quiz tambin veas que no es el momento de hablar. Hay

    cosas que considerar.-Crea que ya las habamos considerado. Te ensear las mas si t me enseas las tuyas.-Pero las tuyas son mucho ms grandes -seal Lizzie.-Cmo?-No solo quiero ver las cartas. Quera repasar los archivos. Son enormes, y lo mo... -se encogi de

    hombros.

    -Lo que t posees es valioso por su contenido y no por su tamao..., el cual, despus de todo, no lorepresenta todo.-Cierto. Pero no olvides que te dije que no tena nada para cambiar.-Es verdad. Me lo dijiste.-Pero t tienes mucho.-No voy a mostrarte las cartas.-Preferira que las dejramos para otra ocasin -manifest ella con sinceridad-. Hablemos de los

    archivos.-Muy bien -acept con el tono de alguien acostumbrado a negociar-. Enviar a mi archivista, Hermann

    Feltz, a verte. Te resultar de mucha ayuda. Hablaremos ms tarde. Buenos das.

    12

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    13/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    Se march al instante, sin duda tras decidir que no iba a perder ms tiempo con ella.Despus de aquello, el da mejor. Hermann Feltz result ser un caballero mayor encantador, ansioso

    de ayudar. La llev a la gran biblioteca y se puso a su disposicin. La historiadora se perdi en su trabajo.Comieron juntos, sin dejar de hablar en todo momento.

    Se hizo de noche. Feltz comenz a bostezar.-Si no le da reparo dejarme aqu sola, podr arreglarme -le indic Lizzie.-Las rdenes del rey son que ha de brindrsele todo lo que quiera -respondi.Lo haba adivinado, y as como por una parte la complaca, por otra le recordaba que caminaba sobre

    una peligrosa cuerda floja. Cuando Daniel descubriera la verdad...Nada. Haba sido sincera desde el principio. Acaso era culpa suya que l no fuera capaz de reconocer

    la verdad cuando la oa?Continu con el trabajo. Una bandeja con comida apareci junto a su codo. Le dio las gracias al

    camarero y antes de que este se marchara volvi a concentrarse en las carpetas. Al final bostez y se estircon los ojos cerrados. Al abrirlos, Daniel estaba all.

    -An trabajando?-Hay tanto que repasar, y todo excelente material -explic feliz-. No consigo irme.-No te preocupes, maana seguir aqu. Es hora de que pares para ir a dormir.-Santo cielo! Es ms de medianoche. Perd la nocin del tiempo. Son fascinantes todas las reformas

    sociales que promovi...-Reformas sociales?

    -S. Ahora estoy centrada en los aos cincuenta. Tantas leyes nuevas..., todo el mundo crea que el reypisaba el freno, que trataba de mantener el statu quo, pero en realidad presionaba al primer ministro entrebastidores. Hizo tanto bien que nunca le fue reconocido...

    -0 mucho mal si las cosas se hubieran torcido -observ Daniel-. Una apariencia de neutralidad polticaera til para el rey, incluso entonces. Pero solo has trabajado en eso hoy? Pens que tenas otros intereses enla cabeza.

    -Bueno, su vida amorosa es interesante, por supuesto -convino Con tono distrado-, pero no perdamosla perspectiva. Era un hombre fascinante por muchos ms motivos que ese. He estado leyendo los informesdel gabinete de 1955 y adivina lo que he encontrado... Aqu, mira esto...

    Se sent al lado de ella y sigui el dedo sobre la letra impresa.-Eso es engaoso -coment despus de que ella explicara lo que haba llamado su atencin-. Mi abuelo

    jams quiso que fuera de esa manera, pero el primer ministro lo explic mal en el gabinete, y en cuantocomprendieron la idea...

    Sigui hablando y le trajo ms carpetas. Discutieron. Lizzie habl de las lecciones de la Historia. l laacus de precipitarse en sus conclusiones; ella, de tener un punto de vista estrecho.

    -No, escucha -lo interrumpi con una falta de protocolo que habra hecho que en la corte sedesmayaran-, no lo has entendido, y hay un documento en la Oficina de Registros Pblicos que lo demuestra.

    -Y qu es lo que sabe una oficina britnica sobre el rey Alphonse?-Posee todos los registros del gabinete de aquel ao, incluyendo sus contactos con Winston Churchill,

    y hay un memorando que dice... -apenas se detuvo para respirar y durante cinco minutos no le permiti hablar.-Es mi turno ya? -inquiri l.-No me escuchas.-No hago otra cosa -indic, exasperado hasta el punto de alzar la voz-. Y ahora, lee esto de nuevo...Seguan en ello cuando el reloj dio las dos de la maana, sorprendindolos a ambos.-Por esta noche ya es suficiente -dijo l.-S -corrobor Lizzie. Se hallaba de pie, pero se sent con brusquedad, bostez y se mes el pelo.

    Daniel la observ. Estaba sin maquillaje, se le cerraban los ojos y se hallaba demasiado agotada paraactivar sus encantos con la intencin de seducirlo. Y eso la haca ms misteriosamente seductora que nunca.Con suavidad le tom las manos y la ayud a ponerse de pie. Ella abri los ojos y lo mir.

    -Es hora de ir a la cama -suspir.Las palabras podran haber sido provocativas, pero no haba ninguna coquetera en el modo en que las

    pronunci, y eso lo provoc ms que nada. Contuvo su deseo. Se dijo que en ese momento no, sino msadelante, cuando fuera la ocasin propicia. Sin importar qu disputas mantuvieran, se tornaba claro pormomentos que tena que ser suya. La haba visto como una mujer mundana, desafiante; como una estudiosaobsesionada por el conocimiento, y en ese momento los ojos que lo miraban adormilados eran tan inocentescomo los de una nia. Deba haber una manera de reconciliar esos tres aspectos en la misma mujer.

    13

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    14/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    Le pas un brazo por la cintura y la condujo hacia una puerta oculta que daba a un pasadizo de madera.Los llevara directamente al dormitorio de ella, y era mejor que nadie los viera juntos de esa manera.

    Al llegar hasta la puerta de la habitacin de Lizzie, se detuvo y la empuj con gentileza a su interior.-No saba que hubiera un pasadizo secreto aqu -dijo ella, despertando un poco-. Cualquiera podra

    venir sin que yo lo supiera.-No si echas el cerrojo, as -le mostr uno pequeo ocult entre los adornos dorados-. Hay otro en la

    parte inferior. Echados, estars a salvo de intrusos.Ella no respondi, solo le sonri de una manera que amenaz sus buenas intenciones. Se despidi con

    celeridad y regres por el pasadizo. Al alejarse, oy el ruido de los cerrojos y se pregunt si haba sucumbidoa algn tipo d locura. Tenda a creer que s.

    Lizzie desayun sola y fue a la biblioteca en cuanto termin de comer. Feltz no estaba all. En su lugar,encontr a un nio de unos doce aos, que se puso de pie nada ms verla.

    -Perdone -se disculp con una leve inclinacin de cabeza-. Ya me marchaba.Era tan parecido a Daniel que no tuvo problema en identificarlo.-Debes ser el prncipe Felix -indic.-Por favor, solo Felix -volvi a inclinar la cabeza.Es como un anciano, pens. Encantador, pero tambin antinatural.-S quin es usted -continu el pequeo-. Es la seora de la que habla todo el mundo.-No lo saba.-Pero lo hacen a escondidas. Si alguien la menciona delante de mi padre, se enfada y les ordena que

    guarden silencio -confi el nio-. No le contar que se lo he dicho, verdad? -aadi con rapidez.-No te preocupes, ser como una tumba -prometi.-Gracias -le sonri con felicidad-. Puedo quedarme aqu con usted? Prometo que no molestar.-Claro que puedes quedarte. Pero estamos en vera no. No deberas estar de vacaciones?-Tengo que completar una asignacin escolar.-No te diviertes nunca?-Por supuesto -pareci un poco sorprendido-. Todas las tardes salimos a montar a caballo...-Salimos?-Mi hermano Sandor y mi hermana Elsa.-Sals todas las tardes? Sin falta?-S, y nos divertimos mucho.-S, pero... -le pareca demasiado estructurado, pero no trat de explicrselo a ese nio tan serio.-Le gusta montar a caballo, seorita Boothe?

    -Mucho.-Le dir al jefe de cuadras que le busque un caballo adecuado y puede acompaarnos esta tarde. Adis,

    hasta entonces.A pesar de la juventud, los modales del nio eran autoritarios. Se pareca a Daniel ms que en el

    simple aspecto.Trabaj hasta la una, momento en que le llevaron el almuerzo. Luego un criado se present para

    informarla de que el prncipe heredero la esperaba, y la condujo a los establos. All estaban Felix con un nioms joven, con aspecto de querubn, y una nia de unos diez aos en quien comenzaba a asomarse la belleza.La saludaron con educacin y la nia le mostr algunos gorros, invitndola a que eligiera uno.:

    La yegua que le haban elegido era una delicia, una criatura dcil con ojos gentiles. Pasados unosmomentos que dedic a acostumbrarse al animal, partieron, con un mozo de cuadra siguindolos a ciertadistancia.

    Los terrenos de palacio eran enormes, y los jardines dieron paso a un parque donde la atmsfera era

    ms relajada. Ganaron velocidad y galoparon en direccin al agua. Result ser un lago con una diminuta playade guijarros, donde desmontaron para dejar que los caballos bebieran. Los nios se turnaron para formularlepreguntas educadas, y al rato a Lizzie empez a resultarle un poco opresivo su comportamiento perfecto. Paraaligerar la atmsfera, dijo:

    -De nia conoc un lago como este. Se hallaba en el parque local y yo sola competir con los chicostirando piedras. Les ganaba.

    -Tirando piedras? -repiti Felix con el ceo fruncido.-As -recogi un guijarro, apunt con cuidado y envi la piedra rebotando sobre la superficie del agua

    hasta que alcanz el otro lado-. Intntalo -sugiri.Felix lo hizo, pero no consigui el movimiento de mueca que causaba que la piedra se deslizara sobre

    14

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    15/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    el agua. Sandor no tuvo ms suerte.-Ahora t -le dijo a Elsa.-Yo?-Lo que ellos puedan hacer, t tambin. Y si eres como yo, lo ms probable es que logres hacerlo

    mejor.Y as fue. Con un ojo ms agudo que el de sus hermanos, Elsa haba captado el movimiento de la

    mueca, y al primer intento logr que la piedra rebotara en la superficie del agua. No muy lejos, pero losuficiente como para sacar a sus hermanos de esa conducta perfecta.

    Sandor fue el siguiente en captar la idea. De los tres, pareca el ms emprendedor. Tir y tir, con elrostro concentrado con una furia que amenazaba pataleta si no era reconocido como el ganador. El gentil Felizhizo lo que pudo, pero fue el primero en parar cuando aparecieron unos patos con sus cras.

    -Para -pidi Lizzie con urgencia-. Podras herir a alguno.-Que se aparten del camino -murmur Sandor.-He dicho para -insisti Lizzie, aferrando la mano que se alzaba.Sandor le lanz una mirada ominosa, pero al leer la determinacin en los ojos de ella, cedi. Los otros

    dos nios intercambiaron miradas.Lizzie haba temido una rabieta de un nio que era evidente que estaba acostumbrado a salirse con la

    suya. Pero al cabo de un instante, Sandor haba olvidado el asunto y era todo sonrisas. Incluso se puso a hacerel payaso con los patos.

    -Perdonad, mi querida seora, pero querrais daros prisa?

    Cuando los patos comenzaron a avanzar con ms celeridad, todos estallaron en una carcajada.-Buenas tardes -dijo una voz.

    Nadie se haba percatado de que Daniel se encontraba all, y al or su voz, todos giraron, y la risa setransform en silencio. Lizzie experiment un poco de pena. Deba ser terrible para cualquier hombre saberque su presencia estropeaba la alegra de sus hijos.

    Y l lo saba. Pudo verlo en sus ojos, aunque la sonrisa no vacil en ningn momento al saludarlos. Erasu padre, pero por encima de todo era su rey, y no era ms diestro que ellos en salvar ese obstculo.

    Les pregunt por el paseo y ellos ofrecieron respuestas adecuadas. Lizzie hizo lo que pudo paraayudar, alabndolos como magnficos anfitriones, l los felicit y todos se sintieron aliviados cuando laconversacin termin.

    Los nios prosiguieron el paseo con el mozo de cuadra. Daniel la observ, ceudo.-Cmo te las has ingeniado para conocer a mis hijos? -pregunt con tono seco-. No podrn revelarte

    nada.

    -Cmo te atreves -los ojos le centellearon-. Yo no ingeni nada. No recurro a esos mtodos.-Entonces cmo los conociste?-Esta maana me encontr con Feliz en la biblioteca. Nos presentamos y me invit a pasear a caballo

    con ellos.l cerr los ojos con gesto cansado.-Perdname. No pretenda ser grosero. Me temo que todo despierta mi suspicacia. Vamos a dar un

    paseo.Los dos montaron en sus respectivos caballos y comenzaron a marchar.-Tus hijos son encantadores -aventur.-Tambin me tienen miedo -coment con tono pesaroso.-Quiz un poco de respeto, pero no miedo.-No he sabido qu decirles desde que muri su madre.-Cmo era? -pregunt con suavidad.

    -Una madre maravillosa -fue la respuesta inmediata-. Se ocupaba de casi todo, apenas les dejaba cosasque hacer a las nieras. Deca que nadie deba interponerse entre sus hijos y ella.Lizzie se pregunt si saba lo que estaba revelando. No tena ms que palabras amables para su difunta

    esposa, pero a travs de ellas apareca el retrato de una mujer que no haba amado a su marido y que se habaconsolado con sus hijos. No ofreci pistas de si l haba amado a Serena, pero estaba claro que su ausencia lohaba dejado ms solo. La mujer adecuada podra haber conseguido que fuera ms abierto, estimulando sucalidez. Si ella lo amara...

    Se pregunt qu rumbo segua su mente. Y lleg a la conclusin de que la culpa era de l por irradiartanto poder y belleza masculinos.

    15

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    16/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    CAPTULO 4AQUELLA noche estaba a punto de irse a la cama cuando llamaron suavemente a la puerta del

    pasadizo.-Soy Daniel -musit una voz.Descorri los cerrojos y lo dej pasar; an iba vestido con el uniforme de gala de la recepcin a la que

    haba asistido en una embajada. Se lo vea plido y retrado, como si se sintiera atribulado.-Te he trado algo -alarg un sobre marrn grande.-Las cartas -murmur Lizzie.-Cuatro, para empezar. Puedes decirme si reconoces la caligrafa de la Dama.Lizzie se sent en el sof y comenz a repasarlas como una buscadora de tesoros que acabara de

    encontrar oro.-En realidad, no conozco su letra -repuso con pesar-. En sus ltimos aos, sufri de artritis en las

    manos, y si poda evitarlo, jams escriba nada. Podra ser de ella. No estoy segura.Las cartas eran conmovedoras. De un alma gentil que respiraba a travs de las palabras. Eran de una

    mujer con un corazn grande y tierno, lleno de amor hacia un hombre.-Santo cielo -susurr-. Realmente me encantara... -se contuvo, a punto de decir que le encantara ver

    el otro lado de la correspondencia. Sera una tontera entregar su as oculto cuando iba ganando.-Qu? -quiso saber Daniel.-Ver el resto de las cartas.-Son las nicas a las que tendrs acceso por el momento.Comenz a leer las cuatro cartas. No solo eran cariosas, sino tambin sensuales, de una manera que

    hizo que revisara la opinin que tena de Alphonse.-Ojal hubiera conocido a tu abuelo -murmur-. No puede haber sido el conservador que todos

    pensaban, de lo contrario ninguna mujer le habra escrito as.-Tienes razn. Qu poco lo conoca! Lo admiraba, pero le tena un respeto pavoroso, igual que el que

    sienten mis hijos por m. Pareca tan rgido y remoto ... -dej escapar una carcajada melanclica-. Qullegamos a conocer de otra persona? Quera ser como l, y ahora descubro que nunca podr serlo. Era unhombre capaz de inspirar que una mujer dijera que el mundo era hermoso por l. Y si he de ser sincero, s queninguna mujer ha dicho o pensado algo semejante de m.

    -Qu me dices de tu mujer?-Me cas con diecinueve aos. Ella tena veinticuatro. No estbamos enamorados. Fue un matrimonio

    de Estado; los dos fuimos educados para la idea del deber. '

    -Pero no os llegasteis a enamorar?-Ella amaba a otro. No hablamos de ello. Ahora que lo pienso, no hablbamos de nada, razn por la

    que quiz permaneciramos en trminos cordiales hasta que falleci. Si la gente no habla, no encuentrarazones para pelearse.

    -Cmo muri?-Una cada de un caballo. Era una amazona temeraria. Quiz intentaba mitigar las frustraciones de su

    vida -rio con amargura-. Deberas haber odo las ideas romnticas que tena yo de joven. A pesar de todo, mehaba convencidoo de que podramos enamorarnos. Yo la habra amado encantado. Era hermosa. Pero el otrosiempre permaneci en su corazn, y jams tuve una oportunidad.

    -Sabas quin era?-S, s, una magnfica persona, ideal para ella. Un adolescente nervioso como yo no tena ninguna

    posibilidad de ganar su corazn. La respeto por la fidelidad que me guard. S que jams flaque. Pero debide ser un tormento para ella!

    -Y para ti -indic Lizzie con simpata.Sin otro pensamiento que el de consolarlo, apoy la mano en su mejilla. l alz los ojos y se quedaturdida por la indefensin que vio en ellos. Algo haba quebrado su autocontrol y le haba reveladocruelmente su propia soledad. En ese momento recurra a ella en un momento de necesidad, y ella respondien igual medida.

    Era tan vulnerable como l. Bess le haba dicho que estaba demasiado acorazada, dndole a entenderque si no le entregaba pronto el corazn a un hombre, sin contenerse, corra el peligro de volverse demasiadodura. La cabeza le deca que Daniel jams sera el hombre adecuado..., pero de pronto todo era diferente.Sufra por l. Anhelaba mitigar su tristeza. Todo lo dems estaba olvidado. Lo rode con los brazos.

    l la imit en el acto y permanecieron unidos en un abrazo largo e ntimo. Al principio Daniel no

    16

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    17/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    intent besarla, sino que enterr la cara en su pelo como si encontrara al fin el refugio buscado.-Lizzie -susurr, para repetir una y otra vez-: Lizzie, Lizzie...Era dulce tenerlo en los brazos, sentir el calor de su cuerpo al mezclarse con el de ella, y por el

    momento era lo nico que peda. Luego sinti el cambio que se produjo cuando los labios de Danielencontraron su cuello y comenz a llenarlo de besos suaves. l suspir con placer y comenz a introducir losdedos en su pelo al tiempo que mova el cuello para tentar su boca.

    Fue bajando por su cuello hasta llegar casi a los pechos, expuestos en el camisn de escote bajo, ms yms abajo, mientras todo en Lizzie gritaba s. Tendra cautela en otro momento. Ese era el hombre quedeseaba.

    Daniel alz la cabeza y ella lo sinti temblar.-Haces que me cueste mucho recordar que soy un hombre de principios -gru.-Quiz lo recuerdas demasiado a menudo. Tan importante es ser un hombre de principios?-Tiene que serlo... Debe serlo... -afirm, como si tratara de convencerse a s mismo. Le tom el rostro

    entre las manos-. Lizzie, creers lo que voy a decirte? No vine esta noche aqu con la intencin de que pasaraesto.

    -S, te creo -detrs de la fachada tan controlada, haba un hombre que poda ser impulsivo-. Noimporta. No planees todo. Deja que las cosas ocurran. No pasar nada. Confa en m..., confa en m...

    Y entonces sinti que se paralizaba.-Qu has dicho? -pregunt l con voz extraa.-Que confes en m -lo bes juguetonamente-. No crees que puedes confiar en m ahora?

    -No es eso -le cost hablar-. Pero... realmente no debera estar aqu. Esto no est bien.-Comprendo -los ojos le centellearon-. Entonces no confas en m. Qu estpida he sido al olvidarlo.-Lizzie, por favor, no es eso. Es que... no puedo explicarlo.-0 no necesitas hacerlo. Me trajiste aqu como una enemiga y sigo sindolo, verdad? Es una pena que

    esta noche me revelaras tanto. Soy historiadora, quin sabe qu podra contar o qu indiscretas notas podratomar?

    -Lo hars? -estaba plido.-Claro que no. No deberas haberlo preguntado!-No era mi intencin. No s qu me pas... Al menos, no puedo explicarlo.-Creo que ya lo has hecho.-Hay mucho que no sabemos el uno del otro -indic con tono ms distante-, y quiz ambos deberamos

    ser ms cuidadosos.Ella emple un tono similar.

    -Creo que Su Majestad debera marcharse.-S, tal vez s.Le hizo una inclinacin de cabeza formal y se march por la puerta secreta.Lizzie lo sigui y ech los cerrojos. Luego se apoy en la madera y contuvo el impulso de llamarlo.Al da siguiente, Frederick le llev una bolsa grande que contena el resto de las cartas de Liz,

    indicndole que segua instrucciones del Rey. Su Majestad se haba marchado de forma inesperada paravisitar Helmand, su finca privada situada a ciento cincuenta kilmetros, y permanecera ausente un tiempo.

    Despus de aquello, vivi en un limbo. No saba cunto tiempo iba a estar fuera Daniel, ni si querairse antes de que l regresara. Solo saba que estaba furiosa con l, que se senta insultada, y que lo echaba demenos.

    Las cartas eran una mina de oro, pero frustrarte. La tal Liz tena que ser su ta Elizabeth, ya que

    seguan el mismo patrn de vida. Pero aunque haba cientos de indicios, no haba ninguna certeza.Cuanto ms lea, ms lo echaba de menos. Y aunque Daniel no era su abuelo Alphonse y la historia

    jams se repeta, el actual Rey haba sido moldeado por las mismas condiciones que su abuelo, y abandonadoemocionalmente a la deriva del mismo modo.

    En varias ocasiones sali a montar con los nios. Pareca que les caa bien y cada vez le resultaba msfcil hablar con ellos. El temperamento mercurial de Sandor se controlaba con ella; Elsa mostraba signos deun bonito ingenio y Felix empezaba a salir de su caparazn.

    Una tarde paseaban por el bosque mientras Sandor les contaba una historia cuando un sonido hizo quetodos alzaran la vista. Daniel caminaba entre los rboles. Luca una camisa informal con el cuello abierto y

    17

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    18/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    tena algo en los brazos que se retorca y chillaba. Una inspeccin ms cercana revel que se trataba de trescachorros, cada uno con unas ocho semanas de vida.

    -Una perra dio a luz en los establos de Helmand -explic-. Aqu tenis. Uno para cada uno de vosotros.Y ahora marchaos.

    Con gritos de jbilo, los chicos aceptaron a los cachorros y se marcharon a la carrera.Daniel mir a Lizzie, quien no le haba quitado la vista de encima desde el primer instante en que lo

    vio. Ni haba sido capaz de moverse. Pero cuando l abri los brazos, recuper el movimiento y se arroj aellos.

    -Te he echado de menos -le dijo entre besos-. Escap de ti, pero no sirvi de nada. Me acompaaste.Has estado conmigo en todo momento. No te puedo desterrar de mi corazn.

    Lo mismo le suceda a ella.-Ests en mi corazn para siempre -continu Daniel-. Al principio pens que podras marcharte en mi

    ausencia, y que sera mejor para los dos. Pero esta maana despert y tem tanto que te hubieras ido, que tuveque volver. Bsame, bsame.

    Ella respondi con todo el corazn, le rode el cuello con los brazos y se entreg a la sensacin deamar y ser amada.

    -Tengo tanto que contarte, Lizzie. Y t... t no tienes nada que decirme?-Uy, s, mucho -le tom la mano y comenz a conducirlo hacia la espesura.Pero cuando volvi a tomarla en brazos, ella descubri que no haba nada que decir, o al menos nada

    que no pudiera esperar. Una risita cercana hizo que giraran con rapidez.

    -Qu hacis...? -comenz a gritar Daniel. Pero la presin urgente de la mano de Lizzie lo fren-.Pens que os habais ido -son resignado.

    -Lo lamentamos, seor -se apresur a disculparse Felix. La risa se haba desvanecido de su cara ypareca ansioso.

    Algo en el rostro tenso de sus hijos lo impuls a decir:-No estoy enfadado. De verdad.Se relajaron visiblemente y las sonrisas regresaron a sus caritas, aunque con cautela, como preparadas

    para desvanecerse en un instante.-Volvimos para darte las gracias por los cachorros -explic Sandor.-Divertos con ellos. Pero los cuidaris vosotros mismos. Tendris que alimentarlos y limpiarlos.-Pero hay criados... -Sandor frunci el ceo.-Nada de criados, lo haris vosotros -entonces se qued quieto y alz la cabeza, como si escuchara una

    msica silenciosa en el aire-. Si no alimentis a esos perros, nadie lo har. De modo que sus vidas estn en

    vuestras manos -los nios asintieron y se marcharon a la carrera. Cuando desaparecieron, frunci el ceo-.Por qu dije eso? Claro que no tienen tiempo para...

    -S lo tienen -Lizzie le tom la mano-. Has hecho lo correcto. Tal vez sea mejor que regresemos.-S, no queremos ms espas.

    Aquella noche, Lizzie cen con Daniel y los nios. Fue una reunin feliz, nunca los haba visto tanrelajados. Trataron temas seguros, como el cuidado de los perros. Cuando los nios se marcharon a la cama, l

    pregunt:-Recibiste lo que te dej?-El resto de las cartas? S, gracias. Fue un detalle maravilloso.-Has sacado algo en claro?-Mucho, y creo que t tambin.

    -He de confesar que no las he ledo todas en detalle -se encogi de hombros-, solo lo suficiente comopara extraer una idea general de su contenido.

    -Creo que has notado ms de lo que dices.-A qu te refieres?-Ven conmigo y te lo mostrar.Al llegar a la habitacin, abri el cajn de la cmoda donde guardaba las cartas y sac una de las

    primeras.-Hblame del perro que tuviste -le pidi ella.-Se llamaba Tiger. Un nombre estpido, porque era un chucho que apareci un da y se peg a m.

    18

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    19/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    Tendras que haber presenciado la conmocin. Solo un animal con pedigr era apropiado para el prncipe .Pero mi abuelo dej que me lo quedara. Me dijo...

    -Qu? -lo inst Lizzie.-Dijo -continu como si hablara en un sueo-Es responsabilidad tuya. Si t no lo alimentas, nadie lo

    har. Su vida est en tus manos. Por eso hoy, cuando pronunci esas palabras...-Recordabas la ltima vez que las habas odo.-S, eso lo comprendo, pero, qu tiene que vercon una carta?-Mira -le extendi una-. Por la mitad de la pgina. Y ah estaba, en palabras de Liz.

    Hablas de ensearle responsabilidad a Daniel, pero te refieres a discursos y teoras. Dale al pobre nioun perro y deja que lo elija l mismo. Aprender ms de responsabilidad de una criatura a la que quiera, y quedependa por completo de l, que de todas esas lecciones de los libros.

    -Por eso lo hizo -Daniel se sent en la cama con la atencin clavada en el papel que sostena-. Surgide ella... Entonces estoy en deuda con Liz por aos de felicidad. Y tena razn, desde luego. Estaba aqu, perocuando le ech un vistazo por primera vez, lo pas por alto.

    -No te encontrabas listo. No como ahora.-De verdad, espero que Liz sea tu ta abuela. No es que haya muchas dudas al respecto, pero empiezo a

    comprender muchas cosas..., cmo dependa de ella. Debi de ser la persona ms importante de su vida, igualque t... -call y la mir-. Lizzie, cario, no lo estoy imaginando, verdad?-Imaginacin? -brome ella-. T?-No, no tengo mucha. De modo que no podra haber imaginado que sientes por m lo mismo que yo

    por ti. Cierto? -suplicaba con la mirada.-No -repuso con seriedad-, no lo has imaginado.Daniel solt la carta, que cay al suelo. La abraz y la peg a l como un hombre que acabara de salir

    de la crcel. Tambin sus besos tenan la desesperacin de una sbita libertad, velada por el temor de que lefueran arrebatados. Y detrs de todo estaba la ansiedad de un nio que exploraba el amor, casi como unanueva aventura. Ella le devolvi el beso para reafirmarlo, aunque poco a poco se dej llevar por la excitacinque la recorra. Era el hombre al que amaba, pero tambin el hombre sexualmente ms atractivo que habatenido el privilegio de conocer.

    De pronto l se detuvo y tom su cara entre las manos.-Ests segura? -susurr-. Ests del todo segura, Lizzie? No pienses que tienes que hacerlo por... por

    este lugar y el entorno.Lo am por sus dudas. En el pasado le haba mostrado la arrogancia del poder. En ese momento le

    confiaba la humildad que llevaba dentro.-Ests segura? -repiti-. Tiene que ser por m, solo por m. No quiero que sea de ninguna otra manera.-Solo t -prometi ella-. No hay nadie ms en mi corazn, y jams volver a haberlo.Se quit la bata y el camisn para que pudiera ver toda la belleza que le entregaba. Saba que su

    desnudez era magnfica, pero en ese momento nicamente le importaba como regalo para un hombre solitarioy devorado por las dudas que haba buscado refugio en su corazn.

    Por el modo en que hizo el amor, Lizzie supo que an perduraba la ltima de sus dudas. Tom notamental para ensearle en el futuro a ser un poco ms alegre.

    Ninguna mujer podra haber pedido algo ms tierno o considerado, pero por debajo poda percibir elvigor mantenido a raya. La prxima vez que hicieran el amor, no lo contendra, se encargara de que no lohiciera. Pero en ese momento se estaban presentando, disfrutando con lo que encontraban, gozosos el uno en

    el otro. Solo en el ltimo momento la pasin de Daniel escap a su control y la reclam con una fiereza queella devolvi de buena gana.

    Luego rein un silencio prolongado, quebrado por la respiracin de ambos. Daniel la bes y la peg al.

    -Gracias -murmur.Ella rio entre dientes, llena de placer y satisfaccin.-Creo que debera drtelas yo. Ha sido lo ms bonito que me ha pasado jams.-Tiene que haber algo ms. T an no has cumplido tu parte del trato.-A qu te refieres? -pregunt, tratando de sonar indiferente, aunque se dio cuenta de que haba llegado

    19

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    20/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    el momento de la verdad, a pesar de que no lo haba imaginado de esa manera.-Te mostrar las mas si t me muestras las tuyas -cit l-. Ese era el trato. Qu has hecho con las

    cartas de Alphonse? Olvdalo; me siento demasiado feliz para preocuparme de eso. Solo quiero pensar en ti.Maana nos ocuparemos de las cartas.

    -S -confirm, aliviada-. Maana.Pero algo en la voz de ella le result extrao a Daniel. Frunci el ceo y la mir con curiosidad.-Las tienes a buen recaudo, verdad, cario?-Por qu ahora?-Las tienes, verdad, Lizzie?-Me pareci orte decir que no queras hablar de eso ahora.-S, pero me tienes preocupado. Lizzie...-Daniel, desde el principio te dije que no tena esas cartas.La mir enigmticamente.-Claro que las tienes. Solo te falt decirme... -call unos momentos antes de continuar-. De qu

    hemos estado hablando todo este tiempo?Tom la precaucin de levantarse y alejarse, ajenaa que su cuerpo distraa a Daniel del tema que los ocupaba. Pero no del todo.-Es evidente que no hemos estado hablando de lo mismo -observ ella.-T sabas que yo te ofreca un trato.-Y t, que yo no las tena. Te lo dije en esta misma habitacin.

    -S, pero entonces t... -se levant de la cama y comenz a seguirla-. Entonces t...-Me relaj un poco con los detalles -confes con inocencia.-Pequea y taimada... -avanz hacia ella.-Vamos, Daniel... -retrocedi.-Su Majestad!-Y un cuerno! Si quieres que te llame Su Majestad, primero ponte algo.-No cambies de tema.Ella rio entre dientes.-En este momento, solo me interesa un tema. Y a ti tambin, a juzgar por el aspecto que tiene.Bajar la vista un momento bast para que Daniel aceptara lo inevitable.-Hablaremos ms tarde -musit, alzndola en vilo para arrojarla sobre la cama.-De acuerdo, mi amor -jade Lizzie cuando l aterriz sobre ella-. Lo que t... mmm!

    CAPTULO 5COMENZ una doble vida. Por el da era la historiadora que realizaba un trabajo serio en los archivos

    voltavos. Si vea a Daniel en presencia de cualquier otra persona, lo trataba como Su Majestad la primeravez y Seor despus, igual que sus sbditos.

    Pero por la noche lo llamaba Daniel, y rea mientras l se derreta en sus brazos. Sus actos de amoreran apasionados y llenos de jbilo, y despus, mientras yacan el uno en los brazos del otro, lo abrazaba deforma protectora y se preguntaba si Liz habra sentido eso con Alphonse. Y entonces saba que era imposible,

    porque ninguna mujer en el mundo haba conocido el gozo especial que era suyo.Despus de la primera explosin, l haba aceptado con humor irnico que ella no podra presentarle

    las cartas de Alphonse.-Te has aprovechado de m -coment sin rencor-. Pero espera y vers. Saldaremos la cuenta.-Estoy impaciente -bromeaba Lizzie.

    Su vida secreta en comn tena un encanto domstico, aunque Daniel comentaba que en ocasiones sesenta como un personaje sacado de una comedia francesa. Por la maana era ella quien siempre se levantaba

    primero y sala al saln, donde Frederick con sigilo haba dejado los peridicos. De la misma manera se servael desayuno, con Daniel oculto discretamente detrs de la puerta del dormitorio. Y si alguien not que elconsumo de alimentos por parte de ella se haba duplicado, no lo mencion.

    Disfrutaban del desayuno juntos y alargaban el tiempo hasta el ltimo instante, cuando l tena quepresentarse ante la corte y ella, ir a la biblioteca. A la espera de reunirse por la tarde, cuando salan a pasear acaballo con los nios.

    Los peridicos de la maana llegaban en tres idiomas, y l disfrutaba leyendo la edicin inglesa para

    20

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    21/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    comentar con ella las noticias del da.-Deberas ver lo que dice aqu -coment Daniel una maana-. S que no hay nada de verdad en ello,

    pero, qu puedo...? Lizzie? Cario? Qu sucede?Ella se oblig a salir de un sueo triste y le obsequi una sonrisa forzada.-Nada -respondi.-No digas nada cuando lo que sea logra que pongas esa expresin.-De acuerdo -le mostr lo que haba estado leyendo.La fotografa de un joven atractivo, con rostro atrevido, lo mir desde el papel. El pie de foto deca:

    Toby Wrenworth muere en carrera de motos.Daniel sinti como si hubiera recibido un golpe en el pecho. Apenas logr obligarse a preguntar:-Este hombre significa algo para ti?-Lo signific en una poca. Estuvimos casados un par de aos.-Casados?-Yo tena dieciocho aos y l era muy atractivo. Mi ta me advirti que lo dejara, pero no le hice caso.

    Estaba convencida de que podra conseguir que sentara la cabeza. No fue as, por supuesto. Se aburri y semarch, y nos divorciamos. Solo era feliz cuando corra riesgos descabellados. Era una simple cuestin detiempo que esto sucediera.

    -Mantuvisteis el contacto?-No. Haca aos que no hablaba con l. Se termin hace mucho tiempo.-Pero ha permanecido en tu corazn? -la observ con intensidad.

    -No l, sino los recuerdos de la felicidad que compartimos. Pero fue una felicidad muy breve. Yo erauna joven tonta e ignorante o habra sabido que no podra cambiarlo.

    -No te atormentes -Daniel apart el peridico a un lado-. Olvdalo. Mrame.Ella obedeci y trat de sonrer. Pero fue una sonrisa poco convincente y vio la sombra del temor

    cruzar la cara de Daniel.-Estoy bien -trat de reafirmarlo-. Solo necesito estar sola un rato.-He de irme, pero te ver esta tarde... Diablos, no, tengo reuniones todo el da, y esta noche he de

    asistir a la pera.-Por la noche a ltima hora, entonces.Pas el da paseando sola por el bosque, pensando en Toby. l la haba cambiado, le haba enseado el

    valor de retener el corazn para una misma, y de ese modo, a su manera, la haba ayudado a llegar hasta esepunto. Tena un corazn que darle al nico hombre que le importaba, porque despus de aquella primerarelacin, nunca ms lo haba abierto. La tristeza que senta era toda por Toby, que haba amado la vida y la

    haba perdido, mientras que ella se preparaba para entrar en una vida nueva.

    Eran casi las dos de la maana cuando Daniel lleg a su lado, y pudo ver en la expresin de l quehaba tenido un da horrible.

    -Cuntame lo peor -le dijo l con dureza-. Todava lo amas, verdad? Has intentado dejarlo atrs, perono has podido.

    -Cario, eso no es verdad.-Creo que s. Por eso juegas con tanta facilidad con los hombres, porque no has podido tener al que te

    importaba. Pero con quin haces el amor? Cuando ests en mis brazos, la cara de quin ves?-No, te has equivocado -de pronto lo entendi-. No vuelve a suceder, te lo prometo. No soy Serena, ni

    siento nostalgia por otro hombre.-Soy tan transparente? -emiti una risa trmula.

    -Un poco.-Crea que eras toda ma. Si descubriera que no es as, mi vida volvera a quedar sumida en la

    oscuridad. Y me costara soportarlo, despus de que me hayas enseado la luz.-Soy toda tuya -prometi-. Hace tiempo que no pienso en Toby. Fue la sorpresa de enterarme de su

    muerte de esa manera lo que me aturdi. No sueo con l. Sueo contigo.Se relaj en sus brazos y permiti que lo reafirmara. Lizzie pidi una cena ligera y se sentaron a

    charlar de cosas generales. Lo que importaba era estar juntos, y cuando sinti que l estaba ms sereno y feliz,lo llev a la cama y lo am con ternura.

    -Si hubiera sabido que iba a enamorarme de ti -coment l luego-, habra huido despavorido.

    21

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    22/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    -Amor? -pregunt con un murmullo-. Esto es amor?-No sientes que lo es?-S. Y ahora soy muy feliz.A la maana siguiente l tuvo que irse ms temprano que de costumbre para una reunin con su primer

    ministro.-Esta noche ser especial -dijo antes de salir-. Tengo una sorpresa. Ser algo que significar mucho

    para ti -suspir y le dio un beso tierno-. Si no te dejo ahora, no podr hacerlo. Adis, cario, hasta la noche.Al quedarse sola, se dio una ducha. Mientras se secaba, son el telfono. Contest pensando que oira

    la voz de Daniel. Pero se trataba de un desconocido, y poco a poco la sonrisa desapareci de su cara.Se visti a toda velocidad y llam a Daniel.-He de irme ahora mismo -anunci.-No puedes dejarme -por un momento, su tono fue imperioso-. No te dejar ir, nunca. Aguarda hasta

    que llegue -cort antes de que ella pudiera responder. Estuvo a su lado en un abrir y cerrar de ojos-. Qu esesa tontera de marcharte?

    -Volver cuando pueda, pero tengo una amiga enferma que me necesita. Es Bess. Te habl de ella. Hasufrido un ataque al corazn y me han llamado del hospital. Soy lo nico que tiene en el mundo.

    -Perdname -se disculp de inmediato-. He sido un egosta. Cuesta tanto separarse de ti cuando acabode descubrirte... Pero debes irte ahora mismo. Mi avin privado te llevar...

    -No es necesario, cario. Hay un vuelo dentro de una hora, y si salgo ahora quiz lo alcance.-No te preocupes. Llamar al aeropuerto. No despegar sin ti.

    -Las ventajas de ser rey -sonri.-Me resulta valioso si puedo aprovecharlo para facilitarte la vida. Pero antes de que te vayas, hay algo

    que quiero decir... Debes entender... -titube y guard silencio largo rato. Luego suspir-. Olvdalo. No es elmomento. Pero recuerda que te amo, pase... pase lo que pase.

    -Cario, qu sucede?-Promteme que volvers -le pas un brazo por los hombros-. Que no me abandonars.-Cmo podra hacerlo cuando te amo tanto? Pensar en ti.-Y yo empezar a pensar en ti en cuanto nos despidamos. All donde ests, hagas lo que hagas, mis

    pensamientos estarn contigo hasta que vuelvas.

    El regreso de Lizzie a Voltavia tuvo un marcado contraste con su partida. Tres das ms tarde lleg sinavisar, entr en su suite y alz el telfono para llamar a Daniel. Contest Frederick.

    -Le ruego que avise a Su Majestad de que deseo verlo.El jadeo de Frederick fue audible por la lnea.Saba, como todo el mundo, que Lizzie disfrutaba de privilegios, pero ni siquiera ella poda aspirar a

    ver al rey con solo chasquear los dedos. Intent explicrselo con diplomacia, pero ella no lo dej.-Dgale que tengo lo que quiere -explic con vehemencia-. Eso har que venga.Colg. Durante los siguientes minutos camin de un lado a otro como una leona enjaulada. Su visita a

    Inglaterra haba estado marcada por dos descubrimientos, uno de los cuales la haba llenado de gozo yasombro. El otro la haba colmado de una amargura tan profunda, que se pregunt cmo podra soportarvolver a ver a Daniel.

    Pero lo vera una ltima vez. Le entregara aquello por lo que haba conspirado y traicionado. Quizincluso lograra decirle lo que pensaba de l. Luego abandonara Voltavia e intentara olvidar su existencia.

    Alz la vista cuando se abri la puerta. All estaba, sonriente, como si nada le gustara ms que verla,aunque lo haba llamado de un modo grosero que en el pasado le habra granjeado su desagrado. Avanz hacia

    ella con las manos extendidas y mirada clida.-Has vuelto deprisa -dijo-, tal como prometiste. Pero qu le comentaste al pobre Frederick para

    sumirlo en un estado tan nervioso? -al ver la expresin de ella, dej de sonrer-. Qu sucede, cario?-No me llames as -indic Lizzie con aspereza-. Puedes dejar de fingir. Ya conozco la verdad.-De qu hablas?-Creas que no averiguara que hiciste forzar mi casa? -si tena alguna duda, ver cmo l contena el

    aliento las disip-. Es verdad, entonces -aadi con amargura-. Lo ordenaste. Y en todo momento... Diosmo! -grit angustiada.

    -Lizzie, por favor, escchame. No es lo que piensas.

    22

  • 7/27/2019 Gordon Lucy - El Amor Del Rey

    23/28

    El Amor del Rey, de Lucy Gordon

    -Claro que s. Es exactamente lo que pienso. Fui una tonta, pero ya no, as que no insultes miinteligencia.

    El sbito silencio fue desagradable y duro.-Cmo te enteraste? -inquiri l al final, con una voz que pareca proceder de muy lejos.-Tus empleados fueron muy buenos, pero no lo suficiente. Algunas cosas estaban fuera de sitio. Lo

    not porque tiendo a conservar todo tal como lo dej mi ta abuela. Al principio no me lo cre, pero despus deinterrogar a mis vecinos descubr muchas cosas. Como que entraron por la puerta delantera; nadie se sintialarmado por el aspecto tan respetable que tenan -lo mir fijamente-. Por qu? -pregunt al rato-. Podrashaberme pedido esas cartas cuando nos conocimos en Londres. Para qu invitarme aqu?

    Eso mismo deb preguntarme en su momento, pero conseguiste marearme con tus encantos. A m, queme enorgullezco de mi mente tan ecunime y lgica. Me dan ganas de rer al recordar mi discurso sobre laslecciones que nos brinda la Historia. Olvid la ms importante, verdad? Jams confes en un prncipe! Ymientras yo estaba aqu, tu gente invada mi casa. T no queras comprar, queras robar.

    -No es verdad -se defendi l-. Siempre pretend pagarte por esas cartas, pero tema que guardarascopias o te reservaras algunas. Merezco todo lo que dices de m, pero deja que te diga la verdad...

    -T no tratas con la verdad. Eres un rey; tienes otras prioridades. Me lo advertiste, y yo no te hice casopo