Gen1o y figma hasta la León Cortés Castro Gran ·presid~nte,

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¡ "Gen1o y figma hasta la :ra". se cumplió este a forismo en la existencia de este per6onaj e · poUtico costarricense. Nació como fun cionari o público; pero no fun ci onario de parti- da ni ' de jolgorio; funcionario auste- ro y tra bajador. Hizo sus primeras ar- mas en el Magisterio Nacional ; paa municipios y ministerios; tuvo posiciones de elección popular en el Congreso Con st itucion al de la R ep ú- blica. Fue hombre vertical y rectilíneo y es tas caracterí sticas las imprimió en su vida priv a da y públic a. En cuan- to a J.a una y á la _ otra, se pued en ex - traer , recordator iamente , algunas ané c.. dotas que manifiestan perfiles de su existencia. Para sacar al sol trapo s limpiooi y sucios de la vida de un político, se p restan las campa ñas política:>. En una campaña se gritó que este candida to, cuando niño, tuvo el placer de saca r- le. los ojos a los gatos, para sat ishcer su crueldad. Has ta hacer esta teme - raria afirmac ión, llegó la crítica de sus en emigos . . Cuando f ue adm inis trador del F'e- rrocarril al Pac ífico se le vio enca- jado en l as locomotoras manejándolas ' personalmente, a muy tempranas ho- ras de la mañaoo para controla r los < trabajos bajo su dirección. Cuando se fra guó el gol pe de es- tado, aborta do, para bir la r la .nayo - r ía expresada en los comicios electo- rales de 1932, tres soldados, en posi- ción de firmes, se pararon en la c;ipi- tal y sal varon Ja república: ·Cl eto Gon- zále z Víque z, en el cuartel princ ipal; R icardo Ji 'ménez, procedente de Car- tago ; y León Cortés, Alaj uela. En el Ministerio de Fomen to su obra fue profusa, intensa, acabalada, con el buril de su carácter fu erte: vir- tudes que penetraron en la popular la cu al . le pagó con una dPci- sión ma yor itaria a favor de su can- didatura presidencial. La evaluación legíti ma que hacía de hombres se demos tr ó en es ta ánéc- .;ta: siendo dipu ta do, hi'w un viaj e León Cort és Castro Gran estadista , of icial con varios comoañero; a la ciudad de Limón. Tomó ·e l tren al A- tlántico en la estación de San José; era impresc indible,· para viaJa r ofi- cialmente, la portación de la tarjeta que acredi tal>la al funcionari •). Sus compañeros llevaban Ja tarj eta; Co r- tés la olvi. ,Pasó el conduc tor inspec- tor p'ica ndo . tique tes; Cortés in forma que es diputado pres idente de la Cá- mara, bien conocido, pe ro, que olvidó su rjeta, y. le r ueg a dispe nsarlo. El insp ector le replica: O pre sen ta la tar- jeta, o paga su tiquete; de lo contra- rio, lo bajo en la próxima est ación. Esbien, contes Cortés y pagó ef tiquete; su nombr e, por fa vor: Octa- vio Fonsec a Villafranca , ri>ntcs to el i'nspector ferrocarril ero . Pasó el tiem- po, y Cortés llegó a la pre3 idencia de la Re pública; como hombre de gar ra. recordó al inspector que lo paró en raya y lo mandó a buscar. Pre3ente el Indiciado, le dijo: lo he mandado :i busc ar para ofrecerle el puesto de in spector general de cond;;ctor es en el F errocarr il al Pacifi co. No puedo a- c eptarle, contestó Fonseca. he sido y soy su enemigo polltico Ma yor motivo para rogarle ace p te :ni oferta, replicó Cortés; y F on.seca accoló y fun & lió magnífica mente en el Fe rro- carril durante Ja Administrac ión C0r- s. Natur almen te, sí e ran af ines en su c arácter. José J. Chávez Barrieutos La cónico en su oratoria, estilo ma- zazo, su inquiet ud h uma n ist a la con- dene n. una frase pronunciada en un discurso dirigido a una nL1tri d'l. mul - titud , en una noche memorable, en el Parque Centra l: "Te ndré p resen te en mi gobierno que es necesario q ue ba- jen un poco los de an' iba y suban un poco Jos de abajo ". Así :nanlfesun eclectic ismo mejori t ario p ara su pue - blo, sin aspavientos izquierdistas ni lu- josas organizaciones. F ue huma nista a lo republicano. Su obra de gobierno fue met afó- ricamente expresada por su pueblo: "Gobierno de varilla y cemento''. En efecto, su gobierno tuvo la resistenci'a de ' la vari lla y la con sistencia de l ce- mento. Ca r reteras y edificios públicos a p rofu sión, cons truidos sólida y eco- nómicamente con los propios recur- sos nac ionales bien dirigidos, sin em- pr éstitos n'i ja ranas, ni impuestos cesivos, le vali eron la admiración de l pueblo y su re so lu ción a volverlo a ll e var a la presidencia de la Repúbli- ca. Pero se le mordió la vuelta. El gran presidente f ue traicionado por el pésimo estadista. Como quiera que el presid ente actúa con vista a un momento histórico; · y el estadista, con visión a u n. futur o histórico; es el ca- so que Le ón Co rtés, de vi sta corta, fue un gran presidente en la r eali za- ción inmediata de la obra de gobier- no; y fue un pés imo estadist a en la construcción mediata de l futuro del pais. A si, se le ·vio enredarse en sus p ro - pias redes pasionales y obs ta culizar a toda costa en su med io peri'odo, la ca- rr era ex itosa de un joven paladln gua- na casteco q ue irrumpió en la atmósfe- ra cf.vica de su puebl o con un nuevo mensaje de regen eración y v alentla: el doctor Fr ancisco Va . gas Va rgas. Se le miró extors ionar el consejo electo- ral en beneficio caprichoso de un can- didato de sus simpatias. Pero lo más grave de su miopía como esta dist a apa reció al final de su admi n ist ra ción, cuando est r anguló la candidatura de su gran in spirador, Ri- cardo J'iménez, pre fe r id o por la vol un- tad popular en r econoci mi ento a su ex traordiruria env er gadura, para a- br irle paso franco a su cruel azote, a cuatro años vista, doctor Calderón Guardia, enaltecido por una élite de favorecidos car itat ivos y desconoc ido del resto del país. Con esta d edsión torpe y arbi t rari a León Cortés abrió las puertas al soci al ismo de estado: sacrificó la R epública y se inmol ó él mismo. En a quel entonces ambos or& la- nismos perecie ron. F ue el " requ :escat in pac e" de la his toria costar ricens e .

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"Gen1o y figma hasta la sepultu~ :ra". se cumplió este aforismo en la existencia de este per6onaj e · poUtico costarricense. Nació como funcionario público; pero no funcionario de parti­da ni' de jolgorio; funcionario auste­ro y trabajador. H izo sus primeras ar­mas en el Magisterio Nacional; Iue~ pasó a municipios y ministerios; tuvo posiciones d e elección popular en el Congreso Constitucional de la Repú-blica.

Fue hombre vertical y rectilíneo y estas características las imprimió en su vida privada y pública. En cuan­to a J.a una y á la _otra, se pueden ex­traer, recordatoriamente, algunas anéc .. dotas que manifiestan perfiles de su existencia.

Para sacar al sol trapos limpiooi y s ucios de la vida de un político, se prestan las campañas política:>. En una campaña se gritó que este candidato, cuando niño, tuvo el placer de saca r­le. los ojos a los gatos, para satishcer su crueldad. Hasta hacer esta teme­raria afirmación, llegó la crít ica de sus en emigos.

. Cuando fue administrador del F'e­rrocarril al Pacífico se le vio enca­jado en las locomotoras manejándolas

' personalmente, a muy tempranas ho- • ras de la mañaoo para controlar los

<trabajos bajo su dirección.

Cuando se fraguó el golpe de es­tado, abortado, para bi rlar la .nayo­r ía expresada en los comicios electo­rales de 1932, tres soldados, en posi­ción de fi rmes, se pararon en la c;ipi­tal y salvaron Ja república: ·Cleto Gon­zález Víquez, en el cuartel principal; Ricardo Ji'ménez, procedente de Car­tago ; y León Cortés, procedente~ d~ Alajuela.

En el Ministerio de Fomento su obra fue profusa, intensa, acabalada, con el buril de su carácter fuerte: vir­tudes que penetraron en la con~ienc ia popular la cual. le pagó con una dPci­sión mayor itaria a favor de su can­didatura presidencial.

La evaluación legítima que hacía de ~~ hombres se demostró en esta ánéc­

.;ta: siendo diputado, hi'w un viaje

León Cortés Castro

Gran ·presid~nte,

estadista • pes~mo

,

oficial con varios comoañero; a la ciudad de Limón. Tomó ·el tren al A­tlántico en la estación de San José; era imprescindible, · para viaJa r ofi­cialmente, la portación de la tarjeta que acredital>la al funcionari •). Sus compañeros llevaban Ja tarjeta; Cor­tés la olvidó. ,Pasó el conductor inspec­tor p'icando. tiquetes; Cortés in forma que es diputado presidente de la Cá­mara, bien conocido, pero, que olvidó su tárjeta, y. le r uega dispensarlo. El inspector le replica: O presenta la tar­jeta, o paga su tiquete; de lo contra­rio, lo bajo en la próxima estación. Está bien, contestó Cortés y pagó e f tiquete; su nombre, por favor: Octa­vio Fonseca Villafranca, ri>ntcsto el i'nspector ferrocarr ilero. Pasó el tiem­po, y Cortés llegó a la pre3idencia de la República; como hombre de garra. recordó al inspector que lo paró en raya y lo mandó a buscar. Pre3ente el Indiciado, le dijo: lo he mandado :i

buscar para ofrecerle el puesto de inspector general de cond;;ctores en el Ferrocarril al Pacifico. No puedo a­ceptarle, contestó Fonseca. porqu~ he sido y soy su enemigo polltico Mayor motivo para rogarle acepte :ni oferta, replicó Cortés; y Fon.seca accoló y fun&lió magníficamente en el Ferro­carril durante Ja Administrac ión C0r­tés. Naturalmente, sí e ran afines en su carácter.

José J. Chávez Barrieutos

Lacónico en su oratoria, estilo ma­zazo, su inquietud h umanista la con­densó en. una frase pronunciada en un discurso dirigido a una nL1trid'l. mul­titud , en una noche memorable, en el Parque Central: "Tendré presente en mi gobierno que es necesario que ba­jen un poco los de an'iba y suban un poco Jos de abajo" . Así :nanlfestó un eclecticismo mejori tario para su pue­blo, sin aspavientos izquierdistas ni lu­josas organizaciones. F ue humanista a lo republicano.

Su obra de gobierno fue metafó­r icamente expresada por su pueblo: "Gobierno de varilla y cemento''. En efecto, su gobierno tuvo la resistenci'a de ' la vari lla y la con sistencia del ce­mento. Car reteras y edificios p úblicos a profusión, construidos sólida y eco­nómicamente con los propios recur­sos nacionales bien dirigidos, sin em­préstitos n'i jaranas, ni impuestos ~x­cesivos, le va lieron la admiración del pueblo y su resolución a volverlo a llevar a la presidencia de la Repúbli­ca. Pero se le mordió la vuelta.

El gran presidente fue tra icionado por el pésimo estadista. Como quiera que el presid ente actúa con vista a un mom ento histórico; · y el estadista, con visión a un. futuro histórico; es el ca­so que León Cortés, de vista corta, fue un gran presidente en la r ealiza­ción inmediata de la obra de gobier-

no; y fue un pésimo estadista en la construcción mediata del futuro del pais.

Asi, se le ·vio enredarse en sus p ro­pias redes pasionales y obstacul izar a toda costa en su medio peri'odo, la ca­rrera ex itosa de un joven paladln gua­nacasteco que irrumpió en la atmósfe­ra cf.vica de su pueblo con un n uevo mensaje de regeneración y valentla: el doctor F r ancisco Va. gas Vargas. Se le miró extorsionar el consejo electo­ral en beneficio caprichoso de un can­didato de sus simpatias.

Pe ro lo más grave de su miopía como estadista apa reció al final de su administración, cuando estranguló la candidatura de su gran inspirador, Ri­cardo J'iménez, prefe r ido por la volun­tad popular en reconocimiento a su extraordiruria envergadura, para a­br irle paso franco a su cruel azote, a cuatro años vista , doctor Calderón Guardia, enaltecido por una élite de favorecidos caritativos y desconocido del r esto del país. Con esta dedsión torpe y arbit rari a León Cortés abrió las puertas al socialismo de estado: sacrificó la República y se inmoló él mismo. En aquel entonces ambos or&la­nismos perecieron.

F ue el " requ:escat in pace" de la hi storia costa rricense .