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    VIDA DE KANT

    Kuno Fischer (1)

    I

    Parece necesario en la historia de la flosoía que en ciertas épocas sedetengan los espíritus a contemplar las grandes fguras consagradas por lostiempos, como si por vez primera ueran descubiertas, y conquistar de estasuerte un punto común de partida. Entre todos los pensadores modernos quehan precedido a ant, acaso no e!ista uno que no haya e"ercido esta especiede atracci#n entre ciertas tendencias contempor$neas. %uiz$ también hallegado ya el momento de proundizar en ant una flosoía que s#lo muypocos han sabido comprender.&as en lo que sigue no nos ocuparemos de la flosoía de ant, sino de supersona, y de esta trazaremos el retrato por las particularidades de su vida yde su car$cter, sirviéndonos de las poquísimas uentes que para el eectoe!isten.Entre todas estas, las m$s importantes son los cortos escritos que sepublicaron el a'o en que muri# ant, redactados por personas que leconocían y hasta le trataron durante muchos a'os. (on, generalmente, dediscípulos feles, de los pocos que vivían en el mismo círculo que nuestrofl#soo, y que ueron m$s tarde sus amigos íntimos. )no de estos escritostiene un valor especial. En *+-, uno de los discípulos m$s asiduos de ant,oro/s0i, escribi# un resumen biogr$fco de la vida de su maestro1 él quisoleer este escrito en la Sociedad alemana de oenisberg, y antes de hacerlo,se lo envi# a ant para obtener su consentimiento y para que hiciera lasrectifcaciones que creyera oportuno. 2onsinti# ant en e!aminarlo, pero leprohibi# terminantemente que hiciera uso alguno de su escrito antes de sumuerte, y suplic# al autor que evitase su lectura en la Sociedad alemana. 3eremiti# el traba"o con observaciones y notas de su propia mano, y en la cartacon que se lo enviaba, le decía con tanta modestia como prudencia, que nole era agradable el honor que se le quería hacer, porque siempre habíatenido una repugnancia natural a todo lo que tuviera visos de pompa, yporque, de ordinario, el elogio provoca la censura. Esto escribía ant en unaépoca en que ya estaba su gloria asegurada. 3os apuntes biogr$fcos quehizo oro/s0i alcanzan s#lo al a'o *+-, son incompletos, pobres dedetalles, y en la apreciaci#n del fl#soo hay estrechez, a pesar de lasalabanzas que a manos llenas le tributa. (in embargo, siempre tendr$nmucha importancia por haber sido e!aminados y corregidos por ant 4-5.6ay otros dos escritos que se publicaron en el mismo a'o y que sirven decomplemento al traba"o anterior. 7achmann ue discípulo y amanuense deant en el período m$s glorioso de su vida, de *+89 a *+9, en el tiempo "ustamente en que ant se ocupaba en pereccionar y acabar el edifcio de

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    su doctrina. 3as cartas que 7achmann public# después de la muerte de ant,m$s bien que una biograía, son una característica. Por último, los a'osposteriores de ant nos han sido reeridos por :asians0i, su discípulo en*++;, m$s tarde su amanuense, y desde *+

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    grandeza tr$gica. Es verdad que no estuvo la vida de ant e!enta decontrariedades ni de persecuciones1 pero acaecieron tarde y ueron débiles,no obstante la maldad que las dictaba1 nunca tampoco pudieron detener laya cumplida obra ni causar a su autor peligros de importancia. Eso ue s#loun incidente eno"oso, bien pronto ale"ado por circunstancias avorables y

    cuyas peores consecuencias recayeron sobre los que le habían originado. Porúltimo, comparada esa vida con la del primer fl#soo alem$n de los queprecedieron al undador de la flosoía crítica, con 3eibniz, no orece aquellala general y múltiple actividad que desplegaba 3eibniz en todas lasdirecciones1 nada de aquel brillo e!terior, de esos honores mundanos que3eibniz amaba, y nada, en fn, de la ambici#n que los hace buscar.3a flosoía moderna, ruto del espíritu del protestantismo alem$n, senaturaliz# con 3eibniz en Dlemania. 3eibniz la introdu"o, por su persona, enaquel Estado cuyo poder y misi#n consistían, desde la paz de :estalia, enproteger al protestantismo y omentar su progreso. a"o cierto aspectopermaneci# 3eibniz a ese mismo Estado. l encontr#, en eecto, en la corte

    del rey de Prusia un recibimiento hospitalario1 la primera reina de Prusia leproes# gran amistad y tom# un gran interés por él y por sus lecciones1 élund# la Dcademia de erlín. En una universidad prusiana ense'# :ol suflosoía, la primera que se e!pres# en alem$n. Fue Prusia el país en que estaflosoía obtuvo la doble dicha de ser e!pulsada por un rey y llamada porotro. 2on ant entr# la flosoía alemana en el coraz#n de los Estadosprusianos. 3a ve"ez de 3eibniz pudo todavía templarse al sol naciente de lamonarquía prusiana. :ol tuvo su m$s brillante periodo cuando reinabaFederico Guillermo H, que le e!puls# de 6alle. a"o Federico el Grande, quellam# al desterrado, palidece sucesivamente la estrella de esta flosoía. 3avida de ant se prolonga durante ochenta a'os de la historia prusiana1 él

    presenci# cuatro cambios de reinados, y esos gobiernos tan diversose"ercieron cada uno a su manera una inIuencia particular sobre la vida y lasuerte de nuestra fl#soo. (u "uventud y su educaci#n ocurren ba"o FedericoGuillermo H1 ella también estaba impregnada de un espíritu severo deeconomía doméstica, que desde el trono se e!tendía a todas las clases de lasociedad. Dquel pietismo que e!puls# a :ol de 6alle poseía en oenisberguna escuela donde ant ue educado. En el a'o del advenimiento deFederico HH, torn# :ol a 6alle, y entr# ant en la universidad. (u carreraacadémica, el desenvolvimiento progresivo de su flosoía, su ense'anza y laaparici#n de la flosoía crítica pertenecen al siglo del gran rey y orman unode los rasgos m$s importantes y gloriosos del cuadro de esta época. 3a

    guerra de los siete a'os es el primer obst$culo con que nuestro fl#sootropieza, y la paz que le sucede ve madurar los primeros rutos de la flosoíacrítica. Dl acabar el siglo de Federico, la obra est$ ya undada sobre s#lidasbases. a"o el reinado siguiente, presa de los enemigos de las luces,sobreviene J?signos del tiempo@J el ataque dirigido contra ant, ataque queno puede ahogar la obra cumplida, pero que cae sobre su autor, encorvadopor el honroso peso de setenta a'os. C, empero, tuvo aún el anciano laventura de respirar en los tiempos me"ores de Federico Guillermo HHH.

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    IIIEducación

    1. Familia y escuela

    &anuel ant naci# el -- de Dbril de *+-9 en oenisberg, siendo el cuarto hi"ode una honrada amilia de artesanos, de regular aunque insignifcanteortuna. Eran sus padres oriundos de Escocia1 de suerte que estaba antligado por parentesco nacional con Aavid 6ume, de quien precisamenterecibi# el primer impulso para sus imperecederas elucubraciones flos#fcas.(u padre, sillero, usaba todavía en su frma la ortograía escocesa, Cant.=uestro fl#soo cambi# la primera letra para evitar una alsa pronunciaci#n,Kant. Ael mismo modo que en otros hombres célebres se ha observado quereciben principalmente de la madre las inIuencias que m$s persisten, así también ant, que tenía por su madre el m$s vivo aecto, recibi# de elladesde sus primeros a'os una inIuencia decisiva y parece que ella tuvo

    siempre por él una gran predilecci#n. 6asta decía ant haber heredado susmismas acciones, y aún en sus últimos tiempos hablaba siempre de sue!celente madre con el m$s proundo enternecimiento. L=unca olvidaré a mimadreM Jdecía en el seno de la confanzaJ Lella es la que ha sembrado yomentado en mi pecho el primer germen del bien1 ella abri# mi coraz#n alas impresiones de la naturaleza1 despert# mi inteligencia1 la desarroll#, ysus ense'anzas han tenido sobre toda mi vida una inIuencia duradera ysaludable.M3os padres de ant, y particularmente la madre, estaban entregados alpietismo que entonces imperaba y que tan poco se parece al que entrenosotros e!iste. Dun estando en contradicci#n con la creencia obstinada de

    la letra, buscaba aquel pietismo la salud del hombre, no en las e!terioresmaniestaciones, sino en la edifcaci#n interior, en la interior pureza y en lapiedad del espíritu.Esta direcci#n, que naturalmente no e!cluye la rigidez de la creencia, era laque propagaba en oenisberg el Ar. Franz Dlbert (chultz, que vino a estaciudad en *+;* de predicador y miembro del consistorio, que ue elegidoproesor de teología al a'o siguiente, y que m$s tarde se encarg# de ladirecci#n del colegio de Federico 4collegium Fridericianum5.Este hombre e"erci#, de acuerdo con el sentido del príncipe reinante, unainIuencia duradera sobre todas las escuelas prusianas. En él puso la madrede ant toda su confanza. Ella le consultaba para la educaci#n de su hi"o, y

    seguía con tanto m$s gusto sus conse"os, como que (chultz indicaba lacarrera teol#gica para él. Dsí, a los diez a'os, ue enviado ant al colegio deFederico, dirigido por su protector, y donde imperaba desde su creaci#n elespíritu del pietismo.)na singular coincidencia ha confado la educaci#n de los innovadores de laflosoía moderna a poderes que m$s tarde han combatido ellos con la mayorenergía. acon ue educado por escol$sticos1 Aescartes por "esuitas1 (pinozapor los rabinos, y ant por los pietistas. (in embargo, ant no tuvo que surir

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    la inIuencia de los pietistas1 las estrechas miras de la intransigencia pietistale ueron completamente e!tra'as y no pudieron introducirse en el $nimo delescolar. 3o que tiene el pietismo de malsano y contrario a la raz#n y lo que alos espíritus débiles suele comunicar, no hallaba en ant simpatía alguna.Pero en un aspecto e"erci# el pietismo sincero cierta inIuencia saludable

    sobre su espíritu, a saberN en la severidad moral de sus sentimientos y en larigidez de su conciencia, cosas que siempre pedía y que mismo practicaba. >ampoco ha negado el reconocimiento que al pietismo tenía por lo que tocaa la energía moral. Porque la perecta y rigurosa pureza de los sentimientosueron siempre el último fn, el único y el m$s elevado de sus doctrinasflos#fcas sobre la moral. Esa disposici#n al rigorismo moral que en antobservamos, ue alimentada y desarrollada, sin duda alguna, por sueducaci#n pietista. El mismo (chultz reunía en su persona el espírituestrecho del pietismo y un car$cter severo, moral y generoso, éste rodeabadel mayor cuidado al discípulo que le confaron, y era para ant y sus padres,un padre, un bienhechor, ant, hasta en la edad m$s avanzada, habl#

    siempre de él con el m$s vivo reconocimiento, y su deseo predilecto eralevantar al maestro y bienhechor de su "uventud un monumento público.3os siete a'os de escuela 4*+;;O*+9eníaprincipalmente que combatir con dos obst$culos ísicosN la timidez y la altade memoria, deectos que bastan para ocultar las me"ores disposiciones deun ni'o. ant no pudo, hasta cierto punto, libertarse nunca de esta timidez

    innata. C es que adem$s estaba sostenida por su modestia. Dl mismotiempo se observaba en él desde muy temprana edad una r$pida presenciade espíritu, que le servia de mucho en los peque'os peligros que e!isten enla vida de un "oven. Era tímido, pero no miedoso. Ca se podría prever quetendría voluntad e inteligencia de sobra para vencer los eno"osos obst$culosque la naturaleza había colocado en su camino. D medida que avanzaba enla carrera escolar, sus acultades se hacían m$s notorias, y demostrabamayor celo en el estudio. En cuanto a la ense'anza que se le daba, iba muybien en los estudios cl$sicos, particularmente en el latín, que lo aprendía con6eidernich, y muy mal en matem$ticas y flosoía. 6asta tal punto era malaesta última parte, que ant se inclin# con grandísima predilecci#n a los

    estudios cl$sicos, y nadie hubiera adivinado en él al uturo fl#soo. (eentreg# sobre todo a la lectura de los autores latinos, y esto constituía paraél un e"ercicio de estilo y de memoria. Dprendi# a escribir correctamente ellatín1 hasta tal punto, que supo m$s tarde e!presar en el latín escol$stico lasm$s arduas cuestiones de metaísica. (u memoria se llen# tanto de losescritos de los poetas romanos, que hasta en su ve"ez recitaba de memorialos trozos m$s escogidos, en particular el poema de 3ucrecio. Entoncespensaba ant dedicarse por completo a la flología. Ca se veía él hecho un

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    fl#logo uturo escribiendo libros en latín, con el nombre de Cantius en laportada. El celo por el estudio de los autores latinos, el proyecto de hacer deesto su única ocupaci#n, lo compartía ant con dos condiscípulos1 uno de loscuales realiz# en eecto, y con é!ito, esos planes de la "uventudN este ueAavid Buhn0en, de (toepe, que en el mundo flol#gico ha hecho célebre el

    nombre de Buhn0enius. El otro discípulo era &artin unde, de oenisberg,cuyo talento ahogaron las necesidades materiales, y vivi# siempre en muytriste situaci#n hasta que al fn muri# de rector en la escuela de Bastemburg.3os tres "#venes rivalizaban en sus estudios flol#gicos1 "untos leían a susautores predilectos y en común ormaban sus planes para el porvenir.&uchos a'os después, Buhn0en y ant eran ya proesores célebres1 el unoen 3eyda, el otro en oenisberg. En *++*, Buhn0en escribi# a ant unaepístola cl$sica donde recordaba a su antiguo amigo los a'os de la "uventudy el colegio. Federico Buhn0en s#lo sabía entonces del fl#soo ant lo queoía decir y alguna que otra crítica sobre sus obras. nicamente sabía queant se ocupaba de flosoía inglesa, a la cual estimaba en mucho.

    Encargaba a ant que escribiera sus obras en latín para que los ingleses eirlandeses pudieran leerlas1 que esto debía serle $cil al que en la escuelaescribía, con tanto primor esta lengua. Es de creer que ant uera contado,cuando estaba en las clases superiores con Buhn0en, entre los me"oresalumnos1 este al menos es el recuerdo que en su amigo había de"ado. Dsí ledecía en esa cartaN «Erat tum ea de ingenio tuo opinio, ut omnes predicarent, posse te, si studio nihil intermiso contenderes, ad id, quod inlitteris summun est, pervenire. Dcaso haya e!agerado un poco la ret#ricalatina. Dl comienzo de la carta, el primer recuerdo de la "uventud est$consagrado a los maestros pietistas, que parecen al fl#logo cl$sico una malaaventura, de la cual los dos amigos han sacado el me"or partido posibleN

    «anni triginta sunt lapsi, cum uterque tetrica illa quidem, sed utili nec poenitenda anaticorum disciplina contine!amur .M3as ciencias flos#fcas y matem$ticas no contaban en la escuela con ningún6eydenreich, y el estudio de estos ramos ue inructuoso. (iempre que antrecordaba aquellos estudios, decía a su amigo unde que sus antiguosproesores de flosoía, no solo no desarrollaban en él la llama de estaciencia, sino que m$s bien estuvieron a punto de apagarla por completo.

    ". #os estudios acad$micosEn la )niversidad sucedi# precisamente lo contrario. Dquellas ciencias queestaban m$s descuidadas en el colegio Federico, tenían en la universidad sus

    me"ores representantes. Aaba lecciones de flosoía y matem$ticas el todavía "oven e ilustre &artin nutzen1 de ísica, Gotried >es0e. Dquí entr# nuestroant en un nuevo mundo, que en adelante había de ser su verdadera patria.3a chispa que la escuela no pudo encender se convirti# aquí en brillantellama que con su ulgor iluminaría m$s tarde como reluciente astro al mundodel pensamiento. El que mayor inIuencia e"erci# sobre ant ue nutzen, elcual le introdu"o en el estudio de las matem$ticas y de la flosoía, le hizo

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    conocer las obras de =e/ton, le sirvi# de amigo y de maestro y le ayud# consus conse"os.Primeramente se inscribi# ant en la acultad de teología, y desde la escuelaestaba destinado a hacer estos estudios. 2on suma puntualidad y aplicaci#nsigui# sus cursos, especialmente los de dogm$tica de (chultz, el antiguo

    director del colegio, y predic# algunas veces en las iglesias comarcanas.había, pues, concluido sus estudios teol#gicos cuando abandon# porcompleto esta carrera. Por dierentes motivos debi# tomar esa resoluci#n. Elm$s capital sin duda ue la preerencia que tuvo por las cienciasmatem$ticas y flos#fcas1 el segundo motivo que inIuy# contra la teologíapuede ser muy bien que lo hallara en esa misma ciencia, y sobre todo en elsentido pietista que tenía y que ahora en la universidad se revelaba me"orque en el colegio, y donde le parecía m$s reractaria como dogm$tica que loque le era como moral y disciplina, maniest$ndose de esta suerte al uturopastor como el yugo por el cual tendría que pasar para entrar en su carreraeclesi$stica. F$cil es suponer cu$n insoportable hubiera sido seme"ante

    imposici#n a un hombre como ant, y con qué placer para evitar ese yugorenunciaría a la carrera teol#gica. Esperaba ant siendo te#logo obtener enoenisberg una plaza de sustituto1 lo deseaba para permanecer en la ciudaduniversitaria y proseguir sus estudios científcos. Ese puesto eraordinariamente el primer paso en la carrera teol#gica, y el que precedía atodas las posiciones "er$rquicas. =o consigui# ant el puesto y ue preeridopara tan insignifcante empleo un opositor aún m$s insignifcante. %uiz$ ueeste el último y decisivo motivo que para siempre le ale"# de la carrerateol#gica.

    %. #a ense&an'a privada

    ant no podía vivir en esta situaci#n mucho tiempo en oenisberg. 3opoquísimo que sacaba de algunas lecciones particulares y todo lo que en elporvenir pudiera sacar, no alcanzaba para cubrir las necesidades de su vida1y como con la muerte de su padre 4*+9+5 empeor# su situaci#n econ#mica,no quedaba a ant otro recurso que salir de oenisberg y asegurar susustento entrando de proesor privado en el seno de alguna amilia. En estepuesto esperaba aprovechar en sus estudios científcos todo el tiempo que lequedara, y tal vez también ahorrar dinero sufciente para seguir m$s tardesu verdadera vocaci#n. (u ob"eto era la carrera académica. Para empezar,adem$s de la preparaci#n científca, necesitaba ant otra preparaci#necon#mica que acaso le e!igiría mayor tiempo que la primera. rillantes

    traba"os habían probado ya su capacidad científca. En el momento en quetermina ant el período académico de su vida y en que se dispone acomenzar la del preceptorado, escribi# su primera disertaci#nNLPensamientos sobre la verdadera evoluci#n de las uerzas vivas en la=aturaleza,M donde intent# resolver con sus propias uerzas uno de losproblemas m$s diíciles y proundos de la flosoía de la naturaleza. Hmprimi#a su costa este escrito, ayudado por un pariente materno. 4Dquí s#loestudiamos la vida e!terior del fl#soo y ha de sernos permitido que no

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    entremos en lo que al contenido de aquel escrito respecta.5 2on aqueltraba"o sell# ant el curso de su vida académica, y dio el primer paso en sunueva carrera.Por espacio de nueve a'os 4*+9QO*+RR5 ue ant preceptor de tres amiliasdistintas. Primero en casa de un predicador reormador de los alrededores de

    Gumbinnen1 después en casa del caballero de 6ulsen, de Drensdor, en&ohremgen1 y por último, en casa del conde ayserling, de Bautenburg, quepasaba en oenisberg la mayor parte del a'o. Estos nueve a'os constituyenen la vida de ant un período de calma, y carecemos de pormenores de ella.ant mismo conesaba que valía mucho m$s su teoría pedag#gica que lapr$ctica, o, como en otros términos e!presaba esta contradicci#n, que losme"ores principios ormaban los peores preceptores. Por lo dem$s, pareceque supo tener gran tacto y habilidad en la diícil posici#n de preceptor enuna casa particular, porque de sobra nos lo prueban el cari'o y adhesi#n quese creo en el coraz#n de sus discípulos y el aprecio de sus padres. 2on laamilia 6ulsen y ayserling estuvo siempre relacionado, y con la última, en

    particular, mantuvo relaciones muy íntimas. Dlgún tiempo después le ueentregado como pensionista, en su casa, uno de los "#venes 6ulsen, ytambién se not# que el primer propietario prusiano que libr# a sus aldeanosde la servidumbre, ue precisamente el discípulo de ant.

    IVLos empleos acadmicos

    1. Carrera y ha!ilitaci(nEn *+RR lleg# por fn el momento de aspirar a los grados académicos, épocapor cierto desavorable ba"o el punto de vista científco, porque sobrevino

    esto un a'o antes de la guerra de los siete a'os. El *- de 7unio de *+RR ueant nombrado doctor después de una disertaci#n sobre el uego, que ue dela aprobaci#n completa de su antiguo proesor >es0e, y hecho privat docent de la universidad de oenisberg, después de otra disertaci#n publica hechael -+ de (eptiembre del mismo a'o sobre los principios de los conocimientosmetaísicos. 2on arreglo, a una real orden de *+9 no podía nadie seradmitido al proesorado e!traordinario sin haber sostenido antes tresdiscusiones sobre una disertaci#n impresa. 3len# ant este requisito con unadiscusi#n sobre la monadología ísica. Estaban, pues, ranqueados losprimeros grados de la carrera académica. 6asta ahora había subido antmerced a sus propios esuerzos, y muy de prisa por cierto. Pero de hoy en

    adelante necesitaba el apoyo de la suerte y de las circunstancias, y éstas leueron tan desavorables que s#lo adelantaba en su carrera con unae!tremada lentitud. %uince a'os estuvo ant de  privat docent antes deobtener la merced de entrar en la universidad como proesor ordinario.Aebemos indicar aquí los obst$culos que se interpusieron en su camino, yque tan lento hicieron el progreso de su carrera académica. Dpenas termin#ant su tercera disertaci#n, se present# para el proesorado e!traordinariode matem$ticas y flosoía. 2on motivo de la muerte de su proesor nutzen

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    estaba esta clase vacante desde *+R*. 3a guerra era inminente en estosmomentos, y había decidido el gobierno prusiano no conceder ningunac$tedra e!traordinaria. (u nombramiento racas# esta vez. Aos a'os m$starde, en *+R8, vac# también la c$tedra ordinaria de l#gica y metaísica, yera menester proveerla a pesar de la guerra. Pretendi# ant la clase con otro

     privat docent, llamado uc0. D principios del mismo a'o habían invadido losrusos la provincia de Prusia1 el -- de Enero entraron en oenisberg. >oda laadministraci#n de la provincia, la civil y la militar y la distribuci#n, porconsiguiente, de los puestos académicos estaban en manos de un generalruso. Dpoyaba la candidatura de ant su antiguo proesor (chultz, cuyaconducta en esta ocasi#n es bastante característica. 3a benevolencia queprestaba a su antiguo discípulo luchaba en su $nimo con las sospechas quele inspiraba el desertor de la teología. Era (chultz un /olfano ortodo!o y enla tesis de recepci#n se había mostrado ant contrario a :ol en cuestionesmuy capitales. >enía, pues, (chultz m$s de una raz#n para permanecerindeciso. Pero quería convencerse ante todo en lo que toca a la e. 6izo

    llamar a ant, y apenas hubo entrado en su cuarto, le pregunt#N LS>enéis envuestro coraz#n el temor de AiosTMJ Hndudablemente tenía la pregunta m$strascendencia que la que le supone oro/s0i creyendo que uesencillamente un medio para hacer que callara ant. =o ue ant m$saortunado en esta ocasi#n. El general ruso le e!cluy# y dio la c$tedra a surival.Dl fn de la guerra ueron me"orando los tiempos. Pedro HHH subi# al trono aprincipios de *+Q-1 hízose la paz entre Prusia y Busia1 la hostilidad seconvirti# en alianza1 devolviéronse las provincias conquistadas, y volvi# launiversidad de oenisberg a ser regida por la administraci#n prusiana. Dsí por sus lecciones como por sus escritos, uno de los cuales acababa de ser

    premiado por la Dcademia de erlín, se había atraído ant la atenci#n delgobierno prusiano. (e di"o que le darían la primera c$tedra vacante. En 7uliode *+Q- vac#, en eecto, una clase1 pero Jnuevo contratiempoJ la clase erade poesía. ant no podía naturalmente pretender ese puesto, que entre otrasunciones, imponía al propietario la obligaci#n de "uzgar todas las poesías decircunstancias, y de hacer las ofciales para las grandes solemnidades,navidad, coronaciones, natalicios, Uc. 3a guerra había concluido, y eraindispensable proveer la vacante el gobierno se f"# en ant. El ministroencargado de la administraci#n de las universidades escribi# al curatoriumde oenisberg pidiéndole inormes sobre cierto magister de aquel lugar,llamado &anuel ant, que ya el gobierno conocía por algunos escritos suyos

    que demostraban un proundo saber, y preguntando si tenía las dotesnecesarias y el deseo de ser proesor de poesía. =o acept# ant el empleo, yse recomend# para otra ocasi#n. Bespondi# el ministro Lque sería colocadoel magister  &. ant tan pronto como hubiera una ocasi#n, para honor yutilidad de la Dcademia de oenisberg.M(e present# esa ocasi#n al a'o siguiente, aunque sin ser todavía unac$tedra, sino el modesto puesto de subbibliotecario del palacio real, con elsueldo no menos modesto de Q- thalers anuales. Por orden del gabinete,

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    echa *9 Febrero de *+QQ, ue otorgado este puesto Lal h$bil magister ant,célebre por sus escritos científcos.M Este ue su primer empleo ofcial. >eníaa la saz#n 9- a'os.Por último, después de quince a'os de esperar, después de tantosinructuosos esuerzos, llegaba ant al puesto que tan merecido tenía. En

    =oviembre de *+Q recibi# el nombramiento para la universidad de Erlangende proesor ordinario en la materia a que se había consagrado1 en Enero dela'o siguiente le oreci# la misma clase la de 7ena. 2omo no se le orecíanada en oenisberg, se disponía ya a aceptar la proposici#n de Erlangen.2asi había cerrado sus compromisos, cuando se le oreci# en oenisberg laperspectiva de la c$tedra de matem$ticas. uc0, aquel que obtuvo delgeneral ruso la clase de l#gica y metaísica, pas# a aquella c$tedra y uenombrado ant proesor de la que de"aba vacante en &arzo de *++

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    esteJ con el proesor yp0e, en la ciudad nueva. )n número increíble deestudiantes ocupaba por completo la vasta sala que allí había, el vestíbulo, yse e!tendía hasta las escaleras. Esto parecía embarazarle. =o teniendo elh$bito de estas cosas, casi perdi# el dominio de sí mismo, hablaba m$s ba"oque de costumbre y se corregía recuentemente. Pero esto hacía crecer

    nuestra admiraci#n por aquel hombre que creíamos todos de un vastísimosaber, y que, sin temor verdadero, se presentaba ante nosotros con tangrande modestia. En las lecciones siguientes ya no sucedi# lo mismo, y nosolo ueron proundas sus e!plicaciones, sino también $ciles y amenas.M >odos los que le oyeron coinciden en decir que sus lecciones eraninteresantísimas, de grandísima doctrina, y que cuando el ob"eto que tratabalo requería, les imprimía grandísimo vuelo y elevaci#n. El fn que ant seguíaen sus e!plicaciones era el del proesor, y sobre todo del proesor deflosoía. Dntes que propagar ideas propias, e!citaba en sus discípulos elestímulo y los inclinaba al propio pensamiento. &il veces di"o él, desde lo altode su c$tedra, que no se viniera allí a aprender flosoía, sino a flosoar . =o

    era su ob"eto trasmitir resultados adquiridos, sino que delante de sus mismosoyentes procedía a la investigaci#n, les hacía seguir la operaci#n científca ybrotar a sus o"os las concepciones "ustas, despertando de esta suerte enellos la actividad del pensamiento, y a la vez encadenando la atenci#n y elespíritu de los que le escuchaban. Es l#gico que no sirvieran para todas lascabezas seme"antes lecciones, que s#lo se atra"eran las inteligencias algoelevadas y que se ale"aran los espíritus mediocres, probablemente los m$snumerosos. >ampoco le gustaban los que escribían, y no quería oyentes quepor completo se entregaran a su palabra. D causa del constante cuidado deprovocar la meditaci#n en sus oyentes, y de preerir que la verdad brotaradel espíritu de los otros a publicarla él mismo, puede decirse que nunca ue

    ant dogmtico en su clase, ni aun como proesor de flosoía.6acía sus cursos, según costumbre, por manuales impresos, que, así a susdiscípulos como a él, ueron muy útiles por el gran número de cursos quedio. =o se su"etaba, sin embargo, al manual, ni se reba"# a convertir suscursos en meras e!plicaciones de los p$rraos impresos. Empleaba en éltambién aquella espontaneidad que quería surgiese en el $nimo de susoyentes. (in traba alguna, se entregaba por completo al libre curso de suspensamientos, y cuando estos le arrastraban demasiado le"os del tema dado,cortaba de repente el hilo con unN Lasí sucesivamenteM, o LetcéteraM, ycogía de nuevo el asunto con un Lin summa, se&ores.M Pero lo que sobretodo cautivaba a sus oyentes, aun a los m$s incapaces de pensar por sí 

    mismos, era, adem$s de aquella libertad en sus e!plicaciones y de susmaneras llenas de animaci#n, las aplicaciones interesantes, graciosas y aveces poéticas que hacía cuando, para hacer m$s claras sus lecciones,buscaba e"emplos y comparaciones en los poetas, via"eros o historiadores.Aada esta manera de tratar las cuestiones, cualquier interrupci#n delcuidado que tenía que observar, le era en e!tremo desagradable. 3a cosam$s insignifcante, si no estaba habituado a ella, por e"emplo, unasingularidad en el tra"e de un estudiante, bastaba para turbarle. 2uenta

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     7achmann un rasgo de este género, muy característico y a la vez muyc#mico. Aice que tenía ant costumbre de f"ar sus o"os, parare recogerse ensí mismo cuando hablaba, en uno de sus oyentes m$s cercanos, como si a élueran dirigidas todas sus demostraciones. Estaba un día cerca de él unestudiante a quien altaba en la levita un bot#nN ant advirti# este hueco. (in

    cesar caía involuntariamente su mirada en el sitio del bot#n, como sicontemplara algún deecto de la naturaleza1 todo el curso de la lecci#n se lenot# e!cesivamente turbado.El círculo obligado de su ense'anza comprendía las asignaturas que habíaproesadoN matem$ticas, ísica, l#gica y metaísica, y adem$s derechonatural, moral, teología natural, geograía ísica y antropología. 3osmanuales de que se se servía eranN en matem$ticas y ísica, los de :ol yEberhard1 en l#gica, el de aumeister, después el de &eier, y en metaísica,el de aunister al principio, después el de aumgarten.Aesde *+Q< empez# a e!tender el campo de sus lecciones a fn de hacerm$s atractivos los estudios académicos y de propagar los adelantos de las

    ciencias. Para los te#logos daba el curso de flosoía de la religi#n o teologíanatural, para otros antropología y geograía ísica. Aesde que public# en*+Q; y *+Q9 su disertaci#n sobre Lla única base posible para lademostraci#n de la e!istencia de AiosM y sus observaciones sobre elsentimiento de lo bello y de lo sublimeM, entraron estas materias en suse!plicaciones ba"o el nombre de L2rítica de las pruebas de la e!istencia deAiosM y L>ratado de lo bello y de lo sublime.M2on el m$s riguroso celo llen# ant durante cuarenta a'os sus deberesacadémicos. después vinieron los obst$culosN primero, el conIicto que tuvocon el gobierno1 segundo, su avanzada edad. En *+9 interrumpi# su cursode teología racional, causa del conIicto con el gobierno. En el verano de

    *+R suspendi# todas sus lecciones particulares, y s#lo continu# con laspúblicas de l#gica y metaísica. Por último, en el oto'o de *++ termin# parasiempre sus cursos académicos.6acía sus cursos en las horas diarias, rigurosamente determinadas, como engeneral acostumbraba en la distribuci#n de su tiempo. 2uatro veces porsemana daba sus lecciones, de siete a nueve de la ma'ana, dos veces, deocho a diez, y adem$s el s$bado de siete a ocho las repeticiones. >uvosiempre estas horas con la mayor puntualidad. Dsegura 7achmann que en losnueve a'os que estuvo oyendo a ant no se acuerda de una sola vez quealtara a sus clases, ni que se haya hecho esperar un cuarto de hora.ien se comprende que en el curso de cuarenta a'os poco a poco se ueran

    apagando sus uerzas oratorias, mucho m$s si se recuerda que no leacompa'aban las ísicas, y sobre todo la débil edad de voz que siempre tuvo.&ientras inIuían en el $nimo de los oyentes, la vivacidad de las lecciones, elnombre del maestro y la novedad del asunto, parece como si la mismadebilidad de aquel #rgano uera una causa m$s para atraerse la atenci#n deaquellos oyentes. 2on el tiempo era l#gico que perdieran sus lecciones lavivacidad que antes tenían. En los primeros a'os podía ant inIuirpoderosamente, y hasta arrastrar a los m$s impresionables, sobre todo

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    cuando valiéndose de Pope y 6aller, sus poetas avoritos, se entregaba a lostrasportes de su antasía. )na de estas lecciones debi# ser la que enamor#en tal grado a un oyente, que éste reprodu"o todos los pensamientos en unacomposici#n poética, que al otro día por la ma'ana enviaron a ant. Gust#tanto la poesía al fl#soo, que no pudo de"ar de leerla en la clase. El oyente

    poeta era 6erder, que a la saz#n 4*+Q-O*+Q95 estudiaba en oenisberg, yseguía los cursos de ant. Becordando m$s tarde 6erder en sus cartas sobreel progreso de la humanidad los tiempos de su "uventud académica, traz# elretrato de su antiguo maestro con los m$s vivos y entusiastas colores. Elpasa"e que dedica a la memoria de ant le hace m$s honor que ladesentonada y err#nea polémica que m$s tarde sostuvo contra la flosoíacrítica. LCo tuve la dicha Jdice élJ de conocer a un fl#soo, que ue mimaestro. En los a'os m$s Iorecientes de su vida tenía la "ovialidad de unmancebo y creo que siempre la tuvo hasta en su edad madura. (u ancharente, que indicaba la uerza del pensamiento, era morada de permanente "ovialidad1 salía de sus labios la palabra m$s abundante en pensamientos1

    disponía a su anto"o del chiste, del humor y de la broma, de suerte que suslecciones, a la par que científcas, eran el entretenimiento m$s agradable.2on el mismo interés e!aminaba a 3eibniz, :ol, aunigarten, 2rusius,6ume, estudiaba las leyes de =e/ton, de eplero y otros ísicos1 dabaentrada a los escritos de Bousseau, Emilio  y la Eloisa, que entoncesacababan de publicarse, así como también a cuantos descubrimientoscientífcos ocurrían, viniendo a parar siempre en el conocimiento imparcialde la naturaleza y en el valor moral del hombre. 3a historia de la humanidad,de los pueblos, de la naturaleza, de las ciencias naturales y la e!perienciaeran siempre las uentes de que se valía para dar animaci#n a suse!plicacionesN nada digno de ser sabido le era indierente1 buscando siempre

    la verdad y su propagaci#n, no conocía c$balas, ni sectas, ni pre"uicios.Dnimaba y hasta obligaba a sus oyentes a pensar por propia cuenta.Hgnoraba lo que era el despotismo. Ese hombre, que con el mayor respeto,que con el m$s vivo agradecimiento nombro, es /anuel 0ant tengo ante miso"os su agradable imagen.M 4Q5 >reinta a'os m$s tarde vino Fichte a oenisberg para oír a ant. después deasistir a su clase escribi# Fichte en su diarioN L6e oído a ant y tampoco meha satisecho. (u e!plicaci#n es soporíera.M había llegado Fichte aoenisberg con una idea tan e!agerada de ant, que el ant real nocorrespondía a ella. =o es esto una censura para ant, todo lo contrario.Podr$ ser tan "usto el "uicio de Fichte como el de 6erder. 3as e!plicaciones

    que 6erder oy# son treinta a'os anteriores a la que oy# Fichte.3os cursos m$s concurridos de ant eran los de antropología y de geograíaísica, dedicados a la generalidad de las gentes cultas.En ellos quería ant propagar este género de conocimientos útiles eimportantes sobre el mundo y la naturaleza humana, que él poseía en grancantidad. El estudio asiduo de los pueblos y de los hombres era para él unaespecie de recreo a la vez que le servía de complemento a susinvestigaciones flos#fcas. &as desde todas partes se dirigía siempre su

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    pensamiento hacia un ob"eto único, al cual aIuían como a su punto céntricoNla naturale'a humana. Para conocer a la naturaleza humana como tal,anterior e independiente de toda e!periencia, es necesario el sentidoespeculativo que la flosoía crítica ha creado. Para conocer a la naturalezahumana tal como la e!periencia la presenta, como dentro del mundo

    aparece, es necesario un conocimiento proundo y e!tenso de la e!periencia,del mundo. ant, que nunca había via"ado, no podía obtener eseconocimiento por propias observaciones. Dsí, reemplaz# los via"es con lalectura asidua y detenida de las narraciones de via"eros. Dl lado de unae!celente memoria podía una gran uerza de imaginaci#n que le permitíarepresentar las cosas en todos sus detalles y conservarlas con tal claridadque parecía tenerlas delante de sus o"os. 6ablaba con tal e!actitud e interésde las particularidades de un país o de una ciudad, que m$s de una vez se lehubiera tomado por un touriste. En una ocasi#n describía el puente de :estOminster de 3ondres, su orma, dimensiones y medida con tanta claridad yvida, que un inglés que le estaba oyendo le tom# por un arquitecto que

    había vivido muchos a'os en 3ondres. Ael mismo modo hablaba otra vez deHtalia, como si hubiera conocido a ese país por larga y propia e!periencia. Aetodo esto se comprende el interés que debían tener sus lecciones sobregeograía ísica, animadas por tal riqueza de conocimientos y porimaginaci#n tan e!traordinaria. Dsí, concurrían a estos cursos, no solo "#venes estudiantes, sino también un gran número de personas de edadmadura y de las m$s diversas proesiones. C estaba tan e!tendida lareputaci#n de estas lecciones, que desde puntos muy le"anos se mandaban apedir los e!tractos. Entre estos le"anos lectores de ant se encontraba elministro prusiano von Kedlitz, que siguiendo a las inspiraciones del reyFederico avorecía el progreso, y particularmente la flosoía 0antiana. )n a'o

    después de haber inaugurado ant su proesorado ordinario, ue puesto vonKedlitz al rente del departamento eclesi$stico y encargado de la altainspecci#n de la ense'anza prusiana. >enía encargo de de"ar el campo m$slibre a las opiniones, particularmente las científcas, y cuidar al mismotiempo de que doctrinas rancias y manuales antiguos y uera de uso, noper"udicaran a la instrucci#n pública. Dnimado de este espíritu escribi# elministro en Aiciembre de *++R a la universidad de oenisberg, prohibiendo alos proesores hacer sus cursos y e!plicaciones sobre manuales anticuados.3a ense'anza debía ser flos#fca y no debía e!plicarse m$s la flosoía de2rusius. Entre honrosas e!cepciones se hacia especial menci#n de ant yBeusch, a quienes se designaba como modelos para los otros proesores. 3os

    crusianos intransigentes como :eymann y :lochatius recibieron aviso dee!plicar sobre otros asuntos. (in duda alguna en esta orden Jmuy oportunadesde luegoJ hay algo de imperativo, como de por sí lo producía elracionalismo ilustrado de la épocaN en ella se ordena a los proesores quecesen de ser estrechos en sus miras.Kedlitz tenía de ant altísima opini#n. En *++8 le escribíaN Lestoy asistiendoahora a vuestro curso de geograía, ísica, mi estimado proesor ant, y lomenos que puedo hacer es enviaros mi agradecimiento. Esto tal vez os

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    admire, eecto de las ochenta millas que nos separan1 pero yo también deboconesaros que estoy en la situaci#n del estudiante que o est$ muy le"os delproesor, o no est$ habituado a su pronunciaci#n, porque el manuscrito queestoy leyendo est$ escrito de una manera muy incorrecta y conusa. (inembargo, por lo que he logrado descirar, se han aumentado

    e!traordinariamente mis deseos de leer lo restante.MDl quedar vacante en el mismo a'o la c$tedra de flosoía en 6alle por lamuerte de &eier, oreci# el ministro a ant la primera c$tedra de flosoía dePrusia en las m$s brillantes condiciones. =i el gran sueldo, ni la perspectivade un mayor auditorio, ni el título que para él tenía dispuesto el ministroueron bastante para ale"arlo de su querido oenisberg.

    VLa nue!a doctrina

    1. 2esarrollo de la Filosoía Crítica

    6all$base ant a la saz#n ocupado en la preparaci#n de su obra capital. 3oque él ya había descubierto y presentado con completa claridad en sudisertaci#n inaugural, era el gérmen del nuevo sistema flos#fco. 2onlentitud y seguridad, como lo requería la difcultad del asunto y laproundidad de ant, avanzaba hacia su término este grandioso traba"ointelectual. Era, adem$s, tan vasto el campo de est$s nuevas investigacionesque cada paso que le apro!imaba hacia su fn, parecía m$s bien ale"arlo.ant por lo menos crey# terminar su traba"o mucho antes. 3as cartas que enesta época escribía a &arcus 6erz, de erlín, nos dan algunos datos sobrelos retrasos que su obra e!perimentaba. Dl mismo tiempo son esas cartas lasúnicas que nos dan algunos detalles sobre la elaboraci#n de la flosoía

    crítica.3a idea de una nueva flosoía estaba presente al espíritu de ant con todaclaridad desde *++

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    que para la completa soluci#n de la cuesti#n crítica era también necesarioLuna disciplina, un canon, una arquitect#nica de la raz#n puraM en unapalabra, lo que m$s tarde llamaba m$todo la crítica de la raz#n pura. L=opiensoMJ escribía ant en =oviembre de *++QJ Lconcluir este traba"o antesde pascuas, y creo m$s bien que le dedicar una parte del verano pr#!imo.M

    Dl mismo tiempo se que"aba de su salud siempre quebrantada.(obre el sistema de la nueva flosoía y sobre la idea del todo, no tenía yaant duda alguna. &as antes de toda deducci#n sistem$tica, era precisoproducir las bases por medio de la misma indagaci#n crítica. Esta crítica dela flosoía estaba llena de difcultades, sobre todo para la orma dee!posici#n que debía ser conveniente y comprensible para todo el mundo.Dsí escribía ant en Dgosto de *+++ que esta crítica era como una piedra enmedio del camino de su traba"o sistem$tico, que toda su ocupaci#n consistíaentonces en apartarla a un lado, y que para el invierno esperaba haberloconseguido por completo. El traba"o avanzaba. (in embargo, tampoco estuvoconcluida en el verano del a'o siguiente. =o estaba la difcultad en el

    número de pliegos, sino en el mismo asunto. LCo esperoM decía en una cartade este a'o, Lque encontraréis "ustifcada la causa de la tardanza en lanaturaleza de la cosa y del proyecto mismo.M En otra carta de Dgosto de*++8 habla él de su obra como de un L&anual de &etaísicaM en queincesantemente traba"a. En ese mismo a'o tomaron también sus leccionesde metaísica otro car$cter distinto. 6ablando ant en esa carta de lase!plicaciones, dice que se separan mucho de las anteriores y de las ideasgeneralmente admitidas.Dl fn, el *W de &ayo de *+8* escribía antN LEn estas erias de pascua saldr$un libro mío con el título de Crítica de la ra'(n pura. (e imprime en la casade 6art0noch, de 6alle. El libro contiene el resultado de las múltiples

    investigaciones que comenzaron por los conceptos que discutimos "untosba"o el nombre de mundi sensi!ilis et intelligi!ilis. Para mí tiene una granimportancia someter la suma de todos mis esuerzos al "uicio del hombreproundo que se dignaba interesarse por mis ideas y que las comprendía contanta penetraci#n.M3a aparici#n de esta obra constituye en la historia de la flosoía la épocacrítica. habían pasado diez a'os desde que ant anunciaba publicarla a lostres meses, y s#lo tres desde que decía que iba a contener s#lo algunospliegos. Pero estos pocos pliegos se convirtieron en un abultado volúmen.Esta obra es una de las m$s diíciles que se han publicado, y al mismotiempo, lo que es todavía m$s raro, una de las m$s acabadas y meditadas.

    Pero al mismo tiempo que por esta obra se re"uvenece por completo laflosoía y se abre una nueva era para ella su autor, de cincuenta y siete a'osde edad, pone los pies en las puertas de la ve"ez. Ae naturaleza débil, deconstituci#n enermiza y de e!tremada sensibilidad necesitaba ahora de todala uerza de su voluntad y de todo el tiempo que le quedaba para educaraquel hi"o tan retardado. 3as nuevas bases est$n dadas, y sobre ellas hayque levantar la nueva doctrina. ant consagra cada vez m$s sus uerzas aesta obra, y la mira como ob"eto de su vida. Economiza el tiempo m$s que

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    nunca, porque avanzan los a'os y le queda todavía mucho por hacer, siendoél quien únicamente puede hacerlo. Visita con menos recuencia, escribemuy pocas cartas, a veces se pasa un a'o para contestarlas1 todo su tiempode traba"o lo absorben sus ocupaciones ofciales y flos#fcas.

    ". #as o!ras posterioresEn la Crítica de la ra'(n pura se indicaban claramente los problemas quedebían ser resueltos. Dnte todo era necesario comprender bien la mismainvestigaci#n 0antiana, el espíritu de la flosoía crítica y su punto de vistacompletamente nuevo. El primer "uicio que de la obra se public# entonces ypor persona competente, nos hace ver cu$n le"os estaban de su "ustainterpretaci#n las primeras inteligencias de la época. Garve, que se hallabaen los ba'os de Pyrmorit, recibi# la Crítica de la ra'(n -ura entre otros librosnuevos. Dl poco tiempo daba cuenta de ella en los  )nuncios científcos de3oettingen, y ponía la doctrina de ant al lado del idealismo dogm$tico deer0eley. C cuenta que ant había tomado un punto de vista tan ale"ado y

    distinto del idealismo como del realismo de la época dogm$tica y de todadirecci#n dogm$tica o escéptica. (e crey#, empero, que la Crítica estabademasiado cerca del idealismo de er0eley y del escepticismo de 6ume.ant no podía tolerar una interpretaci#n tan e!traviada, y para hacer ver lospuntos que principalmente debían hacerle distinguir de er0eley y 6ume, yacilitar al mismo tiempo la me"or interpretaci#n de su obra, escribi# en *+8;sus LProleg#menos de toda metaísica utura.M 2on este fn también modifc#algunos puntos esenciales en la segunda edici#n de la Crítica de la 4a'(n pura, y entre las dos ediciones ha establecido dierencias, cuya importanciapara el car$cter e inteligencia de la flosoía crítica hicieron observar, primero 7acobi y después (chopenhauer. &as no nos ocuparemos aquí del desarrollo

    flos#fco de ant, sino en cuanto esto se relaciona con su vida e!terior.3as primeras cuestiones que la crítica prescrita se referen al modo de f"arlos principios para el conocimiento de los en#menos sensibles, para laconducta moral, para el gusto y la consideraci#n teleol#gica de las cosas engeneral. (e trataba en primer lugar de establecer las bases metaísicas delas ciencias naturales y de la moral. ant resolvi# este problema en los dieza'os de la crítica. En *+8R public# las Lases de la metaísica de lascostumbresM1 en *+8Q los LPrincipios metaísicos de las ciencias ísicasM1 en*+88 la L2rítica de la raz#n pr$cticaM, y, por último, en *+< qued#terminada en sus principales lineamientos toda la obra crítica, con lapublicaci#n de la L2rítica del 7uicio.M 2on esto qued# establecida toda la

    doctrina de la flosoía moderna, y el último decenio que resta de siglo uetambién el último de actividad científca para nuestro fl#soo.Aespués de haber sido descubiertos la acultad y límites de la raz#n humanaa la luz de la nueva flosoía crítica, y después de haber sido desarrolladotodo lo que de la sola raz#n se deriva, altaba todavía e!poner a esta nuevaciencia de la raz#n en sus relaciones con todo lo que en nuestra vidaespiritual no se deriva únicamente de la raz#n pura. Era necesario estableceruna dierencia entre lo racional y lo positivo. >oda la claridad y e!actitud que

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    había puesto ant en su arte crítica para lo racional, debía mostrarsetambién en su oposici#n con lo positivo. Esta oposici#n había sido concebidaen la flosoía de ant con mucha mayor proundidad que en la flosoíaracionalista, pareciendo así apro!imarse la utura conciliaci#n. En el punto devista completamente nuevo de ant, y undado en lo m$s íntimo de la

    naturaleza humana, pueden e!istir y ser aceptados elementos tales de lascreencias positivas, que la flosoía anterior, que hizo e!clusi#n de todasellas, s#lo supo negar. Pero eran, sin embargo, inevitables la lucha y laoposici#n. En primer lugar, encontr# ant delante de él, y en primera línea, ala e ba"o la orma de religi#n positiva1 en segunda, al derecho ba"o la ormadel estado positivo, hist#ricamente dado, y, por último, a las cienciaspositivas, personifcadas en lo que se llamaba Facultades superiores, poroposici#n a la acultad de flosoía. (u último hecho crítico ue e!poner yconciliar esta lucha de acultades. (us doctrinas sobre la religi#n y el Estadoueron la vanguardia que inici# la batalla general. C aquí, en el choque con lareligi#n positiva, tropez# ant, como era de esperar, con los m$s pertinaces

    enemigos que hall# uera de la ciencia.

    VIKant " #oellner

    1. #os decretos religiosos=ecesitamos remontarnos un poco para reerir este desagradable y célebreconIicto. E!istían las circunstancias e!teriores de peor género que podíantrasormar en persecuci#n política una discusi#n teol#gica. a"o el gobiernodel gran rey y de su ilustre ministro "am$s hubiera sucedido al fl#soo deoenisberg lo que en estos momentos era natural consecuencia de la nueva

    orma de gobierno.Federico LEl únicoM muri# el a'o de *+8Q. (u sucesor Federico Guillermo HH,muy dierente del gran rey, de útil y voluble espíritu, y sin elevaci#n algunade pensamiento, no hubiera sido por sí mismo un peligro para nuestrofl#soo. Por el contrario, al ocupar el trono le dio muestras de benevolencia yde respeto. 6izo que uese iese/etter a oenisberg para que estudiara ensus propias uentes la flosoía 0antiana. (e entreg# en brazos del misticismoy de lo misterioso, m$s por su orma e!traordinaria y e!travagante que porpietismo. En una palabra, no le convencía el pietismo, pero le seducía. Enverdad no podía costar mucho traba"o atraer a esa direcci#n a un hombreque sentía interés y hasta admiraci#n por (t. Germain y 2agliostro. Ca nadie

    ignora con qué medios y con qué acilidad supieron alucinar y conquistar alcrédulo monarca.3a política prusiana tom# en este reinado el camino de la reacci#n, que seiba acentuando a medida que en Francia se desencadenaba la revoluci#n ycrecían sus impetuosos ataques a la Hglesia y el Estado. 3a revoluci#n estabaaliada en Francia con el pensamiento libre. 3a monarquía en Prusia contraíaalianzas con los enemigos m$s apasionados de las luces, y cay# en el error

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    de buscar en el crecimiento del poder clerical una protecci#n contra el deseode las novedades políticas.Aos a'os m$s tarde del cambio de trono, cay# el ministerio Kedlitz, y en sulugar ue colocado el ; de 7ulio de *+88 un te#logo an$tico y ambicioso, elantiguo predicador 7uan 2ristian :oellner. El general ayudante del rey,

    ischosverder, tenía sus mismas ideas. Aesde estas regiones y con la uerzade la autoridad superior, se organiz# una verdadera campa'a contra elracionalismo, con ob"eto de e!pulsarlo de todas sus posiciones venta"osas enla c$tedra y en la literatura. Pocos días después del nombramiento delministro, el de 7ulio de *+88, se public# un decreto que obligabaseveramente a los proesores de religi#n a su"etarse a lo dispuesto comonorma única y e!clusiva, amenaz$ndoles en caso contrario con la pérdida delempleo. Este es el memorable decreto de :oellner. Xtro posterior del * deAiciembre del mismo a'o suprimía la libertad de la prensa, sometiendo a lacensura las obras nacionales y su"etando a inspecci#n las e!tran"eras. Paraque se llevaran a cabo estas medidas se estableci# en Dbril de *+* una

    autoridad especial encargada de la inspecci#n y vigilancia en todas lascuestiones religiosas y de ense'anza. 2onstaba esta autoridad, especie deconse"o supremo, de tres hombres, que se llamaban conse"erosconsistoriales, siendo en realidad los m$s serviles instrumentos de :oellner1sus nombres eranN 6ermes, :oltersdor e 6ilmer. >enían omnímodo podersobre todos los empleos académicos y eclesi$sticos1 tenían en sus manos lapromoci#n y el ascenso, la supresi#n y la acultad de disponer de todos ellos.E!aminaban a todos los candidatos para los empleos académicos yreligiosos, y recaía este e!amen en su e y sus opiniones. 3os predicadores yproesores e!istentes estaban rigurosamente vigilados y sometidos a lacensura, que s#lo atendía a sus ideas religiosas. Via"aban por todas las

    provincias, inspeccionaban los establecimientos públicos, decretaban sobrela ense'anza y los libros de te!to, recomendando los que ellos mismosescribían o encomend$ndolos a los que  pensa!an !ien. Dquel que no seacomodaba e!plícitamente a estas disposiciones, provocaba las sospechasde la autoridad inquisitorial, y se le se'alaba como malpensado. D lossospechosos se les llamaba racionalistas, enemigos de toda religi#n y ateos.=o se tard# mucho en llamarles también "acobinos y dem#cratas. En *+- y9 los decretos sobre religi#n y censura ueron m$s severos todavía. (econsideraba a todo racionalista como sedicioso, y todo proesor al tomarposesi#n de su cargo debía "urar sobre los libros simb#licos.

    ". #a doctrina religiosa de 0ant En estos momentos precisamente sobrevinieron las investigaciones críticasde ant sobre política y religi#n. 3a 2rítica de la Baz#n pr$ctica, que yacontiene el elemento undamental de la doctrina religiosa de ant, se public#en el mismo a'o en que :oellner subi# al poder. 3a flosoía crítica y con ellaun nuevo racionalismo me"or undado, se habían e!tendido a las m$s le"anasregiones del mundo científco, y se encontraban en el momento m$s propiciopara conquistar las c$tedras de las )niversidades alemanas. (u íntima

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    naturaleza era totalmente opuesta al espíritu con que gobernaba en laense'anza el ministerio de Federico Guillermo, y que amenazaba a lalibertad del pensamiento y de conciencia, no en sus e!travíos ye!ageraciones, sino en sus mismas raíces. )na fgura de tanta inIuenciacomo la de ant y una flosoía tan poderosa como la suya debían provocar

    muy pronto en el campo enemigo rudos ataques y disposiciones hostiles.)na carta de iese/etter que ue encontrada entre los manuscritos de antdemuestra que desde el primer día en que :olterdorY e"erci# sus unciones,había ya propuesto al rey que se prohibiera al fl#soo ant e!plicar cosaalguna 485. Pero el ataque que se dirigi# contra ant no se hizo de esamanera que tanto agradaba a :olterdorY.ant mismo oreci# esta ocasi#n al anatismo de erlín. 6abía enviado parasu publicaci#n en *+- a la 4evista /ensual de erlín, inspirada por elracionalismo de aquella época, un traba"o sobre el Lmal absolutoM. (e hacíala impresi#n de la 4evista en 7ena1 pero con ob"eto de evitar todo lo quepudiera sugerir el pensamiento de que se había querido evitar la censura y

    hacer una especie de raude literario, encarg# ant e!plícitamente que sesometiera su artículo a la censura de erlín. Aio 6ilmer la autorizaci#n paraque se imprimiera, a'adiendo sin embargo para su completa tranquilidadque lo hacía Len vista de que los artículos de ant s#lo son leídos por loscientífcos muy proundos.M (e public# el artículo en Dbril de *+-. Pocodespués envi# ant al mismo peri#dico y con la misma recomendaci#n susegundo traba"o sobre L3a lucha del bien y del mal.M 2omo asuntoconcerniente a la teología bíblica, pas# este escrito a la censura común de6ilmer y 6ermes. =eg# este último el imprimatur. Dpoy# 6ilmer a su colega ycomunic# por escrito esta resoluci#n al director de la 4evista. D lasobservaciones de este se replic# sencillamente Lque los censores no tenían

    otro criterio que el decreto sobre religi#n y que no podían dar e!plicacionesde ningún género.M Esto imposibilit# desde luego la publicaci#n del artículoen la 4evista 5erlinesa. Pero ant, que había publicado ya la primeradisertaci#n, deseaba vivamente hacer lo mismo con las tres siguientes quese hallaban enlazadas con la primera de un modo íntimo y directo. =o habíaotro camino posible que dar este escrito a una acultad teol#gica para que loe!aminara y diera el necesario permiso.=o se dirigi# a Goettingen, por ser )niversidad e!tran"era1 tampoco podíadirigirse a 6allo, que había prohibido se publicara el escrito de Fichte,L2rítica de toda revelaci#nM. Ddopt# el camino m$s corto y someti# susdisertaciones a la censura de la acultad teol#gica de oenisberg. Esta vot#

    por unanimidad la autorizaci#n, y poco tiempo después ueron publicados loscuatro estudios como obra completa y ormando un solo volumen con estetítuloN L#a religi(n en los límites de la ra'(nM, obra que ue impresa en *+;en la casa de =icolovius en oenisberg. 2aus# tanta sensaci#n esta obra deant, que al a'o siguiente era ya de todo punto necesaria una segundaedici#n. Pero el tribunal clerical de erlín no podía ver esto con calma, yaprovech# la ocasi#n por tanto tiempo deseada de tomar alguna medidacontra nuestro fl#soo.

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    El *- de Xctubre de *+9 recibi# ant esta e!traordinaria ordenN LFedericoGuillermo, rey de Prusia por la gracia de Aios, Uc., a nuestro fel e ilustresúbdito, salud. =uestra elevadísima persona ha visto desde algún tiempo consumo disgusto c#mo habéis abusado de vuestra flosoía para rela"ar ydesnaturalizar muchas de las doctrinas undamentales de la (anta Escritura

    y del cristianismo, particularmente en vuestro libro sobre la 4eligi(n en loslímites de la 4a'(n y en otros escritos menores. =os esper$bamos algo me"orde vos, y debéis también comprender hasta qué punto alt$is a vuestrosdeberes como maestro de la "uventud y a mis paternales prescripciones enbien del país. Esperamos de vuestra parte en el menor plazo posible una "ustifcaci#n completa, y os advertimos que si no queréis caer en desgraciacon nos, no incurr$is de nuevo en las altas cometidas, aplicando por elcontrario todo vuestro celo y autoridad, como es deber vuestro, a que selleven a cabo con me"or é!ito nuestras paternales intenciones. En casocontrario, os atendréis necesariamente a las dolorosas consecuencias que ossobrevinieren. 6aceos acreedor a nuestra alta gracia. erlín *W de Xctubre de

    *+9. Por orden especial de (. &., :oellner.MDl propio tiempo todos los proesores de flosoía y de teología de oenisbergtuvieron que comprometerse por escrito a no dedicar cursos a la flosoíareligiosa de ant.En esta época se hallaba nuestro fl#soo en la cima de sus a'os y de lagloriaN tenía setenta a'os de edad, y el mundo entero glorifcaba su nombre.2on ocasi#n de la medida de que acababa de ser víctima obr# con la mayorprudencia. 3a guard# para sí mismo y con tanto secreto, que e!cepci#nhecha de un solo amigo, nadie tuvo conocimiento del hecho hasta que él lopropag# después de la muerte del rey. El cambio de ideas que se le pedía,era absolutamente imposible1 la resistencia abierta era inútil y contraria a

    sus sentimientos. El único partido que le quedaba era el silencio. (obre unpedacito de papel que se encontr# entre otros después de su muerte,escribi# las siguientes palabras que e!presan su situaci#n y suspensamientos como en un mon#logoN LDbdicar y desmentir una convicci#ninterior es una ba"eza, pero callar en un caso como el presente, es el deberde un súbdito1 y si todo lo que se dice debe ser verdadero, no por eso es undeber decir públicamente toda la verdad.MEn este sentido respondi# ant a la carta real "ustifc$ndose de los cargosque se le hacían y demostrando que eran inundados. En cuanto a larecomendaci#n que se le hizo de emplear me"or su talento, la cumpli#conden$ndose al silencio. (e resign# a no dar curso alguno sobre asuntos de

    religi#n. LPara evitar la última sospecha Jdice al fnal de la cartaJ asegurosolemnemente y declaro, como muy fel vasallo de Vuestra Beal &a"estad,que en lo uturo, así en mis escritos como en mis clases, me abstendré porcompleto de todo lo que se refera a la religi#n, así a la natural como a larevelada.M Estas palabras, Lcomo muy fel vasallo de Vuestra &a"estadM,contienen una reserva mental muy prudente y que tal vez podr$ parecer aalgunos demasiado prudente. (e comprometía a callar mientras el reyviviera, y adopt# este giro con el pensamiento de que en caso de que el rey

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    muriera antes que él, como seria entonces súbdito del sucesor, recobraría denuevo su libertad de pensamiento. JE!plícitamente lo dice él mismo en otraparte.3os hechos, en eecto, "ustifcaron la previsi#n. ant tuvo la satisacci#n derecobrar su libertad de pensar, al ocupar el trono Federico Guillermo HHH, con

    el cual reapareci# en Prusia el verdadero espíritu de tolerancia. 3a luchaentre la raz#n y la e, entre lo racional y lo positivo, crítica y precepto o comoquiera llamarse, dieron lugar, de parte de los te#logos, a ataques muysensibles e in"ustifcados contra nuestro fl#soo. D él le importaba que estacuesti#n se siguiera lealmente y en conormidad con lo que se debía buscar,que no era la derrota del adversario, sino el progreso de la ciencia. =o eraaquello un mero proceso entre la teología y la flosoía, pues bienconsiderada en su generalidad, la discusi#n alcanzaba a las relaciones de lasciencias flos#fcas con las positivas, que se dierenciaban entre sí en la)niversidad, según los dierentes miembros que la componían. ue tal estalucha entre los individuos de las acultades, que casi tomaron aspecto de

    derecha e izquierda de Parlamento. En esta discusi#n intervino ant con suescrito L3a disputa de las acultadesM poniendo término a aquellas divisionesde la ciencia y se'alando a cada parte los límites en que podíadesenvolverse. En el preacio daba cuenta de lo que le había acontecidodurante el ministerio :oellner. >al ue el último escrito digno de su talento.

    VII$ltimos a%os de Kant

    El e!traordinario genio de este hombre, ortalecido por una inquebrantableuerza de voluntad, e!citado siempre por traba"os nuevos y a cual m$sdiíciles, se conserv# siempre activo y diligente en lo posible para un cuerpoenermizo y agobiado por los a'os. Pero estaba este cuerpo agotado, y lasuerzas corporales se ueron debilitando r$pidamente. Dpercibiéndose antde su propia caducidad, se había retirado, desde *++, de su c$tedra, y uepoco a poco suspendiendo todas sus relaciones con la sociedad. Aesde *+8no acudi# ya a ninguna de las invitaciones que tanto le halagaban antes,encerr$ndose en un peque'o círculo de amigos. Ae día en día se limitabam$s la esera de su vida y aumentaba el peso de sus a'os. (in embargo, seocupaba todavía de un traba"o original que designaba, recuentemente,

    como su obra maestra, con esa preerencia que demuestra siempre elanciano por el último hi"o que tiene. Aebía e!poner esa obra la transici#n dela metaísica a la ísica, y él mismo la titulaba Sistema de la flosoía en sutotalidad. 6asta los últimos meses antes de morir escribi# en ella con toda laasiduidad posible. Es lícito dudar del valor de esta obra, de sus nuevospensamientos, del orden y método que en ella e!iste, aun sin haberla leído,al considerar el estado de debilidad en que su autor se encontraba y alpensar en las conclusiones a que él podía haber llevado su flosoía. =o

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    puede comprenderse qué pensamientos nuevos podían traerse dentro deuna flosoía como la suya. 6ombres competentes que han leído su e!tensomanuscrito aseguran que s#lo es la repetici#n de sus obras anteriores con elsello de la debilidad senil. Ese manuscrito se perdi#, pero ha sido hallado denuevo. (e ha pensado en su publicaci#n y las noticias que de él se dan

    confrman todo lo que se decía. 453o que verdaderamente iba destruyendo a ant no era una enermedadespecial, sino el marasmo con todos sus achaques. E!tinguíase su memoria,aletarg$banse sus miembros, vacilaban sus pasos1 a consecuencia de estodisminuy# sus paseos, hasta que al fn los suprimi# por completo. D lo últimoapenas podía tenerse en pie y necesitaba del apoyo y cuidado de los otros. Dtodo esto se unía una constante pesadez de cabeza que e!céntricamenteatribuía él a la electricidad del aire, para hacer que sus surimientos uesenproducto de circunstancias, y no de su propia debilidad. 3os sentidos uerondebilit$ndose, especialmente el de la vista1 perdi# el apetito y se puso tandébil, que no pudo ocuparse ya de sus asuntos, ni contar dinero, ni certifcar

    sus cuentas. En su antiguo discípulo :asians0i hall# por ortuna un amigodecidido que generosamente se encarg# del cuidado de su casa. ante!periment# todos los achaques propios de la senectud. El -9 de Dbril de*8

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    ba"o el consulado, al absolutismo del imperio. =o ue ant un espectadorocioso de todos estos acontecimientos. Aespués de sus estudios flos#fcos,nada le interesaba tanto como la historia política del mundo. (eguía su cursocon el m$s vivo interés. Dbraz# la causa de Dmérica contra Hnglaterra con lam$s viva simpatía, y aun con m$s calor se interes# por la revoluci#n

    rancesa. 3a estrella de Federico el Grande se elevaba cuando ant comenz#sus estudios académicos, y terminaba su brillante carrera cuando antcomenz# sus traba"os académicos, cuando ant comenzaba la que había derecorrer. 3os últimos a'os de nuestro fl#soo vieron también levantarse la de=apole#n.&uri# antes de que la dominaci#n e!tran"era cayese sobre el suelo alem$n yde la guerra de la independencia. Pero el espíritu de su flosoía estaba con lacausa alemana, y ant, que con tanto interés había visto undarse laindependencia de otras naciones e!tra'as, hubiera sido sin duda alguna unode los primeros en deender la libertad de su propia patria contra elhumillante yugo del e!tran"ero.

    ant tenía una antipatía decidida a la guerra como tal, y lo queparticularmente e!citaba su interés eran las reormas de los Estados y de sus2onstituciones, hechas y basadas en ideas de "usticia. (us opiniones políticasparticulares ueron determinadas en parte por los acontecimientos que élpresenci#, y no se interpretar$n en su"eci#n a su particular matiz ni en suscaracterísticas contradicciones si no se tiene presente la gran inIuencia quee"ercían aquellos acontecimientos y la e!cesiva sensibilidad de ant paratodas estas cosas. El gobierno prusiano ba"o Federico el Grande, laindependencia americana, conquistada y undada por :ashington, y laFrancia de *+8 e"ercieron gran inIu"o e las ideas políticas de nuestrofl#soo. (us mayores simpatías eran para el Estado de Federico, y sus

    antipatías para Hnglaterra. Aeendía con entusiasmo la idea primitiva de "usticia de la revoluci#n rancesa y esta ue durante largo tiempo el lemaavorito de sus conversaciones. >oda la tolerancia que tenía siempre con lasopiniones opuestas a las suyas, desaparecía al tratar este último punto. 3ame"or 2onstituci#n para él, era aquella que a la mayor libertad uniera lalegalidad mayor, pues entendía que sin esta condici#n no es posible "usticiaalguna. 3a revoluci#n rancesa le atraía grandemente por la idea de derechoque contenía, pero no podía menos de rechazarla por la anarquía inseparabledel comienzo de una revoluci#n.

    VIII

    &ersonalidad de Kant

    3os dos rasgos undamentales del car$cter de ant que se se'alan hasta enlas m$s peque'as particularidades y que en él se unen y completan de unamanera e!traordinaria, son el sentimiento de la independencia personal y elde la puntualidad m$s rigurosa. D'adamos a esto la penetraci#n delpensador y advertiremos que la flosoía crítica no podía hallar otro car$cterque me"or conviniera a su undador. Dquellos dos rasgos son las virtudes

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    cardinales del car$cter de ant que constantemente se manifestan, así enlas cosas glandes como en las insignifcantes, hasta un grado tal, que comono podía menos de suceder en seme"ante naturaleza, pasan de los límiteshabituales. Por espíritu de independencia pudo llegar a ser rigorista y por elde la regularidad, pedante. Procedía siempre consigo mismo ba"o el punto de

    vista racional y ordenaba y regularizaba su vida como si se tratase de lamisma raz#n pura.2omo fl#soo, investiga las últimas condiciones del conocimiento humano ysaca de aquí los principios que undan y limitan nuestro saber. 2omohombre, pone siempre su vida ba"o el imperio de principios que haestablecido rigurosamente. El verdadero fn de la flosoía 0antiana essometer todo acto del entendimiento a principios sabidos con toda claridad yacompa'ar todo "uicio con la conciencia perecta de su posibilidad ynecesidad. Ael mismo modo la regla y plan de su vida es someter$ principiosclaros y sabidos todos los actos de la vida y acompa'ar cada uno de elloscon la conciencia perecta de su "usticia. =o hacer nada que sea contrario a

    su fn, determinar toda acci#n según su fnalidad y con la conciencia de esta,realizarla es para él una necesidad tan natural como moral, que no puedemenos de satisacer en todos sus puntos siempre y en todas partes. En suflosoía y en la vida pr$ctica es siempre el hombre de principios. 7am$shubiera sido el fl#soo que ue, si también no hubiera sido, aun en todas laspeque'eces de la vida, el hombre que supo ser. En esto consiste laindependencia y regularidad de su vida. Es independiente porque se apoyaen sus propios principios, y met#dico porque obra con arreglo a ellos.3a independencia personal, en el verdadero sentido de la palabra, no pudoadquirirla muy $cilmente nuestro fl#soo, y tuvo necesidad de largos yconstantes esuerzos. El grado a que logr# llevarla nos da una idea de toda la

    uerza de su car$cter. Ae quebrantada salud, que había de ser causarecuente de perturbaciones en sus traba"os, de peque'ísima ortuna, que nole permitía, en manera alguna, una vida independiente, h$llase ant, desdeel primer momento, en la necesidad de depender de otros por esos doslados. Dnte todo, pues, tenía que adquirir bienestar ísico y econ#mico paraasegurar su independencia y la libertad de su espíritu.

    1. 6ndependencia econ(micaant sacrifc# su deseo predilecto de vivir en oenisberg para poder vivir desí mismo, y no del au!ilio de otros. (e hizo preceptor y lo ue durante nuevea'os hasta que estuvo en disposici#n de entrar en la carrera académica. 3o

    que ganaba de sus lecciones públicas y privadas no era gran cosa1 pero loque las circunstancias le negaban supo él conseguirlo por un traba"oconstante y principalmente por su orden econ#mico. Dquel principio suyo deno hacer nada contrario a su fn, lo practicaba en la vida privada, nogastando nada inútilmente, y lo seguía con tanta puntualidad, que puededecirse que literalmente no malgastaba nada. (u economía era unaverdadera virtud, que estaba tan distante, según la ética de Drist#teles de laprodigalidad como de la avaricia. Esa virtud la tenía él como necesidad de su

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    independencia. =unca aceptaba nada de nadie, no se hacia servirgratuitamente ni debi# nada. 7am$s tuvo un acreedor, y en su ve"ez repetíaesto con "usto orgullo. Ae esta suerte consigui# al fn llegar del me"or modoposible a la comodidad. (ostenía a sus parientes pobres, y no por medio delimosnas ortuitas, sino por asistencias anuales de alguna consideraci#n,

    de"$ndoles al morir una ortuna de bastante importancia en aquella época. 7achmann dice de élN LEste grande hombre aspir# desde su "uventud alibrarse de toda dependencia a fn de poder vivir para sí y para su deber.6allaba en esta independencia la base de toda la elicidad de su vida, y yaen edad avanzada, aseguraba que había sido mucho m$s eliz priv$ndose deuna cosa que goz$ndola a e!pensas de otro. 2uando era proesor, estaba tangastado su único tra"e, que algunos amigos creyeron que debían someter asu "uicio, con la mayor discreci#n posible, el deseo que tenían de comprarleuno nuevo. ant se regoci"aba todavía en su ve"ez, al recordar la uerza conque rehus# aquel orecimiento y que había llevado una levita vie"a, aunquelimpia, por no soportar el peso de una deuda. 2onsideraba como uno de los

    mayores bienes de su vida no haber debido un cuarto a nadie. L(iemprepude, con pecho tranquilo y sereno, responderN ?Ddelante@ cuando llamabana mi puerta Jdecía recuentemente este grande hombreJ porque estabaseguro de no ver nunca delante de mí a un acreedor.M

    ". El cuidado de su saludEl celo y cuidado críticos que tuvo para sus asuntos econ#micos, los aplic#con no menos é!ito a su propia salud. (in medios de ortuna lleg# aconseguir una posici#n desahogada y pudo vanagloriarse de no haber tenidoun solo acreedor, únicamente a uerza de economía constante y racional. Aenaturaleza débil y hasta enermiza, alcanz# sin embargo una avanzadísima

    edad en el pleno uso de todas sus uerzas espirituales, y pudiendo tambiéndecir que ni un solo día se había sentido enermo, ni necesitado los au!iliosde un médico.J Dsí, este bienestar del cuerpo, como el de sus negociosprivados, eran simplemente productos de su gran tacto y prudencia, que seacrecentaron en lo posible, m$s en el cuidado de su cuerpo, que en elgobierno de su hacienda. &as si en esta no era su celo el de un avaro o unambicioso, no eran tampoco sus precauciones en la primera las debilidadesdel que se encuentra dominado por la molicie y el egoísmo, antes bien, elorden que en su vida tenía estaba undado en reglas higiénicas que a su vezhabía sacado de la observaci#n constante y atenta de su naturaleza ísica.Estudi# su propia constituci#n del mismo modo que en flosoía había

    estudiado la raz#n humana. Puede decirse que observaba su cuerpo comoobserva al tiempo el m$s escrupuloso meteor#logo. Entre sus reglashigiénicas era la m$s capital la actividad del cuerpo, la sobriedad, el sustiney a!stine. Entendía que la uerza moral de la voluntad era el me"or régimen yen ciertos casos la me"or medicina. Puede decirse que empleaba a la vez laraz#n pura como higiene y como terapéutica. Era su método una dietética dela raz#n pura undada para conservar la vida humana, prolongarla, librarlade enermedades y libertarla también de ciertas perturbaciones ísicas. Dsí 

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    ue, que abundando en este sentido, dedic# a 6ueland, el autor de la/acro!i(tica, el traba"o que se titulaN LAel poder que tiene el espíritu paradominar sus impresiones enermizas por medio de la voluntadM 4*

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    a los dierentes descubrimientos y métodos terapéuticos de esa ciencia1aprobaba el sistema de ro/n1 el de 7enner, en cambio, y su método devacuna le parecía ser la inoculaci#n de la bestialidad.M Pero lo quesobremanera le cautivaba era la química aplicada a la medicina 4**5.Por pueriles que parezcan estos cuidados, no se debe "uzgar, sin embargo a

    nuestro fl#soo de un modo inconveniente. Estaba muy le"os de amardemasiado a la vida y de temer a la muerte. 2uidaba de su cuerpo como secuida a un instrumento que se desea mantener el mayor tiempo posible enbuen estado de servicio. Poco había hecho la =aturaleza por su salud1 pero élla hizo su obra predilecta, y no hay que e!tra'ar que sintiera por ella elaecto del autor, que no la olvidara un solo momento, que uerarecuentemente su tema de conversaci#n, y que gozara lleno de satisacci#nal ver sus cuidados coronados por el é!ito. (u salud era para él une!perimento. C todo el celo con que la atendía es el que se aplica siempre atoda e!periencia que se quiere lograr. Pensaba hasta en la duraci#n de suvida, según las mayores probabilidades, y leía minuciosamente la estadística

    de la mortandad de oenisberg, que pedía al 7ee de policía.

    %. /olestias y o!stculos%uería ant en sus traba"os, que tanto recogimiento e!igían, no sermolestado de modo alguno. (e ale"aba así cuidadosamente de todo lo quepudiera interrumpirle. Ae suerte, que adem$s de la independencia personalque había menester, necesitaba también una gran tranquilidad . Para que lahabitaci#n le uera agradable, había de ser lo m$s silenciosa posible. &ascomo esta condici#n era diícil satisacerla en una ciudad como oenisberg,cambiaba recuentemente de casa. 3a que tom# en las pro!imidades delPregel estaba e!puesta al bullicio de los buques y de las carretas polacas.

    )na vez se mud# de casa porque cantaba demasiado el gallo de un vecino1intent# primero compr$rselo, y no consiguiéndolo, tuvo que abandonar suhabitaci#n. Por último, compro una casa modesta cerca de los osos delcastillo. Pero aquí tampoco se vio libre de molestias desagradables. Pr#!imaa su casa, estaba la prisi#n de la ciudad, en donde hacían cantar a los presosritos religiosos a fn de me"orarlos y corregirlos, y que iban a parar cuandoabrían las ventanas a los mismos oídos de ant. 2ontrariado en e!tremo porestas interrupciones, que él llamaba Lun desorden, una maniestaci#npiadosa del aburrimiento, escribi# a su amigo 6ippel, alcalde primero de aciudad y al propio tiempo inspector de la prisi#n, la carta siguiente quete!tualmente reproducimos y que e!presa como nada el estado de $nimo de

    nuestro fl#soo en esos momentosN LXs suplicamos encarecidamente quelibertéis a los moradores de esta vecindad de las oraciones estent#reas quehip#critamente entonan los que en la prisi#n se encuentran. =o digo yo quecarezcan de motivo y de causa para que"arse como si la salud de su almacorriera peligro al cantar un poco m$s ba"o, y que no pudieran oírse ellosmismos, teniendo las ventanas cerradas. (i lo que buscan es un certifcadodel carcelero, en que conste que son gentes temerosas de Aios, no creo quenecesiten armar ese esc$ndalo para que no de"e de oírlos él, pues si bien se

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    mira, podrían rezar en el mismo tono con que rezan en su casa los que sonverdaderamente religiosos. )na palabra vuestra al carcelero, si os dign$isdarle como regla lo que acabo de deciros, pondría para siempre término aeste desorden y aliviaría de una gran molestia a aquel por cuya tranquilidados habéis incomodado tantas veces. J&anuel ant 4*-5.M &as no ue tan solo

    el canto de la prisi#n lo que interrumpía su tranquilidad. Xíanserecuentemente en la vecindad músicas de baile que hacían perder a nuestrofl#soo el tiempo y el buen humor, lo que tal vez contribuy# no poco aproducirle la aversi#n que por la música sentía y que llegara a llamarla Lunarte importuno.M 6asta en su Estética conserv# aún el mal eecto que estasperturbaciones le produ"eron. >odo lo que interrumpía el círculo habitual de su vida le era desagradable. Dla hora del crepúsculo acostumbraba con toda regularidad entregarse a lameditaci#n y como tenía el h$bito de f"ar los o"os en algún ob"eto cuando seentregaba a sus reIe!iones, tendía su vista en esta hora meditativa poruera de la ventana de su cuarto, e iba a f"arla en la torre de 3oebenicht, que

    estaba enrente. =o hallaba él términos con qué e!presar la satisacci#n quesentía, Jsegún :asians0iJ al hallar un ob"eto tan adecuado a lo que élapetecía y a distancia tan conveniente. Pero m$s tarde empezaron a crecerentre ant y la torre los $lamos de un vecino, que al fn concluyeron porocultarla a su vista. ue tan sensible a ant el verse privado de suacostumbrado espect$culo, que no par# hasta conseguir de la generosidaddel vecino el sacrifcio de las copas de sus $rboles. >oda modifcaci#n en lascostumbres de su casa y en el orden de su vida le desagradaba, y sedeendía contra la m$s peque'a todo el tiempo posible. Parecía que sucar$cter y el orden de su vida y de su casa se habían ormado al mismotiempo. 2uando le invadieron los a'os y la ve"ez, necesit#, sin embargo,

    aceptar algunas modifcaciones y el au!ilio de otras personas. 2on la mayorrepugnancia se resign# a esta necesidad. (#lo después de grandes luchasinteriores pudo una vez despedir a un antiguo criado que había tenidodurante cuarenta a'os, y que no solo era completamente inútil sino deconducta en e!tremo indigna.Pas$base el día entero reIe!ionando sobre el caso, y parecíale tan diícildesprenderse de aquel hombre, que necesit# de toda su energía y de unesuerzo e!traordinario para no seguir pensando en él. Para tener m$spresente su resoluci#n, escribi# en uno de los cuadernos que m$s usaba,para acilidad de su memoria, las rases siguientesN LEs preciso olvidar a3ampe 4*;5.M Dsí se llamaba el criado.

    +. 7rden econ(mico de su vida(u manera toda de vivir estaba arreglada según principios e!actos ycostumbres que tenían el car$cter de una regularidad matem$tica. >eníadistribuido el día con la mayor e!actitud y el uno era completamente igual alque le precedi#. El tiempo era la principal ortuna de ant y lo administrabacomo su dinero, con la mayor economía. El sue'o no debía durar m$s decinco horas. D las diez en punto se acostaba y a las cinco de la ma'ana se

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    levantaba. >enía su criado orden de despertarle y de no permitirle, de ningúnmodo, dormir m$s tiempo. Gustaba ant oír decir a su criado que por espaciode treinta a'os no había de"ado nunca de levantarse a la hora precisa.Aedicaba la mayor parte de la ma'ana a las lecciones. D las siete en puntosalía de su cuarto de estudio y marchaba a su clase. D eso de las nueve, hora

    en que de ordinario terminaban sus lecciones, regresaba a su casa, entrabaen su cuarto de estudio, donde se ocupaba en sus traba"os científcos y en loque destinaba a la estampa. >raba"aba sin descanso hasta la una, hora enque salía a comer y momento de descanso el m$s agradable y ecundo paraél. Gust$banle los placeres de la mesa, y de todos los sensuales, eran losúnicos que preería y de que cuidaba un tanto. Pero no por esto debe creerseque uera este hombre tan sencillo un gastr#nomo refnado, pues no tenía ensu mesa mayor refnamiento que en lo restante de su vida. &as en elmodesto límite de la vida común, gustaba de una buena mesa, y laconsagraba no poco tiempo. En el caenam ducere, seguía con gusto ele"emplo de los antiguos epicúreos. =o empleaba, por supuesto, en comer

    todo el tiempo que dedicaba a la mesa, tres horas, por lo regular, y a vecescinco, sino a la sociedad que nunca le ue tan agradable, como en estashoras. En esos momentos se volvía ant conversador y comunicativo. Poseíael don de una conversaci#n variada, interesante e instructiva, y era en sucasa tan buen anftri#n como bien venido huésped en la a"ena. =adie hubieradescubierto en tan alegre compa'ero de mesa, que hablaba con cada uno delo que m$s le interesaba, y con las mu"eres del arte culinario, al pensadorm$s proundo de su época. 6asta sus sesenta y tres a'os comi# ant en unhotel1 m$s tarde, cuando tuvo una casa propia, convidaba diariamente a sumesa a algunos de sus buenos amigos, los que seguramente tuvieron nopoca inIuencia en su vida. Dun con sus mismos convidados practicaba el

    celo crítico y el orden sistem$tico que a todo aplicaba. >odo lo e!aminaba1todo estaba pensado y arreglado a la general armonía1 la elecci#n de platos,la de los invitados y su número1 el tema para la conversaci#n y hasta laorma y el momento de las invitaciones. 3os convidados no debían ser menosde tres, ni m$s de nueve1 Lsu sociedad no había de ser mayor que el númerode las &usas, ni menor que el de las Gracias.M Aespués de la comida, y deun ligero reposo, venía siempre el paseo, que duraba ordinariamente unahora, y aún m$s, si el tiempo era hermoso. Generalmente paseaba por uncamino que se llam# después el paseo del fl(soo. 3as m$s veces paseabasolo y despacio1 ambas cosas por razones higiénicas. Aedicaba las horas dela tarde a la lectura en su cuarto, y las horas del crepúsculo a la meditaci#n.

    D las diez estaba terminado su día. =o era $cil hacerle salir de este ordenregular diario, y si, por casualidad, y contra su voluntad, tenía que inringiren algo su plan, se prevenía para la segunda vez e inscribía entre susm$!imas el evitar para lo uturo un caso seme"ante. =o importaba lapeque'ez del caso para hacerle quebrantar su prop#sito y hacer unae!cepci#n, hasta tal punto, que no pocas veces había una contradicci#nc#mica entre el rigorismo de la m$!ima y la nimiedad de su aplicaci#n.2uenta 7achmann un e"emplo muy elocuente. L)na vez volvía ant de su

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    paseo habitual, y al momento de entrar en su calle, encontr# al conde ZZZque iba en un coche por la misma calle. El conde, hombre muy atento,detuvo al punto su carrua"e, ba"#se de él, y suplic# a nuestro fl#soo quediera un paseo con él. ant, sin reIe!ionar y cediendo al primer impulso dela urbanidad, acept# y subi# al coche. 3os briosos movimientos del ogoso

    corcel y las voces del conde le hicieron bien pronto recelarse, no obstante lasseguridades que el conde le daba de sus conocimientos en el asunto. Fueronprimero a visitar algunas propiedades inmediatas a la ciudad1 propusodespués el conde una visita a un amigo, distante no m$s que una milla, yant, por cortesía, no tuvo otro remedio que acceder a todo. Por último,contra todas sus costumbres s#lo pudo llegar a su casa a las diez, inc#modoy disgustado. 2on este motivo tom# por m$!ima no subir "am$s a un cocheque él mismo no hubiera alquilado y del cual pudiera disponer a su anto"o,así como no de"arse convidar nunca por nadie. ast$bale haber establecidouna m$!ima para que ormara parte de él1 sabía ya c#mo debía conducirseen otro caso seme"ante, y nada en el mundo era capaz de hacerle desistir.M

    Dsí ue como pas# la vida de ant, siempre lo mismo, como el m$s regularde todos los verbos. >odo estaba meditado, pensado, determinado segúnreglas y m$!imas, en todos los detalles, hasta la comida de cada día y elcolor de cada prenda de vestir. Vivía en todas sus partes como el fl#soocrítico, de quien decía en broma 6ippel que así hubiera podido escribir unacrítica del arte culinario como la de la Baz#n pura.

    8. Celi!atoEn esta organizaci#n de su vida, que ormaba un sistema completo yacabado, e!actamente dividido y detallado como un libro 0antiano1 en esteorden estereotipado que tenía en todas sus eseras la independencia

    personal del fl#soo, se comprende muy bien que ant se bastaba a sí propioen el interior de su casa, y que no había de tener inclinaci#n a la vida entredos. Bealmente, el círculo uniorme de su vida no podía tener otro centro queél. 6e aquí la raz#n de que permaneciera célibe. El matrimonio no podíapenetrar en el orden de su vida. (u amor e!clusivo a la independencia leretenía célibe. Ddem$s, las inclinaciones que impulsan al matrimonio noueron tan vivas en él que causaran a su estado célibe grandes privaciones.=o había en su vida hueco alguno que el matrimonio pudiera llenar. C amedida que avanzaba en edad se arraigaban m$s sus costumbres, y elsistema de vida que había seguido era incompatible con la vida conyugal.Pretenden sus bi#graos que aun en edad bien avanzada estuvo dos veces a

    punto de casarse1 pero que alt# en el momento oportuno1 esto prueba queno había tomado en serio la cosa. Estaba conorme con (an Pablo sobre elmatrimonioN casarse es bueno1 no casarse me"or, y hacía adem$s reerenciaal "uicio de una mu"er muy inteligente que le había repetido muy a menudoNL(i te va bien, quédate así.M &as no debe por esto creerse que uerainsensible o contrario a las mu"eres, porque no era ni lo uno ni lo otro, antesbien, gustaba en e!tremo de su trato y dícese que se mostraba con ellassumamente amable y atento. Eso sí, no habían de ser eruditas, ni debía

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    versar la conversaci#n sobre puntos que traspasaran los límites prescritos enla buena sociedad. 3e impresionaban vivamente las gracias y encantos queda a la sociedad la mu"er, pero también es verdad que no sinti# mucho quele uera indispensable en su vida íntima esta bella mitad del género humano.(u alta no le caus# tampoco eno"o alguno. =o de"aron de hablarle de ello

    sus amigos y hasta de aconse"arle1 pero siempre permaneci# sordo a susdeseos, aunque