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1 1 Cenizas/Popioły – Polonia (1965 ) Director: Andrzej Wajda. Guión basado en la novela de Stefan Żeromski: Aleksander Ścibor -Rylski. Fotografía: Jerzy Lipman. Decorados: Anatol Radzinowicz. Vestuario: Ewa Starowieyska, Jerzy Szeski. Musica: Andrzej Markowski. Asesor de historia militar: Zbigniew Michalski. Asesor de uniformología: Karol Linder. Consultor militar: Aleksander Czerwinski. Asesores de caballería: Andrzej Osadziński y Kazimierz Sławiński. Intérpretes: Daniel Olbrychski (Rafał Olbromski), Bogusław Kierc (Krzysztof Cedro), Piotr Wysocki (príncipe Gintułt), Beata Tyszkiewicz (princesa Elżbieta Gintułt), Pola Raksa (Helena de With), Józef Duriasz (Piotr Olbromski), Jan Nowicki (capitán Wyganowski), Stanisław Zaczyk (príncipe Józef Poniatowski), Jan Świderski (general Sokolnicki), Janusz Zakrzeński (Napoleón Bonaparte). Duración: Hay diferentes versiones, una inicial de 3 horas 53 minutos, reducida a 3 horas para una versión internacional y a 1 hora 50 minutos para su explotación comercial y en vídeo. Argumento Italia 1797.Un carruaje se detiene en un paisaje soleado de Lombardía. De él desciende su pasajero, el príncipe Gintułt. Éste, intuye que se aproxima gente, cuyas voces, poco a poco van dominando el ruido de las chicharras. Detrás del recodo del camino surgen soldados cantando. Todos ellos aparecen con los uniformes desgarrados y en su mayoría andan descalzos, pero el eco que reflejan sus canciones habla de que Polonia no ha perecido mientras ellos estén vivos Que bajo el mando de su general Dąbrowski, liberarán Polonia1. Gintułt se emociona a la vista de sus compatriotas, ya que eso le trae recuerdos cercanos. Interroga a un soldado que se identifica como perteneciente a la Legión Polaca Auxiliar de la Lombardía que está las órdenes del general Dąbrowski. A continuación, llegan varios regimientos de soldados franceses y detrás aparece el general Bonaparte que contempla con arrogancia e indiferencia cómo todas las fuerzas bajan por la ladera de la carretera a un valle. Las canciones de los soldados se van apagando mientras el eco repite que Polonia todavía no ha perecido... 1 Se trata de una canción patriótica de las Legiones Polacas en Italia “Mazurek Dąbrowskiego” [Mazurca de Dąbrowski; hace referencia al General Jan Henryk Dąbrowski (1755-1818), fundador de las Legiones, en octubre de 1813 nombrado por Napoleón comandante en jefe del Ejército polaco]. Su primera estrofa es: “Todavía Polonia no ha perecido, mientras nosotros estemos vivos. Lo que nos quitaron las potencias extranjeras, lo vamos a recuperar con el sable. ¡Adelante, adelante, Dąbrowski, de la tierra italiana a Polonia! Siguiéndote nos vamos a unir con la nación”. Desde 1831 es el himno nacional polaco y desde 1926 el himno del Estado. Fue escrito en 1797 por Józef Wybicki (1747-1822), escritor y político del grupo de los reformistas del último Rey de Polonia Estanislao Augusto Poniatowski, desde 1795 en la emigración en París y después en Italia, donde ayudó a formar las Legiones Polacas. La música probablemente tiene un origen popular.

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Cenizas/Popioły – Polonia (1965 )

Director: Andrzej Wajda. Guión basado en la novela de Stefan Żeromski: Aleksander Ścibor-Rylski. Fotografía: Jerzy Lipman. Decorados: Anatol Radzinowicz. Vestuario: Ewa Starowieyska, Jerzy Szeski. Musica: Andrzej Markowski. Asesor de historia militar: Zbigniew Michalski. Asesor de uniformología: Karol Linder. Consultor militar: Aleksander Czerwinski. Asesores de caballería: Andrzej Osadziński y Kazimierz Sławiński. Intérpretes: Daniel Olbrychski (Rafał Olbromski), Bogusław Kierc (Krzysztof Cedro), Piotr Wysocki (príncipe Gintułt), Beata Tyszkiewicz (princesa Elżbieta Gintułt), Pola Raksa (Helena de With), Józef Duriasz (Piotr Olbromski), Jan Nowicki (capitán Wyganowski), Stanisław Zaczyk (príncipe Józef Poniatowski), Jan Świderski (general Sokolnicki), Janusz Zakrzeński (Napoleón Bonaparte). Duración: Hay diferentes versiones, una inicial de 3 horas 53 minutos, reducida a 3 horas para una versión internacional y a 1 hora 50 minutos para su explotación comercial y en vídeo. Argumento

Italia 1797.Un carruaje se detiene en un paisaje soleado de Lombardía. De él desciende su pasajero, el príncipe Gintułt. Éste, intuye que se aproxima gente, cuyas voces, poco a poco van dominando el ruido de las chicharras. Detrás del recodo del camino surgen soldados cantando. Todos ellos aparecen con los uniformes desgarrados y en su mayoría andan descalzos, pero el eco que reflejan sus canciones habla de que Polonia no ha perecido mientras ellos estén vivos Que bajo el mando de su general Dąbrowski, liberarán Polonia1. Gintułt se emociona a la vista de sus compatriotas, ya que eso le trae recuerdos cercanos. Interroga a un soldado que se identifica como perteneciente a la Legión Polaca Auxiliar de la Lombardía que está las órdenes del general Dąbrowski. A continuación, llegan varios regimientos de soldados franceses y detrás aparece el general Bonaparte que contempla con arrogancia e indiferencia cómo todas las fuerzas bajan por la ladera de la carretera a un valle. Las canciones de los soldados se van apagando mientras el eco repite que Polonia todavía no ha perecido...

1 Se trata de una canción patriótica de las Legiones Polacas en Italia “Mazurek Dąbrowskiego” [Mazurca de Dąbrowski; hace referencia al General Jan Henryk Dąbrowski (1755-1818), fundador de las Legiones, en octubre de 1813 nombrado por Napoleón comandante en jefe del Ejército polaco]. Su primera estrofa es: “Todavía Polonia no ha perecido, mientras nosotros estemos vivos. Lo que nos quitaron las potencias extranjeras, lo vamos a recuperar con el sable. ¡Adelante, adelante, Dąbrowski, de la tierra italiana a Polonia! Siguiéndote nos vamos a unir con la nación”. Desde 1831 es el himno nacional polaco y desde 1926 el himno del Estado. Fue escrito en 1797 por Józef Wybicki (1747-1822), escritor y político del grupo de los reformistas del último Rey de Polonia Estanislao Augusto Poniatowski, desde 1795 en la emigración en París y después en Italia, donde ayudó a formar las Legiones Polacas. La música probablemente tiene un origen popular.

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Polonia, varios años más tarde. Unos trineos galopan por un lago helado con varias mujeres y jóvenes. Se trata de ricos propietarios de las haciendas agrícolas del distrito de Sandomierz. Se detienen delante de un arroyo que se cruza por medio de los campesinos que llevan a hombros a los pasajeros. Uno de los jóvenes, Rafał Olbromski, les invita a continuar la fiesta en su casa. El padre de éste recibe a los invitados que continúan la diversión en las diferentes estancias. Rafał

demuestra interés por Helena de With una de las jóvenes que ha venido acompañada por su tía. En una de las habitaciones, el anfitrión, prosigue una conversación- que los invitados han interrumpido- con el representante del barón von Lipowski, comisario del emperador austriaco de la comarca de Sandomierz, que le transmite el disgusto del emperador por no asistir a la ceremonia de juramento de fidelidad a los Habsburgo, ya que se trata de un propietario importante de esa región. Olbromski contesta que desde que Polonia ha perdido su independencia no quiere moverse de su casa y que los campesinos siguen siendo siervos de los señores. Hay que controlar la situación. Para demostrar su poder, azota a un campesino cuando los invitados abandonan la casa. Rafał entra en el dormitorio de su padre que le hace leer un periódico que trae noticias de la campaña de Bonaparte en Italia, con una carta enviada al Directorio donde se habla de la victoria sobre los austriacos.

Por la noche, Rafał se dirige a galope a la casa de Helena. Cuando llega la llama y Helena sale al exterior. Su tía, que nota algo anormal, también sale y al encontrar a Helena la amenaza con enviar una carta a sus padres. Rafał, que no ha sido descubierto por los sirvientes, regresa por la noche a su casa galopando en el caballo. Sin embargo, varios lobos le persiguen, y uno consigue bajarle del caballo. Mientras Rafał lucha con este animal, los otros siguen al caballo, lo cual permite al joven matar a la alimaña.

Días más tarde Rafał llega a una casa solitaria donde vive su hermano, Piotr. Éste le cuenta que hace mucho tiempo ha abandonado la casa paterna, que ha luchado contra los prusianos, pero que no se ha recuperado de una herida que recibió hace algún tiempo. Se encuentra enfermo. Le comenta la situación de la sociedad de Polonia, con los campesinos explotados y sin tierra. Al menos, él intenta aliviar su situación, alquilándoles alguna tierra para que

puedan vivir. Rafał le confiesa que sus padres están muy agitados porque presienten que surgirá una rebelión campesina.

Mientras Rafał sale a

cazar, su hermano recibe la visita del príncipe Gintułt, noble y aristócrata, señor de Grudno. Ambos hablan de la situación de Polonia y ante las esperanzas de los polacos por los triunfos de los franceses, el príncipe le cuenta que no se pueden fiar de nadie debido a una amarga experiencia

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que tuvo en Italia en abril de 1797. En este año, Gintułt se encontraba como oficial polaco, con la guarnición francesa que estaba asediada en Mantua. Cuando los franceses capitularon ante los austriacos y esta rendición permitía a los asediados abandonar libremente la ciudad, una cláusula secreta firmada por el general francés Foisac Latour, reconocía que los polacos eran antiguos desertores del ejército austriaco y, por lo tanto, seguían perteneciendo a sus antiguos regimientos. En consecuencia, los soldados austriacos los detuvieron en las murallas, a la salida de la ciudad. Ante esta traición, todos los oficiales polacos rompieron sus espadas delante de su vencido general.

Al comentar la situación social, Piotr incita al príncipe a que libere a los campesinos. Como Gintułt se niega ofendido, ambos acaban desafiándose a un duelo. Cuando el duelo a pistola va a tener lugar en la puerta de la casa, Piotr se desploma debido a su débil estado físico.

Piotr ha muerto. A su tumba acuden además de su familia, la del príncipe. Al salir del cementerio Rafał se siente impresionado por Elżbieta, la hermana pequeña de Gintułt. Como Rafał confiesa a éste que no puede regresar a la casa de sus padres, el príncipe le invita a la suya. En esta mansión, Rafał comprueba que, a pesar de ser un hombre que conoce idiomas, como el latín y es instruido, todavía le faltan los modales necesarios para poder alternar con la aristocracia. Hace el ridículo en la primera comida. Después del almuerzo los invitados salen a cabalgar. Cuando al terminar de galopar, Rafał alcanza a Elżbieta e intenta besarla, ésta le mantiene a raya con el látigo haciéndole caer del caballo.

Gintułt ofrece a Rafał marchar a Varsovia como secretario particular. Al regresar

momentáneamente a su casa, Rafał presencia como su padre mantiene la autoridad al golpear y hacer detener a un campesino que se consideraba libre de la servidumbre.

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En la Varsovia prusiana, el príncipe Gintułt confiesa en la biblioteca que estuvo en Egipto después de la campaña de Bonaparte, allí quedó impresionado por la grandiosidad de los monumentos. Su intención es escribir sobre estas maravillas, pero hace jurar a Rafał que debe ser discreto, guardar silencio sobre todo lo que escuche, hable o escriba. Uno de aquellos días el príncipe aparece en la biblioteca con un militar prusiano al que tiene gran deferencia y se lo presenta a Rafał. Gintułt anima a Rafał a pasear por Varsovia para conocer la ciudad. Durante el paseo, Rafał se encuentra accidentalmente con Krzysztof Cedro, su compañero de colegio en Sandomierz, con el que se entiende accidentalmente en latín. Krzysztof Cedro se ofrece como intermediario para presentarle en la nueva sociedad de la capital. Rafał, es invitado y asiste a varias fiestas en una de las cuales conoce al príncipe Józef Poniatowski, futuro líder de la independencia. En esa fiesta los invitados juegan a la gallina ciega y a las cartas. Después de beber copiosamente, los aristócratas polacos salen a las calles rompiendo objetos y llegan a pelearse con una patrulla de soldados prusianos a los que dejan caídos en el barro.

Ha pasado cierto tiempo y el príncipe es consciente de los progresos que hace Rafał en la

biblioteca. Decide darle más confianza en el entorno social por donde se mueve facilitándole el ingreso en la orden de la francmasonería. El militar que estaba en la biblioteca resulta ser el Gran Maestre de la Orden. Durante la toda la ceremonia de iniciación, Rafał debe ir con los ojos cubiertos. Al terminar los ritos, Rafał se convierte en un miembro de la logia, la cual, da además la bienvenida a varias mujeres entre las que Rafał descubre con asombro a Helena de With. Ésta besa a todos los asistentes.

Después de la ceremonia, Rafał se despierta sobresaltado en un bosque cubierto de hojas sin saber como ha llegado hasta allí. A su alrededor van apareciendo grupos de soldados con aspecto de haber sido vencidos. Llega un carruaje del que desciende Krzysztof y le informa que los austriacos acaban de ser derrotados por Napoleón en Austerlitz. La suerte de Polonia va a cambiar. El emperador será el nuevo dueño del país. Le cuenta que viene de Viena y le invita a ir a su casa

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para hablar del viaje. Cuando Rafał duerme en esta mansión tiene varias pesadillas en la que se figura capturado y torturado en unas montañas por unos soldados junto con Helena. Ella se suicida como resultado de este asalto. Apesadumbrado, tira al barro la ropa que llevaba durante la ceremonia de iniciación masónica. En la casa de Krzysztof aparece un día un veterano que relata a los dos amigos que luchó con los austriacos en Italia hasta que desertó a las Legiones Polacas de la Lombardía. El Directorio francés los envió a Haití para reprimir la sublevación de los esclavos negros. Cuenta, que de 3.700 polacos que partieron a las Antillas solo volvieron 300 y 10 oficiales. A su regreso se alistó otra vez con los polacos que combatían al lado de los franceses, participó en la batalla de Austerlitz y perdió una pierna. Sus esperanzas de futuro se basaban en la entrada de las tropas de Napoleón en las tierras polacas.

Ambos amigos deciden abandonar la casa, a pesar de que el padre de Krzysztof intenta impedirlo. Su propósito es alistarse en las unidades polacas que liberarán Polonia junto con los soldados franceses. En el camino se encuentran con que los austriacos han capturado al veterano que combatía con los franceses. Éste muere ahorcado gritando vivas al Emperador y, además, rechaza la cruz

católica. El plan de los dos amigos es cruzar la frontera que delimita el río Vístula. Llegan al anochecer a la mansión de un rico noble polaco. La esposa de éste es precisamente Elżbieta. El nuevo estado de la mujer deja sorprendido a Rafał. Son invitados por el matrimonio al baile que tendrá lugar esa noche, lo que al mismo tiempo les puede servir para cruzar el río. Durante el baile, Rafał vuelve a insinuarse a Elżbieta, que finalmente accede a tener una cita con él. Mientras Krzysztof espera que su amigo se reúna con él, Rafał y Elżbieta reviven un fugaz romance. Horas más tarde consiguen llegar al río helado y un barquero les conduce a la otra orilla. Sin embargo, son descubiertos por los soldados austriacos que vigilan la frontera. Estos disparan y matan al barquero.

Después de cruzar parte del río saltando sobre los témpanos de hielo, se refugian en una granja, en donde una mujer les ayuda con ropa para combatir el frío. Esta mujer resulta ser precisamente la esposa del barquero, por lo que Krzysztof decide entregarla todo el dinero que tiene, mientras que Rafał, menos generoso, solo la da unas monedas de oro. Ante esta falta de caridad, Krzysztof discute con Rafał y deciden separarse.

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Después de la derrota de Prusia y la entrada de los franceses en Polonia, se permite la formación de un ejército mandado por el general Dąbrowski, Rafał se convierte en un oficial de esta nueva unidad. Se ha creado el Ducado de Varsovia, los polacos, luchan ahora a las órdenes del príncipe Poniatowski y del general Sokolnicki contra los austriacos, que bajo el mando del archiduque Fernando han invadido el Ducado. En la batalla de Raszyn, el príncipe ordena al general que deben retirarse ante la superioridad numérica del enemigo. Esta decisión se explica porque la mayor parte de los efectivos han sido enviados a España. Krzysztof se encuentra en España incorporado a las fuerzas polacas de la Legión del Vístula que junto a las francesas asedian Zaragoza. Se presenta como teniente en la tienda del capitán Wyganowski el cual le recibe con cierto escepticismo cuando Krzysztof le informa que estaba en la caballería, pero que al ser herido, le han destinado temporalmente en la infantería. El capitán, que sabe el español y lee el Quijote, le anuncia que ese mismo día deberán tener una acción en un lugar llamado “Santa Engracia” y tomarlo. Le confiesa, que, a pesar, de que luchó en la Legión polaca en Italia, no había conocido nada semejante a lo de España. Al ultimátum enviado al jefe español Palafox, éste ha respondido con “Guerra a cuchillo”. Será un enfrentamiento muy duro, le confirman a Krzysztof, unos soldados que se están calentando al fuego.

Más tarde los polacos entran por una puerta de la ciudad en columna de batallón dispuestos al combate. Al caminar por las calles, unos soldados derriban una puerta de la que salen varios locos. Ante esta aparición, los soldados, impresionados, retroceden hasta que alguien dispara y mata a uno de los dementes. Krzysztof es abrazado y besado por una loca. El avance prosigue por las calles. Superan una barricada y la lucha se extiende a las casas, desde donde los zaragozanos disparan por las ventanas. Krzysztof entra con varios hombres en una casa para eludir los disparos y los objetos que les tiran desde las ventanas. Atraviesa con la bayoneta a un fraile que le ha disparado. Sus compañeros se encuentran con varias mujeres en una habitación. Las toman como botín de guerra a pesar de sus gritos, ya que quieren aprovecharse en ese momento por si mueren después. Krzysztof libera a una, pero otras le introducen en una habitación donde le amordazan e intentan degollarle con un cuchillo. Consigue gritar y sus compañeros le liberan, arrojando a las mujeres a la calle desde una de las galerías de la casa. Deciden atacar a una

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barricada defendida por españoles que se encuentran en la parte trasera del edificio. Ponen en fuga en un inesperado ataque a los defensores. Krzysztof consigue reunirse con su pelotón en un convento, donde los polacos están saqueando las tumbas y profanando los objetos religiosos. Antes ha presenciado como todos los españoles capturados son fusilados en la calle. Se encuentra al capitán Wyganowski que observa con aparente frialdad como los hombres asaltan a las monjas. Krzysztof dialoga con el capitán que, tras mostrarle el cuerpo de una monja con un cuchillo clavado en el pecho, le comenta que la habían atacado varios hombres, pero se encontraron que se había suicidado con ese puñal. A la afirmación de Krzysztof de ser un hombre duro, el capitán le muestra el documento de su dimisión porque ya no puede soportar este servicio. Siente que está del lado de los españoles. Añade que piensa regresar a Polonia, que ahora se encuentra indefensa ante el archiduque Fernando de Austria que la ha invadido con un ejército e invita a su interlocutor a acompañarle. Poco después el capitán requiere los servicios de un guía español para que le lleve al Estado Mayor, mientras Krzysztof se queda durmiendo. Por la mañana, le despierta por un soldado con la noticia de que su capitán ha sido asesinado por el guía y que su cuerpo está detrás de las murallas. Los soldados no lo quieren mover de allí. Cuando Krzysztof encuentra el cuerpo, los soldados pasan a su lado, e incluso un oficial se niega a rendirle honores, porque el muerto había pedido la baja del servicio. Para ellos es un renegado.

Un carro cargado de cadáveres atraviesa un desolado paisaje español, donde hay numerosos muertos. Krzysztof se acerca cabalgando hasta una aldea donde una mujer y un niño reciben de un oficial francés un puñado de avena antes de dársela a los caballos. La lucha en España es algo sórdido, donde predomina el hambre, la crueldad y la muerte aparece en todas partes. En un camino, el caballo de Krzysztof muestras signos de intranquilidad y su jinete supone que la avena que se le dio estaba envenenada. El caballo acaba despeñándose por un barranco. Krzysztof Cedro sube ahora solo, andando por unas montañas rocosas, donde se encuentra el cuerpo mutilado de un oficial abandonado por la guerrilla. En esta angustiosa situación, se evade recordando sus momentos de gloria en la carga de Somosierra…..

La carga de Somosierra se presenta de forma muy realista en la pantalla. Los jinetes polacos, van superando en su cabalgada cuatro baterías defendidas por paisanos y algún fraile, que cae al grito de “Viva España”, mientras que los disparos de cañón y mosquetes van originando claros en los grupos de jinetes. Krzysztof es también uno de los que resulta herido y derribado, pero los supervivientes son conscientes al final de que han ganado. Cuando un ulano le pregunta a Krzysztof por el nombre del barranco que han superado, éste le responde con entusiasmo, “Somosierra”. Después de la carga Krzysztof se encuentra en un campamento de heridos polacos a la intemperie que recibe la visita del propio Emperador. Los heridos victorean a emperador que se acerca a Krzysztof y le pregunta cuál es su deseo. Éste le responde que confirme que lo que han hecho no ha sido en vano y que su tierra será libre. El emperador le contesta que así será.

Mientras tanto en Polonia, el ejército austriaco del archiduque Fernando está frente a la ciudad de Sandomierz. El oficial Rafał llega herido levemente en un brazo a dormir en una casa y coincide en ella con el general Sokolnicki, al que pide ser su ayuda de campo para la batalla que tendrá lugar al día siguiente. Por la mañana, los austriacos superan en

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número a los polacos, que deben retirarse a las afueras de la ciudad. El general se queja de que sus mejores hombres se encuentran luchando en España. El príncipe Gintułt también está en la ciudad y coincide con Rafał cuando comienzan los combates. Poco más tarde el príncipe entra en una iglesia llena de heridos polacos que serán abandonados. La superioridad de los austriacos obliga a los polacos a retirarse fuera de la ciudad. El general Sokolnicki ordena disparar los cañones contra la iglesia a lo que se opone el príncipe, intentando que los soldados no le obedezcan. Al hacer resistencia a los soldados, uno le hiere con el sable. Gintułt mal herido, pide ayuda a Rafał, usando la consigna de los masones. El joven, que juró fidelidad a la masonería, cumple la orden intentando apagar la mecha de un cañón. Le detienen y el general Sokolnicki condena a Rafał al ser fusilado de inmediato. Su ejecución es impedida al final por varios disparos de los enemigos. Los austriacos pasan el río que les separaba de los polacos, los cuales retroceden, mientras que Rafał, y el príncipe mal herido se ocultan en la ribera. Uno de los soldados austriacos resulta ser el viejo veterano Michcik, que salvó la vida de Piotr Olbromski, y que simula matar a Rafał ayudándole a esconderse.

Rafał se ha dirigido a la casa de su padre con el príncipe agonizante ayudado por Michcik.

El padre se encuentra orgulloso de que su hijo lleve el uniforme de oficial y luche contra los invasores de su patria. En la casa se encuentra también la hermana de Rafał que es reconocida por el príncipe, el cual muere recitando unos salmos masónicos. Los austriacos llegan también a la casa y Michcik consigue ahuyentarlos para ganar tiempo y huir. Los jinetes austriacos regresan e incendian la casa. Cuando vuelve Rafał se encuentra con las cenizas del edificio y su padre muerto. Pregunta a uno de los criados por qué no lo evitaron y éste responde que los campesinos no les ayudaron. Rafał encuentra el cuerpo de Gintułt entre las cenizas como si fuera una estatua hecha del mismo material.

Han pasado tres años. Es 1812, según indica la fecha que aparece en una viga de

madera de otra casa que Rafał está construyendo. Un jinete se acerca a los que construyen la casa y Rafał descubre a su antiguo amigo Krzysztof. Éste le anuncia que a su regreso de España, se ha unido a los setenta mil soldados polacos que bajo el mando del príncipe Poniatowski forman parte de la Grande Armée que va a invadir Rusia. Rafał, desengañado por su experiencia reciente, contesta que solo le interesa reconstruir la casa. Krzysztof le deja, pero más tarde descubre que

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Rafał se le une atravesando un río con su antiguo uniforme y su fiel asistente Michcik. Los ejércitos de Napoleón atraviesan, el Niemen. Ha comenzado la guerra contra Rusia.

Hay varias imágenes de soldados triunfantes revistados por el emperador que se diluyen

ante un paisaje lleno de restos de una retirada. Llega un trineo escoltado por un reducido grupo de jinetes polacos. En el trineo se encuentra el Emperador que pasa al lado de un ejército deshecho. Uno de los oficiales de la escolta es Krzysztof. Al mismo tiempo, surge de un montón de nieve un oficial, es Rafał, que ahora está ciego. La película termina con un Rafał que da unos pasos tambaleantes en la nieve mientras, en paralelo, el cortejo de Napoleón desaparece. Krzysztof no ha sido capaz de reconocer a aquel ciego que era su amigo Rafał…..

Consideraciones

La película sigue el itinerario personal de tres protagonistas de similar estrato social: el príncipe Gintułt, el hijo de un terrateniente Olbromski y el amigo de éste, Krzysztof, también hijo de un noble. Se describe a lo largo de toda la acción como las esperanzas de los polacos de ser independientes les obligan a luchar con los ejércitos de Napoleón al llegar a creer sus promesas de independencia para Polonia. El Príncipe Gintułt es un escéptico; ya no piensa en una federación europea con la Francia de Napoleón, por el recuerdo de la traición del general francés que presenció en Mantua. Un sentimiento que parece, en principio, compartir también Rafał, después de la destrucción de su casa y la muerte del padre. Solo Krzysztof Cedro continúa con esa quimera. A pesar de la cruel alternativa que se le presentó cuando se encontraba luchando en España con sus compatriotas, que estaban reprimiendo - posiblemente sin ser conscientes de ello - los mismos deseos de libertad de un pueblo. Aquí, la gloria de las sucesivas victorias polacas se encuentra contrastada con el frío interés que demuestra el Emperador en el sacrificio de los jinetes que han hecho una carga brillante y heroica en Somosierra. Aún así, Krzysztof Cedro mantiene sus ideales pro franceses, que deberían terminar enterrados en los hielos de Rusia, cuando la “Grande Armée” se retira y el Emperador abandona a sus soldados en un trineo.

Siendo la primera película “histórica” de Wajda – es decir ambientada en un período muy

anterior a la Segunda Guerra Mundial - el realizador no oculta que tuvo que enfrentarse a bastantes

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dificultades. El mismo, comenta: “Yo encontré Cenizas extremadamente difícil de hacer, empezando por los perros que se fueron al bosque en el primer capítulo de la novela. No había en Polonia un solo grupo de perros de caza. Todo tuvo que ser recreado a partir de la nada. La Polonia de los nobles dejó de existir con la reforma agraria comunista y con la destrucción total de decenas de miles de mansiones. Estas casas sólo permanecían intactas en nuestras memorias nostálgicas. El reparto planteó además numerosos problemas. La excepción era Daniel Olbrychski y su brillante inicio como Rafał: Cenizas era la iniciación artística de Daniel. El resto del reparto no tuvo tanto éxito. Pero todos estos errores y debilidades fueron solo un problema para nosotros, los realizadores del film, mientras que los críticos polacos atacaron Cenizas por motivos completamente diferentes. […] Las autoridades afirmaban, que sabían mejor lo que Żeromski tenía en la cabeza cuando escribió Cenizas y lo que eran sus ideas sobre el pasado polaco. En consecuencia, estaban preparados para defenderlo contra cualquier otro, incluido el director de la película. El anterior jefe de Policía y ministro del Interior2 se convirtió de repente en un abogado de la tradición histórica, al que siguieron numerosos escritores y actores. El patriotismo de Henryk Sienkiewicz era considerado el ideal; la explicación de que las escenas, episodios y diálogos imputados habían sido prestados de Żeromski y no de Sienkiewicz no era del todo eficaz. Nadie se molestó en comprobar la fuente. Moczar […] y sus hombres querían tan pronto como fuera posible dividir la nación, o al menos a la elite artística, en revisionistas y verdaderos patriotas. De esta forma yo me había convertido en un “revisionista” lo cual no me beneficiaría en mi posterior carrera como director” 3

Posiblemente el régimen de Gomułka de los años sesenta, debería haber aceptado con

buenos ojos, la crítica despiadada de Wajda a una aventura de tinte “colonialista”, como era la intervención polaca en España, en el marco de una guerra de carácter popular. Sin embargo no fue exactamente así. Como era lógico la peculiar interpretación de ese período histórico por Wajda suscitó una verdadera polémica. Las críticas fueron muy dispares en el momento de su estreno en octubre de 1965. Algunas de ellas son las siguientes: “Qué poco hay aquí de Żeromski. Sin sutileza, sin comprender al hombre, sin complejidad de actitudes, sin calor humano en la descripción del país y su pueblo, y sin huella del tono personal de culpa que viene del sufrimiento de su propio corazón. Frialdad, duros contornos, inequívocamente, oscura. Todo agraviado, tediosamente “explicado hasta el noveno grado”, brutalizado. Hay dos ejemplos de los veinte posibles: el Rafał de Żeromski tiene miedo de enseñar

su falta de modales durante la cena con el príncipe, mientras su contrapartida en la pantalla es descuidada, toma la comida con verdadera glotonería. Żeromski había buscado en él “vacilar antes de llevar la cuchara a su boca” y comer con “una ceremonia sacramental”. En la novela de Żeromski, los legionarios polacos en Italia, aunque andrajosos y descalzos, “marchaban con grandes pasos, seguros, duros, jóvenes e infatigables”.

2 Mieczysław Moczar (1913-1986), era un activista comunista que durante la Segunda Guerra Mundial estaba en el espionaje y la conspiración soviética. Después de la guerra trabajaba en la Seguridad, de 1956 a 1964 era viceministro del interior y de 1964 a 1968 ministro del interior. 3 Traducción del polaco de la página: http://www.wajda.pl.

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ºEn la película ellos arrastran los pies, con un paso artificial, como si fueran miserables o inválidos”. 4

“Mi primera reacción era de horror en la creencia de que pertenezco a una nación cuyas terribles acciones mostraba la pantalla. Es una forma cruel de valor presentar a su propia nación con tal imagen. Parece que nadie en el mundo entero es capaz de tal exhibición de horror que diga: Míranos como somos realmente, crueles y enloquecidos, pero fieles. ¡Ved que bravos somos! Ved cómo sabemos morir y cómo somos inmortales, exactamente como el himno nacional, que se canta al principio de la película: “Todavía Polonia no ha perecido mientras nosotros estemos vivos…”. Una nación sin cerebros, sin hombres de estado, siguiendo locamente el camino de la muerte; una nación sólo con corazones y puños duros para luchar “5

“Aquellos que reclaman que la historia se ha evaporado del film de Wajda, en el nombre

de un franco debate, deberían decir más bien: “Yo no encuentro en esta obra mi comprensión de la historia”. El arte y la cinematografía polacas se han enriquecido con una creación realmente destacada.” 6

“El film de Wajda no debería confrontarse con la historia o incluso con la literatura de la

que él hace tanto uso, sino más bien con la esfera de la mitología nacional y de las leyendas que han construido esta historia. No podemos cambiar nada del pasado, pero podemos tener influencia en el presente que es un eco del pasado mitológico. Como confrontación con el mito de la Romántica Napoleónica y de los Nobles, que persiste más allá de la novela de Żeromski, el film de Andrzej Wajda es un hecho consumado que no puede ser ignorado. Así como la leyenda de septiembre de 1939 se evidenció en Lotna7, la leyenda de Cenizas esta destinada a fracasar”8

A pesar de lo que han reflejado los críticos de la Polonia de los años sesenta - que posiblemente estarían condicionados por su propia situación política - resulta curioso comprobar que actualmente la película sea calificada por otros críticos como una obra maestra de cine histórico9. Cenizas se presentó a competir en el XX Festival de Cannes de 1966. En este festival los críticos de las dos revistas españolas especializadas de la época, Film Ideal y Nuestro Cine, emitieron juicios que analizaban la película desde dos perspectivas diferentes. El de la primera, Ramón Moix, se fijó más en sus valores estéticos. Sus impresiones fueron: “Tomada de una novela homónima de Stefan Żeromski, que parece ser un clásico en su Polonia natal, el film de Wajda es, ante todo, el retorno a una visión romántica de la Historia. Visión romántica en lo que tiene de cumplida exaltación de una epopeya, pero sin excluir un punto de vista crítico -repartido objetivamente en tres protagonistas del relato - sobre la gesta que se reconstruye: la Napoleónica.”

“Cenizas es, resumiendo, uno de los más bellos films de Wajda. En la gran línea de una

cinematografía en pujanza. Un film sobre el que apetece escribir mucho, rico en sugerencias de toda índole y que sería necesario ver exhibido comercialmente en España (un recuerdo para la impar Beata Tyszkiewicz). Una obra, en fin, que honra a un director. Que Cannes no lo entendiese así, es otro lamentable problema.”10

4 Zbigniew Załuski en Ekran, 24 de octubre 1965. 5 Andrzej Jarecki en Sztandar Młodych, 25 de octubre de 1965. 6 Kazimierz Wyka en Polityka, 13 de octubre de 1965 7 Anterior película de Wajda, de 1959, basada en la novela de Wojciech Żukrowski sobre la campaña de septiembre de 1939 durante la invasión de Polonia por Alemania. 8 Konrad Eberhardt en Film 24 de octubre 1965. 9 Jean-Pierre Frimbois, Les 100 chefs-d´oeuvre du film historique. Pag 44 10 Film Ideal. Nº 189. 15 de junio de 1966.

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Por parte del crítico Alvaro del Amo de Nuestro Cine, su análisis es el siguiente:

“En su lucha contra el imperio austriaco, los polacos deciden aliarse con los ejércitos de Napoleón, con la esperanza de que encontrarían su apoyo para librarse de la dominación de Austria. Este error de visión revolucionaria se hace patente cuando el ejército polaco se ve obligado a colaborar en la dominación de otro pueblo – el español - que se encuentra en casi idénticas circunstancias. Este es, a grandes rasgos, el contenido histórico de Popioły. Wajda presenta una serie de personajes que añaden a este error de visión histórica sus propias limitaciones (provenientes de actitudes románticas) a la hora de participar en el conflicto. La guerra no es, en general, para los protagonistas del film un conflicto definible, con muy precisas motivaciones, con exp1icables fuerzas en juego, sino por el contrario una especie de caos, de elemento extraño que interrumpe bruscamente en sus vidas, ante el que solo son capaces de oponer como único rasgo de lucidez su esperanza difusa de librarse de los austriacos. De otro lado (y aquí entra de una forma más contundente la decisión de Wajda por dotar al film de una nueva forma narrativa, no contentándose con la exposición de los aspectos ya apuntados), una de las características más definidoras del relato romántico estriba en la descripción casi exhaustiva de la vida de los personajes, a través de una serie de peripecias que abarcan, mediante un relato pormenorizado la totalidad de los datos, de las circunstancias por las que el personaje va pasando, un poco a ciegas, empujado por un ideal vago, contradictorio, que le va impulsando a “seguir adelante”a tomar bruscas decisiones, que conforma también sus momentos de entusiasmo o desanimo. Esta actitud de los personajes, al contacto con la guerra (entendida de la forma indicada) se hace aún más evidente, aún más inútil, desde un punto de vista histórico.”

“Para mostrarnos esta doble situación de descontrol (de personas y de hechos en los que se encuentran inmersas las personas), Wajda ha interrumpido la continuidad del relato romántico para coger a los personajes, sorprenderlos solo en determinados momentos que no son, de otro lado, los más «importantes» para el criterio romántico. De este modo, a través de un juego de elipsis (que no es aquí recurso para dotar de continuidad a la narración, sino un procedimiento que afecta al esqueleto mismo del relato) el film consigue exponer, sirviéndose de la modificación y también, en cierto sentido, de respeto por la narrativa romántica, una perspectiva histórica, moderna, consistente

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en retratar una época caracterizada por una serie de elementos que funcionan entre sí como una serie de bolas que giran cada una por separado, sin que los personajes entren, participen, realmente en los acontecimientos sin que logren, tampoco una verdadera, relación entre sí, agotados por la inutilidad de su esfuerzo, por la misma inutilidad de lo que ellos creen sus ideales. Existe también en Popioły una matización entre las actitudes de los diferentes protagonistas en función de su clase social (nobleza, alta burguesía, propietarios agrícolas, campesinos), así como de los resultados (negativos) de fórmulas apasionadas de “comunicación”, de penetración de unas clases en otras.”

“El film de Wajda, del que hemos procurado trazar sus más importantes características, constituye, pues, un moderno ejercicio de libertad, de búsqueda (y de logro) en el siempre problemático campo del cine histórico en el más preciso sentido del término.”11

En las impresiones anteriores se detecta que ambos críticos habían sido algo influidos por

otras obras que se proyectaban en ese momento en Cannes como la “escandalosa” Religieuse de Rivette en el primer caso y El Gatopardo de Visconti en el segundo, que no participaba en el festival. Ninguna de ellas es comparable a Cenizas, que, por otra parte, tiene entidad propia como para no entrar en la trampa de este ejercicio. De hecho, el tiempo ha trabajado a favor de este juicio, y además, una visión repetida de esta película proporciona matices e impresiones cada vez más enriquecedores. Los dos críticos se dieron cuenta de que se encontraban con una película importante. Es asombroso que los jueces del XX Festival de Cannes fueran incapaces de comprender que las dos películas históricas presentadas por Polonia como Cenizas o el Faraón de Jerzy Kawalerowicz eran dos obras maestras del cine histórico. Posiblemente a la segunda, quizás una de las mejores realizaciones sobre el Egipto de los faraones, le pesaba demasiado el antecedente “herético” de Madre Juana de los Angeles y a Cenizas un periodo demasiado complicado de la historia de Polonia, como para poderlo comprender con rapidez. Además, la novela de Żeromski se había publicado traducida hacía más de treinta años y por ello no debía ser conocida por los jueces del festival. El resultado fue, que un jurado presidido por Sofía Loren, en el que participaban escritores de la talla de André Maurois, Marcel Archard, Jean Giono, Marcel Pagnol, fuera incapaz de valorar películas basadas en las joyas literarias de Stefan Żeromski y Bolesław Prus, y premiara films de mucha menor calidad como Un hombre y una mujer de Claude Lelouch, Signore e signori de Pietro Germi o Alfie de Lewis Gilbert. Para completar la paradoja en el festival participaba fuera de concurso otra obra maestra de cine, Campanadas a medianoche de Orson Welles y éste solo recibiría un extraño premio homenaje por su contribución al cine mundial.

La película recrea de forma minuciosa una forma de vida en la Polonia de finales del siglo

XVIII y principios del siguiente. Europa cambia rápidamente con las guerras de Napoleón y los polacos intuyen que deben participar en ellas si quieren conseguir la independencia como nación. El cómo, se refleja en la actuación de cada uno de los tres protagonistas. Krzysztof no acepta que la lucha que tiene lugar en Zaragoza esté ahogando la libertad de otro pueblo que puede estar en una situación parecida a Polonia. Uno de los oficiales polacos, el capitán Wyganowski que, antes de luchar aparece como un interesado de la cultura española, es asesinado a traición por un miembro de la guerrilla, posiblemente un afrancesado ocasional, pero quizás es el precio que tiene que pagar por “la traición a los pueblos”. La expresión verbal de su toma de conciencia, en donde comprende lo injusto de la guerra contra el pueblo español, tiene lugar en un breve respiro de las luchas callejeras de Zaragoza en el siguiente diálogo, dentro del mismo convento que sus soldados están expoliando, al confesar a Krzysztof:

- “Yo no soy ningún Scipión. Soy polvo y cenizas. Mira esto.” - “¿Qué es?2

11 Nuestro Cine nº 53 - 1966

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- “La dimisión. No puedo soportar este servicio. Me ha matado. No me incorporé al ejército para quemar vivos a los campesinos españoles. Estoy de su lado en espíritu.”

- “¡Malo!” - “Esta guerra no va a acabar nunca. Yo sé cómo terminarla y cuándo. Para eso soy soldado.

No se les puede derrotar porque con ellos está la razón.” Krzysztof que piensa de otra forma, responde:

- - “Se podría demostrar que no la tienen. ¿Qué es lo que defienden ellos? ¿Bienes de los

monasterios? ¿Inquisición? ¿Feudos? Es una nación inculta. ¿Quién de los nuestros lucharía por la herencia de los reyes, cualquiera que sean?” El capitán le pregunta:

- - “Uhm... Y tú ¿por quién luchas?” - “Yo lucho por mi alma, con orgullo, por la patria.” - “Ah sí, ¿pero acaso la sangre derramada bajo las murallas de Zaragoza ha apoyado a nuestra

causa? La de los soldados del emperador Napoleón, para él y no para nosotros. Deja Polonia indefensa ante el saqueo del archiduque Fernando, mientras que nosotros morimos aquí en los campos de Castilla y Aragón.”

- “¿Hay guerra también allí?” - “¿Guerra? Los austriacos se han lanzado hacia Varsovia. Pero allí, sabré por lo menos por qué

estoy luchando. Regreso. Vente conmigo al país.” Wajda presenta a los españoles que combaten como civiles o campesinos. No aparece

ningún español de uniforme, porque de esta manera el realizador refleja mejor lo que era el enfrentamiento de la Legión del Vístula contra un pueblo en armas. En Zaragoza, los españoles que fusilan los polacos parecen, lo que debían ser, verdaderos campesinos. En la carga de Somosierra ocurre lo mismo. El director se puede haber inspirado en varios pintores polacos - aparte del cuadro clásico de Lejeune - como Bylina o sobretodo Suchodolski, que muestran como los que defendían Somosierra eran una mezcla de soldados y civiles. También se puede comprobar la participación de los frailes en las luchas. Disparan o enarbolan la cruz como si fuera la bandera. Contrasta esta perspectiva con la que se describe en el caso de los austriacos y prusianos, donde los hombres más

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que combatir, parece que evolucionan. Wajda, con cierta intención, solo cuenta un combate que parece ser mucho menos real, mientras que en Zaragoza los soldados saquean, violan a las monjas y se burlan de los objetos religiosos.12 En esta ciudad, el sentimiento católico de los polacos no figura cuando se han involucrado en una guerra injusta. Solo interesa el botín y el saqueo. Estas imágenes contrastan con las de la lucha en Sandomierz. La iglesia es ahora el lugar de refugio para los católicos polacos que se defienden de la invasión austriaca. Por ello, la forma narrativa de Wajda lleva una fuerte carga ideológica sobre la razón de la justicia a nivel nacional que la película resume bastante bien. No tiene nada de extraño que en una Polonia con un alto sentido de orgullo patriótico no gustara a varios críticos que la pantalla reflejara crueldades y miserias de sus soldados.

Lo trágico del relato es que si alguno quiere renunciar a seguir en la guerra injusta, no puede

hacerlo. Cuando Krzysztof recibe la noticia de que ha aparecido el cuerpo agonizante del capitán en las afueras de Zaragoza, los soldados no quieren ocuparse de él. Krzysztof intenta auxiliar al capitán y se encuentra esta respuesta en los soldados que pasan cerca del cuerpo. - “¡Capitán!” - “¿Por qué se compadece de él, señor oficial? Es un traidor que no merece el uniforme polaco.

Ha solicitado la dimisión. Quería salvarse. Es un cobarde y renegado.” - “¡Señores! Es un soldado. Ríndanle homenaje.” - “Tú se lo rindes. Él ya no es soldado. Nosotros iremos otra vez a la batalla,

12 Es otro de los cambios del guionista, Aleksander Ścibor-Rylski respecto de la obra original de Żeromski. En el libro no hay este tipo de escenas, las mismas las fuentes de la época no dan información de hechos de este tipo por parte de los polacos, en su gran mayoría católicos. En cambio, existen ejemplos entre los elementos anticlericales franceses, fieles a los ideales de la revolución de 1789, así Żeromski cuenta en otro capítulo la profanación de objetos religiosos solamente por parte de los soldados franceses en un pueblo de Aragón. Es difícil explicar este cambio en la película de Wajda, aunque hay que recordar que en los años sesenta en la Polonia comunista, la política contra la Iglesia católica fue uno de los fundamentos de una autoridad impopular.

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y en cambio, él ha conseguido la baja. Es justo que se pudra con el calor.”

Con el fondo de una Zaragoza saqueada e incendiada, Krzysztof intenta tapar la cara de Wyganowski con un pañuelo y cubrir su cuerpo con arena, mientras tanto un fuerte viento barre la tierra cercana al cuerpo. La historia en realidad

Película, inédita en España, basada como se ha comentado, en la novela histórica de Stefan Żeromski, abarca el periodo de 1797 a 1812, cuando Polonia había desaparecido del plano de Europa, ya que era dividida por tercera vez entre Austria (una parte del sur del país), Prusia (la capital y el territorio comprendido en el oeste con parte de la Polonia central hasta el Niemen) y Rusia (el resto del país). Polonia lucha desde entonces por su identidad nacional y su independencia.

Hasta 1795 existía la llamada República de los Nobles (oficialmente “la República de las

Dos Naciones”, Corona Polaca y Gran Ducado Lituano, aunque todo el país se llamaba Polonia), donde cada noble - alguno sin tierra- disponía de un voto para elegir al Rey. Teóricamente un noble podía ser rey de Polonia (es el caso de Jan III Sobieski, que ganó contra los turcos la batalla de Viena en 1683, que no tenía ningún título aristocrático). Oficialmente no había aristócratas polacos. Todos los títulos eran extranjeros – o antiguos títulos rutenos y lituanos, o sobre todo durante el siglo XVIII los títulos otorgados procedían de los soberanos de las potencias vecinas – Rusia, Austria, Prusia, incluso también de la Santa Sede. Muchos de estos títulos tenían su origen en premios a grupos políticos inclinados a los prusianos, rusos o austriacos durante la crisis del Estado. A finales del siglo XVIII cuando Polonia perdió la independencia, los nobles constituían el 12-15% de la población. Después, en las tierras polacas, las potencias ocupantes reconocían -basándose en sus leyes- los títulos aristocráticos.

A pesar del reparto, en 1797, el general Henryk Dąbrowski fundó en Italia unas

formaciones militares polacas – las Legiones Polacas – con la esperanza, de que la participación de los polacos contra los austriacos ayudara a la liberación de su país. Estas formaciones son las que

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aparecen al principio de la película bajo el mando del general Bonaparte. Sin embargo, la paz que Francia firmó con Austria en Campo-Formio supuso el envío de parte de las Legiones a Santo Domingo para acabar con la insurrección de los esclavos negros y, en consecuencia, el amargo fin de esta esperanza. En 1806 el ejército francés entró en Polonia después de haber vencido a Prusia para continuar la guerra contra Rusia. Napoleón convocó al general Dąbrowski a su cuartel general en Berlín y a Józef Wybicki, hombre político de la emigración también relacionado con la creación de las Legiones Polacas. Les animó a lanzar una proclama para que sus compatriotas se unieran a la lucha. En ella se leían las famosas palabras del Emperador “Je verrai si les Polonais sont dignes d´être une nation”. Era, en realidad, un no comprometerse. Por su parte. Dabrowski creó rápidamente una fuerza de 30.000 hombres que entraron en campaña contra los prusianos en febrero de 1807. En los territorios liberados se creaba una administración polaca sometida interinamente al mando francés.

Después de las derrotas de los rusos en Friedland en junio de 1807, se firmó la paz de

Tilsit por la que surgían dos nuevos estados. Uno de ellos era la parte de Polonia que había tenido Prusia. Se la llamó Ducado de Varsovia. Este estado era independiente, aliado con Francia y se mantenía bajo el rey de Sajonia Federico Augusto III. Este monarca pertenecía a su vez a la Confederación del Rhin que se encontraba en el protectorado de Napoleón. La paz de Tilsit no satisfacía las demandas nacionales polacas ya que el Gran Ducado no tenía relaciones con otros estados y Francia mantenía en Varsovia un agente diplomático con competencias muy amplias. El emperador actuó, como era habitual en él, con gran celeridad y convocó en Dresde a los miembros de la comisión del gobierno polaco para entregarles los principios básicos de una Constitución. Esta Constitución, aunque tenía en cuenta las tradiciones polacas, proclamaba la abolición de la servidumbre, la igualdad ante la ley y la libertad de conciencia, pero no cambiaba la situación en lo referente a las propiedades. Los nobles seguían siendo propietarios de sus bienes y tierras y podían explotarlos por medio del trabajo de los campesinos que continuaban en sus dominios con un poder cada vez más reforzado por la administración territorial, inspirada en el modelo francés. De hecho, Federico Augusto residía en Dresde y no aparecía por Varsovia más que en muy pocas ocasiones. Dejaba sus competencias a un Consejo de Ministros, que en realidad, estaba controlado por el agente diplomático francés.

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El Gran Ducado tenía una extensión aproximada de 104.000 kms2 y 2,6 millones de habitantes.13 El ejército alcanzaba la cifra de 45.000 hombres que se habían conseguido por los esfuerzos de Dąbrowski. El reclutamiento bajo el sistema de conscripción duraba seis años y los voluntarios procedían incluso de prisioneros de origen polaco originarios de Rusia o de la misma Austria. Los oficiales que habían servido bajo las Legiones Polacas constituían el núcleo principal y configuraban el estilo de este ejército. Con este estilo se intentaba dar a los soldados una educación cívica, así que, el ejército del Gran Ducado era una escuela de democracia donde no aparecían los prejuicios de clase social y los valores personales suponían la promoción de los oficiales, aunque sus orígenes fueran humildes. El ejército era una especie de esperanza para la soñada independencia y la carrera militar no tardó en alcanzar un gran prestigio. Sin embargo, Napoleón exigió que una parte de este ejército pasara al servicio de Francia, sobretodo para intervenir en el territorio español. Las unidades que se incorporaron al ejército francés eran el Regimiento de caballería ligera de la Guardia Imperial (aproximadamente mil jinetes), Legión del Vístula (8.000 hombres en tres regimientos) y tres de los mejores regimientos de infantería encuadrados en la División de Varsovia (11.000 soldados). Un total aproximado de 20.000 hombres, casi la mitad de los efectivos totales. El Ducado comenzaba a abonar así al emperador su tributo de sangre. El trayecto de Krzysztof lo empezamos a reconocer como jinete de la caballería ligera. Su primera experiencia será en Somosierra.

La carga que aparece en la evocación de Krzysztof como un recuerdo glorioso tuvo lugar

el 30 de noviembre de 1808, al principio de la guerra. Después de la retirada de los ejércitos franceses al Ebro como consecuencia de la batalla de Bailén, Napoleón decide intervenir personalmente en España. Esta intervención supone la llegada de un ejército de 150.000 hombres experimentados, que unidos a los que ya había en la península, permite al emperador disponer de un total aproximado de 330.000 combatientes. Los ejércitos españoles, muy inferiores en calidad – e improvisados, por la mezcla de soldados bisoños sin entrenar y veteranos- que se oponen a este contingente apenas llegan en efectivos a la mitad del francés y son derrotados sucesivamente en las batallas de Gamonal, Espinosa de los Monteros y Tudela a lo largo de ese mes de noviembre.

El emperador se dirige con rapidez hacia Madrid. La Junta Central solo puede oponer

restos de unidades vencidas o reclutas, armados muy deficientemente, que van saliendo de la capital hasta un total de 12.000 hombres. Estas tropas, al mando del general Benito San Juan, ocupan el acceso al puerto de Somosierra y de Sepúlveda. En esta ciudad se sitúan 4.000 efectivos, los otros 8.000, en la subida al puerto. El ejército francés llega al pie del puerto a las 9 de la mañana. El mariscal Víctor tiene el encargo del emperador de romper la línea española. En el primer movimiento el mariscal dispone que la infantería suba por las laderas para desalojar a los tiradores españoles de vanguardia. El avance, subiendo por las laderas, es lento y el camino real está bloqueado por las baterías españolas que disparan con eficacia frenando el avance francés. Hay una niebla espesa que impide tener una idea exacta de la situación. A las 11 la niebla se disipa y el emperador recibe información sobre las dificultades de la progresión de sus soldados. Observa personalmente el terreno, se impacienta y ordena que cargue la caballería ligera de frente contra las cuatro baterías españolas que están situadas en los cuatro recodos que tiene el Camino Real en su ascenso hasta el puerto. Los oficiales que reciben la orden le dicen que es imposible la carga. El Emperador se enfurece, y en ese momento el mayor Segur transmite la orden al capitán Jan Leon Hipolit Kozietulski, jefe del tercer escuadrón de la caballería ligera polaca. Es una carga casi suicida para 150 jinetes que deberán galopar cuesta arriba durante ocho minutos, en un recorrido de más

13 Véase Monika Senkowska-Gluck, Pologne en Dictionaire Napoléon, Jean Tulard (director). Artheme Fayard. Paris 1999, Vol. II, págs. 518-523. Así como: Marceli Handelsman, Napoleon et la Pologne 1806-1807, en Revue des Études Napoléoniennes, no. 5, París 1914; Szymon Askenazy, Napoleon et la Pologne, París 1903; Robert Bielecki, L´effort militaire polonais 1806-1815, en Revue de l´Institut Napoleón, 1976.

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de dos kilómetros, recibiendo el fuego directo de dieciséis cañones.14 El retrato de un superviviente Andrzej Niegolewski es el siguiente:

“Apercibí que el escuadrón avanzaba rápidamente hacia la montaña, formando en columna de a cuatro con el jefe del escuadrón Kozietulski en cabeza. Viendo cargar a mi escuadrón, salté a caballo y con los hombres que me habían acompañado, intenté reunirme a la columna para situarme a la cabeza de mi pelotón del que no había tenido tiempo para tomar el mando. Cuando alcancé el escuadrón ya estaba en el desfiladero y ya se había adueñado de la primera fila de baterías españolas. Proseguía su carrera de a cuatro sin detenerse, sin orden de combate, y lanzando el grito de: “¡Adelante, viva el Emperador!” a pesar de la metralla mortal que llovía sobre su frente y sobre sus flancos, a pesar del fuego terrible que la infantería española lanzaba desde las alturas próximas. En esta carrera rápida como un relámpago, los primeros que caían eran reemplazados por los que les seguían y éstos por los otros, sin prestar atención a sus camaradas caídos, por el fuego terrible de mosquetes y metralla que llegaba al grupo, llegamos hasta la cima de la montaña después de haber anulado las cuatro baterías, donde sableamos a los artilleros sin darles tiempo a recargar sus piezas. La infantería española que ocupaba las alturas quedó tan impresionada de la impetuosidad de la carga y de la fuerza irresistible que nos inflamaba que huyó sin esperarnos. Entonces llegaron los otros tres escuadrones polacos y los Cazadores a Caballo de la Guardia y persiguieron al enemigo... La menor duda, un solo instante de vacilación habría permitido cargar las piezas a los artilleros; el escuadrón ya diezmado terriblemente por la primera descarga, habría sido aniquilado por la segunda y jamás podríamos habernos hecho dueños de la posición.”

14 Existe una información abundante de este hecho concreto entre la que se puede citar: Javier Francisco Pastor Muñoz, y María Jesús Adán Poza, El campo de batalla de Somosierra (30 –XI – 1808) Consejería de las Artes Comunidad de Madrid 2001, Juan José Sañudo Bayón ¿Qué pasó en Somosierra? Revista de Historia Militar. Nº 68 Pags. 141-169. En Polonia, lógicamente, existen varios trabajos sobre Somosierra, entre ellos se puede citar Robert Bielecki, Somosierra 1808, Wydawnictwo Ministerstwa Obrony Narodowej, Warszawa 1989 y Marian Brandys, Kozietulski i inni, Świat Książki, Warszawa 1997.

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“Es verdad que cuando estaba lanzado en persecución de mi escuadrón después de la captura de la primera batería, vi a varios jinetes dudando, entre otros a Konopka, reunidos en un rincón de la primera batería que acababa de ser capturada, cuando me vieron pasar a toda velocidad, poco dispuesto a escuchar sus gritos de "¡Deteneos, teniente, deteneos! ¡el fuego es horrible!" a los que sólo contesté con algunos reproches enérgicos, se unieron a mí y en un cerrar de ojos nos unimos al escuadrón a los gritos de “¡Adelante, viva el Emperador!”. Puede ser que este incidente induzca al error de considerar que el escuadrón había vacilado. Admitiendo la vacilación del escuadrón, que se había situado en el momento en que Kozietulski fue derribado de su caballo y en que Dziewanowski toma el mando y renueva el ataque. Es cierto que, al comienzo de la carga Kozietulski cayó de su caballo, con el uniforme acribillado de balas y no pudiendo seguir la carga a pie, debió retirarse. Es cierto que después de él, el mando recayó en Dziewanowski por derecho de antigüedad. Pero es falso afirmar que el escuadrón se sintió desmoralizado después de la caída de Kozietulski, es inútil hablar de una transmisión del mando... El escuadrón una vez lanzado a los gritos de ¡Viva el Emperador! no entendía ningún mando, todos, capitanes, tenientes, soldados, animados del mismo ardor y pronunciando el mismo grito, no prestaron atención ni a la ausencia de su jefe Kozietulski, ni a la muerte de sus camaradas, se lanzaron sobre las baterías y se apoderaron del desfiladero. ..”

“Una vez que ha comenzado la carga cada uno se confía a la velocidad de su caballo: Así, yo que llegaba cuando el ataque había empezado, fui enseguida uno de los primeros. Recuerdo que el teniente Rowicki que galopaba a mi lado me gritó: “Niegolewski para tu caballo, yo ya no soy más el jefe” a lo que le respondí: “Suelta la brida”.Fueron las últimas palabras que pronunció, un instante después cayó mortalmente herido. Era el segundo de mis camaradas que veía perecer; un momento antes había percibido a Krzyżanowski caído entre la primera y segunda batería. Vi durante un instante al capitán Dziewanowski que, con la pierna rota por una granada, estaba tendido a la altura de la tercera batería a la izquierda del camino del desfiladero. El capitán Piotr Krasiński había recibido una fuerte contusión en el pecho. No supe en que momento de la carga abandonó las filas de jinetes. De todos los oficiales que participaron en la carga soy el único que llegó a la cuarta batería sano y salvo, pero mi caballo fue herido, mi uniforme, mi cartuchera y mi chacó atravesados por las balas, y mi sable roto por la metralla. El escuadrón no se detuvo por la caída de Dziewanowski ni por la de Kozietulski y llegó de una sola carga a la cuarta batería. [...] Percibo sobre la izquierda del camino algunos soldados españoles de infantería agrupados alrededor de un bastión, frené mi caballo por primera vez: observé en torno a mí, y no me vi acompañado más que por algunos jinetes. Pregunté a Sokołowski que había llegado conmigo: «¿Dónde están los nuestros? «Están muertos-, me respondió. En efecto. Muchos de nuestros camaradas habían pere-cido, otros habían perdido sus caballos y quedado atrás, otros, en fin, se habían dispersado a derecha e izquierda al llegar a donde el desfiladero se ensanchaba.”

“La infantería española continuaba aún su fuego contra nosotros y tras la 4ª batería se encontraban aún algunos artilleros: “Sokołowski, carguémosles”- grité y caí sobre ellos con un puñado de los míos. Los españoles huyeron, pero Sokołowski pagó con la vida este último triunfo. En este momento no ví junto a mí a ninguno de mis soldados y mi caballo alcanzado por una bala, cayó debajo mí. En un cerrar de ojos los españoles se vuelven, disparan y dos de ellos apoyan sus fusiles en mi cabeza y disparan. Por una gracia especial de la divina Providencia, las balas no hacen más que herirme. Pocos hombres han visto la muerte tan cerca: vi los fusiles apoyados en mi cráneo, noté los disparos, me sentí desfallecer, pero no perdí el conocimiento, los españoles se movían en torno a mí gritando: «A la derecha, a la derecha, arriba, arriba». En un instante fui herido por nueve bayonetazos, me robaron el cinturón con el dinero y me dejaron bajo mi caballo. El dolor de las últimas heridas que había recibido abatió mi ánimo. Rodeado de los españoles y esperando la muerte entre torturas, suerte general que aguardaba a sus prisioneros, no osé respirar, poco tiempo después oí tambores y los gritos de “Viva el Emperador”, y vi llegar los otros escuadrones polacos y a los Cazadores a Caballo de la Guardia. [...] La llegada de los otros escuadrones fue

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ciertamente necesaria para completar la victoria del que había sido tan horriblemente diezmado.”15 Al día siguiente de la carga el emperador eleva al tercer regimiento polaco a la categoría

de Vieja Guardia y condecora con la Legión de Honor a: el jefe Kozietulski, capitán Krasiński, teniente Niegolewski, cabos Cichocki, Dąbczewski, Waligórski, Babecki y soldado Surzycki. Cuando los supervivientes de la carga, un 54% de los efectivos, llegaron al campamento del mariscal Víctor, las tropas les rindieron honores y el emperador que presenció el desfile de la caballería polaca se quitó el sombrero y exclamó: “Soldados, suboficiales y oficiales, sois dignos de la Vieja Guardia, yo os contemplo como los más valientes de los valientes”.16

En la película, el realizador ha reflejado con bastante aproximación el relato anterior con

la salvedad de que la carga se realizaba galopando cuesta arriba, en un paisaje montañoso y que los servidores de las baterías eran soldados. No obstante, como se ha comentado, los diferentes cuadros conmemorativos de la carga recogen las figuras de campesinos españoles con frailes que llevan cruces. Wajda no ha rehuido esta interpretación para insistir, que en el caso español, la guerra era la de un pueblo que luchaba. Cuando después de la carga el emperador visita a los heridos entre los que se encuentra Krzysztof el dialogo es el siguiente

- “Sire...”. - “Ton nom?” - “He dejado la casa de mi padre porque creía que mi patria sería libre y ahora... en una

ajena...” - “Quelle est ton desir?” - “Díganos que no todo se ha hecho en vano, que era por mi patria. ¡Emperador! ¡Emperador!” - “Soit” - “¡Vive la Pologne!”

En cuanto a lo que sucedió en Zaragoza la realidad histórica es la siguiente.

15 Coronel Andrzej Niegolewski , Les Polonais a Somo-Sierra. En Espagne en 1808. La Librairie des deux empires. París. 2001 págs 27 -31. 16 Id pág. 12.

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La legión del Vistula, que ha entrado en España por Roncesvalles, se presenta frente a la ciudad el 16 de junio de 1808. Es el comienzo del primer sitio. Un relato de los combates que tuvieron lugar en los quince días siguientes corresponde al sargento Kajetan Wojciechowski:

“Cerca del gran monasterio había algún edificio con la puerta abierta. Los muebles y

paramentos de la iglesia estaban desparramados. Aquí oscuridad, allí fuego. Aquí vacío, allí criaturas misteriosas o fantasmas. Vestidas con casullas, o semivestidas, o desnudas. Cantando, gritando, saltando. Todas las mujeres, en su mayoría, jóvenes y bonitas, en cantidad de unos centenares. Algún francés nos dijo, que estas mujeres habían perdido el juicio durante el sitio. Era esto el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, conocido como el Hospital de las Locas. El primer edificio cerca del Coso fue conquistado por los polacos en esta calle. Los polacos pensaron que había sido incendiado por los defensores para retrasar el asalto. Vi como una de estas jóvenes dementes, entre una verdadera lluvia de balas se colgó del cuel1o de uno de nuestros soldados, besándole calurosamente. El pobre soldado de ningún modo podía desembarazarse de ella. No sabía si defenderse de la mujer o si atacar a los españoles. Por fin, la pobre infeliz fue alcanzada por una bala de un compatriota suyo. En otro monasterio de religiosas vi horribles escenas por las que supe que las monjas no estaban allí seguras. Vi también a un granadero francés que yacía en un corredor cerca de una monja moribunda con un puñal en su corazón, seguramente clavado con su propia mano. Con indignación corrí a la calle y vi cerca de la puerta como sobre el pavimento caía muerto el teniente Kaliński. Y a ambos hermanos Głowaczewski, que estaban situados juntos, y que a la vez fueron alcanzados por un proyectil perdiendo los dos las piernas y la vida.”

“El capitán de exploradores Notkiewicz, del segundo regimiento, siempre con su pipa entre los

dientes, llegó con su compañía, el primero hasta la plaza, ante la basílica de Santa María del Pilar. [...] Muchos monasterios cayeron en nuestras manos, pero muchos más quedaban todavía en manos de los defensores. En las calles sacos con lana y arena preparados para construir barricadas y bateas. Había también aspilleras preparadas por los defensores. En las ventanas, tejados, muros y torres desde los cuales todavía lanzaban piedras. Nuestra infantería algunas veces había conseguido la plaza del mercado de la ciudad, pero siempre hubo de retirarse. Cuando conquistaban alguna casa del lado derecho, entonces los defensores tomaban la del lado izquierdo. No era posible conquistar totalmente ni quemar esta ciudad. Después de la salida de este edificio de las locas, nos encontramos con el fuego dirigido hacia nosotros. Algunos soldados se escondieron tras una pared y me fueron pasando los fusiles cargados. Yo tiraba asomando sólo el cañón del fusil. Estos disparos certeros agitaron a los españoles que se encontraban delante del monasterio, pues huimos en medio de una lluvia de balas [...]”17

Como se puede comprobar en estos párrafos, el director, se ha apoyado en la novela de

Żeromski, que a su vez recoge parte de las memorias de Wojciechowski publicadas en Polonia en 1845 18, reproduce con bastante fidelidad la descripción anterior.

17 Wieslaw Felix Fijalkowski, La intervención de tropas polacas en los Sitios de Zaragoza. Institución “Fernando el Católico”Zaragoza 1997. pags. 58 y 59. 18 Kajetan Wojciechowski, Pamiętniki moje w Hiszpanii, Pax, Warszawa 1978.

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Dos años después de la creación del Ducado de Varsovia, éste debió de defenderse

contra una invasión austriaca efectuada por el archiduque Fernando al mando de un ejército de 32.000 hombres. Para defender Varsovia, Poniatowski solo tenía 16.000 hombres que se enfrentaron a los austriacos en Raszyn cerca de la ciudad. Consciente de su inferioridad el príncipe tuvo que retirarse, evacuando la capital, pero lanzó su pequeño ejército sobre la Galitzia. Sorprendidos por esta maniobra los austriacos tuvieron que dejar Lublin, Sandomierz y Lwów. El archiduque tuvo que abandonar Varsovia para defender la Galitzia. Los austriacos consiguieron recuperar Sandomierz y Lwów, por lo que Poniatowski se encontró en una situación muy difícil. La victoria de Napoleón en Wagram puso fin a las hostilidades. La paz firmada con Austria en Schönbrunn permitió a los polacos la anexión de la Galitzia occidental, es decir los territorios anexionados a Austria en el tercer reparto de Polonia y el distrito de Zamość. El Ducado crecía hasta 155.000 km2 y más de cuatro millones de habitantes. La lucha en Sandomierz que figura en la película corresponde a esta parte de la guerra ganada por los polacos. Ya solo queda la invasión de Rusia y después de la retirada, a partir de entonces el Ducado no pudo sobrevivir al Imperio. No obstante, aunque se perdió la independencia, algunas instituciones políticas se mantuvieron hasta 1831, las administrativas hasta 1864, las judiciales hasta 1876 y el código civil hasta 1946. Un curioso fenómeno de supervivencia nacional durante más de cien años.

Referencia literaria

Stefan Żeromski (1864-1925) es uno de los escritores polacos más conocidos durante el periodo correspondiente a la Segunda República, inmediatamente de finalizar la Primera Guerra Mundial. Fue cofundador y primer presidente del sindicato de escritores polacos. Trabajó como ayudante de la biblioteca en el Museo Polaco, cerca de Zurich y en la biblioteca Zamoyski de Varsovia. En 1905 viviendo en Nałęczów se interesó por la revitalización de la conciencia de los polacos, mediante la difusión de la educación masiva. Esto provocó su arresto por las autoridades rusas en 1908. Después vivió en París y tras la independencia regresó a su país. Las novelas de Żeromski se sitúan en los años en que el movimiento nacional polaco se expresaba en la protesta contra la injusticia social y su lucha contra el atraso cultural. Sus novelas más conocidas son Zmierzch (Crepúsculo ,1895), Zapomnienie (Olvido, 1895), Rozdziobią nas kruki i wrony (Nos picarán de muerte los cuervos y las cornejas, 1895) que refleja la conciencia de las raíces sociales del fracaso de las insurrecciones polacas, Syzyfowe prace (Los trabajos de Sisifo, 1897) una autobiografía que cuenta los avatares de la juventud cuando llega a la política, Ludzie bezdomni (Gente sin hogar ,1899) que muestra la vida difícil de la intelectualidad en los años de final de siglo, Wierna rzeka (El río fiel, 1913) sobre la última insurrección polaca de 1863-64 y Przedwiośnie (Preludios de primavera ,1924) que relata los duros y desilusionantes años que siguieron a la independencia. Esta última novela ha sido llevada al cine por el director Filip Bajon y estrenada en Varsovia en febrero de 2003 con la asistencia del propio presidente de la República Aleksander Kwaśniewski. Żeromski fue propuesto como Premio Nobel en 1926. La mayor parte de las novelas mantiene un intenso espíritu patriótico, ya que el escritor pasó gran parte de su vida fuera de su país, en el exilio. Los sueños de los polacos por una patria libre y justa se reflejan en las novelas en donde se describen casas traslucidas, espaciosas y accesibles. Como debería ser la patria cuando alcanzara la independencia. Cenizas se publicó en Polonia en 1904 y se tradujo a varios idiomas, entre ellos al inglés en 1928. Para hacer una referencia literaria detallada se ha partido de la versión publicada en Nueva York en 1928,19 que lamentablemente ha sido “aligerada” de los pasajes considerados menos importantes, por lo que los tres volúmenes originales han sido reducidos a dos. En todo

19 Stefan Żeromski, Ashes, Alfred A. Knopf, Nueva York-London 1928. Traducción de Helen Stankiewicz Zand.

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caso, es el único material disponible para hacer un breve comentario20. No se trata de hacer un estudio exhaustivo de la novela, sino más bien centrarse en las partes dedicadas a la guerra en España. Estas se localizan en los capítulos 37, 38, 39, 40, 47, 48 y 49. Prácticamente los últimos de la novela. Unas doscientas páginas.

En estos capítulos la acción se dilata en los dos años 1808 y 1809 y no se concentra en los sucesos de Zaragoza como describe la película. La novela recoge el periodo que parte desde junio de 1808 a finales de 1809. Aquí aparece la aventura de Krzysztof Cedro vinculada a unas tropas que tienen que reducir a un país que se ha sublevado y que ha comenzado una guerra que progresivamente tomará aspectos muy crueles. Formas de actuar que los propios soldados polacos comenzarán a aplicar en las luchas de Zaragoza y en la represión contra la guerrilla. No se omite, por tanto, que los españoles torturen salvajemente a los prisioneros y que los polacos violen o no hagan prisioneros durantes los terribles combates callejeros de Zaragoza. En la lucha contra los guerrilleros, Żeromski reconoce que algunos prisioneros eran torturados a fuego lento hasta la muerte sin que confesaran. Żeromski se ha documentado bastante bien de los lugares donde ocurren los hechos y su descripción de la lucha en Zaragoza parece muy rigurosa. El escritor se basó en numerosas memorias que se han publicado en Polonia de los soldados que vivieron estos acontecimientos y presenciaron los sitios de Zaragoza, en especial, el ya citado Wojciechowski, a las que hay que añadir las de Dobiecki21, y sobretodo las del capitán Mroziński22, que describe de forma similar lo contado por Żeromski sobre el asalto al convento de los Capuchinos, al monasterio de Santa Engracia y a las luchas desde la calle de Santa Engracia al Coso. Se cita con bastante asiduidad al capitán Fijałkowski que posiblemente era el responsable de los hombres donde Cedro estaba encuadrado.

En los citados capítulos el relato comienza cuando a finales de mayo de 1808, el regimiento de Krzysztof Cedro penetra en España a través de Roncesvalles. Por senderos tortuosos de los Pirineos, los polacos apenas tienen ligeras escaramuzas con los montañeses y llegan a Pamplona donde ya existe una guarnición francesa. Posteriormente se dirigen a Tafalla, Olite, Caparroso, Valtierra y luego Tudela. Cerca de esta localidad los polacos se detienen a descansar en un pueblo abandonado. En la búsqueda de algo de comida encuentran en la iglesia cierta cantidad de trigo que dan a los caballos. A la mañana siguiente los caballos aparecen enfermos, algunos incapaces de levantarse y menos aún de mantener a los jinetes. Estos se deciden por continuar la marcha caminando junto a los animales que podían andar. Este cambio en el avance determina que los polacos se vayan separando poco a poco. Al mediodía Krzysztof se encuentra aislado, separado de sus compañeros en medio de una lluvia pertinaz, mientras que su caballo, incapaz de seguir adelante, se derrumba agonizante al borde del camino. Al intentar acercarse al camino principal acortando por un sendero, Krzysztof se encuentra con el cuerpo de un voltigueur francés crucificado, al que además de vaciar su aparato intestinal, habían cortado las orejas y quemado a fuego lento desde las piernas. Ante una visión tan aterradora, el único deseo de Krzysztof Cedro era evitar caer en manos de los campesinos y terminar como el cuerpo abrasado que ha encontrado. Por la noche descubre varias luces en un pueblo y para su tranquilidad encuentra que proceden de una multitud de soldados del ejército francés que vivaqueaban en una espaciosa iglesia. Dentro de ella, los soldados proceden a matar las gallinas, cerdos y otros animales que habían encontrado, mientras otros, vestidos con los ornamentos de la iglesia, casullas, sobrepellices, etc, ridiculizaban las ceremonias religiosas

20 En este trabajo la traducción inglesa ha sido verificada con el original polaco por el profesor Jan Stanisław Ciechanowski de la Universidad de Varsovia. 21 Wojciech Dobiecki, Wspomnienia wojskowe z Hiszpanii (1797-1813), en “Czas. Dodatek miesięczny”, tomo XV, Kraków 1859. 22 Józef Mroziński, Oblężenie i obrona Saragossy w latach 1808 i 1809, ze względem szczególniejszym na czynności korpusu polskiego, Kraków 1858.

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mientras bebían el vino de la sacristía en grandes jarras. Estos soldados presentaron a un pequeño hombre que estaba escondido, como el párroco. Krzysztof le rescata de los soldados y le pide algo de comida, pero el párroco después de mostrarle que todo había sido saqueado y profanado por los soldados, consigue escapar.

En las semanas siguientes Krzysztof recibió un nuevo caballo y tomó parte en los combates que paulatinamente les fueron aproximando a Zaragoza. El rico valle del Ebro parecía desierto, mientras, parte de sus habitantes se habían refugiado en la ciudad y otros en las montañas. “Durante estas seis semanas (de escaramuzas con los campesinos), los ulanos polacos desarrollaron instintos de cazadores y bandoleros. El mismo Krzysztof Cedro se endureció en este tipo de combate hasta embrutecerse. [...] Los guerrilleros, aunque fueran atravesados por las lanzas, cogían a los caballos por el cuello, con los cuchillos, cortaban la cruz y golpeaban el corazón del jinete. Krzysztof aprendió entonces, que, antes que el atacante diera el salto, un rápido giro del caballo permitirá que su lanza atraviese la cabeza del enemigo.” Al llegar a formalizarse el asedio, Cedro, desde las alturas pudo contemplar las torres de la Seo y las cúpulas del Pilar. Aquí Żeromski hace una detallada descripción de las calles y los principales monumentos de la ciudad, desde la perspectiva de los sitiadores: la catedral de la Seo, el convento de los Franciscanos, la calle Quemada, el castillo de la Aljafería, las cúpulas del Pilar, la calle del Coso.

La descripción de los zaragozanos cercados y su forma de actuar es muy curiosa por parte de los sitiadores.

“Fueron testigos del primer ataque a Zaragoza el 15 de junio y del asalto del 2 de julio, la captura de la colina fuera de la ciudad del MonteTorrero y la toma del convento de los Capuchinos. También estuvieron presentes en el feroz asalto, defensa e incendio del monasterio de San José. Se encontraron con un valor nunca visto y una resistencia de acero. Comprendieron que no tenían delante soldados y oficiales, no un populacho enardecido que se dispersaba al primer ataque de un batallón entrenado, sino un pueblo transformado en un ejército por la fuerza del fanatismo. El comandante de esta enorme masa no había sido nombrado por órdenes superiores. No había “poderes superiores”. La masa nombraba unánimemente al que creía más bravo, más fuerte, más

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encarnizado. Si su plan era defectuoso, dirigido ineficazmente, débilmente ejecutado, si la carga era demasiado blanda o débil, en resumen, si no luchaba hasta la muerte, como deseaba la voluntad popular, era juzgado de forma sumarísima y fusilado en la muralla. Así perecieron el coronel Pesino, comandante del castillo de Cinco Villas y otros. Luchaban en bandas que no formaban divisiones regulares. Eran cohortes atraídas y conducidas por el genio del líder. El comandante de una división dada no estaba subordinado al comandante en jefe, obedecía las ordenes recibidas que solo consideraba necesarias para alcanzar el objetivo. En todo caso, en alguna ocasión, obedecía a un solo hombre reconocido como líder por la voluntad del pueblo, Don José de Palafox.”

Cuando el regimiento recibió la orden de traer de Pamplona cañones para un sitio en regla defendieron el convoy de los ataques de la guerrilla a lo largo del canal de Aragón. No tuvieron descanso noche y día, luchando contra las bandas que bajaban de las montañas y que tendían emboscadas. Krzysztof fue incorporado por su conocimiento del francés en una compañía de ingeniería bajo el mando del capitán Hupet delante del Monte Torrero. El general Lacoste era el encargado de las obras de sitio. Krzysztof se ocupó de los trabajos de la artillería.

El tres de agosto se abrió fuego contra el castillo de la Aljafería, y las puertas del Carmen

y Santa Engracia. Krzysztof estaba en la batería apostada frente al convento de Santa Engracia. Un batallón del 17 regimiento y el primer regimiento polaco de infantería debían de atacar y Cedro recibió órdenes de tomar parte en el asalto tan pronto como llegara un escuadrón de caballería para guardar los cañones. “Los hombres estaban hambrientos de batallas, de mujeres, de pillaje. Temblaban de impaciencia. A las once de la mañana, las murallas del convento cayeron y los asaltantes penetraron en la brecha para enfrentarse a los defensores. Ambos se enfrentaron como fieras rabiosas. Una muralla de barricadas mortales a la entrada. Las murallas del claustro también cayeron y arrastraron a muchos hombres al sótano. Krzysztof contempló desde el borde de uno de los muros, un montón de cuerpos de los defensores vestidos como si fueran de fiesta”- ya que así les parecía a los polacos los trajes que llevaban los zaragozanos- “que llevaban en la cabeza pañuelos rojos como si fueran aros, capotes de lana con bandas azules y blancas, amplios como togas romanas, largos cabellos con grasa, las piernas con medias blancas y pantalones de terciopelo negro, - que se agitaban y retorcían. Los otros defensores que surgieron de las brechas

de las murallas cayeron sobre los asaltantes con ciego coraje. Fueron muertos por las bayonetas y empujados a los mismos agujeros que los otros. La infantería polaca avanzó por las brechas del convento. Trepando sobre los muertos y agonizantes, corriendo a lo largo de las cornisas, pasando por las celdas llenas de gemidos mortales, empapados en sangre,

sus trajes hechos jirones, los cañones de sus rifles pegajosos, rápidamente hicieron un avance hacia la primera plaza. ¡Engracia! ¡Al final, ellos habían quebrantado esta rabiosa ciudad!”

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A los polacos se les destina a quitar los sacos de tierra que rodean un parapeto de la puerta del convento para continuar avanzando por las calles. Esto les permite apartarse un momento de la lucha. Al descansar, agotado, Krzysztof se encuentra con un oficial, el capitán Wyganowski, que habla con una irónica sonrisa, al que reconoce como el “ulano de la cintura entallada”. También habla a Cedro por su nombre y le comenta que son parientes lejanos. Los polacos abandonan las ruinas del convento de Santa Engracia cuando ya no queda un solo defensor vivo. Los que no perecieron al caer las murallas, murieron bajo las bayonetas. Para profundizar en su avance al corazón de la ciudad existían tres direcciones. Al comenzar a derribar los zapadores otro muro se desencadena un verdadero infierno de disparos. Los polacos continúan su ataque a otra barricada, que transforman en un montón de cascotes y ladrillos. Los reciben a cañonazos nada más superar esta barricada. “Los lugares no ocupados por las barricadas estaban repletos de zanjas. Más allá de la primera batería aparecía una segunda y detrás una tercera. La primera de las cuatro salidas estaba cerrada por una sólida barricada formada de mampostería. Todas las puertas y ventanas estaban cerradas con piedra y vigas. Los guerreros de Napoleón no habían visto nada parecido en esta tierra. Los defensores luchaban, incluso desde el suelo, con cuchillos sacados de sus cinturones. Muriendo por centenares de heridas hechas por las bayonetas, en un único pecho, con insana devoción, como perros, defendían sus hogares contra el ataque...”

El primer regimiento de la infantería polaca y un batallón del séptimo regimiento bajo el

mando de los generales Verdier y Lacoste23 superaron con rapidez la primera muralla y cayeron sobre la segunda batería. Krzysztof se encontraba en la calle de Santa Engracia bajo el mando directo de Lacoste. Poco después, la batalla continuaba por grupos de combatientes aislados. Krzysztof Cedro se unió a un grupo que seguía un camino perpendicular a la dirección principal de ataque, hacia el convento de los Franciscanos. Esperaban encontrar una barricada y asaltarla por detrás. “Al lado del convento encontraron una barricada donde los defensores, heridos en su mayor parte y ensangrentados, permanecían firmes y disparaban sin cesar. Las mujeres cargaban las armas, los niños se las daban a los hombres. Allí solo continuaban unos pocos jóvenes y soldados indemnes.”

Al atacar la barricada los polacos recibieron una lluvia de proyectiles desde las ventanas y

se vieron obligados a formar un pequeño cuadro y penetrar en un edificio lateral. Allí reciben varios disparos que hacen caer al jefe. “Ellos vieron delante a varios hombres armados. Eran sacerdotes. Las pistolas todavía estaban humeando en las manos de estos servidores del altar. En abrir y cerrar de ojos, tres caen bañados en su propia sangre, intentando agarrar las piernas de los soldados con sus dedos convertidos en garras. El cuarto y el quinto escapan por una puerta a la derecha. Krzysztof consigue agarrar a uno. El cura giró de repente y de un salto se situó delante del ulano. Era un hombre joven de cabello cuidado. El lívido destello de un puñal se deslizó sobre el cañón de la carabina. Ellos permanecieron muy cerca respirando con horror y frenesí en un mortal combate, sus brazos subían para asestar un golpe decisivo, Krzysztof vio los espantosos ojos negros, saltones e inmóviles del otro con un aire de venganza, sus dientes blancos como la leche, las ventanillas de la nariz distendidas con furia. Le golpeó con su carabina desde abajo, en el abdomen, con un movimiento ascendente de los brazos. El sacerdote se dobló por la mitad y cayó lentamente hacia atrás. Después, completamente inconsciente de lo que estaba haciendo, Krzysztof subió rápidamente su carabina, giró la culata hacia el techo y golpeó el pecho gimiente. La bayoneta atravesó el pecho y se clavó en el suelo. El ulano la extrajo con dificultad, siguió a los otros en la puerta, sacudiendo sus botas y pantalones y salpicando la sangre de la que estaban empapados en todas direcciones.”

23 El novelista otorga el grado de general a Lacoste, cuando en realidad era coronel. El general Verdier había reemplazado a Lefebvre que quedó bajo su mando por ser de mayor antigüedad. Véase el apartado la “Historia en realidad” en la película Agustina de Aragón.

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“Gallinitas” gritó el primer voltigueur. Mirando en la habitación vieron quizás veinte mujeres de todas las edades. Estaban apiñadas en una esquina del salón formando una sólida masa. Separaron a la masa, dejaron en una habitación a las mayores y se quedaron con siete de las más jóvenes. Entre estas Krzysztof descubrió la cara de la mujer que había visto antes en la ventana del primer piso... Ella era la que avisó a los curas. Se acercó de un salto. La tomó con unos brazos de hierro. Solo se oían los gemidos de los agonizantes. Los soldados cerraron las dos habitaciones. Con las sillas, mesas, y los muebles que había a mano hicieron una barricada en las puertas. El silencio era roto por los gemidos, por las súplicas de clemencia, de piedad, por los sollozos. Todos cesaron cuando los duros puños mazovianos24 apretaron las tiernas gargantas de las doncellas aragonesas. Los frágiles cuerpos no podrían resistir el golpe, las piernas se doblaron. Los vestidos eran arrancados en un momento... “

Cedro contempló a

la mujer y vio que no tenía más de 16 años. Estaba pálida como un fantasma. La cogió por el brazo y la empujó... La dio a entender que estaba libre si quería. Desapareció detrás de una puerta. La siguió sin saber lo que estaba haciendo. Krzysztof sintió que estaba mareado y al entrar en la habitación, ésta se cerró. “Dedos como garras se cerraron sobre su garganta.

Unas veinte manos cogieron sus brazos, sus piernas, sus caderas, sus rodillas...cayó al suelo. Junto con él llegaron al suelo y le cubrieron un grupo de mujeres de las más ancianas.”“Es ni más ni menos la venganza por aquellas damas.” pensó. “Pero matronas... Yo no soy capaz...”

Krzysztof consigue morder y librarse de los brazos de las mujeres que le habían sujetado.

Grita “¡Ayuda, socorro, socorro!”. Consigue librarse pero ve una mano con una daga que se le acerca. De repente, la puerta es derribada y aparecen los voltigueurs. “Viendo al compañero en suelo y creyendo que estaba muerto decidieron hacerlo pagar a las mujeres. Por no gastar mucho tiempo cogieron a cada una dos hombres, por las rodillas, por la cabeza, por las faldas y las arrojaron desde el balcón al patio dos plantas más abajo. Krzysztof permaneció en suelo durante cierto tiempo. Se encontraba como si hubiera pasado una pesada borrachera. Recoge su carabina de la otra habitación y al volver vio a su amada joven en los brazos de uno de los soldados. “Hermano, yo te lo pido por lo más sagrado. Déjala” le dijo. Finalmente tuvo que poner la pistola entre los ojos del hombre. Después

24 En referencia a la región de Mazovia, cuya capital es Varsovia.

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de un corto diálogo, el soldado la dejó ir. Los otros soldados le amenazan a su vez. Se asoman a una balaustrada que da a la calle de Santa Engracia. Ahora estaban detrás de una barricada en frente de la cual estaba el convento de las Vírgenes de Jerusalén. Desde una ventana disparan contra los defensores de esta barricada. Krzysztof se deprime, pero dispara desde la ventana. Desde arriba oyen el estrépito de los zuecos de madera de otros aragoneses. Estos se encuentran con los cuerpos de las mujeres que habían tirado. Suben y se enfrentan a los soldados polacos. Luchan cuerpo a cuerpo. Matan a los españoles. Ahora solo quedan cinco polacos sin municiones. “Salen a la calle y caen sobre los defensores de la barricada y los dispersan como si estallara una bomba. Cada uno luchaba por sí mismo, por los cinco, por todo el ejército. Los batallones polacos al observar el ataque de los cinco a la barricada, corren hacia ella y suben, pisoteando al enemigo hasta la muerte.” Mientras tanto, los españoles cargaron miles de mosquetes y miles de pares de ojos apuntaron a las cabezas de los cinco.” Tres mueren.

Las columnas ocupan la barricada. A la derecha de la barricada estaban las torres del

hospital y a la izquierda la del convento de los Franciscanos. Los españoles que habían defendido la barricada se dividieron en dos grupos que ocuparon inmediatamente los dos conventos, el de las Vírgenes de Jerusalén y el de los Franciscanos. “Krzysztof con un grupo de sus camaradas atacaron el primero. Los españoles fueron muertos por las bayonetas en la entrada de la iglesia, en la nave, en el pórtico y en los corredores del claustro”. Krzysztof estaba mortalmente cansado. Quería dormir. Las celdas estaban vacías. Cuando intentaba descansar oyó un grito: “¿Qui vive?” Krzysztof replicó con la contraseña. Aparece un oficial, es el capitán Wyganowski: “He visto a usted en la barricada.” Le cuenta que ha matado a más de un hombre, a uno con sus propias manos. El capitán le felicita por su trabajo. Seguidamente le habla sobre una espléndida selección de monjas.

-“...¡Son tan apetitosas que merecen que todos los que todavía viven se arrodillen ante

ellas! ¡Porque son, fíjate, ascéticas! Abnegación, postración, sueños, ¿entiendes mi idea? Vírgenes de Jerusalén... Lo he visto con mis propios ojos. Ven, te mostraré un gran ramo. Vas a escojer la que su corazón le dicte. Solo hay una cosa desagradable: no hay una sola rubia.”

El capitán le precede y llegan a un gran refectorio. “Se encuentran a unas decenas de

mujeres desnudas bailando al sonido de cacerolas y ollas golpeadas por palos. Bajo los golpes de culatas y bayonetas, ellas daban saltos ágiles.”

-“Las monjitas…” susurró Wyganowski, sonriendo y chasqueando los labios. ”No están

todas, sino la mayor parte. No voy a decir que eso no las afecta, que de vez en cuando no necesitan los hábitos, pero por otra parte no veo en ellas la absurda resistencia de las mujeres de Numancia. Aunque hay excepciones, pues después...”.

En sus ojos aparecía el reflejo de un cruel sarcasmo. -“Te quedarás aquí, no es así” dijo cuidadosamente percibiendo la impresión de Krzysztof. -“No me quedaré “ le replicó Krzysztof con exagerada dignidad. “Pero por qué razón, es

que si soy digno de... Me gustaría dormir un poco, mi capitán.” -” Espera, te encontraré un lugar. No sé si has oído, que, por orden de los conquistadores,

soy comandante del convento y sus alrededores, de los corredores, celdas y refectorio”. Salieron al pasillo oscuro una vez más.

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- “Hay algunas celdas aquí “, dijo Wyganowski. Podrías descansar confortablemente en cualquiera de ellas si no fuera por el hecho de que están temporalmente ocupadas. Las monjas tienen en sus celdas visitas de caballeros desconocidos. Una oportunidad que no habían tenido desde hace mucho tiempo en este valle de lágrimas”

-“¿Son tus25 soldados, mi capitán? “preguntó Krzysztof. -“Algunos son míos, otros son franceses”. -“Si yo fuera el comandante” Krzysztof comenzó a murmurar con dificultad conteniendo la

respiración y buscando las palabras ... si yo lo fuera.., ¡Ya habría fusilado a estos bribones!, ¡Dios mío! ¡Los habría colgado como perros!” .

-“Habla abiertamente, joven. Me gustaría llamar tu atención sobre una cosa; esto es la

guerra y no unas maniobras en el Campo de Marte contemplado por una novia adornada con una cinta azul. Estás aquí, y esto me halaga, por primera vez en la toma de una ciudad”.

Mas adelante el capitán le confiesa su filosofía sobre las escenas que acaban de

presenciar. -“Yo he vivido muchos sitios duros, pero nunca, puedo confesar, tan enloquecedor como

éste. Ni en las campañas de Italia, desde el principio al fin o en las marchas por Austria. Puedo asegurarte basándome en muchos años de experiencia, que una violación colectiva acelera la capitulación con más eficacia que un bombardeo con cañones, sobretodo por que desde ambos lados ahorra mucho material humano. Silenciosa e irrevocablemente quita las armas de las manos de los padres, de los esposos, de los hermanos, y de los novios, protegiendo a los soldados de la metralla y asegura la capitulación…”

El capitán le lleva a una celda. “En una cama estrecha yacía una monja joven. Sus manos

estaban piadosamente dobladas en su pecho, palma con palma, como las efigies que los escultores de la Edad Media usaban para las princesas difuntas. La cabeza estaba cubierta por una toca. Su hábito estaba destrozado en jirones pero alguien había cubierto cuidadosamente el cuerpo con harapos de forma que la carne desnuda no se mostraba. Wyganowski se acercó a la monja con una sonrisa dolorosa y le dijo a Cedro “Mira” Levantó la mano izquierda de la monja muerta. Cedro se inclinó. Vio la empuñadura de un puñal clavado entre las costillas bajo el pecho virginal. En el semblante y a pesar del rictus de la boca, todavía se apreciaban dos expresiones, como dos fuegos: orgullo y dolor. Wyganowski reverentemente dejó la mano, unió los dedos de la mano izquierda con los de la mano derecha. Hizo esto piadosamente, con cuidado, como si ejercitara un ritual. Sus labios se habían torcido exactamente como los labios de la monja.”

25 Aunque resulte un tanto sorprendente en el ejército polaco existía el tuteo entre los diferentes rangos de oficiales.

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Un momento después, retrocedió dos pasos desenfundó su espada y presentó armas al

cuerpo muerto. Salieron de la celda. Wyganowski anduvo con rápidos pasos hablando rápido e indiferentemente:

-“Ella fue atacada por cinco o seis de ellos. Allí en un ángulo del corredor. Yo lo vi.” “¿Y no la defendiste?” Krzysztof le lanzó la palabra a la cara como si fuera un guante. El otro hizo un gesto negativo. - “Ella escapó a su celda. Cerró la puerta. Les llevó tiempo el forzar la puerta. Rompieron

la bisagra de la puerta. Cayeron sobre ella y le arrancaron los vestidos. Pero, allí, había un obstáculo repentino... ¡El demonio! Ja! Ja!. Mas allá del busto delicioso un inesperado obstáculo. ¡Todo superado excepto un pequeño detalle! Exactamente como Zaragoza, ya tomada, ya ocupada, ya encadenada. Ahora gritemos, ¡vamos a disfrutar de ti, esclava! Ja, Ja ¡Aquí está, un cadáver! ¡Arrastra eso, zorro escurridizo, come a tu salud!”

En la noche del 14 al 15 de agosto el general Verdier abandonó el sitio de Zaragoza. Era

imposible tomarla en el primer asalto sin una batalla previa. Krzysztof fue herido por un fragmento de granada en la cadera que le impidió tomar parte en otros combates. Estuvo en el hospital hasta que el ejército francés se puso en marcha hacia Tudela. Se dirigían por la ruta del Alagón con el ejército de Palafox detrás en su persecución. Llegaba el otoño con el barro y las lluvias. Cedro había aprendido en las montañas que rodean Zaragoza, como atravesar a los no entrenados campesinos en un fiero asalto; ahora se preparaba así mismo en el arte de luchar contra la caballería regular. Había aprendido también de su maestro Gajkoś a manejar la lanza en todas las artes del combate. Sus prácticas continuaron hasta la batalla de Tudela el 23 de noviembre. Krzysztof Cedro fue nombrado oficial después de una carga en esta batalla. Ahora era segundo teniente. En contraste con los otros compañeros, los nuevos eran refinados, jóvenes y más humanos. Muy pocos habían luchado como simples soldados y muy pocos habían combatido en Zaragoza y Tudela.

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“Desde Tudela persiguiendo a La Peña, comandante de los españoles que retrocedía con el pánico y que había sustituido a Castaños, el mariscal Ney se dirigió a Tarazona y por el valle del Ebro a Plasencia26. Desde allí y por el valle del Jalón a la Muela, Almunia y Morata. [...] El ejército sabía que Napoleón estaba en España y que estaba haciendo el recorrido hacia Madrid, por Burgos, por un camino paralelo.” El ejército francés se aproximaba a Calatayud en medio de una lluvia incesante, pero los soldados polacos se distinguían por su resistencia al frío.

El tercer escuadrón polaco llegó a una venta llamada Burviedro27 rodeando este lugar para prevenir el fuego de cañón de las colinas más próximas. Desde ese punto el jefe da la orden de cargar contra la caballería española que se aproximaba al paso. Al cargar, los jinetes polacos reciben los disparos de una línea de infantería que estaba oculta detrás de la caballería. La descarga desmonta a varios jinetes y el jefe del escuadrón da la orden de cargar contra esta línea. Una nueva descarga derriba a Krzysztof que cae inconsciente del caballo.

“La tarea asignada a un grupo de ulanos mandados por el capitán Fijałkowski que

marchaba a Calatayud y Zaragoza en la segunda mitad de diciembre de 1809 era la destrucción de las bandas guerrilleras en Aragón. Los guerrilleros de Porlier28 apodado “el Marquesito”, habían cortado los caminos de los Pirineos, impedían la comunicación entre los ejércitos franceses, interceptaban los correos obstaculizaban la entrega de suministros…. No obstante su destino era Zaragoza.” Al llegar a la ciudad contemplan los restos de las obras de asedio. Entran por la puerta del Sol y contemplan la destrucción de la ciudad. Todos los conventos están en ruinas por el efecto de las minas. El hospital de los locos, el convento de la Vírgenes de Jerusalén y todas las calles del distrito hasta una pequeña calle de las Recogidas forman un área de devastación sin fin. Aquí y allá solo aparecía alguna solitaria pared de la que sobresalía una viga, una ventana colgada, un fragmento de puerta.”

Krzysztof Cedro maldice la ciudad que tanta sangre les ha costado.

-“Te has humillado, Zaragoza…” pensó Cedro para sus adentros.“Ya no te levantas con

tu antiguo grito de libertad” – ¡A viva fuerza! 29– con el lema de tus ascendientes y tus incontables rebeliones. ¡Invencible!, siempre eroica, y tú, te has degradado. ¡Al final yaces entre ruinas, con tu cuello en un dogal!...”

Al pasear solo por la ciudad en ruinas, en la oscuridad de la noche es atacado por varios aragoneses de los que consigue escapar. Todavía no ha desaparecido la violencia en la ciudad en ruinas o si se quiere, la resistencia.

Durante el invierno, la compañía del capitán Fijałkowski hizo numerosas incursiones por los alrededores de Zaragoza. Una de ellas se hacía, hacia el sur, hacia Alcañiz. Cedro no tomó parte en ellas por su mal estado de salud. Con la llegada de la primavera, a Cedro se le adjudica un destacamento con el sargento Gajkoś y veinte hombres, que actúa en los pasos del Pirineo. En estas zonas capturan algún hombre que prefería morir en un fuego lento antes que hablar o dar información de las bandas de guerrilleros. El sargento Gajkoś era un especialista de estos interrogatorios. De esta forma Krzysztof tuvo éxito en neutralizar las bandas y abrir una serie de puestos para el correo del ejército del mariscal Suchet, que estaba comenzando el sitio de Tortosa.

26 Evidentemente aquí la geografía le falla a Żeromski 27 Este nombre se parece a Murviedro que es como también se denomina Sagunto. En las memorias de los polacos, concretamente las de Wojciechowski aparece también la palabra Molviedro, que aquí identifica un convento cerca de Zaragoza. Posiblemente Żeromski solo utiliza el lugar como un nombre conocido pero sin existencia real. 28 En el original, Porliera. 29 “Avi fuerza” en el original

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Entraron en el valle del rio Algas y a través de las montañas llegaron a Monroyo. El objetivo de la marcha era Morella, una fortaleza donde el capitán Wyganowski con doscientos hombres, se defendía de los ataques de los lugareños. Krzysztof tuvo que pasar un sinfín de dificultades antes de llegar, porque todos los pueblos y aldeas estaban en guerra. Marchaban constantemente, casi sin dormir, para no dar oportunidades a las guerrillas. Al final llegaron a Morella.

Krzysztof Cedro se dirige a la habitación del capitán Wyganowski. Este le confiesa que ha pedido la dimisión de su servicio en España. Ya no puede aguantar más.

El capitán le ofrece que un guía español le acompañe a Tortosa: Don José, hombre de su confianza, vestido como los lanceros polacos. Con el guía parten la misma tarde hacia Tortosa. Al llegar, la renuncia que estaba en la mesa del general Chłopicki fue entregada al español que volvió a Morella. Krzysztof prolongó su estancia en Tortosa con varios pretextos esperando al capitán. Al quinto día, se le despertó informándole de que éste ya había llegado. La noticia, en realidad, era que alguien le había matado en el campo, cerca de donde estaba el Segundo Regimiento. En la orilla del Ebro encontró el cuerpo desnudo del capitán. Tenía dos heridas de puñal o cuchillo cerca del corazón. “Don José… ” susurró.

Hacía mucho calor y estaba muy cansado cuando por la tarde Krzysztof Cedro cavó una fosa para un hombre a la orilla del Ebro. “Depositó el cuerpo. Cruzó los brazos sobre el pecho. Luego cubrió a su camarada con la ardiente tierra española, cantándole a él y también a sí mismo una canción de despedida, una canción sin palabras, una canción solitaria”.

Los polacos comprobaban, así como los españoles, al igual que ellos, eran un pueblo que

también vivía asociado a la tragedia. La falsa imagen que existía en Europa de una España de blandos músculos, más sagaz que valiente, fullera, débil y corrompida, no tenía sentido al encontrarse con un país duro, patético, vengativo y cruel. Para los polacos, la piedad en España tenía pocas oportunidades de manifestarse.

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El director

Andrzej Wajda, el director, es seguramente el realizador más importante de la Europa Centro-Oriental desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Wajda ha ido reflejando a través de sus películas diversos aspectos de la historia de su país con una sensibilidad especial que no excluye un intenso cuidado en su reconstrucción. Esta filmografía es una especie de crónica que llega a abarcar todos los cambios políticos y sociales habidos en Polonia en los dos siglos pasados. Se podría pensar en el propio Wajda como un símbolo del país que ha sufrido trágicas y violentas vicisitudes a lo largo de su historia, sin ceder ante las amenazas planteadas por unos vecinos tan poderosos como Alemania, Austria y Rusia, siempre al asedio. Sus películas, que reflejan su honda preocupación por el hombre, acaban convirtiéndose en magníficos y sugestivos cuadros de la epopeya histórica de sus compatriotas. Su obra, es, en consecuencia, uno de los mejores homenajes que ha podido recibir Polonia de las manos cuidadosas de un maestro de la cinematografía, de tal forma, que muchos espectadores extranjeros no solo perciben esta plasmación, sino que además se identifican con ella. El propio Wajda reconoce que su trabajo no se ha efectuado en el marco del realismo socialista, sino que se ha basado en el neo-realismo, así como en el cine americano, sobretodo en el “cine negro”, lo cual le ha proporcionado una cierta libertad creativa30.

Wajda luchó cuando era un adolescente en la resistencia y después de la guerra entró en

la Academia de Bellas Artes de Cracovia donde estudió pintura y después en la Escuela Superior Estatal de Cine en Łódź. Ayudante de Aleksander Ford en la película Piątka z ulicy Barskiej (Los cinco de la calle Barska), dirigió su primera película, Pokolenie (Una generación) en 1954. Después de rodar Kanał, su cinta Popiół i diament (Cenizas y diamantes) ganó tres años más tarde la Palma de Plata en el Festival de Cannes, después de provocar una gran impresión en los críticos no polacos frente a una reacción oficial en Polonia muy fría. En esta película aparecía ya la estrategia de Wajda de dejar a los censores polacos inoperantes al dar a las escenas clave un cierto tono de ambigüedad. Antes de Cenizas (Popioły), se podrían señalar como obras importantes, Lotna, Niewinni czarodzieje (Brujos inocentes), Samson y Powiatowa Lady Macbeth (Lady Macbeth de Siberia). Asimismo participó con varios directores como François Truffaut en L´Amour à vingt ans (El amor a los veinte años) con una de las historias de la película que recibió los mejores comentarios de los críticos.Después de estrenar en 1966 Cenizas, destacamos Bramy raju (Las puertas del Paraíso), Przekładaniec (Baturrillo), Wszystko na sprzedaż (Todo en venta), Polowanie na muchy (La caza de las moscas), Brzezina (El bosque de abedules), Krajobraz po bitwie (Paisaje después de la batalla), Pilatus und andere (Pilatos y los otros), Trzecia część nocy (La tercera parte de la noche), Wesele (La boda) y el gran fresco histórico, Ziemia obiecana (La tierra de la gran promesa) en donde describe el ambiente del capitalismo industrial del siglo XIX. Para varios críticos esta película, basada en una novela del premio Nobel Władysław Stanisław Reymont es la más completa de Wajda. Consiguió el Premio de Oro del Festival de Moscú de 1975. La tierra de la gran promesa ambientada a final del siglo XIX en Łódź, recibió los aplausos oficiales del Partido Comunista por lo que creía una representación correcta del “capitalismo salvaje”, cuando en realidad era más bien una descripción minuciosa de un proceso de industrialización en una región de Polonia. Después de este cuadro histórico le sigue una adaptación de una novela de Joseph Conrad, Smuga cienia (La línea de la sombra). Desde entonces Wajda declaró que era la última película que haría basada en una obra literaria.

En 1976 se estrena una obra de verdadero impacto, Człowiek z marmuru (El hombre de

mármol). La historia, refleja a nivel colectivo, la construcción y destrucción por el propio sistema comunista del mito de un héroe del trabajo, un obrero stajanovista nacional de los años cincuenta. La película resultaba completamente indigerible para los miembros más ortodoxos del Politburó

30 Entrevista en el número 70 de la revista Dirigido por..

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polaco, que bloquearon el estreno durante meses. Al final se permitió solo una distribución muy limitada, pero la película había conseguido tal éxito, que los miembros del Partido permitieron una mayor difusión al aceptar que esta película servía como una válvula de escape para reducir las tensiones sociales. Al mismo tiempo se enviaron instrucciones a la Oficina de Censura para reforzar las críticas hostiles en un intento de dejar al margen el film. Wajda rueda después Zaproszenie do wnętrza (Invitación al interior), Bez znieczulenia (Sin anestesia), Panny z Wilka (Las señoritas de Wilko) y Dyrygent (El Director de orquesta). La continuación de El hombre de mármol es Człowiek z żelaza (El hombre de hierro) filmada en 1981, que relata la historia del hijo del protagonista de El hombre de mármol, cuando ocurren los acontecimientos que permitieron la creación del sindicato Solidaridad en 1980. El hombre de hierro recibe la Palma de Oro en el Festival de Cannes, y además el director filma varias manifestaciones del sindicato independiente y de su líder, Lech Wałęsa. Esto es mucho más de lo que el Gobierno comunista podía soportar y como consecuencia del estado de excepción decretado en diciembre de 1981 por el general Jaruzelski, Wajda es atacado como presidente de la Asociación de Directores Polacos que, como otras uniones, rechazan las presiones del Partido. El hombre de hierro es prohibida hasta finales de los ochenta y a Wajda se le impide rodar hasta 1986, año que realizó la película Kronika wypadków miłosnych (Una crónica de acontecimientos amorosos). No obstante, como las autoridades le permiten trabajar en coproducciones con otros países, el director polaco decide irse a rodar a Francia. Dirige fuera de Polonia, Danton, otra obra maestra sobre la Revolución Francesa, Eine Liebe in Deutschland (Un amor en Alemania) y los Les Possédés (Los Poseídos).

De regreso a su país en 1989, es elegido senador y también nombrado director del Teatro

Powszechny de Varsovia. Desde entonces ha vuelto a rodar varias películas como, Korczak, Pierścionek z orłem w koronie (El anillo con el águila coronada), Nastasja, Wielki Tydzień (Semana Santa), Panna Nikt (Señorita Nadie), Pan Tadeusz, Wyrok na Franciszka Kłosa (La condenación de Franciszek Kłos) y Zemsta (Venganza). De ellas se ha podido proyectar recientemente en España Pan Tadeusz, en la que Wajda vuelve a recuperar el tema de las guerras napoleónicas a partir de una Lituania rusa, pero con el deseo de volver a ser polaca.

En el libro31 que Wajda ha escrito con sus opiniones sobre la materialización de una

película no hace referencias concretas a Cenizas. Es posible que el propio realizador considere que es una obra “demasiado romántica”, aunque ya se ha visto que su contenido desmiente esta impresión. El mismo director ha reconocido, al comentar sobre el romanticismo en su obra, que “el romanticismo para mí quiere decir el lado desinteresado de la vida. También se trata de una

tradición cultural muy viva en Polonia, presente desde la escuela, puesto que la gran literatura polaca es una literatura romántica. Ninguna obra literaria reciente puede reducir la importancia de la literatura polaca del siglo XIX.”32

En el año 2000

Wajda recibió el Oscar honorario de la Academia de Hollywood por toda su obra.

31 Andrzej Wajda, Double Vision. My Life in Film. Faber and Faber Limited. London. Boston.1989 32 Revista Dirigido por... Entrevista con Andrzej Wajda. Nº 70 . pag. 47

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