Andrzej Sapkowski - Geralt de Rivia VI, La Torre de La Golondrina

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    Andrzej Sapkowski

    La torre de la golondrinaLa saga de Geralt de Rivia Libro VI

    Traduccin de Jos Mara Faraldo

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    Ttulo original:Wieza jasklki

    Traduccin de Jos Mara Faraldo

    Ilustracin de cubierta: Gallego BrosMaqueta de cubierta: Alejandro Tern

    (sobre diseo de Alberto Cairo)Coleccin Biblipolis Fantstica n 49

    Primera edicin: noviembre de 2006

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproduccin total oparcial de esta obra y su almacenaje o transmisin por cualquier medio

    sin permiso previo del editor.

    (c) 1997 Andrzej SapkowskiPublished by arrangement with Literary Agency Agence de lEst

    2006 Jos Mara Faraldo por la traduccin

    (c) 2006 BIBLIPOLISLuis G. Prado, editor

    Alcal, 38728027 - Madrid

    www.bibliopolis.org

    ISBN-10: 84-96173-58-5ISBN-13: 978-84-96173-58-3

    Depsito legal: M. 44.628-2006

    Impreso por Fareso, S.A. Paseo de la Direccin, 5. 28039 - Madrid

    Impreso en EspaaPrinted in Spain

    DIGITALIZADO POR EBOOKZONE

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    NDICE

    Captulo primero ................................................................................ 5

    Captulo segundo .............................................................................. 20

    Captulo tercero ................................................................................ 43

    Captulo cuarto ................................................................................. 63

    Captulo quinto ................................................................................. 89

    Captulo sexto .................................................................................108

    Captulo sptimo .............................................................................127

    Captulo octavo ...............................................................................149

    Captulo noveno ..............................................................................167

    Captulo dcimo ..............................................................................194

    Captulo undcimo ..........................................................................219

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    En negra como manto noche se allegaron,

    all a Dun Dre do la bruja cobijo hubiera.

    Por todos lados y partes la acosaron

    para que de ellos huir la moza no pudiera.

    En negra como manto noche a traicin la acosaron

    mas aferrara a ella no lo consiguieran.

    Pues primo que el plido sol asomara al prado,lo menos treinta muertos en la senda yacieran.

    Romance de ciego tocante

    a la horrenda matanzaque hubo lugar

    en Dun Dre en la noche que dicen de Saovine

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    Captulo primero

    Puedo darte todo lo que deseesdijo el hada.Riqueza, poder y cetro, fama, una vida larga yfeliz. Elige.

    No quiero riqueza ni fama, poder ni cetros respondi la bruja. Quiero un caballo que sea

    tan negro y tan imposible de alcanzar como el viento de la noche. Quiero una espada que sea luminosa yafilada como los rayos de la luna. Quiero atravesar el mundo en la oscura noche con mi caballo negro,quiero quebrar las fuerzas del Mal y de la Oscuridad con mi espada de luz. Eso es lo que quiero.

    Te dar un caballo que sea ms negro que la noche y ms ligero que el viento de la noche leprometi el hada. Te dar una espada que ser ms luminosa y afilada que los rayos de la luna. Perono es poco lo que pides, bruja, habrs de pagrmelo muy caro.

    Con qu? En verdad nada tengo.

    Con tu sangre.

    Flourens Delannoy, Cuentos y leyendas

    Como todo el mundo sabe, el universo, como la vida, es un crculo. Un crculo en cuyo discurrir sehan sealado ocho puntos mgicos que cubren todo el arco, es decir, el ciclo anual. Estos puntos, queestn situados en el anillo en pares dispuestos exactamente los unos frente a los otros, son: Imbaelk osea, Germinacin, Lammas o sea, Madurez, Belleteyn Floracin y Saovine Expiracin.Hay marcados tambin en el crculo dos solsticios, es decir, climax, uno el de invierno, llamadoMidinvaerne, y otro Midate, el de esto. Hay tambin dos equinoccios, es decir, noches iguales: Birke, en

    primavera, y Velen, en otoo. Estas fechas dividen el crculo en ocho partes y as se divide tambin enocho partes el ao en el calendario de los elfos.

    Cuando desembarcaron en las playas cercanas a la desembocadura del Yaruga y el Pontar, loshumanos trajeron consigo un calendario propio, de origen lunar, que divida el ao en doce meses, lo quecubra el ciclo anual completo de trabajo en el campo: desde el principio, desde los que se realizan enenero, hasta el final, cuando las heladas transforman la tierra en terrones congelados. Pero aunque los

    humanos dividan el ao y establecan las fechas de otra manera, aceptaron el ciclo de los elfos y los ochopuntos en su discurrir. Las fiestas que provenan del calendario de los elfos, Imbaelk y Lammas, Saoviney Belleteyn, ambos solsticios y equinoccios, tambin se convirtieron en fiestas importantes para loshumanos. Resaltaban tanto entre las otras fechas como resalta un rbol entre los arbustos.

    Estas fechas se diferencian de las otras por la magia.

    No era ni es un secreto que estas ocho fechas son das y noches durante los que el aura mgica seintensifica extraordinariamente. A nadie le extraan ya los fenmenos mgicos ni los acontecimientosenigmticos que acompaan a esas ocho fechas, en especial a los equinoccios y solsticios. Todo el mundose ha acostumbrado ya a estos fenmenos y pocas veces causan grande sensacin.

    Pero aquel ao fue distinto.

    Aquel ao los humanos celebraron el equinoccio de otoo como solan, con una cena familiar de

    gala durante la que sobre la mesa tena que haber el mayor nmero de frutos posible de la cosecha anual,aunque no fuera ms que un poquito de cada. As lo exiga la costumbre. Una vez que hubieron tomado lacena y hubieron agradecido a la diosa Melitele la cosecha del ao, los humanos se dispusieron adescansar. Y entonces comenz el horror.

    Justo antes de la medianoche se alz una ventisca tremenda, sopl un torbellino infernal, se podanescuchar unos aullidos, unos gritos y unos quejidos verdaderamente espectrales por encima del ruido delos rboles casi derribados en tierra, de los graznidos de los cuervos y del golpear de los postigos. Lasnubes que discurran a toda velocidad por el cielo adoptaron perfiles fantsticos entre los cuales los quems se repetan eran las siluetas de caballos y unicornios al galope. El vendaval no cedi hasta pasar ms

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    de una hora y en el repentino silencio que sigui la noche se anim con los trinos y los aleteos de cientosde chotacabras, esos pjaros misteriosos que segn las creencias populares se agrupan para cantarle unrquiem demonaco a los agonizantes. Esta vez el coro de chotacabras era tan enorme y tan ruidoso que

    pareca como si el mundo entero fuera a morir.

    Los chotacabras cantaban con trinos salvajes su cancin de difuntos mientras que el horizonte seestaba cubriendo de nubes que apagaban los restos de la luz de la luna. Entonces aull de pronto la

    terrible beann'shie, heraldo de la muerte sbita y violenta, y a travs del cielo negro galop la PersecucinSalvaje, un cortejo de fantasmas con los ojos en llamas que cabalgaban a lomos de esqueletos de caballos,agitando los jirones de sus ropas y estandartes. Como cada cierto tiempo, la Persecucin Salvaje hizo sucosecha, pero desde haca decenios no haba sido sta tan terrible. Slo en Novigrado se contabandoscientas personas desaparecidas sin dejar huella.

    Cuando la Persecucin se alej y las nubes se disolvieron, se pudo ver la luna, una luna menguante,como suele suceder en tiempo de equinoccio. Pero aquella noche la luna tena el color de la sangre.

    El pueblo llano tena muchas explicaciones para los fenmenos equinocciales, que diferansignificativamente segn la demonologa especfica de la regin. Los astrlogos, druidas y hechicerostenan tambin sus explicaciones, pero eran en su mayora errneas y exageradas. Pocos, muy, muy pocoseran capaces de relacionar aquellos sucesos con hechos reales. En las islas de Skellige, por ejemplo, unos

    pocos supersticiosos vieron en aquellos curiosos hechos las profecas de Tedd Deiredh, el fin del mundo,precedido por la batalla de Ragh nar Roog, la lucha final entre la Luz y la Oscuridad. Los supersticiososconsideraron que la violenta tormenta que en la noche del equinoccio de otoo agit las islas era una olaempujada por el pico del monstruoso Naglfar de Morhgg, que conduca un ejrcito de fantasmas ydemonios en un drakkar de bordas construidas con uas de cadveres. Las personas de ms luces o mejorinformadas, por su parte, pusieron en relacin la locura del mar y el cielo con la persona de la malvadahechicera Yennefer y su terrible muerte. Y aun otras personas todava mejor informadas vieron en elmar revuelto la seal de que estaba agonizando alguien por cuyas venas corra la sangre de los reyes deSkellige y Cintra.

    Desde que el mundo es mundo, la noche del equinoccio de otoo es tambin la noche de losespectros, las pesadillas y las apariciones, la noche de los despertares repentinos, con el ahogo y el plpitocausados por el miedo, entre sbanas retorcidas y hmedas de transpiracin. Las apariciones y los

    despertares no perdonaban ni a las cabezas ms claras; en Nilfgaard, en las Torres de Oro, se despertgritando el propio emperador, Emhyr var Emreis. En el norte, en Lan Exeter, el rey Esterad Thyssen seirgui bruscamente en la cama, despertando a su cnyuge, la reina Zuleyka. En Tretogor se incorpor yech mano a su estilete el archiespa Dijkstra, despertando a la cnyuge del ministro de finanzas. En el

    palacete de Montecalvo se incorpor entre sbanas de damasquino la hechicera Filippa Eilhart, sindespertar a la mujer del conde de Noailles. Se despertaron con mayor o menor brusquedad el enanoYarpen Zigrin de Mahakam, el viejo brujo Vesemir en la fortaleza de las montaas de Kaer Morhen, elempleado de banco Fabio Sachs en la ciudad de Gors Velen, el yarl Crach an Craite sobre la cubierta deldrakkar Ringhorn. Se despert la hechicera Fringilla Vigo en el castillo de Beauclair, se despert lasacerdotisa Sigrdrifa en el santuario de la diosa Freya en la isla de Hindarsfjall. Se despert DanielEtcheverry, conde de Garramone, en la fortaleza sitiada de Maribor. Zyvik, decurin de los CoracerosGrises en el fuerte de Ban Gleann. El mercader Dominik Bombastus Houvenaghel en la ciudad de

    Claremont. Y muchos, muchos otros.Pocos hubo, sin embargo, que fueran capaces de relacionar estos fenmenos con un hecho concreto

    y real. Y con una persona real. El azar hizo que tres de aquellas personas pasaran la noche del equinocciode otoo bajo el mismo techo. En el santuario de la diosa Melitele en Ellander.

    Chotacabras... gimi el escribanillo Jarre, al tiempo que contemplaba las tinieblas queanegaban el parque del santuario. Creo que hay miles de ellos, toda una bandada... Gritan por la muertede alguien... Por la muerte de ella... Est mullndose...

    No digas tonteras! Triss Merigold se volvi con brusquedad, alz el puo apretado, duranteun instante pareci que iba a empujar o a golpear al muchacho en el pecho. Es que crees en

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    supersticiones estpidas? Se acaba septiembre, los pjaros se agrupan para emigrar. Es algo totalmentenatural!

    Ella est mundose...

    Nadie se muere! grit la hechicera, palideciendo de rabia. Nadie, lo entiendes? Deja dedesbarrar!

    En el pasillo de la biblioteca aparecieron algunas adeptas a las que les haba despertado la alarma

    nocturna. Sus rostros estaban serios y plidos.Jarre. Triss se tranquiliz, le puso la mano al muchacho en el hombro, apret con fuerza.

    Eres el nico hombre en el santuario. Todos te estamos mirando, buscamos en ti apoyo y ayuda. No teest permitido tener miedo, no te est permitido dejarte llevar por el pnico. No nos defraudes.

    Jarre aspir profundamente, intent controlar los temblores de sus manos y labios.

    No es el miedo... susurr, evitando la mirada de la hechicera. Yo no tengo miedo,solamente me preocupo! Por ella. La vi en mi sueo...

    Yo tambin la vi. Triss apret los labios. Hemos tenido el mismo sueo, t, yo y Nenneke.Pero ni una palabra acerca de ello.

    La sangre en su rostro... Tanta sangre...

    Te he pedido que te callaras. Viene Nenneke.La suma sacerdotisa se acerc a ellos. Tena el rostro cansado. A la muda pregunta de Triss contestnegando con la cabeza. Al advertir que Jarre abra la boca, se apresur a hablar:

    Por desgracia, nada. La Persecucin Salvaje revolote sobre el santuario, despert a casi todas,pero ninguna ha tenido visiones. Ni siquiera tan nebulosa como la nuestra. Ve a dormir, muchacho, nadahay aqu para ti. Chicas, volved al dormitorio!

    Se restreg el rostro y los ojos con las dos manos.

    Eh... Equinoccio! Maldita noche... Acustate, Triss. No podemos hacer nada.

    Esta impotencia me vuelve loca. La hechicera apret los puos. Slo de pensar que ella estsufriendo, que sangra, que la amenaza un... Maldita sea, si supiera qu hacer!

    Nenneke, la suma sacerdotisa del santuario de Melitele, se dio la vuelta.

    Y no has probado a rezar?

    Al sur, all al otro lado de los Montes de Amell, en Ebbing, en el pas llamado Pereplut, en losextensos cenagales formados por la interseccin de los ros Velda, Lete y Arete, en un lugar a unasochocientas millas a vuelo de cuervo de la ciudad de Ellander y del santuario de Melitele, al alba, una

    pesadilla despert con brusquedad al anciano eremita llamado Vysogota. Una vez despierto, Vysogota nopudo recordar de ninguna manera el contenido de lo soado, pero una extraa desazn le impidiconciliar de nuevo el sueo.

    Fro, fro, brrr dijo para s Vysogota, mientras caminaba por un sendero entre los arbustos.Fro, fro, brrr.

    La trampa siguiente estaba vaca. Ni una sola rata almizclera. Un da de caza sin suerte. Vysogotalimpi el barro y las escamas de helechos que cubran la trampa, mientras mascullaba una maldicin ysorba los mocos por su helada nariz.

    Fro, brrr, ay, ay dijo, andando en direccin al pantano. Y todava no es ms queseptiembre! Si no han pasado ms que cuatro das despus del equinoccio! Ja, no recuerdo unos fros asen todo el tiempo de mi vida. Y llevo vivo mucho tiempo!

    La siguiente trampa, la penltima, tambin estaba vaca. Vysogota ya no tena ganas ni deblasfemar.

    Es a todas luces cierto chocheaba mientras iba caminando que el clima se enfra de ao enao. Y ahora parece que el efecto del enfriamiento comienza a acelerarse como una avalancha. Ja, loselfos lo haban previsto hace ya mucho, pero, quin crea en las predicciones de los elfos?

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    Unas alitas se agitaron de nuevo por encima de la cabeza del anciano, cruzaron unas siluetas grisese increblemente rpidas. La niebla sobre los cenagales reson de nuevo con el chillido repentino ysalvaje de los chotacabras, con el rpido palmoteo de las alas. Vysogota no prest atencin a los pjaros.

    No era supersticioso y siempre haba muchos chotacabras en el pantano, sobre todo al amanecer, cuandovolaban en grupos tan cerrados que daba hasta miedo de que se chocaran con la cabeza de uno. Bueno,

    puede que no siempre hubiera tantos como aquel da, puede que no siempre gritaran de forma tan ttrica...Pero en fin, en los ltimos tiempos la naturaleza haca extravagantes travesuras y los fenmenos extraosse sucedan unos a otros, cada uno an ms extrao que el anterior.

    Estaba sacando del agua la ltima trampa, tambin vaca, cuando escuch el relincho de un caballo.Los chotacabras quebraron su canto de inmediato, como a una orden.

    En los cenagales de Pereplut haba sotos secos, situados en lugares ms altos, cubiertos de abedulesnegros, de alisos, de sangeos, de cornejos yendrinos. La mayor parte de los sotos estaban rodeados detal modo por los tremedales que era completamente imposible que caballo alguno o jinete que noconociera las sendas consiguiera llegar hasta ellos. Y sin embargo los relinchos Vysogota los escuchde nuevo llegaban precisamente desde uno de aquellos sotos.

    La curiosidad venci a la prudencia.

    Vysogota no entenda mucho de caballos y sus razas, pero era un esteta y saba reconocer y apreciar

    la belleza. Y el caballo moro de pelaje brillante como la antracita que contempl perfilndose contra lostroncos de abedules era extraordinariamente hermoso. Era la verdadera quintaesencia de la belleza. Eratan hermoso que pareca irreal.

    Pero era real. Y tambin era real la forma en que estaba atrapado en una trampa, enredado con lascinchas y la cabezada en el abrazo rojo sangre de las ramas de sangeo. Cuando Vysogota se acercms, el caballo alz las orejas, pate de tal modo que el suelo tembl, mene la graciosa cabeza, se dio lavuelta. Ahora se vea que era una yegua. Tambin se vea otra cosa. Una cosa que hizo que el corazn deVysogota comenzara a latir como si se hubiera vuelto loco y que unas invisibles pinzas de adrenalina leapretaran la garganta.

    Detrs del caballo, en un agujero poco profundo, yaca un cadver.

    Vysogota tir su saco al suelo. Y se avergonz de su primer pensamiento, que haba sido darse lavuelta y salir huyendo. Se acerc ms, manteniendo la prudencia, porque la yegua negra pateaba el suelo,haba bajado las orejas, regaaba los dientes por encima de la embocadura y slo esperaba la ocasinadecuada para morderle o darle una coz.

    El cadver era el cuerpo de un muchacho de menos de veinte aos de edad. Estaba tendido con elrostro hacia la tierra, con una mano bajo el cuerpo y la otra extendida hacia un lado y con los dedosclavados en la tierra. El muchacho llevaba puesto un juboncillo de ante, unos ceidos pantalones de cueroy unas botas lficas con hebillas que le llegaban hasta las rodillas.

    Vysogota se inclin y en aquel preciso momento el cadver lanz un fuerte gemido. La yegua moradio un relincho agudo y golpete con los cascos en la tierra.

    El ermitao se arrodill, le dio la vuelta con cuidado al herido. Ech la cabeza para atrs en unmovimiento automtico y silb al ver la terrible mscara de sangre coagulada y suciedad que el muchachotena en lugar de rostro. Apart con delicadeza el musgo, las hojas y la arena de los labios cubiertos democos y babas, intent arrancar la maraa de cabellos pegados con sangre a la mejilla. El herido gimisordamente, se tens. Y comenz a tiritar. Vysogota le retir los cabellos del rostro.

    Una muchacha dijo en voz alta, sin poder creer lo que tena delante. Es una muchacha.

    Si aquel da despus de caer la noche alguien se hubiera arrastrado furtivamente hasta aquellacabaa perdida entre los cenagales, con su hundido tejado de blago cubierto de musgo, si alguien hubieramirado a travs de las rendijas de los postigos, habra visto en su interior, a la escasa luz de unaslamparillas de aceite, a una muchacha con la cabeza cubierta por gruesos vendajes que estabadescansando en una inmovilidad casi de cadver sobre un camastro cubierto de pieles. Habra vistotambin a un viejecillo de barba gris en forma de cua y largos cabellos blancos que le caan sobre los

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    hombros y las espaldas desde los bordes de una gran calva que le alargaba la frente hasta ms all de lacoronilla. Hubiera distinguido cmo el viejecillo encenda otra vez una vela de sebo, cmo colocabasobre la mesa un reloj de arena, cmo afilaba la pluma, cmo se inclinaba sobre un pliego de pergamino.Y cmo se quedaba ensimismado y hablaba algo consigo mismo, meditabundo, sin levantar ojo de lamuchacha que yaca sobre el camastro.

    Pero aquello no era posible. Nadie poda verlo. La choza del ermitao Vysogota estaba bien

    escondida entre las cinagas. En un despoblado cubierto eternamente por la niebla, donde nadie se atrevaa penetrar.

    Escribamos Vysogota sumergi la pluma en la tinta lo que sucede. Hace tres horas delsuceso. Reconocimiento: vulnus incisivum, herida de corte, realizada con mucha fuerza con unaherramienta afilada desconocida, seguramente de hoja curva. Abarca la parte izquierda del rostro,comienza bajo la regin malar, corre a travs de la mejilla y alcanza hasta la regin temporomasticular.La parte ms profunda de la herida, que llega hasta el periostio, es al principio, bajo la rbita ocular, sobreel hueso malar. Tiempo estimado que transcurri desde que las heridas fueron producidas hasta elmomento de la primera cura: diez horas.

    La pluma chirriaba en el pergamino, pero el chirrido no dur ms que unos instantes. Y unas lneas.Vysogota no consideraba digno de anotar todo lo que se deca a s mismo.

    Volviendo al tratamiento de las heridas continu al cabo el anciano con los ojos fijos en lapalpitante y crepitante llama de la vela de sebo, escribiremos lo siguiente. No seccion los bordes de lalesin, me limit tan slo a retirar unos cuantos desgarros que no estaban ensangrentados y por supuestolos cogulos. Limpi las heridas con un extracto de corteza de sauce. Retir la suciedad y los cuerposextraos. La cos. Con hilo de camo. Otro tipo de hilo, escribmoslo, no estaba a mi disposicin.Dispuse una compresa de rnica de montaa y coloqu una muselina formando un vendaje.

    Un ratn correte por el centro del cuarto. Vysogota le ech un pedacito de pan. La muchacha en eljergn respir intranquila, gimi en sueos.

    Ocho horas despus del incidente. El estado de la enferma: sin cambios. El estado del mdico... osea, el mo, mejor, puesto que me repar con un tanto de sueo... Puedo continuar con las notas.Conviene pues transcribir en estas hojas algo de informacin acerca de mi paciente. Para las generacionesfuturas. Si acaso alguna generacin futura fuera capaz de llegar hasta estos pantanos antes de que todoesto se pudra y se deshaga en cenizas.

    Vysogota suspir con fuerza, moj la pluma y la limpi con el borde del tintero.

    En lo tocante a la paciente murmur, que quede anotado lo que sigue. La edad, por lo queaparenta, unos diecisis aos, alta, la constitucin es ms bien delgada, pero al menos no es dbil, nomuestra seales de desnutricin. Musculatura y constitucin fsica son ms bien tpicas de las elfas

    jvenes, pero no se advierte caracterstica alguna de mestizaje... hasta cuarterona inclusive. Un porcentajems bajo de sangre lfica puede, como es sabido, no dejar huella.

    Slo entonces se dio cuenta Vysogota de que no haba escrito en la pgina ni una sola runa, ni unasola palabra. Apoy la pluma en el papel pero la tinta se haba secado. El viejecillo no se inmut.

    Que quede anotado tambin continu que la muchacha nunca ha parido. Y tambin que en elcuerpo no tiene seal antigua alguna, cicatriz, alforza, rastro ninguno de los que depositan el trabajo duro,los accidentes, la vida arriesgada. Lo acento: hablo aqu de seales antiguas. Seales recientes no lefaltan en todo el cuerpo. A la muchacha la golpearon. Una verdadera paliza y de ningn modo a manos desu padre. Seguramente le dieron de patadas tambin.

    Encontr tambin en su cuerpo una seal bastante extraa... Humm, que quede esto escrito parabien de la ciencia... En la ingle, junto al monte de Venus, la muchacha tiene tatuada una rosa roja.

    Vysogota contempl absorto la punta afilada de la pluma, despus de lo cual la sumergi en eltintero. Esta vez, sin embargo, no olvid el objetivo con el que haba hecho esto: comenz a cubrir el

    papel con lneas regulares de escritura inclinada. Sigui escribiendo hasta que se sec la pluma.

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    Medio inconsciente, gritaba y hablaba continu. Su acento y la forma de expresin, sidescontamos las continuas expresiones intercaladas en el argot obsceno de los delincuentes, producen

    bastante confusin, son difciles de ubicar, pero me arriesgara a afirmar que proceden ms bien del norteque del sur. Algunas palabras...

    De nuevo rasg el pergamino con la pluma, no demasiado tiempo, mucho menos de lo necesariopara poder escribir todo lo que haba dicho un instante antes. Despus de lo cual sigui con su monlogo,

    exactamente all donde lo haba interrumpido.Algunas palabras, nombres y apelativos que la muchacha balbuce en su fiebre son dignos de serrecordados. E investigados. Todo apunta a que una persona muy, pero que muy poco corriente haencontrado el camino hasta la varga del viejo Vysogota...

    Guard silencio durante un rato, escuchando.

    Ojal murmur que la varga del viejo Vysogota no se convierta en el final de su camino.

    Vysogota se inclin sobre el pergamino e incluso apoy en l la pluma, pero no escribi nada, niuna sola runa. Arroj la pluma sobre la mesa. Jade por un instante, murmur con furia, se son losmocos. Mir al lecho, prest atencin a los sonidos que le llegaban desde all.

    Hay que advertir y apuntar dijo con voz cansada que est muy mal. Todos mis esfuerzos ytratamientos puedan resultar insuficientes y el celo puede resultar baldo. Mis temores eran bien fundados.

    La herida est infectada. La muchacha tiene una fiebre muy alta. Se han presentado ya tres de los cuatrossntomas principales de un fuerte estado inflamatorio. Rubor, calor y tumor son fciles de advertir en estemomento a ojo y tacto. Cuando pase el shock postaccidental aparecer el cuarto: dolor. Que quede escritoque ha pasado ya cerca de medio siglo desde que me dedicara a la prctica de la medicina, percibo cmoestos aos pesan sobre mi memoria y la agilidad de mis dedos. No s hacer mucho, todava menos puedohacer. Apenas tengo remedios y medicamentos. Toda mi esperanza yace en los mecanismos de defensa deun organismo joven...

    Doce horas desde el incidente. Conforme a lo esperado, ha aparecido el cuarto sntoma principalde la inflamacin: dolor. La enferma grita de dolor, la fiebre y los temblores se incrementan. No tengonada, ningn medicamento que pueda darle. Dispongo de una pequea cantidad de elixir de estramonio,

    pero la muchacha est demasiado dbil para sobrevivir a su accin. Tengo tambin algo de acnito, peroel acnito la matara al instante.

    Quince horas desde el incidente. Amanece. La enferma est inconsciente. La fiebre sube confuerza, los temblores se acrecientan. Aparte de esto aparece una fuerte contraccin de los msculos delrostro. Si se trata del ttanos, la muchacha est perdida. Tengamos sin embargo la esperanza de que setrate tan slo de los nervios faciales... O del trigmino. O de ambos... La muchacha quedar desfigurada...

    pero estar viva...

    Vysogota mir al pergamino en el que no haba escrito ni una runa, ni una sola palabra.

    A condicin dijo en voz baja de que sobreviva a la infeccin.

    Veinte horas desde el incidente. La fiebre crece. Rubor, calor, tumor y dolor alcanzan, me da laimpresin, el punto culminante. Pero la muchacha no tiene posibilidades de vivir siquiera hasta alcanzaresas fronteras. As que escribir... Yo, Vysogota de Corvo, no creo en la existencia de los dioses. Pero si

    por una casualidad existieran, pido que tomen bajo su proteccin a esta muchacha. Y que me perdonen am lo que he hecho... Si es que lo que he hecho resultara ser un error.

    Vysogota solt la pluma, se restreg los prpados, que tena hinchados y le picaban, apoy lospuos en las sienes.

    Le he dado una mezcla de estramonio y acnito dijo con voz sorda. Las prximas horasdecidirn todo.

    No estaba durmiendo, tan slo daba unas cabezadas, cuando un golpe y un estruendo, a los queacompaaba un gemido, lo sacaron del duermevela. Un gemido ms bien de rabia que de dolor.

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    En el exterior clareaba el da, las rendijas de las contraventanas dejaban apenas pasar unos dbilesrayos de luz. La arena del reloj haba cado del todo, y haca mucho. Vysogota, como de costumbre, habaolvidado darle la vuelta. La lamparilla apenas temblaba, la llama de color rub del hogar iluminabalevemente los rincones de la choza. El viejo se levant, retir el improvisado biombo de mantas queseparaban el lecho del resto del cuarto para darle un poco de tranquilidad a la enferma.

    La enferma ya haba conseguido levantarse del suelo sobre el que se haba cado slo un momento

    antes, estaba sentada enderezada en la orilla del camastro, intentaba rascarse el rostro bajo el vendaje.Vysogota tosi.

    Te ped que no te levantaras. Ests demasiado dbil. Si quieres algo, llmame. Siempre estoycerca.

    Pues yo lo que no quiero es que ests cerca dijo bajito, a media voz, pero muy claro. Quieromear.

    Cuando l volvi a recoger el orinal, ella estaba tendida en el camastro, de espaldas, masajendoseel vendaje que apretaba la mejilla y cubra la frente y el cuello con cintas de vendas. Cuando al cabo deun rato regres, ella no haba cambiado de posicin.

    Cuatro jornadas? pregunt, mientras miraba al techo.

    Cinco. Ha pasado casi un da desde que hablamos por ltima vez. Has dormido una jornada

    entera. Eso est bien. Necesitas dormir.Me siento mejor.

    Estoy contento de orlo. Vamos a quitar el vendaje. Te ayudar a sentarte. Agrrate a mi mano.

    La herida cicatrizaba bien, estaba seca, esta vez retir el vendaje casi sin dolorosos tirones alsepararlo de la costra. La muchacha se toc con cuidado la mejilla. Frunci el ceo, pero Vysogota sabaque no slo era el dolor. Se aseguraba de la extensin de la mutilacin, tomaba consciencia de lagravedad de la herida. Se aseguraba, sintiendo espanto, de que lo que haba sentido al tacto antes no habasido una pesadilla producida por la fiebre.

    Tienes aqu un espejo?

    No tengo minti.

    Ella lo mir, quiz completamente consciente por vez primera.Eso quiere decir que est tan mal? pregunt, pasando la mano con cuidado por las costuras.

    Es un corte muy amplio mascull, molesto consigo mismo por explicarse y justificarse anteuna mocosa. Todava tienes la cara muy inflamada. Dentro de unos das te quitar las costuras, hastaentonces te pondr rnica y extracto de sauce. Ya no te vendar toda la cabeza. La herida cicatriza muy

    bien.

    Ella no respondi. Mova los labios y las mandbulas, arrugaba la cara y frunca el ceo, probandoqu le dejaba hacer la herida y qu no.

    He hecho caldo de paloma. Quieres?

    Quiero. Pero esta vez lo intentar sola. Es denigrante que le den de comer a una como a unaparaltica.

    Comi largo rato. Se llevaba a la boca la cuchara de madera con tanto esfuerzo como si pesara doslibras. Pero pudo hacerlo sin ayuda de Vysogota, quien la observaba con inters. Vysogota era curioso yarda de curiosidad. Saba que junto con el regreso de la muchacha a la salud comenzara el intercambiode palabras que podra arrojar algo de luz al misterioso asunto. Lo saba y no poda esperar hasta esemomento. Llevaba demasiado tiempo viviendo solo en aquel despoblado.

    La muchacha termin de comer, se tumb sobre los cojines. Durante un rato mir como muerta altecho, luego volvi la cabeza. Sus extraordinarios ojos verdes, pens otra vez Vysogota, le daban a surostro un aspecto de inocencia infantil, lo que en aquel momento resaltaba con la mejilla horriblementemutilada. Vysogota conoca aquel tipo de belleza, los grandes ojos de un nio eterno, una fisonoma que

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    produca una simpata instintiva. Una muchacha eterna, incluso cuando su vigsimo, incluso su trigsimocumpleaos hubiera cado ya en el olvido. S. Vysogota conoca bien aquel tipo de belleza. Su segundamujer haba sido as. Su hija era as.

    Tengo que irme de aqu dijo de pronto la muchacha. Y rpido. Me estn persiguiendo. Losabes.

    Lo s afirm con la cabeza. Fueron stas las primeras palabras que dijiste que pese a las

    apariencias no eran delirios. Ms exactamente, casi de las primeras. Porque lo primero que preguntastefue por tu caballo y tu espada. En este orden. Cuando te asegur que tanto el caballo como la espadaestaban en buena custodia, te entr la sospecha de que yo era un aliado de no s qu Bonhart y de que note estaba curando, sino que te someta a la tortura de darte esperanzas. Cuando, no sin esfuerzo, te saqude tu error, te presentaste a ti misma como Falka y me agradeciste que te hubiera salvado.

    Eso est bien. Clav la cabeza en la almohada, como queriendo evitar la necesidad de mirarle alos ojos. Eso est bien, el que no olvidara agradecrtelo. Yo lo recuerdo como entre la niebla. No s loque era sueo y lo que era realidad. Tema no haber dado las gracias. No me llamo Falka.

    Tambin me enter de ello, aunque ms bien por casualidad. Lo dijiste durante la fiebre.

    Soy una fugitiva dijo sin volver la cabeza. Una prfuga. Es peligroso darme refugio. Espeligroso saber cmo me llamo de verdad. Tengo que subirme a mi caballo y huir antes de que me

    descubran...Hace un momento dijo l con voz suave tenas problemas para sentarte en el orinal. No s

    muy bien cmo ibas a poder sentarte en el caballo. Pero te aseguro que aqu ests a salvo. Nadie tedescubrir.

    Me seguirn, estoy segura. Seguirn los rastros, registrarn los alrededores...

    Tranquilzate. Llueve todos los das, nadie encontrar las huellas. Ests en un despoblado, en undesierto. En casa de un eremita, que se aisl del mundo. Para que no fuera fcil encontrarlo. Sin embargo,si quieres puedo buscar una forma de llevar noticias sobre ti a tus parientes o a tus amigos.

    No sabes siquiera quin soy...

    Eres una muchacha herida le cort. Que huye de alguien que no vacila en herir a muchachas.Quieres que lleve alguna noticia?

    No hay a quin respondi al cabo, y Vysogota percibi un cambio en el tono de voz. Misamigos estn muertos. Los mataron a todos.

    l no contest.

    Yo soy la muerte continu, con una voz extraa. Todo el que me conoce muere.

    No todos neg l mirndola con atencin. No el Bonhart se cuyo nombre gritabas en sueos,se ante el que ahora quieres huir. Vuestro encuentro te ha perjudicado ms a ti que a l. Fue l... quien tehiri el rostro?

    No. Ella apret los labios para ahogar algo que poda ser un gemido o una maldicin. FueAntillo el que me hiri en la cara. Stefan Skellen. Y Bonhart... Bonhart me hiri mucho ms hondo. Ms

    profundamente. Habl de ello durante la fiebre?

    Tranquilzate. Ests dbil, deberas evitar todo movimiento brusco.Me llamo Ciri.

    Te pondr una compresa con rnica, Ciri.

    Espera... un momento. Dame un espejo.

    Te he dicho...

    Por favor!

    l obedeci, lleg a la conclusin de que era necesario, que no se poda esperar ms. Incluso trajouna lamparilla. Para que ella pudiera ver mejor lo que le haban hecho a su rostro.

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    Vaya, s dijo con la voz quebrada, distinta. S. Tal y como me lo imaginaba. Casi como me loimaginaba.

    l sali, y corri tras de s el improvisado biombo de mantas.

    Ella intent sollozar bajito, para que no se la oyera. Lo intent con todas sus fuerzas.

    Al da siguiente Vysogota le quit la mitad de los puntos. Ciri se masaje la mejilla, silb como unaserpiente, quejndose de un fuerte dolor en el odo y resintindose en el cuello cerca de la mandbula. Pese a

    ello se levant, se visti y sali al exterior. Vysogota no protest. La acompa. No necesit ayudarla nisujetarla. La muchacha estaba sana y era mucho ms fuerte de lo que pareca.

    Slo se detuvo cuando lleg afuera, se sujet al marco de la puerta y a las bisagras.

    Pero... espir bruscamente. Pero qu fro! Una helada? Ya es invierno? Cunto tiempohe estado en la cama? Semanas?

    Exactamente seis das. Hoy es el quinto da de octubre. Pero se anuncia un octubre muy, muyfro.

    El cinco de octubre? frunci el ceo, silb sintiendo dolor al hacerlo. Cmo puede ser?Dos semanas?

    Qu? Qu dos semanas?

    No importa. Se encogi de hombros. Puede que yo me equivoque... O puede que no. Dime,qu es lo que apesta tanto aqu?

    Pieles. Cazo ratas almizcleras, castores, visones y nutrias, curto sus pieles. Hasta un ermitaotiene que vivir de algo.

    Dnde est mi caballo?

    En el establo.

    La yegua negra les salud con un sonoro relincho y la cabra de Vysogota la secund con un balidoen el que se perciba un gran disgusto por la necesidad de tener que compartir su habitculo con otroinquilino. Ciri abraz el cuello del caballo, le palmete, le acarici la crin.

    Dnde est mi silla? El telliz? Los arreos?

    Aqu.

    l no protest, no le hizo observacin alguna, no expres su opinin. Guard silencio, apoyado ensu bastn. No se movi cuando ella jade al intentar levantar la silla, no se inmut cuando ella setambale por el peso y cay torpemente sobre el suelo cubierto de paja, lanzando un sonoro gemido. Nose acerc a ella, no la ayud a levantarse. La observaba con atencin.

    Bueno, vale dijo Ciri con los dientes apretados, mientras empujaba a la yegua, que estabaintentando meter la nariz por el cuello de su camisa. Est todo claro. Pero yo tengo que irme de aqu,

    joder! Tengo que irme!

    Adonde? pregunt l con voz fra.

    Ella se masaje el rostro, todava segua sentada sobre la paja, junto a la silla.

    Lo ms lejos posible.

    Vysogota asinti con la cabeza, como si la respuesta le satisficiera, lo aclarara todo y no dejaralugar a duda. Ciri se levant con esfuerzo. Ni siquiera intent inclinarse a por la silla y los arreos. Slocomprob si la yegua tena avena y heno en el pesebre, comenz a limpiar las pajas de la crin y loscostados del caballo. Vysogota esper en silencio hasta que sucedi. La muchacha se afirm en el posteque sujetaba el techo, se qued plida como la pared. l le ofreci el bculo sin decir palabra.

    No me pasa nada, es slo que...

    Slo que la cabeza te da vueltas porque ests enferma y tienes menos fuerzas que un recinnacido. Volvamos. Tienes que tumbarte.

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    A la puesta del sol, habiendo dormido sus buenas horas, Ciri sali de nuevo. Vysogota, que volvadel ro, se tropez con ella junto a un seto natural de zarzas.

    No salgas demasiado lejos de la varga dijo en tono acre. En primer lugar, ests demasiadodbil...

    Me siento mejor.

    En segundo, es peligroso. Alrededor hay un enorme pantano, un caaveral sin fin. No conoces los

    senderos, puedes perderte o ahogarte en los lodazales.Y t seal el saco que el ermitao iba arrastrando conoces los senderos, por supuesto. E

    incluso vas por ellos no demasiado lejos, por lo que el pantano no debe de ser tan grande. Curtes pielespara vivir, est claro. Kelpa, mi yegua, tiene avena y yo no veo aqu sembrados. Hemos comido pollo ygachas de cebada. Y pan. Pan de verdad, no chuscos. No creo que el pan te lo haya dado un trampero. Asque eso significa que hay un pueblo por los alrededores.

    Una deduccin sin fallo confirm l con serenidad, Ciertamente, me traen las provisiones dela aldea ms cercana. La ms cercana, pero que no est para nada cerca, se halla en los lmites de lacinaga. El pantano linda con el ro. Cambio mis pieles por vveres que me traen en una canoa. Pan,cebada, harina, sal, queso, a veces un conejo o un pollo. A veces noticias.

    No hubo preguntas, as que continu.

    Una horda de gente a caballo estuvo dos veces en el poblado buscando a alguien. La primera vezadvirtieron a los aldeanos de que no te escondieran, amenazaron con hierro y fuego si llegaras a sercapturada en el pueblo. La segunda vez prometieron una recompensa. Por encontrar el cadver. Tus

    perseguidores estn convencidos de que yaces muerta en los bosques, en alguna hoya o barranco.

    Y no descansarn murmur hasta que no encuentren el cuerpo. Lo s bien. Tienen que teneralguna prueba de que no estoy viva. Sin esa prueba no renunciarn. Buscarn por todos lados. Y al finalllegarn hasta aqu...

    Les interesas mucho advirti l. Aun dira ms, les interesas de un modo extraordinario...

    Ella apret los labios.

    No tengas miedo. Me ir antes de que me encuentren. No te expondr a peligro... No tengasmiedo.

    Por qu supones que tengo miedo? Se encogi de hombros. Qu motivo hay para estaratemorizado? Aqu no llegar nadie, nadie ser capaz de encontrarte aqu. Pero si sacas las napias fuerade las caas, te topars de frente con tus perseguidores.

    En otras palabras ella ech hacia atrs la cabeza en un gesto de desafo, que tengo quequedarme aqu. Eso es lo que queras decir?

    No eres una prisionera. Puedes irte cuando gustes. Mejor dicho: cuando seas capaz. Pero puedestambin quedarte aqu y esperar. Llegar el da en que tus perseguidores se cansen. Siempre se cansan,antes o despus. Siempre. Puedes creerme. Lo conozco bien.

    Los ojos verdes de la muchacha brillaron al mirarlo.

    Al fin y al cabo dijo deprisa el ermitao, al tiempo que se encoga de hombros y rehua su

    mirada, hars lo que quieras. Repito, no te retendr aqu.Sin embargo, hoy no me ir resopl. Me siento dbil... y el sol se va a poner... y no conozco

    las sendas. As que vamos a la choza. Me he quedado helada.

    Has dicho que llevo aqu seis jornadas. Es eso cierto?

    Por qu iba a mentir?

    No te alteres. Estoy intentando calcular los das... Yo me escap... me hirieron... en el da delEquilibrio. El veintitrs de septiembre. Si prefieres contar como los elfos, el ltimo da de Lammas.

    Eso no es posible.

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    Por qu iba a mentir? grit y gimi, al tiempo que se tocaba el rostro. Vysogota la mir conserenidad.

    No s por qu dijo con la voz glida. Pero yo he sido mdico, Ciri. Hace mucho, perotodava s distinguir una herida hecha diez horas antes de una hecha cuatro das antes. Te encontr elveintisiete de septiembre. As que te hirieron el veintisis. El tercer da de Velen, si prefieres contar comolos elfos. Tres das despus del equinoccio.

    Me hirieron en el mismo equinoccio.Eso no es posible, Ciri. Debes de haber equivocado la fecha.

    De eso nada. T eres el que tiene algn calendario de ermitao pasado de moda.

    Como quieras. Tanta importancia tiene?

    No. No tiene ninguna.

    Tres das despus Vysogota le retir los ltimos puntos. Tena todos los motivos para estarsatisfecho y orgulloso de su obra: la lnea de costura era recta y limpia, no haba que temer al tatuaje de lasuciedad entremetida en la herida. Sin embargo, al cirujano le ech a perder la satisfaccin el ver a Ciri enlgubre silencio contemplando la cicatriz desde diversos ngulos conun espejo e intentando esconderla

    sin resultado arrojando sus cabellos sobre la mejilla. La sutura la afeaba. Un hecho es un hecho. Nohaba nada que hacer. Nada le ayudaba el fingir que no era as. Todava roja, tumefacta como una soga,

    punteada con las huellas del aguijn de la aguja y marcada con las seales de los hilos, la cicatriz tena unaspecto verdaderamente macabro. Caba la posibilidad de que ese estado sufriera una mejora lenta oincluso rpida. Sin embargo, Vysogota saba que no haba posibilidad de que la cicatriz desapareciera ydejara de afearla.

    Ciri se senta mucho mejor, pero para asombro y satisfaccin de Vysogota ya no hablaba de partir.Sac del establo a su yegua negra Kelpa. Vysogota saba que en el norte se llamaba kelpa a unas algas, un

    peligroso monstruo marino que segn la supersticin poda adoptar la forma de un hermoso caballo, undelfn o incluso una bella mujer, pero que en realidad siempre tena el aspecto de un montn de hierbas.Ciri ensill a la yegua y cabalg alrededor del corral y la choza, despus de lo cual Kelpa volvi alestablo para hacerle compaa a la cabra, mientras que Ciri regres a la choza para hacerle compaa aVysogota. Hasta, seguramente por aburrimiento, lo ayud en su trabajo. Mientras l separaba las pieles de

    nutria por su tamao y su tono, ella divida las ratas almizcleras en dorsos y vientres, y extenda las pielesa lo largo de una mesita que haban metido en la casa. Por lo que se vea, tena los dedos hbiles.

    Precisamente durante esta tarea tuvo lugar una conversacin bastante extraa entre ellos.

    No sabes quin soy. Ni siquiera te puedes imaginar quin soy.

    Ella repiti varias veces esta afirmacin banal y eso le incomod a l un tanto. Por supuesto no dejque ella se diera cuenta de su fastidio, le hubiera rebajado el traicionar sus sentimientos ante una mocosacomo sa. No, no poda dejar que pasara esto, pero tampoco poda traicionar la curiosidad que lodevoraba.

    Una curiosidad que en suma careca de motivos, porque se poda imaginar sin esfuerzo quin era.En los tiempos de Vysogota las bandas juveniles tampoco eran una rareza. Los aos que habantranscurrido no haban conseguido eliminar tampoco la fuerza magntica con que estas cuadrillas atraan

    a la muchachada vida de aventuras y fuertes emociones. Muy a menudo para su perdicin. Los mocososque salan de ello con una cicatriz en el rostro podan decir que haban tenido suerte. A los menos felicesles esperaban torturas, el patbulo, el hacha o el palo..

    Bah, desde tiempos de Vysogota slo haba cambiado una cosa: la progresiva emancipacin. Lasbandas atraan no slo a los jovenzuelos sino tambin a las pipiolas alocadas, que cambiaban la sillita, larueca y la espera del casorio por el caballo, la espada y las aventuras.

    Vysogota no le dijo aquello directamente. Lo coment dando rodeos. Pero de tal modo que ellapudiera saber que l lo saba. Para hacerla consciente de que si aqu haba algn enigma, con todaseguridad no era ella: una muchacha que andaba por los caminos con una banda de bandoleros

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    adolescentes y que haba escapado por milagro de una trampa. Una mocosa desfigurada que intentaba atoda costa rodearse de una aura enigmtica...

    No sabes quin soy. Pero no tengas miedo. Me ir pronto. No te expondr a peligro.

    Vysogota estaba ya harto.

    No me amenaza peligro alguno dijo l con aspereza. Cul podra ser? Incluso si tusperseguidores aparecen por aqu, lo que dudo, qu mal me pueden hacer? Otorgar ayuda a un

    delincuente huido es merecedor de castigo, pero no en el caso de un ermitao, puesto que el ermitao noes consciente de las cosas del mundo. Mi privilegio es albergar a todo aqul que llegue hasta mi rincn.Bien has dicho: no s quin eres. Cmo iba a saber yo, un ermitao, quin eres, el delito que hascometido y por qu te persigue la ley? Y qu ley? Si yo ni siquiera s qu ley es la que rige en estosalrededores ni de quin es la jurisdiccin. Ni me interesa. Soy un ermitao.

    Se dio cuenta de que haba hablado demasiado sobre su eremitismo. Pero no cedi. Los verdes ojosde ella llenos de furia le atravesaban como si fueran cuchillas.

    Soy un pobre eremita. Muerto para el mundo y sus trabajos. Soy un hombre sencillo y sininstruccin, ignorante de los asuntos mundanos...

    Haba exagerado.

    Seguro! grit ella, arrojando la piel y el cuchillo al suelo. Me tomas por tonta o qu? Pues

    no te pienses que soy tonta. Ermitao, pobre eremita! Cuando no estabas ech un vistazo por aqu. Mirall, en el rincn, en aquel quicio no demasiado limpio. De dnde han salido tantos libros de ciencias quehay sobre las estanteras, eh, hombre sencillo y sin instruccin?

    Vysogota ech una piel de nutria sobre el jergn.

    Antes viva aqu un cobrador de impuestos dijo inmutable. sos ton catastros y libros decontabilidad.

    Mientes. Ciri frunci el rostro, se masaje la cicatriz. Mientes a todas luces!

    El no respondi, haciendo como que evaluaba el tono de otra piel.

    Te piensas sigui la muchacha al cabo que porque tienes barba, arrugas y cien aos a cuestasvas a engaar sin esfuerzo a una moza inocente, eh? Pues te dir: a la primera pardilla que pasara por

    aqu puede que la engaaras. Pero yo no soy una pardilla.l alz las cejas en una interrogacin muda y retadora. Ella no le hizo esperar mucho.

    Yo, mi seor ermitao, he estudiado en lugares donde haba muchos libros, y tambin algunoscon los mismos ttulos que hay en tus estanteras. Conozco muchos de esos ttulos.

    Vysogota alz todava ms las cejas. Ella le mir directamente a los ojos.

    Cosas raras otorg Ciri parlotea esta cerdita toda sucia, esta hurfana harapienta, ha de seruna ladrona o una bandolera, que la encontraron en el arroyo con la jeta hecha polvo. Y sin embargo hasde saber, ermitao, que yo he ledo la Historia de Roderick de Novembre. Repas, y ms de una vez, laobra que lleva el ttulo deMateriae medicae. Conozco elHerbarius, el mismo que tienes en tu estantera.Tambin s lo que significa la cruz de armio sobre escudo rojo que aparece en los lomos de los libros.Es la seal de que los edit la Universidad de Oxenfurt.

    Se detuvo, segua observndolo con atencin. Vysogota guard silencio, haca esfuerzos para quesu rostro no delatara nada.

    Por eso pienso dijo Ciri, echando la cabeza hacia atrs en un movimiento tpico suyo,orgulloso y un tanto violento que t no eres para nada un simpln ni un ermitao. Que para nada hasmuerto para el mundo sino que has huido de l. Y te escondes aqu, en los despoblados, enmascaradoentre apariencias y caaverales sin fin.

    Si as es Vysogota sonri, entonces nuestra suerte se ha unido en forma harto extraa, mileda seorita. En forma grandemente enigmtica nos reuni el destino. Al fin y al cabo, t tambin, Ciri,

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    te ocultas. Al fin y al cabo, t tambin, Ciri, con destreza tejes a tu alrededor un velo de apariencias. Yoanciano soy, y lleno de sospechas y amargado por la desconfianza de la edad...

    Desconfas de m?

    Desconfo del mundo, Ciri. De un mundo donde las engaosas apariencias adoptan la mscara dela verdad para sacar a la luz otra verdad, falsa, por decirlo pronto y mal, una verdad que tambin intentaengaar. De un mundo en el que el escudo de la Universidad de Oxenfurt se pinta sobre las puertas de las

    mancebas. De un mundo en el que bandoleras heridas se las dan de ser seoritas versadas, sabias y hastapuede que de noble cuna, intelectuales y eruditas que leen a Roderick de Novembre y conocen el sello dela Academia. Contra todas las apariencias. Contra el hecho de que ellas mismas portan otra seal. Untatuaje de bandido. Una rosa roja grabada en la ingle.

    Cierto, tenas razn. Apret los labios y su rostro se cubri de un rubor tan intenso que la lneade la cicatriz pareca negra. Eres un viejo amargado. Y un rancio metomentodo.

    En mi estantera, detrs de la cortina seal l con un movimiento de cabeza, est el AenN'og Mab Taedh'morc, una coleccin de cuentos lficos y de profecas en verso. Hay all una fbula queconcuerda con esta situacin y esta conversacin. Es la historia de un cuervo provecto y una golondrinanuevita. Puesto que del mismo modo que t, Ciri, soy un erudito, me permito recordar unos fragmentosadecuados a las circunstancias. El cuervo, como recordars con toda seguridad, acusa a la golondrina de

    frivolidad y de liviandad poco graciosa.Hen Cerbin dic'ss aen n'og Zireael Aark, aark, caelmfoile, te veloe, ell? Zireael...

    Se detuvo, apoy los codos sobre la mesa y la barbilla sobre los dedos extendidos. Ciri agit lacabeza, se enderez, le mir retadora. Y termin el poema.

    ...Zireael veloe que'ss aen en'ssan irch Mab og, Hen Cerbin, vean ni, quirk, quirk!

    El viejo amargado y desconfiado dijo al cabo Vysogota sin cambiar de posicin le pideperdn a la joven erudita. El cuervo provecto, que ve mentira y engao por doquier, le pide a lagolondrina que le perdone, a una golondrina cuya nica culpa es ser joven y estar llena de vida. Y serguapilla.

    Ahora desbarras refunfu ella, cubrindose la cicatriz del rostro con la mano en unmovimiento inconsciente. Estos cumplidos te los puedes ahorrar. No van a enmendar los trapos de

    esparto con los que me restregaste la piel. No te pienses tampoco que as vas a conseguir conquistar miconfianza. Yo sigo sin saber quin eres en realidad. Por qu me mentiste en lo que respecta a las fechas.Y con qu intenciones me miraste entre las piernas aunque estaba herida en el rostro. Y si se acab sloen la mirada.

    Esta vez consigui sacarlo de sus casillas.

    Pero qu te imaginas, mocosa? grit. Si podra ser tu padre!

    Mi abuelo le corrigi con voz glida. Y hasta mi bisabuelo. Pero no lo eres. Yo no s quineres. Pero con toda seguridad no eres la persona que pretendes ser.

    Soy quien te encontr en el pantano, casi congelada hasta los huesos, con una costra negra enlugar de rostro, inconsciente, mugrienta y sucia. Soy quien te trajo a su casa aunque no saba quin eras ytena derecho a imaginarse lo peor. Quien te cur y tendi en la cama. Te dio medicamentos cuando

    estabas estallando de fiebre. Se ocup de ti. Te lav. Muy cuidadosamente. Tambin por los alrededoresdel tatuaje.

    Ciri se apacigu de nuevo, pero de sus ojos no haba desaparecido ni por asomo una miradaretadora e insolente.

    En este mundo grit, a veces las engaosas apariencias se ponen la mscara de la verdad, tmismo lo has dicho. Yo tambin conozco un poco este mundo, hazte a la idea. Me salvaste, me curaste yte ocupaste de m. Gracias por ello. Te estoy agradecida por tu... bondad. Pero s que no existe bondadsin...

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    Sin inters ni esperanza de ganar algo termin l con una sonrisa. S, lo s. Hombre soy demundo, quin sabe si no conozco el mundo tan bien como t, Ciri. A las muchachas heridas se las despojade todo lo que tenga algn valor. Si estn inconscientes o demasiado dbiles para defenderse, se suele darrienda suelta a la concupiscencia y el apetito, a menudo en formas depravadas y contra natura. No escierto?

    Nada es como parece respondi Ciri, cubrindose de nuevo de rubor.

    Cuan certera afirmacin dijo el ermitao, al tiempo que arrojaba otra piel al montnapropiado. Y cuan ineluctablemente nos conduce a la conclusin de que nosotros, Ciri, no sabemosnada el uno del otro. Slo conocemos las apariencias, y stas engaan.

    Aguard un instante, pero Ciri no se apresur a responder nada.

    Aunque ambos hemos acertado a realizar una especie de pesquisa preliminar, seguimos sin sabernada. Yo no s quin eres t, t no sabes quin soy...

    Esta vez l esper conscientemente. Ella le mir y en sus ojos arda la pregunta que l estabaesperando. Algo extrao brill en los ojos de la muchacha cuando hizo la pregunta esperada.

    Quin empieza?

    Si tras el ocaso alguien se hubiera arrastrado a hurtadillas hasta la choza de tejado de blago cado ylleno de musgo, si hubiera mirado al interior, habra visto a la luz de las llamas y reflejos del hogar a un

    viejecillo de barba gris encorvado sobre un montn de pieles. Hubiera visto tambin a una muchacha decabellos cenicientos con una horrible cicatriz en la mejilla, una cicatriz que no concordaba para nada conunos ojos verdes tan grandes como los de un nio.

    Pero nadie poda verlo. La choza estaba entre caaverales, en medio de un pantano al que nadie seatreva a aventurarse.

    Me llamo Vysogota de Corvo. Fui mdico. Cirujano. Fui alquimista. Fui investigador, historiador,filsofo y tico. Fui profesor de la Academia de Oxenfurt. Tuve que huir de all despus de publicar ciertaobra que fue considerada como impa, acusacin que entonces, hace cincuenta aos, acarreaba la pena demuerte. Tuve que emigrar. Mi mujer no quiso emigrar, as que me abandon. Y yo slo me detuve cuantoestaba ya muy lejos, en el sur, en el imperio de Nilfgaard. Consegu all por fin la ocupacin de docente detica en la Academia Imperial de Castell Graupian, cargo que ejerc cerca de diez aos. Pero tambin tuve

    que huir de all despus de publicar cierto tratado... En realidad la obra se ocupaba del poder totalitario ydel carcter criminal de las guerras de ocupacin, pero oficialmente se nos acus a mi obra y a m demisticismo metafsico y hereja clerical. Se entendi que actu en connivencia con los grupos clericalesimperialistas y revisionistas que eran los verdaderos gobernantes de los reinos del norte. Bastantedivertido a la luz de la pena de muerte que recibiera por mi atesmo veinte aos antes! Y era as que al fin yal cabo los imperialistas clericales se haban sumido haca ya tiempo en el olvido, pero en Nilfgaard no sehaba enterado nadie de ello. La unin del misticismo con la poltica era perseguida y castigada con rigor.

    Hoy da, juzgando con la perspectiva de los aos, pienso que si me hubiera humillado y hubieramostrado arrepentimiento, seguro que el asunto se hubiera arreglado y el emperador se hubiera limitado aque yo cayera en desgracia sin echar mano de medios demasiado drsticos. Seguro de mis razones, queconsideraba eternas, superiores a cualquier poder o poltica, me senta atacado, y adems atacadoinjustamente. Tirnicamente. As que entabl contacto activo con los disidentes que combatan al tirano ensecreto. Antes de que me pudiera dar cuenta me haban metido en la trena junto con los disidentes yalgunos de ellos, en cuanto que les ensearon la herramienta, me sealaron como el idelogo principal delmovimiento.

    E1 emperador hizo uso de su derecho de gracia, pero fui condenado al destierro bajo amenaza depena de muerte inmediata en caso de regreso a las tierras imperiales.

    Entonces me enoj con el mundo entero, con los reinos, imperios y universidades, con losdisidentes, funcionarios, juristas. Con los colegas y amigos que, al toque de una varita mgica, dejaron deserlo. Con mi segunda esposa que, de forma parecida a la primera, entendi que los problemas del maridoson motivo suficiente de divorcio. Con mis hijos, que me abandonaron. Me convert en ermitao. Aqu,

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    en Ebbing, en los pantanos de Pereplut. Tom la sede en herencia de un eremita que me fue dado conoceren cierta ocasin. La mala suerte quiso que Nilfgaard se anexionara Ebbing y sin comrmelo ni

    bebrmelo me encontr de nuevo en el imperio. No tengo ya ni fuerzas ni ganas de vagabundear ms, poreso tengo que esconderme. Las decisiones imperiales no prescriben, ni siquiera cuando el emperador quelas realizara haya muerto hace mucho y el emperador actual no tenga motivos para tener buenosrecuerdos de aqul ni para compartir sus opiniones. La sentencia de muerte sigue en vigor. Tal es la ley yla costumbre en Nilfgaard. Las condenas de traicin de estado no prescriben ni son afectadas por lasamnistas que cada emperador anuncia tras su coronacin. Despus de subir al trono el nuevo emperadoramnista a todos aqullos a los que su antecesor haba condenado... excepto a quienes son culpables detraicin de estado. No tiene importancia quin gobierne en Nilfgaard: si se llega a saber que estoy vivo yviolando mi condena de destierro al vivir en territorio imperial, mi cabeza caer en el cadalso.

    As que, como ves, Ciri, estamos en una situacin totalmente idntica.

    Qu es la tica? Lo saba, pero se me ha olvidado.

    La ciencia de la moralidad. De las reglas del comportamiento habitual, noble, benvolo yhonrado. De las alturas del bien a las que eleva el alma la moralidad y la rectitud humana. Y de losabismos del mal a los que hace caer la maldad y la inmoralidad...

    Las alturas del bien! buf. Rectitud! Moralidad! No me hagas rer, porque se me abre la

    cicatriz de la jeta. Tuviste suerte de que no te persiguieran, de que no enviaran tras de ti a los cazadoresde recompensas como ese... Bonhart. Veras lo que son los abismos del mal. tica? Esa tica tuya novale una mierda, Vysogota de Corvo. No son los malvados ni los inmorales los que se hunden en elabismo, no! Oh, no! Son los malos, pero decididos, quienes arrojan al fondo a los que son decentes,honrados y nobles, pero torpes, vacilantes y llenos de escrpulos.

    Gracias por tus enseanzas ironiz. Creme, aunque vivas un siglo, nunca es demasiadotarde para aprender algo. Cierto, siempre es provechoso escuchar a personas maduras, de mundo y conexperiencia.

    Rete, rete agit ella la cabeza. Mientras puedas. Porque ahora es mi turno. Ahora teentretendr con un relato. Te contar qu es lo que me pas. Y cuando termine, veremos si siguesteniendo ganas de bromear.

    Si aquel da despus de caer la noche alguien se hubiera deslizado furtivamente hasta aquellacabaa perdida entre los cenagales, con su hundido tejado de blago, si alguien hubiera mirado a travs delas rendijas de los postigos, habra visto en su interior escasamente iluminado a un viejecillo de barba

    blanca escuchando con atencin el relato de una muchacha de cabellos cenicientos que estaba sentada enun tronco junto a la chimenea. Habra visto que la muchacha hablaba despacio, como si le fuera difcilencontrar las palabras, que se frotaba nerviosa la mejilla deformada por una cicatriz horrible, quesembraba con largos momentos de silencio la narracin de sus vicisitudes. Una historia sobre lasenseanzas recibidas que resultaron ser todas falsas y engaosas. Sobre las promesas que se le hicieran yque no haban sido mantenidas. Una historia acerca de un destino en el que se le haba hecho creer y quela haba traicionado vilmente y despojado de su herencia. Acerca de cmo cada vez, cuando yacomenzaba a creer, caan sobre ella las ofensas, el dolor, la injusticia y la humillacin. Acerca de cmoaqullos en los que confiaba y a los que amaba la haban traicionado, no haban acudido en su ayuda

    cuando sufra, cuando la amenazaban la vergenza, el tormento y la muerte. Una historia sobre los idealesa que le haban recomendado mantenerse fiel y que la haban fallado, traicionado y abandonadoprecisamente cuando los necesitaba, demostrando cuan poco valor tenan. Acerca de cmo haba por finencontrado ayuda y amistad y amor entre quienes en apariencia no caba buscar ni ayuda ni amistad.Por no mencionar el amor.

    Pero nadie pudo haber visto aquello ni mucho menos haberlo odo. La choza del hundido tejado deblago cubierto de musgo estaba bien escondida entre la niebla, en unos cenagales donde nadie se atrevaa adentrarse.

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    Captulo segundo

    Al llegar a la edad de madurez, la joven muchacha comienza a intentar penetrar en campos de lavida que antes le estaban vedados, lo cual, en los cuentos de hadas, se simboliza mediante la entrada enuna torre enigmtica y la bsqueda en ella de una habitacin oculta. La muchacha sube hasta la cima de

    la torre, caminando por una escalera retorcida: las escaleras en los sueos son smbolos de vivenciaserticas. La habitacin prohibida, un pequeo cuarto cerrado con llave, simboliza la vagina. El acto degirar la llave en la cerradura es un smbolo del acto sexual.

    Bruno Bettelheim, The Uses of Enchantment:

    the Meaning and Importance of Fairy Tales

    El viento del oeste arrastr la tormenta nocturna.

    Un cielo de color negro violceo se resquebraj a lo largo de una lnea de relmpagos que estallaroncon el estampido de un agudo trueno. Una lluvia repentina golpe el polvo del camino con gotas tandensas como el aceite, reson en las tejas, deshizo la suciedad en las hojas de las ventanas. Pero un fuerteviento expuls con rapidez el chubasco, ahuyent la tormenta all lejos, al otro lado de un horizonte que

    arda a causa de los relmpagos.Y entonces los perros comenzaron a ladrar furiosamente. Redoblaron los cascos de los caballos,

    rechinaron las armas. Una algaraba y unos silbidos salvajes les pusieron los cabellos de punta a losaldeanos, les llen de pnico, les hizo cerrar a cal y canto puertas y ventanas. Los dedos sudorosos seapretaron sobre los mangos de las hachas, sobre las astas de los biernos. Se apretaban con fuerza. Perocon impotencia.

    Terror, el terror est cruzando la aldea. Perseguidos o perseguidores? Enloquecidos y violentos acausa de la rabia o a causa del miedo? Pasarn de largo sin detener los caballos? O se iluminar lanoche dentro de unos instantes con el fuego de los tejados ardiendo?

    Silencio, silencio, nios...

    Mam, es que son demonios? Es la Persecucin Salvaje? Monstruos del infierno? Mam,

    mam!Silencio, silencio, nios. No son demonios, no son diablos... Peor.

    Son seres humanos.

    Los perros aullaban. Soplaba la ventisca. Los caballos relinchaban, los cascos se estrellaban contrael suelo.

    Una partida de locos cabalgaba a travs de la aldea y de la noche.

    Hotsporn lleg a la cima, detuvo el caballo y le dio la vuelta. Era precavido y cauteloso, no legustaba el riesgo, sobre todo porque la atencin no costaba nada. No se apresur a bajar al ro, a laestacin de postas. Primero prefera mirar bien.

    Delante de la estacin no haba caballos ni tiros de animales, no haba ms que un furgn que

    llevaba un par de muas enjaezadas. En la lona haba un letrero que Hotsporn no poda leer desde tanlejos. Pero no ola a peligro. Hotsporn era capaz de oler el peligro. Era un profesional.

    Baj hasta la orilla llena de matorrales y mimbres muy crecidos, meti con decisin el caballo en elro, lo atraves al galope entre las salpicaduras de agua que golpeaban por debajo de la silla. Los patosque se revolcaban en el lodo huyeron lanzando sonoros cuac-cuacs.

    Hotsporn azuz al caballo, atraves la cerca y entr en el patio de la estacin. Ahora ya poda leer elletrero de la lona del furgn. Deca: Maestro Almavera, Tatuajes Artsticos. Cada palabra del letreroestaba pintada de un color distinto y comenzaba por una letra exageradamente grande y muy adornada.Pero en la caja del carro, por encima de la rueda derecha delantera, se vea una pequea flecha rota,

    pintada de prpura.

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    Abajo del caballo! escuch a su espalda. A tierra, y presto! Las manos lejos de laempuadura!

    Se acercaron y lo rodearon sin un ruido, Asse por la derecha, vestido con una chaqueta negra conhilos de plata, Falka por la izquierda, llevando puesto un juboncillo verde de ante y una boina con una

    pluma. Hotsporn se baj la capucha y el pauelo que le cubra el rostro.

    Ja! Asse baj la espada. Sois vos, Hotsporn. Sos reconocera, pero me confundi este

    caballo moro!Vaya una yegua bonita dijo Falka con admiracin, al tiempo que se retiraba la boina sobre la

    oreja. Negra y brillante como el carbn, ni un pelo claro. Y cuidado que es gallarda! Eh, lindeza!

    Cierto, y la encontr por menos de cien florines. Hotsporn sonri con desmaa. Dnde estGiselher? Dentro?

    Asse se lo confirm con un ademn de cabeza. Falka, que miraba a la yegua como hechizada, le diopalmadas en el cuello.

    Cuando corra por el agua elev hacia Hotsporn sus enormes ojos verdes era igualita queuna verdadera kelpa! Si hubiera salido del mar en vez de del ro no hubiera credo que no era una kelpade verdad!

    Y habis visto alguna vez, seorita Falka, una verdadera kelpa?

    En dibujos. La muchacha se apesadumbr de pronto. Para qu hablar ms de esto. Pasadadentro. Giselher est esperando.

    Delante de una ventana que daba algo de luz haba una mesa. Sobre la mesa estaba semitendidaMistle, apoyada en los codos, desnuda de cintura para abajo, sin nada ms que unas medias negras. Entresus piernas descaradamente abiertas haba un individuo encogido, hombre delgado y de cabellos largosvestido con una levita gris. No poda ser otro que el maestro Almavera, artista del tatuaje, puesto queestaba ocupado precisamente en grabar en el muslo de Mistle una imagen de colores.

    Acrcate, Hotsporn pidi Giselher, al tiempo que mova un taburete de una mesa ms alejadaen la que estaba sentado junto con Chispas, Kayleigh y Reef. Los dos ltimos, como Asse, tambinestaban vestidos con una piel de ternera negra que llevaba cosidas hebillas, tachuelas, cadenas v otrosimaginativos adornos de plata. Algn artesano tena que estar ganando con ello buenas sumas, pens. Los

    Ratas, cuando les entraba la gana de adornarse, pagaban a los sastres, zapateros y talabarteros como unverdadero rey. Claro est que tampoco les importaba arrancarle sin ms a la persona asaltada la ropa o la

    bisutera que les haba cado en gracia.

    Por lo que veo, encontraste nuestro mensaje en las ruinas de la estacin vieja dijo Giselherarrastrando las palabras. Ja, qu digo, si no no estaras aqu. Mas he de reconocer que has viajado conrapidez.

    Porque la yegua es muy bonita se entrometi Falka. Y me apuesto a que tambin es fogosa!

    Encontr vuestro mensaje. Hotsporn no apart la vista de Giselher. Y qu hay del mo?Lleg hasta ti?

    Lleg... El jefe de los Ratas trastabill. Pero... bueno, por decirlo con pocas palabras... nohaba entonces mucho tiempo. Y luego nos cogimos una buena curda y hubimos de reposar un tanto. Yluego nos vino a mano otro camino...

    Mocosos de mierda, pens Hotsporn.

    Por decirlo con pocas palabras: no has cumplido el encargo.

    Pues no. Lo siento, Hotsporn. No fue posible... mas la prxima vez, ya, ya! Indefectiblemente!

    Indefectiblemente! confirm Kayleigh con nfasis, aunque nadie le haba pedido queconfirmara nada.

    Malditos mocosos irresponsables. Se emborracharon. Y luego les vino a mano otro camino. Seguroque el del sastre, a por trapos raros.

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    Quieres beber algo?

    Gracias, pero no.

    Quiz quieras probar esto? Giselher seal un cofrecito de laca muy adornado que estabaentre los vasos y las damajuanas. Hotsporn supo entonces por qu en los ojos de los Ratas arda un brillotan extrao, por qu sus movimientos eran tan nerviosos y rpidos.

    Polvo de primera le asegur Giselher. No quieres tomar un pellizco?

    Gracias, pero no. Hotsporn mir significativamente las manchas de sangre y las huellas en elaserrn que desaparecan en la habitacin y que mostraban con claridad adonde haba sido arrastrado elcadver. Giselher se dio cuenta de la mirada.

    Un palurdo se quiso hacer el hroe buf. Hasta que la Chispas le tuvo que dar unescarmiento.

    Chispas se ri guturalmente. Enseguida se vea que estaba muy excitada por el narctico.

    Lo escarment de tal modo que hasta se ator con la sangre se jact. Y al punto los otros sequedaron tranquilitos. A eso se le llama terror!

    Iba, como de costumbre, llena de joyas, hasta llevaba un pendiente de diamante en una aleta de lanariz. No iba vestida de cuero sino con un juboncillo de color cereza, con un diseo brocado que era yatan famoso como para ser el ltimo grito de la moda entre la mocedad dorada de Thurn. De la mismaforma que el pauelo de seda con el que se cubra la cabeza Giselher. Hotsporn incluso haba odo hablarde muchachas que se cortaban el cabello a la Mistle.

    Esto se llama terror repiti Hotsporn, pensativo, todava con la mirada dirigida hacia losrastros sangrientos del suelo. Y el jefe de estacin? Y su mujer? Su hijo?

    No, no. Giselher frunci el ceo. Piensas acaso que nos hemos cargado a todos? De esonada. Los metimos pa un rato en la cmara. Ahora, como ves, la estacin es nuestra.

    Kayleigh se enjuag la boca con vino haciendo un fuerte ruido, escupi al suelo. Con unapequesima cuchara sac un poquito de fisstech del cofrecillo, lo espolvore delicadamente sobre layema del dedo ndice, que haba previamente ensalivado, y se frot el narctico sobre las encas. Le dio elcofrecillo a Falka, la cual repiti el ritual y le pas el fisstech a Reef. El nilfgaardiano lo rechaz, estabaocupado en contemplar un catlogo de tatuajes de colores, y le dio la caja a Chispas. La elfa se la pas aGiselher, sin usarla.

    Terror! gru, entrecerrando los ojos brillantes y respirando con fuerza por la nariz.Tenemos la estacin bajo el terror! El emperador Emhyr tiene el mundo entero, nosotros slo la chabolasta. Pero la cosa es la misma!

    Ahhh, voto al infierno! aull Mistle desde la mesa. Ten cuidao dnde pinchas! Si mehaces eso otra vez te pincho yo a ti! Y de tal modo que te paso de costado a costado!

    Los Ratas excepto Falka y Giselher estallaron en risas.

    Para ser guapa hay que sufrir! grit Chispas.

    Pnchala, maestro, pnchala! aadi Kayleigh. Ella est bien dura entre las patas!

    Falka escupi una tremenda blasfemia y le lanz un vaso. Kayleigh se inclin, los Ratas se

    retorcieron de risa otra vez.As pues Hotsporn se decidi a ponerle punto y final al regocijo mantenis la estacin bajo

    el terror. Y para qu, si exceptuamos la satisfaccin que emana del atemorizar?

    Nosotros andamos al acecho respondi Giselher, frotndose el fisstech en las encas. Sialguien se detiene aqu bien para cambiar el caballo, bien para descansar, pues se le despluma. Esto esms placentero que los cruces o los matojos al pie del camino. Mas como Chispa poco ha dijera, la cosaes la misma.

    Pero hoy, desde el alba, no nos ha cado ms que ste se introdujo Reef, sealando al maestroAlmavera, que estaba casi del todo escondido entre los muslos abiertos de Mistle. En pelotas, como

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    todo buen artista, no haba na de lo que aflojarle, as que le aflojamos de su arte. Echad un vistazo a cuanimaginativos son sus dibujos.

    Se desnud el antebrazo y mostr el tatuaje, una mujer desnuda que mova las nalgas cuandoapretaba el puo. Kayleigh tambin hizo su alarde: alrededor de una mano, por encima de un brazalete de

    pinchos, se retorca una serpiente verde con las fauces abiertas y una lengua bfida escarlata.

    Cosa de gusto dijo Hotsporn con indiferencia. Y que ayuda mucho para identificar los

    cadveres. Mas en lo de aflojar mal habis salido, mis queridos Ratas. Tendris que pagar al artista por suarte. No os pude apercibir antes: desde hace siete das, desde el primero de septiembre, la seal es unaflecha prpura rota. l tiene una as pintada en su carro.

    Reef maldijo por lo bajo, Kayleigh sonri. Giselher agit las manos impasible.

    Qu se le va a hacer. Si hay que hacerlo, se le pagar por sus agujas y sus pinturas. Dices queuna flecha prpura? Lo recordaremos. Si hasta maana apareciera todava por aqu otro con esa seal, nosufrir dao alguno.

    Tenis pensado estar aqu hasta maana? Hotsporn se asombr con un tanto de exageracin. Eso es poco razonable, Ratas. Arriesgado e inseguro!

    Lo qu?

    Arriesgado e inseguro.

    Giselher se encogi de hombros, Chispas buf y un moco fue a parar al suelo. Reef, Kayleigh yFalka miraron al mercader como si ste les acabara de asegurar que el sol se haba cado al ro y haba quesacarlo con rapidez antes de que lo pellizcaran los cangrejos. Hotsporn comprendi que acababa de apelara la razn de unos mocosos locos. Que adverta del peligro y el riesgo a unos fanfarrones llenos de locaaudacia para los que este concepto era completamente ajeno.

    Os estn persiguiendo, Ratas.

    Y qu?

    Hotsporn suspir.

    Mistle interrumpi la discusin acercndose a ellos sin hacer el esfuerzo de vestirse. Puso un pie enun banco y moviendo las caderas mostr por doquier la obra del maestro Almavera: una rosa punzada

    sobre un tallito con dos hojas, situada en el muslo, junto a la ingle.Eh? pregunt, poniendo los brazos en jarras. Sus brazaletes, que alcanzaban casi hasta loscodos, relucieron con luz de diamante. Qu decs?

    Una preciosidad! buf Kayleigh, recogindose los cabellos. Hotsporn advirti que el Ratallevaba pendientes que perforaban los pabellones de las orejas. No caba duda de que estos pendientes, lomismo que el cuero trenzado de metal, iban a estar de moda dentro de poco entre la mocedad dorada deThurn y en todo Geso.

    Ahora te toca a ti, Falka dijo Mistle. Qu te vas a hacer tatuar?

    Falka le toc el muslo, se inclin y contempl el tatuaje. De cerca. Mistle frot con cario suscabellos cenicientos. Falka risote y comenz a desnudarse sin ceremonia alguna.

    Quiero la misma rosa que t afirm. En el mismo sitio que t, cario.

    Pero cuidao que hay ratones en tu casa, Vysogota! Ciri interrumpi la narracin, miraba alsuelo, donde en el crculo de la luz que arrojaba el candil se estaba celebrando una verdadera convencinde ratones. Se poda uno imaginar lo que estara pasando ms all del crculo de oscuridad. Te vendra

    bien un gato. O mejor, dos gatos.

    Los roedores gorgoje el ermitao se meten en la casa porque se acerca el invierno. Y yotena un gato. Pero se fue, el malvado, se perdi.

    Seguro que se lo comi un zorro o una marta.

    T no has visto qu gato era, Ciri. Si se lo zamp algo, entonces slo pudo ser un dragn. Nadams pequeo.

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    Tan grande era? Ja, qu pena. l no les hubiera dejado a estos ratones pasearse por mi cama.Una pena.

    Una pena. Pero yo pienso que volver. Los gatos siempre vuelven.

    Echa lea al fuego. Tengo fro.

    Fro. Las noches son ahora fras del copn... Y todava no estamos ni siquiera a mitad deoctubre... Sigue contando, Ciri.

    Durante un instante, Ciri se mantuvo quieta, contemplando el hogar. El fuego se reaviv sobre lamadera nueva, crepit, buf, lanz sobre el rostro desfigurado de la muchacha destellos dorados y gilessombras.

    Cuenta.

    El maestro Almavera pinch con la aguja y Ciri sinti cmo las lgrimas le surgan por el rabillo delos ojos. Aunque se haba anestesiado precavidamente a base de vino y polvos blancos, el dolor erainsoportable. Apret los dientes para no gemir. Pero no gimi, por supuesto, fingi que no prestabaatencin a la aguja y que despreciaba el dolor. Intent hacer como que tomaba parte en la conversacinque los Ratas mantenan con Hotsporn, individuo que quera mostrar que era mercader pero que enrealidad, mencin aparte del hecho de que viva de los mercaderes, no tena nada en comn con elmercadeo.

    Negras nubes se ciernen sobre vuestras cabezas dijo Hotsporn, recorriendo con sus ojososcuros los rostros de los Ratas. No basta con que os persiga el prefecto de Amarillo, no es poco quelos Varnhagenos, no es poco que el barn Casadei...

    se? Giselher enarc las cejas. Entiendo lo del prefecto y los Varnhagenos, pero, por quest mosqueado el tal Casadei con nosotros?

    El lobo se cubri con una piel de oveja Hotsporn se ri y se puso a balar todo triste, bee,bee, nadie me quiere, nadie me entiende, en cuanto que aparezco me tiran piedras, sus-sus, me gritan,pero, qu es esto, qu es esta injusticia y este dolor? La hija de la baronesa Casadei, queridos Ratas,despus de la aventura junto al ro Aguzanieves, sigue desmayndose y padeciendo de fiebre hasta elmismo da de hoy...

    Aaah se acord Giselher. Una carreta con cuatro tordos? sa era la doncella?

    sa. Ahora, como dije, enferma, se despierta por las noches gritando, evoca al seor Kayleigh...Pero en especial a doa Falka. Y cierto broche, recuerdo de su difunta madre, broche el cual doa Falka learrancara con violencia de su vestido. A todo ello, pronunciando palabras diversas mientras lo haca.

    Pero no se trata de eso! grit Ciri desde la mesa, aprovechando la ocasin para expulsar sudolor junto con el grito. Le mostramos a la baronesa desprecio y vilipendio cuando la dejamos escapara boqueras! Haba que haber follado bien a la seoritinga!

    Ciertamente. Ciri sinti la mirada de Hotsporn sobre sus muslos desnudos. Grande fue dehecho el deshonor de no follrsela. No hay que asombrarse pues de que Casadei, resentido, mandaraenviar una hueste armada y pusiera precio a vuestras cabezas. Tambin jur en pblico que todos vais acolgar cabeza abajo de los matacanes de las murallas de su castillo. Tambin anunci que por arrebatarlael mencionado broche, le sacara la piel a la seorita Falka. A tiras.

    Ciri blasfem y los Ratas se rieron con loca risa. Chispas estornud y se le escaparon unos mocostremendos: el fisstech le afectaba a la mucosa.

    Nosotros a los perseguidores stos los despreciamos anunci, al tiempo que se limpiaba lasnarices, los labios, la barbilla y la mesa con la bufanda. El prefecto, el barn, los Varnhagenos! Nos

    perseguirn pero no nos cogern! Nosotros somos los Ratas! Despus de lo de Velda hicimos treszigzags y ahora los tontos sos andan a rebusco de un rastro fro. Antes de que se enteren andarn yademasiado lejos como pa volver.

    Y que vuelvan! dijo fogoso Asse, el cual haba abandonado la guardia haca algn tiempo, unaguardia en la que nadie le haba sustituido ni pensaba hacerlo. Nos los apiolamos y eso es todo!.

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    Por supuesto! grit Ciri desde la mesa, olvidando cmo haban gritado la noche anteriormientras huan de sus perseguidores por las aldeas de Velda y olvidando tambin el miedo que tenaentonces.

    Vale. Giselher golpe con la palma de la mano en la mesa, poniendo punto final inmediato aaquella ruidosa chchara. Sultalo ya, Hotsporn. Pues veo que quieres decirnos algo que es msimportante que lo del prefecto, los Varnhagenos, la baronesa Casadei y su sensible hija.

    Bonhart os sigue la pista.Cay el silencio, largo rato. Incluso el maestro Almavera dej de tatuar por un instante.

    Bonhart repiti espaciadamente Giselher. Viejo canalla mugriento. Hemos debido dehaberle jodido bien a alguien.

    A alguien rico afirm Mistle. No todo el mundo puede permitirse a Bonhart.

    Ciri estaba a punto de preguntar quin era el tal Bonhart, pero la precedieron, casi al unsono, conlas mismas palabras, Asse y Reef.

    Es un cazador de recompensas afirm sombro Giselher. Antao hizo de soldado, luego debuhonero, por fin se meti en lo de matar gente por dinero. Un hideputa, por decir poco.

    Dicen Kayleigh habl con tono un tanto despreocupado que si quisiera meterse en un mismocamposanto a todos los que el Bonhart se ha cargado, tendra que tener el camposanto como media milla.

    Mistle verti un montoncillo de polvo blanco en la hendidura entre el pulgar y el ndice, lo aspircon fuerza por la nariz.

    Bonhart deshizo a la cuadrilla de Lothar el Grande dijo. Se le carg a l y a su hermano,aqul al que llamaban el Oronjas.

    Dicen que de un tajo en la espalda aadi Kayleigh.

    Tambin mat a Valdez sigui Giselher. Y cuando muri Valdez se deshizo su cuadrilla.Una de las mejores. Una partida verdadera, de las buenas. Buenos mozos. En tiempos pens en unirme aellos. Antes de que nosotros nos acoplramos.

    Todo cierto habl Hotsporn. Cuadrilla como la cuadrilla de Valdez ni hubo ni la habr. Secantan romances de cmo escaparon de una celada en Sarda. Oh, cabezas gloriosas, oh, fantasa de joven

    caballero! Pocos hay que les puedan andar en parangn.Los Ratas se quedaron callados de pronto y clavaron en l sus ojos que relampagueaban con rabia.

    Nosotros dijo con nfasis Kayleigh tras un instante de silencio cruzamos los seis una vezpor medio de un escuadrn de caballera nilfgaardiana!

    Rescatamos a Kayleigh de los Nissiros! grit Asse.

    Tampoco hay quien se pueda parangonar con nosotros! silb Reef.

    As es, Hotsporn. Giselher hinch el pecho. No son los Ratas peores que ninguna otrapartida, ni peores que la cuadrilla de Valdez. Dijiste fantasa de caballero? Pues yo te dir algo acerca defantasas de doncellas. Chispas, Mistle y Falka, las tres, aqu presentes, a pleno da cruzaron por mitad dela ciudad de Druigh y al enterarse de que los Varnhagenos estaban en el fign, galoparon a travs de todol! De parte a parte! Entraron por la puerta y salieron por el corral. Y los Varnhagenos se quedaron con

    la boca abierta, mirando las jarras rotas y la cerveza derramada. Dime, te parece poca fantasa?No lo dir le antecedi Mistle, sonriendo con malignidad. No te lo dir porque sabe quines

    son los Ratas. Y su gremio tambin lo sabe.

    El maestro Almavera termin de tatuar. Ciri se lo agradeci con un gesto orgulloso, se visti y sesum a la compaa. Resopl al percibir sobre s la mirada extraa, inquisitiva y como burlona deHotsporn. Le lanz un vistazo con ojos enfadados y se apret demostrativamente contra el brazo deMistle. Ya haba tenido tiempo de darse cuenta de que tales manifestaciones desconcertaban y enfriabancon xito el ardor de los seores que tenan amores en la cabeza. En el caso de Hotsporn funcion untanto al revs porque el falso mercader no le haca ascos a estas cosas.

  • 5/21/2018 Andrzej Sapkowski - Geralt de Rivia VI, La Torre de La Golondrina

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    A n d r z e j S a p k o w s k i L a t o r r e d e l a g o l o n d r i n a

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    Hotsporn era un enigma para Ciri. Lo haba visto antes slo una vez, el resto se lo haba contadoMistle. Hotsporn y Giselher, le explic, se conocen y se tratan desde hace mucho, tienen sealesestablecidas, consignas y lugares de encuentro. Durante estos encuentros, Hotsporn les da informaciones,y entonces se va uno a la senda sealada y se ataca al mercader escogido, o a un convoy o caravanaconcreto. A veces se mata la persona designada. Siempre se acuerda tambin una seal. A los mercaderesque llevan tal seal no se les debe atacar.

    Ciri al principio se asombr y se decepcion un tanto, tena a Giselher como a un dolo, los Rataseran para ella el modelo de la libertad y la independencia, y ella haba acabado por amar aquella libertad,aquel desprecio por todos y todo. Hasta que inesperadamente result que haba que realizar trabajos porencargo. Como a esbirros de alquiler, alguien les ordenaba a quin tenan que atacar. Y por si eso fuera

    poco, ese alguien les ordenaba atacar a alguien y ellos obedecan con las orejas gachas.

    Algo por algo, haba dicho Mistle al preguntarle, encogindose de hombros. Hotsporn nos dardenes y tambin informaciones, gracias a las que sobrevivimos. La libertad y el desprecio tienen susfronteras. Al final siempre resulta que se es el instrumento de alguien.

    As es la vida, Halconcillo.

    Ciri estaba asombrada y decepcionada, pero se le olvid pronto. Aprendi. Tambin el que no habaque asombrarse mucho ni esperar demasiado. Porque entonces la decepcin es menos profunda.

    Yo, queridos Ratas deca ahora Hotsporn, tendra un remedio para todos vuestros problemas.Para los Nissiros, los barones, los prefectos, hasta para Bonhart. S, s. Porque aunque el lazo se estapretando sobre vuestros cuellos, yo tengo una forma de escapar de la soga.

    Chispas buf, Reef se carcaje. Pero Giselher lo