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  • ABRAHAM Y LA “JUSTICIA “ DE DIOSpor Padre Andrea D’Ascanio ofm cap

    Titulo original:“Abramo, Lot e l’Amore del Padre”Colección de meditaciones extraídas de la revista "Dios es elPadre"

    Este libro se acabó de imprimir 19 aprile 1998Dia de la Divina Misericordia“

    © Associazione Dio è Padre Casa Paterc.p. 135 67100 L’Aquila [email protected]

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  • Al verlos, Lot se levantó a su encuentro y, postrán-dose rostro en tierra, dijo: “Os ruego, señores quevengáis a la casa de este servidor vuestro. Pasáisla noche…”. Pero tanto porfió con ellos, que alfin se hospedaron en su casa. (…) �o bien sehabían acostado, cuando los hombres de la ciu-dad, los sodomitas, rodearon la casa desde elmozo hasta el viejo, todo el pueblo sin excepción.Llamaron a voces a Lot y le dijeron: “¿Dóndeestán los hombres que han venido adonde ti estanoche?” Sácalos para que abusemos de ellos.””(Gen 19, 1-5)

    El mal en Sodoma existía y era grande. Aquelloque la escritura nos presenta es un caso excepcionalde depravación colectiva que envuelve a toda una ciu-dad, “jóvenes y viejos”. Estamos en el paroxismo deuna situación inmoral que se vuelve peligrosa tambiénpara los otros.

    El mal en Sodoma existía y era grande, pero no escaso para escandalizarse y hacer duros comentariossobre nuestros hermanos de aquel período: el SIDAque está mortificando hoy a la humanidad entera, laorganizada distribución de droga, la cantidad de in-justicias sociales, la vulgaridad de los espectáculos y

    ABRAHAMY LA “JUSTICIA “ DE DIOS

    SODOMA Y GOMORRA

    Entre las páginas más terribles que la Escrituranos presenta como ejemplo de la justicia castigadorade Dios, amerita uno de los primeros lugares la de-strucción de Sodoma y Gomorra con la tremenda llu-via de fuego. Pero ¿este caso es para hablar de“justicia castigadora”?

    En realidad, si sabemos leerlo con el corazónlimpio, estas páginas encierran el verdadero rostro dela Misericordia, toda la ternura vigilante y cuidadosadel Padre del cielo que “baja” entre sus hijos de-pravados en el intento de salvarlos.

    Leámoslo juntos, encuadrando la realidad del malen aquellas ciudades, el “clamor” que de ellos seeleva, la acción de Dios, la respuesta de los hombres.

    La realidad del mal en Sodoma

    “Los dos ángeles llegaron a Sodoma por latarde. Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma.

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  • como otras veces ha sucedido en la Escritura. No es unclamor que parte del corazón contrito del que ha re-conocido su pecado: los hombres de Sodoma están enuna profunda niebla de espíritu y están muy lejos dereconocer el propio pecado. Basta notar como re-sponden al pobre Lot que sale a su encuentro en el in-tento de hacerlos desistir de su propósito del mal,ofreciéndoles sus dos hijas a su sucia lujuria para sal-var a sus huéspedes, que eran considerados sagrados einviolables, más que cualquier otro valor:

    “Por favor, hermanos, no hagáis esta mal-dad.” les dijo Lot. “ “ ¡Venga ya!- ellos re-spondieron- “Ahora te trataremos a ti peor que aellos.” (Gen 19,7ss.)

    El “clamor” que fuerza a Dios a intervenir y de-safortunadamente un clamor contra Sodoma, es ungrito de condena lanzado por el “acusador” que esperael nihil obstat de Dios para golpear a aquellos hijosque él ha seducido e inducido al mal:

    “Después me mostró al sumo sacerdoteJosué, que estaba ante el ángel de Yahvé; a suderecha estaba el Satán para acusarle.” (Zac 3, 1)

    “… ha sido arrojado el acusador de nuestros

    de la imprenta, y tantas cosas malas que nos sugierenno hacer ningún juicio. Nos recuerdan en cambio, queel hombre, el pobre hombre, tanto ayer como hoy esinfiel a sí mismo y a su propia dignidad, así como Dioses fiel a Su Amor y a Su Misericordia.

    El mal en Sodoma existe: es un tumor que si no sequita o se cura, se extenderá inevitablemente; ha con-taminado ya a Gomorra y a las otras ciudades vecinas.El Padre que cuida a todos los hombres, debe inter-venir cuando se han superado los niveles de precau-ción, precisamente por el Amor que Él tiene por sushijos. El tumor que ha penetrado a fondo en Sodomapuede ser removido quirúrgicamente, de forma radi-cal; pero el Padre, que es dulzura infinita, busca siem-pre evitar las curas traumáticas: si recurre a sistemasdrásticos, será porque los hijos no Le han dado la posi-bilidad de adoptar otra solución, como veremos.

    El “clamor” contra Sodoma

    “El clamor de Sodoma y de Gomorra esgrande; y su pecado gravísimo.” (Gen 18,20)

    ¿De qué clamor se trata? ¿Y quien lo eleva?Ciertamente no es un clamor que implora perdón

    o que pida la intervención de Dos en la necesidad,

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  • continuar pacientemente pazientare como hace siem-pre delante de nuestros errores.

    Su intervención quiere ser de misericordiosaporque Él es Padre de misericordia, pero para poderrealizar Su proyecto de salvación después de la con-frontación con estos hijos ahogados en el mal, el Padretiene necesidad de alguno que en la tierra, le de ungancho jurídico , haciéndose intermediario e interce-diendo por todos.

    No puede buscar tal aliado entre los sodomitas,hasta ahora sordos y ciegos a cada reclamo del es-píritu, y entonces encuentra aAbrahán,- el único justosobre la tierra con el cual puede iniciar un diálogo- yle deja ver la situación, comunicándole a la vez todaSu compasión por aquellos hijos depravados.Abrahánpercibe los latidos del corazón del Padre y se sienteinclinado a intervenir.

    Mientras los dos ángeles en vestidos humanos vanhacia Sodoma para ejecutar la sentencia, inicia el diál-ogo entre Dios y Abrahán, una obra maestra del Es-píritu Santo que quiere hacer entender cuál es elverdadero rostro de Dios: Padre que no se complace enla muerte del pecador, sino que quiere que se conviertay viva; Padre que nos ama más allá de nuestra falta deamor; Padre que nos ama aunque no tengamos más Su

    hermanos , el que los acusaba día y noche delantede nuestro Dios.” (Ap 12, 10)

    Satanás sabe que tiene derecho a destruir las pre-sas que incautamente – pero libremente- se han dejadoenredar por él.

    El Padre no puede no tomar en cuenta estaacusación que sabe que es verdadera y decide bajar enmedio de sus hijos para intentar un rescate extremo.

    La acción de Dios

    “Así que voy a bajar personalmente, a ver silo que han hecho responde en todo al clamor queha llegado hasta mí, y si no, he de saberlo.”

    (Gen 18, 21)

    Da ternura este Padre que finge no saber lo queestá sucediendo en su familia de la tierra, y que “baja”– como lo hizo en el paraíso terrestre después delpecado de Adán y Eva (Gen 3,8) – no para saber si sushijos verdaderamente han cometido el mal (¡lo sabeperfectamente!) sino para buscar salvarlos de lasgraves consecuencias de sus pecados. Él debe inter-venir porque “el clamor es muy grande” y no puede

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  • Abrahán ha tentado el terreno, ha visto que suSeñor está dispuesto a una negociación, y retoma eldiálogo con un nuevo cometido:

    “Replicó Abrahán: “ ¡Mira que soy atrevidode interpelar a mi Señor, yo que soy polvo yceniza! Supón que los cincuenta justos fallen porcinco. ¿Destruirías por los cinco a toda la ciu-dad?” Replicó: “�o la destruiré, si encuentro allía cuarenta y cinco.” Insistió todavía: “Supón quese encuentran allí cuarenta.” Respondió: “Tam-poco lo haría, en atención de esos cuarenta.”

    (Gen. 18, 27-29)

    Abrahán se alegra: su Señor es más conciliador delo que esperaba; pero él no ha entendido que es suSeñor mismo el que le sugiere no interrumpir las ne-gociaciones, porque es precisamente Él quien ha sus-citado el deseo de salvar Sodoma.

    Abrahán inicia el último ataque:

    “Insistió: “�o se enfade mi Señor si le digoque tal vez se encuentren allí treinta.”Respondió:“�o lo haré si encuentro allí a esos treinta.”Volvió a decirle: “¡Cuidado que soy atrevido deinterpelar a mi Señor! ¿Y si se hallaran allí

    Espíritu y hayamos deformado en nosotros Su imagendivina; Padre que no quiere dejar ahogar al hombre enel pantano de su pecado, sino que quiere soltarlo en elocéano de su Misericordia “que es más potente que elmal y que el pecado” (Dives in Mis. VIII, 15) que daa sus hijos (que se da) también y sobre todo cuandoéstos se han vuelto miseria extrema tanto moral comofísica.

    Leamos juntos este diálogo que debiera ser labase de cada una de nuestras oraciones:

    “Partieron de allí aquellos individuoscamino de Sodoma, en tanto que Abrahán leabordó y le dijo: “¿Así que vas a borrar al justocon el malvado? Tal vez haya cincuenta justos enla ciudad. ¿Vas a borrarlos sin perdonar a aquellugar por los cincuenta justos que hubiere den-tro? Tú no puedes hacer tal cosa: dejar morir aljusto con el malvado, y que corran parejas el unocon el otro. Tú no puedes. ¿Va a fallar una injus-ticia el juez de toda la tierra?” Repicó Yahvé: “Siencuentro en la ciudad de Sodoma a cincuentajustos perdonaré a todo el lugar por amor deaquellos” (Gen 18, 22-26)

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  • cielo” (Lc 9, 54) para destruir a los samaritanos que nohabían acogido a Jesús.

    Es difícil para nosotros los hombres identificarseen Dios que es Amor puro: es más fácil hacerse unDios a nuestra imagen y semejanza y reclamar elpoder de venganza y de destrucción que no conoce-mos y no queremos conocer.

    Es un hecho queAbrahán trunca el diálogo con suSeñor que – ya no solicitado por la creatura- no puedehacer surgir in extremis la Misericorida:

    “Partió Yahvé así que hubo acabado de con-versar con Abrahán, y éste se volvió a su lugar.”

    (Gen. 18,33)

    No había diez justos, Abrahán deja de intercederante su Señor y “se fue”.

    Se aleja la Misericordia que el hombre no hasabido invocar, avanza la Justicia que el hombre hamerecido con su pecado:

    “Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma yGomorra azufre y fuego”

    (Gen 19, 24)

    veinte?” Respondió: “Tampoco los destruiría enatención a los veinte.” Insistió. “Vaya, no se en-fade mi Señor, que ya sólo hablaré esta vez: ¿Y sise encuentran allí diez?” Replicó: “Tampoco losdestruiría, en atención a los diez.”

    (Gen 18, 30-32).

    Regateando la misericordia, Abrahán no osa de-scender debajo de diez justos. Él no ha conocido pro-fundamente el Corazón de su Señor y ha puesto unlímite a Su acción salvífica. No conocía aquello que elSeñor dirá a Jeremías:

    “Recorred las calles de Jerusalén,mirad bien enteraos;buscad por sus plazas,a ver si topáis con algunoque practique la justicia,que busque la verdad, y yo la perdonaría.

    (Jer 5, 1)

    Pero no podemos reprochar a Abrahán esta faltade confianza en el Amor de Dios, cuando Pedro, queveía continuamente en acción la Misericordia encar-nada, juzgaba casi absurdo el perdonar más de sieteveces (Mt 18, 22); y Santiago y Juan pedían “fuego del

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  • ministerio público de este juicio perenne en el que es-tamos subordinados delante del trono de Dios.

    “Por amor de Abrahán que lo amaba” el Padrehubiera hecho entrar en acción su Misericordia: no hu-biera habido la sentencia de muerte con “azufre yfuego”, sino una sentencia de Vida con una lluvia deEspíritu Santo – ¡el Fuego de Dios! – que hubiera pen-etrado los espíritus de los sodomitas haciéndolestomar conciencia del mal cometido y operando enellos una conversión radical. El tumor ya estaba, y eranecesario eliminarlo, pero hubiera sido curado desdela raíz y no extirpado violentamente.

    EL MAL HOY

    Hoy el mal en el mundo es mayor (no entiendo sise refiere a que lleva más tiempo) a aquel del tiempode Sodoma y Gomorra. Hoy, de nueva cuenta, Diosestá bajando a la tierra “con potencia” (Mt 24, 30). Lapotencia es el atributo del Padre que viene a llevar atérmino la redención: el “mal” debe desaparecer de lafaz de la tierra (Ap 12, 10; 20, 3). El “mal” desaparecerá.¿Pero cómo?

    ¿Con una tremenda purificación destructiva ennombre de la Justicia castigadora o con un acto de

    Resumiendo y concluyendo

    La intervención extraordinaria de Dios (“Así quevoy a bajar personalmente, a ver…”) surge cuando elmal llega a la culminación y es humanamente irre-versible. Tal voluntad de “bajar personalmente a ver”no es motivada por la Justicia que quiere emitir unasentencia de condena, sino delAmor que busca salvara sus hijos con el perdón, con un acto de Misericordiatotal que supera el mal cometido por ellos. Para hacerentrar en acción la Misericordia, el Padre tiene necesi-dad de alguien en la tierra, que interceda por sus her-manos embrutecidos justificando así Su intervenciónde Amor. Dios viene a la tierra para engancharse conAbrahán en un “combate cara a cara” (Gen 32); uncombate que Él quiere perder para hacer triunfar laMisericordia, pero que desafortunadamente pierdeAbrahán porque ha puesto un límite al Amor delPadre.

    Si Abrahán hubiera apretado más el “precio” –¡que él mismo había establecido! – y hubiera dicho:“Por mi, por amor a mi que te amo, salva Sodoma yGomorra!”, Dios habría tenido el soporte jurídico quehabía venido a buscar a la tierra para bloquear la in-tervención de justicia pedido por el “acusador” del

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  • tal grito nos volvemos, como todos los escritoressagrados, al Dios que no puede despreciar nadade lo que ha creado,136 al Dios que es fiel a símismo, a su paternidad y a su amor.”

    (Dives in Misericordia”, VIII, 1)

    Misericordia que abraza y absuelve todo y a todos?Dios es siempre fiel a Su Amor y por eso desea el tri-unfo de la Misericordia, como tantos signos lo de-muestran: basta pensar en el Mensaje de misericordiaque han dado a la Iglesia de hoy Sor Faustina Kowal-ska y Madre Esperanza; basta meditar sobre la Divesin Misericordia que Juan Pablo II nos ha dado.

    Está en nosotros abrir o cerrar el corazón de laMisericordia que se nos ofrece. Recordando siempreque nuestro Dios es un Papá que “donde abundó elpecado, sobreabundó la gracia” (Rom 5, 20) y que “yono me complazco en la muerte del malvado, sino queel malvado se convierta de su conducta y viva.” (Ez33, 11)

    Busquemos no repetir el error, si error se puedellamar, de Abrahán y hoy más que nunca, respon-damos al “clamor” del “acusador” uniendo nuestravoz a aquella del Santo Padre Juan Pablo II.

    “…en un grito que implore la misericordia enconformidad con las necesidades del hombre en elmundo contemporáneo. Que este grito condensetoda la verdad sobre la misericordia, que ha hal-lado tan rica expresión en la Sagrada Escritura yen la Tradición, así como en la auténtica vida defe de tantas generaciones del Pueblo de Dios. Con

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  • He obedecido y he empezado así a leer la Bibliacon espíritu nuevo, partiendo de un principio básico:Dios es Amor. Si este Libro lo ha escrito Él, debeencerrar el misterio de Su Amor, ¡contra todas lasapariencias! He hecho así el descubrimiento más en-tusiasmante que se pueda hacer en el mundo del es-píritu: episodio tras episodio me he convencido y mevoy convenciendo cada vez más de que Dios es miPapá, “rico en misericordia”. Todos los otros atributosno me dicen nada. Me basta saber que es “Papá”, yque es “mío”. Pero es un descubrimiento muy belloporque puedo tenerlo solo para mí, porque es Papá detodos los hombres, también de aquellos que ni siquierasaben de Su existencia. Y a todos y a cada uno quisieragritar: “¡Sé feliz! ¡Dios es tu Papá! Puede resolvertodos tus problemas. ¡Quiere ayudarte, quiere sal-varte! ¡Ve con Él, no tengas miedo!”

    Me esfuerzo por hacerlo, pero noto que sale sóloun balbuceo; no es fácil traducir en palabras unacerteza interior.

    Me he detenido en las páginas más “catastrófi-cas”: sacados del Paraíso, diluvio universal, Sodomay Gomorra… Sobre todo en estas últimas páginas, quese presentan como el ejemplo más terrible de la “jus-ticia” de Dios, he encontrado en su lugar, la llave de

    LOT Y EL AMOR DEL PADRE

    Dios es PadreDios es mí PadreDios es nuestro Padre.Dios no quiere la muerte del pecador,sino que se convierta viva.

    Dios me ama más de cuanto yo me amo.Dios quiere salvarmemás de cuanto yo deseo ser salvado.

    Dios no es mi juez,sino mi abogado defensor.

    Dios obra siempre, de todas formas,para mi salvación.

    Dios está siempre de mi parte.Dios está cansado de vernos sufriry viene a liberarnos.

    Porque Dios es mi Papá.

    Cuando Madre Eugenia me dice que vuelva a leercon ojos nuevos toda la Escritura, para descubrir la in-finita ternura del Padre, me quedé transtornado. Mehabía hecho comprender que me debía detener so-bretodo en el Génesis y en el Apocalipsis, el primeroy el último de los Libros Sagrados.

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  • Abrahán inicia su grande aventura de espíritu, enun trabajoso peregrinar durante el cual se mostrarávaleroso y combatiente; se convertirá en padre de Is-mael; establecerá la grande alianza con Dios y recibirála promesa de su hijo Isaac…; Lot atraído por lo in-mediato y de fácil bienestar, pasará de la vida nómadaa aquella más cómoda y sentaría, estableciéndose den-tro de los muros de Sodoma. Reencontremos aAbrahán y a Lot en el momento de la grande purifi-cación, enlazados en el grande proyecto de Miseri-cordia del Padre que busca su apoyo para salvar losalvable:

    “(Abrahán) Alzó la mirada y vio que habíatres individuos parados a su vera.. partieron deallí aquellos hombres en dirección a Sodoma, yAbrahán los acompañó para despedirlos. Dijo en-tonces Yahvé: “¿Cómo debo ocultar a Abrahán loque voy a hacer… Dijo pues, Yahvé: “El clamorde Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecadogravísimo, Así que voy a bajar personalmente, aver si lo que han hecho responde en todo alclamor que ha llegado hasta mí, si no, he desaberlo..” Partieron de allí aquellos individuoscamino de Sodoma, en tanto que Abrahán per-manecía parado delante de Yahvé.”

    (Gen 18,2, 16 -22)

    Su ternura y de Su misericordia que más allá del mal,involucrando también a Lot, el sobrino de Abrahán,en el intento extremo de salvar aquel mundo de-pravado. Reconectemos lo ya escrito sobre Abrahánpara hacer después algunas reflexiones sobre su so-brino Lot, que cuando se separa del tío se estableció enSodoma:

    “Marchó, pues Abrahán, como se lo habíadicho Yahvé, y con él marchó Lot…Ya la tierra noles permitía vivir juntos, porque su hacienda sehabía multiplicado, de modo que no podían vivirjuntos. Solía haber riñas entre los pastores deAbrahán y los de Lot…Dijo, pues, Abrahán a Lot:“Que no haya disputas entre nosotros… �o hacefalta que sigas a mi lado. Si tomas por laizquierda, yo iré por la derecha…” Lot alzó lavista y contempló la vega del Jordán, toda ella deregadío – era antes de destruir Yahvé Sodoma yGomorra – parecida al jardín de Yahvé, comoEgipto cuando se llega a Zoar. Eligió pues, Lotpara sí toda la vega del Jordán... Abrahán se es-tableció en Canaán y Lot en las ciudades de lavega donde plantó sus tiendas hasta Sodoma. Loshabitantes de Sodoma eran muy malos ypecadores contra Yahvé.” (Gen 12-13)

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  • vió a bajar de diez justos, los cuales no había. Veamoscómo se desarrolla la acción de las otras dos Personascon Lot:

    “Los dos ángeles llegaron a Sodoma por latarde. Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma.Al verlos, Lot se levantó a su encuentro y, postrán-dose rostro en tierra, dijo. “Os ruego, señores quevengáis a la casa de este servidor vuestro. Hacéisnoche, os laváis los pies y de madrugada seguiréisvuestro camino”. Ellos contestaron: “�o; hare-mos noche en la plaza.” Pero tanto porfió conellos, que la fin se hospedaron en su casa. Él lespreparó una comida cociendo unos panescenceños y comieron.”

    (Gen. 19, 1-3)

    Es interesante subrayar que tantoAbrahán (Gen 18,2ss) como Lot, para que pueda surgir la acción de Dios,deben superar su propia prueba de un amor vivido ensu forma más elemental: la hospitalidad.

    Sólo con el amor se puede entrar en comunión conel Amor. Si el corazón del hombre no se abre al Amorque llama, naufraga todo el proyecto de salvación deDios. Sobrevolemos sobre el duro episodio despuésde la cena y sobre el intento fallido de involucrar en la

    En estos tres hombres a los cuales Abrahán sedirige singularmente muchos Padres (no entiendo, enespañol no se entiende) han visto el anuncio del mis-terio de la Trinidad, cuya revelación plena estabareservada al Nuevo Testamento.

    Es de notar que, hablando de las tres Personas div-inas, la Escritura usa en este caso indiferentemente eltérmino “Señor”, “hombres”, “ángeles”, la sustanciano cambia: es siempre el mismo Amor Trinitario quese inclina con infinita preocupación sobre nosotrospara librarnos de las (garras) trampa en las cuales es-tamos atrapados.

    Las tres Personas divinas vienen también a latierra en uno de los momentos más dramáticos de suhistoria. Su intento es salvar a los hombres in ex-tremis, y las tres Personas se dividen el trabajo: unainicia el sufrido y fracasado regateo conAbrahán parasalvar a todo y a todos; las otras dos se van a Sodomay Gomorra con la motivación oficial de “bajar a ver”cómo están las cosas, pero en realidad para jugar unaúltima carta de salvación con Lot.

    Sabemos como termina la acción del Padre conAbrahán que, “regateando la misericordia”, no se atre-

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  • El sol asomaba sobre el horizonte cuando Lotentraba en Soar. Entonces Yahvé hizo llover sobreSodoma y Gomorra azufre y fuego de parte deYahvé.”

    (Gen 19, 15 – 24).

    Lot ha superado la prueba deAmor insistiendo enhospedar a los dos viajeros y defendiéndolos de lafuria de los sodomitas. Permite así al Amor tomarlode la mano a él, a su mujer y a sus hijas y de hacerlossalir de la ciudad. Es casi una “violencia” deAmor queDios usa para salvar a quien ha permanecido fiel a Él.

    Lot comienza a correr, pero es viejo, y pronto estáforzado a rendirse:

    “�o, por favor, Señor mío… que no puedo es-caparme al monte… Ahí cerquita está esa ciudad adonde huir - Bien, te concedo también eso de no ar-rasar la ciudad que has dicho.” Lot entra en Soar einicia la lluvia de azufre y fuego sobre Sodoma y Go-morra.

    Lot, pidiendo refugiarse en Soar, desea sólo supropia seguridad. El Señor, sin embargo queda con-tento de tener el apelamiento jurídico para salvar atodos los habitantes de Soar: la Misericordia del Padre

    salvación de los yernos y a todo el clan de Lot, y en-tremos en vivo a la fuga de éstos y de su familia:

    “Al rayar el alba, los ángeles apremiaron aLot diciendo: “Levántate, toma a tu mujer y a tusdos hijas que se encuentran aquí, no vayas a serbarrido por culpa de la ciudad.” Y como él re-moloneaba, los hombres le asieron de la mano lomismo que a su mujer y a sus dos hijas por com-pasión de Yahvé hacia él, y , sacándolo, lo dejaronfuera de la ciudad. Mientras los sacaban afuera,dijo uno: “ ¡Escápate, por vida tuya! �o miresatrás ni te pares en toda la redonda. Escapa almonte, no vayas a ser barrido.”. Lot les dijo:”“�o, por favor, Señor mío. Ya que este servidortuyo te ha caído en gracia (pues me has hecho elgran favor de dejarme con vida), date cuenta queno puedo escaparme al monte sin riesgo de queme alcance el daño y la muerte. Ahí cerquita estáesa ciudad a donde huir. Es una pequeñez. ¡Mira,voy a escaparme allá- ¿verdad que es una pe-queñez?- y quedaré con vida!”. Le respondió:“Bien, te concedo también eso de no arrasar laciudad que has dicho. Listo, escápate allá,porque no puedo hacer nada hasta que no estrésallí.” Por eso se llamó aquella ciudad Soar.

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  • la lluvia de fuego y de azufre? �o hubiera podido de-scender, porque él, Lot, no podía ser involucrado: ,escápate allá, porque (=de otro modo) no puedohacer nada…”

    Hoy nosotros estamos en espera de las catástrofescósmicas: dos tercios de la humanidad deberán morir,y después guerras, terremotos… Todas las cosas quehasta ahora estamos esperando día tras día, como in-evitables. Pero ¿por qué no tomamos conciencia denuestra potente dignidad de hijos de Dios? Nosotrossomos más que Abrahán y de Lot, nosotros somoshijos de Dios porque en el Bautismo nos hemos inser-tado en la familia divina.

    ¿Por qué no creemos en nuestra potencia de inter-cesión? Nosotros tenemos el poder de hacer surgir laMisericordia de Dios que es más potente que todos losmales y que todos los pecados del mundo. Debemossólo convencernos que, para realizar este plan de sal-vación, nuestro Padre tiene necesidad de alguien queprovoque Su intervención salvífica.

    Recorred las calles de Jerusalén…

    En otra parte dirigimos un llamado para buscar aalguien que se uniera a nosotros para pedir al Padrenuestra liberación. Diremos que somos suficientes

    está lista para salvar lo salvable aunque sea in ex-tremis, con tal de que alguno le de la posibilidad deentrar en acción.

    Debemos reflexionar sobre esta continua y totaldisponibilidad de Dios a cualquier petición que se lepresente de un hijo Suyo; sobre esta voluntad delAmor de Dios que busca siempre un motivo para ab-solvernos. Y debemos meditar sobre las palabras:“Listo, escápate allá, porque no puedo hacer nadahasta que no estés allí”.

    ¿Por qué no logramos leer, en estos extraños diál-ogos, la voluntad que Dios tiene de salvar al hombre?

    Ha probado con Abrahán, ahora prueba con Lot.Abrahán ha bloqueado la acción de la misericordia: elha establecido el precio, él ha regateado el precio, él haparado. Dios no ha parado en el decir sí, sí, sí porque,lo repetimos, no cierra nunca Su corazón al Amor.Ahora juega la última carta con Lot. ¿Qué hubierapasado si Lot hubiese comenzado a gritar: “Señor,tengo un calambre en una pierna… tengo un ataquede ciática… por esto, no puedo moverme un pasomás… de verdad no puedo…” y si se hubiera sentadoen el suelo? Si Lot, en otras palabras, hubiera hecho unsit-in, negándose al levantarse, ¿qué fin habría tenido

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  • falsos profetas, todo el pueblo; se vuelve “objeto dis-cutido y debatido por todo el país” (Jer 15, 10) debi-endo predecir sobre todo desventuras.

    Viene enviado por Dios en uno de los momentosde mayor degradación espiritual de Israel, como re-sultado de cuanto él denuncia en el capítulo 5: al malesencial que es la contaminación de idolatría del cultode Yahvé, Jeremías evidencia el ateísmo práctico y laindocilidad (Jer 3, 12-13); la lujuria más desenfrenada(Jer 3, 7,8); la opresión social (Ger 5, 26.29); la de-pravación de la clase baja y de la clase dirigente (Jer 4,4-5); de los sacerdotes y de los profetas (Jer 5, 31). Todoestá sintetizado en el versículo 30, capítulo 5: “Algoespantoso y horrendo se ha dado en la tierra”.

    En este contexto de degradación total no nos mar-avilla que el pobre Jeremías haya sido forzado a usarpalabras fuertes y terribles, que lo han hecho pasar ala historia como el profeta “catastrófico” por excelen-cia.

    Sin embargo, es através de Jeremías – justamenteen este capítulo 5 en el que son resumidos los “espan-tosos y horribles” crímenes de la nación – que el Padreda la brecha más amplia de su Misericordia de todo elAntiguo Testamento: “Recorred las calles de

    dos, como mínimo propuesto por Jesús, para tener lacerteza de ser escuchados. Pero, en el límite bastó unosólo:

    “Recorred las calles de Jerusalén,mirad bien enteraos;buscad por sus plazas,a ver si topáis con algunoque practique la justicia,que busque la verdad,y yo la perdonaríadice el Señor.” (Jer 5, 1)

    Para dar el justo peso a estas expresiones del pro-feta Jeremías – nacido hacia el año 650 a.C. – seríabueno regresar a su época de trágica decadencia es-piritual que preparará la ruina del reino de Judas conla destrucción del templo y las dos deportaciones porobra de Nabucodonosor.

    Jeremías vive la dramática historia de su patria,predicando, retando, prediciendo la ruina, advirtiendoen vano a los reyes incapaces, acusado de derrotismopor los militares, perseguido, encarcelado.

    Fue enviado “para extirpar y arrasar, para de-struir y derrocar” (Jer 1, 10) Debe siempre luchar con-tra los suyos, contra los reyes, los sacerdotes, los

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  • sacerdotes, en cada Misa tenemos el poder de presen-tar cada día al Padre.

    En cada Misa presentemos al Padre de la Mis-ericordia los cientos de miles de niños que son con-sagrados a Él en estos últimos años “por la paz delmundo y por la conversión de los pecadores”, enMaría, con María, por María, y en los cuales Jesúscontinúa a decir: “Padre, en tus manos encomiendo miespíritu… mi cuerpo, mi voluntad, por toda la hu-manidad”;

    en cada Misa presentemos al Padre de la Miseri-cordia los millones de niños asesinados por el aborto,en los cuales Jesús continúa inmolándose diciendo“Padre, perdónales, porque no saben qué es lo quehacen”;

    en cada Misa presentemos al Padre de la Miseri-cordia los centenares de millones de niños forzados ahacer trabajos inhumanos desde sus primeros años yviolentados en miles de formas, en los cuales Jesúscontinúa viviendo su pasión más terrible;

    en cada Misa presentemos al Padre a todos losmillones de pobres desesperados y que sufren en elmundo – ¡prácticamente a todos los hombres! – queson constante objeto de Su infinita ternura.

    Hermanos míos, estén tranquilos, alégrense. Si lopedimos, todos nos salvaremos, porque nosotros, hoy

    Jerusalén… si encuentran un hombre, uno sólo quepractique la justicia, que busque la verdad, y yo laperdonaría dice el Señor”.

    Si volviera hoy, Jeremías encontraría unasituación moral mucho peor respecto a aquella de sutiempo y ampliada a escala mundial, y su predicacióntendría un tono más encendido, si fuera posible:“�ada hay de nuevo bajo el sol”, dice Qoelet.

    Pero a la par de la malicia del hombre avanza laPotencia de la Misericordia del Padre: “mientras másse obstinen en ofenderme, más Yo me obstinaré en per-donarlos… si encuentro entre ustedes un hombre, unosolo que actúe justamente y que busque mantenersefiel, ¡yo perdonaré a esta humanidad ingrata!”

    “¡Yo perdonaré a la humanidad ingrata!”

    ¿Existe hoy sobre la tierra este justo? Sí, esJESÚS.

    Es Jesús que se ha hecho “hijo del hombre”, quecompendia a todos los hombres y que en cada hom-bre continúa la redención. Son millones y millones dehombres en los cuales Jesús – el único Justo – vive,ama, sufre continuando la redención. Son entoncesmillones y millones de “justos” que nosotros, como

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  • Amados hermanos míos, no nos dejemos turbarpor nada y por ninguno. Los hombres se agitan, peroDios los conduce para un bien más grande. Cuandoescuchemos sonar los tambores de guerra, veremosque al sonido de las campanas que los Ángeles encuadrilla tocarán y no nos turbemos por nada; mire-mos adelante y alabemos (innegiamo) la Victoria deDios.

    No nos dejemos inquietar por nada y por ninguno:vivamos ya nosotros el mundo nuevo: gozo, paz,certeza, Potencia de oración, pero sobre todo confi-anza en la Misericordia del Padre que es más potentedel mal, del pecado y de la muerte.

    así podemos responder a la petición que el Padre hacepor medio de Jeremías:

    “Padre de Jesús y Padre mío, Padre nuestro,hemos hecho cuanto has pedido,hemos recorrido las calles de Jerusalény las plazas de cada ciudad del mundo,hemos observado bieny nos hemos informado:hemos encontrado al hombre del cual hablas,el único que actúa justamentey que se mantiene fiel a Ti:su nombre es Jesús.Tu lo conoces bienPorque es tu hijoY Tu has querido que se hiciera“hijo del hombre”,uno de nosotros, nuestro hermano.Por Él perdona a Jerusalénperdona al mundo:porque Tú lo prometiste,porque Tú quieres perdonarmás de lo que nosotros queremosser perdonados.Amén.”

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    �DICE

    ABRAHAM Y LA “JUSTICIA “ DE DIOS.................... 4SODOMA Y GOMORRA ................................................. 4La realidad del mal en Sodoma................................ 4El “clamor” contra Sodoma...................................... 7La acción de Dios..................................................... 8Resumiendo y concluyendo......................................14

    EL MAL HOY ................................................................16

    LOT Y ELAMOR DEL PADRE......................................18Recorred las calles de Jerusalén................................27“¡Yo perdonaré a la humanidad ingrata!”.....................30